Tomo 15

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BOLETIN DEL

MUSEO NACIONAL

TOMO XV

Santiago

de Chile

1936


Museo Nacional de Historia Natural Personal Científico, 1936

Director y Jefe de la Sección de Arqueolo­ D. Ricardo E. Latcham

gía Jefe de la Sección de Zoología

D. Enrique E. Gigoux

Jefe de la Sección de Botánica

D. Marcial R. Espinosa B.

Jefe de la Sección de Geología y Paleonto­ D. Humberto Fuenzalida

logía Jefe de la Sección de Entomología

Dr. Emilio Ureta

Jefe de la Sección de Aves Chilenas

Dr. Rodislfo A. Philippi

Ayudante de Botánica

Sta. Rebeca Acevedo

Bibliotecario y Archivero

D. Alberto Fraga G

Taxidermistas

D. Luis Moreira M. D. Guillermo Vergara D. Alberto Mendez P.

Dirección: MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL Casilla 787

Santiago de Chile


BOLETIN

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MUSEO NATIONAL

Tomo XV

SANTIAGO DE CHILE

Taller«« CrállcM «Alfalfé» í HUERFANOS 2666



Boletín del Museo Nacional T O M O XV -1936

■CONTRIBUCION A L A CONCHÍLIOLOGIA ARQUEOLOGICA por ENRIQUE ERNESTO GIGOUX Je fe de la Sección Z oológica. Los antiguos h abitantes del país, y sobre todo los de la costa norte, dejaron dem ostraciones evidentes de las localida des en que vivieron y de su civilización, en los innum erable.: cónchales que se encuentran en las inm ediaciones de esas p la­ yas, y en sus cem enterios, muchos de los cuales han sido encon­ trados y reconocidos. De entre un lote de objetos extraídos de uno de ellos, fren­ te a “ Isla G rande” , a l sur de C aldera, algunas conchas y c a ra c o ­ les, m ás que otros, llam ab an la atención por ciertos d etalles que m anifestaban h ab er tenido aplicación en usos domésticos, por h allarse pulidos, desgastados o perforados. Uno de estos era un caracol gran de tipo Bvlimu.j, al que >e le h ab ían destruido p ro lijam ente sus tabiques interiores, como p ara que sirviera de pequeño vaso o recipiente. En buen estado de conservación, su superficie ligeram ente cubierta d" una tupi­ da cap a de esflorescencias calcáreas, estaba teñ ica por una tierr?- '-olor de ocre, que se desprendía con facilidad al tacto. Este caraco l, aunque con dem ostraciones (le m uy viejo , otr-ace resistencias, no tiene desperfectos, pero si algún desgaste en sus bordes y vértice, de poca im portancia. Sus dimensiones son: longitud 9 0 mm. ancho 55 mm, alto 50 mm Com o a la p rim era observación se ve que el :araco i no es chileno, y encontiándoio m uy idéntico a l B d im ^ i o’ >longus Müll. común en la A rgentina, procuré obtener algunos para la com-


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Boletín del M useo N acional

paración, pero no me fué posible al principio, sino un tiem po después, cuando el señor C arlo s K lem ke, de Calder.-., lu gar ie mi residencia entonces, me obsequió un ejem p lar, que con v a ­ rios otros los h ab ía traído de T ucum án, ciudad don di! h ab ía v i­ vido muchos años. C om parado con el extraído del cem enterio indígen a, no h a­ b ía más diferencia que los aspectos de antigüedad del prim ero y de reciente del segundo. Y queriendo sab er con n ;as e x a c ­ titud su procedencia, extensión geo gráfica y determ inación prfccisa, recurrí a la gen tileza del doctor M artín D o ello -ju rad o , de Buenos A ires, hoy D irector del Museo de- H istoria N atural, so­ licitándole tam bién algunos ejem plares, que envió con el nom ­ bre de Strophocheilus oblongus M üll. var. lorentzranus Doering, procedentes de T ucum án, y com unes desde B olivia y P a ra ­ gu ay has^a el norte de C órdova. De como un caracol de aq u ella región se en co m iab a en una sepultura ind ígen a de esta costa, es una cosa interesante. Los diaguitas, que vivieron a llá donde se h a lla el caraco l, l le ­ garían a la co rd illera y la p asarían trayendo alfa re ría , y objetos y productos vario s que cam b iarían a los h abitantes cazadores de este m ao cíe los A ndes. Estos tendrían intercam bio con los de los v alles, que se dedicaban a la poca agricu ltu ra de su época, quienes a su vez lo tendrían con los changos, dedicados a la pesca. Un caraco l grande arreglad o p ara servir de vaso, sería ob­ jeto útil que m uy bien V aldría el pescado seco que los otros n e­ cesitaban p ara su alim entación. El D octor D o ello -jurad o , ha citado el caso de h ab erse en­ contrado un ejem p lar de Acanthína calcar M artyn,=M onoceros Crassilábrcm L am k., gastrópodo de esta costa, en una tum ba in ­ dígen a de U sp allata, M endoza, por el doctor A n g el G allardo. Y después un gastrópodo argentino se h a lla en otra sepultura indígen a en C ald era, dem ostrando estos ejem p lares arq u eo ló gi­ cos, que hubo relaciones dirsctas o indirectas entre los diaguitas, indígenas de aq u ellas regiones, y los changos de nuestras cos­ tas, por m ás que los sep arab a una coridllera y una inm ensa distancia. D espués he visto ejem p lares de esta m ism a especie, p ro­ cedentes de tum bas indígenas de T a lta l y de C opiapó. De esta m an era se vé que la C onchiología, ap o rta d etalles que interesan a la A rq u eo lo gía y a la A n tro p o lgía, p ara las in­ vestigaciones correspondientes y la com probación de m uchos hechos. A qu ello s hom bres d esap areciero n ; están perdidos en los tiem pos que pasaron, pero las conchas y caraco les que ello s les dieron utilidad se conservan, y después de siglos nos cuentan su procedencia y nos dicen algo de aq u ella vida, y de su tran sfor­


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m ación sen cilla de m oluscos vivos en la región diaguita, en v a ­ sos de los changos de las p layas de C aldera. Otro ejem p lar es una v a lv a superior de Pecten purpuratus L am k, m uy ahondada, elegid a ta l vez con intención p ara el propósito de servir de plato. Sus dim ensiones son: diám etro antero posterior 115 m m ., transversal 122 mm ., alto 31 mm. L as o rejas están suprim idas, los bordes gastados enteram ente y por su cara-in tern a ha sido rasp ad a para h acerla m ás honda aún d e­ jan d o a la o rilla un reborde de 10 mm. A 15 mm. de éste hay un agu jero circu lar d i 5 mm. de diám etro, a l extrem o de una perforación de 14 x7 m m ., irregu lar e incom pleta, porque no pasa J e la cara interna donde está a la externa, donde en la narte opuesta h ay im presiones circulares, de las dimensiones del agujero , como de dos principiados. P arece que esto tiene por objeto lle v a rla colgando de una cuerda. L as v alv as de "O stiones” Pecten purpuratus Lam k. son unas de las que con m ás frecuencia se encuentran en estos cem ente­ rios, y destinadas p robablem ente a servir de platos, siendo la citad a una de las m ejores y m ás lab rad as que se h allaro n en­ tonces. Un tercer ejem p lar es o tra v alv a, inferior, de este m olus­ co de 42 x 41 mm ., con una ranura hecha cerca del vértice, por la cara externa, de 12 mm ., y en medio de ella una perforación de 5 x 2 mm ., com o p ara c o lg arla de ahí. En la sepultura donde se encontró h ab ía tam bién y junto a ella, tres ejem p lares de Oliva peruviana L am k. de 3ó, 29 y 28 mm. de longitud respectivam ente, perforados en los vértices. A q u ella v a lv a y estas tres olivas form an al reunirías un curioso pendiente, al p reten der restaurar el objeto de adorno sospe­ chado. Se h allaro n tam bién 71 ejem plares de Oliva peruviana L am k., las m ayo res de 22 mm. de longitud por 1 1 mm. de an­ cho, y las m enores de 1 0 x 5 mm ., todas perforadas por el v ér­ tice, como indicando que fueron piezas de un collar. Estaban d i­ sem inadas en la tum ba a l sacarlas, siguiendo rrás o menos el orden que tendrían al form ar con ellas la curva de un ovoide. E nsartadas en una cuerda form aron un co llar de 129 centím e­ tros de largo. M uy cerca de la C ueva de C ald erilla, en C aldera, donde term ina uno de los cónchales m ás extensos de aq u ella localidad, se encontraron enterradas a poca hondura y casi al p'e de una roca, 50 conchas de "L ap as” , Fissurellas, pintadas de un color ropizo con una tierra ocre, por dentro, con rayr.s anchas, en núm ero v aria b le en unas, y en otras en toda al superficie, cons­ tituyendo seis tipos de signos. 33 p ertenecen a la especie Fissurella máxima Sow. y I 7 a Fissurella crassa Lam k. Estas conchas pintadas se descomponen así:


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B oletín del M useo Nacional

18 tienen tres rayas tran sversales m ás o m enos equidis­ tantes. 1 2 son F. crassa Lam k. y seis F. maxima Sow. 14 están enteram ente pintadas, 1 1 son F. maxima Lam k. y 3 F. crassía Sow. 9 tienen dos rayas que se cruzan por el can tío cié la con cha. T odas son F. maxima Lam k. 3 con una ra ya longitudinal y tres tran sversales. 2 con F. crassa Sow . y 1 F. maxima Lam k. 3 con una ra y a longitudinal y dos transversales. .'Son F. ma­ xima L am k. 3 con una ra ya longitudinal. Son F. maxima l am k. • L as dim ensiones ds las m ayores son: 90 mm. ue longitud y 57 mm. de ancho. Y las m enores 48 x 34 mm. Con excepción de una, todas están en m uy buen estado de conservación. Estas 50 conchas p in tadas p aiecen sign iiicar las piezas de un juego, dcnde no ha im portado la diferen cia de las especies, indicadas por la disposición y número de las rayas en unas y otras. Como las conchas de los “ Picos” grandes, Balanus psittacus M ol., tienen la form a de un recipiente cilindrico, y casi se indica su uso,, no es extraño que los indígen as los em p learan utilizándolas lo mismo que vasos. L as que he visto extraíd as de sus sepulturas, y que pudieron ser objetos de uso dom éstico, eran gruesos y sim étricos, m uy bien elegidos y tenían ¡os bo r­ des gastados y parejos. Lo mismo ocurre con las conchas de “Locos' , Concholepas concholepas Bruguiére, cu ya concavidad y superficie infer­ na lisa, constituyen una taza, que seguram ente supieron ap ro ­ vechar, porque se encuentran algun as con m anifestaciones de h ab er sido arreglad as, puliendo los bordes y rasp án d o las poT fuerza. Las que he visto en estas co n d !c !.ones eran de tam años grandes, m uy bien elegidas y com pletas. L as v aiv as de los “C horos", especialm en te Mytilus cho rus M ol., han sido aprovech adas utilizando la pa r te n acarad a p ara adornos, cortándola en pedazos pequeños, redondeados y perforándolos al centro, p iezas que im.i:an p erfectam en te ios botone? com unes. Y de las partes m ás sólidas, como ¡ oí bordes cerca del véritce, he visto fabricado un utensilio de 7 1 |2 cen­ tím etros de largo por 1 1 ¡2 de ancho, con form a m ás o m enos de un pez alargad o , con ranuras profundas alred ed o r de los ex ­ tremos, indicadas como para am arrar en ellas una cuerda. Los anzuelos hechos de estas conchas, ap rovechando las curvaduras de los bordes o las partes lisas d el centro, son m ás firm es y casi de contornos redondos los prim eros, y ap lan ad o s los segundos. O frecen resistencia y algunos son m uy bien te r­ minados.


