UN VERSO EN UN PÍXEL

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EL VIAJE

Comenzar el viaje, romper la quietud, la rutina de los lugares neutros, de los tiempos esperados, previsibles.

Imaginar espacios infinitos por recorrer, entrelazados por el recuerdo. Soñar etapas completas de vida efímera, estaciones de paso, equipaje ligero, fugaz. Detener el vuelo de los pájaros, sin mirar atrás. Seguir la estela de las nubes, en un gris infinito. Recorrer la piel de la tierra seca, húmeda al paso de la tormenta. Vivir la vida minuto a minuto, Silencio a silencio.

UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


EN EL BANCO DE PIEDRA

Sin estar, sin ser vista, miraba. Permanecía quieta, ojos y alma fijos en un punto gris, matices imposibles en fondo verde bajo las ramas del álamo viejo. Pisadas. Zapatos de colores inquietos sobre el dibujo de losetas en un infinito trazo. Sentada, sola en su mundo tranquilo, invadida por el cristal efímero de leves pompas de jabón sonreía al otoño, a la vida

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LLUVIA

Cristales invisibles tintados de plomo, frágiles, apenas contenidos en un mínimo brillo. Hilos de plata surcando ríos efímeros sobre fondo mate, caudal difuso, reflejo breve, corriente líquida infinita agotada en un trazo, imaginada en sombras desaparecidas que huyen de la lluvia.

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HOJAS SECAS

Ingrávidas, sin destino, hojas caídas sobre filo de piedra, mano invisible que las atrapa, las retiene unos segundos… viento, suave soplo, vuelan, vuelan… desprotegidas, solas, muy solas, tiñendo la alameda. Hojas marrones, amarillas, caprichoso malva en retirada, ocres, sin vida, en formación inacabada.

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TORMENTA Sentir un latido tímido, rayo breve mecido por el viento, tormenta lejana, amenazante, llega, viva, desatada, envuelta en negros jirones de lluvia y granizo. Caos mudo en la burbuja del coche, sostenida casi de puntillas sobre los charcos de una ciudad que despierta a la mañana gris entre las prisas y la ley de los semáforos.

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DUDAS

En ocasiones vacío, tiempo en fuga, manos temblorosas, arena seca escapándose de las manos. Resistencia inútil, huida imposible en espacios cerrados. Pequeñas gotas de agua cayendo sobre tu boca, detenidas en tu mejilla, sin recorrido. Mínimos cristales de sal, invisibles, vivos, sostenidos en un destello. Y tú, en la espera, en la duda.

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ÁRBOL SOY

Amante sin piel, sin huesos, madera viva recorrida por savia añeja, atado a la tierra, al imposible sueño alado de tu sonrisa traviesa. Mis ramas, tus manos, mis hojas, tu pelo, mi locura, tu huida inesperada, tu vida joven, sin espera. Árbol soy vencido por el viento y la lluvia, por el tiempo infinito detenido en tu mirada.

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HAIKUS

Línea de luz presencia y ausencia. La misma luna. Camino breve, olvidado en un trazo, en una sombra. Sentir tu aliento sin tenerte en mis brazos, las nubes llegan.

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CONFINAMIENTO Y los abrazos se convirtieron en sueños, las miradas en pantallas, las ciudades en islas inesperadas y desiertas, las calles en silencios imposibles, rotos mínimamente por la voz de un niño, el vuelo de un pájaro. La vida convertida en bucle, callejón sin salida, atado a lo desconocido, a lo imprevisible, miedos, dudas sin sentido, sin saber el fin de la espera, días, semanas, meses… El cristal frío de la ventana sostenía su mirada perdida en un cielo infinito cubierto de nubes grises, de pequeñas bolas de algodón y hollín atadas al paso del tiempo. Callado, mudo, en la ausencia, en las rutinas, cerrando sus manos, sin rabia, absorto en los zapatos detenidos, convivía con la soledad y el deseo de vivir. Días. Semanas, meses…

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LA SOMBRA

Aquel día apareció la sombra, difusa, sin contornos, desconocida. Incansable, sin rumbo, la perseguía, la retenía en la memoria al doblar casa esquina, al desvanecerse entre tímidos rayos de sol. Mis manos intentaban alcanzarla, mis pies volaban. Escurridiza huía entre portales y cornisas de azoteas, qué locura, tan cerca de mí, tan inalcanzable. Cansado, aturdido, desconcertado, giré sobre mis pies desnudos, mis manos frías. Cerré los ojos y la luz lo cegó todo. Un río cálido, una caricia, abrazó mi espalda. La sombra estaba allí, ante mí, detenida. Sonreí y comencé a caminar despacio por la avenida, mientras miles de ojos ciegos, perdidos, confundidos, me observaban.

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ROCÍO

Pasó la fría noche, las pequeñas hojas de la madreselva despiertan agitadas, mecidas, por el frío viento del otoño. Los tallos rojizos atan los racimos verdes apiñados, en un dédalo de colores cubiertos de rocío. Delicadas gotas de cristal, lluvia sin nubes, efimeras lagrimas de estrellas detenidas en un amanecer claro.

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PAN

Pan sobre fondo negro, hambre, tristeza, blanco intenso, duda.

Pobreza muda, sorda, sin sueños, ciega, palabras rotas.

Sol esperanza, cinismo de quien tiene y nada deja.

Dolor ajeno, poco importa, nunca duele, pan negro.

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MONET EN EL PARQUE

El sendero llevaba al estanque entre los plataneros de sombra y las acacias. A lo lejos se oía el cansino murmullo de la fuente, incesante partitura de música, acompañada del revoleteo de las palomas y el griterío de los gorriones. Acabado el camino un pretil de ladrillos escondía el fino hilo de agua. A mis pies un delicado espejo cristalino, mecido por la brisa de la mañana soñaba vida en un lienzo mágico, tonos pastel difuminados en mil reflejos. Flores, ramas, árboles, navegando sobre diminutas olas en un dibujo caprichoso, sutil, efímero.

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ESTACIÓN 210 El tren pasa a toda velocidad. Estación doscientos diez, andenes vacíos, un espacio que no existe, un vagón que nadie espera. Los viajeros observan sin mirar a ningún sitio el infinito de un asiento azul, el marco de una puerta amarilla, los fortuitos neones de imposibles letras y números tatuados en los cristales. El clic de la cámara detiene el instante, la escena de los pasajeros ajenos a la vida más allá del espacio que les envuelve, les protege. Ruidos que nadie oye, hojas de periódicos que se posan en las vías. La calma, el tren desaparece, vuelve el silencio, cómplice, sin testigos. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


AILANTO (Árbol del cielo) ¿Qué ves? Fíjate. Hojas de otoño ¿Vuelan? ¿Reposan en el agua? ¿Nos engañan? Sombras caprichosas en la alberca gris, paisaje sereno. ¿Qué ves? Fíjate. Presumido ailanto difuminado en la fina lámina de acetato líquido. Delicado fotograma de una inacabada película imaginada, soñada. ¿Qué ves? Fíjate. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


FAITH IN PAPER Nadie la miraba, nadie la veía. Escondida entre setos de arrayán, permanecía oculta, como si no existiera. Un patio de paso, una galería, un inevitable zaguán con puerta al fondo. Tres paredes con arcos y columnas y un solo muro, blanco, encalado.

