SÍNTESIS FINAL J. Herculano Pires Libro: El Sentido de la Vida Podemos, ya ahora, llegar al fin de nuestro trabajo, intentando elaborar una síntesis final del Espiritismo, en los siguientes principios generales: 1) Dios es la inteligencia suprema del Universo, causa primera de todas las cosas, y el hombre es la individualización del principio inteligente universal, reflejando la imagen del Creador en el seno de la creación; 2) El Universo es un proceso general de evolución, en el que todas las cosas y todos los seres caminan del menor para el mayor, del mal para el bien, de las tinieblas para la luz, del caos para el orden, del inconsciente para el consciente, a través de leyes inmutables, que a todo presiden y relacionan, tanto en el plano material como en el moral y espiritual; 3) El hombre es la resultante de larga elaboración del principio inteligente, en el seno de la materia a través de las formas orgánicas, más aun no llegó a su fin, continuando esa elaboración a procesarse
con el tiempo y en el espacio, en dirección a un ideal de perfección, inmanente en el propio Universo; 4) Hay seres inferiores y superiores al hombre, pertenecientes a la escala humana, y de los cuales podemos ver algunos ejemplos en la propia Tierra, entre las razas primitivas y los individuos geniales, destacándose entre estos la figura impar de Cristo, como perfecto modelo de la más alta expresión humana conocida en el planeta; 5) El hombre, gracias a su naturaleza espiritual, puede tomar conocimiento del llamado universo supernormal o híper físico, entrando en una relación directa o indirecta con seres inmateriales, incluidos los propios hombres liberados, del organismo físico por el proceso común de muerte.
Rumbo a las Estrellas Así, como afirma Dennis Bradley, no estamos parados en la Tierra, fijados, como muñecos dolorosos movidos por cuerdas invisibles, en un diminuto punto del Universo, la cara material del planeta donde ocurren nuestros dolores y ansiedades pasajeras. No somos galeras de fatalidad, ni simples fuegos fatuos que se encienden y se apagan, ininterrumpidamente, en el breve intervalo entre la cuna y el túmulo. Tampoco somos el juguete absurdo de una realidad universal "nominalista", que, a través de nuestras individualidades múltiples y sin sentido, buscaría la conciencia de sí mismo. Además de la concepción estratificada de los dogmas de fe y más allá de suposiciones incoherentemente trascendental de la ciencia materialista, el Espiritismo nos lleva a la convicción racional de que somos espíritus en evolución a través del tiempo y del espacio, partículas de un todo que es la Humanidad universal, y caminamos desde la Tierra hacia las estrellas. “En la casa de mi padre hay muchas moradas”, afirmó Cristo a sus discípulos. En el Universo infinito hay innumerables mundos habitados. Y el destino del hombre no es el simple sumergir de una gota de agua en el océano, más si el encuentro consciente de una realidad superior, la cual nos dan noticia los que, como Buda y Cristo, alcanzaron las cimas de la conciencia liberada de la prisión de la forma.
Venid a mí, todos los que andáis en trabajo y os sentís cargados, y yo os aliviare, repite el Espiritismo a los hombres de hoy. Porque sus enseñanzas dan seguridad al atribulado espíritu, consuela a los afligidos y desesperados, y abre a la Humanidad sin rumbo de la era científica, amenazada de autodestrucción, las puertas anchas y luminosas de un entendimiento más humana de la vida y del mundo. Que lo contradigan los negativistas, los que no creen ni puede creer en esta nueva y más amplia visión universal. Pero, cuando quieran acusarnos de visionarios, de soñadores inconsecuente, de amantes de lo maravilloso, que verifiquen primero sus propias convicciones, las bases frágiles en que se asientan, ya no digamos sus sueños, más también sus pesadillas. Y, cuando quieran negar la evidencia de los hechos, en la que basamos firmemente nuestra creencia, que lleven a cabo pesquisas e investigaciones más profundas, más sistemáticas, más constantes, más serias, más científicas que las realizadas por quienes nos regalaron el incomparable bagaje de la bibliografía metapsíquico y espiritista. No pueden satisfacernos, ya ahora, las simples palabras y las suposiciones de quienes pretenden ser entendidos. Más fuerte que los argumentos hablan los hechos. Y los hechos están ahí, frente a todos, como un desafío permanente.
FINAL