REHALDA Catálogos Carmen Martínez (coord.), Sin una mirada no hay paisaje (2018-2019), 2018.
REHALDA REVISTA del CENTRO DE ESTUDIOS de la COMUNIDAD DE ALBARRACÍN
El 26 de junio de 2004 se creó en Tramacastilla el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL). El XV aniversario del Centro queda ensombrecido por la ausencia de Juan Manuel Berges Sánchez (Orihuela del Tremedal, 1958-Teruel, 2018). Sin embargo, hubiera sido Juan Manuel quien primero lo hubiera celebrado y, sobre todo, animado a participar en él desinteresadamente, como todo aquello que hacía y en lo que se implicaba. Y así, aunque con cierta amargura y nostalgia, lo hemos de hacer por él y por el trabajo que llevó a cabo en el Centro. Sirva, pues, este número extraordinario de la revista Rehalda, conmemorativa del aniversario del CECAL, como homenaje póstumo a su labor.
Varia L. Rubio, P. Saz, J. L. Castán, C. Martínez, Historia ilustrada de la Comunidad de Albarracín, 2019.
Para Juan Manuel esta rehalda de palabras e imágenes en la que cobijar su recuerdo
Año 2019 • N. 30
HOMENAJE A JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ
Revista REHALDA, 29, 2018.
N. 30 - Año 2019
REHALDA Revista del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
N. 30
Primavera 2019 Año XV
Imagen de cubierta: Cueva del Tejo (M.ª Jesús Rueda Jarque; 2018). Imagen de contracubierta: Panorámica de Orihuela del Tremedal desde el cerro de la Virgen del Tremedal (abril, 2012; archivo AVP). Imagen del colofón: Campana del Santuario del Tremedal (J. M. Vilar). Autores de las ilustraciones cuyo nombre no figura en el cuerpo de este número extraordinario: Ilustración digital de Juan M. Berges e idea de cubierta (Carmen Martínez Samper, 2019); logotipo del XV Aniversario (Manuel Matas Velasco); otras imágenes de Juan Manuel y Orihuela (J. M. Vilar).
Rehalda [rialda] f. ‘repisa o vasar en torno a la campana de la chimenea’. Voz tradicional de la Sierra de Albarracín.
EDITA: CECAL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN C/ MAGDALENA, S/N 44112 - TRAMACASTILLA (TERUEL) http://cecalbarracin.org/
revistarehalda@gmail.com El Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín no se identifica necesariamente con el contenido de los textos publicados, siendo éstos de la exclusiva responsabilidad de su autor.
DISEÑO: Rehalda CUBIERTA: PERRUCA, Industria Gráfica IMPRIME: PERRUCA, Industria Gráfica Depósito Legal: TE-52-2005. I.S.S.N.: 1699-6747 COLABORA:
Comarca de la Sierra de Albarracín
REHALDA Número 30 EXTRAORDINARIO HOMENAJE A JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ
XV ANIVERSARIO DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN (CECAL)
Coordinación y edición José Manuel Vilar Pacheco
IN MEMORIAM
JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ (1958-2018)
- Especial XV Aniversario - Año 2019
ÍNDICE Juan Manuel Berges Sánchez, siempre en la memoria serrana Pascual Giménez Soriano (Presidente de la Comarca de la Sierra de Albarracín)
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A Juan Manuel Berges Rosa María Sánchez Casas (Presidenta de la Comunidad de Albarracín)
19
Juan Manuel Berges Sánchez: un compromiso ejemplar con la historia y la cultura de la Sierra de Albarracín José Manuel Vilar Pacheco
21
Juan Manuel Berges y su contribución a la historia de la Comunidad de Albarracín José Luis Castán
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Bibliografía de Juan M. Berges Sánchez José M. Vilar Pacheco
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Textos sobre Juan M. Berges Sánchez
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I. HOMENAJE A JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ ARTÍCULOS BOTÁNICA Cuatro especies del género Hieracium (fam. Compuestas) recientemente detectadas en la Sierra de Albarracín Gonzalo Mateo Sanz La sabina en la Sierra de Albarracín Luis Martínez Utrillas
59 63
APICULTURA Apicultura en Albarracín: noticias históricas Pablo de Jaime Ruiz y José María de Jaime Lorén
71
AZUDES Y ACEQUIAS El azud de San Blas y la acequia del Cubo Beatriz Carrasquer Álvarez y Adrián Ponz Miranda
83
ARQUITECTURA La arquitectura popular de la Sierra de Albarracín Antonio Almagro Gorbea
99
11
Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
PATRIMONIO Las Jornadas de Patrimonio Inmaterial y el Proyecto de Recuperación y Promoción del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín Víctor Manuel Lacambra Gambau
111
ARTE La construcción del paisaje. Imagen y palabra Carmen Martínez Samper Una obra maestra de la pintura Italo Gótica, procedente de Albarracín, emigrada al Museo Nacional de Arte de Cataluña Javier Martínez González
119
127
CAMINOS Y VÍAS El camino de Albarracín a Molina Diego Sanz Martínez
141
ARQUEOLOGÍA El complejo residencial palatino de época taifa del castillo de Albarracín Antonio Hernández Pardos
151
HISTORIA La donación de Losares (Pozondón) a García Garcés de Marcilla en 1414 Fernando López Rajadel
163
Albarracín en las Cortes de Aragón Germán Navarro Espinach y Concepción Villanueva Morte
171
El linaje de los Somer y la Aljama Judía de Albarracín (Siglo XV) Miguel Ángel Motis Dolader
177
La tienda y la taberna de Pozondón en los siglos XVII y XVIII Rafael Herrero Cortés
187
Roturaciones y deforestaciones. La visita de Sierra de 1721 Eloy Cutanda Pérez
209
La lucha de los ganaderos por los pastos: el pleito entre Bronchales y Francisco Cortés, vecino de Orihuela Encarna Jarque Martínez y José Antonio Salas Auséns
219
José Molina Lario y Navarro, obispo de Albarracín (1765-1776) José Manuel Latorre Ciria
231
Un "motín" anticlerical en Teruel: el obispo se refugia en Albarracín Serafín Aldecoa
241
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
El barón de Velasco. La controvertida vida social y política del diputado cunero que dejó huella en el distrito de Albarracín Pedro Saz Pérez
249
La emigración a Norteamérica desde la Sierra de Albarracín en el primer tercio del siglo XX Raúl Ibáñez Hervás
271
BIOGRAFÍA Breve semblanza de un jurista albarracinense: don Luis Gerónimo Sánchez Moscardón Jaime Angulo y Sainz de Varanda
287
BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS La biblioteca de la familia Valero (Albarracín): una muestra de documentos J. M. Vilar
295
ESTUDIOS SOBRE LITERATURA Visiones líricas de la Sierra de Albarracín Francisco Lázaro Polo
303
RELATOS DE LA MEMORIA El coche de línea Vicente Romero-Tosca
315
II. DEDICATORIAS Palabras para Mamel Maite Joven Arauz
327
Recuerdo de Juan Manuel desde Rodenas Carlos Muñoz
331
Carta a Juan Manuel Berges Eustaquio Castellano
333
In memoriam Luis Martínez Utrillas
335
A Juan Manuel José L. Aspas y Anque Fornes
337
Homenaje del IES Lobetano a Juan Manuel Berges IES Lobetano
343
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
Del trabajo a la amistad Pablo Perruca, José Ignacio Perruca y Nati Dolz
345
Un mortero en El Tremedal Carmen Perona
351
Dos imágenes pastoriles para Juan Manuel Javier Pastor Durán
353
En la Sierra Alta Lydia Hernández Perona
355
Desde Griegos Jaime Lahoz, Drakis
357
La religiosidad popular en las calles de Gea de Albarracín Luis Arturo Giménez Alamán, Asociación Cultural “El Solanar de Gea” (Gea de Albarracín)
359
Cinco dibujos sobre arquitectura tradicional de la Sierra de Albarracín José Javier Morón Jarque
361
Dedicatoria desde Orihuela del Tremedal Asociación «La Falaguera», Orihuela
363
Teófila y los árboles de Jabaloyas Raquel Cadierno Domingo
365
De mi tierra, de sus gentes Eduardo Péncique
369
A los que nunca se fueron V. Romero Tosca
371
III. LA SIERRA A TRAVÉS DE JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ (selección) Orihuela del Tremedal
375
La Hoyalda en Juan Manuel Berges
377
Entre los límites de la Sierra
379
Las sesmas de Villar del Cobo y de Frías
381
Terriente, entre el sabor medieval de su conjunto urbano y la nostalgia del esplendor de su industria textil
383
Valdecuenca: entre sabinares y trincheras a través de Juan M. Berges
385
Un documento de Calomarde (1456)
387
El Vallecillo: en los extremos de la Sierra
389
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
De Los Chermanetes a la Fuente de las Estacas en las cercanías de Toril
391
La trashumancia serrana (Guadalaviar)
393
Saldón
395
Moscardón y Royuela
397
De Santa Croche a Valtablado y Valle Cabriel
399
Bronchales
401
IV.- XV ANIVERSARIO DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN 15 años de publicaciones en recuerdo de Juan Manuel Berges Sánchez
405
Catálogo de publicaciones del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL) (2005-2019)
421
Índice temático de la revista Rehalda (2005-2018)
425
V.- ÁLBUM
437
VI.- INFORMACIÓN LA LIBRERÍA
447
NORMAS DE PUBLICACIÓN PARA AUTORES COLABORADORES DE LA REVISTA
449
HOJA DE SUSCRIPCIÓN
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ, SIEMPRE EN LA MEMORIA SERRANA Como es sabido por todos, en la primavera del 2018 nos dejó nuestro gran amigo Juan Manuel Berges Sánchez, historiador y gran conocedor de la Comarca y la Comunidad de Albarracín. Tras el impulso en la creación del CECAL dado por José Manuel Latorre, tomó Juan Manuel la dirección y presidencia del mismo hasta el momento en que su enfermedad ya no le permitió seguir al frente de su proyecto, allá por el año 2016. Ha pasado un año desde su marcha y su legado continúa, pues supo prender la llama del interés y amor por nuestra historia, cultura, costumbres y nuestro patrimonio. Con sus estudios, su empuje y, sobre todo, su cercanía con los habitantes de la Sierra, consiguió algo tan extraordinario y a la vez tan sencillo como es hacer sentirnos orgullosos de pertenecer a esta Sierra de Albarracín, orgullosos de ser Serranos y de nuestra historia. Tuve la suerte y el honor de conocer a Juan Manuel a mediados de los años 80 y por coincidencias de la vida compartimos muchos años en ámbitos profesionales anteriores. Nuestras conversaciones siempre acababan de igual forma, que no era otra que hablar de nuestra Sierra y muy especialmente a partir del comienzo de la andadura del CECAL. Conocí por él paso a paso la creación del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, fui testigo de sus desvelos por su puesta en marcha, su excelente gestión económica, su facilidad para sumar personas al proyecto, su capacidad para desarrollar los temas y un largo etcétera, siendo el resultado de todo ello esos más de 500 socios del Centro de Estudios y las innumerables publicaciones, tanto en la revista Rehalda como en otras publicaciones monográficas. Y cómo no, su gran esfuerzo por acabar su tesis doctoral, que como no podía ser de otra forma versa sobre su Sierra de Albarracín: Actividad y estructuras pecuarias de la Comunidad de Albarracín (1284-1516), a mi juicio su principal legado para la historia y el conocimiento de nuestra Comarca. Conscientes de ello, desde la Comarca de la Sierra de Albarracín, en estrecha colaboración con CECAL, hemos impulsado la creación de una beca para continuar con las labores de investigación que tanto él como el resto de componentes del centro de estudios vienen realizando sobre nuestra Sierra y que en honor a Juan Manuel llevará su nombre. Ahora nos toca a las instituciones, al centro de estudios, a los intelectuales, escritores y eruditos, y a todos aquellos que formamos parte, por nacimiento o por adopción, de esta maravillosa Comarca, continuar desarrollando su legado. Queda
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
mucho por hacer y nuestro mejor homenaje a Juan Manuel es seguir trabajando por la cultura y la historia de la Sierra de Albarracín, tal y como hizo él. Nuestro gran amigo, Juan Manuel Berges Sánchez, permanecerá por siempre en nuestra memoria serrana, pues ya forma parte de nuestra historia. Pascual Giménez Soriano PRESIDENTE DE LA COMARCA DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
A JUAN MANUEL BERGES Las personas solemos perdonar todo, menos el éxito. Pero hasta de eso fue capaz, desde su sencillez, Mamel. Era reconocido allí donde iba, era respetado allí donde hablaba, y lo más difícil e importante, era muy querido en la tierra que él tanto amaba. No sé con qué frecuencia, o si llegamos a preguntarnos alguna vez cuál es la misión que tenemos en nuestro paso por esta vida. Sin duda, hay personas como Mamel que dejarán una huella imborrable, en todos nosotros y en los que vendrán. Me atrevería a decir que lo hizo todo; junto a su mujer formó una familia preparada, llena de discreción y honestidad; sin duda, la mejor herencia que un padre puede dejar. Estudió, estudió y estudió hasta el final, con el único objeto de disfrutar de ese conocimiento, alejándose siempre de protagonismos, hecho que lo hacía más grande todavía. Pero lo que yo más resaltaría es su inmensa generosidad, generosidad cuando te hablaba y no acababa, dispuesto a que una parte de su conocimiento te impregnara y cautivara, dando lo mejor de sí y poniendo en valor las capacidades de quien lo escuchaba y rodeaba, haciendo que todo el mundo por luz propia brillara. Las últimas veces que hablé con él, denoté en su ánimo una mezcla de enfado y esperanza, el enfado de alguien que no se quiere ir, junto a la esperanza de aquel que quiere vivir y seguir aquí. Desgraciadamente, estas cuestiones no las podemos elegir, y al final marchó, marchó de este mundo terrenal, pero su legado quedará aquí para siempre, como un irremediable e incansable estudioso, que ponía el patrimonio de nuestra tierra al servicio y conocimiento de todos, enriqueciéndonos día a día, con ese espíritu inquebrantable que solo tienen las grandes y buenas personas, aun cuando ya no están. Desde aquí, y no solo como Oriolana, Alcaldesa y Presidenta de la Comunidad, sino como una persona que admira la grandeza en la sencillez de las personas, quiero expresar mi agradecimiento a su gran contribución a esta tierra, pero, sobre todo, mi gratitud por haber tenido la oportunidad de conocerlo, desde el privilegio que me da la huella que dejó en mí para siempre. A Juan Manuel Berges Sánchez, por siempre tu presencia hasta en tu ausencia. Rosa M.ª Sánchez Casas PRESIDENTA DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ: UN COMPROMISO EJEMPLAR CON LA HISTORIA Y LA CULTURA DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN José Manuel Vilar Pacheco1 (0) Preámbulo El XV aniversario del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL) queda ensombrecido por la ausencia de Juan Manuel Berges Sánchez (Orihuela del Tremedal, 1958-Teruel, 2018). Sin embargo, hubiera sido él quien primero lo hubiera celebrado y, sobre todo, nos hubiera animado a participar en él desinteresadamente, como todo aquello que hacía y en lo que se implicaba. Y así, aunque con cierta amargura y nostalgia, lo hemos de hacer por él y por el trabajo que llevó a cabo en el Centro. Sirva, pues, este número extraordinario de la revista, conmemorativa del aniversario, como homenaje a la labor y a la persona de Juan Manuel Berges. Para él esta rehalda de palabras e imágenes en la que cobijar su recuerdo. Nunca quiso uno verse en el compromiso de escribir una necrológica, y menos la de un compañero como Juan Manuel, sin embargo, alguien ha de hacerlo en nombre del CECAL. Y entiendo la tarea como una manera de repasar su trayectoria humana y la obra que nos legó, aunque sea de modo incompleto, y así poder conocer mejor aún a tan excepcional persona. No se puede añorar más a una persona como él, pero al menos lo puedo hacer más cabalmente, y eso, ya de por sí, me satisface en este cometido agridulce. Cinco apartados hemos distinguido en este volumen dedicado a Juan Manuel. En el primero de ellos se traza su perfil biográfico y bibliográfico y se destaca su aportación a la historia de la Comunidad de Albarracín. Acompañan a este apartado algunas imágenes de Juan Manuel ligadas especialmente a su trabajo en el Centro. En segundo lugar, figura un extenso apartado que recoge diversos trabajos y artículos académicos, como en los números ordinarios de la revista, aunque en esta ocasión más amplio, a la que se ha invitado a participar a los numerosos colaboradores con que hemos contado en estos quinces años. No todos han podido hacerlo, pero la muestra es sumamente representativa. Le sigue a esta parte central del número extraordinario otro apartado que con el título de Dedicatorias reúne una serie de imágenes y textos de gente allegada y muy diversa que han querido de una
1 Presidente del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL).
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
forma más creativa, literaria o personal, participar en este homenaje. En el tercer apartado reunimos una selección de textos escritos por Juan Manuel que hacen patente el interés y dedicación que tuvo por cada rincón de la Sierra. Para este bloque hemos seleccionado los lugares y localidades que no aparecen representados de una u otra manera por los colaboradores o contenidos que figuran en el volumen, así como de su localidad natal y de adopción. Por último, una adenda sirve para recordar los quince años de existencia del CECAL, que se corresponden con la trayectoria de Juan Manuel en el Centro, y que de alguna manera también recuerdan su labor en el mismo. Cierran el volumen un álbum de imágenes y la sección habitual de información. Algunos textos o imágenes de los que aquí se reúnen, aunque no sean de carácter académico, tenían que estar presentes porque representan la variedad de personas que conoció Juan Manuel y con los que trabó amistad. De esta manera, han querido con la palabra o con la imagen, por sencillas que puedan parecer estas, formar parte del homenaje. A todos y a cada uno de los participantes en este homenaje hemos de agradecer desde el CECAL sus palabras e imágenes. Y a los compañeros del centro, que han colaborado de una u otra manera y en la medida de sus posibilidades en este homenaje, especialmente a Raúl Ibáñez Hervás, he de reconocer mi inmensa gratitud por la tarea de sacar adelante este número en recuerdo de Juan Manuel. No es necesario recordar que Juan Manuel sabía atender por igual a todo tipo de personas, fueran de la condición que fueran, y departir con ellas, porque tenía ese talante humano de no hacer distingos en el trato con las personas, como tampoco albergó velados intereses para trepar o medrar. Y tenía olfato para olisquear, como decía él, si el que se acercaba a él venía de frente o con algún interés circunstancial. En todos quienes nos acercamos a él con franqueza ha dejado huella y sabor de amistad querida y desinteresada. En Juan Manuel concurren varias facetas y de diversa índole: su faceta como persona y amigo, su labor como historiador y su saber como gestor cultural, comprometido siempre con la cultura serrana. De todo ello intenta dar cuenta este homenaje. No sabría valorar su trabajo como historiador por no ser especialista en la materia. De esto se encarga ya en este mismo volumen el profesor José L. Castán, pero me basta decir que actuaba con método, con cuenta y razón, si empleamos los términos que usaban los intendentes de la Marina, y así poder considerarlo como un historiador ejemplar de la Sierra, como reconocen José M. Latorre o Serafín Aldecoa en los artículos que han escrito recientemente en su recuerdo. Juan Manuel no tuvo premura por investigar, y no solo por su carácter y dedicaciones polifacéticas, sino porque quiso ser minucioso y riguroso, sin ansiedad por conseguir méri-
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tos precipitadamente. Solo por eso debo considerarlo como un buen historiador y su obra de investigación histórica, como excelente; todo un «activista de la historia», como señala Germán Navarro (2009, p. 23). Y así lo recuerdo, citando a menudo documentos antiguos, archivos, referencias exactas a textos manuscritos donde hallaba el dato preciso, la información necesaria para adentrarse en la frondosidad de la historia serrana. (1) Algunas pinceladas sobre la vida y obra de Juan Manuel (hechos y recuerdos) Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca… José Hierro (1947)
Algunos días después de los Santos, aunque en aquel año, parece ser, sin la nieve en los altos, como hubiera mandado el refranero, nacía en Orihuela un fin de semana otoñal de 1958 Juan Manuel Berges Sánchez. En cualquier caso, nació cuando el refranero sentencia que De San Martín, la capa, la huerta tapa, es decir, en época ya de fríos serranos. Y así, bien curtido en estas alturas serranas, afrontó su vida. Precisamente en el mes en que nació, en aquel año de 1958, la revista Agrupación forestal (Boletín informativo de la Comunidad de Albarracín), una de las escasas que hablaban entonces de la Sierra, dedicaba su portada y artículo central a la Virgen del Tremedal2, a cuya devoción e historia dedicó con el tiempo diversos trabajos y energías nuestro amigo Mamel, como muchos lo llamábamos, porque este era su nombre familiar y próximo. ¡Cuántas veces nos tuvo que explicar la fecha cambiante en que cada año se celebraba la romería del Tremedal! Y cada año la olvidábamos, y él nos tenía que volver a explicar cómo calcular la fecha exacta, continuamente, una y otra vez, y siempre entre cierto alborozo. En la ciudad de Teruel estudió el Bachillerato. De aquella estancia escolar en la capital guardaba gratos recuerdos, de Las Viñas y de algunos viajes como estudiante (a Madrid o a Galicia), y de su actividad deportiva, y de los jolgorios en aulas y residencia. En esta ciudad aragonesa fijará su domicilio bastantes años después y aquí vivirá hasta que se despidió de nosotros. Pero a la Sierra acudía continuamente, especialmente a Orihuela y a Bronchales. Aquí, en esta localidad próxima a su lugar de nacimiento, conoció a su compañera María Jesús y a partir de entonces también echó raíces en ella. A ellos, a su pueblo natal y al de adopción, volvía incluso bajo
2 Eduardo Bort Carbó, «El culto a la Virgen del Tremedal», pp. 11-19.
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
el rigor invernal y en cualquier medio de locomoción desde Teruel; de aquellos vehículos en los que volvía a su esencia serrana recordaba, especialmente y con cierta sorna característica de él (2009), la chirriana de Marcelino, «todo un prototipo de chatarra, cuya calefacción se reducía al frío helador que se metía traicioneramente por las múltiples rendijas de su capó». Del paisaje serrano se tuvo que separar para continuar sus estudios universitarios en Zaragoza y para cumplir su servicio militar en Cádiz y luego en el norte de África, concretamente en Ceuta. Y allí, entre las montañas del Rif y la brisa del Estrecho, al inicio de los años ochenta, andaba ya con la lectura y análisis de textos históricos sobre Albarracín y su Sierra, indagando en el pasado de esta vieja comunidad histórica y añorando, imagino, en aquella ciudad africana el cerro del Tremedal y la frescura de las fuentes del Puerto. En el Colegio Universitario de Teruel, primero, y luego en la Facultad de Filosofía y Letras, en Zaragoza, había cursado los estudios universitarios de Historia, que terminó en los albores de la década de los ochenta. Su directora de tesis, María Isabel Falcón (fallecida un año antes que Juan Manuel), recuerda en el prólogo a la edición de esta investigación doctoral (2009) cómo comenzó su relación con Juan Manuel en el curso 1981-1982 de la Facultad de Filosofía y Letras, de Zaragoza, en la asignatura de Instituciones Medievales. Ya entonces presentó su primer trabajo de investigación histórica relacionado con la Sierra: La ganadería en la Comunidad de Albarracín durante la Baja Edad Media, siglos XII-XV (1983), una investigación que culminaría en el año 2007 al obtener el título de Doctor en Historia por la Universidad de Zaragoza. Volviendo a los años setenta y ochenta, cabe mencionar su trabajo ocasional en las fábricas de madera de Orihuela durante alguna temporada. De aquellas labores madereras atesoraba un sinfín de anécdotas y recuerdos. Y también guardaba grata memoria de su estancia en casa de la Mari, hospedaje en el que supo establecer auténticos lazos familiares, así como de su trabajo circunstancial como conserje en una residencia del Ensanche de la ciudad de Teruel. Luego, por su dedicación profesional en una entidad bancaria, tuvo que deambular por parte de la provincia de Teruel: Utrillas, Santa Eulalia del Campo (donde nació su hija María), Villarquemado (donde vendría al mundo Borja, su segundo hijo), Mora de Rubielos, Monreal del Campo y Cella, lugares en los que residió (salvo en esta última localidad) con su pareja y, más tarde, con sus hijos, hasta obtener plaza en la capital turolense, muy cerca de la plaza del Torico, a donde siempre acudimos muchos para saludarlo y dejarnos invitar a un café, o con alguna historia o problema que desahogar y consultar, o buscando consejo, o ánimo que recibir, porque así era él de generoso y acogedor. Su familia le hubo de prestar más que tiempo, y algo de paciencia y comprensión, añadiría yo, para sacar adelante sus proyectos y trabajos, tanto individuales co-
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mo los relativos a la gestión del CECAL. Y así lo reconoce en la dedicatoria de la publicación que sintetiza su tesis doctoral (2009): «a mis padres, por su confianza, a mis hijos María y Borja, y a mi esposa M.ª Jesús por el precioso tiempo que me han prestado». En efecto, mucho les debe a ellos. Como destacaba el profesor Germán Navarro, «su familia se ha convertido en compañera inseparable de viaje dentro de este tren de larguísimo recorrido que ha sido su tesis doctoral» (2009)3. También Leo, el nieto que le dio María, le habría prestado el tiempo necesario. Pero apenas pudo disfrutar del recién nacido. A este nuevo miembro de la familia no pudo deleitar enseñándole y trasmitiéndole su pasión serrana, y al que ciertamente hubiera adentrado en las entrañas más recónditas de estas tierras altas si no se hubiera marchado tan pronto. La mala fortuna se cebó con él, y con su familia, hace unos años al perder a su hermano Francisco. Y a él, «al profesor querido y hermano ejemplar», le dedicó su trabajo de investigación sobre el culto a la virgen del Tremedal (2012), al que le ayudó Raúl Ibáñez, como lo hizo en otras ocasiones en busca de documentos y objetos relacionados con la virgen oriolana. Parte de la investigación dedicada a la virgen del Tremedal se plasma asimismo en el deuvedé El culto a la virgen del Tremedal (2009) y en diversas charlas que dejan patente su devoción y pasión por el cerro del Tremedal y la veneración por su virgen. A esta misma dedicó otros trabajos y tareas. Entre ellos, diseñó y dirigió el Centro de Interpretación de la Virgen del Tremedal situado junto al santuario, en lo alto del cerro al que subió en infinidad de ocasiones, y muchas a pie bien calzado. Se encargó asimismo del folleto explicativo editado sobre dicho centro. Precisamente, uno de sus últimos trabajos, publicado en esta revista, lo dedicó a ampliar la documentación recogida en su estudio sobre el culto a la virgen, ya de por sí prolija (en «Nuevas noticias en torno al culto a la Virgen del Tremedal», 2016). Y buscó y rebuscó peirones, medallas, estampas, noticias sobre esta devoción mariana, e impulsó la edición de algunos facsímiles sobre la aparición y la historia de Nuestra Sra. del Tremedal; entre ellos, los de Juan Antonio Jarque, Historia breve de la milagrosa aparición de la Virgen en el Tremedal (1660), o el Compendio de la historia de Nta. Sta. del Tremedal (1914). Años antes (1990) se había ocupado de prologar la edición facsímil de José M. Miguel, Apuntes para una historia de Orihuela del Tremedal [1928]. A su localidad natal dedicó otros textos en diversos formatos siempre con la intención de divulgar la historia y el patrimonio cultural de su lugar de origen.
3 Ya en su destino en Monreal del Campo había iniciado los trabajos para esta tesis doctoral, que contó con una Ayuda a la Investigación del Instituto de Estudios Turolenses en 1999. Hasta el año 2007 no pudo terminar aquel trabajo de investigación doctoral. La minuciosidad con la que trabajaba y las múltiples tareas a las que se dedicaba fueron causa importante de que la prolongara en el tiempo.
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
No le bastó con su entorno más próximo, sino que quiso aproximarse a toda esta comarca serrana. Conoció palmo a palmo la Sierra: subió a los cerros y descendió a los barrancos serranos en busca de huellas pastoriles (veredas y cañadas, parideras, abrevaderos, masadas…), colmenares, caminos y paisajes de la abrupta geografía serrana que intentó comprender desde su mirada curiosa, y desde su pasión como historiador. Y siempre anduvo por esta sierra con su cámara a cuestas (también nos lo recuerda alguna imagen y colaborador) intentando plasmar paisajes y huellas esparcidas entre ellos, aunque no faltan las imágenes de amigos, familiares, fiestas o tradiciones. Entre tanto aprisco y barranco recorrido tuvo algún percance que otro, que afortunadamente no pasó del susto, y luego contó como si nada (gajes del oficio, a pesar de alguna magulladura que otra); de ello nos da cuenta Carlos Muñoz en uno de los artículos de este volumen. Y nos acompañó a través de una prosa fluida y entretenida, por mucho que detrás acogiera una enorme erudición, a lugares y parajes remotos de cualquier punto de la Sierra, descubriéndonos su esencia, su historia y su encanto, o su dureza física y espiritual: Prandonero, La Jara-Pelpuz, Santa Bárbara, San Cristobal, barranco de La Cañada, los peirones, las masadas de El Rebollo o Mogorrita, la del Cura o El Rayo (en Bronchales), El Torrejón, el Caimodorro y el Tremedal (en Orihuela), la Cueva del Tejo (en El Villarejo), el Molino de San Pedro, Valdecabriel, La Hoyalda o Torrefuerte (castillo que se levanta cerca de El Vallecillo y sus aldeas), o el Patio del Rey don Jaime (en los extremos de la Sierra). Y asimismo nos brindó excelentes artículos y reportajes sobre Valdecuenca, Saldón, El Vallecillo, Terriente, Moscardón, Bronchales, Orihuela, y Griegos, donde su hermana Nuria echó raíces y donde encontró también una nueva familia, gentes con las que disfrutar. En estos artículos a los que nos referimos nos habló sobre la cultura y arquitectura popular de los lugares, su historia, su geografía, su gente y tradiciones. A los estudios mencionados cabría añadir algunos trabajos sobre la historia de Royuela, o de Jabaloyas. También nos llevó a muchos de nosotros a esos lugares, a compartir sus indagaciones y sabiduría sobre el terreno, o a disfrutar simplemente de los mismos compartiendo pasos, paseos, charla y almuerzo o merienda. Era capaz de estar recorriendo parajes, cerros, fuentes y prados todo un día entero hasta agotarnos físicamente, aunque nunca emocionalmente. Como presidente del CECAL, fue un gestor impecable: en los asuntos económicos, en la dirección del centro, y en el trato humano con los compañeros. Fue el segundo presidente que tuvo el Centro de Estudios. Su tarea en la dirección del mismo la inició poco después de su creación, labor impulsada por José Manuel Latorre, su primer presidente, que años antes había dirigido y coordinado a un grupo de investigación sobre la historia de la vieja comunidad de la Sierra de Albarracín;
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entre aquellas personas se encontraba Juan Manuel4. Su labor al frente del Centro entre 2005 y 2016 constituyó un auténtico regalo. Y todo ello sin que la amistad que nos brindó a cada uno menoscabara su autoridad y el respeto que le tuvimos, que con el tiempo sería admiración. A cada uno supo orientarlo y motivarlo hacia los trabajos y tareas que mejor se le daban. Y consiguió encomendarle a cada cual una dedicación, en la que mejor se desenvolviera, y estuvo siempre pendiente para sacar lo mejor de cada uno de nosotros. Trató con la prensa para divulgar la labor del centro. De él fue su mejor portavoz en cualquier medio de comunicación. Y buscó y rebuscó socios hasta en los riscos más inhóspitos, y así hizo crecer al CECAL hasta lo que es actualmente, siempre eficiente, y con una energía que siempre envidiamos. Siempre estuvo implicado en la revista Rehalda, bien como colaborador habitual o bien como coordinador y editor. De su trabajo en esta publicación es de destacar, especialmente, la coordinación del número monográfico dedicado a la presencia francesa en el Partido de Albarracín durante la Guerra de la Independencia (1809-2009); así como la del volumen conmemorativo del X Aniversario del CECAL, número extraordinario dedicado a Alberto Villén, en colaboración con J. M. Vilar. Pero también escribió en revistas editadas en la Sierra y en Teruel, como Ruideros (de Royuela), Mayumea (de la Comunidad), Borrocal (de Bronchales) y Verde Teruel o Turolenses (de Teruel estas últimas). Su pasión por la historia de la Comunidad de Albarracín, y especialmente la relacionada con las actividades pastoriles, ya se muestra en algún artículo primerizo de la revista Mayumea (1984), de la que fue corresponsal en Orihuela. Era fruto de su memoria de licenciatura (Zaragoza, 1983). Como persona detallista que era no olvidó nunca el agradecimiento a quienes colaboraron con él en sus labores de historiador o al frente del CECAL, por insignificante que pudiera parecer la ayuda recibida o el humilde agasajo que recibió en sus muchas correrías y tránsitos serranos. Participó y fue ponente en diversos congresos, simposios y jornadas relacionados con la historia aragonesa o de la Sierra: Los Fueros de Teruel y Albarracín (1998, en Teruel y Albarracín), VIII Simposio Internacional de Mudejarismo (2002), Jornadas sobre Trashumancia (desde 2003, en Guadalaviar), Jornadas sobre la brujería (Jabaloyas, 2010), o la Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (desde 2009, en Albarracín y en Bezas). Y también acudió a jornadas y encuentros tan variopintos como los de las Cofradías medievales de la Sangre de Cris-
4 Formaron además parte de aquel grupo Eloy Cutanda, Javier Martínez, José L. Argudo, José L. Castán, Pedro Saz y Carlos Mas.
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to (Rubielos de Mora, 2003), o los Encuentros de vírgenes del Tremedal (en diversas ocasiones y localidades). Figuran asimismo colaboraciones suyas en diversas obras colectivas como la Gran Enciclopedia Aragonesa (1997), Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín (2003), Aragón en la Edad Media (2006), La Trashumancia en el Mediterráneo (2010) o en la edición de la Historia de Albarracín, de T. Collado (2011). Colaboró asimismo en obras como Guía del Museo de la Trashumancia (2001), Guía turística de la comarca de la Sierra de Albarracín (2006), Guía de Bronchales (ca. 2006), Guía Red Natural de Aragón (2007), y en Rutas de la trashumancia por la Sierra de Albarracín a pie y en BTT (2009). Y no faltó su aportación a la obra promovida y coordinada por Raúl Ibáñez para estudiar y catalogar las fuentes de la Sierra de Albarracín (2015), una experiencia multidisciplinar sobre la riqueza de los recursos hídricos de la Sierra. En este mismo volumen que sirve de homenaje a Juan Manuel se repasa la vinculación que tuvo con el estudio del patrimonio inmaterial, una de cuyas obras no puedo terminar, pero sí exponer parcialmente en diversas charlas y conferencias. A valorar el patrimonio serrano dedicó algunos artículos en Rehalda, y varios estudios suyos ahondaron en la cultura y religiosidad en torno a su querida Virgen del Tremedal, tareas a las que nos referimos anteriormente. Tras su obra emblemática para obtener el doctorado siguió investigando la historia de la Sierra, y divulgando su esencia. Con Miguel Á. Motis estudió las claves y encrucijadas de los judíos de Albarracín en la Edad media (2014), trabajo que contó con una ayuda a la investigación concedida por el Instituto de Estudios Turolenses en 2008. Inéditos han quedado trabajos en los que andaba ocupado cuando lo derrotó la enfermedad, como los titulados Palmo a palmo: toponimia e inventario del paisaje pastoril de Orihuela del Tremedal, Huellas pastoriles en la Sierra de Albarracín o Los Libros de cuentas de la Ciudad y Comunidad de Albarracín en el siglo XV. Algunos, quizás, se puedan recuperar y publicar, aunque sea de manera póstuma. Y tuvo tiempo, lo sacó y supo sacar de donde fuera, para prologar y presentar, siempre amable y generosamente, trabajos ajenos, fueran estos literarios o artísticos, académicos o de investigación, o simplemente divulgativos. Y supo también presentar a conferenciantes en las semanas culturales de diversas localidades, o simplemente acompañó a los amigos a diversas actividades, o a arropar al novillo, como decía él a veces con cierta jocosidad. Estuvo con todos y para todo, y en cualquier lugar al que se le invitara a participar como historiador, como presidente del CECAL, o simplemente como amigo. Acudió a Guadalaviar en diversas ocasiones y participó en las Jornadas de Trashumancia celebradas en esta localidad, en la de
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brujería (en Jabaloyas), en las de las Asociaciones Culturales de la Comarca o en las de Patrimonio Inmaterial (en Albarracín y en Bezas). Siempre estuvo dispuesto a colaborar en las actividades culturales de las localidades serranas, especialmente de Orihuela y de Bronchales. Fue presidente de la Asociación Cultural Oriola (de Orihuela) y de la Asociación Cultural El Endrinal (de Bronchales), y colaborador habitual en revistas, libros de fiestas y otras publicaciones locales de la Sierra. Juan Manuel era de conversación amena y enjundiosa, salpicada en ocasiones de palabras serranas, o de aquí y de allá (entre lo coloquial y el castellano de monte y sierra). Siempre me trasladó dudas sobre ciertas palabras, su sentido y motivo, especialmente sobre topónimos o nombres de lugar, que pocas veces supe contestar con la claridad suficiente. Y me regalaba de vez en cuando algunas de ellas, palabras del acervo coloquial y de la esencia serrana: capuzar, embolicar, enjaretar, gilda, pítima y sus derivados coloquiales pitimear y pitimiaje refitolero, sangiliar, tascazo o turumbaque son solo algunos unos ejemplos. Las deslizaba en su conversación de forma natural (frescas, brotadas espontáneamente), y algunas se colaron también en sus textos escritos. Sabía alternar la erudición y la broma, el humor y la sabiduría, según interlocutor y circunstancia o momento en que se encontraba, con total naturalidad. Pero también me obsequió, y no sé si realmente lo supo, con algún enunciado publicitario que guardo con cierta emoción en mi colección de textos raros y curiosos. Me contó en alguna ocasión la imagen que guardaba en su memoria de un espejo que hubo en el casino de Orihuela, junto al río Gallo (no sé si aún se conserva en el local), en el que estaba grabado el anuncio de una bebida, el de la marca Anís Infernal y el eslogan que lo acompañaba: «el peor anís del mundo». Me hi-
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zo mucha gracia aquel mensaje tan comercialmente incorrecto. Y busqué en repertorios históricos huellas del mismo hasta encontrar imagen y texto de aquella marca de anís, y al momento le envié copia de los mismos. Y es que su conversación era siempre grande, inmensa y cordial, y divertida, como lo era él. Y a todos, creo, nos deleitó con recuerdos o historias similares. Ensayó asimismo en sus escritos el estilo literario, porque también tuvo su vena creativa Juan Manuel. Para muestra, el pregón del Encuentro de Tambores y Bombos de Orihuela (2016), donde recurrió a la analogía marinera y del mar para referirse a la labor de cofrades y personas involucradas en los tambores y bombos de su localidad natal; o en las coplas jocosas que dedicaba a los amigos de peña, en los pergaminos con que nos obsequiaba en alguna ocasión, así como en otros escritos donde podía dar rienda suelta a su creatividad, entre ellos algunos correos electrónicos, remitidos como presidente del CECAL, cargados de emotividad. Pero no todo fue investigación, estudio y gestión cultural, también supo cultivar la amistad de manera noble y franca, y fue sociable y cercano hasta la inmensidad: animó cualquier encuentro familiar o entre amigos, participó de las fiestas, disfrutó de ellas y supo templar las rondas y encuentros, a los que daba la calidez precisa, y en la fiesta supo involucrarse a través de las peñas y de su actividad, o como mantenedor y presentación de las fiestas patronales. Fue miembro fundador de la peña «La Pítima», de Orihuela, y en representación de ella leyó el discurso que conmemoraba su XXXII aniversario (2014). No podemos olvidarnos tampoco de su peña «El Mirador», de Bronchales, en la que nos brindó tantos buenos momentos. Como mantenedor de las fiestas, se encargó de anunciar y pregonar las de Orihuela (1999) y también las de su otra patria, Bronchales (2009), en donde tuve la fortuna (aunque entonces fueron todo nervios) de presentarlo una noche cálida de agosto. En los últimos años se encargó asimismo del pregón de los Encuentros Intercomarcales de Tambores y Bombos celebrados en Orihuela (2016) y en Bronchales (2017). En todo estaba, como persona infatigable que era. Desde su fallecimiento han sido muchas las palabras de recuerdo, de homenaje y dedicatoria. Muchos hemos iniciado nuestras charlas con palabras dedicadas a Juan Manuel. Y se han escrito desde entonces diversos artículos en distintos medios, cuyas referencias señalamos más adelante, y celebrado diversos homenajes: los musicales de Orihuela y Bronchales en verano de 2018; o el que se le dedicó durante la Jornada de Patrimonio Inmaterial, en Albarracín, en noviembre del año pasado. Y en su localidad natal, en Orihuela, la biblioteca municipal lleva ya su nombre, una hermosa forma de recordarlo entre libros y mirando al cerro del Tremedal. A todo esto se une en este año 2019 la beca de investigación convocada por el CECAL y la Comarca de la Sierra de Albarracín que llevará el nombre de Juan Manuel Berges.
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A ti todos te debemos mucho, Juan Manuel, y en la tarja de nuestros recuerdos has dejado mella profunda, y marcas y deudas que nunca podremos o sabremos saldar. Sin embargo, no solo hemos de elogiar los valores de Juan Manuel y su labor por la Sierra, sino demostrar con hechos lo aprendido de él, y actuar en la medida en que lo elogiamos. Eso es lo difícil; porque, recurriendo nuevamente a la fraseología popular, del dicho al hecho hay a veces mucho trecho, y escaso favor haríamos a Juan Manuel con simples gestos. Por eso, cultivando el compañerismo, la generosidad, la mesura, la implicación y entrega, el trabajo y pasión por la Sierra, la discreción, el interés de todos por encima del particular y el respeto por el trabajo de los demás, como nos enseñó Juan Manuel, practicaremos su ejemplo. Porque las palabras y gestos son del viento y en él acaban, y los abrazos confortan e ilustran momentáneamente el dolor, pero no mantienen la cálida amistad que nos brindó a cada uno de nosotros ni tampoco su recuerdo. Finalmente, para terminar esta necrológica que nunca quise escribir, breve recuerdo personal de Juan Manuel y en su memoria, hemos de volver a los versos del poeta José Hierro con que iniciamos el texto: «Morirán los que nunca jamás sorprendieron / aquel vago pasar de la loca alegría./ Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos / no podré morir nunca. / Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí». Y de Juan Manuel, de ti, queda memoria, y grata. Quedará y permanecerá, lo aseguro, y mucha. En la Sierra de Albarracín, primavera de 2019
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Una síntesis de su tesis doctoral se publicó en la obra Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2009. - 773 p. (Colección Estudios; 5)
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JUAN MANUEL BERGES Y SU CONTRIBUCIÓN A LA HISTORIA DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN José Luis Castán Esteban1 Hace más de treinta años, cuando comenzaba mi trayectoria como investigador buscando información sobre la ganadería histórica en el sur de Aragón, me encontré, casi por casualidad, con dos pequeños artículos titulados “Historia de una esperanza frustrada: La Mesta de Albarracín”. Estaban publicados en una revista cultural que, con el título de Mayumea, revitalizaba la vida cultural de los pueblos de la Comunidad. La información era clara, los datos estaban basados en documentos inéditos, y su autor, una persona hasta entonces desconocida, Juan Manuel Berges. Después descubrí que eran la consecuencia de una tesis de licenciatura presentada en el año 1983 en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza. Y así comenzó una relación de lectura mutua de nuestros trabajos y también de amistad, que hoy me gustaría valorar. La labor de Juan Manuel como historiador tiene el rigor de los trabajos de gran solidez documental. De la búsqueda de fuentes de archivo, de la lectura y transcripción correcta, pero, sobre todo, de su adecuada interpretación, al ser un perfecto conocedor del territorio y de sus gentes. Cuando su investigación quedó terminada en 2007, con la presentación de su tesis doctoral Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), todas las personas que la disfrutamos apreciamos cómo se había ido tejiendo durante años no solo una historia de la ganadería, sino de la organización del espacio, de la reglamentación foral, de las aldeas de la Comunidad, de los conflictos y de los intereses de una sociedad de montaña. Esta ha sido la gran aportación de su trabajo a la historiografía medieval española. La compresión global de la Comunidad de Albarracín en la Edad Media. La red de vías pecuarias y el territorio Su tesis doctoral puso de manifiesto fundamentalmente la pugna por la riqueza natural, el proceso de control sobre los pastos a través de los impuestos de herbaje y montazgo, y su singular explotación hasta nuestros días. Demostró que el amojonamiento del espacio común entre las aldeas desde el siglo XIV para gestionar este impuesto fue el origen de la actual titularidad de la ciudad sobre los montes universales. Nadie lo ha explicado con tanta fundamentación documental ni exactitud.
1 Universidad de Zaragoza.
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De sus publicaciones sobre ganadería y trashumancia destacaría el conocimiento cercano y metódico de la red de vías pecuarias y de los términos de la Comunidad de Albarracín, que será un ejemplo para cualquier futura investigación. Las dio a conocer en las distintas jornadas sobre trashumancia que se celebraron en el Museo de Guadalaviar desde el año 2001 (están disponibles para cualquier lector no especializado en la guía de su museo), pero sobre todo, en 2009, dieron lugar a un original trabajo junto con D. Álvarez, J. Lozano y J. M. Vilar: Rutas de la trashumancia por la Sierra de Albarracín a pie y en BTT. Porque la mejor forma de descubrir el rico paisaje pecuario es andando o en bicicleta, interpretando el paisaje, hablando con sus gentes. Descubriendo sus fuentes, las dehesas, los apriscos, las salinas y la arquitectura popular. Un diálogo que partía de su comprensión de los documentos medievales donde se mencionaban. Lo que él llamaba “huellas de pastores”. Las grandes familias y grupos sociales Otro aspecto singular en sus trabajos fue el conocimiento minucioso de las familias que dominaron el territorio de Albarracín desde el siglo XIII. El estudio de grandes linajes, como los Fernández de Heredia, señores de Mora y Gea, o los López de Heredia, señores de Santa Croche y Gaibiel, pero también los Espejo o Fernández Rajo, es de una calidad excepcional. Nos permiten descubrir los complicados mecanismos, entre los que fueron frecuentes la creación de redes clientelares y la influencia de personas cercanas a la monarquía, que utilizaron para consolidar su poder e incrementar su presencia en la propiedad de las tierras y en el control de las instituciones. Una presencia que todavía hoy se refleja en la toponimia de masías, masadas y heredades que se identifican con su apellido. Y junto a ellos, los conflictos y enfrentamientos de todo tipo que se dieron y que condicionaron la vida política hasta comienzos de la Edad Moderna. Pero el gran protagonista de su producción historiográfica es el pequeño ganadero, el vecino de una aldea, que forma parte de pequeños concejos, y que marcha con sus ganados a extremo, a los reinos de Valencia, Castilla o Murcia. Un habitante de la sierra libre, protegido por privilegios reales, que se consolida como el artífice de la articulación del espacio a través de una diversidad de actividades económicas. El aprovechamiento de montes y leñas, o la gestión del agua son elementos que se ponen de manifiesto para acercarnos a la vida de estas sociedades, sin olvidarse de otras actividades, como la explotación de la madera, las herrerías o la apicultura. Hoy conocemos mejor las comunidades mudéjares de Gea y Albarracín, y la aljama judía de Albarracín gracias a las investigaciones de Juan Manuel. Sobre las primeras escribió en las actas del VIII Simposio Internacional de Mudejarismo, y a la
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segunda dedicó el libro publicado en 2014 junto con el profesor Miguel Ángel Motis, Los judíos de Albarracín (1284-1492): claves y encrucijadas en los umbrales de la integración y el desencuentro. Una completa descripción de las actividades de una pequeña comunidad con una gran trascendencia en la vida diaria de la ciudad y su entorno. Se dibuja así una sociedad donde, por una parte, existía una población de origen militar y otra de repoblación cristiana asentada en las aldeas. Y junto a ellas, pequeñas minorías que jugaron un papel activo en el comercio, la artesanía, o la agricultura. Grupos sociales cambiantes, adaptados a las coyunturas económicas, que no viven aislados, ni en una lucha precaria por la subsistencia, sino que evolucionan, se renuevan y muestran un dinamismo que conecta la montaña con los hombres de los valles y las llanuras. La organización de la Comunidad de Albarracín La revista Rehalda, en sus quince años de existencia, da pie a descubrir de la mano de los artículos que escribió muchas de las localidades de la Comunidad de Albarracín. Pero estas publicaciones, destinadas a todos los lectores, están fundamentadas en los estudios institucionales que se iniciaron con su trabajo “La Comunidad de Albarracín: orígenes y evolución durante la Edad Media”, que forma parte del primer volumen de los Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín. Una obra que es hasta hoy la principal referencia para descubrir la historia de este territorio. El conocimiento de las ordinaciones medievales, que tanto trabajó y contribuyó a difundir, nos ha permitido articular el marco jurídico, la evolución de sus cargos, como los jurados o el procurador de las aldeas, su sistema de elección y la conflictividad existente, fundamentalmente en los siglos XIV y XV. Una situación convulsa a la que la monarquía intentó poner freno con su intervención, y que mermó la jurisdicción que hasta la última década del trescientos tenía la ciudad sobre su término en todos los ámbitos. El análisis de documentos de gran trascendencia política, como la sentencia de Arnal de Eril en 1395, estudiada en este trabajo, supuso el punto de inicio y la concesión de atribuciones a una nueva entidad que con apoyo de la monarquía se enfrentaría al poder señorial de la ciudad de Albarracín: la Comunidad. Esta investigación sitúa a Juan Manuel Berges en relación con otros trabajos pioneros realizados por Antonio Gargallo o por José Luis Corral para Teruel o Daroca. Fundamentar históricamente que la Comunidad de Albarracín fue un elemento de defensa y de seguridad de los vecinos de las aldeas, y que articuló el sentimiento de solidaridad, es la principal conclusión que se desprende de sus publicaciones sobre esta institución.
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El culto a la Virgen del Tremedal No estaría completo el análisis de la producción historiográfica de Juan Manuel Berges sin hacer referencia a sus trabajos sobre la Virgen del Tremedal. En 2005 impulsó y realizó la introducción a la reedición facsímil de la Historia panegírica de la aparición y milagros de María Santísima del Tremedal, del sacerdote Francisco Lorente. Una obra de 1786, de amplia difusión en el siglo XVIII. Desde esa fecha, en colaboración con el también historiador Raúl Ibáñez, se sucedieron sus investigaciones sobre el origen de la ermita, la devoción, y la configuración de la cofradía de la esclavitud de la Virgen. La más completa, la publicada en 2012, El culto a la virgen del Tremedal. Una visión desde la historia de la religiosidad popular y su relación con el pueblo de Orihuela. A la construcción, y también destrucción, del santuario en la Guerra de la Independencia, ya había dedicado un amplio trabajo, con el título de “Malatarde”: consecuencias económicas y sociales de la batalla del Tremedal, en el monográfico de la revista Rehalda, conmemorativo de la presencia francesa en el Partido de Albarracín. Conclusión: un historiador riguroso y con amplitud de miras Para describir con términos adecuados la labor que desde 1983 hasta 2017 realizó Juan Manuel Berges, desearía destacar su metodología como historiador en tres aspectos: su conocimiento exacto de los archivos, su capacidad para integrar conceptos, y por último, el que me parece más importante, su visión global de cada uno de los elementos que investigó. Los archivos de la ciudad de Albarracín y de la Comunidad fueron su gran cantera de conocimientos. Posiblemente no ha habido otro medievalista que los haya puesto más en valor. Y fruto de ello son los más de cuatrocientos documentos, transcritos en su tesis doctoral, que forman la base fundamental del trabajo. La riqueza documental le hizo encontrar y registrar con minuciosidad nombres, oficios, impuestos, nombramientos de cargos o privilegios, que de forma paciente y sistemática iba clasificando. Siempre encontramos en sus libros y artículos el carácter exacto de cada una de sus afirmaciones, y la solidez en sus conclusiones, No hay planteamientos ideológicos ni perjuicios que condicionen la precisión de los datos. Detrás del texto hay un trabajo complejo, completo y riguroso. La segunda estrategia metodológica que podemos observar al leer su obra, es que no escribe solo de ganadería, o de impuestos. Al final, siempre están las complejas relaciones de poder, los intereses contrapuestos, la lucha por dominar el territorio. Por eso le resultaba tan fácil pasar del estudio institucional a la economía o a la historia de las mentalidades y las devociones populares. No era solo interés por una diversidad de temas, sino la sabiduría que da acotar el campo de investigación
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M. Á. Motis y J. M. Berges, Los judíos de Albarracín en la Edad Media (1284-1492) 2014
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a un territorio no muy extenso, como es la Comunidad de Albarracín, y dedicarle a él toda una vida de trabajo y estudio. Cuando Juan Manuel Berges describía una localidad, una masía o una dehesa, podía situar a la familia que la explotaba, las relaciones con sus vecinos, y también su evolución a lo largo de los siglos. Y lo hacía de forma aparentemente espontánea, fruto de su asombrosa memoria e inteligencia. Hay un tercer aspecto que solo pudimos percibir aquellos que lo conocimos: su mirada trascendente sobre las cosas y las personas. Sus obras están llenas de agradecimientos a personas con las que conversaba, muchos de ellos ya mayores, que compartían información, o recorrían con él los paisajes menos conocidos de la sierra. Y de su generosidad da muestra la larga lista de personas que colaboraban en sus publicaciones, no solo profesores de historia medieval, sino filólogos o botánicos. Su permanente relación con ellos, sus lecturas, sus recorridos por el campo, le dieron la virtud de traspasar la erudición en la que se suele caer en las descripciones y análisis de las instituciones o actividades de la Baja Edad Media. El presente, el patrimonio cultural, material o inmaterial, se combinó siempre con su labor de historiador. Por eso fue autor tanto de obras de gran calidad científica, que perdurarán como modelo análisis regional en la historiografía medieval, como de otras muchas destinadas a todos los públicos, con fotografías, mapas y descripciones de paisajes, que solo se explican por un ingente trabajo de campo, de recorrido a pie sobre los términos de los pueblos; por su deseo de interpretar lo que veía y cómo lo percibían sus protagonistas. Por ese disfrute de una naturaleza en la que durante centenares de años han sabido vivir las comunidades de montaña. Él era consciente de ese vínculo, y supo trasmitírnoslo.
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IMÁGENES
Arriba (de izq. a derecha): (?), Begoña Lahoz Lapuente, Eloy Cutanda Pérez, José M. Vilar, Carlos Muñoz, (?), Javier Martínez, (?) y José M. Latorre. Abajo, G. Domingo Mora, C. Cavero Lahoz, J. Hernández Sáez, Juan Manuel Berges, Pedro Saz y J. L. Argudo (Guadalaviar, ca. 2004-2005. Imagen cortesía de José L. Castán)
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Los primeros años del Centro de Estudios: Diario de Teruel, lunes 13 de marzo de 2006.
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En la II Jornada de Asociaciones Culturales de la Comarca de la Sierra de Albarracín (Torres de Albarracín, marzo de 2011. Imagen de Víctor Lacambra)
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Historia y divulgación cultural en los primeros artículos escritos por Juan M. Berges (en la revista Mayumea, 1984-1985)
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BIBLIOGRAFÍA DE JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ
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José Manuel Vilar Pacheco 1976 «A vosotros, ancianos», en Orihuela del Tremedal, Fiestas Patronales, 1976 [2 págs.] (firmado: Mamel) 1983 La ganadería en la Comunidad de Albarracín durante la Baja Edad Media, siglos XII-XV, Zaragoza, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Zaragoza, (memoria de licenciatura inédita). 1984 «Historia de una esperanza frustrada: La Mesta de Albarracín. 1ª parte», Mayumea, 0, pp. 7-9. «Historia de una esperanza frustrada: La Mesta de Albarracín. 2ª parte», Mayumea, 1, pp. 3-5. «El entorno mítico del salto del Molino de San Pedro», Mayumea, 2, pp. 21-23. 1985 «Mauro Mistiano: otra forma de concebir la vida», Mayumea, 3, p. 17. 1990 «Introducción» al libro de José M. Miguel Poves, Apuntes para una historia de Orihuela del Tremedal, [1928] [edición facs.; s. l.; s. n.]. [5 págs.] 1997 «Apuntes para una historia de Royuela», Ruideros (Royuela), 44, pp. 18-19. «Apuntes para una historia de Royuela», Ruideros (Royuela), 46, pp. 13-14. «Mesta de Albarracín» en E. Fernández Clemente (dir.), Gran Enciclopedia Aragonesa (Apéndice III), Zaragoza, pp. 278-279.
1 La presente bibliografía se ha reunido con cierta urgencia. Quedan pendientes algunos textos de presentación (orales), participación en charlas y conferencias, o en diversos medios de comunicación, así como otros textos ocasionales. Con el tiempo habremos de completarla.
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2000 «El intervencionismo de la monarquía en el régimen municipal de Albarracín en el siglo XV, según las ordinaciones de 1438», en José M. Latorre Ciria (coord.), Los Fueros de Teruel y Albarracín: actas de las Jornadas de estudio celebradas en Teruel y Albarracín, los días 17, 18 y 19 de diciembre de 1998, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, pp. 209-225. Idea, composición y texto de Orihuela del Tremedal: conjunto histórico-artístico (con dibujos y planos, de A. Casas; fotografías de E. Casas et al.), Ayuntamiento de Orihuela del Tremedal; Gobierno de Aragón [hoja suelta: políptico] (no consta fecha de publicación) «Pregón de las fiestas de 1999», en Orihuela del Tremedal, Fiestas Patronales, 2000 [3 págs.] 2001 «La Jara-Pelpuz, un paraje privilegiado testigo de la historia de Bronchales», en Fiestas Patronales, Bronchales, 2001, pp. 59 y 61. «Infraestructura pecuaria de Ciudad y Comunidad de Albarracín», en Guía del Museo de la Trashumancia, Guadalaviar (Sierra de Albarracín, Teruel), Zaragoza, Museo de la Trashumancia, Gobierno de Aragón, pp. 73-79. 2002 «Las comunidades mudéjares de Gea y Albarracín según la documentación notarial del siglo XV. Notas para su estudio», en Actas del VIII Simposio Internacional de Mudejarismo (1999), Teruel, Centro de Estudios Mudéjares; Instituto de Estudios Turolenses, vol. I, pp. 333-365. 2003 «La Comunidad de Albarracín: orígenes y evolución durante la Baja Edad Media», en José M. Latorre Ciria (coord.), Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín, Tramacastilla (Teruel), Comunidad de Albarracín, vol. I, pp. 63-199. «La Cañada Real de ‘La Fuente de la Umbría’. Otras alternativas de gestión de las vías pecuarias», comunicación presentada en las I Jornadas sobre Trashumancia, organizadas por el Centro de Estudios de la Trashumancia, Guadalaviar (inédito). 2004 «Para una historia de las instituciones pastoriles en Aragón: la Mesta de Albarracín a través de sus ordinaciones», en J. L. Castán y C. Serrano (coords.), La trashumancia en la España mediterránea (Historia, antropología, medio natural, desarrollo rural), Zaragoza, CEDDAR, pp. 263-363.
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2005 «Introducción» a Francisco Lorente, Historia panegírica de la aparición y milagros de María Ssma. del Tremedal venerada en un monte del lugar de Orihuela del Obispado de Albarracín [1786: 3ª ed.], ed. facsímil realizada por el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín en colaboración con el Ayuntamiento de Orihuela del Tremedal y la Junta de la Virgen del Tremedal, pp. IV-XI. «Masaderos-masoveros. Herederos de un hábitat y una identidad perdidos”, Borrocal, 0, pp. 11-16. «VII Encuentro Intercomarcal de Tambores, Bombos y Cornetas (Orihuela del Tremedal)», Rehalda, 1, pp. 87-89. «La Hoyalda», Rehalda, 2, pp. 31-38. «El Vallecillo», Rehalda, 2, pp. 61-65. «Un documento histórico excepcional sobre el culto a la Virgen del Tremedal», en Orihuela del Tremedal, fiestas patronales, 2005 [3 págs.] «Algunos rasgos de la personalidad del insigne jurista don Juan Sánchez de Orihuela (siglo XV)», en Orihuela del Tremedal, fiestas patronales, 2005 [2 págs.] 2006 «De montes y pleitos: el Patio del rey don Jaime», Rehalda, 3, pp. 39-44. «El medio peaje de Albarracín: evolución del impuesto, privilegios eximentes y pleitos», en colaboración con Concepción Villanueva Morte, en Aragón en la Edad Media, 19 (Homenaje a la profesora María Isabel Falcón), pp. 563-588. Colaboración en Guía turística de la comarca de la Sierra de Albarracín, Teruel, Comarca de la Sierra de Albarracín; ASIADER. «Algo de nuestra arquitectura popular desaparecida. Los peirones», en Fiestas patronales, Bronchales 2006, p. 15. Colaboración en Bronchales: Guía infoturística y otros datos de interés [ca. 20062007; guía elaborada por el Taller de Empleo ‘Monitores de Sendas de la Naturaleza’]. 2007 «De Los Chermanetes a la Fuente Las Estacas. La Cañada Real de La Venta» en P. Artigot Martínez, Sierra de Albarracín, Zaragoza, PRAMES (Guía Red Natural de Aragón, 20), pp. 102-109. «Los López Heredia, señores de la baronía de Santa Croche y Gaibiel», Rehalda, 6, pp. 15-32. Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Zaragoza, Universidad de Zaragoza [1 CD-ROM; VI+ 1728 págs. (Tesis doctoral)].
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
«La importancia del ganado cabrío en la economía de Bronchales (la edad Media)», Borrocal, 2, pp. 15-18. «Parajes con encanto: Prandonero y el Barranco de La Cañada», en Fiestas Patronales de Bronchales, 2007, pp. 51-55. 2008 Presentación de El círculo de piedra (de Victor Jarque, Bronchales, 2007), en Fiestas Patronales de Bronchales, 2008, pp. 57-61. Textos de la publicación Centro de interpretación “Virgen del Tremedal”, Orihuela del Tremedal, Junta de la Virgen del Tremedal, colabora Comarca de la Sierra de Albarracín, ASIADER (fotografía, V. Aparicio, J. Lahoz, A. Casas) [políptico]. 2009 «Presentación», Rehalda, 10, pp. 11-12 Coordinación del volumen conmemorativo de la presencia francesa en el Partido de Albarracín durante la Guerra de la Independencia (1809-2009). Una valoración 200 años después, Rehalda (monográfico), 10. «“Malatarde”: consecuencias económicas y sociales de la batalla del Tremedal (25 Octubre 1809)», Rehalda, 10, pp. 119-178. Rutas de la trashumancia por la Sierra de Albarracín a pie y en BTT, con la colaboración de D. Álvarez, J. Lozano y J. M. Vilar, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), (127 p.; il. col.). «Paisajes de nuestra Sierra. El Caimodorro», con la colaboración de J. Lahoz (Drakis), Rehalda, 9, pp. 63-67. Juan Antonio Jarque, Historia breve de la milagrosa aparición de la … Virgen en el Tremedal, monte de Origuela en la comunidad de Albarrazín : sacada de la dedicatoria que al Gouierno Eclesiastico y Secular de dicho lugar… hizo del Tomo Quinto de su Orador Christiano / el P. Juan Antonio Xarque de la Compañía de Jesús. – En Çaragoça: En la Imprenta de Agustín Verges, 1660 [51 p.; 4º]. Dirección y coordinación de la ed. facs., en colaboración con Raúl Ibáñez (Valladolid: Editorial Maxtor, 2009). Edita CECAL. Patrocina Fundación para el Desarrollo de la Comunidad de Albarracín. Colabora Junta de la Virgen del Tremedal. Compendio de la historia de Nta. Sta. del Tremedal, Toledo, Gutemberg Imprenta Moderna, 1914. – Dir. y coord. en colaboración con R. Ibáñez (reedición facs., Valladolid: Editorial Maxtor); edita CECAL. Patrocina Fundación para el Desarrollo de la Comunidad de Albarracín. Colabora Junta de la Virgen del Tremedal. Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), (773 págs.; il.).
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«La ermita de la masada de El Torrejón», Borrocal, 4, pp. 3-7. El culto a la Virgen del Tremedal, dirección y ed. en colaboración con R. Ibáñez; fotografías, V. Aparicio et al.; música, Ana Alcaide; Junta de la Virgen del Tremedal; Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), (dvd. - 28’; col.). «Orihuela», Borrocal, 4, pp. 37-39. «Noticias de Noguera a comienzos del siglo XVI a través del testamento del rector de dicha parroquia Martin Hernández (10 de abril de 1507)», en <https://gehna.wordpress.com/2009/05/16/testamento-del-parroco-de-noguerade-1507/#more-392> 2010 «Pregón de fiestas de Bronchales» (14 de agosto de 2009), en Fiestas Patronales, Bronchales, 2010, pp. 15-16 y 19-20. Presentación de Espacios de la espera, inauguración de la exposición escultórica de Carmen Martínez en el claustro de San Pedro, Teruel (septiembre, 2010), en <https://cecalbarracin.org/2010/09/03/exposicion-de-escultura-espacios-de-laespera-de-de-camen-martinez-samper> «La producción lanar en las tierras de Albarracín (siglos XIV-XV). Repercusiones económicas y sociales», en Pablo Vidal González y José Luis Castán Esteban (editores), Trashumancia en el Mediterráneo, Zaragoza, CEDDAR, pp. 41-59. 2011 «Jabaloyas: aldea dominante de la Comunidad de Albarracín», en Francisco Lázaro Polo (coord.), Jabaloyas. I Jornadas sobre la brujería (Jabaloyas, 17-19 de junio de 2010), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 13-81 [se incluye asimismo en estas páginas un apéndice documental]. «Introducción» a Francisco Lázaro Polo (coord.), Jabaloyas. I Jornadas sobre la brujería (Jabaloyas, 17-19 de junio de 2010), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 9-10. «Presentación» de Colección de programas de las fiestas: Bronchales, 1946/2010 (ed. de Julio Verdeguer y J. M. Vilar) (1 pág. adjunta al cd.) «La Comunidad de Albarracín a través de sus pueblos: Terriente, entre el sabor medieval de su conjunto urbano y la nostalgia del esplendor de su industria textil», Rehalda, 14, pp. 53-76. Actas de la I Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 12 de diciembre de 2009), coordinación en colaboración con E. Cutanda y V. Lacambra, Albarracín, Comarca de la Sierra de Albarracín (114 págs.).
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
«Presentación» a Actas de la I Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 12 de diciembre de 2009), Albarracín, Comarca de la Sierra de Albarracín, pp. 9-10. «Edad Media (estudio introductorio)», en Tomás Collado, Historia de Albarracín: armonía entre la historia general de la nación y la particular de Albarracín [1848] [transcripción, ed. y coord. J. L. Castán], Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 123-136. «Prólogo» a Manuel Matas, Los peirones de la Comarca de la Sierra de Albarracín, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 13-14. «Saldón. Entre sabinares centenarios», Verde Teruel, 26, pp. 8-26. 2012 «Proemio. Una puerta abierta al corazón», prólogo a Alberto Villén, Tintes y tintas, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 11-12. El culto a la virgen del Tremedal, con la colaboración de Raúl Ibáñez, Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL) (306 p.: il. col. y b. y n.). «Griegos: tocando el cielo», Rehalda, 17, pp. 33-50. «Las romerías como fuente de investigación: el ejemplo del culto a la Virgen del Tremedal», en E. Cutanda, J. M. Berges, V. Lacambra (coords.), Actas 2.ª Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 2010), Albarracín, Comarca de la Sierra de Albarracín, pp. 33-66. Actas de la II Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 2010), coordinación en colaboración con E. Cutanda y V. Lacambra, Albarracín, Comarca de la Sierra de Albarracín (133 págs.). «La devoción a la Virgen del Tremedal», Borrocal, 7, pp. 17-25. 2013 «El valle Cabriel. Esplendor en la hierba, en el corazón de la Sierra de Albarracín», Verde Teruel, 30, pp. 84-100. Presentación de El Silencio del Sabinar, de Pedro Saz (Monterde, 14 de abril de 2013], en <https://monterdedealbarracin.files.wordpress.com/2013/04/ presentacic3b3n_pedro_saz_por_jm_berges2.pdf> Presentación de la obra Tintas y tintes de Alberto Villén (Orihuela, marzo, 2013), en <https://cecalbarracin.org/2014/01/03/alberto-villen-pinilla-una-brevesemblanza-de-lo-privado-y-lo-publico/#more-6246> «El Vallecillo. Paisaje natural y patrimonio inmaterial por descubrir», Rehalda, 19, pp. 43-67.
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2014 «De enjambres y abejas. Arquitectura popular en la comarca de la Sierra de Albarracín: los colmenares», Rehalda, 20, pp. 149-180. «Ruta cultural por la población de Moscardón: puerta de entrada al más desconocido paisaje de la Sierra de Albarracín», con la colaboración de J. Herrero, B. Sierra, N. Valcárcel, Turolenses, 2, pp. 49-53. Los judíos de Albarracín (1284-1492): claves y encrucijadas en los umbrales de la integración y el desencuentro, con la colaboración de Miguel Á. Motis; Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), (788 págs.). «Presentación» en Actas 3ª Jornada sobre Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín, Bezas, 2012 (V. Lacambra, coord.), Comarca de la Sierra de Albarracín, pp. 7-8. Coordinación del número extraordinario de la revista Rehalda (20, con motivo del X aniversario del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, CECAL) en colaboración con J. M. Vilar (533 págs.) «Décimo aniversario», Rehalda, 20, pp. 19-22. Presentación del libro Textos y signos de José M. Vilar (CECAL), Albarracín, 26 de abril, 2014, en <https://cecalbarracin.org/2014/04/30/acto-de-presentacion-dellibro-textos-y-signos-de-la-sierra-de-albarracin/#more-7104> «Prólogo» a Carmen Martínez Samper, Adolfo Jarreta. De la forja tradicional a la forja del arte, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 9-10. «La Peña La Pítima en su 32 aniversario» (Orihuela, 13 de septiembre de 2014), en <https://orihueladeltremedal.wordpress.com/.../la-pena-la-pitima-en-su-32aniversario/> 2015 «Servitutibus et aqua. La posesión del agua como factor determinante en el trazado de los límites fronterizos de Albarracín durante la baja Edad Media», en R. Ibáñez (coord.), Fuentes, manantiales y otros puntos de agua de la Sierra de Albarracín. Aproximación a su estudio e inventario, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 41-50. «Prólogo a un ermitaño de la Sierra», en Manuel Matas, Las ermitas de la comarca de la Sierra de Albarracín: patrimonio material e inmaterial, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), pp. 17-18. «Valdecuenca: entre sabinares y trincheras», Rehalda, 22, pp. 39-62. «Paisajes desconocidos de la Sierra de Albarracín: de la Cueva el Tejo a la fuente Las Estacas», Rehalda, 23, pp. 45-55. «El Torrejón, solar de los Fernández Rajo», Borrocal, 9, pp. 19-28.
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
2016 «Nuevas noticias en torno al culto a la Virgen del Tremedal», Rehalda, 25, pp. 11-20. Pregón del XVIII Encuentro Intercomarcal de Tambores, Bombos y Cornetas (Orihuela del Tremedal, 12 de marzo de 2016) en <https://orihueladeltremedal.wordpress.com/2016/05/02/ pregon-… del-xviiiencuentro-de-tambores-y-bombos-de-orihuela-del-tremedal-2016/#more-1797> «Presentación» en Actas de la 4ª Jornada sobre Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín, Albarracín, 2014 (V. Lacambra, coord.), Comarca de la Sierra de Albarracín, pp. 9-10. 2017 Pregón del XIX Encuentro Intercomarcal de Tambores, Bombos y Cornetas (Bronchales, 25 de marzo de 2017), en Fiestas Patronales, Bronchales, 2017, pp. 3639.
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Cubierta de la revista Rehalda, 10 (2009): monográfico dedicado a la Guerra de la Independencia. Volumen conmemorativo de la presencia francesa en el Partido de Albarracín durante la Guerra de la Independencia (1809-2009) [coordinado por J. M. Berges], y del libro Rutas de la trashumancia por la Sierra de Albarracín a pie y en BTT, en colaboración con D. Álvarez, J. Lozano y J. M. Vilar, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2009. - 127 págs. (Etnografía; 2).
«Introducción» a la edición facsímil del libro de José M. Miguel Poves, Apuntes para una historia de Orihuela [1928], 1990. E «Introducción» a Francisco Lorente, Historia panegírica de la aparición y milagros de María Ssma. del Tremedal venerada en un monte del lugar de Orihuela del Obispado de Albarracín [1786: 3ª ed.], [pp. IV-XI en la ed. facsímil realizada por el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín en colaboración con el Ayuntamiento de Orihuela del Tremedal y la Junta de la Virgen del Tremedal, 2005; 352 págs.]
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
Juan Manuel Berges se encargó de la edición de los polípticos: Orihuela del Tremedal. Conjunto HistóricoArtístico (con dibujos y planos de A. Casas y fotografías de E. Casas et al.;) y Centro de interpretación “Virgen del Tremedal”, Orihuela del Tremedal: Patrocina: Junta de la Virgen del Tremedal, 2008 (con fotografías de V. Aparicio, J. Lahoz, A. Casas).
Dirigió y coordinó en colaboración con Raúl Ibáñez la edición de Compendio de la historia de Nta. Sta. del Tremedal, Toledo, Gutemberg Imprenta Moderna, 1914. – (reedición facs., Valladolid: Editorial Maxtor, 62 + 8 p); CECAL. Patrocina Fundación para el Desarrollo de la Comunidad de Albarracín. Colabora Junta de la Virgen del Tremedal. Y asimismo, se encargó de la edición facs. de la obra de Francisco Lorente, Historia panegírica de la aparición y milagros de María Ssma. del Tremedal venerada en un monte del lugar de Orihuela del Obispado de Albarracín [1786: 3ª ed.], realizada por el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín en colaboración con el Ayuntamiento de Orihuela del Tremedal y la Junta de la Virgen del Tremedal, 2005.
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TEXTOS SOBRE JUAN MANUEL BERGES Y SU OBRA Serafín Aldecoa, «A Juan M Berges, in memoriam», Rehalda, 28 (2018), pp. 15-17. Asociación Cultural La Falaguera, «A Juan Manuel Berges Sánchez», en La Falaguera (volumen dedicado a la memoria de J. M. Berges), 9, 2018, p. 3. CELAN (Centro de Estudios Locales de Andorra), «Hasta siempre, Juan Manuel» Rehalda, 28 (2018), págs 19-22. Máximo Diago Hernando, reseña a Juan M. Berges, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Tramacastilla (Teruel), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2009, en Anuario de Estudios Medievales (AEM), 40/2, 2010, pp. 970-972. M.ª Isabel Falcón Pérez, «Prólogo» a Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Tramacastilla (Teruel): Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2009, pp. 19-20. Concha Hernández Laínez, «A Juan Manuel Berges», discurso en el Concierto Musical en recuerdo de Juan Manuel Berges (Orihuela, agosto, 2018), en <https://cecalbarracin.org/2018/07/30/concierto-en-orihuela-del-tremedal-enhomenaje-a-juan-manuel-berges-sanchez/> Maite Joven Arauz, «Compañero Mamel, tan temprano», Rehalda, 28 (2018), pp. 13-14. Jaime Lahoz, Drakis, «Cascada del Molino de San Pedro, El Vallecillo», fotografía nocturna en memoria de Juan Manuel Berges, en Facebook, 20 de abril de 2018. José M. Latorre Ciria, «Juan Manuel Berges y el CECAL», Turia, 129-130, 2019, pp. 357-365. Germán Navarro Espinach, «Nota historiográfica», en Actividad y estructuras pecuarias en la comunidad de Albarracín (1284-1516), Tramacastilla (Teruel), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2009, pp. 21-23. «Pasión», en Orihuela del Tremedal, fiestas patronales, 2018, 2018, p. 18. Pedro Saz Pérez, «Carta a un amigo excelente (que se nos fue)», Rehalda, 28 (2018), pp. 11-12. José M. Vilar y Julio Verdeguer, discursos en el concierto homenaje a Juan Manuel Berges, Semana Cultural de Bronchales (agosto, 2018), en <https://cecalbarracin.org/2018/07/30/homenaje-musical-en-bronchales-a-juanmanuel-berges-sanchez/>
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José M. Vilar, «Presentación» a Juan Manuel Berges como mantenedor de las fiestas de Bronchales (2009), en Fiestas Patronales, Bronchales, 2010, pp. 11 y 13. José M. Vilar, «Bronchales en Juan Manuel Berges Sánchez (lo que a ti debemos)», en Fiestas Patronales, Bronchales, 2018, pp. 36-37. José M. Vilar, Dosier bibliográfico con selección de textos dedicados por Juan M. Berges a Bronchales, 2018 (inédito).
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I
Homenaje a Juan Manuel Berges Sánchez - ARTÍCULOS -
B
otánica
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CUATRO ESPECIES DEL GÉNERO HIERACIUM (FAM. COMPUESTAS) RECIENTEMENTE DETECTADAS EN LA SIERRA DE ALBARRACÍN Gonzalo Mateo Sanz 1 Tras muchos años de estudios de la flora turolense, compatibilizados con los del género Hieracium a nivel nacional, pudimos publicar recientemente una extensa revisión del mismo en España (MATEO & EGIDO, 2017: Estudio monográfico sobre los géneros Hieracium y Pilosella en España), donde se recopilan y describen las especies conocidas a nivel global y -por ello- a nivel provincial o comarcal. A nivel provincial de Teruel conocemos la presencia de las siguientes especies: H. adenopalantianum, H. aguilari, H. albacetum, H. amplexicaule, H. aragonense, H. avichodesii, H. bifidum, H. bourgaei, H. canescens, H. carpetanum, H. cataractarum, H. conquense, H. cordatum, H. divisum, H. elisaeanum, H. festinum, H. glaucinum, H. idubedae, H. incisoides, H. jabalambrense, H. jurassicum, H. lachenalii, H. laniferum, H. lawsonii, H. lobetanicum, H. lopezudiae, H. loscosianum, H. lychnitis, H. macularagonense, H. mariolense, H. medinense, H. montcaunicum, H. montserratii, H. morrubelianum, H. murorum, H. neocenicum, H. neocerinthe, H. neotremedale, H. olivaceum, H. palantianum, H. pierae, H. planchonianum, H. pseudocerinthe, H. pulmonarioides, H. rioloboi, H. sabaudum, H. saxifragum, H. schmidtii, H. sociale, H. solidagineum, H. spathulatum, H. subbellidifolium, H. subcaesium, H. tremedale, H. turolense, H. umbrosum, H. valentinum y H. willkommii. De las cerca de 400 especies conocidas en España, la mayoría son propias de los Pirineos o la Cordillera Cantábrica, siendo muy escasa su representación en el sur y moderada en el centro. En la provincia de Teruel nos salen 58 especies (cerca del 15% del total). De ellas 37 en la Sierra de Albarracín (señaladas en negrita), lo que representa más de la mitad de las provinciales. Por otro lado podemos señalar que las subrayadas tiene una distribución amplia por Europa y las no subrayadas son endemismos ibéricos o que alcanzan en ocasiones la zona pirenaica francesa. De las 37 conocidas en la comarca 17 entran en el primer caso y 20 en el segundo, algunas de ellas bastante raras y locales del Sistema Ibérico o su entorno. De las primeras encontramos que fueron descritas ya hace tiempo por especialistas extranjeros. De las segundas hay algunas descritas ya en los siglos XVIII y XIX, 1 Jardín Botánico. Universidad de Valencia.
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sobre todo por botánicos foráneos, pero unas cuantas las hemos aportado nuestro equipo durante las últimas décadas. Podemos indicar así: H. conquense, H. macularagonense, H. medinense, H. lobetanicum, H. neotremedale, H. tremedale y H. turolense. Las tres primeras descritas de otras áreas de la Cordillera Ibérica, pero las cuatro últimas de la Sierra de Albarracín, que pasamos a comentar e ilustrar para conocimiento público de la mayoría de los habitantes de la zona, a los que no suelen llegarlas revistas de estas especialidades. 1. Hieracium tremedale Mateo & Gómiz, Flora Montib. 67: 56 (2017) (atropictum-murorum-schmidtii) Como se aprecia en la imagen (fig. 1) se trata de una hierba perenne de porte mediano, que se reconoce por sus hojas (todas dispuestas en la cepa) de color verde pero mancahadas de un tono rojizo, con la cara inferior el peciolo y sobre todo los márgenes provistos de abundantes pelos algo rígidos y engrosados. El tallo no lleva hojas y produce unos pocos capítulos de flores amarillas todas aplanado-liguladas, que se rodean de un involucro de brácteas negruzcas y que al madurar dejan unos frutos cilíndricos, cortos (3-4 mm) con un vilano de pelos apicales blancos para la dispersión por el viento. Entendemos que se ha originado por cruce ancestral entre una especie de hojas manchadas (H. atropictum), otra de hojas coriáceas con pelos rígidos (H. schmidtii) y otra de hojas tenues con pelos suaves (H. murorum). Se describió de Orihuela del Tremedal, en medios rocosos cuarcíticos, a unos 1500-1800 m, aunque seguramente irá apareciendo también por el resto de la mitad norte de España y del área pirenaica francesa. 2. Hieracium neotremedale Mateo & Gómiz, Flora Montib. 74 (inéd., 2019) (atropictum-schmidtii-ocenicum) Su aspecto es semejante a la anterior, con la que coincide en tener las hojas manchadas y pelos rígidos, pero éstos son más abundantes y engrosa-
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Fig. 1: Muestra tipo de Hieracium tremedale.
