Sobre la fotografía del paisaje
Introducción Desde el primer momento que planteo los trabajos, tanto la película como el trabajo de investigación, me parece interesante que ambos estén directamente relacionados. Siendo uno de los trabajos práctico y el otro teórico, la opción de profundizar en cierta manera sobre un tema para después realizar un ensayo práctico, es una forma de profundizar más, de aprovechar lo analizado, de completar una búsqueda, de forma más global, aplicando lo visto y leído. La parte más teórica del trabajo se centra, por un lado, en intentar comprender el paisaje; aprovechando el guión del curso, se trata de hacer una reflexión sobre el paisaje en general, su tiempo y su espacio, su forma, la humanidad en el paisaje, su memoria y la historia, todo ello relacionándolo con su percepción a través de la fotografía. Por otro lado, a través de la mirada de fotógrafos y teóricos de la fotografía se busca la ‘esencia’ de la fotografía y su capacidad de captar el paisaje en todas sus facetas. Arte, paisaje, fotografía, tiempo, espacio, historia, sociedad; reflexión, humanidad; patrones, belleza se funden tras una lente que intenta apoderarse de un momento; el preciso instante en el la cámara se abre para imprimir en un papel lo que se encuentra delante de él. El trabajo práctico trata sobre la Barcelona industrial; ofrece la oportunidad de trabajar sobre un tema muy presente en la ciudad, algo cercano y que me da la opción de abarcar los puntos investigados de forma directa.
Sobre la fotografía (y el paisaje) “Fotografiar es retener la respiración cuando todas nuestras facultades se conjugan ante la realidad huidiza; es entonces cuando la captación de la imagen supone una gran alegría física e intelectual” La fotografía es arte. La fotografía es poder Se podría entender la fotografía como el vínculo definitivo entre arte y técnica; el poder de utilizar la técnica para crear arte; la capacidad del arte de aprovecharse de la técnica. Pero la fotografía esta inevitablemente totalmente implicada en nuestro mundo actual más allá del arte, somos imágenes, estamos rodeadas de ellas, nos apoderamos de nuestra propia imagen cuando es de todos menos nuestra; es el mundo de la información, mayoritariamente audiovisual, la que controla este mundo, informa y desinforma, nos impone sueños y pasiones, necesidades. Explica Joan Fontcuberta en la introducción del libro ‘Realidad y fricción’ que en mayo del 68 los estudiantes tomaron la Sorbona, pero que, sin embargo, hoy en día hubieran cogido algún medio de comunicación. O como reflexiona acertadamente sobre una de las últimas películas de James Bond. En ella el antagonista de la película deja de ser un malo-malísimo del otro lado del telón de acero para convertirse en un dueño y señor de los medios de comunicación; un neo-ciudadano Kane capaz de escribir la historia, coaccionar y controlar gobiernos. Dice Susan Sontag que “la humanidad sigue irremisiblemente apasionada en la caverna platónica, siempre regodeándose en meras imágenes de la verdad”. Al enseñarnos un nuevo código visual, las fotografías alteran y amplían nuestras nociones de qué vale la pena mirar y qué tenemos derecho a observar. Son una gramática y una ética de la visión. El resultado más importante es darnos la sensación de que podemos apresar el mundo en nuestras cabezas como una antología de imágenes. Se podría decir que es la situación contemporánea de la fotografía, captando algo más que una mera situación. Ahí radica el poder de la fotografía; la fotografía no es el solamente el acto físico de apretar el obturador y de provocar una reacción química en un papel (ya todo un logro por sí solo). Fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que sabe a conocimiento, y por tanto a poder. Las imágenes fotográficas, al contrario de escritos y pintura, no parecen tanto afirmaciones sino fragmentos que lo constituyen, miniaturas de realidad que cualquiera puede hacer o adquirir.
