Movimientos Populares y el Papa

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MOVIMIENTOS POPULARES Y EL PAPA FRANCISCO PABLO CAPRARULO

SUPLEMENTO ESPECIAL

CRÓNICAS DEL II EMMP

EVO, EL PAPA, LA TIERRA, EL TECHO Y EL TRABAJO Más de 1.500 trabajadores del campo y la ciudad de 30 países discutieron durante tres jornadas, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, sobre sus problemas y sus propuestas para profundizar los procesos de cambio. on el Coliseo Municipal de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, colmado de trabajadores provenientes de más de 30 países, el 7 de julio pasado se inauguró el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares. Junto al dirigente de la Central Obrera Departamental de Santa Cruz, Rolando Borda, participaron del panel de apertura los delegados de cada uno de los ejes por los que atravesarían las jornadas: Tierra, Techo y Trabajo. Sus intervenciones fueron sucedidas por las palabras de Cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, quien afirmó que “el grito, la queja, la protesta y la presión de los pobres son de vital importancia para que los poderosos del mundo comprendan que así no se puede seguir. La Iglesia quiere escuchar este grito y sumarse a él. […] La Iglesia quiere unir sus manos en estos procesos y ayudarlos a que cada día sus cooperativas sociales, sus juntas vecinales, sus comunidades campesinas e indígenas se fortalezcan, para que puedan dar más y mejores condiciones para el desarrollo integral de los excluidos como personas, familias y pueblos.” Esas palabras causaron gran impacto en los presentes a causa de la valoración explícita de las expresiones políticas populares por parte de la Iglesia. En este sentido, el Cardenal agregó que “los pobres, los campesinos, los pueblos indígenas, tienen sus propias formas de hacer política a través de la organización comunitaria, desarrollar la economía a través de la economía popular y cuidar el ambiente ejerciendo la ecología popular. Son formas distintas a la hegemónica y a veces no se comprenden con los parámetros de la racionalidad occi-

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dental. Hay que respetarlas e institucionalizarlas”. Turkson trajo hasta la reunión párrafos de la encíclica Laudato Sí, la opción por los excluidos y la problemática de la Tierra. Recordó que “no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental” y que “las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y, simultáneamente, para cuidar la naturaleza.” El Cardenal concluyó remarcando la importancia de este segundo Encuentro Mundial de Movimientos Populares y destacó el diálogo, la comunicación, la cooperación y la coordinación entre los mismos movimientos de base y entre éstos y la Iglesia en todos sus niveles. El presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, cerró el acto del que participaron más de 1.500 trabajadores presentes. Habló de la situación económica que atraviesa su país, del histórico rechazo a las políticas del Fondo Monetario Internacional y de la amenaza desestabilizadora que sufren muchos gobiernos latinoamericanos. Lo llenaron de aplausos cuando elevó su voz para expresar: “Tenemos que decirle al imperialismo que su receta ha fracasado y combatir a quienes buscan desestabilizar procesos legítimos construidos por la vía democrática”. Subrayó la responsabilidad de los Movimientos Populares al presentar un documento final al Pontífice, con las conclusiones y los pronunciamientos del Encuentro: “Francisco es el primer Papa que nos escucha. Tenemos una gran responsabilidad aquí”. Por último, remarcó la importancia de la lucha política

en las transformaciones sociales e instó a la acción, “si queremos cambiar el mundo primero tenemos que cambiar nosotros”, sentenció Evo. Así terminaba el acto de apertura del II Encuentro, comenzarían enseguida las jornadas de trabajo que concluyeron con el “Decálogo de Santa Cruz” que presentarían al propio presidente de Bolivia y al Papa. Francisco llegaba de Ecuador, había estado en El Alto y La Paz y después llegaría a Paraguay. Sus discursos y homilías impactaron en cada lugar y ante todos los millones de fieles o agnósticos que los escucharon. Sin embargo, su participación ante los Movimientos reunidos en su Encuentro Mundial el jueves 9 de julio fue el de mayor impacto. En él sintetizó, sin eufemismos, su pensamiento sobre la actual coyuntura económica y social mundial y su interés en dialogar con representantes de organizaciones sociales, confesionales o no, a las que considera en capacidad de producir cambios favorables a los pueblos. Su primer guiño a un auditorio mayoritariamente juvenil expresó su coincidencia con “las famosas tres T: Tierra, Techo y Trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas”. Reseñó las cosas que “no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad”, y con una “violencia fratricida (que) se adueña hasta de nuestros barrios”, el el suelo, el agua, el aire y “todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza”. Frente a todo eso expresó que “necesitamos y queremos un cambio” n


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DIA I

Tierra l primer panel del Encuentro discutió soE bre “La lucha por la Madre Tierra y el aporte del Laudato Si”. Fue coordinado por Michael Czerny, del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, junto a Francisca Rodríguez, de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri), de Chile, y contó con la participación de cuatro referentes de la “Resistencia Campesina e Indígena” que se pronunciaron contra el avance del agronegocio, el modelo extractivista y la especulación inmobiliaria. Detrás de una mesa ornamentada con alimentos producidos por los pueblos de América, João Pedro Stédile, del Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST), remarcó la forma en que el agronegocio compromete la soberanía alimentaria y la salud de las personas. “Tenemos que tener nuestro plan agrario, el 'plan del pueblo'. Ya no basta con gritar 'tierra para quien la trabaja', como clamaba Zapata; cambió el paradigma, es necesario pensar un cambio integral que garantice la producción de alimentos sanos y sin venenos, que respete la bio-

diversidad y rescate la agroecología, responda a los intereses de todo el pueblo”. Por último expresó que “la naturaleza debe cumplir una función social, la de servir a la sociedad”. Otra de las expositoras del panel, Silvia Ribeiro, perteneciente al Grupo ETC de México, denunció un “proceso de concentración corporativa ascendente, que afecta al sector: apenas diez empresas controlan 80%

del mercado de semillas y el paquete tecnológico que combina transgénicos y agrotóxicos se vuelve casi una necesidad para los productores”. Reseñó las consecuencias negativas del uso de transgénicos, que “producen mucho menos, no pueden ser replantados, dependen de la utilización del veneno, causan diversos males a la salud y además son más costosos”.