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Fig. 2: Hieracium neotremedale.
Fig. 3: Muestra tipo de Hieracium turolense.
dos, a la vez que en la cara inferior salen numeros pelos estrellados poco apreciables sin bastante aumento (fig. 2). Entendemos que las hojas manchadas serán herencia de H. atropictum, los pelos rígidos de las hojas procederán de H. schmidtii (ambas partícipes en H. tremedale) pero aquí habría una tercera influencia debida a especie con pelos estrellados en las hojas (H. ocenicum). También se ha descrito de Orihuela del Tremedal, en similares medios más bien rocosos o escarpados cuarcíticos y a similares altitudes, pero es previsible su detección por otras zonas del norte ibérico donde existen las especies parentales o sus intermedias. 3. Hieracium turolense Mateo, Egido & Gómiz, Flora Montib. 70: 136 (2018) (glaucinum/ocenicum) La principal diferencia con las anteriores sería que sus hojas no llevan pelos rígidos (o a lo sumo de modo muy ligero) ni manchas rojizas, por lo que descartamos la influencia de H. schmidtiio H. atropictum, pero sí llevan pelos estrellados en el envés (fig. 3), de donde deducimos influencia de H. ocenicum, que se complementa con otra especie de pelos ni suaves ni rígidos, muy extendida por España, como es H. glaucinum. Respecto al parental H. ocenicum, que describimos hace no mucho de
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Hortezuela de Océn (en el Alto Tajo de Guadalajara), ya la hemos podido detectar por los Pirineos y Cordillera Cantábrica, por lo que esta especie, pese a su nombre de turolense (debido a haber sido descubierta en la provincia de Teruel, concretamente en el extremo sureste de la Sierra de Albarracín, limítrofe ya con Cuenca), deberá estar presente por amplias zonas del norte ibérico. Crece en pinares y medios escarpados sobre terreno calizo, sobre todo entre 1200 y 1600 m. 4. Hieracium lobetanicum Mateo, Egido & Gómiz, Flora Montib. 67: 27 (2017) (conquense/murorum) De aspecto no muy diferente de las anteriores, aunque con hojas que no tienen manchas ni pelos estrellados en la cara inferior, a lo que se añade la presencia de hojas en el tallo y pelos en los alvéolos del receptáculo de los capítulos, que es patrimonio de un grupo de especies de este género cuya dispersión es principalmente ibérica y aporta las especies más valiosas de Hieracium de nuestra flora (fig. 4). En este caso deducimos por la pelosidad de las hojas y de las brácteas del involucro que las especies implicadas en su génesis deberán ser H. murorum (planta de bosque húmedo extendida por Europa) y H. conquense (endemismo muy local de la Serranía de Cuenca y su entorno). Crece en medios calizos escarpados y sombreados, pero debe resultar muy rara ya que solamente ha sido detectada en una ocasión, en las cercanías de la misma población de Albarracín y no creemos que vayan a salir muchas poblaciones más ni muy alejadas de esta área. Fig. 4: Muestra tipo de Hieracium lobetanicum.
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LA SABINA EN LA SIERRA DE ALBARRACÍN Luis Martínez Utrillas Hace algunos años, como colaborador de la revista del CECAL Rehalda y coordinador de la parte de ciencias experimentales del Centro, escribí varios artículos relativos a las especies arbóreas más representativas de la Sierra de Albarracín. Yo dudaba de que la gente que leía la revista, más interesados en general por los temas de historia, historias, lugares o léxico, tuviera algún interés en conocer las descripciones de árboles que, aunque viéndolos a diario y conociendo algunas de sus propiedades, podían resultar farragosas por los términos botánicos empleados. Recuerdo, ahora con nostalgia y cariño, como Juan Manuel Berges me decía que eran artículos muy interesantes y que a la gente le gustaban. Yo tenía mis dudas. Pero era suficiente su ánimo para que siguiera número a número escribiendo sobre los rebollos, los melojos, los tejos, los acebos o los pinos. Pero nunca llegué a escribir sobre nuestro árbol por excelencia: la sabina. El enorme empeño que Pedro Saz puso por dar a conocer las sabinas de su pueblo –Monterde–, nos llevó en 2010 a grabar un DVD con el título “El Sabinar de Monterde”. Este trabajo fue producido por Eugenio Monesma y su productora Pyrene P. V., y es un documental de 28 minutos de duración en el que se cuentan las excelencias de la sabina como árbol no sólo desde el punto de vista botánico, sino también de su importancia ecológica y los usos que, tradicionalmente, se habían hecho de él en nuestros pueblos. Los tres días que estuvimos grabando por Monterde, los recuerdo con especial cariño, tanto por los chascarrillos de Eugenio y su buen dominio del territorio aragonés, como por el amor que por su pueblo y sus sabinas trasmite Pedro. Cuento estas dos vivencias para explicar porqué en un número tan especial, he elegido hablar de la sabina en este artículo. Tal vez la gente no sepa que, cuando estamos hablando del nombre genérico de sabina, se incluyen tres especies diferentes: la sabina albar (Juniperus thurifera), la
Dibujo de Juniperus sabina L., en Marcelo Rivas, Botánica farmacéutica, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1929, II, p. 13 [Biblioteca Nacional de España, Biblioteca Digital Hispánica: 2/79201].
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sabina negral (Juniperus phoenicea) y la sabina rastrera, nana o chaparra (Juniperus sabina), aunque sin duda, la de mayor personalidad y más conocida sea la sabina albar. En la Sierra de Albarracín disponemos de dos de los mejores sabinares de Europa –y por ende, del mundo– tanto en extensión como en formación. Hablamos de los sabinares de Saldón-Valdecuenca y de los sabinares de Monterde. La sabina albar La sabina albar es la sabina por excelencia. En la península ocupa zonas de interior, de clima continental, y su distribución se reduce a manchas de no gran extensión en la zona norte y centro y algunos bosques hacia el sur, en provincias como León, Soria, Zaragoza, Segovia o Teruel, llegando hasta Albacete como zona más meridional. Fuera de España, su distribución es escasa y se detectan algunos bosquetes en los Alpes y en el norte de África donde ocupan una extensión de unas 30.000 Hectáreas. En Aragón contamos con importantes bosques de sabina, llegando a ser una especie catalogada, con todo lo que ello conlleva y, en nuestra Sierra, especialmente en las zonas más bajas de la misma, cuenta con importantes extensiones de bosques bien formados con su vegetación asociada de enebros, agracejos, espinos, aliagas, salvias, etc. La sabina es un árbol de hoja perenne y talla mediana, alcanzando difícilmente los 10 metros de altura. Su tronco es grueso y su copa verde oscura tirando a azulada tiene forma cónica en los ejemplares jóvenes aunque se va redondeando en los ejemplares más viejos. Sus hojas, que pueden ser aciculares o adheridas al tallo, menos punzantes, se disponen formando hileras de 4 o, más raramente, de 3. Sus frutos reciben el nombre de gálbulos y son rojizos aunque van oscureciendo en la madurez. Florece en primavera y los frutos maduran en otoño o invierno del año siguiente. En la Sierra tenemos varios lugares donde la sabina albar está presente. Podemos ver importantes formaciones por Albarracín, Torres, Toril, Terriente o Moscardón, pero destaca sobre todas las anteriores los ya mencionados sabinares de Saldón y Monterde. La sabina negral La sabina negral es un árbol muy resistente a cambios de temperaturas extremas. No suele formar masas puras sino que aparece salpicada con otras formaciones como encinares o pinos. Su resistencia a los vientos le permite ser también una típica colonizadora de escarpes o cornisas rocosas.
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Es un árbol de poca altura, entre 3 y 5 metros, de hoja perenne y color verde oscuro. Su tronco es recto y su copa redondeada, muy densa y ramosa y generalmente ramificada desde la base del tronco. Presenta, igual que la sabina albar, dos tipos de hojas: unas más aciculares muy parecidas a las del enebro y otras, las más nuevas, pequeñas y escamosas dispuestas sobre el tallo. Los frutos son parecidos a los del enebro, carnosos y envueltos en una piel carnosa, rojiza y lustrosa. Florece a finales de invierno y los frutos maduran a lo largo del segundo año. En nuestra comarca abunda en los terrenos calcáreos más próximos a Albarracín, Bezas o Gea sobre sustratos poco profundos, pasando por grietas o roquedos hasta bosques instalados sobre áreas de cierta pendiente. La sabina enana (chaparra) Son las sabinas de las zonas más altas lo que condiciona su porte almohadillado y la poca altura que alcanzan los ejemplares. En ocasionan forman un sotobosque de especies que soportan mejor el aire y el frío, por lo que pueden crecer a altitudes mayores como el pino silvestre pero, en la mayoría de los casos, dan lugar a formaciones propias de sabinar rastrero entre los 1400 y los 1900 metros. Se considera un arbusto de bajo porte, a menudo rastrero. Sus hojas son escamosas, más parecidas a los cipreses que a los enebros, con los que están emparentados por género, Sus fructificaciones son globosas, verdes al principio, y azul oscuro al madurar. Y presentan una gran toxicidad.
Rama de sabina (Monterde).
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En la sierra encontramos importantes formaciones en sus dos variedades: formando sotobosque de pinar en Guadalaviar, Griegos, Frías o Bronchales o formando masas de chaparras, adaptadas a duras condiciones en Pozondón, Rodenas o la zona de la Vega del Tajo. La chaparra, por el hábitat que ocupa y por su gran resistencia, es cobijo de algunas especies de invertebrados y hongos que crecen bajo su protección. Un poco de historia En la actualidad, en la Península, los sabinares ocupan zonas continentales del interior formando un área discontinua. Pero en el pasado debieron tener un área de extensión muy superior. De hecho se cree que los Monegros – en la actualidad el mayor desierto de Europa- fueron un extenso sabinar en siglos pasados. Poéticamente se dice que fueron, junto con otras zonas de España los paganos de la armada invencible ya que se talaron grandes cantidades de sabinas para hacer barcos, dada la bondad de su madera imputrescible para la construcción naval. En nuestra Sierra, y en otras zonas, parece ser que fue el ferrocarril lo que hizo que las sabinas, al ser utilizadas para hacer las traviesas de la vía, perdieran un importante número de ejemplares. Sea como fuera, la regresión del sabinar ha sido constante, haciendo que en la actualidad, la sabina albar sea una especie protegida y catalogada en nuestra comunidad y en casi todo el ámbito estatal. Sin estas leyes de protección, y dada la extensión de las fagáceas cuando el sabinar entra en retroceso, su supervivencia se antoja complicada. Usos El sabinar ha sido utilizado desde hace siglos para la ganadería. Estas tierras, especialmente en verano, son muy propicias para el pastoreo extensivo, pues los pastos duran más y son más productivos, por la gran cantidad de especies asociadas que crecen en él. Además resulta especialmente cómodo para el pastor dada la estructura de estos bosques ya que el no se cierran y se vigila el ganado perfectamente, amén que en invierno, cuando el suelo está cubierto de nieve, los brotes bajos son un buen alimento para ovejas y cabras. Otro de los usos más importantes de la sabina ha sido la ebanistería. Su madera imputrescible y con un olor agradable característico, era de las preferidas para realizar construcciones de todo tipo: armarios, postes, cerramientos y cualquier estructura exterior, dada su gran resistencia. En nuestra Sierra también se ha utilizado para realizar utensilios para la agricultura y ganadería como comederos de ani-
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Frutos de la sabina (Archivo AVP).
males o mangos de herramientas y para realizar muebles y estructuras de interior como mesas, bancos, etc. Además de en ebanistería las cualidades de la madera de sabina la han hecho muy apta para ser utilizada por los artistas para la realización de esculturas en madera con lo que se conseguía, además de excelentes trabajos bellos a la vista y duraderos, obras con el agradable olor característico de este árbol. En grandes infraestructuras ya hemos comentado que la sabina ha sido muy utilizada en tiempos pasados. Para la construcción de navíos, para las traviesas del ferrocarril o para otras estructuras viarias. En los países del Magreb –no tenemos constancia de que en nuestra zona también ocurra– las bayas de la sabina negral se han empleado para consumo humano. Los frutos fritos en aceite de oliva se han empleado para combatir las liendres del cabello. Además, en medicina popular se han utilizado las decocciones de hojas por sus propiedades abortivas aunque es muy peligroso ya que la ingesta de hojas puede provocar gastroenteritis y hemorragias internas. BIBLIOGRAFÍA Blanco Castro E. et al. Los Bosques Ibéricos. Planeta 1997. M. Romo Ángel. Árboles de la Península Ibérica y Baleares. Planeta. 1997. Mateo Sanz, Gonzalo. Catálogo florístico de la provincia de Teruel. IET. 1990 VV.AA. Árboles y arbustos de España. Salvat. 1981.
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picultura
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APICULTURA EN ALBARRACÍN: NOTICIAS HISTÓRICAS Pablo de Jaime Ruiz1 y José María de Jaime Lorén2 Introducción En nuestras investigaciones sobre la Historia de la Apicultura Española no han faltado noticias sobre la actividad apícola en la Sierra de Albarracín. Antigua es la tradición trashumante del territorio, como lo es también la de los apicultores valencianos que allí han llevado desde tiempo inmemorial sus colmenas para aprovechar las floradas más tardías. De la misma forma, la cabaña apícola del territorio marchaba a las tierras de Levante para que sus abejas libaran las flores más tempranas de la primavera meridional, básicamente romero, espliego, tomillo y sobre todo el azahar. En el presente artículo recogeremos algunas noticias de la actividad apícola en Albarracín, que pueden servir de base a posteriores estudios más profundos sobre algunos de los aspectos que aquí se dejan apuntados. Colmenería antigua fijista A diferencia de lo que ocurre con muchos abrigos con pinturas del Levante español donde se han reconocido bastantes imágenes de carácter apícola, en yacimientos repartidos por las provincias de Tarragona, Castellón, Valencia, Albacete y, por supuesto, de Teruel, no tenemos noticias de la posible existencia de temas colmeneros en las pinturas rupestres albarracinesas. Podrían existir. Así, las noticias más antiguas que tenemos sobre esta actividad agropecuaria en la Sierra se hallan precisamente en el Fuero de Albarracín. En la Biblioteca Universitaria de Zaragoza consultamos hace tiempo un ejemplar bastante deteriorado de la Noua copillatio foros Santa Mariae de Albarrazino e Turoli: comunitatus aldeam vtriusque ville de Mosqueruela et aliquam circumtacemtium, impreso en 1531. Como indica el título, se trata de una de tantas compilaciones de viejos fueros medievales que atienden, entre otros asuntos, a la explotación colmenera, principalmente para ordenar a quien corresponde la propiedad de los enjambres que salen espontáneamente de las colmenas según donde se posen, así como a indicar los castigos que se impondrán a quienes hurten o dañen colmenas ajenas, y para eximir de respon1 IES Francés de Aranda (Teruel). 2 Universidad CEU Cardenal Herrera (Valencia).
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sabilidades por picaduras de abejas a los propietarios de los vasos. Concretamente al folio 23 puede leerse: Siguientemente se ha de dezir de las abejas. Otrosi mando que si el exambre de las abejas saliere de vna colmena y en otra donde aura abejas entrara, el señor de la colmena aquel exambre aya por dos sueldos, o la aya a medias, mas si en la colmena vazía entrara, el señor del exambre aquel vaso compre por cuatro dineros y llévelo. De cabo si abejas de alguno sobre pared agena o en otro lugar de casa agena y en ageno árbol posaran, el señor de ellas las coja sin calonia; assi empero que no haga daño alguno. De cabo si abejas en casa de alguno dentro o de fuera posaran y otro señor no auran sean del señor de la casa. E cabo si alguno en yermo abejas hallara sin señor ayalas sin calonnia como el fuero manda de la ciudad. De cabo si alguno colmena con abejas crebara o dañara y prouado le fuera pague por cada una cinco sueldos. Mas si la colmena hurtara y prouado le será pague como ladrón o sálvese como de hurto; mas aquel que avejas agenas siquiera en yermo siquiera en poblado tomare o hurtare, así como ladrón las pague o sálvese como de hurto. De cabo si alguno colmenar crebantara y prouado le será pague tres trescientos sueldos o sálvese como de hurto con doce vezinos y sea creydo; mas sino cumpliere pague como arriba es dicho. Si por ventura abejas de alguno a hombre o bestia mataran o picaran ninguna calonia el señor de ellas pague.
Naturalmente, estas, y las noticias que siguen en este apartado, se refieren a la explotación tradicional de abejas en cajas de corcho, esparto troncos o tablas, o bien en los tradicionales arnales aragoneses construidos a modo de edificaciones. Siempre vasos donde las abejas labran los panales directamente sobre las paredes, por lo que para extraer la miel no queda otra alternativa que arrancar los panales, sumergirlos en agua para que perezcan las abejas y prensarlos luego. De esta forma se sacrifica una parte importante de la población de la colmena, así como los propios panales, lo que supone un sacrificio considerable para la economía de la colonia. Así, para ponderar la tradición aragonesa en el cultivo de las colmenas, Calvo y Cavero recordaba a la Cofradía de Abejeros de Zaragoza y sus Reales Ordenanzas, concedidas por el rey Fernando el Católico en 1503 para facilitar su explotación, así como las ordenanzas proteccionistas del Gremio de Abejeros de Barbastro o las disposiciones de los partidos de Alcañiz, Daroca, Calatayud, Borja y Albarracín, casi siempre incumplidas, entre otras cosas en esta última, por la competencia con las colmenas que llevaban los valencianos, ya entonces, durante el verano3. Aunque nacido en Alcañiz en 1520, traemos aquí a Bernardino Gómez Miedes, pues fue obispo de Albarracín. Personaje de gran prestigio y erudición, fue además ar3 CALVO CAVERO, J. F.: Disertación sobre las abejas. VANIERE, J. (1794): Op. cit., 263-264.
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cediano de Sagunto y canónigo de Valencia. De vida intensa, residió en diversos lugares de Flandes, Francia e Italia, país donde estuvo durante diez años. Su actividad polifacética queda reflejada en la variedad de obras que escribió, cuyo denominador común es la amplitud de miras típica del Renacimiento y el conocimiento de muy diversas ramas del saber de su época. Murió en Valencia en 1589. Entre sus obras religiosas, históricas o médicas, destacamos la dedicada a la sal común que conoció nada menos que cuatro ediciones entre 1572 y 1605. En la misma estudia las características físicas de la sal desde el punto de vista médico, mítico y alegórico, sus cualidades y la forma de utilización más correcta. Pero la obra para nosotros verdaderamente importante es la que el archivero aragonés Miguel Gómez Uriel presenta de esta forma en su Biblioteca de Latassa: “8º.- De Apibus, sive de Republica Libri V, cuyo único MS. Se había trabajado en Roma, y lo perdió su Autor en la mar, viniendo a España desde Génova”4. Vemos pues que debió tratarse de un manuscrito estructurado en cinco libros sobre las abejas que, desgraciadamente, se perdió en el mar cuando su autor regresaba de Roma. Aunque la está obra dedicada a la sal se ocupa asimismo, por contraste, de la miel y de las abejas, y nos da noticias del contenido y del devenir del manuscrito dedicado a las mismas. En efecto, en la segunda edición de Commentariorum de sale libri quinque (Valencia, 1579) vemos que una parte considerable del párrafo 42 del primer libro está dedicado a las abejas y a su más o menos estrecha relación con la sal. Repasando este texto de Gómez Miedes, al margen de las prolijas explicaciones sobre la desgraciada pérdida del manuscrito de las abejas, nos interesa destacar que se trata de pequeños comentarios acerca de la vida de estos insectos, sin duda una mínima parte de lo que se encerraría en los cinco libros de su obra apícola. Como era costumbre en la época, dedica una gran atención a los aspectos simbólicos de la organización perfectamente estructurada y jerarquizada de la colmena, siempre bajo la benigna autoridad del Rey, ejemplo para sociedades y cortes. Indicar que cuando nuestro prelado compone sus escritos apícolas, todavía no han surgido los grandes tratadistas hispanos del tema, Méndez de Torres o Jaime Gil, por lo que tan sólo pudo conocer la obra Agricultura de Alonso de Herrera. Nos habla de su “propia experiencia” con las abejas o de “haber empleado tanto tiempo de ocio en su contemplación”, sin embargo creemos que en su formación zoológica debieron influir mucho más los autores clásicos que cita, los romanos Maron y Plinio. No en vano lo mismo incluye a la abeja entre las aves que la considera un insecto.
4 GÓMEZ URIEL, M. (1884): Bibliotecas antigua y nueva de escritores aragoneses de Latassa, aumentadas y refundidas en forma de diccionario bibliográfico-biográfico por Don …, 1, 640.
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Imag. en Google Books.
Desde el punto de vista puramente técnico, tan sólo le dedica los tres últimos párrafos, naturalmente, los que tienen relación con la sal, que es el objeto de su libro. Por un lado, habla de que las obreras nodrizas que alimentan e incuban las crías, necesitan en su dieta un aporte especial de sal que pueden tomar incluso de los excrementos animales. Por otro, considera a la orina humana como uno de los mejores remedios ante ciertas enfermedades de las abejas. Por último, que para recoger los enjambres silvestres va muy bien untar con sal o con salmuera las cestas, corchos o vasos de fortuna donde se pretenden alojar. A la altura en que se publica el libro, 1572, estaban muy extendidas todas estas ideas entre los autores clásicos de colmenería. De hecho nos las volveremos a encontrar durante alguna centuria más en la mayor parte de los publicistas de la materia. Para encontrar una nueva referencia apícola a Albarracín hay que esperar hasta Eusebio Ruiz de la Escalera, autor de una interesante Práctica fija de colmeneros, o sea modo único de cuidar las colmenas y demostración de la utilidad que rinden. Escrita por D. E. Rubio ..., oficial de infantería retirado y condecorado con varias cruces, etc.
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(Madrid, 1835), que consta de 112 págs. en 8º. Se trata en el mismo de las costumbres de las abejas, todo un ejemplo para el hombre de prudencia, templanza, economía, industria, aplicación, ocupación continua y moderada, aseo, amor a nuestros semejantes, deseos de prosperidad pública sin envidia ni ambición, buen espíritu de sociedad y aborrecimiento a la holganza. Después de tratar de todo lo concerniente a la explotación del colmenar, presenta una interesante contabilidad del coste y producción de cien colmenas con los útiles correspondientes, según la cual se necesita una inversión inicial de 4.992 reales, el primer año se precisan también otros 516 de mantenimiento, sin embargo ya en el segundo año se consigue amortizar toda la inversión con un superávit de 2.356 reales. Al fiPortada del Boletín del Sindicato Nacional de nal concluye con las siguientes reflexioApicultores, bello diseño de los años 30. nes sobre las posibilidades apícolas de la zona en la que seguramente se movía el autor, que buscaban fomentar la colmenería: Supongamos que entre las provincias de Madrid, Sigüenza, Guadalajara, Cuenca, Alcaraz, Rioja, Albarracín, Teruel y Molina hay doscientas cincuenta mil colmenas; que, atendiendo a la topografía de estos países, producciones de plantas y flores adecuadas a las abejas, población de ellos y ocupaciones de sus naturales, puede aumentarse el referido número de colmenas a un millón. Los gastos de un año en cuidar las doscientas cincuenta mil colmenas a cinco rs. por cada una, valiéndose de segunda mano y en año que exijan muchas operaciones, con un millón doscientos cincuenta mil rs., y el producto a cuarenta y uno y medio rs. por colmena, diez millones trescientos setenta y cinco mil rs. Pues ¿qué capital de diez millones de rs. que valen las doscientas cincuenta mil colmenas a cuarenta rs., da de utilidad su propio valor; o, lo que es lo mismo, un cuarenta de capital, rendir otro cuarenta? Ninguno.
Apicultura moderna movilista Para paliar el inconveniente que supone sacrificar prácticamente una colmena para extraer su miel, o dejar muy debilitada su población y sus panales, en la se-
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gunda mitad del siglo XIX el sacerdote Lorenzo Lorrain Langstroth ideó un tipo de colmena con marcos o bastidores de madera con alambres, que por un lado facilitaba a la abeja la construcción del panal y por otro permitía extraerlo con el marco y sacarle la miel por centrifugación sin romperlo. Arrancaba así la apicultura movilista, así llamada por usar colmenas con cuadros móviles, que en las dos últimas décadas del siglo XIX inició en España su lenta introducción que no culminó hasta los años 60 de la siguiente centuria. Como pronto veremos, en Albarracín encontraremos algunos fabricantes de estos nuevos modelos de colmenas. Un buen relato del cambio que supuso el descubrimiento y difusión de las nuevas colmenas, lo tenemos en la revista El Colmenero Español que fundara en su primera época Enrique Mercader en Barcelona. Se incluye allí una carta remitida desde “A*** (Teruel)”, ¿Albarracín tal vez?, escrita el 1 de octubre de 1900 por un suscriptor que cobija su nombre bajo las iniciales J.L.5, que sin duda corresponden a J. Lahuerta, hermano de uno de los primeros suscriptores de la revista, Pedro Lahuerta, de Albarracín6. Cuenta que durante toda su vida ha sido colmenero fijista, como antes lo fueron sus padres, hasta que su hermano Pedro conoció personalmente en Barcelona las colmenas de cuadros móviles de Mercader, y desde el 27 de junio de 1889 puso en explotación dos pequeñas colmenas modernas del modelo Abbott, que pocos días después, el 4 de julio, tenían llenos de pollo diez de los trece marcos, por lo que les añadieron un alza. En el año que escribe la primavera ha ido bien en Albarracín y las colmenas se han repuesto perfectamente del invierno, a base de enjambres ha doblado el número de peones fijos y ha poblado una movilista que tenía vacía. De estas últimas hasta el 16 de julio había extraído 314 kilos de miel, “después de haber completado de marcos todas las colmenas y quitado los tabiques de separación”. Como el año ha sido bueno, durante el mes de julio las abejas han aprovechado muy bien las flores de “tomillo, salvia, marrubio, girasol silvestre, marrubio blanco, mejorada, cantueso, asprillas y otras flores que no recuerdo”, sin embargo lo normal es que la sequía limite esta segunda temporada mielera del año, que allí suele ser la mejor. Al final de la temporada, hasta el 4 de septiembre, ha sacado de las colmenas movilistas 1.081 kilos de miel y bastante cera. Convencido de las ventajas del sistema moderno, “me he hecho un deber en enseñar mis colmenas a cuantos han tenido gusto de verlas, y en dar todos los detalles que se me han pedido, preconizando sus ventajas, comodidades y superioridad
5 J.L. (1900): De nuestros amigos [Carta]. El Colmenero Español, 106, 193-195. 6 ANÓNIMO (1897): Miscelánea [Necrológica en Albarracín del apicultor y ayudante de Ingeniero de Montes D. Pedro Lahuerta]. El Colmenero Español, 70.
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sobre las fijistas”. De hecho, varios colmeneros de los pueblos vecinos están instalando ya apiarios movilistas. Por otra parte se muestra de acuerdo con la línea editorial de El Colmenero Español, en el sentido de que se hace necesario el apoyo de la administración para modernizar los colmenares españoles, y la agricultura en general, pues la iniciativa privada es claramente insuficiente. También de la primera época de la barcelonesa Gaceta apícola de España proceden algunas noticias interesantes que llegan desde Teruel. En efecto, desde el primer número de la revista la redacción puso gran empeño en recibir colaboraciones de todos aquellos apicultores españoles que tuvieran algo que decir. Y no faltaron
Portada de una de las publicaciones con publicidad de las colmenas de Manuel Romero Murciano.
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Publicidad de la fábrica de colmenas del apicultor de Albarracín Moreno Murciano en el Boletín del Sindicato Nacional de Apicultores.
Publicidad de la fábrica de colmenas del apicultor de Albarracín Pío Gómez en el Boletín del Sindicato Nacional de Apicultores.
cartas como la que desde las inmediaciones de Teruel enviaba M.Y. felicitándose por contar de nuevo con una revista apícola, y narrando sus experiencias con seis colmenas Layens y otras tantas fijistas que piensa cambiar por movilistas, “únicas que pueden dar algún resultado positivo, y más en este terreno poco melífero”, especialmente en un año tan malo como el que “hemos tenido hasta la fecha por todo el terreno inmediato a Teruel … no se han podido hacer enjambres ni recolectado una gota de miel”. Las mismas noticias tiene de la parte de Albarracín7. Narciso de Liñán de Heredia fundó en Madrid una de las revistas apícolas más interesantes, La Colmena, con el objetivo fundamental de fomentar el empleo en España de las nuevas colmenas de cuadros móviles. En la misma encontramos publicidad del modelo “Layens” de colmenas movilistas que fabricaba en Albarracín Manuel Romero Murciano. También merece destacarse el artículo con dibujo que Au-
7 M. Y. (1907): De nuestros suscriptores. Provincia de Teruel. Gaceta Apícola de España, 3, 44-45.
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relio Pérez Romero, alumno de la escuela de Monterde de Albarracín, sobre una colmena de tronco de Cesáreo Marco8. La revista ofrece cada año las iniciales de los nombres de los nuevos suscriptores junto a su lugar de origen, lo que nos permite conocer que de Albarracín lo eran M.D. (1931), M.R. [Manuel Romero Murciano] (1931) y E.T. (1935). También en el Boletín del Sindicato Nacional de Apicultores que apareció entre 1932 y 1936 encontramos publicidad de dos fabricantes albarracinenses de colmenas movilistas y de materia apícola. Se trata de: - Colmenas y extractores de todos tipos. Manuel Romero Murciano. Albarracín (Teruel) - Colmenas movilistas. Pío Gómez Izquierdo. Albarracín (Teruel) Entre los primeros afiliados al citado Sindicato Nacional de Apicultores encontramos asimismo a Pío Gómez Izquierdo y a Manuel Romero Murciano, ambos de Albarracín. La circunstancia de encontrarnos en Albarracín con dos fabricantes de colmenas movilistas en los años 30 del pasado siglo, muestra la aptitud abierta y modernizadora de aquellos colmeneros serranos. Estas son las principales noticias históricas que hemos podido allegar sobre la actividad apícola en Albarracín, esperamos que puedan servir de ayuda a posteriores investigaciones desarrolladas ya desde allí sobre este mismo asunto.
8 PÉREZ ROMERO, Aurelio (1935): Colmena de tronco de pino del apicultor Cesáreo Marco. La Colmena, 153.
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zudes y acequias
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EL AZUD DE SAN BLAS Y LA ACEQUIA DEL CUBO Beatriz Carrasquer Álvarez y Adrián Ponz Miranda*1 Antecedentes Una vez conquistada por los cristianos Teruel en 1171, una gran parte de la superficie que actualmente se riega en su entorno geográfico ya estaba activa, lo cual hace pensar que antes de esa fecha ya existía una infraestructura de azudes y acequias (Orcástegui, 1989; Ortega y Laliena, 2012; Ríos, 2017), con probabilidad pertenecientes a un castillo, villa o aldea existente con anterioridad (Caruana, 1949). Este sistema hidráulico no tendría su primer uso directamente relacionado con el cultivo de las tierras, sino con la instalación de artilugios de molienda y bataneo. Las estructuras de salto de agua necesarias para los antiguos molinos han perdurado debido a las pocas modificaciones del uso de los terrenos sucedidos en el entorno de la ciudad de Teruel, por lo que se puede afirmar que el trazado de las acequias sigue siendo prácticamente el mismo que realizaron sus primeros constructores. De las acequias del entorno periurbano de Teruel la de mayor relevancia histórica y que ha llamado más la atención de los investigadores ha sido la acequia de Miguel de Santa Cruz, posteriormente denominada del Guadalaviar, debido a la abundancia de batanes y molinos en su trayecto, así como por la extensa zona regada fundamentalmente en la vega del Turia o de Villastar (mapa 1). Esta acequia emboca por la parte derecha del cauce del Guadalaviar en el azud de los Pelaires, también llamado de las Cadenas, cerca de San Blas. Sin embargo, la Acequia del Cubo, que riega la margen izquierda del río Guadalaviar y se separa del cauce principal en el Azud de San Blas, a pesar de su gran caudal es citada tardíamente y en pocas ocasiones, tal vez debido a que la presencia de saltos es reducida, el Molino de San Blas y el de los Molinos del Cubo, ya en las cercanías de Teruel. Esta escasa existencia de puntos de conflicto es la que ha podido dar lugar a una prácticamente nula aparición en los documentos de los siglos XII y XIII. Carmen Orcástegui (1989, 500) no nombra esta acequia, refiriéndose exclusivamente a la acequia del Guadalaviar y señalándola como la mas importante, sin embargo, por su magnitud la acequia del Cubo debió de ser construida, si no antes, en similares fechas que la Acequia del Guadalaviar.
1 Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales de la Universidad de Zaragoza. *Pertenece al Grupo Beagle y al Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón. Agradecemos al prof. José Carrasquer Zamora el habernos facilitado parte de la documentación utilizada y la lectura del artículo.
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Mapa 1: Las tres vegas en el entorno de la ciudad de Teruel.
La acequia del Cubo, inicialmente denominada acequia de la Gola, también acequia Dornos o Mayor de Dornos (Ornos, D’Ornos) nace en el azud de San Blas, también con denominaciones similares a la acequia. La primera cita que pone de manifiesto la existencia de esta acequia es con motivo de la intención de construir una hijuela de la misma, la acequia de Valdeavellano. Para ello ciudadanos de Teruel comienzan los preparativos para levantar un nuevo azud aguas arriba del río Guadalaviar y ganar altura, para construir una nueva acequia, ganar un salto para un molino y poder regar una nueva franja de tierra. Enterado el rey Jaime II intervino retrasando la realización de la obra (ACA, 1321; Gargallo, 2005, 432). La construcción del nuevo azud estará funcional años más tarde (ACA, 1325). El azud de San Blas Los primeros azudes estaban construidos con palos, estacas, ramas y sacos de tierra. Eran efímeros, se desvanecían con riadas o debido a las acciones de otras per-
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sonas a las que no les interesaba que se extrajese agua del río en un lugar determinado. En la vega Dornos las fuertes riadas eran frecuentes, no en vano se construyó el Arquillo, una presa de gran altura, edificada en un estrecho, pero abierta en su parte baja mediante un arco de sillería, para intentar controlar las grandes avenidas, objetivo que no siempre se conseguía sucediendo la ruina parcial del propio Arquillo y la consiguiente del resto de obras cercanas al cauce (Lázaro, Bujeda, Blanco, Martínez y Carrasquer, 2010, 72-74, 96-98). La lucha por el control del agua no cesa desde el primer momento que falta. Los Fueros y en concreto el de Teruel delimitaron los usos del agua y las condiciones, por lo que las autoridades tenían que mediar en los conflictos, o bien procurar que no llegasen a generarse los problemas (Muñoz, 2006, 397). Si bien entre los propios ciudadanos de Teruel se generarían disputas, también con otros habitantes de la misma Corona. El agua del río Guadalaviar era compartida entre los habitantes de Teruel y de Valencia por lo que las controversias podrían ser habituales. Sin embargo no lo han sido tantas a lo largo de la historia como podría pensarse. Habitualmente los posibles enfrentamientos eran suavizados por la concordia entre los pueblos debido a las relaciones de comercio y colaboración. Por otra parte las necesidades de riego en la parte alta eran pequeñas en comparación con las de las tierras bajas, de hecho históricamente han existido tensiones más fuertes entre Sagunto y Segorbe ya desde el siglo XIII (Giménez, 1922, 79-80) que entre turolenses y valencianos. Se encuentran ejemplos de la buena vecindad con los habitantes de las tierras bajas, avisando de posibles avenidas: 1464 […] En esti año en el mes de agosto fizo un gran fiblon de agua et travose en el puent del Vado, et embalsose el rio que plego a Sant Francisco et a la cequia Guadalaviar que nunca vidieron el rio salir tanto. Et la ciudat imbio a Valencia un correo por darle avis del aguaducho (López Rajadel, 1994, 271-272); o permitiendo realizar un proyecto de dudosos resultados desde el principio que se propuso, pero que por diversos motivos se intentó: el desagüe de la laguna de Tortajada hacia el río Alfambra, afluente del Guadalaviar, para paliar la sequía de las tierras hermanas (Morales, 2016). Pero en 1321 sucede un acontecimiento a destacar. Así como la mayoría de las presas que se levantaban el nivel del agua para las acequias del entorno de Teruel eran de menor entidad, en ese año, en Dornos se pretende doblar el volumen de agua extraído del río, mediante una nueva presa. Esta construcción goza de todos los problemas habituales en este tipo de obras, por una parte, el rechazo de parte de los habitantes, en este caso también de los alejados en la distancia y por otra parte la dificultad propia de la obra, de mayor complejidad que las abordadas hasta el momento. Enterados en Valencia reclaman la actuación del rey Jaime II ante la voluntad de los turolenses de levantar ese azud con la intención de embocar dos nuevas acequias por ambas márgenes del río Guadalaviar. El rey paralizará la obra (ACA, 1321). Hasta entonces se utilizaba un azud que permitía sacar aguas por la 85
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margen izquierda mediante una acequia denominada acequia de la Gola por estar situada en el comienzo de una garganta de peñascos. Primer azud de Dornos Respecto al lugar donde estuvo situada la primera presa ya existente en 1321, hay pocas evidencias físicas; es preciso considerar que estaba situada aguas debajo de las posteriores ubicaciones de las que sí existen evidencias irrefutables. El lugar a valorar es el enclave en el que a comienzos del siglo XX se construyó un azud para sacar las aguas por un canal, por la margen derecha, para el salto de la fábrica de Carburo de Calcio (UTM, X:654417, Y:4469133). En este enclave, por una parte perdura un rudimentario canal, en la margen izquierda, en parte picado en la roca. También es de notar que el arranque de la acequia del Cubo (después de caer el agua del molino que se construyó posteriormente en el mismo lugar), a 50 metros de distancia, coincide con la altura y dirección del canal indicado anteriormente (Fotografía 1). También existen evidencias documentales que avalan la idea de que el primer emplazamiento estaba en este lugar. Con motivo de los litigios por la ruina total del azud en su segunda ubicación en 1792, los defensores de los intereses de los dueños de los molinos del Cubo intentaron eludir los pagos de la construcción de un nuevo azud aduciendo que la Baronesa de Escriche ya había satisfecho la cantidad de dinero solicitada para arreglar el embocamiento de urgencia de la acequia del Cubo en su primer emplazamiento: […] 4º Que aunque por una Avenida del Río Guadalaviar acaecida en la noche del día diez de Julio de mil setecientos noventa y dos fue derruida enteramente la Presa o Azud antigua, por la que tomaba las Aguas dicha Acequia del Cubo, con la posible
Fotografía 1: Azud de San Blas tras las obras de la Confederación Hidrográfica del Júcar en 2017. Con una flecha se indica la posible embocadura de la acequia del Cubo en su trazado original y la misma acequia una vez pasado el molino Viejo de San Blas.
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brevedad se formó una Parada bajo el Molino de San Blas, mediante la cual se introdujeron las Aguas del Río en la Acequia del Cubo y con ellas estuvieron corrientes, usando de ellas el molino del Cubo y demás Fábricas en la forma que las usaron y usaban antes de destruirse la Presa y a consecuencia de las Juntas generales de dichas tres Acequias celebradas en los días quince y veinte y cinco de julio de aquel año en las que intervino el apoderado de mi parte como interesado y por las que se dio la comisión para la construcción de la nueva Presa o Azud, se formó esta que es la que hoy existe y por cuya obra se introducen las aguas, como en lo antiguo en la Acequia del Cubo y demás como es público y notorio constará (AHPZ, 1794, 82).
Los intereses de mayor relevancia para el mantenimiento del agua en esta acequia se fundamentaban en el entorno industrial que daría el topónimo a todo relacionado con él: la acequia del Cubo, el puente del Cubo, los Molinos del Cubo (Lárazo et al., 2010, 59). Éstos, situados en el entorno de la Villa Vieja (UTM, X:659504, Y:4468498) conseguían una potencia importante con una caída de agua de al menos siete metros, que también podía acumularse en dos o tres cubos progresivos para mover su gran noria de eje horizontal. Esta zona industrial estuvo activa durante 800 años, prácticamente hasta comienzos del siglo XX (Mapa 1). Desde los primeros molinos harineros o traperos, su diversidad industrial fue creciendo y diversificándose en función de las necesidades comerciales. Durante el siglo XVIII se documenta que funcionaban, al menos un molino harinero, dos batanes, fábrica de tejidos y de papel y un martinete de cobre, propiedad en esos años de la Sra. Martina Pueyo, que fue esposa del Barón de Escriche, D. Juan José Sánchez Muñoz (AHPZ, 1794). Estos molinos son citados en repetidas ocasiones en el diario de Juan Gaspar Sánchez Muñoz (Llabrés, 1895) y por López Polo (1965, 133) siendo su último uso conocido como herrería (Blasco, 1870, 102). El primer enclave en el que se situó el azud de Dornos tiene otra relevancia. Tal como se ha indicado anteriormente, habría sido el lugar donde se comenzó a construir a partir de 1903 por la empresa Torroja y Estevill, el denominado azud del Carburo (Lázaro et al., 2010, 60-61). La empresa que posteriormente se denominó Electro-Química Turolense y luego Carburos de Teruel S. A., ha sido durante gran parte del siglo XX, referente industrial de la ciudad, formando parte del acervo cultural turolenses, al menos, hasta ser absorbida por las grandes industrias eléctricas. El azud de Carburos, inicialmente azud de Dornos en su primer emplazamiento, fue derruido parcialmente por la Confederación Hidrográfica del Júcar en el año 2017, manteniendo la estructura de compuertas en la orilla derecha del río. Segundo emplazamiento En 1325, con el permiso del rey Jaime II, el azud estaba activo en su segundo emplazamiento (Fotografía 2) (UTM, X:654355, Y:4469137).
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Fotografía 2: El lugar y altura de la presa en su segundo emplazamiento coincidiría con el canal situado encima del arco menor de la fotografía, en la actualidad es el arranque de la acequia de la Guea.
El documento citado anteriormente (ACA, 1321), dice que el nuevo azud (es decir, la segunda ubicación) se estaba preparando en la Foç de Dornos, en los primeros estrechamientos antes de que el cauce río se encajase entre las rocas calizas existentes aguas arriba. Este azud se levantará entre 1321 y 1325 y estaría situado en las primeras peñas antes de abrirse la huerta, es decir en el lugar ocupado hoy por el Puente de San Blas de la carretera de Teruel a Toril y Masegoso (Comarcal A-1513). De este nuevo azud saldría por la derecha la acequia de la Guea en su actual trazado y por la izquierda la acequia del Cubo que en el Molino Viejo se separará en la acequia de Valdeavellano y la del Cubo. La edificación del Molino habría que datarla en fechas próximas a la construcción de este azud (Mapa 2). Este emplazamiento de la presa será el de mayor duración, pero con abundantes accidentes debidos a las avenidas de agua que incluso derruían el Arquillo, construido con el fin de frenarlas. En 1582 (AHPT, 1582, 180-181) los maestros de obra de cantería maese Juan de Lezcano y maese Jaime Violante, son los encargados de reparar la obra del azud, encargado por los herederos de las acequias de Valdeavellano y la Guea. 88
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Mapa 2: Las tres vegas en el entorno de la ciudad de Teruel. Mapa 2A, vega Dornos regada con el azud en el primer enclave. Mapa 2B, vega regada con el azud en el segundo enclave y siguientes.
En 1584 los herederos y terratenientes tienen que vender unos terrenos para pagar el arreglo del azud: […] todos los dichos herederos atendientes y considerantes que las dichas acequias para reedificar y acabar de pagar lo que tienen obligación del azud nuevo que han hecho en el río de Guadalaviar encima San Blas para que entre agua en todas las dichas tres acequias para que los dichos herederos terratenientes puedan regar sus heredades y puedan moler los molinos harineros tengan necesidad de algunas formas y cantidades de dineros y no hallen mejor […] (AHPT, 1584, 18-18v.).
En 1720 la ruina del azud fue importante y se realizaron obras de emergencia para reparar la entrada directa por la embocadura de la acequia del cubo por el azud más antiguo: […] de la parte de don Jerónimo Dolz y consortes y constándole por esta que las otras partes tienen actualmente agua corriente y continua en la acequia del Cubo para regar sus heredamientos y que la tendrán en adelante por providencia interina y sin valerse del referido azud, si por otra parte inferior a áquel y al contrario que las acequias de la Guea, mi parte y la de Valdeavellano, no tienen, ni tendrán agua en aquellas para regar sus heredamientos y huertas que primero no se construya y reedifique el expresado azud, […] (AHPZ, 1720, 84).
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Estas actuaciones resolvían el problema de regadío para la mayor parte de herederos, es decir los de la acequia del Cubo incluido su molino, mientras que los regantes de Valdevallano, el Molino de San Blas y los regantes de la Guea permanecían sin agua durante meses o años, lo que ocasionaba los permanentes pleitos (mapa 2). De la importancia de la presa y de la gravedad de los accidentes da testigo el siguiente texto consecuencia de los litigios por su reparación entre 1720 y 1722: […] dicho maestro después de saber formado su almendrón, ponga sobre él, su enlosado de buena piedra firme y permanente, el que ha de ser de piedra labrada, bien ajustada en todas sus juntas, que no sea cada una de las juntas poco más de un canto de real de a ocho, para que las aguas no vengan lugar de entrar, a hacer algún daño por dentro y por la parte de la fuerza quede bien amacizado, con lechadas de cal delgada. Lo mismo se capitula que el enlosado ha de estar labrado a montea de arco dándole baibel y tirantez según pide el arte en todas sus hiladas, llevando aquella, correspondencia de su corriente que piden las dos rehaldas así de la parte de la entrada del agua como de la salida, dejándoles su lomera de un palmo o medio más según pareciere al tiempo de la ejecución, y que todo el enlosado se deba levantar, menos la hilada de la caída, que a este se le ha de hacer soslape, con la tirantez que pide, a falsa regla, haciendo el soslape la tercera parte del ancho de la piedra, vaciándole la tercera parte del grueso lo cual se debe excusar en las dos primeras hiladas, donde se sienta la lomera, la cual ha de formar, triángulo escaleno, embetunando todas las juntas, de la cara del enlosado, con betún de aceite al tiempo de poner las piedras para que quede unido e incorporado con dichas piedras y que las juntas se han de amacizar con cal cernida, para que queden bien amacizadas, el cual enlosado, ha de quedar con toda igualdad, sin que de una piedra a otra haya la menor imperfección y que las piedras del enlosado han de ser de cinco palmos de largo, cuatro de ancho y tres de grueso. Lo mismo se capitula que dicho maestro tenga obligación de hacer una rehalda de madera que se ha de extender hasta treinta palmos por la entrada del agua con el vertiente correspondiente al enlosado, poniendo las vigas que fueren necesarias, de largo y cruzado de modo que las cajas no excedan de cinco palmos en cuadro, bien estacadas dichas bigas y que en cada caja se ponga cuatro marranos bien macizadas de piedra seca y que por delante además de la primera viga se ha de poner una hilada de marranos a maza juntos y todo lo largo que permitiere el terreno y que las vigas de cruzado hayan de estar encajadas, en la peña por un lado, y por el otro por no alcanzar la peña ha de salir una piedra o piedras de la dicha azud, que busquen el grueso de la viga para que en ellas se haga un empalme a cola de milano, para su seguridad y trabazón […] (AHPZ, 1720, 108-108v).
La obra se concedió en subasta pública: […] Luego pareció ante dichos nombrados José Orrios mayor, albañil y dijo que mejorando la mencionada postura hecha por el dicho Pedro Novella ejecutaría dicha
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obra según la capitulación por mil y doscientas libras valencianas, con los extras correspondientes que son diez y seis libras trece sueldos y ocho dineros de la misma moneda y que ésta, baja la afianzaba con José Orrios Menor y Miguel de Oria vecinos de esta ciudad presentes que así lo otorgaron cuya mejora y postura fue admitida y mandaron a Jorge Cadenas la hiciese notoria y arribase el pregón, […] (AHPZ, 1720, 111).
Tercera ubicación El azud, en esta ubicación será de similar entidad que el anterior y con una envergadura también considerable. Asimismo fue necesario hacer un tramo más de acequia picado en piedra en la margen izquierda, ya que este emplazamiento estaba situado aguas arriba del segundo, aproximadamente a setenta metros (fotografía 3). La presencia de la denominada Caseta del Moro y la evidencia de la construcción del azud debido a los anclajes picados en la roca en este enclave (UTM, X:654242, Y:4469150), indican que este sería el lugar (Fotografía 4) donde se edificó el tercer azud de San Blas a partir de 1792, estando en uso hasta 1860 que nuevamente debido a una gran avenida quedó en ruina total: […] constándole que la antigua se arruinó enteramente no quedando ni aún los cimientos […] (AHPZ, 1794, 27).
Fotografía 3: Tercer enclave donde estuvo situado el azud.
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Fotografía 4: Cuarto enclave donde estuvo situado el azud.
Los pleitos consecuentes a su nueva construcción indican los elementos de los que constaba: […] Primeramente una presa o azud sita en el río Guadalaviar en la segunda hoz de peñas río arriba existente antes de llegar a la huerta de San Blas, […]. Segundo una casa de templador de agua con todos los maneficios inherentes a ella, sita en dicho sitio, […]. Tercero, la acequia llamada del Cubo desde la referida presa hasta que se incorpora con el río llamado Alfambra […] después de dar agua al molino de San Blas, […] antes de llegar al camino de Zaragoza, despide una hijuela por bajo de él con la que se riegan, toda la partida de los Parrales al uno y otro lado del río Alfambra, atravesándolo por un canal de madera. Cuarto, la acequia de Valdeavellano con todas sus hijuelas […], hasta que desagua en la del Cubo, […]. Quinto, la acequia llamada de la Guea, desde el canal por donde toma las aguas, hasta su fin […] pasando por sobre la acequia de Guadalaviar […] (AHPZ, 1794, 4v).
Se desea destacar la construcción de la casa del templador de aguas, sin duda, estructura diseñada para garantizar la extracción del agua por la acequia solamente cuando fuese permitido. Por este motivo, es posible, que los usuarios de la acequia del Cubo, mantuviesen activa la entrada a la acequia del Cubo por el antiguo azud, dado que de prohibirse la entrada de agua por el nuevo emplazamiento las tres acequias quedarían sin agua; procurarían de esta manera que la acequia Dornos continuara con sus derechos previos. Es decir que independientemente de las ave92
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rías o ruinas de las presas en su segunda o tercera ubicación, la primera estaba o podía estar en uso, en razón de las circunstancias garantizando el agua a la acequia del Cubo y su molino: […] Que aunque la presa nueva levantaba las aguas que comunicaba a las acequias de la Guea y de Valdeavellano, que están en la parte superior, no las comunicaba a la del Cubo, a causa de que la misma extraordinaria avenida, cortó su canal de comunicación con la presa [antigua], por lo que las aguas que recibía ésta, se restituían al río, antes de introducirse en dicha acequia, que las recibía por la provisional construida en el brocal de la misma, o en la parte inferior de la cortadura que este canal de comunicación entre la acequia del Cubo y la presa [antigua] fue reparado y en mucha parte, abierto de nuevo, cuando ya estaba construida la presa; […] (AHPZ, 1794, 154v-155).
Cuarta ubicación El azud de San Blas, que a día de hoy es funcional, se sitúa en las coordenadas, UTM, X: 653937.57. Y: 4469353.99, (fotografía 4) es también denominada como presa del Sargal y del Balsón pequeño. Tiene una casa de templador de aguas, de menor entidad. El emplazamiento actual de este azud y por lo tanto su última modificación de lugar fue aprobado el 17 de octubre de 1861 por el Sr. Corvera, Director General de Obras Públicas del Ministerio de Fomento (Gaceta de Madrid, 1861) como consecuencia de la destrucción por una avenida del río Guadalaviar en diciembre de 1860 de la anterior presa. Conclusiones De lo dicho anteriormente se deduce la importancia de las acequias que desde la fundación de Teruel se han suministrado agua del azud de San Blas, y por lo tanto del propio azud. Que se tiene una descripción documentada de la situación del azud a lo largo de los 800 años de existencia. Que su primera ubicación, con mucha probabilidad, coincidente con el azud que a comienzos del siglo XX se construya por la empresa Torroja y Estevill para suministrar agua para la fabricación de electricidad en la Fábrica de Carburo de calcio, tiene el valor histórico sumado, dado que debió permanecer en uso a lo largo de los siglos, independiente de las nuevas construcciones. Que serían deseables se realizaran estudios arqueológicos que permitiesen asegurar con certeza la ubicación del primer azud de San Blas y darle la importancia que merece al enclave geográfico. Referencias bibliográficas ACA (1321). Archivo de la Corona de Aragón, ES.08019.ACA/1.1.1.1.5, Cancillería, Registros, núm.173. 93
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LA ARQUITECTURA POPULAR DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN Antonio Almagro1 La arquitectura constituye una de las formas de expresión de la cultura de una sociedad en la que se sintetizan muchas otras realidades como las condiciones del territorio, el clima, las bases de su economía, los hábitos sociales y otros varios. La arquitectura popular, es decir, aquella no condicionada por modelos culturales foráneos es la que mejor expresa las realidades básicas de un grupo humano determinado y nos muestra de manera más evidente sus características económicas y de convivencia. Hoy en día los cambios sociales, la llegada de materiales de producción industrial y la pretensión de imitar la vida y los modelos de las grandes ciudades ha provocada una profunda transformación en la arquitectura y el urbanismo de los pueblos serranos. Ello hace que resulte muy difícil encontrar en ellos casas tradicionales conservadas en su integridad, por lo que si queremos conocer la forma genuina de la arquitectura tradicional hemos de buscarla en muchos casos en construcciones abandonadas, sobre todo en las masadas aisladas que constituyeron en otros tiempos una forma de hábitat característica, hoy prácticamente en desuso. Sin duda el excesivo olvido y hasta a veces desprecio de muchas soluciones tradicionales que ha caracterizado esta transformación resulta excesivamente negativo, no sólo por la alteración de la imagen que ha producido en nuestros pueblos, que han perdido gran parte de su personalidad, sino porque su validez como formas de aprovechamiento inteligente de los recursos de la naturaleza forma parte de ese correcto uso de nuestro planeta que cada día se viene reclamando con mayor insistencia. El clima y los materiales de construcción de más fácil disponibilidad como condicionantes externos y las costumbres y forma de vida como internos, son los configuradores de las formas arquitectónicas de la Sierra. Los materiales de construcción que se utilizan son los que proporciona el terreno y entre ellos destaca principalmente la piedra. Las calizas del Jurásico y Cretácico, rocas muy abundantes en el país, o las areniscas rojas del Triásico, se utilizan según las áreas. La técnica de colocación en los muros suele ser la mampostería, hecha con piedras irregulares, sin labra. En algunas ocasiones se utilizan sillares labrados en esquinas y recercados de huecos, aunque solo en los edificios de más calidad. Las piedras se asientan con mortero de cal o a veces con yeso y se rejuntan los intersticios entre piedras hasta
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recubrir parte del frente de estas y formar una superficie sin rehundidos ni resaltes que evita la penetración del agua a través de las juntas. Las piedras calizas suelen tener coloración blancuzca o gris, que merced a la acción de la intemperie va tomando tonos ocres, al igual que los morteros. Cuando se emplea la piedra roja de rodeno, las fábricas adquieren un colorido más fuerte que destaca sobre todo al mezclarse paños de mampostería de caliza con elementos de sillería de rodeno, alternancia que se utiliza con mucha frecuencia. Otro material característico de la construcción en la Sierra es el yeso. Abundante también en amplias zonas de la región, la facilidad de su fabricación y sus apreciables propiedades lo han convertido en característico de muchos lugares y especialmente de la ciudad de Albarracín. Se emplea no solo en enlucidos interiores sino en elementos estructurales, muros, bóvedas y como material de agarre de mamposterías y fabricas de ladrillo. Su aplicación en fábricas mixtas con madera recoge sin duda tradiciones de época islámica y puede verse utilizado especialmente en las casas más modestas, al facilitar los procesos de autoconstrucción por su facilidad de obtención y elaboración con recursos muy limitados. También suele ser habitual su uso en la formación de pavimentos, sobre todo en los pisos altos. Las paredes interiores están siempre enlucidas con yeso que luego se pinta con cal. La madera es otro material también muy utilizado dada la abundancia con que se halla en toda la serranía. Destaca su uso abundante y generoso, con grandes escuadrías poco corrientes en otras zonas en que la madera debe traerse de lejos. Aparte de su empleo en elementos estructurales de forjados y muros, se utiliza en carpinterías de puertas y ventanas, en galerías y balcones, y en los aleros, algunos profusamente decorados, constituyendo todo ello expresiones de una de las genuinas tradiciones artesanas del país. Como elemento estructural se usa en los dinteles de puertas y ventanas, salvo que estos sean de cantaría. Pero especialmente la encontramos utilizada en los forjados de pisos y en las estructuras de las cubiertas. Las vigas suelen ser piezas de labra irregular, trabajadas con hacha y azuela y extraídas del tronco de un pino, del que suele obtenerse una sola viga que aprovecha el corazón del árbol. Los forjados de los pisos están formados habitualmente por vigas con escotaduras laterales en las que se apoyan los revoltones o bovedillas que suelen hacerse con yeso vertido directamente sobre un molde que produce la forma de aquéllos. Las cubiertas se forman con vigas y correas que soportan la tablazón sobre la que se coloca la teja, generalmente apoyada sobre un lecho de barro. Las vigas apoyan en muros y pilares, recurriéndose muy raramente al uso de cerchas u otras estructuras complejas. Las ventanas se suelen proteger con rejas de hierro forjado, otro material que se obtiene de los recursos naturales que posee el país. En ocasiones presentan bellos diseños y son fruto de una tradición artesanal muy difundida en toda la Sierra.
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El ladrillo y los elementos cerámicos son escasamente utilizados, salvo las tejas para las cubiertas de los tejados. Sólo a partir del siglo XVIII se extiende la construcción de aleros formados por filas alternadas, en vuelos sucesivos, de tejas y ladrillos, aunque siguió prevaleciendo el uso de aleros de madera. Salvo en escasísimos elementos estructurales, el ladrillo apenas se utiliza en la arquitectura de la Sierra. En los suelos se emplean, a veces, baldosas cerámicas, pero más corriente es que sean de yeso bruñido. El clima frío y duro de estas sierras condiciona las soluciones adoptadas en la arquitectura. Los huecos son escasos y de tamaño reducido, siempre más pequeños los que dan al norte. En las fachadas al mediodía, en las que se sitúa la puerta cuando es posible, se disponen balcones o galerías para aprovechar los días soleados del invierno. Muros y tejados reducen al mínimo su número y superficie para conservar el calor, dando lugar a volúmenes simples de superficie exterior mínima. Aunque la pluviometría no es demasiado elevada, en las partes más altas de la sierra nieva en invierno con frecuencia. Pese a ello, los tejados no tienen pendientes pronunciadas pues la abundancia de madera permite construir estructuras de cubierta suficientemente robustas para aguantar el peso de la nieve que en ellos se acumula. El necesario acceso de las caballerías a la casa, los almacenes para aperos y los graneros para guardar los productos de la cosecha son condicionantes de la arquitectura de la vivienda. Las casas poseen un zaguán o vestíbulo de dimensiones generosas, especialmente en las situadas en el campo y las de los pueblos habitadas por agricultores y ganaderos. Al mismo se accede por una puerta en la que suele ser habitual que se cierre con una carpintería de dos hojas horizontales que permiten tener abierta la parte superior para que entre la luz y el aire y cerrada la inferior con el fin de que no pasen los animales al interior de la casa. A través del zaguán se accede a la cocina, a las cuadras, a algún cuarto de almacén de aperos y de productos de la cosecha y generalmente a la escalera de subida al piso o pisos superiores. La cocina es la habitación principal, en donde se desarrolla la vida cotidiana en torno a la lumbre, cuya chimenea se utiliza con frecuencia para calentar otras habitaciones de los pisos altos. El hogar esta formado por un fuego bajo y amplia campana de humos (Fig. 1). Para la sujeción de calderos en el fuego, se colocaban las llares, que eran cadenas colgadas de la chimenea o de una estructura exenta de hierro. Terminaban en un gancho a veces adornado. En la cocina suele haber alacenas, unas veces con puertas y otras simplemente con estantes de fábrica, y tinajeros para colocar los recipientes de agua u otros líquidos (Fig. 2). Para mejorar las condiciones térmicas de la vivienda las cuadras de las caballerías se ubicaban dentro de la casa lo que permitía aprovechar el calor que desprenden los animales. La escalera, que normalmente arranca del zaguán, da acceso al piso superior. En éste se disponen los dormitorios que suelen estar formados por ha-
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Figura 1. Hogar y horno de la masada de El Torrejón cerca de Orihuela del Tremedal (la vivienda ocupa una antigua ermita).
bitaciones con una o dos alcobas. En las primeras se sitúan las arcas y armarios y las palanganas o lebrillos para el aseo. Las alcobas son cuartos secundarios comunicados con las habitaciones por medio de amplios huecos que rara vez se cierran con puertas y en las que suele haber solamente sitio para la cama. La cambra o espacio bajo la cubierta se utiliza como granero y para guardar productos agrícolas pero además tiene también la función de aislar la zona habitada protegiéndola del frío. Las casas carecían antiguamente de retrete, utilizándose para tal fin la cuadra. En los pueblos serranos encontramos grandes casonas o casas solariegas que pertenecieron a familias dedicadas a la ganadería, propietarias de grandes rebaños, y otra arquitectura más modesta, que corresponde de todos modos a esquemas parecidos, aunque planteados con más sencillez. Las grandes casonas de los pueblos suelen tener planta cuadrada o rectangular muy regular. Están construidas con buena mampostería y elementos de sillería en esquinas y portadas. Destacan en sus exteriores soberbios trabajos de forja en rejas y balcones y las carpinterías de huecos y aleros, éstos últimos generalmente decorados en canes y sofitos. Interiormente se distribuyen de acuerdo con el esquema de las demás casas de la sierra, pero con mayor amplitud. Tras la portada hay siempre un zaguán del que arranca la escalera. Por él se tiene acceso a las caballerizas y a otras habitaciones de planta baja destinadas a almacenes y cuartos de aperos. 102
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Figura 2. Alhacenas en la cocina de la masada de Roclos.
Además de estas grandes casonas, hay otras de menor tamaño pero que poseen también elementos interesantes como portalones, rejas y aleros. Las casas más notables se encuentran sobre todo en Jabaloyas, Terriente, Villar del Cobo, Orihuela del Tremadal y Ródenas, lugar éste último en donde el uso de la piedra roja de rodeno permite la labra de grandes elementos de sillería y da a los edificios un carácter especial. El resto de las viviendas de la sierra sigue con más modestia los mismos esquemas ya mencionados. Como término medio, las casas normales tienen entre 150 y 300 m² contando cuadras y graneros. La ocupación agrícola y sobre todo ganadera que predominó hasta no hace mucho entre las gentes de la Sierra determinó igualmente el carácter de la arquitectura de otras construcciones fuera de la vivienda. De entre éstas merecen destacarse las parideras o edificios para guardar las ovejas, base fundamental, durante mucho tiempo, de la economía de la comarca. Abundan tanto dentro de los pueblos como por el campo y podemos encontrarlas aprovechando cuevas y abrigos de las rocas o edificadas con muros y tejados. Suelen estar acompañadas por un cercado o corral utilizado sobre todo en período estival. Las parideras aisladas en el monte tienen una estampa característica: muros de mampostería, de escasísima altura, y tejado de teja a un agua que sigue la misma pendiente del terreno, por lo que estas edificaciones apenas sobresalen más de dos metros sobre el suelo. En conjunto presentan un gran mimetismo, integrándose totalmente en el paisaje (Fig. 3). 103
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Figura 3. Parideras junto a la rambla de Monterde.
Otras construcciones menores también abundantes en los pueblos son los pajares. Suelen situarse en las zonas externas de las poblaciones, generalmente unidos a las eras, formadas por plataformas planas, muchas veces de forma circular, que servían para trillar los cereales haciendo pasar sobre la parva tablas provistas de cuchillas que cortaban la paja y desmenuzaban las espigas. Se sitúan en lugares altos en los que corre el aire que permitía aventar, es decir, separar la paja del grano al hacer que el aire se llevara aquella mientras éste caía al suelo por su mayor densidad. Los pajares suelen tener forma rectangular con cubierta a un agua. Uno de sus muros da frente a la era y presenta una puerta o hueco por el que se introduce la paja. Como la era se sitúa en la parte más alta de una pendiente, el pajar, como vimos en las parideras, sigue con su cubierta la forma del terreno de modo que en la parte inferior presenta similar altura. Una puerta en esa zona permite sacar la paja sin mayor esfuerzo. Edificios menos corrientes, pero que también encontramos en las inmediaciones de los pueblos son los palomares. Suelen encontrarse aislados con forma de torre cuadrada con tejados en una sola dirección, escalonados para dejar aberturas por las que puedan entrar las palomas. El hábitat disperso que en otros tiempos hubo por la Sierra, hoy ya casi desaparecido, estaba integrado por masadas o propiedades diseminadas por el territorio en las que habitaba una familia dedicada principalmente al pastoreo, pero también
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al cultivo de los campos inmediatos. Cada masada cuenta al menos con una casa, además de las parideras, gorrineras y otras construcciones auxiliares que están siempre fuera de la casa, a veces incluso algo apartadas. Dado su alejamiento de los pueblos, en las viviendas hay siempre un horno para cocer el pan que suele construirse de forma circular como un elemento prominente hacia el exterior (Figs. 1 y 4), aunque con acceso desde la cocina. Las casas de las masadas suelen situarse en lugares estratégicos del territorio, con posición dominante que permite su control visual, cerca de manantiales y de zonas cultivables para obtener alimentos de prime-
Figura 4. Plantas de la masada de Roclos en el término de Albarracín.
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Figura 5. Vista de la masada de Roclos.
ra necesidad (Fig. 5). Como las masadas suelen ser propiedades privadas en medio de terrenos comunales no es raro que las casas se sitúen cerca de sus lindes, con el fin de aprovechar tanto los recursos propios como los de uso público. En los pueblos el horno suele ser una instalación de uso comunitario. Están situados en edificios sencillos, de una sola planta y sin apenas apariencia externa que los distinga. Generalmente carecen de huecos, salvo la puerta por la que entran personas y suministros, sobre todo la leña. Cuentan con una amplia sala con su mesa para obrar y en el extremo más alejado del acceso se sitúa propiamente el horno, espacio de planta circular, cubierto con una bóveda esférica rebajada, construida generalmente con piedra arenisca de rodeno para que resista las altas temperaturas. Su suelo se sitúa a un metro de altura aproximadamente respecto del de la sala y suele estar formado por losas de la misma piedra. En su interior se prende la leña hasta que alcanza la temperatura adecuada, momento en el que se apartan las brasas hacia un lado y se empiezan a introducir los panes u otras viandas para su cocción. Por su boca sale el humo que es conducido al exterior a través de una chimenea situada justo encima de aquélla. Entre las construcciones de uso industrial sólo han pervivido hasta hoy algunos molinos, todos ya en desuso, pero que aún pueden ser visitados (Fig. 6). Herrerías, martinetes y batanes que en otros tiempos abundaron en la Sierra hoy han desaparecido o sus edificios se han visto totalmente transformadas. Todas estas construcciones se situaban junto al cauce de los ríos para aprovechar su fuerza motriz. Los molinos son del tipo de cubo, o pozo vertical que recibe el agua por la parte superior y la lanza por un estrecho conducto situado en su base contra el rodezno o rueda de álabes dispuesta horizontalmente en un espacio ubicado a la cota más
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Figura 6. Molino de Abajo cerca de Moscardón. El volumen de la izquierda corresponde al cubo del agua.
baja posible, de modo que permita la salida del agua. De este modo, al mantenerse el cubo siempre lleno se garantiza que la fuerza que el líquido trasmite a la rueda sea constante. El rodezno se suele situar en un espacio abovedado por debajo del suelo de la sala de trabajo del molino, en donde se colocan en posición horizontal las muelas o ruedas de piedra, una fija y otra que gira solidaria con el eje vertical de la rueda de álabes. El cubo está siempre alojado en una gran masa de fábrica para soportar la presión del agua. Ésta llega desde el río por una acequia hasta una balsa que hace de regulador del caudal, pasando seguidamente al pozo vertical, para salir, tras hacer girar el rodezno, a otro canal que la devuelve al río o a otra acequia para ser reutilizada (Fig. 7). La sala de molienda suele formar parte de una edificación que comprende también una vivienda y cuadras para las caballerías que trasportaban el grano y la harina. De estas edificaciones cabe citar el molino de San Pedro en el río Cabriel, junto a El Vallecillo, el molino de Abajo del río Molinares cerca de Moscardón, el de las Pisadas en el río de la Fuente del Berro, entre Frías y Calomarde, el de Barrancondo en el río Guadalaviar, cerca de Tramacastilla, y los del Rey y del Gato en este mismo río, en Albarracín.
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Figura 7. Planta del molino de Abajo cerca de Moscardón.
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LAS JORNADAS DE PATRIMONIO INMATERIAL Y EL PROYECTO DE RECUPERACIÓN Y PROMOCIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN Víctor Manuel Lacambra Gambau1 Con el paso de las semanas y los meses la sensación de vacío se vuelve inmensa. Ha habido momentos en que he imaginado a Juan Manuel sobre las lomas y los barrancos de la Sierra de Albarracín con la cámara de fotos y pensando en la próxima publicación del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL). Reconozco que echo de menos su conversación, su atinada visión de las acciones a desarrollar en la Sierra de Albarracín y la inteligencia de un hombre curtido en las relaciones personales. La colaboración, de unos pocos años, que tuve la fortuna de disfrutar se concretó en la organización y coordinación de la Jornada de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín y la consiguiente publicación de las actas. Durante este período, siempre se mantuvo en una coherencia que en algunas ocasiones, puedo confesar que me costaba entender. Ahora, pasado el tiempo, he llegado a comprender que los objetivos se logran con el adecuado equilibrio entre tenacidad, criterios claros y palabras precisas. La primera Jornada de Patrimonio Inmaterial fue una apuesta personal de Juan Manuel y Eloy Cutanda en el año 2009. Ambos conocedores de la idiosincrasia de la Sierra de Albarracín y la necesidad de abordar desde un punto de vista multidisciplinar y sistemático, el rico y variado patrimonio inmaterial de la Comarca de la Sierra de Albarracín al que desde el año 2004 estaban dedicando sus esfuerzos junto a un excelente plantel de investigadores en el seno del CECAL. Esta primera Jornada de Patrimonio Inmaterial tuvo lugar un frío y nublado sábado 12 de diciembre, en la localidad de Bezas. Fue un éxito de asistencia y participación. Las ponencias tejieron una original aproximación para generar un proyecto único, en aquellos años en la provincia de Teruel y, en numerosos territorios próximos. Esta primera aproximación al Patrimonio Inmaterial en la Sierra de Albarracín supuso la presentación de un ambicioso proyecto creado para supervivir en el tiempo por Eloy Cutanda. Cierto es que la coyuntura económica no era la más favorable para abordar un proyecto muy intensivo en recursos y con previsiones económicas elevadas sin el apoyo de varias administraciones públicas. Si bien, en 1 Doctor en Sociología por la Universidad de Zaragoza.
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aquel momento no fue posible, la necesidad de generar un espacio de debate colaborativo dio sus frutos con la creación de un portal web (https://pcisa.wordpress.com) y unos vínculos intensos entre investigadores interesados en las temáticas de la primera jornadas y las siguientes, que tuvieron lugar en Bezas y, posteriormente en Albarracín. Dos meses antes habían tenido lugar en Teruel, las Jornadas sobre protección del Patrimonio Inmaterial, organizadas por el Instituto del Patrimonio Cultural de España con gran participación, tanto de técnicos gestores de las Comunidades Autónomas, de la Administración del Estado, museos, como de especialistas pertenecientes a universidades y otras instituciones. Fruto de estas Jornadas se editó el Manifiesto de Apoyo al Patrimonio Inmaterial y, posteriormente, en el año 2011 fue aprobado el Plan Nacional de la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, entendiendo por salvaguarda las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del Patrimonio Cultural Inmaterial, comprendidas las acciones de identificación, documentación, investigación, preservación, protección, promoción, valorización, transmisión y revitalización2. Con la Jornada celebrada en Bezas, el CECAL y la Comarca de la Sierra de Albarracín lograban concitar el interés de numerosas representantes de asociaciones culturales para seguir trabajando, en algo tan querido por Juan Manuel como el Patrimonio Cultural Inmaterial. El interés en la sistematización de contenidos y la calidad de los trabajos propuestos tuvo como consecuencia la continuidad de las jornadas en años sucesivos con la pausa necesaria para asegurar la calidad de los contenidos, antes que la cantidad desmesurada y desproporcionada de materiales fuera en detrimento del producto final. Los logros alcanzados en estos últimos años, si bien, no alcanzan el ambicioso proyecto diseñado proyectado en su origen, ha ido teniendo una adecuada progresión en algunos aspectos planteados con anterioridad. Veamos algunos ejemplos concretos. La Sierra de Albarracín en cuatro tiempos ha sido uno de los trabajos emblemáticos realizados en los últimos años. La colaboración entre el Instituto Lobetano de Albarracín, la Residencia de Mayores del I.A.S.S. y el CECAL posibilitó la publicación de un magnífico libro en el que los alumnos y alumnas del Instituto descubrieron los saberes de las personas mayores de la Sierra de Albarracín de primera mano. De igual forma, la colaboración entre la Escuela de Adultos y el CECAL posibilitó la publicación de un trabajo realizado por los alumnos y alumnas de Torres de Albarracín en torno al patrimonio inmaterial de la localidad. 2 Ministerio de Cultura de España, 2010, La salvaguarda del patrimonio inmaterial: conclusiones de las Jornadas sobre protección del Patrimonio Inmaterial (Teruel, 2009), Madrid: MCU, en [http://www.calameo.com/read/000075335ed04703734b7].
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Fig. 1. Noticia de Diario de Teruel con la crónica de la 1.ª Jornada de PCI.
Las fuentes de la Sierra de Albarracín, investigación liderada y coordinada por Raúl Ibáñez Hervás, realizada durante los años 2014-16, supuso el análisis e investigación de más 1.200 fuentes en los municipios de la comarca de la Sierra de Albarracín que contó con la colaboración de numerosas personas y entidades vinculadas al Gobierno de Aragón; Servicio Provincial de Medio Ambiente y Servicio Provincial de Sanidad, el Campus de Teruel de la Universidad de Zaragoza y la Comarca de la Sierra de Albarracín, entre otras entidades. La labor de Juan Manuel respecto al Patrimonio Inmaterial no sólo se reduce a las Jornadas de Patrimonio Inmaterial. El amplio conocimiento del territorio de la Comunidad de Albarracín le llevó a perfilar lo que podríamos denominar la historiografía del paisaje y del territorio. La aplicación de sus estudios a los conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza se ve reflejada en un amplísimo catálogo de artículos publicados en la Revista Rehalda, entre otras publicaciones3. Otro de los
3 El Vallecillo, Rehalda, Nº 2, 2005, pp. 61-65; La Hoyalda, Rehalda, nº 2, 2005, pp. 31-38; Paisajes de nuestra sierra: el Caimodorro, con Jaime Lahoz Vicario, Rehalda, nº 9, 2003, pp. 63-68; La Comunidad de Albarracín a través de la historia de sus pueblos: Terriente, entre el sabor medieval de su conjunto ur-
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trabajos inéditos es la realizada precisamente por Juan Manuel Berges Sánchez en relación al inventario y documentación de todos los elementos materiales e inmateriales usados por los pastores de la Sierra de Albarracín a lo largo de la historia reciente, la denominada “Cultura de la piedra”. Este trabajo, supone uno de los hitos más interesantes en relación al patrimonio inmaterial puesto que recoge algunos de las consideraciones fundamentales del mismo y albergaba un proyecto de mayor trascendencia; con la interpretación de rutas elaboradas anteriormente y la incorporación de leyendas, cuentos, tradiciones y detalles de la tradición oral de los propios habitantes de la Sierra de Albarracín. En este sentido, en la Jornada de Patrimonio Cultural Inmaterial celebrada en diciembre de 2016, se homenajeó a una de las personas relevantes en la tradición del aprovechamiento de la miel y de la composición del paisaje serrano. Juan Tarín Gómez realizó una escapada desde su casa en Bezas en compañía de su hija para asistir a la Jornada. La entrega de un plato de cerámica conmemorativo y las bellas palabras de Juan Manuel Berges pusieron el broche de oro a una Jornada entrañable4. La colaboración de las asociaciones culturales en las Jornadas de Patrimonio Cultural inmaterial ha sido otro de los baluartes fundamentales de su afianzamiento desde el año 2009. Las asociaciones han tenido un papel fundamental a la hora de plantear hipótesis de trabajo o el propio desarrollo de acciones y actividades vinculadas a la recuperación del PCI. La edición de revistas, la recuperación del propio patrimonio inmaterial, caso de Jabaloyas con el Museo Jabaloyano de la Palabra, el Museo de la Trashumancia de Guadalaviar, la Asociación Cultural El Solanar de Gea de Albarracín, la Asociación Cultural Amigos de la Radio de Gea de Albarracín, la Asociación Cultural El Borrocal de Bronchales, la Asociación Cultural La Falaguera de Orihuela del Tremedal, la Asociación Cultural Río Blanco de Guadalaviar, la Asocia-
bano y la nostalgia del esplendor de su industria textil, Rehalda nº 14, 2011, pp. 53-76; Por el corazón de la Sierra de Albarracín. El Valle Cabriel, Rehalda, nº 15, 2011, pp. 51-67; Griegos: tocando el cielo. Rehalda, nº 17, 2012, pp. 33-50; Ruta cultural por la población de Moscardón, puerta de entrada al más desconocido paisaje de la Sierra de Albarracín, Turolenses, nº 2, 2014, pp. 49-53; De enjambres y abejas. Arquitectura popular en la comarca de la Sierra de Albarracín: los colmenares, Rehalda, nº 20, pp. 149-180; Valdecuenca. Entre sabinares y trincheras, Rehalda, nº 22, 2015, pp. 39-64; Paisajes desconocidos de la Sierra de Albarracín: de la cueva del Tejo a la fuente de las Estacas, Rehalda: Nº. 23, 2015, pp. 45-55; Jabaloyas: aldea dominante de la Comunidad de Albarracín en Jabaloyas: primeras jornadas sobre la brujería: celebradas en Jabaloyas los días 17, 18 y 19 de junio de 2010, págs. 13-82; Rutas por la trashumancia por la Sierra de Albarracín: a pie y en BTT con Diego Alvarez Belenchón, Jorge Lozano y José Manuel Vilar Pacheco, Cecal, 2009. Las romerías como fuente de investigación: el ejemplo del culto a la virgen del Tremedal, en Actas 2.ª Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín, págs. 33-66; El culto a la Virgen del Tremedal con Raúl Ibáñez Hervás, Cecal, 2012. 4 Precisamente, la Unesco a finales del mes de noviembre de 2018, ha inscrito el arte de construir muros en piedra seca, tradicional en zonas rurales de Croacia, Chipre, Francia, Grecia, Italia, Eslovenia, España y Suiza, en su Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en [https://elpais.com/cultura/2018/11/28/actualidad/1543413056_211434.html].
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ción San Cristóbal de Jabaloyas y la Revista El Escaramujo, la Escuela de Adultos de la Sierra de Albarracín, la Asociación de Amigos de la Morra, el Instituto Lobetano de Albarracín, entre otros participantes particulares han posibilitado un acercamiento entre diversas entidades y personas para afianzar la necesidad de abordar determinadas investigaciones o trabajos con una perspectiva multidisciplinar y global. La valoración global ha de ser necesariamente positiva. Si bien, por diversas razones, el proyecto que soñó Juan Manuel no ha sido llevado a cabo en su totalidad, en la Jornada de Patrimonio Inmaterial celebrada en diciembre de 2017 en Albarracín, fue presentada una actualización del proyecto de recuperación del Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín por José Luis Castán. Este proyecto ha comenzado a tener algunos avances respecto a su realización, que esperamos que en breves meses puedan tener resultados tangibles como se están viendo con el trabajo impulsado por Raúl Ibáñez Hervás respecto a los inmigrantes serranos y, especialmente jabaloyanos a Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. En este contexto, también queremos dejar constancia de la pérdida de Antonio Sánchez Sánchez, alcalde de Jabaloyas e impulsor de diversos proyectos muy interesantes como el citado anteriormente respecto a la emigración a EE. UU., o las Jornadas sobre la Brujería en las que también participó Juan Manuel.
Fig. 2. Acto de homenaje a Juan Tarín Gómez en Albarracín en el año 2016.
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Las palabras no cambian el pasado, ni el presente, ni el futuro. Es decir, todo lo que Juan Manuel tuviera pensado respecto al Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín puede debe ser reelaborado y repensado, ya que su ausencia nos deja un gran vacío, como se ha comentando anteriormente. Vacío que precisa de un análisis sosegado del trabajo que vayamos a realizar en el futuro, teniendo en cuenta que no es sólo la recopilación del patrimonio sino que debemos prestar enorme atención a su salvaguarda y difusión, palabras que en algunas ocasiones deben constituir la premisa básica de nuestro trabajo. No sabemos, ni podemos pensar en las investigaciones o proyectos que se hubieran desarrollado con Juan Manuel Berges en el CECAL. Lo que nos queda es respetar su legado, reflexionar sobre su figura e intentar continuar con su enorme cariño hacia todos los serranos y los pueblos que conforman la Comarca de la Sierra de Albarracín. De otro modo, no estaríamos siendo honestos con nosotros mismos ni con la labor realizada hasta ahora. El Patrimonio Cultural Inmaterial es consustancial a la comarca de la Sierra de Albarracín dada la necesidad de poner en valor algunas de las cuestiones que Juan Manuel investigó a lo largo de los últimos 35 años, y fueron publicados en sus primeros escritos en la revista Mayumea.