En su monótona soledad, la fuente. Pila de húmeda piedra, azul, añil ajado por el paso de los años, pátina ligera de bronce, goteo incesante, surtidor incansable, tan frágil, tan ajeno al paso de la gente.

(Sobre la fuente, en la pared, “FAITH IN PAPER” obra de la artista Jessica Diamond. Cartuja 2020.)

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EL VASO

Un sencillo vaso, vidrio sostenido en piedra de mármol.

Dulce trago de vino, fondo de cal, de años, ámbar cristalino.

Moscatel claro flor de caña y pasas eterno sol dorado.

Cae la tarde, invierno, brisa de poniente, fría luz de enero.

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GAVIOTAS

Gaviotas en vuelo, cielo, azul intenso. Ligeras, viajeras. Siento silbo leve. Pasan, se detienen un momento, una imagen, una fotografía. Pasan, desaparecen, mañana fría, viento, invierno claro, luz de diciembre.

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LA VENTANA

Silencio. Grietas en los muros. Hierros oxidados. Paredes rotas, gastadas por la humedad y el salitre. Recuerdo la mirada de la abuela en su vieja camilla, oculta tras los visillos soñando más allá de la calle. Ojos cansados, antes vivos, inquietos, Mirada perdida, lejana, insensible al paso del tiempo. Ventana ahora muda y ciega desaparecida, olvidada, ajena a la vida.

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FLOR Pequeña flor, recién abierta a la mañana. Escondida, sola entre las hojas verdes de clivia. Pétalos de cera, campanillas, naturaleza viva. Acuarela de luz, suave lienzo inacabado. Fragancia ligera, estrella fugaz, belleza breve. Toda la vida, todos los sueños en un solo día.

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EDIFICIOS Los edificios se asomaban como gigantes a los acantilados de la calle, en un mínimo equilibrio, como fichas de dominó que caen unas sobre otras en cadencia infinita. Las ventanas cerradas, abrazadas a la estructura metálica, recrean cárceles de diseño protegiendo a engañados oficinistas acomodados en calefacciones y aires artificiales acondicionados en un mundo que no existe, solo se imagina y nos envuelve. Los peatones, ajenos, esperan, obedecen la orden del semáforo en una avenida sin coches, extrañamente vacía, silenciosa, detenida en el tiempo.

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NIÑO

Retrato de niño en la playa, agua, arena. Seguro, mira a las olas que rompen a lo lejos, tranquilo, solo. Sus pequeños pies siguen la estela del agua, el brillo del sol en la corriente cristalina regresando al mar tras la marea. Quietud, armonía. Su reflejo le acompaña, le cuida Camina, vuela, sobre frágiles conchas desaparecidas a su paso dejando un remolino de espuma y mínimas burbujas de sal.

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GRAFITI La niña me llamó ¿Quién me llama? Escuché su dulce voz, el zureo de las palomas. Migas de pan tierno, agachada, recogida, extendida su mano, espera el picoteo. Un encuadre sencillo, el sol a mediodía, apenas sombra bajo sus pies, un vestido claro. Juego gris sobre negro, tonos azulados, brillo en las rodillas, la frente, el rubio pelo. Líneas, trazos, borrones de color, ojos ensimismados en un muro de hormigón.

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CLAUSTRO

Punto de fuga en negro, caminaban tranquilos, dos desconocidos amparados en las sombras, refugiados en los silencios.

Los pilares de la galería matizaban el sol de la mañana, suaves ocres, esquivos grises,

Claustro de paredes desnudas, ecos de pasos recuperados, soledad del olvido, sueños de años pasados, susurros, palabras en voz baja, tiempo en calma.

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SOBREVIVIR

La vida sobre el asfalto, un mínimo espacio limitado, protegido, en una isla de hierro fundido. Verde intenso, semillas llevadas por el viento, pisadas, ruedas de coches, fragilidad imposible oculta de las miradas, expuesta al sol y a la lluvia. Belleza efímera en el caos de la calle, lucha de gigantes, invisible capricho cotidiano, una gota de color en un mar inmensamente negro.

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GOTA DE AGUA

Solo es una frágil gota de agua, una fotografía, un instante. Cierra los ojos y siente escucha como cae, como desaparece, en un mar contenido en un cuenco de vidrio. Una marea ligera, olas desbordadas en un horizonte finito, interminable línea, un mundo en un círculo fugaz y líquido.

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LA ESPERA

Sentado, solo, un personaje más de la fachada. Banco de piedra, su mundo, su apoyo, desierta calle. Absorto mira, pequeñas cosas, entre las manos Recuerdos vagos la página de un libro lejanos sueños. Largos inviernos olvidados y fríos, eneros grises. Calma, soledad, sosiego, el sol llega, mueren los miedos.

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CONFINAMIENTO II

Miraba sus pies, sus botas viajeras enredadas en las ramas, el azul del cielo reflejado. Añoraba sus rutinas, sus largos paseos. Desesperado, atrapado en muros de ladrillo y vidrio veía pasar la vida, sin detenerse. Extrañado, miraba sus manos, ojos sin lágrimas, días, meses, años….

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AMANECE

Un arcoíris desafinado recorre tímidamente las azoteas, coloreando espadañas de viejas iglesias olvidadas. Caen frías gotas de rocío, escarcha, un rayo de luz, una caricia, una cadencia infinita, sobre los ligeros aleros, las fachadas. Entre caprichosas nubes la ciudad, perezosa, amanece puntual a la cita, dando paso a la vida. Ya despiertan los gorriones el silencio de la noche duerme, un griterío, a lo lejos una campana, un lienzo vivo, con alma.

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DESEOS

Camina, solo el mar le acompaña, le susurra con su monotonía. Sentimientos, sueños de luna llena, olas caprichosas a merced de las mareas, un rumor sordo, eterno, vivo, un grito, respira.

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PUEBLO

Blanca fachada, encalada, herrumbre en los balcones, intenso color almagra, amarillo, verde, jaramagos silvestres única vida en casas olvidadas. El paso del tiempo, visible, cotidiana decadencia, persianas bajadas protegiendo del sol la nada, el vacío del espacio abandonado.