Rodolfo Machaca, dirigente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, responsabilizó a las políticas impulsadas por el neoliberalismo económico y llamó a la unidad de los pueblos para frenar el proceso de saqueo de los bienes comunes. “Los gobiernos neoliberales tienen culpas porque permiten saquear nuestras tierras. Por eso, la unidad internacional es fundamental, porque necesitamos unirnos para frenar a las multinacionales”, exhortó. Hacia el cierre, los representantes de unos 30 país escucharon las palabras del obispo de la Diócesis de Aysén, Chile, Luis Infanti della Mora, quien criticó fuertemente al sistema capitalista. Recordó a todos los presentes que están convocados a luchar por un mundo mejor, “el Papa nos llama a tomar conciencia para romper y derrumbar las estructuras que nos esclavizan cada vez más”, concluyó el prelado. å

Al finalizar el panel, se dio intervención a distintos referentes de organizaciones que asumen como eje central de lucha el problema de la vivienda. Intervino Manuel del Río, de la Central de Movimientos Populares de Brasil, quien remarcó que “la causa de los problemas de vivienda es el capitalismo. Los capitalistas controlan las propiedades del campo y las propiedades de la ciudad” y convocó a la defensa de “la función social de la propiedad” para que

la ciudad pertenezca a los trabajadores. Luciano Álvarez, de la organización Los Pibes, reflexionó sobre la experiencia de las cooperativas de vivienda que desarrollan en Argentina y opinó que “lo que no conquistamos con la lucha, no lo conquistamos con nada y lo que no se defiende con la lucha se termina perdiendo”. Por la tarde, funcionaron los distintos talleres que dieron lugar a la participación de la totalidad de los trabajadores acreditados en el Encuentro. Se garantizaron las instalaciones para el funcionamiento de talleres sobre las “tres T”, Tierra, Techo y Trabajo, que fueron subdivididos en comisiones. Hacia el final del día, los coordinadores de cada comisión realizaron una reunión de puesta en común de los debates y de las conclusiones alcanzadas por cada grupo. La totalidad de la información fue sistematizada para su inclusión en el documento final, que se presentó a Francisco durante el acto de cierre del Encuentro å

DIA II

Techo urante la tarde del segundo día de traD bajo deliberó el panel referido a “el techo, la ciudad y los movimientos populares”, que contó con la participación de representantes de la India, Sudáfrica, Uruguay, Ecuador, Brasil y Argentina, los que compartieron sus experiencias organizativas y sus luchas, coincidieron en que una de las principales problemáticas a nivel mundial es la falta de acceso a la vivienda digna y el hábitat. Sobre el tema, el Obispo de la diócesis de Ipameri, de Brasil, Guilherme Werlang aseguró que “el problema es que las viviendas no son construidas para los que necesitan, sino para los que las pueden pagar. Sólo quien tiene dinero puede tener vivienda, porque la exclusión y la desigualdad son pecados sociales, fruto de un sistema infernal que venera al dios dinero”. El religioso llamó a la unidad de los sectores populares para superar este sistema con la frase: “Unidos, con coraje, venceremos a este diablo que es el capital”.

A su turno, Jockin Arputham, de la National Slum Dwellers Federation, de India, remarcó que lo más importante para conseguir viviendas dignas es la organización de base. Su compañera sudafricana, Rose Molokone, realizó una intervención musical apelando a la unidad de los desposeídos, además de referirse a la importancia de que el papa Francisco apoye esta causa para que los gobiernos “vean y escuchen nuestra lucha”.


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EL PAPA ANTE LOS MOVIMIENTOS POPULARES

ESTE SISTEMA YA NO SE AGUANTA: ECONOMÍA AL SERVICIO DE LOS PUEBLOS Discurso pronunciado por el papa Francisco el 9 de julio de 2015, durante el II Encuentro de Movimientos Populares realizado en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, organizado por el Vaticano y el gobierno del presidente Evo Morales.

SALUDOS Y ALEGRÍAS

Hermanos, hermanas. Buenas tardes a todos. Hace algunos meses nos reunimos en Roma y tengo presente ese primer encuentro nuestro. Durante este tiempo los he llevado en mi corazón y en mis oraciones. Me alegra verlos de nuevo aquí, debatiendo los mejores caminos para superar las graves situaciones de injusticia que sufren los excluidos en todo el mundo. Gracias Señor Presidente Evo Morales por acompañar tan decididamente este Encuentro. Aquella vez, en Roma, sentí algo muy lindo: fraternidad, garra, entrega, sed de justicia. Hoy, en Santa Cruz de la Sierra, vuelvo a sentir lo mismo. Gracias por eso. También he sabido por medio del Pontificio Consejo Justicia y Paz que preside el Cardenal Turkson, que son muchos en la Iglesia los que se sienten más cercanos a los movimientos populares. ¡Me alegra tanto! Ver la Iglesia con las puertas abiertas a todos Ustedes, que se involucre, acompañe y logre sistema-

tizar en cada diócesis, en cada Comisión de Justicia y Paz, una colaboración real, permanente y comprometida con los movimientos populares. Los invito a todos, Obispos, sacerdotes y laicos, junto a las organizaciones sociales de las periferias urbanas y rurales, a profundizar ese encuentro. Dios permite que hoy nos veamos otra vez. La Biblia nos recuerda que Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz a la de ustedes: “Las famosas tres T”: tierra, techo y trabajo para todos nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se escuche en América latina y en toda la tierra. LA NECESIDAD DEL CAMBIO

mas comunes de todos los latinoamericanos y, en general, también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propongo que nos hagamos estas preguntas: -¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad? -¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza? Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.

Primero de todo 1. Empecemos reconociendo que

necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los proble-

ESTE SISTEMA YA NO SE AGUANTA

Ustedes –en sus cartas y en nuestros encuentros– me han relatado

las múltiples exclusiones e injusticias que sufren en cada actividad laboral, en cada barrio, en cada territorio. Son tantas y tan diversas como tantas y diversas sus formas de enfrentarlas. Hay, sin embargo, un hilo invisible que une cada una de esas exclusiones, ¿podemos reconocerlo? Porque no se trata de cuestiones aisladas. Me pregunto si somos capaces de reconocer que estas realidades destructoras responden a un sistema que se ha hecho global. ¿Reconocemos que este sistema ha impuesto la lógica de las ganancias a cualquier costo sin pensar en la exclusión social o la destrucción de la naturaleza? Si esto así, insisto, digámoslo sin miedo: queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los Pueblos… Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana Madre Tierra como decía San Francisco. Queremos un cambio en nuestras vidas, en nuestros barrios, en el

pago chico, en nuestra realidad más cercana; también un cambio que toque al mundo entero porque hoy la interdependencia planetaria requiere respuestas globales a los problemas locales. La globalización de la esperanza, que nace de los Pueblos y crece entre los pobres, debe sustituir esta globalización de la exclusión y la indiferencia. EL ESTIÉRCOL DEL DIABLO