Las fotografías son historias Las fotografías almacenan el mundo, parecen incitar al almacenamiento. Se pegan en álbumes, se enmarcan y se ponen sobre mesas, se cuelgan de paredes, se proyectan como diapositivas. Los diarios las destacan, los policías las catalogan, los museos la exhiben; las editoriales las compilan. Las fotografías perciben la historia contemporánea en toda su amplitud, están en las guerras, en los acontecimientos culturales, en los deportes, en la política; pero sobre todo se han convertido en portadoras de miles de pequeñas historias personales. Una fotografía se considera prueba incontrovertible de algo que realmente sucedió. La imagen puede distorsionar, pero siempre hay la presunción de que existe o existió algo semejante a lo de la imagen. Las fotografías se convierten en algo cotidiano, para explicar nuestra presencia, para dejar un testigo de nuestro paso y sobre todo para recordar porque, como explica Susan Sontag “cuando sentimos nostalgia sacamos fotografías”. Una fotografía no es meramente el resultado del encuentro entre un acontecimiento y un fotógrafo; fotografiar es un acontecimiento en sí mismo, y un acontecimiento que se apodera de derechos para interferir, invadir o ignorar lo que esté sucediendo. Una vez concluido el acontecimiento, la fotografía aún existirá, confiriéndole una especie de inmortalidad e importancia de la que jamás habría gozado de otra manera. Mientras suceden los acontecimientos, el fotógrafo acecha detrás de la cámara para crear un diminuto fragmento de otro mundo: el mundo de crear imágenes que nos sobrevivirá. La capacidad de la fotografía de modificar términos. “Las imágenes que idealizan no son menos agresivas que las que hacen una virtud de la fealdad, todo uso de la cámara implica una agresión.” En las primeras décadas de la fotografía, se esperaba que las fotografías fueran imágenes idealizadas. En 1915 Edward Steichen fotografió una botella de leche en la salida de emergencia de una casa de vecindad, un ejemplo de una noción muy diferente de la fotografía bella. En las décadas recientes la fotografía ha logrado parcialmente que todo el mundo revisara las definiciones de belleza y fealdad, en palabras de Whitman, “si cada objeto, condición, combinación o proceso precisos exhibe una belleza, es superficial señalar que ciertas cosas son bellas y ciertas otras no”. Fotografiar es dar importancia. Puede ser que no haya modelo que no pueda ser embellecido; más aún, no hay modo de suprimir la tendencia intrínseca de toda fotografía a acordar valores a sus modelos. Pero el significado mismo de valor puede alterarse tal como ha ocurrido en la contemporánea cultura de la imagen fotográfica. El fotógrafo, se encuentra en la intersección entre espacio y tiempo; muestra el paisaje en un momento preciso y de una forma precisa. Es su capacidad de percibir el tiempo y el espacio en una impresión. Pero lo que
parece simple empieza a dar vueltas sobre sí mismo cuando observamos que en una fotografía nos encontramos con arte, historia, memoria al mismo tiempo. Es la capacidad del fotógrafo y de la fotografía la que hace que de una imagen salgan historias, veamos lo que el lugar ha sido, es o será; es la que puede hacernos vivir algo que nunca viviremos, apoderarnos de algo que nunca tendremos. En este punto es oportuno hablar, no tanto de conceptos y capacidades de la fotografía, si el acto de fotografiar, el momento de búsqueda y selección de imágenes que queremos representar. A través de referencias, de fotógrafos Henri Cartier-Bresson “El aparato fotográfico es para mí como un cuaderno de esbozos, el instrumento de la intuición y de la espontaneidad, el dueño del instante que, en términos visuales, cuestiona y decide a la vez” El reportaje Se considera el reportaje es una operación progresiva de la mente y del ojo para expresar un problema, para fijar un acontecimiento o impresiones sueltas. Ante una abundancia se trata de una selección de lo visto. Es necesario adquirir, con el propio trabajo, la conciencia de lo que se hace. Se debe evitar fotografiar deprisa y maquinalmente, “para no sobrecargar con esbozos inútiles que atestan la memoria y perjudican la nitidez del conjunto”. La memoria es muy importante, memoria de cada fotografía que al galope, se toman al mismo ritmo que el acontecimiento; luego será demasiado tarde, no se puede recuperar el acontecimiento una vez pasado el momento. Es el ojo de cada uno el que inaugura el espacio presente que impresiona a cada uno con mayor o menor intensidad, encerrándose rápidamente en el recuerdo y se modificará en él. De todos los medios de expresión la