DIVULGADORA DE LA DOCTRINA ESPIRITA. 2021 ARTÍCULO S
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MERCHITA 2021
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SORPRESA Si alguien de la otra vida pudiera materializarse ante mis ojos - dijo Germano Parreira, en plena sesión en su propia casa -, seguramente mi fe sería mayor... Un ser de otro planeta que me obligase a pensar... ¡Tanta gente se reporta a las visiones de esa naturaleza! Entretanto, semejantes apariciones no pasan del cerebro enfermizo que las imagina. Quiero algo de evidente y palpable. Creo que estamos en el momento de una elucidación positiva... Al escucharlo, el hermano Bernardo, mentor espiritual del encuentro, que dominaba las energías mediúmnicas, dijo sonriendo: -Usted desea, entonces, una manifestación espectacular desde Arriba ... Alguien que cae de las nubes como un paracaidista del Espacio, con disfraces fantasmales, usando un lenguaje incomprensible ... un itinerante de otras constelaciones, cuya presencia inesperada podría provocar una enorme porción del mal, en lugar del bien que debería traer ... -No, no es tanta la exigencia – adujo Parreira, decepcionado. – Bastaría un ser materializado en forma humana, sin el descenso visible del firmamento. No será necesario que esta o aquella entidad se convierta en un bólido para acentuar mi convicción.
Podría aparecer en nuestra intimidad doméstica, sin ningún tipo de magia, revelándose en el hogar cerrado donde antes no existía, mostrándose igual a nosotros los demás, siendo, sin embargo, ajeno a nuestro conocimiento... -No en tanto, sabe usted que toda concesión envuelve deberes justos. Un Espírito, para materializarse en la Tierra, solicita medios y condiciones. Imaginemos que la iniciativa transformase al huésped suspirado en una criatura enferma y débil, requisando cuidado, hasta que pudiese expresarse con seguridad ¿Se preocuparía usted de auxiliar al extranjero, alentándolo con tolerancia y bondad, hasta que venga a revelarse del todo? Estaría dispuesto a sufrir las reclamaciones, y las necesidades, hasta que se exteriorice, robusto y fuerte? -Oh! eso mismo. Perfectamente!... – gritó Parreira, maravillado. – Contemplar un Espírito así, de modo insofismable, sin que yo le explique la existencia en el mecanismo oculto, consolidaría, sin duda, la riqueza de mi fe en la inmortalidad. Eso es todo, todo...
Bernardo sonrió, filosóficamente, y acrecentó: - Mas, Parreira, eso es acontecimiento de todo el día y tal manifestación es recenté bajo el techo que nos acoge. Aun ahora, en la quincena pasada, usted recibió semejante bendición, asilando en el propio hogar un viajante de otras esferas, con la obligación de ayudarlo hasta que se enuncie sin vacilación de cualquier especie... Ese genio bondadoso y amigo se corporifico casi en sus brazos. Le llamo a la puerta, que usted abrió generosamente. Entró. Descanso. Permaneció. Y, aun ahora, ligado a usted, espera por su cariño y devoción, a fin de atender plenamente a la propia tarea... -¿Cómo así? ¿Cómo así? – irrumpió Germano, incrédulo. – Nada vi, nada se no puede ser... Mas el Benefactor Espiritual, controlando al médium, se irguió a paso firme y, desmantelando la habitación contigua, regresó de allí, llevando una carga ligera. Ante la sorpresa de los circunstantes, Bernardo lo deposito con respetuosa ternura en el regazo del amigo que aun argumentaba. Parreira desenvolvió con curiosidad el pequeño volumen y, entre afligido y asombrado, encontró, en el plácido sueño de un recién nacido, el pequeño y cálido cuerpo de su propio hijo…
EL SECRETO DE LA JUVENTUD Formosa Ángel de la Justicia, en la Balanza del Tiempo, recibía pequeña multitud de Espíritus recién-desencarnados en la Tierra. Eran todos ellos personas maduras, en torno a las cuales el Ministro de la Ley debería emitir un juicio rápido, como introducción al más amplio análisis, así como un magistrado terreno que, en la fase inicial de un proceso, pode formular una orden de sanador. Ancianos gotosos y dementes, abatidos y caquécticos, con evidentes signos de angustia, se congregaron allí, conservando las características de las enfermedades que habían marcado sus cuerpos. Muchos lloraban como niños asustados, otros apretaban el corazón con la mano derecha rígida, mientras muchos otros se levantaban con inmensa dificultad, arrastrándose, temblando... Las sensaciones de la carne picaron su interior, deteniendo su ser en los amargos recuerdos que traían del mundo.
