LA VIDA EN COMĂšN ~ complejo residencial y asistencial para personas mayores ~
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ciada; y por la propia geometría de la parcela. Alrededor de ese camino y abriéndose hacia el sur, debe desarrollarse el programa.
Desde un primer, momento se tiene claro que el respeto por el lugar y por las condiciones de los futuros usuarios, obligan a intentar, en la medida de lo posible, localizar las construcciones en la parte de la parcela con pendiente menos pronunciada. Se establecen entonces unos límites claros marcados por un camino existente, que recorre la parcela de este a oeste y a partir del cual la pendiente comienza a ser más pronun-
Llegados a este punto entendimos que una nueva condición aparecía para regir el proyecto. Éste debía ser capaz de fomentar la vida en común. De este modo, patios, plazas, porches y espacios de circulación generosos; herramientas que la arquitectura tradicional ha demostrado ideales para este fin, tomarán una especial relevancia.
l proyecto se inicia partiendo de las condiciones y condicionantes que el programa y sus usuarios establecen. Y de la localización. Privilegiada, una gran parcela verde que asciende, primero suavemente, después de manera más pronunciada, hacia el norte, hacia la arboleda que le da fondo. Sobre este terreno se decide depositar una construcción apaisada, respetuosa con el lugar y con un orden claro, fundamentado en orientaciones norte /sur y recorridos oeste/este.
Un programa algo atípico para un complejo residencial destinado a personas mayores. Leyendo las intenciones de los usuarios, y el programa, uno comprende que no se trata de una residencia tal y como normalmente la entendemos. El proyecto quiere y debe ser algo más, un telón de fondo frente al que desarrollar una vida comunitaria.
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on estas premisas, las zonas comunes y las unidades de convivencia, se entienden como una única construcción, son los patios, porches, plazas y pasillos, los encargados de establecer las necesarias transiciones entre espacios, y los que garantizan al mismo tiempo una conexión entre todos ellos. El programa se ordena de tal modo que los espacios que tienen un carácter más público, (cafatería, recepción, salas multisusos y espacios para niños) se ubican cerca del acceso fomentando así el encuentro entre los residentes y entre éstos y los que vienen de fuera. Mientras que los espacios más privados; unidades de convivencia y viviendas, se alejan y dispersan por la parcela garantizando un mayor grado de autonomía y privacidad. Posteriormente, un ancho pasillo distribuye dos tipos de usos, a sur, disfrutando de la mejor iluminación, comedor, sala polivalente, auditorio y sala de descanso. Al otro lado del pasillo, a norte, se ubicarán los es-
pacios de aseos, cocinas, almacenes y consultas, que apoyados en unos patios, resuelven el programa de servicios de la residencia. Al final del pasillo aparecerán, a cada lado del mismo, los dos elementos del programa de zonas comunes que quizá tienen un carácter más particular. A sur, la biblioteca; a norte, el gimnasio. Tras ellos nos encontramos ante una plaza, de nuevo, un espacio capaz de generar y fomentar el encuentro entre las diferentes personas, es utilizado al mismo tiempo como una herramienta capaz de establecer un filtro hacia una parte del programa más privada, las unidades de convivencia. Se decide que dichas unidades de convivencia se desarrollen juntas, compartiendo servicios y ahorrando recursos y repitiendo la misma estratégia que el resto de la construcción; es decir, se ordenan mediante patios, porches, plazas y generosos pasillos.
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ntendemos que la condición que debe guiar la construcción de las viviendas es que éstas sean capaces de adaptarse a las variables características del terreno y sean elementos que, sin perder su condición de espacio privado, puedan ser capaces de fomentar una vida comunitaria. Así se crea un modelo de vivienda que es capaz de adaptarse a las diferentes necesidades planteadas por el programa: crecer cuando sea necesario, albergar una o dos personas, ser habitada de manera temporal... Y que además, es capaz de resolver las posibles consecuen-
cias del día a día de esa nueva comunidad. Por tanto, el único criterio que rige la disposición de las viviendas en la parcela es éste respeto por lo existente y ésa voluntad de crear comunidad. La vivienda base se construye a partir de dos módulos, el primero de ellos alberga los servicios y las habitaciones, más hermético y cerrado. El segundo alberga el espacio común de la vivienda y tiene la capacidad de abrirse totalmente al exterior. a sur, hacia un patio de acceso que permite establecer relaciones con el resto de usuarios; a norte hacia el paisaje.
Dar largos paseos al sol o sentarse bajo la sombra de las buganvillas, jugar a la petanca al exterior o a las cartas en el interior, el correr de los nietos o un café con los hijos, descansar junto a una tapia en invierno o disfrutar de los patios en verano... conocerse, descansar, disfrutar, vivir... Son los “materiales” ocultos que componen el proyecto y que no tienen más voluntad que generar un ámbito agradable para la vida.