Director: Arturo Javier García Colaboran en este número: Juan López Mª Ángeles Alino R.J.M. Juan Vte. Catret S.J. Javier González Ignacio García AVAN Sergio Cánovas Nohales Imprime: Imprenta Nácher s.l.
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Delegación de Misiones Valencia
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misionesvalencia
MISIONERA
Coeditores: Arzobispado de Valencia
VALENCIA
Edita: Secretariado Diocesano de Misiones. misiones-valencia@omp.es C/ Avellanas 22-4 46003 Valencia 96 392 24 12 - 644 757 662 Dep. Legal: V-229-1984
En esta misión encontrarás... En portada: Segundo cartel de la Campaña de Valencia Misionera 2022
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Desde el origen: Ante la Campaña de Valencia Misionera, nuestro director comenta algu- nas claves para vivirla así como para desarrollar todo espíritu misionero.
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Fundación Ad Gentes La Misión no es ficción, es una realidad, la más profunda y urgente de nuestra Iglesia, pero a veces, la realidad parece ficción...
Un ratito con... María Ángeles Aliño, misionera valenciana de Jesús-María, actualmente misionera en Filipinas, quien nos escribe tras visitarnos a finales de año.
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La firma invitada El misionero jesuita, Juan Vte. Catret, nos comparte desde Japón unas reflexiones contra la tristeza y la angustia en clave de esperanza.
Desde el seminario de Valencia Ignasi García es el “representante“ del tercero de los grupos de seminaristas que el pasado verano vivieron una experiencia misionera en la amazonía.
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Misionews Nos hacemos eco de las noticias más destacadas de los últimos meses en el amplio campo de las misiones.
Para pensar y rezar A veces nos enredamos entre tantas palabras. Miremos al mundo desde la Palabra.
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Jóvenes & Misión Javier González es un joven periodista, mago y... misionero. Nos cuenta como las experiencias en misión cambiaron su vida.
Cartas desde la misión Con motivo de la fiesta del santo patrono de las misiones, Paco Reig, misionero diocesano en Luanda, Angola, nos contaba sobre su misión.
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Misión y memoria El pasado mes de enero nos dejaba Juan Sanchís para reunirse con el padre en la morada celestial tras una vida sacerdotal por la misión.
DESDE EL ORIGEN
Juntos con la Virgen ¡¡A la Mis Jesucristo tiene una misión, para eso viene al mundo y eso hace en su vida pública, anunciar el Evangelio. AHORA ESA MISIÓN ES NUESTRA. Cuando me encuentre con Jesús en el juicio, al final de mi vida en la tierra, y me pregunte Jesús con entusiasmo: “¿Qué tal cómo ha ido la Misión?” ¿Qué me gustaría poder decirle? Esa misión se realiza en diversos ámbitos. Primero al pueblo elegido, a las ovejas descarriadas. No solo Jesús realiza esa misión, cuenta con la ayuda de los doce y de los 72, por ejemplo. Pero incluso la misión puede ser para los cercanos, quizá la familia, como el endemoniado de Gerasa, que Jesús lo envía a los suyos. Muchas veces es imparable la Buena Noticia ante las curaciones, aunque Jesús dice que no digan nada… para que no se confunda que el Evangelio son solo los milagros; Jesús quiere que crean por sus palabras, como en Nínive a Jonás. La samaritana hará lo propio en su pueblo, a todos los que ve les anuncia el Evangelio, “he encontrado al Mesías” Pero de la Pascua surge el mandato evangélico universal: “id al mundo entero, hasta los confines y anunciad el Evangelio”. Ningún cristiano puede ser sordo a esta misión de Jesús recibida para nosotros en los apóstoles. ¿Pero cómo realizarlo? Para eso son las campañas misioneras y ahora tenemos a la vista la de Valencia Misionera. Este año coincide con las de Vocaciones Nativas y la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Todas las vocaciones en la Iglesia son para el anuncio, para la misión, no podemos olvidar que santa Teresa de Lisieux,
Carmelita Descalza, es la patrona de las Misiones junto con el Jesuita san Francisco Javier. ¿Pero está la dimensión misionera ya activa en cada cristiano? ¿Qué hace cada cristiano que le revele como misionero? Hay que animar esa dimensión para que no quede frustrada, sin desarrollar, no podemos enterrar los talentos recibidos de Dios para la Iglesia. A Jesús le cuesta que los apóstoles respondan a ese impulso misionero del Espíritu Santo, pero con la persecución de la Iglesia, al huir, se aceleró la misión: san Pablo, Santiago apóstol... y luego todos y cada uno de ellos salieron a predicar. ¿Cómo despertar esta dimensión para que se desarrolle en plenitud en cada bautizado de cualquier parroquia? ¿Cómo vivirlo? Esta Jornada es un eslabón más en esa animación misionera de la parroquia, pero se ha de animar desde todas las acciones de Cristo como es la predicación; la catequesis de niños, jóvenes y adultos; también los movimientos de educación en la fe; las clases de religión; cualquier formación pa-
isión!!
