DEPENDENCIA EMOCIONAL (Eduardo Brik) 23/02/2010 El Doctor Eduardo Brik es Médico-Psicoterapeuta por el Colegio de Médicos de Madrid, Terapeuta de Familia por la FEAP (Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas) y FEATF (Federación Española de Asociaciones de Terapia Familiar). www.voxel.es/tertu_dependencia_emocional.mp3 (link de la tertulia por si queréis escucharla). Lo primero que Eduardo ha planteado a modo de pregunta a todo el foro: Quien no tenga algún grado de dependencia emocional que levante la mano.... nadie la ha levantado. Han habido sonrisas cómplices. Parece que es algo de lo que el ser humano difícilmente puede estar exento en algún momento a lo largo de su vida. “Sin dependencia no hay relación”. Por supuesto hay grados, y se refiere a un nivel de dependencia mutua que no se eleva por encima de determinados umbrales. Surge una palabra importante: Reciprocidad (que no trato igualitario, más tarde matiza ambos). Para Eduardo en las sociedades occidentales modernas, en las que se va tan deprisa a todas partes (o a ninguna parte, según se mire…), las relaciones se han tornado algo superficiales. Ese sería el otro extremo de la dependencia. Una relación con un grado extremo de independencia que lleva a una relación verdaderamente diluida, difusa, sin cuerpo ni forma. Entra en la patología de la dependencia extrema, que va acompañada del sufrimiento. Según Eduardo las relaciones de padres, familiares y amigos en general marcan y pueden generar un vacío emocional por carencias afectivas tempranas. La infancia es especialmente relevante por cuanto es la edad en la que se generan unos patrones de entendimiento del mundo que luego son muy difíciles de cambiar. El dependiente extremo va a la consulta normalmente cuando se ha producido una ruptura con su pareja o está a punto de tenerla. Entonces se desencadenan episodios de apego ansioso, de depresión, de sufrimiento intenso. Es algo que sufre el paciente, pero también los allegados del paciente que normalmente agotan todo su arsenal de buenas intenciones de ayuda sin solución aparente. La persona no deja de hablar de quien le abandonó, el cual incluso ha podido ser un/a maltratador/a. Las palabras racionales: “dejaló, olvidaló” no solo no parecen funcionar sino que pueden generar las más de las veces un efecto rebote. Aparece el término codependiente: aquella persona que vendría a ser dependiente de un dependiente. Adjunto la definición de Wikipedia que me parece muy interesante y esclarecedora: El codependiente suele olvidarse de sí mismo para centrarse en los problemas del otro (su pareja, un familiar, un amigo, etc), es por eso que es muy común que se relacione con gente "problemática", justamente para poder rescatarla y crear 1
de este modo un lazo que los una. Así es como el codependiente, al preocuparse por el otro, olvida sus propias necesidades y cuando la otra persona no responde como el codependiente espera, éste se frustra, se deprime e intenta controlarlo aún más. Con su constante ayuda, el codependiente busca generar en el otro la necesidad de su presencia y al sentirse necesitado cree que de este modo nunca lo van a abandonar. Es muy común que en una relación el codependiente no pueda poner límites y sencillamente todo lo perdone a pesar de que la otra persona llegue a herirlo de manera deliberada. Esto es simplemente porque el codependiente confunde la "obsesión" y "adicción" que siente por el otro con un inmenso amor que todo lo puede. Por ende, el codependiente es incapaz de alejarse por sí mismo de una relación enfermiza por más insana que ésta sea y es muy común que lleguen a pensar que más allá de esa persona se acaba el mundo hasta que reconocen su condición psicológica y el codependiente decide hacer algo para cambiar la manera en que vive y así terminar con la codependencia o no volver a generar su codependencia en otras personas o en futuras relaciones. Define la palabra resiliencia: capacidad de superar las adversidades y seguir adelante. Todos podemos superar momentos duros, generalmente a través de figuras positivas. Clínicamente a esta patología se la conoce como apego inseguro, apego ansioso o trastorno por dependencia y se sintomatiza por las siguientes características: 1- Búsqueda continua y obsesiva de relaciones de pareja. Las personas dependientes sienten pánico (miedo agudo) a la soledad, y se torna una necesidad excesiva de pareja. Es habitual en este perfil que esta persona navegue de relación en relación sin interrupción entre ellas. 