RELIGIÓN EN LAS ESCUELAS j. Herculano Pires Libro: Pedagogía Espírita La religión es pieza clave en el desarrollo de nuestros hijos, y es que es en ella donde todo ser humano responde a las preguntas ¿quién soy? y ¿de dónde vengo? Es por eso que es tan importante inculcar la religión en nuestros pequeños. Muchos padres piensan que la religión debe ser exclusiva del hogar, pero ¿qué sucede cuándo enviamos a nuestros hijos a la escuela y ahí comienza a instruirlos en educación religiosa? ¿Por qué es importante la instrucción religiosa en el colegio? Lo que nuestros hijos aprenden en casa, debe de seguir un seguimiento en la escuela. Como papás deseamos que nuestro hijo se forme con un buen ser humano, solidario y con firmes valores
morales. Es por eso que es importante que lo nuestro pequeño aprende en casa, se refuerce en el colegio. Diversidad religiosa Al entrar al colegio es muy probable que nuestros pequeños se enfrenten a la diversidad cultural y religiosa, ya que muchos de sus compañeros profesaran diversas religiones, por lo tanto es un buen momento para que nuestros hijos pongan en práctica la tolerancia y el respeto para cada uno de sus compañeros. Muchos padres hoy en día optan por ingresar a sus pequeños en colegios donde les dan una educación integral basada en una sola religión, sin embargo otros más optamos por la educación pública, aquí muchas veces no se incluye la religión como una materia, pero sí nuestros pequeños tienen la oportunidad de conocer a sus compañeros que profesan diversas religiones. Nuestros pequeños deben de crecer y estar listos a enfrentarse en un mundo donde todos pensamos distinto y donde la libertad religiosa debe de ser un derecho. Lo más importante es inculcar en nuestros pequeños el amor, el respeto, y la amistad entre todos sus compañeritos sin importar la religión que profesen. Muchos niños se sienten discriminados en las escuelas por que no profesan una religión igual a la de sus compañeros, evitemos estos comportamientos siendo más abiertos y tolerantes.
Una verdadera educación religiosa será aquella que les permita a nuestros hijos, conocer todas las religiones, sus principios y preceptos, sin favoritismo por ninguna de ellas. Solo de esta manera en las escuelas nuestros hijos obtendrán una educación integral y sobre todo humana, que les permita ser amigos del otro sin importar su religión. Herculano Pires nos dice: Al lado de todos estos eventos auspiciosos debemos señalar el desenvolvimiento de las investigaciones y de los estudios
universitarios sobre la Religión abarcando todos los aspectos del problema. Hay un concepto nuevo de fe, una nueva interpretación de los hechos religiosos. La contribución espírita — que impregnó, consciente o inconscientemente la obra de Chardin y de los renovadores de la Teología en general, ya hace sentir su acción benéfica por todas partes. El mismo Espiritismo comienza a ser comprendido — y por sus adeptos — no solo como una nueva secta destinada a sustituir a las anteriores, sino como aquella forma de síntesis del Conocimiento de la cual nos hablaron Kardec, León Denis y Sir Oliver Lodge, entre otros. Todo esto facilita la comprensión que no podemos tener Educación sin Religión, de que el sueño de la Educación Laica no pasó de respuesta a los grandes equívocos del pasado a los que antes me referí. El laicismo fue apenas un elemento histórico, innegablemente necesario, pero que ahora tiene que ser sustituido por un nuevo elemento. ¿Y cuál sería esta novedad? No, ciertamente, el restablecimiento de las formas arcaicas y anacrónicas de la enseñanza religiosa sectaria en las escuelas. Esto sería un retroceso y por lo tanto una negación de todas las grandes conquistas que vimos en la apreciación de la situación actual. Reconociendo que la Religión corresponde a una exigencia natural de la condición humana y a una exigencia de la consciencia humana, y que pertenece de manera irrevocable al campo del Conocimiento, deberemos reconducirla a la escuela, pero desprovista del ropaje impropio del sectarismo. Tenemos que introducir en los currículos escolares, en todos los grados de la enseñanza, la disciplina Religión al lado de la Ciencia y de la Filosofía. Su necesidad es innegable, puesto que sin atender a los reclamos de lo trascendente en el hombre no lograremos los objetivos de la pandemia griega: la educación completa del ser para el desenvolvimiento integral y armonioso de todas sus posibilidades. Hagamos ahora justicia a Kant, que arriba quedó un tanto