rroquial... Una dimensión misionera que no se limita a solo anunciar el Evangelio a los territorios de misión, ni sólo a los que están cerca. Valencia Misionera nos recuerda que hemos enviado misioneros lejos para responder a esta naturaleza misionera que tiene nuestra propia Iglesia, por eso rezamos por ellos, pedimos nuevas vocaciones misioneras, deseamos que nuestra Iglesia particular siga enviando misioneros que consagren su vida a la misión y qué menos que ayudar con nuestros bienes; pues el anuncio de Jesucristo va unido a la caridad con los que lo reciben, como Jesús lo hacía dando de comer y curando enfermos. Ojalá y en todas las parroquias haya un grupo de cristianos que, en colaboración con el párroco, se dediquen a despertar la misión entre todos los bautizados, o al menos un delegado de misiones. Si tomamos en serio la misión Ad Gentes nuestro Evangelio será más verdadero, como el de Jesús,
y ese desprenderse, tomar en serio el mandato de Jesús, hará fructificar nuestra misión aquí, recibiendo desde la lógica de Jesús cien veces más lo que compartamos en recursos humanos y materiales. La Virgen de los Desamparados quiere librarnos de tres desamparos: de que los que no conocen el Evangelio se queden sin el amparo de conocer a su Salvador y de contar con pedir la intercesión de María, para así asegurar su salvación, como Jesús nos manda; que nosotros no nos quedemos en el desamparo de no haber respondido con interés a ser misioneros, como Jesús nos pide; y que los misioneros estén desamparados en los lugares de misión sin nuestra ayuda en oraciones, dinero y nuevos misioneros jóvenes para seguir su siembra del Reino en los confines del Mundo.
Arturo Javier García Delegado diocesano
FUNDACIÓN AD GENTES
Misioneros sin fronteras Los que tuvimos la fortuna de ver la película La Misión cuando se estrenó, allá por 1986, con los ojos de la frontera entre la preadolescencia y la adolescencia, nos vimos atrapados en una visión del misionero mitad descubridor, mitad santo, con algún desliz revolucionario cuando las injusticias del mundo se hacían tan insalvables que movían a la acción. En todo caso, en total compromiso existencial con aquellos a los que lleva el Evangelio. Posiblemente quien la viese con ojos más adultos reconocería guiños a la teología de la liberación, otros quizá supie-
ron ver el romanticismo al presentar las reducciones como una especie de paraíso cuando la realidad histórica tuvo más de crudeza que de oboe del padre Gabriel en la genial partitura de Morricone. Viéndola hoy, sin embargo, me sigue devolviendo al impacto que me produjo entonces, dejándome llevar por la emotividad y abandonando un poco lo real, que tampoco viene mal de vez en cuando. He tenido la oportunidad, en estos años pasados desde el mundial de México hasta el de Qatar, de conocer vida y trabajos de muchos misioneros, nuestros y ajenos. De algunos ya hemos hablado alguna vez en este espacio de nuestra Valencia Misionera y, justo porque me recordaba a La Misión, quiero recordar en esta ocasión a una misionera. La Hna. Eugenia Lloris es religiosa de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, realizando su vocación en la zona de la Amazonia, en el equipo itinerante de la REPAM. Esto quiere decir, básicamente, que vive su misión yendo por los distintos pueblos que habitan en esta vasta extensión de planeta que conforma la Amazonia, en especial en la zona de la triple frontera entre Brasil, Bolivia y Perú. Durante 2020, junto con otros dos compañeros del equipo itinerante, estuvo con el Hno. Juan Oliver, obispo del Vicariato Apostólico de Requena, quien
-en sus propias palabras- “por su simplicidad, sin anillo ni cruz pectoral, y haciéndose llamar por todos Hermano (porque lo es)”, les hizo reconocerse en esa Iglesia cercana al pueblo, siendo comunión en la entrega y donación sencilla, con la que soñamos. Por sus palabras supieron de las necesidades del Vicariato y decidieron echar una mano, para lo que nos solicitaron ayuda a la Fundación Ad Gentes. Pudimos colaborar financiando parte de los gastos de su proyecto: viajar por el río Yaquerana hasta llegar a lugares a los que la Iglesia Católica aún no ha podido llegar; por el río Tapiche para alcanzar poblaciones que desde hace años no tenían presencia misionera, abastecer el botiquín comunitario y dar formación a los animadores de las comunidades; y por el río Blanco. En la organización necesaria para estos viajes trabaron contacto con el Vicario general del Vicariato de San José del Amazonas, así que lo que comenzaba como un proyecto dentro del Vicariato de Requena se abría a un ámbito intervicarial al insertarse dentro de las necesidades de la pastoral indígena de la Amazonia. La selva no sabe de fronteras y la acción eclesial tampoco.
Por la situación de pandemia únicamente se pudo hacer efectiva la itinerancia por el río Tapiche, aunque esperamos que en este 2022 puedan recorrer los ríos Yaquerana y Blanco. Los contactos con las comunidades Matsés (uno de los pueblos que habita el Yaquerana) ya se han hecho así que, si la situación sanitaria lo permite, se podrá llevar a cabo el proyecto. Cuando pienso en el equipo itinerante por esos ríos enormes de la Amazonia, no puedo evitar que resuene en mi cabeza el oboe del P. Gabriel. Hay una gran distancia desde Paraguay a los Vicariatos de Requena y San José, pero es solo una distancia física. El empeño del P. Gabriel (Jeremy Irons) subiendo la catarata, animado por llevar la Buena Noticia a los que aún no la conocen es el mismo que sigue animando a tantos misioneros y misioneras que, como la Hna. Geni Lloris, continúan haciendo vida el mandato evangélico de ir por todo el mundo a anunciar la Buena Nueva a toda la creación (Mc 16, 15).
UN RATITO CON...