2- Necesidad excesiva de la pareja. Esto no se debe confundir con el enamoramiento (este tampoco debería confundirse a su vez con el amor, añado). La sensación está ampliamente estudiada y conocida por la ciencia y el tiempo que puede durar el mismo navegaría entre los 3 meses y, decía Eduardo “si te dura hasta 5 años ya eres un agraciado”. 3- Elección de parejas dominantes y narcisistas, pudiendo ser hostiles al grado de maltrato. Este tipo de personas están acostumbradas a relaciones totalmente desiguales (sin reciprocidad alguna). Ven en esas personas dominantes lo que ellos no son (aparentemente seguros de sí mismos). Buscan este tipo de perfil porque les genera un sentimiento de protección. Aparece aparejada la idea de carencia. Bien se trata de personas con una baja autoestima o una alta autoestima “fingida” (alguien que demuestra un fuerte carácter para ocultar su inseguridad). 4- Sumisión. La idea es la de someterse al otro y hacer todo lo que quiera o diga para que no desaparezca. El problema fundamental es que en esta interacción precisamente lo que se acrecienta es la dominación y hostilidad del otro.
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5- Miedo atroz a la ruptura. En la cabeza del dependiente es esa persona o se acaba el mundo. Llegan a pensar que el otro “les dio la vida”. 6- Necesidad de agradar a las personas (rellenar huecos afectivos) excesiva. Pretender ser simpático y caer bien a todo el mundo de forma extrema. Esta persona busca la aprobación y aceptación de los otros, desde una posición autoconferida de inferioridad. La aprobación se busca como un premio necesario y como una forma de parchear su autoestima. 7- Patología adjunta. Normalmente va asociada a otro trastorno (depresión, trastorno límite de personalidad, drogadicción). Donde hay una dependiencia puede haber otros problemas más allá de la propia dependencia y hay que detectarlos porque pueden forma parte de las causas de que esta se desencadene. La baja autoestima, el miedo a la soledad y la vivencia de un fuerte desequilibrio en la relación de pareja son indicadores fundamentales de la dependencia. Es muy factible asimismo que en periodos de depresión, la vulnerabilidad que sentimos nos convierta por ese tiempo en personas dependientes. Existe el planteamiento de que la dependencia se trate como una enfermedad. Es una patología individual (la sufre una persona concreta), pero realmente se trata de una patología del vínculo (la persona sufre a causa de su relación con otra u otras personas). Hay gente que sale adelante de su dependencia por otra persona, pero a costa de entrar en otro tipo de trastornos límite: drogradicción, darse fuertes atracones de comida o cultivar una fuerte arrogancia. Lo que no mejoraría su situación. Solo la variaría. Eduardo Brik plantea que existen en general diferencias de género entre las personas dependientes. El varón dependiente es típicamente muy celoso, posesivo y dominante, pero esta última característica deviene de su inseguridad que trata de contrarrestar con un fuerte carácter. Quiere la exclusividad de vínculo con su mujer y normalmente trata de aislarla de todo su entorno (familia, amistades,…). Busca someter a la mujer, no tanto por el vínculo afectivo como por su deseo de posesión. En el caso de la mujer dependiente su forma de ser sin embargo es típicamente la de alguien sometido, que trata de agradar obsesivamente a su pareja y que no se valora a sí misma sino en relación a su capacidad de mantener el vínculo a toda costa. Generalmente lo hace a costa de reprimir sus emociones más profundas y normalmente elude expresar lo que siente, quiere o desea. Según Eduardo Brik el ser humano “tiene esquemas para todo”. Estos esquemas no son estáticos, pueden cambiar a lo largo de nuestra vida. Nuestras interacciones vitales (familia, amigos, pareja) nos conforman esos esquemas desde la edad temprana. Para las relaciones también tenemos esquemas. Esquemas de interacción, que pueden ser operativos para nuestra vida o suponer un freno.
