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Luis Daniel Correal, trazando sonrisas en lo profundo

Trazando sonrisas en lo profundo

Este ingeniero civil de 31 años se encarga de aportar con su trabajo en Minera El Roble desde la subárea de Relleno Detrítico Cementado (RDC), primero como ingeniero junior, y ahora como coordinador. Luis Daniel, cada día, se amarra el barbuquejo de su casco, se pone su reata y se dispone a entrar a mina cada vez que es necesario para cumplir con sus funciones, llevando siempre, además, una sonrisa amplia, no solo con su boca, sino también con los ojos.

Nació en El Carmen de Atrato y las calles de la vereda El Porvenir lo vieron crecer, entre juegos con su hermana y la complicidad con sus padres, entre las aulas de la escuela Gabriela Mistral y la Institución Educativa Agropecuaria Marco Fidel Suárez, donde terminó su bachillerato.

Luego, en Medellín, primero con Matemática, pero terminando en la carrera de Ingeniería Civil, no porque fuera su segunda opción, sino por una jugada de la vida que le sirvió para reafirmar que su camino estaba por el enrevesado e interesante lado de las estructuras, concretos, suelos y cimentación, conceptos que aplica en RDC a través del relleno, las estructuras y sus pernos, por ejemplo.

Dice que lo que más disfruta de trabajar en Minera El Roble es poder aprender cómo ser un buen ingeniero en este sector, la multidisciplinariedad que aquí encuentra, la diversificación y la oportunidad de aprender, pues cada reto que aparece en el día a día está cargado de enseñanzas, no solo profesionales, sino personales.

Lo que complementa su satisfacción laboral es su compañía en el hogar: su familia. Y es que, como afirma Luis Daniel, “como persona hogareña, no hay nada como tener quién lo espere a uno en la casa”, viendo como un regalo y un privilegio el poder ejercer su carrera en su municipio, al lado de los suyos, quienes se sienten orgullosos del profesional que es hoy.

Como parte de esa enumeración generosa de aspectos positivos, sus amigos y compañeros hablan de él con la paciencia como común denominador en sus virtudes, lo que lo hace una persona tolerante, además, puntual, sencilla e inteligente.

Su jornada termina quitándose sus EPP, pero nunca su sonrisa, que lleva a su casa con satisfacción, con el fin de recargarla para una nueva jornada. A través de su historia, este carmeleño personifica la síntesis armoniosa entre el profesionalismo y la calidez humana.

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