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De una sep ultura 3 - sacó una v alv a de cnoro sim ctricam ente gastad as por los lados. E lim inadas las partes m ás débiles p a­ ra obtener un utonsilio dete: m inado, resultó algo como una cuchara a larg a d a, só lid a y gruesa. En estado n atural y sin dem ostración de haber tenido nin­ gún uso se h an encontrado en esas tum bas conchas de "M achas" Mesodesma donacium L am k., Sím ele solida Sow ., Trocihita trochiforrris Gm., Tegula atra Less., que habiendo peidido su capa oscura h abían quedado nacaradas. “T acas", Paphi& iFrolothaca) thaca M ol., y “Navajuda" Solen dombeyi Laink. T am bién se encuentran conchas de Oliva peruviana Lam k., Nassa Gayi K iener y Macrocallista pannosa Sow ., que pueden haber servido com o elem entos de adornos, y a que la prim era y tercera de estas especies, con su brillo natural, y variedades num erosas en las form as y hasta color de sus rayas y m anchas, han debido ag rad ar y convenir al indicar su uso. He observado sobre el terreno revuelto de. ias acpulturas excavadas, m uchas conchas y caraco les de tam años diversos, co­ mo TurriteHas, Acanthinas, Solertes, Paphias, Turbos y Patellas, pero, lio sé si han estado siem pre entre la arena, lo ^Ue me p a­ rece m ás pro b ab le, o fueron depositados con el c a d a v tr en la fosa. Como estos ind ígenas sepultaban com únm ente a sus m uertos en sus mism os cónchales o m uy cerca de ellos, sería m uy posible que concahs y caracoles, junto con p iedras y arena cubrieron esas sepulturas, y por eso se encuentran tales ejem p la­ res a m ucha o poca profundidad del nivel del suelo. Es sensible que a l efectuaise las excavaciones en los ce­ m enterios indígenas de A tacam a, lo que em pezó el año 1882, por afición en unos e interés lucrativo en otros, y en am bos c a ­ sos por personas que no tenían preparación p ara estos trabajos, no se hicieran buenas observaciones de carácter ciem íflco, y no se lle g ara a ninguna conclusión conveniente, porque sólo se ob­ tuvo con los m ateriales que se sacaron, colecciones vistosas y bien presentadas, de objetos varios, pero ignorándose datos de honduras, direcciones, distancias, alturas, d etalles del terreno, lugares de procedencia a veces y confusión de las piezas de unas sepulturas y cem enterios con los de otros. Y no se dió ninguna im portancia a Ia3 conchas > caraco ­ les, de los que prescindieron de recoger, prefiriéndose sobre todo las puntas de flechas, que eran solicitadas p ara m otivos de jo ­ y e ría o sim ples colecciones, si eran pequeñas y herm osas, como 1-13 de cu sta¡ de roca o de silex de bonitos ctilores. P or esto se perdió, enterrado o destruido, el m aterial conchiliológico de esa región, en gran parte, aprovechándose ailgo después a l buscarlo especialm ente. El M useo N acional de H istoria N atural, posee muchas con­ cha» y caraco les encontrados en cem enterios indígenas del p aís:


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De Punta de Pichalo. C ultura atacam eñ a, de 9 0 0 a 1. 100 años, M ax U hle y L atcham . Dos v alv a s de “O stión", Peden purpuratus L am k. U na superior, con diám etro antera-posterio r 92 m m .. tran s­ versal, 98 mm ., alto, 14 m m . Este ejem p lar ha sido pulim entado en sus bordes por el lado interior, d esgastán d o sele en contorno, un espacio de 10 mm. U na v a lv a inferior. D iám etro ant. post. 102 m m ., tran s­ versal 144 mm ., alto, 17 mm. Este ejem p lar está quebrado por delan te faltándole varios mm. D s Q uillagua. Expedición L atcham , Nov. de 1932. C ultura atacam eña, de 90 0 a 1.300 años, L atcham . Un ejem p lar de caracol, Strophochéilus obíongus Müll. var. lorentzianus Doering. D im ensiones: largo 81 m m ., ancho, 46 mm., alio , 41 mm. En buen estado de conservación y con lo s tabiques interiores destruidos. Seis v alv as de “C horos", Mytilus chorus Moí. N9 N9 N9 N9 N9 N9

98 i 8. Dim. 136 mm. de largo por 61 mm. de ancho. 9819 — 130 x 60 mm. 9820 — 134 x 70 mm. 9821 — 120 x 54 mm. 9822 — 91 x 42 mm. 9823 — 71 x 40 mm.

T odas estas v a lv as se encuentran en buen estado y sin de­ m ostraciones de haber sido labradas. N9 9 8 1 5 . V a lv a de Semele solida Sow. Dim. diám. ant post. 54 mm ., transv. 5 7 mm ., alto, 14 mm. En buen estado . N9 9 8 1 7 . Un ejem p lar de Acmaea D’Orbigny D alí. Dim. Diám ., ant. post. 59 mm ., transv. 52 m m ., alto, 22. M u y bien conservada y en estado natural. N9 9 1 8 6 . U na concha de “¡Loco", Concholepas concholepas Bruguiére. Dim. Diám. ant. post. 61 m m ., transv. 74 mm.> alto 22 mm. Esta concha ha sido gastad a y pulida. De Toconao. C ultura atacam eñ a, 9 0 0 a 1.300 años. L a t­ cham . N 10820. Concha de Loco , Concholepas concholepas Bruguiére. Dim., Diám . ant. post. 65 mm ., transv. 86 m m ., alto 32 mm. Es un ejem p lar en m uy buen estado, con el interior b ri­ llan te y conservando su aspecto natural. De T altal. C ultura neolítica. Prim eros siglos de nuestra era. Latcham .


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N9 7182. C oncna de Loco . Concholepas concholepas B ruguiére. Dim. Diám . ant. post. 101 mm., transv. 111 mm., alto 41 mm. Ej am piar bien conservado, cubierto por fuera por Balanus laevis nitidus D arwin, y toda la superficie interior te­ ñida por "una tierra color de ocre. * N9 71 73. C aracol, Strophocheilus oblongus M iill. var. lorentzianus Doering. Dim. Iargc 94 m ;n., ancho 50 mm ., alto 46 mm. Los tabiques interiores los tiene destruidos, quedando con vertido en vaso. Dos Tegula atra Less. m uy v is o s *

iDe T a ltal. C ultura atacam eñ a 90 0 a 1, 300 años. Latcham .

‘ Un C araco l, Strophochaeilus oblongus M üll. var. lorentzianus Doering. Dim. largo 105 mm., ancho, 60 mm ., alto 55 mm| Sin tabiques interior.es y convertido en vaso. T res conchas de ‘L ap as’’ Fiscurella crassa L am k., con 116, 59 y 57 mm. de largo, y un fragm ento. Ninguno de estos ejem ­ plares tiene dem ostraciones de haber servido como utensilio. Dos C aracoles, Tegula atra Less., con 39 y 37 mm. de an ­ cho, y dos trozos. E jem plares que no -evelan haber tenido nin­ gún uso. Dos Turritella cingulata Sow ., de 38 y 37 mm. de largo. U na m uy bien conservada y la otra m uy v ie ja y perforada por los parásitos m arinos. Dos Mitra semigranosa V on M artens. U na mide 60 mm. de largo y 29 de ancho en su parte m ás gruesa, y la otra 31 x 19. A m bas tienen el vértice roto. Ocho ‘ ‘O liv as". Oliva peruviana I.am k., con las siguientes longitudes: 54-50-48-41 y 33 mm., m uy bien conservadas, y 3232 y 27 mm. ejem p lares deteriorados por el tiempo, pero te­ niendo todos el aspecto de un estado natural. Un ejem p lar de Polinices cora D O rbigny. M ide 20 mm. de largo. 16 mm. de ancho y 15 mm. de alto. En buen estado natural. T res fragm entos centrales de Xrrchita trochifonnis Gm. con las siguientes dim ensiones: 60 x 34— 48 x 36 y 42 x 32 mm. No revelan haber sido utilizadas.


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B oletín del Museo Nacional

Un ejem p lar de C rep idula dilatatn Sow ., que m ide 40 mm. de largo, 34 mm. de ancho y 25 d¿ alto , con los bordes m uy gastados y planos. Un vértice de la m ism a esp :c ie anterior con ¡as siguientes dim ensiones: 24 mm. de largo, 23 de ancho y 16 de alto . M uy gastado y p arece pulido por el mar. l/os piezas có n cavas de conchas que no es fácil id en tifi­ car porque al p u lirlas se borraron todos los detalles. L as dim en­ siones de una son: Diám. m ayo r 99. ¡Tira., m enor, 83 m m ., alto 24 mm. A l medio de la m itad superior tiene tres perforaciones cilindricas y pequeñas, equidistantes, con la m enor a l m edio, y un poco arriba. Las dim ensiones de la otra, son: D iám . m a­ yo r 80 mm ., menor 5 7 m m ., alto 18 mm . En el extrem o iz­ quierdo de la mitad inferior h ay dos p erforaciones cilin d ricas y pequeñas, am bas a la m ism a altura. Estas piezas p arecen m o ti­ vos de adornos que se llevab an colgadas.

De T altal. Colección C apdevilu;. C ultura p aleo lítica. A nterior a nuestra era. L atcíiam . Dos v alv as de ‘‘O stión” , Pecteu pi..puratus ¡Lamk. Dim. de un a: Diám. ant. post. 104 mm ., trar.sv. M 4 m m ., alto 16 mm. Esta es v a lv a superior y conserva su e stad a n atural. Dim. de la otra que es inferior, y en las m ism as condiciones que la an terio r: Diám. ant. post. 113 m n ., transv. 122 m m ., alto 14 mm. Un C aracol, Strophocheilus oblongus M üll. var. lorentzianus Doering. D im .: largo, 55 mm ., ancho 41 m m ., alto , 20 mm. T iene los tabiques rotos. Seis conchas de Locos , Concholepas concholepas Bruguiére, con las siguientes dim ensiones: 1, D iám . a'n't. post. 71 mm ., transv. 92 mm ., alto, 40 mm. Bien conservados. 2, D iám . ant. post. 104 mm ., transv. 106 mm ., alto , 70 mm. E jem p lar m uy viejo y quebrado. 3, Diám. ant. post. 64 mm ., transv. 86 m m ., alto 40 mm. En regu lar estado. 4, Diám. ant. post. 55 m m ., transv. 67 mm. alto 25 mm. En buen estado. 5, Diám. ant. post. 53 m m ., trensv. 66 m m ., alto 22 mm. E jem p lar bien conservado. 6, Diám. ant. post. 42 m m ., transv. 64 mm . alto 28 mm. En buen estado.