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Eduardo, en las relaciones de pareja aboga por la reciprocidad, que no la equitatividad. Se refiere a que en pareja se debe dar y recibir para que la relación fluya, pero que la visión de dar y recibir estrictamente lo mismo y “llevar la cuenta de pérdidas y ganancias al día” no funciona y a la larga la relación solo se deteriora si se tiene esa visión exageradamente igualitarista. Pregunta Eduardo por cuales creemos nosotros que son las claves para tener una relación saludable. Varios participan. Estas son sus respuestas: -
Respeto Cariño Expresar el interés por el otro/a Capacidad de escucha No aislamiento (referido a no alejarse de la otra persona emocionalmente) Ser flexible y adaptativos Capacidad de negociar (sacrificar unas cosas por otras) Gestionar las expectativas propias con respecto a la pareja y de la pareja con respecto a nosotros
Todas me parecen fundamentales, pero por aportar, añadiría al listado el esfuerzo por entender la diferencia entre hombres y mujeres. En pareja interpretamos al otro/a por como pensamos/sentimos nosotros. Y morfológica y emocionalmente, así como de manera de pensar ambos géneros somos muy diferentes. Conviene no perder de vista jamás ese hecho, para entendernos y por ello aceptarnos mejor. En cuanto al tratamiento, existen grados de dependencia (de casos más leves a más severos) en función de tres parámetros: 1- Según el grado de narcisismo de la pareja 2- Según el grado de dominación que ejerza la pareja 3- Según el tiempo de sufrimiento que se lleve en la relación La persona dependiente vive una situación de autoengaño normalmente para seguir adelante sin tomar en consideración todos los indicadores que se dan en su interacción de pareja, lo que le aleja de la realidad. En principio, el terapeuta no debe plantear la posibilidad de separación, porque de hecho puede ser completamente contraproducente. Sin embargo, Eduardo aboga por llegar a plantear la separación de su pareja según el nivel de deterioro que vive la pareja y el paciente en concreto. Pero hay que recorrer un largo camino con el paciente llevándolo lejos del nivel de irrealidad en el que vive hasta poder hacerle un planteamiento de este tipo para que sea mínimamente efectivo. Cuando se produce la ruptura, aparece el síndrome de abstinencia. Al igual que ocurre con la drogadicción o la adicción al tabaco. Existe la necesidad imperiosa de contactar con la otra persona, se dispara la ansiedad, difícilmente se puede conciliar el sueño y piensan que lo que quieren hacer es volver a reanudar su relación.