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LA CONSTRUCCIÓN DEL PAISAJE. IMAGEN Y PALABRA Carmen Martínez Samper1 Y simultáneamente es la imagen real que cae sobre la imagen todavía palpitante, aunque en este caso fuera la imagen de una imagen, y, mejor aún, pues la imagen de la imagen ha captado indeleblemente la “esencia” de la cosa real. Es la virtud y la justificación del arte imaginativo: cuando alguien percibe en la cosa real su esencia, su “consistencia” la apresa y la fija; la cosa, la persona y hasta el paisaje se ha elevado a la categoría de icono, de forma sagrada que guarda diáfanamente un secreto, como sustraída del fluir del tiempo para que aquellos que han de vivir en otro tiempo la encuentren ahí y la incorporen al suyo. (Zambrano, 2012, 38) INTRODUCCIÓN Si el paisaje es uno de los aspectos que mejor nos define dentro de un territorio, reflexionar sobre el paisaje es una forma íntima de relacionarnos con el contexto que nos rodea y de no ser así tal vez se deba a que el paisaje está dentro de nosotros y tiene un espacio propio. Somos, de alguna forma, creadores de mundos privados, de imágenes y de ensueños donde el camino se nutre de imágenes que van ampliando nuestro archivo personal tras una sucesión de pasos infinitos y de miradas atentas. Unas imágenes hablan por sí solas y otras nacen de las palabras. En estas últimas se incorpora el don de imaginar aquello que se nos describe y que, sin verlo, podemos imaginarlo con los párpados cerrados hasta recrear la idea que leemos o escuchamos. Se trata, a mi modo de ver, del origen de la creación, al mirar desde dentro, en un proceso de introspección; una abstracción que se siente como real o una ficción que toma forma gracias a la luz interior que ilumina los paisajes del alma: La imagen real cae sobre la imagen todavía palpitante tras captar su esencia, como nos recuerda María Zambrano. La fotografía como la pintura detienen el tiempo y logran que la esencia “de la cosa real” permanezca atemporal para quien se detiene frente a ella, la mira, la interioriza y la posee. Es un acto de comunicación donde el mensaje escondido se
1 Dra. en Bellas Artes. Universidad de Zaragoza.
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traslada de la superficie plana y delimitada por el marco del cuadro hasta alcanzar la mente, que la redirige y la mima o la detesta y la destierra. En esta extraña lucha entre el tiempo capturado, la imagen representada y la mirada oportuna, la esencia de lo real se muta en proceso. Un “hacer subjetivo” que multiplica las miradas y con ellas el trasfondo de lo mirado. Tu mirada y mi mirada pueden ser diferentes, incluso extrañas. Seguramente lo son porque interpretamos y recreamos lo percibido en un viaje personal hacia el interior como algo propio. Mirar desde dentro, una forma de iniciar el proceso para generar una historia, que en mi mente siempre se traduce en palabras. Necesitamos el papel para anotar y evitar que se pierdan los detalles por un camino de ida sin vuelta donde las letras pueden perderse entre los espacios de la palabra “olvido”. La memoria es muy frágil, a veces. Y sobre la fragilidad de la memoria es necesario trabajar el relato, la mirada, el recuerdo y como recurso, el archivo para establecer un orden. ¿Qué es “paisaje”? La primera pregunta que nos planteamos tiene su origen en el título. Nos lleva a definir el paisaje y encontrar un acceso en el que, como seres humanos, nos adentramos en él para definir su existencia. Desde la pintura su representación forma parte de nuestra historia y desde el relato forma parte de la construcción literaria a partir de la palabra. La palabra de esta forma también es una forma de definir el paisaje, de hacerlo nuestro, al dar cabida a la imaginación y recrear la imagen que no hemos visto pero podemos inventar. El resultado conforma un imaginario colectivo más allá del que se consolidó en el siglo XVII hasta dar pie a un género, que irá evolucionando en otros subgéneros y en nuevas realidades contemporáneas propias de una evolución natural del arte, en los nuevos conceptos de representación, que incorporan todo un aprendizaje previo del entorno, del deambular, de la representación colorística, de las perspectivas trazadas sobre la superficie bidimensional del cuadro (o la fotografía) para hacer de una realidad presente la ficción de una representación trazada. Su lectura nos lleva a otras formas de ver y analizar cuanto acontece frente a nuestros ojos y se reinterpreta en el pensamiento como imagen, palabra o idea. Descendemos por la gran alameda bajo los abetos cargados de sombra. A derecha e izquierda los lirios se extienden en grandes capas por el espacio, formando una especie de bruma lila bajo la luz del sol. Por todas partes la tierra desaparece bajo el peso de claveles, azaleas, campanillas y espuelas, mientras el aire es abrazado por los rosales que asaltan los troncos de los árboles y arcadas, y que caen de nuevo con retorcida gracia de su tallo. (...) Como la gente de bien, los nenúfares se levantan tarde; es necesario incluso que el sol se lo ruegue. Se abren como los dedos dorados de un mago, y rechazan la sombra. Pero por
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la tarde, es ella quien los cierra, uno a uno, mientras avanza por detrás de la arboleda. ¡Qué tema para un poeta (...)! 2
De esta forma humanizamos nuestro entorno como un recurso tanto estético como vivencial. La experiencia nos lleva a nuevas visiones a través de los diferentes espejos que aporta la subjetividad de la mirada. El sentimiento, la percepción o la impronta de una pincelada que captura lo visto. Por ello, el paisaje va unido a la presencia humana que selecciona y construye; que mira y siente; que destruye o protege su propia realidad circundante. Agrupamos las piezas, y se observan desde diferentes puntos de vista: desde las nubes; frente al mar; por las calles llenas de gente o solitarias; atendiendo a un factor tan importante como es el tiempo elegido y el tiempo que transcurre durante la experiencia. La presencia humana nos motiva para poner en valor la permanencia y dar visibilidad a quienes viven en el lugar; para saber de sus gentes. Hablamos de paisaje y la primera idea nos lleva a la naturaleza, perdiendo la perspectiva que la luminaria urbana nos aporta: Del campo a la ciudad contrastan los modus vivendi como en ese constante migrar de la población. Con ellos, las diferentes miradas, las formas de vida, en algunos casos, rozan lo extremo. Las realidades impenetrables, los mitos (ensoñaciones) y la cultura de cada momento y país. Lo cierto es que en este transitar del ser humano por la tierra, el paisaje se transforma, se acomoda, se modifica y, a veces, en su esencia más natural también se pierde. DIFERENTES MIRADAS Diferentes formas de mirar, es decir, el sentido con el que nuestra mirada es dirigida sobre las cosas, llevan implícitas algunas afirmaciones donde se señala que el paisaje, como lo entendemos, no existe si no hay una mirada que dé sentido a la percepción del espacio en su entorno. Al seleccionar fragmentos de la naturaleza, de lo urbano y de lo rural, de la idea interior que se recrea en nosotros, miramos desde dentro hacia fuera, nos enlazamos con nuestro contexto y, de esta manera, nos implicamos en una realidad que subyace a todo lo anunciado. Una línea muy tenue separa ambas realidades y desde nuestra posición en el espacio como lugar, enfrentados a lo que acontece, creamos paisaje con una mirada nítida. La existencia de la imagen del arte enriquece esa “complejidad de los tiempos” que tanto la preocupaba; la enriquece y puede por tanto, como todo lo que enriquece, confundir. De ahí la necesidad de la pureza de ánimo que engendre una mirada limpia ante las imá-
2 Marc Elder, Conversaciones en Giverny con Claude Monet (Almería: Confluencias Editorial, 2014), 25-26.
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genes, pues nada hay más peligroso que mirar una imagen con ánimo agitado o decaído, con mirada sin nitidez.3
En algunos momentos puede parecer que el mundo no existe más allá de las ciudades y, sin embargo, ahí estamos construyendo un paisaje personal, donde la unión de pequeños fragmentos dispersos, encontrados y recogidos, unidos, amarrados y adaptados a un medio que surge y se diluye frente a nuestros ojos lo hace posible. Con nuestra presencia rompemos la idea del “deshabitar” y resurge la noción del “permanecer”. Construimos en un afán de recuperar el tiempo que transcurre en ese estar, casi impasible, pero lleno de actividad. Mirar desde la quietud, llenar el vacío frente a la distancia, es una forma de interpretar y hacer nuestro un contexto que espera más allá de la sensación de soledad. (Re)pensar el paisaje abarca diferente ámbitos y nada mejor que recoger la perspectiva de sus habitantes para tomarla en consideración; de quienes lo miran día a día a lo largo de sus vidas para presentar una mirada personal, subjetiva, unidireccional y, a su vez, plural y divergente sobre el tema. En esta propuesta que iniciamos, dentro de un Proyecto Expositivo de imágenes y palabras, bajo el título “Sin una mirada no hay paisaje” nace una experiencia colaborativa. Un experimento que ha ido entretejiendo una red de comunicación entre todos lo que participamos en esta iniciativa. Nos hemos empleado a fondo y la mirada, como el caminar, nos dirige hacia una reflexión sobre la importancia del arte para abrir una posibilidad renovada y enriquecida; para valorar aquello que nos parece tan evidente y puede sorprender con las diferentes respuestas aportadas en torno al tema. No íbamos a inventar nada, ni a alentar nuevos romanticismos, pues lo natural es dejar que los artistas deriven desde la temática propuesta hasta llegar a su meta y que, en el tránsito, se dejen a su instinto creador activar esa mirada nítida que promovemos con una invitación inicial. Su presencia, desde la fotografía, se acompaña con textos, que nos llevan a integrar las descripciones que tantos escritores utilizan para que un paisaje leído de lugar a una proyección mental del concepto expresado. De esta forma la unión de dos lenguajes visuales sitúan a las palabras junto a la imagen y la imagen es la inspiración de las mismas. Diferentes lugares acogen estos mismos paisajes y en cada caso son diferentes. En cada situación despertarán otras sensaciones diversas a los espectadores. Las fotografías migran, viven su itinerancia por las poblaciones de la Comarca de la Sierra de Albarracín para que aquellas personas que “permanecen” y las que “vuelven” puedan disfrutar de ellas. El medio expositivo, como forma de difundir la actividad y hacer visibles a sus artífices, nos permite llegar a un número de espectadores más
3 María Zambrano, Algunos lugares de la pintura. (Madrid: Eutelequia, 2012), 38-39.
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amplio. En esos instantes todo cobra un nuevo sentido porque se implica al espectador reflejado en sus espacios tanto un de lugar vivido y sentido como conocido. Sorprenden las diversas miradas que ha generado la propuesta y, en ellas, el fin se alcanza en el momento en el que la idea se materializa y gracias al apoyo de las instituciones implicadas ha sido posible. El paisaje, de esta forma, acompaña a un territorio donde las posibilidades creativas son infinitas. Los participantes habitan en sus pueblos, o pasan largas temporadas en ellos. Nuestro primer objetivo fue dar voz a quienes se mantienen en este territorio y manifiestan una sensibilidad especial hacia él. Pero también sorprende toda la actividad que encierran estos pueblos tan pequeños y las personas, que tal vez acabamos de conocer a través de su trabajo. CAMINAR PARA CREAR PAISAJES El caminar nos introduce en las sensaciones del mundo, del cual nos proporciona una experiencia plena sin que perdamos por un instante la iniciativa. Y no se centra únicamente en la mirada, a diferencia de los viajes en tren o en coche, que potencian la pasividad del cuerpo y el alejamiento del mundo. Se camina porque sí, por el placer de degustar el tiempo, de dar un rodeo existencial para reencontrarse mejor al final del camino, de descubrir lugares y rostros desconocidos, de extender corporalmente el conocimiento de un mundo inagotable de sentidos y sensorialidades, o simplemente porque el camino está allí.4
La temática tratada gira en torno a una afirmación que parece negar una realidad: “Sin una mirada no hay paisaje”. En el día a día ponemos especial énfasis en la vida cotidiana de las personas, su tiempo de ocio, lo festivo, la calidad de vida y la propia mirada que analiza y construye los paisajes. Esta exposición, que da origen al artículo que nos ocupa, acompañó el contenido de la VIII Jornada de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín: Población y Migraciones durante el siglo XX en la Sierra de Albarracín (noviembre de 2018), organizada por la Comarca de la Sierra de Albarracín y el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín. Con su acompañamiento se sumó la idea de “permanecer” de forma paralela a la de “migrar” en ese constante movimiento con el que se trazan los destinos y entra en juego la práctica del “caminar”. Para Francesco Careri, el andar es “una herramienta crítica, como una manera obvia de mirar el paisaje”.5 La fauna, las personas somos migrantes y nos movemos como nómadas en busca de un lugar temporal. Como trashumantes que recorren los caminos por distintos motivos, cargados con el equipaje de la memoria, se sueña con volver...
4 David Le Breton, David, Elogio del caminar (Madrid: Siruela, 2011), 22-23. 5 Careri, Francesco, Walkscapes. El andar como práctica estética (Barcelona: GG., 2014), 7.
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Publicación en el Diario de Teruel, sección Cultura y sociedad, 30/12/2018.
La trashumancia nómada, considerado por lo general como el arquetipo de cualquier recorrido, constituye en realidad un desarrollo de las interminables batidas de caza del paleolítico, cuyos significados simbólicos fueron traducidos por los egipcios por medio del ka, el símbolo del eterno errar.6
Por ello, la necesidad de trabajo, de ir en busca de recursos, de formación, etc., marca las carencias, subraya y prevalece la idea de migrar como si este hecho fuese algo natural en las tierras del interior que durante tantos años se vieron abocada a vivir alejados de la casa natal. El camino se fue transformando en un trayecto, en una narración estructurada. Un punto de origen que avanza. El término recorrido se refiere al mismo tiempo al acto de atravesar (el recorrido como acción andar), la línea que atraviesa el espacio (el recorrido como objeto arquitectónico) y el relato del espacio atravesado (el recorrido como estructura narrativa).7
Nómadas viajeros de un territorio agreste donde deambular permite reflexionar y percibir. Creamos el mapa de una cartografía humana que dibuja sus puntos de 6 Ibídem, 15. 7 Ibídem, 19.
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interés: cruce, árbol, fuente, peirón, ermita... Imágenes de lugar, trazos y miradas para una actividad permanente donde humanizar no es lo prioritario para sentir la experiencia del caminar. AUTORES QUE CAPTURAN Y AUTORES QUE LIBERAN Parece que en estos tiempos en los que no siempre “pensar” parece que vaya unido a “existir” y donde la duda de la pervivencia no sólo depende de nuestras ganas por mantener las raíces bien agarradas a la tierra donde habitamos que dependen de las decisiones que se toman lejos de ellas sin conocer, en muchos casos, cómo es ésto de sentir la tierra (que defendemos, cuidamos, estudiamos, percibimos,...) bajo nuestros pies. En ello hay mucho de esperanza y de desesperanza. Se llena la boca con la palabra “despoblación” cuando es un hecho a nivel global. Pero lo triste es olvidarse de los que sí estamos, de los que permanecemos, de los que vuelven a su casa familiar, aunque sólo sea un mes del verano, después de rehacer su vida en otro lugar abriendo brechas. No es fácil “permanecer” en esta tierra limítrofe y extrema de todo y de nada; de todos y de nadie. Entre lo imprescindible para vivir en el medio rural hay que conocer en qué consiste, cuál es la verdadera realidad del medio, y es necesario saber lo que se tiene y de lo que se carece… para equilibrar la balanza, resolver, interrogarnos si seremos capaces y merece la pena ese tiempo que marca los minutos a otro ritmo. Y sí, la pena... A veces es una pena escuchar cómo se habla de nosotros, de ese “rara avis” que sigue con su nido en la montaña, en el valle, en la solana o entre las callejuelas que serpentean en estos pueblos que más que pequeños son “lo siguiente”. En algunos de los textos del catálogo editado para esta exposición hay frases para detenerse y leer con atención, son verdades como la que nos recuerdan que “las aspiraciones son subjetivas, que se obvia a quienes eligen vivir en esta calma sin ser aves de paso”. Y es que llevar de aquí para allá los tiestos plantados de “siemprevivas”, forma parte de nuestro equipaje. La metáfora de la resiliencia, de quien resiste allá donde vaya con la verde esperanza de la vida aunque parezca una paradoja. EN CONCLUSIÓN Hace algunos meses, para participar en la iniciativa de esta publicación que ya nos recuerda los 15 años de existencia del CECAL, pensé en un mi deambular personal recordando a Juan Manuel Berges, con quien ya trabajé la idea de hacer visibles a los fotógrafos de la serranía; verdaderos autores de archivos “cazados”, cuyas capturas del paisaje, de la vida que se esconde y de la que se manifiesta en ellos, ha hecho posible este texto con la idea que a lo largo del proyecto se fue estructu-
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rando. Al escribir busqué el punto que me permitiese encontrar el sentido de mi contribución para señalar, una vez más, esta línea de trabajo abierta junto a Juan Manuel y que, de una u otra manera, mantenemos vivas. Encontré que era el paisaje lo que enlazaba a su persona con el proyecto; el que nos llevaba a un nuevo reencuentro para hacer visibles aquellas vivencias. Al igual que el fotógrafo, el caminante, el escritor, el artista... Todas las personas que se adentran en el paisaje extraen de su naturaleza la riqueza que la construye y, ese punto de encuentro que nos aproxima al medio, nos permite alcanzar un objetivo que proporciona parte de la identidad del territorio entre parideras, apriscos, colmenas, masías y senderos... por donde tantos pasos dio un incansable caminante para ayudarnos a construir el paisaje con imágenes y palabras que permanecen en la memoria de todos. Para terminar elijo un fundido en negro, como en el cine, donde lentamente va apareciendo una luz que dibuja sobre un fondo oscuro algo imperecedero. Dibuja las palabras que se transforman en imagen recordando el título: La construcción del paisaje. Imagen y palabra. Lo que aúna la idea que nos guía entre la cultura y la sociedad. BIBLIOGRAFÍA Zambrano, María. 2012. Algunos lugares de la pintura. Madrid: Eutelequia. Elder, Marc. Conversaciones en Giverny con Claude Monet. 2014. Almería: Confluencias Editorial. Le Breton, David. 2011. Elogio del caminar. Madrid: Ed. Siruela. Careri, Francesco. 2014. Walkscapes. El andar como práctica estética. Barcelona: Ed. GG.
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UNA OBRA MAESTRA DE LA PINTURA ITALO GÓTICA, PROCEDENTE DE ALBARRACÍN, EMIGRADA AL MUSEO NACIONAL DE ARTE DE CATALUÑA 1
Javier Martínez González
Imagen de la Virgen de la Leche
1 Elijo este artículo como homenaje personal a mi amigo Juan Manuel Berges, por tratarse del estudio de una obra de arte que debería permanecer aquí para ayudarnos a entender el contexto artístico de nuestra Comunidad de Albarracín durante los siglos medios. Las informaciones proceden de mi tesis doctoral, “El Arte de los Violeros Españoles, 1350-1650”, UNED-Universidad de Zaragoza, codirigida por las profesoras Esther Alegre y Susana Sarfson Gleizer, 2016. http://espacio.uned.es/fez/eserv/tesisuned:GeoHis-Jmartinez/MARTINEZ_GONZALEZ_Javier_Tesis.pdf. La imagen fue enviada por el MNAC con autorización para ser publicada en la Revista Rehalda, un trabajo que quedó pendiente.
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El Museo Nacional de Arte de Cataluña, MNAC exhibe en la portada de su catálogo de pintura una de las tablas de un retablo desmembrado procedente de la catedral de Albarracín adquirido por Plandiura en 19322, la Virgen de la Leche3. El resto de las tablas que completaban el políptico no han sido identificadas. Está pintada al temple sobre tabla y dorada con pan de oro y hoja metálica. Su autoría se atribuye a Lorenzo Zaragoza, pintor natural de Cariñena, documentado entre 1363 y 1406, que trabajó en Aragón, Cataluña y Valencia y es considerado como uno de los máximos representantes de la pintura italogótica en Aragón. La obra responde al modelo de concierto angélico, muy habitual en estos años en los diferentes territorios de la Corona de Aragón. Son composiciones en las que la figura central de la Virgen es flanqueada o incluso rodeada por varios ángeles músicos y cantores. La composición se acomoda a los límites del mismo soporte, que llega a condicionar la disposición de los elementos. El dibujo es preciso en el vestuario, minucioso en los detalles florales que decoran los tejidos, en cierto contraste con los trazos más vigorosos y expresivos de los rostros y las manos, rasgos que emparentan estilísticamente al autor con otros representantes de la pintura italogótica aragonesa, en especial con el maestro de Sigena. La composición se organiza axialmente a ambos lados de la Virgen, con tres ángeles en cada uno de los dos grupos, siendo músicos los cuatro inferiores. Las figuras son estáticas, con tipos fisiológicos reiterados, en línea con la pintura italogótica temprana de fondos neutros, que más adelante adquirirá mayor dinamismo e introducirá arquitecturas y mobiliario. Al interés artístico de esta obra se une su valor excepcional como documento iconográfico. Nos aproxima a la personalidad de un buen conjunto de instrumentos musicales: una vihuela de arco con hechura de laúd, un órgano portativo, un laúd “aguitarrado” y un laúd. Todos estos instrumentos aparecen representados con el detalle habitual, propio de las preferencias naturalistas de este estilo pictórico. Es una muestra más del patrimonio artístico emigrado como consecuencia del expolio que sufrieron algunos edificios religiosos en manos de coleccionistas. La legislación de la época permitía su venta. Los escasos escrúpulos de los responsables
2 Luis Plandiura y Pou (Barcelona, 1882-1956), industrial, coleccionista y político. Reunió una ingente colección de obras de arte. Casi arruinado por la quiebra de su negocio del azúcar, vendió sus obras, entre las que ya se incluía esta valiosa tabla, a la Junta de Museos de Barcelona por siete millones de pesetas. Más adelante, la tabla pasó a integrar los fondos del MNAC. En los sucesivos traslados se han perdido las otras tablas que completaban el conjunto pictórico. 3 196,7 x 184,3 c 95 cm.
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de la titularidad facilitaron la pérdida de un patrimonio valioso o su desubicación. Estas obras se crearon para ser expuestas en su lugar original y su traslado produjo un triple perjuicio. Los espacios que las albergaban han quedado desnudos sin ellas o transformados. Las obras, a su vez, pierden el sentido original que las motivó. En ocasiones, estos bienes llegan a ser utilizados, convertidos en falsos argumentos de manipulación cultural. Quizá una legislación moderna, consciente de estos traumas, debería revisar la “legalidad” asumida socialmente que ampara el concepto “colección”, como unidad indivisible, en beneficio del auténtico significado de la obra de arte como elemento individual desubicado que debería regresar al espacio que le daba sentido. Los instrumentos El órgano portativo, instrumento muy documentado por ser uno de los predilectos en la corte de la Corona de Aragón, consta de dos filas de tubosdentro de una caja que rememora arquitecturas goticistas. La cara frontal se abre mediante un vano que reproduce arquerías ojivales lobuladas con un mainel central de proporciones muy estilizadas. A diferencia de otros ejemplares tempranos del siglo XIV, ya presenta teclas en lugar de botones. El intérprete lo lleva apoyado en la mano izquierda, la misma que acciona el fuelle, mientras la derecha teclea. Los tres instrumentos de cuerda mantienen características típicas de los cordófonos de cuerda pulsada y frotada de mediados del siglo XIV. Entre ellas, llama la atención, en primer lugar, su “hechura de laúd”. Esta morfología se identifica con mayor claridad en los dos instrumentos de cuerda pulsada que se disponen a la
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derecha de la Virgen, mientras que el instrumento de arco quizá pudiera tener fondo plano o cóncavo. En cualquier caso, las cajas de los tres participan de un trazado ovalado, claramente separado del cuello, aunque en el laúd superior, las costillas se prolonguen hasta la misma cabeza. Sobre las tapas de los tres instrumentos se incrustan atarçíes, taraceas subdivididas en nueve escaques con alternancia de cuadraditos blancos (hueso o marfil) y negros (nogal negro, o ébano) y se corresponden en aspa, una peculiaridad que observamos en otros ejemplos representados en pinturas góticas y renacentistas del entorno mediterráneo. Cada uno de los atarçíes taraceados se rodea por unos filamentos que rematan en las esquinas en flores de lis. Pudieran estar incrustados o pintados, de nuevo, una constante en el tratamiento ornamental de los cordófonos medievales aragoneses. La vihuela de arco, en “hechura de laúd”, tiene seis cuerdas claramente visibles, en correspondencia con otras tantas clavijas de hueso que se incrustan en el plano superior de la cabeza. Hay que destacar la presencia de un doble puente, el habitual pegado en la tapa, desde donde arrancan las cuerdas, y el puente medio. Este segundo puente, que lo encontramos en pinturas procedentes de la Corona de Aragón, Italia y sur de Francia en un amplio período que se prolonga hasta el siglo XVI. Por el momento, no hay una explicación convincente que le dé sentido a este elemento. Las dos hipótesis que se han defendido lo justifican como un soporte intermedio de supuestas cuerdas armónicas, similares a las de las violas de amor posteriores, o bien, como un obstáculo que podría cumplir la función de “ensuciar” el sonido, provocando ligeros roces en las cuerdas vibrantes, tal y como sucedía con los arpiones dispuestos en el arranque de las
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cuerdas de las arpas medievales. Tanto Remmant4 como Brown5 reflexionaron sobre la función de los puentes dobles de las por ellos llamadas fiddle. No llegarían a proponer una teoría concluyente a la espera de que posteriores investigaciones pudieran resolver este, por el momento, enigma organológico. Ambos hablan de los puentes dobles de los instrumentos de arco, pero hemos de recordar que otros instrumentos de cuerda pulsada también lo llevaban. La tapa tiene una apertura con dos “ces” contrapuestas, casi perfilando parte de lo que podría ser una boca circular de estar totalmente abierta, como sucedía en los instrumentos de cuerda pulsada. Esa característica la observamos en muchos otros cordófonos de arco y puede denotar la presencia de una barra central o el característico engrosamiento en la unión de las dos mitades de la tapa armónica, como se observa en algunos violines primitivos que mantenían una especie de cresta central que sustituía a la barra, tallada en las dos mitades de la tapa. Anette Otterstedt y Olga Adelmann pensaban que estos violines eran un interesante eslabón con los instrumentos medievales6. Hay quien sostiene que la apertura en dos “ces” podría responder a la movilidad del puente, pero los instrumentos de arco con puente adherido comparten la misma solución. El puente inferior es plano, y el instrumento no se abre lateralmente en escotaduras obligando al arco a herir todas las cuerdas a la vez. Más adelante, cuando los músicos demanden instrumentos cuyas cuerdas puedan ser tañidas de una en una, surgirá el puente curvo y las escotaduras laterales, o “cintura aragonesa”7. El arco es robusto, largo, y la empuñadura se enmarca con una especie de ajedrezado que recuerda el bicromatismo de las taraceas. El laúd responde al trazado más habitual de los que conocemos en la época, un modelo antiguo, llamado por Juan Arphe y Villafañe “huevo natural”8. Su esquema
4 REMMANT, Mary: English Bowed Instruments from Anglo-Saxon to Tudor times, Oxford, Claredon Press, 1986, p. 25. 5 BROWN Howard Mayer: “The trecento fidle and its briges”, en Early Music, núm. 17· (1989), pp 308-329. Cita algunos ejemplos de puentes similares que localizó en la Italia del trecento: Virgen con Niño, de Cenni di Francesco di Ser Cenni, en la iglesis de San Lorenzo In Ponte a San Gimignano. 6 ADELMANN, Olga y OTTERSTEDT, Annette: Die Alemannische Schule – Geigenbau des 17. Jahrhunderts im südlichen Schwarzwald und in der Schweiz. Berlin: SIMPK, 1997. 7 El primer instrumento conocido por ahora con esta solución aparece en el monumental retablo de Blasco de Grañén “María, Reina de los Cielos”, 1439, Museo de Zaragoza. 8 ARPHE Y VILLAFAÑE, Juan: Varia commensuración para la escultura y arquitectura. Séptima impresión arreglada a la primera hecha en Sevilla en 1585, Madrid, 1795, p.19.
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básico es el mismo que aparece en un grabado de Safi alDin9 y que volvemos a encontrar claramente reiterado en el famoso manuscrito de Henricus Arnault. Otros ejemplos medievales con esta configuración geométrica aparecen en La Virgen de la Leche, compartimento central de un retablo procedente de Estopiñán (Huesca), atribuido al Segundo Maestro de Estopiñán, datable hacia 1450, de nuevo custodiado en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Dentro del mismo procedimiento cabe incluir a los dos laúdes, tañidos por dos ángeles músicos en la composición Virgen con el Niño Jesús, compartimento central de un retablo procedente de la iglesia parroquial de la Asunción de Bellcaire de Urgell, en Noguera, Lérida, atribuido a Pedro García de Benabarre, hacia 1470, (MNAC). A diferencia del modelo de Zowlle, las bocas de los laúdes de Estopiñán y Noguera, se sitúan en un punto mucho más bajo. Otro claro ejemplo de esta familia de laúdes regulares, de huevo natural a partir de un solo círculo, aparece en el laúd de la tabla de San Vicente, procedente de la capilla del Arcediano de la Seo de Zaragoza, obra de Tomás Giner (1462-1466), conservada en el Museo Nacional del Prado. Las taraceas, de nueve escaques, como en los otros instrumentos, se vuelven pareados en aspa, y el lazo, que cela una gran boca central, responde a la tipología mixtilínea, abandonando ya los modelos rectilíneos precedentes y anunciando la llegada de los nuevos diseños curvilíneos que prevalecerán desde mediados del si-
9 Safi al-Din al-Urmawi al-Baghdadi (Urmia, c.1216-Bagdad, 1294) fue el autor del Kitab al-Adwàr, un tratado de música del que se conservan algunas copias. En la más antigua, datada entre 1333 y 1334, aparece un famoso grabado donde se representa un laúd cuya traza responde ya a esta tipología.
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glo XV. El clavijero, en hoz, rematado en cabeza de animal, consta de ocho clavijas, en correspondencia con las ocho cuerdas que se organizan en cuatro órdenes dobles. Destaca la angulación del puente en relación al eje de la tapa, con el fin de alargar la longitud de los bordones, una característica que llegó a ser muy habitual en los instrumentos de los siglos XIV a XVII, incluso defendida en su tratado por Bermudo (1550) para la perfecta afinación . Es destacable, también, la presencia de una especie de culata inferior que se advierte en un trazo rojo que abraza la base de la caja de resonancia. Este elemento lo hemos encontrado en otros instrumentos de la segunda mitad del siglo XV. Podría ser un refuerzo similar al que abrazaba las costillas exteriores de los laúdes posteriores que se han conservado, pero el color puede indicar que se trate de un paño para proteger el contacto del brazo del intérprete con la tapa del instrumento, una precaución necesaria para proteger el abeto carente de barniz, a la antigua usanza. El segundo laúd, situado a la derecha de la Virgen, en el plano inferior, rememora la morfolología de las guitarras medievales, con su forma de “gota de agua” y costillas proyectadas hasta el clavijero. Se abre en tres bocas, con lazo mixtilíneo la central, y en las dos pequeñas, uno trilobulado y una estrella de seis puntas. A finales del siglo XIV encontramos en el Archivo de la Corona de Aragón referencias a un instrumento llamado laúd guitarrench, o guitarreny, términos que, en principio, podrían traducirse al castellano como “aguitarrado”. Varios estudiosos han intentado identificarlo. Muntané sostiene que “algunos documentos de la casa real aragonesa citan un instrumento al que llaman laúd guitarrench (aguitarrado), equiva-
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lente en el siglo XIV a la guitarra morisca, que es el modelo que acabó por imponerse”10. Pepe Rey cree que podría tratarse de un modelo de tamaño intermedio entre el laúd y la guitarra, ya que ésta sería como un laúd pequeño11. No tenemos evidencias suficientes que nos permitan asociar los laúdes aguitarrados con una tipología concreta. No se conserva ningún ejemplar original y los representados en la iconografía no pueden ser identificados con certeza. Contamos con numerosas imágenes de un tipo de laúd que morfológicamente se asemeja mucho al quitern de Virdung. Son muy variados sus tamaños y el rasgo morfológico que más los aproxima a las guitarras, a primera vista, es su trazado geométrico. Nos estamos refiriendo a un modelo muy representado en la iconografía de la Corona de Aragón durante los siglos XIV y XV. Si estos instrumentos fueran los llamados “aguitarrados”, no sería sostenible la teoría de que correspondieran con guitarras moriscas, como propuso Muntané, ni que fueran un modelo intermedio entre el laúd y la guitarra, como piensa Rey, ya que no hablaríamos de dimensiones, sino de formas. Roca menciona cómo Juan I encargaba frecuentemente muchos instrumentos y, en ocasiones, algunos laúdes aguitarrados, siempre buscando la máxima calidad: “com los llahuts guitarrenchs que mana fer a En Pere Devesa (1657-98), p.339, encargaba también cuerdas, “Encarrega cordes a un Pellicer, de 6,5,4,3,2 y 1 fil (1739-49 g.) y compró en Barcelona “un laut bo e fi guitarreny e una viola petita, bona e fina e que sien bons e encordats de fines cordes (1738-56)12.
10 GOMEZ MUNTANÉ, Maricarmen, La música medieval en España, Zaragoza, Kurt und Roswitha Reichenberger, 2001, p.314. 11 ”REY, Pepe La Guitarra en la Baja Edad Media – The Guitar in the Late Middle Age, pp- 49-60, en BORDAS, Cristina, La Guitarra Española – The Spanisch Guitar Madrid, 1997.“Quizá pudiera identificarse este tipo organológico con los instrumentos de tamaño medio que aparecen reproducidos en algunos retablos. Así tendríamos, a grandes rasgos, un tipo grande –laúd-, otro pequeño –guitarra- y otro intermedio-laúd aguitarrado-, aunque si nos fijamos más al detalle notaremos otras características que los diferencian: número de cuerdas, clavijero, etc.” 12 ROCA I HERAS, Joseph María, Johan I D Aragó, Barcelona, Institució Patxot, 1929., p. 340. Otro de estos documentos es recogido por GÓMEZ MUNTANÉ, op. cit. , p. 313-314: “carta de 1371, el infante don Juan de Aragón reitera la orden de adquisición o construcción de uno de estos instrumentos a un empleado de su casa: Por lo feel secretari nostre P. de Tarrega vos trametem una letra en la qual se contenia que ns conprasets un laut bo e fi guitarreny e creem que haiats hauda la dita letra, perque volem que lo dit laut nos comprets e una viola petita bona e fina. E en cas que lo dit laut guitarreny e viola no trobasets a compra, manam vos que al maestre qu es aquí façats fer lo dit laut e viola que sian bons e aquellas nos tingans aquí encordats de fines cordes e apuntro que nos siam a Barcelona on entenem ésser, Deus volent, a Nadal. Dada en Perpinyà sots nostre segell secret, a XVI de noembre l any MCCCLXXI.Primogenitus”. (ACA, reg. 1738 fol 56). ROCA I HERAS, Joseph María, Johan I D Aragó, Barcelona, Institució Patxot, 1929, p. 340.
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La hipótesis se plantea a partir de la similitud la guitarra descrita por Tinctoris con un instrumento con forma de “gota de agua” y que en algunos casos tiene como particularidad la presencia de costillas que se proyectan hasta el clavijero, recubriendo el cuello. Esta peculiar solución condiciona la propia traza del instrumento, dando lugar a un cuerpo armonioso en el que la curvatura del cóncavo no se quiebra bruscamente en su unión con el mástil, sino que se une con él de forma sinuosa como un cuerpo único. Esta diferencia en el alzado del instrumento, en apariencia poco sustancial en relación con el de un laúd “normal”, es clave a nivel estructural, ya que afecta a su método de construcción y a su respuesta acústica. De algún modo, parecen heredar la estructura de los primitivos laúdes que integraban en una sola unidad el cuerpo y el mástil, pero resulta difícil entender cuáles eran las vías de exploración que motivaron a los violeros a mantener esta solución en paralelo a la clásica disposición cóncavo-mástil en dos cuerpos separados, propia del laúd. La construcción de un instrumento de estas características exigía habilidades muy desarrolladas en la técnica del montaje, ya que el trabajo de cepillado de las aristas era minucioso y preciso, para que la suma de todas las costillas, una vez encoladas, diera lugar a un volumen perfecto. Las costillas debían abrazar un mástil que a la vez que ejercía las funciones de molde interior, reforzaba la estructura. Los dos tipos de laúd diferían en el clavijero y en la forma de sus cuerpos. Nos preguntamos entonces el porqué de esta duplicidad y no le encontramos otro sentido que la búsqueda de diferentes calidades sonoras. Es más que posible que los lauderos y sus clientes buscaran un color particular en ambos casos. A esta diferenciación contribuirían detalles de enorme relevancia desde el punto de vista de la construcción que podemos apreciar en la tapa, en primer lugar. Mientras que el laúd se abre en una amplia boca central única, el aguitarrado está perforado por tres bocas, menores. La apertura de varias bocas sobre la tapa de estos laúdes, era una característica muy particular que volveria a separarlos de los laúdes “clasicos”, más adelante heredada por algunas vihuelas. En unos casos, se alinean dos bocas de diferente diámetro con centro en el eje axial de la tapa, siendo mayor la inferior. Esta disposición es idéntica a la de algunas guitarras medievales. En otros, se mantiene la boca inferior circular y se sustituye la boca circular superior de menor diámetro, por dos “c” que flanquean las cuerdas (Retablo de San Blas, Anento; Retablo de Esperandeu de Santa Fe, San Francisco de Tarazona, por ejemplo.). La arquitectura interior del instrumento estaría claramente condicionada por esta circunstancia, en especial el número y disposición de las barras interiores. Indirectamente estas diferencias afectarían también a otras características de la tabla armónica, como el peso y los espesores. El resultado acústico final diferiría notablemente, no tanto por el desigual tamaño de unos y otros, como por las características estructurales. Los ma-
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tices en el color del sonido corresponderían a una sensibilidad finísima que en la época y en el repertorio quizá cobrarían un sentido necesario, aun difícil de entender desde la perspectiva actual13. Los blasones La composición pictórica se enmarca bajo un arco festoneado dorado sobre el que se disponen dos medallones a ambos lados en los que aparecen blasones. El escudo de la izquierda está cuartelado en cruz. El primer y cuarto cuartel, con dos piñas leonadas sobre campo de oro. El segundo y tercer cuartel, dos torreones sobre gules. El escudo de la derecha, todo en campo dorado, con relieve de un castillo con tres torres rematadas en almenas y merlones.
13 Otros ejemplos de este tipo de laúdes los encontramos en algunas pinturas aragonesas: María, Reina de los Cielos, retablo mayor de la iglesia parroquial en Lanaja (Huesca), Blasco de Grañén, 1437-1438; Virgen María con el Niño Jesús y ángeles. tabla lateral del retablo de Santa Ana con la Virgen y el Niño, anónimo, escuela aragonesa. 1473 ó 1483. Metropolitan Museum of Art, Nueva York (EE.UU); San Blas, Obispo de Sebaste, retablo de San Blas, de la Virgen de la Misericordia y de Santo Tomás Becket de la iglesia parroquial en Anento (Zaragoza), atribuido a Blasco de Grañén, ca. 1422-1459; Virgen María con el Niño Jesús y ángeles, tabla lateral del retablo de Santa Ana con la Virgen y el Niño. Anónimo, escuela aragonesa. 1473 ó 1483. Metropolitan Museum of Art, Nueva York (EE.UU). Coronación de la Virgen. retablo de la Epifanía de la iglesia de Santa María la Mayor de Calatayud (Zaragoza), atribuido a Tomás Giner, Museo de Arte Sacro de Calatayud (Zaragoza), segunda mitad de siglo XV; Virgen María con el Niño Jesús y ángeles”, Martín de Soria, 1485 Fogg Museum, Harvard; María, Reina de los Cielos, retablo de Esperandeu de Santa Fe proveniente del convento de San Francisco en Tarazona (Zaragoza), Blasco de Grañén, 1439, Madrid, Museo Lázaro Galdiano; María, Reina de los Cielos, retablo mayor de la iglesia de Santa María la Mayor en Albalate del Arzobispo (Teruel). Blasco de Grañén, ca. 1437-1439. Museo de Zaragoza; Tapiz Los Pecados Capitales, Catedral de la Seo, Zaragoza.
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En la pintura gótica era habitual que se representaran la identidad de los patrocinadores de la obra, convertida en una donación con la que reafirmar el poder de la entidad o familia responsable del encargo. De ahí el interés que ahora tiene para nosotros el reconocimiento de estos blasones, una línea de investigación pendiente desde la heráldica. El vínculo entre la obra de arte y su titular se establecía gráficamente a través de estos símbolos, códigos reconocidos en la sociedad del momento, que podían identificar linajes, miembros de la aristocracia, eclesiásticos... Eran también adoptados por gremios y otros colectivos, incluso utilizados para identificar ciudades, villas… En nuestro caso podría tratarse de una familia o de alguna de las instituciones serranas. ¿Comunidad de Albarracín? Sin conjeturar especulaciones en este momento, por carecer de informaciones suficientes, dejamos esta pregunta en el aire con la esperanza de que futuras investigaciones heráldicas pudieran darle respuesta.
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EL CAMINO DE ALBARRACÍN A MOLINA Diego Sanz Martínez1 Cuando me invitaron a participar con un artículo en una publicación en homenaje de Juan Manuel Berges, pensé que una buena manera de hacerlo sería volver al carácter fronterizo que ha determinado la personalidad de los habitantes de estas sierras. No podemos evitar reconocer que vivimos entre mojones, como dice una vieja y ya casi olvidada jota cantada en el Señorío de Molina, jota aragonesa, por cierto. Las más de las veces las relaciones entre vecinos de una y otra parte de la raya han sido pacíficas, fraternales; otras, en cambio, no lo han sido tanto. De ambos tipos de circunstancias Juan Manuel nos habló en repetidas ocasiones. Un aspecto que creemos poco conocido de las relaciones entre los territorios de Albarracín y Molina de Aragón es el de la caminería histórica, las vías de comunicación, abruptas y muy secundarias que, no obstante, durante siglos fueron trilladas por personas de ambos lados de la frontera. En el pasado el único modo de invertir el menor tiempo posible en los viajes era describir, entre los puntos de salida y destino, la trayectoria más rectilínea posible, evitando claro, los accidentes geográficos más incómodos o peligrosos pero, en todo caso, no alejándose demasiado de ese discurso.A veces, este sencillo método evidencia el porqué de la importancia pasada de algunos centros urbanos. Así, si se traza dicha línea recta desde la puerta de Serranos de Valencia al arco de Santa María de Burgos, el resultado es una ruta muy próxima a una serie de poblaciones que en el pasado tuvieron una importancia notable y fueron lugares de un considerable trasiego comercial y significado estratégico. Lliria, Villel, Albarracín, Molina, Medinaceli, Almazán, El Burgo de Osma, Salas o Lara, los cuales fueron cabeceras de alfoces, encomiendas y señoríos. Observamos, por lo tanto, que la principal vía de comunicación entre Albarracín y Molina coincidía con una ruta significativa a escala mayor, que habría quedado plasmada en el propio urbanismo de ambas ciudad y villa. Así, Albarracín se dispone en un eje que, pese a su carácter sinuoso, acomodado a las curvas de nivel, uniría las antiguas puertas de Teruel y de Molina, mientras que Molina tenía como eje principal la calle que unía las puertas de Valencia y la de Medina(celi). En cuanto al transcurso del camino por ambos alfoces, pasaba por muy pocos pueblos: Bronchales, las proximidades de Motos, Alustante y Prados Redondos. El 1 Lcdo. y D.E.A. Historia (UZ), Dr. Sociología (UCM).
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Ruta Valencia-Burgos con los principales hitos urbanos. Imagen base: Google Earth.
camino de Albarracín a Bronchales (o viceversa) es bien conocido puesto que todos los veranos es recorrido por cientos de vecinos y visitantes de la Sierra. De la importancia de Bronchales en este camino se ha destacado sobre todas las fuentes documentales conocidas El Cantar de Mío Cid, que señala un Frontael como lugar de albergue en el tránsito entre Albarracín y Molina2. Hay que decir, sin embargo, que Monterde, Ródenas y sobre todo Orihuela, aparte de Bronchales, fueron lugares de paso entre Molina y Albarracín, como demuestran las fuentes fiscales aragonesas, aunque sin lugar a dudas, el camino más recto (y económico) entre ambos núcleos urbanos medievales discurría por el último de los pueblos mencionados. Una muestra de la relevancia de esta ruta es cuando, en 1328, se establece en Motos un peaje a fin emitir allí salvoconductos a los mercaderes aragoneses que en-
2 Vid. VILAR PACHECO, José Manuel. “De Albarracín a Bronchales. Topónimos en El Cantar de Mío Cid” en Rehalda, nº 5 (2007), pp. 9-17.
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traban en Castilla, evitando que se siguieran produciendo estos robos desde la frontera hasta las puertas de Molina3. Un trayecto de unos 40 kilómetros que se recorrían en caballería en unas 9 horas. Desconocemos el periodo de vigencia de este peaje, si bien su establecimiento en Motos no fue un hecho infundado, dado que tenía el carácter de medianedo entre ambas tierras, al ser al mismo tiempo aldea de Molina y parroquia del obispado de Albarracín. Según señaló Almagro Basch, la razón de esta doble jurisdicción, civil y eclesiástica, se debería a una cesión de los Azagra a los Lara de Molina, manteniendo Motos en el obispado de Albarracín. El acuerdo de 1328 se produce entre las autoridades de ambos territorios en la iglesia de Santa María, llamada de los Santos de Motos, que bien podría ser la ermita de San Fabián y San Sebastián, todavía hoy denominada la Abadía. Esta antigua iglesia se redujo al rango de ermita con la construcción de la iglesia parroquial actual a comienzos del siglo XVI, posiblemente a costa de Pedro, hijo del caballero de Motos, a quien los Reyes Católicos hacen “merçed de todo el canto epiedra que se derrocó de la fortaleça e torre de Motos”4. La permanencia de Motos en el obispado de Albarracín hasta la década de 1950 imprimió personalidad a los habitantes del pueblo, que siguen considerándose aragoneses de pila y que, todavía hoy, al cura enviado desde la lejana Guadalajara lo llaman mosén. En el pasado esta diglosia cultural se revela en la convivencia de monedas, pesos y medidas castellanas y aragonesas: en 1636, al fabriquero de la iglesia“se le dio por descargo ocho reales, siquiera, diez y seis sueldos, de sogas”5. En 1660 el sacristán recibe su paga en trigo: seis fanegas castellanas y una aragonesa6. Más tarde, parece ser que el peaje fue trasladado a Alustante, el cual en determinados años del siglo XVI fue uno de los puertos secos con más tráfico del Señorío de Molina. Fue también un pueblo comerciante, y así aparece mencionado, junto a Motos, en la Real Cabaña de la Carretería. El comercio de la lana, especialmente, debió de servir de dedicación a buena parte de los vecinos de ambos pueblos, y es el motivo de que entre los siglos XV y XVI se prodiguen por estas latitudes mercaderes burgaleses. Todavía en el siglo XIX y hasta en el XX se alude al carácter comercial de Alustante, con una dedicación de arrieros y tratantes de mulas que, según Madoz, em-
3 Archivo de la Comunidad de Albarracín, perg. I-4.2.159. 4 Archivo General de Simancas, RGS, Leg.148001,15 (1480-1-13). 5 Archivo Parroquial de Motos, sign. 8.1. (Motos, 1636-11-30), fol. 87v. 6 Archivo Parroquial de Motos, sign. 8.1. (Motos, 1660-05-01), fol. 139r.
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pleaba a 100 de sus 297 vecinos (casas) a mediados del siglo XIX; tuvo dos ferias de mercado anuales y un mercado semanal. En 1867 se solicita el reparo del puente de tablas sobre el río Gallo localizado entre Alustante y Motos para el paso “de los transeúntes, que tanto de esta provincia como de las de Teruel y la de Valencia acuden mutuamente a exportar e importar sus frutos y relaciones comerciales”7. Su carácter de lugar de paso se mostró también en el funcionamiento del hospital de San Martín, “para el albergue y refugio de los pobres, peregrinos y pasageros”8. Por el lado molinés, el camino continuaba por la sesma de la Sierra, entre Adobes y Piqueras, y descendía en altitud a la sesma del Pedregal. El último pueblo que se cruzaba era Prados Redondos. Los datos acerca del paso del camino por este pueblo son muy parcos, si bienen el Catastro de Ensenada (1752) aún se encuentra una sucinta noticia del paso de transeúntes, consistente, según una cierta costumbre, en la elección de un vecino cada año para alojarlos en su casa9. Todavía a finales del siglo XIX se habla de éste como un camino muy citado y frecuentado10, y en un mapa de la provincia de Guadalajara de principios del siglo XX también está nítidamente marcado desde Alustante a Molina11. El camino continuaba cruzando el puente del Arco, sobre el río Gallo y, más adelante, se alcanzaba el límite entre Tordelpalo y Castilnuevo, ya con Molina a la vista, donde todavía se encuentra catastrado el camino de Alustante. La entrada se hacíapor la puerta de Valencia. Son pocos los datos que se tienensobre esta puerta, aunque el vicario de Molina, Francisco Núñez (fines del siglo XVI), dice que se (re)construyó en el “año de 1542 (…) y se llama puerta de Valencia, porque es salida para Valencia y es aora la más principal y la mejor salida que tiene Molina”12. A extramuros de dicha puerta había una gran explana ocupada por el arrabal de San Juan, donde estuvo la picota jurisdiccional desde 1572.
7 Archivo Municipal de Alustante. Sesiones. sign. 4.1, fols. 81v-82r. 8 Archivo Parroquial de Alustante, sign. 23.1, fol. 80 v. 9 Archivo General de Simancas, Catastro de Ensenada, Respuestas Generales, Libro 102, fols. 285r-286r. 10 COELLO, Francisco. “Vía romana de Chinchilla a Zaragoza” en Boletín de la Real Academia de la Historia, nº 24 (enero 1894), pp. 1-25 [pp. 14-15]. 11 Obras Públicas de España.Mapa de la Provincia de Guadalajara. [Madrid:] Litografía José Méndez, (19—)(BNE. MV/8). 12 NÚÑEZ, Francisco. Libro llamado Archivo de las cosas notables de esta leal villa de Molina. (Archivo Eclesiástico de Molina de Aragón. fol. 81v.)
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Mapas de la Comunidad de Albarracín y del Señorío de Molina con el camino entre ambos núcleos urbanos.
Desde luego, hubo otros caminos que conectaron ambas tierras. Conocemos el que, saliendo por la puerta de Teruel de Albarracín, pasaba por la masada Toyuela, Pozondón, Ródenas, Setiles, el despoblado de Teros y Chera, puente del Arco, siguiendo hasta Molina el trayecto del camino de Alustante. También existió otro camino desde Tramacastilla que llegaba al Pajarejo (Orea) y pasaba por Orea, Alcoroches, La Bujeda, Otilla, Torrecuadrada, Torremochuela y, cruzando la llamada puente Morisca (Castilnuevo), llegaba a Molina. Sin embargo, hemos creído interesante tratar en esta ocasión sobre este camino que, durante siglos, transitaron hombres y mujeres de toda condición. Quizá miem-
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Ermita de San Fabián y San Sebastián, los Santos de Motos, donde se pudo firmar el acuerdo de peaje entre Albarracín y Molina en 1328.
bros de la nobleza castellana, como Rodrigo Díaz de Vivar y sus mesnadas pero, también, y sobre todo, millares de personas de menor renombre que fueron los que a fuerza de transitarlo construyeron su historia. BIBLIOGRAFÍA ALMAGRO BASCH, Martín. “El señorío de Albarracín desde su fundación hasta la muerte de don Ferrando Ruiz de Azagra” en Teruel, nº 14 (1955), pp. 1-145. BERGES SÁNCHEZ, Juan Manuel. “Las romerías como Las romerías como fuente de investigación: el ejemplo del culto a la Virgen del Tremendal” Actas 2ª Jornada sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín / coord. por Eloy Cutanda Pérez, Juan Manuel Berges Sánchez, Víctor Manuel Lacambra Gambau, 2012, págs. 33-66. BERGES SÁNCHEZ, Juan Manuel. Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1286-1516). Teruel: Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 2009. DIAGO HERNANDO, Máximo. “Ganaderos trashumantes y mercaderes de lanas en Molina y su Tierra durante el Reinado de los Reyes Católicos” en Wad-Al-Hayara. nº 19 (1992), pp. 127-164. GIL BAUTISTA, Rafael. Las minas de Almadén en la Edad Moderna. Alicante: Pubicacions de la Universitatd’Alacant, 2015.
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LAPEYRE, Henry. El comercio exterior de Castilla a través de las aduanas de Felipe II. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1981. LE FLEM, Jean Paul. “Los aspectos económicos de la España Moderna” en TUÑÓN DE LARA, Manuel (Dir.). Historia de España. La frustración de un imperio (14761714). Barcelona: Labor, 1984, tomo V, p. 120. MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Madrid: 1845-50 (edición facsímil, Biblioteca Santa Ana, Almendralejo, 1989). SANZ MARTÍNEZ, Diego, “La carravilla de Motos y Alustante: el recorrido por un itinerario histórico” en Cuadernos de Etnología de Guadalajara, nos 30-31, (199899), pp. 265-296. SESMA MUÑOZ, José Ángel. “Las generalidades de Aragón. Su organización a mediados del siglo XV” en Anuario de historia de derecho español, nº 46 (1976), pp. 393-468 [pp. 420 y 440-441]. ULLOA, Modesto, La Hacienda Real de Castilla en el reinado de Felipe II. Madrid: Fundación Universitaria Española, 1977 (2ª ed.). VILLANUEVA MORTE, Concepción y BERGES SÁNCHEZ, Juan Manuel. “El medio peaje de Albarracín: evolución del impuesto, privilegios eximentes y pleitos” en Aragón en la Edad Media, nº 19 (2006), pp. 563-588.
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rqueología
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EL COMPLEJO RESIDENCIAL PALATINO DE ÉPOCA TAIFA DEL CASTILLO DE ALBARRACIN Antonio Hernández Pardos* Durante el siglo XI, el territorio de la comarca Sierra de Albarracín, junto con el Alto Jiloca y el Alto Turia, constituyó la base territorial de un pequeño estado taifa, dirigido por el linaje de los Banu Razin, cuyos emires dan nombre a la ciudad que acogió su capital (Santamariyyat al-Sarq, primero, y Santamariyyat ben Razin, después). Y como principal centro de poder, se eligió el abrupto peñasco rocoso rodeado y protegido por el río Guadalaviar, donde erigieron la alcazaba. Desde un punto de vista urbanístico, la alcazaba de Albarracín en época taifa está formada por varios sectores claramente diferenciados: el recinto amurallado –dotado de varios torreones ultrasemicirculares y dos accesos-, y dos núcleos residenciales (Fig. 1). En el extremo septentrional, en la zona más elevada del promontorio rocoso, se ubica la residencia principal destinada al soberano. Con un control visual de la mezquita situada a los pies de la fortaleza –bajo el emplazamiento de la actual catedral–, el palacio está dotado de un baño caliente o hamman1, el cual tendría una destacado papel dentro de los rituales de la corte (Fig. 2). Por otro lado, en el extremo meridional y pegado a la muralla se extiende un complejo residencial, destinado a otros miembros de la familia soberana, y que constituye un excelente ejemplo de la arquitectura islámica de prestigio, al cual dedicamos este estudio. Este conjunto urbanístico está formado por tres viviendas contiguas y un edificio de almacenaje, destinado al servicio del complejo (Fig. 3). Tanto la arquitectura como las técnicas constructivas responde a las habituales en al-Andalus durante los siglos X/XII, con patios centrales de planta rectangular/cuadrada en torno a los cuales se abren las estancias, conformando crujías rectangulares de 4 m de anchura que se van añadiendo y cubiertas arquitrabadas. Ocupa una superficie total de 625 m2, para lo cual fue necesario llevar a cabo una importante transformación del terreno, mediante el recorte del substrato rocoso, por un lado, y el relleno de nive-
* Arqueólogo, ACRÓTERA Gestión del Patrimonio, Caminreal - arqueoantonio@acrotera.net. Entre 2004 y 2006 ha dirigido la intervención arqueológica en el castillo, por encargo de la Fundación Santa María de Albarracín. 1 HERNÁNDEZ PARDOS, A. (2015): “La intervención arqueológica en el Castillo de Albarracín, la campaña de 2004”, Salduie, Revista de Prehistoria y Arqueología, pp. 233-262; HERNÁNDEZ PARDOS, A. y FRANCO CALVO, J. G. (2006): “Un baño islámico en el castillo de Albarracín”, Congreso Baños árabes de Toledo, Toledo, pp. 183-196.
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Fig. 1. Planta general del castillo en el siglo XI, sobre base topográfica de Antonio Almagro.
lación, por otro. El resultado se distribuye en tres terrazas en sentido longitudinal, siguiendo una orientación NO/SE. El extremo occidental de este complejo residencial está ocupado por la casa I, que limita por el O con un espacio abierto que se abre a modo de plazoleta. La casa presenta una planta rectangular de 110 m2 de superficie. El patio es de planta rectangular con 15,5 m2 de superficie. Está dotado de cuatro andenes o paseadores perimetrales que rodean un espacio central ligeramente deprimido, el cual recoge las aguas pluviales y las evacuaba a través de una conducción subterránea o atarjea. Tanto los andenes como la depresión central están pavimentados con losas de rodeno, que aportaba una gran entidad a la vivienda (Fig. 4). Desde el patio se accede al salón, situado en la parte central de la crujía Oeste, que alcanza una superficie de 15 m2. Un elemento constructivo de relevancia social corresponde al acceso, constituido por un doble vano con mochetas separado por
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Fig. 2. Imagen de la subestructura del hamman de la residencia principal de la alcazaba de Albarracín.
un umbral central. Destaca la centralidad y simetría respecto del patio, tanto de la estancia como de su acceso doble o geminado, al quedar alineada con la alberca del patio enlosado. Es probable que el salón finalizara en su lado Sur en una alcoba, que acogería el dormitorio. El frente norte del patio limita con la despensa. Se trata de una habitación situada sobreelevada en relación al andador del patio. A su vez, su interior presenta una amplia repisa de obra, en la que se sitúa una alacena. Entre esta estancia y la pared del salón se extiende un estrecho pasillo escalonado, a través del cual se comunica con el zaguán, donde se encuentra el acceso a la vivienda. Presenta una planta en L o en recodo, de modo que se impide la visión desde el exterior hacia patio de la vivienda, una reserva de la intimidad habitual en la mentalidad islámica clásica. El pavimento muestra un marcado buzamiento hacia el patio para facilitar el drenaje de agua hacia el patio, puesto que la habitación queda en planta semisótano por el lado Norte. Respecto a la crujía meridional, está dividida en dos habitaciones, aunque se conserva muy deficitariamente. Desde el patio se comunica a través de un vano simple con una habitación situada a una cota inferior, salvándose el desnivel a través de uno o dos peldaños, y que pudo servir como cocina. Entre ésta y la medianera se extiende un estrecho y alargado espacio en dirección Sur destinado a letrina, puesto que bajo ella circula la canalización de desagüe procedente del patio, aspecto urbanístico muy habitual en la arquitectura andalusí de este periodo.
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Fig. 3. Planta del complejo residencial durante la segunda mitad del siglo XI.
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Fig. 4. Imagen del patio enlosado de la casa I de la alcazaba de Albarracín.
La casa II corresponde a la residencia principal del complejo, a tenor de su extensión y características. Tiene una superficie de 270 m2 en planta baja, articulada en torno a un gran patio central con jardín y cuatro crujías alrededor. El elemento arquitectónico más destacado es el patio, de planta cuadrada y 73 m2 de superficie. Cuenta con cuatro andenes perimetrales que rodean un espacio central deprimido de grandes dimensiones. Los andenes presentan un pavimento de losas de rodeno, y en una de sus esquinas se sitúa un sistema de recogida de agua formado por una depresión de planta circular que converge hacia la depresión central, probablemente destinado a recoger las aguas procedentes de la cubierta a través de canalones. La depresión central del patio, situada a 0,5 m por debajo de la cota del andén, funciona como jardín bajo o arriate, que ocupa la mayor parte de la superficie del patio. El suministro de agua al jardín queda asegurado por una canalización o atarjea procedente del patio de la Casa III, de modo que desde la vivienda contigua se alimenta el jardín de la vivienda principal, lo que demuestra la interdependencia social entre ambas. De toda la estructura del patio, sobresale el andén occidental, por el que se accede al salón principal. Está dotado de un pórtico de estructura tripartita sujetado
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Fig. 5. Imagen de la pilastra y arco de herradura Norte del patio de la casa II de la alcazaba de Albarracín.
por dos pilares, que a su vez soportaban un arco central polilobulado de gran luz y dos laterales de herradura (Fig. 5). La existencia de un pórtico tripartito formado tres arcos decorados constituye, sin duda, el elemento arquitectónico de mayor interés dentro del esquema urbanístico de la vivienda, al formar parte de un espacio privilegiado dotado de un jardín. En su concepción, este patio de la alcazaba de Albarracín es similar al patio principal del palacio taifa de la Aljafería de Zaragoza, dotado por dos pórticos con arcos polilobulados situados uno frente al otro, y ocupado en su mayor parte por un arriate con canales de agua y alberca. En el caso de Albarracín, el pórtico tripartito funciona como fachada que permite escenificar el acceso al espacio que gozaba de mayor importancia social de la residencia: el salón principal. Con una superficie de 29 m2, ocupa la mayor parte de la crujía occidental de la vivienda. Su situación y morfología es similar a la Casa I: el acceso desde el patio se realiza a través de un doble vano con mochetas separado por un umbral central. Este salón cuenta, además, con dos alcobas o alhanías, situadas en sus lados norte y sur. En el extremo sur se halla la alcoba menor, y presenta un fondo de solo 1’3 m, por lo que albergaría básicamente el mueble de la cama. En cambio, el extremo norte de la crujía está ocupado por la alcoba mayor, con una superficie de 9 m2. La crujía septentrional está ocupada en su mayor parte por un salón secundario, que ocupa una superficie de 21 m2, algo menor que el salón principal. El acceso se
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realiza a través de un doble vano con machones separado por un umbral. Si bien no cuenta con alcobas en sus extremos, esos espacios están configurados constructivamente en la crujía, el occidental destinado a despensa. En cambio, el oriental acoge una escalera escalera maciza con planta en U de la que se han conservado tres tramos de 1 m de anchura, por la que se accede a una planta superior o algorfa. Se trata de un elemento muy interesante, puesto que permite deducir la existencia de otra segunda planta situada bajo cubierta, quizás destinada al servicio. Enfrente se sitúa la crujía meridional, de la que únicamente se ha conservado una red de canalizaciones subterráneas que formarían parte de la red de saneamiento de la casa. Una de ellas de mayores dimensiones funciona como desagüe general, al cual van a parar el resto, como la atarjea que recoge las aguas sobrantes del arriate, y que probablemente serviría también para la letrina, al igual que ocurre en la Casa 1. Finalmente, la casa se cerraba por la crujía oriental, sitúa a una cota superior. En su mayor parte está ocupada por otro salón secundario, dotado de un acceso desde el patio en forma de vano doble, una vez más. Como particularidad, ambos huecos muestran en el suelo unas depresiones longitudinales con pendiente hacia el patio, probablemente destinadas a facilitar la salida de agua hacia el patio. Esta necesidad por permitir la salida de agua pone en evidencia la existencia de importantes problemas de humedad y de filtraciones en todo el complejo residencial, debido a estar situado en planta sótano o semisótano respecto del flanco Norte al haberse excavado el terreno para obtener la superficie requerida. El extremo Norte de la crujía es ocupado por una alcoba principal. En cambio, su extremo Sur es probable que albergara el zaguán, de modo que el acceso el acceso a la vivienda se situaría en la esquina Sureste de la casa, al cual se llegaría través de una calle o adarve paralelo al sector oriental de la muralla. El complejo se cierra hacia el Este por medio de la casa III. Desconocemos la planta y dimensiones del edificio, aunque muestra cierta similitud con la Casa I, y quizás alcanzaba una superficie en planta de casi 100 m2. La casa está organizada en torno a un patio, con aceras perimetrales y depresión central, ambos pavimentados en losas de rodeno. La crujía septentrional ocupa todo el frente del patio, y está configurado en dos espacios: la despensa y el zaguán de acceso a la casa, ambos situados a una cota sobreelevada respecto del patio. En el caso del zaguán, desarrolla una planta en recodo, de tal manera que desde la puerta de la vivienda no se podía observar su interior. El suelo está dotado de escalones y recorrido por una canalización que desemboca en el patio, destinado a recoger las aguas del exterior de la vivienda. La planta de la vivienda no llegaba a alcanzar la muralla, lo que permite mantener una franja de terreno pegada a la muralla destinada a permitir el acceso hacia la vivienda principal, la casa II.
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Entre la casa I y II se extiende una crujía alargada, subdivida en dos espacios, y que hemos identificado como almacén o alhóndiga, destinado a dar servicio a este complejo residencial. La mayor parte de este edificio está ocupado por un gran tinajero. Se trata de un enorme espacio de planta rectangular de 21 m2 de superficie, el cual presenta varios poyos corridos –estructuras macizas construidas con piedra y argamasa de yeso– adosados a tres de las paredes, que, de forma progresiva, se fueron ampliando. Están perforados por –al menos– 50 orificios de sección circular de 30 cm. un diámetro medio, que con toda seguridad sirvieron de apoyo de una gran cantidad de vasijas de fondo convexo. La existencia en una dependencia con tal capacidad de almacenaje de recipientes, y el hecho de que esta acumulación se haya realizado progresivamente, pone en evidencia un considerable incremento de la necesidad de abastecimiento, que bien puede relacionarse con el crecimiento del propio complejo residencial. El sector N de la está dotada de una depósito adosado a la pared rocosa y enlucido de yeso, que quizás pudo servir para recoger las filtraciones de agua y evitar que pasaran al almacén propiamente dicho. El acceso a este complejo de almacenamiento se realiza desde el lado septentrional, a través de una pequeña habitación con acceso al exterior, aunque es probable que también existiera un acceso desde el patio de la casa I. Como hemos visto, el agua está muy presente en la arquitectura de este edificio. Al situarse todo el lateral Norte por debajo de la cota de suelo, los constructores tuvieron que dar solución a las filtraciones de agua por la roca, mediante pavimentos en pendiente u orificios de drenaje. Igualmente se ideó un sistema de recogida y evacuación del agua mediante pavimentos enlosados, pozas y conducciones, con las que se consigue un doble aprovechamiento: para el riego del jardín situado en la Casa II y la limpieza de las letrinas. A pesar de las reducidas dimensiones territoriales y recursos socioeconómicos que tuvo este estado, sus soberanos lograron dotarse del aparato cortesano necesario, no solo para gobernarlo, sino también para mantenerse independiente de los poderosos reinos taifas que lo rodeaban: Zaragoza, Toledo y Valencia. La somera descripción que hemos realizado de este complejo urbanístico permite hacerse una idea, tanto de la arquitectura de prestigio que caracterizó a esta residencia palatina, como de la complejidad social que alcanzó la vida en la alcazaba de Albarracín durante la segunda mitad del siglo XI, como principal centro de poder del emirato de los Banu Razin. La propia planta del conjunto -de aspecto compacto y encerrado sobre si mismo- transmite el carácter multicelular de esta sociedad, al ampliarse el edificio original y dotarse la vivienda principal de otras unidades, aunque manteniendo la dependencia y unicidad. Desconocemos el nombre de quienes ocuparon las casas, pero sin duda alguna correspondía a familias pertenecientes o muy ligadas al clan de los Banu Razin, cuya privilegiada posición queda patente al residir en la propia alcazaba, convertida en una microciudad palatina dentro de la propia medina.
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Fig. 6. Imagen del capitel tallado de alabastro de la alcazaba de Albarracín.
Esta sofisticada arquitectura se acompañaba de una rica ornamentación destinada a exhibir la riqueza y la ritualidad necesarias en cualquier corte taifa por parte de sus soberanos. El pórtico tripartito con arco lobulado situado en el patio de la casa II es un magnífico ejemplo de esta arquitectura áulica al servicio de las ceremonias públicas y privadas de la corte y sus invitados. De los elementos decorativos con los que contó, solamente se han conservado algunos fragmentos de las arquerías de yeso del pórtico y un capitel tallado en alabastro (Fig. 6). Éste último constituye una excepcional muestra del arte palatino de época taifa2, con grandes similitudes con los capiteles que decoran el palacio de la Aljafería de Zaragoza, ciudad donde probablemente se ubicaría su taller de procedencia. La llegada de delicadas manufacturas foráneas demuestra la fortaleza de las redes y rutas comerciales entre Zaragoza y Albarracín, y que sus respectivas cortes palatinas comparten similares discursos.
2 HERNÁNDEZ PARDOS, A. (2019): «La cotidianidad en la alcazaba andalusí de Albarracín (Teruel): el testimonio de la cerámica», en J. M. Ortega (ed.): Actas de las II Jornadas de Arqueología Medieval en Aragón, Teruel.
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Aunque son muy escasos los conjuntos arquitectónicos islámicos que se conocen en Aragón, la alcazaba de Albarracín constituye el más complejo e interesante, si exceptuamos la Aljafería, que constituye por lo demás un caso único. En todo caso, la arquitectura de las viviendas descritas guarda una gran semejanza con las mansiones localizadas hace pocos años bajo la plaza J. Mª Forqué y el cuartel de Pontoneros en Zaragoza, y que formaban parte del barrio cortesano de la taifa de Sarakusta. Del mismo modo, la parquedad en ejemplos de arquitectura palatina taifal permite asignar una gran importancia al caso de Albarracín, puesto que constituye un claro antecedente del palacio situado en el castillo de Onda (Castellón) o de las grandes viviendas del despoblado de Siyasa (Cieza, Murcia), fechados a inicios del siglo XII e inicios del XIII. El complejo meridional del castillo de Albarracín continuó estando habitado hasta la primera mitad del siglo XIII, a pesar de que el tiempo de los emires se esfumó y fueron sustituidos por los milites cristianos procedentes del valle del Ebro. Sin embargo, estos nuevos pobladores tenían diferentes usos y costumbres, y las viviendas se fueron transformando, perdiendo el encanto original, hasta que fueron demolidas y reaprovechados sus materiales constructivos para el nuevo alcázar feudal que fue construido por el monarca de Aragón tras el asedio de 1284. *** Nueve siglos después, apenas nada ha quedado del pasado taifa de la sierra de Albarracín, salvo los resquicios de la memoria y el empeño, que, por suerte, gentes como Juan Manuel Berges han sabido iluminar y rescatar del olvido. Esperamos haber contribuido desde nuestra mirada arqueológica y medievalista a su merecido homenaje.
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istoria
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LA DONACIÓN DE LOSARES (POZONDÓN) A GARCÍA GARCÉS DE MARCILLA EN 1414 Fernando López Rajadel Conocí a Juan Manuel Berges Sánchez hace cuarenta años, cuando ambos éramos estudiantes del Colegio Universitario de Teruel. Al finalizar el curso 1978-79, durante las vacaciones estudiantiles fui contratado por el Archivo Histórico Provincial de Teruel para formar parte del equipo que iba a realizar el censo-guía de archivos de la provincia. Junto a mi compañero Juan Antonio Paricio recibimos el encargo de visitar los pueblos de la zona del Jiloca y sierra de Albarracín. Éramos dos jóvenes estudiantes apenas iniciados en el aprendizaje de la paleografía y la diplomática por otro joven profesor, el recordado Antonio Gargallo. La zona que nos había correspondido a Juan Antonio Paricio y a mí era afortunada, pues no había sufrido los estragos que sufrieron otras partes de la provincia de Teruel durante la Guerra Civil. Por eso, cuando llegábamos a algún pueblo donde el cura párroco o el secretario del lugar nos mostraban pergaminos o papeles antiguos nos sentíamos afortunados. Esto nos sucedió en Orihuela del Tremedal, donde fuimos recibidos cordialmente por el secretario municipal, que no era otro que el padre de Juan Manuel. Había sido advertido por su hijo que nos tratara con toda la amabilidad y paciencia que fueran precisas, como colegas que éramos. (No en todos sitios nos recibían con la misma benevolencia). El día que visitamos Orihuela gozamos de tener en nuestras manos los pergaminos municipales que el señor secretario nos iba mostrando. Juan Manuel disfrutó igualmente de explicarnos su contenido, bajo la atenta observación de su padre. En ese mismo año había decidido especializarse en Historia Medieval en la facultad de Letras de Zaragoza, y valoraba como un tesoro el poder disponer en su pueblo de documentación medieval. Ese interés común por lo medieval propició que a partir de entonces mantuviéramos una amistad permanente, pese al alejamiento geográfico que el destino y las vicisitudes personales nos hayan traído a cada cual. En mi regreso a casa, después de mis estancias ultramarinas, siempre que nos encontrábamos gustábamos de contarnos las novedades y descubrimientos producidos en nuestra común afición por la Historia Medieval. El interés de Berges se decantaba, como es natural, por la historia de Albarracín y su tierra, y recibía con sumo interés cualquier novedad desconocida para él que yo pudiera aportarle. De manera recíproca, siempre me proporcionó generosamente noticias obtenidas por él para mis investigaciones. Así puedo decir que, gracias a su colaboración, he po-
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dido obtener interesantes datos que yo desconocía en mi estudio sobre el señorío de Escriche. A mi regreso de Mozambique insistió en que participara con algún artículo en el número extraordinario que se iba a publicar de la revista REHALDA, por él coordinada, con motivo del décimo aniversario de su aparición. Consiguió que, pese a mis reticencias, escribiera un apresurado artículo sobre el linaje de los “Lihorí”, pues varias veces le había advertido que desde tierras de Albarracín, con sus primeros señores cristianos, había emergido este linaje que después tuvo gran protagonismo y poder en algunos de sus miembros, tanto en el reino de Aragón, como en el de Valencia; sucede otro tanto con el clan de los Heredia. Como muestra, le ofrecí darle mi transcripción de la donación de Losares (Pozondón) que hizo en 1414 el gobernador de Aragón, Blasco Fernández de Heredia, a su pariente, García Garcés de Marcilla, escudero de Teruel. Como niños que se intercambian cromos, prometió darme el testamento de María Díaz de Molina, esposa en primeras nupcias de Francisco Martínez de Marcilla, el Doncel, señor de Escriche, y después de viuda de éste, esposa de Juan Garcés de Marcilla, señor de Losares. Entre tanto, se cruzó la enfermedad que ha acabado con su vida. Las últimas veces que nos encontramos, me dijo que había aparcado todas sus investigaciones mientras estuviera luchando contra el mal que le aquejaba. Aún con todo, Juan Manuel tuvo la gentileza e hizo el esfuerzo de venir a la presentación de mi último libro de diciembre de 2016. Pocas ocasiones más he tenido de hablar con él, y cuando nos encontrábamos surgía necesariamente la conversación sobre su estado de salud, evitando otros temas que poco o nada importan cuando uno se encuentra con su vida en peligro. Entre mis apuntes quedó, pues, la transcripción que le había prometido. Por eso, he sentido como una obligación presentarla en este libro homenaje a su memoria. Es mi humilde contribución por la cordialidad y amistad que Juan Manuel Berges siempre me dispensó. Sirva como reconocimiento de ellas, junto con mi oración por su eterno descanso a la segura intercesora, “Nuestra Señora la Vieja del Alto de Orihuela”. *** La transcripción que aquí presentamos corresponde al pergamino 330 del archivo de la catedral de Teruel. Está reseñado en el catálogo de dicho archivo realizado por César Tomás1. Tiene un tamaño de 390 por 365 mm; y conserva el sello
1 César TOMAS, Catálogo de los pergaminos y documentos insertos en ellos existentes en el archivo de la S.I. Catedral de Teruel, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1953, página 172, doc. 383.
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colgante de cera roja del baile de Zaragoza, aunque está bastante deteriorado. El pergamino además de la donación lleva también la declaración en latín de dicha donación ante el baile de Zaragoza, que no incluimos aquí. Corresponde dicha donación a la casa y términos de Losares (Pozondón), junto a otra heredad en Almohaja. La donación la hace en marzo de 1414 el gobernador de Aragón, Blasco Fernández de Heredia, señor de Aguilón, también conocido como Juan Fernández de Heredia, al escudero turolense García Garcés de Marcilla, por los servicios prestados. Es un mes después de haberse coronado rey de Aragón en la seo de Zaragoza Fernando de Antequera, a quién el gobernador de Aragón había apoyado. El donante llama pariente al donatario, pero desconozco el grado de parentesco que mantenían. Desconozco también cuáles fueron esos servicios, aunque quizá hagan referencia a la ayuda prestada por dicho García en la toma del castillo de Albarracín, en el enfrentamiento mantenido por el gobernador de Aragón contra el noble Antón de Luna, de quien era partidario el entonces alcaide de Albarracín, Juan Ruiz de Moros. Es posible que a partir de esta donación se fortificara dicha casa, y surgiera lo que se ha venido en llamar “castillo de Losares”, del que quedan unos escasos restos (media pared de una torre circular y poco más). A partir de esta donación una rama de los Garcés de Marcilla, los descendientes de García, se intitularán “señores de Losares”. No hay que confundirlos con miembros de otra rama de los Garcés de Marcilla, descendientes de Miguel Garcés de Marcilla2, que se nombrarán como “señores de Torrealta”, en el Rincón de Ademuz. Los Garcés de Marcilla, señores de Losares, parece que estuvieron vinculados durante el siglo XV con los Fernández de Heredia, y desempeñaron a veces el cargo de alcaides de Albarracín. Así vemos en 1435 como alcaide de Albarracín a Miguel Garcés de Marcilla3, y en 1461, también como alcaide de Albarracín a Pedro Garcés4. En 1489, se titula señor de Losares, Juan Garcés de Marcilla5, quien suponemos es el famoso “asistente” o capitán de Teruel nombrado por el rey Fernando el Ca-
2 Vid., por ejemplo, Fernando LOPEZ RAJADEL, Libro del linaje de los Marcilla, señores de Escriche, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 2016, página 119, doc. 40. <http://www.ieturolenses.org/index.php/colecciones/coleccion-monografias-turolenses.html> 3 Vid. Jaime CARUANA, Catálogo del archivo de la ciudad de Albarracín, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1955, página 22, doc. B-3. 4 Ibidem, página 141, doc. E-7. 5 Vid. César TOMÁS, “Índice de los documentos en papel del archivo de la catedral de Teruel”, Teruel, nº 48 (1972), página 126, doc. 204, manuscrito 95.
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Pergamino 330 del Archivo de la Catedral de Teruel. Donación de Losares a García Garcés de Marcilla. Cortesía del Archivo Diocesano de Teruel.
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tólico para imponer el establecimiento de la Inquisición en Teruel en 1485. No puedo certificar que este personaje sea el mismo que ya en 1464 fue encargado por el señor de Mora, Juan Fernández de Heredia, para recuperar el castillo de Villel, que había sido ocupado por partidarios de la rebelión frente al rey Juan II, y amenazaban con la discordia y el pillaje en tierra de Teruel6, pero es probable. De lo que no cabe duda es de la vinculación de esa rama de los Garcés de Marcilla con los Fernández de Heredia, señores de Mora y de Gea, gobernadores de Aragón en el siglo XV, cuya posesión de Losares por su linaje ya está acreditada en 1326 cuando aún no se había encumbrado tanto, y sus miembros formaban parte de los caballeros de mesnada que solían desempeñar servicios de armas en el señorío de Albarracín7. *** 1414, marzo, 19. Zaragoza Juan Fernández de Heredia, alias Blasco, señor de Aguilón y gobernador de Aragón, dona a su pariente García Garcés de Marzilla, escudero vecino de Teruel, una heredad en Almohaja y la casa en Pozondón llamada “Losares”, término de Albarracín, por los servicios prestados. Archivo Catedral de Teruel. Pergamino 330. De 390 x 365 mm. Lleva en el anverso sello colgante de cera roja con el león rampante del concejo de Zaragoza; restaurado en cera negra. Inserto en mismo pergamino, en latín, declaración ante el baile de Zaragoza de dicha donación. Cit. César TOMÁS, Catálogo de pergaminos… existentes en el archivo de la S. I. catedral de Teruel. Teruel, Instituto Estudios Turolenses, 1953. Página 172, doc. 383. Cit. Juan Manuel BERGES, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2007. En el posterior libro con igual título, (Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 2009), páginas 669-70.
6 Vid. Fernando LÓPEZ RAJADEL (editor), Crónicas de los jueces de Teruel, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1994, páginas 274-5 y 299. 7 Véase nota 3; el códice del archivo del ayuntamiento de Albarracín de 1340, titulado “Sentencias, pasos, caminos y abrevaderos”, reseñado en Jaime CARUANA, Catálogo…, página 15, ya indica el heredamiento de Losares como propiedad de los hijos de Garci Fernández de Heredia y de su esposa Urraca Maza: Gonzalo, alcaide de Rodenas, y su hermano Blasco. Este manuscrito fue estudiado por Juan Manuel BERGES en su tesis doctoral: Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (12841516), Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2007. En su posterior libro resumen con igual título, (Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 2009), páginas 669-70, Berges señala los frecuentes litigios de Juan Garcés de Marcilla con el concejo de Pozondón, por la expansión de la propiedad de Losares. Este Juan Garcés tenía además casa en Cella, donde aposentó a los inquisidores, tras ser expulsados de Teruel.