Conducidos a examen, bajo la custodia de desinteresados benefactores, acusaron a esa o aquella diferencia, recibiendo una hoja explicativa del inicio de las nuevas tareas que les aguardaban en el plano espiritual. Ahora, era un psicópata recobrando la lucidez; después, era un hemipléjico retomando el equilibrio... Entretanto, los trazos de la vejez corpórea perseveraban casi intactos, ciertamente, mucho tiempo en la nueva vida para desintegrarse adecuadamente. En último lugar, sin embargo, se acercó al Ángel pobre anciana, humilde y triste. Los cabellos de plata y las arrugas que le desfiguraban el rostro mostraban aproximadamente ochenta años de lucha física. Traída, sin embargo, al gran equilibrio, ¡oh! ¡Divina sorpresa! ... De anotación en anotación, se hizo más joven, hasta que, bendecida por la sonrisa del Aforador Angélico, la extraña anciana se convirtió en una hermosa niña y en una joven, en sus veinte años primaverales. Toda la asamblea vibró de felicidad, ante el cuadro inolvidable. Intrigado, me acerqué al antiguo orientador y le pregunté por qué la inesperada metamorfosis. El mentor iluminado pidió el archivo de la criatura celestial, para ayudar a mi ignorancia, y, en la hoja blanca y clara, pude leer, asombrado:
Nombre - Leocadia Silva. Profesión – Educadora. Existencia Terrestre – 701.280 horas. APLICACIÓN DE LAS HORAS: Servicio de auto-asistencia para la justa garantía en el campo de la evolución: 1 – Mocedad Laboriosa........................ 175.200 2 – Magisterio digno............. 65.700 3 – Alimentación e higiene..................... 43.800 4 – Estudio provechoso y actividades religiosas….. 41.900 5 – Reposo necesario para el rehacimiento.............. 109.500 Servicio extra, completamente gratuito, en favor del prójimo: 1 – Dedicación a los necesitados................ 85.100 2 –Asistencia fraterna en misiones de auxilio.............. 32.840 3 – Noches de vigilia en solidaridad a los enfermos................... 33.000 4 – Conversación sana en el amparo moral genuino............................. 54.750 5 – Variadas tareas de caridad............ 59.490
Total – Horas..................... 701.280 - ¿Comprendió? –me dijo el orientador, sonriente. Y, ante mi asombro inevitable, concluyó: - Quienes dan su propio tiempo, en beneficio de los demás, no cuentan con su propio tiempo, la edad en el sentido de envejecer. Leocadia dio todas sus horas disponibles para ayudar a los hermanos del mundo. Los días no le pesan, así, sobre los hombros de su alma... Mi interlocutor se alejó alegremente para felicitar a la heroína y, extasiado al contemplar el rostro radiante del Sublime Mensajero que presidió el Gran Encuentro, comprendí por qué los Ángeles del Amor Divino revelan en sí mismos la suprema belleza de la eterna juventud.
