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Cabieses Cubas

LA “CUESTIÓN MALVINAS” Y LA GEOPOLÍTICA DEL ATLÁNTICO SUR

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Resurge un confl icto geopolítico que involucra casi 6 millones de kilómetros cuadrados, es decir, “dos Argentinas” más un océano rebalsado de recursos. Gran Bretaña y Estados Unidos desplazan al país latinoamericano. Otro desastre herencia de Macri

TAMARA LAJTMAN, MAESTRA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO/LUIS WAINER, MAESTRO EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS POR LA UNAM/CELAG

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Afinales de noviembre pasado, precisamente el día 21, Día de la Soberanía Nacional en Argentina, comenzó a operar el vuelo que conecta San Pablo con las Islas Malvinas, una nueva ruta comercial administrada por Latam Airlines Brasil.

No se trata de un hecho aislado, sino que puede ser concebido como resultado del acuerdo firmado el 13 de septiembre 2016: el “Acuerdo Foradori-Duncan”. Dicho acuerdo pretende limitar o evitar las restricciones económicas impuestas por las leyes argentinas, sancionadas por el Congreso Nacional, sobre protección de recursos ictícolas y de explotación de hidrocarburos. Entre otras medidas, incluyó la posibilidad de aumentar el número de vuelos a las islas, con escala en Argentina, pero sin aceptación de empresas de transporte aéreo nacionales ni de vuelos directos desde la Argentina continental. Todo en el marco de la política sobre Malvinas implementada durante la Presidencia de Mauricio Macri, destinada a mejorar las condiciones de este enclave neocolonial-militar, como uno de los pilares para recuperar las relaciones amistosas (subordinadas) con potencias occidentales.

Malvinas y el Atlántico Sur: impacto geopolítico global

Vale destacar que en el Atlántico Sur Occidental –sector correspondiente a Suramérica– solo dos actores regionales detentan casi la totalidad del litoral marítimo: Brasil y Argentina. Por su parte, las potencias extrarregionales con fuerte presencia son Estados Unidos y el Reino Unido, que detentan la posesión de la cadena de islas que se encuentran en el centro del Océano Atlántico Sur, entre América y África, al tiempo que ejercen poder naval de la zona [1]. De este modo, lejos de una disputa de 11 mil kilómetros cuadrados –correspondientes a las dos islas mayores y al conjunto de islotes que de ellas se desprende– la “cuestión Malvinas” hace referencia a un conflicto que supone alrededor de 6 millones de kilómetros cuadrados, es decir, ni más ni menos que “dos Argentinas” continentales más un océano que rebalsa de recursos.

El Estrecho de Magallanes, los Pasajes de Beagle y Drake, posibilitan la comunicación interoceánica Atlántico-Pacífico y son fundamentales para el monitoreo e intervención en el comercio mundial. Se estima que alrededor de 200 mil buques de carga transitan anualmente el Atlántico Sur. El 80 por ciento del petróleo que demanda Europa Occidental y el 40 por ciento de las importaciones de Estados Unidos representan parte importante de este flujo comercial [2]. Otra dimensión que da cuenta de la importancia geoestratégica de las Malvinas es la conexión que establece con la Antártida, territorio codiciado por las potencias hegemónicas por ser reservorio de minerales, biodiversidad, por almacenar en forma de hielo más de las tres cuartas partes de agua dulce existente en el planeta y también de suma importancia para la actividad espacial.

Actualmente, el enclave militar con la base aérea de Mount Pleasant cuenta con una pista de 2 mil 590 metros y otra de 1 mil 525 que posibilitan el desplazamiento de aviones de gran porte y helicópteros. A esto se suma el puerto de aguas profundas Mare Harbour, utilizado por la Marina Real para el amarre de buques y submarinos (Londres ha enviado submarinos de última generación y de propulsión nuclear). Incluye silos y rampas para lanzamiento de armas nucleares. Viven allí entre 1 mil 500 y 2 mil efectivos, de los cuales alrededor de 500 residen en forma permanente mientras que el resto es parte de contingentes rotativos que arriban para ser sometidos a entrenamiento y posteriormente enviados a escenarios bélicos donde esté involucrada Gran Bretaña, como fue el caso de Irak o Afganistán [3].