fotografía es el único que fija el instante preciso. Jugamos con cosas que desaparecen y que, una vez desaparecidas, es imposible revivir. “Lo que desaparece, desaparece para siempre: de ahí nuestra angustia y también la originalidad esencial”. La tarea consiste en observar la realidad con ese cuaderno de croquis que es nuestra cámara, fijar la realidad. El tema El tema no consiste en recolectar hechos, ya que los hechos por sí mismos no ofrecen interés alguno. Lo importante es escoger entre ellos; captar el hecho verdadero con relación a la realidad profunda. Según explica H. Cartier-Bresson en la fotografía, lo más pequeño puede constituir un gran tema, un pequeños detalle humano convertirse en leit-motiv. “Vemos, y hacemos ver, en esta especie de testimonio, el mundo que nos
rodea, y es el acontecimiento a partir de su misma función, lo que provoca el ritmo orgánico de las formas. En cuanto a la manera de expresarse, hay mil y una maneras de destilar lo que nos ha seducido. Dejemos pues a lo infalible toda su frescura”. La composición Para que un tema posea toda su identidad, las relaciones de forma deben estar rigurosamente establecidas. Se debe colocar la cámara en el espacio en relación al objeto, y ahí es donde empieza el gran dominio de la composición. La fotografía es el reconocimiento de la realidad de un ritmo de superficies, líneas o valores; el ojo recorta el tema. Una foto se ve en su totalidad, de una vez como un cuadro; la composición es en ella una coalición simultánea, la coordinación orgánica de elementos visuales. No se compone gratuitamente, se precisa, de entrada, tener la necesidad de ello y no se puede separar el fondo de la forma. En fotografía, hay una plástica nueva, función de líneas instantáneas; trabajamos el movimiento, una especie de presentimiento de la vida, y la fotografía tiene que atrapar en el movimiento el equilibrio expresivo. El ojo debe medir constantemente, evaluar. Se modifican las perspectivas mediante una ligera flexión de rodillas, se provocan coincidencias de líneas mediante un ligero desplazamiento de la cabeza, pero todo esto, que sólo se puede hacer con la rapidez de un reflejo, evita, afortunadamente, “la pretensión de hacer Arte”. Se compone casi al mismo tiempo en que se aprieta el disparador y al colocar la cámara más o menos lejos del tema, se dibuja el detalle, se subordinamos, o por el contrario, “nos dejamos tiranizar por él”. “En ocasiones, insatisfechos, quedamos atrapados, esperando que ocurra alguna cosa; a veces se rompe todo y no habrá foto, pero si, por ejemplo, de repente alguien cruza ese espacio, seguimos su trayectoria a través del cuadro del visor, esperamos, esperamos…disparamos, y nos vamos con la sensación de haber obtenido algo”. Entonces se comprende que disparando en un preciso instante, se fija, instintivamente, los lugares geométricos precisos sin lo que la foto sería amorfa y carente de vida. La composición toma una relevancia primordial, pero en el momento de fotografiar no puede ser más que intuitiva, ya que uno se enfrenta a instantes fugitivos en que las relaciones son móviles. Todo análisis geométrico, toda reducción a un esquema, sólo puede producirse cuando ya esta hecha la foto, cuando esta revelada, cuando se ha sacado la copia y no sirve más que de materia de reflexión.
La técnica Debe crearse y adaptarse, únicamente, para realizar una visión; es importante en la medida en que hay que dominarla para que nos devuelva lo que vemos; lo que cuenta es el resultado, la prueba de certidumbre que deja la foto. La fotografía es el reconocimiento simultáneo, en una fracción de segundo, por una parte del significado de un hecho y por la otra de una organización rigurosa de las formas percibidas visualmente que expresan ese hecho. Debe establecerse un equilibrio entre los dos mundos, el interior y el exterior, que en un dialogo constante forman uno solo, y ése es el mundo que debemos comunicar.
Pero esto hace solamente referencia a la imagen, y el contenido no puede separarse de la forma; por forma entiendo una organización plástica rigurosa en virtud de la cual, únicamente, nuestras concepciones y emociones devienen concretas y transmisibles. En fotografía, esta organización visual no puede ser más que el fruto de un sentimiento espontáneo de los ritmos plásticos.
El fotógrafo se limita a mostrar las agujas del reloj pero escoge el instante: “yo estaba ahí y así era la vida en ese instante tal como yo la vi”. En la fotografía, la creación consiste en un breve instante, un rayo, una réplica: lo que te ha sorprendido cazarlo al vuelo sin trucos, sin dejar que se resista.