Quisiera hoy reflexionar con ustedes sobre el cambio que queremos y necesitamos. Saben que escribí recientemente sobre los problemas del cambio climático. Pero, esta vez, quiero hablar de un cambio en el otro sentido. Un cambio positivo, un cambio que nos haga bien, un cambio –podríamos decir– redentor. Porque lo necesitamos. Sé que ustedes buscan un cambio y no sólo ustedes: en los distintos encuentros, en los distintos viajes he comprobado que existe una espera, una fuerte búsqueda, un anhelo de cambio en todos los Pueblos del Continúa en pág. 24 §


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mundo. Incluso dentro de esa minoría cada vez más reducida que cree beneficiarse con este sistema reina la insatisfacción y especialmente la tristeza. Muchos esperan un cambio que los libere de esa tristeza individualista que esclaviza. El tiempo, hermanos, hermanas, el tiempo parece que se estuviera agotando; no alcanzó el pelearnos entre nosotros, sino que hasta nos ensañamos con nuestra casa. Hoy la comunidad científica acepta lo que hace ya desde hace mucho tiempo denuncian los humildes: se están produciendo daños tal vez irreversibles en el ecosistema. Se está castigando a la tierra, a los pueblos y las personas de un modo casi salvaje. Y detrás de tanto dolor, tanta muerte y destrucción, se huele el tufo de eso que Basilio de Cesarea llamaba “el estiércol del diablo”. La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común. No quiero extenderme describiendo los efectos malignos de esta sutil dictadura: ustedes los conocen. Tampoco basta con señalar las causas estructurales del drama social y ambiental contemporáneos. Sufrimos cierto exceso de diagnóstico que a veces nos lleva a un pesimismo charlatán o a regodearnos en lo negativo. Al ver la crónica negra de cada día, creemos que no hay nada que se puede hacer salvo cuidarse a uno mismo y al pequeño círculo de la familia y los afectos. LAS TRES T: TRABAJO, TECHO, TIERRA

¿Qué puedo hacer yo, cartonero, catadora, pepenador, recicladora, frente a tantos problemas si apenas gano para comer? ¿Qué puedo hacer yo artesano, vendedor ambulante, transportista, trabajador excluido si ni siquiera tengo derechos laborales? ¿Qué puedo hacer yo, campesina, indígena, pescador que apenas puedo resistir el avasallamiento de las grandes corporaciones? ¿Qué puedo hacer yo desde mi villa, mi chabola, mi población, mi rancherío cuando soy diariamente discriminado y marginado? ¿Qué puede hacer ese estudiante, ese joven, ese militante, ese misionero que patea las barriadas y los parajes con el corazón lleno de sueños pero casi sin ninguna solución para sus problemas? Pueden hacer mucho. Pueden hacer mucho. Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de “las tres T” ¿De acuerdo? (Trabajo, Techo, Tierra) y también, en su participación pro-

tagónica en los grandes procesos de cambio, cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen! LAS TRES T: TRABAJO, TECHO, TIERRA

2. Ustedes son sembradores de cambio. Aquí, en Bolivia, he escuchado una frase que me gusta mucho: “Proceso de cambio”. El cambio concebido no como algo que un día llegará, porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir.

Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por “vivir bien”. Dignamente, en ese sentido. Ustedes, desde los movimientos populares, asumen las labores de siempre motivados por el amor fraterno que se revela contra la injusticia social. Cuando miramos el rostro de los que sufren, el rostro del campesino amenazado, del trabajador excluido, del indígena oprimido, de la familia sin techo, del migrante perseguido, del joven desocupado, del niño explotado, de la madre que perdió a su hijo en un tiroteo porque el barrio fue copado por el narcotráfico, del padre que perdió a su hija porque fue sometida a la esclavitud; cuando recordamos esos “rostros y esos nombres” se nos estremecen las entrañas frente a tanto dolor y nos conmovemos… Todos nos conmovemos, porque “hemos visto y oído”, no la fría estadística sino las heridas de la humanidad doliente, nuestras heridas, nuestra

carne. Eso es muy distinto a la teorización abstracta o la indignación elegante. Eso nos conmueve, nos mueve y buscamos al otro para movernos juntos. Esa emoción hecha acción comunitaria no se comprende únicamente con la razón: tiene un plus de sentido que sólo los pueblos entienden y que da su mística particular a los verdaderos movimientos populares. Ustedes viven cada día, empapados, en el nudo de la tormenta humana. Me han hablado de sus causas, me han hecho parte de sus luchas ya desde Buenos Aires y yo se los agradezco. Ustedes, queridos hermanos, trabajan muchas veces en lo pequeño, en lo cercano, en la realidad injusta que se les impuso y a la que no se resignan, oponiendo una resistencia activa al sistema idolátri-

co que excluye, degrada y mata. Los he visto trabajar incansablemente por la tierra y la agricultura campesina, por sus territorios y comunidades, por la dignificación de la economía popular, por la integración urbana de sus villas, por la autoconstrucción de viviendas y el desarrollo de infraestructura barrial, y en tantas actividades comunitarias que tienden a la reafirmación de algo tan elemental e innegablemente necesario como el derecho a “las tres T”: Tierra, Techo y Trabajo. Ese arraigo al barrio, a la tierra, al oficio, al gremio, ese reconocerse en el rostro del otro, esa proximidad del día a día, con sus miserias porque las hay, las tenemos y sus heroísmos cotidianos, es lo que permite ejercer el mandato del amor, no a partir de ideas o conceptos sino a partir del encuentro genuino entre personas, necesitamos instaurar esta cultura del encuentro porque ni los conceptos ni las ideas se aman; se aman las personas. UNA ALTERNATIVA HUMANA A LA GLOBALIZACIÓN EXCLUYENTE

La entrega, la verdadera entrega surge del amor a hombres y mujeres, niños y ancianos, pueblos y comunidades… rostros y nombres que llenan el corazón. De esas semillas