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SOMBRAS Al fondo el patio, la luz. Cogidas de la mano dos sombras, dos miradas cómplices caminan, abandonan la penumbra, cruzan la puerta abierta, emociones. Un bosque de columnas, bancos que esperan naranjos en flor, el tímido aroma del azahar, el gorgoteo de la fuente, sensaciones. Calma. Vida. Acaba el invierno.

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EL COMERCIO La calle estrecha atrapa los rayos de sol de la mañana. En la puerta dos mesas altas y algunos bancos desvencijados acompañan a los parroquianos que esperan. No pasa nadie, están solos en una escena que se repite cada día: Una ventana, una puerta con arco, madera y cristal, paredes pintadas de color indefinido, desconchones, carteles anunciando el género, tapas y churros, un despropósito de reclamos, vermut y zumos, dentro un local climatizado, el cuadro de la luz, el del agua, un neón desvaído, cables, focos, una papelera, el periódico del día o cualquiera sabe de cuando, el escalón de mármol que fue blanco y el suelo ajedrezado, un interior barroco de jamones, botellas, anaqueles en desorden único enmarcado en azulejos de colores de simetrías imposibles. Los ligeros abrigos nos dicen que pasa o llega el invierno. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón

Las manos en los bolsillos, cruzadas en el regazo, anuncian que el ansiado café se demora.


DE PASO A veces la vida se para y sigues caminando sin sentir los pies, sin dejar huella, solo caminas. A veces encuentras un asidero cuando todo es naufragio a tu alrededor, solo flotas. A veces abres los ojos y miras y no ves nada, el sol deslumbra, ciega, solo te envuelven sombras. A veces un soplo de aire te acaricia y pasa a tu lado agitando intensamente tu corazón, a veces, solo a veces, sueñas.

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MANOS Manos blancas de pan, harina, negras de carbón, la mina. Manos que sueñan, música, el compás, un poema. Manos que crean vida, un paisaje, una mirada, un cuento. Manos que tapan bocas, los oídos, los ojos, los deseos. Manos inocentes, ruines, puños cerrados. Manos abiertas, en alto, un saludo, sumisión, esperanza. Manos llenas, manos vacías. Manos rotas, manos que piden. Manos que señalan sin encontrar la salida. Manos esquivas, en los bolsillos, desaparecidas. Manos pequeñas, calientes, frías, dulzura, un abrazo sentido, esperado. Manos que buscan tus labios, tu boca y encuentran un beso.

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CÓMPLICES

En la noche un grito. Silencio. Hilos de hielo, madrugada insomne, dos siluetas bajo la farola, luz tenue, un solo cuerpo fundido en un abrazo, en un deseo, un cruce de miradas, manos nerviosas, cómplices, una caricia, un vínculo leve imposible y efímero. Una despedida sin fecha, sin sentido lágrimas rotas, desesperadas, en las sombras.

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SOLEDAD

Hoy tengo un mal día, de esos en los que, incluso, las pesadillas se ocultan en una niebla espesa. Hoy la tristeza, la impotencia, las dudas, revoletean por mis párpados y me dejan exhausto sobre las sábanas de la cama. Ojos cerrados y el tiempo, los segundos que no pasan. Cansado, sin palabras, me abandono al sueño ante la batalla perdida, sin espera, sin encontrar respuestas, solo el momento de despertar y sentir de nuevo la vida en mi piel.

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LA AVENIDA

Cae la noche, la avenida se envuelve en sombras. Estelas de coches desaparecidos, invisibles, diseñan líneas, pinceladas caprichosas, un espejismo de luces, coloreando el negro asfalto. El semáforo, vigilante, testigo mudo, impasible, detiene a los peatones que esperan. Las ramas, agitadas por el viento, acompañan el cansino ir y venir imaginando un camino infinito de luciérnagas rojas, blanca y amarillas.

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HUMO Niebla en las manos, humo atrapado, volutas suspendidas. Un deseo, un soplo, un lugar en un punto lejano, inesperado, solo visible al rayo de luz que frágil lo mantiene.

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VUELA ¿Qué pensará? Sus saltos dominan las olas, su sombra la mantiene sobre un espejo cristalino, agua mansa que regresa mientras vuela sobre la espuma. El mar, tranquilo, espera, todo se detiene, solo su pelo se agita, le acompaña, se eleva en un instante infinito, alto, muy alto, más alto, no hay miedo, el mar tranquilo espera. Todo se detiene. Hoy la vida se asoma, se mantiene, convertida en un espejo cristalino mientras vuela de puntillas, hoy sus saltos dominan las olas y todo se detiene.

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ORQUÍDEA

Miramos y no vemos, ¿vemos lo que miramos? El ojo, órgano anárquico, extremadamente organizado, entrenado para ver, decide, valora, crea. Orquídea olor fragante, hojas blancas, pliegues de mantel en mirada de Cezanne, hábito inmaculado de Zurbarán, Y en el centro la luz, el color, llamativo encanto de insectos, abejas ahítas de polen, Imaginación del poeta, visión del fotógrafo, luz que penetra en lo más profundo, un tigre, un leopardo de colores vivos acecha. Acerca la imagen sin miedo. Son sueños nítidos en una realidad que miramos y no vemos. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón

Son dulces cuentos imaginados, que vemos, cuando miramos.


VIVIR LA CALLE

El local, un sillón articulado, tijeras, navajas, peines, maquinillas, toallas, un reloj parado, una radio desfasada, música tranquila, sostenida, voz rota de mujer, notas arrancadas a un piano, un saxo, un espejo duplica los espacios, los reflejos de los neones, las bombillas de filamentos incandescentes, un espacio único, asomado a la calle, un transeúnte ajeno, perdido, una imagen atrapando el tiempo y la memoria.

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LECTURAS

Atento a la lectura, absorto en el relato, rodeado, observado, por un arcoíris de grafitis, reclina la cabeza, tumbado, sobre una manta clara, protegido por una rampa vacía, una barandilla metálica, un laberinto imposible de trazos. Solo en un mundo único, su sol, su luna, sus estrellas, nada existe, silencio el ruido está al cerrar los ojos.

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TUS MANOS Las dos de la madrugada, el eco mudo en los balcones, el silencio de la calle, el murmullo de voces lejanas,

Ocultas de cal las fachadas en un tímido barniz ocre, guiños de viejas farolas, sin brillo, apagadas.

Noches de luna olvidadas, insomnio de la duda, de la sombra que llega, del sueño que amenaza.

Tus manos en la almohada, mis manos, las caricias, la vida sigue, tu sonrisa, aún dormida, clara.

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EN LA ESCALERA Dueños del espacio, en la escalera, sentados, de pie, ajenos a la calle una imagen, un momento, un flash pasajero, un mundo en una pantalla, risas, lágrimas de cristal, Acero, brillos metálicos, un pasamano incierto, un apoyo caprichoso. Dueños del tiempo, de espaldas, olvidan, pasan las horas, susurran al oído, gritan sin miedo, solo viven sus vidas, sus sueños.

