DIVULGADORA DE LA DOCTRINA ESPIRITA. 2021 ARTÍCULO S
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MERCHITA 2021
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ES PRECISO COMPRENDER Y PRACTICAR A JESÚS “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os aliviare. Cargad sobre vosotros mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. (Jesús - Mateo, 11:28.) Sigue a Jesús proclamando, esto durante más de dos mil años, "venid a mí los que sufrís y yo os haré descansar" (Mateo, cap. XI, v. 28, 29 y 30). Sin embargo, aún descuidada, la humanidad prefiere escuchar sus propios llamamientos y pisar sus pasos por los callejones oscuros del egoísmo y el orgullo, entendiendo que tiene la receta de la felicidad, buscando placeres y logros en el mundo, mientras Cristo, en otro momento de rara belleza y oportunidad, nos informó que “Él venció el mundo” (Jesús - Juan, 16:33), por lo tanto, no en el mundo. Y los dolores, decepciones, angustias y certezas, a lo largo del tiempo, han sido nuestros compañeros y al mismo tiempo nuestros verdugos, reflejando en nosotros mismos las acciones que practicamos y que aun están bien distantes de la practica necesaria del Evangelio de Cristo.
Esclarecimientos y avisos edificantes no nos han faltado, pues es que vivimos un momento, en la vida social, que identificamos con inmensa facilidad la cantidad enorme de valiosas y oportunas informaciones. Alegar ignorancia, en esta altura de los acontecimientos, sería dar pruebas de descaso e insensatez. Queremos ser felices, deseamos la paz. ¿Más que hecho de real y concreto para la conquista de tales bienes? Jesús sentencio “amaos unos a los otros” (Jesús – Juan, 15:12), mas nuestras actitudes demuestran lo contrario, una vez que poco esfuerzo hacemos para renunciar algo en favor de nuestro hermano. Pidió que “perdonásemos hasta setenta veces siete”, (Jesús – Mateos, 18:21-22). No en tanto, con gran facilidad ostentamos el odio, la maledicencia y la rabia en nuestra amargura, como cultivar una presa estancada y pestilente que irradia impurezas y malos olores.
Enseño que “los sanos no precisan de médico” (Jesús - Mateos, 9:9), más aun no nos interesamos por desenvolver la sensibilidad de observar en el prójimo un vasto campo de trabajo y acciones de caridad. Mostró a sus discípulos que “quien quiera ser el primero debe ser el último y el servidor de todos” (Jesús - Marcos, 9:13). No en tanto, es muy común en nuestro medio el deseo inmenso de ser los primeros, los destacados, usando para tal cosa cualquier método o comportamiento visando alcanzar la posición de brillo en el mundo, aun mismo que para eso tengamos que herir aquellos que, posiblemente, intenten empañar nuestras pretensiones. Hablo de la necesidad de ser humildes, cuando profirió que “aquel que se exalta será rebajado” (Jesús - Mateos, 23:12), condenando, obviamente, el orgullo y el egoísmo, esas deletéreas y terribles llagas que tantos males y prejuicios ofrecen a la humanidad. Más tenemos inmensas dificultades de vivir tal recomendación. Sugirió la receta de la paz al enseñar “amen a sus enemigos y oren por aquellos que los persiguen” (Jesús - Mateos, 5:43), más la humanidad ha ignorado tal precepto, cultivando aun la animosidad, la violencia y la intolerancia, bases nocivas que han esparramado la guerra, la discordia y el sufrimiento en el contexto social.
Esclareció sobre la importancia de la fe cuando dijo “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios” (Jesús - Mateos, 5:8). Mas, deseando conquistas inmediatas, el hombre se siente tremendamente infeliz y des creyente cuando sus ansias y deseos no se realizan rápidamente. Siendo así, distantes de las imprescindibles lecciones del Evangelio de Jesús, tanto como del conocimiento profundo sobre ellas como de su práctica, trillamos nuestra vida en la desobediencia y en la negligencia, recogiendo la mala cosecha de nuestras plantaciones descuidadas. Reflexionemos...
OBSERVEMOS EL SUFRIMIENTO A NUESTRO ALREDEDOR Y SIRVAMOS “Cuando consiguieras superar tus aflicciones para crear la alegría de los otros, la felicidad ajena te buscará, donde estuvieras, a fin de improvisar tu ventura.” (Emmanuel, libro “Fuente Viva”, psicografía de Francisco Cândido Xavier, ítem 73.) Vivimos en un mundo de expiaciones y pruebas, donde el bien aún es menor que el mal, por eso observamos, con frecuencia, a nuestro alrededor, esa gama inmensa de sufrimientos y dolores que ennegrecen e hieren el corazón humano. Obviamente, en el contexto sabio de las leyes de Dios, el progreso moral se dará y las criaturas, poco a poco, mediante sus propios esfuerzos, amparadas por la Providencia Divina, dejaran ese valle de lágrimas visando alcanzar las zonas superiores de la vida. No en tanto, mientras tal momento no llega, es imprescindible que observemos las angustias y las aflicciones que salpican el entorno social en el que vivimos y, de alguna manera, dadas nuestras posibilidades, ofrezcamos nuestra parte de asistencia y cooperación, en un intento por aliviar los sufrimientos que torturan a nuestros hermanos en el camino terrenal.
