Imágenes con sentido

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Imรกgenes con sentido Miguel Rosa Castejรณn



El canto quiere ser luz... El canto quiere ser luz. En lo oscuro el canto tiene hilos de fósforo y luna. La luz no sabe qué quiere. En sus límites de ópalo, se encuentra ella misma, y vuelve. F.G.L.


“El corral de Esquivel” –Sevilla-


Tenía una idea fija, casi una obsesión. Apuntó los últimos detalles en un trozo de papel que estaba sobre la mesa, unas notas de recuerdo para el día siguiente, terminaba otro día más de excesivas rutinas, una mañana monótona y gris impregnada de burocracia inútil. El sol del mediodía le dibujó, al fin, una sonrisa, caminaba a buen paso, en pocos minutos alcanzó la arboleda de La Alameda, casi había llegado,

aunque

desaparecido.

las

prisas

por

llegar

ya

habían


Paseo de Torneo –Sevilla-


Colores, letras, caos organizado en un muro pintado sin límites de tiempo, sin espacios, sin autores, trabajo anónimo, arte efímero. Laberinto sin principio ni fin, sin interpretaciones posibles, solo la belleza imposible de la piedra oculta, imaginada y transformada en sueños. El caminante pasa ajeno a la escena, el grafiti grita y parece que nadie escucha, que nadie dice nada.


Zaitouna ‫“ ال زي تون ة‬Escuela de las abejas”


Una fotografía se transforma en lágrimas: La mirada de un niño, unas manos que juegan, unas mesas desvencijadas por el uso y por el tiempo. Una escuela cercana que sobrevive sin tiempo apenas para soñar . Cuatro mesas y dos bancos de madera


Guadalquivir


El sol cae, se retira más allá del horizonte. A mis pies el río, silencioso, ondula sus tranquilas aguas acogiendo los últimos rayos de la tarde. Bajo las nubes se oye el eco del canto de los pájaros, no los ves, solo los sientes, retirándose a sus nidos en la noche. Ya apenas se distingue la luz, las sombras vencen de nuevo. Silencio.


- Sevilla-


Los reflejos en el vidrio son una paradoja de lo cotidiano y su transparencia un devenir de lo posible, de lo que queda por ocurrir del nuevo día. Amanece en la avenida, prisas y rutinas, realidades y deseos, sombras y luces que avanzan a tu alrededor inexorables, mudas, invisibles... Te sientes

inmerso en

códigos de una ciudad que habitas e interpretas. Pasa el tiempo, sonido de sirenas, la realidad te alcanza, continúas caminando ante la mirada perpleja y cómplice de una chica que te sonríe, compartes la sonrisa, aligeras el paso. La vida sigue.


Pabellón de Argentina Expo 29 –Sevilla-


Era

curioso ver cómo el banco se encontraba de

espaldas al paisaje, su vista eran las palmeras y la torre del edificio, las lonas de las jaimas

del

desierto y el aire que se arremolinaba en la veleta. Nadie hubiera decidido darle la vuelta a lo previsible que era mirar al río, a los barcos , a las gentes que por el paseo desfilaban mañana y tarde por el muelle, pero ese banco impávido permanecía a la espera ,todos los días, deseando que nadie se sentara en sus finas , desvencijadas, verdes maderas.

y quizás ,


Puente de Triana


ExtraĂąo paisaje que esconde a un gigante, a una torre desmesurada. IncreĂ­ble retrato donde la niebla se pasea por las barandillas del puente y recorre sigilosamente las farolas, aĂąadiendo sombras a un horizonte de nubes de colores. Tonos ocres que destacan el encanto de la piedra, belleza fugaz y efĂ­mera sostenida por un rayo de sol, travieso, que se ha colado de puntillas en la escena y mantiene oculta la dureza del cristal y del acero.


-Sevilla-


Caminaba, casi corría, perseguía la mínima luz que iba dejando la tarde. Escuchaba sus risas y aligeraba el paso

apretando fuertemente la muñeca, que se

bamboleaba al ritmo tranquilo de sus gritos ahogados. La sombra le seguía, se le pegaba a los pies alargándose, fusionándose con la piedra, diseñando una silueta traviesa y viva.