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DÍA DE LLUVIA

Aligera el paso, sorprendida, arrimada al edificio, bajo los aleros, el paraguas apenas la protege, finas gotas de agua mojan su pelo, recorren la blanca camisa, insinuando el rosa de la piel, llueve, la humedad, la huida, el viento, reflejos, zapatos fundidos en granito gris, estampa de otoño, tormenta de verano.

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¿QUIÉN ERES?

Solo un instante, un giro inesperado, una mirada. La primavera enredada en su pelo flores en su piel.

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MEZQUITA ¿Dónde mirar? ¿Qué ver? El decadente arco suspendido en el vacío, las frágiles columnas de ladrillo derruidas, asoladas, el escalón desaparecido, un tímpano caprichoso soportado por toscas maderas y vidrio ausente, un cuerpo en la sombra, un pie, una mano, al fondo un patio de luz, azulejos de figuras caprichosas, blancas, eternas yeserías, cables, dos bombillas blancas, una endémica enredadera, un registro añil, la puerta azul de un tenderete adosado, gorros de lana, abalorios, un desorden tranquilo, un caos establecido, una fotografía detenida en el tiempo.

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PASEO Recorren la calle, la estrecha acera, rodeadas de coches, junta al muro de ladrillos, gente a su lado, pero van solas, se sienten solas, de espaldas, palabras cómplices, unidas sus manos, pasos firmes, decididos, una acuarela de tatuaje, mochila al hombro, cintas de colores en el pelo, en su camino, al fondo, una señal de tráfico les hace un guiño, avivan el paso sonríen.

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CONTRALUZ Alumbrando la escena un espejismo de farolas, encendidas traspasadas, por un arco iris de colores, un trazo de luz imaginado. Una chica, en bicicleta persigue su sombra, parece detenida, dibujada, el sol, jugando con su pelo. Adoquines, puzle de piedras, instantánea efímera, breve rutina del atardecer, la magia de un instante.

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LA CIUDAD Amanece, la ciudad abre los ojos, ruido de coches, peatones, luces de semáforos. Una acuarela en el cielo, nubes amarillas, manchadas de azul, la esbelta farola ya apagada, reflejos en el asfalto, dos torres, una escondida entre los árboles. Un orden conocido, una mañana más, un mundo de pequeñas hormigas afanadas en su tarea, un inmenso hormiguero, un eterno laberinto de Creta sin Ícaros ni Dédalos.

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LISBOA El tranvía subía, flotaba sobre raíles de acero en precario equilibrio. Ventanillas abierta a un otoño frío, la abuela, pelo blanco, abrigo negro, ojos vivos, de vidrio, fijos en un punto, atrás una distraída pasajera, ajena al paisaje, barbilla en la mano, mirada perdida; la más cercana, oculta tras gafas de sol, arrebujada en su pañuelo, hacía un guiño fugaz al fotógrafo, mujeres anónimas, de paso, distantes, al objetivo que captura sus rutinas cotidianas.

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LA ALDABA El llamador se resistió, el paso de los años había convertido en herrumbre los pasadores de bronce. Con cuidado alcé la aldaba, un segundo en el aire, un instante, los delicados dedos apoyaron en el tas el fruto suave. Un sonido seco, inesperado, metálico, único, avanzó más allá de la puerta, como una ola infinita. Eco de patios vacíos, columnas de mármol y sal, olor a dama de noche y jazmines, a suelos de barro, humedad. A lo lejos, quizás, pasos apresurados que nunca llegan, una voz, una llamada, un deseo, un cerrojo que se desliza, chirrían goznes, crujen maderas. Cierro los ojos y espero.

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LA PARTIDA

Caminaban, recorrían la pasarela, decididas, ajenas, al bullicio de la estación. Sobre sus cabezas, una estructura metálica, soportaba potentes focos de luz, Mientras un estridente sonido metálico, un eco con retraso, anunciaba la partida inminente. La muda escolta de columnas, numeradas, las guiaba a los andenes. En su camino un cartel, un arcoíris de palabras, de lectura esquiva. Y un reloj omnipresente, implacable, recordando el ritmo de sus pasos.

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SOBREVIVIR

La duna desnuda, arrasada por el viento. Varados en la arena, restos de plástico azul. Un refugio único, una planta agazapada. Flores blancas, un abrigo, sutil, inesperada, paradoja, Extraña simbiosis, una oportunidad para vivir.

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TRES MUJERES

Asomadas a las almena en una simulada muralla, tres mujeres y un niño. El azul del mar, del cielo, chilabas color marrón, la cal, blanco intenso, vivo, Silencio, ojos abiertos, manos apoyadas, frías, impasibles miran. Una mañana cualquiera, tres mujeres esperan, ojos limpios, profundos. No dicen nada, no hablan, el agua del mar, la sal sus lágrimas, sus risas, sus deseos, la vida.

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FOTOGRAFÍA

Bajan las escaleras, parece que bailan, en un segundo encuadras, enfocas, velocidad, cierras, abres diafragma, buscas el aire, el color, las sombras, la luz, oyes sus voces, se acercan, clic, un momento único, efímero, un punto nítido, sandalias de colores, un delicado dibujo, un mundo de píxeles.

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SOLO UN JUEGO

Extendió las manos, un tesoro de bolas de cristal, sonreía con el botín, una sola tirada, quince bolas y una blanca. Ahora cierra tú los ojos, ábrelos y vuelve a mirar, los puños de un chaleco, color mostaza, desgastado por el tiempo. Tu vista se detiene, en un mundo de color y brillo, los ojos, su sonrisa imaginada, quince bolas y una blanca, una sola tirada.

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EN EL ESPEJO

Hombre con sombrero, un espejo a la calle, tras el escaparate, una secuencia inacabada, todo ocurre, sombras, confidencias, realidades oportunas, momentos, Platón en la caverna, “designed by”, escena de cine, aleja el foco, da un paso atrás, dos, complejo montaje, inconexo, uniendo píxeles y versos.

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VIAJE A TAKSIM

Son tres, dos en los estribos, otro en el enganche trasero, van tranquilos, distantes, al trasiego de la calle. Polizones, vigilantes, puestos de acuerdo en su estrategia pirata conquistando la cola del tranvía. El trole marca el ritmo, mira sus caras, impasibles, van seguros, confiados al cansino traqueteo. Cables suspendidos, cristal, madera, luces, chapa de un rojo intenso, cuatrocientos diez, línea tres. Una campana llama, avisa el fin de un viaje infinito, una cadencia esperada, hasta la próxima parada. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


CONFIDENCIAS

Al fondo el puente, un muro de grafitis, dos amigos, un pretil, actores de un encuentro, la unión de dos orillas, a veces tan distantes, tan distintas. Un vínculo, confidencias, sueños, miradas, palabras, un abrazo sentido, largo, detenido, a veces solo tú, mis deseos. Amistad sin decir nada, sin espera, silencios sin tiempo, una mano cercana una mirada tranquila, a veces tan cerca, tan solos, a veces tan unidos, tan lejos.