perjudicado por su posición agnóstica. Recordemos que, fiel a los rigores metodológicos de su investigación, él tuvo que separar lo falso de lo real dentro de las condiciones del saber de su tiempo. No por esto, entretanto, dejó de reconocer la legitimidad de los impulsos afectivos del hombre, y en la Crítica del Juicio abrió perspectivas para la comprensión que hoy alcanzamos. En él encontramos la idea de Dios reconocida como el supremo concepto que le es dado a la criatura humana formular, puesto que esta idea suprema representa una síntesis del Todo. Y en él encontramos también la definición de Educación como desenvolvimiento en el hombre de toda su perfectibilidad posible. El propio Kant, por lo tanto, responsable por el divisionismo del campo del Conocimiento, puede ahora responsabilizarse por su reunificación. Y será realmente lo que acontece, en el momento, gracias a la corriente neokantiana de la Filosofía contemporánea, donde deparamos con la Pedagogía renovadora de Kerchensteiner y René Hubert aquel en Alemania y este en Francia, pregonando una Educación que tenga por fundamento la Filosofía del Espíritu. En esta forma nueva de Educación la Religión comparece, no como una enseñanza dogmática y sectaria, sino como una respuesta a las exigencias conciénciales del hombre, esclareciéndole los problemas de la existencia de Dios, de la naturaleza espiritual de las criaturas y de su destino trascendente. No es el sacerdote, ni el pastor, ni el rabí, ni el catequista que dirigirá la cátedra, sino el profesor especializado en el asunto, tratando de los problemas religiosos como se trata de los filosóficos y de los científicos. Poseyendo los datos suministrados por la disciplina escolar el educando decidirá por sí mismo, de acuerdo con su vocación, sus tendencias y preferencias, el sector religioso en que se localizará, si fuere el caso. Pero podrá también apoyarse en estos datos para el desenvolvimiento de su propia religión, de su posición personal — puesto que como demostró Bergson, comprobado por Pestalozzi, existe la religión dinámica individual que no se cristaliza en estructuras sociales. Alegarán ciertamente
los sectarios que esta forma de enseñanza religiosa libre y optativa (compréndase bien: optativa en el sentido de facultar al educando a escoger o no una religión, pero obligatoria en los currículos escolares) equivale al laicismo vigente. Porque el sectario solo entiende por religión válida la que él profesa. Acontecería lo mismo en el campo de la Filosofía si un profesor fanático entendiese que solo la escuela filosófica de su preferencia debiese ser enseñada. Pero los espíritus airosos, abiertos comprenderán la importancia de la enseñanza religiosa como disciplina universitaria en los cursos superiores y como materia didáctica de información general en la primaria y en la secundaria. Los programas incluirán, en este caso, los datos objetivos del Origen e Historia de las Religiones, de la Filosofía de la Religión, de la Sociología y de la Psicología de la Religión, dentro del objetivo de formación cultural del alumno. Claro que en un curso primario el programa sería adecuado, tratando de la existencia de Dios, de su poder creador y mantenedor del Universo, del sentimiento religioso que su existencia despierta en las criaturas, de las relaciones entre Dios y el hombre, de la función de las religiones en la vida humana, de la importancia de los valores religiosos para la formación de la personalidad y así por delante. En la secundaria se podría, además del necesario desenvolvimiento mayor de estos temas, incluir elementos de Historia de las Religiones, de las pruebas de la sobrevivencia del hombre después de la muerte, de las relaciones entre el mundo visible y el mundo invisible, de la función pragmática de las religiones y así por delante. De esta manera la Educación no sería parcial, volcada apenas hacia los problemas inmediatos de la vida, sino que suministraría elementos racionales para la formación espiritual del educando. Y por esto mismo no sería tampoco religiosa en el sentido estrecho y superado del sectarismo aún hoy dominante. Esta providencia me parece urgente, pues estamos, como ya vimos, a las puertas de una civilización espiritualista y no podemos continuar educando a la niñez y a los jóvenes en los moldes obsoletos del pasado. Educación sin religión actualmente es un
absurdo, como absurdo será también la educación materialista que continuamos aplicando.