DIVULGADORA DE LA DOCTRINA ESPIRITA. 2021 ARTÍCULO S
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MERCHITA 2021
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DISCIPLINA AFECTIVA - ¿Sobre qué bases se cumple la disciplina afectiva en las sociedades espirituales de las Esferas Superiores? Se engañan penosamente cuantos puedan admitir la incontinencia sexual como regla de conducta en los planos superiores de la Espiritualidad. Médiums que hayan observado las regiones donde impera la licenciosidad, o desencarnados que al respecto de ellas nos traigan una u otra noticia, se refieren a lugares naturalmente inferiores, extremadamente afines con la poligamia embrutecedora, y por más brillantes que sean sus manifestaciones o conceptos filosóficos.
En los planos ennoblecidos se realiza también el casamiento de las almas, conjugadas con el amor puro, verdadera unión esponsalicia de carácter santificante que genera las obras admirables de progreso y belleza como realizaciones colectivas; y cuando semejante enlace deba ser suspendido, por circunstancias irrenunciables, los Espíritus de comportamiento superior aceptan, en la Tierra, la lucha por la sublimación de las fuerzas genésicas aplicándolas en trabajos dignos, con abstención de prácticas poligámicas, tanto más intensamente cuanto más activo se les manifieste el esfuerzo por su propio acrisolamiento. Además, es preciso considerar que en la renuncia constructiva a que se entregan, a la espera, a veces larga, del amor que los integrará en la complementación deseada, encuentran, en el servicio a sus semejantes, preciosas oportunidades de perfeccionamiento y progreso, afirmando en sí mismos los altos valores culturales y sentimentales que les propician gozos íntimos de los más relevantes y más puros. Pedro Leopoldo, Brasil, 25 de Mayo de 1958
Conducta Afectiva - ¿Cuál es la conducta afectiva entre las almas ennoblecidas? Cuanto más elevado es el grado de perfeccionamiento del alma, más reclamará de sí misma, espontáneamente, la necesaria disciplina de las energías del mundo afectivo, solamente empleándolas en el circuito de fuerzas en que se completa con el alma a la que se haya unida, o bien en la entrega a una tarea noble, a través de la cual opera la disipación de las cargas magnéticas de sus impulsos genésicos, transfiriéndolas al trabajo en que se proyectan su sensibilidad y su inteligencia. Eso acontece, en el plano físico, entre aquellos cuyo sistema psíquico ya se alejó suficientemente de las emociones vulgares, ligándose, en complementación ideal fluídica, con las almas hermanas unidas en matrimonio. Interrumpida la alianza física en la esfera carnal por causa de la muerte, el hombre o la mujer, consagrados a la sublimación íntima, se asocian, casi siempre, a la compañera o al compañero en estado de viudez, en una constructiva simbiosis de acción, ya sea en el amparo a los hijos, aún necesitados de asistencia, o en la consagración a obras edificantes de solidaridad, por cuanto los Espíritus que verdaderamente se aman desconocen lo que sea el abandono o el olvido.
Atentos al mismo principio de perfeccionamiento, aquellos que se ajustan en matrimonio en el Plano Espiritual, permutan sus propias fuerzas en un constante circuito energético, mediante el cual atienden vastísimas obras beneméritas con la creación mental de valores necesarios al progreso común y con la euforia permanente que el amor sublime les confiere. Mas, faltándoles la compañía, por medio de la cual se integran a los mas altos ideales de perfeccionamiento y belleza, movilizan sus propias cargas magnéticas creadoras en servicio a la colectividad, con lo que se elevan más intensamente en la escala de la sublimación moral o, entonces - lo que es más frecuente -, tratan de olvidar sus propias posibilidades de mayor ascensión, solicitando posiciones ignoradas y humildes al pie de aquellos a quienes se entregan, a fin de ayudarlos en la ejecución de las tareas que les fueran asignadas o en pago de deudas que aún tienen pendientes con la Ley. Uberaba, Brasil, 28 de Mayo de 1958 Afectividad entre los Espííritus Libro: Evolucioí n en Dos Mundos. Psicografiado por Francisco Caí ndido Xavier Dictado por Andreí Luiz
EDAD La madurez física nunca fue obstáculo para el espíritu sediento de progreso. En todos los distritos de la vida, la criatura es tan joven como los ideales y esperanzas que alimenta. Y tan vieja como el escepticismo o el desánimo a que se entregue. Muchos compañeros pretenden marcar la edad de la persona adulta por las señales externas que demuestre; no en tanto, eso es mera convicción. Claro que, si el conductor estima el coche que lo coloca en el centro de los intereses que le dicen al respecto, ha de celar por la conservación de sus implementos. Ocurre lo mismo con el Espíritu, inquilino del cuerpo que se le transforma en instrumentos de manifestación; si desea equilibrio y seguridad, se esforzará por asegurar las más sólida condiciones de trabajo.