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BAJO GUÍA

Atardece en Bajo Guía, el sabor del salitre se impregna de resina. El rumor del agua, olas infantiles sin espuma, solo rizos juguetones lamiendo la arena. El sol desaparece, brillo dorado leve, sutil estela en la efímera pátina azul. Al fondo los pinos abigarrados, en calma, descansando sobre las dunas doradas. Y el cielo azul, claro, manchas de nubes, trazos de pincel en una pintura inacabada. (Homenaje a Carmen Laffón)

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UN DESCONOCIDO Avanza con su mínimo carro, una mano tira del gastado asidero, la otra, oculta, protegida del frío, en el bolsillo de la desgastada chaqueta, cientos de cuadros en tonos imposibles. Su ajado sombrero, su espalda encorvada, sorteando charcos, evitando las grietas verdes y grises de un pavimento sin orden ni cemento, amparado por el lánguido añil de la fachada. Sube despacio, arrastrando su mundo y un bote naranja, callado, mirando al suelo, recorriendo su camino diario, sus rutinas, hasta el final de la calle.

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HOMBRE CON SOMBRERO

Le delataron las luces del escaparate, sombrero calado, las manos en los bolsillos, traje negro, apenas salpicado por los brillos de lejanas farolas colgadas de los muros. Caminaba ajeno a todo, distraído, absorto ante la ventana de azulejos de colores, la agresiva luz malva, decenas de neones, atrapando sin piedad su andar sigiloso. Avanzaba despacio, tranquilo, alejado de la gente, del bullicio de la Avenida, dueño de la noche, de su tiempo, de su vida, pasos suaves, ligeros, una calle, una sombra.

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MERCADILLO

El pequeño tenderete exponía jugosas frutas, recias verduras, mil colores, en cajas de madera apiladas. Los clientes preguntan, piden, mientras la chica tras el mostrador gesticula mostrando las mandarinas, la mirada atenta, manos sucias de tierra, un chaleco grande, arremangado, hombros caídos, dos puñados de judías, el pelo suelto, una pequeña coleta, aretes en una oreja, una sonrisa. Tres aguacates maduros, sus ojos te llaman, hablan, parecen cansados, te narran una vida, una línea infinita en el tiempo.

UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


POEMA PARA FOTÓGRAFOS CALLEJEROS Ha caído la tarde, en pocos minutos la luz de otoño, tinta tenue, fría, se arropa en sombras. Una calle vacía, maniquíes descarados miran, alguien se acerca, sonríes, la fortuna. Una sombra llega, distraída, pantalón claro, chaqueta oscura, un sombrero. Ves la fotografía, sin cámara encuadras, buscas el espacio, son solo segundos. Ajustas un, dos, tres, enfocas, disparas, ajustas, cinco, seis, la sombra sale de escena. Son solo segundos de nuevo la calma, desconectas, ya es noche cerrada. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón

Retomas tu camino, tranquilo, bajo las farolas, con la mochila, de regreso, cargada de sueños.


OTOÑO Hojas frágiles, el rojo vivo, el tiempo detenido. Intensos ocres la eterna espera, lluvia, frío, la vida.

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CIGARRO Un cigarrillo en los labios, arrugado, sin humo, sostenido en notas de guitarra, una silla ligera, mirada distante, ritmo, jazz suave, alargadas sombras, pausada espera, un pie en el suelo, aceras vacías, un oficio pasajero. Frías tardes de otoño, viento desafinado, silbo leve en las rejas, manos frágiles, ágiles, revoletean, seis cuerdas, hojas en tímido vuelo, unas monedas, gracias, un acorde en blanco y negro, un mundo callejero.

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GRANADAS

Granada, grano rojo, útero de simiente, protegido, corona alocada, nido de arañas, tela pegajosa, atrapa moscas, piel suave, tonos pastel, dorados amarillos, pátina carmesí, pintas ínfimas negras, placer intenso, sabor dulce, ligero, brisa de la mañana, fresa en tus labios, boca húmeda de miel.

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GLOBOS EN EL PRADO Su corazón llegó antes que sus ojos cansados, su sonrisa de niño aquella fría mañana, un caos organizado, coches, risas, voces, telas, mil colores extendidos en la hierba. Enormes ventiladores, mudos, asomados a la negra boca del globo aun dormido, canastillas de mimbre, cabos, sogas, banderas, la espera, una agitación contenida. Las manos escondidas en guantes recortados, sosteniendo con fuerza la pequeña Lumix, veinticinco milímetros para una escena, un destello, un momento fugaz orquestado. Es la hora, todos se afanan, sale el sol, perezoso, tímido, abriendo sus brazos más allá del horizonte, sombras alargadas al abrigo del fuego, aire caliente, ruido. Brisa juguetona escondida en los pliegues, seda, tul suave, delicadas velas hinchadas, un silbido sordo en tu cabeza, ya suben, se alejan, mecidos por los sueños y el viento. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


TROMPETA Me guiaba la música, un solo de trompeta con sordina, un sonido continuo, un eco, reflejado en los balcones. Transeúntes desenfocados, ajenos al blues nocturno, notas suaves, delicadas, abriéndose paso por las aceras. Una nota desafinada, un cesto con monedas, una foto, un instante, sin ayer ni mañana. Una esquina cualquiera, soledad pasajera, sinfonía efímera, una canción inesperada.

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DOS MIRADAS

Sus grandes ojos dulce miel, iris tan vivo, me llaman, mirada en un punto ciego, intensa, fija, tersa piel. Mano en el pecho, un juego, anillos y abalorios, colgantes de fina plata, vestido color de fuego, ¿Quién viene, quién llega? tranquila, bolso en la mano, la chica pasa ligera, perfume, suave, cercano. Botines, gorro de lana, la ve, se acerca, mira, pelo negro recogido al frío de la mañana.

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SOLOS

Vías, luces apagadas, un chico en escena, brillos de acero, granito gris, blancos y negros.

Desenfadados, ella pañuelo al cuello, la avenida, el frío, sombras suaves.

Las miradas, los pasos, las manos entrelazadas, mascarillas, invisibles, un deseo. Juntos caminan, tranquilos, en el secreto, sintiendo la vida.

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TURISTAS La catedral, piedra eterna, viva, el misterio, una puerta, arco gótico, tímpano, figuras anónimas suspendidas en el vacío, testigos mudos del paso del tiempo. Bajo la delicada ojiva, una escena, un marco etéreo dibujado en tenues recuerdos, transeúntes en pose infinita, detenidos en sonrisas previsibles.

