No. 2 Año 2 Agosto 2022
# futbol
El fútbol me acompañó durante los primeros años de vida. Los recreos de la primaria estuvieron constantemente aderezados con este ingrediente. El patear de un lado a otro: pelotas, balones, envases de Frutsi, tapitas de botellas y en ocasiones hasta mochilas, nos permitía disfrutar del exceso de sudor y mugre; resultado que siempre dejaban las buenas batallas en esos campos improvisados. El color rojiblanco lo heredé de mi padre, equipo que vivió una época dorada en los noventa, cuando realizaron la proeza de ganarle al Real Madrid, en el primer mundial de clubes. El fútbol me remite a la nostalgia pambolera de esas tardes, donde nada parecía importar más que ganar, y que ganara aquel equipo, del cual solo quedan las sombras de lo que fue. Aaron Alvarez Dirección y diseño editorial: Aarón Álvarez Edición: Coral Sotelo Comité seleccionador: Una mosca (que vale por tres) Portada: Eio (Leandro Cepeda). Contraportada: Juan H. Jiménez
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minúscula, literatura breve /Agraphia Editorial / CDMX / 2022 Se prohíbe la reproducción y difusión total o parcial del contenido de esta publicación, sin la autorización de editorxs y autorxs (guiño-guiño).
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Nuestra minuscula ficcion
El Tri Dicen que la selección mexicana es el gigante de la CONCACAF, pero en los mundiales no llega ni a molino de viento.
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¿Qué fue primero, la pelota o el fútbol? Hoy la ciencia asevera que la gallina tuvo que llegar a su forma actual antes de poner huevos y reproducirse como la conocemos. Sin embargo, en el “deporte rey”, la pelota (el huevo) es la que reproduce el juego y no al revés; o ¿quizás sí? Acá filosofía y ciencia no son tan precisas porque el juego cambia, muta, se alimenta de costumbres por donde sea que vaya y, eventualmente cambia, se transforma un poco, pero se necesita sí o sí de una pelotita rodando para que el juego exista. Lo bueno es que para esta gallina (el juego), valen huevos de trapo, plástico, fibra, cuero, en forma de botellas de plástico, latas y otras “pelotas” que nuestra imaginación pueda distinguir. Mientras pies quieran jugar, las pelotas aparecerán ante los ojos de quienes añoren hacerlo; y así, el fútbol nació para ser eterno. Pedro Abad Vintimilla, Ecuador
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minuscula Milagro Yo vivo en un barrio donde una tapita es una pelota una botella es una pelota una piedra es una pelota y una pelota, una pelota es un milagro. Jose Luis Machado, Uruguay
Haikus de entretiempo I Entre las redes El balón curvándose De moretones. II Se hace la luz Con veintidós dorsales Que arremolinan.
III El gol se sirve Acuarteladamente Por los suburbios.
Omar Alejandro Flores, Chile
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El porqué Estás agotado y todavía no entraste al estadio. La cintura se queja de las horas pasadas en la combi. El cuerpo maldormido se mueve con torpeza. Te resuenan las palabras de tu esposa, ¿para qué gastar ese dineral por un partido que podés ver por televisión? Te sentís poco más que un boludo mientras avanzás amontonado, esquivando los palos de la policía montada. Conseguís apretujarte en la tribuna, sofocado; la tarde se ha vuelto caliente. Te duelen las piernas, tenés sed, te preguntás ¿qué estoy haciendo acá? Entonces, el cemento se sacude, a punto estás de caer rodando en una avalancha. Lográs sostenerte, alzás la cabeza, y ahí está el rojo, saliendo a la cancha. Te olvidás de todo y empezás a cantar. Sos feliz, el mundo está en su lugar. Juan Pablo Goni, Argentina
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1994 para el futbol buen año, nacen: Cubero
Piazón
Furia
Ferreira
Paredes Ocampos y yo
que entiendo a penas la posición adelantada pero escribo versos sobre los muslos de los futbolistas. Ariel Gonzalez, CDMX
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Juego crucial Después de luchar por más de mil generaciones, los Nigels y los Trekais, de galaxias enemigas, invocaron una cumbre que pondría fin a esa añeja rivalidad. Reunidos para llegar a un acuerdo intergaláctico, definieron que el azar decidiera su futuro, pero al no poderlo resolver con sus tradicionales métodos y juegos, pues su fuerza mental preveía las jugadas de sus oponentes, decidieron buscar en otro lugar del universo un deporte practicado por una tercera raza, cuya aleatoriedad del juego, lo decidiera. Por fin, hallaron en la Tierra un deporte cuyo resultado no podía predecirse por la cantidad de variables y las capacidades de los terrícolas. La final del mundial de futbol decidiría la paz o la guerra. El balón rodó y los dos equipos, ignorando lo que estaba en juego, dieron un espectáculo único que determinó el nuevo orden galáctico. Ricardo A. Cornejo, Guanajuato
