Revista del Museo de Historia Natural de La Pampa - Nº3 - 2018 - ISSN 2618-2408

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ASTRONOMÍA

ENTRE SOL Y LA LUNA NUESTRO CALENDARIO MODERNO DARÍO PIRODDI FUENTECILLA Área Comunicación Institucional Museo Provincial de Historia Natural Secretaría de Cultura de La Pampa

os movimientos de los astros siempre han cautivado a las masas, desde las antiguas civilizaciones hasta las sociedades actuales. Muchas veces fascinados por algún significado místico, o tan solo por la contemplación de la inmensidad que significan. Pero de todos ellos, nos detendremos particularmente en los dos cuerpos más brillantes de nuestro cielo, nuestra estrella, el Sol, y su compañera, la Luna. Ambos objetos celestes tienen una influencia y protagonismo central en nuestro trascender cotidiano, no solo por su injerencia en el crecimiento de las plantas o en el devenir de las mareas, los vientos y las corrientes oceánicas. Si no también, porque determinan nuestro calendario moderno. Con el desarrollo de la agricultura muchos pueblos de la antigüedad comenzaron a prescindir del nomadismo para establecerse en núcleos sedentarios, los poblados permanentes. La fuerte dependencia que estos pueblos tenían de su producción agrícola, nutrió la necesidad de adquirir rápidamente aquellos conocimientos sobre los fenómenos que determinaban la prosperidad de sus cosechas. Así comenzaron a notar que existían días más cortos y días más largos (equinoccios y solsticios, dependiendo del hemisferio en que se observe) que determinaba periodos importantes para sus cultivos. Así nacieron las estaciones del año, de vital importancia para el desarrollo de la agricultura, y es allí cuando los primeros calendarios surgieron. En estos rudimentarios calendarios se vinculaban los ciclos lunares (el tiempo que tardaba la Luna en estar en una misma fase, unos 28 días) y cuántos de estos ciclos entraban en un año. Básicamente dividían la duración de la traslación terrestre (365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos) por el tiempo de un ciclo lunar. Estos sistemas de efemérides lunisolares presentaban varios problemas, ya que esta relación no fijaba un número entero de días, y así que cada tanto iban agregando meses o algunos días. Hay una curiosa anécdota que sucedió durante el siglo I a.C. en Roma, donde los desfasajes acumulados implicaron que el invierno empezara en el mes de marzo y el otoño en diciembre.

NASA / SDO / LRO / GSFC

La medición del tiempo ha sido crucial para el desarrollo de las primeras poblaciones sedentarias que pretendían desarrollar la agricultura. Los movimientos del Sol, la Tierra y la Luna sirvieron para conformar los primeros calendarios, incluso aquel que utilizamos en la actualidad.

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El calendario moderno De aquellos primeros calendarios al moderno, se sucedieron muchos avances en las ciencias matemáticas, físicas y astronómicas que permiten determinar con asombrosa exactitud

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el paso del tiempo y de los astros. Sin embargo, el calendario que usamos actualmente, llamado “Calendario Gregoriano”, continúa siendo lunisolar. Este fue diseñado a partir de las antiguas pero precisas mediciones tomadas por los astrónomos medievales, quienes pudieron establecer la duración del año en función del tiempo que demora la Tierra en trasladarse alrededor del Sol. La duración de los meses fue fijada a partir de una tradición mucho más primitiva, posiblemente nacida en los albores de la humanidad, la observación de la duración del ciclo lunar, 28 días. Sin embargo, los 365 días que dura el año, y la suma de los 12 meses de 28 días cada uno, no coinciden en los días totales, por lo que tenemos meses a los que se les han agregado días con el fin de unificar el esquema. Además, el actual calendario contempla otros detalles de los movimientos celestes, que por ejemplo hace que debamos incorporar días en los años bisiestos (cada 4 años), o incluso sumar o quitar minutos o segundos en nuestros relojes.

Un ajuste al calendario en las Américas El actual calendario se delineó formalmente durante 1582 en el Vaticano por orden del Papa Gregorio XIII, y vino a sustituir al Calendario Juliano, utilizado por Julio César desde el año 46 a.C. Pero las colonias españolas en América del Sur lo adoptaron recién en 1584. Para poder establecer este nuevo calendario en ellas, se debió realizar un peculiar artilugio justo el año anterior a su aplicación. Cuando dieron las 12 de la noche del sábado 15 de octubre de 1583, no se pasó al domingo 16, si no que el calendario regresó al vienes 4 de octubre. Esto permitió hacer coincidir el viejo Calendario Juliano con el nuevo Gregoriano y de esta manera al año siguiente se instauró definitivamente el Calendario Gregoriano. ¿Habrá sido el primer viaje en el tiempo?


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