UNA MISIONERA VALENCIANA EN FILIPINAS Filipinas es el 12º país del mundo más poblado, la mayoría es gente joven, alegre y acogedora. Su cultura tiene su propia identidad donde se aprecia una mezcla con la cultura española, americana, asiática, indígena, etc., por las diferentes colonizaciones. En su religiosidad se respira un arraigado catolicismo, fruto de los años de presencia española. También hay grupos de otras religiones cristianas y musulmanes. Desde allí nos escriben esta carta:
Queridos lectores de Valencia Misionera: Ante todo le pido al Señor que les bendiga abundantemente en este Año 2022. Me presento: Soy Mª Ángeles Aliño Pellicer, religiosa de la Congregación de Jesús-María, valenciana, nacida en Alzira. Fui alumna del Colegio Jesús-María de la Gran Vía Fernando el Católico, en Valencia. Les escribo desde Filipinas, donde tengo la suerte
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de haber sido destinada. A lo largo de mi vida, en todos los lugares donde me han enviado y he trabajado me he sentido misionera, pero siempre he deseado ser “misionera ad gentes” y ahora, cuando por la edad ya no me lo esperaba, me han concedido ese regalo. Poder llegar a Filipinas, en este año de tantas restricciones por la pandemia, fue un “milagro”. La visa, tan difícil de conseguir, me la dieron el día de la Medalla Milagrosa (2019) y viajé a Filipinas en menos de una semana, el día de San Francisco Javier, Patrón de las Misiones. Puedo decir, como Sta. Claudina, nuestra Fundadora: “¡Qué bueno es Dios!”. Después de vivir un año en Filipinas, encajada y feliz, regresé a España unas semanas. Cuando estuve en Valencia fui a la Delegación de Misiones y me presenté como “misionera ad gentes valenciana”. Entonces tuve el gusto de conocer al Padre Arturo Javier García Pérez, Delegado episcopal de Misiones y al seglar D. Juan López, responsable de la Funda-
ción “Ad Gentes”. Ambos me atendieron muy amablemente y me dieron la revista “Valencia Misionera”. Por eso me he animado a escribirles. Nuestra Congregación se caracteriza por un gran espíritu misionero. Actualmente estamos en 28 países del mundo, pero la fundación en Filipinas es relativamente reciente. Llegamos al país en el año 2006. La primera comunidad vivió en la ciudad de Digos (Isla de Mindanao) y en el año 2009 la comunidad se trasladó a la ciudad de Davao (en la misma isla), donde estamos ahora. Nuestra Casa Provincial, de la cual dependemos, está en Calcuta (India) y las religiosas de la comunidad son indias, excepto yo. Aquí en Davao tenemos un colegio de preescolar, primaria y secundaria en un barrio de condición económica sencilla. Nuestra misión apostólica es preferentemente educativa y social. Además del colegio, colaboramos en barrios muy pobres, con jóvenes voluntarios comprometidos que nos ayudan y también en otras actividades. En Filipinas, actualmente, la mayoría de los Colegios estamos pasando una crisis económica fuerte porque todos hemos perdido más de la mitad de alumnos. Una razón es porque muchos padres han perdido el trabajo y no pueden pagar la cuota escolar (a pesar de que a bastantes se les da beca para que puedan asistir). Otra ra-
zón es porque las clases son online en todo Filipinas y bastantes familias no tienen ordenador ni conexión a internet en casa. Por todo ello no matriculan a sus hijos en los colegios. Algunos Colegios han tenido que cerrar temporalmente. Nosotras lo hemos evitado por bien de las familias y de sus hijos, pero necesitamos ayuda económica para sobrellevar esta crisis. Este es uno de los motivos por los que he acudido a la Fundación Ad Gentes. He presentado un proyecto que consiste en poner luz solar en las 3 puertas de entrada al colegio. Eso aquí es más necesario de lo que parece porque la calle queda muy oscura y la luz corriente aquí es muy cara. Confiemos en que esta pandemia pase pronto y los alumnos vuelvan a los colegios. Por último, también estamos abiertas a recibir voluntarias misioneras. Si alguna joven soltera, católica y comprometida en su fe, se siente llamada a dedicar un tiempo como voluntaria para vivir con la comunidad y compartir nuestra vida y nuestra misión apostólica, será bienvenida. ¿Alguien se siente llamada? Me despido cordialmente con todo afecto, también en nombre de mi comunidad, y les pedimos oraciones por nuestra bonita misión.
LA FIRMA INVITADA
LA BELLEZA DE LA ESPERANZA Y LA ALEGRÍA El gran poeta francés Paul Claudel decía que de las tres virtudes fundamentales: “fe, esperanza y caridad”, la fe y la caridad son como las dos hermanas mayores y la pequeña “esperanza” va entre las manos de sus otras dos. Nosotros podemos decir que las tres virtudes teologales son todas muy bellas: “Creo, Señor, afirma mi fe, espero y asegura mi esperanza, os amo e inflama mi amor”. Hoy vamos a centrarnos en la “pequeña hermana” que es la “esperanza”. Santa Teresita del Niño Jesús se ponía en manos del Señor como una “pelotita” entre sus manos y sonreía siempre dentro de la cama de su pequeña celda a pesar de sus dolores. Ese era su camino espiritual que le valió el título de “Madre de la Iglesia” y “Patrona de las Misiones“. Este mundo actual, en medio de tantas guerras, de epidemias y terrorismo, la “esperanza” es la única que nos da consuelo y alegría espiritual, de que la próxima década será la de un mundo mejor. La esperanza es “el poder de las manos que sostienen el alma del mundo”, ha dicho un autor de espiritualidad. En tiempo de la “Reforma protestante” del siglo XVI el tema de la fe “con o sin obras” como motivo de nuestra Salvación por medio de Jesucristo nuestro Redentor, Lutero hablaba de la “fiducia”, que en latín significa “confianza”;“esperanza”, y en esos términos todos los Padres del Concilio de Trento estaban de acuerdo. En Japón, la filosofía budista discutía entre el “jiriki” y el “tariki”, que significan: “jiriki”: por los propios méritos” y “tariki” por medio de otro o sea por medio de Buda. San Agustín en una humilde confesión apuntó que la belleza de las criaturas: montes, flores, estrellas... le invitaban a mirar más arriba. Posteriormente, San Francisco de Asís nos enseña su precioso canto al “Hermano Sol”: el sol que nos calienta, el agua clara, la luna que nos ilumina de noche... Y, después, San Juan de la Cruz en su “Cantar de los cantares: “mi Amado, las montañas, los más profundos mares, los valles silenciosos, las ínsulas extrañas”; y en su oración del “alma enamorada”: “mío son los cielos y los ángeles, mío es todo lo creado, mío son los santos y la Virgen, mío es Jesucristo, mío es todo”...