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de esperanza sembradas pacientemente en las periferias olvidadas del planeta, de esos brotes de ternura que lucha por subsistir en la oscuridad de la exclusión, crecerán árboles grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este mundo. Veo con alegría que ustedes trabajan en lo cercano, cuidando los brotes; pero, a la vez, con una perspectiva más amplia, protegiendo la arboleda. Trabajan en una perspectiva que no sólo aborda la realidad sectorial que cada uno de ustedes representa y a la que felizmente está arraigado, sino que también buscan resolver de raíz los problemas generales de pobreza, desigualdad y exclusión. Los felicito por eso. Es imprescindible que, junto a la reivindicación

de sus legítimos derechos, los Pueblos y sus organizaciones sociales construyan una alternativa humana a la globalización excluyente. Ustedes son sembradores del cambio. Que Dios les dé coraje, alegría, perseverancia y pasión para seguir sembrando. Tengan la certeza de que tarde o temprano vamos a ver los frutos. A los dirigentes les pido: sean creativos y nunca pierdan el arraigo a lo cercano, porque el padre de la mentira sabe usurpar palabras nobles, promover modas intelectuales y adoptar poses ideológicas, pero si ustedes construyen sobre bases sólidas, sobre las necesidades reales y la experiencia viva de sus hermanos, de los campesinos e indígenas, de los trabajadores excluidos y las familias marginadas, seguramente no se van a equivocar. La Iglesia no puede ni debe ser ajena a este proceso en el anuncio del Evangelio. Muchos sacerdotes y agentes pastorales cumplen una enorme tarea acompañando y promoviendo a los excluidos en todo el mundo, junto a cooperativas, impulsando emprendimientos, construyendo viviendas, trabajando abnegadamente en los campos de la salud, el deporte y la educación. Estoy convencido que la colaboración respetuosa con los movimientos populares puede potenciar estos esfuerzos y fortalecer los procesos de cambio.

Y tengamos siempre presente en el corazón a la Virgen María, una humilde muchacha de un pequeño pueblo perdido en la periferia de un gran imperio, una madre sin techo que supo transformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pañales y una montaña de ternura. María es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia. Yo rezo a la virgen tan venerada por el pueblo boliviano para que permita que este Encuentro nuestro sea fermento de cambio. El cura habla largo parece, ¿no? Nooo (responden todos). ECONOMÍA AL SERVICIO DE LOS PUEBLOS

3. Por último, quisiera que pensemos juntos algunas tareas importantes para este momento histórico, porque queremos un cambio positivo para el bien de todos nuestros hermanos y hermanas, eso lo sabemos. Queremos un cambio que se enriquezca con el trabajo mancomunado de los gobiernos, los movimientos populares y otras fuerzas sociales, eso también lo sabemos. Pero no es tan fácil definir el contenido del cambio, podría decirse, el programa social que refleje este proyecto de fraternidad y justicia que esperamos, no es fácil de definir. En ese sentido, no esperen de este Papa una receta. Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones a los problemas contemporáneos. Me atrevería a decir que no existe una receta. La historia la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan buscando su propio camino y respetando los valores que Dios puso en el corazón. Quisiera, sin embargo, proponer tres grandes tareas que requieren el decisivo aporte del conjunto de los movimientos populares: 3.1. La primera tarea es poner la economía al servicio de los Pueblos: los seres humanos y la naturaleza no deben estar al servicio del dinero. Digamos NO a una economía de exclusión e inequidad donde el dinero reina en lugar de servir. Esa economía mata. Esa economía excluye. Esa economía destruye la Madre Tierra. La economía no debería ser un mecanismo de acumulación sino la adecuada administración de la casa común. Eso implica cuidar celosamente la casa y distribuir adecuadamente los bienes entre todos. Su objeto no es únicamente asegurar la comida o un “decoroso sustento”. Ni siquiera, aunque ya sería un gran paso, garantizar el acceso a “las tres T” por las que ustedes luchan. Una economía verdaderamente comunitaria, podría decir, una economía de inspiración cristiana, debe garantizar a los pueblos dignidad “prosperidad sin exceptuar bien alguno”. Esta última frase la dijo el Papa Juan XXIII hace 50 años. Jesús dice en el evangelio que aquel que le dé espontáneamente un vaso de agua cuando tiene sed será acogido en el reino de los cielos. Esto implica “las tres T” pero también acceso a la educación, la salud, la innovación, a las manifestaciones artísticas y culturales, la comuni-


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DISTRIBUCIÓN JUSTA DE LOS FRUTOS DE LA TIERRA Y EL TRABAJO

La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Es un deber moral. Para los cristianos, la carga es aún más fuerte: es un mandamiento. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece. El destino universal de los bienes no es un adorno discursivo de la doctrina social de la Iglesia. Es una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos. Y estas necesidades no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando lo pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola. Los planes asistenciales que atienden ciertas urgencias sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras,coyunturales. Nunca podrán sustituir la verdadera inclusión: ésa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario. Y, en este camino, los movimientos populares tienen un rol esencial, no sólo exigiendo y reclamando, sino fundamentalmente creando. Ustedes son poetas sociales: creadores de trabajo, constructores de viviendas, productores de alimentos, sobre todo para los descartados por el mercado mundial. He conocido de cerca distintas

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cación, el deporte y la recreación. Una economía justa debe crear las condiciones para que cada persona pueda gozar de una infancia sin carencias, desarrollar sus talentos durante la juventud, trabajar con plenos derechos durante los años de actividad y acceder a una digna jubilación en la ancianidad. Es una economía donde el ser humano en armonía con la naturaleza, estructura todo el sistema de producción y distribución para que las capacidades y las necesidades de cada uno encuentren un cauce adecuado en el ser social. Ustedes, y también otros pueblos, resumen este anhelo de una manera simple y bella: “vivir bien”. Que no es lo mismo que ver pasar la vida. Esta economía no es sólo deseable y necesaria sino también posible. No es una utopía ni una fantasía. Es una perspectiva extremadamente realista. Podemos lograrlo. Los recursos disponibles en el mundo, fruto del trabajo intergeneracional de los pueblos y los dones de la creación, son más que suficientes para el desarrollo integral de “todos los hombres y de todo el hombre”. El problema, en cambio, es otro. Existe un sistema con otros objetivos. Un sistema que además de acelerar irresponsablemente los ritmos de la producción, además de implementar métodos en la industria y la agricultura que dañan la Madre Tierra en aras de la “productividad”, sigue negándoles a miles de millones de hermanos los más elementales derechos económicos, sociales y culturales. Ese sistema atenta contra el proyecto de Jesús. Contra la Buena Noticia que trajo Jesús. experiencias donde los trabajadores unidos en cooperativas y otras formas de organización comunitaria lograron crear trabajo donde sólo había sobras de la economía idolátrica y vi que algunos están aquí. Las empresas recuperadas, las ferias francas y las cooperativas de cartoneros son ejemplos de esa economía popular que surge de la exclusión y, de a poquito, con esfuerzo y paciencia, adopta formas solidarias que la dignifican. ¡Y qué distinto es eso a que los descartados por el mercado formal sean explotados como esclavos! Los gobiernos que asumen como propia la tarea de poner la economía al servicio de los pueblos deben promover el fortalecimiento, mejoramiento, coordinación y expansión de estas formas de economía popular y producción comunitaria. Esto implica mejorar los procesos de trabajo, proveer infraestructura adecuada y garantizar plenos derechos a los trabajadores de este sector alternativo. Cuando Estado y organizaciones sociales asumen juntos la misión de “las tres T” se activan los principios de solidaridad y subsidiariedad que permiten edificar el bien común en una democracia plena y participativa. PATRIA GRANDE