Paremos por algunos instantes para oír el lamento doloroso de las criaturas implorando por un plato de alimento que pueda callar los gritos del estómago vacío, y cooperemos en la solución del problema. Identifiquemos a los jóvenes que siguen por los caminos tortuosos de la vida, sin las referencias básicas de la dignidad familiar, y contribuyamos, como podamos, buscando enseñarles direcciones seguras y promisoras. Vislumbremos familias en conflictos, cuyos hogares permanecen en el clima inseguro delas agresiones e irrespeto, y ayudemos en la implantación de la paz y de la serenidad, formando la base sólida de la prosperidad moral. Enfermos existen, acamados, sin recursos financieros, portadores de grandes padecimientos físicos, aguardando manos amigas que puedan aliviarles las torturas, aun mismo que sea un poco. Con sensibilidad y compasión, podremos ofrecer nuestra cuota de amor visando aminorarles el sufrimiento. Ancianos desprovistos de familia o abandonados por la parentela desfilan ante nuestros ojos, creando un cuadro social conmovedor y triste, desafiando nuestras iniciativas en encontrar un gesto de calmar sus corazones desesperanzados. Hagamos algo por ellos.
Padres desempleados claman por ocupaciones dignas que les posibiliten ganar el sustento de la familia con el sudor de sus esfuerzos. Dispongamos de nuestra buena voluntad y ayudémoslos a encontrar puestos de trabajo. Como podemos observar, sin muchos esfuerzos, el contexto social que nos rodea aun es una intrincada red de problemas y aflicciones, generador de instabilidad emocional y de inseguridad de todo orden, donde, de un modo o de otro, todos sufrimos. Siendo así, es indispensable comprender que no basta estar bien físicamente, equilibrados financieramente, ajustados emocionalmente, con exclusividad, pues, si nuestros hermanos así no están también, la paz que deseamos y la felicidad que tanto queremos aun solo será apenas sueños y deseos y no realidad. Nadie conseguirá tener serenidad solo, pues somos seres gregarios, y, en el aislamiento absoluto, es imposible vivir. Las leyes de Dios siendo de compensación, obviamente, cada uno recibirá de acuerdo con sus obras, por tanto, si nos interesamos por una vida más digna, para obtenerla, tenemos la total necesidad de también dignificar la vida ajena.
De esa forma, conseguiremos neutralizar nuestros sufrimientos à medida que amenizamos los sufrimientos de nuestros hermanos. Pensemos en eso.
LA OPCIÓN DE MARIANA “No juguéis para no ser juzgados.” (Jesús - Mateos, cap. VII, V.1) Mariana, en esa época, contaba con apenas once años de edad. Mirada alegre y rostro jovial. En la expresión fisonómica, la transparencia de la necesidad afectiva.
De vez en cuando abría la puerta de la guardería erigida en las inmediaciones de su casa, para pedir algún tipo de ayuda, ahora para ella, ahora para su madre, ya que vivían en extrema pobreza material, bajo el despotismo de su ocioso padrastro. y propenso a comportamientos inferiores. Con el paso del tiempo, se ganó la simpatía de la dirección de la institución de primeros auxilios, que vio la posibilidad de ampliar el radio de acción a favor de esa adolescente, mostrándole un rumbo, un camino seguro o, al menos, abriéndole nuevos caminos o al menos nuevas perspectivas para ella. Luego fue invitada a ayudar a cuidar a los niños que, en un semi-internado, vivían en las instalaciones de esa entidad asistencial, mientras sus padres trabajaban. Como condición, fue exigido de Mariana que inmediatamente se matriculase en la escuela próxima, pues había abandonado los estudios. Y, en las horas que estaba libre de las obligaciones escolares, permanecería en la institución, ganando para eso el material escolar, uniforme, una cesta básica de alimentos y algún recurso financiero, además de la asistencia educativa y refuerzo que pudiese tener necesidad en el cumplimiento de sus deberes de escuela.
Dos años transcurrieran sin novedades y la niña, tornándose moza, cada vez más era rodeada del cariño y atención de la dirección de la guardería. Querida por todos, era asistida con sentimiento filial. Un determinado día la joven no compareció al trabajo y la noticia se extendió como una bomba: ¡Mariana salió de casa y fue a morar con un hombre! Consultas e indignaciones. ¿Más como eso aconteció ¿Por qué? ¿Después de todo lo que hicimos por ella, así ella lo retribuye? ¿Habría sido forzada a tal decisión? ¡Que locura! ¿Por qué no converso con nosotros colocando sus dudas? ¿Tan joven y ya rumbeando por veredas inciertas? Nadie quería acreditar en lo que acontecía. Más era la pura realidad. Mariana, ágora con trece años, en un gesto inesperado, abandonó todo y se marchó con un joven, por caminos indefinidos. Peor aún, una semana después, totalmente desequilibrada, riñó con el compañero y paso a morar con otro y las cosas se fueron complicando.