C on trib u ción a la C onchiliologí^ A rq u eológ ica

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Nueve ejem p lares de Tegula a tia Less. m uy bien conser­ vados. V eintiséis ejem p lares de Turbo niger W ood, en buen esta­ do de conservación. Dos trozos de "O stión” Pectén purpuratus Lam k. con di­ m ensiones de 103 x 100 mm. y 95 x 5 6 ' mm. V ario s fragm entos de Tegula atra Less., de Fissurellas, uno de Pecten purpuratus Lam k. y tres piezas de le concha de un “O scabrion” , Chiton granulosus F rem bly. De C ald era. C ultura diaguita. 1 000 años. La.tcham. T res v a lv as de “Ostión” , Pecten purpuratus Lam k. N9 99 8. V a lv a superior. Dim. diárñ. ant. post. 131 mm., transv. 136 mm. altp 25 mm. Por iado interior y en tod-j el contorno del borde h ay un pulim ento de 10 mm. de ancho que ha desgastádo la concha. N9 9 9 9 . Dim. Diám. ant. post. 10.0 mm. transv. I I i mm., alto 23 mm. ’Le fa lta la p arte anterior, y tiene desgastado inte­ riorm ente el borde que se conserva, en un espacio de ¡0 mm. V a lv a superior. N9 1004. Dim. Diám. ant. post. 108 mm., transv. 1 14 4nm. alto 1 mm . V a lv a inferior que conserva su estado natural. N9 1516. E jem plar com pleto de “O stión” Pecten purpu ratus L am k. Dim. Diám. ant. post. 73 mm.. transv. 80 mm., a l­ to t 1 mm. En estado natura'. Nueve conchas de “Loco” . Concholepas concholepas Bruguiére. 1.— N9 1003. Dim. Diám. ant post. 75 mm., transv. 80 mm ., alto 16 mm. Estado natural. 2 .— N9 1005. Dim. Diám. ant. post. 70 mm., transv. 87 mm ., alto 18 mm. E jem plar m uy pulido. 3.— N9 1007. Dim. Diám. ant. post. 80 mm., transv. 106 mm ., alto 55 mm. E jem plar m uy viejo y poroso. 4.— N9 1006. Dim. Diám. ant. post. 76 mm., transv. 82 mm., alto, 96 mm. Estado natural. 5 .— N9 1009. Dim. Diám. ant, post. 67 mm. transv. 95 mm., alto, 48 mm. E jem plar m uy v iejc y poroso. 6.— N9 2 9 8 5 a . Dim. Diám. ant post. 40 mm., transv. 60 mm ., alto I 7 mm. E jem plar m uy pulido. 7.— N9 2985 b . Dim. Diám. ant. post. 48 mm., transv. 63 mm., alto 20 mm. E jem plar m uy pulido. 8.— N9 5 1 4 7 . Dim. Diám. nat. post. 82 ftim., transv. 115 mm ., alto, 22 mm. En estado natural y m anchada por dentro por un polvo negro. 9 . _ S i n N9. Dim. Diám. ant. post. 60 mm., transv.. 66 mm., alto, 1 7 mm. Estado natural.


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Boletín del Museo Nacional

De V allen ar. U n trozo de la parte posterior de la v a lv a superior, de un p robable ejem p lar de Mulinia, que o frece un franco pulim ento. Dim. Diám. ant. post. 115 m m ., transv. 101 mm. alto 31 mm. Es sensible que el Museo N acional de H istoria N atural, por falta de recursos y donaciones, no cuenta con m ás elem ento conchiliológico, tan fácil de obtener en la región norte d el p aís. C opiapó. C ultura chincha diaguita. 1,300 a 1.500 años. Latcham . E ntre los m ateriales provenientes de las excavacio n es h e­ chas en C opiapó por el señor E lias Espoz V ale n z u ela, en sitios com prendidos entre las calles de C h an arcillo y C olipí, el año 1928, y traídos a San tiago, he visto conchas de Pecten purpuratas L am k ., Concholepas concho lepas B iuguiére. Semele solida Sow ., Paphia (Protothaca) thaca Mol. Turbo niger W ood, y Turritella cingulata Sow. Todos estos ejem p lares eran de tam año reducido, y sin ninguna dem ostración de h ab er sido utilizados en usos dom ésti­ cos o m otivos de adornos. . Y de las excavaciones hechas er; ¡a m ism a ciudad, p or el señor L eotardo M atus, a fines de Enero de 1923, en el C am ­ po de M arte, a l pie del cerro de C hanchoquin, vi algun os ejem ­ p lares del cairacol argentino, Strophocheilus oblongus M uell. var. lorentzianus Doering, todos con ios tabiques interiores ro ­ tos, indicando ésto que esos caraco les habían servido de p eq u e­ ños v a s o s.« A


Contribución a la C onchiliologia A rq u eológ ica

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Lám I

F acsím ile en 1/3 del tam año d e las conchas de lap as (Físsurellas) que Parecen constituir las piezas de un juego

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N U EVAS ESPECIES QUE DEBEN AGRE G AR SE A L A LISTA DE A V E S CHILENAS. por Dr. RODULFO A. PH1LLIPPI B. Je fe de la Sección A ves Chilenas. Una cuidadosa revisión de la colección FrobeeVi del Musco N acional y de la colección p articular del Prof. C arlos S. Reed, nos llevó al descubrim iento de num erosas especies, que hasta h oy día eran tenidas por extranjeras, pero, que por las razones que se exponen m ás adelante, deben ser incluidas en la fauna chilena. a) A ves de la colección Frobeen. En nuestro Museo está conservada la m agnífica colección que formó Mr. F io b een , de A rica, entre los años 1851 y 1854. Toda e lla fué obtenida en la región corerspondiente a la antigua provincia chilena de T acna, hoy d ía dividida entre Perú y C hi­ le. Por lo tanto las especies que pasam os a describir deben agregarse a la fauna chilena. Muchos de ellos tam bién fueron observados por nosotros en el v ia je que hicimos a dicha región en el invierno de 1935. iLa colección Frobeen, a pesar de su antigüedad, está en excelente estado de conservación. La consideram os de gran v a ­ lor científico por los preciosos datos que aporta a la distribu­ ción geográfica de ciertas aves peruanas y de vario s chorlos m i­ gratorios. En breve publicarem os en este mismo boletín una lis­ ta anotada de las A ves de la colección Frobeen. En seguida sigue la lista de especies nuevas. Entre p arén ­ tesis está el nom bre científico con que las clasificó en ese tiem po el Dr. R. A . Philippi. En m uchas de ellas se da como loca


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lidad "Perú" y aun “ B o livia” . Estas lo c alid ad es se refieren siem­ pre a sitios situados actualm en te en territorio chileno. Orden Coraciiform es. Suborden A lcedines. S u p eríam ilia A lc’edinides. F am ilia A lcedinidae. •

1.— CHrorcceryle Americana Cabanisi, Trchudi. (A lced o am ericana, L .) Nombre v u lg a r: m artín pescador. D istribución g eo g ráfica: L a subespecie ocupa la zona tro ­ p ical de la costa del Pacífico, desde E cuador hasta el sur del Perú. M aterial: Un ejem p lar sin sexo ni localidad. A unque este ejem p lar carezca de lo calid ad es seguro que existe en el departam ento de A rica. En Jun io de 1935, o b serv a­ mos dos ejem p lares en el río L luta, a unos 20 Km. de su des­ em bocadura. Esta preciosa av ecita es b'.en conocida de los h a b i­ tantes del v a lle de Lluta. Orden Passeriform es. Suborden Oscines. F am ilia H irundinidae. 2.— Progne Elegans Murphyi, Chapman. (H irundo pupurea, L .) N om bre v u lg a r: golondrina. D istribución geo g ráfica: L a especie se extiende por B jliv ia y A rgen tin a. L a subespecie ha sido o b servada en la costa del Perú, desde T a la ra a L im a e lea. M a terial: lm ad. lh ad. Ohucullusa. L a localid ad de C hucullusa no ha sido posible en co n trarla en los m apas, debe estar situada en la zona co rd illeran a y cer­ ca de lugares húm edos. Pensam os ésto po r deducció n, pues en ese mism o sitio M r. Prcvbeen capturó ejem p lares de F ú lica g i­ gan tes y de P tiloscelis resplendens, av es que sólo se encuen­ tran a gran altu ra y en la zona de la Puna. L a subespecie P. elegan s m odesta h ab ía sido o b servad a y cazad a en P aine, (p rov. de O’ H ig g in s), según afirm a M r. Ed~ Wyn C. R eed :n su ‘‘C atálo go de A v e s C h ilen as" (A n a le s U niv. Chile, 93, pp. 197 a 217, 1 8 9 6 ).

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Nuevas especies que deben agregarse, etc.

C reem os que es la p rim era vez que phyi es señ alad a en Chile.

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Progne m odesta Mur-

Orden C haradriiform es. Suborden C haradrii. Sup erfam ilia C haradriides. F am ilia Scolopacidae. 3.— Calidris Canutus Rufus, Wilson ( 1 ) . (C alid ris grisea, C u v.) Nombre v u lg ar: pollo de m ar. D istribución geo g ráfica: A nida en las regiones circum po­ lares árticas, pagando e¡ invierno en el hem isferio sur. En A m é­ rica lleg a según R id gw ay hasta, el Perú y T ierra del Fuego (C a ­ bo E spíritu S an to ). M a terial: I9 ad. en p lu m aje de Invierno. A rica. En ninguna de las obras consultadas lo vem os señalado en C hile. Sin em bargo, es seguro que nos visita en verano (invierno á rtic o ). F uera de este ejem p lar, hemos encontrado en el Museo Nacional otro ejem p lar cazado en la isla de C hiloé en Octu­ bre de 1857. A d em ás en la colección p articular del Prof. C. S. R eed encontram os una hem bra adulta en plu m aje de invier­ no, y cap turad a el 15 de Noviembre de 1930, en L lolleo, des­ em bocadura del río M aipo. (P ro v. S a n tiag o ). Este ejem p lar me fué o b s:q uiad o por el Prof. Reed y está r.ctualmen'.e en m i co ­ lección p articular b ajo el N9 521. “í.— Ca:hopírophorus ssmipalmatus inornatus. Brewster. (R h yn ch aea sem icollaris, G eoffrou.) (T otanus crassirostris, V ie ill.) D istribución g eo g ráfica: Nidifica en el occidente de los Estados Unidos, llegan d o al sur en invierno, hasta el Perú y las G alápagos. M a teria l: I9 joven. Sept. 1851. A rica. 1h ad. Perú. El ejem p lar de A rica, ':stá en época de m uda y aun no h(a adquirido bien el] p lu m aje de invierno. D udam os que se trate de un ejem p lar joven. El rotulado “Perú" está en rneior estado. ( I ) G racias a la b enevolencia del Prof. Porter, pub lica­ remos en b reve m ás d etalles sobre C aüdris m anutus rufus en la R evista C hilena de H istoria N atura'.