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Sepan todos como yo Johan Ferandez de Heredia, en otra manera clamado mosen Blasco Ferandez de Heredia, cavallero senyor del lugar de Agui-/lon et governador del regno de Aragon, attendient et considerant los muytos agradables plazeres, servicios, honras, et buenos mere-/cimientos que vos el honrado Garcia Garcez de Marziella, scudero habitant en la ciudat de Teruel, parient mio, propongo avedes a mi feyto et cada dia / fazer non cessades et faredes daqui adelant, Dios queriendo, et por algunas justas razones, las quales yo aqui largament non curo explicar; por aquesto yo, non forçado, fala-/gado, enganyado, ni por alguna [+/-4] manera o error induyto, ante de mi scierta sciencia et agradable voluntat, en remuneracion, paga, [enmienda], et satisffacion de las / cosas sobreditas, et encara por la buena affeccion que a vos dito Garcia Garcez de Marziella ho, por mi et por los mios presentes et advenideros, do, cedo, et luego de / present livro, siquiere cession et donacion pura, perfecta et irrevocable entre bivos fago a vos dito Garcia Garcez de Marziella, yes a saber de una quasa mia clama-/da Losares, sitiada en el termino de la ciudat de Alvarrazin, con todos los terminos, aguas, erbajes, tierras, campos, et otros quales quiere direytos a la dita quasa pertenexientes / et pertenexer podientes et devientes, que afruenta con termino del lugar de Rodenas, con termino del lugar de Almohaja, et con termino del lugar de Pozondon. Et otro-/si de todos los campos, tierras et heredat mios que yo he et son sitiados en el termino del dito lugar de Almohaja, et de todo et qualquiere otro dreyto a mi en aquellos perte-/necient et pertenexer podient et devient por qualquiere caso, titol, succession, fuero, dreyto, manera o razon; bien assi como si aqui fuesen cada uno dellos por dos o tres afron-/taciones limitados, declarados et confrontados, querient et expresament consintient que vos dito Garcia Garcez de Marziella et los vuestros et qui vos querredes, hayades / tengades, recibades, possidades et spleytedes todos los ditos bienes de suso confrantados et declarados et dreytos mios que yo he en aquellos, francos, livres, / quitos, et seguros, por dar, vender, empenyar, feriar, permutar, et en otra qualquiere manera alienar. Et por fazer ende a vuestras voluntades a todos tiempos assi como de bienes et / cosa vuestra propria segunt et en aquella forma et manera que millor et mas sanament et proveytosa se puede et deve dezir, pensar, screvir, et entender, a proveyto, sal-/vamiento, et buen entendimiento vuestro et de los vuestros, segunt que yo los havia; et de aquellos fazer pod[ades] (agujero) de la present cession et donacion por mi a vos feyta. / Et yo luego de present todos los ditos bienes de suso confrontados et declarados del poder, dreyto et senyorio mio et de los mios saco et los gito et aquellos en el dreyto, senyo-/rio et poder vuestro et de los vuestros passo et los mudo; tenient et poderoso procurador et senyor verdadero vos ende fago et vos ende constituexco; et en plena, pacifica et cor-/poral possesion de aquellos vos pongo, con titol de la present carta publica de donacion a todos tiempos firme et valedera et en alguna cosa non revocadera, dan/do a vos todos mis dreytos et todas mis vozes, razones et acciones civiles et crimi-
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nales, reales et personales, utiles, directas, mixtas, ordinarias et extraordi-/narias, tacitas et expressas; de et con los quales ditos dreytos, vozes, razones et acciones podades usar et experir, et usedes vos et los vuestros et qui vos / querredes en judicio et fuera de judicio cuentra todas et qualesquiere personas de qualquier ley, stado et condicion sian; et do et atorgo a vos todo mi pleno, / livre et franco poder de demandar, responder, deffender, excebir, recebir, convenir, reconvenir, replicar, triplicar, requerir et protestar, lit o lites contestar, componer, / comprometer, et todas et cada unas otras cosas fer que procurador et senyor verdadero en et por razon de bienes et cosa suya propria puede et deve fazer et que yo fazer po-/dia antes de la present cession et donacion; prometient haver por firme et seguro agora et a todos tiempos quequiere que por vos et los vuestros en las sobreditas cosas et cada / una dellas et cerca de aquellas sera feyto dito et procurador bien assi como si por mi antes de la present cession et donacion fuesse feyto, dito et procurado dius obli-/gacion de todos mis bienes mobles et sedientes, havidos et por haver en todo lugar. Et a mayor firmeza et seguridat vuestra et de los vuestros do a vos fiança / de salvo de la dita siquiere present donacion, segunt fueron de Aragon, yes a saber al honrado don Guillem de Lanbrea, scudero habitant en la dita ciudat de Caragoça, / qui present yes. Et yo dito Guillem de Lanbrea, tal fiança de salvo de la dita siquiere present donacion, segunt fuero de Aragon como de suso dito yes, volenterosa-/ment fago, atorgo, et me constituexco dius obligacion de todos mis bienes mobles et sedientes, havidos et por haver en todo lugar. Feyto fue aquesto en la / ciudat de Caragoça ha dizenuev dias del mes de março, anno a nativitate Domini millesimo quadringentesimo quarto decimo. Presentes / testimonios fueron a lo sobredito Azor Çapata, scudero aguazir del dito senyor governador, et Ximeno Gorria, de casa del dito senyor / governador, havitantes en la dita ciudat. Sig-(signo)no de mi Johan Calvo, notario publico de la ciudat de Caragoça, qui a lo sobredito present fue et las primeras / lineas, el kalendario et los testimonios de mi propria mano escrevi, et lo otro screvir fiç, con sobre-/puesto, coregido et emendado en la decima linea do se lie ‘mios’, et cerre.
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ALBARRACÍN EN LAS CORTES DE ARAGÓN Germán Navarro Espinach y Concepción Villanueva Morte1 Lamentamos profundamente la desaparición de nuestro colega y amigo Juan Manuel Berges Sánchez. Hace años el primero de nosotros tuvo la oportunidad de formar parte de su tribunal de tesis doctoral en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Zaragoza, invitado además a escribir un prólogo para la publicación de la misma y a participar en el acto de presentación de la edición que tuvo lugar en el salón de actos del Museo de Teruel (Navarro, 2009). La segunda autora del presente estudio que dedicamos en su memoria publicó también con él un artículo sobre la historia del impuesto del medio peaje en Albarracín para el volumen especial que la revista Aragón en la Edad Media dedicó en homenaje a la profesora María Isabel Falcón, directora que fue de la tesis doctoral de Berges (Villanueva y Berges, 2006). Por cierto, la profesora Falcón falleció hace dos años, de lo contrario hubiera encabezado este homenaje a su discípulo con el mismo afecto y reconocimiento que lo hacemos nosotros. En su memoria también escribimos una breve biografía académica para la Revista Aragonesa de Emblemática (Navarro y Villanueva, 2017). El presente artículo se integra además en el proyecto Las transformaciones del estado: estructuras políticas, agentes sociales y discursos de legitimación en el reino de Aragón (siglos XIV-XV), dentro del programa de actividades del Grupo de Investigación de Referencia CEMA (Centro de Estudios Medievales de Aragón)2. A la hora de elegir un tema de investigación con el que escribir el presente artículo teníamos claro que debía ser sobre Albarracín y sus tierras, contexto al que, por otra parte, ya habíamos dedicado con anterioridad un artículo y un libro sobre los mudéjares de la zona (Navarro y Villanueva, 2001-2002 y 2003). Sin embargo, los estudios sobre las cortes aragonesas que hemos llevado a cabo recientemente a través de la obra colectiva Acta Curiarum Regni Aragonum(ACRA) resultan más interesantes a la vista de algunas noticias desconocidas hasta ahora que nos hablan de Albarracín a lo largo de casi doscientos añosde historia institucional. De hecho, está en prensa ahora el próximo libro que editará la Sociedad Española de Estudios Medievales como resultado del congreso internacional que coordinamos en Caspe en octubre del año pasado sobre Cortes y parlamentos en la Edad Media peninsular
1 Universidad de Zaragoza. 2 El código de referencia del proyecto del Ministerio es HAR2015-68209-P y el del Grupo CEMA financiado por el Gobierno de Aragón en la Universidad de Zaragoza es H20_17R.
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con motivo de la XXXI Asamblea General de la SEEM. En dicho libro se incluye un capítulo nuestro precisamente sobre la sociología de las elites políticas aragonesas en tiempos del Compromiso de Caspe (Navarro y Villanueva, 2019). Los grupos dirigentes de cada población del reino estaban representados de una manera u otra en los cuatro brazos que formaban las Cortes de Aragón: clero, nobles, caballeros y municipios. En efecto, entre 1336 y 1514 transcurrieron 178 años de historia con 48 reuniones de cortes y parlamentos de los aragoneses, nueve de ellas dentro de las Cortes Generales de la Corona de Aragón (Navarro, 2015). La ciudad de Zaragoza fue 22 veces sede de las cortes particulares del reino yMonzón, por su ubicación estratégica en la frontera con Cataluña, lo fue en 8 ocasiones para las generales de la Corona. Ambas localidades acapararon respectivamente la celebración de reuniones frente al resto de lugares, una docena en total, que acogieron en menor medida estas asambleas políticas. Albarracín no fue nunca sede de cortes o parlamentos de Aragón, sin embargo, su nombre sí que apareció registrado por el brazo eclesiástico con el obispo y el capítulo eclesiástico de su catedral, y por el brazo de las universidades a través de la ciudad y la comunidad de aldeas (Navarro, 2010 y 2018). Todavía no disponemos de noticias para las cortes aragonesas que se celebraron en tiempos de Jaime I, Pedro III, Alfonso III, Jaime II y Alfonso IV durante 1213-1336 puesto que está aún en fase de preparación el tomo I de la colección ACRA. El segundo tomo de la serie ya publicado sí que permite conocer informaciones relevantes para la historia de Albarracín durante los primeros treinta años del reinado de Pedro IV desde las Cortes de Zaragoza de 1336 a las de 1364-1365 (Sesma y Lafuente eds. 2013). Aparecen citados los jurados y hombres buenos de la ciudad de Albarracín, el infante Fernando, señor del lugar, los obispos de Segorbe y Albarracín y el capítulo eclesiástico de la diócesis. De modo especial se hace referencia al impuesto local del peaje (Sesma y Lafuente eds. 2013: 63). En el Parlamento General de Gandesa de 1336 se incluyó por primera vez a Albarracín entre las ciudades convocadas por el brazo de las universidades tras Zaragoza: Civitatum Osce, Tirasone, Barbastri, Iacce et Albarrazini. Sin embargo, en las cortes de Zaragoza de 1348 no estuvo convocada y fue por primera vez en el Parlamento de Alcañiz de 1354 cuando el listado de participantes por el brazo de las universidades separó explícitamente a las ciudades y villas de los comunes de sus aldeas. Desde entonces el reconocimiento a estar representadas en las Cortes de Aragón a favor de las comunidades aldeanas de Teruel, Calatayud, Daroca o Albarracín reforzaba todavía más si cabe el peso del estamento popular (Navarro 2018). En los diez años del reinado de Pedro IV que transcurrieron entre las Cortes de Zaragoza y Calatayud de 1365-1366 y las de Tamarite de Litera de 1375 (Laliena ed. 2008) los nombres de los obispos (Juan e Íñigo) y los de los procuradores del
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concejo figuran entre los listados de personajes que se citan, incluyendo en el brazo nobiliar a Pedro Fernández de Azagra, señor de Albarracín. Por otro lado, la ausencia de un municipio por no haber sido convocado a cortes por el rey no era obstáculo sin embargo para que comparecieran en la asamblea sus procuradores reclamando el derecho a estar presentes. Es el caso de Albarracín y sus aldeas, cuyos representantes explicaron en la sesión del 18 de marzo de 1367 que su ciudad siempre había sido llamada a cortes hasta que en mayo del año anterior no lo fue por primera vez. La causa de su exclusión parece ser que era por no haber pagado el impuesto de fogaje que ordenó el rey y que se vieron obligados a pagar los tesoreros de los nobles y del resto de universidades. En la convocatoria de las Cortes de Tamarite de Litera de 1375 sí que figuraban de nuevo los de Albarracín, pero no su comunidad de aldeas. No hay datos relevantes en la serie de actas de cortes editados para la última década del reinado de Pedro IV, fallecido en 1387, y el reinado completo de su hijo Juan I, fallecido en 1396, que abarca desde las Cortes Generales de Monzón de 1375-1376 a las de 1388-1389 (Sesma ed. 2006 y 2009). Es en las dos cortes que se celebraron durante el reinado de Martín I en Zaragoza (1398-1400) y Maella (1404) respectivamente donde encontramos datos importantes. Para empezar, en la edición de las actas del reinado de Martín I se incluye el fogaje general de Aragón que se recaudó en 1405. En este fogaje la ciudad y aldeas de Santa María de Albarracín con judíos y moros incluidos pagó 2.190 sueldos por 365 fuegos de población fiscal (Navarro ed. 2008: vol. 2, 602).Por añadidura, constan copias de los actos de procuración del obispo de Segorbe y Albarracín, el capítulo eclesiástico yel concejo de Albarracín, incluyendo en estos últimos casos la nómina de asistentes a las reuniones donde se aprobaron dichas designaciones de procuradores. Incluso en el apartado de agravios o greuges de las cortes de Maella se registra una súplica de la ciudad y aldeas de Albarracín al rey para que atienda su protesta contra algunos capítulos publicados en dichas cortes que contradicen sus fueros. El Parlamento de Alcañiz y Zaragoza de 1411-1412 en tiempos del Interregno tras la muerte de Martín I en 1410, editado junto a los actos derivados del Compromiso de Caspe y su sentencia, vuelve a registrar la presencia de los procuradores de Albarracín y sus aldeas ante las autoridades del reino en ausencia de soberano, de igual modo que hará posteriormente el obispo y el capítulo eclesiástico (Sesma ed. 2011: vol. 1, 48, 91; vol. 2, 292). En la sesión del parlamento correspondiente al 17 de junio de 1412 se escribió al infante Fernando de Castilla, futuro Fernando I de Aragón, por ciertos inconvenientes que estaban sucediendo en la frontera de Albarracín y Cuenca (vol. 2, 477). Con el nuevo monarca Fernando de Trastámara se celebraron las dos Cortes de Zaragoza de 1412 y 1413-1414 en cuyas actas volvemos a encontrar copias de los actos de procuración efectuados por la ciudad y sus aldeas y por el obispo y el capítulo eclesiástico con valor onomástico evi173
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dente para reconstruir las elites locales de estas tierras, figurando de nuevo una protesta de los procuradores de Teruel y Albarracín y sus respectivas aldeas contra los fueros aprobados en dichas cortes por ser perjudiciales frente a sus respectivas foralidades (Navarro ed. 2009). El interés enorme que presentan las noticias recogidas en la colección ACRA para la historia de Albarracín desbordaría estas páginas si ampliásemos nuestra investigación a los volúmenes de actas publicados por ahora sobre elreinado de Alfonso V (Iranzo ed. 2007; Laliena e Iranzo eds. 2016; Tomás ed. 2013) o Fernando II (Monterde ed. 2011). Por cuestiones de espacio disponible, preferimos mostrar a continuación un único ejemplo documental para que se vislumbre la riqueza de sus posibilidades. Es el acto de procuración más antiguo que se conoce del concejo y la comunidad de aldeas de Albarracín con fecha 10 de mayo de 1398 para elegir a sus síndicos representantes en las cortes de Zaragoza de 1398-1400, según recogen los folios 85v-86v del proceso de real cancillería de dichas cortes que se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón (Navarro, ed. 2008, t. VI, vol. 1, 58-59): “[f. 85r] Sea conoscida cosa a todos homes como nos, Juste Martinez Davit, juez anyal de la ciudat de Santa Maria de Albarrazin; Francisco Perez de Monterde, Anthon Guitez de Monterde, alcaldes officiales anyales en la dita ciudat; Pero Sanchez de Govacha, mayordomo, Philip Diaz de Mohort, scrivano;Johan Perez de Coyunla, mayor de dias, Pero Sanchez de Monterde, Johan Perez de Heriglos, menor dedias, regidores officiales de la dita ciudat; Sancho Sanchez d’Ansson, Ferrant Martinez de Taraçona,Miguel Perez de Albarrazin, Gil Eximenez de Cortes, Pascual Martin Ferrer, Soriano Martinez, vezinos de la dita ciudat. E de si todo el conceio de la dita ciudat, plegado e ajuntado en la cambra del dito conçeio por mandamiento del dito judez por voz de pregon de don Pero Martinez el Cano, sayon e corredor publico de la dita ciudat. E nos Johan Ferrandez de Pozondo, procurador del comun de las aldeas de ladita ciudat; e Pero Ximenez, vezino de Bronchales; Garci Perez, vezino del Villar; Johan Castellano, vezino de Mostrindo; e Miguel Sanchez de la Casa, vezino de Frias; aldeas de la dita ciudat, asi como diputados e regidores del dito comun, todos los sobreditos concordes e alguno non discrepant, attendientese reconocientes en como por nos e el dito conceio e comun fuessen esleydos por [f. 86r] mandadero se por procuradores nuestros por las cortes por el senyor rey clamadas a la ciudat de Çaragoça, a saberes, a los honrados Tomas Ferrandez del Villar, Alvar Ferrandez de Cortes e Martin Ferrandez Millan, vecinos nuestros, con poder de procuracion feyta por el notario infrascripto a XXII de abril anno infrascripto,la qual dita procuracion loando e aprobando femos e ordenamos procuradores nuestros, sindicos eactores, es a saber, a los ditos honorables T homas Ferrandez del Vi llar, Albero Ferrandez de Torres e MartinFerrandez Millan, vezinos nuestros, todos tres ensemble e cadauno de vos por si, que no sia mellor la condicion del occupant aperecer ante el senyor rey en la cort de Aragon, la qual el dito senyor rey manda seyer justada e plegada en la ciudat de Çaragoça, e a fazer e a prestar por nos el dito conceio e comunidat sagrament de fieldat
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al dito senyor rey assin como a rey e senyor nuestro natural, e a jurar de continent por senyor nuestro al muyt alto princep e senyor don Martin, primogenito del dito senyore rey de Sicilia, e duch de Athenas e de Neopatria. E apres dias del dito senyor rey al dito senyor rey don Martin, rey de Secilia, en rey e por rey nuestro. Dantes e atorgantes a los ditos procuradores nuestros ea cadauno dellos pleno e libre, e francho poder de tractar, ordenar, atorgar e firmar todas e cada unas[f. 86v] cosas que en la dita cort por el dito senyor rey con voluntat de los prelados, religiosos, richoshombres, mesnaderos, cavalleros, infançones e procuradores de las ciudades, villas e villeros del regnode Aragon, qui en la dita cort plegados seran, tractadas, ordenadas, atorgadas, stablidas e firmadas. Prometemos haver por firme por nos e por todos los nuestros qualquiere cosa o cosas que por los ditos procuradores nuestros o por qualquiere dellos en la dita cort sera jurado e encara en aquella sera tractado,ordenado, firmado por el dito senyor rey en la cort, assi como si de nos personalment fuesse jurado e feyto, e aquello perpetualment observar. E encara que por nos e en nombre de las ditas ciudat e aldeas podades supplicar al dito senyor rey que por su merced provida e provehir e ordenar faga e mandeen e cerqua el buen stamento de la dita ciudat e comunidat. Feyto fue aquesto en la dita ciudat deAlbarrazin a diez dias del mes de mayo, anno a nativitate Domini Mº CCCº nonagesimo octavo. Presentes testimonios son desto Martin Perez de Coyunla, clerigo, e don Pero Martinez el Cano, vezinos e habitantes en la dita ciudat.Sig + no de mi Pero Servent, notario publico de la ciudat de Santa Maria de Albarrazin, qui a las sobreditas cosas present fuy e aquesta carta de procuracion scrivi e cerre.
BIBLIOGRAFÍA Iranzo, María Teresa, ed. (2007). Cortes del reinado de Alfonso V/1, Zaragoza, ACRA, t. IX, 2 vols. Laliena, Carlos, ed. (2008). Cortes del reinado de Pedro IV/2, Zaragoza, ACRA, t. III. Laliena, Carlos; Iranzo, María Teresa, eds. (2016). Cortes del reinado de Alfonso V/2, Zaragoza, ACRA, t. X, 3 vols. Monterde, Cristina, ed. (2011), Cortes del reinado de Fernando II/4, Zaragoza, ACRA, t. XVI, 2 vols. Navarro, Germán, ed. (2008). Cortes del reinado de Martín I, Zaragoza, ACRA, t. VI, 2 vols. Navarro, Germán (2009). “Nota historiográfica”. En Juan Manuel Berges Sánchez, Actividad y estructuras pecuarias en la comunidad de Albarracín (1284-1516), Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 21-23. Navarro, Germán, ed. (2009). Cortes del reinado de Fernando I, Zaragoza, ACRA, t. VIII.
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EL LINAJE DE LOS SOMER Y LA ALJAMA JUDÍA DE ALBARRACÍN (SIGLO XV) 1
Miguel Ángel Motis Dolader 2 Los miembros de la familia Somer están vinculados con la comunidad hebrea de Albarracín desde su fundación3, siendo además una onomástica peculiar de la Extremadura Aragonesa4. No en vano, el patriarca del linaje Brahem Somer, mayor, es uno de los testigos que figuran en la firma de las ordinaciones de Arnal de Eril (1395), donde se adoptan las primeras medidas de protección de los intereses judíos –“pro castro seu palacio domini regis”–, lesionados por las recientes bandosidades que enfrentaban a sus moradores, y de las que no pudieron zafarse5. En el siglo XV conviven dos hermanos, el primogénito, Brahem, menor, y Mosé, cuya semblanza es objeto de este estudio. 1. Brahem Somer, menor Nuestro personaje se casa con Luna6, contrayendo segundas nupcias con Jamila . Se documenta al menos desde 1456, en que consta como testigo en una transacción realizada por Çahadías Enforna8. Ejerce de mercader, lo que explica que itinere por las localidades donde residen sus clientes y frecuente los certámenes feriales, como el celebrado durante el Corpus Christi en Daroca9. 7
1 Siglas utilizadas: ACA. Archivo de la Corona de Aragón; ACAl. Archivo de la Comunidad de Albarracín; AGS. Archivo General de Simancas; AHN. Archivo Histórico Nacional, Madrid; AMAl. Archivo Municipal de Albarracín. 2 Universidad San Jorge de Zaragoza. 3 Su génesis institucional se sitúa en torno al año 1377. MOTIS, Miguel Ángel & BERGES, Juan Manuel, Los judíos de Albarracín en la Edad Media (1284-1492). Claves y encrucijadas en los umbrales de la integración y el desencuentro, Tramacastilla (Teruel), 2014, pp. 33-36. 4 Incidentalmente se documentan en otros territorios, como Salomón Abensomer, vecino de Berlanga, que exhorta al monarca para que se cumpla la ley que impide la aprehensión de un deudor por impago. AGS., Registro General del Sello, leg. 147503/304. 5 BERGES, Juan Manuel, “Sentencia de Arnal de Eril (1395)”, pp. 16-28, cap. IX. 6 MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, doc. 488. 7 Ibídem, docs. 688, 712 y 718. 8 Ibídem, doc. 148. 9 Ibídem, docs.193 y 348.
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En el ejercicio 1487-88 desempeña el cargo de adelantado, –Yantó Cerruch y Osua Cerruch, figuran como “regidores de la aljama”, y Brahem de la Portella, clavario–, interviniendo con éxito en una delicada negociación, “en nonbre de la dicha aljama et de las personas singulares de aquella stantes”, pues en este momento se está realizando en el territorio aragonés una investigación judicial sobre los préstamos usurarios. Gracias a sus gestiones, el monarca insta a la Real Audiencia a que levante el embargo decretado sobre el patrimonio de los miembros de la aljama que no tuvieran ningún proceso incoado, pues había generado graves perjuicios a las familias que se atuvieron a la regulación foral10. Promulgado el edicto de expulsión en 1492, padece la indefensión de otros tantos correligionarios, obligándole a malvender sus bienes, víctima, en gran medida, de la codicia de vecinos y comisarios, que perciben una oportunidad para engrosar sus haciendas. Amén de serle incautadas unas tazas de plata y un anillo de oro con su sello11, pues no pueden sacar del reino metales preciosos, afronta la expropiación de su hacienda. Así, en una epístola enviada por Fernando II a su escribano, Francisco Vilanova, donde se advierte que la aljama debía pagar 6.000 sueldos con motivo del matrimonio de las infantas12, se adjudica como indemnización al Real Patrimonio unas casas y heredades de su propiedad, así como la sinagoga, que pronto se subastará: “Por quanto en estos dias mas cerqua passados, seyendo fecha la expulsion de los judios de la nuestra ciudat de Santa Maria de Albarrazin e su Comunidat, por los comisarios por nos en la dicha ciudat e Comunidad dadose assygnados, fueron adjudicados a nos e a nuestra Corte, por raçon de los derechos de maridage de las infantas en los bienes de los dichos judíos, por la porcion a ellos tocantes, son a saber seys mil sueldos jaqueses, en paga e satisfaçion de lo qual nos fueron consignadas ciertas casas y heredades en la Vega de la dicha ciudat, que fueron de un llamado Abram Somer, judio de la dicha ciudat, e huna sinagoga que en la dicha juderia havia, todo en suma de seys mil sueldos jaqueses”13.
10 Ibídem, doc. 684. 11 Ibídem, doc. 733. 12 La aljama judía, en torno a 1414, abona 50 florines por la coronación de la reina. MANE, M. C. y ESCRIBA, G., The Jews in the C rown of Aragon: regesta of the Cartas reales in the Archivo de la Corona de Aragon, Jerusalem, 1995, vol. 2, doc. 1306. 13 ACA., Real Cancillería, Reg. 3610, fol. 161 & MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, doc. 758.
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A pocas semanas de vencer el plazo, el 13 de julio, se ve obligado a vender una parte de su ganado al escudero turolense Juan Martínez de Santángel14, sin especificar el número de reses, a razón de 50 sueldos por cabeza de vacuno y equino (“todas sus vacuas, yeguas que ha hovido… excepto los lethuzos”), y 20 sueldos las de ganado cabrío (“todas las cabras, cabrones, ceptado los chiquos, que son de hoganio”). El precio se fija en su equivalente en paños, peritados por dos expertos. Es paradójico que cinco días después reciba una cantidad en metálico que no especifica –“ser bien pagado et contento del precio de las dichas yeguas e vacas e bestiales a mi propia voluntad, en dineros contantes”–, de modo que subsiste la duda sobre la retribución que obtuvo15. No en vano, uno de los medios habituales de rentabilizar su patrimonio pecuario había consistido en arrendar su ganado en pequeños lotes, como sucede en 1457, en que cede por cuatro años a Gonzalo Pérez, Juan Pérez y Martín de Bonacha, vecinos de Albarracín, un centenar de ovejas (de las cuales dieciocho parideras y ocho borregas), y catorce cabras, a razón de 7 dineros anuales por cabeza16. Por las investigaciones que desarrolla la Inquisición –intensificada por el edicto de excomunión lanzado desde la Seo de Zaragoza a todos aquellos que ocultaran propiedades judías– con posterioridad a su partida, se deduce que su relación con la comunidad mudéjar es fluida, al punto de que había donado, entre otras, una era y un viñedo a Guallart, Mahoma Ayet, Braem Ayet y Mahoma Cabronera –de las que no siempre había constancia notarial–, confiscados en favor del Patrimonio Real, lo que entrañó reclamaciones de algunos beneficiarios17. En este mismo sentido es revelador el testimonio de Pascual Amigó, que le acompaña al puerto de Sagunto –una de las pocas comunidades judías existentes en el reino de Valencia18–, al describir la escena que se produce en la hoz del Porti-
14 Es probable que se trate del hermano de Jaime Martínez de Santángel, primogénito de Jaime Martínez de Santángel, caballero, y Rita Roiz de Santángel, ambos enterrados en el monasterio de San Francisco. Para contraer matrimonio hubo de solicitar dispensa papal, al igual que sucedió a sus hijos Jaime –casado con su prima Gracia Ruiz, hija del mencionado Gonzalo Ruiz, el Viejo– y Violante, maridada con su primo segundo, Gil de Gil Ruiz. Nacido en Teruel, donde reside desde hace más de cincuenta años, tiene su vivienda en la Plaza Mayor. AHN, Sección Inquisición, Valencia, leg. 546/1, fols. 28-33 & MOTIS, M.Á., “El linaje de los Santángel en el Reino de Aragón”, en Aragón Sefarad, Zaragoza, 2004, pp. 251304. 15 MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, docs. 713 y 714. 16 BERGES, J.M., Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), doc. 257. 17 MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, docs. 729, 732, 739, 740, 745 y 751. 18 MEYERSON, M.D., “The economic life of the Jews of Murviedro in the fifteenth century”, en Iberia and Beyond; Hispanic Jews between Cultures, London, 1998, pp. 67-95 & MUÑOZ, F., “La sinagoga en la aljama judía de Murviedro”, Arse: Boletín Anual del Centro Arqueológico Saguntino, 38 (2004), pp. 313-322.
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chuelo, entre Albarracín y Gea, en que muestra su aflicción y, entre lágrimas, le confiesa que “que me han tomado muchos bienes”, y gran parte de sus ovejas que vendió a García Pérez de Arganza, al precio que este fijó arbitrariamente, pese a que “aun no me las ha quesido pagar”. Empero, no desiste en denunciarlo ante el baile de Murviedro19. No en vano, en calidad de adelantado negocia el 27 de julio con unos armadores valencianos el flete del navío en el que embarcará, partiendo de Sagunto, un pasaje compuesto por 310 personas, abonando un importe de 1.200 sueldos, a razón de 5 sueldos per cápita, obteniendo la franquicia de setenta personas, en su mayoría lactantes, menores, ancianos e indigentes20. 21
19 Su procurador Mosé Cerruch recibe de dicho comprador el 24 de julio la suma de 884 sueldos que restaban de una cuantía muy superior (“restantes de mayor quantidat, del precio de ciertas ovejas”), de modo que el rebaño de ganado lanar debía ser numeroso. MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, docs. 715 y 733. 20 HINOJOSA, J., The Jews of the Kingdom of Valencia, Jerusalem, 1993, doc. 872. 21 La moneda se expresa en sueldos jaqueses.
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Tabla 1. Operaciones crediticias realizadas por Brahem Somer (1456-49)
2. Mosé Somer Casado con Ester22, y de profesión corredor, interviene activamente en el mercado fiduciario y en la compraventa de ganado. Su andadura se plasma en los protocolos notariales desde 1445, y se extingue en el verano de 148923. Constituye uno de los casos excepcionales en que se le confiere el trato de don, lo que implica prestigio24. El concejo de Albarracín tiene plena confianza en su profesionalidad, pues, según consta en el Libro de la Mayordomía, acompañó en 1445 a una legación enviada a Teruel, encabezada por el juez Juan Pérez de Arganza, para obtener un préstamo de 1.000 sueldos con los que afrontar las necesidades financieras de la corporación25. Allí contactó con la comunidad judía y conversa, aunque, a juzgar por los cuatro días que invirtieron, no debió ser fácil26. Es posible que su hijo siguiera los pasos de su progenitor pues, hacia 1468, es remunerado con 12 sueldos en con-
22 MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, doc. 272. 23 Ibídem, docs. 75 y 688. 24 MOTIS, M.Á., Los judíos de Tarazona en el siglo XIV, Zaragoza, 2004, vol. 1, pp. 219-224. 25 El proceso de endeudamiento de las corporaciones empieza a ser crónico en numerosos puntos de Aragón, debiendo emitir un volumen notable de deuda pública. MOTIS, M.Á., “Estructura financiera de la comunidad de aldeas de Teruel en el siglo XV”, en Jornadas de estudio sobre los Fueros de Teruel y Albarracín, Teruel, 2000, pp. 109-128. 26 AMAl, Libro de Mayordomía del Concejo, 1444-65, fol. 454.
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cepto de dietas por los tres días que destinó a percibir “las cenas que avia levado el portero del senyor Principe”27. Entre sus clientes se encuentran miembros de la aljama mudéjar local –por lo común solicitantes de modestas cantidades de trigo (entre 5 y 8 fanegas)–28, aunque estas transferencias intercomunitarias29, siempre en favor de los judíos, no significan sino el 7% de los intereses mercantiles globales30. Ello no impide que se incorporen cauciones complementarias, como las que se incluyen en el contrato firmado por Alí Çaragoçano y Axa Annorque, donde renuncian al ordenamiento islámico y han de aportar la dote, en caso de que los bienes del marido fueran insuficientes o incurriera en un impago31. Por otro lado, y pese a que no son grandes desembolsos, su capacidad de capitalización le permite efectuar préstamos a algunos concejos a corto plazo, como el suscrito con Bronchales, cuya corporación emite deuda por valor de 157 sueldos 6 dineros, girados a tres meses, a un interés foral32.
27 ACAl, Libro de Cuentas de la Comunidad, 1464-97, fol. 78. 28 MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, docs. 121, 123, 272 y 471. 29 Cfr. MILTON, G.B., “Christian and Jewish lenders: religious identity and the extension of credit”, Viator; Medieval and Renaissance Studies, 37 (2006), pp. 301-318. 30 MOTIS, M.Á., “Relaciones transversales entre judíos y mudéjares en Aragón en la Baja Edad Media: asimetría, interacción productiva y flujos crediticos”, e-Journal of Sefardic Studies, 2 (2014), p. 119. 31 “Renuncio todo mi dot almayr et derecho que ayuda a los muxeres. Et otrosi, renunciamos simul et in solidum a toda çunya, xara et ley de moro et ad aquella ley que dize que moro no pueda seyer preso dius hobligacion etc”. MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, doc. 272. 32 Ibídem, doc. 119.
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Tabla 2. Operaciones crediticias realizadas por Mosé Somer (1456-49)
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3. Perfil socioeconómico La proyección real de la familia se traduce en su posición en el contexto del mercado comercial y financiero. Así, Mosé Somer (12%)33, junto a Habibi Mançaniel (12%) y Çahadías Enforna (10%), intervienen en un tercio del tráfico de bienes y capitales, seguido a poca distancia de Brahem Somer34, aunque sin la primacía del personaje más influyente de la aljama, como es Farón Barabón, cuya cuota alcanza un 41% de las operaciones. Por último, la suma de de los tres paterfamilias del linaje de los Portella –Simuel, Mosé y Çulema– apenas alcanzan una décima parte35.
Tabla 3. Promedio de operaciones en dinero y en trigo en el cómputo global de la aljama
Según se deduce del número de operaciones mercantiles, casi un cuarto de su mercado potencial radica en la ciudad de Albarracín (22,6%), seguida de Bronchales, Ródenas, Moscardón y Terriente (9-10%), y, en tercer lugar, aunque no muy distantes, Orihuela y Villar del Cobo (7-8%). De este modo, su hinterland se extiende a una distancia máxima de 30 kilómetros, no colisionando con los intereses de aljamas circundantes como Teruel. 36
33Ibídem, docs. 119, 121, 123, 137, 145, 144, 150, 194, 224-228, 235, 239, 263, 265, 266, 269, 270, 294, 297, 300, 302, 306, 307, 322, 326, 335, 340, 339, 355, 382, 401, 426, 436, 441, 459, 463, 467, 471, 482, 489, 492 y 490. 34Ibídem, docs. 118, 122, 128,141, 193, 226, 230, 264, 270, 279-282, 285, 337, 343, 348, 350, 370, 403,415, 445, 447, 449, 450, 475, 478, 485, 499, 501, 506, 505 y 565. 35 Muestran una mentalidad similar, manteniendo la especificidad dictada por sus coordenadas macroeconómicas, al de la oligarquía mercantil de otras aljamas degrado medio. MOTIS, M.Á., “Profile of the mercantile oligarchy in the mid-range Jewish Communities in the Kingdom of Aragon: the Avincacez family from Barbastro, Huesca, 1390-1415”, Imago Temporis. Medium Aevum, 11 (2018), pp. 325-331. 36 Se señalan con un asterisco (*) las localidades que no pertenecen a la Comunidad de Albarracín.
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Tabla 4. Operaciones mercantiles y crediticias desarrolladas por Mosé y Brahem Somer en las localidades de su área de influencia económica.
Los judíos acaudalados poseen considerables rebaños que pastan en la Sierra de Albarracín, con cuya lana comercian37. Así sucede con Brahem Somer, y sus correligionarios Çulema y Simuel de la Portella o Farón Barabón, siendo un factor clave a considerar en los índices de riqueza y preeminencia social. En las operaciones de compraventa de ganado o de lana, los Somer, como las restantes familias mencionadas, suelen negociar las compras con pago antelado en los lugares de producción (Orihuela, Bronchales, Saldón, Moscardón, etc.), mientras que las ventas se efectúan, por lo común, con pago diferido, donde se establece el precio de la transacción38.
37 FERNÁNDEZ, J.A., “Los serranos de Albarracín y la trashumancia entre Aragón y Castilla en tiempos de crisis (1325)”, Aragón en la Edad Media, 16 (2000), pp.349-352. 38 MOTIS & BERGES, Los judíos de Albarracín, docs. 118, 227, 228 y 235.
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LA TIENDA Y LA TABERNA DE POZONDÓN EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII Rafael Herrero Cortés1 1.- INTRODUCCIÓN En los siglos XVII y XVIII había en Albarracín y en sus aldeas una constante preocupación por conseguir un buen abastecimiento de determinadas mercancías de primera necesidad para sus vecinos. Y para conseguir su propósito los Concejos de las aldeas tenían un amplio abanico de competencias que les atribuía la legislación del momento. Ejercían estos un fuerte control y un severo intervencionismo sobre todos los productos que se vendían en dichas aldeas y en especial sobre la venta de productos alimenticios como el pan, la carne, el vino, el pescado, las legumbres y otros alimentos básicos. Pretendían por una parte asegurar el abastecimiento de productos de buena calidad para sus vecinos, y por otra conseguir unos precios razonables y asequibles para las débiles y empobrecidas economías familiares. Constituía realmente una defensa y protección de sus vecinos. Esta actuación de los Concejos venía regulada por las Ordinaciones [ordenanzas] de Albarracín, aplicables especialmente a dicha Ciudad, y por las Ordinaciones de la Comunidad del mismo nombre, aplicables a todas las aldeas dependientes de aquella. El rígido control de las mercaderías que se vendían en las aldeas lo ejercían los Concejos de las mismas. Y uno de sus más destacados miembros era el “Mayordomo”, cuyas funciones eran similares a las del “Almotazaf” o Mayordomo de Albarracín, cargo que tenía una especial importancia tanto en la ciudad como en las referidas aldeas. Las Ordinaciones de la Ciudad de Albarracín del año 1580, establecían y ordenaban que al Mayordomo le correspondía el control del comercio, por lo que todas las mercancías que llegaban a la población se debían presentar ante él, que debía comprobar la calidad y fijar el precio de venta. Y también le correspondía el control de los pesos y medidas de todas las botigas y tiendas de la localidad y las de aquellos comerciantes que llegaren de fuera para vender sus productos, los cuales debían pagarle sus derechos por este control y por reconocer y comprobar dichas pesas y medidas, ordenando destruir las defectuosas. 1 Doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad de Valencia.
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Según dichas Ordinaciones, el Mayordomo de la Ciudad controlaba la calidad y precio de la venta de pescados, carnes, legumbres, vinos, frutas, azúcar, y en general de cualquier otro alimento y de cualquier otra mercancía que se vendiera. Son muchos los productos que se citan en las Ordinaciones aludidas, al menos una treintena de artículos variados. Pero si estos eran los derechos y las obligaciones que las Ordinaciones atribuían al Mayordomo en la ciudad de Albarracín, las mismas decían en el último párrafo de la número 38 lo siguiente: …y así mesmo estatuimos que en las aldeas donde no huviere otra costumbre, en las mercadurías y cosas contenidas en la presente ordinación que se llevaren a vender aquellas, tengan los mayordomos de las aldeas los mismos drechos arriba expressados2
Vemos en el texto citado cómo las Ordinaciones de la Ciudad respetaban, no obstante, las costumbres de las aldeas en la venta de mercaderías, por lo que es interesante conocer cómo se conjugaban en Pozondón la legalidad con la costumbre en el funcionamiento de la tienda, la taberna y otros establecimientos. Las funciones de estos mayordomos están recogidas también en las Ordinaciones de la Comunidad del año 1647, aplicables a todas las aldeas y entre ellas a la de Pozondón. Bajo el título de “Que los mayordomos de las aldeas lleven los derechos como el almutaçaf de la ciudad”, dicen: Itero, estatuymos y ordenamos y mandamos que los mayordomos de las aldeas de dicha Comunidad, que son los almutaçafes, tengan los derechos en las mercadurías que a cada una aldea se llevaren en la forma y manera que el almutaçaf de dicha ciudad tiene, como en las ordinaciones universales que avemos hecho para la dicha ciudad y comunidad, … 3.
Las funciones del Mayordomo tampoco parece que sean nuevas en estas Ordinaciones, que repetirán después las citadas de 1678. Todo parece indicar que hubo otras ordinaciones anteriores para la Ciudad y la Comunidad, que no se han conservado, pues como dicen ambos textos citados, los mayordomos tenían los mismos derechos “como en las ordinaciones universales que avemos hecho para la dicha ciudad y Comunidad se dize”. Las Ordinaciones de la Comunidad de 1696 ordenaban, para asegurar el abastecimiento a los aldeanos de los productos alimenticios básicos, que
2 Latorre Ciría, J. M.: Estudios Históricos sobre la Comunidad de Albarracín, Tomo II,.- “Ordinaciones de la Ciudad de Albarracín hechas por el Comisario Real Juan Luis Moreno”. Año 1580.- Ord. 38, pág. 266. 3 Latorre Ciría, J. M.: Estudios históricos… a.c. Tomo II- “Ordinaciones y estatutos de la Comunidad de Santa María de Albarracín”. Año 1647, Ord. 44 , pág. 76.
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para el mejor govierno de los lugares de dicha Comunidad y socorro de sus pobres vezinos y de los que a dichos lugares vendrán, estatuimos y ordenamos que los jurados y demás oficiales de dichos lugares sean tenidos y obligados a hazer proveer que en cada uno de ellos aya mesón, taberna, panadería y tienda de azeyte ...4
Esta norma contenida en las Ordinaciones obligaba con mucha dureza a los Concejos a establecer estos lugares de venta de alimentos y decía a continuación de lo anterior que “so pena de ducientos sueldos por cada vez que requeridos por qualquiera vezino no lo hizieren” El hecho de que esta obligación de los Concejos de las aldeas esté recogida ya tardíamente en las Ordinaciones de finales del XVII no significa que antes de esa fecha no pudiera constar similar obligación en otras anteriores. Las Ordinaciones se redactaban, como se dice en las de la Comunidad de 1647, número 63, para un periodo de diez años, y son muchas las que no se han conservado. El control de estas actividades económicas por los Concejos de la totalidad de las aldeas de Albarracín debía ser similar por estar regulado por las mismas Ordinaciones. No obstante es lógico que pudiera haber algunas diferencias y matices al aplicar la norma en cada una de ellas debidas a las características de sus habitantes, a la composición de los propios Concejos locales, y a las costumbres locales de cada una de dichas aldeas, que como dijimos respetaban todas a las Ordinaciones de la Ciudad de 1580. En consecuencia de lo expuesto vamos a intentar explicar cómo se desarrollaban en la práctica algunas de estas actividades comerciales y cómo ejercía el Concejo el control sobre ellas en Pozondón, y vamos a intentar acercarnos en lo posible a la realidad del funcionamiento de la tienda y de la taberna en la aldea a la luz de los documentos que, aunque bastante deteriorados, afortunadamente se conservan. 2.- LA TIENDA DE POZONDÓN EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII Las primeras noticias concretas que tenemos sobre la tienda en la aldea de Pozondón en el siglo XVII las encontramos en un manuscrito, incompleto por faltarle algunas hojas al comienzo y al final, que contiene las anotaciones de todos los arrendamientos que hacía el Concejo del lugar a partir del año 16205. De todas for-
4 Latorre Ciría, J. M.: Estudios históricos… a.c. Tomo II .- “Ordinaciones reales de la Comunidad de Santa María de Albarracín hechas por el ilustrísimo señor Don Juan Bautista Pujadas”. Año 1696, Ord. 113, pág. 153. 5 ARMU.-Libro de Actas del Concejo del lugar de Pozondón. Acta de arrendamiento de la tienda , el día de San Miguel del año 1620, a Domingo Sánchez.-
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Pozondón (Archivo AVP).
mas, todo parece indicar que ya anteriormente tenía el Concejo de la aldea unas normas locales escritas o unas “capitulaciones”, no conservadas, que regulaban de alguna manera los arriendos y comportamientos de los arrendatarios, pues al hacer en San Miguel de 1644 el contrato de la tienda por tres años con Miguel Hernández Romero dice que “ha de dar fianza conforme a la capitulación”. De similar manera lo expresa en el contrato del año 1653 con Gregorio Guillén, por un solo año, al decir que el arriendo “ha de tener todas las cosas contenidas en la capitulación”. El Concejo de la aldea de Pozondón estaba compuesto por entonces por siete miembros: un Jurado, un Regidor Primero (o Mayor), un Segundo Regidor (o Menor), un Mayordomo, un Procurador y dos Prohombres y Contadores. A todos ellos en conjunto se les denominaba como “los Oficiales del Concejo”. Las anotaciones o actas que hacía dicho Concejo en este siglo son muy concisas en general, y de difícil lectura en algunas ocasiones por los desperfectos que ha ocasionado el tiempo y por su difícil caligrafía, ortografía y puntuación, al estar escritas por los propios Oficiales, que aunque afortunados por poder al menos expresarse por escrito en aquella época en que sólo unos pocos sabían leer y escribir, no podían hacerlo de mejor manera. En una época en la que se daba gran validez a la palabra oral o escrita, las referidas anotaciones, a las que hemos llamado también “actas”, o que tenían la validez de tales, no se firmaban salvo en raras ocasiones. Una de las importantes funciones que tenía el Concejo era el control de todos los servicios y de todas las actividades comerciales que se desarrollaban en la aldea, entre las que estaba el aprovisionamiento de carnes, de pan, de otros comestibles y de vinos, o sea, de la carnicería, de la panadería, de la tienda y de la taberna. Aquí nos referiremos únicamente a las dos últimas.
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La tienda de la aldea estaba controlada en Pozondón por los miembros de dicho Concejo, y en especial por el Mayordomo, que vigilaba especialmente las calidades, medidas y precios de todos los productos alimenticios que llegaban, que no podían ser vendidos sin su aprobación. Y se preocupaba también del aprovisionamiento y de las existencias de alimentos para que la población no quedara desabastecida, reservándose la aplicación de las sanciones a los tenderos previstas por incumplimiento de las normas. La tienda, como ocurría con otros muchos servicios, se adjudicaba por el sistema de arriendo, tras una subasta pública al postor que ofrecía mayores ventajas para los vecinos, el día de San Miguel de Septiembre por periodos de uno, de dos, o en ocasiones de tres años. La primera de las actas conservadas corresponde al arrendamiento que se hizo a Domingo Sánchez en San Miguel del año 1620, que finalizaría en la misma fecha del año 1621, pero que fue prorrogado el 10 de Octubre de este año hasta el 30 de Octubre de 1622, fecha en la que se arrendó a Pedro Hernández, vecino de Orihuela. Las condiciones con las que se hacían estos arrendamientos eran bastante rígidas, y el tendero necesitaba tener una persona que actuara como fianza para casos de incumplimiento, y dos testigos que dieran fe de lo pactado. La persona que había conseguido el arriendo para vender en la tienda, se comprometía a tener siempre en el establecimiento a disposición de los vecinos, las que llamaban “las cinco legumbres”, como era costumbre llamarlas en la aldea. Estos cinco productos básicos eran el aceite, el jabón, los garbanzos, el congrio6 y el abadejo [bacalao]. Desconocemos el porqué y desde cuándo llamaban “legumbres” a todos ellos. El tendero debía tener “todas las dichas cinco cosas bastantes y de buen recibo”, o sea, suficientes para la población de la aldea y de buena calidad. Y estaba obligado a tener siempre en su establecimiento todas estas mercancías, porque en caso contrario establecía el contrato que “de cada vez que falte una de las dichas cinco cosas, tenga de pena por cada comida, cinco sueldos”7. Esta penalización solía ser en todos los contratos de la misma cantidad, aunque dependía de las condiciones establecidas para el arrendamiento.
6 Congrio: Pez teleósteo, del suborden de los Fisóstomos, que alcanza de uno a dos metros de largo, con el cuerpo gris oscuro, casi cilíndrico, bordes negros en las aletas dorsal y anal, y carne blanca y comestible. 7 ARMU Pozondón: Libro de Actas del Concejo.- Acta del 30 de Octubre de 1622.
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Decían los contratos normalmente, que el Consejo “lo hacía bueno”, o que avalaba esta obligación, pero al mismo tiempo establecía que “ningún vecino pueda vender botiga y tienda y solo el dicho tendero”, o sea que el Consejo era exigente con el tendero y le ponía unas obligaciones, pero al mismo tiempo le protegía y evitaba la competencia en la aldea. Como la economía de los vecinos de esta población no era muy fuerte, solían decir los contratos que el Concejo prestaba una cantidad de dinero al que arrendaba la tienda para comprar género, de los que debería pagar un interés. Literalmente lo expresaban diciendo que el tendero pague o “haga la pensión de cien libras que el consejo le presta”. La cantidad prestada se expresaba en cada contrato en la moneda vigente en el momento, especialmente en sueldos o escudos, libras, reales de vellón, etcétera. A título de ejemplo, reproducimos íntegramente un contrato de arrendamiento de la tienda, correspondiente al año 1627, en el que conservamos su ortografía original, pero ponemos los signos de puntuación, para facilitar su lectura y comprensión. Dicho documento dice lo siguiente: En 4 de setiembre de 1627se le franco [arrendó] la tienda a Frco. hernandez Sebastian por tiempo de tres años y el Concejo le haze bueno que ningún vezino pueda vender botiga y tienda y solo el dicho tendero y da al Concejo ciento un sueldo y estaobligado avender las cinco cosas como son congrio, aceyte, garbanços, abadejo y jabon un dinero menos que el coto de Albarrazin por cada una libra, que son 3 sueldos por aroba. Paga la pension de Cien libras que el Concejo le presta y adedar fiança de dicho dinero a contento de los Sres. Regidores. Tiene de pena por cada comida que faltare probision 5 sueldos8.
Como dice el texto citado, algunos años se debían vender estos cinco productos en la aldea más baratos que en Albarracín, y en otros al mismo precio. Pero al mismo tiempo, para proteger al tendero y evitar competencias, decía el contrato de 1636 y otros posteriores, que “ningún vecino pueda vender ninguna cosa de botiga y tienda so pena de 20 sueldos por cada vez que se lo probaren”. Es en el contrato de este año de 1633, cuando se amplían los productos a vender en la tienda de Pozondón. Ya no se venden solamente las llamadas “cinco legumbres”, según decían contratos anteriores, sino que “está obligado a tener todo género de sandalias, y anís, pólvora y perdigones y esparteñas, y que no teniéndolas él pueda tener cualquier vecino”. Al parecer, estos objetos estaban menos controlados hasta entonces que los productos alimenticios. A partir de este año se venden en la tienda, pero en caso de no cumplir con la obligación de tener existencias, no lo cas-
8 ARMU Pozondón: Libro de Actas de Concejo.- Acta del 4 de Septiembre de 1627.
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tigan con sanción como ocurría con los productos alimenticios, sino que dan libertad para que los pueda vender cualquier otro vecino. El contrato de 1630 decía que “ha de tener las mercaderías donde fuese justo visto por los oficiales [miembros del Concejo] y que no pueda meter ninguna mercancía en la botiga sin ser visto por los oficiales. Si la metiere tenga de pena y juramento de hacer una carta de enmienda al Concejo”. Los productos a vender debían estar expuestos y no ocultos, para que los miembros del Concejo pudieran verlos y comprobar su calidad. El Concejo de la aldea controlaba la calidad y los precios de forma exhaustiva. En algunos contratos, como en el de San Miguel del año 1636, además de recordar que los precios de las “cinco legumbres” debía ser un dinero menos que en el coto de Albarracín, fijaba también los de los nuevos productos. Los precios de venta de las esparteñas debían ser los siguientes: “la de hombre a tres sueldos, ocho dineros, y las de mujer a real y diez”. Era costumbre muy extendida en estos siglos, y en una población agrícola y ganadera, con una economía de subsistencia, de escasos recursos, pagar el género en los establecimientos con huevos de las gallinas que solían tener todas las familias, por lo que el Concejo establecía en todos los contratos, como por ejemplo en el de 1636, que el tendero “está obligado a tomar los huevos a tres dineros, y también está obligado a darlos a los vecinos al mismo precio, y esto con juramento”. El Concejo establecía con toda rigidez, no solo el precio de compra de los huevos o a cómo los debía tomar, sino también el precio de su posterior venta a los vecinos que los necesitaren, que debía ser al mismo precio, sin ningún margen de ganancia. La referencia para el precio de los mismos era el que tuviera la taberna de la aldea, precio que establecía también el Concejo, y que oscilaban según la época del año que fuera más o menos propicia para la puesta de las gallinas, o sea, que hubiera mayor o menor producción de huevos. A partir del arrendamiento del año 1644 los contratos se hacen más resumidos, diciendo en los posteriores que se hacen “conforme a la capitulación”, e incluso la del año 1653 a 1656 hacía alusión a una anterior, diciendo que “El tendero se quedó con la tienda al precio conforme que estaba a cumplir con ella el día San Miguel de 1639”. El contenido de las capitulaciones citadas no lo conocemos. Posiblemente fueran acordadas verbalmente, como se hacían en varias ocasiones en unos tiempos en los que se daba un gran valor a la palabra, o que fueran escritas y no se haya conservado su texto. En lo que resta de siglo no cambiaría prácticamente nada en el funcionamiento de la tienda, todo sería igual, y seguiría vendiendo todos los productos a que hemos aludido.
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Del siglo XVIII se conserva en Pozondón otro manuscrito con las anotaciones de los arrendamientos que hacía el Ayuntamiento desde 1.716 hasta el último cuarto del siglo, que nos permite comprobar la continuidad de las costumbres locales. Las actas están ya un poco mejor redactadas. Seguirá como en el anterior con la permisión de vender algunos productos nuevos. Pero, ni siquiera los cambios que se produjeron en los municipios a comienzos de siglo afectaron apenas en la práctica a las costumbres que tenía este establecimiento de Pozondón. Como consecuencia de la Guerra de Sucesión y de los llamados Decretos de Nueva Planta que le siguieron, que afectaron a todo Aragón y a Valencia, se produjeron cambios en la administración local que dieron lugar a la creación de los ayuntamientos. Estas reformas también llegaron a Pozondón, aunque tardíamente, produciéndose un cambio en el sistema de nombramiento de los oficiales que se realizaba anualmente, y con estos cambios llegó la desaparición del oficio de Mayordomo. La última vez que se citó este cargo en el Libro de Actas, como luego veremos, fue al contratar la taberna con Benito García en el año 1716, y quizás se citara más por la costumbre que por la legalidad, pues ya no existía el mismo en la relación de Oficiales del Concejo de este año. No obstante, en el contrato decía que “Es condición que ha de dar al Mayordomo por su derecho cuatro cántaros de vino”. Y si esto ocurría en el arrendamiento de la taberna, de la misma manera debió hacerse en el arriendo de la tienda. Hemos dicho que las reformas llegaron en la práctica tardíamente a Pozondón. En la inscripción en el Libro de Actas de la “Elección de oficios” para el año 1716 a 1717, consta que se elegía un Alcalde Mayor, un Alcalde Menor, un Regidor, un Procurador y los Concejantes (los que entran y salen de oficios). Ya no figura, como hemos dicho, el cargo de Mayordomo. Pero el año siguiente no se trata ya de “elección”, sino que con los nuevos tiempos se habla de la “Nómina de oficios de el lugar de Pozondón dispuesta por los Sres.[entiéndase los Oficiales] de acuerdo con la Chancillería de Çaragosa para el año de 1717 hasta 1718”. No es ya una “elección”, sino una imposición de la Cancillería. Esta imposición queda todavía más patente en los años siguientes, en los que se habla de la “Nómina de oficios dispuesta por el Sr. Marqués de Castelar para el lugar de Pozondón para el año de 1718”. Y la misma autoridad real dispone o impone también los oficiales para los años siguientes.9
9 El Marqués de Castelar era Baltasar Patiño y Rosales, que fue Intendente General con Felipe V durante la Guerra de Sucesión, y después Intendente del Reino de Aragón.
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Como consecuencia de estos cambios, las funciones atribuidas anteriormente por las Ordinaciones a los Mayordomos, fueron asumidas en Pozondón por los Procuradores. Así se desprende del arrendamiento que se hizo en 1721, en cuya anotación se lee que “Se le dio la tienda por convenio a Pedro Sánchez, con sus quince libras de cabal [adelanto o préstamo], con su censo [interés] que se acostumbra a pagar a los Procuradores”. Cobraban estos últimos lo que antes recibían los Mayordomos, por lo que también debieron asumir las mismas obligaciones. Pero las costumbres locales sobre la tienda siguieron en la práctica en Pozondón casi igual que antes y con obligaciones muy similares para los tenderos. Poco ha cambiado. En el arrendamiento de 1717, que se hace por dos años y un tercero voluntario a Mathías Polo, de Caminreal, se decía que ha de tener obligatoriamente en la tienda “abadejo, aceite, jabón, judías y pimienta. Se le permitirá tener “hilo de los dos géneros, ajos, alfileres y papel y lo demás que quisiere vender con obligación de manifestarlo para poner los precios convenientes”. Se ha producido en estas fechas una ligera apertura. Se van incorporando poco a poco nuevos productos para la venta, y ya se permite tener en la tienda, “lo demás que quisiere vender”, pero con la obligación, como antes, de manifestar todo para ver la calidad y fijar su precio. En los años siguientes se añadieron a los productos alimenticios a vender en la tienda algunos nuevos. En 1721 añadieron los garbanzos, y en 1726 decía el contrato que ha de tener “aguardiente a ocho dineros la libra”. Desde 1737 debía tener además “papel en blanco”. A mediados de siglo sigue la costumbre de tener en la tienda obligatoriamente, como en el anterior, algunos productos, pero ahora son siete. Así, en el contrato que se hace a Francisco Blasco para los años 1753 a 1756 se dice que “Se obligó a tener existentes las siete cosas que es costumbre, que son y de obligación que tenía el anterior, que son aceite, jabón, judías, abadejo, pimienta, aguardiente y papel blanco”. Recordemos que en el siglo anterior eran las llamadas “cinco legumbres”. Se sigue entregando al tendero un dinero de “de bistreta”10, cuya cantidad se expresa en cada arrendamiento en la moneda vigente. Así, por ejemplo, en 1745 ha de pagar a los procuradores el “censo” anual que se acostumbra por las 27 libras jaquesas que se le dieron. Y en 1750 “se le dio de cabal 35 libras jaquesas en dineros y ha de pagar cada año de censo 35 sueldos”. Unos años más tarde, en 1765, “se le dio de bistreta quarenta y cinco pesos de los que ha de pagar de censo a sueldo por libra”. 10 Préstamo o adelanto de una cantidad de dinero. El mismo significado tiene aquí la expresión “de cabal”.
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Sigue también la costumbre y obligación de tomar huevos en la tienda a cambio del género, y desde 1731 se puede pagar también con trigo11. Por supuesto, como ya sucedía en el siglo anterior, tenía que vender los huevos a los vecinos del lugar al mismo precio que los comprara. Resumiendo podríamos decir sobre la tienda de Pozondón, que apenas encontramos diferencias de funcionamiento entre los comienzos del Siglo XVII y el final del XVIII. Sigue el mismo sistema de arrendamiento a la mejor puja; la misma rigidez y el mismo intervencionismo en el control de calidades y precios de los productos a vender; continúa el mismo sistema de pago en la tienda; siguen las mismas obligaciones, bajo penalización, por no tener en la tienda alguno de los productos alimenticios básicos y obligatorios; y ha de tener los precios como en la tienda de Albarracín. Finalmente, el tendero seguía necesitando un fiador y debía pagar un “censo” por el dinero que se le entregaba “de cabal” o “de bistreta”. 3.- LA TABERNA DE POZONDÓN EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII En la introducción que hacíamos en la primera parte del presente artículo, exponíamos el rígido control y el intervencionismo de las autoridades de Albarracín y de sus aldeas, sobre la comercialización de todo tipo de mercancías que se vendían tanto en los establecimientos locales como a través de mercaderes ambulantes. Era además una preocupación constante de los Concejos, como dijimos, la de conseguir un buen abastecimiento para sus vecinos, especialmente de los productos alimenticios básicos, entre los cuales estaba también el vino, importante bebida en estos siglos. Pero esta preocupación no era solamente para tener asegurado el abastecimiento de estos productos, sino que al mismo tiempo perseguía la consecución de unos precios asequibles a las débiles economías de sus vecinos. La misma legislación antes citada para el funcionamiento de la tienda era también aplicable a las tabernas de las aldeas. A tal efecto recordemos que las Ordinaciones de la Comunidad, como ocurría en las de 1696, ya a finales del siglo XVII, 11 Un resumen de cuanto acabamos de decir puede comprobarse en la anotación del Libro de Actas del año 1731, en la que respetamos su ortografía y ponemos los acentos y signos de puntuación para facilitar su lectura: “Se francó la tienda a Pedro Sánchez por tres años con las condiciones y tratos siguientes: La primera fue trato que ha de dar jabón, aceite, judías, abadejo y pimienta al precio que vaya en Albarracín, y ha de tener aguardiente a ocho dineros de plata la libra. Y por las cinco cosas dichas arriba ha de tomar guebos nueve meses y medio a tres dineros de plata y dos meses y medio a dinero de plata. Y por el aguardiente ha de tomar guebos al mismo precio que las demás cosas sólo por un año, y por dicho aguardiente ha de tomar trigo, por un año quartilla de trigo por quartilla de aguardiente, y los dos años de más será su voluntad tomar trigo y guebos por el aguardiente. Y a de dar los guebos al precio que los toma, y de cada cosa que faltare de las seis que tiene obligación de tener, cinco sueldos de pena cada bez que faltare alguna de las dichas. Da por fianza para la servidumbre y cabal a Clemente López Tomás.Se dio de cabal veinte y siete libras y deberá pagar censo de ellas, sueldo por libra como es costumbre cada un año”.
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ordenaban para asegurar el abastecimiento a los aldeanos de los productos alimenticios básicos, que los jurados y los oficiales de los Concejos estaban obligados a que en todo lugar hubiera mesón, taberna, panadería y tienda de aceite. Ya vimos también al referirnos a la tienda que la misma norma de las Ordinaciones de 1696 obligaba igualmente con mucha dureza a los referidos Concejos de las aldeas a establecer todos estos lugares de venta de alimentos bajo la sanción de doscientos sueldos si no lo hicieran al ser requeridos por un vecino cualquiera del lugar. Tenían los Concejos de todas las aldeas en consecuencia de lo dicho, y por supuesto también de la aldea de Pozondón, el tener una taberna, además de otros establecimientos, para la venta de vinos, bajo la amenaza de una fuerte sanción al Concejo si no lo cumpliera. Los Mayordomos tenían en este Siglo XVII la función y el derecho de controlar la calidad de los vinos, de las medidas y de los precios de venta, y era también función de los mismos el aplicar las sanciones correspondientes por incumplimiento de las normas establecidas. Como ocurría con la tienda, había diferencias importantes en la aplicación de las normas de una aldea a otra, puesto que las mismas Ordinaciones, como advertía la número 38 del año 1580, al fijar las funciones del Mayordomo, hacía la salvedad de “las aldeas donde no hubiere otra costumbre”. Estas costumbres se debían, entre otras cosas, a las características de su población, a la composición de los concejos, y a otras circunstancias acumuladas a lo largo de los siglos. Hechas estas observaciones, veamos a la luz de los documentos conservados cómo era la comercialización del vino y cómo funcionaba la taberna de Pozondón en los siglos XVII y XVIII, en las que se conjugaban las normas legales de las Ordinaciones con las costumbres de sus gentes que la diferenciaban de las demás aldeas de la Comunidad. En los mismos manuscritos de los que hablábamos al referirnos a la tienda, encontramos anotaciones, que son auténticas actas de su tiempo, que contienen mucha información sobre el arriendo de la taberna en estos siglos, las cuales nos permiten conocer perfectamente cómo estaba organizado el transporte y la venta del vino en estos establecimientos de Pozondón, porque aunque no era esta bebida un artículo de primera necesidad, su consumo como acompañante de la comida en una época en la que no había otras alternativas, parece ser una costumbre generalizada, quizás motivada especialmente en invierno por el frío de la zona. El concepto de taberna no era en aquellos siglos como en la actualidad un lugar para consumir esta bebida, sino también un establecimiento para la venta al público del vino que consumiría en su domicilio, o con la comida en el campo cuando
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iba a realizar tareas agrícolas durante toda la jornada y se llevaba “la merienda”, porque no iba a volver a casa hasta el anochecer. Una costumbre del Concejo de esta aldea al hacer la subasta el día de San Miguel de Septiembre, consistía en que se arrendaba el servicio de la comercialización del vino en dos partes. Eran dos subastas públicas que en la mayor parte del Siglo XVII se adjudicaban normalmente a personas diferentes. Primeramente se arrendaba el proveer o traer el vino a la taberna desde los lugares de producción, al que pujaba con mejores precios y más ventajas ofrecía para sus vecinos; y después el vender el vino al público en el establecimiento, también al mejor postor. No obstante, en algunos años se arrendó en este siglo, excepcionalmente juntos, el transporte o aprovisionamiento y la venta al público, como ocurrió en Septiembre de 1624 y en 1632, años en los que se concertó este servicio con un tal Lucas, de Caspe, y con Martín García, respectivamente. Tanto los contratos para la provisión o acarreo del vino como para la venta se hacía generalmente por un año natural, hasta San Miguel del año siguiente, pudiendo pujar para el mismo personas de la aldea o de otros lugares, a los que de hecho se adjudicó en varias ocasiones. No obstante, veremos cómo se modifican estos arrendamientos a lo largo del tiempo. Hemos de destacar, ya desde 1620, año desde el que se conservan los primeros contratos de este siglo, que el Concejo de Pozondón ejercía un férreo control sobre el vino, del mismo modo como lo ejercía en la tienda de comestibles como vimos antes, controlando con toda rigidez tanto el origen del producto como los precios, calidades y medidas, ejerciendo una total vigilancia en defensa siempre de sus vecinos. La intervención o los derechos del Mayordomo, que era el que ejercía el control, se decía explícitamente en muchas ocasiones en los contratos de arriendo de Pozondón, como por ejemplo en el contrato del año 1636 y algunos otros. Pero en otras ocasiones se aludía a la costumbre del lugar, en la que estaba incluida la función de aquél. Era sin duda el principal responsable en el control de los vinos que se vendían en la aldea y a quien correspondía el aplicar las sanciones por incumplimiento de lo pactado. Teniendo en cuenta la dureza con la que se contrataba el proveer la taberna, se comprometía el que había conseguido el arrendamiento a ir a por el vino “a donde los oficiales [los miembros del Concejo] le mandaren” y dar de estrenas a dichos Oficiales, por el contrato, unos dieciocho o veinte cántaros de vino, tinto o blanco, según los años. El vino no podía faltar nunca, pues decían los contratos que se hacían en Pozondón, que “es condición que cada comida que faltare el vino, tengan de pena cin-
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co sueldos ejecutados por el mayordomo12”, o sea, que el encargado de proveer la taberna, o de transportar el vino desde los lugares de producción hasta la el establecimiento de venta, era sancionado con una cantidad que se mantuvo fija casi durante todo el siglo, de cinco sueldos por cada comida que estuvieran sin esta bebida. Antes de meter el vino en la taberna tenía que manifestar el proveedor de dónde procedía y el precio de compra, o sea, “a cómo pasa por corredor”. Y además, “ha de tener juramento que no pueda meter vino en la taberna sin que sea visto por los oficiales”. Pero algo debió ocurrir a comienzos de 1623, pues unos meses antes, el 3 de octubre de 1622, había obtenido el arrendamiento para traer el vino a la taberna Pedro Blasco, y en el Libro de Actas del Concejo existe otra anotación, sin haber concluido el año de arrendamiento, que dice: A 19 de Marzo de 1623 juró Pedro Blasco, tabernero, en poder del Mayordomo, de no meter vino en la botica sin licencia y visto por los regidores o Mayordomo, en testigos de Diego Blasco y de Bartolomé Pérez.
En todos los contratos de arrendamiento para proveer la taberna, no podía faltar el establecer con claridad el precio del transporte del vino, según la distancia de donde se trajera. Los vinos se traían de distintos lugares, pero generalmente procedían en el Siglo XVII de Cariñena, de Jérica, de Segorbe, de Altura y a veces también de Murviedro (Sagunto). Un compendio de cuanto acabamos de decir sobre el arrendamiento del transporte del vino hasta la taberna, lo encontramos perfectamente en el contrato que se hizo en el año 1623, que exponemos íntegramente a continuación actualizando la ortografía , la puntuación y la acentuación para facilitar su lectura. Dice el referido documento lo siguiente: A dos días del mes de octubre año mil seiscientos ecino i tres, se concertó domingo nogés, vecino de cariñena a servir la taberna de poçondón, traer el vino todo lo que fuere menester para dicha botiga, y deja de cabal doscientos reales, y el concejo otros doscientos y si más fuere menester los a de dejar dicho domingo nogés, y de cada vez que faltare el bino tenga de pena cinco sueldos y proberlo a sus costas todo. Tiene de porte de cariñena y puertos abajo a dos y medio, de puertos arriba a dos sueldos [debe entenderse del puerto de Ragudo], del reino de valencia, de la oia de gérica a tres sueldos, de allí abajo a dos reales de porte. Al reino de ecinos no esté obligado ir si no es asta el mes de marzo. A de manifestar el vino a como pasa por corredor en cariñena o doquier le manden ir. Todo lo a de manifestar conforme. Dio por su fiança a francisco Sánchez, erero, en testi-
12 ARMU Pozondón.- Libro de arrendamientos del Concejo .- Acta del arriendo para traer en vino a la taberna en el año 1636.
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gos de roque ecinos i de pedro López, ecinos de poçondón. Todo lo qual fue hecho día i año ariba calendado.13
No faltaba nunca en los contratos el poner a una persona que actuara como fianza del arrendatario y que respondiera en casos de incumplimiento, y al menos otras dos que fueran testigos de lo pactado. Y debían ser siempre aceptados, sea, a contento de los Oficiales. Normalmente el Concejo ponía un dinero “de cabal” o como anticipo o préstamo para comprar mercancía al adjudicar el arrendamiento, cuya cantidad solía variar de un año a otro. En el año citado el Concejo puso doscientos reales y el tabernero otros doscientos, y si se necesitara mayor cantidad la tenía que poner el que se quedó con el arriendo. Anotaciones similares a la expuesta se repiten en el Libro de Actas del Concejo del siglo XVII. Las diferencias que encontramos son especialmente para expresar el beneficiario del arrendamiento, la duración del contrato, para fijar los precios del
13 ARMU Pozondón.- Libro de arrendamientos del Concejo del siglo XVII.- Acta del 2 de octubre de 1623.
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transporte del vino según su procedencia, para expresar el dinero de cabal que ponía el Concejo y el arrendatario, y para decir quién era su fianza y quienes sus testigos. La segunda subasta de la que hemos hablado sobre la taberna de Pozondón era para vender el vino en dicho establecimiento. Este doble contrato con personas distintas para proveer el vino y para venderlo, continuaría durante todo el XVII, salvo raras excepciones. La persona a que el día de San Miguel de Septiembre conseguía la taberna para vender esta bebida por un año, que era el plazo más frecuente, estaba también sujeta a rígidas normas. En principio se exigía al contratante un lugar, o un patio, en el que poner tinajas con capacidad para cien cántaros de vino. Las tinajas para almacenarlo las facilitaba el Concejo. No podía vender otro vino que no fuera el autorizado por los Oficiales, y se le daba dos dineros aproximadamente, según años, por cada cántaro vendido y una cantidad anual fija de unos cien sueldos. En una época de gran religiosidad, no se olvidaba a la hora de contratar la venta del vino en la taberna, del suministro necesario para la celebración de la misa de los clérigos que había por entonces el Pozondón, por lo que con estos cien sueldos que aportaba el Concejo, se comprometía el tabernero “a dar ampolletas francas [gratuitas] todo el año, el vino que fuere menester para dichas ampolletas de decir misa”.14 Anotaciones como esta, con la obligación de dar el vino para las misas, se repetían en muchos contratos, aportando el Concejo al tabernero cada año cantidades pactadas por este concepto. Ante la débil economía de los vecinos de la aldea de Pozondón, era costumbre también el comprar el vino en la taberna con huevos de las gallinas que solían tener en casa todas las familias, igual como se hacía en la tienda. El tabernero estaba obligado a tomar todos los huevos que le llevaran, pero hasta el precio de los mismos, como en todos los productos, lo ponían los Oficiales del Concejo. Este precio era variable y era mayor o menor dependiendo de la época del año más o menos propicia para la puesta de las gallinas, pero quedaba establecido también en el contrato.
14 Id.Id.- Acta del arrendamiento a Domingo Ximénez en 1624, para vender el vino en la taberna. El dar todas las ampolletas de vino necesarias para celebrar misa se repite en muchos arrendamientos.
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Lo expuesto lo podemos comprobar en el arrendamiento que se hizo el 21 de Septiembre del año 1624 para vender el vino, que decía “que desde el día de Todos los Santos ha de tomar los huevos que llevaren a dicha taberna, todos desde el día de San Miguel a tres dineros el par, y que si ningún vecino hubiere de menester algún par, los haya de dar en la taberna a los dichos tres dineros sin poderles llevarnos nada”. Un poco más tarde, en el contrato que se hizo desde San Miguel de 1649 a 1650 con Francisco Sánchez para vender el vino en la taberna, lo expresaba, respetando la ortografía de la época, de la siguiente manera: Y se obliga a tomar los guebos a cuatro asta mitad de abril, y desde allí asta mitad de Julio a tres y desde allí a Sam miguel a cuatro y los a de dar a los vecinos al mismo precio que los tomare.
Era frecuente que algunos de los vecinos o transeúntes, necesitaban comprar algunos de estos huevos, para lo que acudían a la taberna. El tabernero se los vendía, pero tenía que ser al mismo precio que los tomó, sin que pudiera beneficiarse de esta acción de compraventa. La única ganancia consistía en una cantidad fija que el concejo le daba por vender el vino, que en 1630 era de dos dineros por cántaro vendido. En el año 1641 encontramos que en el contrato se habla de nuevos productos para vender en la taberna, el aguardiente, y el vino blanco. Dice el acta, de la que respetamos también su ortografía y actualizamos la acentuación y puntuación, lo siguiente: … es condición que a de tener aguardiente y bino blanco todo el año, el aguardiente a quince dineros y el vino blanco a coste y porte, y a de dar fianza a contento de los señores oficiales para todo y para el cabal que se le_____en la taberna y da de rento porque no pueda vender otro nadie que sea vecino del lugar, treinta reales, digo sesenta sueldos.15
Hasta tal punto llegaba el control de la taberna, que una de las condiciones que ponían al tabernero era que el establecimiento debía estar abierto todos los días, y tendría “cinco reales de pena si estuviere la taberna cerrada de día”. Este doble arrendamiento de la taberna, por una parte para proveerla, o sea, para traer el vino al establecimiento desde los lugares producción, y por otra para venderlo al público, continuó haciéndose de igual manera durante todo el Siglo XVII. Pero se producen cambios a comienzos del XVIII, que continuarán durante todo el siglo. Los arrendamientos se harán desde ahora a una misma persona que se encargará tanto del transporte como de la venta en el establecimiento, y casi siempre para un solo año excepto en un par de ocasiones.
15 Id.Id.- Acta del año 1641, en la que se arrienda el vender en la taberna a Jacinto Rueda por un año.
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Doble contrato de arrendamiento en 1630 para traer el vino y para venderlo en la taberna.
Transcribimos íntegramente el contrato de arrendamiento, en lenguaje actualizado, que se hizo en 1716, en el que podemos ver algunos de los cambios que se realizaron a comienzos del siglo. Decía literalmente: Francóse la taberna a Benito García por un año para proveerla, y a satisfacción y contento del lugar para venderla con las condiciones siguientes: Primeramente se le franco en treinta cántaros de vinos muertos. Es condición que hay de traer el vino de donde le sea mandado. Se le da de portes de puertos abajo, inclusa la vendedora, treinta y dos sueldos por alquez16 y de puertos arriba treinta y dos sueldos. Item es condición que haya de tomar huevos todo el año a tres dineros el par excepto dos meses (los que él quiera) que ha de tomar a dos dineros por el par, con la obligación de haberlos de dar a los vecinos al mismo precio que el dicho los toma. Item es condición que ha de dar al Mayordomo por su derecho cuatro cántaros de vino. Dio fianzas para el servidumbre y el dinero de cabal que son veinte libras, a Leandro López y Pedro Aspas.
16 Medida de vino de doce cántaras.
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Ya hicimos alusión a la desaparición del cargo de Mayordomo en el siglo XVIII al referirnos a la tienda de Pozondón. La última vez que aparece fue al contratar la taberna en el año últimamente citado, como acabamos de ver en el texto transcrito, y quizás sea más por la costumbre que tenían en el lugar. De hecho ya no existía dicho cargo legalmente. En efecto, habían llegado a Pozondón, aunque tardíamente, las consecuencias de la Guerra de Sucesión y de los Decretos de Nueva Planta que tanto afectaron a Valencia y a Aragón, los cuales cambiaron la composición de los Concejos y crearon los ayuntamientos. Los cargos del municipio van a cambiar y lo mismo el sistema de nombramiento según dijimos al hablar de la tienda el siglo XVIII. En la inscripción en el libro de actas de 1716 todavía se hablará, según hemos visto, de la “Elección de oficios”, pero ya no figura el cargo de Mayordomo, que había sido muy importante en el siglo XVII. En el año siguiente, 1717, no se trata ya de “elección”, sino que con los nuevos tiempos se dice que el nombramiento es ya por imposición o designación directa. La misma imposición queda más patente en el año siguiente, en el que se habla de la “Nómina de oficios dispuesta por el Sr. Marqués de Castelar para el lugar de Pozondón para el año de 1718”.17 Esta misma autoridad real dispone o impone también los oficios durante los años siguientes. Al suprimirse en el municipio de Pozondón el oficio de Mayordomo por los cambios expuestos, sus funciones fueron asumidas según dijimos por el Procurador. Si hemos dicho antes que al arrendar la taberna en 1716 se entregaban unos cántaros de vino al Mayordomo por su derecho, ya no se realizará igual en 1719 al arrendar la misma. Serán ahora los procuradores los que cobrarán el censo que antes correspondía al mayordomo, luego debieron asumir los derechos y obligaciones de aquellos. Una diferencia con respecto al siglo anterior que encontramos desde comienzos del XVIII, que hemos comprobado en el texto transcrito, es que se hacía un solo arrendamiento para acarrear o transportar el vino desde los lugares de producción hasta la taberna, y para venderlo al público en el establecimiento. Los contratos se hacían a una misma persona en lugar de hacerlo por separado como en el siglo anterior; y siempre, excepto en un par de ocasiones, para un solo año.
17 El referido Marqués de Castelar era Baltasar Patiño y Rosales, que fue Intendente General con Felipe V durante la Guerra de Sucesión, y después Intendente del Reino de Aragón.
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Aunque no son muy importantes los cambios que se producen en el Siglo XVIII en la taberna con respecto al anterior, podemos señalar algunos. Hemos notado algunas incoherencias en lo referente a la venta del aguardiente. Por ejemplo, en 1624 se vendía en la taberna, mientras que en 1726 dice que ha de tener aguardiente en la tienda, a ocho dineros la libra, y no consta en ningún acta que lo pudieran vender ahora en aquella. Desde comienzos del siglo encontramos también varias alusiones al llamado “vino muerto”18. Por ejemplo, el arriendo de 1716 que se hizo a Benito García, para traer y vender el vino a satisfacción y contento del lugar, dice que “Se francó [se arrendó] la tienda en treinta cántaros de vino muerto”, y lo mismo en otras muchas ocasiones. El tabernero estará obligado a tomar trigo y centeno como pago del vino, fijando y controlando como siempre los precios. Lo encontramos en 1731 y continuará 18 Vino muerto es el que ha perdido su acidez y que ya no mejorará más, empezando a degradarse.
