DIVULGADORA DE LA DOCTRINA ESPIRITA. 2021 ARTÍCULO S
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LA PARÁBOLA RECORDADA Por el Espíritu Neio Lucio Del libro: Jesús EN EL HOGAR. Médium: Francisco Cândido Xavier.
Tras la parábola del buen samaritano, de noche, en casa de Simón, Tadeo, sinceramente interesado en el asunto, suplicó al Maestro que fuera más explícito en la enseñanza, y Jesús, con la habitual espontaneidad, habló: - Un hombre enfermo yacía en el suelo, con dolor de sufrimiento, a las puertas de una gran ciudad, asistido por una pequeña masa de gente, menos ilustrada e indiferente. Pasó un chico romano de generoso corazón, en su coche apresurado, y le arrojó dos monedas de plata, que un joven con malas costumbres se las arrebató.
Poco después pasó por el mismo lugar un venerado escriba de la Ley, quien, alegando servicios urgentes, prometió enviar autoridades en beneficio del mendigo anónimo. Casi de inmediato, un sacerdote desfiló por allí y le dio al viajero indefenso un gesto de bendición y, afirmando que el culto del Señor Supremo lo esperaba, instó a la gente a asilar al enfermo y alimentarlo. Tras él, apareció de un vistazo una dama respetable, a la que el pobre se dirigió a él en una conmovedora súplica; sin embargo, la noble matrona, lamentando las dificultades de su condición de mujer, invocó la caballerosidad masculina, para aliviarlo, como era imprescindible. Minutos después, un gran juez tomó el mismo tramo de la vía pública, asegurando que nombraría testigos para saber si el mísero no era un vulgar adicto, alejándose, rápidamente, con el pretexto de que la oportunidad no era favorable para él.
Luego en unos instantes más, llegó al lugar un comerciante bursátil que, compadecido, afirmó su falta de tiempo y entregó veinte monedas a un hombre que le pareció simpático, para que solucionara el problema de asistencia, pero el propuesto improvisado era un malhechor evadido de la prisión y se escapó con el dinero sin proporcionar el socorro prometido. El enfermo estaba temblando y sudando de dolor, arrojado lleno de polvo, cuando apareció un viejo recaudador de impuestos, considerado de mala vida, por no adorar al Señor, según las reglas de los fariseos. Para asombro de todos, se acercó al infortunado, se dirigió a él con palabras de aliento y cariño, le dio su brazo, lo levantó y, apoyándolo con sus propias energías, lo condujo a una posada de confianza, proporcionándole la medicación adecuada y compartiendo con él la pequeña cantidad de dinero que trajo consigo. Luego reanudó su viaje, siguiendo tranquilamente su camino.
Después de interrumpirse levemente, el Maestro le preguntó al discípulo: - En su opinión, ¿quién ejerció la caridad legítima? - ¡Ah! indudablemente -exclamó Tadeo, de buen humor-, aunque aparentemente despreciable, era el recaudador de impuestos, porque, además de dar el dinero y la palabra, también daba el sentimiento, el tiempo, el brazo y el estímulo fraterno, utilizando, para esto, las propias fuerzas. Jesús, complaciente, miró al aprendiz con ojos penetrantes y concluyó: - Entonces haz lo mismo. La caridad, por sustitutos, es indudablemente honorable y loable, pero el bien que hacemos en un sentido directo, el darnos, es siempre el más grande y el más seguro de todos.
Por el Espíritu Emmanuel. Psicografía de Francisco Cándido Xavier.
LA IDEA VOCES DEL GRAN MÁS ALLÁ
En la fase terminal de nuestra reunión del 27 de octubre de 1955, fuimos honrados con la palabra de nuestro benefactor Emmanuel, que nos transmitió la preciosa alocución abajo escrita. Amigos míos: La idea es un elemento vivo de corta o larga duración que exteriorizamos de nuestra alma y que, imprimen nuestra creación, forma acontecimientos y realizaciones, actitudes y circunstancias que nos ayudan o perjudican, conforme la naturaleza que le imprimamos. Fuerza actuante – opera en nuestro camino, mientras le aseguramos el movimiento. Rayo creador – establece actos y hechos, en nuestro campo de acción, mientras le garantizamos el impulso.
Expresa una flor o un espino, pan o piedra, ala o esposas, que lanzamos en la mente ajena y que retornaran, inevitablemente, hasta nosotros, trayéndonos perfume o herida, suplicio o alimento, cadenas o libertad. El crimen es una idea-flagelación que no encontró resistencia. La ofensiva de la guerra es un conjunto de ideas-perversas, adueñándose de millares de conciencias. El bien es una idea-luz, abriendo a la vida caminos de elevación. La paz colectiva es una colección de ideas-entendimiento, promoviendo el progreso general. Es por esa razón que el Evangelio representa un glorificado equipo de ideas de amor puro y fe transformadora, que Jesús trajo a la esfera de los hombres, irguiéndolos para el Reino Divino.
En el pesebre, el maestro despliega la idea de la humildad. En la carpintería nazarena, traza la idea del trabajo. En las bodas de Cana anuncia la idea del auxilio desinteresado para la felicidad del prójimo. En el socorro a los enfermos, crea la idea de la solidaridad. En el sermón de las bienaventuranzas, plasma la idea de exaltación de los valores no perecibles del espíritu sobre la exaltación pasajera de la carne. En el Tabor, revela la idea de la sublimación. En el Huerto de los Olivos, insculpe la idea de la suprema lealtad a Dios. En la cruz de la renunciación y de la muerte, irradia la idea del sacrificio del verbo y acción en el lanzamiento de las ideas renovadoras con las que vino a redimir el mundo. En los mínimos ofrecimientos del apostolado de Jesús, Lo vimos asociando el verbo y acción en el lanzamiento de las ideas renovadoras con las que vino a redimir el mundo.
Y es por eso que, en nuestras tareas habituales, precisamos seleccionar en nuestras manifestaciones las ideas que nos puedan a garantizar éxito y tranquilidad, mejoría y ascensión. No nos olvidemos que nuestros ejemplos, nuestras maneras, nuestros gestos y el tipo de palabras que pronunciamos para uso de nuestra boca, generan ideas, que, a la manera de ondas creadoras, van y vienen, partiendo de nosotros para los otros y volviendo de los otros para nosotros, con la calidad de sentimientos y pensamiento que les infundimos, levantándonos para el triunfo, o impulsándonos para la derrota. Evitemos la jerga, la queja, la irritación, el comentario insensato, a la jerga deprimente y a la frase peyorativa, no apenas en nuestro santuario de oraciones, más también en nuestro intercambio vulgar, porque toda expresión conduce a la inspiración y pagaremos caro el precio por la autoría indirecta del mal.
Somos hoy responsables por la idea del Señor en el círculo de lucha en la que nos situamos. Y es indispensable vivir a la procura de Cristo, para que la idea de Cristo viva en nosotros.