Nº 72 MENSAJES DE WALDENIR APARECIDO CUIN

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DIVULGADORA DE LA DOCTRINA ESPIRITA. 2021 ARTÍCULO S

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MERCHITA 2021

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TERCERO 1 NUMERO


APRENDER CON JESUCRISTO "Jesús es para el hombre el tipo de perfección moral a la que puede aspirar la humanidad en la tierra. Dios lo ofrece como el modelo más perfecto, y la doctrina que enseñó es la expresión más pura de su ley..." (Comentario de Allan Kardec, en pregunta 625, del "Libro de los espíritus".)

La criatura humana, en el contexto de su intelectualidad y postura social, siempre estará en una posición intermediaria, en algunas situaciones enseñando y en otras aprendiendo. Es imprescindible, entonces, que, al buscar conocimientos, lo haga teniendo como referencia modelos de dignidad, honradez y sublimidad. En la Tierra, en realidad, el modelo seguro a ser seguido es, sin duda, Jesucristo, que hace más de dos mil años nos presentó Su Evangelio lleno de lecciones notables y esenciales. Vivir lejos de la información que Él nos trajo o apartarse de ella va en contra de la lógica. Al nacer en un modesto pesebre en Belén, Jesús llegó a la Tierra llevando el mensaje de humildad y sencillez, ya que podría, si lo desease, haber nacido en Grecia, que en ese momento era la cuna de la cultura mundial. Prefería el ambiente bucólico y pacífico de Palestina, siguiendo una vida sin complicaciones y sin ostentación. Sus lecciones fueron presentadas a la gente en ambientes abiertos, en la calle, en la naturaleza, resaltando la importancia de la esencia de las enseñanzas y no el lugar y la forma en que fueron informadas, combatiendo así el personalismo y la necesidad de suntuosos templos.


Siempre estuvo en contacto con las personas, entre la gente, dejando clara la lección de la iniciativa y buena voluntad, acudiendo en ayuda de los necesitados sin esperar a que lo buscaran. Sus brazos abiertos dieron la bienvenida a los necesitados de todo orden, prescindiendo de artilugios y ventajas. Cuando dijo que era necesario "dar al César lo que era del César y a Dios lo que era de Dios" (Jesús - Mateo, 22:21), enseñó disciplina y obediencia a quienes lo acosaban, evitando exaltar al pueblo en movimientos de rebelión y tumultos, proclamando con eso la serenidad y la paz. En el episodio de la "multiplicación de los panes" (Jesús-Juan 6: 1-14), con el fin de alimentar a la población hambrienta que lo rodeaba, dejó clara la lección de responsabilidad por la obra que le correspondía, no delegando en cualquiera la tarea que entendía como suya, ya que los discípulos sugirieron, en ocasiones, que se enviara a la gente a buscar comida. Al decirle a Pedro que era necesario "perdonar setenta veces siete" (Jesús - Mateo, 18:22), habló de la importancia y el valor de la hermandad y la tolerancia, destacando un manual de buena convivencia como base para que las criaturas pudiesen construir un ambiente de salud mental y física. Cuando destacó la lección "buscad y hallaréis" (Jesús - Mateo, VII: 711), presentó a la humanidad la ley del esfuerzo y la perseverancia, palancas indispensables para la implantación del progreso y la prosperidad entre los hombres. Sin la fuerza del trabajo en el mundo, se instala el caos.


Al presentar la necesidad de "vigilad y orar" (Jesús - Mateo, 26:41), aconsejó a los hombres cuidar el pensamiento, del área mental, el lugar de nacimiento de ideas que, cuando se materialicen, producirán hechos y eventos que moverán la vida social del planeta. Dependiendo del tenor y del contenido mental que creemos, viviremos en un mundo equilibrado o no. Al comentar que "cuando des limosna, no sepa tú mano izquierda lo que haga la derecha" (Jesús Mateos, 6:3), presento la caridad desinteresada, desprendida, dónde será preciso servir indistintamente, socorrer sin exigir nada a cambio y dar sin esperar recibir, o sea, amar sin presentar cualquier condición. Diciendo que los "sanos no precisan de médico" (Jesús – Mateos, 9:12), dejó bien claro que aquellos que nos procuran con las manos extendidas y corazones dilacerados son aquellos que precisan de socorro y atendimiento, y a ellos jamás podemos negar cualquier auxilio. Por tanto, si la lámpara del esclarecimiento y madurez ya arroja luz en nuestro núcleo, y si ya podemos entender las lecciones imperecederas de Jesucristo, tomemos a Él como nuestro modelo y guía y salgamos a experimentar diariamente Sus lecciones notables y preciosas, pues a la medida que difundimos la paz y la serenidad entre las criaturas que nos rodean, también perpetuaremos estas virtudes en nuestros corazones. Cualquier camino o dirección que sigamos, lejos de Jesús, irá en contra de la lógica. Pensemos en eso...


