Presentación libro

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PRESENTACIÓN DEL LIBRO “TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA. ASPECTOS TEÓRICOS Y APLICACIÓN PRÁCTICA” Carmen Bermúdez y Eduardo Brik

CRONOGRAMA  20:15- 20:20 Presentación de la mesa a cargo de Roberto Longhi (psicoterapeuta, Presidente de ACCIPIA)  20:20- 20:30 Intervención de Carolina Centeno (Editorial Síntesis)  20:30- 20:40 Intervención de Roberto Longhi  20:40- 20:50 Intervención de Carmen Bermúdez  20:50- 21:00 Intervención de Eduardo Brik  21:00- 21:15 Comentarios del público y cierre

ESQUEMA DE LA INTERVENCIÓN 1. Agradecimientos a la editorial y al presidente de la mesa, a los presentes, a los que faltan. 2. Mi relación con la Terapia Familiar Sistémica 3. Mi contacto con ITAD 4. Mi vocación docente 5. La evaluación como clave en este paradigma 6. Cierre y agradecimientos a pacientes, estudiantes, equipo, amigos, familia y Eduardo

Madrid. Diciembre de 2010

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INTERVENCIÓN 1. Agradecimientos Agradecimientos a la editorial por confiar en nosotros a la hora de elaborar este texto y, en especial, a Roberto Longhi, un profesional al que admiro como tal y un colega que conocemos hace años y que comparte con nosotros el interés por las relaciones humanas y, en especial, por las relaciones familiares. Además, a lo largo de estos años hemos compartido momentos personales y profesionales que me han enriquecido en estas dos áreas, tanto personal como profesional y me han hecho crecer. 2. Mi relación con la Terapia Familiar Sistémica Mi llegada al mundo de la Terapia Familiar Sistémica es casual. Terminada la carrera mi pregunta era si la Psicología era lo que había aprendido en esos cinco años, porque me parecía algo muy limitado. Entonces, una mujer muy sabia, mi madre, fue la que me animó a hacer algún estudio postgrado en relación con la familia. A ella le parecía interesante, no se suele equivocar, es ella la que me ha transmitido, precisamente eso, la importancia de los vínculos familiares, que trascienden la biología. Así empecé mi formación en Terapia Sistémica. 3. Mi contacto con ITAD Cuando todavía no había terminado esta formación conocí el instituto ITAD, de casualidad, a través de un cartel y envié mi currículum, ofreciéndome bien para impartir clases en el máster o atender pacientes (teniendo en cuenta que no tenía ninguna experiencia ni docente ni asistencial) a lo que Eduardo contestó que primero terminara mi formación en sistémica y después hablaríamos. Fue la primera persona que me dio la oportunidad de dar una clase y de ver un paciente, además de enseñarme clave a lo largo de todos estos años: el ser humano, más allá de un “ser social”, es un “ser familiar”. También he aprendido de él cómo se puede desafiar un sistema familiar sin hacer daño, cómo el interés que muestras por la familia es la clave para que ésta confíe en ti y te permita trabajar y cómo nunca hay que perder la capacidad para sorprenderse, la ingenuidad ante lo que traen las familias, el interés por entrar en cada mundo que traen las familias… Hoy sigue siendo así. Creo que es algo que tenemos todo el equipo de ITAD. Madrid. Diciembre de 2010

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4. Mi vocación docente Esta oportunidad de dar clase es la que me descubre mi “vocación docente”, no sólo asistencial (que siempre la tuve). Disfruto y aprendo mucho con los alumnos, dando clase, intercambiando con ellos ideas, dudas, propuestas, las experiencias profesionales y personales que ellos también traen a ITAD. Desde esta óptica docente, cuando comenzamos a pensar qué queríamos transmitir con el libro la idea que me perseguía siempre fue “¿qué libro querría haber leído cuando comencé mi formación en sistémica?” o, como me cometan muchos alumnos interesados en hacer el Máster que impartimos “¿qué querría encontrar si fuera una profesional que necesita ampliar su formación porque su experiencia profesional le hace darse cuenta que necesita ampliar su foco de trabajo?”, “¿qué querría encontrar en un libro para introducirme y empaparme del enfoque sistémico y poder adquirir, no sólo conocimiento, sino también una visión práctica de la aplicación de este enfoque?” Esta idea se ha mantenido a lo largo de toda la elaboración del mismo. 5. La evaluación como clave en el paradigma sistémico De los capítulos elaborados por mí, sin desmerecer los demás, ni mucho menos, destacaría el capítulo sobre la evaluación, simplemente por el hecho de que supone el primer contacto con la familia. Como escribimos en el texto “la familia, en muchas ocasiones, viene con la idea de ayúdanos sin cambiarnos. Hay un miedo a ese cambio porque piensan que les va a generar más sufrimiento, que van a perder identidad pueden creer que sólo un miembro tiene que cambiar o, simplemente porque el cambio siempre produce vértigo. El mensaje del terapeuta es no estáis solos, os voy a escuchar y respetaré vuestro ritmo. Cada familia necesita un tiempo para confiar y dejarse ayudar. La confianza en el poder terapéutico, en las habilidades y la experiencia del terapeuta permite a la familia desnudarse ante este desconocido, enseñarle lo más íntimo y, juntos, trabajar para dejar de sufrir”. Es decir, la clave del proceso terapéutico está en la formación del “sistema terapéutico” y para que dicha formación permita el trabajo en equipo tiene que establecerse un vínculo terapéutico basado en la confianza mutua.