Esta base cuenta con aviones de últi-

La estrategia del Reino Unido en el Pacífi co Sur es complementaria a la de Estados Unidos y a la de la OTAN. Finalmente, es riqueza en disputa

ma generación, denominados Eurofi ghter Typhoon, que reemplazaron a los Harrier que se usaron en la guerra y a los Tornado F3; ninguna fuerza aérea en Latinoamérica cuenta con este tipo de avión [4]. A esto se suma que en 2017 el Ministerio de Defensa británico resolvió ampliar el presupuesto de la base en 267 millones de libras para los próximos 10 años, desarrollando nuevos sistemas de defensa misilísticos que reemplacen al anterior sistema de defensa de misiles Rapier.

Lo dicho deja en claro que se trata de un punto geopolítico y geoestratégico de primera importancia. Por otro lado, los asentamientos coloniales británicos –aún pendientes de descolonizar en el siglo XXI– sirven para establecer un sistema interconectado de bases militares que incluyen a Tristán de Acuña, Santa Elena y Ascensión. Si bien algunas no conforman bases militares clásicas, constituyen importantes “barreras” en la geopolítica del Atlántico Sur ya que, como Santa Elena –con una reciente inauguración de una pista aérea– pueden transformarse rápidamente en bases útiles para el transporte y apoyo logístico; una suerte de columna vertebral que permite el abastecimiento y traslado de fuerzas de combate rápidamente [5].

Malvinas y la disputa “Occidente versus Oriente”

Es fundamental entender la estrategia del Reino Unido en el Atlántico Sur como complementaria a la de Estados Unidos y al esquema de despliegue militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En 2004, Londres trasladó la Comandancia Naval del Atlántico Sur a Mare Harbour y Monte Agradable. Cuatro años más tarde, Estados Unidos anuncia la reactivación de la Cuarta Flota para patrullar el Caribe, América Central y América del Sur con fi nes “humanitarios”. En 2009 las islas Malvinas, islas del Atlántico Sur y el Territorio Antártico pretendido por Gran Bretaña fueron incorporadas unilateralmente como territorios europeos de ultramar a través de la ratifi cación del Tratado de Lisboa y la aprobación de la

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Constitución Europea por el Parlamento Europeo.

En agosto de 2018 el secretario de Defensa británico, Gavin Williamson, ante el grupo de expertos del Atlantic Council –think tank referente del stablishment imperialista fundado en 1961 en el marco de la Guerra Fría– resaltó la fortaleza de la relación entre el Reino Unido y Estados Unidos:

“[…] Estamos listos para responder a cualquier situación en cualquier momento. Hemos desplegado fuerzas en todo el mundo, podemos recurrir a nuestros territorios de ultramar en Gibraltar, las Áreas de la Base Soberana en Chipre, la Isla Ascensión, las Islas Falklands y el Territorio Británico del Océano Índico. Estos a menudo proporcionan instalaciones clave no sólo para nosotros, sino también para

Estados Unidos.” [6]

En un informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China del Congreso de Estados Unidos titulado “Acuerdos militares de China con Argentina: una posible nueva fase en China Relaciones de defensa de América Latina” hay una consideración sobre la “Intensificación temporal de la disputa por Falklands”:

Estados Unidos no adopta ninguna posición sobre la disputa de las islas Falklands que no sea alentar una resolución diplomática de las diferencias, pero sus intereses se verán perjudicados por el aumento de las tensiones entre los reclamantes, ambos aliados de Estados Unidos, y la tensión que esto supondría para los esfuerzos de estabilidad regional.

Los potenciales acuerdos de venta de

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China apoya públicamente el reclamo de Argentina sobre las islas, probablemente viéndolo como análogo a su propio reclamo sobre Taiwán

armas y cooperación espacial de China con Argentina ya han servido para intensifi car marginalmente la disputa, y China apoya públicamente el reclamo de Argentina sobre las islas, probablemente viéndolo como análogo a su propio reclamo sobre Taiwán.

Antes de que salieran a la luz sus acuerdos ofi ciales con China, el mero interés de Argentina en los cazabombarderos SU-24 rusos llevó al Reino Unido a realizar una revisión ofi cial de las defensas de las islas e invertir en pequeñas mejoras, una medida que Argentina criticó fuertemente.