La aproximación a los siguientes autores se hace de una forma más directa, explicando su fotografía, su forma de afrontar la captación de un paisaje, de una situación. Manolo Laguillo Laguillo adopta un estilo seco y directo, favorable a las tomas frontales y las geometrías simples y claras. La obra de laguillo hace básicamente referencia al documentalismo urbano, un estilo que no se aleja de la fotografía de la arquitectura. Su trabajo se basa particularmente en Barcelona, representando la ciudad, mostrando sus transformaciones.
Realiza imágenes lacónicas, descriptivas, despobladas y con un tono contenidamente melancólico creando una imagen de Barcelona con un sentido histórico. La ruina y la nostalgia formalizan un potencial histórico latente. Persiste en el trabajo de documentar la ciudad durante la transformación de los ochenta desde la perspectiva de dar cuenta de aquello cotidiano e invisible, lo que desaparece. Bernd & Hilla Becher Su trabajo muestra la fascinación por la similitud con la que habían sido creados ciertos edificios. Las fotografías están realizadas desde diferentes puntos de vista con una cámara de gran formato, pero casi siempre en un plano perpendicular al objeto que retratan. Las imágenes de los edificios con idéntica función se muestran juntas invitando al público a comparar las formas y diseños.
Las fotografías de los Becher nos muestran un mundo reflejado en tonos grises diferenciados, “al fotografiar en color se extrae un tono que realmente no existe. El carácter escultural se presenta mejor con la utilización del blanco y negro”. Nos descubren regiones aparentemente muertas, abandonadas y artificiales. Depósitos de agua, de gas, carboneras, torres refrigerantes y casas; todos testigos del desarrollo industrial amenazados por la destrucción y el olvido llenan sus obras de principio a fin. Esta pareja de artistas es una de las figuras más influyentes de la fotografía contemporánea alemana. Adoran la idea de ruina. La fotografía casi se convierte en un deseo de preservar. Lo que hacen es aislar el objeto para sublimarlo al público. Lo documental dentro de su obra cada vez se ve más entremezclado con otras connotaciones. “No queremos cambiar nada en los objetos que fotografiamos , sólo nos permitimos un retoque artístico, como despojar el entorno del objeto retratado, centrarlo en el encuadre, lo que no corresponde a la realidad, puesto que en el lugar nos hallamos a menudo ante un caos de selva arquitectónica”, señala la pareja Becher. Para acometer sus obras suelen establecer una cámara en un punto elevado y luego con una luz difusa -que no crea sombra- dejan la cámara durante un largo tiempo deexposición; esa es la razón por la que no aparece la figura humana. Sería una tortura para el modelo. Desde luego que estas series tienen más que ver con la fotografía nacida en el siglo XIX y principios del XX que con las fotografías “posmodernas”que podemos ver hoy día.
Genín Andrada Su obra se puede encuadrar en el nuevo documentalismo. Por lo general, el tratamiento del tema que hace no es frontal ni dogmático; se centra en los detalles simbólicos, en las relaciones con el paisaje del individuo, de tal forma que compone un mosaico que completa la imagen que quiere dar de un asunto en concreto.
Martí Anson
El tiempo, su transcurrir, su medición, la percepción de ese espacio virtual, el tema repetido en el trabajo de Anson. Siendo la fotografía una imagen ‘congelada’ en el tiempo, la utiliza para reflexionar sobre el paso del tiempo.
Juega con la percepción lineal del tiempo y nos hace reflexionar sobre esas categorías subjetivas que realmente sirven para calibrar un tiempo, en una dimensión social. Juega con la percepción lineal del tiempo y nos hace reflexionar sobre esas categorías subjetivas que realmente sirven para calibrar un tiempo, en una dimensión social. Cómo transcurre en un entorno cotidiano, cómo lo llenamos y cómo lo vivimos, ese es el auténtico tema del juego: mostrar las implicaciones en nuestras vidas de esas percepciones subjetivas del tiempo, constatar que además de que el paso del tiempo es imparable, es más desasosegante ver que en ese transcurrir no sucede realmente nada: es una infinita espera.