3.2. La segunda tarea, eran 3, es unir nuestros Pueblos en el camino de

la paz y la justicia. Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados. Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia porque “la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia” Los pueblos de Latinoamérica parieron dolorosamente su independencia política y, desde entonces llevan casi dos siglos de una historia dramática y llena de contradicciones intentando conquistar una independencia plena. En estos últimos años, después de tantos desencuentros, muchos países latinoamericanos han visto crecer la fraternidad entre sus pueblos. Los gobiernos de la Región aunaron esfuerzos para hacer respetar su soberanía, la de cada país y la del conjunto regional, que tan bellamente, como nuestros Padres de antaño, llaman la “Patria Grande”. Les pido a ustedes, hermanos y hermanas

de los movimientos populares, que cuiden y acrecienten esa unidad. Mantener la unidad frente a todo intento de división es necesario para que la región crezca en paz y justicia. NUEVO COLONIALISMO

La necesidad del cambio

A pesar de estos avances, todavía subsisten factores que atentan contra este desarrollo humano equitativo y coartan la soberanía de los países de la “Patria Grande” y otras latitudes del planeta. El nuevo colonialismo adopta diversas fachadas. A veces, es el poder anónimo del ídolo dinero: corporaciones, prestamistas, algunos tratados denominados “de libres comercio” y la imposición de medidas de “austeridad” que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres. Los obispos latinoamericanos lo denunciamos con total claridad en el documento de parecida cuando afirman que “las instituciones financieras y las empresas transnacionales se fortalecen al punto de subordinar las economías locales, sobre todo, debilitando a los Estados, que aparecen cada vez más impotentes para llevar adelante proyectos de desarrollo al servicio de sus poblaciones”. Hasta aquí la cita. En otras ocasiones, bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo –graves males de nues-

tros tiempos que requieren una acción internacional coordinada– vemos que se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esas problemáticas y muchas veces empeora las cosas. Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico. Como dicen los Obispos de África, muchas veces se pretende convertir a los países pobres en “piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco”. Hay que reconocer que ninguno de los graves problemas de la humanidad se puede resolver sin interacción entre los Estados y los pueblos a nivel internacional. Todo acto de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en todo en términos económicos, ecológicos, sociales y culturales. Hasta el crimen y la violencia se han globalizado. Por ello, ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común. Si realmente queremos un cambio positivo, tenemos que asumir humildemente nuestra interdependencia, es decir, nuestra sana interdependencia. Pero interacción no es sinónimo de imposición, no es subordinación de unos en función de los intereses de otros. El colonialis-

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mo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato, engendra violencia, miseria, migraciones forzadas y todos los males que vienen de la mano… precisamente porque al poner la periferia en función del centro les niega el derecho a un desarrollo integral. Y eso, hermanos, es inequidad, y la inequidad genera violencia que no habrá recursos policiales, militares o de inteligencia capaces de detener. Digamos NO entonces a las viejas y nuevas formas de colonialismo. Digamos SÍ al encuentro entre pueblos y culturas. Felices los que trabajan por la paz. PERDÓN POR LOS CRÍMENES CONTRA LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

que estamos viviendo, hay una especie de –fuerzo la palabra– genocidio en marcha que debe cesar. A los hermanos y hermanas del movimiento indígena latinoamericano, déjenme transmitirle mi más hondo cariño y felicitarlos por buscar la conjunción de sus pueblos y culturas, eso que yo llamo poliedro, una forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo juntas la pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad. Su búsqueda de esa interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos enriquece y nos fortalece a todos. DEFENDER LA MADRE TIERRA

3. 3. Y la tercera tarea, tal vez la más

Y aquí quiero detenerme en un tema importante. Porque alguno podrá decir, con derecho, que “cuando el Papa habla del colonialismo se olvida de ciertas acciones de la Iglesia”. Les digo, con pesar: se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios. Lo han reconocido mis antecesores, lo ha dicho el Celam El Consejo Episcopal Latinoamericano y también quiero decirlo. Al igual que San Juan Pablo II pido que la Iglesia y cito lo que dijo Él “se postre ante Dios e implore perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos”. Y quiero decirles, quiero ser muy claro, como lo fue San Juan Pablo II: pido humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América. Y junto a este pedido de perdón y para ser justos también quiero que recordemos a millares de sacerdotes, obispos que se opusieron fuertemente a la lógica de la espada con la fuerza de la cruz. Hubo pecado y abundante, pero no pedimos perdón y por eso pido perdón, pero allí también donde hubo abundante pecado, sobreabundó la gracia a través de esos hombres de esos pueblos originarios. También les pido a todos, creyentes y no creyentes, que se acuerden de tantos Obispos, sacerdotes y laicos que predicaron y predican la buena noticia de Jesús con coraje y mansedumbre, respeto y en paz; No me quiero olvidar de las monjitas que anónimamente van a los barrios pobres llevando un mensaje de paz y dignidad, que en su paso por esta vida dejaron conmovedoras obras de promoción humana y de amor, muchas veces junto a los pueblos indígenas o acompañando a los propios movimientos populares incluso hasta el martirio. La Iglesia, sus hijos e hijas, son una parte de la identidad de los pueblos en Latinoamérica. Identidad que tanto aquí como en otros países algunos poderes se empeñan en borrar, tal vez porque nuestra fe es revolucionaria, porque nuestra fe desafía la tiranía del ídolo dinero. Hoy vemos con espanto cómo en Medio Oriente y otros lugares del mundo se persigue, se tortura, se asesina a muchos hermanos nuestros por su fe en Jesús. Eso también debemos denunciarlo: dentro de esta tercera guerra mundial en cuotas