A pesar del potencial valor de miles de millones de dólares, estos acuerdos no proporcionarían activos sufi cientes para inclinar el equilibrio de poder militar a favor de Argentina [7].

Hidrocarburos

Durante la década de 1970, Gran Bretaña realizó varias misiones científi cas y estudios de prospección sobre recursos en las islas, especialmente de petróleo. Para fi nales de esa década, no fruto de la casualidad, diversos medios comenzaron a manufacturar consenso en torno a que la Corona británica debía buscar nuevas fórmulas para el desarrollo de las potencialidades mineras de las islas, así como la importancia de quitar de la mesa de discusión con Argentina el asunto de la soberanía. Al mismo tiempo, desde Estados Unidos se sentenciaba que “la única región fuera de la OPEP [Oorganización de Países Exportadores de Petróleo] y de los países comunistas con un potencial petrolero signifi cativo es la cuenca de las Malvinas, entre Argentina y las islas Falkland” [8].

Luego de la guerra, ya durante el gobierno de Carlos Menem, Malvinas dejó de ser una cuestión soberana, en el marco de una política de “acercamientos prácticos”, favoreciendo a través de tratados y convenios, los intereses económicos y políticos de

Gran Bretaña [9].

Este marco legal permitió que Gran Bretaña lanzara unilateralmente una licitación pública para la exploración de petróleo en las islas a mediados de la década de 1990. Se perforaron seis pozos en 1998 y en 2010 Ocean Guardian, lideró un nuevo ciclo de perforaciones. El 2 de abril de 2015 Premier Oil, Falkland Oil & Gas y Rockhopper Exploration anunciaron el descubrimiento de

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reservas de petróleo y gas superando, por lejos, las expectativas [10]. En septiembre de 2017, durante la Conferencia Capital Oil, el director ejecutivo de Rockhopper Exploration anunció que el pozo denominado “Sea Lion” poseía reservas certifi cadas de entre 500 millones y 1 mil millones de barriles de petróleo. Se estima que la extracción comercial de crudo en Malvinas podría iniciarse en 2020. Para 2022 se proyecta una producción off shore de 75 mil barriles diarios, volumen que podría alcanzar un máximo de 120 mil en 2025 [11].

Es importante recordar la condición transnacional de las compañías petroleras. En el caso de Malvinas, existen importantes intereses estadunidenses en alianza con compañías británicas. Por ejemplo, Rockhopper Exploration y Diamond Off shore negocian la documentación vinculante a partir de los principios acordados para la provisión de una unidad de perforación y el fi nanciamiento del proveedor [12]. Actualmente, las empresas que exploran y explotan el área son: Falkland Oil And Gas Limited, Borders And Southern Petroleum, Rockhopper Exploration, Diamond Off shore Driling, BHP Billition y Argos, además de las fi rmas que brindan servicios fi nancieros y de accionistas [13].

Un dato clave es que la ley de hidrocarburos de Argentina, modifi cada en 2013, prevé que ninguna empresa petrolera que haya actuado en Malvinas podrá hacerlo en la plataforma continental argentina, por tratarse de una explotación clandestina e ilegal. En octubre de 2018, el gobierno de Mauricio Macri fi rmó el decreto 872 que instruye a la Secretaría de Gobierno de Energía, dependiente del Ministerio de Hacienda, para que proceda a convocar un Concurso Público Internacional para la adjudicación de permisos de exploración para la búsqueda de hidrocarburos off shore.

En este marco, se adjudicaron áreas a empresas europeas que ya están operando en Malvinas [14] al tiempo que se entrega información geológica de la plataforma continental argentina y se aceptan empresas británicas que operaron en Malvinas bajo la administración ilegal de las islas. Estos hechos fortalecen la ocupación colonial británica al conceder explotaciones a estas empresas (que violan la Constitución Argentina al reconocer el Gobierno kelper) [15]. Es decir, no sólo se otorgan estas conEn las Malvinas los intereses de Estados Unidos están presentes a través de las compañías británicas. La explotación de los recursos sigue adelante

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cesiones ilegales sino que, además, se legitima la ocupación colonial.