MARIA ANTONIA Y EL VALOR DE LA "Por la oración, el hombre pide para sí mismo la ayuda de los buenos Espíritus, que ORACIÓN vienen a apoyarlo en sus buenos propósitos y a inspirarlo con buenos pensamientos". (El Evangelio según el Espiritismo - Cap. XXVII - Ítem 11 - Allan Kardec.) María Antonia llevaba mucho tiempo sufriendo de terribles dolores de cabeza. Había pasado por médicos y hospitales tratando de encontrar el tratamiento adecuado para la dolencia que la aquejaba. Los dolores eran tan intensos y frecuentes que dificultaban las tareas del hogar, ya que las crisis, por regla general, la postraban en su cama mientras la esperaban los servicios de la casa. Ese día, el dolor de cabeza fue insoportable. Dolía tanto que se reflejaba en todo su cuerpo. Retraída en la penumbra de su habitación, no tuvo más remedio que esperar, ya que los analgésicos no siempre le devolvían la normalidad. Maria Antonia, que registraba acentuada sensibilidad mediúmnica, comenzó a percibir que era envuelta por una niebla blanquecina, como un humo ligero y fino que se arremolinaba alrededor de su cuerpo. Curiosa, se concentró en el fenómeno, porque sabía que estaba viendo los eventos que se desarrollaban a través de su visión espiritual, y para su sorpresa notó que la suave niebla que había penetrado en su habitación se perdía en la distancia.


Sintió que el dolor comenzaba a remitir y un gran alivio se apoderó de ella, consolándola. Fijó aún más su observación en el fenómeno que se desarrollaba a su alrededor y vislumbró, a lo lejos, la figura de un hombre apoyado en el tronco de un árbol, disfrutando de la plácida sombra del enorme vegetal, mientras descansaba tapándose el rostro con un sombrero. La niebla que la rodeaba emanaba de él, disipando gradualmente el inmenso dolor que estaba sintiendo. No cabía duda. Se trataba del señor José Francisco, un amigo de su familia, un hombre fraterno y solidario que, aprovechando el pequeño descanso tras el almuerzo, mientras esperaba el reinicio de las labores agrícolas, le dirigió una oración, pues conocía los sufrimientos que le proporcionaban los dolores de cabeza. Después de unos momentos más, María Antonia no sintió nada. El terrible dolor había desaparecido y, de buena gana, reanudó las tareas del hogar. En conversación con un amigo, le contó el hecho y este último, en la primera oportunidad, se acercó al señor José Francisco, discretamente, sin mencionar el hecho. Supo que él tenía la costumbre de, después del almuerzo, mientras esperaba su regreso al trabajo, dirigir oraciones a las personas que estaban sufriendo, cargando su corazón con buenos deseos de mejora y restauración de la salud. * Si la oración sincera pudo aliviar un fuerte dolor de cabeza, indudablemente puede hacer mucho más.


Por eso Jesús sentenció: "Si tuvieras fe como una semilla de mostaza, le dirías a este monte: Transpórtate de aquí para allá, y será transportado, y nada te será imposible" (Jesús - Lucas, 17: 6). La oración está a nuestra disposición, como un recurso de gran valor, pero no hemos descubierto cómo hacer uso de este poderoso mecanismo, accesible para todos en cualquier momento y en cualquier situación. Meditemos.

DOLORES OCULTOS

“En las grandes calamidades, la caridad se manifiesta, y se ven generosos impulsos para reparar los desastres; mas, al lado de esos desastres generales, hay millares de desastres particulares que pasan desapercibidos, de personas que yacen sobre un catre sin lamentarse.” (El Evangelio Según el Espiritismo – Cap. XIII – ítem 4 – Allan Kardec.) Hacer realidad la vida de paz y tranquilidad que queremos es un trabajo para todos. Sin embargo, el ser humano, creyendo que está ofreciendo su parte de contribución al mejoramiento del mundo, asume la posición de juzgar la vida de los demás. En esta preocupación engañosa, termina dejando de hacer lo que le compete para exigir que otros hagan lo que él debería hacer.