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la costumbre hasta final de siglo. Citamos como ejemplos el año 1751, 1757 ó 1763. Y aceptando como antes los huevos. Resumiendo, poco han cambiado las costumbres en estos dos siglos. Se siguen haciendo los arrendamientos de la taberna durante todo el siglo XVIII al mejor postor el día de San Miguel de Septiembre, como se hacían ya desde comienzos del XVII; había un gran intervencionismo y se controlaban los precios y calidades con toda rigidez; se sancionaba al proveedor o al vendedor de los vinos con cinco sueldos por cada comida que faltara el vino; tenía el tabernero que ir a traer vino a donde le enviara los oficiales primero y después los miembros del Ayuntamiento, fijándole el precio del transporte según la procedencia del vino; se entregaba al tabernero un dinero de cabal o bistreta, o sea, de adelanto, del que tenía que pagar un censo o interés anual; tenía dicho tabernero la obligación de tomar huevos, trigo y centeno a cambio de vino, y siempre a precio fijado por los Oficiales y a como se vendiera en Albarracín. Las diferencias entre estos dos siglos son escasas. Los contratos del XVIII son un poco más explícitos y mejor redactados; el proveer o llevar el vino a la taberna y el venderlo en el establecimiento, se arrienda en el XVIII a una misma persona, en conjunto; no se piden ya en los contratos “ampolletas” de vino de decir misa. Y aparecen en algunos años las actas firmadas, a diferencia del siglo anterior que eran simples anotaciones sin firmar, aunque con total validez en aquella época en la que se respetaba no solo la palabra escrita, sino también lo expresado oralmente ante testigos.
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ROTURACIONES Y DEFORESTACIONES. LA VISITA DE SIERRA DE 1721 Eloy Cutanda1 Una de las razones de la pervivencia de la Comunidad de Albarracín ha sido la necesidad de administrar un patrimonio forestal común que se ha intentado proteger a lo largo de los siglos. Sin embargo, este escenario de protección ha sufrido las tensiones propias de la lógica explotadora del hombre que habita el espacio; y puede decirse que cada tensión dio al traste con alguno de los elementos que hasta entonces podía encontrarse en equilibrio. En 1689 la comunidad de aldeas de Albarracín obtenía el privilegio de independencia de la ciudad, algo a lo que había aspirado desde el siglo XVI. Era un momento de recuperación dentro de la crisis generalizada del Seiscientos y todo hacía pensar que la institución, gobernada por una élite de oficiales cercanos a la tierra y efectivamente administrada por los lugareños, conocería nuevos días de prestigio. Las ordinaciones de 1696 venían a poner sobre la mesa la pujanza de una comunidad que incrementaba los salarios de sus servidores, limitaba las posibilidades de acceso a los cargos y aumentaba las disposiciones protocolarias, signo evidente de la aristocratización imperante en la sociedad española, del que fueron también ejemplo los expedientes de infanzonía que se solicitaron por las gentes destacadas de esta tierra entre el último cuarto del siglo XVII y comienzos del XVIII. Entre aquellas ordinaciones y las de 1725, ajustadas a los decretos de Nueva Planta, se suceden unos años en que el estado de cosas puede considerarse de continuidad, pues el sistema insaculatorio de elección de oficiales siguió vigente; del mismo modo puede decirse que la élite comunitaria estuvo compuesta por los miembros de las mismas familias que ejercieron el poder en siglos anteriores. A partir de 1725 el gobierno de los lugares, de la ciudad y de la comunidad, quedará en manos de los regidores, el sistema insaculatorio dejará paso al de cooptación, y la figura del corregidor será aquella en torno a la cual pivotará el peso del poder político. Un pequeño territorio como el de la comunidad de aldeas de Albarracín se veía ahora subsumido en otro de mayor amplitud, el corregimiento, incluso conservando, al menos nominalmente, cierta entidad jurídica que formalmente no se vio alterada hasta el decreto de extinción de 1837. Sin embargo, los decretos de Nueva Planta y las políticas de la monarquía borbónica, centralistas y uniformadoras, de-
1 Doctor en Historia.
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bieron de oscurecer la identidad comunitaria que había pretendido florecer allá por 1689. El siglo XVIII es una centuria de aumento demográfico, algo que va a incidir notablemente sobre los recursos a disposición de los hombres. En primer lugar, nos encontramos con una sociedad necesitada de nuevas tierras, y serán las comunales las que sufrirán el incremento de escalios y roturas; en segundo término, la destrucción de los bosques será un hecho destacable, debido sobre todo a la actividad desarrollada por las herrerías esparcidas por el territorio y la corta de madera para los astilleros y la Marina Real. Ciertamente los autores, contemporáneos o cercanos a la época, que nos trasladan su visión (Asso, Antillón) nos muestran el panorama de una sierra con un escaso empuje económico y un claro agotamiento de los recursos naturales (con especial mención a la destrucción de los bosques). Nos encontramos con un territorio empobrecido, pero que intenta conservar su identidad jurídica, a pesar de que su capacidad de iniciativa política va a ser ciertamente escasa. El peligro de la sobreutilización de campos y bosques tiene un primer componente ambiental a todas luces claro desde una visión actual. Pero, en realidad, la sobreutilización era perjudicial en aquellos momentos en los que se hacía uso de un terreno dedicado a pastos o de un bosque conservado en favor (aquí sí) de toda la comunidad, y del que también acababa beneficiándose el ganado. Vendría entonces a ponerse de manifiesto la confrontación ganadería-agricultura, sobre todo en el siglo XVIII. Abordar esta problemática desde las perspectivas de la historia ambiental –entendida ésta en toda su amplitud– podría parecer a primera vista algo forzado. ¿Qué hace el historiador cuando estudia la organización del espacio rural, la ordenación de montes y dehesas o la utilización de vías pecuarias? Hay ejemplos de la preocupación del hombre en estas comunidades que se dirigen hacia aspectos claves que están en trance de cambiar en nuestros días el medio ambiente natural: la preocupación por los montes, su aprovechamiento y su destrucción; el debilitamiento de la actividad pastoril y el uso de las vías pecuarias, o la recuperación de humedales. Sin embargo, hay otros aspectos que desde los principios del ecologismo político resultan menos visibles. Nos referimos concretamente a las formas de población y al abandono de las actividades directamente relacionadas con el medio natural, al menos las clásicas. Una historia ambiental no puede hacerse sin el hombre que transforma y recibe los cambios. Pero tampoco puede hacerse sin el análisis de las instituciones en tanto que legisladoras de aspectos puntuales que regulan usos y aprovechamientos. En última instancia, los sistemas productivos y las relaciones de producción configuran una estructura social propia.
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Así pues, medio natural, hombre, relaciones de producción e instituciones serían los ejes en torno a los que hacer historia ambiental. Plantear la evolución histórica de las cuestiones ambientales que nos preocupan en la actualidad es un ejercicio ineludible (Camus Gayán, 2001). En primer lugar, relativiza las posiciones confrontadas (desecaciones frente a recuperación de humedales; caza de lobos contra su introducción) y contribuye a poner sobre la mesa las condiciones bajo las cuales se toman ciertas decisiones en el pasado y en el presente. En segundo lugar, ayuda a conocer las actuaciones humanas sobre el medio, tanto por sobrepoblación como por fenómenos –tan actuales– de despoblación. Por último, permite realizar el análisis sobre el impacto de determinadas actuaciones en un largo periodo de tiempo. ¿Ha existido en el pasado una conciencia ecológica? No podemos olvidar que el mayor y más grave problema ecológico de la humanidad no fueron durante mucho tiempo las emisiones de los lugares de fundición, sino que lo fueron el peligro de la sobreutilización de los campos y los bosques, y la causa principal de esta utilización desmesurada fue el exceso de población de una región, ya que la mayoría de las poblaciones se alimentaban hasta el siglo XIX en gran parte de sus propios recursos y utilizaban, para las estufas y las cocinas, la leña de los bosques más próximos (Radkau,1993). Habría que preguntarse también si, además de las ordenanzas que favorecían los bosques, las propuestas que optaron por regular el crecimiento de la población eran formas de conciencia ecológica, como lo podrían ser las restricciones a la vecindad en los lugares. Para aportar algo nuevo deberíamos pensar en las representaciones y en las recepciones de los contemporáneos respecto a la posibilidad de una ‘conciencia ecológica’. ¿Puede decirse que el interés de los fisiócratas, de las Sociedades de Amigos del País del siglo XVIII, está dotado de consistentes fundamentos ecológicos? ¿Cuáles podrían haber sido esos fundamentos en el caso de los ganaderos? Unos y otros defienden unos intereses, pero mientras los primeros parecen poner en el centro del debate el progreso y el bien común (la mayor utilidad para el mayor número de personas), los segundos defienden los de una explotación mediante estructuras ciertamente rígidas. El bien común, la res publica, como fundamento legal de la conciencia ecológica es el punto de partida de un uso ecológico del medio próximo. Tomar conciencia de este hecho y velar por su cumplimiento es el modo en que las sociedades se defienden de los atropellos causados por los que no respetan el bien común. Otra cosa es que el peso de la ley, de lo establecido en las ordenanzas, caiga por igual sobre los miembros de la élite como sobre los más desfavorecidos. A menudo son los primeros los que se ven involucrados en actividades que van en contra del medio natural de uso común (escalios, talas...) a un mayor nivel. La actividad realizada por los segundos tiene menor incidencia (cargas de leña, pequeñas rozas...).
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El uso regulado de los aprovechamientos forestales sería otra de las maneras de mantener un modo de conciencia ecológica. Así, por ejemplo, la solicitud de árboles para la construcción requiere la justificación de la empresa y la aprobación del concejo. Licencia que se da con la condición de que se corte en donde menos daño se haga al monte. ROTURACIONES Y TALAS En una comunidad de aldeas donde la actividad pastoril es la principal, y donde el bosque tiene un papel de primera magnitud para la subsistencia de personas y animales, la recogida de leña, el carboneo y la caza eran actividades que mejoraban el nivel de vida de los campesinos. ¿Cuáles fueron, entonces, los condicionantes que favorecieron la extensión de la tierra para el cultivo? El fenómeno de las roturaciones resulta inherente a las sociedades agrícolas2. La Edad Moderna no se halla exenta de tales actividades ni, por supuesto, las comunidades de aldeas objeto de nuestro estudio escapan al fenómeno de apropiación de tierras mediante diversos métodos. Todo parece indicar que uno de los factores que interviene decisivamente en tal proceso es el del rápido aumento de población, pero no es el único. Seguramente el decrecimiento del rendimiento de las actividades ganaderas junto con el desinterés de las élites rurales en éstas, contribuyeron también a que allá adonde se dirigiera la mirada, se observaran numerosos escalios que iban en detrimento de un bosque y unas tierras comunales, y en favor de un tipo de agricultura de subsistencia que a menudo se veía complementada por la actividad artesanal. Esa es la visión que ofrecen los contemporáneos de la época, especialmente en el siglo XVIII. Antillón señalaba en 1795 la «manía feroz por roturar tierras, sin consideración a las circunstancias del paraje» y «el excesivo e imponderable consumo de las fábricas de hierro»3. Su Carta Sexta es definitoria del mal estado de los montes. Entre las causas que indica, además del consumo excesivo de carbón y las roturaciones de montes, apunta a la forma de proceder en las cortas de leña, que se hacían tanto para uso particular como para la venta a ciudades como Teruel, contraviniendo el espíritu de las leyes protectoras como la Real Cédula sobre montes de 1748, con la que se pretendía alcanzar dos objetivos principales: el fomento de los plantíos y la conservación de los montes.
2 El fenómeno de las roturaciones en la Sierra de Albarracín en el siglo XVIII ha sido estudiado por Martínez González. 3 Isidoro de Antillón, p. 47. Las herrerías han sido estudiadas por Mas Arrondo. Para la herrería de Torres de Albarracín, véase Martínez Ortiz.
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Durante la centuria anterior también se tiene constancia de roturaciones llevadas a cabo de forma individual, lo que vendría a mostrar una presión de ciertas poblaciones sobre el medio natural4. En sentido estricto, la roturación sería la preparación para la puesta en cultivo de tierras hasta entonces no labradas. Pero esta actividad comprende varias operaciones: desde la destrucción de la vegetación original mediante corte, incendio o derriba, hasta el acondicionamiento, el labrado y la siembra (Lemeunier, 1987). Las inspecciones realizadas por las autoridades para verificar el estado de las tierras comunales ofrecen la relación de alguna de esas operaciones observadas, en especial las que hacen mención del número de árboles talados, aunque en raras ocasiones se expresa si las piezas roturadas se hallan sembradas y con qué cultivo. Por otra parte, los roturadores no tienen un perfil especialmente diferenciado. LA VISITA DE SIERRA DE 1721 La visita de sierras universales de 1721,5 esto es, la inspección que las autoridades realizan sobre la situación de los bienes comunales, fue llevada a cabo por el procurador astricto Francisco Fernández Rajo; parece ser que la anterior se realizó en 1689 y de algunas de las nuevas roturaciones se dice que tienen más de treinta años. La visita nos revela una buena diversidad de actores. Escalian los propietarios para ensanchar sus piezas y ocupar los pasos, prados y majadas. Roturan los labradores acomodados que siembran la tierra después de haber realizado grandes talas para las herrerías. Especialmente destacable es el hecho de que algunas de las principales familias también se procuran nuevas tierras de extensión superior a la media. Rozan hidalgos y señores de heredades; los concejos (Pozondón, Tramacastilla, Bezas, Bronchales, Monterde); renteros que buscan un mayor beneficio, como los de la Fuente el Buey, de Valdecabriel, de Valdemediano y el convento de Royuela. Se advierten rozas para hacer tierras de sembradura que en su día se dan a las iglesias del lugar (Tramacastilla, Torres, Monterde, Moscardón), a las cofradías como las de San José y el Santísimo, o al convento de Royuela; en algunos casos las tierras rozadas tienen una finalidad religiosa como la elaboración de una custodia para la iglesia de Bronchales o el dorado del retablo de San Bartolomé.
4 Los Libros de cuentas de la Comunidad de aldeas recogen en ocasiones las multas a vecinos por escalios, como los de Moscardón, 200 sueldos, y Jabaloyas, 240 sueldos; en 1617-18; en 1620-21: Noguera, 200 sueldos, en Peñas Agudas; Pascual Soriano, del Villar, una rotura en la Garganta, 120 sueldos; Gil Romero, del Villar, una rotura en la Garganta, 30 sueldos.ACAL, Sección III-1, núm.11 [16121628]. 5 AHN, Consejos, leg. 22202, 1721-1723.
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Los denominados pobres, sin bienes, derriban pinos para hacerse con madera y obtener mínimas extensiones de tierra. También intervienen los carboneros, y junto a estos aparecen sancionados zapateros, albañiles, herreros, cerrajeros, tejedores, alpargateros, sombrereros o personas sin identificar que han abandonado el territorio y a las que se denomina vizcaínos, tal vez mineros o herreros de paso. La rotura ocasional, especialmente la realizada por artesanos e individuos que los documentos señalan como pobres, y a los que no es posible cobrar la multa que se les impone, debe tenerse también en consideración, aunque se trata de extensiones minúsculas. Cabría preguntarse qué grupos ejercieron mayor presión sobre los recursos. Las mayores extensiones en fanegas rozadas corresponden a las que hicieron los vecinos de El Vallecillo (18), pero también es una sola persona, Gaspar Asensio, al frente de una herrería, el que obtiene los convenientes permisos de Ciudad y Comunidad para derriba de arbolado y su posterior aprovechamiento de 18 fanegas de sembradura, más 15 en otras partidas. Las fanegas rozadas por los concejos de Bezas, Bronchales, Pozondón, Tramacastilla y Monterde ascienden a 30. Unas 60 corresponden a instituciones religiosas. Destacan también otras personas que aparecen en la documentación como responsables de la tala de árboles para las herrerías. Junto a estos, hay un buen número de vecinos que se aprovechan de pequeñas extensiones de terreno. Ciudad y Comunidad conceden permisos para rozar y sembrar a cambio de un rento, aunque no siempre los concesionarios pueden mostrar las escrituras que los acreditan como tales. Estos aprovechamientos se solían dar por un tiempo limitado y en ocasiones ocupan pasos, majadas, prados y otras zonas de las sierras universales. A veces resultaba difícil averiguar quién había sido el autor de la rotura y así se anota en la visita al añadir un escueto no se sabe o se indica que no se ha podido rastrear quién las ha hecho por estar yermas muchos años hace; en otros casos los responsables ya habían vendido, sin derecho, la nueva tierra. Las tierras rozadas con permiso de Ciudad y Comunidad podían ser revertidas a su antiguo uso y así se ordenaba al concesionario que las dejase para pasto común. Se deforesta para hacer eras de carbón; se cortan pinos para la fábrica de las salinas, para la herrería de Torres, de Joseph Valdemoro, o la de Gaspar Asensio. La cantidad de árboles cortados es notable en algunos casos, documentándose derribos y quemas de 1000 y hasta 3000 pinos; unas veces se identifican los autores, pero no así en otras. Cuando se habla de quema no se especifica si se trata de un incendio o de actividades inherentes al carboneo. En otras ocasiones, el derribo de pinos sí se identifica como consecuencia de un huracán. Ciertamente no siempre se actúa sobre el bosque para el aprovechamiento agrícola directo. Se hacen eras de carbón o se levantan corrales que, una vez cerrados para parideras, se permiten por ser muy útiles para la cabaña.
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Sin embargo, y como se verá, el principal damnificado de esta actividad humana es el bosque, siendo la producción de carbón su principal objetivo. Ha existido cierto debate sobre si el incremento de la actividad agrícola acaecido durante el siglo XVIII propició cambios en el medio ambiente y cuál fue el grado de afectación a los bosques. La visita de 1721 nos informa del número de fanegas roturadas y el de árboles talados. La cercanía de los lugares y su fácil acceso relativo a amplias zonas de sierra y, a su vez, la lejanía de estos de la ciudad podría explicar el mayor número de fanegas roturadas por algunas poblaciones. La cantidad media por pieza es de 1,07 fanegas y la cantidad media de árboles derribados por fanega es de 28,9. CUADRO 16 Fanegas de tierra roturadas y árboles talados estimados en la visita de Sierra de 1721 Localidad
Fanegas
Árboles
Piezas
Calomarde Royuela Bronchales Saldón Tramacastilla Valdecuenca Moscardón Monterde Orihuela Griegos Torres Noguera Pozondón Bezas Frías Villar del Cobo Albarracín Terriente Guadalaviar
3,70 10,55 11,00 15,25 20,95 26,95 32,60 30,90 22,25 34,15 39,10 57,00 66,02 103,40 157,75 166,10 226,81 246,05 329,05 1599,58
180 124 90 144 40 1184 1194 0 430 608 56 820 0 162 11590 6867 1089 7815 13966 46359
11 16 9 31 33 75 40 17 13 87 28 50 78 57 125 140 268 242 178 1498
6 La columna “árboles” recoge fundamentalmente pinos más un número residual de sabinas. Hay que hacer constar que las referencias de la visita de 1721 señalan en ocasiones la quema o la tala de árboles
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CUADRO 2 Multas impuestas por árbol talado (en sueldos) en la visita de Sierra de 1721
La mayor presión sobre el arbolado se produce en Guadalaviar, Frías, Terriente y Villar del Cobo, lugares que coinciden, a excepción de Albarracín, con el mayor número de fanegas rozadas. En comparación, resultan llamativas las bajas cantidades expresadas para otros lugares como Bronchales, Orihuela, Noguera, Griegos o Moscardón. Destacable igualmente es el hecho de la ausencia de árboles talados en Pozondón y Monterde. Las multas que se imponen por árbol son precisamente más altas en estas poblaciones, especialmente en Orihuela, Tramacastilla y Bronchales, lo que puede ir en relación tanto con la calidad de los árboles como con la escasez de los mismos en un terreno ya muy explotado. En sentido contrario, las multas son más bajas en aquellos lugares donde el número de árboles derribados es mayor. Las multas más altas impuestas por las fanegas roturadas coinciden con aquellas poblaciones donde las multas por corta de arbolado son también mayores, esto es, sin especificar su número y, aunque no son significativas para el total de árboles expresados, hay que tomar ciertas prevenciones. Respecto a la columna “fanegas” el documento hace referencia a fanegas, medias fanegas, cuartales y cuartillas. Para realizar la suma toral hemos seguido la correspondencia 1 fanega = 4 cuartales; 1 cuartal = 5 cuartillas. La fanega equivale a 1.118 m². Las piezas corresponden al terreno diferenciado donde se ha observado una rotura.
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CUADRO 3 Multas impuestas por fanega roturada (en sueldos) en la visita de Sierra de 1721
Orihuela, Tramacastilla y Bronchales; también Calomarde recibe las sanciones más altas. Menores son en Moscardón y Guadalaviar. En 1776 los vecinos de Guadalaviar habían labrado 249 fanegas; en 1785 eran denunciadas 87. Las fanegas legalizadas para toda la Comunidad en 1796 fueron un total de 1428, cantidad aproximada a la que 75 años antes se había comprobado en la visita de 1721 (Martínez, 2003). Poco o muy poco se había avanzado desde entonces respecto a la protección del bosque y los espacios de aprovechamiento común. Durante el siglo XVIII los montes de la Comunidad de Albarracín sufrirían un impacto notable por la acción del hombre, esquilmados no sólo para obtener un inmediato beneficio, sino especialmente para el carbón destinado a las herrerías, la venta de leña a otras poblaciones y la corta de madera para la Marina Real. Todos los grupos sociales y las instituciones (Iglesia, Concejos, Ciudad y Comunidad) se aprovecharon en mayor o menor medida de estos recursos naturales. La conciencia ecológica se plasmaría en las actuaciones que llevaron a cabo Ciudad y Comunidad mediante la vigilancia, los arrendamientos regulados, las talas autorizadas y la reversión de las tierras roturadas a su antiguo uso; las Ordenanzas Re-
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ales y las denuncias de los ilustrados en sus escritos también irían encaminadas a ordenar los recursos y a denunciar el deterioro de los montes, si bien la efectividad de tales actuaciones sería ciertamente escasa. REFERENCIAS Antillón, I. Descripción del partido de Albarracín en 1795. Edición de José Luis Castán (2006). Tramacastilla (Teruel): CECAL. Camus Gayán, P. (2001). Perspectiva de la Historia Ambiental: Orígenes, definiciones y problemáticas, Pensamiento Crítico Revista Electrónica de Historia, 1, 1-27. Lemeunier, G. (1987). Crecimiento agrícola y roturaciones en el antiguo marquesado de Villena (s. XVIII), Al-Basit: Revista de estudios albacetenses, 21, 5-31. Martínez González, J. (2003). La Comunidad de Albarracín desde el privilegio de separación de 1689 hasta finales del siglo XVIII. En J.M. Latorre Ciria (Coord.). Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín, Tramacastilla (Teruel): Comunidad de Albarracín, I, pp. 259-328. Martínez Ortiz, J. (1963). La herrería de Torres de Albarracín: aportación al estudio de su historia, Teruel, 30, 93-144. Mas Arrondo, C. (2003). Aproximación a la siderurgia tradicional en la Sierra de Albarracín. En J.M Latorre Ciria (Coord.). Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín, Tramacastilla (Teruel): Comunidad de Albarracín, I, pp. 439-485. Radkau, J. (1993). ¿Qué es la historia del medio ambiente?, Ayer, 11, 119-146.
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LA LUCHA DE LOS GANADEROS POR LOS PASTOS: EL PLEITO ENTRE BRONCHALES Y FRANCISCO CORTÉS, VECINO DE ORIHUELA Encarna Jarque Martínez y José Antonio Salas Auséns* A Juan Manuel Berges, entusiasta y gran conocedor de los temas ganaderos del pasado de Albarracín. El primero de octubre de 1735 la Real Audiencia de Aragón dictaba en Zaragoza sentencia definitiva en el contencioso sobre arrendamiento de hierbas, habido entre varios ganaderos de Bronchales y Francisco Cortés, vecino de Orihuela1. El dictamen daba la razón a las demandas de los ganaderos de Bronchales y revocaba la sentencia en su día pronunciada por el corregidor de Albarracín: “Se revoca el auto proveido por el corregidor de Albarracín en cinco de julio deste presente año y en consequencia se declara haber lugar al drecho de prelación y tanteo pidido por los ganaderos del lugar de Bronchales y asimismo se revocan las multas impuestas por dicho corregidor a los alcaldes de dicho lugar de Bronchales…” El tribunal zaragozano daba fin así a un proceso iniciado en Albarracín el 14 de enero de ese mismo año de 1735. El caso no suponía ninguna novedad. Pleitos similares llegaban con frecuencia a Zaragoza desde muchas localidades aragonesas, como prueba el hecho de que, a lo largo del Setecientos, más de un centenar de pleitos en apelación, relacionados con el aprovechamientos de las hierbas procedentes de distintos pueblos, fueron resueltos por la Audiencia de Aragón. Tradicionalmente los conflictos más frecuentes eran los que enfrentaban a los ganaderos con los agricultores. No es casual que según la tradición bíblica el primer conflicto habido en el género humano fue el habido entre Caín, pastor, y su hermano Abel, agricultor. Los motivos de unos y otros distintos, pero en general reducibles a dos situaciones opuestas: entrada irregular de los ganados en tierras de labor y rotura por parte de los agricultores de zonas destinadas a pastos. Más raros eran los existentes entre los propios ganaderos, aunque podían darse situaciones que los potenciaran. Es lo que se observa en España a lo largo del siglo XVIII, centuria en la que se asistía a una doble circunstancia. De un lado, estaba creciendo la *El presente trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación HAR 2016-75899P del Ministerio de Economía y Competitividad del Grupo de Investigación de Referencia H01_17R Blancas del Gobierno de Aragón. 1 El pleito, que consta de dos piezas, en Archivo Histórico Provincial de Zaragoza, Pleitos Civiles, leg. 13349/2, 14 de enero de 1734, sin foliar.
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población, lo que obligaba a los agricultores a incrementar la producción de alimentos y para conseguirlo lo habitual era incrementar la superficie cultivada, en detrimento de la dedicada a los pastizales. De otro, aumentaba la cabaña ganadera, en parte también como respuesta a una mayor demanda de carne por parte de esa población más numerosa. Como resultado, la mayor presión sobre unos terrenos para pastos menguantes y por tanto las tensiones entre los ganaderos para asegurar hierbas disponibles para sus rebaños2. Aragón no escapaba a esta problemática. Más en concreto, la comunidad de Albarracín pasaba por similares circunstancias: aumento de población y crecimiento de la cabaña ganadera. De 1719 cabezas de familia – unos 7000 habitantes contabilizados en un repartimiento fiscal del año 1643– se había pasado a 12253 habitantes en 17873. Por lo que toca a los ganados, el número de cabezas de lanar habría pasado de las 31795 en el año 1714 a las 71668 en 1788. Paralelamente, se había producido un incremento del precio del arrendamiento de las hierbas en las dehesas de la sierra4 y, en consecuencia, crecieron los conflictos por el tema de las hierbas. Por un motivo u otro, ganaderos de Bronchales, Calomarde, El Vallecillo, Guadalaviar, Monterde, Orihuela del Tremedal o Villar del Pobo hubieron de acabar recurriendo a la Audiencia aragonesa, disconformes con las sentencias dadas en primera instancia por el corregidor de la Comunidad de Albarracín. Desde tiempos ancestrales, la ganadería era la actividad más importante de la Sierra de Albarracín5. Las peculiares condiciones climáticas y la altura media del territorio eran obstáculos para el desarrollo de la agricultura a la vez que obligaban a los ganaderos a buscar pastos para los largos inviernos en tierras meridionales6. 2 Sobre la evolución de la ganadería, vid la ponencia de Miguel Ángel Melón Jiménez, “La ganadería española en la Edad Moderna. Apuntes para su estudio”, en Francisco José Aranda Pérez (coord.), El mundo rural en la España Moderna, Cuenca, Ed. Universidad de Castilla la Mancha, 2004, pp. 727-740. 3 Los datos de 1643 en José Antonio Salas Auséns, “Cuando las fuentes nos engañan: fogajes, vecindarios y demografía (SS. XIV-XVIII), en Aragón en la Edad Media, XX (2008), p. 699. Los de 1787 en José Antonio Salas Auséns y Encarna Jarque Martínez “La población de la comunidad de Albarracín según el censo de Floridablanca (1787), en Rehalda, 7 (2008, p. 22). 4 José Luis Castán Esteban, “La Mesta de Albarracín durante el siglo XVIII” en Francisco José Aranda Pérez (coord.), El mundo rural en la España Moderna, Cuenca, Ed. Universidad de Castilla la Mancha, 2004, pp. 834-835. 5 Vid al respecto José Manuel Berges Sánchez, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 2009. Para la Edad Moderna José Luis Castán Esteban, “La ganadería en Albarracín en la Edad Moderna”, en José Manuel Latorre Ciria, Estudios históricos sobre la Cominidad de Albarracín, Tramacastilla, Comunidad de Albarracín, 2003, pp.487-562. 6 En torno a la trashumancia, vid. José Luis Castán Esteban, Pastores turolenses. Historia de la trashumancia aragonesa en el reino de Valencia en la época foral moderna, Zaragoza, El Rolde de Estudios Aragoneses, 2002.
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Ganado en la Sierra (Archivo AVP).
Las tensiones entre los ganaderos solían surgir a la hora de competir por los pastos de verano, normalmente adjudicados por el ayuntamiento de la localidad al mejor postor, mediante un arrendamiento a candela y cuya duración podía variar. Este era el procedimiento por el que el concejo de Bronchales asignaba habitualmente las hierbas de comunes y propios municipales. Las cantidades obtenidas servían para paliar la siempre apurada situación de la hacienda municipal y fueron precisamente los apuros económicos del pueblo los que parecen estar en el origen del conflicto que acabaría en los tribunales. Necesitadas de dinero para hacer frente a gastos urgentes y saltándose el procedimiento habitual, cuando lo acostumbrado era hacerlo “a voz de candela” según lo establecido por las leyes municipales, las autoridades locales en sesión de 8 de noviembre de 1733 procedieron a adjudicar directamente por dos años las hierbas de las partidas de Vallampla, la Vicidilla7 y el Coscojar a los ganaderos de Bronchales, aceptando la oferta que estos hicieron de superar en diez libras anuales la cantidad en que las había tenido arrendadas para el trienio 1731-1733 un potente ganadero de Orihuela llamado Francisco Cortés. Gabriel López, como Alcalde primero y Juez ordinario, expuso la difícil situación económica del municipio, que no había podido afrontar el pago de los impuestos correspondientes a los años 1731-33, a lo que se añadían los numerosos retrasos en el pago de los intereses de la deuda municipal emitida (censales) y dijo que no salía a cuenta arrendar las hierbas de los propios a ganaderos forasteros. La propuesta de los ganaderos del pueblo era más que aceptable, ya que además de mejorar en 10 libras la cantidad que hasta entonces estaba percibiendo el municipio, se podía disponer inmediatamente de la primera anualidad por adelantado, según la oferta de aquéllos por un arrendamiento que duraría dos años. 7 En el documento aparece como Vecedilla.
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El trato quedó cerrado, pero encabezados por Pablo Monzón algunos vecinos de Bronchales, disconformes con el procedimiento seguido, se quejaron ante el corregidor del partido de Albarracín. Ausente éste, el 14 de enero de 1734 su lugarteniente Juan Pérez de Toyuela negaba validez al acuerdo y conminaba a las autoridades municipales a “arrendar nuevamente dichos quartos a voz de candela encendida, rematándolos al más dante”. Pasaban los días sin que los nuevos regidores de Bronchales, Gabriel Martínez, alcalde primero, y Esteban Gil, alcalde segundo, acataran la orden. La inacción de las autoridades locales, suscitó la queja de Cristóbal Soriano y Pablo Monzón, que a mediados de marzo volvieron a presentar una denuncia ante el corregidor, expresando los perjuicios que, a su entender, se derivaban para las arcas municipales expresando que “haziendose a voz de corredor y con candela encendida siempre se logra alguna mejora”. Reclamaban que se obligara a los alcaldes a ejecutar el contenido del mandato precedente y que en adelante se observara “lo prevenido en las ordinaciones en lo respectivo a tranças de quartos”. Hay que decir que a lo largo del pleito tanto Pablo Monzón como Pérez de Toyuela se manifestarían claros defensores de una de las partes, la de Francisco Cortés. Requeridos los munícipes por el corregidor sobre los motivos por los que se habían saltado el proceder habitual en la adjudicación de las hierbas, el alcalde contestó que el arrendamiento a los ganaderos locales era “provechoso y cómodo a los intereses del dicho lugar de Bronchales y útil al particular bien”, pues el contrato excedía en 10 libras al anterior realizado. A su entender no había habido ninguna irregularidad: las hierbas rematadas siempre se habían vendido al mejor postor y en su colocación se había procedido como siempre se había hecho. En descargo de las autoridades municipales, se refería a los apuros de una hacienda local fuertemente endeudada y necesitada y, además, el beneficio que suponía este arrendamiento para los vecinos del pueblo, que de este modo aseguraban la disponibilidad de pastos para sus ganados, incluidos aquéllos que tenían pocas reses, lo que no les hubiera sido posible de arrendar las hierbas a un solo ganadero. Por otra parte, esgrimía el alcalde “que los vecinos tienen prelación a tantear las yerbas” y en mayor medida al aumentar la cantidad ofertada. Y añadía que Cristóbal Soriano, uno de los denunciantes del acuerdo, estaba presente en el remate y se mostró conforme, estimando que su cambio de opinión obedecía a un interés particular, que en todo caso perjudicaba a aquellos convecinos sin recursos para conseguir por sí solos hierbas para la manutención de sus minúsculos rebaños. En conclusión, el alcalde de Bronchales pedía al corregidor de Albarracín que se aceptara el procedimiento arbitrado por sus predecesores en el cargo. A la alegación del alcalde se unió un escrito de los ganaderos de Bronchales, beneficiarios del arrendamiento logrado. El texto, encabezado por Juan López, Pedro
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González, Salvador Barquero y Pablo Laoz, dueños de cabañas sujetas a los privilegios de la Mesta de Albarracín, defendía la legitimidad del acuerdo, reiterando que se había tomado por unanimidad y añadiendo que ya habían adelantado la cantidad acordada. Los ganaderos hacían notar al corregidor que los demandantes, Pablo Monzón y Cristóbal Soriano, no eran ganaderos de la Mesta, por lo que solicitaban no se atendieran sus demandas y se revocara la sentencia que obligaba a las autoridades de Bronchales a volver a arrendar las hierbas. Por su parte, Cristóbal Soriano y Pablo Monzón pedían que se hiciera efectivo el auto del corregidor y que se volvieran a arrendar las hierbas, rematándolas al mejor postor. Se apoyaban en las ordinaciones de la Comunidad que estipulaban “que los arrendamientos de los quartos de hierbas deven trazarse a candela encendida y al más dante”. De esta forma, defendían, era mayor el beneficio para los intereses del municipio y no les servía la excusa del ahogo financiero de la hacienda local, pues entendían que, si las hierbas se arrendaban al mejor postor, al haber concurrencia entre varios interesados, siempre se obtendría una cantidad más elevada que mediante adjudicación directa. A la vista de los argumentos de las partes, el corregidor de Albarracín dictaba un nuevo auto el 30 de marzo de 1734 en el que, con los apercibimientos del auto precedente, se instaba a las autoridades locales a efectuar un nuevo arrendamiento, pero abriendo un breve plazo de alegaciones. Conocido el auto por los litigantes el 3 de abril, unos y otros volvieron a reiterar sus argumentos, sin añadir novedad alguna. El 6 de abril desde Albarracín se dictaba una nueva resolución. En ella se comunicaba a las autoridades de Bronchales la imposición de una multa de 20 escudos que quedarían rebajados a 6 en caso de que hicieran el arrendamiento en un plazo de 9 días. La sentencia pronto fue contestada por los perjudicados. En una nueva alegación, los ganaderos Juan López y Salvador Barquero, en nombre de los ganaderos de Bronchales, se quejaban de que no se les hubiera notificado el último auto del corregidor, entendiendo que eran parte interesada, por lo que lo consideraban nulo de pleno derecho ya que, exponían “se nos prohíbe nuestra natural defensa, denegándonos la comunicación de autos o al menos el testimonio de nuestra repulsa”. Por ello, solicitaban la suspensión de un nuevo arrendamiento de las hierbas. La queja sería parcialmente atendida: un nuevo auto del corregidor del día 9 de abril les concedía tres días para recurrir, pero añadía que no había lugar a suspender el remate de las hierbas. Pasado el plazo, el 17 de abril se procedió a arrendar las hierbas de Bronchales. En medio de un ambiente de gran tensión, provocado por la actitud de Juan López y José Jiménez, dos de los ganaderos que el pasado noviembre habían acordado
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con el ayuntamiento el arriendo objeto de litigio, el alcalde procedió al arrendamiento de las hierbas. Según varios testigos, Juan López se dirigió al alcalde a voz en grito y, agarrándole por los brazos, le exigió que pospusiera el arrendamiento público hasta mediados de mayo. Respondió el alcalde: “No puedo dexar de tranzar los quartos por quanto me allo con orden del señor correxidor para ello”, a lo que despectivamente contestó Juan López: “déxese usted estar que correxidor ni correxidora”. Ante lo cargado del ambiente, las autoridades del pueblo procedieron a arrendar las hierbas de partidas que no eran objeto de litigio. Hecho esto, el alcalde suspendió el acto. No tardaron en llegar a Albarracín nuevas quejas sobre el proceder en el asunto. Pablo Monzón en un nuevo escrito al corregidor daba cuenta de que las autoridades no habían cumplido lo ordenado “sino que han pasado a tranzar otros quartos dexando de hazerlo en los litigiosos y amenazando tumultuarse en caso de practicarse lo mandado por vuestra merced” y pedía que, sin dilación alguna, se procediera a hacer el arrendamiento y que a fin de “evitar qualquiera inquietud, dar comisión en forma a quien presente su persona de vuestra merced, para que se alle en la tranza y evite con su autoridad qualquiera disensión”. El ambiente en el pueblo estaba muy caldeado y ante el riesgo de un enfrentamiento entre los vecinos, el corregidor determinó enviar al escribano de su tribunal Pedro Martínez de Serradilla para que, además de informarse de los hechos denunciados por Pablo Monzón,“por sí y ante sí se celebre el remate de los quartos de yerbas” de Bronchales. El escribano obró con celeridad: el 2 de mayo se personó en Bronchales y notificó el mandatoAlonso de Anaya y Espinosa, corregidor de Albarracín, a Cristóbal Martínez, alcalde primero, y a Francisco Domingo, alcalde segundo, quienes le volvieron a reiterar las bondades del arrendamiento hecho en noviembre a los ganaderos del pueblo, dado que superaba en 10 libras al último que por las mismas hierbas había logrado el ganadero de Orihuela, Francisco Cortés. Además, le volvieron a insistir en el daño que se causabaa los vecinos de Bronchales con la suspensión del contrato realizado, motivos por los que protestaban la decisión del corregidor, reservándose las acciones y derechos que pudieran tener. El enviado de Albarracín, desoyendo lo manifestado por las autoridades del pueblo, ordenó al verguero del lugar de Bronchales, Francisco González, que pregonase que ese mismo día a las 5 de la tarde se procedería a arrendar las hierbas de la Vicidilla y el Coscojar, partidas de la disputa por las hierbas. A la hora fijada, en la plaza pública, se realizó la subasta del arrendamiento, mediando de nuevo la protesta del alcalde. El máximo postor fue Pablo Monzón, quien ofertó 242 libras por tiempo de dos años por los pastos de la Vicidilla y el Coscojar
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y 42 libras por un año por las hierbas de Vallampla, a pagar la mitad en el acto y la otra mitad a en la festividad de San Miguel, el 29 de setiembre. Al día siguiente Martínez de Serradilla tomó información sobre la pretendida “inquietud y sedición” acaecidas en el pueblo en el frustrado arrendamiento del día 17 de abril. El alcalde y el regidor negaron que se hubiera producido incidente alguno. Algo diferente fue la declaración del vecino Juan Martínez, testigo de lo acontecido, quien dijo que “a tiempo que oyó altercar sobre si se avían de tranzar o no los quartos de Vallampla, sobre lo que algunos se dijeron algunas claridades de las que se acostumbran decir en los lugares quando se ofrecen algunas Juntas o Concejos”, pero sin que se perdiera el respeto al corregidor. En el mismo sentido se expresaron José de Costa y Simón de Casas. Sin embargo, no todo terminó aquí. Los ganaderos de Bronchales no se conformaron con el nuevo arrendamiento y, pocos días después, en un nuevo escrito volvían a solicitar al corregidor de Albarracín que se considerara nulo el arrendamiento obtenido por Pablo Monzón. Y ello por dos motivos de interés. El primero por no haber hecho el juramento de no celebrar el contrato en provecho de personas prohibidas y, más importante, por vulnerar otra ley que “inabilita hacer postura, en las públicas licitaciones o almonedas de yerbas a las personas que no tienen ganados propios”, situación en que se encontraba el mencionado Monzón, para el que solicitaban pena de cárcel. Si bien en un primer momento el corregidor aceptó en parte la demanda, ordenando el encarcelamiento de Monzón, pronto se retractó al entregarle este último un poder otorgado por Francisco Cortés, en el que le autorizaba a representarle en la subasta de las hierbas, quedando subsanada la presunta nulidad del arrendamiento al ser Cortésganadero de la Mesta. A la vista del documento, la respuesta del corregidor fue inmediata: el 27 de mayo rechazaba la petición de los ganaderos de Bronchales quienes volverían a manifestar su disconformidad, en esta ocasión, esgrimiendo que les asistía el derecho de tanteo. Sostenían que el arrendamiento “por una persona foránea, vecina de otro lugar, está expuesto al derecho de congruo o tanteo según la disposición foral, por entenderse preferidos los vecinos en los bienes públicos como expuestos a sus cargas” y las hierbas de los términos de Vallampla, la Vicidilla y el Coscojar debían ser consideradas bienes públicos. Como era de esperar, Pablo Monzón se opuso a la demanda de los ganaderos del pueblo, defendiendo que la legislación aragonesa no contemplaba el derecho de tanteo y que, además, no se había tenido en cuenta en otras ocasiones en Bronchales.
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El caso reclamaba una solución urgente, dada la proximidad de los plazos previstos para la entrada de los ganados en los términos arrendados. En esta ocasión, la justicia iba actuar con celeridad: el 2 de junio de 1734 el corregidor emitía un auto por el que comisionaba a su lugarteniente Juan Pérez de Toyuela para que de inmediato diera a Francisco Cortés la posesión del pasto de las partidas de Vallampla y el Coscojar, posponiendo para el día de San Juan la entrada de su ganado en la Vicidilla. Ordenaba a la vez a las autoridades de Bronchales que dieran toda ayuda a su lugarteniente, apercibiéndoles con una sanción de 50 escudos en caso de obstaculizar su misión. Dos días después Pérez de Toyuela daba posesión de las hierbas a Francisco Cortés y al día siguiente se lo hizo saber en Bronchales a Juan Asensio, fiel de fechos (secretario municipal) del pueblo, para que este a su vez lo notificara al abogado de los ganaderos locales. Encabezados por Juan López, Pablo de la Hoz y Salvador Barquero, los ganaderos volvieron a insistir en su derecho al tanteo en un recurso presentado al día siguiente ante el corregidor. Reconocían que en Aragón no había derecho de tanteo, pero añadían que la legislación aragonesa tampoco decía nada en contrario: “no obsta, decían, alegar no estar reconocido por las leyes de este reyno, pero sobre no estar reprobado ni haver ley en contrario y no hay más razón para negarle que para afirmarle”. Además, a su entender podía seguirse el ejemplo de Castilla donde sí existía ese derecho de tanteo, asunto no tan peregrino cuando en ese tiempo ambos reinos, unidos, formaban un solo país:“Y porque en defecto de leyes de la patria, según doctrinas bien fundadas, se debe recurrir a las de el país cercano, pero en nuestro caso no es necesario recurrir a las mismas, pues los reynos unidos hacen una corona y en las admirables leyes de Castilla se infiere la permisión del tanteo y los jueces según ella absuelven la duda”. Concluían su escrito pidiendo una vez más la anulación del auto del corregidor a favor de Francisco Cortés. Paralelamente a todo esto se producía una reunión del concejo de Bronchales. La sesión celebrada en casa del alcalde, Cristóbal Martínez, convaleciente de una reciente enfermedad, contó con la asistencia de Francisco Domingo, regidor, Juan Pérez Barquero, síndico procurador general, y de otros once vecinos. Informados por el alcalde de que Pérez de Toyuela había puesto en posesión de las hierbas de Vallampla y el Coscojar a Francisco Cortés ya desde el 4 de junio y de las de la Vicidilla a partir del día de San Juan, todos concordes afirmaron que, según costumbre, el aprovechamiento de las hierbas no comenzaba hasta el 24 de junio por lo que, en defensa de sus derechos, acordaron pedir al corregidor que pospusiera la entrada de los rebaños de Cortés hasta esa fecha y a este ganadero que no entrara con sus ganados a pastar hasta el día San Juan. La respuesta de Cortés fue negativa.
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Pero las autoridades de Bronchales no se conformaron con protestar ante el corregidor por la entrada del ganado en las partidas de Vallampla y el Coscojar. A pesar de la amenaza de sanción de 50 escudos, si obstaculizaban a Francisco Cortes el acceso de su ganado a las hierbas, el día 5 de junio, cumpliendo el mandato del alcalde, el guarda meseguero de Bronchales hizo sacar el rebaño que el pastor de Cortés, estaba guardando en Vallampla y, siguiendo lo previsto en la ley aragonesa cuando un rebaño entraba en terreno ajeno, el ayuntamiento aplicó el fuero que castigaba al infractor con la pena de degüella por la que se secuestró una res y se obligó al pastor a sacar el ganado de donde estaba pastando. La misma acción volvió a reproducirse los dos días siguientes y el meseguero, acompañado de otro guarda, avisaron al pastor de que “tenían orden para apenarlo tantas vezes quantas lo encontrasen”. El pastor preguntó al dueño del ganado sobre cómo proceder. La respuesta de Cortés fue seguir entrando en los terrenos arrendados aunque el meseguero de Bronchales volviera a apenarle. El corregidor de Albarracín consideró los hechos de extrema gravedad y en un auto de 12 de junio de 1734 ordenó la prisión del alcalde Cristóbal Martínez, imponiéndole además 50 libras de sanción. Fue encargado de hacer cumplir la sentencia Martínez de Texadillos, quien asistido por un ministro de la Audiencia, debía desplazarse al pueblo a ejecutarla. La orden, mediando una queja de Francisco Cortés ante corregidor, volvió a reiterarse el día 16. En esa misma fecha Martínez de Texadillos se presentó ante Cristóbal Martínez y Domingo Gómez y les dio a conocer la decisión del corregidor. Los interesados protestaron, aduciendo que no se les había notificado en forma la posesión de las hierbas dada a Cortes, añadiendo que, en todo caso, el ganado, según costumbre inveterada, no debía entrar en las hierbas hasta el día de San Juan. En lo tocante a las degüellas, añadían que se apenó el ganado en sólo dos ocasiones, tomando una res cada día, animales que tenían en depósito y cuya custodia, junto con el ganado, dejaron en manos de los pastores de Francisco Cortés. Por lo que hacía a la pena de prisión del alcalde, arguyeron que no se podía ejecutar por hallarse enfermo desde hacía mes y medio. Se aportaba un informe del cirujano Juan Abad que, en ausencia del médico, certificaba “cómo Christóbal Martínez, alcaide mayor de dicho lugar a estado en la cama muchos días enfermo de una gran destemplanza de ygado y celebro, enfermedad de bastante peligro y ahora se alla convaleciente y con mucha debilidad, por cuyos motivos, en mi conciencia, no está para dejar su casa y ponerse en viaje …”. En su lugar el concejo ofrecía que fuera preso a Albarracín el alcalde segundo, Domingo Gómez. En lo tocante a la sanción de 50 libras, Cristóbal Martínez puso como garantía “una mula bragada castaña para que esta se corra por los días de la ley a su tiempo se trance y remate”. Si la cantidad no era suficiente se obligó a entregar lo que faltara. Entre tanto, los ganaderos de Bronchales, encabezados por Juan López, habían recurrido la sentencia del corregidor de Albarracín a la Audiencia de Aragón. Urgía
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una rápida resolución del caso. Estaba próxima la festividad de San Juan, fecha no discutida por nadie para la entrada de los ganados en los pastos arrendados. El día 22 de junio el tribunal de la Audiencia publicaba un auto que daba un vuelco a lo determinado por el corregidor de Albarracín: “sin embargo de lo probehido por el corregidor de Albarrazín en quatro de junio, unas y otras partes se abstengan de pastar sus ganados en las partidas que expresa el pedimento y dicho corregidor les prefije un breve término para que dentro de él aleguen lo que les combenga sobre el tanteo y aquel lo determine breve y sumariamente y para todo se libre el despacho necesario”. La decisión sobre las pretensiones de las partes quedaba en suspenso hasta que la Audiencia determinase sobre el derecho de tanteo pretendido por los ganaderos de Bronchales. El corregidor Alonso de Anaya y Espinosa trasladó a las partes la decisión de la Audiencia, ordenando la retirada de los ganados de Cortés de las hierbas en litigio hasta que se resolviera el recurso de los ganaderos de Bronchales, abriendo un plazo para que unos y otro le presentaran las correspondientes alegaciones y los testimonios que consideraran oportunos. Los argumentos de Cortés, apoyados en testimonios de testigos, eran que nunca había sido costumbre en la sierra de Albarracín hacer uso del derecho de tanteo, que el arrendamiento de las hierbas al mejor postor era más beneficioso para las haciendas locales, que Francisco Cortés era ganadero de Cabaña Real, propietario de una cabaña de ocho mil cabezas y que de conceder el derecho de tanteo se perjudicaba a su cabaña por la dificultad que tendría en encontrar otros lugares donde pastar y que Juan López y los demás litigantes actuaban por inquina hacía el ganadero de Orihuela. Entre los testigos propuestos por Francisco Cortés había gente importante de Albarracín, entre ellos Juan Pérez de Toyuela, que firmaba como regidor decano de Albarracín. La presencia de este último entre los testigos resulta extraña, dada su condición de brazo derecho de los corregidos y la inequívoca parcialidad hacia Francisco Cortés mostrada a lo largo del pleito. Su testimonio, que en buena parte reproducía lo que habían afirmado los demás testigos, insistía en la escasa capacidad de los ganaderos de Bronchales: “Le consta que los ganaderos de Bronchales han venido a menos y que algunos de ellos están sin ganado, sino uno o dos que tienen como asta quatrocientas cabezas cada uno, de los demás todos tienen qual treinta y qualquarenta…”. Según el testigo habían pleiteado por inquina hacia Francisco Cortés. Curiosamente, los ganaderos de Bronchales ni alegaron ni presentaron ningún testigo en el plazo asignado en el requerimiento de la Audiencia. Tal vez dudaran de la imparcialidad del corregidor, conocida la tendencia pro Cortés de su lugarteniente. 228
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A la vista de los argumentos y de los testigos presentados por Cortés, el corregidor en un auto de 5 de julio, denegaba el derecho de tanteo pretendido por los ganaderos de Bronchales y ordenaba se restituyera a Francisco Cortés en el disfrute de las hierbas, sancionando a las autoridades de Bronchales con 50 libras en el caso de que se lo impidieran. Al día siguiente el abogado de los ganaderos de Bronchales apelaba a la Audiencia, pidiendo la suspensión del auto del corregidor y el 14 de julio el alto tribunal admitía la solicitud y ordenaba que “el corregidor de la ciudad de Albarracín, luego y sin dilación alguna, saque de las yerbas litigiosas los ganados de Francisco Cortes y ponga en libertad a los alcaldes de Bronchales libremente y sin costas y en la misma forma les entregue las caballerías embargadas, afianzando su valor, y remita los autos que ubiere echo al oficio del presente escribano”. La Audiencia el amenazaba con la imposición de una pena de 100 escudos en caso de no cumplir su determinación. A lo largo del verano, el alto tribunal aragonés estuvo repasando la documentación remitida desde Albarracín y dando en distintas ocasiones audiencia a las partes, Cortés y ganaderos. Entre las informaciones aportadas por éstos últimos tuvieron cierta relevancia los certificados aportados por el administrador general de la renta de lana de Aragón, según los cuales el ganado lanar existente en Bronchales en 1732 constaba de 2540 ovejas, 620 carneros y 1030 crías y al año siguiente de 2965 ovejas, 20 carneros y 800 crías, cifra muy superior a las estimadas por los testigos aportados por Francisco Cortés, que insistían en lo reducido de las cabañas de los vecinos de Bronchales. Algunos de estos, en vista de las dificultades, habían tenido que recurrir a arrendar hierbas en otros términos, caso de Gabriel López cuyo ganado pastaba en dos dehesas de la vecina localidad de Noguera, o Pedro González y su hijo Francisco, con 1300 cabezas en campos blancos . Por fin, el 1 de octubre de 1734 los jueces de la Audiencia, Segovia, Mena y Fuertes, dictaban sentencia definitiva dando la razón a los ganaderos de Bronchales, reconociéndoles el derecho de tanteo y adjudicándoles las hierbas de Vallampla, el Coscojar y la Vicidilla. La sentencia añadía que se daban por legítimas las degüellas y la aprehensión del ganado de Cortés, absolviendo al alcalde de las penas que le había impuesto el corregidor. Quedaba por resolver algún fleco de cierta importancia. Habida cuenta de que la sentencia de la Audiencia se había dado ya concluido el plazo previsto para el arrendamiento, los ganaderos de Bronchales solicitaron poder pastar hasta el fin de noviembre. Pidieron además que un perito calculara qué parte de las cantidades comprometidas por el arriendo debía pagar Cortés por el tiempo que sus ganados estuvieron aprovechando las hierbas objeto de litigio. En definitiva, un pleito que nos habla de los conflictos mantenidos entre ganaderos por causa de unos pastos cada vez más escasos, dado el crecimiento pobla-
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cional y la necesidad de roturaciones para la siembra del cereal que permitía alimentar a una población en aumento. Pero no sólo eso: nos pone sobre aviso de las normas establecidas para el arrendamiento de hierbas y las argucias empleadas por unos y otros con el fin de, en beneficio de intereses varios, saltárselas. Aunque alguien pudiera interpretarlo así, no parece que del pleito haya de deducir enfrentamiento entre los ganaderos de Orihuela y los de Bronchales, defendido éstos últimos por su ayuntamiento. Era hasta cierto punto comprensible que el concejo defendiera a sus vecinos. Pero más allá de esto, poco se puede alegar de antiorihuelano. Simplemente era la defensa de unos ganaderos menos potentes frente a un poderoso miembro de la Mesta de Albarracín, ayudado en ocasiones por gente de Bronchales, caso de Pablo Monzón, su testaferro. Curioso es observar el posicionamiento del corregidor Albarracín, frente a lo sentenciado por la Audiencia aragonesa. Mientras el primero daba la razón a Francisco Cortés, la audiencia se inclinó por favorecer a los ganaderos de Bronchales. Probablemente en ambos tribunales intervenían asuntos de peso. En el caso del corregidor, más grave, su sentencia en beneficio de Cortés descubre la relación existente entre éste último y Pérez de Toyuela. En el caso de la Audiencia, su decisión estuvo determinada por la necesidad de la paz pública en el pueblo de Bronchales, alterado por causa de este pleito, saltándose el hecho de que el derecho de tanteo no estaba recogido en la legislación foral aragonesa, todavía en vigor. Finalmente, todo un mundo de costumbres, ya desaparecido o casi, se encuentra en este pleito, ejemplo de los múltiples que se dieron por causas parecidas a lo largo del tiempo.
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JOSÉ MOLINA LARIO Y NAVARRO, OBISPO DE ALBARRACÍN (1765-1776) José Manuel Latorre Ciria La tarea pastoral de los obispos en la Edad Moderna está definida por las disposiciones del concilio de Trento y por los teólogos que aportan su visión sobre las cualidades morales e intelectuales que deben adornar al buen prelado. Su praxis pastoral sin duda estuvo marcada por esta influencia y por su personalidad, por su formación y su sentido particular de la religiosidad, por sus virtudes humanas y por los colaboradores de los que se rodearon. El nombramiento de los obispos correspondía al papa, pero lo hacía en las personas propuestas por el rey. A la hora de elegir nombres para dirigir las diócesis, además de su valía personal y de ajustarse a un modelo espiritual, incidieron las opiniones del rey y sus colaboradores. De hecho, los criterios de selección de los obispos fueron mutando con el tiempo, en función de los reinados y las circunstancias de cada momento. Durante el siglo XVIII, encontramos obispos regalistas y anti regalistas, también partidarios y contrarios de los jesuitas. A este respecto, Mestre habla de la existencia de un nutrido grupo de anti jesuitas, debido a que Carlos III buscó para regir las diócesis a quienes manifestaban antipatía contra los miembros de esta orden1. También, sin duda, se buscó personas que pudieran estar en línea con los planteamientos ilustrados del monarca. Para un mejor conocimiento de la iglesia moderna y de la propagación de su mensaje, es importante profundizar en la personalidad de los obispos y en las tareas concretas que desarrollaron. Quiero, en las siguientes páginas, hacer una primera aproximación a la figura de uno de los obispos de la diócesis de Albarracín, José Molina Lario, propuesto para el cargo por Carlos III. Este prelado nació en la localidad de Camañas (Teruel) y recibió el bautismo el 5 de marzo de 1722. La formación inicial la recibió en Teruel y luego estudió en las universidades de Valencia y Zaragoza, obteniendo el grado de doctor en Teología, por la Universidad de Gandía, en 1748. Respecto a su carrera profesional, cabe decir que comenzó en las colegiatas de Alcañiz y Calatayud, a partir del año 1750, donde fue canónigo penitenciario. Pos-
1 A. Mestre, “Religión y cultura en el siglo XVIII”, en R. García-Villoslada (dir.), Historia de la Iglesia en España, Tomo IV, Madrid, BAC, 1979, p. 618 y ss.
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teriormente obtuvo, por oposición, la canonjía magistral de Albarracín y después la de Teruel, donde también se ocupó del curato, de la cura de almas, de la catedral y desempeñó el puesto de examinador sinodal. El rey lo presentó para obispo de Albarracín en 1765 y fue nombrado el 9 de diciembre. Consagrado como obispo en la catedral de Teruel, el 20 de abril de 1766, hizo su entrada en el obispado en el mes de mayo de 1766. Allí permanecerá hasta su nombramiento como obispo de Málaga, en 1776, en lo que era un evidente ascenso en su carrera eclesiástica. Será ese su último destino, donde le alcanzará la muerte en 1783. Entre su labor de mecenazgo, habitual entre los obispos de la época, cabe destacar su contribución económica para la construcción de la iglesia de los escolapios, en Albarracín, así como el apoyo prestado para levantar la ermita de Santa Bárbara, en el arrabal de la ciudad. También mejoró el palacio episcopal y contribuyó al pago de diversas jocalias para la catedral2. Molina Lario fue uno de los prelados partidarios de la expulsión y posterior extinción de la Compañía de Jesús y, en su dictamen al rey relativo a la última, “inserta una letanía de invectivas contra la avaricia, el espíritu de dominación, la tremenda soberbia de quienes hasta sobre el episcopado se habían erigido”3. El 14 de abril de 1767, el prelado dirige una carta a los eclesiásticos de su diócesis informándoles sobre la pragmática del rey donde se dispone la expulsión de los jesuitas de España4. Desde la corte se le pide que instruya al clero sobre su contenido y sobre la obligación de cumplir la disposición real. Él lo va a hacer con entusiasmo. Afirma que el clero no puede ignorar la necesidad de obedecer y respetar a los soberanos, dando cumplimiento a sus leyes. Citando a san Pablo, escribe que todo hombre está sujeto al poder de los soberanos, porque estos reciben su poder de Dios. También recurre a san Pedro, citando un pasaje donde subraya la necesidad
2 M.ª V. Campos, Vida y obra de un prelado español. José Molina Lario, obispo de Málaga (1766-1783), Málaga, 1995, pp. 17-22. L. Esteban, Obispos nacidos en Teruel y provincia (s. XIII-XXI), Valencia, PMc Media, 2010, pp. 243-250. J. J. Polo, “Episcopologio de Albarracín”, Aragonia Sacra, XVI-XVII, 2001-2003, p. 136. 3 T. Egido, “La expulsión de los jesuitas de España”, en R. García-Villoslada (dir.), Historia de…, op. cit.,p. 773. 4 J. Molina Lario, A nuestros muy amados rectores… de nuestra Diocesi… Por carta de 3 de abril se nos ha comunicado la pragmática sanción de S. M. ... sobre el estrañamiento de los regulares de la Compañía..., 14 de abril de 1767, Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico (BVPB): http://bvpb.mcu.es/es/consulta/resultados_busqueda.cmd
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Texto de José Molina, en revista Teruel, 55-56, 1976, p. 117.
de obedecer a las autoridades civiles porque son los comisionados de Dios “para el castigo de los malos, alabanza y premio de los buenos”. Por último, recurre a santo Tomás, quien se extiende sobre la necesidad de obedecer a los príncipes. Al margen de lo afirmado por los autores que menciona, recuerda que Carlos III es un rey modesto, justo, católico y piadoso. Por tanto, además de la necesidad de obedecerle por derecho natural, por sus reales prendas merece el continuo agradecimiento del clero. Molina Lario deja bien clara la mutua dependencia entre el poder civil y el eclesiástico, la conveniencia de protegerse mutuamente, en beneficio de ambas partes. Los eclesiásticos, escribe, “somos los más privilegiados, y a medida de esta sagrada elevación crece la dulce carga de ser fieles a nuestro rey; el rey defiende y protege los sagrados cánones y leyes eclesiásticas, y nosotros hemos de defender, proteger y fomentar todas las que miran al superior fin del bien público”.
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Se extiende sobre la importancia y fuerza del ejemplo que los eclesiásticos pueden aportar al pueblo. Las acciones de los clérigos suelen ser consideradas como lícitas y santas porque provienen de los ministros de Dios. Por ello, se pregunta, si los eclesiásticos se atreven a criticar las disposiciones del gobierno, a murmurar de sus decisiones, ¿cómo no lo hará también el pueblo? No conoce que en la diócesis se dé este caso, pero puede darse sin que él tenga conocimiento. Por ello invita a reflexionar sobre el oficio de los sacerdotes, que es cuidar solamente de las cosas pertenecientes a la Iglesia, sin acordarse de las leyes establecidas por la monarquía, salvo para obedecerlas. Recuerda a los clérigos que son elegidos para ministros de Cristo, no del rey. El ministerio sacerdotal consiste en trabajar la viña del Señor, “vivir con tanto juicio y circunspección entre los seculares, que con nuestro trato se edifiquen y reformen en sus costumbres, inspirándoles con palabras y obras la santa observancia de la ley, y a que den lo que es de Dios a Dios y lo que es del rey al rey”. Finaliza su carta, donde queda bien clara su sumisión al rey, exhortando al cumplimiento de la pragmática real y pidiendo oraciones por el monarca. La expulsión de los jesuitas generó algunas reacciones adversas, parte de las cuales se dan en los conventos femeninos, adquiriendo la forma de profecías, de visiones de alguna monja que vislumbraba el pronto retorno de los expulsos5. El gobierno reaccionó rápidamente enviando una circular a los obispos y superiores de las órdenes religiosas advirtiendo sobre las pretendidas profecías de algunas monjas acerca del retorno de los jesuitas; la misiva del Consejo afirma que esas falsedades nacen de algunos directores espirituales “secuaces de las máximas y doctrinas de los regulares expulsos”. Se pide a las autoridades eclesiásticas que vigilen para que no se propaguen tales ideas en los claustros de las religiosas, cambiando a las personas sospechosas de influir en ellas y asegurando la fidelidad y el respeto debido al rey. Molina Lario dio rápidamente cumplimiento a la circular remitiendo una carta pastoral a las monjas capuchinas de Gea de Albarracín y a sus confesores6. La carta del obispo comienza reconociendo que en el convento de Gea no ha nacido ni se ha dado entrada “al fanatismo de revelaciones”, que tanto daño han hecho en otros claustros. Manifiesta también su satisfacción por el hecho de comprobar que sus confesores y directores espirituales son de santa doctrina y buen espíritu. No obstante, para prevenir posibles equivocaciones, ha decidido instruirlas con algunas reflexiones que pueden servir de antídotos ante posibles contagios.
5 T. Egido, “La expulsión de…, op. cit., pp. 781-782. 6 J. Molina Lario, Nos Don Joseph Molina Lario ... Obispo de Albarracín ... a nuestras mui amadas en Christo las RR. MM. Capuchinas … de la Villa de Xea…, 14 de noviembre de 1767, BVPB: http://bvpb.mcu.es/es/consulta/resultados_busqueda.cmd
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Hay revelaciones verdaderas y las hay falsas. En España, según le han llegado noticias al prelado, se han dado casos de monjas que han difundido falsas revelaciones en las que se anunciaba el retorno de los jesuitas; a la postre, se está creyendo que el rey ha cometido una injusticia con la expulsión. Estas ilusiones sólo han logrado inquietar a los conventos, pero las profecías han quedado frustradas con el paso del tiempo, a la vista de que no se han cumplido. Ha podido suceder que estas profetisas se hayan engañado a sí mismas o lo hayan hecho los confesores. Para precaverse de semejantes delirios, les exhorta a que tengan en cuenta las opiniones de, por ejemplo, santa Teresa, que en una carta a una religiosa afirma que no se haga caso de las revelaciones; algunas son verdaderas, pero la mayoría no lo son “y es cosa recia andar buscando una verdad entre cien mentiras”. Una de las razones de las falsas revelaciones es la viva imaginación de algunas personas, que les lleva a confundir la realidad con lo imaginado. Algunos pensaron que volverían y la imaginación les hizo creer que los veían venir. Añade, después, un comentario acerca de la vulnerabilidad de las mujeres en estos temas, en la línea de las opiniones del clero sobre la mujer: “Convienen todos los teólogos místicos con santa Teresa, que la viveza de la imaginación tiene más fuerza en las mujeres por su flaca complexión, falta de estudio, debilidad del sexo, demasiada aprensión y facilidad en creer. Por eso son innumerables las revelaciones falsas que han nacido de mujeres y pocas las de los hombres, especialmente de estudio, bien que ni aun estos están seguros”. No hay que creer a todo espíritu sin probar si es el espíritu de Dios el que actúa o es Satanás que se transforma en ángel para engañar. A la gran fuerza de la imaginación para deslumbrar se añade la sagacidad del demonio. Los confesores y directores espirituales han de estar atentos y disuadir a las sencillas religiosas de todo género de fantasías, obrar con prudencia, consultar libros y personas antes de aprobar una revelación dudosa. Les advierte de que será riguroso y retirará la licencia ante la mínima sospecha de negligencia en esta cuestión. Recuerda que lo importante es buscar lo que quiere Dios y conformarse con su voluntad. Claro está, que él se arroga la interpretación de lo que Dios quiere al afirmar: “Lo que Dios quiere es que las religiosas no se entrometan a las cosas que son más altas que su capacidad y su sexo y que son diametralmente opuestas a su instituto. Lo que Dios quiere es que ni las religiosas ni sus directores se ansíen en solicitar revelaciones que causan murmuraciones, discordias e inquietudes”. La carta pastoral más conocida de Molina Lario es la que se refiere a la temática planteada en el Discurso práctico de la industria popular (1774), de Campomanes. Este autor analiza la situación de la industria y propone soluciones para su fomen-
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to. Entre otras cosas, destaca la importancia de las Sociedad Económicas de Amigos del País, la necesidad de incorporar a las mujeres al trabajo, impulsar las industrias más adecuadas a cada territorio o utilizar la mano de obra útil que existe en el mundo de los vagos y mendigos. En la advertencia que precede al Discurso se señala que el auxilio del clero “es el más importante, así para instruir a sus feligreses e inclinarlos a una general y continua aplicación, como para que las limosnas, en lugar de mantener los desidiosos en la mendicidad, contribuyan a fomentar su prosperidad y a que no sean gravosos a los demás vecinos”7. El gobierno remitió ejemplares del Discurso a los prelados y el de Albarracín, fiel a su rey y a su impulso reformista, trató de convencer, mediante su pastoral, de las bondades de la nueva política reformista para impulsar el crecimiento económico y el bienestar material de sus diocesanos8. Es la primera pastoral que sobre el tema hace un obispo en España, donde una parte importante de los prelados veía con escepticismo lo expuesto por Campomanes. Molina Lario se hace eco en su pastoral de las ideas planteadas en el Discurso. Comienza el obispo recordando que sin Dios nada es posible y los pueblos deben convencerse de que el “principio esencial y fundamental de todas las sanas y verdaderas industrias es Dios; ninguna habrá fructuosa si Dios no la fomenta”. Por ello, lo primero es guardar la ley divina, que los medios materiales para socorrer la pobreza se darán por añadidura, aunque recuerda que Dios no permite ociosos, es precio trabajar. El trabajo manual, en la España anterior a la segunda mitad del siglo XVIII, produce deshonra e incapacita para ejercer determinados puestos de representación pública9. Molina Lario reivindica la honorabilidad del trabajo manual, recordando a diversas figuras Abraham, Jacob, san José de la Biblia que se ganaron la vida ejerciendo oficios basados en este tipo de trabajo. Recuerda que la obligación de trabajar está ya comprendida en la condena de Adán a buscar el pan con el sudor de su frente. El que no puede trabajar con el cuerpo ha de hacerlo con el espíritu, de-
7Discurso sobre el fomento de la industria popular, Madrid, Aguilar, 1988, advertencia, c. 8 Biblioteca del Palacio Real de Madrid, II/2006, ff. 257-269v. Reproducida en L. Higueruela, “Un obispo ilustrado de Albarracín en el contexto del episcopado de su época: Don José Molina Lario y Navarro”, Teruel, 55-56, 1976, pp. 99-130. 9 Los que fueran o hubieren sido zapateros, carniceros, tejedores, cardadores, esquileros, sastres, herreros y otros oficios mecánicos son declarados inhábiles para ejercer cargos en la Comunidad y la exclusión, por este motivo, se hizo con el tiempo más general, pues desde 1678 incluso los hijos de los que tuvieran oficios mecánicos quedaban inhabilitados para ejercer de procurador general. J. M. Latorre, “La Comunidad de Albarracín durante la dinastía de los Austrias”, en Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín, Vol. I, Tramacastilla, Comunidad de Albarracín, 2003, p. 220.
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dicándose a alguna de las artes liberales, pues en la religión cristiana no hay ningún estado en el que no esté prohibido el ocio. Advierte a los confesores y predicadores que deben insistir en que aplicarse al trabajo no es un consejo, sino una obligación. Todo el mundo tiene obligación de trabajar y los padres de familia con más razón, pues tienen que procurar a sus hijos los alimentos y todo aquello que necesitan. Además, han de instruirlos en las verdades de la fe, deben educarlos en la obediencia, en lo que deben a Dios, a los padres, a la patria y al rey, corregir sus vicios...; los hijos se engendran no solo para los padres sino para Dios y la vida civil. Por ello los progenitores deben instruirlos en los oficios correspondientes a su condición social, darles una instrucción que los haga útiles a la sociedad. Si los padres no cumplen con su función educadora, se siguen muchos perjuicios, pues quedan hijos sin oficio ni beneficio y, por su mala crianza, no sirven; ya los tenemos, escribe el prelado, ociosos y sin modo de ganar los alimentos. Estos desgraciados hombres, oprimidos por la necesidad, se ven forzados a delinquir. Y, en el caso de las mujeres, se pregunta: ¿Qué hará una mujer joven, pobre y mal educada? No hay plaza tan fuerte que no la rinda el hambre. Por todo ello recuerda la necesidad de educar a los hijos convenientemente, tanto en lo espiritual como en lo material. Uno de los temas que preocupa en el XVIII es el de la mendicidad, debatiendo sobre la necesidad de separar a los verdaderos pobres y enfermos, incapaces de ganarse la vida con su trabajo, de los simuladores, de aquellos que viven de la limosna para no trabajar. La cuestión no es nueva, pues ya en el siglo XVI se vio la necesidad de hacer tal separación10 y de aprovechar la mano de obra ociosa que suponían las personas aptas para el trabajo que vivían de la mendicidad. Esta cuestión merece atención del prelado en su pastoral, donde defiende las bondades de erigir hospicios para los pobres. Estos tienen derecho a los alimentos, pero no a la mendicidad, salvo cuando de otro modo no pueden vivir. En los hospicios se les manda trabajar, se les instruye en la doctrina cristiana, oyen misa, frecuentan los sacramentos, tienen alimentos seguros y vestidos, médicos y medicinas. La duda surge sobre la forma de financiarlos, pero el obispo considera que se puede hacer con las limosnas, siempre y cuando todas las personas las den de forma proporcional a sus ingresos. Aprecia dificultades para crear un hospicio en Albarracín, pero se abre a consultar con las autoridades civiles para estudiar lo que se puede hacer.
10 J. A. Maravall, “De la misericordia a la justicia social en la economía del trabajo: la obra de fray Juan de Robles”, Moneda y Crédito, 148, 1979, pp. 57-88.
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Respecto al tema del fomento de la actividad económica, reconoce las limitaciones del medio físico de su obispado y, por ello, considera que la tierra solo da para la agricultura y la ganadería. La primera medida para fomentar la agricultura es sacudirse la pereza y trabajar adecuadamente la tierra, para lo cual se atreve a dar recomendaciones prácticas. En las tierras frías como la nuestra regularmente prueba mejor el sembrar temprano, especialmente el trigo, en la cebada es problema entre los labradores, y los más prácticos, conformándose con la dicha industria, la siembran temprana y tardía, y de este modo siempre salen, como dicen, por un lado. También es industria de labradores trabajar la tierra con bueyes en donde hay pasto, porque hacen mejor labor, cuestan menos, y aun después de muertos son provechosos. Todo lo contrario sucede con las mulas, están muy caras y el comprarlas al fiado, del modo que se venden, es la ruina de los pobres labradores (p. 18). Dado que el trabajo en la agricultura deja tiempo libre, especialmente durante el invierno, estima que los labradores pueden ocuparse en la manufactura del esparto. Este sirve para lo mismo que el cáñamo, pero es más barato y con él se elaboran productos que el agricultor ha de comprar (serones, esportones, ramales, albardas…); no se produce cáñamo en la Sierra, pero puede traerse de otros lugares. Uno de los principales productos del obispado es la lana, pero para que rinda todo su fruto es necesario elaborarla; como dice el obispo, es preciso cardar, hilar, tejer y tintar las lanas, para que sean fuente de riqueza. Las manufacturas de la lana son especialmente útiles para emplear mujeres, niños y niñas, ocupándose de desmotar, hilar, devanar y otras acciones indispensables para las fábricas. En todos los pueblos, aunque sean pequeños, se pueden trabajar paños. Finaliza exhortando a sus diocesanos a consumir productos textiles de la zona, o al menos de España, para que así quede el valor de los mismos en el reino. También manifiesta su preocupación por fomentar la fábrica de paños existente en la ciudad; se debe pensar en el modo de mejorar los colores y las prendas para darles mayor calidad y den trabajo a más personas. El prelado no se quedó sólo en palabras, sino que personalmente se implicó en el desarrollo de una importante manufactura textil conocida como Industria Popular, en cuya creación intervino decisivamente, aportando 40.000 reales; también constituyó un monte de piedad para socorrer a los fabricantes de productos textiles de la ciudad de Albarracín11. Su preocupación por la enseñanza de los niños le impulsó a moderar los gastos de algunas cofradías para obtener así recursos con los que pagar a los maestros. Es-
11 A. Peiró, Tiempo de industria, Zaragoza, CEDDAR, 2000, pp. 178 y ss.
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to ocurrió con la cofradía del Santísimo Sacramento de Guadalaviar, la cual organizaba unas fiestas denominadas soldadescas, que implicaban importantes gastos. Molina Lario influyó para que se moderaran estos dispendios. Así, por acuerdo de la cofradía del 6 de julio de 1766, se exonera a los clavarios “del gravamen pernicioso e inútil dispendio de hacer comedias…”; a cambio pagarán 3 pesos y medio los clavarios mayores y 6 reales de plata los menores. El dinero así recaudado se destinará “para ayuda a mantener un maestro de niños en este pueblo, pues es la piedra principal y necesaria para la enseñanza, buena educación y costumbre de los niños y juventud cuyo fin ha tenido por objeto toda la hermandad…”12. El trabajo de Molina Lario al frente del obispado de Albarracín requiere de un estudio en mayor profundidad, pero lo conocido nos permite afirmar que el prelado se situó al lado del rey y sus preocupaciones ilustradas, además de apoyarle con entusiasmo en la decisión de expulsar a los jesuitas y disolver su orden. En la diócesis, se ocupó de difundir los criterios de la corona en torno al desarrollo de la industria y se muestra como un activo defensor de la Ilustración, al menos en los aspectos referentes a la promoción del crecimiento económico y al fomento de la educación de los niños; asimismo se sumó a las ideas en torno a la solución que debía darse al problema de la mendicidad.
12 Archivo Parroquial de Guadalaviar, Libro de la cofradía del Santísimo Sacramento, ff. 1-14.
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UN “MOTÍN” ANTICLERICAL EN TERUEL: EL OBISPO SE REFUGIA EN ALBARRACÍN Serafín Aldecoa1 “Los tristes sucesos ocurridos en esta ciudad han tenido gran resonancia en la península hasta el extremo de que casi todos los periódicos de Madrid y de provincias se han ocupado de ellos describiendo, los más, hechos falsos –que ya hemos desmentido- y otros exagerando lo acontecido hasta el punto de querer pretender hacer creer que Teruel es un pueblo de zulúes…” Quien escribía este texto a modo de artículo editorial era un periodista cuyo nombre no aparecía, en el diario criptorrepublicano Eco de Teruel, de ideario moderado, en su edición de 23 de julio de 1893. De todos estos “periódicos”, uno editado en Calatayud, La Justicia, fundado en 1888, parece que fue el primero en trasmitir la información pero, sobre todo, el responsable de que la “escandalosa” noticia se difundiera por Aragón y por otras ciudades españolas pues publicó un artículo que tituló Motín en Teruel del que tomaron los datos otros colegas seguramente exagerando interesadamente la realidad de los hechos. Pero qué había pasado realmente en la ciudad de Teruel para que, veinte días después de haber ocurrido los hechos, el asunto todavía colease y que se siguiera hablando de él. Sabido es que el 3 de julio y el 4 de agosto en la ciudad Teruel se celebraban dos fiestas cívicas desde el último cuarto del siglo XIX hasta la Guerra Civil, pues en esos dos días se conmemoraba la valiente resistencia de los turolenses en 1874 ante los dos ataques del ejército carlista al mando del general conocido como Marco de Bello sobre el casco urbano. En estos dos enfrentamientos fallecieron alrededor de treinta turolenses que fueron considerados a partir de entonces “héroes de la libertad” por haber hecho frente a la “barbarie absolutista” que representaba el carlismo. Con el tiempo se levantó un monumento -una especie de obelisco con otros elementos decorativos- en homenaje a estos ciudadanos en la llamada Plaza de la Libertad, que fue destruido por las tropas franquistas en la Batalla de Teruel y rebautizado el lugar con el nombre de fray Anselmo Polanco. A estas efemérides se sumaban todas las instituciones de la ciudad: Ayuntamiento, Diputación, Ejército, Iglesia así como partidos políticos, centros de recreo, el comercio que cerraba sus puertas por ser un día festivo, los turolenses… Se tra-
1 Historiador.
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Monumento a los Héroes (Teruel).
taba de una conmemoración de gran tradición popular, que mantenía con el tiempo su carácter liberal e incluso reivindicada por los republicanos, en la que se establecía un programa sencillo de actos que consistían básicamente en el desfile cívico de los vecinos, una ofrenda de flores ante el monumento, los discursos correspondientes de las autoridades y unos actos religiosos. En este sentido, el periódico conservador La Unión, dirigido por el maestro Miguel Vallés Rebullida, denominaba los actos en su conjunto como “una función cí-
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vico-religiosa en la que todo el pueblo participaba en masa ora como manifestante, ora como espectador” y para acentuar ese aspecto “religioso” apuntaba: “Esta función empezó en años anteriores con honras fúnebres que, siempre solemnemente, se celebraron al principio en el templo de la Catedral y después en el de San Miguel, inmediato al Corral de Roquillo por donde se intentó la sorpresa [del ataque carlista]. El Clero representado por algunos de sus dignos miembros, asistía anualmente a la manifestación que seguía después y cantaba un responso ante el túmulo conmemorativo de tales hechos, continuado unido a la procesión hasta que se disolvía ante las Casas consistoriales”. Ahora bien, ese año de 1893 las cosas se torcieron cuando el obispo de Teruel y administrador apostólico de Albarracín, Maximiano o Maximiliano Fernández del Rincón y Soto-Dávila, que ocupó la diócesis entre 1891 y 1894, se negó a que los sacerdotes de la ciudad participasen en los actos como solían hacerlo habitualmente ni permitió que se rezara el responso habitual ante el monolito conmemorativo. Fernández del Rincón había nacido en Jaén en 1837, consagrándose sacerdote a los 22 años y con el tiempo pasó a ser profesor y rector del Seminario de Baeza. Fundó la revista religiosa semanal La Fe Católica que posteriormente se refundió con un periódico diario para denominarse La Verdad Católica. Tras pasar por la iglesia metropolitana de Granada, el día 23 de agosto de 1891 fue solemnemente consagrado obispo de Teruel-Albarracín. Después de estos apuntes biográficos volvemos al tema que nos ocupa. Desde la ultramontana revista La Cruz se justificaba la decisión: “Nuestro Reverendísimo Prelado no podía permitir que su clero asistiera a esa procesión cívica en
Revista La Cruz.