importante que debemos asumir hoy, es defender la Madre Tierra. La casa común de todos nosotros está siendo saqueada, devastada, vejada impunemente. La cobardía en su defensa es un pecado grave. Vemos con decepción creciente como se suceden una tras otra cumbres internacionales sin ningún resultado importante. Existe un claro, definitivo e impostergable imperativo ético de actuar que no se está cumpliendo. No se puede permitir que ciertos intereses –que son globales pero no universales– se impongan, sometan a los Estados y organismos internacionales y continúen destruyendo la creación. Los Pueblos y sus movimientos están llamados a clamar, a movilizarse, a exigir –pacífica pero tenazmente– la adopción urgente de medidas apropiadas. Yo les pido, en nombre de Dios, que defiendan a la Madre Tierra. Sobre este tema me he expresado debidamente en la Carta Encíclica Laudato si' que creo que les será dada al finalizar. FUTURO EN MANOS DE LOS PUEBLOS

4. Para finalizar, quisiera decirles

nuevamente: el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio. Los acompaño. Y cada uno, Digamos juntos desde el corazón: ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ningún pueblo sin soberanía, ninguna persona sin dignidad, ningún niño sin infancia, ningún joven sin posibilidades, ningún anciano sin una venerable vejez. Sigan con su lucha y, por favor, cuiden mucho a la Madre Tierra. Rezo por ustedes, rezo con ustedes y quiero pedirle a nuestro Padre Dios que los acompañe y los bendiga, que los colme de su amor y los defienda en el camino dándoles abundantemente esa fuerza que nos mantiene en pie: esa fuerza es la esperanza, y una cosa importante la esperanza que no defrauda, gracias. Y, por favor, les pido que recen por mí. Y si alguno de ustedes no puede rezar, con todo respeto, les pido que me piense bien y me mande buena onda.


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DIA II

Trabajo a segunda jornada de trabajo arranL có con el panel “De la exclusión a la organización popular de los trabajadores”, en el que se expusieron las diferentes experiencias de lucha, formas de organización y las principales reivindicaciones de trabajadores de los distintos países de Latinoamérica que se desempeñan en el marco de la economía popular y social comunitaria. El Arzobispo de la Academia Pontificia de Ciencias del Vaticano, Marcelo Sánchez Sorondo, se encargó de la coordinación de la mesa, quien antes de entregar la palabra a los participantes afirmó que “el sistema capitalista está en función del dinero, con lo cual se produce la exclusión”. El religioso argentino señaló que hay muchas formas de generar trabajo y agregó que “Esa es tarea de los que rigen el bien común; si ellos no lo hacen, se tiene que ocupar el pueblo mismo, y por eso los Movimientos Populares están llamados a crear trabajo”. La vivencia de las luchas históricas de los trabajadores argentinos se escuchó en la voz de Esteban Castro, Secretario General de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), quien enfatizó que “los trabajadores sabemos organizar la producción, sabemos comercializar y somos dignos”. Otra de las experiencias expuestas fue la de María Aguilar, del Sindicato Nacional de Trabajadores Independientes de Guatemala, quien reflexionó: “dicen que nos quieren formalizar, pero cómo, ¿esclavizándonos, persiguiéndonos, robando nuestras mercancías? ¿De qué forma nos quieren formalizar? Los mercados son nuestros, las calles son nuestras, no del gobierno”. También habló de los retos que enfrentan las distintas formas de organización sindical, campesinas, movimientos sociales y el pueblo en general en Guatemala; en ese sentido se expidió sobre la necesidad de “hacer alianzas, sentir el dolor de los campesinos, el dolor de los hermanos que luchan por la tierra, el dolor de las mujeres, de los niños y jóvenes, porque de forma individual nunca vamos a ganar nada. Hay que buscar la unificación de todos los sectores para acabar de dar un espaldarazo (sic) al gobierno corrupto”. José Raúl Vera López, Obispo de la diócesis de Saltillo, México, recordó a los 65 mineros fallecidos tras la explosión de una mina, donde los empresarios dueños de la misma se desligaron de toda responsabilidad. “Allí descubrimos el grado de exclusión en la que vivían los mineros”, señaló y continuó su relato sobre el proceso de organización que atravesaron los trabajadores

mineros luego de este trágico hecho. “Hemos logrado cambiar la creencia que tenían los mineros de que como ellos les estaban moviendo las entrañas a la tierra, alguien tenía que morir de vez en cuando. Esto ya ha cesado, estas familias han estudiado, se han informado, en el día de hoy, hay una nueva mentalidad, y es posible porque ahí tenemos una organización de personas que antes eran excluidas y ahora están en una actividad dinámica”. Al cierre del Panel Eliane de Moura Martins, del Movimiento de Trabajadores por Derechos (MTD) de Brasil, remarcó que el sector debe “tener muy clara la dimensión de la unidad de los trabajadores, independientemente de nuestras formas de trabajo, de ser formales o informales, la unidad de hombres y mujeres en todos los espacios que tengamos. Los trabajadores tenemos que tener nuestro proyecto de producción, económico, social, cultural, político y de género. Tenemos la obligación de luchar por el modo de vida que queremos para nuestras sociedades, el continente y el mundo y para eso precisamos de unidad, de solidaridad, de generosidad, ternura, comprensión, porque somos de una diversidad fantástica, y tenemos que encontrar un voto de equilibrio para superar las dificultades que todos tenemos”. La mañana concluyó con saludos de dirigentes sindicales, entre otros, de la Central Obrera Boliviana (COB), la Central Única de Trabajadores de Brasil (CUT). En representación de la Argentina, tomaron la palabra Luis Cáceres de Ladrilleros (CGT) y Pablo Micceli, Secretario General de la CTA Autónoma. Charo Castelló, presidenta del Movimiento Mundial de Trabajadores Católicos y militante de la HOAC de España, también se refirió a la crisis que afecta a Europa. Explicó que “ya no son los Estados los que promueven políticas de trabajo sino las transnacionales”. Luis Maidana, en representación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNER) de Argentina, compartió su experiencia de ocupación, resistencia y producción en el frigorífico recuperado Subpga. María Elbia Pisuña Llulluna, de la Red Nacional de Recicladores del Ecuador, relató la lucha que llevaron adelante por el reconocimiento de las 38 organizaciones de recicladores por parte del Estado ecuatoriano . Desde Italia, Giulia Baruffo habló de la “antimafia social” y del trabajo que realiza la organización “Libera”, que propuso una ley para que los bienes de la mafia sean utilizados por las organizaciones que trabajan en contra de la exclusión social å

