MENSAJE PARA EL GRUPO "HADAJED" Por el Espíritu André Luiz Del libro: A través del Tiempo. Médium: Francisco Cândido Xavier Hermanos de Hadajed. Tutelados de Nébia. Compañeros muy amados. La paz del Señor equilibre nuestros corazones con el ministerio de la satisfacción. Somos luchadores del campo espiritual en la revelación de la vida eterna. Nos cabe la honra de procurar sin reposo los imperecederos dones de la inmortalidad y el descanso no nos facilitará hasta que la
victoria de la luz se efectué, indiscutible, en el círculo de nuestras vidas. Nuestro esfuerzo es diverso, entretanto, el objetivo es único. Intentamos la espiritualización del hombre para sublimar la vida. Buscáis la materialización del Espíritu para convencer la mente. Espiritualizando el corazón y santificando el cerebro, a través de la bondad y del respeto, frente de las leyes eternas, entrelacemos nuestras manos en la obra que nos compete realizar. Urge, sin embargo, sepáis, ante todo, que cada criatura es sede de soberana inteligencia, creando y renovando, destruyendo y creando de nuevo, por intermedio de la milagrosa química del pensamiento. Para sublimar el sentimiento del hombre, es necesario renunciemos a la ascensión, a fin de permanecer, con vosotros, en los rincones del valle sombrío, testimonio ese que nos es sumamente grato al corazón que mão aspira a otra gloria sino la de servir al Señor, concretizándole los designios. En cuanto a vosotros, que aceptasteis la misión de revelar la inmortalidad, utilizando vuestras más elevadas energías, es imprescindible os ajustéis a determinados imperativos, sin cuya observancia no ultrapasareis la región de los ensayos constructivos, cuando la bondad de Cristo nos muestra la jornada con las más sublimes demonstraciones de misericordia. La liviandad produce rayos perturbadores. La maledicencia improvisa rayos inquietantes. La vanidad establece rayos de locura. La cólera emite rayos mortíferos. La pereza produce rayos entorpecedores. La mentira improvisa rayos oscuros. La sensualidad emite rayos degradantes. El hábito inveterado de la carne establece rayos animalizados.
El tabaquismo improvisa rayos tóxicos. La dipsomanía produce rayos viciosos. El desaliento emite rayos congelantes. Aquí nos reportamos, no a emisiones de fuerzas mentales que se hacen acompañar de enfermedades, aflicciones y muerte, según sean las oriundas de la delincuencia en sus multiformes manifestaciones, porque permanecen bajo la vigilancia de la justicia humana. Nos referimos a delitos que se ocultan diariamente bajo las apariencias del bien, sancionados por los códigos sociales en todos los ángulos del mundo, más que expresan sistemas de perturbación y destrucción de nuestras mejores posibilidades en la tarea que, por nuestra felicidad, nos fue actualmente cometida. Convidamos, así, a nuestros amados compañeros de este santuario, donde nuestras esperanzas se elevan puras y multiplicadas al Señor, a que nos reajustemos, individualmente, en la dirección del triunfo que las Esferas Superiores nos prometen. El amor en Jesús produce rayos de Vida Abundante. El respeto emite rayos confortadores. La simplicidad improvisa rayos de alegría. La humildad crea rayos santificadores. El buen ánimo emite rayos de salud. La templanza mental produce rayos equilibrados. La bondad improvisa rayos de luz. El trabajo establece rayos libertadores. El perdón emite rayos de auxilio. La harmonía crea rayos de paz. La confianza produce rayos de elevación. La oración emite rayos de belleza eterna, conduciendo el alma al Manantial Divino.
En este cuadro restauremos l esfera vibracional de nuestra mente para que permanezcamos centralizados en Cristo, Sol de nuestros Destinos, à la manera de los mundos que en nuestro sistema gravitan, felices y soberanos, en torno del astro del día. Hermanos, es más fácil obedecer las sugestiones del bien que precipitar la propia alma a los desfiladeros de la sombra, cara a las insinuaciones del mal. Nuestro camino brilla trazado en las manos del Maestro que, a través de la Cruz, materializó la Resurrección y sublimo al mundo. Estrecha es la senda. Escaso es el tiempo en el cuerpo físico. Pasajera es la oportunidad. Gloriosa es el dolor. Bendito es el sufrimiento. Renovadora es la lucha. Benéficas son las preocupaciones de la marcha. Santa es la responsabilidad. Dulce es amar y perdonar siempre. Sublime es la fe. Dadivosa es la esperanza. Dignificante es el trabajo. Salvadora es la tarea de servir a los otros. Divino servicio es acompañar al Maestro de los Maestros y perseverar en compañía de Él hasta el fin. ¿Por qué vacilar entonces? Ante nuestros ojos deslumbrados, se revela el cambio de la eternidad: las flores por espinos, bendiciones por piedras, glorias por sufrimientos, ascensiones por sacrificios, canticos de júbilo por lágrimas silenciosas, realizaciones en el Cielo por insignificantes trabajos en la Tierra- no hay lugar para la duda.
Subiremos por amor, con vosotros, a las más altas cumbres, o también, por amor, resbalaremos con vosotros en el abismo de las sombras. Quien ama sigue y confía. Seguiremos a Jesús, confiando igualmente en vosotros. Que El, nuestro Maestro y Señor, nos bendiga para siempre.