ESCLARECIMENTO Hermano X/Chico Xavier Usted pregunta, amigo mío, por las razones que nos llevan a escribir tanto. ¿No deberíamos procurar la Corte Celestial para reposar? ¿Tendríamos tamaña pesar en la tarea humana que reabsorberíamos voluntariamente, las angustias? En su opinión, el sepulcro sería el camino ideal para el olvido absoluto. Hasta ahí, su pregunta se pierde en el dominio de lo común, en cuanto a los motivos que lo compelen a trabajar para la garantía de la propia felicidad. Sin embargo, su consulta va más allá. Quieres saber por qué nos dedicamos al tema religioso. – “Todos los espíritus desencarnados – alega espantadizo – se empeñan en la difusión de los principios de fe y caridad. Se emparejan con los predicadores insistentes de lo alto de los púlpitos. ¿No poseeremos suficiente número de ministros y padres en el mundo?” Se equivoca en semejante generalización. No todos los desencarnados se consagran, aun, servicio tan noble. Millones de
ellos permanecen imantados a la Costra del Mundo, impidiendo el progreso mental de las criaturas que les son afines. Prefieren la discordia y la malicia, como auténticos demonios sueltos, y, cuando pueden, llegan a destilar crueles venenos, a través de escritores invigilante. Mantienen la ignorancia de mucha gente, a respecto de la eternidad, para mejor acomodarse a las reclamaciones de la inferioridad en que se complacen. No en tanto, no es para comentar las perturbaciones de nuestra esfera de acción que le escribo esta carta. Se refiere usted a la religión, como si la fe representase rancio asilo para espíritus inválidos. Ciertamente envuelto en la virulenta ola que agita el océano de nuestra civilización decadente, también usted empeño el raciocinio en las ilusiones del hombre económico. Cree posible la regeneración del mundo, de fuera para dentro, y se daría, talvez, de buen grado, a cualquier renovador sediento de sangre que prometiese un mundo reformado por decretos que se van caducando, de cinco en cinco años. Dentro de tal clima, no puede comprender el servicio religioso. ¿Admite que un pomar se mantenga y produzca sin la siembra? ¿Persistiría la vida humana sin el altar de la maternidad? El castillo teórico y el campo de la práctica experimentada, en que se asientan los principios filosóficos y científicos de la Tierra, no se sustentarían sin la fuente oculta e invisible de la mística religiosa. Solamente el ser privado de razón consigue moverse sin raíces en la espiritualidad superior. Los grandes escritores, supuestamente materialistas, que usted menciona con indisfrazable placer, no fueron sino atletas del pensamiento en conflicto con las imposiciones del sacerdocio organizado. No se oponían a Dios, el objeto sagrado de sus estudios y consideraciones. Lucharon contra los desafortunados procesos, a menudo utilizados por hombres de mala fe, para colocar al Señor Eterno y Supremo en el orden político. En el fondo, identificaron la luz divina, en la lámpara de la intelectualidad que aclaraba sus mentes. La religión es llama sublime, congénita en la criatura. Todas las nociones de derecho en el mundo nacieron en su claridad y todas
las secretarías de justicia, en los más diversos países del globo, le deben su origen. Cuando el primer salvaje comprendió que le competía respetar la taba del hermano, tal entendimiento le habría surgido, cara a la gloriosa visión del cielo, recogiendo, a través de la contemplación del Sol y de las estrellas, de la sombra y de la tempestad, la primitiva idea de Dios. Sustraer el pensamiento religioso de la experiencia humana sería lo mismo que deshidratar el cuerpo de la Tierra. Sin el agua divina de la espiritualidad, cualquier construcción planetaria se destina a irremediable secura. ¿Conseguiría usted vivir exclusivamente en el desierto? El hombre puede reír con Voltaire, estudiar con Darwin, filosofar con Spinoza, conquistar con Napoleón, teorizar con Einstein o incluso hacer teología con Santo Tomás; sin embargo, para vivir una existencia digna hay que alimentarse íntimamente de principios santificantes, así como mantiene el cuerpo a expensas del pan. Quienes no tienen el combustible divino para su propio uso, inconscientemente recurren a las reservas ajenas, porque no hay idealismo superior que no haya nacido de la actividad espiritual y, sin él, el concepto de civilización equivale a una burda mentira. No sonría, pues, usando el sarcasmo, ante aquellos que consagran el tiempo al ministerio religioso. Con los científicos modernos, ustedes podrán entrevistar el átomo, fotografiar la célula y positivar la curvatura del espacio... Hay mucha gente en América que ya piensa en pedir a las autoridades administrativas de la política dominante la reserva de terrenos en la Luna, considerando el desenvolvimiento de los vehículos a reacción... Pueden considerar todo esto, pero no desplazarán la idea religiosa ni un milímetro, siquiera de su recorrido. La fe representa la claridad de un sol que ilumina el espíritu humano desde adentro, y sin esta claridad en el camino, el planeta definitivamente podría perder la esperanza de un futuro mejor.
En cuanto al hecho de que me entretengo por algún tiempo en la actualidad entre admirables amigos que están considerando servir, después de la muerte, al cristianismo resurgente, creo que esto se debe a su bondad y no a mi mérito. No soy Livingston en África del "otro mundo". Mi caso está pacientemente definido por nuestro viejo y sabio Shakespeare. Una vez dijo que “cuando Dios nos ve endurecidos por el mal, cierra nuestros ojos a la inmundicia y oscurece nuestro juicio, para que lleguemos a adorar nuestras locuras y burlarnos de nosotros mismos, caminando llenos de ceguera y orgullo, hacia la perdición”. Como comprenderá, soy una persona enferma que busca mejorar. Aunque desencarnado, no puedo saber si estás en plena salud. Creo, sin embargo, que si alguna vez alcanza la infelicidad que yo he alcanzado, no dejará de hacer lo que yo estoy haciendo.
Por el Espíritu Hermano X