-Torre Pelli- Sevilla


Las nubes teñían de gris el cielo. Desde la pasarela la torre se perfilaba a lo lejos, sujeta, casi clavada, entre el suelo, el puente y el río, mientras el movimiento imperceptible de las hojas presagiaba tormenta. No había nadie, ni siquiera sombras, solo un camino de metal y madera, testigo ciego de las gotas de lluvia que débilmente comenzaban a caer.


Belin (Âż?) Foto sobre Grafiti en Puente de la Barqueta


El niño sonríe con la mirada y no mira, solo tiene ojos para el dibujo de ¿una paloma?, ¿una niña con coleta? ...Qué más da, se siente feliz trazando con su mano zurda unas líneas sobre el papel, soñando con un mundo que corre veloz por su cabeza. Su pelo ensortijado desafía al viento que arrincona las hojas entre las paredes y las puertas y él ni se da cuenta, desaparece de la escena. El niño zurdo se encuentra rodeado de grafitis que respetan su espacio y su tiempo, nadie se atreve a molestarlo, a manchar su blanco lienzo arrugado.



Al mirar

la fotografía por primera vez apenas te fijas,

sorprendido por el brillo y el colorido de las bolas de cristal, en la humildad del

jersey, de un color naranja claro ajado

por el paso del tiempo y con los puños gastados y limpios. Cuando vuelves a mirar solo ves el tesoro que el niño lleva en sus pequeñas manos, que te ofrece y comparte contigo, y te obliga a olvidar la tristeza de sus ojos.


Plaza Alta –Badajoz-


El absurdo, una bicicleta en una ventana sin puertas, abandonada como la casa que la cobija. Paredes desconchadas, un alfĂŠizar que ha perdido sus lĂ­neas, una barandilla rota, cables sin destino y una farola vigilante y sola. Un escenario de pobreza y soledad, sin gente, sin vida. El paso del tiempo, la tristeza, en una imagen.


Playa del Terrón –Huelva-


El mar, violento al romper en la orilla, multitud de colores pugnando con la blanca espuma y los ocres de la arena. El mar imaginado, el horizonte definido por los azules del cielo, un mundo lleno de vida que se escapa a nuestros ojos y que siempre se siente lejano. El mar temido y desconocido, imprevisto por vientos y tormentas, por olas, que acechan y arrebatan sueĂąos y vidas.


Jardines del Guadalquivir –Sevilla-


Otoño. La lluvia ha dejado los ladrillos del paseo húmedos, sin hojas.

El reflejo de los árboles y las plantas del

parterre en los pequeños charcos te hacen pensar que vas a caminar sobre un espejo. La hierba, acompañada de hojas caídas y de pequeñas flores, va conquistando, calladamente, un espacio entre las fisuras de los escalones. Es un día gris y la niebla comienza a caer desde las desnudas copas, casi de puntillas llega la tarde.


Calle Tetuán –Sevilla-


Suena With a little help from my Friends” con voz desgarrada de Joe Cocker. La gente camina sin mirar atrás, parece que no escuchan, que los músicos son invisibles; A pesar de todo la guitarra sube el tono y desde la batería se inicia un tímido redoble

y las palabras

comienzan a volar y a esparcirse por todas las esquinas de la calle, “….Oh, I get by with a little help from my friends Mhhh… I get high with a little help from my friends. Mhhh… gonna try with a little help from my friend…”


Basílica de La Santa Croce –Florencia-


En la plaza las sombras de la Basílica avanzaban lentamente, el tibio sol de la tarde se retiraba. El ojo del inmenso rosetón parecía el objetivo de una cámara que grababa la escena. A pesar del frío la gente paseaba, se detenía, o se sentaba en el banco de piedra, sin prisas por abandonar el lugar. La belleza y el colorido de los edificios, la majestuosidad de la Iglesia, los azules del cielo, invitaban al sosiego, a la calma, cómplices de un momento mágico y único, mientras la mole de mármol permanecía impasible al paso del tiempo.