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Además de esta cuestión básica, desde el enfoque sistémico, otro aspecto fundamental radica en “el arte de preguntar”. Como dice el poeta estadounidense Edward Cummings “siempre la respuesta más hermosa a quien inquiere la pregunta más difícil”. Esto es lo más difícil que tenemos que aprender los terapeutas: preguntar. La pregunta se convierte en la llave que abre la puerta hacia el mundo relacional y emocional del paciente y la familia, y los profesionales tendremos que calibrar bien qué puerta queremos abrir, cuándo queremos abrirla y si la familia está preparada para ello. Esta cuestión es tan delicada y fundamental porque, desde el enfoque sistémico, en el momento de la evaluación ya estamos haciendo intervención. En el momento que exploramos interaccionalmente estamos introduciendo un cambio de visión y de vivencia de cada uno de los miembros del sistema familiar. Ya no hablamos de casusa- efecto, de culpables frente a inocentes, enfermos frente a sanos… Hablamos de un todo que influye en sus partes y viceversa. Esto se observa muy bien cuando, por ejemplo, empleamos el genograma (mapa familiar) para conocer a la familia. En el momento en que un miembro de la familia nos cuenta su historia familiar pasa de ser protagonista a narrador y esto le hace tomar una distancia que le hace vivenciar su propia historia familiar de una manera diferente y desconocida para él hasta este momento. Para entender qué ocurre en un sistema familiar hay que saber de dónde vienen, pero nunca olvidando que el pasado es importante pero no determinante. Muy interesante cuándo un paciente se da cuenta, mientas hacíamos el genograma, cómo su nombre (ya tercera generación) viene con un peso específico y él con un legado de “reconocimiento a la familia”, como un salvador o cómo otro paciente descubre la presencia de la empresa familiar en el desarrollo de las relaciones de pareja y con los hijos. Por último, reflexionar sobre la importancia de trabajar con la hipótesis como “un mapa que se confecciona a medida que uno explora el terreno”. Somos topógrafos que vamos delineando el terreno emocional de nuestros pacientes, ellos nos van mostrando el camino y nosotros dibujamos. Es un trabajo difícil pero muy bonito que hacemos junto con los pacientes.

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6. Cierre y agradecimientos finales No puedo terminar sin agradecer: .- En primer lugar, a los pacientes todo lo que me dan a nivel vivencial, cómo me hacen crecer como profesional y como persona. .- En segundo lugar, a todos los alumnos que he conocido a lo largo de todos estos años de docencia, a las curiosidades compartidas, el entusiasmo, las ganas de aprender, su desafío. Es un placer vivir este crecimiento con ellos. .- En tercer lugar, a mis compañeros de ITAD, nuestro trabajo es muy duro, como aprendí de una buena profesional “somos carne de cañón” y sin ellos ya estaría hecha hamburguesa. Saber que están ahí, estamos muchas horas juntos, compartimos experiencias profesionales y personales intensas y sentir que no estás sola no tiene precio. Cuántas veces hablo con Maribel de todos los momentos compartidos, de la suerte que tenemos de tenernos. Espero que esto no cambie. Este libro se ha escrito también gracias a ellos porque ellos me enseñan cada día a ser mejor terapeuta. .- A mis amigas, la mejor muestra de que el vínculo familiar no lo da sólo la biología. Nos unen muchas cosas que no son la sangre, esto es lo de menos. .- A mi familia de origen (como decimos los terapeutas familiares) como mi mejor guía, base y apoyo incondicional. Para mí, el mejor ejemplo a seguir, permitiéndome ser yo misma, aceptándome como soy, no sólo aceptando la diferencia sino valorándola y elogiándola. Ellos son un espejo donde veo el mejor reflejo de mi misma. .- Por último, a Eduardo, por todos estos años de crecimiento profesional y, sobre todo, personal. Sobre todo, por su generosidad a todos los niveles, cristalizada en lo más bonito que me podía dar: un bebé que nacerá, si Dios quiere, en Febrero: Ernesto.

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