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la que se pronunciaban semejantes discursos, y que además tiene carácter político, porque no quiere que su clero tome parte en manifestaciones políticas de ninguna clase. Prohibió, pues, como era natural, que los clérigos asistieran a ella…” La Unión añadía que “a la bola de nieve hizo tomar dimensiones la circunstancia de no permitir el rito eclesiástico honras fúnebres en dicho día, ni el correspondiente toque de campanas” que solía ser lo habitual. En esos momentos, ante el monolito, se empezaron a sentir los primeros silbidos y gritos contra el obispo que se acentuaron con la intervención de dos jóvenes, hijos de dos milicianos fallecidos en aquellos hechos bélicos y “sus frases –seguimos la versión de La Unión- exaltadas por el amor paterno, excitaron a muchos compañeros contra el Prelado porque decían que este había negado los sufragios para las víctimas”. Parece ser que la manifestación desfiló posteriormente hasta la casa consistorial o ayuntamiento donde se produjo la intervención oral del Gobernador para calmar los ánimos de los asistentes. Pero la cosa no quedó aquí ya que la bronca prosiguió. Un buen número de personas, principalmente “jóvenes y niños”, según la prensa turolense que en todo momento intentó edulcorar la acción de protesta, se dirigieron a la próxima y recoleta Plaza del venerable Francés de Aranda (entonces Plaza del Palacio), esto es, frente a la fachada del palacio residencial del obispo, y allí “se desgañitaron en silbas y gritos de insulto contra el prelado. No fue difícil restablecer el orden a las autoridades”. Al anochecer empezaron de nuevo las protestas, otra vez delante del palacio episcopal. En estos momentos “la insubordinación tomó mayores proporciones y se oyeron muchas voces subversivas alrededor del palacio lanzadas, al parecer, por personas de pocos años, y sonaron pitos en gran número. El desorden y el escándalo cundieron hasta que las autoridades lograron dominarlos”. Está claro que el conservador Miguel Vallés, el director del periódico intentaba quitar hierro a lo acontecido en Teruel pero desde la prensa ultramontana y ultraderechista se empleaban expresiones gruesas como “salvajismo liberal” o “atentados sacrílegos contra el obispo de Teruel”2 para referirse a los actos de protesta de los turolenses contra “su” obispo. He aquí una muestra que seguramente cargaba las tintas: “Los liberales de Teruel, siguiendo los procedimientos progresistas, se sublevaron contra el Obispo y contra lo más sagrado (...) La manifestación liberal en la que se gritaba desaforadamente ¡muera el Obispo! ¡mueran los curas! se verificó
2 Se trataba de La Cruz. “Revista religiosa dedicada a España y demás países católicos dedicada a María Santísima en el misterio de su Inmaculada Concepción”. Fundada en 1853 por León Carbonero y Sol. Establecimientos tipográficos “Sucesores de Rivadeneira”, Madrid, 1893. Pág. 165.
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en pleno día sin que ni el Gobernador, ni el alcalde hicieran por impedirla. Por la noche hubo una segunda parte, peor que la primera (...) Las turbas intentaron hasta quemar el palacio episcopal”. En cuanto a la actitud del obispo, se afirma que “este permaneció en silencio lamentando los hechos y deseando fervientemente verlos terminados…” y al día siguiente de los acontecimientos “atravesando las calles de la población sin obstáculo de ningún género, se trasladó a Albarracín”. El prelado en ningún momento se asomó al balcón para intentar dar explicaciones y calmar así a su rebaño que gritaba en la calle, sino que permaneció, pusilánime, en el interior del palacio episcopal y seguramente asustado ante el cariz que tomaban los acontecimientos. En el Boletín Oficial Eclesiástico de la provincia de Teruel del 27 de julio de 1893 aparecía una comunicación realizada por el obispo fechada en Albarracín dirigida al “Presidente del Consejo de Ministros” en la que el prelado hablaba de la concentración de “una numerosa turba” que emitió “una estrepitosa silba de más de media hora” y que el alcalde consiguió “apartar de allí a los alborotadores”. “Por la noche -proseguía el escrito del obispo- se repitió el escándalo durando desde las nueve a las once siendo la silba o cencerrada mucho más estrepitosa gritándose incesantemente ¡otro Obispo, otro Obispo!, pidiéndose mi cabeza.” También se profirieron expresiones como “abajo las coronas, mueran los curas”. Por otra parte, con el contenido de su escrito, el pastor venía así a justificar el abandono de la sede episcopal el 8 de julio y su marcha a Albarracín, donde “se me recibió con amor y regocijo”, cinco días después de haberse producido el “motín”, porque “ni estuvo, ni está, ni seguramente estará garantizada la autoridad eclesiástica en aquella población”. La fecha de partida a Albarracín no coincide en ambas publicaciones lo que nos hace suponer que alguien falta a la verdad pero lo cierto es que en su “autoexilio” voluntario fue acogido en la hospedería del convento de la hermanas Dominicas de Nuestra Señora del Carmen y no en el palacio episcopal que era el que le correspondía.
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En principio, la noticia no debiera de haber alterado ni escandalizado tanto a la “opinión pública” del país porque a lo largo del siglo XIX en España se produjeron con cierta frecuencia los movimientos y gestos anticlericales pero, claro, en una ciudad, capital de provincia del interior de España, conservadora, con un censo de menos de 10.000 personas para esas fechas, estos “sucesos” habían producido un gran escándalo. Fue tan dramatizado por parte de la prensa el suceso de Teruel, que llegó al Parlamento nacional donde se produjo la interpelación del diputado conservador por Teruel Marques de Lema y el debate posterior que le siguió con el ministro de Gobernación los días 18 y 19 de julio. No entraremos en detalles sobre cómo se desarrollo la discusión pero lo más importante fue que tuvo una consecuencia radical e inmediata como fue la advertencia de la posible desaparición del obispado TeruelAlbarracín. Ya en el mes de agosto habían circulado rumores en la prensa de que el Gobierno, “que ha presenciado impasible las algaradas callejeras, abriga el desatentado propósito de pedir a la Santa Sede la supresión de aquella diócesis…”. De hecho se decía que Domingo Gascón y Guimbao que hacía de corresponsal en Madrid, había mandado un telegrama comunicando el acuerdo del Consejo de Ministros “La supresión del Obispado si Teruel, en lo sucesivo, no da muestras de respeto y consideración hacia su Prelado”. De haberse llevado a cabo esta propuesta oficial, suponemos que la administración apostólica de Albarracín hubiera desaparecido también. Y como a río revuelto ganancia de pescadores, en este momento entró la ciudad de Alcañiz en juego, al quite. En este caso hay que retrotraerse hasta mediados del siglo XIX, alrededor de 50 años, cuando el clérigo Nicolás Sancho manifestaba que una de sus grandes aspiraciones -y de otros muchos alcañizanos- fue la creación en Aragón de una provincia integrada por municipios de Zaragoza (situados alrededor de Caspe) y del Bajo Aragón, que sería la cuarta de la región, cuya capitalidad ostentaría Alcañiz con lo que manifestaba su disconformidad con la división administrativa por provincias que había realizado el ministro Javier de Burgos en 1833. Para conseguir este propósito Sancho, “trabajó con fe” y desplegó todo tipo de actividades: asambleas, reuniones, escritos, suscripciones... en la comarca y entre las instituciones. Consecuentemente con esta nueva e hipotética división provincial de Aragón, pensaba nuestro clérigo que habría que crear también allí, en su ciudad, una sede episcopal nueva cuyo titular bien podría ser él. Para alcanzar su propósito aprovechó un viaje a Madrid donde realizó gestiones y “cuando las diligencias llegaban a feliz término, un cambio de situación ministerial, vino a inutilizar todos los trabajos realizados…” y Alcañiz se quedó sin provincia y sin obispo.
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No se suprimió definitivamente la sede episcopal, pero el obispo Maximiano, medroso él pese a las garantías de seguridad que le dieron las autoridades turolenses y temeroso porque pudiera darse algún nuevo movimiento anticlerical, ya no regresó a su sede episcopal de Teruel puesto que permanecería “refugiado” en la parte territorial de la que era administrador apostólico, esto es, Albarracín hasta que al año siguiente,1894, fue enviado como obispo a Guadix (Granada) mientras que en Teruel los fieles católicos quedaron sin pastor hasta la llegada, también ese año, de Antonio Estalella Sivilla como nuevo prelado de Teruel-Albarracín. Es posible que el obispo no entendiera la violencia verbal que se desató aquel día entre la población, seguramente de mayoría liberal en aquellos momentos, frente a su autoridad pero la protesta no dejaba de ser una respuesta más al descontento existente entre los turolenses ante las trabas y las zancadillas que en todo momento imponía la Iglesia católica sobre los avances laicos y democráticos que venían planteando los liberales y republicanos a lo largo del siglo XIX y que se tradujeron en actos denominados casi siempre “anticlericales” por parte de los poderes establecidos, generalmente de ideario conservador.
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EL BARÓN DE VELASCO. LA CONTROVERTIDA VIDA SOCIAL Y POLÍTICA DEL DIPUTADO CUNERO QUE DEJÓ HUELLA EN EL DISTRITO DE ALBARRACÍN 1
Pedro Saz Pérez2 Fernando Ruano Prieto, más conocido como el Barón de Velasco, nació en el año 1876 en la localidad de Arjona (Jaén). Este título aristocrático junto al de Marqués de Liédena eran los dos que poseía, el primero desde el año 1903 y el segundo a partir de1906. Eso sí, ambos fueron conseguidos de manera muy poco convencional, casi rocambolesca, mediante un formato que el estamento nobiliario siempre había detestado: la rehabilitación por compra3. Dicha cuestión nos va a proporcionar un elemento fundamental a la hora de conocer la actividad y los procedimientos por los que se regía en su vida cotidiana el Barón de Velasco. Aún con todo, lo cierto es que su currículum4 era considerable. Comenzó sus estudios en Jaén para marchar a continuación a Bilbao donde se educó en el colegio de Deusto. Después estuvo en la Universidad de Salamanca licenciándose en Derecho y Filosofía y Letras, posteriormente acudió a Madrid para doctorarse en dichas carreras. Se trataba de un gran orador e intelectual y desde un principio fue prolífica su labor investigadora como lo demuestran los libros que escribió antes de finalizar el siglo5. Pertenecía a una familia acomodada y era conocido por ser un terrateniente con notables posesiones6 además de un ganadero de re-
1 En más de una ocasión tuvimos oportunidad Juan Manuel y un servidor de comentar la vida y milagros del Barón de Velasco en la Sierra de Albarracín. Este artículo sobre el controvertido personaje va dedicado a la memoria de mi querido amigo Juan Manuel Berges Sánchez. 2 Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Literaria de València. 3 RENDÓN, A. (2011), pp. 13-14. 4 Además de esos títulos nobiliarios era Doctor del Claustro Universitario de la Central; Académico de la Real Jurisprudencia; Académico de honor de la Sociedad Económica de Amigos del País (en Jaén); Vocal de la Comisión permanente de la Asociación General de Ganaderos del Reino, Caballero del Real Cuerpo de la Nobleza de Madrid y Caballero de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza entre otros muchos cargos y condecoraciones. Todos ellos reflejados en su currículum del año 1910 cuando sale elegido diputado por Albarracín. Ver SOLDEVILLA, F. (1910), pp. 846-848. 5 Fueron tres obras: Don Juan II de Aragón y el Príncipe de Viana: guerras civiles en los reinos de Aragón y Navarra durante el siglo XV (1897). Anexión del reino de Navarra en tiempos del Rey Católico (1899). Y en último lugar, Don Martín de Acuña capitán de arcabuceros (1899). 6 Era propietario de un número considerable de fincas en las provincias de Jaén, Badajoz, Cáceres, Ávila, Salamanca y Palencia.
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nombre7. Precisamente, en defensa de suámbito patrimonialera donde siempre destacaba por la intensa actividad desarrollada. Entre las más notables durante sus años mozos,está su participación en Zaragoza a mediados de febrero de 1899 en la Asamblea Nacional de Productores convocada por el aragonés Joaquín Costa. En definitiva, fue un importante colaborador en todas las asambleas y congresos de agricultura que se celebraron desde finales del siglo XIX, aunque donde destacó especialmente fue en los eventos relacionados con la ganadería,consiguiendo un gran número de premios en las exposiciones realizadas durante esos años8. Respecto a su vida privada lo cierto es que fue bastante azarosa. Contrajo nupcias en el año 1901 con María del Amparo Rodríguez y Rodríguez-Arias, perteneciente como el propio Barón de Velasco a una acaudalada familia castellana que contaba asimismo entre sus miembros con varios políticos de renombre. Nació su primer hijo en el año 1902 pero poco después consiguió la nulidad matrimonial –hecho verdaderamente insólito para la época– y varios años más tarde, ya instalado en Madrid, se volvió a casar en esta ocasión con María de los Dolores Barrón y del Real. Por supuesto, durante esta época continuó con sus investigaciones y estudios y pudo cumplir con varios proyectos editoriales9. Pero lo cierto es que la enorme capacidad del Barón de Velasco le hacía aspirara algo más y aconsejado por familiares y amigos residentes en la capital de España decidió su entrada en política. Sopesadas las posibilidades que le ofrecía el sistema político imperante optó por presentar su candidatura al distrito electoral de Albarracín-Calamocha. Los motivos estaban bien razonados y eran muy claros. De las aproximadamente dos mil personas vecinos de la Sierra de Albarracín que realizaron una emigración temporal durante el invierno del año 1900, un buen número lo hizo precisamente a las tierras que poseía el Barón de Velasco en Andalucía y, en menor medida, Extremadura. Ese voto cautivo con todos los jornaleros serranos que trabajaban en sus molinos de aceite o carboneaban en sus montes10, representaría un plus excepcional a la hora de las elecciones y, por si fuera poco, disponía además de un peculio importante para conseguir doblegar la voluntad de aquellos electores indecisos como era norma común durante esta época. Es decir,estaba
7 Una relación de sus premios, ganado y cuadras en una interviú; La Provincia, 9-6-1922. 8 Sus coetáneos decían de él que era el ganadero más galardonado de España. 9 Como El condestable D. Ruy López Dávalos, primer Duque de Arjona (año 1903). Y otro sobre el Cuarto Congreso de la Federación Agraria Bético-Extremeña y Canaria La Ganadería (1904). 10 El Barón de Velasco presumía de conocer a la mayoría de los jornaleros que trabajaban para él y solía realizar visitas a sus molinos. En diferentes entrevistas realizadas a finales de los años noventa a varios emigrantes temporales que marcharon a Andalucía así nos lo confirmaron.
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convencido ya de antemano de poder obtener un elevado número de votos, unos por agradecimiento al trabajo concedido y otros comprados por el vil metal. La situación previa al primer envite electoral del Barón en el distrito de Albarracín-Calamocha era ciertamente complicada ya que se habían sucedido cuatro diputados distintos en los últimos cinco años. Nada que ver con lo ocurrido durante la segunda mitad del siglo XIX, en la que varios miembros de la familia Santa Cruz habían ocupado importantes cargos de representación política por la provincia de Teruel, como senadores o también diputados por el distrito de Albarracín donde gozaban de un carisma extraordinario. Precisamente, el siglo XX comenzó ejerciendo el cargo Antonio Santa Cruz y Garcés de Marcilla hasta el año 1905, al que siguieron Manuel Sastrón, Manuel Astudillo y, durante un breve lapso de tiempo (apenas un año), Justino Bernad Valenzuela hasta comienzos de 1910. A partir de esta fecha, la representación política del distrito dará un vuelco considerable con la aparición del candidato cunero11, el Barón de Velasco, que disputará el cargo precisamente a este último diputado. LAS ELECCIONES DEL 9-5-1910 En estas elecciones se pone en marcha por primera vez la Ley Electoral de 1907 con todo lo que representa. Los dos candidatos y sus delegados o muñidores en los respectivos pueblos hacen el resto y, para ser la primera vez que participa el Barón de Velasco, da la impresión de no ser ningún novato o en todo caso de estar bien asesorado por sus compañeros políticos del partido Liberal. La corrupción electoral y la compra de votos es tan evidente que el Acta del distrito de Albarracín es protestada por los dos candidatos y remitida al Tribunal Supremo para examinar su validez. En la documentación aportada, se insiste en la compra de votos como el principal delito cometido por los dos contrincantes políticos. Los datos que presentan son numerosos y la constancia de tal práctica se hace evidente a pesar de la incapacidad “física” de demostrarlos, como reconoce el propio Tribunal. Finalmente, es desestimado el recurso presentado por el candidato perdedor dándose validez al Acta de Albarracín12. En sus conclusiones finales, el alto Tribunal hace mención de que a pesar de la evidencia de las corruptelas que han tenido lugar, la diferencia de votos entre ambos candidatos es tan grande que no ha lugar para anularla.
11 Se dice del candidato o diputado cunero a aquel que no es natural de la circunscripción electoral a la que pretende representar y así se los conocía durante el periodo político de la Restauración borbónica siendo por regla general patrocinados por los gobiernos de turno mediante los “encasillamientos” o con todas las corruptelas posibles para lograr su elección. 12 SÁNCHEZ DE LOS SANTOS, M., (1910), p. 476.
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Cuadro nº 1 ACTAS PROTESTADAS CONTRA EL BARÓN DE VELASCO EN LA SIERRA DE ALBARRACÍN EN LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS CELEBRADAS EL 9 DE MAYO DE 1910 LOCALIDAD
MOTIVO DE LA PROTESTA
ALBARRACÍN
En el café propiedad del alcalde se paga por los votos 10 y 15 pts.
BEZAS
Que se entregaron 400 pesetas para pagar los votos.
BRONCHALES
Los muñidores del Barón pagaron 2.000 pesetas por 200 votos.
GUADALAVIAR
En este pueblo se dieron 1.000 pesetas por los votos, los cuales se repartieron el día 9 por medio de un bando, en el que se dice por orden de los señores del Ayuntamiento, todo vecino que haya votado por el señor Barón que acuda inmediatamente a la Sala del Ayuntamiento.
MONTERDE
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
MOSCARDÓN
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
ORIHUELA DEL T.
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
POZONDÓN
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
RÓDENAS
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
ROYUELA
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
SALDÓN
Que se habían comprado los votos por 535 pesetas que un representante del Barón entregó al vecino Simón Buj.
VALDECUENCA
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
TORRES
En una denuncia conjunta ante Notario se dice que el Barón con objeto de atraer simpatías hizo promesas o dádivas de diversas cantidades.
VILLAR DEL COBO
Porque días antes de las elecciones se entregaron por el Barón 1.000 pesetas como compra de 100 votos según denuncia ante el Fiscal.
Fuente: SOLDEVILLA, F. (1910) pp. 471-476.
El principal problema que existe en el distrito de Albarracín-Calamocha es la falta de unas adecuadas comunicaciones que son la causa del aislamiento de muchos pueblos con la llegada del mal tiempo, y que tiene una especial incidencia en la Sie-
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rra de Albarracín. Precisamente,esa será la primera cuestión que aborde el Barón de Velasco al poco tiempo de su proclamación como diputado. Así pues, en el verano de 1910 realiza una serie de intervenciones en el Congreso de los Diputados, en favor de la construcción de diferentes carreteras que pudieran enlazar con la mayor parte de los municipios de la Sierra de Albarracín13. No obstante el empeño puesto en dicho asunto, lo cierto es que apenas se consiguieron avances. Por otra parte, la actividad pública del Barón de Velasco está íntimamente relacionada con la ciudad de Albarracín,como demuestra la instancia que presenta en el otoño de 1910 sobre una serie de beneficios que se podían lograr gracias a una R. O. del Ministerio de Instrucción Pública. En el caso de la capital de la Sierra afectarían concretamente a la Escuela de niñas de la localidad; a la fundación de una Biblioteca de carácter público; y, a la creación de una Escuela de Artes y Oficios14. Precisamente, en la fundación de esta Escuela es donde se advierte una correspondencia más fluida entre el Barón y el Ayuntamiento de Albarracín. Y tanto es su empeño, que un pleno de dicha corporación lo acaba nombrando “Hijo adoptivo” de la localidad15. Sin embargo, la auténtica piedra de toque en la labor del Barón de Velasco seguirá siendo la culminación del proceso iniciado en 1910 para desarrollar las infraestructuras viarias en la Sierra de Albarracín. Para ello, aprovecha una R.O. sobre caminos vecinales publicada en el verano de 1911 que ofrece serias garantías de progreso16. Con el fin de recabar las propuestas de los pueblos afectados congrega a sus representantes para el día 23 de agosto de 1911 en la ciudad de Albarracín, conminándoles a presentarlos proyectos que creyeran necesarios para mejorar sus comunicaciones17. A pesar de la insistencia del Barón, lo cierto es que apenas se presentaron iniciativas que fueran consideradas auténticamente viables18. La desidia de los regidores públicos de la Sierra seguía siendo lo más destacado.
13 La intervención del diputado por Albarracín en el Diario de las Sesiones de Cortes en el Congreso de los Diputados, apéndice 38 al número 23 (con fecha 6-VII-1910); apéndice 39 al número 23 (6-VII1910); apéndice 72 al número 23 (10-VII-1910); apéndice 13 al número 20 (18-VII-1910); apéndice 14 al número 30 (18-VII-1910); y apéndice 15 al número 30 (18-VII-1910). 14 Acta Municipal del Ayuntamiento de Albarracín, correspondiente al 28-10-1910. 15 Acta Municipal del Ayuntamiento de Albarracín, correspondiente al 18-12-1910 16 La transcribe el Noticiero Turolense, el día 16-8-1911. 17 Recibiendo a tal efecto comisiones de los pueblos, como indica el Noticiero Turolense, los días 25-8-1911 y 30-8-1911. 18 Se presentan solo cuatro proyectos, realmente muy pocos dadas las circunstancias de incomunicación en que se encontraban sumidos muchos de los pueblos y, lo que es peor, de ellos finalmente solo son tres los elegidos. Boletín Oficial de la provincia de Teruel, 13-11-1911.
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Donde también se observará su extraordinaria capacidad de trabajo es sin lugar a dudas en el Congreso de los Diputados, por las numerosas comisiones para las que es elegido y los asuntos en los que interviene durante su primera legislatura19. A través de algunas de ellas, queda patente su labor en el desarrollo de las infraestructuras viarias de la provincia de Teruel y muy concretamente, de la Sierra de Albarracín20. Ese dinamismo desplegado por el Barón de Velasco es visto con cierto recelo en los ambientes políticos conservadores de Teruel, siendo incluso recriminado por sobrepasar los límites de su distrito y afectar también al de la capital21. A pesar de estas críticas, lo cierto es que el año 1911 va a representar para el diputado por Albarracín el momento posiblemente de más intensa laboriosidad desplegada a lo largo de toda su vida política. Durante la primavera de 1911,llega a su punto culminante la crisis que atenaza a un buen número de jornaleros de Bronchales y Orihuela del Tremedal. El origen es la promulgación de una nueva Ordenación de Montes que, debido su reglamento netamente restrictivo, afecta especialmente a la Comunidad de Albarracín. En medio de este conflicto, los jornaleros solicitaron en ese mismo año la ayuda del Barón de Velasco para que actuara como mediador, y así lo hizo llevando al Congreso de los Diputados una instancia de dichos jornaleros22. La siguiente actuación de importancia tiene lugar también durante el verano de 1911 cuando reinicia los trámites para poder instalar un laboratorio ictiogénico en la ciudad de Albarracín23. Finalmente, el trabajo de Fernando Ruano quedará compensado con las subvenciones conseguidas, tanto para la Escuela de Artes y Oficios de Albarracín como para las Escuelas Mixtas de otra localidad de la Sierra, Royuela24. Por otra parte, y a pesar de la actitud decidida y resuelta del Barón en ese sen-
19 Entre los años 1910 y 1914 resulta elegido para treinta comisiones de las cuales seis afectan directamente a la Sierra de Albarracín. Mientras que los asuntos en cuya discusión ha participado son un total de veinte y ocho de ellos conciernen asimismo a la Sierra. 20 Las carreteras analizadas por esta Comisión que afectaban a la Sierra de Albarracín eran las siguientes: Calamocha a Pozondón; Pozondón a Teruel; Teruel a Cañete (por Albarracín); Cañete a Checa (por Albarracín); Teruel a Bezas; y Bronchales a Uña. 21 Entre otros casos, el intento de hacer volver a Teruel la antigua guarnición militar, Noticiero Turolense, 3-8-1911 22 (…) tengo necesidad de hacer entrega, tanto al Sr. Ministro de Fomento como al de Gracia y Justicia, de unas solicitudes que por mi mediación les envían los vecinos de los pueblos de Bronchales y Orihuela del Tremedal, dos pueblos del interior de la sierra de Albarracín, de 230 vecinos el uno y de 220 el otro, en total 450 familias, de las cuales 400 están dispuestas a emigrar a América (Brasil) tan pronto como se vean libres de los procedimientos criminales que contra ellos se siguen por el Juzgado de Albarracín (…). Sesión del 24 de marzo de 1911 en el Congreso de los Diputados. 23 Noticiero Turolense, 23-8-1911. 24 Noticiero Turolense, 11-9-1911.
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tido resulta realmente curiosa, cuanto menos, la aparente “indolencia” del consistorio de Albarracín respecto a dicha escuela tal como queda patente en la correspondencia que mantienen25. En definitiva, durante la legislatura de 1911 a 1914 el Barón de Velasco tendrá una actividad parlamentaria muy importante, destacando entre todas sus actuaciones las referentes a Albarracín y la mencionada instancia en favor de los jornaleros de Bronchales y Orihuela del Tremedal. Un hecho luctuoso que afecta al Barón de Velasco tiene lugar en el año 1913 y es la defunción de su madre Beatriz Prieto y Muñoz-Cobo (viuda de Jerónimo Ruano Vargas-Machuca, muerto en 1907) por la que sentía auténtica devoción. El diputado por Albarracín estaba muy unido a sus padres y este suceso le marcará su vida futura,tanto, como para decidir la construcción de una capilla-cripta funeraria de estilo neobizantino bajo la iglesia de san Juan Bautista en su localidad de origen, Arjona. La misma serviría como sepultura de sus padres y al mismo tiempo podría acogerle a él y a su esposa cuando fallecieran. Las obras duraron diez años entre 1920 y 1930, pero lo cierto es que el comienzo del proyecto y los primeros contactos con el arquitecto, artistas y artesanos que la construirían se iniciaron al poco tiempo del fallecimiento de su madre. ELECCIONES DEL 8-3-1914 A primeros del año 1914 se completa el turno de gobiernos liberales sustituyéndolo otro conservador, bajo el cual, el liberal Fernando Ruano Prieto es proclamado diputado sin lucha gracias al artículo 29 de la Ley Electoral26. La nueva legislatura que transcurre entre los años 1914 y 1915 tiene como principal característica el desarrollo de la actuación más netamente parlamentaria del Barón de Velasco. Como diputado en la oposición apenas aparece en las comisiones creadas en la Cámara. Sin embargo, sus intervenciones en las discusiones parlamentarias son frecuentes y, en más de una ocasión, brillantes. No obstante, en lo
25 Archivo Municipal del Ayuntamiento de Albarracín, Sección correspondencia año 1911. La circular dice lo siguiente: Mi querido amigo (alcalde): Hace falta que sin pérdida de momento me remita una certificación por una persona que haga de Secretario de la Escuela de Artes y Oficios de Albarracín en la cual se haga constar que se está dando la enseñanza, y en esta solicitud pone Vd. como alcalde el Vº Bº remitiéndola acto seguido para que pueda hacerse efectiva la cantidad de 500 pesetas que sin duda no la habrán cobrado, aun cuando Vd. nada me ha dicho. Es necesario este requisito y en los libros de Ordenación de Pagos del Ministerio aparece todavía sin cobrar la expresada cantidad. Espero que me mande a escape la certificación antes de que se cierre el presupuesto en cuyo caso serían infructuosos mis trabajos. 26 Este controvertido artículo de la Ley Electoral de Antonio Maura indicaba que no se celebrarían elecciones en los distritos electorales donde se presentaran el mismo número de candidatos que los puestos a cubrir y éstos serían automáticamente proclamados diputados.
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que afecta a la Sierra de Albarracín tan solo interviene en una ocasión. Y ello, es un balance bastante pobre para los dos años que transcurren en dicha legislatura. Eso sí, la discusión en la que interviene el Barón de Velasco es de suma importancia para la economía de los pueblos de la Sierra27. Y la razón es que tanto el aprovechamiento comunal de los montes como el de los pastos en la Comunidad de Albarracín se realizaba mediante el sistema de subastas. Esta modalidad era muy perjudicial, ya que resultaban netamente inferiores los beneficios obtenidos por los pueblos respecto al caso de que tal aprovechamiento se hubiera podido realizar como antaño, es decir, mediante la adjudicación directa a esos mismos municipios. En esta polémica se ponen de manifiesto dos criterios muy diferenciados. Por una parte, está la posición del Barón de Velasco apoyado por los pueblos comuneros y, principalmente, Albarracín28. Y por otra, la del diputado carlista Manuel Polo y Peyrolón, conocido en los ambientes políticos de Teruel como el “Obispo de levita”, que en dichas discusiones parlamentarias se sitúa del lado de las compañías resineras. Éstas, se habían empezado a propagar por diferentes municipios de la Sierra como Gea, Tormón y en el caso de la Comunidad, Bezas29. Pese al interés de los pueblos de la Sierra de Albarracín de llegar a un acuerdo definitivo que pudiera mejorar los aportes económicos de los aprovechamientos, y a pesar también de la actitud del Barón a ese respecto, todavía a finales de ese año el diputado por Albarracín seguía solicitando las documentaciones pertinentes en el Congreso de los Diputados30. Es precisamente en 1914 cuando el Barón de Velasco obtiene su mayor éxito parlamentario como consecuencia de las discusiones sobre el presupuesto de Fomento. Aunque no afectan para nada a la Sierra de Albarracín, lo cierto es que su conocimiento nos muestra a un diputado que por lo menos durante estos años se toma muy en serio su labor política31.
27 Sesión del 5 de mayo de 1914 en el Congreso de los Diputados. 28 Acta municipal del Ayuntamiento de Albarracín, correspondiente al día 9-5-1914. En ella se aplaude y apoya la labor del Barón de Velasco en las Cortes, con motivo de las discusiones sobre el aprovechamiento de los pastos. 29 Diario Turolense, 15-5-1914. 30 Además de las crónicas parlamentarias, estas solicitudes se pueden seguir a través del Diario Turolense, los días 9-9-1914 y 18-11-1914. 31 Ante la repetida insistencia del Barón de Velasco en que le fuera entregado toda la documentación necesaria para poder discutir el presupuesto de Fomento, el Gobierno, después de varios aplazamientos decidió enviarle ¡¡UN CARRO!! lleno de documentación. Pero no imaginaron que Fernando Ruano se fuera a pasar todo el fin de semana estudiando tal ingente cantidad de papeles, y lo hizo, aunque contó con la inestimable ayuda de varios compañeros de partido. En la siguiente sesión parlamentaria, celebrada el lunes 13 de noviembre de 1914, el Barón de Velasco puso en auténticas dificultades al Gobier-
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ELECCIONES DEL 9-4-1916 Las anteriores elecciones supusieron un considerable alivio económico para el Barón de Velasco al ser elegido diputado por el artículo 29 de la Ley Electoral y, por lo tanto, sin necesidad de realizar “campaña electoral” con la consiguiente compra de votos y el pago a sus muñidores. En esta ocasión no consigue su proclamación directa como diputado porque el partido conservador coloca a última hora a un candidato, José Hernández Puerto, con el único objetivo de evitar dicha proclamación. Contrariado el Barón de Velasco y con el fin de contrarrestar esa operación hace lo mismo que sus contrincantes políticos y presenta su candidatura también por el distrito de Montalbán, donde iba a ser proclamado diputado (gracias al susodicho artículo) uno de los caciques conservadores más importantes de la provincia de Teruel, Carlos Castel. A pesar de todas estas maquinaciones de última hora, resultan elegidos el Barón de Velasco por Albarracín y Carlos Castel por Montalbán. Había transcurrido ya siete años desde su elección como diputado, casi el mismo tiempo del inicio de sus intervenciones parlamentarias en favor de la creación de las infraestructuras tan necesarias para el desarrollo de la Sierra de Albarracín.Bien es cierto que el Barón de Velasco había luchado por ellas,pero la parquedad de los resultados señalaba un fracaso evidente al menos en ese sentido. Esta situación suponía un auténtico fiasco para los habitantes de su distrito y, de ello, se encargaban de recordárselo sus oponentes políticos a la menor ocasión32. En estos momentos nos encontramos con un Fernando Ruano al que los acontecimientos que se empiezan a vivir en la Sierra dan la impresión de pillarle siempre “con el paso cambiado”. De manera que sus ausencias son francamente notables cuando ya en el año 1917 empiezan a proliferar asambleas con el intento de lograr de los poderes públicos, tanto provinciales como nacionales, una solución práctica a las necesidades de la Sierra de Albarracín. Una de las primeras reuniones se realiza a primeros de mayo de 1917 en el municipio de Santa Eulalia (localidad situada en el extremo norte de la Comunidad), a la que asisten representantes de los municipios serranos de Pozondón, Bronchales y Orihuela del Tremedal. En dicha reunión participan entre otros destacados políticos turolenses José Hernández, el candidato conservador derrotado en Albarracín durante las pasadas elecciones. Sin embargo y pese a la invitación cursada al Barón de Velasco, éste finalmente opta por no acudir33. El tema de la mencionada
no por las irregularidades que se apreciaban a través de la documentación entregada. De todo ello dio buena cuenta el Diario Turolense, durante los meses de noviembre y diciembre de 1914. 32 Cronista de Teruel, los días 10-5-1917 y 23-5-1917. 33 El transcurso de la reunión en el Cronista de Teruel, los días 4-5-1917 y 10-5-1917.
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reunión es la persistente situación de estancamiento de las obras de una carretera comarcal proyectada años atrás y que uniría definitivamente a los mencionados municipios34. Meses más tarde se impone la idea de realizar una Magna Asamblea en la ciudad de Albarracín que cuenta con el beneplácito de los políticos provinciales,en esta ocasión, incluido el Barón de Velasco. El interés de fomentar dicha Asamblea había partido del Ayuntamiento de Tramacastilla35 al que se habían adherido paulatinamente otros municipios serranos. El testigo de la convocatoria había sido recogido por ciertos políticos como el turolense José Mª Valdemoro36 y Manuel Mora y Gaudó37. Estas personalidades, no sin grandes esfuerzos habían logrado convencer a los más destacados representantes políticos turolenses(sin importar su adscripción ideológica) para que asistieran al acto, en un loable intento de dar el paso definitivo para apuntalar el desarrollo de la Sierra38. El motivo puntual para la celebración de esta Magna Asamblea era el de posibilitar un servicio de correo39 que tuviera una comunicación más rápida y adecuada con la capital de la provincia, realizada en esos momentos con una diligencia de caballos40. Los ecos de la reunión fueron notables, tanto como la presencia puramente formal y “simbólica” del Barón de Velasco a pesar de tratarse del distrito que él representaba41. Durante las legislaturas anteriores, el diputado por Albarracín había destacado por una intensa actividad parlamentaria y en favor de los habitantes de su distrito. Sin embargo, a partir de 1916 su disposición se torna radicalmente distinta, tanto, que admite todos los interrogantes posibles. No solo respecto a su actividad como parlamentario, sino que también resulta evidente en sus relaciones públicas con los
34 Cronista de Teruel, 26-4-1917. 35 Acta municipal del Ayuntamiento de Albarracín, correspondiente al día 25-6-1916. 36 Este político, natural de la localidad serrana de Torres, era un importantísimo terrateniente con numerosas propiedades en varios pueblos de la Comunidad de Albarracín. 37 Fue uno de sus máximos organizadores. Hay que hacer constar, además, que Manuel Mora Gaudó utilizó los resortes propagandísticos de la Asamblea, para sustentar su candidatura por el distrito de Albarracín en las elecciones que se celebrarían al año siguiente. 38 Los asistentes a la Asamblea y una relación de los actos realizados, los podemos seguir en El Mercantil, 13-8-1917 y 20-8-1917. También en el Cronista de Teruel, 21-9-1917. Entre todos ellos destaca la presencia de Manuel Polo y Peyrolón. 39 Los asistentes a la Asamblea y una relación de los actos realizados, los podemos seguir en El Mercantil, 13-8-1917 y 20-8-1917. También en el Cronista de Teruel, 21-9-1917. 40 En muchas ocasiones resultaba realmente una aventura los viajes a la capital de la Sierra, tal y como lo redacta Cronista de Teruel, 4-4-1917. 41Las críticas en Cronista de Teruel, 21-9-1917.
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municipios de la Sierra. Si bien es cierto que fue nombrado Director General de Agricultura, Minas y Montes el 1 de mayo de 1917, cargo que mantuvo durante unos meses para acabar siendo nombrado el 13 de noviembre de ese mismo año Inspector General de Enseñanza, no es motivo suficiente para un alejamiento tan radical de la vida pública. El proyecto de la cripta que llevaba arrastrando desde la muerte de su madre en el año 1913 le iba absorbiendo poco a poco, dedicándole todos sus esfuerzos en detrimento de su actividad política y mucho más respecto a la Sierra de Albarracín. (…) el contratista constructor de obras escultóricas monumentales en mármol y piedra don Roberto Bechini. Aparte de otras preciosidades artísticas para la elevación de monumentos célebres, construye actualmente este genial artista la cripta, escalera y capilla que los señores barones de Velasco tratan de restaurar en su patronato de la iglesia de San Juan Bautista de la ciudad de Arjona, obra que, como en su día, se dirá, está llamada a ser una verdadera joya de la moderna arquitectura. Las estatuas monumentales Fe, Esperanza y Caridad, modelos de Capuz, están ejecutadas magistralmente por el maestro Bechini, y pueden conceptuarse como del más puro gusto clásico. Lleva ya elaborados en la ejecución del total proyecto unos setenta mil kilos de los mármoles más ricos de las más afamadas canteras de Italia, Francia y España. Habiendo pasado por sus talleres desde el altísimo Carrara hasta el blanco-rosa, vertmoulin y la serpentina de Sierra Nevada (…) presentando un estímulo para que los enamorados, del arte, como lo es el señor barón de Velasco empleen parte de sus fortunas en rendirle el debido tributo42.
ELECCIONES DEL 24-2-1918 Casi dos años más tarde nuevamente se van a celebrar unas elecciones legislativas. En todas las anteriores, las presiones gubernamentales junto a la compra de votos habían sido la nota dominante, por eso en esta ocasión el Gobierno está decidido a cortar de raíz la corrupción electoral. Sin embargo y, a pesar de sus intenciones, lo cierto es que las mismas fueron una más del periodo de la Restauración, manteniéndose intactas las prácticas caciquiles de antaño. El contrincante del Barón de Velasco fue en esta ocasión el integrista Cristóbal Botella, después del abandono de Manuel Mora y Gaudó. El resultado fue favorable al Barón a pesar de que su opositor ganó en varios pueblos entre ellos, y con una diferencia considerable, Albarracín43.
42 La Acción, 16-7-1916. 43 En esta población el resultado fue de 62 votos para el Barón de Velasco y 225 para Cristóbal Botella; Boletín Oficial de la provincia de Teruel, febrero de 1918.
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ELECCIONES DEL 1-6-1919 Un año más tarde las urnas vuelven a ocupar la primera plana política. El Barón de Velasco tampoco consigue en esta ocasión su proclamación directa por el artículo 29 de la Ley Electoral. Ello supone un serio obstáculo para su economía (los gastos de la capilla-cripta son considerables), y reconoce por primera vez las dificultades que tiene para que los bancos le proporcionen liquidez con la que hacer frente al embate electoral. Su oponente es otro aristócrata, el conservador Marqués de Castejón, y tal como ocurrió en las pasadas elecciones vuelve a conseguir el acta el Barón de Velasco a pesar de que pierde también en varias localidades, entre ellas, Albarracín44. Aunque conviene resaltar que le siguen siendo fieles otros pueblos como Valdecuenca, obteniendo incluso censos enteros como podemos ver en el siguiente cuadro. Cuadro nº 2 RESULTADO DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS CELEBRADAS EN LA LOCALIDAD DE VALDECUENCA ENTRE LOS AÑOS 1910 Y 1919. AÑO
ELECTORES
VOTANTES
ABSTENCIONES
CANDIDATOS BARÓN DE VELASCO
1910
1918
1919
98
99
101
93
81
96
5
18
5
JUSTINO BERNAD
93
—
BARÓN DE VELASCO
CRISTÓBAL BOTELLA
81
—
BARÓN DE VELASCO
MARQUÉS DE CASTEJÓN
89
7
Fuente: Elaboración propia.
ELECCIONES DEL 19-12-1920 Hasta el año 1920 el Barón se encuentra totalmente “ausente” de la actividad política en el Congreso de los Diputados y en la esfera pública relacionada con los habitantes de su circunscripción electoral. La nueva aparición del diputado por Albarracín en su distrito coincide a finales de ese año con la convocatoria de nuevas elecciones. En esta ocasión va a presentar su candidatura como Senador por Teruel
44 Ahora son más todavía los pueblos donde gana el contrincante del Barón de Velasco; SAZ PÉREZ, P. (2005), pp. 103-106.
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con el soporte del partido conservador, a cambio de su apoyo (liberal) al candidato de dicho partido que se presenta en el distrito de Albarracín. Un cambalache muy propio de esta etapa política45. Si bien el Barón de Velasco sigue manteniendo con naturalidad su actividad extraparlamentaria,lo cierto es que no acaba de asumir en su plenitud las diferencias que existen entre su actividad pública y privada, y más,afectadas ambas como están por el cargo que ostenta. Así pues, la administración del propio Barón se encarga de suministrar una partida de aceite adjudicado a Albarracín por la Junta de Subsistencias46. Y en una carta posterior, hace saber al Ayuntamiento de su compromiso para no gravar el precio del aceite ya suministrado47 a pesar de salir perjudicado según las cuentas que él mismo había realizado. Pocos días más tarde el Barón escribe nuevamente al Ayuntamiento de Albarracín, solicitando el apoyo del compromisario del municipio para las elecciones a Senadores por la provincia en la que él mismo presentaba su candidatura48. Lo más parecido al Do ut des romano49 con la política de por medio. Mientras tanto el Barón de Velasco retoma el proyecto de la capilla-cripta que tenía previsto realizar en su localidad natal de Arjona. Estos trabajos durarán una década y culminarán con el traslado al mausoleo de los cuerpos de sus padres fallecidos años atrás. ELECCIONES DEL 29-4-1923 Pasados tres años desde el último envite electoral retornan las elecciones legislativas. En esta ocasión, por fin consigue el liberal Barón de Velasco ser proclamado
45 Más datos en SAZ PÉREZ, P. (2005), pp. 106-108. 46 Archivo del Ayuntamiento de Albarracín, Sección correspondencia, 22-7-1920. 47 (…) aunque a mí me ha originado más gastos esto no es cuenta de Vds. pues yo sé hacer honor a mis palabras, aunque no la di en esta ocasión, deseo soportar yo los gastos en más que ha habido en beneficio de este vecindario (…) Archivo del Ayuntamiento de Albarracín, Sección Correspondencia, año 1920. 48 Lo cierto es que la circular que envía el Barón de Velasco al Ayuntamiento de Albarracín no tiene desperdicio y muestra bien a las claras la situación de compadreo político que se vivía durante esos años: (…) no tuve inconveniente en prestar mi apoyo al candidato ministerial (conservador) ante su oferta de no ser sino un continuador de mi obra, un defensor de mis amigos y una prolongación de mí mismo en el Distrito, que no abandono, y a cambio de reservarme el Gobierno un lugar en la candidatura de senadores de esta provincia no solo con el apoyo de mis amigos particulares y políticos, sino del partido Conservador entero, como Gobierno, y el de los Diputados electos y candidatos adictos, tanto por su deber de ministeriales cuanto por su condición de amigos queridos, pues agradecen mi actuación y reconocen además el sacrificio hecho, por lo cual público y notorio es que consideran mi candidatura como cosa personal y propia (…). Archivo del Ayuntamiento d Albarracín, Sección Correspondencia, año 1920. 49 Doy para que des o Te doy para que me des.
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diputado sin necesidad de elecciones gracias al controvertido artículo 29 de la Ley Electoral. Sus finanzas respiran aliviadas, aunque lo cierto es que ya están tocadas y los problemas apenas tardarán en salir a la luz. Cuadro n.º 3 DISTRITO ELECTORAL DE ALBARRACÍN-CALAMOCHA. RESULTADO GLOBAL DE LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS EN LAS QUE PARTICIPA EL BARÓN DE VELASCO DURANTE LA RESTAURACIÓN. Año Electoral 1910
NÚMERO DE Electores
Votantes
VOTOS BARÓN DE VELASCO
11.529
10.150
6.176
1914
SIN ELECCIÓN. ARTÍCULO 29.
1916
11.822
9.230
7.278
1918
12.017
8.171
5.600
1919
12.089
9.385
5.700
1920
SENADOR POR TERUEL
1923
SIN ELECCIÓN. ARTÍCULO 29.
Fuente: Elaboración propia. Archivo del Congreso de los Diputados.
Tanto durante su etapa como senador por la provincia de Teruel como en la de diputado por Albarracín durante unos breves meses en el año 1923, no se le conocen al Barón de Velasco operaciones públicas de relieve relacionadas con la Sierra de Albarracín. De la misma manera, como diputado no tiene actividad parlamentaria alguna.Otra cuestión bien diferente son los asuntos de su casa donde resultan frecuentes los conflictos50 que no logrará superar ni tan siquiera dedicando el tiempo a su afición preferida como era la cría caballar51.
50 A mediados de mayo de 1923 se declaran en huelga el personal de cocheros que trabaja para el Barón de Velasco por el despido de uno de ellos y la desconsideración y malos tratos con el resto de los trabajadores, La Libertad, 23-5-1923. 51 Propuesta del Barón de Velasco sobre el Fomento y la mejora de nuestra raza caballar, en El Debate, 13-8-1923.
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Cuadro n.º 4 DISTRITO ELECTORAL DE ALBARRACÍN-CALAMOCHA DEFINICIÓN POLÍTICA DEL BARÓN DE VELASCO EN LAS ELECCIONES LEGISLATIVAS DURANTE EL PERÍODO DE LA RESTAURACIÓN. 1910 Liberal
1914
1916
Demócrata Liberal de Gª Prieto
1918
1919
1920
1923
Prietista
Demócrata
Liberal
Demócrata
Fuente: Índice Histórico de Diputados. Archivo del Congreso de los Diputados.
LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA En el momento de la proclamación de la dictadura de Primo de Rivera, el Barón de Velasco está inmerso en la construcción de su cripta. Los gastos son bastante elevados y además está el continuo ronroneo público sobre sus finanzas. Sin embargo, las peores noticias para su hacienda surgen cuando la oficina ambulante de correos en el expreso de Andalucía sufre un robo a su paso por la provincia de Córdoba, agravado con el asesinato de los dos funcionarios que lo custodiaban. El botín es muy elevado y asciende a casi el millón de pesetas, de las cuales 300.000 pertenecen al Barón52. Poco tiempo después y en vista de las necesidades de liquidez, Fernando Ruano Prieto solicita el peritaje de uno de sus cortijos ubicado en la localidad de Escañuela (Jaén) por ver las posibilidades que existen para venderlo o hipotecarlo, pero esta situación se ve complicada por la muerte en dicho lugar de dos personas a mano de la Guardia Civil y pistoleros53. Los problemas laborales en su casa siguen en el candelero54, aunque el principal conflicto que tendrá que abordar será la denuncia presentada por la propiedad del título nobiliario con el que más se identifica: La baronía de Velasco. Se inicia un pleito que acabará a primeros de marzo de 1926 dando la razón al demandante, por lo que a partir de esos momentos Fernando Ruano Prieto dejará de ser conocido oficialmente como el Barón de Velasco55. A pesar de esta sentencia, lo cierto es que seguirá usando dicho título por lo menos en una de sus pasiones favoritas durante
52 Era pliegos de valores no dinero en metálico, La Independencia. Diario Católico, 15-4-1924. 53 Publicado años más tarde de cuando ocurrieron los sucesos mediante una velada acusación dirigida hacia su persona en La Voz, 3-11-1931. 54 Algunas reclamaciones de sus trabajadores se cuentan en La Libertad, 31-3-1925 y 26-5-1925. 55 Así lo confirma la sentencia en favor del demandante Joaquín de la Gándara Carrillo publicada en el Boletín Oficial de la provincia de Madrid, 5-3-1926. Y todo el proceso seguido para la reversión del título de Barón de Velasco en La Voz de Soria, 6-4-1926.
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San Sebastián. El Barón de Velasco conduciendo su caballo “Mussolini”, ganador de la copa Reina Victoria en las carreras de inauguración de la temporada.
estos años y es la que le reporta más beneficios económicos56: la hípica. Todo ello dará lugar a numerosos equívocos y disputas que las irá sorteando con cierta displicencia57. Desde principios de siglo había sido considerado un excelente ganadero, y en estos momentos de carencia de libertades políticas optará por pasar buena parte de su tiempo en los hipódromos haciendo gala de su pasión por el deporte y la excelente cuadra de caballos de carreras que posee. Una cuestión que no puede pasar desapercibida durante el último lustro de los años veinte, hace referencia a Italia y la admiración que muchos políticos españoles de diverso signo comienzan a sentir con el naciente fascismo. Fernando Ruano Prieto no es ajeno a los nuevos tiempos y coquetea a su manera en el ambiente donde mejor se desenvuelve. Y ahí tenemos algunos de los nombres de sus caballos más famosos y cotizados como D’Annuncio, Braidizza, Triestino, Avanti y, sobre todo, Mussolini, con quien gana innumerables carreras en hipódromos como La Castellana y Lasarte. Hacia el final de la década de los años veinte, Fernando Ruano Prieto puede cumplir por fin su empeño de finalizar los trabajos de la capilla-cripta, que a partir
56 Masdehipodromos, 2012. 57 Como ejemplo podemos ver en El Pueblo, Diario republicano de Valencia, 17-3-1926.
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Detalle de la bóveda de la cripta del Barón de Velasco.
La lápida de Arjona, cripta del Barón de Velasco (actualmente en el ayuntamiento).
Fotografía de Jesús Molina Gimeno. (jaendesdemiatalaya.blogspot.com)
Ayuntamiento de Arjona (Patrimonio Virtual Urgavonense)
de ese momento será conocida en Arjona como la cripta del Barón de Velasco. Había invertido en la obra buena parte de su patrimonio, tanto, como para hacerle pasar por enormes problemas financieros. Eso sí, el resultado final no pudo ser desde luego más bello,pero también, misterioso y sorprendente58. LA II REPÚBLICA Dos meses más tarde de la proclamación de la II República, tuvo lugar una convocatoria a elecciones generales constituyentes que se celebraron el día 29 de junio de 1931. A la misma se presentan en Teruel las candidaturas de la Conjunción Republicana, la Republicano Popular, la Socialista y por las Minorías siete candidatos independientes, entre ellos, Fernando Ruano Prieto que lo hace bajo las siglas de la
58 Se trataba de una obra de estilo neobizantino. La parte central la ocupa una bóveda vaída con las figuras del pantocrátor y cuatro ángeles. Las paredes y la cúpula están cubiertas con teselas de cristal de murano; también aparecen esculturas, bajorrelieves y una lápida difícil de describir con trazos geométricos superpuestos y complementada con tres letras en hebreo,además de la encomiable belleza que trasmite el mármol de carrara. La extraña composición de las figuras de los ángeles de la bóveda (imág. 2) y la maravillosa y enigmática lápida con su posible significado y simbolismo (imág. 3), ha llevado a varios investigadores a insistir en la teoría de que el Barón de Velasco pertenecía a una sociedad secreta, tesis que mantiene RENDÓN GÓMEZ, Á. (2011).
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Derecha Liberal Republicana de Niceto Alcalá Zamora59. El anteriormente conocido como Barón de Velasco sufre un auténtico descalabro en su antiguo feudo recogiendo tan solo el voto del 11% de los electores de la Sierra de Albarracín60, incluso baja todavía más el porcentaje (hasta el 7% de total) en el conjunto de la circunscripción electoral de la provincia de Teruel.Tras este descalabro desaparece parcialmente de la vida política, dedicándose a los asuntos de su hacienda y continuando con la labor ganadera61. Sin embargo, la II República aporta además de la llegada de libertades públicas y políticas la aparición de un sindicalismo marcadamente reivindicativo, y ello preocupa –y de qué modo– a los hacendados terratenientes que siempre habían actuado como amos y señores. Andalucía, tierra de latifundios y jornaleros, era un volcán a punto de estallar y en Arjona la situación social estaba inmersa en una espiral conflictiva. En la primavera de 1933 se crea una sociedad colectiva con el nombre de Pablo Iglesias y agrupa a la inmensa mayor parte de los jornaleros de la localidad para defenderse de las actitudes caciquiles y represivas de la fuerza pública y las oligarquías locales. Al principio se intenta llegar a acuerdos,perolas posiciones de ambos grupos están tan enfrentadas que resulta imposible lograr ninguno. En esos momentos, el propietario con más dificultades es Fernando Ruano Prieto ya que mantenía cuantiosas deudas con sus trabajadores. Ante la imposibilidad de poder pagarles, el alcalde le incauta varias fincas como el cortijo de La Pachena y sus tierras, nada menos que 248 hectáreas con las que poder hacer frente a las deudas contraídas por el popularmente conocido como Barón de Velasco62. El día 26 de agosto de ese año, tiene lugar una huelga que pondrá patas arriba la convivencia local por su trasfondo auténticamente revolucionario y obligará a marcharse del pueblo a los terratenientes locales, muchos de ellos no volverán hasta que se normalice la situación a comienzos de los años cuarenta63. Cuando el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 provoca en España una cruenta Guerra Civil, Fernando Ruano Prieto no dudará en prestar su apoyo al ejér-
59 La proclamación de candidatos el 21-6-1931. La Voz de Teruel, 22-6-1931. 60 Tan solo se puede destacar Albarracín y especialmente Valdecuenca antiguo feudo del Barón de Velasco durante el periodo de la Restauración y donde todavía conserva cierto carisma. En el resto de las localidades de la Sierra de Albarracín los votos conseguidos son insignificantes. En ocho de ellos solo consigue menos de dos votos. SAZ PÉREZ P. (2005), p. 286. 61 Traslada su vecindad a Madrid pero mantiene el contacto con su labor de ganadero. En el año 1933 es multado por pastoreo abusivo de un ganado de su propiedad no muy lejos del término municipal de Arjona (Jaén), indicándose que en esos momentos se ignora el paradero de Fernando Ruano Prieto. Boletín Oficial de la provincia de Madrid, 3 de junio de 1933. 62 Un artículo sobre la experiencia de la Sociedad Colectiva de Arjona en La Libertad, 27-8-1935. 63 Un relato de la evolución de la huelga y sus consecuencias en ABC, 10-9-1933.
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cito golpista. Pretende incorporarse en un principio activamente,aunque finalmente no lo consigue. Tras los primeros momentos de incertidumbre la situación se enrarece tremendamente en Arjona ante las noticias que llegan del frente, y más aún con los primeros bombardeos sobre la población jienense. Una turba de manifestantes asalta las iglesias de la localidad de la que no se salva la capilla-cripta del Barón de Velasco que acabó con innumerables destrozos. Y el punto culminante llega cuando sacan el cadáver de su madre y lo despedazan para escarnio público, los sucesos de años anteriores (huelgas, represión y el contumaz caciquismo) pesan en la memoria colectiva. La venganza de Fernando Ruano será terrible. Una vez finalizada la Guerra Civil es nombrado juez militar y desde Arjona será conocido por la crueldad de sus métodos64. Su carrera en el ejército toca a su fin a primeros de abril de 1943, cuando pasa a ingresar en la escala honorífica del Cuerpo Jurídico Militar con la categoría de teniente auxiliar de segunda65. Con el paso del tiempo el antiguo Barón de Velasco entró también en disputa por el mantenimiento del título de Marqués de Liédena, que acabó cediendo a su propio hijo Jerónimo Ruano y Rodríguez-Arias. Sin embargo, en el año 1959 cambió definitivamente de manos a causa de un pleito incoado por Concepción Boulet y González Feijóo. Finalmente, Fernando Ruano Prieto más conocido como el Barón de Velasco, diputado cunero por el distrito electoral de Albarracín durante la última etapa de la Restauración falleció en el año 1964. CONCLUSIONES El Barón de Velasco fue un controvertido personaje plenamente identificado con la época que le tocó vivir. Considerado como un excelente escritor e intelectual al uso, utilizó su propio patrimonio para procurarse títulos nobiliarios en un intento de aparentar algo más de lo que en realidad era: un hacendado terrateniente y distinguido ganadero. Su paso a la política fue el acto que vino a continuación y, de esta manera, se dotó de una brillante y merecida reputación por otra parte muy acorde con sus ambiciones. Para ello, no dudó en aprovechar su prestigio y las necesidades económicas de los emigrantes invernales de la Sierra de Albarracín que acudían a sus tierras. Sin embargo, lo cierto es que era un ídolo con los pies de barro. Existen notables diferencias en su etapa política como diputado por el distrito de Albarracín. En sus primeros años actuó con total libertad y puso todo su empeño 64 Estando el antiguo Barón de Velasco en su puesto de Juez Militar se llevan a cabo varios fusilamientos en Arjona; Mapa de fosas de las víctimas de la Guerra Civil y la postguerra en Andalucía, Junta de Andalucía Consejería de Gobernación y Justicia; Comisariado para la recuperación de la Memoria Histórica, Fosa de Arjona (Jaén). 65 Diario Oficial del Ministerio del Ejército, 9-1-1944.
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en favorecer a sus electores, pero dos cuestiones le apartaron de su determinación. Por una parte, la desidia de los alcaldes del distrito electoral y por otra, la muerte de su madre. Respecto a la primera, su cambio fue total ante la dejación y desconsideraciones a las que se vio sometido; mientras que la segunda, le afectó en lo más íntimo y a ella dedicó toda su atención, eso sí, a cambio de dejar de lado sus obligaciones como diputado por Albarracín. Los gastos ocasionados por las continuas batallas electorales y, sobre todo, por la construcción de la capilla-cripta en Arjona fueron demasiados para su economía y no pudo evitar entrar Fernando Ruano Prieto en números rojos. Durante la dictadura de Pri(El Barón De Velasco). mo de Rivera tan solo tuvo interés en finalizar el proyecto de la bella y enigmática cripta y dedicó el tiempo a su otra pasión: la hípica. En este caso, los problemas se diluían porque poseía una de las mejores cuadras de caballos de carreras de España y sus ganancias eran considerables,aunque no suficientes para sanear sus cuentas. La política de esos años le dejó una marcada huella y pasó de formar parte de las diferentes corrientes del partido Liberal a halagar al naciente fascismo italiano, al que dedicó los nombres de sus más afamados caballos. Los sucesos de la Guerra Civil en su cripta de Arjona con el ultraje a los restos de su añorada madre fue otro percance amargo que padeció, y su respuesta una vez finalizada la contienda fue brutal. En definitiva, una vida de aparente opulencia que no pudo mantener y acabó por estigmatizarlo hasta el final de sus días. BIBLIOGRAFÍA ARTILLO GONZÁLEZ, J. (1995), “Vida política y conflictividad electoral en el periodo de la Restauración (1875-1923), en Nueva historia contemporánea de la provincia de Jaén (1808-1950), Jaén, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, pp. 185-251. Biblioteca-Archivo del Congreso de los Diputados, 1900-1936. CAMACHO, A.M. (1912), Historia jurídica del cultivo y de la industria ganadera en España, Madrid, Establecimiento tipográfico de Jaime Ratés. CASTILLO, J.J. (1980), Propietarios muy pobres. Sobre la subordinación política del pequeño campesino, Madrid, Ministerio de Agricultura.
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LA EMIGRACIÓN A NORTEAMÉRICA DESDE LA SIERRA DE ALBARRACÍN EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX 1
Raúl Ibáñez Hervás2 … la emigración es la única causa de que esta provincia pierda aproximadamente en el decenio 1921-1930 unos 24.000 habitantes ya que es la cifra que en tal periodo de tiempo debía haber ganado por el exceso de nacimientos sobre defunciones, y no obstante, la población aparece ahora sensiblemente igual a la de 19203. I. INTRODUCCIÓN A comienzos de 2017 mi amistad con Eduardo Pradas y Pilar Hernández me puso de manifiesto una sorprendente noticia. Me informaron que su abuelo y algún que otro familiar muy cercano y muchos vecinos de Jabaloyas emigraron en los años 20 del siglo pasado a Norteamérica. Al mismo tiempo, me pusieron en contacto con su hermano Teodoro Pradas y también con Fermín Yagües, que habían investigado el devenir de sus familiares por aquellas tierras durante algún tiempo. II. INVESTIGACIÓN Buscando información sobre este hecho, la primera referencia escrita que encontré la proporcionaba el historiador Pedro Saz4 recogiendo en su trabajo que se había producido una emigración de vecinos de Jabaloyas a EE.UU. En dicha información se apuntaba como fuente un censo de 1920 custodiado en el archivo del Ayuntamiento de Jabaloyas. Lo primero que hice fue acudir a la fuente principal que en estos momentos era dicho censo. Digitalicé todas las hojas del documento que encontré en el archivo
1 La primera persona que conoció mi intención de investigar sobre este tema fue Juan Manuel Berges en una animosa conversación mantenida entre los dos, allá por mediados de 2017. En todo momento me alentó a seguir con este laborioso trabajo. Tuve la gran suerte de participar codo con codo en fabulosos proyectos que él lideró. Sirva este artículo como modesto agradecimiento a su sincera amistad y excelente magisterio. 2 Investigador del CECAL. 3 Boletín de Estadística, Archivo Histórico Provincial de Teruel. Censo de población del año 1930. Cuaderno provincial de cifras definitivas aprobado por la Junta Provincial el 21 de mayo de 1931. 4 Saz Pérez, Pedro. 2016. Crónicas de Toril y Masegoso durante el Siglo XX. Tramacastilla: CECAL, pág. 30.
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Encabezamiento de la primera página del censo de población de Jabaloyas del año 1920. (Fotografía, Raúl Ibáñez y Eduardo Péncique).
del Ayuntamiento5. Procedí a la transcripción de todos los apuntes de cada una de las personas inscritas y también a la creación de una base de datos para poder trabajar con ellos. En el primer análisis que hice de dicha documentación pude apreciar que había 52 personas que aparecían registradas como ausentes y que su destino era América y Norteamérica. En algunos de ellos se precisaba su destino escrito como (“Vinyant Canyon”). En dicho censo no solo se recoge el éxodo hacia América de estos jabaloyanos en 1920, sino también la emigración interior de las mujeres a ciudades (Barcelona y Teruel) generalmente como sirvientas (12 personas) y a otros destinos rurales como carboneras (15 personas). También aparece anotada la masculina a otras localidades de las provincias de Alicante, Barcelona, Cuenca, Logroño, Soria, Teruel, Valencia y Zaragoza como carboneros (98 personas), jornaleros (59 personas), pastores (6 personas), labradores (2 personas), prestando el servicio militar (2 personas) o sin ocupación (3 personas). En total 183 vecinos de Jabaloyas aparecen registrados como ausentes a día 31 de diciembre de 1920. Una vez obtenidos los datos del censo, el mayor reto en ese momento estaba en descubrir la localidad a la que hacía referencia la grafía “Vinyant Canyon”. La respuesta se obtuvo a través del hallazgo de una “Registration Card” que relacionaba el nombre de un jabaloyano emigrante de la época con la localidad y la mina de Bingham Canyon en el Estado de Utah (Estados Unidos de América). Las búsquedas de información se fueron intensificando en otros archivos norteamericanos, como son el archivo de Ellis Island6; United States Census 1900, 5 Debo agradecer la inestimable ayuda de Eduardo Péncique en la digitalización del documento. 6 En: <https://www.libertyellisfoundation.org.> Desde 1892 hasta 1954, Ellis Island fue el principal punto de entrada de inmigrantes a los EE UU: 12 millones de personas desembarcaron en la isla, convertida en centro de control migratorio, penitenciaría, hospital psiquiátrico, paritorio y zona de aislamiento sanitario para enfermedades infecciosas.
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Fotografías del archivo United States World War I Draft Registration Cards, 1917-1918.
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Datos y gráfico de barras con totales y tanto por ciento de emigrantes serranos a Norteamérica. (Elaboración Raúl Ibáñez).
1910, 1920, 1930; United States World War I Draft Registration Cards, 1917-1918; United States, Panama Canal Zone, Employment Records and Sailing Lists, 19051937; United States Public Records 1970-2009; New York Passenger and Crew Lists 1909, 1925-1957; New York Book Indexes to Passenger Lists 1906-1942; New York City Marriage Records 1829-1940; New York City Municipal Deaths 1795-1949; Florida, Key West Passenger Lists 1898-1945 y Florida Deaths 1877-1939. La consulta de todos estos archivos supuso incrementar el número de turolenses que emigraron a EE.UU. de forma considerable, obteniendo las siguientes cifras: Total de turolenses de la provincia emigrados a Norteamérica7 (1.003 personas). Procedentes de la Sierra de Albarracín emigrados a Norteamérica8 (199 personas), con la correspondiente distribución por localidades (figura 3). En dicho gráfico se puede apreciar la importancia que supuso Jabaloyas en el conjunto de la emigración serrana a Estados Unidos de América. Dichas cantidades
7 Contabilizadas hasta septiembre de 2018. De algunos de estos emigrantes no se dispone del destino exacto, simplemente se sabe que fueron a América, la casilla de destino por tanto aparecerá en blanco en el listado de emigrantes. 8 Contabilizadas hasta septiembre de 2018. De algunos de estos emigrantes no se dispone del destino exacto, simplemente se sabe que fueron a América, la casilla de destino por tanto aparecerá en blanco en el listado de emigrantes.
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representan a los emigrantes serranos con nombres y apellidos que hemos podido constatar en fuentes documentales fiables con destino en E.E.U.U. El primer serrano documentado en Norteamérica nos aparece en un manifiesto de un barco que llegó a Ellis Island. Se trata de Donato Sánchez, natural de Jabaloyas, casado, que marchó a la edad de 35 años desde el puerto inglés de Liverpool en el transatlántico “Carmania” el 2 de marzo de 1907, y llegó a New York el 11 de marzo. Su destino fue Boise, la capital del Estado de Idaho. Su contacto era un amigo que ya vivía en Boise. Su ocupación fue granjero “Farmer”. Por otra parte, es otro jabaloyano, Joaquín Domingo Valero con 23 años, el que aparece como el primero con destino en Bingham Canyon. Concretamente el 2 de julio de 1914 ya estaba desarrollando su trabajo como “Trackman” en la empresa Utah Copper Co. Cobrando 2,20$ diarios, permaneció en dicho puesto hasta el 15 de septiembre de 1914. Sabemos que el jornal medio diario en aquellos años en España estaba en torno a 1,40 pesetas… Mientras que los jornales que podían conseguir trabajando en la mina de Bingham Canyon iban desde los 2,20$ hasta los 3,90$ diarios, tal como hemos constatado en las fichas de empleo personales de la empresa minera. Si hacemos el cambio de dólares a pesetas, podemos decir que un dólar de entonces se cambiaba por alrededor de 5,30 pesetas. Por lo cual, en un día al cambio, podían ganar de 11,70 pesetas hasta 20,70 pesetas al día. La diferencia era considerable respecto al salario diario en España, lo que ayudaría sin duda a animar a los jóvenes serranos a emprender la aventura americana en la mina. Hay casos en que marcharon familias enteras, padre, madre e hijos. También, en los archivos se detectan parientes e incluso amigos de localidades vecinas que salen juntos en el mismo barco con destino a la Isla de Ellis. Solo se quedaron en el pueblo los padres, las personas mayores y los hermanos más pequeños. Casi todos los hijos del pueblo en edad de trabajar se embarcaron hacia América sin importar si estaban casados o solteros. El estar lejos de la familia, posiblemente con el temor de quizás no volver a verla jamás, unido a la cultura tan diferente del país de destino, no fueron barreras lo suficientemente importantes para poder desanimar a estos jóvenes con sueños de prosperidad. Pero el Estado de Utah, no fue el único destino de los emigrantes serranos a Norteamérica. Como se puede apreciar en el siguiente mapa los destinos fueron diversos. Los números hacen referencia a los serranos que hemos constatado en cada uno de los Estados.
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Mapa con los principales Estados de destino de los Serranos.
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LISTADO DE EMIGRANTES SERRANOS9
9 Para la confección de esta lista ha sido de gran importancia la ayuda de Teodoro Pradas, Fermín Yagües y Tomás García. De algunos de los emigrantes no se poseen más datos que su nombre y apellidos, ya que la fuente ha sido oral por parte de sus familiares que tienen constancia de su viaje a Estados Unidos.
III. CONCLUSIONES En este artículo se presenta un bosquejo del inicio de la investigación sobre la emigración de los habitantes de la Sierra de Albarracín que marcharon a Norteamérica en el primer tercio del siglo XX. Somos conscientes de que no están todas las personas que emigraron, y por lo tanto, después de exponer el proyecto por las diferentes localidades, aparecerán más nombres que podremos incluir en el listado que se ha presentado en este artículo. Aquí se ha mostrado parte de la investigación basada principalmente en las fuentes escritas sobre dicho fenómeno. Queda una parte importantísima por tratar, que se está llevando a cabo en estos momentos, basada en las fuentes orales sobre la diáspora. Para la recopilación de dicha información se ha creado un modelo de ficha con la que se pretende recoger todos los datos orales que pueden proporcionar los familiares directos que escucharon las vivencias de dichos emigrantes. Una vez recogidos los máximos datos posibles, quedará por analizar y contextualizar históricamente las causas sociales, económicas, políticas y culturales que propiciaron el movimiento migratorio en la Sierra de Albarracín. Dicho análisis podrá ser referenciado con los datos y los modelos migratorios no solo de la provincia de Teruel sino también con los modelos nacionales e internacionales. Sirva este artículo como humilde homenaje a todas esas personas que han emigrado a lo largo de su vida, solo ellos y sus familiares saben las lágrimas que han derramado a lo largo de los años.
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Modelo de ficha utilizada para las encuestas. (Elaboración Raúl Ibáñez).
IV. BIBLIOGRAFÍA BALLESTER, V. (1931): Historia de un emigrante, inédito, Santa Ana, California. GARCÍA, T. (2000): Valdecuenca, relato y memoria, Barcelona. IBÁÑEZ, R. (2018): Proyecto de hermanamiento de Jabaloyas con Utah, inédito, Teruel. JENKINS, P. (2012): Breve Historia de los Estados Unidos, Madrid Alianza, Editorial. MORELL, T. (2012): Valencians a Nova York. El cas de la Marina Alta (1912-1920), Valencia Edicions 96 i Institut d’Estudis Comarcals de la Marina Alta. PINILLA, V. y FERNÁNDEZ E. (2003): Los aragoneses en América (siglos XIX y XX), Tomo I. La emigración, Zaragoza, Gobierno de Aragón.
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iografía
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BREVE SEMBLANZA DE UN JURISTA ALBARRACINENSE: DON LUIS GERÓNIMO SÁNCHEZ MOSCARDÓN Jaime Angulo y Sainz de Varanda1 El tercero de los hijos que tuvo el matrimonio formado por Juan Francisco Sánchez Moscardón y Catalina Cifontes de Guzmán, que se habían casado en Albarracín el día once febrero de 1641, fue Luis Gerónimo, nacido así mismo en Albarracín el día veinticuatro de abril de 1645. Siguiendo con la tradición familiar, pues yadesde sus tatarabuelos Antonio Sánchez Moscardón y Felipe Doñez muchos de sus miembros se dedicaron al mundo del Derecho como escribanos o letrados, Luis Gerónimo marchó en 1665 a estudiar Leyes y Cánones en las Universidades de Zaragoza y de Huesca, obteniendo, en la Facultad de esta última, el grado de bachiller el día veinticuatro de marzode 1671. Durante algún tiempo estuvo ejerciendo la abogacía en Zaragoza, pero sin abandonar los estudios, pues el día diez de abril de 1677 consiguióel grado de doctor en Jurisprudencia Civil en la Universidad y Estudio General de la Ciudad de Gandía con las circunstancias de “tamquam benemeritum v aldeque con dignum de toto rigore iustitiae, et nemine discrepante”. Continuó desarrollando su actividad profesional a caballo entre Zaragoza y Albarracín e indistintamente en los tribunales civiles y en los eclesiásticos. Ese mismo año, 1677, la Ciudad y Comunidad de Albarracín lo nombró su síndico y procurador para asistir en su representación a las Cortes Generales, formando parte, al año siguiente, de una Junta Magna que se formó con dieciséis miembros para tratar cuestiones concernientes al real servicio y al comercio nuevamente establecido. Cuatro años después y para las nuevas Cortes que convocó el virrey, duque de Hijar, el día veintiuno de febrero, volvió a ser nombrado síndico en representación de la Universidad de Albarracín. Durante dos periodos, 1678-79 y 1684-85, sirvió en la ciudad de Albarracín y su Comunidad el oficio de Justicia y Juez Ordinario. En los años 1681–82, 1683–84 y 1688-89, tuvo el oficio de asesor de los lugartenientes de los Justicias y por otros tres añosel oficio de Abogado del Procurador Astricto (precedente en el Derecho Aragonés del Ministerio Fiscal). Por dos veces, en 1686 y 1690, fue insaculado como Abogado del Reino de Ara-
1 Licenciado en Derecho. Académico correspondiente de San Luis.
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gón, sirviendo muy satisfactoriamente a los diputados por haber efectuado importantes dictámenes e intervenido en causas de sobrada gravedad y dificultad. En octubre de 1687 fue nombrado Abogado de la Comunidad de Albarracín, cargo en el que permaneció hasta abril de 1689 en que,al pretenderla Comunidad la separación de la Ciudad y ser él contrario a la misma, fue cesado. Posteriormente, habiendo conseguido la Comunidad el Real Privilegio de jurisdicción y separación, volvió a ser nuevamente nombrado su abogado, así como de su procurador astricto y asesor de los Jurados y Jueces Ordinarios de los diecinueve pueblos que la componían. Redactó el estatuto criminal para la Comunidad, confirmado por el virrey de Aragón Carlos Antonio Spinelli, príncipe de Cariati, que permitió castigar con prontitud a los muchos delincuentes que infectaban el territorio. En 1696 adaptó las Ordinaciones Reales para el mejor gobierno y dirección de los Oficiales y Ministros de la Comunidad, que fueron aprobadas por el Comisario Real, marqués de Valdeolivo. Asimismo, instruyó en todo lo necesario a los Procuradores Generales, Regidores y Jurados de la Comunidad y de sus pueblos para el buen gobierno político y la buena administración de la Justicia. En el Archivo de la Comunidad de Albarracín se conservan diversos documentos relativos a don Luis Gerónimo y entre otros, un albarán en el que reconoce haber recibido la cantidad de seis libras jaquesas correspondiente al sueldo de 1698 como abogado de la misma. Al ser persona relevante y próxima a la autoridad real, don José de Urriés, Gobernador del Reino de Aragón, se dirigió a don Luis Gerónimocon fecha veintiséis de abril de 1694 a fin de que, en su representación y en cumplimiento de una orden real, marchara a Gea, entonces villa del condado de Fuentes, a fin de realizar una leva que sirviese en la campaña del Principado de Cataluña para resistir a las hostilidades del ejército francés. Poco después, con ocasión de venir por estas tierras el mismo don José de Urriés, también con el fin de pedir dinero y gente para dicha campaña militar, solicitó la ayuda de don Luis Gerónimo para que le asistiera y redactara bandosque atrajeran a los vecinos para alistarse y sentar plaza de soldados. Asimismo le acompaño a Royuela, donde estaba convocada la Pliega General de la Comunidad, obteniendo de esta un donativo de quinientos cincuenta pesos para el pago de las milicias que se reclutaran. Del quehacer profesional de don Luis Gerónimo todavía podemos encontrar hoy en día más de una docena de alegaciones en derecho por él compuestas, los llamados “porcones”, a través del Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Español del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, así como en la Biblioteca Vir-
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Certificado de estudios de don Luis Gerónimo expedido por la Universidad de Huesca.
tual de Derecho Aragonés. Por otro lado, su biblioteca jurídica, o al menos parte de la misma, pasó al colegio que los padres escolapios tuvieron en Albarracín, encontrándose actualmente en el archivo histórico que dicha orden tiene en la ciudad de Valencia, al haberse trasladado al mismo los fondos que pudiera haber en el colegio de Albarracín cuando se cerró. En cuanto a su vida privada, puedo apuntar que en abril de 1678 contrajo matrimonio con doña María de Santa-Pau, natural de Castelserás, pueblo de Teruel próximo a Alcañiz. Pertenecía esta señora a una familia de ilustre linaje radicada en el Bajo Aragón desde el siglo XV y su padre, don Lorenzo de Santa-Pau y Valenzuela, poseía uno de los dos pingües vínculos o mayorazgos que en 1481 fundara Ludovico de Santa-Pau. El matrimonio tuvo al menos tres hijos que llegaron a la edad adulta, dos varones, Lorenzo y Antonio, que según mis datos no tuvieron descendencia y una mujer, Luisa María que casó, en 1705, con Pedro Cifontes de Guzmán y tuvieron varios hijos.
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En virtud del privilegio de infanzonía y de ser armados caballeros que los doctores en Derecho tenían en Aragón, concedido por las Cortes de Monzón de 1553 y confirmado por las de 1564, solicitó y obtuvo la hidalguía personal un par de meses después de alcanzar el reseñado doctorado, logrando así ser eximido del sorteo de oficios. Posteriormente, con fecha cuatro de junio de 1681, la Real Audiencia de Aragón le otorgó carta ejecutoria de infanzonía junto a su hermano Juan Francisco y a los hijos de ambos, reconociendo que ya su abuelo, Francisco Sánchez Moscardón, tenía la condición de hidalgo. En base a dicha ejecutoria, la ciudad de Albarracín, con fecha diecisiete de mayo de 1696, le eximió nuevamente del sorteo de oficios. Su casa en Albarracín estaba situada en la calle de la Catedral, entiendo que aproximadamente frente a la de los Monterde, pues en la Primera página de uno de los trabajos jurídicos de don Luis Gerónimo. aperción del testamento se hace constar que se encontraba “... en la Calle q sube de la Plaza a la Santa Iglesia Cathedral, que confrentan con Cassas de la tienda Vieja y por arriva de Isabel Muñoz Viuda y dha Calle”. Don Luis Gerónimo murió en 1712, dos años después que su esposa, siendo ambos enterrados en la capilla de Santa Ana de la Catedral, la primera del lado de la epístola, pues a ello tenían derecho los Sánchez Moscardón por ser patronos de la misma como sucesores de los Doñez. Como curiosidad e indicativo de su acendrada religiosidad, pues designa uno a uno a más de un centenar de santos, trascribo el comienzo del testamento que otorgó junto a su esposa: “Miserere mei Deus secundum magnam Misericordiam tuam. En el nombre de Dios todo poderoso Padre, hijo y espiritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero y de la Santissima Virgen Maria, Madre, Señora y
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Última página de uno de los trabajos jurídicos de don Luis Gerónimo.
Abogada nuestra sin pecado concevida en el primer instante fisico y real de su purisimo ser y de los Gloriosos Santos Joseph. Juachin y Ana, nuestros Patrones y Abogados. San Luis, San Geronimo, San eleuterio y santa eufemia, Santos de nuestros nombres, de los Santos Angeles de nuestra Guarda, San Pedro y San Pablo, y demas gloriosos Apostoles y Evangelistas y San Antonio Abad y de Padua, San Bernardo, San Agustin, San Benito, San Ibon, San Mamesio, San Pedro Arbues, San Juan Baptista y Evangelista, San Hilario, Santa Tais, San Blas, San Enoc, San Fulgencio, Santa eusevia, San Amon, San Christobal, Santo Dominguito, San Valero, San Braulio, San Mamiliano, Santa Ninfa, Santa Christina, Santa Oliva, Santa Rita, Santa Cita, Santa Rosalia, Santa Lucia, Santa Barbara, Santa Apolonia, Santa Clara, Santa Rossa de Lima, y de Biterbo, Santa Jertrudis, Santa Dorotea, Santa Praxedis, Santa Margarita, Santa Anastasia, Santa Petronila, Santa Ynes, Santo Domingo de Guzman, San Vicente Ferrer y Martir, San Luis Ber-
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tran, Santa Monica, San Lorenzo, Santiago Maior y menor, y sus Santos compañeros, Santa Engracia y los suios, los Santos Martires Ynumerables de Çaragoza, San Lamberto, San Alberto, Santa Quiteria, San Estevan, San Bruno, San Pedro Martir, San Lazaro, San Columbano, Santo Thomas, San Ygnacio de Loyola, San Francisco de Asis, Xabier, de Paula, Solano y de Sales, San Raimundo de Barbastro, Nonat y de Peña Fort, San Pasqual Baylon, San Felix de Baloys, San Juan de Mata y de la Cruz, los Santos Ynocentes, y Reyes Magos, Santa Maria Magdalena, San fabian, San Sebastian, San Cosme y San Damian, San Julian, San Pantaleon, San Roque, San Ysidro de Madrid, San Diego de Alcala, San Bartholome, San Andres, San Ysidro, San Idelfonso, San Gil Abad, San Athanasio, San Alxos, Santa Candida, Santa Eularia, Santa Olalla, San fernando, San Jorge, San Martin, San Felipe Neri, San Gregorio, San Miguel Arcangel, Santa Maria Egipciaca, Santa Ursula y sus compañeros, San Mauricio y los suios, San Yndalecio, San Pedro Nolasco, San Eustaquio, San Placido, Santa Justa, Santa Rufina, San Deodato, San Millan, Santa Cecilia, Santa Tecla, San Pedro Pasqual, San Enrrique Suson, San Babil nuestros especialissimos patrones y Abogados y de todos los Santos, Santos y espiritus Angelicos de la Corte celestial cuyo patrocinio ayuda y asistencia imploramos humildemente y esperamos para la hora de nuestro fin y muerte ...”