DIA III

Paz e integración de los Pueblos l último día del encuentro, antes de la llegaE da de Francisco, se concretó el panel referido a la “Paz, soberanía e integración de los pueblos”, con la participación de Jeniffer Bello Martínez de la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuba, y de Felipe Rangel, del Movimiento Social y Político de Masas del Centro Oriente Colombiano. Ambos referentes mencionaron la necesidad de poner fin a las guerras imperialistas, los conflictos armados y a la violencia institucional, libradas desde los Estados para con el pueblo. Destacaron también la importancia y la urgencia de la integración de los pueblos para superar el avasallamiento de los derechos y las identidades.

Luego de sus intervenciones, se dio lugar a una serie de Testimonios de distintos representantes que hicieron menciones a la temática, entre los que se destacaron el de Mehmet Ali Dogan, del Comité de solidaridad Kurdistán; Miriam Mousa, de la Union Of AgricultureWorkCommitte, quien testimonió sobre las mujeres en Palestina; Everton Benjamín da Cruz, de la Coordinación Nacional de Entidades Negras, que se refirió al genocidio de la juventud negra en Brasil, y Víctor Hugo López Rodríguez, del Centro Bartolomé de las Casas, quien disertó sobre la experiencia de resistencia en Chiapas; y Norah Padilla, de la Asociación de Recicladores de Bogotá å

Trabajo en Comisiones urante el encuentro unas 40 comisiones de D trabajo analizaron y discutieron alrededor de “las tres T”. Sus conclusiones fueron sintetizadas por un equipo internacional que tomó nota en cada debate, los sistematizó e integró, junto al conjunto de intervenciones, debates y

apreciaciones volcadas en los plenarios a lo largo de las jornadas de trabajo del Encuentro. El producto final de ese trabajo fue la Carta de Santa Cruz, dirigida a Francisco y leída públicamente el día 9 de julio en las instalaciones de Fexpocruz.å

La movilización l final del panel, las diferentes delegaciones A participantes, junto a quienes llegaban desde distintos países para presenciar el acto de cierre, se trasladaron en una marcha multitudinaria hacia las instalaciones de Fexpocruz. Encabezada por una delegación mixta con representación de todos los países que formaron parte del II Encuentro, la columna que se extendía aproximadamente a cinco cuadras se completaba con las delegaciones de cada uno de los países organizadores e invitados. Alrededor de 5.000 militantes populares aguar-

daron dentro del predio la llegada del papa Francisco. Acompañado por el presidente Evo Morales fueron los únicos oradores de la jornada. Antes de las exposiciones de ambos, Rodolfo Machaca, representante de la confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, y Silvia Beatriz Fernández, de la Federación Argentina de Cartoneros y Recicladores, leyeron ante el Papa la Carta de Santa Cruz, elaborada por el Comité Organizador del II Encuentro Mundial de Movimientos Populares å


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PEPINO Y PAPA PARA UNA ENSALADA REVOLUCIONARIA JUAN GRABOIS*

ran casi las dos de la mañana. La caravana se detuvo en Salvador Mazza para realizar el control fronterizo e ingresar por Yacuiba a territorio boliviano. Las veinticinco horas de viaje pesaban sobre el contingente que esperaba somnoliento la autorización para continuar. Pasaban los minutos y los micros no arrancaban. Un salteño sesentón…, algo andaba mal con sus papeles. Tenía un pedido de captura del Juzgado Federal de Orán. El demorado era Pepino Fernández, dirigente de la Unión de Trabajadores Desocupados (UTD) de Mosconi, un referente histórico de las puebladas piqueteras que conmovieron al país durante los ’90. Sentado estoicamente en la garita de Gendarmería, el ex petrolero esperaba le informen en cuál de los 154 procesos judiciales que sufrió por luchar estaba el problema. Pepino sabía que no había ningún pedido de captura vigente, que era un error o una avivada, porque él se presentaba regularmente frente a cada citación. El oficial se mantenía firme: “Fernández, Ud. se queda acá y mañana a las 8 am lo llevamos al juzgado. El resto, siga viaje”. La voz se corrió entre los micros por el canal 5 de los VHF que utilizaban los coordinadores. Nadie dudó un segundo sobre qué hacer. Minutos más tarde, una inverosímil asamblea decidía improvisar una protesta sobre la ruta para reclamar “¡Sin Pepino no Nos Vamos!”. El improvisado “frente de lucha” estaba conformado por militantes de un centenar de organizaciones, cooperativas y grupos comunitarios de base que integraban la variopinta delegación argentina en viaje hacia el Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Las tensiones que había se diluyeron en esa unidad espontánea en defensa del compañero y la más básica premisa ética de los pobres organizados “¡si tocan a uno, nos tocan a todos!”. Pero Pepino fue, además de pobre, un maestro de luchadores y verdadero prócer de la resistencia popular frente al capitalismo excluyente. El hoy presidente honorario de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) es una expresión elocuente de qué es lo que son los “movimientos populares”. Fue él quien organizó al tendal de desocupados