EN LA VIÑA DEL SEÑOR Instalado en la casa modesta que seria, más tarde, en Jerusalén, el primer santuario de los apóstoles, Simón Pedro reflexionaba… Recordaba a Jesús, en torno de quien había siempre bendecido hacer el trabajo... Quería acción, suspiraba por tareas a realizar y, por eso, oraba con fervor. Cuando más ardientes se le derramaban las lágrimas, con las cuales suplicaba del cielo la gracia de servir, es que el Maestro le surge al frente, tan compasivo y sereno como en los días inolvidables en los que se bañaban juntos en la misma luz de los márgenes del Tiberíades... - ¡Señor! – Imploró Simón – aspiro a extender tus bendiciones gloriosas!... ¡Deje el lago para seguirte! Dijiste que nos harías pescadores de almas!... ¡Quiero testimoniar la divina misión de tu Evangelio de amor y luz!... Y como el visitante celestial lo miraba en silencio, Pedro añadió con la voz empapada de lágrimas: - ¿Cuándo enviarás tu servicio a nuestras manos? Los labios divinos se abrieron suavemente y el apóstol escuchó, mientras Jesús se hacía invisible nuevamente:
- Mañana... mañana... El antiguo pescador, más encorajado, espero al día siguiente. Aguardando el mandato del Eterno Benefactor, se dedicó a la limpieza doméstica, desde el amanecer del sol, infestando la sala sencilla con rosas con el roció del amanecer. Encantado en dulce expectativa, justo cuando estaba a punto de comer su comida de la mañana, un rugido ensordecedor llegó a sus oídos. La sencilla puerta, bajo violentos golpes, deja pasar a un hombre semidesnudo, con expresión angustiada, mientras afuera los soldados y la gente rugen, asediando el reducto. El recién llegado contempla a Simón y le ruega socorro. Tiene lágrimas en los ojos y el corazón le late descompasado en el pecho. El anfitrión lo reconoce… Es Joachaz, el malhechor. Desde hace mucho tiempo, viene siendo procurado por los agentes del orden. Exasperado, Pedro responde, firme:
- ¿Socorrerte por qué? No pasas de ladrón contumaz... Y, haciendo oídos sordos a la petición, convoca a los postes, entregando al infortunado, que fue inmediatamente encadenado, camino de la cárcel. Satisfecho consigo mismo, el apóstol colocaba la esperanza en la obra que le sería concedido hacer, cuando, luego después, una litera perfumada, le trajo la presencia de una mujer triste de mejillas maceradas que contrastaban con la costosa seda sobre la que buscaba brillar. Pedro la identificó. Era Júlia, linda griego-romana que en Jerusalén se hacía extraña flor de placer. Estaba enferma, cansada. Imploraba remedio y consejo espiritual. El dueño de la casa, sin embargo, gritó resoluto: - ¡Aquí, no! Tu lugar es en la plaza pública, donde todos te puedan lanzar en el rostro el desprecio y la ironía... La infortunada criatura se apartó, enjugando los ojos, y Pedro, contento de sí mismo, continuó esperando la misión del día. Algo afligido, al atardecer, notó que alguien batía, insistente, a la puerta.
Abrió, presuroso, cayendo en sus pies el cuerpo hinchado de Jarim, el borracho sistemático, semi-inconsciente, buscó refugio de la manada de crueles jóvenes que lo apedreaban. Pedro no vaciló. - ¡Borracho! ¡Infame! – Vocifero, rebotado – ¡no ofendas el recinto del Maestro con tu vómito!... Y, casi a puntapiés, lo expulso sin piedad. Cayó la noche inmensa sobre la ciudad en extrema secura. Desapuntado, al repetir las últimas oraciones, Simón meditaba ante antorcha parpadeante, cuando el querido Maestro se separó de la niebla... - ¡Ah! ¡Señor! – clamo Pedro, llorando – aguarde todo el día, sin que me enviases la prometida tarea!... - ¿Cómo no? – dijo el Maestro, en un tono de amargura. – Por tres veces te rogué hoy cooperación sin que me oyeses... - Y ante la memoria del compañero que recordaba y comprendía tardíamente, Jesús continuó: - Por la mañana, te envié a Joachaz, desventurado hermano nuestro sumergido en el crimen, para que lo ayudases a renovar la propia existencia, más lo devolviste a la prisión...
Después al medio-día, te entregue a Júnia, pobre hermana dementada y enferma, para que la medicases y esclarecieses, en mi nombre: con todo, la condenaste a la difamación y al sarcasmo...Por la noche, te mande a Jarim, desdichado compañero que el vicio ensandece; no en tanto, arremetiste contra él los propios pies... -¡Señor! – Sollozo el apóstol – grande es mi ignorancia y yo no lo sabía... ¡Compadécete de mí y ayúdame con tu orientación!... Jesús le dio unas palmaditas en la cabeza temblorosa y le habló con generosidad: - Pedro, cuando quieras escucharme, recuerda que el Evangelio tiene mi palabra... Simón le tendió los brazos, queriendo estrecharlo contra su corazón, pero el Cristo Sublime como escondido en la sombra, escapo de su cariñosa caricia... Fue entonces cuando el ex pescador de Cafarnaúm, tambaleándose, buscó las notas que llevaba consigo y, abriéndolas al azar, encontró el versículo 12 del capítulo 9 de las notas de Mateo, en el que el Maestro de la Vida afirma de manera convincente: - "Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos".