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ibliotecas y archivos
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LA BIBLIOTECA DE LA FAMILIA VALERO (ALBARRACÍN): UNA MUESTRA DE DOCUMENTOS J. M. Vilar La familia Valero, de Albarracín, ha donado recientemente al Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL) algunos documentos y libros de la biblioteca familiar que hubo en la vivienda en la que residió la última propietaria de la misma, María Pilar Oliete Valero, en la ciudad de Albarracín. La familia Valero emparentó en el siglo XIX con la familia Collado a través del matrimonio de Felicitas Collado Asensio con José Valero, padres del escritor Mariano Valero1.
Albarracín, entrada desde carretera de Teruel
1 A este escritor, que firmó con el seudónimo Doctor Calvo algunas de sus obras, nos hemos referido en algunas publicaciones del Centro. Su hijo José María Valero fue un conocido pediatra de la ciudad de Teruel, y una prima hermana de este es la que conservaba la biblioteca en Albarracín.
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Albarracín y río Guadalaviar (Tarjeta postal, s. a.; s. f.)
Vista de Albarracín desde la carretera de la Sierra
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Tarjeta postal dirigida a José Valero (Albarracín)
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Procesión en Albarracín
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Anotación con fecha de 22 de junio de 1858, cuenta por menor de los gastos hechos para el viaje de ingreso de las menores en las Salesas, de Calatayud. En el Libro de Cuentas de la Testamentaría de D. A. A. y de la tutela de sus dos hijas y de Doña Josefa C.
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Tomo XIII del periódico satírico Fr. Gerundio, 1841
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iteratura
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VISIONES LÍRICAS DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN Francisco A. Lázaro Polo Escribí hace años que son, sin duda, las pinturas rupestres del arte levantino las primeras muestras de literatura en la sierra de Albarracín1. Surgen estas manifestaciones artísticas del numen primitivo y suponen el despertar del genio de nuestros antepasados. Duerme este arte en lo que serían, en aquel tiempo remoto, santuarios o espacios sagrados de reunión o inocente conseja: cuevas y abrigos. Las pinturas rupestres del arte levantino son testimonio evidente de la vocación estética del hombre primitivo que nos ha legado sus sentimientos, inquietudes, desazones, su visión elemental del mundo. Un arte forjado sin palabras, ya que se manifiesta pictóricamente, pero en el trecho que va del genio al soporte material que lo acuna, campan y habitan pensamientos y palabras, planteamientos metafísicos, aunque sean simples, una pizca de dolorido sentir de la condición humana y un mundo referencial en el que el fuego, los animales y los suspiros debían de ser manifestaciones mágicas de la vida cotidiana. Ya decían los antiguos que la poesía y la pintura caminaban juntas de la mano. Algo tiene la sierra de Albarracín que cautiva, cierto “noséque” que hace que sobre ella se proyecte cualquier espíritu sensible de manera que lo funda eternamente con su paisaje y paisanaje. Puede que se trate de ese duende que embelesó a don Pedro Ruiz de Azagra, vasallo de santa María, artista de aficiones trovadorescas, como las tuvo su amigo Bertrán de Born. Difícil de explicar, pero algo tiene esa sierra que sedujo a Adelmelik ben Hudail ben Halaf, aquel reyezuelo de la taifa, poeta árabe y mecenas de artistas. Pero el hechizo producido por este territorio no solo envuelve a nobles y reyes, sino que también alcanza al pueblo, a esa masa anónima, como la que canta los Mayos cada año, desde tiempos inmemoriales, cuando por aquellas latitudes despunta su particular tardía primavera, ¡aunque tan hermosa!: “Ya estamos a treinta / del abril cumplido./ Alegraos damas,/ que Mayo ha venido”. Porque es entonces cuando con alborozo se recibe a la estación de amor con composiciones en las que se confunden, mostrándose en todo su esplendor y su belleza, la naturaleza y la mujer: “Tu pelo es madeja / del oro más fino,/ que envidian los rayos / del sol purpurino”. De esta forma, impregnando el más profundo sentimiento en las cadencias que forman los versos de cada cuarteta, piropean los serranos a la maya, la mujer de sus sueños: “Esas tus mejillas / blancas, coloradas,/ son, niña, azucenas / con rosas mezcladas”.
1 Teruel y la Literatura, Teruel, Aragón Vivo, S.L., 2003.
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
Las hermanas Clotilde y Blanca, en Miscelánea turolense, 20 marzo de 1897, pág. 407 (en Hemeroteca Digital Hispánica, Biblioteca Nacional de España)
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Desde hace varios siglos, el milagro de la poesía hace posible la fusión del paisaje de la sierra de Albarracín con el sentimiento amoroso. Nunca se ha escatimado elogios para un tierra hermosa que exalta el espíritu, sobre la que se proyectan amables y entusiásticas visiones líricas que llegan hasta nuestros días. Lo han hecho muchas personas y nosotros en las líneas que siguen nos ocuparemos de algunas. Oriundo de Monreal del Campo, José Mª Catalán de Ocón, pasó largas temporadas en la sierra de Albarracín, llegando a enamorarse perdidamente de ella. ¿Cuándo? Pues como dijimos: al despuntar la primavera, cuando los campos se visten con sus mejores galas: “Qué hermosa es la sierra / sus riscos coronados / de eternas brumas leves, cual mágico cendal,/ y sus extensos valles, de flores repujados/ y rotos por las fuentes y ríos de cristal” 2. El personaje en cuestión fue el padre de dos extraordinarias mujeres: Blanca y Clotilde. Blanca Catalán de Ocón destacó en el campo de la Botánica, llegando a descubrir varias especies florales. Por su parte, Clotilde Catalán de Ocón fue poeta. Ambas pasaron deliciosos momentos de sus vidas en las sierra de Albarracín, concretamente en el lugar de Valdecabriel. Al paisaje serrano Clotilde Catalán le había de dedicar emotivos versos en los que resuenan voces y ecos de fray Luis de León y de José María Gabriel y Galán: “Tienes un caliente hogar / donde has formado tu nido / y donde vives dichoso,/ lejos del mundo y su ruido / viendo realizado el sueño / que forjaste cuando niño.”3 Otras visiones líricas de la sierra de Albarracín provienen de escritores regeneracionistas y noventayochistas, miembros de ese nutrido ejército que tanta pasión sintió por los paisajes españoles, escenario en el que buscaron la esencia de la patria, la explicación eterna de su devenir histórico. Seguramente, han sido los hermanos Baroja, Pío y Ricardo, dos de los vascos más ilustres que han pisado tierras turolenses. El pintor, Ricardo Baroja, llegó a los mentados lares destinado al Archivo de Hacienda de Teruel. En un viaje extravagante, como él mismo lo define, de camino a la capital de la provincia, se detiene en Albarracín. Es de noche. Y se hospeda en una posada. En medio de la atmósfera tenebrista que reina en aquel alojamiento comparte cena con un acuarelista inglés. En la sobremesa, tras dar buena cuenta de unos sabrosos huevos fritos con torreznos, Ricardo Baroja y José Sttanford Gibson, que así se llama el inglés, charlan de pintura. Terminado el coloquio, salen a la calle y deciden pasear: “Había salido la luna y su reflejo se mezclaba en el remanso de la presa con los de las luces altas del pueblo, edificado sobre un risco”4.
2 Gascón y Guimbao, Domingo, Miscelánea Turolense, Edición facsímil, 1891-1901, Madrid, Imprenta de los hijos de M.G. Hernández, 1901. 3 Ibídem. 4 Los textos de Ricardo Baroja pertenecen a Gente del 98, Madrid, Editorial Cátedra, 1998.
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El acuarelista Sttanford lleva veinte años viviendo en España. Pasa la mayor parte del invierno en Madrid, pero le cuenta al pintor vasco que, al asomar la primavera -de nuevo la primavera-, regresa a su querida Albarracín, para buscar la inspiración y crear sus obras. Y es que, añade: “... Aquellas casas con muros de ocre dorado, con puertas de añil y ventanas ribeteadas de cal le parecían la quintaesencia de lo pintoresco. Los riscos cobrizos y los pinos centenarios eran también motivo de sus acuarelas”. El pintor huía de la fealdad del mundo, de la contaminación y de su masificación. Buscaba la paz y la tranquilidad. Por eso venía a Albarracín, donde las encontraba, y sabiendo que: “... en España hay dos pueblos admirables: uno, Fuenterrabía; otro, Albarracín”. Con extremada pasión, pontificaba Sttanford: “¡Son dos hermosas mujeres españolas! Además de Ricardo, por Albarracín también pasó su hermano, el novelista Pío Baroja. En su obra La nave de los locos se sirve del personaje Alvarito Sánchez de Mendoza para contarnos experiencias e impresiones de España, según él, una auténtica nave de locos. En un viaje que emprende Alvarito, cuyo destino es Cañete, en Cuenca, con el fin de cobrar una herencia, el personaje contempla el hermoso pueblo de Orihuela del Tremedal: “... un pueblo blanco, con aire andaluz o valenciano, con bastantes calles y la plaza con una fuente en medio”5. En él se halla el santuario de la Virgen del Tremedal, pero también es posible encontrar unos singulares accidentes, los tremedales o tembladeras: “... lugares cenagosos de turbas que tiemblan y engañan, pues parecen firmes, y en ellos puede desaparecer a veces hasta un hombre a caballo”. Alvarito descansa en la posada de Orihuela, donde tiene la ocasión de escuchar por boca de uno de los huéspedes la historia trágica de un saludador, excombatiente de las guerras carlistas. Después, reanuda su camino, en dirección a Cuenca, desde el que divisa: “... Albarracín a lo lejos, sobre cerros blancos y amarillentos, en un cielo azul, tachonado de nubes como bloques de mármol”. En Albarracín, Alvarito tiene la impresión de que se encuentra en una ciudad importante y grande. Su llegada se produce un Jueves Santo y no se ve un alma por la calle: “Aquel pueblo trágico, fantasmático, erguido en un cerro, con aire de ciudad importante, con catedral y sin gente en las calles, ni en las ventanas, ni en las puertas, le produjo enorme sorpresa”. Juntos, otros dos viajeros ilustres, Ildefonso Manuel Gil y Benjamín Jarnés, visitan Albarracín. Sucede una tarde de abril de 1931. Sin inmutarse, los habitantes del lugar contemplan algún coche que, de cuando en cuando, por allí aparece, cuyos ocupantes se muestran ávidos por combatir rampas interminables y fatigosas. Dentro de la ciudad, los viajeros saben que pueden encontrar un corazón. Albarracín no
5 Los textos de Pío Baroja los tomo de La nave de los locos, Madrid, Caro Raggio / Cátedra, Letras Hispánicas, 1999. Se encuentran en la Séptima parte entre las páginas 162 y 170.
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sabe hacer guiños de cortesana, sino saludos marciales. Albarracín, ese territorio de parajes serranos donde los habitantes tienen en su cara el mismo color que las piedras. Porque, asegura la mirada dislocadora de Jarnés, que estos, los aborígenes, son como otros tantos bloques desgajados de los muros, con la misma pátina y adustez. Y, aunque no se nombre directamente, es evidente que la ciudad de la novela jarnesiana Escenas junto a la muerte, dice Ildefonso Manuel Gil, no es otra que Albarracín: “La pequeña ciudad se nos acerca silenciosa y bravía. Tendida a lo largo de una estratégica brecha de montañas, expone ceñudamente sus venerables pedruscos. Hermética se ofrece a nuestra contemplación con la menor lagotería. Enfundada en su pátina secular, coBenjamín Jarnés, Escenas junto a la muerte: novela, mo bajo un manto de ceniza, Madrid, Espasa Calpe, 1931. (Biblioteca Valenciana; Muñoz Suay / 3274). apenas hace caso de piropos de turistas... Aguarda aquí como una casta mujer, a que alguien la contemple sin prisa, serenamente, sin consultas al catálogo de las piedras memorables...”.6 Poesía en prosa suena en varias novelas de Manuel Polo y Peyrolón que tienen como escenarios distintos pueblos de la sierra de Albarracín: Tramacastilla, Gea de Albarracín, pero, sobre todo, Vallehermoso, nombre literario que corresponde a Torres de Albarracín, idílico territorio situado entre dos lomas y un barranco, en la fal-
6 Gil, Ildefonso-Manuel, Memorias 1926-2000. Vivos, Muertos y Otras Apariciones, Zaragoza, Xordica, 2000.
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da de los desnudos montes que el valle cierran, donde reina el silencio, solo interrumpido por cantos de apuestos labriegos y graciosas hortelanas que tratan de amores; o por el murmullo que produce el agua recorriendo mansamente las regueras; o por la brisa al agitar las hojas de los árboles. Seguramente, es Manuel Polo y Peyrolón el artista que mejor ha captado la cotidiana belleza del paisaje y paisanaje serranos, el que más ha tocado el sentimiento de amables y gentiles lectores cuando ha dicho de las apacibles tardes de agosto, con brillantes puestas de sol y largos crepúsculos vespertinos; o de las inmemoriales costumbres que forjan el carácter noble y abnegado de esa raza singular de los serranos7. “Pues señor, Vallehermoso es uno de esos pueblos que, aunque situado a miles de pies sobre el nivel del mar, vense constantemente rodeados de agua; pero no de agua salada, caliente y azul como la de aquel, sino dulce, fresca y más clara que la misma luz”8. Hermosas descripciones de rincones serranos podemos encontrar en diferentes páginas de escritores como Rafael Pérez y Pérez, prolífico autor de novelas populares como El señor de Albarracín y El idilio de una reina, ambas obras publicadas en los años de posguerra; y en novelas del presbítero Ángel Aguirre o de Francisco Rubio, Jon Lauko, autor este último de la novela histórica El sable de la dinastía (2018), ambientada en la Edad Media, y de un libro de viajes, Viaje a la Comunidad de Albarracín. La visión lírica sobre la serranía la proyectan José Manuel Vilar Pacheco y Clemente Alonso Crespo9. También Luis Zueco en La ciudad, en un Albarracín medieval, en medio de un ambiente claustrofóbico, recrea una historia de misterio y de suspense. Asimismo, conviene señalar que la localidad de Monterde sirve como escenario a un extenso relato de Pedro Saz Pérez, una narración que nos permite conocer la historia del siglo XX y que comienza así: “El día había amanecido gris, plomizo y frío, muy frío: Unas densas nubes de tonos oscuros y ribetes ligeramente azulados impedían vislumbrar las cumbres de las montañas que rodean Monterde de Albarracín. Vistas desde el suelo simulaban unas enormes
7 Lo que decimos puede verse en varias páginas de la novela Los mayos, Teruel, Ayuntamiento de Albarracín/Instituto de Estudios Turolenses, 1982. 8 Polo y Peyrolón, Manuel, “Los mellizos” en Alma y vida serranas, Costumbres populares de la Sierra de Albarracín, Valladolid, Editorial Maxtor, 2009, facsímil de la edición publicada en Madrid, Saturnino Calleja, 1876. 9 Vilar Pacheco, José Manuel, “Cuaderno de la Sierra de Albarracín” (I a X), Turia, 53 a 65 (2000-2003) y “Breve noticia de obras literarias y escritores de la Sierra de Albarracín”, pp. 208-210, en Comarca de la sierra de Albarracín, Colección Territorio, Coord. Javier González Martínez, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2008.
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capas de algodón suspendidas en el aire que daban la impresión de ir a desplomarse de un momento a otro.”10 Por su parte, el novelista Juan Carlos Soriano sitúa una fantápolis en la sierra de Albarracín. La llama La Hoyalda, que se identifica con Royuela, pueblo natal del autor, como también lo es de Pedro Aranda, el personaje principal de la novela Escrito con luna blanca. En ella, el protagonista, un importante funcionario del franquismo, regresa a su pueblo con motivo de una inauguración. Mientras viaja, desde Madrid a su destino en un automóvil oficial, escucha el Romance de Valentía, interpretado por Concha Piquer y, al mismo tiempo, rememora lo que ha sido su vida. Pero, cuando se encuentra muy cerca de La Hoyalda, Pedro Aranda se dirige a su chófer dándole las órdenes necesarias para que éste ponga rumbo a Madrid. Su periplo intentaba ser, ante todo, un camino de perfección: “... vio los tejados de La Hoyalda; de un rojo doliente, amasados con sangre de labradores que tenían el silencio por pecado y llevaban en la resignación su penitencia”.11 Pero ya era tarde. Era imposible empezar de nuevo y recuperar el tiempo perdido. Un tiempo perdido, sí; pero del cual la belleza puede pervivir en el recuerdo. Porque en la sierra cualquier cosa es bella; cualquier estampa, deliciosa; cualquier día, un milagro. Deliciosa belleza, humilde milagro es el día de Todos los Santos para José Antonio Labordeta: “Silenciosa la anciana / reza en tu cementerio. Corre la niña./ El cielo está pendiente de la roca./ Aire sobre la muralla,/ detenido,/ como un lamento,/ como una larga frase derrumbada./ Guadalaviar torcido, ausente,/ lame, ceremonioso, la roca / que desciende./ Albarracín, quilla de piedra,/ rojo penacho de cuestas y de arcadas,/ sobre ti duerme el tiempo,/ sólo pervive el agua.”12 Y sueño, además de belleza, será la ciudad de Albarracín para Jesús Lorenzo Varela, un poeta nacido en La Habana, en 1916, hijo de padres gallegos, emigrados, quien de regreso a España milita en el nacionalismo gallego y en el comunismo trotskista. Al iniciarse la Guerra civil se enrola y parte al frente de batalla. Y como dirá María Teresa León en una arenga, al igual que otros intelectuales, conoce las balas, la verdad y la muerte. Jesús Lorenzo Varela llegó a ser jefe de una brigada de la 11ª División, cuya actividad fue destacada en la ofensiva que el ejército republicano llevó a cabo sobre Teruel. De 1942 es su libro Torres de amor, donde encontramos Y yo sueño un poema en el que el escritor sueña con muchos lugares de España, uno de ellos Albarracín: “Ahora es noche en España, amigos, y yo sueño:/ hay un
10 El silencio del sabinar, Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 2013. 11 Soriano, Juan Carlos, Escrito con Luna blanca, Zaragoza, Editorial Prames, 2001. 12 El poema del libro Las sonatas (1965), recogido en la antología de poemas de Labordeta Dulce sabor de días agrestes, edición de Javier Aguirre, Madrid, Huerga Fierro editores, 2003.
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lunar de oro que baña Albarracín,/ de color amarillo sobre el silencio blanco,/ sobre el pueblo y el monte ¿os acordáis, amigos?”13 También en tiempo de guerra sobre la sierra, concretamente sobre el río Guadalaviar, proyecta su mirada el poeta alicantino Pascual Pla y Beltrán. Autodidacta y de ideas comunistas, como su paisano Miguel Hernández, Pla y Beltrán cultiva una poesía comprometida, forjando versos desgarradores que invitan al proletariado a levantarse contra la opresión de los poderosos. Como tantos poetas, Pascual Pla también participó en la Guerra Civil defendiendo a la República. Tras la derrota sufrió cárcel y padeció exilio en Venezuela, país donde murió en los años sesenta. En 1947 publica, bajo el seudónimo de Pablo Herrera, en América su último libro: Poesía, donde encontramos un poema titulado Guadalaviar de mi sangre: “Guadalaviar de mi sangre./ Menguado río sin agua./ Te vas quedando sin chopos./ Desnudo estás como el alma./ Hoy junto a ti me reclino,/ hecho de sombra y de nada:/ mitad, árbol descuajado,/ mitad torre acongojada./ Nunca he tenido alamedas/ ni nunca tuve una casa./ Vivo entre el cielo y la tierra./ Vivo entre el sueño y el ansia./ Junto a mi sangre la duda,/ junto a mi pecho la espada,/ el fuego que me derriba/ y el viento que me derrama./ Guadalaviar, río mío,/ hecho de mi misma savia,/ no son arpegios tus ondas/ ni son laúdes tus cañas./ Tu hermosura es darte y darte/ sin que nunca te den nada./ ¡Madúrame el corazón,/ río mío, clara rama!/ ¡Apágame este rumor,/ aniquílame este rumor,/ aniquílame esta llama,/ este subir a la muerte / y este vivir en el ansia!/ Guadalaviar, río mío,/ yo sin vida y tú sin agua.”14. Y cada uno a su manera, con diferentes estilos y sensibilidades, de la vanguardia al realismo, la Sierra de Albarracín ha servido a poetas como Antonio Cano, Francisco Brines, Rubén Sáez, Manuel González o Federico Jiménez Losantos, una serie de creadores que sobre ella han proyectado su mirada para captar las dimensiones del silencio, para meditar sobre la esencia o existencia del ser humano, para sorber el candor que destila el presente de las ciudades históricas como la triste ciudad de Albarracín, para sentir el triunfo o el fracaso metafísico del ser, para experimentar la sencillez de las cosas cotidianas, la pasión útil o inútil de la vida. Algo de todo esto es lo que se deja entrever en La piedra del Navazo, largo poema que ocupa la tercera parte de Palabras en la oscuridad (1966) del poeta valenciano Francisco Brines, un poema concebido durante una excursión que los alumnos de Historia de la Universidad Complutense de Madrid, entre los que Brines se contaba, guiados por el catedrático Martín Almagro, hicieron para conocer las pinturas rupestres de la Sierra de Albarracín.
13 La generación del 36. Antología poética, Ed. Francisco Ruiz Soriano, Madrid, Cátedra, 2006. 14 La generación del 36. Antología poética, Ed. Francisco Ruiz Soriano, Madrid, Cátedra, 2006.
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Anónimo, «Vista del camino del Reguero después de una nevada, Albarracín» [tarjeta postal; Madrid: Heliotipia de Kallmeyer y Gautier; s. a., en Biblioteca Valenciana, Fondo gráfico TP50/001]
Y algo de todo esto es lo que se vislumbra en Diván de Albarracín (1982), libro de poemas aparecido en la colección Trieste, que el poeta de Orihuela del Tremedal, Federico Jiménez Losantos, terminará en el verano de 1981, durante una convalecencia, ya que, por haber sido uno de los primeros firmantes del «Manifiesto de los 2.300» por los derechos lingüísticos, en una Barcelona opresiva, la noche del 20 de mayo, al salir de clase, había sido secuestrado por terroristas de Terra Lliure, que le abandonaron atado a un árbol y con un tiro en la rodilla. La nieve, el frío, el humo de las casas, la soledad, los caminos desiertos, el jubiloso silencio, las sombras recogidas en la niebla, el sol, la lejanía y pueblos como Ródenas –a lo mejor Rodenas–, Orihuela, Frías, Alustante, Albarracín, Bronchales desfilan por unos versos plagados de frecuentes guiños intertextuales y abundantes polifonías machadianas y creacionistas: “De camino / en lo alto / se echa a llover / brilla la tarde oscura / el hu-
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mo de las casas contra el agua / el paso detenido del viajero / las sombras recogidas en la niebla”15. BIBLIOGRAFÍA BAROJA, PÍO, La nave de los locos, Madrid, Caro Raggio / Cátedra, Letras Hispánicas, 1999. BAROJA, RICARDO, Gente del 98, Madrid, Editorial Cátedra, 1998. GASCÓN Y GUIMBAO, DOMINGO, Miscelánea Turolense, Edición facsímil, 18911901, Madrid, Imprenta de los hijos de M.G. Hernández, 1901. GIL, ILDEFONSO-MANUEL, Memorias 1926-2000. Vivos, Muertos y Otras Apariciones, Zaragoza, Xordica, 2000. JIMÉNEZ LOSANTOS, FEDERICO, Poesía perdida 1969-1999, Valencia, Pre-Textos, 2001. LABORDETA, JOSÉ ANTONIO, Dulce sabor de días agrestes, edición de Javier Aguirre, Madrid, Huerga Fierro editores, 2003. LÁZARO POLO, FRANCISCO A., Teruel y la Literatura, Teruel, Aragón Vivo, S.L., 2003. POLO Y PEYROLÓN, MANUEL, Los mayos, Teruel, Ayuntamiento de Albarracín/Instituto de Estudios Turolenses, 1982. - Alma y vida serranas, Costumbres populares de la Sierra de Albarracín, Valladolid, Editorial Maxtor, 2009, facsímil de la edición publicada en Madrid, Saturnino Calleja, 1876. RUIZ SORIANO, FRANCISCO, Ed., La generación del 36. Antología poética, Madrid, Ed. Cátedra, 2006. SAZ PÉREZ, PEDRO, El silencio del sabinar, Teruel, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín, 2013. SORIANO, JUAN CARLOS, Escrito con Luna blanca, Zaragoza, Editorial Prames, 2001. VILAR PACHECO, JOSÉ MANUEL, “Cuaderno de la Sierra de Albarracín” (I a X), Turia, 53 a 65 (2000-2003). - Breve noticia de obras literarias y escritores de la Sierra de Albarracín, en Comarca de la sierra de Albarracín, Colección Territorio, Coord. Javier González Martínez, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2008, pp. 208-210. 15 Jiménez Losantos, Federico, Poesía perdida, 1969-1999, Valencia, Pre-Textos, 2001.
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elatos de la memoria
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EL COCHE DE LÍNEA Vicente Romero-Tosca Lo que no viniera en el coche de línea nunca llegaría... Hasta bien entrado el siglo pasado, gran parte de la conexión de estos cogotes lobetanos con el exterior seguían siendo los caminos de herradura. Algún camión maderero de los que aún llegué a ver cargar desde un ribazo por gancheros, así como los carros de los comerciantes se habían dejado ver, pero no es que rodaran mucho pues, más allá de de las poblaciones, no tenían casi ni carriles por donde circular. Antes de los años setenta, recuerdo Guadalaviar sin más coches que el R-10 de Leonides el veterinario; Don Pedro el médico, que antes de su R-4 algún otro tuvo, aunque no recuerdo el modelo; el del Cura y Benito Mora con su Citroen 2 CV. Pero en realidad sólo pernoctaba allí el Gordini de mosén Alejandro; así que si surgía alguna emergencia, aquella situación daba más sentido a la coletilla que tenía mi madre puntualizando cualquier frase futurible con aquello de “Será si Dios quiere”. Seguramente el parque móvil del resto de pueblos de la Sierra sería parecido, es más, puede que en algunos más cercanos sólo vieran los mismos coches antes reseñados. Con este panorama está claro que hasta casi finales de los setenta la única comunicación a motor con el exterior era el coche de línea. Y no sólo por el transporte, tanto o más importante fue por “el encargo”. Bien es verdad que algunas apariciones curiosas había del exterior, aunque la mayoría lo hacían con caballerías. El Remolinero de las Casas, que nos inducía a los menores al hurto de patatas para pagarle aquellos tentadores artilugios de colorines con funcionamiento al soplo; El Zapatero de Frías siempre acudía con yegua acompañado al son de una acordeón con algún hijo de corta edad virtuoso del instrumento; Felipe de Tramacastilla personaje descentrado que andaba valduendo, y solía aparecer chopadico los días de temporal sin ninguna misión aparente; Petronilo el Albardero, cada cierto tiempo, ofrecía sus servicios remendando albardas y demás aperos de lona con relleno. Algún afilador en bicicleta que tenía un sistema complejo de transmisión a las piedras, al que hacía funcionar pedaleando sentado al revés; compradores de pieles y pellejos a los que pronto detectabas por el husmo y otros personajes que mejor ya no cuento. Más habitual era la llegada del Tío Verruga de Alustante, con su carro de ruedas de madera y hierro, tirado por dos mulas de su hermano Juan, cada dos o tres meses, ofrecía las últimas tendencias en pantalón de pana, alforjas y talegas; allá por el año 1973 la carretera dejó de ser de zahorra y, al asfaltar, tuvo que poner ruedas de goma para adaptarse a la nueva reglamentación, pues decían se dañaba el pa-
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vimento. Una o dos veces al año, en fechas estratégicamente alejadas de la feria de ganado de Orihuela del Tremedal, aparecían Barrabás y sus familiares, unos tratantes de caballerías de Molina de Aragón que cruzaban el pueblo con diez o más animales en reata haciendo sonar cencerros y cascabeles; tanto él como sus parientes continuaban vistiendo blusones pardos y negros anudados por la cintura. En los días de Fiestas Patronales, también era fija la llegada con sus mulas del Tío Jesús el turronero; solía ofrecer sus productos (peladillas, chupos, torta de cañamones, etc.) en una orilla del Chambao, colocados encima del pelador de los gorrinos del Tío Miguelón que cubría con una sábana, donde también ponía un tentador juego de azar a dados con el que, al final, se quedaba los pocos céntimos que tenían ahorrados los jóvenes. Aunque la aparición más venerada era la llegada de un camión con olor avinagrado lleno de cubas de vino de Calatayud. “Viuda de Ibarra”, rezaba en las pipas que descargaban con una especie de grúa, enganchadas por una gigantesca pinza de agarre, que tenía un sistema complejo de engranajes a manivela. Los hombres observaban con la mirada perdida al cielo y extasiados el momento del descendimiento de aquel producto divino, agarrando con mimo el tonel en el momento de hacer suelo no fuera ser que produjera un desastre. En ocasiones, pocas, también se recurrió a la exportación; algunos salían con patatas de siembra hacia Tramacastilla y Calomarde, volviendo en el día con nueces, manzanas y grumos de col. Misión comercial más arriesgada era cuando veías salir a la aventura a gente desde el pueblo con mulos y cestones de mimbre a los lados cargados de gorrinos de destete. Según cuentan, recorrían pueblos sin control ni aviso, dándose a veces la triste circunstancia de que alguno, después de andar sin rumbo durante una semana por estas sierras, visitó Peralejos de Las Truchas, la Vega del Codorno, Tragacete, Valdemeca y Frías, y de los diez lechones que llevaba volvió al pueblo con nueve. Dejando aparte estas apariciones que no sé si vienen al caso, lo que está claro es que lo que lo que no viniera en el coche de línea nunca llegaría. A diario, los críos estábamos atentos a su llegada para recoger los paquetes del Sastre y, con más afán, los de la Tía Cándida, mujer de Pocholo el otro tendero, pues solía ser más agradecida con los porteadores. Algunos de más edad esperaban una carta -que nunca llegaría- de alguna moza pretendida que se fue a servir; con disimulo, cerca de la parada, trataban de revisar de reojo la entrega del correo al cartero, y el volumen de los sobres recogidos, pendientes de si éste les hacía algún gesto esperanzador, para no hacer tan larga la hora del desencanto. Otros, recogían bicarbonatos, optalidones, linimento del tío del bigote y demás medicinas de la época. Fulgencio cada viernes estaba atento a la recogida de su quiniela ya sellada, que, casualmente cada vez que no salía el autobús por la nieve, decía tener la mala sombra de haber acertado los catorce. Algunos privilegiados (que mecanizados pocos había) recogían una caja de parches y zapatas de bicicleta. Por el mes de mayo so-
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Boletín oficial del Estado, 26 de marzo, 1953, sobre servicio regular de transporte mecánico de viajeros, equipajes y encargos por carretera entre Frías de Albarracín y Teruel.
lía llegar cebollino de plantel y los pollos de recría. Creo era en el propio autobús el que al final de la temporada de matanza, se llevaba los sobres con las muestras que recogía mi padre de los gorrinos sacrificados para controlar la triquinosis. Hubo suerte, y no salió ningún positivo, pues cuando volvían los resultados de los cerdos ya sólo quedaban los garrones colgados en algún alambre de la cambra. En vísperas de vacaciones se oía gritar a los críos “que vienen los seminaristas, que vienen los seminaristas”, que, entonces, otras vías de estudio no había. Alguna muchacha estudiaría pero no la recuerdo, era más habitual el irse del pueblo a servir a las ciudades. Antes de las Fiestas, llegaban muchachos y adolescentes a veranear con sus tíos o abuelos, pues sus padres recién emigrados ni tenían coche, ni tam-
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poco vacaciones. En estos días, los que aún esperaban la carta, miraban ilusionados desde el ribazo del frontón el desembarco de pasajeros, y si quedaba alguna cabeza con pelo largo entre los asientos, hasta que por fin bajaba el escalón la moza deseada con un brazo hacia atrás; entonces, se producía la más cruel y desgarradora de las apariciones: un desconocido que bajaba tras ella cogido de su mano. Enmudecidos, sólo salía en voz baja algún susurro de desahogo “Vaya un tiucho feo”. Los días siguientes, cuatro cazallas, algún vino más de la cuenta, y los rituales del Piso y el Pilón se encargarían de borrar el despecho del desamor. Estas vivencias y muchas más, que aunque no cuento se pueden suponer, marcaron nuestra infancia con la llegada del coche de línea, si bien falta relatar las sensaciones vividas como pasajero que, entremezclando épocas y algunos episodios, más o menos fueron así. Con los ojos aún legañosos por el madrugón, nada más salir de mi casa, se escuchaban los zapatazos de otros viajeros que, intentaban inútilmente calentarse los pies, dando pisotones encima del ventisquero que se formaba en la puerta de la cochera. Al trasluz de la farola se podía adivinar el número de los que esperaban por los chorros de aliento congelado. Eran las seis y media de una madrugada de enero, y minutos después, por el callejón oscuro del transformador, se sentía acercarse carraspeando a Alejandrillo el cartero, que al poco asomaba chupando con ansia una colilla de cuarterón pegada al labio, y restregándose las manos para entrar en calor. No tardaba en aparecer Claudio, el conductor, con andares y porte de comandante de aviación comercial. Y eso que ya en aquellos años el puesto había venido a menos. Ya no era como cuando su tarea se limitaba a conducir el autobús, misión esta que los que no habíamos maniobrado otra cosa que el ramal de los mulos y el freno del carro en su caso, considerábamos más compleja que hoy en día el pilotaje de un transbordador espacial. Aquellos primeros años, contaba con la ayuda de Constantino el cobrador que hacía las veces de azafato, expidiendo billetes y acomodando al personal así como sus equipajes; mayormente alguna maleta de madera los de viaje largo y cajas atadas con soguetos donde se llevaban los presentes: huevos, chorizos, morcillas etc. También se encargaba de comprar medicinas, sellar quinielas, correo y toda clase de encargos. Labores estas que, a principios de los setenta, con la bajada de pasajeros tuvo que asumir el propio conductor. Nada más subir al autobús (sobre todo en mis primeros viajes) comenzaba la pesadilla; con la piernas temblorosas te sentabas encogido en aquellos asientos con olor a escay y, al arrancar, el retemblor de la palanca de cambio y el olor del humo negro del arranque, que bastante entraba por aquellas ventanillas de cierre al arrastre, donde quedaban más huecos que en la puerta de una conejera del abuelo Romualdo, te acababan de arreglar el cuerpo. Hechos que estábamos a no respirar otros gases que los que soltaban los muladares, no tardaba en aparecer el mareo.
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Después de la primera parada en Griegos, bajando de Búcar al Villar se te iban alterando los intestinos. Pasada la última curva que da asomo al Villar sentías un sobresalto con el sonido del claxon que allí tenía costumbre de tocarlo el hombre; acción esta que extrañamente ya no se repetiría durante todo el viaje. Siempre pensé que era un toque de atención a los mareados, después me enteraría que era un ritual salutatorio a su madre que en aquella primera casa vivía. Ya recogidos los viajeros en el Villar del Cobo y el correo de Avelino (Fortunato en mis viajes de infancia), subiendo la Solana el olor del habitáculo se volvía más irrespirable, una mezcla del tufo del arranque con el agrio de las primeras vomitinas, que en algunos casos no cesarían hasta la llegada a Teruel. Llegados a Tramacastilla todo estaba cerrado, los más mareados desembarcaban mientras el coche subía a Noguera, e intentaban espabilarse con el refrior del río andando hasta el cruce de la ermita. En el viaje de vuelta, por la tarde con menos frío, siempre bajábamos en la ermita y aún daba tiempo de comprar algún queso de cabra o tomar algo en la tienda del Tío Rufino. Lo de tomar algo es un decir; años atrás, viajando de la mano de mi madre, ella tenía costumbre de subir a la vivienda de la tienda, que confianza había, y allí le ponían café con leche y magdalenas. Adoctrinado que estaba uno a no pedir en casa ajena, cuando la mujer preguntaba “¿El muchacho quiere algo?”, yo negaba con la cabeza y mi madre ratificaba “No, no quiere nada”. Mientras tanto, la boca se te hacía agua viendo como chupaban las magdalenas empapadas en el café con leche, y les chorreaba por los lados de la boca. Dándose cuenta que tenía la mirada fija en las magdalenas, la mujer volvía a insistir “¿Seguro que no quieres nada?”. Entonces, mi madre zanjaba el asunto “Que no, que no quiere nada..total para devolverlo luego”. Siguiendo instrucciones de Antonio “El Caserote”, con el tiempo, aprendí que era mejor ir mordiendo poco a poco un bocadillo, hasta llegar a Noguera y tomar algo allí con el cuerpo asentado; y eso fue lo que hice este día. Mientras salía el café de aquella máquina que se accionaba con mecanismo a palanca, al conductor le servían una cazalla mezclada con no sé que otro licor que dejaba la copa con una pócima turbia. Cuando daba el último sorbo, dos relamidos y escuchábamos un resuello, era el momento de embarcar. Pasado Torres, donde se repetía el ritual del correo y demás encargos, era habitual que en “El Perduto” pararan al coche para entregar alguna caja misteriosa. En una ocasión entregaron una caja de zapatos y el olor atufaba a peal; cuánto les huelen los pies a estos hombres, me preguntaba; luego me aclararían que aquello eran trufas, aunque seguí sin entender qué uso podrían dar a un producto tan pestuliento. Aquel día, subió allí uno de los hermanos vestido de negro del que desconozco el nombre, y sentí curiosidad por mantener una conversación; no sé si casualmente se sentó a mi lado, o cambié yo de asiento cerca del suyo, el caso es que no abría la boca. Pues no sé si sabrás, le dije, que a
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veces ocurren cosas extrañas; le fui relatando casos misteriosos todos ciertos, bueno, o como verdad a mi me los contaron, y el hombre no se inmutaba. Hasta que ya cerca de Teruel, le conté que tenía una cabra Marino que cuando su padre iba a despertarlo y él aún no estaba, o ya se había ido, encontraban a la cabra tumbada y tapada con las sábanas dentro de la cama. “Ésa... igual que la primera” contestó dándome a entender que no se había creído ninguno de los sucesos que con tanto esmero le relaté. Durante estas conversaciones, pasado el túnel donde te apartabas de la ventanilla no fuera a rozar el coche con algún peñón mal repicado, llegamos a Albarracín, allí en el bar que hace chaflán con el hueco del risco, algunos tomaban lo que llamaban el segundo lingotazo. Si la bragueta apretaba, en el local encontrabas un prototipo de aliviadero en agache, estaba hecho de cemento y remarcaba en saliente la posición idónea de los pies para atinar en el agujero. Al lado se apreciaba un alambre colgado en la pared lleno de recortes de periódico. De la cisterna del techo colgaba un sogueto mugriento con dos nudos que activaba el mecanismo de desagüe. Años antes, había más trasiego de ir y venir de curas y era habitual que
Llegada del coche de línea Teruel-Orea a Bronchales (década de los años sesenta; en el libro de fiestas de Bronchales; sin autor)
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subieran pasajeros con sotana. Pero este día fue en Gea donde accedió un señor muy alto (tenía apariencia de cargo importante en la curia) con hábito, capa marrón y un sombreo de ala gigantesco. Algún improperio referente a su vestimenta debió escuchar el cura, pues yo también lo oí, que despojándose de la capa y remangándose dijo en voz alta: “Si hay libertad para insultar, también la va a haber para ir dando guantazos”. Todo el autobús enmudeció, y los más socarrones apretaban el morro para ocultar cualquier amago de risa. Alfredo del Villar, que aquel día también viajaba, siempre me recordaba el efecto tan rápido contra la broma que tuvo la receta del cura. No siempre las situaciones fueron tan tensas, en otra ocasión, coincidimos después del Pilar con una mujer con mucho desparpajo que unos días antes había enviudado, y subió a Guadalaviar para concertar algún asunto de herencia con ovejas en arriendo. Durante los tres días de Fiestas que estuvo allí, volvía otra vez casada (El enlace tuvo lugar durante el Herradero en Valtablao, allí fue desposada con un pastor muy bragado; éste, rindiéndose a sus encantos, que mucho no los ocultaba, dio el sí quiero delante de una aventadora volcada que hizo las veces de altar en una surrealista ceremonia) y hasta con su viaje de novios y luna de miel hecha retozando por el Cerro del Corzo. Conocedores de oídas del evento, no tuvo inconveniente en que la entrevistáramos y hasta se dejó grabar con un radiocasete de aquellos de cinta. El conductor, que le gustaba meter la oreja en lo que se cocía dentro, al escuchar con pelos y señales cómo se consumó el matrimonio en un enebro, sufrió un ataque de risa y tuvo que parar el autobús. Con estos y otros sucesos se hicieron los viajes más llevaderos, hasta llegar al destino en la Nueva Estación. Allí, la modernidad de los camareros con pajarita y la megafonía, contrastaban con las alforjas y fiambreras de algún pasajero, y mucho más con el encargado de la consigna; este hombre tenía un burro con el carro aparcado, con el que transportaba los bultos más pesados hasta la estación del tren y el mismo servicio ofrecía en sentido inverso. Más traumáticos fueron los viajes de los primeros años. Entrando a Teruel, al subir la cuesta de San Francisco, sentías entrar dentro el olor a humo del tráfico de la calle que te acababa de rematar. En el Óvalo estaba el garaje que hacía de estación, allí ya sin bilis en el cuerpo, con la cara blanquecina y la mirada perdida, bajábamos tambaleándonos como almas en pena temerosos de que, antes o después, nos quedaría la vuelta. Sintiendo que este relato se podía quedar algo huero, recientemente, traté de obtener datos fidedignos para completarlo; pensé en tener una conversación con Claudio Fornes que, después de cuarenta años llevando al autobús, algo sabría del asunto. Asistió gustoso, es más, él quería recabar información sobre líneas, años de funcionamiento etc. Tuve que convencerlo de que no era necesario; me interesaban más las curiosidades o anécdotas que están en la memoria, que los papeles si
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alguien tiene interés siempre se pueden buscar, pero las memorias se nos borran con el tiempo. Le dije que lo describiría con andares prepotentes, cosa que no pareció molestarle ya que en el año 1964 según cuenta, estaba de camionero cobrando 3.000 pesetas mes y al pasar a conductor de autobús, entró cobrando 3.500; y quieras que no, aquello era otro nivel. Al tener cobrador que se encargaba de todos los menesteres, le insinué que el sueldo no estaba mal, total para llevar el autobús. “Tú lo has dicho, había que llevarlo al destino y ya sabes cómo son aquí los inviernos”. Según contó, en el invierno de ese mismo año el coche de línea estuvo sin poder subir de Noguera hacia arriba cuarenta días por un temporal de nieve. Nerviosos los alcaldes de la zona, no por el aislamiento, sino porque tenían una reunión importante en Teruel, reclamaron con urgencia que se reanudara el servicio, la empresa mandó primero con un autobús a Desiderio, un conductor experimentado que con anterioridad llevaba la línea, pero acabó fuera en una cuneta; mandaron otro detrás y corrió la misma suerte. Hasta que lo mandaron a él con un Barreiros de 22 asientos y, orgulloso, me dijo que consiguió llegar. Una vez en Guadalaviar, apareció también la quitanieves, que como sólo había una en toda la provincia, pues llegaba cuando llegaba. Esta situación se repetiría a lo largo de varios años, si no cuarenta días, sí que recuerdo semanas enteras sin poder salir el autobús. Y aunque en Griegos hubo un tiempo que llegó a haber tres peones camineros, cunetas y baches sí que las mantenían en perfecto estado; pero quitar la nieve a pala, con los ventisqueros del Cuarto no daban a basto, antes se echaba encima la blandura de la primavera que acababan de limpiarlos. Según cuenta, con anterioridad a abrir la pista entre Tramacastilla y el Villar del Cobo, la línea iba de Noguera por el Puerto hacia Griegos y en los meses de Julio y Agosto entraban a Bronchales y Orihuela, que aunque ya estaban cubiertos por la línea Teruel-Checa, reforzaban así la afluencia de veraneantes. Al parecer, en los años 50 estos tres últimos pueblos de la Sierra tenían servicio por la línea que venía por la margen izquierda de la Sierra desde Teruel hacia Frías, y hasta dice que durante algún periodo llegaron las dos líneas. Debió ser poco tiempo porque los que huían de la ruta mareante de Frías como mi tío Gervasio, eran capaces de bajar cuatro horas andando a Tramacastilla, para coger allí el otro autobús que olía menos a plásticos. También parece ser que existió un coche lanzadera desde Noguera al Villar, aunque este último extremo lo dudo por lo de las caminatas de Gervasio. La línea Cuenca Tragacete ocasionalmente se usó por los que venían del sur, pero aquí sí que los últimos veinte kilómetros a pie desde el cruce de la Herrería fueron impepinables. El caso es que durante años había que pasar por la umbría de Aguas Amargas, que es uno de los puntos más fríos de la Sierra, y allí sucedieron las mayores peri-
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Anuncio de Auto Transportes Teruel, S. A. en el libro de fiestas de Orihuela del Tremedal (1965-1966)
pecias; en una ocasión, después de cinco horas de pala, ayudado por dos viajeros cabezones que se empeñaron en no suspender la expedición, parece que consiguió subir la cuesta y llegar a las tantas de milagro al destino. Cuando le pregunté qué pasaba, si atascaba el autobús, no le dio mayor importancia, pues cuenta que en la Casa de los Forestales del Puerto había teléfono. El problema es que el Coche patinaba casi siempre en ese mismo punto frío y, claro está, que la casa se mantenía en su sitio. Hace poco tiempo medí la distancia y me salían 6.5 km, que para ir andando con nieve a dar el aviso, aún atajando, que mucho no se puede, se quedarían en unos seis. Sentí curiosidad por si en alguna ocasión se había quedado aisla-
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do algún viajero, comentó orgulloso que a él no, pero a Desiderio sí: intentó subir la resbaladiza cuesta sin otra pasajera que la mujer de un maestro de Griegos que era muy dada a los viajes; atascado el autobús con el morro colgando en el terraplén, le dijo “tranquila que voy a llamar por teléfono”, debió pensar la señora que el teléfono andaría cerca, en la primera alcantarilla; pasada media hora, atemorizada por el frío y la tardanza de Desiderio, que no le advirtió que en el mejor de los casos tardaría dos horas en volver, salió tras su rastro a buscarlo, pero justo en algún atajo que el conductor cogió saliéndose de la carretera, la ventisca y la noche fueron borrando las huellas de Desiderio y la maestra consorte se dio por perdida; no me aclaró cómo ni cuándo, pero el caso es que la encontraron; parece ser que desde aquel día perdió la ilusión por viajar. Para evitar estas situaciones, cuando la cosa se ponía fea, lo mejor era no salir, pero a la vuelta, ante la duda, si la nieve medio se dejaba, con las cadenas, había que hacer lo posible por llegar para dar servicio; Claudio diseñó un sistema de colocado de cadenas que encargó a un carpintero; eran dos cuñas de tablones en rampa que colocados tras las ruedas motrices interiores, al echar marcha atrás, dejaban las exteriores al vuelo y le facilitaba la colocación de las cadenas. Con aquéllos prototipos salía del apuro en poco tiempo, aunque no olvida los malos ratos que pasó al tener que ir despegando los dedos de los eslabones que se le quedaban agarrados por el hielo. Sentí curiosidad por si alguna vez había transportado algún animal u objeto extraño. “Animalicos y cabezones, qué te voy a contar” decía sonriendo. Me explicó que, curiosamente, la carga que más transportó hacia Teruel eran ladrillos. Los primeros autobuses no tenían calefacción y los que ya la llevaban sólo soltaban aire frio con olor a gasoil. Con este panorama, se hizo costumbre que los viajeros, en tiempos de hielo, calentaran por la noche un ladrillo en las brasas que después envolvían con trapos, y se lo llevaban pegado al cuerpo para hacer más llevaderos los tiritones del viaje. Una vez desalojado el pasaje, era habitual encontrar entre los asientos del coche montones de ladrillos abandonados. También tenía interés en saber el por qué yo recordaba muchos autobuses con matrícula de Palma de Mallorca; al parecer la empresa tenía algún convenio con otra que él desconocía y allí los compraban de segunda mano. Comentamos que aquella transacción era como un maleficio de los coches, pasaban del glamour playero y caluroso de las películas de “Ozores” al purgatorio frío y patinador de esta Sierra. Como última cuestión, ya sólo quedaba investigar si tuvo algún altercado o incidente grave con algún pasajero, “¿y tú me lo preguntas?... si me hicisteis parar el autobús por la risa”. En fin, con estas conversaciones, cuatro cervezas, y otras que no vienen a cuento, fuimos llegando al final de estas líneas. 324
II
Dedicatorias
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PALABRAS PARA MAMEL Maite Joven Arauz (Hoy dedico mi memoria a todos aquellos cuya vida y obra son materia patrimonial de nuestra tierra. Gracias) Me enteré de su fallecimiento a través de una llamada telefónica y en el instante en el que me lo comunicaron un recuerdo asomó en mi cabeza: la secuencia que, en su día, me pareció bastante surrealista y divertida, y que no había vuelto a recordar hasta ese preciso momento: hacerme socia del CECAL y recoger un libro cultural y etnográfico en una sucursal bancaria, fue como estar en una película de los hermanos Cohen pues, en momentos, pudo parecer como si estuviéramos trapicheando con las palabras en aquel lugar repleto de números, clientes agobiados por sus pagos y letras del tesoro, que, por cierto, nada tienen que ver con las nuestras, aunque sean igual o más valiosas. Mamel tuvo a bien recibirme en su despacho del banco donde trabajaba, y tras una breve charla de cómo se encontraba la familia, de qué hermoso era siempre subir a nuestro pueblo y de la terrible pena que llevábamos por la reciente pérdida de nuestro amigo Alberto, fuimos al grano y me explicó en qué consistía esto del CECAL, y en qué se iba a destinar la pequeña cuota que debía desembolsar al año. Hablar de cambras, paisajes, cuevas, ermitas, tremedales, sabinas, abejas, etc. en una sucursal bancaria ante alguna mirada curiosa y teléfonos sin parar de sonar, fue el decorado del primer momento en el que conversé a solas con Mamel y del que nunca podré dejar de recordar sin que me acompañe una ligera sonrisa. De manera formal lo conocí un 15 de diciembre del año 2012 en el sitio más institucional que podía haber: el salón de plenos del ayuntamiento de Teruel. Para todas y todos aquellos que asistimos a esta ceremonia de amistad y de poesía nunca podremos olvidar todo lo que se compartió allí: un más que merecido homenaje a Alberto Villén por su obra, su devoción a Orihuela del Tremedal y a su Virgen, y una siembra de cultura y amistad para la sierra que Mamel se encargó de engalanar. Tuve el honor de recitar versos que dediqué a mi madre y a Alberto y tras todo este tsunami de emociones y recuerdos, me fui a casa con dos conclusiones que luego, con el tiempo, corroboré con creces: la discreción y la sencillez de Mamel, por un lado, y el orgullo de haber nacido en una tierra árida y difícil pero mágica y bella como la nuestra.
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La tierra es para quien la trabaja como las canciones son para quien las escucha. Resulta curioso, pero yo siempre encontré en su mirada un atisbo poético y nostálgico. Talaba, esculpía y recitaba guerras o batallas con la misma tranquilidad con la que resbala el agua en la piel de los árboles o de las piedras. Sin pretensiones, sin egos. Con paz y sosiego. Como si hablara siempre mirando a las montañas de su tierra enfundando cuadernos y pensamientos. Porque fue un servidor público de la curiosidad y un enamorado de la gente y de su forma de vivir. Todo cuanto crea e inventa el ser humano sirve para el disfrute de los demás. Son actos de generosidad y de supervivencia para el que lo sabe apreciar. Se ocupó de ordenar el tiempo y de situar la historia de nuestra tierra, de nuestras gentes, de nuestras costumbres. Se encargó de recopilar, buscar, investigar todo cuanto quería saber, para aprender y para enseñarlo al mundo. Los pueblos progresan, y la vida avanza por la transmisión de conocimientos de unas generaciones a otras. Y en este sistema dual de enseñanza-aprendizaje, se genera el progreso, las artes, la sabiduría. La felicidad. Mamel nos dejó un legado de palabras, hechos e historia para progresar, para pensar y para transmitir a nuestras generaciones venideras y que no se pierdan en el olvido. Ese es el poder de los libros. Y esa es la grandeza de la gente que dedica su tiempo a sembrar cultura para dejar en herencia a los demás. Escribía Félix Grande maravillosamente bien: “Las palabras son criaturas vivas. Las palabras castellanas con las que yo te estoy hablando tienen mil años de edad; proceden de un idioma que ya tenía mil quinientos años, llamado latín. Cito aUnamuno: Tened fe en las palabras porque ellas son cosa vivida. Esas palabras están vivas. Y como tienen mil años, tienen por lo tanto canas de mil años de longitud. Son criaturas vivas venerables, ancianos que tienen una memoria de mil años. Han nacido infinitamente antes que yo y me van a sobrevivir cuando yo haya sido olvidado. Si se tiene en cuenta esto, no se puede andar jugando con las palabras. Las palabras están ahí, no para que uno se sirva de ellas, sino para que nosotros las sirvamos Nos regalan esta herencia al nacer, y llega un momento en que uno advierte que esa cuenta corriente interminable no está ahí para que la malgastemos, sino para que le agreguemos unos céntimos, si es que podemos agregárselos…” (Fósiles vivos) La lengua, la identidad, la cultura de un pueblo es de los ciudadanos, de los vecinos. Nada de lo que habita en la tierra pertenece al poder, ni al estado, sino al conjunto de sus gentes. Mamel quiso unir. Enlazar personas. Sembrar recovecos de luz y relatos de otras épocas entre iglesias, plazas, repechos y parideras. Y estar con las gentes que lo habitan. Observar. Escuchar. Conversar. Porque así nace la voluntad de crear.
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Así se hacen los hombres sencillos. Los hombres despiertos que encienden y abrigan los pueblos. Detuviste tu mirada bajo chopos, acequias, y muros de piedra destruidos por el tiempo. Detuviste el aire en el calor y en los meses que abriga el serrinero. En la Cueva del Tejo o en la Fuente Las Estacas, pisaron el agua tus botas verdes más de un invierno. Volverán los trigos y las nieves a helarnos las manos. Vagabundeando montes, peinando senderos, imperceptibles para el mundo y eternos para tu nombre. El silencio será el más fiel seguidor de tu recuerdo. Cuando regrese el artesano, el pastor y el viajero al camino de las luces, la libertad y el deshielo, contigo andarán tus paisanos abrigando por siempre a un ilustre orihuelano.
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RECUERDO DE JUAN MANUEL DESDE RODENAS Carlos Muñoz
Vista de Ródenas con San Ginés al fondo (J. M. Vilar).
Cuando se llega a una edad en la que tienes más pasado que futuro, se han perdido muchos amigos. Uno de ellos es Juan Manuel. Amigo de los que no se molestan ni discuten, ni hablan de política, no se cuentan chismes y la amistad llega en un tiempo no muy lejano a las estrellas para serlo en el infinito. Creo que estas palabras reflejan mi recuerdo y amistad con el amigo de esta nuestra sierra. Paridera de La Chaparra, 2 cuartos en 2 con caseto, amplio corral y un verde majadal, recuerdo de tiempos pasados. Compañero y amigo en correrías por estos andurriales serranos, siempre cercanos a este pueblo de Rodenas. Recuerdo a Juan Manuel en su visita a esta hermosa paridera de La Chaparra entre otras muchas como son Hondo, Corralejas, Chifarra, todas ellas cargadas de años, de muchos años. ¡Fíjate, Carlos, qué piedras esquineras de rodeno, qué paredes de cal y canto, aspilleras para su ventilación, pilares de piedra…! Era un placer tan indescriptible el escucharle que no soy capaz de reproducir sus palabras en su integridad con el entusiasmo y la pasión que él ponía: ¡fíjate qué vigas, qué costeras rajadas, no serradas...! Y también recuerdo su escudriñar en paredes, estacas, o sus restos empotradas en la pared, michinales, bocatejas… Para él cada una tenía su función específica.
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Sentía la vida pastoril de antaño como si fuera hoy. La caseta pastoril fue el colmo de su visión en el pasado, estacas o restos en las paredes: ¡fíjate, aquí colgaban el morral, garrote o cayado, aquí el hogar, en estas piedras que sobresalen las tablas para la cama, donde extender la manta del batán para dormir, aquí la sartén y el caldero para el condumio de la semana pastoril; ¡fíjate, aún hay restos de miera para la empega del ganado...! Sus ojos se fijan en una piedra sin argamasa, quita la piedra y en el michinal encuentra un envoltorio que contiene un cuchillo, de los denominados catalanes, con la inscripción siguiente: «de cantar, soy el primero», que tiene la gentileza de regalarme, con la excusa de que es tu herencia del pasado. De nuestras andadas recuerdo la última, la de los colmenares de Sargalejos, Morrón Blanco y, sobre todo, la del tío Zacarías, el sacristán, en Moricantada. Le acompaño a la visita de los colmenares, pero no me acerco por el pánico a sus moradoras. En la visita al colmenar de Moricantada lo espero así como una hora, y me llega cojeando; –¿qué te pasa?– le pregunto. –Nada, un resbalón en una losa al bajar, nada, un rasguñazo– me contesta. Después me entero de que ese nada de rasguñazo sí tuvo consecuencias, pues me dijo que se le puso la pierna negra. Para mí, tuvo, dos amores, su Virgen del Tremedal y el CECAL, pero es otra historia que me guardo en su honor. Juan Manuel, nos veremos en las estrellas.
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CARTA A JUAN MANUEL BERGES Eustaquio Castellano Zapater
El Hornillo. Partida los Morrones. Albarracín.
Albarracín, 20 diciembre de 2018 Amigo Juan Manuel, la última vez que asistí a una de tus charlas fue (creo recordar) en Pozondón, con el tema de la utilización de “la piedra seca”, sistema éste de construcción muy empleada y abundante en nuestra querida comarca de Albarracín. Al término de tu disertación, te pregunté por una construcción, al parecer un refugio de pastores, y aunque al describirla creías conocerla, a pesar de que mis datos eran escasos y no muy precisos para identificarla, quedé en buscar unas fotografías que había hecho en su momento. Pues bien, he encontrado esas fotos y, aunque con mucho retraso, al no poder dártelas personalmente y comentadas, las entregaré a tu CECAL para que las archive. Estoy seguro de que ya conocías el lugar y sólo me queda pedirte disculpas por mi tardanza. Donde estés recibe un abrazo de tu amigo Eustaquio.
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IN MEMORIAM Luis Martínez Utrillas En los tiempos en los que yo trabajaba para la Asociación de Empresarios Turísticos de la Sierra de Albarracín, codo con codo con Alberto Villén –tristemente desaparecido– siempre había una persona en la Caja de Ahorros que nos facilitaba y nos ayudaba a realizar las farragosas gestiones que suponían las justificaciones de las subvenciones de aquellos años 90. Esa persona, de Orihuela del Tremedal, era Mamel –así le llamaba Alberto–. En aquellos años en que lo conocí, compartíamos conversaciones y cafés por la Sierra, hablando de la importancia de dinamizar culturalmente una Sierra que tenía tanto en ese campo y que exhibía tan poco. Creo que esa idea fue captada por Juan Manuel Latorre y otros entusiastas serranos de nacimiento o adopción y dio lugar al CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN (CECAL), del que tengo el honor de formar parte como vicepresidente, en los primeros años, o como simple socio, en la actualidad. En los años en los que participé de manera activa en la junta directiva tuve la suerte de trabajar con muchas personas admirables por su labor a favor de la cultura en la Sierra de Albarracín: José Luis, Eloy, Raúl, Pedro, José Manuel… y Juan Manuel Berges, “Mamel”. Debo decir que, como buenos serranos ambos, que se dicen las cosas a la cara y sin tapujos, tuvimos nuestros desencuentros en la forma de trabajar y marcar las directrices que debía tomar el CECAL. Pero también puedo decir que he conocido pocas personas tan apasionadas por su sierra: por conocerla, por darla a conocer, por entenderla, por transmitirla, por conservarla, por preservarla, por pelearla, por llorarla, por amarla, como Juan Manuel Berges.
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A JUAN MANUEL José Luis Aspas Cutanda y Anque Fornes Con el viento surgió el universo y se formaron los soles y los planetas, las constelaciones y los cometas, los agujeros negros,… y, en el Sistema Solar, apareció el planeta tierra. Los seres vivos surgieron del agua, salieron a la tierra y tras centenas de miles de años surgieron los homínidos que dieron paso (en relativamente poco tiempo (unos 50000 años) a la especie humana. Todos los hechos relativos a sus medios de subsistencia forman parte de lo que se denomina historia. Una vez llegados a “la madurez intelectual” (debido, en buena parte, a la compensación de la subsistencia económica y a la necesidad de producir alimentos) fueron llevando a cabo obras para resguardarse (aunque en un principio se buscasen la vida en cuevas naturales). Más adelante crearon poblados, corrales y piazos. Los animales estaban a cubierto y las necesidades energéticas diarias estaban más cercanas y eran más fáciles de producir. Tan solo se movían con la llegada de los vientos fríos, buscando espacios cálidos donde alojarse y poder pacer el ganado para no afrontar nuevas hambrunas. Se producían fugazmente guerras tribales para obtener los beneficios que otras tribus obtenían con sus trasiegos. Tomaron forma las primeras aldeas creándose, de esta forma, las primeras sociedades. Hubo invasiones masivas de otros pueblos llegados de más allá de los mares. Algunos de ellos se quedaron bastante tiempo en la península. A lo largo de estos años las religiones dividieron a las sociedades (aunque anteriormente siempre existieron chamanes o religiosos que se basaban en la palabra para vivir dominando a los pobladores con sus poderes “místicos”). La llamada reconquista contribuyó a que las políticas medievales (al igual que en los tiempos que vivimos) separaran con fronteras las sociedades humanas. Y, por fin, tras la llegada de nuevos alimentos y productos especulativos y lucrativos de los nuevos mundos desconocidos, las necesidades de rellenar las andorgas de los designados a reinar las diversas sociedades conllevó a que la economía clasificara a las familias y las personas siendo las más pobres las que apechugaban más impuestos para contentar a sus reyes y reinas (más o menos como en la época actual). La revolución industrial acabó con las libertades individuales. Pero ya va siendo hora de que me acerque a la historia y a la realidad de los Montes Universales. Nuestros admirados y queridos montes. Y a la historia de aquellos seres humanos que persistieron en sus aldeas y poblados con una economía de subsistencia. La historia fue igual para todos los territorios, incluidos el nuestro. Durante tiempos reyezuelos musulmanes dominaron el territorio. Antes de ellos los íberos construyeron sus aldeas en los altos de los Montes y la romanización dejó ca-
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minos de paso por los que transitaron los soldados. Posteriormente llegaron las guerras (la llamada de la independencia, las carlistas y la incivil - producida en el siglo XX) que afectaron a las personas que poblaban sus espacios. Los impuestos (desde los tiempos del Conde de Floridablanca) han ido recayendo en las familias que habitan los pueblos. Cada día más tributos, cada día menos trabajo y cada día más difícil vivir de forma sostenible en los Montes Universales. Eso sí, donde antes los poblados a través de sus concejos se unieron en sexmas para garantizar los intercambios de productos y estructuras, además de defender sus derechos ante la organización central, en las que todos tenían los mismos poderes, ahora disponemos de ayuntamientos con alcaldes y concejales, una estructura política comarcal, una Diputación Provincial, unos Servicios Provinciales subordinados al Gobierno autonómico y entidades dependientes del Gobierno Central (de un modo diferente, la política sigue separándonos). Ya no dependemos de nosotros mismos, todos estos entes dependen de los individuos enraizados en los pueblos de la Sierra (he de indicar que, para mí, los Montes Universales son un ecoterritorio que abarca localidades de Teruel, Cuenca y Guadalajara, radicados en la Serranía Ibérica, siendo el desierto demográfico más acentuado que existe en la península ibérica por lo que no encajan convenientemente en una comarca provincial) Y todos ellos recaudan tributos, tal como hicieron antes y, posiblemente, siempre lo hagan. Cuando tú y yo nacimos (somos tocayos) vinimos a coexistir con los vientos. Al igual que nuestros antecesores. Somos, desde que nacemos, vidas prestadas. De principio aparecemos en un lugar determinado y tenemos una determinada vida en el tiempo. Nuestros lugares de nacimiento estaban emplazados en los altos pueblos de la Sierra. Por la época en la que vimos la luz se suponía que fijaríamos nuestras vidas en ese ecoterritorio en el que, a lo largo de los tiempos, otras vidas se fijaron y se situaron para siempre en el mismo. Un ecoterritorio repleto de almas sencillas, con vidas sujetas al mantenimiento del mismo: pequeñas empresas de albañiles, carpinteros, herreros, labradores, ganaderos, esquiladores, secretarios, médicos, alguaciles, luceros, maestros, carteros, ventorreros, panaderos, forestales, comerciantes, carniceros, curas, tenderos, serradores de pinos, peladores, arrastradores, conductores de autobuses y señoritos. En los pueblos en que había empresas de la industria maderera había jornales, en los otros se practicaban los trueques. Las familias destinaban un tiempo a las gorrineras y a los huertos, y, a su tiempo, en los piazos de patatas que satisfacían sus necesidades en los tiempos veraniegos e invernales. En los valles había frutas y, en las montañas, grandes espacios forestales (albares en el suroeste, rodenos en el este). En estos montes hacíamos leña para calentar las viviendas en otoño, invierno y aplazadas primaveras. Las fiestas tenían que ver con las labores del campo y, en
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aquellos tiempos, se celebraban unas cuantas al año, aprovechadas por los mayores para dar rienda suelta a sus palabras, encubiertas en su memoria, y a disfrutar de las catas de buen vino. La matanza era una fiesta (Antes de nacer nosotros había familias que cambiaban los jamones por grasa para poder cocinar a lo largo del año). También había gallinas en cada casa que, moviéndose libremente por el espacio exterior, proporcionaban huevos. Lo que hoy se denomina alimento ecológico era los que hacía subsistir a las familias serranas. Y las estaciones determinaban los laboreos, y el viento siempre estaba presente (manso, en movimiento normal o tempestuoso). Generalmente el viento acariciaba las cumbres de los Montes Universales, unas veces desde el este, otras del nordeste, y, en más casos, llegaba acompañado de nubes, nubarrones, lluvias, nieves y pedriscos. La caza era fundamental. Con un conejo o una liebre se podían elaborar platos que se ingerían a lo largo de la semana. Se colocaban cepos para obtener gorriones. Se recogían los frutos del campo (collejas, cardillos, tomillo, té de roca y las setas que se conocían). Con ellos se aderezaban los potajes y otros productos culinarios. Se bebía agua en botijo y vino en bota. Demasiadas veces nos quedábamos sin luz y encendíamos los candiles. Todas las tardes se alimentaban los gorrinos que tenían su hogar en las parideras pegadas a la construcción familiar. En ocasiones se peleaba contra ellos para poder conseguir patatos en caso de no haber llegado a tiempo a la cocina para ingerirlos como merienda. Las construcciones familiares estaban diseñadas para albergar a toda la familia: abuelos, padres, hijos y nietos. Y en la cocina, que servía de comedor con los alimentos recogidos en la dispensa, a la que se tenía acceso directamente, todas las familias usaban las cocinillas, posiblemente el mejor invento del siglo XX. Pero debo continuar con la historia de nuestras vidas y las vidas de los vientos. Recuerdo, particularmente, el aroma de la harina recién cernida. Acompañaba a las mujeres al horno local y, de vez en cuando, me dejaban hacer algún panete o alguna torta. A nosotros nos llegaron las ayudas del Plan Marshall en forma de leche evaporada que se distribuía en la escuela. Recuerdo que para calentar la estancia escolar todos nosotros debíamos colaborar llevando un trozo de leña para que la estufa no dejase de funcionar. A los nueve años algunos jóvenes se quedaron y otros debimos jopar para estudiar en Teruel. La vida de los que se quedaron quedó ligada al trabajo de sus padres: el pastoreo y la agricultura, principalmente. Los que nos fuimos sabíamos que dejábamos
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el espacio en el que habíamos vivido para poder ayudar, en el momento adecuado, a los familiares que dejamos. Volvíamos en las vacaciones y trabajábamos para poder ayudar a nuestros padres en nuestros estudios. En cada pueblo había un forestal que organizaba cuadrillas. Se arreglaban caminos, se limpiaban los montes. De este modo tuvimos dineros para afrontar las fiestas del verano y los bares, tabernas y ventorros de los pueblos tenían ingresos, y los jóvenes pasaban el verano en los pueblos. Más adelante desapareció el ICONA y los mercaderes crearon empresas a las que no teníamos acceso (lo que hoy se denomina privatización). Hacíamos lo que podíamos, trabajamos en el monte pelando pinos, como peones de construcción, algunas peonadas de los ayuntamientos y lo que fuere menester. Los vientos no eran propicios y algo estaba cambiando las vidas de los pueblos. Más tarde, terminados los estudios, nos reclutaron para hacer el servicio militar (más conocido como la mili). Algunos llegaron lejos y vieron otros mundos y otras formas de vida. Conocieron la vida de los obreros y se quedaron en esos lugares. Compraron viviendas y, cuando llegaban las vacaciones, se paseaban alardeando de sus trabajos y viviendas con los lugareños. No fue la primera ocasión en que los pueblos comenzaron a vaciarse, ni la última. La televisión mostraba lo que todavía muestra hoy: que en la península y, sobre todo en España, se vive muy bien. Comenzaron a engañarnos, las políticas dividieron a la gente en los pueblos, los partidos se morían de ganas de tener afiliados y ganar votantes. En los pueblos ya no se discutía tanto de fútbol como de política y, lo que se había unido con humildad, empezó a resquebrajarse. La política se convirtió en el viento de la discordia. Y ahora se ha perdido el sentido de la convivencia entre los pueblos. Se cierran escuelas, empresas, comercios y hasta los teleclubs los lleva gente venida de fuera (algunos de ellos con la idea de pervivir al lado de la plena naturaleza, algunos otros porque no tienen otros menesteres económicos y, los más, a cambio de vivienda y trabajo si tienen hijos en edad escolar). Todos ellos suelen permanecer un tiempo ínfimo porque, al fin y al cabo, añoran las ciudades y sus servicios. El viento trae y se lleva consigo a unos y a otros en busca de oportunidades que se traducen en grandes esfuerzos y pocos ingresos. Pero de estos temas ya hemos hablado largo y tendido alrededor de unos vasos de vino. Sabíamos que había pocos espacios para el cambio social y político de nuestros pueblos. Aún así intentábamos resistirnos a su desaparición. En la Comarca de Albarracín tres de cada diez personas son mayores de sesenta y cinco años y la media de edad se sitúa en torno a los cincuenta años. En el último siglo se perdieron diez mil habitantes. En la Serranía Celtibérica (que contempla los pueblos de Cuenca y Guadalajara, la densidad de población es de 2,83 habitantes por kilóme-
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tro cuadrado (Pura Sierra). En la Sierra de Albarracín de densidad de población es de 3,56 habitantes por kilómetro cuadrado. Hasta hace dos décadas se habían elaborado revistas y noticieros de modo esporádico en los pueblos de la Serranía. El surgimiento del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín dio un gran empujón para conocer la historia, geografía, etnografía y otros saberes sobre los Montes Universales. En el último movimiento se trabaja en el Patrimonio Inmaterial. Y ahí estabas tú, Juan Manuel, para ayudar, prestando ideas y elaborando materiales. No dejaste de hacerlo hasta el último minuto de tu vida mortal. Se afirma que todos los seres vivos nacen, crecen, se reproducen (en su caso) y mueren. Y los seres vivos llegan al mundo cargados de energía. La Ley de la Conservación de la Energía (Lavoisier) atestigua que la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Toda acción tiene una fuerza dinámica que se expresa e influye en las existencias del ser. Y tú te jopaste y te convertiste en alma. Y ahí está la grandeza del viento. El viento no es otra casa que la suma de las almas de los seres humanos que nos dejaron y vivieron en el ecoterritorio de los Montes Universales. No nos has abandonado ni nunca lo harás. Habitarás en los vientos con todas las almas de nuestros antepasados, Seguirás recorriendo los espacios que nos diste a conocer y verás más fácilmente aquellos corrales que buscabas en vida, los senderos, las cañadas y los corrales. Y hablarás con nuestros antepasados sobre las vidas que llevaron. Estarás en cada uno de ellos, estarás en cada uno de nosotros mientras los vientos nos acarician o nos empujan, mientras los días den paso a las noches, mientras pasen las estaciones, mientras el tiempo exista. Tu karma será libre y tendrás tiempo para conocer todavía más la vida de los Montes Universales. Sabemos que, en un tiempo determinado, nos encontremos a tu lado, cerca de ti, cuando nos llegue el momento. Gracias por todo. Y recuerdos de Andrés y Gabino.
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HOMENAJE DEL IES LOBETANO A JUAN MANUEL BERGES Querido Juan Manuel Berges: Hay personas en la vida a las que por poco que llegues a conocer las calificas con la A+++; A de amable, A de afable, A de accesible, A de admirable y tantas más A+++ que, siendo tú, no tendrían fin. Y cuando a una persona así, Juan Manuel Berges, la encuentras haciendo un trabajo de investigación con nuestros adolescentes, que también empieza por A, y se une sin dudarlo a nuestra aventura, solo tenemos palabras de agradecimiento. El equipo directivo del IES Lobetano, a través del liderazgo pedagógico que desempeña, ha visto siempre la necesidad de implicarse en el trabajo que desarrollan las numerosas instituciones existentes en la Comarca de la Sierra de Albarracín, es la mejor oportunidad para que nuestros alumnos conozcan y valoren su entorno más próximo. El Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), que tiene como objetivo principal promover y divulgar investigaciones científicas y culturales vinculadas a la Sierra de Albarracín, es una de las instituciones con las que vimos necesario mantener contacto y colaborar, dadas las aportaciones que podía hacernos a través de sus estudios y publicaciones. Te conocimos, Juan Manuel, a ti y a los miembros de la Junta del CECAL, a través de la Jornadas sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (PICSA). Hablando contigo, nos animaste a presentarnos a las Becas de Investigación que se convocan a través del CECAL con nuestro proyecto de investigación, el cual veníamos desempeñando con los alumnos a largo del curso 2013/14 titulado: “La Sierra de Albarracín en Cuatro Tiempos”. Juan Manuel, ya conocedor de lo que estábamos haciendo, alentaste nuestro trabajo. El producto final fue la edición a través del CECAL de un libro; resultado que para los alumnos y su familia fue altamente motivador, esto nos ayudó a animar y a desarrollar un buen trabajo en colaboración con toda la comunidad educativa. Sabemos que el CECAL nació en 2004 como un grupo de amigos, conocedores de la Sierra de Albarracín, de su patrimonio inmaterial, cultural y artístico. El poco tiempo que pudimos disfrutar de tus conocimientos, Juan Manuel Berges, fue suficiente para poder destacar la gran belleza de tu personalidad; muy amigo de tus amigos y con las suficientes habilidades para saber estar en todo momento y situación. Persona muy comprometida con la riqueza cultural, artística e inmaterial de esta tu Sierra.
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Como nos dejaste dicho en tu carta de despedida, ahora seguro estarás con tu Virgen del Tremedal y con esa parte de familia que por el ciclo de la vida ya no están entre nosotros. Nos imaginamos que allá donde habitas sigues dando respuesta a tu inmensa curiosidad, desarrollando tu trabajo de investigador y cargando tu “mochila” de conocimientos. Habrá cañadas, veredas, apriscos, masías…y algún que otro serrano con el que entablar conversación, el cual te ayudará a mantener “esa chispa” que te caracterizaba, para seguir con tu afán incansable de indagación… Juan Manuel, en el IES Lobetano, ¡seguiremos aprendiendo contigo!
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DEL TRABAJO A LA AMISTAD Pablo Perruca Juan Manuel siempre me recordará a los grandes ascetas y místicos de nuestra historia pasada, lógicamente respecto a su unión a la Sierra de Albarracín. Juan Manuel no solo ejerció como asceta serrano, formándose y preparándose académicamente en la Facultad de Historia en la Universidad de Zaragoza, y posteriormente doctorarse. Además tuvo sus experiencias místicas en el territorio que el más amaba y que, sin duda, le alimentaron más que los conocimientos adquiridos con sus estudios. La mística serrana de Juan Manuel (del verbo griego myein, “encerrar”, de donde mystikós, “cerrado, arcano o misterioso”) designaría un tipo de vivencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión de su intelecto con su querida y estimada Sierra de Albarracín. Sus conocimientos sobre la Sierra resultaban inefables.
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Sin ninguna duda, Juan Manuel se nutrió de abundantes y variadas fuentes, además, en mi opinión, las que más le “trascendían” eran aquellas que provenían de los lugareños, de sus habitantes, pobladores, agricultores y pastores, pero también de las que provenían de la mano del hombre: masadas, parideras, apriscos… lo que él denominaba huellas pastoriles y topónimos (Valle Cabriel, Malatarde, el cerro del Pu, Hoyos Quemaos, La Sarriosa…). De hecho, en más de alguna ocasión realizamos “excursiones”, en mi caso por interés fotográfico y turístico y en el caso de Juan Manuel ejercitándose de notario que constataba las realidades aprendidas en legajos, apuntes y vastas bibliografías consultadas –que contrastaba minuciosamente–. Siempre se las apañaba para dar con la persona adecuada cuando observaba alguna incoherencia entre los documentos estudiados y el territorio de referencia en alguno de los pocos rincones que le quedaban por “explorar” en la Sierra de Albarracín. Juan Manuel era como un libro abierto sobre la Sierra de Albarracín. El territorio era como un microcosmos en el que todo cobra sentido. Sus explicaciones, minuciosas y pormenorizadas de la vida pastoril, trashumante, de la historia medieval de la Sierra, de cristianos viejos, judíos y moriscos, de juicios y pleitos recogidos en viejos legajos, cobraban vida e intensidad en sus palabras. Interpretaba el presente de la Sierra a través del tamiz del pasado… facilitaba que encontráramos los antecedentes ocultos (arcanos) que explican los aconteceres de nuestro tiempo. La condición profesional como hombre de banca y permanencia en varias localidades de la geografía turolense le otorgaba por méritos propios un especial don de gentes. Recuerdo cómo alguna de las veces en que quedábamos por su oficina de la calle Ramón y Cajal en la ciudad de Teruel para comentar algún tema de trabajo, al salir a la calle, ya en la oficina mismo, no dejaba de saludar a unos y otros, de toda edad y condición. Pude observar, no una, ni dos, ni tres… sino muchas veces en estos últimos años, como toda esa gente que saludaba a Juan Manuel, di-
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bujaba en sus facciones el agradecimiento y alegría hacia otro semejante; y esto no es por casualidad. Además del trato comercial, siempre correcto, a través de su cargo como presidente del CECAL, quiero destacar bajo ese aire serio de serrano socarrón, valiente donde los hubiera, esa inmensa humanidad, de inmensa ternura, que demostraba una y otra vez con cualquiera de nosotros y hacia su Sierra de Albarracín. Si desde siempre me resultaban extremadamente sugerentes los paisajes serranos, sin duda alguna, fue a través de las enseñanzas de Juan Manuel, cuando más cariño y ganas le tomé a la Sierra de Albarracín. Para terminar, y haciendo un paralelismo de san Agustín y el niño de la playa, nosotros podríamos ser las personas cultivadas, estudiosas y, en cierto modo, experimentadas, sin embargo, el niño (Juan Manuel) sería ese pozo de sabiduría innata (cuasi mística) que intenta llenar el pequeño pozo que ha hecho en la arena con un cubo de agua, hasta vaciar el mar (Sierra de Albarracín) dentro de ese pequeño pozo. *************
José Ignacio Perruca El recuerdo que me queda de Juan Manuel es el de una persona amigo de sus amigos, honesta, que se dejaba querer y trabajador incansable, que como yo le decía, era como esos ciclistas ganadores de grandes pruebas, vuelta España, tour de Francia o giro de Italia, son ciclistas que llevan otra pedalada. Eso le decía yo: Juan Manuel, tu llevas una pedalada más que los demás, es imposible alcanzarte. Lo veía en los emails que enviaba a altas horas de la mañana, las 3 o las 5, ya no sé si es porque trasnochaba o porque madrugaba mucho, y eso que a las 8,00 horas fichaba en el trabajo que le daba de comer, como muchas veces nos decía. Cuando más lo veía disfrutar, era cuando salíamos al monte para hacer fotografías y nos mostraba lugares sobre los que estaba estudiando. La cara le cambiaba sobre todo cuando en mitad del campo se encontraba con un montón de piedras (vaya mi ignorancia) y empezaba a reconstruir mentalmente las parideras o masías que en algún momento albergaron ganado y familias. Esas parideras algunas ya en piedras sueltas, le producían, creo yo, una nostalgia en el pasado, de hecho esa fue su tesis, Actividad y Estructuras Pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), y cuya publicación da fe con sus más de 2.600 notas a pie de página. Lo que para mí eran, eso, unas piedras amontonadas, para Juan Manuel eran signos de lo que fueron en épocas pasadas, sustento de la economía de la zona, modo de vida de los masoveros, sufrimiento y penurias…
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No podíamos perder el tiempo, un trozo de pan y una lata de sardinas comíamos cuando íbamos al campo, una vez lo recogía a las 15 horas que era cuando terminaba la jornada laboral en la oficina de Cella para hacer la ruta que previamente había planeado. Allí en el punto geodésico o en uno de los paisajes que más le gustaban, Hoyos Quemados, sacaba la vianda y le “dábamos al diente”. Uno de esos lugares fue también el Caimodorro. Gracias a Juan Manuel, también he tenido la oportunidad de conocer a la familia del CECAL, todos muy implicados en el territorio, estudiosos, y pienso que una gran familia. A mí me traen muchos recuerdos la sierra de Albarracín, mis dos veranos en Guadalaviar de vacaciones con 6 años, donde conocí la fuente Coveta además de otras, recuerdos de excursiones, las fiestas… la acogida del secretario y su mujer. Bastante más tarde, a los 18 años la acampada con los amigos en Bronchales, concretamente en Fuentecillas, durante 3 veranos, aquí fueron los mejores años de mi juventud, la Sopeta, las noches en el cementerio cantando con los veraneantes… fueron unos años de plena juventud. También en Griegos en casa de mi amigo Francisco Sorando, con excursión a la cueva del Tornero… más tarde, noches de invierno en la Muela de San Juan en tienda de campaña, eso sí, ya solo, buscando esa soledad de la sierra que transmite el paisaje nevado. Creo que esto hizo que Juan Manuel y yo conectáramos, yo le hablaba de todo esto y seguro que él me entendía. Eso sí, sin envalentonarme, ya que como me decía, en estos sitios y en invierno, de la manera que vivían antes, podías “Pelechar”. Término que utilizaba muy a menudo, refiriéndose a las condiciones de vida de aquella época y que no se podía
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comparar respecto a los que ahora quieren imitar y acompañar en la “excursión” de la trashumancia, como unos ignorantes. Uno de los días que recuerdo, fue en la presentación del número 19 de Rehalda, en el Vallecillo. Juan Manuel lo presentó en ese pueblecito pequeño de la sierra. En su intervención las primeras palabras fueron: “En el Centro de Estudios nunca se nos han arrugado los anillos para ir a cualquier pueblo por pequeño que sea”. Todavía conservo el olor a leña que desprendían las chimeneas un 7 de diciembre de 2013. Personalmente me enorgullece haber grabado el vídeo de la presentación (disponible en la página web del CECAL). ¡Qué menos podía hacer! Quise de alguna manera, como amigo, aportar algo para el CECAL, y pensé que podía ser un video para tener un bonito recuerdo. Me asombraba que en cada lugar habitado por donde pasábamos conocía y le conocían. Todos tenían cinco minutos para saludarle y hablar. Ya no digo en plenas fiestas de Orihuela, donde tuve la ocasión de ir a la peña a almorzar. Como gran investigador y estudioso, siempre aportaba datos nuevos, rechazaba publicar si ya estaba anteriormente editado; eso lo tenía claro. Con el libro de la Virgen del Tremedal disfrutó, además de por su gran devoción a la Virgen, porque tenía datos inéditos que como buen doctor le iban saliendo a medida que iba estirando del ovillo o sacando de la tinaja (como él decía). Como presidente del CECAL fue un buen gestor. Estoy muy agradecido en que haya confiado en mi empresa como proveedor. Era claro con lo que no le encajaba. Utilizaba frases como: “Agua pasada ya no mueve molino”,… y si quería poner una cruz a algo o a alguien, utilizaba otra expresión, “CERETE”, definición en pocas palabras para aquello que no tenía el menor interés. Por último, quisiera reseñar que sentí mucho su fallecimiento, tan joven; pero me quedo con todo lo que como persona he visto en él y que con todos los homenajes que se le están haciendo dan una idea de lo mucho que le quiere la gente de bien. *************
Nati Dolz Conocí a Juan Manuel a través de la empresa donde trabajo y al poco tiempo tuve la gran suerte de poder maquetar su tesis doctoral, motivo por el que compartimos mucho tiempo entre pruebas, correcciones, llamadas telefónicas…, y fue entonces, cuando me di cuenta de que además de nuestra relación profesional, comenzaba una amistad.
