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ANTONI O CO LÍN CASTAÑ E DA * LEO NAR D O E R NE STO MÁ RQ UE Z M I R E LE S * * De acuerdo con Sacristán,1 todas las sociedades tienen por lo menos dos aspectos en común. El primero, un determinado acervo de información; y, el segundo, un modo característico de transmitirla. Al respecto, las sociedades modernas —de finales del siglo XX y principios del siglo XXI— poseen características peculiares: la información se genera en grandes cantidades, se renueva constantemente y se transmite con una rapidez vertiginosa, mediante el empleo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Reconocer el papel fundamental del tratamiento de la información en la construcción del conocimiento y la importancia que tiene éste al intentar comprender y transformar el medio físico y social que nos rodea, nos ayuda a entender el por qué a las sociedades modernas —de acuerdo con Gimeno Sacristán—, se les ha denominado sociedades de la información. Todo lo anterior nos lleva a ver que la formación de docentes en las Escuelas Normales —considerada como una herramienta estratégica para el logro de los objetivos educativos—, * Maestro en la Escuela Secundaria “Lic. Abel C. Salazar”, Lerma, Estado de México. ** Profesor–investigador del Cuerpo Académico de Estudios Regionales y de Frontera Interior en América Latina, Universidad Autónoma de San Luis Potosí. 1
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Gimeno Sacristán, J. (2005). La educación que aún es posible. Ensayos acerca de la cultura para la educación. Madrid: Ediciones Morata.
: : ¿Por qué... capacitarnos en las TIC? en una sociedad con tales características, debe atender dos necesidades básicas: 1. El aprendizaje a lo largo de la vida profesional. O formación permanente con sustento en el aprendizaje autónomo2 y colaborativo. 2. El desarrollo de las competencias para el procesamiento de la información. Esto, además de favorecer al docente, le colocará en posición de formar a sus educandos bajo la misma línea. Y en este sentido, la introducción de las TIC en los procesos institucionales de formación docente, representa un elemento que puede favorecer el procesamiento de la información digitalizada, orientado hacia un crecimiento continuo en los docentes. La tecnología en la educación es tan antigua como la tiza y el borrador, pero las TIC, definidas como “[…]todos los sistemas y recursos para la elaboración, almacenamiento y difusión digitalizada de información, (que) se basan en la utilización de tecnología informática (ordenadores, equipos multimedia, redes locales, Internet, TV digital)”,3 forman parte de una generación reciente y en constante renovación, que procesa la información como ningún otro recurso lo ha hecho hasta el momento. Es de señalar que las TIC reducen los tiempos y los espacios, de tal manera, que a principios del siglo pasado se hubiese pensado como ciencia ficción. Principalmente los ordenadores, los equipos multimedia, las redes locales, el Internet, el correo electrónico y la telefonía celular, permiten que los procesos de generación y difusión del conocimiento sean más eficientes y se puedan dar en tiempo real. De acuerdo con Sanhueza, con el empleo de las TIC, los docentes desarrollan una interacción fluida y una marcada atención individual en los alumnos, desarrollando a cabalidad su rol de mediadores. Respecto a los alumnos, es posible afirmar que desarrollan autonomía en el desempeño de las tareas de aprendizaje, mayor interacción y colaboración entre pares y hacia el profesor. Este mismo autor, en la obra citada, distingue las siguientes variables de efectividad en las clases observadas en las que se emplearon TIC: “[…] presentan un alto nivel de trabajo y concentración de los alumnos en la tarea instruccional, no dedican tiempo a actividades no instruccionales, tardan un mínimo en
iniciar las actividades instruccionales, logran fácilmente que los alumnos inicien su trabajo cuando se lo solicitan, utilizan el refuerzo oportuno a los estudiantes cuando manifiestan una conducta positiva, desarrollan la modificación metodológica constante, observándose además: el incremento del aprendizaje de los alumnos, el aumento de la interacción del profesor hacia sus alumnos, la satisfacción del docente por su desempeño, las planificaciones exitosas, el perfeccionamiento y actualización docente constante y el aumento de la participación y autonomía de los estudiantes en las clases asistidas por TIC”. 4 En el entendido de que las Tecnologías de la Información y la Comunicación no son educativas por sí mismas, su implementación —en las escuelas normales y el sistema educativo en general—, de acuerdo con Jean-Pierre Carrier,5 puede representar un enorme reto en muchos ámbitos como el económico, social, cultural, pedagógico, didáctico y administrativo. Y si bien, permanecer al margen del uso de estas herramientas nos evita desembolsar grandes cantidades de dinero o tener que preocuparnos por buscar estrategias pedagógicas que permitan su uso eficiente y nos quita la molestia de tener que idear una mejor forma de organizar y educar a los docentes y a la sociedad, también limita enormemente la posibilidad de informarnos y comunicarnos como en ninguna otra época se había podido hacer. Por todo lo anterior, es necesario que en las Escuelas Normales no se dé el uso de estas herramientas por moda o por inercia. Sino que se diseñen, apliquen y evalúen proyectos educativos con el sustento psicopedagógico y didáctico adecuado, tomando en cuenta las necesidades y posibilidades sociales e institucionales. Para concluir, nos interesa mencionar que, respecto a este tema, se realizó un estudio sistémico-etnográfico en el posgrado de la Escuela Normal Superior del Estado de México (ENSEM),6 en el periodo 2004-2006. Con base en este estudio se pudo determinar que, cuando la implementación de las TIC —como herramientas para el procesamiento de la información—, no tiene sustento en las necesidades reales de la institución y de los docentes en formación; o no se orienta con planes y programas adecuadamente fundamentados y articulados, la eficiencia y efectividad de estos recursos no son las esperadas, de acuerdo con los planteamientos teóricos ya analizados.
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La autonomía entendida como la no dependencia total del docente. Domínguez, M. (2003). “Las tecnologías de la información y la comunicación: sus opciones, sus limitaciones y sus efectos en la enseñanza”, en Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas, No 8, Julio-Diciembre. Disponible en: http://www.ucm.es/info/nomadas/8/mdominguez.htm 4 Sanhueza Vidal, J. A. (2005). “Características de la practicas pedagógicas con TIC y efectividad escolar”, en Contexto Educativo, Revista Digital de Educación y Nuevas Tecnologías, Año VI, No. 36. Disponible en: http://contexto-educativo.com.ar/2005/3/nota-09.htm/ 5 Cfr. Carrier, J.P. (2002). Escuela y multimedia, México: SIGLO XXI. 6 En el posgrado de la ENSEM se encuentran inscritos docentes de los tres niveles: Básico, Medio y Superior. Nota: Para mayor información de la investigación: http://ensem.edu.mx/ o al correo electrónico ensem@mail.edomex.gob.mx 3
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