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5.— Limosa Fedoa, Linné. (L im o sa íedo a, L .) Nombre v u lg a r: zarapito. D istribución go eg ráfica: N idifica en Norte A m érica desde North D akota a l v a lle del Saskatch ew an, invernando en_ regio ­ nes m ás tem pladas y australes, lle g a hasta el Perú. M a terial: Ih ad. "P erú ” , sin fecha. El "m arb lsd godw it” de los am ericanos, aun no h ab ía sido señalado en Chile. 6.— Actitis Macularia, Linné. (A ctitis lunata, Philippi & L an d h eck.) Distribución g eo g ráfica: N idifica en la región tein p erad a subartica de Norte A m érica. E m igra en invierno a l sur, llegan do hasta el norte de A rgen tina, B o livia y Perú (L im a, H uam bo. Túm bez, L a M ercsd, H u a y n a p a ta ). Islas G aláp ago s (A lb e m arle y A b ig d o n ). M a terial: 1 ej. inm aduro, sin sexo. “ P erú” . ¡?l Sirvió de tipo a los señores R- A . Philippi y íLandbeck p ara su especie A . lunata, Ph. & Landb. 'En realid ad se trata solo del inm aduro de A . m acu laria, L. Entre los S co lo p acidae h ay un ejem p lar em b alsam ad o que figura con e] nom bre T otanus stagn atialis, Philippi, y que aún no hem os podido determ inar, esp ecialm ente po r fa lta d e m a te ­ rial com parativo. T am poco h ab ía sido señ alado an tes en n ues­ tro país. r"~-

F am ilia P h alaro p odidae.

7.— Lobipes Lobatus, Linné. (S trep silas co llaris, T em m .) D istribución g eo g ráfica: N idifica en las regio nes circum po­ lares del hem isferio norte, pasando el invierno en el hem isferio sur. Su invern ad a es poco conocida y h asta se supone qu¡a m u­ chos ejem p lares lo pasan en a lta m ar. H a sido señ alad o en v e ­ rano en Perú (C horrillos, T ú m b ez ), Islas G aláp ago s (is la s A l­ bem arle, In defatigab le, ja m e s y N arborough) y P atago n ia.


N u e v a s e s p e c ie s q u e d eb en a g r e g a r s e , etc. --------------------------------------------------------------------------—«.

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M a terial: Im ad. en p lu m aje de invierno. A ric a .. Sup erfam ilia O edicnem ides. F am ilia O edicnem idae. 8.— Oedicnemus Superciliaris, Tschudi. Distribución geo gráfica: R egión de la costa del Pacífico, desde ¡el Ecuador h asta el sur del Perú. M a terial: Un ejem p lar adulto, sin sexo. A rica, Enero de 1851. Esta p recio sa y curiosa ave, está en e x ce len te estado de co n serv ació n , a p esar de isstar y a cerca de o ch enta años en n uestro Museo. Debe ser m uy escasa en A rica, pues en n uestra estada en dich a reg ió n , ni la vim os ni la oímos nombraT.

b ) A V E S DE L A COLECCION C. S. REED. En la interesante colección ornitológica del Prof. C. S. R sed, que lleg a a varios m iles de ejem plares, encontram os tres ejem ­ plares interesantes. F uera d¡el chorlo C alidris canutus rufus, W ils., que y a he­ mos nom brado, encontram os dos pequeños petreles. Orden: Procellariiformes. F am ilia: H idrobatidae. 9.— Oceanodroma Thetys, Bonaparte. P etrel de las G alápagos. M aterial: lm ad. C apturado en la cubierta del " O rb ita ’, en la noche del I9 de D iciem bre d e 1929, a la altura de A ntofagasta, L at. 23 9S. Col. C. S. Reed N9 3297. Este pequeño y gracioso petrel tiene su área de dispersión en los intertro p icales contiguos a la costa occidental de Sudam erica. Nidifica en casi todas las G alápagos entre A b ril y Junio. E jem plares em igrantes han sido cazados hasta los 2 3 9lLat. N., y en tel hem isferio au stral, el capitán R- Paefsler, lo cazó tam bién en las costas de Chile, en las siguientes latitudes: Junio 6 L at. 179S .; F ebrero 15 L at. 18 9S . ; O ctubre 17 L at. 2096 ’S.


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T iene la co la ligeram en te h o rquillada, por lo que debe co­ locarse, en el género O ceanodrom a y no P ro cellaria. P ro cellaria p elagica, tipo de este últim o género tiene la co la alg o re­ dondeada, (A . (W etm ore). El ejem p lar de la colección C. S. R eed tiene las siguientes m edidas: A la : 131 m m ; C o la: 60 m m ; C ulm en 12 m m ; T a r­ so: 20 m m ; D edo: 18 mm. L a coloración y el aspecto corresponden perfectam en te a las descripciones clásicas. 10 .— Octíanodroma Markhami, Salvin.

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P etrel de M arkham . M a terial: lm ad. en p lu m aje de m uda, cap tu rad o en la no­ che del I 9 de D iciem bre de 1929 en la cub ierta del ‘ ‘O rbita*’ , a la altura de A n to fagasta, L at. 2 3 9S. C ol. C. S. R eed N9 3 2 9 6 . Este petrel tam bién es de la costa occidental de Sudam órica, aunque a v :c e s em igra al hem isferio norte, do nde R. H. Beck lo observó en L at. 5 9 N. L at. 1392 8 ’N. Los dos e je m p la ­ res que sirvieron de tipos a Mr. Salvin son provenientes d e la costa peruana y esíán en el Museo Británico. El cap itán P aefsler, lo ha observado en los m eses de D iciem bre y F ebrero, entre los grados 9 y 23 de latitud sur, a la altura de la costa sud am e­ ricana. El ejem p lar de la colección C. S. R eed tiene las sigu ien ­ tes m edidas: A la 174 m m ; C o la: 106 m m ; C ulm en : 18 m m : T arso : 22 m m ; Dedo m edio : 23 mm.

BIBLIOGRAFIA:

C. E. H ellm ayr. “T he Birds of C h ile” . F ield Mus. Z ool. Ser. V ol. XIX. 1932. R. R id gw ay. 'T h e Birds of North and M iddle A m erica” . P art. VIII. Bull. U. S. Nat. Mus. N9 5 0 . 1919. F rank M. C hapm an. B ird-Life in E cuador". Bull A m er Mus. Nat. Hist. V o l. L V . 1926. A. W etm ore. Birds of A rgen tin a, P ara g u ay, U ru gu ay and C h ile". Bull. U. S. Nat. Mus. N9 133. 1926. L. M. Loom is. "A R eview of the A lb atro sses, p e tre ls ....’’ . Proceedings. C alif. A cad, of Sciences. V o l. II. P. II. p . 1-187*


RUINAS PREINCAICAS EN EL NORTE DE CHILE L»enera!m ente se ha creído que en C hile no existían m o­ numentos arquitectónicos p r“hispanos. Las pocos construcciones de piedra m encionadas por los cronistas e historiadores eran consideradas de poca im portancia, y en todo caso deberían im ­ putarse al tiem po de la ocupación incaica del p aís a l principio del siglo dieciseis. Este concepto es errón-o En e! norte de C hile h ay num e­ rosas ruinas de an tigua« ciudades, no solam ente prehispánicas, sino tam bién preincaicas. E m pleam os intencionalm ente el tér­ mino ciudades , pues la im portancia v extensión de algunos üe estos grupos de edificios justifican su uso. En una de nuestras últim as excursiones arqueológicas (M a ­ yo 1 9 3 5 ) acom pañado del geólogo del museo, el señor H um ­ berto F uenzalida, recorrim os una gran p arte del Desierto de A tacam a y la h o ya cen tral del río Loa. ¿,n este v ia je tuvimos opor­ tunidad de visitar y estudiar v arias de estas ruinas, y en este ar­ tículo dam os una breve descripción de algunas de ellas. A m ás o m enos cuarenta kilóm etros al este de C alam a y aproxim adam ente la m ism a distancia de C huquicam ata se h a­ lla el pueblecito de Chiu-Chiu, en ios m árgenes del río Loa, cerca de su unión con el Sf.lado. A poco m enos de un kilóm etro a l norte, se encuentran las ruinas de un antiguo pueble, indígena, llam adas pucará o forlaleza, por los vecinos. Es evidente que el antiguó pueblo ocu­ p aba una extensión considerable de terreno, pero hoy se h alla m uy destruido, no tanto por los estragos del tiempo como por los ald ean o s modernos, quienes, para construir el actual pueblo aprovecharon el m aterial de los antiguos edificios. Quedan to­ d av ía algunos muros, sem i-caídos y los cim ientos de muchos otros son to d avía visibles. En cuanto podríam os estim ar, el p ue­ blo original o cu p aría un espacio de unos 400 metros por 300. El p lan de las casas era rectan gu lar: como seis metros por cua­ tro. Fueron construidas d e p iedra la ja , unida por una m ezcla