E

elegados de más de 40 países y D un millar de organizaciones, reunidos en el II Encuentro Mundial de los Movimientos Populares en Santa Cruz, aprobaron el siguiente decálogo, que fue entregado al papa Francisco y al presidente boliviano Evo Morales: 1.-Impulsar y profundizar el proceso de cambio como resultado de la acción de los pueblos organizados, que desde su memoria colectiva toman la historia en sus manos y se deciden a transformarla, para dar vida a las esperanzas y las utopías que nos convocan a revolucionar las estructuras más profundas de presión, dominación, colonización y explotación. 2.-Vivir Bien en armonía con la Madre Tierra, promoviendo la “ecología integral”, nuevo orden de vida que propone armonía y equilibrio en las relaciones entre los seres humanos y entre éstos y la naturale-

que dejó la privatización de YPF para reclamar tierra, techo y trabajo a las corporaciones multinacionales que, violando nuestra soberanía, saqueaban vorazmente el subsuelo mientras negaban a los nuestros lo más elemental para subsistir y contaminaban impunemente la Madre Tierra. Con Pepino a la cabeza como un David salteño frente a un Goliat imperial, la UTD demostró que la organización comunitaria puede resistir la prepotencia del Capital, construir viviendas, cultivar la tierra y crear trabajo para miles. Fueron “poetas sociales”. La tinta para escribir sus rimas de esperanza, Pepino no la mendigó nunca, la conquistó en la lucha porque siempre supo que “la distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no es mera filantropía. Se trata de devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece”. A Pepino no le gusta la política electoral. Rechazó siempre las múltiples ofertas de los distintos partidos. No es que desconozca la importancia del Estado en “el mejoramiento, coordinación y expansión de estas formas de economía popular y producción comunitaria” pero no es esa su vocación. Pepino intuye que la disputa institucional en la democracia burguesa, aunque importante, no es necesariamente la más eficaz forma de

luchar por la justicia social. En eso, yo soy de su escuela. Claro que necesitamos buenos políticos y en eso también desde los movimientos populares podemos hacer mucho más que presentar candidatos. Podemos y debemos marcarles la cancha. Los políticos –¡hasta los “amigos”!– siempre se portan mejor si hay pueblo respirándole en la nuca, organizado, movilizado y dispuesto a luchar cuando no cumplen, cuando ceden frente a las corporaciones, se encandilan por el poder, trabajan para sí mismos o ningunean a los pobres. Sin pepinos, es imposible que “Estado y organizaciones sociales asuman juntos la misión de “las tres T”” para que “se activen los principios de solidaridad y subsidiariedad que permiten edificar el bien común en una democracia plena y participativa”… y si además le agregamos un poco de papa, ¡sale seguro! Volvamos a la frontera en Salvador Mazza. Con la presión de los compañeros, Gendarmería despertó al juez, hizo las consultas pertinentes, reconoció su error y se disculpó. Pepino y el resto llegaron a Santa Cruz de la Sierra para participar junto a más de 2.000 delegados en tres días de Encuentro, en los que construimos un piso de coincidencias para orientar nuestras fuerzas en el proceso de cambio hacia una nueva sociedad. Durante la ceremonia de cierre, compartió la mesa con

Francisco y escuchó al lado de Evo Morales el histórico discurso de nuestro querido hermano. Lo vi con una sonrisa en el rostro y una lágrima en los ojos: tantas veces perseguido, tuvo la satisfacción de oír al Papa reivindicar que nuestras organizaciones “trabajan muchas veces en lo pequeño, en lo cercano, en la realidad injusta que se les impuso y a la que no se resignan, oponiendo una resistencia activa al sistema idolátrico que excluye, degrada y mata” pero también “en una perspectiva que no sólo aborda la realidad sectorial que cada uno de ustedes representa y a la que felizmente está arraigado, sino que también buscan resolver de raíz los problemas generales de pobreza, desigualdad y exclusión”. Así trabajó él, en lo cercano pero con perspectiva de cambio… los que venimos detrás tenemos una responsabilidad para profundizar esa orientación si realmente creemos junto a Francisco que “el futuro de la humanidad no está únicamente en manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las elites. Está fundamentalmente en manos de los Pueblos; en su capacidad de organizar y también en sus manos que riegan con humildad y convicción este proceso de cambio”. * Dirigente de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

DECÁLOGO DE LOS MOVIMIENTOS za. Exigimos la reparación histórica y un marco jurídico que resguarde los derechos de los pueblos indígenas, originarios, campesinos y afrodescendientes a nivel nacional e internacional. 3.-Defender el trabajo digno, luchando por la restitución de todos los derechos laborales eliminados por el capitalismo neoliberal –seguridad social, jubilación y derecho a la sindicalización–, contra la precarización, la terciarización, para que se supere la informalidad a través de la inclusión, sin persecución ni represión. Por una economía popular y social que resguarde la vida de las comunidades y en la que prevalezca la solidaridad por sobre el lucro. 4.-Mejorar nuestros barrios y construir viviendas dignas, denunciando la especulación y mercanti-

lización de los terrenos y los bienes urbanos, y rechazando los desalojos forzosos, el éxodo rural y el crecimiento de los barrios marginados. 5.-Defender la Madre Tierra y la soberanía alimentaria, a través de la reforma agraria integral para distribuir la tierra de manera justa y equitativa, alertando sobre el surgimiento de nuevas formas de acumulación y especulación de la tierra y el territorio como mercancía, vinculadas al agronegocio, que promueve el monocultivo destruyendo la biodiversidad, consumiendo y contaminando el agua y desplazando poblaciones campesinas y utilizando agrotóxicos que contaminan los alimentos. 6.-Construir la paz y la cultura del encuentro, reafirmando la pluralidad de nuestras identidades cul-

turales y tradiciones, contra de la criminalización de nuestras luchas y nuestras costumbres. Rechazo al imperialismo y las nuevas formas de colonialismo, sean militares, financieras o mediáticas. 7.-Combatir la discriminación, el machismo, cualquier forma de violencia contra la mujer, en particular los feminicidios: ¡Ni una menos! 8.-Promover la libertad de expresión, con el desarrollo de medios de comunicación alternativos, populares y comunitarios, frente al avance de los monopolios mediáticos que ocultan la verdad. El acceso a la información y la libertad de expresión son derechos de los pueblos y fundamento de cualquier sociedad que se pretenda democrática, libre y soberana.

9.-Poner la ciencia y tecnología al servicio de los pueblos y no de la ganancia, explotación, manipulación o acumulación de riquezas por parte de algunos grupos. Para que las universidades se llenen de pueblo y no sirvan para generar riquezas para las grandes corporaciones. Llamamos a denunciar y controlar a las multinacionales farmacéuticas que lucran con la expropiación de conocimientos milenarios de los pueblos originarios y especulan y generan ganancias con la salud de millones de personas. 10.-Rechazamos el consumismo y defendemos la solidaridad como proyecto de vida y luchamos contra el individualismo, la ambición, la envidia y la codicia que anidan en nuestras sociedades y muchas veces en nosotros mismos, trabajando incansablemente para erradicar el consumismo y la cultura del descarte.


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