Huesos, tendones, carne, grasa, piel… Dos pequeñas manos negras atrapan a una mano grande blanca, las palmas se aprietan. Busco el odio, la diferencia más allá del color, el rechazo por ser distinto y no lo veo, no lo encuentro. ¡Cuántos corazones ciegos que si ven al enemigo, pero no escuchan, ni sienten la vida única que corre por nuestras venas! ¿Tan difícil es convivir, conocer al otro, aceptar y compartir un mundo único y diverso? Piensa, en tus manos está la respuesta, en tu corazón la vida.


Tolerancia ,Chillida .Sevilla-


Tolerancia. Hormigรณn coloreado sustentado en hierro y acero, metales ocultos sin hacer ruido, sin denotar su presencia, solo intuidos por el equilibrio de las formas. Calma. Un paso firme sobre la piedra. El camino se abre y se hace infinito, nadie espera, la palabra se hace huella. Invisible paso del tiempo detenido, eterno, como los abrazos sentidos bajo las sombras mudas e infinitas.


Istiklal –Estámbul-


Son tres, cada uno mirando a un punto fijo, lejano, sin ser vistos por nadie, sin mirar y sin ser mirados. Apoyados en el estribo y en el enganche cruzan calles y avenidas en perfecto equilibrio desafiando las leyes de la física y de un civismo establecido. Sonrío, desearía compartir sus vidas, sus aventuras entre railes y edificios. La instantánea los detiene unas milésimas de segundo y se quedan suspendidos entre el sueño y el deseo, entre la felicidad y la tristeza, prosigue su camino.

mientras el tranvía


Catedral de Sevilla –Puerta de San Miguel- Mercadante de Bretaùa-


Piedra. Siglos de sol y de lluvia, de calor y de frio. Sonrisas eternas que pasan casi desapercibidas, allá en lo alto, en el tímpano de la Catedral , casi a escondidas. Increíbles trajes que se agitan al viento, regalos y presentes, flores y guirnaldas que cobran vida. No tengas prisa viajero, la próxima vez que cruces el umbral mira hacia el cielo, te estarán esperando y, seguro, que seguirán sonriendo.


Venecia


Amanecía. La luz de las farolas hacía poco que se habían apagado y una tenue claridad iba dibujando los perfiles de los edificios en la isla cercana. Sonaba una monótona campana. La quietud de las aguas y la soledad acompañaban a un hilo de viento gélido que desde el mar se adentraba en la ciudad. Hacía frio.


San Marcos –Venecia-


La gárgola sostenía fuertemente la cántara, esperaba. Cobijada, casi mimetizada en el muro entre el colorido de los arcos y los encajes de la piedra miraba fijamente hacia la plaza. Su ropa parecía que había envejecido por el paso de los años. La figura, descalza, con el roete en la cabeza para continuar la marcha con la preciada carga, se apoyaba ligeramente en la hornacina soportando la soledad de siglos. Un ligero viento presagiaba lluvia y en segundos comenzaron a caer pequeñas gotas de agua.


Venecia


Un camino a ninguna parte, paredes desconchadas, un escudo que persiste en su nobleza ajada: El yelmo, el ĂĄguila amenazadora, solo falta la luna, mientras el sol parece que sonrĂ­e alejĂĄndose de la dureza de la piedra agrietada. Interiores que padecen de un tenebrismo y decadencia secular, humedad y salitre que lo invade todo. Ropa tendida, olvidada, en eterna espera de un calor que no llega. Abandono, puertas y ventanas cerradas que nos lleva a una vida pasajera e infinita.


Mont Saint Michel


AbadĂ­a, isla, mole de piedra asentada en una roca. Atardecer eterno, magia de una paleta de colores que invade el horizonte: malvas, rosas, celestes, grises, ocres. Un mar que ruge a mis pies, caballos desbocados, olas con cresta blanca que iluminan la noche, me estremezco, me siento una mota de polvo ante tanta belleza; mientras, una lĂĄgrima surca mi mejilla y una mĂ­nima sonrisa se apodera de mi piel.