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Emmanuel/Chico Xavier
¿Si la criatura es habitualmente medicada a fin de desenvolverse con eficiencia, por qué motivo la persona adulta dejará de tratarse como se hace preciso para madurar físicamente con la robustez posible, de modo para sustentarse útil hasta las últimas posibilidades del vehículo de que dispone? *********** No creas en la vejez únicamente porque el tiempo dotado con valiosas experiencias.
te haya
Convéncete de que eres un espíritu inmortal usando un cuerpo perecible. Y si vives en la disciplina del trabajo, con la gimnasia del pensamiento recto, conservarás siempre la juventud espiritual, la que se erige, por la fuente de constante renovación, mejorando el presente y construyendo el futuro. ********
La juventud es la fase de las esperanzas y de los entusiasmos. José Ingenieros acentuó, en Las fuerzas morales que “la juventud toca de rebate en toda renovación”. Más en verdad le falta la experiencia, la vivencia existencial (pues cada existencia trae sus nuevos problemas) para que ella pueda controlar sus fuerzas y aplicarlas con eficiencia. El espíritu, ese “inquilino del cuerpo” como Emmanuel lo llama, precisa de tiempo para dominar la nueva situación en la que se encuentra. Recordemos que Jesús solo se entregó a su misión en la edad madura, y Kardec solo inició la codificación del espiritismo a los cincuenta años de edad. Debemos acordarnos, por otro lado, que cada espíritu trae sus dificultades y, muchas veces, precisa vencerlas en la fase juvenil, a fin de sentirse desembarazado en la madurez y en la vejez, para el cumplimiento de sus nuevos encargos. No es fácil quitar de la vera del camino los pesados fardos del pasado, y que no es raro demandan largos sacrificios.
Los Ingenieros tiene razón al señalar la función renovadora de la juventud, más el mismo advierte que hay jóvenes viejos y viejos jóvenes. Hoy, que la población mundial creció velozmente, los jóvenes son mayoría y hacen sentir su presencia en todos los sectores de actividad. No obstante, son aun los hombres maduros y los viejos los que dirigen el mundo. Y hasta aun mismo en el campo nobilísimo de la astronáutica, la experiencia de la madurez se impone sobre los arrobos de la juventud. La razón de Emanuel es evidente. No podemos “creer en vejez”, cuando vemos que el tiempo nos trae la riqueza de la experiencia. No hay límite preciso entre juventud y vejez, cuando el “inquilino del cuerpo” consiguió dominar su instrumento y conservarlo viril a través de los años. Ese “inquilino”, es espíritu, no envejece. Por el contrario, el tiempo lo primorea y agudiza, dándole la juventud que se repite, cada vez más bella y segura, en cada nueva encarnación. La juventud terrena es un tiempo de preparación del hombre en cada existencia. La juventud espiritual es la actualización de los poderes del espíritu de manera definitiva, por encima de la transitoriedad de la materia.