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Los dejados (dependientes) piensan que no sirven para nada en nada. Tienen la autoestima bajo mínimos, lo que no facilita cubrir las etapas para el camino de la recuperación. En su terapia, Eduardo en algunas ocasiones plantea que el paciente firme un compromiso por escrito. Comentó a raíz de eso el caso de un paciente que llevaba 20 años casado, con hijos en el matrimonio, pero ya separado de su mujer, que aprovecha las veces que va al antiguo hogar común a recoger a sus hijos para mantener relación con él. Preferentemente basada en que él siga haciendo pequeños y grandes arreglos en el hogar (se conoce que el hombre es un bricomaniaco, y la mujer se aprovecha de ello). La firma del contrato con su terapeuta forma parte de su recuperación al adquirir un compromiso tangible y con un tercero a modo de testigo y fedatario. En tal contrato se comprometía a no hablar con su mujer más allá de lo estrictamente necesario (tema hijos), a no entrar en la casa para hacer reparaciones, a hacer cosas para sí mismo…. Un factor para salir adelante es empezar a hacer cosas positivas para uno mismo (lo que sea, practicar un hobby, juntarse con amigos, leer, tratarse bien a uno mismo en definitiva). Según Eduardo, ella también tenía un trastorno y quiere evitar que él se recupere porque piensa que si lo hace, desaparecerá de su vida. Me llamó la atención una frase concreta que la dedicó: “Ella no lo puede ver sano”. Terrible, pero cierto. Los abandonados (en realidad aplica más esto a las abandonadas, porque los hombres se encierran más en sí mismos y sus emociones) suelen apoyarse en sus amigos hasta la extenuación de estos/as, que no saben ya que más hacer para ayudar e incluso logran hastiarse de la situación. Eduardo plantea la intervención en la pauta (primero llamar a los amigos 8 veces al día en vez de 10!!!!!!!! y luego ir reduciendo el volumen de llamadas hasta llegar a dejarlos en paz a los pobres, jajaja). Me parece absolutamente esencial lo siguiente que dijo Eduardo: “Los cambios deben venir desde dentro de las personas”. Los otros pueden ayudar, pero el cambio es una responsabilidad propia. Sobre la pareja, apuntó que hay tres tipos de necesidades básicas a cubrir en la misma: 1- Necesidades individuales 2- Necesidades individuales (del otro/a) 3- Necesidades de la pareja (ambos) Las claves de la pareja para Eduardo (no las comentadas arriba por el grupo en global) son: -
Comunicación fluida Tener proyectos en común 5
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Salidas (referido a actividades fuera del hogar) Sexualidad más o menos ajustada a las expectativas de ambos Creatividad (no sabemos si sexual :-D. En serio, parece que se refiera sobretodo a no dejarse derribar por la rutina en todos los ámbitos de la pareja) Tolerancia a la diferencia Expresar emociones Poder ceder / pedir perdón (esta me pidió Clara que la subrayara, no sé por qué :-D)
Volviendo a la dependencia, un elemento que también me parece muy importante y que comentó Eduardo es la idea de que “el dominado hace propio el sistema de creencias del dominante”. La memoria es muy selectiva, solo recuerda lo bueno. El esquema mental que el dependiente se crea internamente hace que vea inviable salir de esa relación. Existe también una cierta patología de la “independencia”. Hay personas que cultivan una alta desvinculación afectiva de los otros con el trasfondo de alejamiento para no sufrir, por lo que sería una independencia autoforzada e igualmente insana. El final de mis notas de Eduardo es una frase un tanto rara y ambigua: “Los humanos somos seres vinculares, no sociales”. Para darle al coco….. Sus recomendaciones cinematográficas fueron “Precious” (ahora en cartelera) y “Si la cosa funciona” de Woody Allen (aquí se produjo la curiosidad de que durante la charla le comenté a Clara que Eduardo se parecía físicamente al protagonista de esa película un ratito antes de que la recomendara). Esta no la dijo Eduardo, sino alguien en el grupo: “Te doy mis ojos”. Muy esclarecedora. Bibliografía: “Dependencia emocional” de Castelló.