Tánger – Marruecos-


La mujer se difumina bajo el arco de piedra, en una mano imaginada sostiene el pan, camina. Los ojos expectantes de las vendedoras de agua y verduras se detienen, sin prisa, miran y no miran, solo esperan. El tiempo no tiene sentido, todo es tiempo, todo es vida, unas vidas envueltas en velos, en horas de sol y noches sin luna.


Chaouen –Marruecos-


Escalera a ninguna parte, escalones indefinidos, trazados imposibles, extraña armonía entre la cal casi desaparecida y el verde enmohecido. Los niños juegan, siguen jugando, ajenos a la pobreza y al deterioro que siempre han sentido, sin sentirlo, sin saberlo. Una felicidad en frágil equilibrio que solo la niñez, inconscientemente, asume con los ojos cerrados a lo cotidiano y con el alma abierta a los sueños.


“El Jueves –Sevilla-


Ajena a la cacharrería la muchacha caminaba con paso firme y decidido, como una modelo por la pasarela gris de alquitrán. Muebles, lámparas, llaves, ropa vieja descolorida. En el espejo, su mirada, una décima de segundo detenida, un reflejo fugaz que pasa inadvertido. ¿Quién es? Solo un recuerdo que nadie ha visto, que nadie imagina, una imagen impresa en un cuadro efímero pintado por la vida.


“Cementerio de anclas” Tavira, playa de Barril


El viento, los azules del mar y del cielo, verde y arena. Cementerio de anclas, de barcos imaginados, hierro fundido por el salitre descansando de los avatares de las mareas. Y la brisa, que peina el paisaje meciendo suavemente los finos tallos de las azucenas.


Encuentro – Almensilla- Sevilla


Claroscuro, matices de sol y vidrio definidos por las sombras. Siluetas que cobran vida, girando en el atardecer, esperando la noche. Tranquilidad y silencio, calma.


Alameda –Sevilla-


Llega el otoĂąo. Las hojas caen tapizando el suelo de colores mientras una fina lluvia forma charcos reflejando el gris del cielo. Los juegos parecen olvidados, sin vida, sin risas, tristes, sin niĂąos que les acompaĂąen en este amanecer sombrĂ­o.


Marrakech –Marruecos-


Among the men and women, the multitude, I perceive one picking me out by secret and divine signs, Acknowledging none else—not parent, wife, husband, brother, child, any nearer than I am; Some are baffled—But that one is not—that one knows me. Ah, lover and perfect equal! I meant that you should discover me so, by my faint indirections; And I, when I meet you, mean to discover you by the like in you. (Walt Whitman)



Margarita, diseño perfecto y único de la naturaleza, pétalos que se superponen suavemente, abrazándose, cayendo lánguidamente. Blanco intenso y vivo que te sustrae la mirada y, perplejo, asistes a este impresionante mundo de belleza.


Sevilla


Las azoteas guardan enormes secretos. Vigilantes perpetuas del cielo, observan el paso de las nubes y ven como su colorido se transforma y cambia, mientras van tiñendo muros en una paleta rica y completa de sensaciones. Todos los días, al amanecer, se renuevan como Ave Fénix que resurge de sus cenizas y comienzan una nueva vida, diferente y única.


Bruselas – Bélgica-


El frio de la tarde depositaba cristales de neblina en los vidrios de los edificios. En el suelo se reflejaban las siluetas difuminadas de la gente que paseaba o, mĂĄs bien, transitaba en busca del refugio de los soportales o de un local que les acogiera ofreciĂŠndoles calor y abrigo.


Alameda


Los álamos se agitan con el viento. Sus figuras caprichosas moldeadas durante años, intimidan

al

viajero, a la vez que amenazadores troncos se inclinan agitando unos brazos ocultos entre las hojas. Danza en negro de una tarde que presagia tormenta, acompañada de la música eléctrica de las ruidosas nubes.



Colocaba la piedra en el tablero. Todos observaban la jugada y permanecían en silencio, en un momento Caravaggio inundó la sala de claroscuros y paños blancos, de miradas, de magia, trasladándonos por el tiempo. Un increíble olor a cera, a aceites y pinturas flotaba en la escena esparciendo un perfume de recuerdos en un lienzo infinito.


