La congregación de los justos

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MERODEO ediciones


La congregaciรณn de los justos Javier Martinez Conde



Por tanto, no se levantarรกn los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregaciรณn de los justos. Salmos 1:5



Apรณcrifos


Dogma Desde los Imperios de la Creación han venido a conquistarnos los infiernos y las cruces, la traición, el celibato. Hemos tenido que aprender a construir entre saqueos y cimientos de escaleras, hormigones y morteros de manos olvidadas por la Historia, encender el fuego una vez más, siempre una vez más, antes del vaciamiento y del discurso inconsistente de obediencia, que silencia desviaciones del sentido, que gobierna los demás sentidos y que reduce toda expresión a un único juicio final.

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Con qué dios inabarcable nos confundimos, en qué paredes estaqueamos nuestros cuerpos, las sombras, las carnes dóciles. Con qué Olimpo conversamos, misioneros del privilegio y de la vergüenza. El amor es una excusa para la guerra y en la guerra, la resurrección del beso, el único escudo posible.

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GĂŠnesis En las manos de la noche gira un vino y en sus ojos, el fuego nos devuelve la mirada. El sosiego se acurruca entre nosotros y estĂĄ bien; los poetas reconocen al poema su lugar de origen: el lenguaje es el consuelo que nos rompe; lo infinito serĂĄ siempre lo que fue y en el puente de las cosas, el poema reconoce a los poetas el silencio necesario, la complicidad, porque a veces poco alcanza con nombrar.

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Sacramentos


Bautismo DespuĂŠs de remar, mi padre cada noche se sumerge en la pantalla y sigue la corriente de un canal estrecho buscando en la marea un cauce que lo arrastre hasta la cama y pueda anclarse en la profundidad de un sueĂąo antes de que el ahogo sea irreversible.

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Confesión Mis miedos son perros demonoambiente. Hemos aprendido a convivir pero cuando no estoy, ladran y los vecinos escuchan; cuando llego, me saltan encima con la postergación de sus desechos y piden salir a jugar un rato y a marcar territorios, con la libertad engañosa de las correas sin dueño.

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Penitencia Mamá dice que esta noche viene el Ratón Pérez. “Guardá el diente abajo de la almohada”, dice. Me lo dice riendo con la boca, pero no con los ojos. A mamá le cuesta abrir los ojos; a mí también. Yo ya soy un nene grande, me dice papá a veces. “Ya estás grande”, dice, y me mira sin los ojos. A papá le cuesta mirar a la gente a la cara; a mí también. A veces pienso que papá es también el Ratón Pérez. Otras veces se me pasa, porque eso es imposible. Hoy se fue temprano, pero no me saludó. A mamá le duele que papá no nos salude; a mí también. Papá vive diciendo que mamá es una puta. Papá y mamá son novios, dijo la maestra. “Son más que novios”, dijo y yo la miré a Laura. Yo quería que Laura fuera más que novia y por eso, le dije que era una puta. 18


“Sos una puta, Laura” dije y me pegó una cachetada. La maestra me retó y me dijo que eso estaba mal. De repente, Laura tenía ganas de llorar y yo también. Hoy papá dijo que mamá era una puta. Yo pensé en Laura y le pegué una cachetada. Mamá dice que esta noche viene el Ratón Pérez. “Guardá el diente”, dice con los ojos hinchados. “Yo ya soy un nene grande, mamá, ya sé que no va a venir”. A mamá le gusta mucho cuando estamos abrazados. A mí también.

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Confirmación Sería hipócrita decir que no te envidio. Qué fácil la vida si copiara tus movimientos, como los copiás vos de alguien más. Te envidio la religión, los libros de autoayuda, la falta de interés, el sentido común, las frases hechas, las corbatas y los sellos, la sublimación en cuotas con descuento de la culpa, la ideología construida desde el living de tu casa, la carrera que da guita y enorgullece a tu papá, la sexualidad socialmente aceptada, la familia tipo, la canita al aire, los viajes en el auto para salvar la relación, esa cara de muñeco que no necesita chamuyar para coger, que coge y punto, sin vergüenza ni registro del otro y que después del orgasmo, duerme, sin preguntas, sin reclamos, sin amor. 20


Te envidio porque si no digo que te envidio, tengo miedo de que tengas miedo todo el tiempo como yo, de que te enteres que tanto esfuerzo por impresionar, por gritarle al mundo que hacés lo que te dicen que tenés que hacer, a nadie le importa de verdad, porque están ocupados en copiar los mismos movimientos que copiás vos de alguien más.

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Matrimonio Resignarse siempre serรก una opciรณn. Lo mรกs noble es dejarlo todo.

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Unción Mi mujer siempre es la primera en levantarse: en una coreografía veloz sale del baño y prepara el desayuno para los chicos. Mis hijos rezongan en su pieza, se ponen los uniformes, peinan sus pelitos cortos, salen. Yo, en la cama aún, pienso excusas para faltar al trabajo y a veces para dejar a mi mujer pero mis hijos pero el deber es lo único que importa, dice mi padre. Ya en el auto, agarramos la rutina del sur, nos dejamos envolver por las bocinas y la radio y, después del silencio, nos deseamos buena suerte hasta la noche. 23


No sé qué haría sin mi familia. De vuelta en casa, prendo la tele y me entero de que los profesores les enseñan barbaridades a mis hijos, hacen política con ellos y después rezongan en su pieza, no quieren ponerse el uniforme y hablan de un joven desaparecido. La tele dice que los profesores adoctrinan a mis hijos. Mis hijos dicen que la tele adoctrina a su padre.