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Los siglos pasados se hicieron famosos los filósofos: Kierkagard, Sartre, Gabriel Marcel etc. todos ellos “existencialistas” y en España Unamuno, Ortega y Gasset, etc. También psicólogos como Freud, Jung, Victor Frankl han tocado de algún modo el tema de la “esperanza”. Freud se empeñó en afirmar que todos los hombres nos movemos por la “pasión del placer”. Otros, como Jung entendieron esa “pasión” de un modo más general: pasión equilibrada entre búsqueda de placer sensual, de poder y de un sentido a la vida. Y, Victor Frankl, que sobrevivió en un campo de concentración nazi, decía que sugerir la “esperanza” a sus compañeros prisioneros les daba fuerzas para resistir aquel inmenso dolor. Decía que hablarles de que la guerra terminaría pronto y se verían en libertad, hacía que “una estrella” matutina de esperanza brillara en sus ojos hundidos de dolor.
Yo lo comprobé en mis visitas a los prisioneros en Hiroshima, cuando les decía que pronto se acabaría su tiempo de prisión: “¡Ánimo!”, les decía. Y el pasaje evangélico que les gustaba mucho era el de los “Reyes Magos” que vieron una “estrella” que les guió hasta Belén para adorar al Niño Jesús. Podemos, pues, negar lo que decía Sartre que “el hombre es una pasión inútil. No, siempre hay como una llamita de esperanza en su corazón. En la Sagrada Escritura el Salmo 8 es un canto de “alegría, gozo y esperanza”: “¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos para reprimir al adversario y al rebelde. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies. Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar que trazan sendas por el mar. ¡Señor, Dios nuestro, que admirable es tu nombre en toda la tierra!”.
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Jesús, para darnos motivos de “esperanza” de que el Reino de los Cielos estaba ya cerca, lo hacía muchas veces durante su vida pública por medio de parábolas y comparaciones. Por ejemplo, para animar a la gente que le escuchaba decía: “mirad los pájaros en el cielo y los lirios en el campo” que vuelan y cantan y florecen sobre la tierra, sin preocuparse, “confiados” en la Providencia divina” que los mantiene y sostiene sin que hagan nada. Y sobre todo con el “Misterio Pascual” de su muerte y Resurrección: motivos de paz y alegría. En la cruz, animó al buen ladrón diciéndole: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Su Ascensión nos da esperanza de que también un día nosotros resucitaremos. Como san Pablo escribe a los Romanos todas las criaturas gimen con motivos de parto; no digamos nosotros los humanos... Pero también dice a los Filipenses: “Alegraos siempre, alegraos que ya viene el Señor”. Y a los de Corinto: “¡Ahora vamos en fe, esperanza y caridad. Luego veremos de cara a cara al Señor!” En los “Ejercicios Espirituales”, San Ignacio de Loyola nos invita a “contemplar para alcanzar amor”, como el Padre “sostiene a los elementos y da vida a las plantas y sentidos a los animales y encima de todo a los hombres: libertad, memoria, entendimiento y voluntad. Y dar gracia por todo “viendo a Dios en todas las criaturas y éstas en Dios; como vienen del Padre de las luces, en un coloquio continuo de acción de gracias pidiendo el servir en alegría: ser “contemplativos en la acción” Todo esto tiene relación con la “esperanza” y la “alegría” como vamos a analizar a continuación. En primer lugar, partiendo de la definición del “hombre es él y su circunstancia”, es decir que vivimos y nos movemos en medio de nuestras circunstancias particulares: familia, amigos, trabajo, descanso, deportes, viendo por la televisión, etc.; dentro de un país, de una sociedad, en un continente; de cualquier raza sea blanca u oscura... Estamos todos en manos de los unos de los otros, todos experimentamos la interdependencia vital, una trama de reconocimiento y de don, de respeto y de solidaridad, de autonomía y de relación. Todos esperan los unos en los otros y se estimulan positivamente a llevar cada uno su parte. Todos cuentan. No podemos encerrarnos en la torre de marfil de nuestro “ego” o el caracol y la tortuga bajo su caperuza. Todos debemos buscar el bien común. Podemos volver a aprender el valor del saludo, el estímulo de una alabanza, la increíble fuerza que recibimos de una sonrisa o de una mirada, los chistes que provocan la risa, las caricaturas de personas o eventos (iba a decir las fallas de Valencia), etc. Siguiendo nuestro análisis de la “esperanza” y la “alegría” nos percatamos la relación entre “cercanía y distancia”, para entrar y salir de nosotros, di-