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de barro. L a tierra es una com binación d e aren a y g re d a y está m ezclada con el agu a salo b re d el L o a se pone dentro de poco, tan resistente como el cem ento. L as hileras de casas eran sep arad as por angostos p a sa je s o callejo n es, cu ya anchura raras veces p asab a de m etro y m edio. So b re estas calles ab rían las puerta'3 de los edificios. Es d ifícil determ inar si estas casas tuviesen ventanas, pues ninguno de los muros estaba lo b astante conservado p ara poder ju z g a r; pero lom ando en cuenta lo que h allam o s en otras partes, en edificios sim ilares, es pro b ab le que las tuviesen. En el extrem o m eridional de lar, ruinas, uno de los m uros de de la an tigua fo rtaleza se h allab a en m ejo r condición y en algunos trechos alcan zab a una altu ra de tres a tres y m edio m e­ tros. El tam año de la fortaleza era co n siderable. Los m uros exteriores encerraban un espacio de vein te m etros por diez, con una división interior. El muro que q 'ied ab a en pie estab a p erfo ­ rado por troneras de veinticinco centím etros en cuadro p ara poder disparar sus flechas. Este pueblo estab a edificado en una llan u ra y no p o d ía ­ mos encontrar vestigios de un muro de circun valació n com o h allam o s en otras ruinas. L a cantera, de la cu al se extrajo la p ie­ d ra usada en las construcciones, se usó m ás tard e com o cem en ­ terio, utilizándose como sepulturas, los huecos d ejad o s en form a de cuevas al efectuarse la extracción. A diez kilóm etros río arrib a, s~ h allan las ruinas de otra an tigua ciudad, en mucho m ejor estado de conservación. S e lla ­ m a L asañ a, y en sus aspectos gen erales, puede tom arse com o típ ica de la últim a etap a p reincaica de la cultura atacam eñ a. L asañ a se encuentra en un estrecho v a lle , b ordeado en en am bos lados de altos barran co s v ertic ales que se lev an tan cien m etros sobre el nivel del río. En ei lecho del v a lle h ay un m orro como de treinta m etros de altu ra, que por un lado cae p erpendicularm ente al río y por el otro b a ja su avem en te al piso del v alle. Es sobre esta fald a q u e se edificó la ciudad en una serie de terrazas irregulares. M uchos de los edificios están casi intactos, otros caíd o s en parte, pero ninguno de ellos está to talm en te destruido, de m a­ n era que es posible obtener una b u en ? im presión g en eral d e su aspecto cuando estuviera po blada la lo calid ad . T o das las casas estaban construidas de la ja s de piedra, cim dntadas por u n a m ezcla de barro, tal com o en la pucará. Los m uros tenían una altu ra m edia de unos tres m etros y un espesor de m ás o m enos treinta y cinco csntím etros. L a m a y o ría de los edificios tenían form a retan gu lar, aunque algun o s tenían contornos irregu lares, conform ándose a las desigualdades del m orro. L as dim ensiones gen erales de las casas fluctuaban en tre cinco y siete m etros de largo, por cuatro a cinco m etros de ancho, pero in d u d ab le­ m ente h ab ía una variació n considerable.


Ruinas incaicas en el n orte de Chile

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T odas las casas tenían puertas y ventanas, las cu ales en muchos de los edificios perm anecen en perfecto estado. Sin em ­ bargo, no es fácil determ in ar la m anera en que se cerrab an ; pro­ b ab lem en te con esteras de caña o de junco, pues no h ay indicio de que se usara m adera. Sin duda, estas son las ventanas más antiguas que hasta ahora se señalan en la arquitectura am erican a y anteceden por lo m enos en dos siglos a las que se h allab an en la Tegión in ­ caica del Cuzco y M achu iPicchu. Las ruinas de esta últim a ciu­ dad parecen haberse derivado en parte de influencias atacam eñas, pues ahora se sabe que estos indios del desierto recorrie­ ron la S ierra del Perú, ante* que los Incas salieron del v alle del Cuzco p ara conquistar los territorios vecinos, es decir en el siglo XII. Los portales eran rectan gulares y bien alineados y las p ie­ dras que form aban las jam b as eran a menudo lab rad as para su ajuste. Los pó rtalas tenían una altura de m ás o menos dos m etros con una anchura m edia d e un m etro. Los dinteles eran form ados de una sola la ja , bien ajustados a las jam bas, lo que d ab a a los p o rtales un aspecto nítido y parejo. Las aberturas de las ventanas eran cuadradas, con un diám etro de cuarenta a cincuenta centím etros. ’E ran form adas de la ja s ajustadas. Casi todas las casas tenían una ven tan a y unas pocas tenían dos. Las ven tan as daban a las calles y cuando las casas se h allab an en la p arte superior del morro, dom inaban el v alle. Todos los edificios tenían una tro; o granero y a veces dos; casi siem pre en el interior, pero ocasionalm ente en e l exterior, p egad a a uno de los muros. Eran construidas de piedra y tenían una altu ra de m ás o m enos un metro veinte centím etros. No tenían puertas, pero cerca del suelo tenían una abertura cua­ drada, en form a de ven tan a y m ás o menos del mismo tam año de éstas. Es pro b ab le que las trojes tuviesen techo, porque en algunas de ellas encontram os restos cíe p a ja y m adera. En m uchas de las casas, especia'm ente en la parte superior de la ciudad, cerca de su extrem o m eridional, encontram os, ad e­ m ás, graneros subterráneos. A veces éstos eran forrados con la ja s y una la ja grande servía p ara tap ar la entrada. M uchas de dichas cám aras subte­ rráneas se h abían usado como sepulcros y contenían uno, dos o más cad áveres o esqueletos. En la p arte m ás p arad a del morro, se h ab ía excavado la roca b lan d a en form a de terrazas, para dar lugar a los edificios y los cortes verticales se utilizaban como muros. En estos m u­ ros se h ab ían excavado pequeños huecos que servían de sepul­ cros. Más ab ajo h ab ía una serie de cuevas naturales que se h a­ bían utilizado p ara el mismo proípósito. En am bos casos el frente de la cueva se h ab ía cerrado con lajas. No hallam os nin­


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gún cem enterio en la vecindad y p arece que se aco stum b rab a enterrar los m uertos dentro de las h abitaciones o en sus inm e­ diaciones. L a com unicación entre las diferentes partes de la ciudad se efectuaba por medio de un núm ero de callejo n es, angostos y to r­ cidos, muchos de los cuales term inaban en pequeñas p lazu elas irregulares. Dichas ca lleju elas ia r a s veces corrían m ás de diez m etros en una d iric ció n d ad a. C om o las casas m ism as, su pos ción d ependía del contorno del cerro y se interrum pían con fre­ cuencia por cam bios abruptos de nivel. Un cálculo prudente estab lecería s i núm ero de casas en cuatrocientas y, es p ro bable que la población no b a ja ría de dos m il personas. A l pie del morro, la ciudad estab a ro deada en tres lados por un ancho m uro de circunvalación de un m etro vein te cen tí­ m etros de altu ra, que serv ía de defpnsa. H ace poco, la m ayo r p arte de este muro fué deshecho p^’ a u tilizar la p ied ra en la construcción de un puente sobre el río Loa, en la vecin dad in­ m ed iata de las ruinas. En la actualid ad sólo unos pocos trechos quedan en pie, pero éstos sirven pa a indicar su an tigu a im p o r­ tancia. L as casas que daban frente a este m uro, en vez de v e n ­ tanas, tenían una serie de troneras, que p ro b ab lem en te se u sa­ ban por los arqueros en caso de ataque. Entre las casas y el m u­ ro h ab ía un cam ino, que p erm itía la defensa de la b arrera. L a tierra cultivada y a c ía al poniente de la ciudad, ‘e ntre el muro exterior y los altos barran co s que encierran el v a lle . Está situada en una pequeña llan u ra cuya longitud es un poco m ás que la de la ciudad y cuya anchura no p asa de ciento cincuen­ ta metros. El sistem a de riego es m uy interesan te y p erm an ece intacto, aunque abandonado en la actualidad. Un can al traído de m ás arriba, sigue el contorno de la fald a hasta al en trad a del pequeño v alle. A l llegar a la llan ura, cruza ésta por m edio de un ingenioso acueducto construido de grandes bloques de p ie ­ dra, de cinco pies de largo, cuatro de alto y dos y m edio de ancho, colocadas de canto y en h ilara. L as uniones están ci­ m entadas. L a superficie superior de estos bloques ha sido ah u e ­ cad a en form a de c an aleta de unos cuaren ta y cinco cen tím etros de ancho por veinticinco de profundidad. El acueducto se une con un canal excavad o en la roca, que co rre todo el largo de la ciud ad , al pie d el muro de circun valació n. D esde dicho cana] corren p erp en d iculares a su curso una serie de p equeñ as acequias, hasta el p ie del b arran co donde se v a c ía n en un dfesagüe. Estas aceq u ias se h allan a cad a cinco m etros, que es en ancho d,e las m elgas, y son co ustruídas de la m ism a m an era que el acueducto, sólo que las piedras usadas son m ucho m ás chicas y sobresalen d el suelo n ad a m ás que unas p o cas p u lg ad as. La m ayo r p arte de estas p ’edras perm anecen to d a v ía en su sitio. A cincuenta kilóm etros al noreste de L asañ a, enT uri, se


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h allan las ruinas de otra ciudad ind'gen a, construida sobre tres pequeñas colinas que forman- parte do la o rilla de un largo de­ clive de la v a que desciende del vo lcán Echado. Las ruinas de T uri pertenecen a lie s períodos distintos que term inan con el de los incas. En la parte inferior de la ciudad, los muros, donde to d av ía perm anecen en pie, pasan m uy poco m ás de un metro de altu ra y, como la m a yo ría de las ruinas atacam eñas m ás antiguas, se dividen en un número de pequeños cuartos rectagulares, sin puertas o ventanas. Los muros deben haberse usado como cam inos y la entrada debe haber sido por el techo. Estos muros, como tam bién todos los dem ás del pue­ blo, a excepción de los edificios incaicos de que hablarem os a continuación, son construidos de bloques de lav a de color os­ curo y de form a irreg u lar y sin em pleo de m ezcla. En la p arte superior del pueblo, las casas son de otro tipo, m uy parecido a e] que prev alece ín L asaña. A quí los muros son m ás altos, tres m etros o m ás y tienen puertas y ventanas. L a m ayor parte de los edificios tienen graneros interiores, pero en algunos casos éstos han sido construidos afuera. Las calles son angostas y torcidas. En gen eral suben las colinas hasta topar con el cam ino del Inca, que corre de norte a sur, en el lím ite oriental de la ciudad. Es és:a la p a r tí más nivelada del pueblo y es en ella que h allam o s la serie de edificios que pertenecen a l tiem po de la ocupación de los incas. Dichas construcciones son de adobe y tenían techo de dos aguas. L a más grande de ellas, situada en un lado de una grar. plaza debe haber sido un edificio de; m ucha im portancia en aquellos tiempos. M ide 24 m etros d e largo, cerca de diez metros de ancho y la punta del te­ cho p asa de seis m etros de altura. Los muros de los costados se levantan tres m etros sobre el suelo y aquel que da frente a la p laza tiene tres puertas de m ás de un metro de ancho. C ada uno de los extrem os tiene tres ventanas, dos un poco más arri­ b a del nivel de los m uros laterales, y ia otra cerca de la punta de unión de las dos aguas. Estas ventanas superiores tienen din­ teles de m adera. L o s adobes em pleados en este edificio tienen 35 cms. de largo, 20 cms. de ancho y 10 cms de grueso. Se han fabricado de una tierra algo gredo sa revuelta con pasto coiron. Esta cons­ trucción es to d av ía llam ad a ‘‘C asa dal Inca por los indios de la vecindad, aunque los habitantes no indígenas la llam an la “ Iglesia” . H ay en la vecindad inm ediata de la p laza otras po­ cas casas de adobes, todas de dos aguas, pero sem ejantes constucciones no se h allan en otras partes de la ciudad. Por su costado oriental, la ciudad está cercada por un alto muro de p ied ra, el cual aunque s e h alla en un estado ruinoso, se levan ta en alg u n as partes a una altura de tres metros. Por el lado exterior del muro p asa un camir.o del Inca, de tres metros de ancho lim piado com pletam ente de piedras, las que están


