DIVULGADORA DE LA DOCTRINA ESPIRITA. 2021 ARTÍCULO S
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MERCHITA 2021
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ACCIÓN MENTAL Usted piensa. Y cada pensamiento que usted emite es un mensaje cargado de su magnetismo personal, repleto de la fuerza modeladora de sus sentimientos, con la viva coloración de sus deseos, sonorizado en el diapasón de su música interior, capaz de sensibilizar las mentes que con ella sintonicen, provocando siempre las respuestas compatibles con su naturaleza. Si su mente es poderosa y sus pensamientos son puros, sus mensajes suben a páramos sublimes y traen de vuelta para usted la respuesta divina del amor y de la paz. Si, por el contrario, sus mensajes mentales son cargados por fuerza magnética inferior, su peso específico las hace gravitar en las zonas más bajas de la vida, donde son recibidas por los que con ellas se afinan, y las devuelven a usted multiplicadas en su infeliz tenor de fuerzas depresivas, perturbadoras e insalubres.
Un pensamiento de amor es siempre un chorro de luz que se enciende, una gota de bálsamo, un aliento de refresco, un estímulo a la felicidad, un llamado a la armonía, una invitación a la bondad y un toque de paz. Pensando, usted puede auxiliar y socorrer, ayudar y servir, creando belleza y ventura, fraternidad y entendimiento. Piense constructivamente, expandiendo los horizontes de su alma, esparciendo en torno de usted el perfume suave del amor, y el Padre, cuyo pensamiento es la fuerza suprema que garantiza la vida, llenará su corazón con la ventura sagrada de la felicidad inquebrantable. André
PAZ Queridos Hermanos: ¿Qué de mejor podremos desear a los otros y a nosotros mismos, en este mundo? Jesús nos deseó su paz. La paz que el mundo no conoce, que no es inercia o negación, pereza o frialdad, pero si confianza y fe, amor y armonía. El Espíritu que se reconoce inmortal, que sabe ser hijo y heredero del Altísimo y se percibe en marcha ascensional para las cimas de la vida, no se dejará envolver por las perturbaciones exteriores, ni caerá en los precipicios de la negación o en los infiernos del desespero. Tendrá paz, aquella paz que es la certeza interior absoluta en la Providencia y en Celeste Amor. Sabrá comprender todo mal como manifestación transitoria de la ignorancia, y bendecirá todo obstáculo como alabanza que le proporciona más rápida ascensión en la senda evolutiva. Cuidemos, pues, de regar, en nuestro jardín interior, las flores de la paz, guardando el corazón en la serenidad del siervo fiel, que confía en su Señor y lo sirve satisfecho.
Los Cielos siempre responden con gran júbilo las manifestaciones de fidelidad de las almas confiadas y serenas, porque son himnos de glorificación de la vida superior, para engalanar el firmamento de los destinos. En los instantes supremos de su martirio, en lo alto del Calvario, el Maestro dio testimonio sublime de acendrada paz. Y respondiendo a los pedidos de Dimas, le declaró tranquilamente que luego estarían juntos en el paraíso. A pesar de las lágrimas y del sudor, de las angustias y de las penas de la jornada humana, esforzaos, amigos, para retener en el corazón la paz del Maestro. Y la felicidad de la soberana harmonía, como ave bendita de los Altiplanos, hará nido en vuestros espíritus, para siempre. André
PARA EL OBJETIVO “Prosigo para el objetivo.” – Pablo (Filipenses, 3:14). Nadie hay en el mundo que no aliente algún ideal en el fondo de su corazón. Raros son, todavía, aquellos que actúan con decisión y persistencia para realizarlo. La gran mayoría pretende alcanzar sus desideratas sin el mayor esfuerzo, reculando ante los obstáculos del hecho y huyendo sistemáticamente a cualquier requisición de sacrificio. Casi siempre, en razón de eso, son muchos los que se conforman con las adquisiciones más fáciles, limitándose apenas a lo que las circunstancias les proporcionen. Solamente los Espíritus fuertes consiguen mantener el ánimo fielmente volcado, hasta el fin, para el esfuerzo de concretización de lo que aspiran. Cuando los ideales perseguidos se sitúan en el campo de las cosas transitorias del mundo material, los que a ellos se devotan siempre encuentran, con relativa facilidad, aplauso y cooperación, visto que sus ambiciones se afinan con los deseos de la mayoría. No es muy difícil el encuentro de auxilio eficiente para la búsqueda de la notoriedad, de la riqueza, del poder y de los placeres.
