Nombres de persona nombres propios o nombres de pila que, por la adición de algún sufijo especial, pasan a ser un nombre familia de origen antroponímico. Varios ejemplos: Garcés (< García), González (< Gonzalo), López (< Lope), Martínez (< Martín), Rodríguez (< Rodrigo), Ruiz (< Rui o Ruy, diminutivo de Rodrigo), Friedrichsohn (< Friedrich, Federico), McArthur (< Arthur, Arturo), McDonald (< Donald, Donaldo), Paulov (< Paul, Pablo), Petrov (< Piotr, Pedro); Johnson (< John, Juan), Aymerich (< Aimery), Williamson (< William, Guillermo), Denisovich (< Denis, Dionisio), Vladic (< Vlado/Vlad), Sorensen (< Soren), etc. En muchos casos, estos sufijos derivan de, o son análogos, al sufijo genitivo romano: '-ici'. Nombres de oficios dado que en la Edad Media en gran parte de Europa los oficios eran hereditarios dentro de la familia eso facilitó la identificación de una determinada familia con un determinado oficio, por esa razón tras unas generaciones la denominación de ciertas familias quedó ligada a nombres de oficios. Nombres de características físicas según el color de cabello o alguna característica física notoria frecuentemente atribuible a una gran parte de los miembros de una familia. Ejemplos: Rubio, Calvo, Caamaño, Calvete, Bermejo; Pétit; Klein, Krause, Schwarzkopf; etc. Toponímicos,
nombres
de
lugares
(aldeas,
pueblos,
ciudades,
provincias, regiones, países) asociados a gentilicios toponímicos que designan el origen de una determinada familia. Las categorías anteriores no agotan todas las posibilidades pero la gran mayoría de apellidos usados por las lenguas de origen europeo pertenezca a alguna de las categorías anteriores. Ejemplos: Tudela, Espanya o España, Barcelona, Francia, Zaragoza, Toledo, Sevilla, Valencia, Segovia, Portugal, Villar/Vilar (pueblo pequeño, aldea), Elizabelar/Elissabelar (campo, pradera), etc.
Aspectos formales[editar] A partir del siglo XIX en España y en la América hispana se fue imponiendo, primero como uso y después como norma en diversos ámbitos administrativos, legales, militares, etc, el sistema de doble apellido; en primer lugar el procedente de la familia del padre y en segundo
el
de
la
madre
(apellidos
paterno
y
materno,
1
respectivamente). En Argentina, tradicionalmente, se utilizaba sólo el apellido paterno, no el materno, pero un proyecto de ley impulsado en 2008 habría previsto homologar esta situación a la del resto de países hispanohablantes.2