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En este momento lo que me viene a la mente es un consejo que me decía mi madre desde que era muy pequeña: “Trata de rodearte siempre de personas de las que puedas aprender y que te aporten cosas nuevas”. Y es que Juan Manuel era de ese tipo de personas, una persona respetuosa, minuciosa, que cuidaba hasta el último detalle, trabajador y estudioso incansable y que hacía fácil lo difícil. Además de ser una persona “vitamina”, que te impregnaba de su vitalidad, que te hacía amar lo que él amaba, que te transmitía positividad, alegría y buen humor y que siempre estaba dispuesto a ayudarte o a colaborar, en cualquier proyecto que le propusieras, sin esperar nada a cambio. Al final toda esta gratitud tiene sus frutos y aunque lamentablemente no podamos seguir disfrutando de sus amenas conversaciones o compartiendo con él esos pequeños momentos que tan felices nos hicieron, son sus recuerdos los que hacen que no le dejemos ir, por eso, raro es el día en que no le nombremos a lo largo de nuestra jornada laboral. Por último, me gustaría finalizar con una frase de Gabriel García Márquez que siempre me reconforta cuando la leo: “No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió”.
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UN MORTERO EN EL TREMEDAL Carmen Perona Miguel
El 25 de octubre de 1809 las tropas francesas al mando del general Henriot destruyen y queman el Santuario de la Virgen del Tremedal (situado en el cerro del mismo nombre) y las hospederías contiguas, así como numerosas casas y pajares de la localidad de Orihuela. La artillería la tenían apostada cerca de La Herrería, en el paraje que a partir de aquel día se conocería como Malatarde. El ensañamiento de los franceses fue desmesurado, sobre todo, si tenemos en cuenta la desigualdad de fuerzas y armas. El Santuario fue reconstruido, pero las hospederías permanecieron abandonadas y en ruinas, que poco a poco el paso del tiempo se ha encargado de ocultar. Entre los restos de estas edificaciones quedaron esparcidos o semienterrados diversos utensilios domésticos del lugar. El almirez que se muestra en la imagen fue rescatado de las ruinas bastantes años después por un vecino de Orihuela. Es bastante sencillo, decorado con líneas marrones y manchas verdosas, y está marcado por numerosos cortes; ¿cómo sería la cocina a la que perteneció? ¿qué aspecto tendrían las personas que lo utilizaron? Es curioso que estuviera tanto tiempo perdido este mortero entre los escombros. Los invasores extranjeros devastaron pueblo y santuario con crueldad, pero no pudieron con objetos como este modesto mortero.
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DOS IMÁGENES PASTORILES PARA JUAN MANUEL Javier Pastor Durán (1)
Fuente del Majano (Frías de Albarracín).
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Vellones.
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EN LA SIERRA ALTA Lydia Hernández Perona (para Mamel)
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DESDE GRIEGOS Jaime Lahoz, Drakis
Griegos, cruce nevado.
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LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN LAS CALLES DE GEA DE ALBARRACÍN 1
Luis Arturo Giménez Alamán Asociación Cultural “El Solanar de Gea” (Gea de Albarracín)
Ladrillo cerámico en la calle de la Iglesia (de Gea) dedicado a San Antonio Abad.
1 Del trabajo inédito Las hornacinas en la villa de Gea, rastro de fe y cultura popular, que recibió una ayuda a la investigación por parte del PCISA (CECAL).
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CINCO DIBUJOS SOBRE ARQUITECTURA POPULAR DE LA SIERRA DE ALBARRACÍN 1
José Javier Morón Jarque
1 En Arquitectura popular de la Sierra de Albarracín: estudio descriptivo de las diferentes tipologías constructivas, José Javier Morón Jarque, Valencia, 1990 (trabajo de fin de carrera, Universidad Politécnica de Valencia, Escuela Universitaria de Arquitectura Técnica; dirigido por Vicente Sanchis León; 236 p.; il. dibujos y fotos col.).
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DEDICATORIA DESDE ORIHUELA DEL TREMEDAL Asociación Cultural «La Falaguera» (Orihuela del Tremedal)
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Cubierta de la revista La Falaguera (Orihuela del Tremedal), 2018, volumen dedicado a la memoria de Juan Manuel Berges Sánchez.
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TEÓFILA Y LOS ÁRBOLES DE JABALOYAS Raquel Cadierno Domingo Dedicado con cariño y gratitud a Juan Manuel Berges y a Antonio Sánchez… Dicen que hace mucho, mucho tiempo, nació una niña llamada Teófila en el pueblo de Jabaloyas. Tenía la piel blanca como La Luna, y los ojos color miel, como el trigo en Agosto. Teófila todo lo observaba pero nada decía. Y así siguió, mientras crecía, muda hacia las gentes, pero con inteligencia y curiosidad por todo lo que la rodeaba. Los vecinos murmuraban: ¿Qué le pasará a esta niña, tan callada, tan chiquitina? Me hace duelo que no diga nada, la criaturica . Pero Teófila les miraba con sus ojos de miel, sonreía y callaba. Un verano muy seco, en el que ni un triste chaparrón cayó sobre el pueblo de Jabaloyas, hubo un incendio muy grande en el que el monte se quemó y todo quedó negro y sin vida. Todos se lamentaban del terrible suceso, buscando culpables y pensando en lo que se podía haber hecho para haberlo evitado, y qué hacer en el futuro para impedir que volviera a suceder. “Qué chandrío”, decían, compungidos. Teófila, que ya era una moza espigada pero igualmente silenciosa, subió andando hasta el monte Jabalón, y desde allí vio el pueblo y la sierra donde se encontraba, y lloró amargamente al ver Jabaloyas rodeado de tanta negrura y silencio. Teófila lloraba y lloraba, y a medida que su llanto se hacía más inconsolable, negras nubes se fueron formando en el cielo, y una tremendísima tormenta acabó estallando sobre la sierra. “Teo, te vas a chipiar”, le dijeron, “vuelve a casa que no son horas pa que andes por el mundo ahí sola, mocetona”. Entonces la muchacha se encerró en su habitación, y buscó entre sus libros. Era Teófila de pocas palabras, porque pensaba que no debía hablar si no estaba segura de lo que iba a decir. Y como consideraba que tenía mucho que aprender, en vez de enfrascarse en largas charlas sin sentido, le gustaba leer y aprender sobre todo lo que la rodeaba. Buscó y encontró un viejo libro de botánica y releyó sus páginas. Se fue al monte, más allá de las zonas quemadas, y buscó esquejes y frutos de otros árboles, para conseguir semillas. Una vez recolectados los frutos, los puso a secar y les dio el tratamiento que indicaba el libro. Preparó maceteros y esperó unas semanas a la germinación. Cuando los arbolitos cogieron fuerza, los llevó uno a uno al monte, distanciándolos pero no tanto, para que pudieran comunicarse entre ellos. Y así, cada día, salía al monte a buscar frutos, y volvía al atardecer para conseguir semillas, las cuales trataba para poder
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Vista de Jabaloyas (Raquel Cadierno).
hacer que germinaran. Una vez esperado el tiempo adecuado, transportaba las plantas al monte y las sembraba, una a una. La gente empezó tomando aquello como un pasatiempo. Más tarde, como una excentricidad. Finalmente, la acabaron tachando de loca e incluso de bruja. Y siendo Jabaloyas el pueblo de las brujas, no era de extrañar que Teófila fuera una de ellas. Y mientras las muchachas de su edad se casaban y criaban a sus hijos, Teófila iba llenando el monte de pequeños árboles. Era un trabajo arduo y poco reconocido. Los pastores no tenían cuidado al pasar a sus animales por donde la muchacha
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plantaba, y muchas veces las ovejas se comían los brotes, por lo que Teófila tenía que volver a empezar. Y así pasaban las estaciones y la que un día fue joven ahora era una señora mayor, a la que el peso de las macetas y los paseos para cuidar la naturaleza que había creado habían ido venciendo. Pero así como Teófila se marchitaba, así florecían los árboles, y aquellos que un día fueron un frágil brote, ahora expandían sus ramas hacia el cielo azul. Y mientras el corazón de Teo se iba aquietando, la sabia recorría con fuerza los grandes troncos y hacía que millares de hojas recorrieran sus ramas, llenando el monte de pájaros que cantaban, niños que jugaban en sus sombras, llenando el aire de olor a pino, el sonido de las hojas de los chopos meciéndose con el viento, o las vecinas de charla en un banco bajo la encina de la plaza. Lo que antes había sido negro, ahora era verde; lo que antes estaba marchito y triste, ahora irradiaba vida y alegría. Y fue aquella tarde, la más alegre del verano. Aquella tarde en la que Teo había subido por última vez al Jabalón, a ver toda la sierra verde. Aquella tarde donde el águila planeaba sobre el valle y se escuchaba el gañido del halcón. Aquella tarde cuando, mientras bajaba por el camino de piedras, los cuervos graznaban. Cuando bajando por La Canal, tras haber dejado atrás La Portera de la Majada, llegó al pueblo y, frente al frontón, un vecino comenzó a aplaudir a su paso. Las vecinas pararon su charla, y también se sumaron al aplauso. Los niños pararon sus juegos, y aplaudieron también, riendo. Y Teófila pasó entre ellos; la cabeza gacha, sonrisa tímida y una lágrima que recorría sus mejillas marchitas. Caminó despacio y se metió en casa. Y ya no volvió a salir de allí. Dicen que la enterraron junto al primer árbol que plantó. Que los años pasaron y ya muchos olvidaron su nombre. Pero su obra quedó. Todo el monte lleno de árboles, de sonidos, de alegría verde. Algunas personas son como Teófila en Jabaloyas: pasan por esta vida con humildad, dejándonos un tesoro inmenso, que nunca podremos dejar de agradecer y admirar.
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DE MI TIERRA, DE SUS GENTES Eduardo Péncique Nací en Alobras, partido judicial de Albarracín. Cursé estudios en la escuela hasta los 14 años. No quise estudiar la etapa superior, pues lo que hacen todos no da dinero, y puedo decir que mi escuela es la de la calle, no tengo tesis doctoral, como ahora está de moda, aunque sin títulos no tuve problemas en estar en la escuela o en asistir a cualquier conferencia. Situándome en el territorio donde he vivido, siempre tuve inquietud por conocerlo y saber de sus gentes, y he pertenecido a diversas asociaciones culturales. Y en estas circunstancias tuve la suerte de contactar con Juan Manuel Berges Sánchez ya en los años ochenta. Y a él dirijo esta dedicatoria en su homenaje. 20 de septiembre de 2018
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A LOS QUE NUNCA SE FUERON V. Romero-Tosca Salí huyendo de ti, tierra mía, dejé contigo mi alma en espera, mas tu recuerdo, madre hechicera, olvidarlo quise, y no podía. Preñado en ti arrastré mi agonía que tus penas lloré mi vida entera, soñé volver sin que nada se fuera, que si algo quedaba, se me moría. Revivir lo vivido ya no puedo que de mármol se labró mi memoria, herida quedó, sangrando en tu ruedo. Brotará savia nueva en tu historia y allá te verán renacer sin miedo los que se fueron creando tu gloria.
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III
La Sierra en los estudios de Juan Manuel Berges Sánchez
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ORIHUELA DEL TREMEDAL
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Juan Manuel Berges Sánchez, «Algunos rasgos de la personalidad del insigne jurista don Juan Sánchez de Orihuela (siglo XV)», en Orihuela del Tremedal, fiestas patronales, 2005 [2 p.]
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LA HOYALDA EN JUAN MANUEL BERGES
Entre los primeros artículos de Juan M. Berges en la revista Rehalda (2, 2005, pp. 33-40) figura el que dedicó a este enclave serrano cuyos límites se extienden entre los actuales términos municipales de Royuela, Torres y Albarracín.
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ENTRE LOS LÍMITES DE LA SIERRA
Juan Manuel Berges Sánchez, «De montes y pleitos: el Patio del rey don Jaime», Rehalda, 3 (2006), pp. 39-44.
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LAS SESMAS DE VILLAR DEL COBO Y FRÍAS DESCRITAS EN LOS ESTUDIOS DE JUAN M. BERGES [el] estado de despoblación se observa también en la sesma de Villar del Cobo. Las aldeas de Griegos y Guadalaviar fueron producto de la expansión colonizadora de Villar del Cobo, como se advierte en la mojonación efectuada en 1407 entre las comunidades de Albarracín y Molina, donde aparece citado el “villar” de Griegos. Un escaso índice de repoblación que provocará graves conflictos con la vecina Molina por cuestiones de aprovechamiento de pastos y mojoneras. Villar del Cobo era la aldea de mayor potencial demográfico del término de Albarracín y cuna de las familias ganaderas más influyentes. Las heredades de la Fuente el Ravano, Aguas Amargas, Valdemenguez (Valdeminguete), Lop Esquerra (Pizquierdo), Navaseca, Fuente García, Valtablado, Plano de los Hermanillos, junto con el valle de la Vega Tajo, sobresalían por la finura de sus pastos y favorecieron el desarrollo de la ganadería (…). El resto de aldeas de su distrito, Noguera y Tramacastilla, tenían un denominador común: la vega regada por los ríos Guadalaviar y Noguera les proporcionaba productos propios de la huerta y la presencia de árboles frutales al abrigo de la bonanza térmica del valle. Además, el curso fluvial favoreció la instalación de todo un sistema de molinos que dio servicio tanto a los harineros como a batanes relacionados con la industria textil. La Vega de Argalla, así como las salinas de Noguera, serán los referentes para su desarrollo económico. [pp. 170-171] Por último, la sesma de Frías posee unas condiciones edafológicas similares a la de Jabaloyas. Por ello la cría de rebaños de ganado ovino tuvo aquí un desarrollo espectacular, tal y como ocurre en la actualidad. Terriente y Frías eran las aldeas de mayor peso demográfico. Esta ultima favorecida por la cercanía del Valle Cabriel, donde ya en 1326 se cifran 12 heredades: Valmediano, la Fuente el Buey, Hoyas y Fuente de Gomez —actualmente Casillas de Frías-; y Terriente con Hoyos Quemados, Mierla, Villalba, Los Molinares, Zarzoso y El Algarbe. A mediados del siglo XV ya se cita la heredad de El Toril, próxima a la masía de Zarzoso. Moscardón será conocida en los siglos posteriores por sus afamados paños dieciochenos y secenos, muy apreciados en el mercado zaragozano, y ocupará un espacio intermedio frente a Calomarde. [p. 171] Juan Manuel Berges Sánchez, «La Comunidad de Albarracín: orígenes y evolución durante la Baja Edad Media», en José M. Latorre Ciria (coord.), Estudios históricos sobre la Comunidad de Albarracín, Tramacastilla (Teruel): Comunidad de Albarracín, 2003, vol. I, pp. 63-199.
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
TERRIENTE, ENTRE EL SABOR MEDIEVAL DE SU CONJUNTO URBANO Y LA NOSTALGIA DEL ESPLENDOR DE SU INDUSTRIA TEXTIL
Cubierta de la revista Rehalda (14, 2011) con una vista panorámica de la localidad de Terriente, a la que Juan Manuel Berges dedica un extenso artículo en este número: «La Comunidad de Albarracín a través de sus pueblos: Terriente, entre el sabor medieval de su conjunto urbano y la nostalgia del esplendor de su industria textil», pp. 53-76.
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
VALDECUENCA: ENTRE SABINARES Y TRINCHERAS A TRAVÉS DE JUAN MANUEL M. BERGES
La revista Rehalda dedicó la portada de su número 22 (2015) a la iglesia de Valdecuenca. En este volumen Juan Manuel Berges escribió sobre esta localidad serrana («Valdecuenca: entre sabinares y trincheras», pp. 39-62). De ella decía: «Me he impregnado de los múltiples valores que atesora de la mano del primer edil Arturo Marco, conocedor en profundidad hasta del rincón más ignoto de esta localidad, junto con la grata compañía de José Luis Vidal y Andrés Edo» (p. 39).
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
UN DOCUMENTO DE CALOMARDE (1456)
Un documento de Calomarde en la tesis doctoral de Juan M. Berges, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 2007, p. 1256.
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EN LOS EXTREMOS DE LA SIERRA
Juan M. Berges Sánchez, «El Vallecillo. Paisaje natural y patrimonio inmaterial por descubrir», Rehalda, 19, 2013, pp. 43-67.
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Sobre este enclave y su entorno escribió además otros artículos: «El entorno mítico del salto del Molino de San Pedro», Mayumea, 2 (1984), pp. 21-23; «El Vallecillo», Rehalda, 2 (2005), pp. 61-65; y «El valle Cabriel. Esplendor en la hierba, en el corazón de la Sierra de Albarracín», Verde Teruel, 30 (2013), pp. 84-100.
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DE LOS CHERMANETES A LA FUENTE DE LAS ESTACAS EN LAS CERCANÍAS DE TORIL Y MASEGOSO A la izquierda [la cañada Real de La Venta] asciende por el cerro Saldón, pasa por Muela Quemada y el cerro Carrasco (1610 m) hacia la masía Zarzoso, que nos sirve de enlace con la fuente de Las Estacas. Desde esta encrucijada cañariega salen varios pasos alternativos (…). Un paisaje sobrio pero hermoso nos ha acompañado en nuestro peregrinar por las tierras meridionales de la sierra. Tras el Ocejón, cima encaramada frente a El Cañigral, una reminiscencia de la tribu berebere awsaya, como ya anotó Jacinto Bosch Vilá en su Albarracín musulmán, el paisaje nos atrae hacia las desconocidas e inquietantes tierras de la serranía de Valencia, un tesoro por descubrir [p. 109] Juan Manuel Berges Sánchez, «De Los Chermanetes a la Fuente Las Estacas. La Cañada Real de La Venta» en P. Artigot Martínez, Sierra de Albarracín, Zaragoza, PRAMES (Guía Red Natural de Aragón, 20), 2007, pp. 102-109.
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LA TRASHUMANCIA SERRANA (GUADALAVIAR)
«Para una historia de las instituciones pastoriles en Aragón: la Mesta de Albarracín a través de sus ordinaciones», en J. L. Castán y C. Serrano (coords.), La trashumancia en la España mediterránea (Historia, antropología, medio natural, desarrollo rural), Zaragoza, CEDDAR, 2004, pp. 263-363.
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«Infraestructura pecuaria de Ciudad y Comunidad de Albarracín», en Guía del Museo de la Trashumancia, Guadalaviar (Sierra de Albarracín, Teruel), Guadalaviar, Museo de la Trashumancia, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2001, pp. 73-79.
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SALDÓN
Saldón (Archivo AVP)
La aldea de Saldón fue una de las últimas aldeas en incorporarse a la comunidad de aldeas pues hasta comienzos del siglo XIV fue propiedad de Juan Ruiz de Heredia, mientras la aldea de Bezas dependió del señorío directo de la ciudad (…). Era frecuente que los señores de Albarracín y la monarquía utilizaran con frecuencia las aldeas como garantía de sus operaciones ya que dependían del patrimonio real; en especial la aldea de Saldón fue objeto de numerosas transacciones (…). La serna de Saldón1, área de proyección agrícola del terrazgo de la aldea, se convierte por este motivo en objeto de donaciones reales (…). En 1295 Jaime II concede a Gil Pérez, hijo de Pedro Vellida, vecino de Albarracín, en “franco alodio” una heredad en Saldón con detalle de sus límites. El 17 de enero de 1299 el mismo monarca dona la aldea de Saldón a Juan Ruiz de Heredia por servicios prestados, aunque su esposa Elvira Ramírez devolvió al monarca sus derechos el 2 de mayo de 1302, por lo que dicha aldea no se separó de las tierras de realengo y quedó incorporada posteriormente en la comunidad de las aldeas (…). La aldea de Saldón fue una heredad ligada al patrimonio de la monarquía hasta principios del siglo XIV, tema que ya hemos comentado. Este espacio fue objeto de sucesivas donaciones de los reyes cuya finalidad era poner en cultivo tierras yermas. La “sernam iusanam” de Saldón se extendía hasta la heredad de Mierla y fue utilizada por la monarquía para desarrollar el avance roturador. Así lo demuestran las donaciones efectuadas por Jaime II. Juan Manuel Berges Sánchez, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (12841516), Zaragoza, Universidad de Zaragoza (tesis doctoral), 2007, passim.
1 Es variado el significado etimológico de la Serna, en ocasiones equiparable a las tierras cerealeras tal y como se observa en Castilla (…).
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Sobre esta localidad serrana escribió asimismo Juan Manuel un reportaje en la revista Verde Teruel («Saldón. Entre sabinares centenarios», Verde Teruel, 26, 2011, pp. 8-26).
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
MOSCARDÓN Y ROYUELA Moscardón ocupará un espacio intermedio frente a Calomarde [en el siglo XV]. Esta aldea [Moscardón] será conocida en los siglos posteriores por sus afamados paños dieciochenos y sezenos muy apreciados en el mercado zaragozano. Todavía a principios del siglo XVI no estaban fijados sus límites pues se origina un conflicto territorial con su vecina Royuela en el paraje de la fuente Sancho Aragonés por haber roturado el paso. Royuela ocupa el centro geográfico del término de Albarracín y ya en esta época se explotaban sus afamadas salinas, tanto de la Hoyalda como del Loparde1. Su desarrollo se vio truncado por pertenecer las tierras limítrofes de su término a la caballería villana, lo que cerró su área de expansión2. Juan Manuel Berges Sánchez, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (12841516), Zaragoza, Universidad de Zaragoza (tesis doctoral), 2007, pp. 170-171.
1 Está datada una romería desde la ciudad a esta aldea en la festividad de la Cruz de Mayo cuando se bendecían los términos. Un acto arraigado en otras áreas de la cultura ibérica. Allí estaba enclavado el único monasterio de la zona, Nuestra Señora de los Dolores, de la Orden de los Trinitarios, patrona y abogada de la comunidad de aldeas, donde posteriormente celebrarán sus sesiones la Mesta de Albarracín y sus Plegas la propia Comunidad. 2 El valle de Royuela estaba circundado por heredades muy fértiles para la cría de ganado, fundamentalmente Entrambasaguas –del obispado–, Picache, Roclos, La Cañada, La Hoyalda, Los Lopardes de la Torre y la Peña (el primero de Juan Díaz, el del medio del Palomar, el de la Peña de los Garceses y el de Conejera, los cuatro propiedad de Mari Díaz, y la Torre de los Arganzas), y Los Molinares. En los aledaños de la aldea la heredad de Pedro Fernández de Heredia, la Casa de Doña Andrea y la propiedad de Lope Álvarez de Espejo. Vid. BERGES SANCHEZ, J. M., “Apuntes para una historia de Royuela. Los siglos XIV-XV”, Ruideros, 44, (1997), pp. 18-19. Posteriormente se incorpora el Loparde de las Almenas que hoy se conoce como Santa Lucía (Cfr. TOMAS LAGUIA, C., “Las iglesias de la diócesis de Albarracín...”, pág. 124). Y en la actualidad El Lozano quizás como influencia del apellido.
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DE SANTA CROCHE A VALTABLADO Y VALLE CABRIEL
«Los López Heredia, señores de la baronía de Santa Croche y Gaibiel», Rehalda, 6 (2007), pp. 15-32.
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BRONCHALES
En este número de la revista Borrocal (Bronchales) quedan unidas dos pasiones de Juan Manuel Berges: Bronchales y Orihuela. En este volumen escribió un artículo que lo demuestra claramente: «La devoción a la Virgen del Tremedal en Bronchales», Borrocal, 7, 2012, pp. 17-25.
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IV
XV Aniversario del Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
- Especial XV Aniversario - Año 2019
15 AÑOS DE PUBLICACIONES EN RECUERDO DE JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ (I)
José M. Latorre Ciria, La Comunidad de Albarracín, Teruel: Instituto de Estudios Turolenses, 2006. (Cartillas Turolenses, 24). Cubierta y portada: Ciudad de Albarracín. Diseño: Victor M. Lahuerta Guillén (Zaragoza, 2006)
Una obra que sintetiza el estudio que sirvió de catalizador para la fundación del CECAL, exponente de un trabajo colectivo, de lo que puede lograrse con la unión de esfuerzos personales encaminados a un objetivo común (José M. Latorre Ciria).
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(II)
Alberto Villén Pinilla, Tintas y tintes. Desde El Tremedal, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2012. Diseño de cubierta: Carmen Martínez a partir de un dibujo de A. Villén. Prólogo de Juan M. Berges, pp. 11-12.
«Este puñado de versos que ha elaborado Alberto Villén Pinilla desnudan sin bagaje la personalidad del autor, quien siempre gustó de recrearse en este espinoso lenguaje artístico, en este caso a través de un tema vivido y sentido desde su niñez. El monte del Tremedal le atrapa en una tela de araña de la que difícilmente puede despegarse porque es su fuente de inspiración…» (Juan M. Berges, «Proemio. Una puerta abierta al corazón», diciembre de 2012, pp. 11˗12). «El contenido del libro nace durante la estancia como santero en la ermita del Tremedal, en el verano de 2010» (Alberto Villén, p. 13).
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(III)
Juan M. Berges y Raúl Ibáñez, El culto a la virgen del Tremedal, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2012. - 306 p. (Etnografía; 4). Diseño de cubierta: M. Carmen Martínez Samper. Fragmento del panel cerámico Virgen del Tremedal, C/ Betxi, 13, Villarreal (Castellón).
Toda la dedicación y querencia de Juan Manuel por su Virgen del Tremedal la mostró en este libro, en el que colaboró también Raúl Ibáñez. Antes y después también le dedicó a esta virgen serrana páginas y esfuerzos. Y a su hermano, que había faltado poco antes de su publicación, dedicó esta obra («al profesor querido y hermano ejemplar»).
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(IV)
Cubierta de la revista Rehalda, número 23, otoño de 2015
Juan Manuel siempre estuvo detrás de la revista Rehalda: como coordinador-editor, o escribiendo en la misma. Entre los artículos publicados en ella, podríamos destacar el que dedicó a la ruta entre la Fuente de las Estacas y la Cueva del Tejo. El encanto remoto e inhóspito de este último paraje quedaría impreso para siempre en su alma. Algunas imágenes del mismo (de la Cueva del Tejo) sirvieron para ilustrar la cubierta y contracubierta de aquel número 23. [Juan M. Berges, «Paisajes desconocidos de la Sierra de Albarracín: de la Cueva el Tejo a la fuente Las Estacas», Rehalda, 23, pp. 45-55]
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
(V)
P. Artigot Martínez y L. Martínez Utrillas, Reserva de Caza “Montes Universales”, Tramacastilla (Teruel): Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2006. - 62 p. (Colección Maita).
Puedo decir que he conocido pocas personas tan apasionadas por su sierra: por conocerla, por darla a conocer, por entenderla, por transmitirla, por conservarla, por preservarla, por pelearla, por llorarla..., por amarla, como Juan Manuel Berges (Luis Martínez Utrillas).
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(VI)
Carmen Martínez Samper, Espacios de la espera (Catálogo de la exposición de escultura de Carmen Martínez Samper), CECAL, 2010 (47 p.).
El catálogo de la exposición “Espacios de la espera” va unido a unas palabras de Juan Manuel, que con tanto cariño preparó para hacer la presentación en el Claustro de San Pedro (Teruel, septiembre de 2010). Siempre incondicional... estuvo allí. Una tarde de lluvia, él venía de viaje y yo no sabía si llegaría a tiempo. A pesar de lo que parecía deparar la tormenta, tras “la espera”, sus palabras abrieron las ventanas al reencuentro. Dejo el final de su presentación, que conservo con el mayor de los cariños (Carmen Martínez Samper): Dar tiempo al tiempo en los espacios de la espera que despiertan nuestros sentidos. La ilusión como espera, la confianza como espera, el amor como espera, el sueño que esperas. Espera una ilusión Espera con confianza Espera el amor Pero abre tu corazón, empuja las ventanas que no cierran y despierta ante el sueño que esperas. Juan Manuel Berges, 2010
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(VII)
Tomás Collado, Historia de Albarracín: armonía entre la historia general de la nación y la particular de Albarracín [1848] [transcripción, ed. y coord. J. L. Castán; estuds. introduct. O. Collado, J. M. Berges y J. L. Castán], Tramacastilla: Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2011. - 577 p.; (Clásicos; 4).
Su implicación en esta obra consiguió que fuera editada con gran calidad. Un lujo que todos podemos disfrutar. Además, la presentación contó, gracias a la amistad y a las excelentes relaciones de Juan Manuel Bergues, con la presencia del catedrático y académico de la Historia Martín Almagro Gorbea. Sin él no hubiera sido posible (José Luis Castán Esteban).
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(VIII)
Actas I Jornada sobre Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 2009) (E. Cutanda, J. M. Berges, V. Lacambra; coord.), CECAL-Comarca de la Sierra de Albarracín, 2011.
El diseño de la portada de las actas de la Primera Jornada de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín estuvo a cargo de Elena López y Carmen Martínez Samper. De la recopilación de las ponencias y comunicaciones se encargaron Eloy Cutanda Pérez, Víctor Manuel Lacambra Gambau y Juan Manuel Berges Sánchez. Fueron las primeras actas de un camino que se inició en la localidad de Bezas, el 12 de diciembre del año 2009 (Víctor Lacambra Gambau).
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(IX)
José M. Vilar Pacheco (comp.), Textos y signos de la Sierra de Albarracín. Antología y catálogo ilustrado de bibliografía, Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2013 (432 p.)
Aunque el estudio sobre el léxico serrano (Léxico y cultura popular de la Sierra de Albarracín; 2008) constituye una síntesis de mi tesis doctoral, elijo este catálogo ilustrado de textos y signos (setecientos setenta y siete en total) por la generosa presentación que hizo del mismo Juan Manuel. Fue en Albarracín, en abril de 2013. Gracias por aquellas palabras tan cálidas y generosas (José M. Vilar).
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(X)
Pedro Saz, El silencio del sabinar, CECAL, 2013. - 601 p. (Literatura; 1). Diseño de cubierta y dibujo a plumilla: M. C. Martínez Samper.
Convaleciente de una delicada operación cuando iba a presentar mi primera novela, Juan Manuel Berges logró llevar mi voz a todos los presentes en aquel inolvidable acto. Sus palabras de ánimo lograron emocionarme al otro lado del teléfono mientras escuchaba su intervención en el salón de actos de Monterde, dejándome bien a las claras el significado de la palabra amistad (Pedro Saz Pérez).
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(XI)
I.E.S. Lobetano (Albarracín), Silvia Martín, M. Carmen Millán, Carmen Saavedra, Yolanda Torres, Victoria Valero (coords.), La Sierra de Albarracín en cuatro tiempos, CECAL, 2014 (Maita; 5), 206 p.
Te conocimos, Juan Manuel, a ti y a los miembros de la Junta del CECAL a través de la Jornadas sobre Patrimonio Cultural Inmaterial de la Sierra de Albarracín (PCISA). Hablando contigo, nos animaste a presentarnos a las Becas de Investigación que se convocan a través del CECAL con nuestro proyecto de investigación, el cual veníamos desempeñando con los alumnos a largo del curso 2013/14, titulado: “La Sierra de Albarracín en Cuatro Tiempos”. Juan Manuel, ya conocedor de lo que estábamos haciendo, alentaste nuestro trabajo. El producto final fue la edición a través del CECAL de un libro; resultado que para los alumnos y su familia fue altamente motivador… (IES Lobetano, Albarracín).
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(XII)
Raúl Ibáñez (coord.), Fuentes, manantiales y otros puntos de agua de la Sierra de Albarracín (aproximación a su estudio e inventario), Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL), 2015 (397 p.)
Yo le ofrecí una idea, él compartió su sabiduría. Gracias. (Raúl Ibáñez Hervás)
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(XIII)
Manuel Matas, Las ermitas de la Comarca de la Sierra de Albarracín: patrimonio material e inmaterial, CECAL, 2015 (253 p.).
A Juan Manuel le debo bastantes cosas que atesoro en el corazón junto a buenos recuerdos que me dejó su amistad. La primera fue invitarme a formar parte de CECAL como vocal y responsable de la página Web, tarea que realizo desde 2009. No tardó mucho en convencerme de escribir varios artículos para la Revista Rehalda, para seguidamente alentarme a hacer mi primer trabajo como investigador del patrimonio de nuestra Sierra. Fruto de este empeño, publicamos en 2011 mi opera prima: Los Peirones de la Comarca de la Sierra de Albarracín. No tardó en seducirme de nuevo para continuar otra investigación de mayor envergadura sobre las ermitas de la comarca, que hoy reivindico con orgullo, sobre todo, para destacar mi gratitud a nuestro añorado presidente por su aliento constante, sus consejos, la corrección del original y uno de esos magistrales prólogos que hacía analizando la obra, destacando sus méritos y haciéndote sentir importante para el colectivo del Centro y para esta entrañable Sierra. ¡Infinitas gracias, maestro, amigo, compañero! (Manuel Matas Velasco).
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Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín
(XIV)
Eloy Cutanda Pérez, La represión franquista en la Sierra de Albarracín, CECAL, 2017 (Colección Estudios; 10); 221 p.
De mi etapa en el CECAL, como miembro de la Junta Directiva, destacaré dos recuerdos: uno tiene que ver con el hecho de que siempre me sentí muy bien acogido entre el resto de compañeros; el otro, por supuesto, se dirige a la figura de Juan Manuel Berges, su presidente durante años y gran impulsor del Centro: buen amigo, gran investigador, excelente gestor (Eloy Cutanda Pérez).
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(XV)
Portadas de la revista Rehalda: a) Número 10 (2009): monográfico dedicado a la Guerra de la Independencia. Volumen conmemorativo de la presencia francesa en el Partido de Albarracín durante la Guerra de la Independencia (1809-2009) [coord. J. M. Berges]. b) Número 20 (2014). Especial X Aniversario del CECAL [coords. J. M. Berges y J. M. Vilar]
En la edición de estos números extraordinarios de la revista Rehalda trabajó Juan Manuel como coordinador y editor de los mismos.
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15 AÑOS DE PUBLICACIONES PUBLICACIONES DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN (CECAL) CATÁLOGO (2005-2019)
I. Colección ESTUDIOS 1. P. Saz, Entre la utopía y el desencanto: la Comunidad de Albarracín en la encrucijada del cambio (1919-1936), 2005 (372 p.) 2. J. M. Vilar Pacheco, Léxico y cultura popular de la Sierra de Albarracín, 2008 (266 p.) 3. G. Mateo Sanz, Introducción a la flora de la Sierra de Albarracín (Teruel), 2008 (251 p.) 4. J. L. Castán, El final de los fueros de de Teruel y Albarracín en el siglo XVI, 2009 (293 pág.) 5. J. M. Berges, Actividad y estructuras pecuarias en la Comunidad de Albarracín (1284-1516), 2009 (773 p.)
9. M. Á. Motis y J. M. Berges, Los judíos de Albarracín en la Edad Media (1284-1492) 2014 10. E. Cutanda, La represión franquista en la Sierra de Albarracín, 2017 (221 p.) II. Colección BIBLIOTECA DIGITAL 1. J. M. Vilar Pacheco, Ensayo de bibliografía sobre la Sierra de Albarracín (Teruel), 2005 (226 p.). Disponible en Red: página electrónica del Centro (con las adendas correspondientes: 2006-2013; y la información bibliográfica en revista Rehalda) III. Colección CATÁLOGOS
6. E. Cutanda, La Comunidad de Albarracín en los siglos XVI y XVII (Hacienda, élites y poder), 2010 (440 p.)
1. La Sierra de Albarracín en el Archivo López Segura: catálogo de la exposición fotográfica, 2006 (64 p.) [coordinado por R. Ibáñez; diseño, C. Martínez]
7. J. L. Peña Monné, M. Á. Sánchez y M.ª V. Lozano (coords.), Las formas del relieve de la Sierra de Albarracín, 2010 (246 p.)
2. J. M. Vilar (comp.), Textos y signos de la Sierra de Albarracín (antología y catálogo de bibliografía), 2013 (432 p.)
8. E. Cutanda, Ordinaciones de la Comunidad de Teruel (1598-1725), 2012 (565 p.)
3. Carmen Martínez (coord.), Sin una mirada no hay paisaje (2018-2019), 2018 (64 p.)
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IV. Colección CLÁSICOS
VI. Colección ETNOGRAFÍA
1. F. Lorente, Historia panegírica de la aparición y milagros de María Ssma. Del Tremedal venerada en un monte de Orihuela del Obispado de Albarracín [1876], 2005 [ed. facs.; prólogo J. M. Berges]
1. J. L. Aspas y J. C. Alpuente, Setas comestibles de los Montes Universales: guía gastronómica, 2008 (131 p.)
2. I. de Antillón, Descripción del partido de Albarracín en 1795, 2006 (156 p.) [introd. de J. M. de Jaime Lorén; ed. de J. L. Castán] 3. Damián Murciano, Breve y verdadera relación y discurso de las cosas y cassos más notables que en la ciudad de Sancta María de Albarrazín, del reyno de Aragón, ay y se hallan desde su conquista de poder de moros y desde su población asta nuestros tiempos... [1623], 2007 (112 p.) [edición, introducción y notas, E. Cutanda Pérez] 4. Tomás Collado, Historia de Albarracín: armonía entre la historia general de la nación y la particular de Albarracín [1848] [transcripción, ed. y coord. J. L. Castán; estuds. introduct. O. Collado, J. M. Berges y J. L. Castán], 2011.
2. D. Álvarez, J. M. Berges, J. Lozano y J. M. Vilar, Rutas de la trashumancia por la Sierra de Albarracín a pie y en BTT, 2009 (127 p. + mapas) 3. A. Fornes y J. L. Aspas, Platos de siempre de los Montes Universales, 2010 (225 p.). 4. J. M. Berges y R. Ibáñez, El culto a la Virgen del Tremedal, 2012 (306 p.). VII. Colección MAITA 1. P. Artigot Pérez y L. Martínez Utrillas, Reserva de Caza “Montes Universales”, 2006 (62 p.) 2. F. Aspas Rodríguez, Jabaloyas: sus costumbres y sus fiestas, 2011 (63 p.) 3. M. Mata, Los peirones de la comarca de la Sierra de Albarracín, 2011 (105 p.). 4. A. Villén, Tintas y tintes. Desde El Tremedal, 2012 (79 p.)
5. José Zapater, Escenas albarracinenses [transcripción, ed. y notas, José M. Vilar], 2019 (400 p.)
5. IES Lobetano / S. Martín, M. C. Millán, C. Saavedra, Y. Torres, V. Valero, La Sierra de Albarracín en cuatro tiempos, 2014 (214 p.)
V. Colección ESTUDIOS MUSICALES
6. S. Moreno (coord.), Torres de Albarracín en su historia, 2015 (142 p.)
1. J. F. Teixidor y Latorre, Las lamentaciones a tres y a dúo: Albarracín, 1811 [música impresa; partituras]; estudio y transcripción de J. M. Muneta Martínez de Morentín], 2008 (91 p.) 2. La guitarra: dos cuadernos del Archivo de Música de la catedral de Albarracín [estudio y transcripción de J. J. Muneta; guitarra, P. Abril], 2009 (54 pág. + cd)
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7. P. Saz, Crónicas de Toril y Masegoso durante el siglo XX, 2016 (216 p.) VIII. Colección PATRIMONIO 1. C. Martínez Samper, Por la ventana: prosémica del espacio, 2008 (184 p.) 2. J. M. Vilar, Callejero de la Sierra de Albarracín, 2012 (164 p.)
- Especial XV Aniversario - Año 2019
3. Carmen Martínez Samper, Adolfo Jarreta. De la forja tradicional a la forja del arte, 2014 (172 p.) 4. R. Ibáñez (coord.), Fuentes, manantiales y otros puntos de agua de la Sierra de Albarracín (aproximación a su estudio e inventario), 2015 (397 p.) IX. Colección ACTAS
Número 20 (2014) Especial X Aniversario del CECAL [coords. J. M. Berges y J. M. Vilar] Publicaciones en colaboración con otras editoriales e instituciones 1. J. M. Latorre Ciria, La Comunidad de Albarracín, Instituto de Estudios Turolenses (Cartillas Turolenses, 24), 2006 (68 p.)
1. Jabaloyas. I Jornadas sobre la brujería (Jabaloyas, 17-19 de junio de 2010) / Francisco Lázaro Polo, coord., 2011 (260 p.)
2. L. A. Sáez Pérez, La economía de la Sierra de Albarracín, Centro de Estudios sobre la Repoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (Ceddar, 11), 2007 (298 p.)
X. Colección LITERATURA
3. J. V. Moreno, Cantada a solo y cuatro villancicos a 4 y 6 voces con violines. Catedral de Albarracín, siglo XVIII [estudio y transcripción J. M.ª Muneta], Institución “Fernando el Católico” (Polifonía Aragonesa, XIII), 2009 (213 p.)
1. P. Saz, El silencio del sabinar, 2013 (601 p.) 2. La beata Gregoria (un cuento popular de la Sierra de Albarracín),( texto C. Martínez; ilustr. E. López), 2017 (29 p.) 3. P. Saz, Cruce de caminos, 2017 (541 p.) 4. La cabra montesina, (un cuento popular de la Sierra de Albarracín), (texto C. Martínez; ilustr. E. López), 2017 (33 p.) 5. P. Saz, Sabinaquemada, 2018 (300 p.) 6. Las tres brujas (un cuento popular de la Sierra de Albarracín), (texto C. Martínez; ilustr. E. López) 2018 (28 p.) REVISTAS Revista Rehalda Números 1 (2005) a 30 (2019) Número 10 (2009): monográfico dedicado a la Guerra de la Independencia. Volumen conmemorativo de la presencia francesa en el Partido de Albarracín durante la Guerra de la Independencia (1809-2009) [coord. J. M. Berges]
4. J. A. Jarque, Historia Breve de la milagrosa aparición de la Santísima Virgen en el Tremedal, monte de Orihuela, en la Comunidad de Santa María de Albarracín [1660], Valladolid, Editorial Maxtor, 2009 (61 p.) (ed. facs.) 5. F. Lorente, Compendio de la historia de la aparición y milagros de Nuestra Señora del Tremedal… [1793], Valladolid, Editorial Maxtor, 2009 (151 p.) (ed. facs.) 6. Compendio de la historia de Ntra. Sra. del Tremedal [1914]; Valladolid, Editorial Maxtor, 2009 (62 p.) (ed. facs.) 7. El sabinar de Monterde de Albarracín (dvd), (Huesca): Pyrene, P. V., 2010 [Dirigido por E. Monesma; asesores científicos: L. Martínez, D. Guillot y P. Saz] 8. El culto a la Virgen del Tremedal (dvd) [Dir. y ed. J. M. Berges y R. Ibáñez; fotografías, V. Aparicio et al.; música, Ana Al-
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calde]– [s. l.]: Junta de la Virgen del Tremedal; CECAL, 2009. 9. Actas I Jornada sobre Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 2009) (E. Cutanda, J. M. Berges, V. Lacambra; coord.), CECAL-Comarca de la Sierra de Albarracín, 2011. 10. Actas II Jornada sobre Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Bezas, 2010) (E. Cutanda, J. M. Berges, V. Lacambra; coord.), CECAL-Comarca de la Sierra de Albarracín, 2012. VARIA Una mirada por la Sierra de Albarracín (Ed. R. Ibáñez; diseño, C. Martínez), 2007 (dvd).
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Espacios de la espera (Catálogo de la exposición de escultura de Carmen Martínez Samper), 2010 (47 p.). Oficios tradicionales de la Sierra de Albarracín, 2012 (puzzle) (CECAL): Diez años de publicaciones (20042014), 2014 (1 dvd recopilatorio + folleto 9 p.) M. Matas, Las ermitas de la Comarca de la Sierra de Albarracín: patrimonio material e inmaterial, 2015 (253 p.) L. Rubio, P. Saz, J. L. Castán, C. Martínez, Historia ilustrada de la Comunidad de Albarracín, 2019 (83 p.)
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ÍNDICE TEMÁTICO DE LA REVISTA REHALDA (Números 1-29) (2005-2018)1 BIBLIOGRAFÍA / ARCHIVOS J. M. VILAR: La cambra bibliográfica: más de mil títulos (16) - Información bibliográfica (Sección La Librería) (1 a 29) J. M. PALOMAR MARTÍNEZ: El Archivo Municipal de Torres: anotaciones históricas (19) I. CARRAU: Curiosidades documentales en los archivos municipal y parroquial de Bronchales (1367 – 1871) (20-21); PARQUES Y MUSEOS L. MARTÍNEZ: El Parque Cultural de Albarracín (13) L. MARTÍNEZ y V. LACAMBRA: Museos y centros de interpretación de la Sierra de Albarracín (16, 18, 23) A. HERNÁNDEZ y J. G. FRANCO: La dinamización del Acueducto romano de Albarracín-Cella realizada desde el Centro de Visitantes de Gea de Albarracín (2012-2016) (28) P. J. LAVADO, N. VALCÁRCEL, B. SIERRA y V. LACAMBRA: 20 años del Museo de Juguetes de Albarracín (29) HISTORIA ECLESIÁSTICA J. ANGULO: Fray Joaquín González de Terán, el obispo de Albarracín que no estuvo nunca en Albarracín (27) J. M. LATORRE: El renacimiento del obispado de Albarracín en tiempos de la contrarreforma (20) - La cofradía de clérigos del obispado de Albarracín en la Edad Moderna (25) J. V. FUENTE, F. COTINO, E. PRADAS, I. QUINTANA, P. GRACIA: El profundo cambio en el culto experimentado en Bronchales durante el siglo XVII a través de sus iglesias y documentos históricos (24) 1 Entre paréntesis (número de la revista).
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RELIGIOSIDAD POPULAR J. L. CASTÁN: Las cofradías de las Ánimas del Purgatorio en la Comunidad de Albarracín (9) L. A. GIMÉNEZ ALAMÁN, P. ROIG PICAZO, J. BERNAL NAVARRO: La Misa de los Tangarros y la procesión del encuentro. Una aproximación a la religiosidad popular de Gea de Albarracín (17-18) - La Misa de los Tangarros y la procesión del encuentro. Una aproximación a la religiosidad popular de Gea de Albarracín (II) (Apéndice gráfico) (18) M. MATAS VELASCO: La devoción a San Roque en la Sierra de Albarracín (18) J. M. BERGES: Nuevas noticias en torno al culto a la Virgen del Tremedal (25) POBLACIÓN M. PASCUAL FORNÉS: La evolución de la población en la Sierra de Albarracín (1) J. REDRADO: Población de Gea en 1895. Una aproximación a los habitantes de Gea a finales del XIX (20) ECONOMIA L. A. SÁEZ: Economía de la Sierra de Albarracín en el inicio de siglo. Un ensayo sobre teorías y prácticas en tierras exigentes E. BENEDICTO: La difusión de las ferrerías hidráulicas en las sierras de Molina, Albarracín y Cuenca entre los siglos XV al XIX (24) EDUCACIÓN Y CULTURA J. L. CASTÁN: La educación en Albarracín en los siglos XVIII y XIX: el Colegio de los Escolapios (7) M. L. ALCALÁ: Alfabetización y escuelas en el partido de Albarracín durante el siglo XIX (20) V. LACAMBRA GAMBAU: La importancia de la cultura en la comarca de la Sierra de Albarracín (20) ASOCIACIONES Asociación “El Endrinal” de Bronchales: CECAL cumple diez años (20) Asociación Cultural “El Solanar de Gea” (2008 – 2013) (20) Asociación Cultural “La Falaguera” (Orihuela del Tremedal): Gente y hechos de Orihuela del Tremedal (20) APSMA (Asociación de la Promoción de la Salud y el Medio Ambiente en la Sierra de Albarracín): por una Sierra de Albarracín saludable, sostenible y solidaria (20) Asociación Cultural La Albarca (El Vallecillo): El Vallecillo (20) Asociación Cultural «El Borrocal» de Bronchales: La Asociación Cultural «El Borrocal» de Bronchales, un recuerdo a la forma de vida de las masadas (20) R. CADIERNO DOMINGO: Raquel, la de Madrid (20)
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ETNOLOGÍA Fiestas, costumbres, memoria y vida cotidiana J. M.ª y M. RUÍZ BARRERA: El juego de la morra: la nobleza y el vigor de la Sierra (8) J. M. PALOMAR: Usos del agua: el molino de Tramacastilla (5) - Usos del agua. La fábrica de lanas de Tramacastilla (9) C. MUÑOZ: El sestero en la Sierra de Albarracín (2) Á. CALERO y P. VIDAL: El pastor trashumante, esencia de la sierra (12) J. M. PALOMAR: Comercios de Tramacastilla (13) J. PASTOR: Un son que desaparece (15) J. HERRANZ: Monaguillos (15) M. MATAS: Cuatro delitos acaecidos en Noguera de Albarracín en los albores del siglo XX (13); E. CUTANDA PÉREZ: Que las rondas no son buenas (1) - El jamón y otros presentes. Obsequios y agasajos en la Comunidad de Albarracín (siglos XVI y XVII) (3) - La visita del obispo y el saludo de Teodoro (8) - El tejero y la procesión (9) I.E.S. ALBARRACÍN: La Sierra de Albarracín en cuatro tiempos (20) V. LACAMBRA: La fiesta del árbol en la Comunidad de Albarracín (28) Redacción: Un mayo de Torres en la colección del compositor E. López-Chavarri (Biblioteca Valenciana) (22) Gastronomía J. L. ASPAS: Gastronomía en los Montes Universales: los gaspachos (5) - Gastronomía en los Montes Universales (3) A. FORNES y J. L. ASPAS: Gastronomía de los Montes Universales: Cuerva (11) - El plato: escarbamoñigo con setas (15) - Gastronomía de los Montes Universales: el pan (20) MEDIO NATURAL Y CLIMATOLOGÍA E. GUILLÉN: Las turberas del macizo de El Tremedal (21) M. V. LOZANO: Patrimonio paisajístico de la Sierra de Albarracín: cartografia para su conocimiento y gestión (20) J. LAHOZ (Drakis): Polos del frío en la Sierra de Albarracín (20) Botánica L. MARTÍNEZ UTRILLAS: Bosques de la Sierra de Albarracín: rebollares o quejigales (3) - Bosques de la Sierra de Albarracín: Los melojares (1)
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- Nuestros árboles: el acebo (7) - Especies singulares de árboles y arbustos y otras hierbas (11) A. HERNÁNDEZ: Gayuba (Arctostaphylos uva ursi). La planta eficaz para combatir los males de orina (7) J. L. ASPAS CUTANDA: Setas de los Montes Universales: la seta de marzo (1) - Setas venenosas de los Montes Universales (8) - Plantas de los Montes Universales: la ajedrea (2) J. CARRASQUER: La planta: las manzanillas de Ródenas (15) G. MATEO: La flora de la Sierra de Albarracín: un patrimonio valioso y bien conservado, pero poco conocido y valorado; (7) D. GUILLOT: Plantas ornamentales de Noguera (Teruel). Coníferas y monocotiledóneas (I); (9) - Viola corneta L. y Cerastium tomentosum L., dos nuevos taxones alóctonos en la Sierra de Albarracín (Teruel, España) (15) - Algunas especies del género Runilla L. presentes en la Sierra de Albarracín, y sus posibles usos en jardinería (17) - Gomphocarpus Physocarpus E. Mey., una nueva especie alóctona en la flora aragonesa, presente en la Sierra de Albarracín (19) - Plantas ornamentales de Noguera (Teruel). Angiospermas dicotiledóneas (II) (11) - Echinopsis Chamaecereus H. Friedrich & Glaetze (cactaceae): una nueva especie alóctona en Europa (12) - Hedera Hibernica (Kirchner) Bean, primera cita en la Sierra de Albarracín (12) - Rhus Coriaria L. (Zumaque), un antiguo cultivo de la Sierra de Albarracín (14) Zoología J. A. PERIS LOZANO: Monterde de Albarracín. Censo de las aves observadas en el itinerario de transecto a través del río Manzano, desde el puente de la población hasta el final del Barranco de la Hoz (19) M. VILLATA: Las abejas: «unas criaturas enigmáticas con comportamientos casi humanos» (20) E. MURGUI: Contribución al conocimiento del la avifauna reproductora de Orihuela del Tremedal (Teruel, España) (25) J. E. TORMO: Introducción a los lepidópteros (mariposas y polillas) de la Comunidad de Albarracín (25) Hidrología M. SÁNCHEZ, A. OLLERO y M. V. LOZANO: El río Guadalaviar: su comportamiento hidrológico (7) M. V. LOZANO, A. OLLERO y M. SÁNCHEZ: Valoración del estado ecológico del río Guadalaviar en aplicación de la directiva marco europea del agua (9)
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Paleontología R. SÁEZ ABAD: La paleontología en la Sierra de Albarracín: I. Los fósiles del Paleozoico (3) - La paleontología en la Sierra de Albarracín: I. Los fósiles del Meseozoico (4) J. HERRERO y F. PÉREZ-LORENTE: Icnitas terópodas, saurópodas y tiréforas (Jurásico SuperiorCretácico Inferior) en Moscardón (Teruel, España) (20) RUTAS, SENDEROS, VIAJES Y COMUNICACIONES P. SAZ PÉREZ: La ruta de senderismo “Abrigo de los pastores” en Monterde de Albarracín (2) - Monterde de Albarracín. Sendero circular de las sabinas centenarias (PR-TE 136) (9) - Las comunicaciones en la Sierra de Albarracín a principios del s. XX (1) J. PASTOR y A. GARCÍA: Antiguo camino de herradura desde Albarracín a Huélamo (4) - Camino comercial entre Villar del Cobo y Orihuela del Tremedal (14) - Camino de Villar del Cobo hasta el extremo meridional del término en la Vega del Tajo (18) - Trazado, uso y noticias del antiguo camino de Villar del Cobo a Tramacastilla (6) R. PRADAS JULVE: La vereda de los Serranos (los últimos vaqueros) (20) J. M. VILAR: Un geógrafo portugués por tierras serranas (1611) (25) F. J. CATALÁ: Tierras sensibles. Andanzas y venturas por pueblos y aldeas del sur turolense y del Rincón de Ademuz (25, 26, 27 y 28) BELLAS ARTES Arquitectura R. SÁEZ ABAD: El acueducto romano de Albarracín-Gea-Cella (1) A. ALMAGRO GORBEA: Las casas de diezmos de la Sierra de Albarracín (16) - El alero de la casa de los Monterde en Albarracín (20) P. L. HERNANDO: Un ejemplo de la arquitectura de la repoblación en los reinos bajomedievales hispanos. La ermita de Santa Bárbara de Bronchales (20) ANTONIO HERNÁNDEZ PARDOS, Los secretos de las murallas de Albarracín: el tramo junto al patio del Museo (24) J. VICENTE, P. GRACIA, I. QUINTANA, E. PRADAS: Escaneando nuestro pasado. Exploración no destructiva en la ermita de Santa Bárbara de Bronchales (22) Arquitectura popular C. MARTÍNEZ: La arquitectura tradicional a través de los sentidos (6) J. M. BERGES: Arquitectura popular: Colmenares (20) Arte, patrimonio cultural y gestión del patrimonio A. JIMÉNEZ MARTÍNEZ: Fundación Santa María de Albarracín. Un modelo de gestión cultural del Patrimonio (1)
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A. JIMÉNEZ MARTÍNEZ y M. SILVESTRE ADIVINACIÓN: La restauración de bienes muebles desarrollada por la fundación Santa María de Albarracín. Compendio general (20) R. SÁEZ: El patrimonio como recurso de desarrollo. El modelo de Albarracín (I) (6) -El patrimonio como recurso de desarrollo. El modelo de Albarracín (II) (7) E. CUTANDA: Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín (PCISA). Espacios de participación y colaboración en Internet (13) M. CENDÓN: Situación del patrimonio artístico en la Sierra de Albarracín: desde la Guerra Civil a nuestros días (11) M. MIQUEL: El retablo de San Miguel Arcángel de Gonçal Peris Sarriá de la catedral de Albarracín (11) R. IBÁÑEZ y J. LANZUELA: Imágenes de nuestra tierra. Raíces de nuestra propia identidad (6) C. YUBERO y M. GARCÍA: Turismo y patrimonio cultural en Albarracín: la conformación de un destino turístico de referencia en el medio rural (26) C. MARTÍNEZ: De aldabas, picaportes y llamadores. La fuerza de la imagen en símbolos, creencias populares y artesanía (28) - El tiempo de las mujeres. Devanar desde el arte (20) I. GINESTA: La Catedral de Albarracín desde 1527. Nuevas interpretaciones sobre algunos aspectos de su construcción y algunos descubrimientos (I) (29) JAVIER REDRADO, El retablo de Gea de Albarracín: una historia (23) B. DIEZ y P. LUIS HERNANDO: El busto relicario de Santa Rosina (24) Deporte y naturaleza L. HERNÁNDEZ: Boulder en el Rodeno (tres acuarelas) (20) E. CASTELLANO: Medio siglo después de un desencanto en Calomarde (20) V. LACAMBRA: Excursionismo en la Sierra de Albarracín (24) FILOLOGÍA Lengua J. M. VILAR: En torno a rehalda (1) - Maita ‘fresa silvestre’ (2) - M. Sanchis Guarner y las encuestas del ALPI en Bronchales (1935) (2) - Un viejo cuaderno de anotar palabras: encuestas del ALPI en Bronchales, 1935 (II) (14) - Sobre alcarreño ‘aguardiente’ (3) - Algunos nombres de aves (búhos, cárabos, vencejos y urracas) (4) - El acento de Ródenas (6) - El color de ‘escalambrujos y sanantonas’ (7) - Carreteras secundarias (algunos términos viarios) (9)
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- Viejas y nuevas palabras; y algunas dudas (11) - Sobre la palabra refitolero (‘entrometido’, curioso’) (19) - 2010: Año de la biodiversidad (12) - Ideas y palabras de una época: la guerra de la Independencia (1808-1814) (10) - Diez años cobijando palabras (21) - Retahílas con nombres propios de la Sierra de Albarracín (22-23) E. GONZALO PÉREZ: Algunas observaciones sobre el aragonés de la Sierra de Albarracín (16) - La inscripción de los Terentii de Calomarde (CIL II 3172) (17) P. LÁZARO IZQUIERDO: Lengua patria y dialectos regionales: una convivencia necesaria en el pensamiento de Manuel Polo y Peyrolón (5) Toponimia J. M. VILAR: De Albarracín a Bronchales. Topónimos en el ‘Cantar del Cid’ (5) - Algunos apuntes sobre onomástica serrana (nombres propios de la Sierra) (13) J. A. YUBERO y J. R. LÓPEZ: «El proceso entre Molina y su tierra y la ciudad de Albarracín sobre la mojonera de Sierra Molina: toponimia menor del patil de sierra» (3) Leyendas R. SÁEZ ABAD: Mitos y leyendas de la Sierra de Albarracín (2) F. LÁZARO: Una sierra de leyenda (8) J. M. VILAR: “El fraile y la monja” de Bronchales: dos versiones legendarias (8) Estudios literarios F. LÁZARO POLO: Los Baroja en la Sierra de Albarracín (5) -El viaje europeo de Manuel Polo y Peyrolón (20) R. SANZ: La Sierra de Albarracín y Polo y Peyrolón: historia de una relación ascética (13) R. IBÁÑEZ: La Cántiga CXCI de Alfonso X el Sabio: el milagro de Rodenas (12) F. EZPELETA: Rafael Pérez y Pérez como eslabón perdido de la narrativa juvenil (dos novelas sobre Albarracín) (20) Relatos, creación y evocación literaria C. PERONA: Recuerdo de la escuela de Orihuela (3) - Sobre una lejana tarde de otoño (4) - Camino de la Feria de Orihuela hace sesenta años (7) J. GONZÁLEZ JIMÉNEZ: Memorias de un joven pastor (I- II) (18-19) F. LÓPEZ y V. ROMERO: El secuestro de Paulino (5) C. MARTÍNEZ SAMPER: Como en un poema inédito (18) M. Á. MARTÍNEZ: No pensábamos que iba a llover tanto (2)
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A. PUCHOL: Nombrar la Sierra (7) - Cuando muere el verano (15) V. ROMERO: El enigma del bicho (6) - El enigma del Bicho, II. La sombra del buitre (14) - La navaja más rara del mundo (9) - Las últimas casas (13) - El despertar del toro y el sueño de Evaristo (4) - Mi amigo Pugón (12) P. SAZ: Verano, 1936 (14) - Otoño 1910 (11) - Primavera, 1930 (13) - Invierno 1920 (12) J. C. SORIANO: Escrito con luna blanca (3) TÍO CACHILES: Relatos costumbristas breves, críticos y jocosos, en ocasiones en forma de ensayo, publicados por Carlos Muñoz de Ródenas en el Diario de Teruel bajo el seudónimo del ‘Tío Cachiles’ (20) T. ALAMÁN: Recuerdos de mi infancia (22) Poesía M. GONZÁLEZ: De nuestros pájaros (4) - Juegos de la niñez (20) GEOGRAFÍA E HISTORIA Geografía e historia: divulgación de nuestros pueblos, parajes y paisajes R. ESTEBAN: Había una vez (1) J. M. BERGES: La Hoyalda (2) - La Comunidad de Albarracín a través de sus pueblos: Terriente, entre el sabor medieval de su conjunto urbano y la nostalgia del esplendor de su industria textil (14) - El Vallecillo (2) - El Vallecillo. Paisaje natural y patrimonio inmaterial por descubrir (19) - Griegos: tocando el cielo (17) - Por el corazón de la Sierra de Albarracín: el Valle Cabriel (15) J. M. BERGES: Valdecuenca: entre sabinares y trincheras; (23) Paisajes desconocidos de la Sierra de Albarracín: de la Cueva el Tejo a la fuente Las Estacas (23) J. M. BERGES y J. LAHOZ: Paisajes de nuestra Sierra. El Caimodorro (9) J. LAHOZ VICARIO: El Puerto: el paraíso escondido de la Sierra (3)
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- Muela de San Juan: más allá del esquí de fondo (4) E. TORRES: Cuaderno de Rodenas: Carlos, Domingo, Mariano, la zorra y la estela del aladro (15) V. ROMERO: Precisamente Ródenas (15) J. M. VILAR: Nacimiento del río Tajo (17) - Navaseca (2) - San Ginés (5) - Paisajes de la trashumancia. Villanueva de San Carlos (3) - El prodigioso “Castillo” de Noguera (notas y documentos) (26) A. VILLÉN PINILLA: Tremedal o tremedales (5) J. M. CHECA: El nacimiento del río Tajo, un enigma geográfico en la España del siglo XXI (27) HISTORIA Arqueología A. HERNÁNDEZ PARDOS: El castillo de Albarracín, un excepcional yacimiento arqueológico a redescubrir (I) (20) A. HERNÁNDEZ y J. FRANCO: El castillo de Albarracín (II). La campaña arqueológica de 2004 (21) Edad Media J. M. BERGES: Los López Heredia, señores de la baronía de Santa Croche y Gaibiel (6) - De montes y pleitos: el Patio del rey don Jaime (3) M. ALAMÁN ORTIZ: Gea de Albarracín, importante núcleo morisco (3) R. HERRERO: Aportación al estudio del castillo de “Los Ares” de Pozondón. Algunas notas sobre sus orígenes y sus propietarios (21 y 22) D. PARDILLOS: Los mudéjares de Albarracín y Gea en los protocolos notariales de Daroca de finales de la Edad Media (29) Edad Moderna J. L. CASTÁN ESTEBAN: La Diócesis de Albarracín en la Edad Moderna (5) - La Comunidad de Albarracín en la Guerra de la Independencia (10) - Conflictos jurisdiccionales entre la ciudad de Albarracín y su Comunidad en el siglo XVII (11) - Las alteraciones de Albarracín (2) - Los fueros de Albarracín (3) - Caballeros y pecheros en el Fuero de Albarracín (8) - La patria potestad en los fueros de Albarracín (15) - Delitos contra el honor y honestidad en los fueros de Albarracín (4)
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- Historia del señorío de Albarracín (1) E. CUTANDA: Vecinos, habitadores y barraños en la Comunidad de Albarracín (siglos XVI y XVII) (2) J. A. SALAS y E. JARQUE: La población de la comunidad de Albarracín según el censo de Floridablanca (1787) (7) A. TOLDRÁ y M.ª D. SAZ: Inquisición y moriscos en la Sierra de Albarracín: el caso de Alexandre Otijas, notario de la villa de Gea en el año 1609 (13) - Moriscos de Gea y Albarracín procesados por la Inquisición (20) - La Inquisición en la Sierra de Albarracín. Proceso inquisitorial contra Juan Layete, morisco de Gea de Albarracín (1552-1563) (28-29) J. ANGULO: Dos interesantes documentos sobre el Hospital de Albarracín (28) - Algunas noticias sobre la herrería que Juan Félix Dolz de Espejo construyó en el Val de San Pedro (29) - Algo más sobre la masada de “La Hoyalda” (20) Edad contemporánea J. M. BERGES: “Malatarde”: consecuencias económicas y sociales de la batalla del Tremedal (25 Octubre 1809) (10) P. RÚJULA: El general Suchet y el asalto al santuario del Tremedal (1809) (10) J. M. de JAIME: Isidoro de Antillón en la Junta de Defensa de Teruel durante la guerra de la Independencia (10) R. GUIRAO: Don Pedro Villacampa. Un general altoaragonés en la Sierra de Albarracín durante la guerra de la Independencia española (10) H. LAHOZ: La Junta Superior de Aragón y parte de Castilla y la Junta de Albarracín en 1809 (10) M. ALAMÁN: Gea de Albarracín: transformaciones de un pueblo durante el siglo XX (8) V. M. LACAMBRA GAMBAU: La vida en la Sierra de Albarracín en 1902 (18) - Un recorrido por la historia. Conferencia de Tomás Costa en Albarracín el 1 de enero de 1922 (27) E. CUTANDA PÉREZ: La Comisión provincial de Incautación de bienes, 1937. La represión franquista en la Sierra de Albarracín (4) J. ANGULO: Evocación del Colegio de Nuestra Señora del Torrejón (26) - El asilo de la Ascensión (24) - El salario del carcelero (25) P. SAZ: Elecciones y II República en la Sierra de Albarracín (3) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Primer semestre de 1913 (18) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Segundo semestre del año 1913 (19)
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- Elecciones 1914 el efecto de la ley electoral de Maura en los procesos… electorales de la circunscripción de Albarracín. Las elecciones legislativas del 8 de marzo de 1914 (20) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Primer semestre del año 1914 (21) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Año 1915 (23) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Año 1916 (25) - La entrada del maquis en Monterde de Albarracín el día 5 de junio de 1947 (26) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Año 1917 (27) - Sucedió hace un siglo en la Sierra de Albarracín. Año 1918 (29) BIOGRAFÍA. GENEALOGÍA M. MÍNGUEZ y R. ESTEBAN: Siempre… en activo (1) J. ANGULO: Acerca de don José Asensio de Ocón y Toledo, obispo de Palencia y de Teruel (12) - Sobre los Pérez de la Morena (16) - Acerca de la capellanía de los Espejo (24) M. MATAS: Biografía de Ángel Yuste (Noguera, 1926-2008) (11) E. CUTANDA: Emilià Martínez Espinosa, militante anarcosindicalista (Villar del Cobo, 1901Manresa, 1987) (15) S. ALDECOA: Raimundo Soriano, un líder de la CNT turolense (Royuela, 1908-Noguera, 1990) (20) F. LÓPEZ RAJADEL: Los “Lihorí”, un emergente linaje medieval con raíces en Albarracín (20) J. M. DE JAIME LORÉN y R. MARTÍN: El Catedrático de Farmacia Francisco Calvo y Sebastián (Pozondón, 1839 – Valencia, 1896): Nuevas noticias (20) - Francisco Calvo y Sebastián en la Universidad de Zaragoza (25) J. M. PALOMAR: Historias de vida: Herminio Martínez Victoriano. Memorias de un soldado republicano (23) Noticias y encuentros J. M. BERGES: VII Encuentro de Tambores, Bombos y Cornetas (Orihuela del Tremedal) (1) ASOCIACIÓN de Tambores y Bombos “Santa Bárbara”: Sobre el VIII Encuentro de Tambores, Bombos y Cornetas (Bronchales, 25 de marzo, 2006) (3) CECAL: Noticias del CECAL (1 a 3) Dedicatorias C. MUÑOZ: A Rosa, Procuradora General de la Comunidad de Albarracín (24) N. ASENSI: Alberto Villén Pinilla, Adsum (20) REDACCIÓN REHALDA: In memoriam Antonio Sánchez (29)
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P. SAZ: Carta a un amigo excelente que se nos fue (28) M. JOVEN: Compañero Mamel, tan temprano (28) S. ALDECOA: A Juan M. Berges, in memoriam (28) CELAN: Hasta siempre, Juan Manuel (28)
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V
Álbum
- Especial XV Aniversario - Año 2019
Juan Manuel revisando el expositor central del Centro de Interpretación de la Virgen del Tremedal, en un edificio anexo al santuario, conocido como Casa del santero (27 de julio de 2008; imagen de Raúl Ibáñez Hervás)
En una Junta del CECAL con Eloy Cutanda y José L. Castán (21 de marzo, 2006; imagen de R. Ibáñez)
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Con Raúl Ibáñez, en la II Jornada de Patrimonio Inmaterial, Bezas, 11 de diciembre de 2010 (imagen Víctor Lacambra)
De izquierda a derecha: Pascual Giménez, Emilia Tarín, Juan Tarín, Alejandro Alonso y Eduardo Sánchez en Albarracín, V Jornada de Patrimonio Inmaterial (18 de diciembre de 2015. Imagen V. Lacambra)
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Con Juan Villalobos y Julio Verdeguer (Budapest, mayo de 2011; imagen cortesía de J. Verdeguer)
Discurso de aniversario de la Peña La Pítima, de Orihuela (septiembre, 2014)
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Con su peña de Orihuela del Tremedal (imagen cortesía de Lorenzo Jiménez)
Bronchales, agosto de 2011 (Archivo AVP)
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- Especial XV Aniversario - Año 2019
Diario de Teruel, 25 de noviembre, 2018, p. 9
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Orihuela del Tremedal: Biblioteca Municipal «Juan Manuel Berges Sánchez», junto al peirón de Santa Lucía (abril, 2019; archivo AVP)
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Información
- Especial XV Aniversario - Año 2019
LA LIBRERÍA Últimas publicaciones sobre la Sierra de Albarracín José Manuel Vilar Pacheco
1. J. Angulo y Sainz de Varanda, «Los Dolz de Espejo de Albarracín», ERAE (Emblemata: revista aragonesa de emblemática), XXIV (2018), pp. 127-152. 2. Javier Arruga, Montes Universales, gentes universales, Zaragoza, Mira Editores, 2018 (281 p.). 3. Inmaculada Gómez Cañizares, «Los incunables de la diócesis de Teruel Albarracín: una aproximación», Turolenses, 12 (2018), pp. 12-14. 4. Historia ilustrada de la Comunidad de Albarracín (textos de P. Saz y J. L. Castán; ilustraciones de L. Rubio; coord., C. Martínez), CECAL, 2019 (83 p.). 5. José M. Latorre Ciria, «Juan Manuel Berges y el CECAL», Turia, 129-130 (2019), pp. 357-365. 6. Jon Lauko, El sable de la dinastía, Granada, Eds. PG, 2018 (360 p.). 7. Carmen Martínez (coord.), Sin una mirada no hay paisaje (2018-2019), CECAL, 2018 (64 p.). 8. C. Martínez y V. Lacambra (coords.), Actas 7.ª Jornada sobre Patrimonio Inmaterial de la Sierra de Albarracín (Albarracín, 2017), Comarca de la Sierra de Albarracín, 2018 (122 págs.). 9. Carlos Sanjuán, «Absorbidos por pinares infinitos: travesía por las tierras altas de la Sierra de Albarracín», Verde Teruel, 47 (2018), pp. 45-49.
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10. Pedro Saz Pérez, Sabinaquemada, CECAL, 2018 (300 p.). 11. Edith Scott Saavedra, Los candiles de Albarracín, California, Floricanto Press, 2018 (352 p.). 12. Las tres brujas (un cuento popular de la Sierra de Albarracín), texto C. Martínez; ilustr. E. López, CECAL, 2018 (28 p.). 13. Vicente Viguer, Días de Valencia y Griegos, Valencia, Editorial Sargantana, 2017 (160 p.).
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NORMAS DE PUBLICACIÓN PARA AUTORES COLABORADORES DE LA REVISTA REHALDA. REVISTA del CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN (CECAL) La revista Rehalda nació en 2005 como medio de difusión de temas vinculados a la Sierra de Albarracín. Recibe trabajos originales que tengan como ámbito la comarca de Albarracín y tierras limítrofes. Bajo una perspectiva multidisciplinar en ella convergen contenidos teóricos y experiencias. Permite que los investigadores, profesionales y entusiastas de esta tierra cuenten con una opción periódica donde presentar y publicar resultados y experiencias. PERIODICIDAD Se publica dos veces al año (junio y diciembre). Los trabajos se enviarán a la dirección electrónica: revistarehalda@gmail.com PROCESO DE EVALUACIÓN POR PARES Rehalda recibe artículos de investigación originales e inéditos en los plazos señalados para su publicación semestral (normalmente con anterioridad al día 20 de los meses de abril y octubre). Las propuestas son redirigidas por el Comité editorial a revisores expertos en el campo de investigación del que se trate (1 ó 2 revisores). DIRECTRICES PARA AUTORES El archivo del artículo deberá incluir: • El título del artículo. • Autor o autores. Seguidamente se indicará el nombre y apellidos, organismo o centro de trabajo, país y una dirección de correo electrónico de contacto (señale si desea que su correo electrónico aparezca en la publicación junto a la autoría del mismo). • Texto (± 3.000 palabras) con imágenes y gráficos opcionales. Deberá utilizarse preferentemente el programa de textos Word para Windows, usando como fuente Arial de 12 para el texto y de 10 para las notas. El texto debe ir justificado tanto en el cuerpo del trabajo como en las notas.
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• Notas a pie de página. • Referencias bibliográficas, según norma Chicago, al final del trabajo. Cada trabajo podrá acompañarse de un máximo de 5 ilustraciones o figuras que se presentarán en archivos independientes, en formato JPG con una resolución no inferior a 300 ppp. Además, el autor debe adjuntar un archivo con las imágenes y sus pies de foto correspondientes y el número correlativo en el que aparecen en el texto. Se debe citar las fuentes y créditos correspondientes siguiendo el formato: “Fig. x. Título. Autor. Año. (si lo es el autor debe figurar como “Foto del autor/a”)". Señalar el lugar del texto donde deben incluirse. Las citas en el texto y el listado de referencias final siguen el formato Chicago: www.chicagomanualofstyle.org). Ejemplos: • Libro [Apellido(s), Nombre. Año. Título libro en cursiva. Ciudad: Editorial]. Kandinsky, Wassily. (1912) 2015. De lo espiritual en el arte. Barcelona: Paidós. • Artículo de revista [Apellido(s), Nombre. Año. “Título artículo” en Título Revista en cursiva, número revista: pág. inicio-pág. final]. Martín González, Pilar. 2013. “Manifestaciones posibles”. Rehalda, 23: 1-54. Con la publicación de los trabajos en Rehalda, los autores aceptan la difusión de los mismos en formato digital en aquellos servicios de indexación de contenidos científicos (como Dialnet, Fichero Bibliográfico Aragonés y Latindex) y en las páginas web que gestiona el CECAL.
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HOJA DE SUSCRIPCIÓN AL CECAL NOMBRE: APELLIDOS: DIRECCIÓN: POBLACIÓN:
C.P.:
D.N.I.: TFNO.:
e-mail:
Sr. Director: Autorizo sea cargado a la entidad y cuenta abajo indicadas y hasta nueva orden, el importe correspondiente a las cuotas (*) del CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN (CECAL). Banco/Caja: Agencia: Dirección: C.C.:
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Firma:
CENTRO DE ESTUDIOS DE LA COMUNIDAD DE ALBARRACÍN (CECAL) C/. Magdalena, s/n 44112 - TRAMACASTILLA (TERUEL) secretaria.cecal@gmail.com
(*) cuota anual: 25 euros
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Sirva esta campana del Santuario de la Virgen del Tremedal como colofón al volumen dedicado a Juan Manuel Berges Sánchez. Salió de las prensas de la Imprenta Perruca en la ciudad de Teruel, en la primavera de 2019, poco después del primer aniversario de su despedida
REHALDA Catálogos Carmen Martínez (coord.), Sin una mirada no hay paisaje (2018-2019), 2018.
REHALDA REVISTA del CENTRO DE ESTUDIOS de la COMUNIDAD DE ALBARRACÍN
El 26 de junio de 2004 se creó en Tramacastilla el Centro de Estudios de la Comunidad de Albarracín (CECAL). El XV aniversario del Centro queda ensombrecido por la ausencia de Juan Manuel Berges Sánchez (Orihuela del Tremedal, 1958-Teruel, 2018). Sin embargo, hubiera sido Juan Manuel quien primero lo hubiera celebrado y, sobre todo, animado a participar en él desinteresadamente, como todo aquello que hacía y en lo que se implicaba. Y así, aunque con cierta amargura y nostalgia, lo hemos de hacer por él y por el trabajo que llevó a cabo en el Centro. Sirva, pues, este número extraordinario de la revista Rehalda, conmemorativa del aniversario del CECAL, como homenaje póstumo a su labor.
Varia L. Rubio, P. Saz, J. L. Castán, C. Martínez, Historia ilustrada de la Comunidad de Albarracín, 2019.
Para Juan Manuel esta rehalda de palabras e imágenes en la que cobijar su recuerdo
Año 2019 • N. 30
HOMENAJE A JUAN MANUEL BERGES SÁNCHEZ
Revista REHALDA, 29, 2018.
N. 30 - Año 2019