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ANEXO Mis recomendaciones cinematográficas de películas más cercanas serían “(500) días juntos” (“(500) days with Summer” es el título original) y “The Reader” una historia de dependencia a distancia, porque no olvidar y conseguir rehacer la vida focalizando la vida en aquella relación pasada aunque no se vea al sujeto amado también lo es. Referencias más lejanas serían por supuesto “Otello” (paradigma del hombre dependiente manifestado en sus celos) y “Romeo y Julieta” (paradigma del amor romántico. Sin el otro ya no merece la pena vivir). Recomiendo igualmente escuchar muy atentamente la letra de millones de canciones bonitas, algunas preciosas incluso, que nos emocionan, y hacen que las lágrimas broten por nuestras mejillas…pero absurdas y realimentadoras de emociones empequeñecedoras de uno mismo. “Sin ti no soy nada” de Amaral o “nada que perder” de Conchita son dos ejemplos perfectos de ello. Mi primera aportación para superar la dependencia (severa) estaría contenida en la siguiente frase (a internalizar): “Aprende a vivir sin aquello que temes perder”. Se disfruta verdaderamente lo que se vive y lo que se tiene cuando desaparece el sentido de posesividad profunda, que lleva a concebir lo que se tiene con miedo a perderlo. Entonces se desarrolla una neurosis por la cual ya no se disfruta lo que se está viviendo y solo hay angustia y una forma de actuar que paradójicamente acelera la degradación de las relaciones caminando hacia el fin de las mismas o su perpetuación enfermiza (esto segundo probablemente es aún peor). Subrayo lo que manifestaba Eduardo. Salir de la dependencia solo tiene un camino: El viaje (real, con convicción) hacia uno mismo. Peculiarmente, en algún momento del camino nos encontramos con nosotros (ese gran desconocido :-D) y seguimos el trayecto sin volvernos a sentir nunca más solos. Al margen de todas las alternativas y síntomas que ha enumerado Eduardo Brik por las cuales una persona puede sufrir una dependencia emocional severa, a mí me gustaría lanzar las siguientes aportaciones para generar debate: - La gente normalmente tiene un cierto cariño por sí mismo/a, pero no se quiere realmente. Quiero decir que las personas se tienen en cuenta, y tienen sentimientos para consigo, pero esos sentimientos muchas veces no son saludables ni conforman una real AUTOestima, más bien al contrario. La compasión por uno mismo, sentirse víctima continuamente, pensar que en nuestra vida nada va a salir bien, considerar que para estar bien o ser feliz son necesarios los demás a toda costa son todos ellos pensamientos autodestructivos. Y convierten a la persona en sujeto en potencia de hacerse dependiente de alguien. Todas esas emociones generan una retribución emocional. Neurótica pero retribución al fin y al cabo, por eso tienden a perpetuarse. Máxime dada la inercia del ser humano a mantener las 7
cosas como están y su aversión al cambio, del que solo se sale con el pequeño gran cambio de empezar a hacer cosas positivas por y para uno mismo y se continúa necesariamente cambiando el esquema mental esclavizante que no nos vincula, sino que nos encadena al otro. - Complejo de inferioridad. La pareja es un premio, no alguien con quien compartimos un proyecto. Que él/ella no esté y nos haga caso es el castigo. Eso hace situarse a la persona en una situación continua en la que no se hace valer y sentir que la otra persona está a nuestro lado casi, casi “por hacernos un favor”. Nada productivo humanamente puede salir de una relación con esa dinámica. - Delegar la responsabilidad de nuestra felicidad en un tercero (cuando es responsabilidad irrenunciable propia). - La dependencia emocional no es amor, aunque se confunda con él. Realmente es emparejarte con alguien para (tratar de, sin éxito) superar sentimientos y emociones que no sabemos (porque nadie nos ha enseñado) enfrentar solos. La relación así es más cercana al parasitismo que a la simbiosis. - La palabra clave es MIEDO (no solo genera dependencia sino la inmensa mayor parte de las patologías). A la soledad, al futuro, al rechazo, a sufrir, al cambio que provoca incertidumbre.... El miedo evolutivamente nos ha hecho sobrevivir como especie, pero en demasiadas ocasiones nuestro inconsciente percibe amenaza y libera miedo. Hay tres respuestas básicas ante el miedo: pelear, huir o mimetizarse con el entorno hasta que (sienta que) desaparece la amenaza. El dependiente hace lo tercero continuamente porque se siente en amenaza permanente. Y sí, quedarse paralizado/a por el miedo es también mimetización. - El factor cultural: El ideal del amor romántico (luchar por el amor desde la entrega total al otro). El ser humano tiene unos esquemas para enfrentarse al mundo, es su filtro para percibir la realidad. El romanticismo como paradigma vital frena enormemente la posibilidad de recuperación ante la pérdida del ser amado. Al haberse entregado al otro, si te abandona, realmente la sensación de desvalimiento es total y la única posible salvación que se concibe es volver con esa persona, y para ello se trata de entregarse más aún al otro. La dinámica es perversa. En cada interacción con el otro cada vez se es menos uno mismo y así sucesivamente. Por otra parte, ya no es el otro en sí. Es una idea vital que supone un pilar en el sistema de creencias. Quiero decir que lo que está en juego con esa separación no es ya una mera relación de pareja, sino toda una manera de entender y de enfrentarse al mundo. La analogía sería que la ruptura y separación es al romanticismo es lo que la pérdida de la fe es a la religión. Hasta que la persona encuentra un sistema de creencias funcional, más explicativo y acorde con la realidad que verdaderamente vive (en la que quien considera su media naranja puede decidir no serlo ya más de uno/a, o incluso que prefiere más ser media naranja de un/a tercero/a) lo que rige su vida es la desorientación más absoluta.