EL MENSAJERODE LA CALLE Mediumnidad al servicio de los semejantes! Dice usted que
Libro: Vitrina de la Vida Hermano X; Chico Xavier
eso cuesta caro, y habla de renuncia y problemas personales. Pero, ¿se olvidará usted de los beneficios que los dotes mediúmnicos traen a todos aquellos que los utilizan en la extensión de las buenas obras? ¿Olvidará cuántas veces la empresa del bien le arrebató el corazón a las garras del mal? Piense en eso, mi querido mensajero, y no tire afuera sus ventajas que superan en mucho los obstáculos que, por ventura, le estorben en la vida. A ese respecto, cuento a usted, en versión nueva, una leyenda antigua que recorre el mundo cristiano, desde largo tiempo. ……………………………………………………………
Cierto hombre, que se reencarnara a fin de educarse en duras pruebas, como son las enfermedades, abandono y soledad instaló la cabaña que le serviría de casa a la orilla de una calle desierta y polvorienta, por encima del hondo valle, donde una fuente permanente mantenía en el suelo seco una larga franja de verdura. Viajeros iban y venían y, fuesen ellos ocupantes de carruajes, o simplemente pobres pasajeros a pie, he aquí que paraban junto a la cabaña, contentos y agradecidos por encontrar, ahí, con el hombre solitario, una bendición muy rara en la región: agua pura. El ermitaño, en demostraciones de bondad incesante, varias veces, diariamente, descendía la vertiente agresiva hasta el manantial y llenaba el cántaro, regresando, sendero arriba, tan sólo en el intento de ofrecer agua cristalina a los distintos viajeros. En la faena de auxiliar, entró en contacto con un Espíritu angélico a quien el Señor encargara velar por todos los que transitaran por la extensa carretera, y el eremita, profundamente emocionado y feliz, pasó a llamarlo Ángel de la Calle. Se estableció poco después, entre los dos, una suave convivencia. Ninguno de los pasajeros veía a su celestial compañero; entre tanto, para el solitario, aquel bienhechor espiritual se transformó en una presencia sublime.
Si estaba cansado, he aquí que el Ángel le restauraba las energías; si enfermo, recibía de él el remedio saludable; si triste, recogía sus exhortaciones reconfortantes y, cuando tenía dudas sobre enfermedades y dificultades naturales de lo cotidiano, tomaba sus sugerencias cargadas de amor. El Amigo del Cielo descendía con él hasta la fuente, tantas veces como fuesen necesarias, lo ayudaba a transportar el gran vaso lleno, le narraba historias de las Mansiones Divinas, recubriéndole el alma de tranquilidad y júbilo sereno. El tiempo corrió y treinta años sobrevolaron aquella amistad entre dos criaturas domiciliadas en mundos diferentes. La calle era siempre una hostal de la Naturaleza, albergando viajeros que se renovaban constantemente, pero el ermitaño, aunque satisfecho, mostraba ahora la cabellera blanca y los hombros caídos. Cierta vez, un hombre práctico, de paso por el lugar, viéndole la cabeza inclinada al peso del cántaro redondo, le observó, aconsejándole: Amigo, ¿por qué un sacrificio así tan grande?
¿No sería mejor y más justo transferir su casa a la fuente, en vez de buscar la fuente para la casa? El dispensador de agua se estremeció de alegría. ¿Cómo no pensara en eso antes? De la idea a su realización mediaron pocos días… Entre tanto, cargando el viejo material de la vetusta choza hacia el reingreso del valle, he aquí que ve al amigo angélico en lágrimas copiosas… Ángel bueno, ¿por qué lloras? Y la respuesta vino rápida: - Pues, entonces, ¿no te das cuenta? Me concedió el Señor la tarea de proteger la vida de cuantos se arriesgan por el camino… Mientras te encontrabas allá, ofreciendo agua limpia a los que viajaban con sed, tenía yo la autorización de intercambiar contigo las bendiciones de la amistad. Pero ahora… Si prefieres el menor esfuerzo, es forzoso que yo me resigne a distancia de ti, esperando que alguien se decida a cooperar conmigo, junto a los viajeros que me cabe amparar en la condición de celador del camino!... El eremita no vaciló. Suspendió la mudanza, tornó al lugar primitivo, retomó su venturosa paz de espíritu al pie de la multitud anónima a la que prestaba servicio, y prefirió trabajar a ser feliz, en compañía del mensajero celeste, con quien partió para el Más Allá, el día en que apareció la muerte del cuerpo. ………………………………….
Como es fácil de juzgar y de ver, mi querido amigo, bendiga su posibilidad de saciar la sed de los peregrinos de la romería terrestre con las aguas puras de la fe viva, esclarecimiento, pacificación y consuelo, sin fijarse en los eventuales sacrificios que eso le cueste. Usted comprenderá, un día, que vale mucho más librar a alguien de aflicciones y tentaciones, junto a los Espíritus Benevolentes y Amigos, que vivir a cuenta de nuestras propias imperfecciones de las existencias pasadas, y que es mucho mejor desencarnar sufriendo, pero sirviendo al prójimo, a favor de la propia liberación espiritual, que tener que acompañar el desgaste repelente del cuerpo, poco a poco, en la facilidad y el descanso, para ahondar, de nuevo, en el momento de la muerte, en la corriente profunda de nuestras pasiones y desequilibrios.