José Manuel Ballester
Desarrolla un mundo de arquitecturas vacías, paisajes de la contemporaneidad no exentos de un espíritu romántico que le liga con la pintura realista más tradicional. La arquitectura es uno de sus temas más recurrentes, haciendo del edificio un lugar lleno de matices, en el que un pasillo, una puerta, una estructura en construcción, se convierten en algo más
gracias a los juegos de luces y sombras. Marca también en su obra Su obra esta también identificada por una marcada rigidez. Se mueve entre la fotografía y la pintura, entre la realidad y la abstracción, pues profundizando en los contrarios se van acercando sus formas y apariencias.
Sergio Belinchón Retrata la presencia humana en los lugares a partir de su ausencia, de la huella que ha dejado en el lugar. En la serie Metrópolis de 1997 se centra a trazar una propia escala y a contrastar la relación humana con la historia de piedra de ciudades con arquitecturas magnificas. Así, en su obra se observa la búsqueda entre lo documental y un cierto intimismo, en una representación directa entre la persona y el lugar, pero sin presencia de la persona.
Jordi Bernadó La arquitectura y el viaje, la ciudad en sus rincones más inesperados, más cotidianos. Formado más allá de la fotografía, tiene un bagaje cultural que comprende no solamente la técnica fotográfica sino un acontecimiento de la arquitectura, el cine, la literatura de una época que va conformando sus imágenes más allá de su estructura formal. Su trabajo se acerca a una
escenificación de lo real, lo cotidiano, lo entresacado, descontextualizado de un entorno que lo tapa y lo justifica. La ironía y la crítica cultural que emanan de sus fotografías es tan solo una más de la características de una fotografía de viaje que no es épica, deuna fotografía de arquitectura que no resalta la construcción ni la belleza de los edificios, de una fotografía contemporánea que no se basa en las directrices de ninguna moda estética.
Maria Bleda y José María Rosa Su obra se centra en los lugares en lo que ha habido una actividad determinada. En su serie Campos de fútbol, Campos de batalla o Ciudades son claros ejemplos en las que se muestra, se deja ver la existencia de algo que no esta, el fragor de la hinchada, evoca la historia de España y muestran el esquema de lugar vacío, habitado por una memoria activa, una memoria cargada no solo de ideología si no con fuerza evocadora. Su estética limpia, con la ausencia absoluta del hombre, las imágenes carentes de elementos ajenos al tema que trata, caracteriza una obra que se mantiene fiel a sí misma, desarrollando una línea de trabajo e investigación sobre el hombre y sus orígenes culturales, y el paso de su presencia por el paisaje natural y cultural.
Javier Campano En una línea diferente a los autores vistos hasta ahora, todas sus fotografías nos hablan de una vivencia personal, pero ni una gota de trascendentalismo. Sus imágenes, realizadas en viajes, en un movimiento continuo, no marcan un lugar destacado, un monumento, un momento significativo, sino que muestran una melancolía sin denominación de origen, ese tono de soledad que acompaña siempre al auténtico viajero, solitario y silencioso observador de un entorno de un entorno que viene a ser similar en cualquier lugar, a través de cualquier ventana de cualquier hotel del mundo. Un silencio y una melancolía dominan unas composiciones que originándose en un momento especial, se definen con un estudio geométrico de los y con una estructura nada casual.
Carlos Canovas Vinculado al documentalismo social, su fotografía siempre se ha interesado por un paisaje cercano al hombre de maneras diversas. Se centra
por un lado, en la decadencia de una antigua industria triunfadora. Lugares donde el crecimiento ha dejado obsoletas industrias y edificios, apagados, vacíos que en otro tiempo generaban energía y riqueza. Muestra más tare una sensibilidad personal para captar las sensaciones de pérdida, solead y dolor, a través de la serie Dolientes Plantas; la relación entre el hombre y el lugar, el aislamiento en ambientes domésticos y urbanos. Esa relación entre hombre y lugar, teniendo en cuenta la tipología de los lugares, así como ese difícil dialogo entre naturaleza y ciudad, o tal vez se debería de decir entre la memoria de la naturaleza y la voracidad de la ciudad caracteriza su trabajo que se aleja del documentalismo social para entrar en un territorio más intimo; el de la relación del paisaje con el individuo.
