LAS TRES HIJAS DE LA BIBLIA Cartas de Allan Kardec Bajo este título, el Sr. Hippolyte Rodríguez publico una obra, en la cual prevé la fusión de las tres grandes religiones oriundas de la Biblia. Uno de los escritores del jornal El País hace a respecto de las reflexiones siguientes, en el número 10 de diciembre de 1866: ¿Cuáles son las tres hijas de la Biblia? La primera es judía, la segunda es católica, la tercera es mahometana. Luego se comprende que se trata de un libro importante y que la obra del Sr. Hippolyte Rodríguez interesa especialmente a los espíritus serios, que se complacen en las meditaciones morales y filosóficas sobre el destino humano. “El autor creê en una próxima fusión de las tres grandes religiones, que llama las tres hija de la Biblia, y trabaja para llevar
a este resultado, en cual ve un progreso inmenso. Es de esta fusión que saldrá la religión nueva, que él considera como debiendo ser la religión definitiva de la Humanidad. “No quiero aquí iniciar con el Sr. Hippolyte Rodríguez una polémica inoportuna sobre la cuestión religiosa, que se agita desde tantos años en el fondo de las consciencias y en las entrañas de la sociedad.me permitiré, con todo, una reflexión. Él quiere que la creencia nueva sea aceptada por el raciocinio. Hasta hoy no hay sino la fé que fundó y mantuvo las religiones, por esta razón suprema: cuando se raciocina, no se cree más, y cuando un pueblo, una época ceso de creer, luego se vê desmoronarse la religión existente, mas no se vê surgir una religión nueva.” A. de Cesena Esa tendencia, que se generaliza, de prever la unificación de los cultos, como todo que se liga a la fusión de los pueblos, a la diminución de las barreras que los separan moralmente y comercialmente, es también una de las señales características de los tiempos. Nao juzgaremos la obra del Sr. Rodríguez, ya que no la conocemos; también nao hay por qué examinar, en el momento, las circunstancias por las cuales podrá ́ ser atendido el resultado que el espera, y que considera, con toda razón, como un progreso. Queremos apenas presentar algunas observaciones sobre el artículo anterior. El autor cae en un gran error al decir que “cuando se raciocina no se cree más.” Nosotros decimos, al contrario, que cuando se raciocina su creencia, se cree más firmemente, porque se comprende. Es en virtud de ese principio que dijimos: Fé inquebrantable solo es la que puede encarar frente a frente la razón, en todas las épocas de la Humanidad. El error de la mayor parte de las religiones es haber erigido, como dogma absoluto, el principio de la fé ciega, y de tener, en favor de ese principio, que aniquila la acción de la inteligencia, hecho aceptar, durante algún tiempo, creencias que los progresos ulteriores de la Ciencia vinieron a contradecir. De esto resultó, en
gran número de personas, la prevención de que toda creencia religiosa es incapaz de soportar el libre-examen, confundiendo, en una reprobación general, lo que no pasaba de casos particulares. Esta manera de juzgar las cosas no es más racional de lo que se condenase todo un poema, porque encierra algunos versos incorrectos, más es más cómoda para los que em nada quieren creer, porque, rechazando todo, se juzgan libres para nada examinar. El autor comete otro error capital al decir: “Cuando un pueblo, una época cesó de creer, luego se vê desmoronarse la religión existente, mas no se vê surgir una religión nueva.” ¿Dónde el vio en la Historia, un pueblo, una época sin religión? La mayor parte de las religiones surgió en los tiempos pasados, cuando los conocimientos científicos eran muy limitados o nulos. Se erigieran como creencias de nociones erradas, que solo el tiempo podía rectificar. Infelizmente, todas se fundaron sobre el principio de la inmutabilidad, y como casi todas se confundieron, en un mismo código, la ley civil y la ley religiosa, de eso resultó que, en dado momento, habiendo avanzado el espíritu humano, en cuanto a las religiones quedaron estacionarias, estas no más se encontraran a la altura de las ideas nuevas. Entonces caen por la fuerza de las cosas, como caen las leyes, las costumbres sociales, los sistemas políticos que no pueden corresponder a las nuevas necesidades. Mas como las creencias religiosas son instintivas en el hombre y constituyen, para el corazón y para el espíritu, una necesidad tan imperiosa como la legislación civil para el orden social, no se aniquilan: transformase. La transición jamás se opera de manera brusca, más si por la mezcla temporal de las ideas antiguas con las ideas nuevas; es, de inicio, una fe mixta, que participa de unas y de otras; poco a poco la vieja creencia se extingue, la nueva crece, hasta que la substitución sea completa. Algunas veces la transformación es apenas parcial; entonces son sectas que se separan de la religión madre, modificando algunos puntos de detalle. Fue así que como el Cristianismo sucedió al paganismo, que el Islamismo sucedió al
fetichismo árabe, que el protestantismo, la religión griega se separaran del catolicismo. Por toda partes se ven a los pueblos no dejar una creencia sino para tomar otra, apropiada a su adelantamiento moral e intelectual; más en parte alguna hay solución de continuidad. Es verdad que hoy se ve la incredulidad absoluta hacerse pasar por doctrina y ser profesada por algunas sectas filosóficas; mas sus representantes, que constituyen una ínfima minoría en la población inteligente, erran por juzgarse todo un pueblo, toda una época y, porque no quieren más religión, imaginan que su opinión personal es la medida de los tiempos religiosos, cuando no pasa de una transición parcial a otro orden de ideas.
Allan Kardec Traducido por: M. C. R