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- Inmadurez: No ser capaces de asumir que el tiempo transcurre solo hacia delante y que el pasado no vuelve. Traer al momento presente sucesos del pasado nos hace sentir de nuevo. La felicidad sentida en el pasado, no es más que eso, felicidad sentida en el pasado. Para volver a sentir así en el presente debemos trabajar a favor nuestro. Si alguien nos quiso y ya no lo hace, lo único que queda por hacer es asumirlo y seguir adelante. Todo el mundo se abre de nuevo ante nosotros y hay que aprender a saber disfrutarlo liberando nuestra mente de su atención en el ayer. AVISO (para no ser traidor): A quien piense que la ciencia (más allá de la aproximación médica de la psiquiatría) no tiene absolutamente nada que decir sobre este mundo de las emociones…que deje de leer justo ahora. - Biología: Como dice Álvaro, hablar de enfermedades provocadas en la mente, sin tener en cuenta nuestra biología más básica es como irte del cine a mitad de la peli. Conocer cómo actúa nuestro cerebro (en el que coexisten actos reflejos, liberación de emociones y razonamiento) es esencial para entender que ocurre cuando falla. Más allá de la psicología, que detecta patrones erróneos adquiridos por el individuo, la ciencia trata como opera esa capacidad de adquirir patrones. Eduardo hablaba de la memoria selectiva y del automatismo de este mecanismo y como se activa en la persona dependiente, que solo recuerda lo bueno de la relación para seguir enganchado/a. Ojo, que el olvido de todo lo malo (que le llevaría a cambiar el juicio y probablemente su sistema de creencias) es generalmente inconsciente. No lo hace aposta. o Neurociencia: estamos conociendo cosas apabullantes sobre el comportamiento de nuestro cerebro que rompen con lo establecido. Freud abrió el campo de conocimiento al hablar del inconsciente, como esa parte de nuestro propio cerebro que procesaba la realidad sin tener contacto con nuestro yo consciente. Eso se consideraba la parte residual de nuestro pensamiento. La moderna neurociencia nos está mostrando que lo que es residual en nuestros procesos mentales es precisamente la parte consciente. Innumerables acciones propias están verdaderamente guiadas por nuestro inconsciente, pero el ser humano tiende a querer mantener sus pensamientos consistentes con sus acciones. Los psicólogos llaman a esto el Principio de Compromiso y Consistencia. Una vez una persona se ha comportado de una cierta manera, ajusta sus pensamientos para ser consistente con su conducta. Es decir, muchas veces pensamos como actuamos y no al revés. Y actuamos las más de las veces guiados por lo que sentimos…. pero las emociones son una respuesta a un procesamiento anterior emitido por nuestro cerebro siempre (ya sea a nivel consciente o inconsciente). Para tomar el control de la mayor parte de nuestras emociones, liberadas más generalmente por procesos inconscientes, debemos llevar nuestro inconsciente hacia nuestro consciente. Algo que el común de los mortales no suele saber hacer.