Vari Caramés Su obra se conforma de imágenes cotidianas e intranscendentales, borrosas y aparentemente casuales, conforman una obra caracterizada por la fotografía borrosa, líquida, vista a través del ensueño de una mirada nostálgica, prendida de algo que no podemos ver en ninguna de sus imágenes. Se trata de una fotografía construida sobre la intrascendencia, sobre la inmaterialidad; vemos una cosa que realmente significa algo muy diferente.
Jose María Díaz Maroto Su trabajo se inscribe dentro del documentalismo intimista, subjetivo, que ofrece imágenes sacadas de la realidad cotididana pero tamizadas por la subjetividad de una mirada que elige lo anecdotico, lo sencillo, lo que todos hemos podido ver, sin buscar lo excepcional. Se trata de una fotografía pura, que sigue la tradición del blanco y negro, la del instante decisivo. Busca la tranquilidad de objetivos más cercanos a él; su objetivo es sencillamente la fotografía, transformar el mundo habitado, el mundo contemplado, en papel.
Mikel Eskauriaza Su obra se basa en el retrato del límite, del paisaje de barbecho que queda en el intersticio, frontera antinatural, entre la ciudad y el campo, lugar sin nombre en el que crece un tipo de vida marginal, sin clasificarpor ninguna estructura. Es un paisaje de escape, un lugar de paso en el que han quedado atrapadas construcciones y parajes casi vírgenes. Se trata de arqueología de lo inmediato, con lugares vividos recientemente y transformados en otra cosa. Alberto García-Alix Su relación con la fotografía surge a partir del peso de una mirada que quiere mantener con vida momentos, personas, situaciones que se le escapan en un tiempo imparable. Su obra se convierte en un proceso simbólico de sentimientos que ha cronometrado, reflejado en el tiempo en el que toma una imagen, en lugares, en rincones de la ciudad que carga de sentido. A pesar de la carga sentimental y autobiográfica de su obra su imágenes tienen una fuerza perturbadora, dotada por la potencia de lo auténtico, de una forma de fotografiar con la propia mirada.
Anna Malagrida La relación del individuo con su entorno en la ciudad contemporánea y la forma en que las nuevas tecnologías, específicamente los medios de comunicación, influyen en la forma de relacionarse del individuo, forman el núcleo conceptual de la obra de Malagrida. Entre su obra encontramos reflexiones sobre la arqueología urbana y la reflexión entre lo público y privado, lugares sin uso, sin nombre que rodean nuestras ciudades aparentemente perfectas, con puestas en escena que refiere a escenas del paisaje pictórico romántico: el hombre ante la infinitud de la naturaleza, ahora está frente a un paisaje que no tiene nada de grandioso.
José María Mellado Centrado en el estudio del paisaje, con un especial interés por la vertiente urbano industrial, su trabajo se desarrolla en dos etapas especialmente significativas. Nos fijaremos especialmente en la primera etapa, a través de la fotografía del blanco y negro retrata paisajes industriales, con total ausencia del hombre. Un blanco y negro de duros contrastes que plasmaba unos lugares en proceso de abandono, mastodontes de una época superada y cuyas huellas arquitectónicas quedan como restos prearqueológicos.
Eduardo Nave Pertenece a una joven generación de fotógrafos que esta reinventando el documentalismo. Nave realiza imágenes que pueden sobrevivir sin el nexo con la realidad que analiza, simplemente como obras exentas, en función de su plasticidad. La unión con esa realidad que documenta la hallamos en la estructura de serie y los elementos comunes de las imágenes entre sí.
Bibliografía Cartier-Bresson, Henri “Fotografiar del natural” GG Barcelona 2003 Sontag, Susan “Sobre la fotografía” Edhasa Barcelona 1981 Olivares, Rosa “100 fotógrafos españoles” Exit Madrid Hill, Paul Cooper, Thomas “Dialogo con la fotografía” GG Barcelona 2001 Becher, Bernd & Hilla, “Industrial Landscapes Schirmer/Mosel Munich 2002 Maclean, Alex S. “la fotografía del territorio” GG Barcelona 2003 Jellicoe, Geoffrey & Susan El paisaje del hombre” GG Barcelona Exposición: Manolo Laguillo “Barcelona 1978-1997” en el MACBA
Mikel Sagarminaga Ayastuy Arquitectura y arquitectura del paisaje. Introducci贸n al paisajismo Curso 06/07. Cuatrimestre primavera Prof. Miquel Vidal