Cuando tal situación llega a dominar los destinos humanos, sobreviene inmediatamente la confusión y el desorden. En realidad, lo que estamos presenciando, en este momento, dentro de la colectividad, es producto de la autocomplacencia y la inercia, ya que siempre queremos que los demás trabajen, mientras, con los brazos cruzados, miramos desde lejos el entramado social desbordarse en problemas e inquietudes que terminan golpeándonos también. Es preciso reaccionar cuando el sillón de la inercia nos invita a descansar inmerecidamente, en detrimento del servicio que nos espera la ejecución. Es necesario no aceptar la anestesia de la autocomplacencia que adormece nuestros sentimientos y nos impide avanzar en la existencia, adquiriendo valores ennoblecidos. Debemos evitar la flor engañosa de las ilusiones, porque un día sus pétalos se marchitarán y los sueños vacíos e inalcanzables nos harán infelices y amargados. Es necesario desafiar, con energía y firmeza, la presencia de la palabra desprovista de esencia moral, ya que abre amplias puertas a caídas espectaculares y a la quiebra de la dignidad. Es necesario escapar de los insistentes llamamientos de las adicciones que nos quitan la salud física y mental, además de robarnos valiosas oportunidades para servir a quienes se acercan a nosotros. Es necesario evitar declinar las preocupaciones sobre asuntos ajenos, y pongamos manos a la obra para verificar lo que realmente debemos hacer por el bien, por nuestro ascenso espiritual.


Cabe señalar que poco a poco, descuidados, nos vamos muriendo con el peso del desánimo, mientras a nuestro alrededor florecen múltiples posibilidades de ayudar a los que sufren. Salgamos, animados, a buscar las desgracias ocultas y los dolores silenciosos que atrofian los corazones y aniquilan las aspiraciones, para hacer brotar la esperanza. Lancémonos, eso sí, a difundir cultura y lecciones donde la ignorancia haga morada y coseche oportunidades, contagiando de tristeza a los hermanos en el camino. Y no olvidemos nunca que la desgracia oculta se instala en la choza, pero también arroja sus tentáculos al interior de la mansión. En la cabaña, más a menudo, se llama hambre, desnudez, enfermedad, desempleo; por otro lado, en la casa más apreciada materialmente, está patentado como desuniones matrimoniales, dramas morales, drogadicciones, enfermedades incurables, ilusiones y otras. Más, de cualquier forma, siempre está pidiendo providencias. Veamos, entonces, como servir, objetivando que la luz de la paz pueda disipar la oscuridad del sufrimiento, clareando los caminos de los hombres para que la felicidad envuelva a todos.


NO TODO NOS CONVIENE “Todas las cosas son lícitas, mas no todo nos conviene.” (Pablo, Corintios, Capítulo 10, Versículo 23.) La sabia palabra del Evangelio, durante siglos, ha estado advirtiendo y guiando a la humanidad sobre lo que es oportuno y valioso, informando, con prontitud, todo lo que perjudica nuestro camino hacia la felicidad. Pablo, el gran mensajero de la Buena Nueva, siempre atento a la defensa de los intereses reales de la vida, tratando de mantener alerta a los cristianos, enseñó en ese momento y, en consecuencia, también nos enseñó a verificar si lo que estamos haciendo es bueno. Eso, por supuesto, se debe a nuestro progreso espiritual, ya que en la Tierra, en esta vida, estamos viviendo solo una etapa de nuestra vida real, ya que existíamos antes del nacimiento físico y seguiremos viviendo después de la muerte. Por lo tanto, somos eternos, en Espíritu, no en el cuerpo material. Siendo así, las cosas del Espíritu deben tener prioridad sobre las del cuerpo perecedero. Y la advertencia: “Todo es lícito, pero no todo conviene”, merece una profunda reflexión de todos nosotros.


Mantener las conversaciones en el entorno social en el que vivimos está permitido, sin embargo, caer en comentarios frívolos, críticas infundadas y chismes inoportunos no es conveniente, ya que nos pone en la condición de chismosos o maledicentes. El uso de bebidas alcohólicas es legal para cualquier persona, pero no necesitamos grandes discursos para informar que esto no es conveniente, pues la ciencia ya ha demostrado, a través de investigaciones de alto nivel, las consecuencias nocivas del alcohol en el organismo, además de la degradación moral. Es lícito que los seres humanos consuman tabaco u otros tóxicos, pero cualquier persona con sentido común sabe, con respecto a nuestra salud física y mental, que no es recomendable mantener tales adicciones. El sexo es lícito para cualquier ser humano, para la perpetuación de la especie y el equilibrio de energías, pero el abuso sexual y su uso de forma desequilibrada e inmoral no son adecuados, ya que no se puede jugar con los sentimientos sin un daño grave. Cruzar los brazos ante el trabajo por hacer está permitido, lo que obviamente no nos conviene, porque, a través del trabajo, además de la dignidad, mantenemos nuestra vida en la Tierra sin pesar sobre la economía popular. La comida que ofrece al cuerpo los elementos de apoyo es legal, pero la glotonería, o el abuso de alimentos, no es conveniente, ya que sobrecarga nuestra máquina orgánica con actividades extras, comprometiendo su funcionamiento.