Aquellos, sin embargo, que se acogen a los ideales cristianos de la verdad y del amor, de la fraternidad y del bien, no pueden esperar facilidades de entendimiento y auxilio por parte de cuantos aun vibran en las fajas menos elevadas de la vivencia espiritual. Para tales idealistas la jornada en el mundo acostumbra ser áspera y difícil, izada de obstáculos y contratiempos, requiriendo del alma sincera devoción y renuncia, perseverancia y coraje. El Apóstol de los Gentíos sufrió, como pocos, los óbices referidos, tornándose, por amor a Jesús, campeón de presiones e insultos, motejos e intimidaciones. Nada, entretanto, lo detuvo y él pudo decir a los filipenses que, a pesar de todo, proseguía para el objetivo. Es ese vuestro desafío, amados hermanos: el de la perseverancia y de la fidelidad a los idéales evangélicos, cueste lo que cueste. Para tanto, jamás os faltará el auxilio divino, ni el amor de vuestros compañeros de este plano, mas será la fuerza de vuestra fe y la decisión de vuestro Espíritus las garantías de la victoria que todos nosotros, de corazón, os deseamos. André
PREOCUPACIÓN Oscuras y compactas son las inmensas nubes de inquietud que sobrevuelan sobre todos los continentes de la Tierra, en los estertores de este milenio que agoniza. Por todas partes las fuerzas antagónicas se enfrentan, feroces y amenazadoras, poniendo en riesgo la estabilidad de las más poderosas estructuras económicas y políticas, responsables por el relativo equilibrio de las relaciones sociales. Se enfrentan etnias sublevadas, nacionalismos en rebeldía, sistemas en choques de intereses e ideas en abierta oposición, mientras que las organizaciones criminales, ganando foros de internacionalismo, adquieren suficiente fuerza para desafiar gobiernos y ejércitos. Ese clima de inseguridad generalizada se hace caldo de cultura ideal para la proliferación de vasta de multitud de males. Sintiendo la influenciación deletérea, los más flacos se dejan empujar por el acobardamiento y, a menudo, se arrojan a los pocos fiables brazos de la desesperación. Los más temerosos corren para el desenfreno, perdiendo el paso y dejándose llevar por los vientos.
Los inescrupulosos se aprovechan de los tímidos e incautos, para consentirse en detrimento de ellos, con sangramientos brutales de fuerzas y posibilidades. Los maliciosos ejercen la violencia descaradamente desbordada y gratuita, ensanchando las esferas del terror. En ese clima infeliz, propiciador de devastadoras energías, los verdaderos discípulos del Divino Maestro son directa y especialmente convidados a ser en el mundo los guardianes de la paz y de la concordia, ejemplos de coraje sereno y buen ánimo superior, en la ejemplificación de la fraternidad y del amor al bien. Esta es la hora por excelencia en que los portadores de la luz deben hacerla brillar en la oscuridad del siglo, para ser, como quiere el Señor Jesús, la sal de la Tierra y la luz del Mundo. Para eso, no podemos dejarnos contaminar por las vagas inquietudes que asolan el planeta, para no apagarnos la claridad de que somos portadores, en favor de la Humanidad y de nosotros mismos. Guardémonos, por tanto, en vigilancia constante y en oración permanente, de espíritu alerta, para los menesteres de la fidelidad y del servicio a que el Cielo nos convoca. Y tengamos paz, la paz divina que Jesús nos da y que el mundo desconoce. André
EN LA SENDA EVOLUTIVA Utilizando Los vigorosos poderes del pensamiento, del verbo y de la acción, interferimos incesantemente en la economía de la vida, moviendo vastos potenciales de fuerza magnética para crear y transformar sentimientos y situaciones, en nosotros mismos y en aquellos que se sitúan a lo largo de nuestra faja evolutiva, o por debajo de ella. La vida naturalmente nos responde siempre, entregándonos la cosecha compulsoria de todo lo que sembramos. Nada se olvida, nada se pierde. Ninguna causa puesta en acción deja de producir sus efectos. Vamos, de ese modo, modelando nuestra propia realidad, en trabajo de co-creación divina, en las esteras de incesante evolución. Como el mal substancialmente no existe, porque es siempre absorbido y transformado en bien siempre eterno, por el poder de Dios y de su ley divina, acabamos siempre ascendiendo, a través de nuestras experiencias, en el camino de la perfección.
Del modo, sin embargo, como seguimos en esa ruta evolutiva, son nuestros propios designios los que disponen. Gozando de inalienable libertad conciencial, nos cabe siempre la elección de nuestras compañías y de nuestras emociones, pudiendo seleccionar caminos floridos o pedregosos, rectilíneos o curvilíneos, con referencias de alegrías o decepciones, bienes o sufrimientos. Sin embargo, mantengamos la certeza de que nadie ha tenido éxito ni podrá jamás conseguir desequilibrar la armonía suprema de la vida, porque el Poder Divino es el alma palpitante del Universo, y en él no puede haber desarmonía. Las catástrofes son tensiones que se equilibran y se ajustan, exactamente para que el orden universal se mantenga, en movimiento incesante que es el propio aliento divino. Siembra y cosecha causas y efectos, dolores y alegrías, bienes y males existen en nuestra esfera de pensamientos, sentimientos y emociones y en la faja de grandeza esencial de nuestros ambientes vitales. Entretanto, en el Gran Universo no hay sino paz activa y amor glorioso, luz inapagable y bendición sublime.
Aprendemos, paso a paso, que la Creación, de la cual formamos parte, es la expresión divina del Poder inestancablemente creativo del Eterno Padre, y que, à medida que nos aproximamos espiritualmente a esa Eterna Fuente Vital, nuestra felicidad se acrisola y sublima, en la superación real y definitiva de todos los condicionamientos negativos, que son características de los estados más rudimentarios de la existencia. Agradezcamos, por tanto, al Supremo Señor, por los bienes de fuerza y grandeza de que ya disponemos, y vigilemos el ejercicio que hacemos de los poderes que ya experimentamos, para que los inmensos potenciales de nuestro pensamiento y de nuestros actos creen belleza y felicidad, para nuestra paz y para ventura de todos. André