De espaldas, la mirada fija, la lluvia, un paraguas, un instante efímero, mínimas gotas invisibles, detenidas en un mar azul.

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SOLEDAD

Lluvia diciembre, viento cálido, húmeda tierra roja. Sol tibio de enero, una flor amarilla, solitario capricho Mar verde, claro, fondos azules, ligeras nubes. Luz, pinceladas difuminadas en un trazo infinito.

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LAS MANOS

La bota sobre el taburete, manos entrelazadas, uñas rojas, anillo de plata. Una caricia, momento breve, un recuerdo fugaz, ligera niebla de la mañana.

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SILUETAS Escondidos en la penumbra dos hileras de bancos de madera, enmarcaban el ancho pasillo. En el interior el aire fresco parecía moverse al vaivén del brillo de ajados ladrillos. De pie, al fondo, ojos cerrados, silencio, calma, oscuridad, pasos tenues, repetido eco, Un laberinto, hilo cómplice, me arropaba, fría quietud, envuelta en sombras efímeras. Dibujada por la puerta abierta, una silueta, un personaje, anónimo dibujo en negro, Inmenso espejo a la calle, un espejismo, un río de luz, recorte fugaz inesperado.

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PAREJA BAJO LA LLUVIA

Agarrados del brazo, unidos, protegidos de la lluvia, acompasados, avanzan seguros, paraguas rojo, solo caminan, en sencilla coreografía. Portales vacíos, cerrados, mirada fija en el suelo, añil intenso, gotas de cristal, viajeras, juguetonas, deslizándose en la escorrentía. Adoquines de acero, gorros húmedos, calados, aceleran el paso, no dicen nada, abrigos mojados, manos frías alcanzando el final de la calle.

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EL JUEVES

La mano extendida, unas monedas, otoño, la mirada. Abrigo azul, el sombrero ajustado, helada sombra. Tres personajes, una escena viva, un jueves cualquiera. Cachivaches de viejo, estuches sin lápices, bronce, almirez. Libros de tinta leve, manoseados, huérfanos de sueños. Espacios ocupados, repetidos, por siempre, en la memoria.

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ANÓNIMO Poema sin palabras Abrazo sentido, Agua fría, clara. Un anciano, un niño, poema transigente, transeúnte urgente. Poema que grita, un dedo infantil señalando un punto. Poema huérfano, desconocidas sombras, miradas olvidadas. Poema mudo, senda dibujada en un soplo de aire. Poema sin nombre, prisas confusas, aceras vacías. Poema líquido beso pasajero, abrigos mojados. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón

Poema húmedo, cae lluvia ligera, calle sin charcos. Poema callado, seda de colores en blanco y negro.


MISA DE DIEZ Las manos atrás, entrelazadas, dudaba ante la puerta. Una chaqueta, pantalón vaquero, zapatos negros, con brillo. Miraba a lo oscuro, una puerta oculta, un tímido rayo de sol. Su silueta, su sombra, le incitaba a subir, desafiante, muda. Mármol blanco, cinco escalones, desgastados por los años. Un personaje al fondo, en la penumbra, casi desaparecido. Fría mañana de invierno, silencio tranquilo, pausado. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


INVISIBLES Aquí estoy, vestido de saldo, a la espera, estrecha camisa, anodinos cuadros, cinco botones, soportando el frío que no llega. Aquí estoy, acompañado, soledad compartida, amigos callados, una vida tranquila, monótona, sin estaciones ni aves de paso. Aquí estoy, sin horarios, adelantos ni atrasos, libre de escaparates, focos intensos, quemando mi piel, mis sueños, sensible plástico. Aquí estoy, efímero maniquí, hueso reluciente, blanco roto, estatua muda, alejada de jardines, UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón

huérfana de cobijo, sin vida. Aquí estoy, invisible, insensible, mirada perdida, ojos cerrados, vacíos, nadie me ve, nadie me siente.


OCUPEN SU LOCALIDAD La plaza vacía, sillas apiladas en una esquina, al fondo paseantes anónimos, ajenos a la música. Una guitarra, una voz, de espaldas al mundo, en la espera, caos de hierros, maderas, Un público desconocido aún por llegar, una grada de sueños, asientos sin numerar. La siguiente canción, The Police acústico, “message in a bottle”, solo responde el eco. Faltan los aplausos, un nuevo repertorio, extraño concierto, ocupen su localidad.

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MIRADAS

Caminaba hacia mí, un verso, sonrisa tranquila, andar pausado, llega, mirada clara, sosegada, una mano, una caricia, un beso. Vidas contadas, breves, un reflejo, palabras llevadas por el viento, persistentes, en un eterno eco, imagen fugaz, solo un espejo. Un instante de duda, un deseo, ojos color miel, silencio cómplice, fundidos en un abrazo eterno, La vida, compartiendo tu tiempo, el pelo enredado, el olor de tu piel, acariciando tu cuerpo, tus sueños.

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ÁCIDO La mano sostiene, oprime, exprime el fruto, delicado, ácidas gotas retenidas, texturas, líneas caprichosas, trazos infinitos, brillo leve, ríos de plata, líquido breve, piel sobre piel.

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AZUL

Azul, añil, verano, olas, montañas, un hombre solo. Nubes blancas, mar calma, en busca del camino, piedras, retama. Un hombre solo, una silueta, un paisaje tranquilo.

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LA MEMORIA

Hoy se me olvidó tu nombre, esperé, conté los segundos, eternos, para que regresara a mi memoria el puzle de letras ordenado, con sentido, preciso, con el que te llamaba. Hoy te buscaba en mis sueños, incertidumbre, una nube negra, desasosiego, sílabas convertidas en sombras, cadencia de sonidos desaparecida en la neblina de mis deseos. Hoy acariciaba el aire sin sentir la suavidad de tus manos, el brillo de tus ojos, la humedad de tus labios tu pelo enredado, tu andar pausado. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


LA MAGIA DE LOS ESCAPARATES

Ella encerrada en el laberinto, viene, sale, entra en escena, atrapada por los reflejos del escaparate, un dibujo, un plano imposible, un grito, una llamada. El anciano camina, avanza, sortea los escalones, un caprichoso rayo de sol, bolsa de plástico en la mano, zapatos desmesurados. Un espejismo de lunares, colores, formas caprichosas, trazos efímeros, frágil caja de cristal, calles imaginadas perdidas en la memoria.