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gerir lo que nos pasa. La verdad es que necesitamos de las dos; sin unirse una y otra no seríamos lo que somos. Cada uno de nosotros tenemos que construir nuestro propio mundo interior en el equilibrio entre estas dos palabras: fusión y distinción. A través de ellas descubrimos el significado del amor, de la confianza, del cuidado, de la creación, del deseo. Vivimos bajo la dictadura del tiempo, engullidos por él. En la mitología griega el tiempo (Cronos: invencible rey de los Titanes) devoraba a sus hijos sin piedad. Estamos siempre lanzados hacia adelante, el tiempo no es un ser estático sino elástico. Sin embargo, el tiempo es un tipo de educación. El refrán dice: “El tiempo es oro”. A lo largo de la historia vemos que ha habido un tiempo de distintas civilizaciones, de espiritualidad, de cultura, de amor, de solidaridad entre los seres humanos. El tiempo es una lección muy grande para entregarse a si mismo. Hay una lección muy grande entre el “sufrimiento” y la “alegría de la esperanza”. La Biblia, sobre todo en el libro de Job, símbolo del mal que le aflige (lo mismo que ahora a nosotros) cuando Dios le pregunta a Job: “¿Dónde estabas tú cuando yo hice el cielo y las estrellas, las aves en el cielo, los peces en los mares, etc.”. Dios hace comprender a Job que “el sufrimiento” es causa de nuestra libertad mal usada, indicando que Dios dio a Adán y Eva ese don perdido con el pecado, que les vio luego sin alegría desnudos y desagradecidos, desobedientes al mandato de Dios Creador. El tiempo trae una enseñanza de purificación; es más instructivo que un viaje o peregrinación a Tierra Santa o a Santiago de Compostela, el “Camino Ignaciano” que alegran a los peregrinos, o a Lourdes o a Fátima. Sea caminando, sea a caballo o en bicicleta, siempre habrán las estaciones o flechas que indican el camino por las senderas y en las estaciones de los trenes una “sala de espera”. ¡Qué bonito llamar “espera” a la estación de tren de nuestra vida. Hoy día necesitamos de artistas, de poetas que nos llenen de esperanza descubriendo la belleza de este universo creado por Dios. La santa Madre Teresa de Calcuta, decía con frecuencia: “Un pobre necesita más que el pan el amor”...Y Tagore decía: “Los parias también necesitan una flor”. En la Edad Medía, donde un trabajador sudaba diciendo que acarreaba piedras, otro decía con ojos plenos de esperanza: “Estamos levantando una Catedral!” Tengamos, pues, una vida de esperanza y alegría, los ojos mirando hacia arriba, en un viaje evolutivo hacia el punto Omega que es el “Alfa y Omega”, principio fin de todas las cosas: Jesucristo nuestro Señor. Hay que ser optimistas hacia el futuro, con sentido del humor. “El humor es una cualidad de la esperanza”.
DESDE EL SEMINARIO DE VALENCIA
Estar con Él
El ser humano ante cualquier misión que se le encomienda, tanto en la vida familiar como profesional, experimenta cierto vértigo. Esa sensación muchas veces viene dada porque desconocemos qué nos deparará el futuro, cuál será nuestra reacción ante esa nueva situación, si estaremos a la altura... Pero, si ponemos atención en todas estas sensaciones, nos damos cuenta de que únicamente se fundamentan en nuestras fuerzas. Pero, no todas las misiones se centran en nuestras capacidades. En las misiones eclesiales la base tiene que estar puesta en la confianza en Dios. Cuando la Iglesia envía consagrados o laicos a realizar cualquier misión, no se espera de ellos que sean excelentes en aquello que vayan a desempeñar, sino más bien que tengan una apertura total a la voluntad de Dios. Aun así, es cierto que puede que nuestra idea de misión no se corresponda con la realidad a la que hemos sido destinados. En mi experiencia como seminarista misionero, enviado junto a otros seminaristas al Vicariato Apostólico de Requena (Perú), experimenté la tentación de proyectar la misión en aquello que yo pensaba que tenía que ser. Antes de llegar a Perú, mi mente occidental ya tenía organizada toda la estancia allí. Pero, bastaron unas pocas horas en nuestro destino para desechar
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toda componenda pastoral. Desde nuestra llegada a Lima hasta nuestro destino final en los poblados amazónicos, pude ir captando que nuestra misión tenía que ir precedida en todo momento por el Señor, ya que cualquier plan previo era insuficiente delante de una realidad como aquella. El pueblo en que realizamos la misión tenía por nombre Flor de Punga (distrito de Capelo). El párroco que nos acogió era un joven franciscano el cual llevaba ese pueblo y otros 70 más. Con esta realidad pensé que el sacerdote nos iba a dar un gran plan de actividades para poder atender tanta misión, pero para mi sorpresa no fue así. Este franciscano nos explicó que no nos angustiásemos, ya que el plan pastoral en el Amazonas era «estar con ellos». Estas palabras que al principio me desconcertaron, posteriormente, las entendí al recordar el siguiente pasaje del
Evangelio: «Instituyó doce para que estuvieran con Él» (Mc 3, 14). Jesús a los apóstoles no les planteó un gran plan de evangelización, sino que les llamó para «estar con Él». Nuestra misión no era solucionar la vida a nadie, sino anunciarles a Aquél que siempre estará con ellos, independientemente, de la situación en la que se encuentren. Ante estas recomendaciones, que no sabíamos muy bien cómo aterrizar, empezamos nuestra experiencia misionera haciendo algo tan sencillo como es pasear y hablar con la gente del pueblo. En uno de esos paseos, se nos acercaron unos niños que querían saber quiénes éramos y de dónde veníamos; estuvimos charlando durante largo tiempo y nos acompañaron hasta la parroquia. Desde ese día, los niños venían, diariamente, a jugar y a «estar» con nosotros. Con el tiempo, también les enseñamos a rezar mediante los oratorios, es decir, les enseñamos a «estar» con Jesús. Cada día venían más niños y algunos ayudaban como monaguillos o cantaban en el coro.
