Preserve la esperanza Se vive en la Tierra uno de sus momentos caóticos. Muchas conquistas tecnológicas jamáis antes imaginadas y desastroso comportamiento ético-moral. En todas partes, el sufrimiento campea, empujando la sociedad para los abismos de la locura y la pérdida de sentido existencial. Incluso las personas sensatas con metas elevadas sienten la agresión que se respira en el aire y la desesperación que crece en la intimidad de la familia. Las imposiciones establecidas por los organismos internacionales de salud han producido rebelión y desesperación, que estallan en la convivencia de los hogares por la falta de estructura emocional de sus integrantes para una convivencia armónica y productiva. Por un lado, el aislamiento, evitando formar grupos que se vuelvan peligrosos para la facilidad de contaminación por la peste y, por otro, la presencia en el hogar todo el tiempo posible.
La saturación doméstica se convierte en mudas animosidades que estallan de manera desastrosa entre cónyuges y / o con hijos inquietos en los pequeños espacios del hogar. O ser humano es eminentemente un individuo social, que tiene necesidad de convivencia con toda su especie y con la vida en su entorno. Cuando se aísla, está en crisis interior, expresando alguna patología correspondiente a la situación que atraviesa. A través de la Historia, percibimos que su evolución antropológica ha sido conseguida con gran esfuerzo moral, constituyendo la civilización que pauta su comportamiento. Abandonar la vida en grupo los vuelve extraños, sospechosos, agresivos, como si hubieran sido obligados a herir antes de ser golpeados. Cada día, junto con las altas tasas de mortalidad por la pandemia, el desánimo, el miedo y la inseguridad lo aturden, sintiéndose engañado por los medios, casi nunca fiel a los hechos, siempre con noticias imprudentes y pesimistas. No es la primera vez que la sociedad enfrenta situación equivalente. De vez en cuando, a lo largo de los tiempos, surgen situaciones de este género o a él semejantes, dando la idea de que están llegando el final de los tiempos. En realidad, este como otros fenómenos forman parte del proceso de evolución de la Humanidad. El progreso siempre exige expresiva contribución de sufrimiento, porque se trata de abandonar hábitos y situaciones establecidos por otros nuevos. De esa forma, se hace indispensable un total cambio de pensamiento, saliéndose del pesimismo, del miedo y de la inquietud por la irrestricta confianza en Dios, porque el Universo no se hace por sí mismo, y las leyes que lo administran son de origen trascendental. Afortunadamente, ya apela a Dios, a la oración, a los pensamientos elevados que poseen antídotos capaces de restaurar la salud de los enfermos, junto a terapias especializadas.
Por Divaldo Franco Artículo publicado en el jornal La Tarde, columna Opinión, el 27.5.2021. Do site: http://www.divaldofranco.com.br/mensagens.php?not=681.