En la guardería, donde trabajaba, la indignación continuaba: ¿Cómo pudo pasar esto después de tantos consejos, orientaciones, información? Y comenzaron los juicios, muchos de ellos acusando a la niña de ligereza, irresponsabilidad, ingratitud... Pero, ¿qué haría falta, en realidad, para que una joven tan bien asistida actuara así? Días después, Mariana, humillada y abatida, regresó a la puerta de la institución. Cuando la gerencia le preguntó sobre su inesperada decisión, se limitó a decir: “- Tenía dos caminos por delante: o me entregué a mi padrastro que me había estado acosando violentamente, habiendo intentado violarme en innumerables ocasiones, pero sin lograrlo; o salí de la casa. Pero, ¿a dónde ir si me amenazaba con seguirme a donde yo intentaba, impidiendo violentamente a mi madre hacer cualquier intento por protegerme? Y salir de casa, solo sería posible en compañía de un hombre que pudiera hacerle frente si me seguía. Entre ser violada por él y huir de casa, preferí huir de casa, porque tal vez tendría más suerte”.
¿Jesús nos dijo que no juzgásemos a nadie, pues tras los dramas de las personas, cuantas cosas pueden estar aconteciendo sin que lo sepamos?
CRISTIANISMO ES SINÓNIMO DE TRÁBAJO “Si te aficionaste al Evangelio, no te sitúes fuera del servicio cristiano.” – (Emmanuel, libro “Fuente Viva”, psicografía de Francisco C. Xavier.) Jesús, tras ofrecer al mundo sus maravillosas lecciones que a lo largo de los siglos vienen norteando el camino de los hombres, se vio rodeado por inmensa multitud de seguidores que, ávidos, deseaban absorber las enseñanzas. Incluso hoy en día, hay muchos que continúan buscando a Cristo sin poder encontrarlo, ya que se encuentran en la dirección equivocada. Hay, sí, quienes lo admiran, pero, permaneciendo sólo en la contemplación, no están dispuestos a descruzar los brazos, en el trabajo, buscando hacer el progreso de la humanidad.
Hay otros que permanecen en constante oración, suplicando el amor de Jesús, pero, también entumecidos por la pereza y reclinándose en la inercia, pasan los días sin ninguna producción que pueda favorecer la recompensa que buscan. También encontramos a quienes confían plenamente en las promesas del "Maestro", pero aún no han decidido mover acciones y recursos que puedan asegurarles recibir dones celestiales, ya que las Leyes de Dios no operan por privilegios, sino por méritos. Otros, ocupando atrios, púlpitos y altares, defienden con vehemencia y dedicación las indiscutibles lecciones evangélicas, pero todo esto no es suficiente para quienes aspiran a la espiritualización total, ya que, además de hablar, es sumamente interesante y necesario hacer. Entre la multitud hambrienta de paz y crecimiento interior, encontramos a los que creen en Jesús, asegurándose de que el "Amigo Divino" es realmente la expresión del amor y la felicidad, pero pasan su tiempo en espera improductiva, vacía, tomados de la mano desocupados.
Todavía podemos encontrarnos con personas que no se cansan de alabar al “Salvador”, pero también estas, viviendo de la contemplación y el agradecimiento, caminan con indiferencia hacia la verdadera adquisición de los valores de la nobleza, a su paso por la vida sin trabajo. Entonces, amigos, cada uno de nosotros, a su manera, seguimos viviendo y atravesando las oportunidades sin apegarnos a las necesidades reales de ofrecer nuestra parte de trabajo y participación para el engrandecimiento y progreso de los hombres. Es muy lógico que debamos confiar, defender y alabar a Jesús, pero en poco tiempo podemos olvidar la imperiosa necesidad de trabajar por la implantación del reino de Dios en la tierra. Manos vacías, mentes desocupadas, tiempo perdido, oportunidades desperdiciadas componen la lista de ocasiones que pasan sin que las aprovechemos. La vida de Cristo fue un himno de trabajo, obras y logros. Hagamos lo mismo, en lugar de quedarnos simplemente en adoración y alabanza a Aquel que, mucho más que palabras y sentimientos, quiere nuestra acción a favor de los demás en lo que nuestro prójimo necesita. El verdadero cristiano es el que imita a Jesús en la obra de implantar la felicidad entre los hombres, aunque para ello deba someterse a los sacrificios más dolorosos. El cristianismo es sinónimo de trabajo.