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El balón de Julio Julio estaba jugando futbol, cuando le pasaron el balón tan fuerte lo pateó que la Luna aventó. Tan cerca llegó del Sol que el pobre se derritió. Desde entonces el balón de Julio en satélite de la Tierra se convirtió. Yasmin Mucino, CDMX
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Los cantos Si el aliento de vida ha de ser música, levantar las trompetas, retumbar los bombos, una algarabía, entonando coros. Once reyes mortales entre malabares y piruetas giran el mundo con sus piernas. hay aldeas lejanas que se visten de colores, viniendo en carnaval cantando amores y dolores. Yo no tengo banderas en astas llevo mi canto siendo tropa de guerra, vencer al enemigo saltando. Refugiadas almas en el escandalo una fiesta de pocos,
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ni dios ni ley, una nueva patria llegará si ganamos. Son afanes modernos, los de terminar cansados, pues mucho he corrido y ante la derrota de pie he estado, una hazaña de pronto, ni legiones, ni comandos. Un campeón en el sur como en las batallas de antaño. Será mi eterno rezo en la fiesta brava en mares de rostros que bailan conmigo pero yo lloró. equipo tres colores Amarillo, azul, rojo. William J. Nanez, Colombia
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Cáscara Hay tardes, en que la silueta de un balón lo borra todo. Ivan Saucedo, Guanajuato
Danilo Oliva, Chile
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El gol de Ignacio sonó en la cuadra entera y el único al que sonaron fue a Román —¡Sus hijos me rompieron el portón y quiero que me lo paguen o los denuncio! —se quejó la vecina del 311. De entre todos los integrantes del equipo de futbolistas, solamente le pegaron a Román y le prohibieron jugar a las cascaritas con los niños de la cuadra, así que se fue a vagar más lejos, con los que luego del partido beben en las bancas del parque. Años más tarde, en la casa delatora escuchamos un vidrio romperse en la madrugada. —¡Gooooooool! —vociferó un hombre poco después de la ruptura. —¡Nos robaron! —gritó la mujer a la mañana siguiente. Sonaron las sirenas de una patrulla y los rumores de que se trató de una venganza añeja. Karla Barajas, Chiapas
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Diego Armando Yo también pude ser Maradona. Es decir, Diego Armando. Nacer en una ciudad de luces y sombras, vivir entre siluetas inhumanas. Yo también pude ser Maradona. Es decir, Diego Armando. Crecer sin cuenta de los días, sentado de vez en cuando en un pupitre, de vez en cuando con un cuaderno, de vez en cuando somnoliento. Yo también pude ser Maradona. Es decir, Diego Armando. Aceptar un juego arreglado donde ganan otros. Ilusionarme con el brillo de metales extraños, cegarme ante el dolor propio y ajeno. Ocultar con los pies lo que hacen mis puños. Yo también pude ser Maradona. Es decir, Diego Armando. Llorar, caer, morir, matar. Convertirme en huracán, demoler y luego reducirme a escombros en un noticiero matutino. Yo también pude ser Maradona. Es decir, Diego Armando. Sin manos para escribir. Sin pies para retroceder hasta el punto donde solo deba ser yo mismo. Cesar Vargas, Peru
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Detective El detective demostró con pruebas que el gol de Maradona fue anotado con la propia mano de “El Diego”. Decepcionado, Dios lo condenó al infierno. Paco Rubin, Puebla
Logroñés Ángulo el en clava la y chilena de golpea, aire el en eleva se Hugo. Señor gol Hugo se eleva en al aire, golpea de chilena y la clava en el ángulo. Victor M. Campos, CDMX
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Ciudad Neza (58 años) “nos dejaste sin provisión en la tierra por esto, a mí mismo me desgarro” Nezahualcoyotl La tarde nublada del 8 de junio de 1986 conocería ciudad Neza por la televisión la Dinamarca de Michael Laudrup, nos haría recordar a la Naranja Mecánica del 74, y derrotaba dando una lección de fútbol total por seis a uno a la Republica Oriental del Uruguay del Enzo Los narradores gritaban: Neza, Neza, Neza para todo el mundo Y en Montevideo todos los gurí eran el Emperador Poeta sin Provisión en la Tierra: Hemos venido a estar tristes Enrique Manuel Bernales, Estados Unidos
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La imperdible conferencia de prensa del capitán y goleador Bony Verneleb Isven —Hoy usted literalmente goleó al City marcando cuatro tantos maravillosos. Aprovecho este momento para preguntarle qué piensa sobre la relación “pasión-futbol”—. Bony, de impactante fisonomía salomónica (entre Cristiano Ronaldo y Slatan Hibraimovich), sonríe, agradece y contesta a su estilo: —Si analizamos anatómicamente la pasión humana, su hueso estructural más fuerte y extenso es el futbol, y la sociedad (nos guste o no) sin él, prácticamente sería una tibia descalcificada, recubierta por un tejido aún más nervioso y deteriorable. ¿Me explico? Hoy el mundo no toleraría una abstinencia de futbol. La problemática traspasaría fronteras deportivas y culturales, trayendo el caos y conflictivas relaciones geopolíticas, incluso (sin exagerar) no diferiría demasiado de un mega conflicto religioso—. Murmullos en la sala. —El hombre invente lo que invente, jamás superará éstas siete cosas: El sexo, el fútbol, la música, el amor, el odio, la estupidez y la injusticia—. Silencio. Sebastian Ariel Fontanarrosa, Argentina