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Mi mujer siempre es la primera en acostarse: en una coreografía veloz lava los platos y deshace la cama para nosotros. No sé qué haría si mis hijos desaparecieran. El deber es lo único que importa. Padre, el bostezo es el último testigo de este averno embelesado.

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Comunión No me importa morir en estas calles, mientras estén pobladas de nosotros. La vida empieza acá, entre los cuerpos libres; lo demás es subsistencia. El viento ondea en las banderas que nos aferran al grito. Lo suspendido envuelve al aire en la densidad de los hechos: el mundo es cada vez más el mismo, el mismo argumento, la conservación de privilegios como disparo de la verdad, el hambre en las entrañas del sueño, la violencia sobre los techos de la conciliación y la impunidad en los pasillos del olvido. 26


Lo único inquebrantable es la unidad. No me importa llorar en estas calles, mientras estén regadas de sentido. El miedo se esfuma ahí, en cada abrazo; lo demás es resistencia.

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Salmos


Corpus Una jaula salió en busca de un pájaro Kafka Nosotros, los humanos, somos la jaula, barrotes signados por la rutina, siempre con la gomera dispuestos a matar o morir cayendo, hundidos en el pozo gravitatorio de nuestra realidad de seres que no vuelan, apropiadores de lo ajeno, insinuantes inconscientes de incitaciones intransigentes, tradicionalistas sedentarios de la vida carcelaria, temerosos de la noche y de los sueños que nos libran / del consuelo de sabernos mortales, productos envasados que esperan su fecha de vencimiento y que no hacen otra cosa que exhibirse según sea su conveniencia.

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Las palabras, en cambio, emigran como las aves en busca de lugares cálidos que las resguarden del olvido, aletean canturreando sin memoria, sin historia, sin pasado ni ambiciones; y de repente, los humanos, las gomeras que las bajan de un hondazo a la llanura, las convierten en acuerdos, intereses, dictaminan dónde escriben, dónde borran, dónde abusan los recursos de saliva, dónde callan las verdades más oscuras, dónde apresan las ideas que son libres. ¿Qué es entonces la poesía? No me animo a sostenerlo, pero apunto: las ideas, los poemas y los sueños son el vuelo en el medio de las fuerzas. Soy humano y me asumo como jaula, la palabra es el ave que no suelto; lo del medio, lo imposible de nombrar, la frontera del asombro y del sentido.

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Poesía son las cosas que no explico, libertades que las jaulas no dominan. Quizás lo importante se guarda mejor cuando queda en silencio, cuando uno que era jaula no persigue, cuando lo que era palabra vuela más alto y se transforma y resignifica la mirada de las cosas, las cosas sin nombre.

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Encarnación Quiero mirarlos a los ojos y decirles: a veces pienso que nadie me comprende. Decirles también: la poesía me salvó. Puedo sentir el perfume de su aliento, sus sonrisas de hormiga, las hojas tatuadas en la espalda, la tinta, el camino hacia la cueva; las palabras son obreras y por tanto, se organizan en función de sus conquistas. Esta jaula está abierta por sus luces, esta herida, este preso amotinado. No hay sentencias que resistan la ilusión. Quiero mirarlos a los ojos y decirles: a veces pienso que ustedes me comprenden. Sólo eso es suficiente. 33


Epifanía Yo no escribo porque es divertido, aunque muchas veces lo sea; o porque es necesario, aunque muchas veces lo sea. No elijo la poesía como se eligen los gustos de helado o las remeras. No es el antojo lo que determina un nuevo eco, sino más bien la sensación de ser un arma, el poder y la desdicha de ser un arma y nada más: disparar palabras con la insistencia de quien sólo sabe quedarse callado. 34


No soy yo cuando no escribo, aunque muchas veces lo sea cuando otros me escriben con la certeza de conocerme mejor que yo. Escribo para no matar y a veces tampoco alcanza, por eso sigo escribiendo.

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Dicen los diccionarios que acaecer es suceder, producirse un hecho. No es casualidad, quizás, que deba enteramente el origen de este libro a Acaecer, taller mayúsculo de creación literaria, que dicta todavía Juan Manuel Corbera, amigo. Digo amigo porque creo necesario resaltar la importancia de un vínculo sincero y predispuesto a trabajar como orfebrería algo que responde a una fuerza superior, o por lo menos mística. Los diccionarios han convenido también en nombrarla poesía. Entonces, este homenaje. [ Más información: acaecerlit@gmail.com ]


Diagramado en la Ciudad Autónoma de

Buenos Aires

bajo la curaduría de

Merodeo Ediciones impreso en los talleres de

Dagas del Sur

—primera edición— invierno del año 2018




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