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ap ilad as a am bos lados. A trechos está señ alado por pirám ides de piedra, de form a rectan gular, con bases de m etro y m edio por dos m etros y altu ra de m ás de dos y m edio m etros. M ás allá, por la falda, h ay vario s m uros de piedra, for­ m ando tres lados de un rectángulo con el otro lado ab ierto . A l lado fuera de estos m uros y sentados con las esp aldas a p o y a ­ das en ellos, se h allan num erosos esqueletos hum anos, cu b ier­ tos de m ontones de piedras. En la p arte m ás b a ja y m ás an ti­ gu a del pueblo, los m uertos estaban sepultados en cu clilla s en sepulturas de poca profundidad, tam bién cubiertas de m onto­ nes de piedras. ¡La ciu d ad de T uri era m ás gran d e que L asaña. De norte a sur se extiende por cuatrocientos m etros y poco m ás de la m i­ tad de esa d istancia de oriente a poniente. U n cálculo ap ro x i­ m ado la d aría unas 4 5 0 casas y una población p ro b ab le de m ás de dos m il. A unos noventa a cien kilóm etros a! sureste de C hiu-C hiu se encuentra el pueblo de San Pedro J e A tacam a, en un tiem po la población m ás im portante en toda ¡a región atacam eñ a. A unos cuatro kilóm etros del actual pueblo se h allan las ruinas de una an tigua ciudad fortificada, edificada en las escarp ad as fald as de un pequeño cerro que domina la en trad a a l v a lle en un punto donde term ina en una estrechura de m uros p erp en ­ diculares. Los otros lados de! cerro ~on inaccesibles y caen p re ­ cipitadam ente h asta el v a lle ab ajo . El pie de la falda, h asta una altu ra de unos diez m etros verticales, es tam bién abrupto y difícil de escalar, salv o en a l­ gunos angostos trechos donde se han despejado algu n o s cam initos. El borde superior de este escarpe estab a defendido p or un m acizo muro de piedra de m ás de- un m etro de alto y cerca de un m etro de espesor, construido de gran des bloques p ues­ tos de canto. Dicho muro está ahora en estado ruinoso y la m a­ y o ría de los bloques han y están esparcidos por la fald a inferior, pero en un tiem po debe h ab er pro po rcion ado ,una buena defensa. A l ládo adentro d e’ m uro h ay un cam ino de unos tres m etros de ancho Ofue lo sep ara de los edificios de la ciudad, de la m ism a m an era que en L asañ a y en T uri. Por el otro lado del cam ino h ay tres largo s edificios, sep arad o s uno de otros y con hileras de troneras por el lado q u e da fren te al muro. P arecen h ab er sido cuarteles. Son largo s y angostos con la en trad a en un extrem o. L as en trad as eran defendidas Por una cortina interior de p iedra que im p edía el paso de flechas y no p erm itía el paso de m ás de una persona a la vez. D etrás de esta p rim era h ilera de cuarteles, ad ju n ta a ella, p e­ ro a un n ivel un poco superior, h ay o tra h ilera, de la m ism a form a y dim ensiones. A q u í tam bién ¡as tro neras dom inan el muro form ando así, una segunda 'ín e a de defensa M ás a llá de


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estas defensas, la ciudad sube el cerro hasta la cim a. En sus lín eas gen eralas la construcción de la ciudad es p arecida a la de L asaña, con puertas, ven tan as y trojes interiores, como en esta últim a. A q uí, tam bién se hallan muchos depósitos subterráneos que han servido de sepulturas y en los cuales todavía se hallan restos humanos. No obstante se pueden observar algunas diferencias. Por ejem plo, aquí no todas las construcciones son rectan gulares; a l­ gunas tienen un extrem o redondo u ovalado, sobre todo cuan­ do estaban edificadas en puntos salientes del cerro, que dom i­ naban el valle. En la cim a del. cerro hay un pequeña plataform a en la cual se h a edificado un cercado rectan gular de muros cu ya a l­ tura es un poco m ás de un m etro. A l parecer, servía de m irador, pues de a llí se dom ina todo el v alle. L as calles son angostas y torcidas, de una anchura que no p asa de m etro y medio. Por una de ellas, que corre en zig-zag entre las casas, pudim os subir a cab allo h asta la cima. En su p arte inferior, al ciudad presenta un frente al v alle, en unos 1 70 metros, pero esta anchura dism inuye a m edida que sube el cerro. L a distancia superficial, desde el muro hasta la cim a, es m ás o m enos igual aj frente. L a ciudad contiene, cuan­ do menos, unas trescientas casas y su población no deba h ab er sido inferior a 1500. En la vecindad inm ediata de las -uinas, pero en el valle, se encuentra actualm ente un pequeño caserío llam ado Quito, donde los terrenos cultivados por los habitantes son p ro b ab le­ m ente los mism os que los lab rado s por los antiguos pobladores de la ciudad en ruinas. En varias otras partes de la región existen ciudades en ruinas edificadas de piedra, tan im portantes y quizá m ás que ¡as descritas, pero no tuvim os tiem po de visitarlas, aunque en otras ocasiones h abíam os estado en algunas de ellas. Dos años antes, durante una exploración que efectuam os en Q uillagua, no lejos de la desem bocadura del Loa, pudimos estudiar las ruinas de un pequeño pueblo construido enteram ente de piedra, pero actualm en te b astante destruido. L as ruinas se encuentran a mái. o menos un kilóm etro del actu al pueblecito de Q uillagua, donde el río Loa hace una curva abrupta h acia el oriente. Están situadas encim a del barranco que cae al río, en una pequeña planicie rodeada de lom as que form an los contrafuertes de la m eseta que se extiende como desierto por centenares de Wil'ómetros. Estas ruinas llam ad as por los vecinos ‘“£1 G entilar”, ab arca,i un trecho de 150 metros. Consisten en una serie de muros y p;.rcas de piedra y argam asa de greda revu elta con yeso natural, m uy común en la vecindad. Con el tiem po esta argam asa ha tomado la dureza de la piedra y difícilm ente cede ante la barreta.


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Los muros, en algun as partes intactos, no parecen h ab er tenido una altu ra m ayo r de un m etro. L a m a yo ría de los m u­ ros longitudinales son de p iedra can tead a y los trasv e rsale s son en form a de pirca de piedras rodadas, o de río. En am bos casos las piedras están asentadas en argam asa que las sirve de m ezcla o cem ento. L as ruinas parecen h ab er sido ds una construcción com unal y continua, dividida en un gran núm ero de pequeños cuartos contiguos, cuyas dim ensiones eran de dos m etros por tres. No se ven señales de p uertas y no se exp lica cóm o pudiesen en trar en los cuartos, sino desde arrib a y andando por los m uros. Es­ tos tenían un espesor de 40 cms, y las pircas atravesad as, de 50 cms. No se encuentran vestigios de techum bre, pero es p ro b ab le que los cuartos se techaban de p alos atravesad o s, sobre los cu a­ les se tend ían una cap a de tallos de “sorona” o brea, p la n ta que se usa p ara este propósito h asta hoy en toda la región. L a construcción tan especial de estos cuartos, su p oca altu ra, sus escasas dim ensiones y la fa lta de puertas, hace dudar si h a ­ yan sido habitaciones. L a única m an era en que se p o d ría en trar en los cuartos era indudablem ente cam inando sobre los m uros y pircas y b ajan d o por algun a ab erlu ra d ejad a en el techo. E ra im posible p ararse dentro de los. cuartos, po r cuanto no h ab ía m ás que un m etro entre el piso y el techo. , H em os encontrado este tipo de construcciones en diversas p artes de las provincias d'el norte y por mucho tiem po no p u d i­ mos exp licar su utilidad. Sin em bargo, estudiando las costum ­ bres de los actuales hab itantes del oasis de Q u illagu a, pudim os dar con la p ro b ab le explicación. ¡Las casas que hoy se construyen son de m ucho m ayo res dim ensiones y gen eralm en te de dos aguas. D urante el día h ace mucho calor y al am an ecer la gente scie de las casas y todos los quehaceres del d ía se hacen b ajo ram ad as y a todo a ire. En cam bio, las noches son m uy Jielad as, con un viento m u y p en e­ tran te que entum ece. Por consiguiente a la en trad a d el sol, todo el mundo guarece en las case s y se acuesta con las g allin as. Es seguro que los antiguos indios h acían lo m ism o. P asa ría n e l d ía b ajo ram adas, retirándose a la oración, al ab rigo de los cu ar­ tos. Com o éstas se usaban únicam ente p ara dorm ir no era m e­ nester que fuesen de m ayo res dim ensiones y la fa lta de p u ertas p restab a m ayo r refugio contra los h elado s vientos nocturnos. Pero no todas las p oblaciones o ciudades de la regió n a ta c a m eña eran construidas da •piedra. En ’a s llan u ras su rcad as por los río s A taca m a y V ilam a, en las cercan ías de San Pedro de A taca m a h ab -a extensos terrenos de cultivo regad o s p o r las agu as de los dos ríos m encionados. En esas llan u ras no existe p ied ra que p ued a servir p ara edificar y las ruinar de la p o b la ­


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ciones que se encuentran en la com arca dem uestran que eran construidas de adobe y de adobón, usándose piedra llev ad a de otras partes, únicam ente p ara los cimientos. La m ayor p arte de los ayllos o caseríos, to d a v ía se construyen de la m ism a m anera. Uno de estos ayllo s arruinados donde m ás claram en te se ve la distribución de las antiguas habitaciones, es el V ilam a a dos kilóm etros d e S an Pedro de A tacam a. En m uchas partes que­ dan casi intactos los cim ientos de p ied ra que señalan las casas, que sobresalen d el suelo en treinta centím etros aproxim adam en­ te. Los adobes se han deshecho con el tiem po y solam ente por los m ontones inform es de tierra que han quedado a pie de las m urallas, puede notarse que han existido. Por otra parte, los descendientes die los indios que ocupan los mismos ayllo s to­ d av ía construyen su casas de la m ism a m anera. L as casas de V ilam a eran m ás grandes que las de piedra de las anteriores ciudades. U na de las que quedaban en m ejor estado, tenía nueve m etros de largo por 7,5 metros de ancho. T en ía una división interior de dos tercios de su largo. En un rin cón tenía una troj y al lado de ella una hilera circular de p ie­ d ras cubiertas de hollín, señ alab a el fogón. T en ía una so la puer­ ta en uno de los extrem os de un metro y m edio de ancho. No sa­ bem os si h aya tenido ventanas, pues las m u rallas no quedaban en pie. V ecina a las casas h ab ía un gran cam po de cultivo, que antes se h ab ía dividido en canchas, cerradas por pequeños mu­ ros, cuyas dim ensiones eran nueve m etros por dieciocho. Las canchas form aban cinco hileras de cuarenta ten cad a una. Un can al pequeño que se derivaba del río V ilam a corría an tigua­ m ente por el lado norte del cam po, y proporcionaba agua de riego a las canchas por medio de angostas acequias. En la ac­ tualidad estos cam pos perm anecen yerm os y las aguas que an­ tes los regaban, las han desviado para fructificar otros predios. Dos y m edio kilóm etros m ás al sur en el antiguo ayllo de T chekar se encuentran otras ruinas parecidas, hoy abandonadas al igu al que los cam pos antes cultivados por los indios prejiispánicos. No todas las ruinas que hemos m encionado eran coetáneas. L a arq u eo lo gía de la región nos dem uestra que la cultura atacam eña sufrió una serie de m odificaciones en diversas épocas. ■Cada período se distinguía por el tipo de sus artefactos y este hecho nos perm ite señ alar el estilo de arquitectura pertenecien­ te a cad a época. P or el m om ento no se conocen sino construcciones de las últim as épocas de esta civilización, es decir, las posteriores al siglo décimo. M ax U hle, cu ya cronología aceptam os, habla de una épo­ ca "atacam eñ a in d ígen a” , de 90 0 1100 D. de C .; una época