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Ana Pobo, Argentina
Gol Ingresa ávido por demostrar al coach de qué está hecho, es su primera intervención: recibe el balón y después de un bote extraño lo controla y dispara sin pensarlo, no hay portero y marca entre los dos palos. Completamente emocionado, recorre veinte yardas, el estadio está enmudecido, suenan silbatos, vuelan pañuelos y el quarterback, furioso le pregunta qué carajos está haciendo. Jorge Ramirez Heredia, Yucatan
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A mí no me gusta el fútbol A mí no me gusta el fútbol. Excepto cuando me gusta el fútbol. Permíteme elaborar. No me gustaba el fútbol cuando lo pasaban por la televisión y no había nada más que ver. Pero me gustaba cuando me invitaban a una reunión a verlo y la pasaba bien. No me gusta cuando mi papá/ amigo/novio me ignora porque está muy ocupado viendo a veintidós cabrones pasarse un balón. Pero por supuesto que me gusta cuando mi mamá/amiga/novia me explica qué chingados es un fuera de lugar y ya no me siento tan perdida. No me gusta cuando en las gradas de un estadio se lleva a cabo una matanza en la que no hay culpables. Pero me gusta cuando ahora juegan ellas y ahora hay esperanza en un cambio. A mí no me gusta el fútbol, pero ¡ah cómo me encanta el fútbol! Dominic Bermudez Castillo, CDMX
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Campeonato Mis piernas tiemblan y veo a mi padre tambalearse hasta llegar a las tribunas. El árbitro, que por las mañanas es también el señor de la basura y por las tardes es el señor del pan, hace sonar su silbato. Mi padre ha vuelto en sí y camina entre la multitud para sentarse en primera fila, no pierde de vista el balón que cruza medio campo y llega a mis pies, esquivo dos rivales de un solo movimiento, mis pies se enredan y tropiezo hasta caer en un charco de lodo, mi padre voltea la cabeza. El balón llega otra vez a mis pies y sin pensármela dos veces, desde afuera del área: disparo. El árbitrobasurero-vendedor de pan hace sonar su silbato. Mi padre se limpia la saliva de la boca, infla el pecho, bebe de su cerveza. Hoy haré que mi padre gane algunos billetes, mañana Dios dirá. Miguel Garcia Ramirez, CDMX
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Nos agarramos a patadas Los astros se alineaban para que nosotros, los de la cuadra de Pimas, les ganáramos a los de la Tarahumaras, más grandes, y en su cancha, una calle mal pavimentada. Chuté, el balón pegó en el filo de una llanta del coche y se desvió hacia la portería. Pancho estaba distraído, viéndoles los calzones a las niñas de la Huicholes. A ellas, las convencí de que se acercaran a las piedras que delimitaban la portería con la promesa de regalarles un Frutsi congelado si le gritaran al portero: “¡Ey, mira! Traemos chones nuevos”. Anoté. Éramos los más felices. Hasta que el Pancho, encabronado, gritó: “¡No vale!”. El Pitufo, lleno de coraje, corrió a encararlo. Pancho le contestó con un madrazo. Traté de ayudarlo en vano, el resto del equipo se nos vino encima: aquello se convirtió en un zafarrancho. Ganamos una patiza y seguir siendo los perdedores de siempre. Cristopher Escamilla, Edomex
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La cerveza y el fútbol La cerveza se derramó en el suelo, mojando las cáscaras de pepitas y pedazos de Cheetos. Odiaba la cerveza. Su sabor era horrendo y transformaba a las personas en bestias. Papá estaba furioso, quería lanzar la lata de cerveza contra la televisión, pero se controló. Algo muy extraño en él. En la pantalla de la televisión, mostraba el marcador final del partido de futbol. El equipo favorito de papá perdió 2 a 3 contra el equipo contrario. —¡Pinche árbitro ratero, hijo de puta! —gritó papá—. ¡Eso fue un fuera de lugar, hijo de tu puta madre! ¡Ojalá te cague la chingada! Siguió insultando a la televisión, queriendo que sus palabrotas llegaran a los oídos del árbitro. Arrojó la lata contra el suelo, con fuerza y enojo. Las gotitas mancharon el sillón, los viejos pantalones de papá y la mesa de centro. Odiaba la cerveza. Odiaba el futbol. Un partido de futbol es como un día de intercambio, Recibes insultos y repartes puñetazos. Saray Juarez Medina, Hidalgo
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