El descanso, para todos, es lícito, ya que restaura nuestra fuerza orgánica y mental, pero el exceso de horas ociosas no es conveniente porque tenemos tareas importantes que realizar con miras a nuestro crecimiento espiritual, tales como: visitar a un enfermo, ayudar alguien que lo necesite, amparar a un niño y mucho más. Por tanto, es imperativo analizar qué es realmente legal y qué es conveniente, ya que nuestra vida por aquí es solo una etapa de nuestra vida total.

¿SERÍA INTERESANTE TENER EL FUTURO REVELADO? "¿Puede el futuro ser revelado al hombre? - En principio, el futuro le está oculto y sólo en casos

raros y excepcionales Dios permite su revelación". (Pregunta 868, del "Libro de los espíritus", de Allan Kardec.) Viviendo aquí en la Tierra, en la actual etapa evolutiva en la que nos encontramos, no es nada fácil gestionar el presente, con toda su complejidad. ¿Podemos imaginar tener todavía la adición de revelaciones de lo que nos sucederá en los días del futuro? Ciertamente, sería una sobrecarga de emociones, expectativas y ansiedades que pesarían sobre nuestros hombros, con graves y preocupantes consecuencias para nuestra vida mental.


Por eso las sabias y prudentes leyes divinas nos sitúan dentro de los límites de la vida presente, permitiendo, sólo en casos muy raros, que se levante el velo del futuro. Teniendo esa conciencia, cualquier intento de vislumbrar lo que nos espera en el futuro será inútil, o incluso infructuoso. Más sensato y lógico es vivir bien cada oportunidad que Dios nos da hoy. Siendo así, sería desaconsejable buscar a alguien que nos pueda informar sobre el mañana. Primero, por la inutilidad de esta posible información, y segundo, por el riesgo de ser engañados por criaturas carentes de honestidad, o incluso por ignorancia. Y tenemos tanto que hacer en el presente, buscando cumplir con nuestros deberes y compromisos de reencarnación en progreso, que, si realmente aprovechamos la riqueza de recursos que la Divina Providencia pone a nuestra disposición, no habrá tiempo para divagaciones o procura de aquello que se realizará en otras oportunidades. Sabemos, con total claridad, a través de la abundante información que nos brindaron los benefactores, que hoy estamos cosechando los frutos de las semillas que plantamos ayer, y esto nos lleva a concluir que cosecharemos mañana según la siembra de hoy. Así, viviendo en el bien y cultivando siempre el bien, no tendremos ninguna duda de que el futuro será bueno. Mejor entonces, y mucho más racional, es que cuidemos bien el presente, prestando atención y declinando responsabilidades con nuestros deberes de ahora, que no son pocos. Si conociéramos el futuro, ciertamente descuidaríamos el presente, con un daño incalculable. No tendríamos la misma libertad e iniciativa que tenemos ahora, ya que estaríamos abrumados por las emociones de lo que sucedería o no.


Sin saber nada de los días del futuro, seguimos nuestra vida en el presente dentro de la normalidad, esforzándonos y trabajando constantemente en busca de nuestro crecimiento espiritual. Será mejor, entonces, que utilicemos nuestro tiempo, y nuestro deseo de saber qué nos depara el tiempo que aún no ha llegado, en actividades y logros del momento, ejecutando el programa de trabajo y mejora que trazamos. Estudiemos más, trabajemos más, sirvamos más, amemos más... Abundan las oportunidades a nuestro alrededor para que ayudemos a construir un mundo mejor, comenzando por la mejora de nosotros mismos. Y si no nos conviene que se nos revele nuestro futuro, nos conviene ocuparnos del presente con total interés y dedicación a los demás. De esta manera contribuimos de manera decisiva para que el futuro de todos sea, en el momento oportuno, una plena realización de serenidad y paz. La vida de hoy se basa en el pasado y, a medida que conduzcamos nuestra existencia ahora, estaremos proyectando el futuro. Vivamos, pues, de tal modo dentro de los preceptos evangélicos que, aun sin que se revele nuestro futuro, sepamos que éste, por la ley de causa y efecto, acción y reacción, estará lleno de alegrías y logros sin fin. Reflexionemos...



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