EXAMEN DE FE Cierto hombre que pasó a destacarse de los otros, evidenciando largo entendimiento de fraternidad y de fe, a la par de gran compresión, atribuía a Dios la propiedad de los bienes de la vida. Acabará de construir el hogar, iniciando la formación de su familia, y se asociaba, con toda el alma, a emprendimientos religiosos, tanto como le era posible. En semejantes iniciativas, comenzó a enseñar la fidelidad al Señor Supremo, componiendo discursos admirables en los que comentaba la excelencia de la confianza en el Cielo. -“Dios – decía el, convicto -, Dios es el Creador de Todo el Universo y, por eso mismo, es el Dueño de Todo y de todo somos simples usufructuarios en Su nombre. Almas, constelaciones y mundos Le pertenecen por todas partes. Recibimos, por préstamo santo de Su Infinita Bondad, la cuna en que nacemos, el hogar que nos acoge, los afectos del mundo, el confort y la alegría...” Sus palabras encendían un inmenso fervor en los oyentes, quienes comenzaron a reflexionar con confianza sobre la grandeza del Amor Divino. Y tan grande fue su influencia que el Señor, movido por tales demostraciones de fe, envió mensajeros a la tierra para examinar su verdadera posición.
Los referidos instructores comenzaron por permitir que las murmuraciones y la calumnia le amargaran la vida. El héroe de la lealtad sufrió terribles golpes que mancharon su dignidad, pero atribuyó todos los obstáculos en el camino a manifestaciones indirectas de la Bondad Celestial y terminó exclamando, con sinceridad: -Mi nombre pertenece a Dios. ¡Que Dios sea alabado! Los emisarios que lo siguieron, notando su firmeza, dejaron que la persecución gratuita envolviera su camino; sin embargo, el odio injustificable encendió su confianza. En medio de nubes de sufrimiento, el devoto concluyó que el ideal de perfección es fruto de la Magnanimidad Divina y afirmó, convencido: -¡El bien es obra del Señor! ¡Alabado sea el Señor! Los aludidos educadores concordaron en que fuese experimentado por la incomprensión y el pupilo de la fe se vio envuelto de aflicción y ridículo, sintiéndose dilacerado y solo en el seno de su propia casa. Sin embargo, reconociendo que todo aprecio y toda estima deben erigirse esencialmente en el Creador, asevero, conformado:
-Toda la gloria debe ser dada al Padre que está en los Cielos!... ¡Loado sea el Padre que está en los Cielos! Los examinadores en líder decidieron que la enfermedad debía visitar su cuerpo, y el amigo de oración fue relegado a la cama en extrema angustia física; sin embargo, en medio de su propia angustia, notó que su cuerpo era un depósito del Todo Compasivo y dijo, imperturbable: -Mi cuerpo es un préstamo del Todo-Poderoso. Que el Todo-Poderoso sea alabado!... Continuaron los enviados celestes en el campo de la experiencia y el hombre de fe resistió valeroso, superando amargura y desolación, tristeza y necesidad... Porque un día reconociese el la presencia de la muerte en la persona de uno de los hijos, acatando, sumiso, la Voluntad Celestial, los mensajeros de la Esfera Superior dirigieron al Padre Sublime, a través de canales competentes, un informe conciso sobre la lealtad intransigente del creyente valiente que estaba en la Tierra ... Poco después, recibieron una orden expresa de la Casa del Señor de darles una gran cantidad de oro, como prueba suprema de obediencia. El hombre recibió el generoso obsequio, bajo la apariencia de un feliz negocio, y se entregó al consuelo de la nueva situación. Parecía, anestesiado, cuando oraba, y ebrio de alegría en todos los movimientos. Después de un tiempo, los maestros espirituales le trajeron un compañero en dificultad, quien le suplicó, humillado y triste:
-Amigo mío, tengo cuatro hijos enfermos y vengo a pedirte, en nombre de Dios, que me prestes algo de dinero para solucionar mis problemas. Espero redimir mi deuda en dos o tres meses... Ante el silencio de los interrogados, reiteró casi llorando: -Socórrame por amor a nuestro Padre de Bondad!... Más, con indisfrazable espanto, los profesores divinos lo oyeron decir, impasible y aburrido: -¡No puedo, no puedo!... Mi dinero es un patrimonio que costó mucho ganar.