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FEBRERO

La vida, vivir cada segundo, respirar lo cotidiano, abrazar las rutinas, sentirse libre, tranquilo, el vacío, la nada. Una “milnueve”, la chica que te mira y sonríe, un gorrión, descarado, enredando en tus pies, palomas en vuelo, una pareja de la mano, respirando. En la mesa de al lado lecturas breves, pausadas, el runrún de la maleta sorteando el pavimento, voces lejanas, ecos cercanos, tímidos rayos de sol, finales de febrero, calma.

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IMAGO MUNDI Un pasillo oscuro, un espacio cerrado, neones azules enmarcados. Una silueta revelada, tres pasos, una sala, un cuadro, una escena iluminada. Tres personajes en lo oscuro un niño, trozo de pan en la mano, un perro, casi desparecido. Mujer, flor entre los dedos, delicada, San Jorge mira, desde la altura, una luz, un libro abierto. Un hombre, unos ojos fijos en mí, sobre ropajes negros, ¿Me habla? ¿Me mira? Avanzo, desaparezco, una sombra más, atrapada en la ventana, en la intensidad de sus pupilas. Ajena al dialogo visual, una chica ensimismada, sola, detenida en el tiempo. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón

Distante realidad, un sueño, un mundo artificial de colores una vida, un lienzo.


CHICA CON SOMBRERO

Una imagen, sombras, luz bajo la lluvia, un tiempo breve. Tus ojos en la mano, fijos, en un parpadeo, una secuencia, un relato.

Chica con sombrero, un dedo señala, un trocito de cielo. Una duda, la espera, guía visual inesperada, el infinito, en un poema.

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BICICLETA Un giro de pedal, chica en bicicleta, la velocidad necesaria, la gravedad vencida. Un muro de ladrillos, compacto, claro, con hornacinas, flores y un santo. Perfil difuso, desdibujado, un destello, oportunidad en fondo oscuro. Una fotografía, movimiento, un punto de enfoque a lo lejos.

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PATIO

Sentada en el poyete, un banco improvisado, finales de febrero, abrigada al frío, viento gélido, soleada mañana, piernas cruzadas, móvil en la mano. Un patio, blancas columnas, sencillos capiteles, en una esquina tan solo una maceta, sin flores, parece abandonada. Una cuerda en las alturas, recuerdos de un toldo, de tórridas tardes de verano. Un paisaje urbano, envuelto en ventanales acristalados, viejos ladrillos entrelazados, llagas de cal y musgo seco, reflejos infinitos, silencio, calma.

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CARNAVAL Sientes la música, el ritmo, el baile, agitado taconeo, vuelta, una sonrisa vuelo de colores, giros precisos, brisa suave, tarde de carnaval, magia efímera, un canto a la vida.

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CLAUSURA

Asomada a la puerta, en el umbral mármol claro se apresura en su tarea, fregona entre las manos. Sale, sin pisar la calle, oscuro, negro zaguán, un torno de clausura, las llaves en el delantal. Caprichosas olas de espuma, efímero brillo, luz, navegan por la acera, pátina translúcida, luna. Frágil espejo a sus pies, Un minuto, un momento, viejos muros color pastel, abrazando su silencio.

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SEYÐISFJÖRÐUR

Los recuerdos transitan por mi memoria, recorren de nuevo el viejo embarcadero, asidos al tronco de madera liberado de cabos, barcos imaginados, desaparecidos en la niebla del invierno. Maderas grises ajadas por el salitre, una mirada fugaz en la nieve de verano, aguas tranquilas del estío, cristalinas, tamizadas por el frío sol de madrugada, brillo suave, pausado, en la orilla. Nubes azuladas, grises, deshilachadas, amenazando lluvia y nieve, día de viento gélido en la cara, en las manos, buscando abrigo en los bolsillos, en un abrazo sentido junto a ti.

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LUZ

Preciso arco imaginado, transparencia, índice, pulgar en acetato. Desenfoque difuso, filamento de metal, casquillo, vidrio mate. Brillo sin sombras, neblina azulada, luz tenue de grafito.

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VIVIR De repente no entiendes nada, la vida se para en un semáforo que no cambia, rojo eterno, diagnósticos, incertidumbres, dudas, el mundo se encoge, se hace pequeño, muy pequeño. De repente una niebla oscura te rodea, cierras los ojos, oscuridad infinita, sin alma, ni asideros, soledad, ternura, caricias sin texturas, sin calor, sin frío, sensibilidad sostenida bajo la piel. De repente te sientes sola, muy sola, desaparecida en un soplo, una palabra, caminos barridos por la lluvia, sin color, sin olor, solo barro que se escapa de tus manos, lágrimas invisibles, efímero rocío bañado por el sol de la mañana. De repente encuentras tus sueños en un deseo, un solo deseo: vivir. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


PENSAMIENTOS

A la entrada de la casa el patio, la enredadera, ocultando la fachada, al fondo una columna de hormigón blanco, y un pilar rojizo de ladrillos. Impregnando el aire un aroma, olor a jazmín escondido, cuatro escalones con macetas, disputando un espacio mínimo. Peinado por el viento, un pensamiento, amalgama de colores, de paso, un sueño malva, un capricho, un dibujo inacabado. Belleza invisible, desaparecida, entre las frágiles hojas de la hiedra llueve, repique breve, en los cristales de las ventanas.

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HOMBRE CON PERRO Dos dedos sobre la frente, arrugada por el paso de los años, mano en la sien, pelo cano, mirada tranquila, ojos entreabiertos, tamizados por los vidrios de las gafas, el codo apenas apoyado en la pequeña mesa de madera, un vaso de cerveza, vacío, dos platillos de plástico, pies recogidos, a salvo de los pequeños charcos leve lluvia de primavera, en la mano derecha sin sentir, la corres del perro, ligera lazada oportuna, a su espalda viejos tableros ajados por el paso del tiempo, cristales, caprichosos reflejos, desdibujadas formas, me mira, parece que sonríe, nos miramos, compartiendo la vida, el secreto del instante en un silencio cómplice. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


PASEOS Me detuve, observaba el bullicio, mañana de domingo, el puente. La gente, viviendo el paisaje, ocupando sus espacios, el tiempo. El viajero, una sombra abandonada, tibio sol de marzo, sobre la piedra. Una foto, el enfoque cercano, precisa geometría, en un pixel. Me detuve, la gente, el viajero, una foto, el puente, el tiempo, sobre la piedra, en un pixel. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


HIELO SOBRE FONDO AZUL

Jugar con la vista, cubos de hielo, un espejo. Dócil mirada, frágil retina, detenida. Un barrido, mirar de nuevo, el agua, el cielo. Pájaros blancos, tres picos, rojo, negro, mágico vuelo. Reflejos sobre papel, efímeros cristales, en fondo mate. No hace frio luz cálida de mayo, agua en mi mano. Dibujo, espejismo, una escena, sin espera. UN VERSO EN UN PÍXEL - Miguel Rosa Castejón


CHARCOS DE ABRIL

Día de lluvia, apenas unas gotas despidiendo abril, charcos, oasis de juegos y risas, gritos, revuelo de paraguas, chapoteo, una niña en el espejo de la calle, colores, una calle imaginada, espejismo, líneas ordenadas, mostrando desvanecidos transeúntes sin prisa.