Los adolescentes, muchos de ellos con problemas, venían a la parroquia para simplemente charlar y tomar un café, ya que necesitaban ser escuchados y sentirse amados. El párroco siempre tenía las puertas abiertas de la casa abadía, ya que quería que la parroquia fuese la Betania de ese pueblo, un lugar de descanso, de paz. Estos encuentros fueron la mejor ocasión para anunciar a los jóvenes el amor incondicional de Jesucristo. Con esos diálogos estos chicos fueron viendo que la Iglesia era Madre con ellos y no les juzgaba por lo que habían hecho, sino que les acogía, les ayudaba, y les decía siempre la verdad como hijos amados de Dios. Pero, la gran misión que se plantea como Iglesia en el Amazonas es poner en valor la familia como lugar privilegiado para la vida cristiana. La mayoría de las familias amazónicas están desestructuradas y sus miembros sufren las consecuencias en soledad. Desgraciadamente, estas familias no tienen opciones ni recursos para salir de estas situaciones. Algunos de sus miembros se alienan con el alcohol o la sexualidad desordenada. Con este baño de realidad, nos dimos cuenta de que todo ser humano ansía el amor, el respeto y el perdón. Algunas familias de la parroquia nos comentaban que el ser cristianos les había ayudado a construir matrimonios sólidos, ya que en la Iglesia les habían enseñado a amar y a entregarse por el otro. Por tanto, para mí la misión en el Amazonas fue un tiempo de confianza en el Señor y en la Iglesia, pudiendo así amar y aceptar lo desconocido. Un misionero ha de amar la misión tal y como es: su gente, su cultura, sus tradiciones… Y para ello, en Jesús tenemos el modelo de misionero por antonomasia: fue enviado al mundo por su Padre, entró en la historia, tomó nuestra condición y nos salvó.
Ignasi García Miralles
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MISIONEWS
Mayo con “M” de Misión
El Domingo del Buen Pastor, 8 de mayo, se celebra en todo el mundo la Jornada de Oración por las Vocaciones, que aquí, en España, se promueve junto con la Jornada de San Pedro Apóstol. Además, ese mismo día celebramos la Campaña de Valencia Misionera ya vinculada en nuestra Diócesis con la fiesta de nuestra patrona, la Virgen de los Desamparados, bajo cuya intercesión ponemos a los misioneros valencianos. Mientras que la Jornada de Valencia Misionera, en la que nos juntaremos “todos los amigos de la Misión” será el sábado 18 de junio. Pero, asimismo, el 3 de mayo se cumplen 200 años del inicio de la Obra Pontificia de la Propagación de la Fe y 100 años de su elevación a “Pontificia”, junto con las Obras de Infancia Misionera y de San Pedro Apóstol. Así como el 22 de mayo será la beatificación de Paulina Jaricot. Todo un mes misionero que confiamos dé frutos aquí, con jóvenes vocaciones y ayuda misionera, y en los territorios de misión.
La Virgen de los Desamparados en Colombia Una imagen de la Virgen de los Desamparados ha recorrido en Colombia parroquias, comunidades y colegios regidos por la congregación de Hermanas Siervas del Santísimo y de la Caridad que la tienen como patrona desde su fundación, inspirada en el origen de la devoción a la Mare de Déu, especialmente a favor de los más desamparados, mujeres, niños y enfermos. La imagen, una pequeña talla de, fue llevada hasta la ciudad de Medellín, por el sacerdote colombiano Ever, que actualmente cursa sus estudios de tesis en Valencia, junto al rector de la Basílica de la Virgen de los Desamparados, Jaime Sancho. Esta pequeña talla ha recorrido durante varios días diferentes diócesis y ha sido instalada en la parroquia del Divino Niño en Granada Meta. Además, otra imagen de la Virgen de los Desamparados, de mayor tamaño, fue enviada desde Valencia a Medellín, para ser entronizada en la casa general de la congregación. Según expresa Jaime Sancho, “ha sido precioso ver la presencia tan arraigada de la Virgen de los Desamparados en este país. (...) Hay imágenes de la Virgen de los Desamparados, rezan la oración del Cardenal Benlloch y tienen cantos adaptados a Ella”. Asimismo, cuentan con lugares “muy emocionantes como la iglesia de la Orden Tercera en Bogotá donde hay una gran capilla dedicada exclusivamente a la Virgen de los Desamparados, que tiene a sus pies a San Vicente Ferrer y San Pascual Bailón”.