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o Llevando todo esto al caso concreto de la dependencia emocional, nuestro inconsciente interpreta una amenaza y libera miedo. Llevados por ese miedo, actuamos. Damos preponderancia a nuestras emociones sin entender que son efecto y no causa (las emite nuestro cerebro) y dejamos que éstas sean causa de nuestros actos posteriores. Nuestro inconsciente es “la guardia pretoriana” de nuestros patrones para entender la realidad. A nivel inconsciente es donde la memoria se vuelve selectiva, y deshecha la información que no coincida con esos patrones, sin pasar por el plano consciente. Por eso es tan difícil llevar al sujeto patológico a la realidad consciente que los demás (no meditatizados ni por sus patrones ni por sus emociones) sí vemos. Realmente para él/ella la realidad es eso. Como se siente y como piensa en base a ello. Volviendo a ese necesario viaje (y viraje) hacia nosotros mismos, y desde este enfoque, lo que estaríamos haciendo sería entender bien nuestros procesos inconscientes. Como actúan, como tamizan toda la información que nos llega, como liberan las emociones, que si no sabemos cómo se desencadenan, son los principales motivantes de nuestros actos en el mundo consciente (y aquí el consciente solo actuaría como emisor de pensamientos racionalizadores justificativos de por qué actuamos como lo hacemos…aunque no sea verdad). Quizás todo esto resulte un poco lioso, ¿no?. La conclusión es que desde el consciente se pueden gestionar realmente las emociones al entender bien todo el proceso. Se puede adquirir un patrón de conocimiento mucho más cercano a la realidad que efectivamente se está viviendo en cada momento. Esto no invalida nuestras emociones para nada (alguna vez que he comentado esto se me ha hecho notar que con esta manera de pensar de alguna forma ningunea las emociones), simplemente las coloca en el nivel jerárquico que realmente les corresponde, y por fin las conduce. Poniendo el ejemplo sobre la dependencia afectiva, si alguien tiene miedo y se siente muy angustiado/a y ansioso/a por la posibilidad de perder a su pareja, puede poner al principio de la cadena las emociones que siente y actuar cultivando su sumisión hacia esa persona para tratar de no perderla (error como hemos visto a lo largo de la charla) o puede ir al fondo de la cuestión. Reconocerse a sí mismo (algo no tan fácil) que lo que siente es miedo, indagar íntimamente porqué está liberando esa emoción y trabajar desde el consciente con ese origen que lo provoca, es el principio de la recuperación. No consiste en cambiar únicamente la forma de actuar, sino obrar un cambio necesario y positivo en nosotros “desde dentro”. Al final no solo la recuperación, sino la construcción de unos patrones vitales más positivos para nosotros y más acordes con la realidad cambiante vienen de la siguiente triada: Experiencia (aprovechar lo vivido y sentido en el pasado a nuestro favor), conocimiento (proporcionado por la propia experiencia, y todo lo que podemos aprender de los demás, eso incluye por supuesto la ayuda profesional como una de las principales fuentes) y voluntad (querer verdaderamente cambiar a mejor, desear mucho más crecer como persona que estancarse y permanecer inmóvil ante el mundo). Cuando se logra sacar a flote el amor propio, se deja de concebir el mundo como un lugar hostil 10
pasando a un entorno lleno de oportunidades de crecimiento. El miedo pasa a ser lo que siempre debió ser, una emoción que se libera cuando hay una amenaza real a la que hay que hacer frente. o Psicología evolucionista: este enfoque de la mente como una parte más del proceso evolutivo es muy moderno, pero increíblemente explicativo. Nos explica muy bien la diferencia existente entre hombres y mujeres, porque tenemos miedo a hablar en público, porqué tratamos tanto de agradar a los demás, la aparición del amor en el ser humano, la necesidad de emparejarnos y los motivos por los que sufrimos al perder ese vínculo también tienen una vertiente explicativa, quizás menos seductora que la psicológica, pero que yo animo a todos a conocer este enfoque. Merece mucho la pena conocerlo.
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