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RELOJ

Gente que pasa, mira, sincronía en los pasos, escaparates a la espera, sombras invisibles, desaparecidas. Se detiene, a solas, en su mundo, ajena a las miradas, sutil indiferencia, espacio y tiempo. Levanta las manos, un instante, móvil, botella de agua, precario equilibrio, encuadra, enfoca. Un chico de espaldas, una calle, el reloj, siempre detenido, atrapado en una pantalla de recuerdos y píxeles.

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A TU LADO Dormía, un ovillo de manos abrazado a su pecho, la miraba, mis dedos en su corto pelo. Una caricia, respiraba tranquila, al compás de la brisa, arena, suave tintineo. Una sonrisa, calma, sosiego, al paso de la tormenta, cielo claro. A tu lado, un mundo de dos, mar, olas, espuma, el sonido del viento, enredado en tus sueños.

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CARPE DIEM

Primavera desafinada, nubes de mayo.

A lo lejos el trueno, cercano el rumor de las olas.

Griterío de niños, gaviotas en vuelo.

Viento de levante, un pentagrama de arena en el aire.

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MIRADA AZUL

Luz fría, silencio, fina niebla, invisible, envolviendo la sala en fondo azul. Intensas miradas, expectantes, calladas voces atentas al relato. Una fotografía, un instante, detenido en el tiempo. Atmósfera reflejada, pupilas abiertas, un único sentido. Manos cruzadas, a la espalda, en los bolsillos, mascarillas de pandemia, Siluetas a la espera, nuevas vidas enmarcadas en un cuadro.

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TRAMPANTOJO Impresiones, el engaño en un plato, estridencias, una cuchara desubicada, oculta bajo la sombra, mantel, esterilla, comida caliente, columna de humo, sopa de ardiente acero, pimienta, sal, a la espera, temeroso cuchillo, lucha sin cuartel, desventaja, tuercas, tornillos, sierra afilada, iluso tenedor, temeroso, cuatro precisos dientes, brillo, mate, intensa mirada gris sobre negro en noche cerrada.

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CAE LA TARDE

Un techo de nubes grises, matizado por el brillo de lánguidos rayos de sol, anuncia el paso de la tarde.

Dos sombras, contraluz preciso, avanzan sobre las rocas, sin miedo al fuerte oleaje, manos entre las manos.

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DOS COPAS

Sobre la mesa burbujas doradas, imaginadas, sabor dulce, almíbar, flores recién cortadas, amarillas y malvas, ensueño, humo gélido, sutil sombra, mínimas gotas de rocío, efímeras, pasajeras, cristalinas, deslizándose en la estructura frágil de la copa de vidrio.

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PERFILES IMPOSIBLES

Oculta, tras el bosque metálico, una pareja. Confidencias compartidas, cigarrillo en la mano. Encuadre, fugaz mirada al límite, una duda.

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MIRADAS EN PAPEL

El mundo en un banco, una mirada litoral abarcando orillas oceánicas, paisajes remotos, enmarcados, en un espacio finito, papel, grafiti , ojos insondables asomados a simas, montañas, ríos, ciudades soñadas.

Un mapamundi vivo, invisible al paseante, ajeno protagonista que recorre su cielo, tatuaje en la piel, estrella polar, sol, rosa de los vientos, el norte, el sur, improvisados en un instante, en un papel simulando acuarelas.

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HAIKUS DE LUZ

Rayo de luz preciso, niebla clara marcada en el aire. Sombra en rojo, líneas infinitas, altas ventanas. Un juego de verano, agitado paisaje inesperado.

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OJOS, MAN0, PAPEL

De nuevo la mirada, sutil tristeza, en la espera. Dos ojos miran, encrucijada, invisibles fronteras, La mano que asoma, el pie furtivo, del mundo alejado. Sobre un mapa vivo, verano, calma, frescor en la mañana. De nuevo la mirada, sobre un mapa vivo, la mano que asoma.

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HÚMEDA PALETA DE COLORES

Iban de la mano, ella vestido ligero mecido por el viento, él camiseta blanca y gorra, sonreían, escuchaban sus risas cómplices, envueltas en mínimas gotas de agua, Ella, pelo rizado, al aire, traspasado por rayos de sol, un sueño, una isla imposible, una acuarela, húmeda paleta de colores, dibujando las tardes de verano en la Alameda.

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CELULAR

Parece escondido, arropado por muros amarillos de hormigón. Nadie le mira, nadie le ve, solo unido al mundo, su mundo, por el cordón umbilical del móvil, articulando palabras huérfanas de espacio, símbolos extraños atados al tiempo. Manos torpes transitan por el oasis del teclado, burbuja de colores, espejismo en negro que pierde la luz y la vida, en lucha, con el brillo del sol de la tarde.

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OJOS EN LA PARED

Lo descubrí al doblar la esquina, sobre un puzle de colores, letras, su mirada penetrante y viva, mares desbordados entre las grietas. Blanca pared de cal disimulada, casi perdida entre aparatos, la bicicleta ligera que pasa, el coche en la acera parado. Cables y pintadas, un marco rojo, la Alameda, árboles al fondo, Inmutable me mira, ojos negros. Mapa, lección de geografía, historia oculta, desconocida, de algún artista callejero.

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MÁS ALLÁ DEL ARCOIRIS Son seis, más de seis historias, parecen sorprendidos, despreocupados, arracimados, en un espacio mínimo. Atentos, doce ojos fijos en una mano, fina estela de humo, revoletea en la escena, esperan la magia, el truco, un momento. Siguiente secuencia, anunciada, poses detenidas, gafas de sol sobre el pelo, logos mil veces repetidos, zapatillas modelo único. Un corazón en el pecho, colgantes, pulseras, piercing, posturas imposibles, dueños, provisionales de un banco, una isla perdida en la Alameda,

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A pocos pasos, en fondo negro, sin entender, alguien confuso mira sin saber, que se encuentra muy lejos.


AGUAMARINA

Traje de cristal, fina gasa, tul, pantalón, falda, vuelo. Paseo inesperado, lunares, aguamarina entre bicicletas. Una chica va, tórrido sol, un rayo, una acaricia. Reflejos de verano, mediados de julio, tarde de sábado.

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MAÑANA DE BICICLETAS

Calles vacías, silencios de domingo, cálida noche. Silbido leve, dos bicicletas pasan, miro, llego, espero. Neones apagados, gris mate de las aceras, calma en la mañana. Instantánea, un segundo, un solo disparo, inesperada fotografía.

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