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"ch in ch a-atacam eñ a” , de 1100 a 1350 y por últim o una ép o­ ca “in caica” , entre 1350 y la lle g a d a de los españoles. Nuestros propios estudios nos enseñan cuál es el estilo cu l­ tural que correspondía a cad a época y cuál el tipo arquitectónico que se relacio n a con cad a estilo. En conform idad con estos conocim ientos, podem os asignara la época atacam eñ a indígena, entre los siglos X y XII, las ruinas de Q u illagu a y la p arte inferior de las de T uri.. L as de CHiu-Chiu, de L asaña, de la p arte superior de T uri, las de San Pedro de A tacam a, de V ilam a y de T ch ekar pertenecen a la época de las influencias chinchas, introducidas en la zona a ta ­ cam eña a com ienzos del siglo doce y que co ntinuaban hasta la lle g a d a de los españoles en la m ayo r p arte d.e la región. D urante la ép o ca atacam eñ a indígena, las construcciones eran b ajas, sin puertas y con las e n trad a» por los techos. Con la introducción de las influencias chinchas, p ro ced en te» de la costa del Perú, se m ejoraro n notab lem ente los edificios. Los muros se hicieron m ás alto s; las casas se construyeron de m ayo r tam año y se dotaron de puertas y v en tan as com o tam bién de despensas o granaros. Cuando h ab ía p ied ra en las inm ediaciones los edificios se construían de este m aterial, em ­ p leán d o se con frecuencia una m ezcla de barro. D onde no h ab ía piedra, ésta se reem p lazab a por adobes o adobones. En m uy pocas partes quedan indicios de la ocupación in ­ caica y éstas solam ente en los puntos dom inantes del cam ino del Inca, como en T uri. L ° s edificios d e esta ép o ca, g e n e ra l­ m ente de adobes, pero con ocasión de piedra, tenían , casi siem ­ pre, techos de dos aguas, m ientras que en las épocas anteriores, los tejad o s eran planos, o de un agua, con la po ca inclinación, h e­ chos de ram as cubiertas de una cap a de barro, lla m a d a "to rta ” estilo de techo que to d a v ía se usa en to da la zona. Ricardo E. Latcham. D irector del M useo.


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Lám . I

A rrib a : V ista gen eral d e L asaña. A b ajo , izq. U na troj dentro de un edificio, id. der. Puertas - Lasaña.


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L ám . II

V istas p acíales de L asaña


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Lรกm . III

Turi. 1.V ista de la puerta b aja 2. C asa del Inca, interior 3. .C asa del Inca, exterior.


V istas de las ruinas de San Pedro de A tacam a


EL CEMENTERIO INDIGENA DE “EL O L IV A R ” (L A SERENA). H abiendo tenido ocasión de reconocer am pliam ente el ce­ m enterio de los indios D iaguitas, que se encuentra unos dos k iló ­ m etros al Norte de L a Serena, en e l fundo "El O livar” , querem os anotar en lo siguiente nuestras observaciones que puedan tener algún ínteres p ara la investigación arqueológica sobre los prim i­ tivos habitantes de esta región. El cem enterio consta de una cantidad de grupos ds sepul­ turas, que se encuentran esparcidos en una área de 300 metros de largo, por 200 de ancho, m as o menos, entre e] cam ino prin­ cip al que conduce al Norte del p aís y el callejón, que se dirige de L a Seren a a la C o m p añ ía B aja. En el plano adjunto se puede ver la situación de los grupos reconocidos por nosotros, siendo probable que existen otros, que son difíciles de ubicar, y a que están en tierras de cultivo intenso, en las cuales sus dueños no perm iten trab ajar. Parecen que estos grupos corresponden a la división social en clanes y que cad a clan ha tenido su cem enterio, dentro dei gran cam po común, pues en todos los grupos hemos encontrado idénticas características, que perm iten establecer que los diversos grupos son contem poráneos entre sí. C ad a grupo se com pone de un número de sepulturas que v a ría de treinta h asta setenta, de las cuales una parte estaba he­ cho de p iedra la ja , m ientras las dem ás estaban sim plem ente en tierra. L as sepulturas de piedra son generalm ente largas y cónicas, orientadas con la p arte m ás ancha (c a b e c e ra ), hacia el O riente; su tam año m edio era de 1. 80 m de largo por 70 cm. en la cab e­ cera y unos 30 om. en los pies, pero hemos encontrado otras de m ás de dos m etros de largo, como tam bién mucho m ás chicas. Fuera de estas sepulturas largas y angostas h abía un pequeño nú­ mero de sepulturas rectangulares. Hemos m edido una que tenía 1 m etro por I. 30, p arece que estas sepulturas eran siem pre de gente principal, a ju zgar por el a ju a r que contenían,


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El m aterial que ha servido p ara construir las sep ulturas de piedra es una p iedra arenisca, cuyas can taras están situadas a unos 12 kilóm etros m ás al Norte. Estas p ied ras fueron e x tra íd a s en planchas de un grosor de 8 a 12 cm y de tam años v ariab les, siendo las que servían de tap a en muchos casos d e una sola pieza, así por ejem p lo la tap a de la sepultura rectan gu lar cu yas m edidas dimos m ás arrib a m ed ía 1. 20 por 1. 50 m .-E s de im a ­ ginarse, que el transporte de estas p lan chas de p ied ra era m uy di­ fícil y n ecesitab a m ucha gente y creem os que es este el m otivo, porque no todas las sepulturas que llev an idéntico a ju a r, fueran hechas del m ism o m aterial. M uchas veces encontram os estas p ie­ dras solo como m u rallas divisorias entre dos sepulturas, lo que p arece ind icar la escasez del m aterial en m om ento oportuno. L a factura de las sepulturas d'a piedra era m u y se n c illa : en el fondo de la excavación se p arab an las p ied ras laterales, que ten ían una altu ra de 60 a 70 cm. cercando la sep ultura por sus cuatro lad o s; el borde superior de estas m u rallas, que fueron a li­ nead as correctam ente era lab rado y fo rm aba un canto liso, de ig u al altu ra, p ara recibir la tap a m ientras que en el fondo de la sep ultura lo form aba la tierra. Com o la profundidad de las sep u l­ turas raras veces era m ás de 80 cm a un m etro, las ta p as q u ed a­ ban a poca profundidad deb ajo iail suelo y a l la b ra r las tierras en tiempos m odernos topaban con frecuen cia loa arad o s en ellas, p or cuyo m otivo fueron extraíd as gen eralm en te po r los m ism os trab ajad o res, quienes revolvieron las sep ulturas en b usca de te ­ soros, destruyendo gen eralm en te la a lfa re ría . C uen tan qu e de es­ te cem enterio se sacaron con este m otivo gran can tidad de estas p iedras que sirvieron p ara p avim en tar vered as y p atio s en L a Serena. En la m a yo ría de las sepulturas de p iedra h ab ía m ás de un osam er.to hum ano, en algun os casos encontram os h asta cuatro, siendo m uy p ro b ab le que proceden de m uertos sep ultad o s sim u l­ tán eam en te al ju z g ar por su colocación. En las sep u ltu ras la rg a s y cónicas, los cad áv eres fueron sepultados siem pre tendidos 'en todo su largo , no así en las sepulturas rectan gu lares, en estas la posición debe h ab er sido con las piernas d o b lad as y a sea sentado o tendido. En 'este cem enterio llam a la atención, que se encuentran m uy pocos osam entos de niños, los cu ales no p asan de un 6 a 8 % del total. Los cráneos encontrados son todos del tipo b raq u icéfalo , pero tam bién hem os encontrado algun o s deform ados a rtific ia l­ m ente, con la frente ap la sta d a ,. F uera d e estas v ariacio n es que fueron siem pre de cráneos d elg ad o s o de grueso n orm al hem os encontrado una can tid ad de cráneos d e p ared es sum am en te g ru e ­ sas; estos cráneos se encontraron siem pre en sep u ltu ras en tierra, que gen eralm en te no contenían a lfa re ría dom éstica, por lo que frénennos la im presión, de que se tra ta b a d e una raza inferio r.


El C em enterio indigena de “ El O liv a r” (L a S ere n a.)