Recursos vivos marinos

Después de la guerra, y como parte del plan para el apoyo económico de las islas y el mantenimiento de la base militar del Reino Unido, el sostenimiento económico se concretó por medio del otorgamiento de licencias de pesca en el Mar Argentino. En la última década, la pesca representa más de la mitad de los ingresos de la economía de las islas, a partir del sistema de licencias ilegales. Durante 2011, 118 buques con licencia británica pescaron un total de 232 mil toneladas. Sólo por calamar, en 2012 se pescó por un valor superior a los 1 mil 600 millones de dólares, producto de la captura de 50 toneladas por día.

Perspectiva: la urgencia de una nueva etapa para Malvinas y el Atlántico Sur

Durante el gobierno de Macri el “reclamo” por Malvinas y el Atlántico Sur estuvo supeditado al deseo de relanzar el vínculo comercial con Londres, en tanto socio clave en la estrategia de “reinserción en el mundo”. En consecuencia, desatendió el histórico reclamo por la soberanía y el desarrollo del Atlántico Sur. A la luz del cambio de gobierno en Argentina, resulta importante destacar aspectos clave sobre la cuestión Malvinas, que sería importante vuelvan a considerarse como punto de partida para el debate y toma de decisión:

Es clave concebir a Malvinas en el contexto de una política oceánica y antártica.

Para eso Argentina debe pensarse como un país marítimo y antártico.

La “cuestión Malvinas” implica recursos en disputa como el petróleo, la pesca, los cuantiosos recursos en la plataforma continental o los minerales de fondos marinos oceánicos.

La Argentina oceánica y antártica debe pensarse como parte política hacia el Atlántico Sur, en tanto desarrollo de la ciencia y una logística para la Patagonia argentina continental e insular.

Es urgente reactivar las estrategias tendientes a generar un acompañamiento regional e internacional en la cuestión Malvinas.

Sería conveniente reorientar las negociaciones para impedir la unilateralidad británica en sectores como pesca o hidrocarburos.

Notas

[1] Altieri, Mariana, “Regionalización de la Cuestión Malvinas: la construcción de una estrategia de política exterior desde un posicionamiento frente al mundo”, en Wainer, Luis (coord), Malvinas en la geopolítica de América Latina, Ed.

CCC-Unsam, 2019 (en edición). [2] https://www.vocesenelfenix.com/content/ geopol%C3%ADtica-del-atl%C3%A1ntico-sur-desarrollo-e-integraci%-

C3%B3n-para-defender-la-soberan%-

C3%ADa-en-el-sigl [3] Entrevista con la doctora Sonia Winer (UBA-CONICET) realizada el 3 de diciembre de 2019. [4] Volpe, Mario, “Razones e intereses de una soberanía en disputa internacional y cultural”, en Giordano, C Malvinas y Atlántico sur: estudios sobre soberanía,

UNLP, 2017. [5] Volpe, Mario, op. cit. [6] https://www.gov.uk/government/speeches/ defence-secretary-at-atlantic-council [7] https://www.uscc.gov/sites/default/fi les/

Research/China’s%20Military%20Agreements%20with%20Argentina.pdf [8] Álvarez Cardier, Jorge, La guerra de las

Malvinas, enseñanzas para Venezuela, Editorial Enfoque, Caracas, 1982. [9] https://www.nodal.am/2018/04/ malvinas-entre-un-tiempo-de-recomposicion-neocolonial-y-un-nuevo-ciclo-de-desmalvinizacion-por-luis-wainer/ [10] https://www.theguardian.com/business/marketforceslive/2015/apr/02/premier-falklandoi-gas-and-rockhopper-announce-oil-discovery [11] https://www.revistapetroquimica.com/ dos-petroleras-norteamericanas-dejan-de-explorar-en-malvinas/ [12] https://www.revistapetroquimica.com/ dos-petroleras-norteamericanas-dejan-de-explorar-en-malvinas/ [13] Entrevista con la doctora Sonia Winer (UBA-CONICET) realizada el 3 de diciembre de 2019. [14] https://www.perfi l.com/noticias/equipo-de-investigacion/nuevo-vuelo-malvinas-vinculo-comercial-petroleo-kelpers.phtml [15] http://www.oetec.org/nota.php?id=4206&area=1

Con Macri, el ‘reclamo’ por las Malvinas y el Atlántico Sur estuvo supeditado al deseo de relanzar un vínculo comercial con Londres

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