-Sevilla-


Atrapadas en las tabicas de los escalones las hojas permanecen quietas, como estatua de mármol en un pedestal de cualquier plaza. Diríase que el letargo invernal las tiene adormiladas, que el viento ha huido y perdido la batalla, dejándolas casi exhaustas, sin vida. No pueden escapar, las gotas de rocío de la noche las fijan al granito, a la piedra, solo les queda esperar calentándose al sol de la mañana.


-Sevilla-


El manto de hojas rojas sorprende por su belleza, un atrevimiento de la naturaleza, un guiño a lo diferente y único. Los enérgicos brotes de hierba comienzan a extenderse apareciendo aquí y allá, dando una pincelada de color que destaca aún más las tonalidades rojizas. Una roca, al fondo, parece que flota sobre la marea vegetal y corta el paso al ejercito verde que avanza.


Iglesia de Aegidienkirche -Hannover-


La Iglesia permanece en pie: algunos muros de piedra, el reloj que no da las horas, falsos mosaicos de cristales coloreados, ventanales que miran al cielo, bóvedas desaparecidas de las que solo perdura el recuerdo. La Iglesia ya no está, solo queda la duda si algún día la derribaran definitivamente y convertirán en polvo sus maltratadas piedras, si su campana regresará y resonará de nuevo en Hiroshima.


Estocolmo


¿Qué ves?


-Santiago-


El sol , la vida, matices de color y de sombras inundan el pĂłrtico. Decenas, cientos de figuras, se sujetan a la piedra desafiando cualquier ley de la fĂ­sica;

los mĂĄs

afortunados apoyan los pies en un pedestal mĂ­nimo que les deja los dedos al aire o les obliga a tenerlos levantados en un escorzo casi imposible. En la estrechez, los rollos de pergamino se unen a unos brazos pegados al cuerpo formando parte del ropaje ligero de la piedra.


Peniche Portugal-


Las barcas esperan sobre el cieno de la bajamar. La tarde, tranquila, invita a soñar en momentos de pesca, en artes desplegadas en el inmenso océano, en peces plateados, en mares bravíos y embarcaciones frágiles e indefensas, en la lucha del marinero por la supervivencia.


Los cubos de la memoria –Llanes-


No son solo bloques de hormigón coloreado, no son solo piedras que protegen de la bravura del mar, es mucho más.: Fragilidad y fortaleza al mismo tiempo ante las fieras olas, sensaciones, pureza, memoria de un pueblo que se expone a su historia, a sus espacios. Es valentía por contar un sueño desde un desafío.


Camden Town –Londres-


La cara mostraba una mirada desafiante: las cejas levantadas, el pelo corto y largo a la vez componiendo una cresta anaranjada, los piercings en el entrecejo y en los labios. La chaquetilla de cuero negro apoyada en la barandilla, quitada para la ocasión, dejaba la espalda al aire: una piel tatuada con dos alas de ángeles en los lados y un círculo, casi una diana, en el centro. En un brazo se intuían las orejas de un lobo. El traje, multicolor, con decenas de calaveras y rosas rojas, retaba, aún más, a

un mundo rutinario y

establecido. La chica me pidió que le hiciera una foto. Hice tres, al final esta fue la que le gustó. ¿Por qué nadie la miraba?


Nazaré –Portugal-


La inmensa ola atraviesa el océano y de manera milimétrica y acompasada, con exquisita precisión,

se

detiene a pocos metros del pueblo mínimo y escondido junta al acantilado. En cada embate la playa de fina arena se enfrenta a los finos cuchillos de plata de las olas. Un rugido tras otro el ataque que no cesa, la lucha, la incertidumbre de la victoria, el eco ensordecedor, el ruido metálico sobre la piedra, el reloj de las mareas que lo domina todo.



Todas las fotos son originales del autor. OtoĂąo -2016-


Este libro no es un álbum de fotografías, tampoco es un libro de poemas, ni mucho menos; Solo es un puzle de palabras que sueñan, que hablan de imágenes y de sentimientos.


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