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Formación para improvisados agentes pastorales
La misionera valenciana Mª Carmen Izquierdo, de las Servidoras del Evangelio de la Misericordia de Dios, ha puesto en marcha un proyecto de formación, junto con su comunidad religiosa, para jóvenes de la diócesis peruana de Chosica que durante la pandemia “fueron improvisados agentes pastorales y ayudaron a muchos mayores. (Ellos) fueron, y son, los protagonistas de la vida pastoral de nuestra parroquia en la pandemia: enseñaron a los mayores a usar las herramientas digitales y fueron improvisados agentes pastorales, en muchos casos, llevando a las casas de los mayores comida -a unas 300 familias del barrio- y medicamentos, hablando con ellos, acompañándolos en la soledad del confinamiento”, subraya. “Todo eso que ha surgido queremos apoyarlo dándoles formación, para que esta semilla siga dando frutos”. Esta ayuda para su formación “es muy necesaria porque en la zona en la que estamos los jóvenes estudian y trabajan y, a causa de la pandemia, perdieron su trabajo y no han podido continuar sus estudios. Ahora que hay menos restricciones están intentando reinventarse para conseguir ingresos y poder seguir con su formación, son muy luchadores y queremos ayudarles”. El proyecto de formación “supone habilitar un local para que puedan reunirse y disponer de mobiliario y material a través de becas, y beneficiaría a alrededor de 40 jóvenes. De ellos, sólo un tercio estaba integrado en la parroquia antes de la pandemia y ahora todos se sienten implicados en la vida parroquial”.
Lluvia que arrasa La misionera, Mª José Vila, Agustina Recoleta, nos daba a conocer los estragos que las lluvias habían hecho en Wote, Kenia. Concretamente en su Monasterio de Nuestra Señora de la Consolación: “la lluvia ha arrasado con todo y nos ha derrumbado 85 m. de tapia por una parte y 54 por otra, todo se lo ha llevado por delante”. Y continúa: “vuestro mensaje nos infunde ánimos para seguir adelante y confiar siempre en el Señor sin desfallecer. Estamos con la mirada puesta en lo alto que nos guía, nos conforta y nos sostiene. Dios sea bendito por lo que nos da y por lo que nos quita...en sus manos lo ponemos todo (...) que S. Francisco Javier nos alcance su celo misionero”.
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PARA PENSAR Y REZAR
“Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis , po rque de los que son como ellos es el reino de Dios” Lc 18, 16
JÓVENES & MISIÓN
África, continente de esperanza Cerrando los grupos para este verano, recogemos el testimonio que nuestro querido Javier González nos escribió durante su estancia en Togo, quien junto a un grupo de jóvenes de nuestra Diócesis decidían pasar sus vacaciones junto a las misioneras Servidoras del Evangelio. Además, recogemos parte de una entrevista que concedió a su regreso a la revista de OMP Super Gesto. Mi nombre es Javier, tengo 23 años, soy de Valencia y trabajo de periodista. Los últimos dos veranos he vivido experiencias misioneras en Perú y este año decidí que era el momento de viajar a África. Acompañado de otros 4 compañeros el pasado 23 de julio llegamos a Lomé, Togo, para compartir todo un mes con las hermanas de la comunidad “Servidoras del Evangelio de la Misericordia de Dios”. A pesar de que apenas llevamos aquí una semana, están siendo unos días muy intensos. Las hermanas de Lomé nos han mostrado la misión que realizan en orfanatos, barrios del extrarradio y grupos de jóvenes. Cuando preparaba este viaje, imaginaba que todo aquí sería muy distinto. Sin embargo, las diferencias son tan grandes que hasta que no se pisa esta tierra, hasta que su humedad no impregna la piel, hasta que no se siente su aroma; es imposible darse cuenta de lo alejados que vivimos de esta realidad. Durante esta semana he podido ver el rostro de Dios en los niños con los
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que hemos compartido juegos. A pesar de las duras historias que visten sus cuerpos, sonríen de la forma más sincera y dulce que nunca he visto. Sus ojos hablan de esperanza y cariño en medio de un campo de batalla. Sus manos están empapadas de sencillez y, en cada caricia, se sumergen en un mar de verdad, una verdad que, en nuestra sociedad, es muy difícil de encontrar. Sin duda alguna, estos niños son la personificación del Evangelio.
Aunque experimentar todo esto es increíble, también es duro porque no se puede acallar la consciencia cuando ya se ha adquirido consciencia. Ahora sé que el Señor no es un dios lejano, sino que lleva nuestro nombre tatuado en la palma de su mano y sufre con y por nosotros. No sé cómo serán las próximas semanas aquí, pero estoy seguro de que esto solo acaba de empezar y es que, una vez más, el Señor me enseña que ser feliz es más sencillo de lo que creemos. Javi, eres un joven con corazón misionero. Has vivido experiencias de misión en Togo y Perú. ¿Qué nos puedes decir de ellas? Las experiencias misioneras han cambiado por completo mi vida. Son destinos muy diferentes, pero en ambos lugares he podido reconocer a Dios en la gente que me ha acompañado. Y, sobre todo, he reconocido a un Dios muy vivo y joven en los lugareños que nos han acogido. Estas vivencias han marcado mi forma de ver y entender la vida. La fe se vive de formas muy distintas en todo el mundo y eso ha nutrido mucho mi espiritualidad y cultura. Además, creo que nunca se llega a aportar tanto como se recibe, es algo increíble. Gracias a estas experiencias he podido tocar, abrazar, consolar y aprender del sufrimiento real que existe en el mundo. Aquí ha sido precioso poder reco-
nocer el trabajo de los misioneros que entregan su vida al 100% a los más necesitados. Como mago que también eres, has podido llevar tu magia a los niños de esos países. ¿Cómo reaccionaban ante tus trucos? La concepción de la magia es algo que varía dependiendo de las culturas. Aquí estamos muy acostumbrados a ver magos actuando en la televisión. en eventos, comuniones, teatros, etc., pero esto cambia por completo en los países más desfavorecidos. En Perú fue muy bonito porque era la primera vez que los niños del proyecto veían a un mago, que no es más que una persona que se dedica a ilusionar al público. Fue un honor y un placer poder hacerlo para esos niños, que tienen motivos de sobra para no querer ilusionarse con nada. Sin embargo, sus caras de asombro fueron un auténtico regalo. En África esta sensación fue todavía mayor. En Togo, tanto niños como mayores dudaban de si tenía poderes reales. Esto va con su cultura, donde la hechicería tiene un gran peso. Era necesario explicar antes y después de cada espectáculo que todo era un truco, que no era brujo ni tenía poderes. Sus caras eran una mezcla de asombro, diversión y pavor de ver algo imposible. Javier González Joven voluntario
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CARTAS DESDE LA MISIÓN
Alegrías que nos da la Misión Queridos amigos: Gracias por vuestro recuerdo y oración en el día del Patrón de la Misiones, San Francisco Javier. Dios os lo pague. Aprovecho para compartir alguna noticia de nuestra misión como catequistas itinerantes del Camino Neocatecumenal en estas hermosas tierras de Angola. En estos días estamos llevando adelante las Convivencias que llamamos de “inicio de curso”. Son convivencias de formación y de conversión y ayudan bastante a los hermanos en sus combates para defender la fe en un mundo cada vez más materialista. En estos encuentros se han “levantado” diez matrimonios para dejarlo todo y partir como “familias en misión” a cualquier parte del mundo y anunciar a Jesucristo. Ver estas jóvenes familias que han creído en el Evangelio es una de las mayores satisfacciones que el Señor nos concede. La verdad es que Angola, todavía con una tasa de natalidad de las más altas del mundo (5,3 hijos por mujer), en el 7º lugar del ranking mundial, está sufriendo, a través de los Organismos internacionales, una triste y vergonzosa presión que pretende imponer la reducción - con medios deshonestos– del nacimiento de niños, que son una de las mayores alegrías de esta nación -como vemos en la foto-. De manera que las mujeres, cuando conciben y van a dar luz, padecen toda clase de vejaciones en los Hospitales. Asi, muchas de nuestras madres de familia, en su generosa y cristiana apertura a la transmisión de la vida, son auténticas héroes, hacien-
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do frente con firmeza, -como mujeres bíblicas-, a esa mentalidad antinatalista que va impregnando poco a poco la sociedad. También estamos agradecidos por los presbíteros ordenados del Seminario Misionero “Redemptoris Mater” de Luanda, la capital de Angola, que tanto están ayudando a la misión. La construcción del Seminario está muy adelantada. Sólo falta el Santuario de la Palabra, que se iniciará en breve. Aprovecho para dar voz al Rector de este Seminario, que busca bienhechores dispuestos a colaborar económicamente con esta obra en favor de la nueva evangelización en África. ¿Cómo no dar gracias al Señor por tanta bondad? Somos testigos de la obra del Señor en favor de este pueblo que mucho necesita el Evangelio. Él lo hace todo, porque es tan grande nuestra pobreza y son tantas las dificultades, con la degradación de la sociedad, el aumento de la miseria por la crisis económica…, que sería imposible seguir adelante si no estuviera Él con nosotros, pobres hombres. Os saludo, junto a mi equipo de misión, Francisco y Aurita. Rezad por nosotros. Paco Reig Armiñana. Presbítero diocesano de Valencia
MISIÓN Y MEMORIA
Hemos visto florecer en el desierto El sacerdote valenciano Juan Sanchis Ferrairó, que fue párroco en distintas localidades de la diócesis y misionero en Chile durante 21 años, falleció el pasado 31 de enero a los 90 años de edad en la Casa sacerdotal de Betania de Quart de Poblet, en donde residía. Nacido en Piles en 1932, recibió la ordenación sacerdotal en 1955 en Valencia. Un año más tarde fue nombrado vicario parroquial de la parroquia Visitación de Nuestra Señora de Real de Gandía hasta que en 1960 pasó a desempeñar otros oficios como misionero de la OCSHA, en Copiapó, Chile. Así, estuvo como misionero en esta diócesis chilena de 1960 a 1967, y de nuevo, de 1987 a 2001. Igualmente, en 1970 fue designado vicario parroquial de Santa Catalina y San Agustín de Valencia y en 1972 párroco de Nuestra Señora de la Asunción de Alboraya, en donde estuvo hasta 1989. Asimismo, de 1971 a 1972 fue delegado episcopal de Caritas Diocesana.
En 1979, Juan Sanchis recibió el nombramiento como párroco de Nuestra Señora de la Encarnación de Beniatjar, y, en 1980, de Cristo Rey de Gandía. En 2001, asumió la titularidad de la parroquia Santos Pedro y Pablo de L ´Alqueria de la Comtessa hasta que en 2004 recibió la jubilación. Durante todo este tiempo fue impulsor, director y colaborador de nuestra revista Valencia Misionera, así como siempre fiel ayudante en cualquier propuesta o actividad que desde la delegación se realizaba. Miguel Hernández Rueda, sacerdote misionero actualmente en Chile, donde estuvo Juan, ha confeccionado un libro sobre el Padre Juan, bajo el título de “Padre Juan Sanchis. Sacerdote, Misionero y Pastor al estilo de Jesús” y que tenemos intención de poder publicar en los próximos meses. Rogamos por su descanso eterno.
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¡Tarde te amé Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de Tí aquellas cosas que, si no estuviesen en Tí no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de Tí, y ahora siento hambre de Tí; me tocaste y deseé con ansia la paz que de Tí procede! (Exclamación de San Agustín)