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sub yugad a por los D iaguitas y que quizás Ha estado al servicio de ellos. En las sepulturas de tierra se distingue fácilm ente algunas que son m ás an tiguas que las sepulturas en piedra, pues contie­ nen a lfare ría que se distingue por su factura, su forma y por sus dibujos grandes y más toscos, que los conocidos generalm ente de la cultura D iaguila. Los m otivos de los dibujos, son muchas v e ­ ces precusores de los dibujos finos de la época siguiente y no son tan variad o s. Esta a lfare ría está descrita por D. R icardo Latcham y denom inada "arcaica" (R ev . D. Hist. Nac. Año X X X V I) Las sepulturas en referencia se encuentran generalm ente a mayoT profundidad que las otras y las hem os encontrado a veces debajo de las otras a una profundidad de 1.30 y 1. 50 m. El resto de las sepulturas en tiera es contem poránea de la s sepulturas de pie­ d ra, y a que contienen el mismo aju ar que éstas, en ellas se en­ cuentra m uchas veces al lado del osam ento humano el osam ento de un cuadrúpedo, que por las características del cráneo debe h a­ ber sido de llam a o guanaco y a veces al lado de éste una taza o plato, como de an im al regalón. L lam a la atención la dentadura perfecta en casi todos los cráneos, no existen dientes careados y las dentaduras ofrecen en todas las edades un aspecto vigoroso y sano. Los hallazgos arqueológicos. Debido a la gran p erm eab ili­ dad del terreno, que absorbe el agua de los canales de riego, se encuentra el agu a a poca profundidad debajo el suelo, encon­ trándose la m ayo r parte de las sepulturas dentro de un b airo gredoso, lo que hace casi im posible una busqueda p ro lija, la cual se ha tenido que concentrar casi exclusivam ente a la alfarería. Sin em bargo hem os encontrado algunos collares de piedrecitas cor­ tadas (d isco s) de carbonatos de cobre de un color verde azule­ jo, otro de discos pequeños de una com posición calcárea, adem ás algunos objetos de cobre como pinzas y cinoeles; espátulitas de hueso, algu n as m uy decoradas con m otivos zoomorfos, punzones de hueso; p ied ras de bruñir, bolas y discos de piedra, piedras herm osas, vetadas, y puntas de flecha. La a lfa re ría se encontraba en la m ayo ría de los casos a l la ­ do de la cabeza, pocas veces tam bién a los pies, cuando h ab ía varias piezas y en el grupo B la encontram os generalm ete en la m itad del cuerpo extendido. Los platos o pucos contenían re­ vuelto con tierra, conchas de m achas o tallos de un v egetal que h ab ía germ inado y en algunos casos pequeños huesos. L a a lfa re ría encontrada se puede dividir en dos grandes grupos, la negra o dom éstica y la alfarería pintada, siendo m ás abundante la prim era. L a alfarería dom éstica es generalm ente de un color oscuro, pero en algunos casos es de un color café rojizo y consta en su gran m ayo ría de cantaritos de boca an ch a con el recipiente g lo ­ b u lar alargad o hacia adelante, con una asa en el borde posterior,


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que une el cuello con el cuerp o ; estos can tarito s tienen m uchas veces decoraciones en relieve, antropom orfas, figurándose la c a ­ ra en el b orde d elantero d el cuello, con ojos, n ariz y en algu n o s casos o rejas y en el cuerpo m uchas veces los brazos doblados con las m anos cerca de la boca, los senos y en dos casos el sexo de m u jer y piernecitas cortas. O tras veces esto s can tarito s tienen solo tres protuberancias en las partes que co rresp on derían a los senos y a l sexo. L a m a y o ría de los cantaritos no tiene decoración a ig u n a ; en todos se conoce el uso, por estar tiznados en su p arte delantera, p arece que han servido p ara c alen tar co m idas o b e b i­ das en el fuego, sujetándolos d el asa, porque el asa y toda la p a r­ te superior se encuentran libres d e tizne. A p arte d e estos can tari­ tos hem os encontrado, pero en pequeñ a can tid ad : fuentes rústi­ cas, sin enlucir y enlucidas, jollitas con dos asas, un can tarito con dos bocas, recipientes en form a com o el cuerpo de una so pera, sin. cu ello y sin asas y can taritos rectos o sim étricos de u n a asa. Entre la a lfa re ría p in tada dom inan en núm ero los p lato s o pucost siendo relativam en te pocas las piezas de otras form as, los plato s de p aredes rectas no se encuentran en las sep u ltu ras en tierra que contienen a lfare ría arcaica y son de una era m ás m o­ dern a; los p lato s de las sepulturas an tiguas (a rc a ic a s ) son siem ­ pre sem iglo b ulares. Un pequeño núm ero de los p lato s de p a re ­ des rectas llevan el dibujo en tres secciones, una c a r a estilizad a en el centro y dos secciones de dibujos geo m étrico s a am b o s la ­ dos, de distintos m otivos; los m otivos y las diferentes forméis de los platos y de las dem ás piezas están m u y bien descritas e ilu s­ tradas en el libro “A lfa re ría ind ígen a ch ilen a" de Don R icardo L atcham , p ara no v o lv er a rep etirla y querem os al final m en cio­ n ar solam ente algun o s h allazgo s extrao rdinario s en el cem enterio que describim os. En el grupo, B encontram os la a lfa re ría m ás h erm o sa; en una sep ultura en tierra encontram os v a ria s p iezas ex trao rd in a­ rias. pero hechas pedazos, recogim os con todo cu id ad o m ás d e doscientos fragm entos y hem os podido reconstruir un arrib a lo blanco con dibujos en rosado y m arrón, una b o te lla de form a m uy a b ig arrad a, co ro n ad a de un p ájaro . El cuerpo p iram id al o form a de un cono ap lastad o de e sta b o te lla lle v a b a en su p arte superior un asa que en su p arte d e a rrib a rep resen tab a la c a ra d e un hom bre con b arb a, bien m o d elad o ; en el cuerpo de la b o te lla estaban finam ente m o d elad o los brazos cu yas m anos p are c ían acariciar la b a rb a ; el colo r del fondo era b lan co, los dib u jo s del cuerpo eran b istre y rojo, ra y a s h o rizo n tales con puntos etc. el co lo r del p ájaro que serv ía de coronación era azu l n egro. L as fuentes que aco m p añ ab an '¿ s tí h allaz g o eran tres, la s tres de un a form a no usual en esta región pues era de borde alto , m ucho m ás ancho arrib a que en el fondo y de un enlucido p arecid o a la p o r­ celan a, tam bién los m otivos del dibujo eran ex cep cio n ales en esta región, triángu los llen ad o s de ra y a s cu ad ricu lad as o cru za­


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das. Todo el h allazgo h acía la im presión de algo exótico de la región. S e ría acaso el aju ar de un gobernante de la dom inación incaica ? Otro h allazgo extraordinario constituye un cantaro negro de grandes proporciones, representando una m ujer, estando fi­ gurado en el borde del cuello la frente con los ojos, nariz, boca y b arba y a> am bos lados las o rejas y en el cuerpo los brazos con las m anos, senos, om bligo, sexo y dos piernas cortas. Esta pieza tenía 27 cm. de altura, la boca tenía 22 cm. de diám etro y la p arte ri.ás ancha del cuerpo 40 cm. Por fin querem os m encionar que en una sepultura de 60 por 60 cm. hecha de piedra encontram os solo un cráneo con dos herm osas fuentes. Otro h allazgo que m e r:ce ser anotado es el de una flauta de Pan de cuatro voces hecha de piedra. Esta no se encontró en sepultura sino a poca profundidad en el cam po de! cem enterio. F. L. Comely



UN CEMENTERIO INDIGENA EN BAH IA SALAD A A unas 45 m illas al Sur de C ald era se encuentra la B ahía S aiad a, una gran ensenada del m ar, cuya orillas han sido h abi­ tadas ‘en tiem pos pre-hispanos, por un pueblo que se ha dedi­ cado principalm ente a la pesca. T oda la costa desde C ald era hasta Huasco y quizás m ás al Norte y al Sur debe haber estado muy poblada^ en sus caletas y ensenadas que se prestaban para la pesca, porque en todas partes se encuentran las huellas, entre ellas sus cem enterios. D esgraciadam ente es difícil hoy día, encontrar algún ce­ m enterio intacto, y a que en épocas anteriores han sido revueltos casi todos,por los pescadores de la región, por aficionados, etc. y a sea en busca de oro, que algunas sepulturas contenían en pe­ queñas joyas, y a sea por las enorm es piezas de alfarería, que tenían muchos interesados en la 'entonces floreciente población En B ah ía S alad a econtram os felizm ente todavía un peque­ ño cem enterio que constaba de unas doce sepulturas, de las cua­ les cuatro y a h ab ían sidn rem ovidas. ILa región es com pletam ente deshabitada por la falta de agu a dulce; una n o ria que se ha construido, cuando se llevab a pescado directam ente de B ah ía S alad a a C opiapó, contiene agua salobre, que nos produjo fuertes náuseas a l usarla par nues­ tras com idas. L lam a la atención que en estas tierras, en muchas partes han existido poblaciones indígenas, en partes, donde hoy día, falta el agu a, lo que hace pensar, que puede haber cam biado las condiciones clim atéricas de esta región. El cem enterio se encuentra en un pequeño plan arenoso, cerca de la orilla, a un elevación de unos 20 metros sobre e! nivel del m ar. El p aisaje es de suaves lom as arenosas, de las cuales em ergen m uchas rocas de todos tam años y de form as ca­ prichosas. A l lado de cestas rocas se encuentran aun restos de pircas, conc'hales y pedazos d e alfarería, h u ellas de los antiguos pobladores, que han perdurado a través del tiempo.


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B oletín del Museo N acional

L as sepulturas estaban señ alad as a veces por p edazo s de roca, que so b resalían un poquito de la arena, pero tío siem p re era una señ al segura, en cam bio hem os encontrado en casi to­ das las sepulturas, tapados con la aren a, restos de un b razo de quisco, que p arece h ab er sido la v e rd a d e ra señal. L a distancia entre las sep ulturas era de tres a cuatro m e­ tros, su profundidad de dos a dos y m edio m etros. P a ra h acei un hoyo tan profundo :n la aren a, que no tiene n inguna firm eza, tuvieron que h acerlo b astan te gran d e y en v a n a s sepulturas hem os podido constatar que tenían como una b a ja d a late ral, in clin ad a a m anera de escala. ■En algun as sep ulturas encontram os en el fondo una v e r ­ dadera cista de p iedras rocosas. En la sep ultura de un niño h a ­ b ía una de éstas, b astan te bien hecha, tom ando en cuenta el m aterial poco adecuado. L a form a era- a la rg a d a de Este a O este, tenía piedras late ra le s por" los cuatro lados y era ta p ad a con tres planchas del mismo m aterial. Todo el m a terial eran pedazos de los peñascos vecinos, escogiéndose los m ás adecuados. En dos de las sep ulturas usaron grandes huesos de b a lle n a p ara proteger la cab eza del cad áver, la a lfa re ría estab a p ro te­ gid a por un pedazo plano de roca inclinado contra la p ared de la sepultura. En tres ds las sep ulturas no 'encontram os a ju a r de ninguna clase, las restantes tenían un to tal de ocho p iezas de a lfare ría, de las cuales seis eran dibujadas. C uatro de las piezas d ibu jad as eran fuentes, un a de form a sem iglobular, (F ig. 1 ). E sta fuente es ro ja con d ib u ja negro, el dibujo es igu al por adentro y por a fu e ra ; los m otivos de los dibujos en>esta fuente son distintos a los usuales en las regiones de m ás a l Sur, como Seren a y O valle, a l m enos el m otivo lateral (F ig. 1 ( a ) . L as p aredes de esta fuente son d elgad as y la factura es b astan te fina. L a fuente que m uestra la Fig. 2 estab a en lucida por dentro de un color rojo a n a ra n ja d o ; el d ib u jo exterio r es en dos colores, rojo, y negro, sobre fondo blanco, el bo rde in­ terior llev a una fran ja d ib u jad a en negro, sobre fondo blanco, con un m otivo de cuadros rellen o s y ganchos. E sta fuente' fué la ún ica que encontram os entera, las dem ás piezas p in tad as se h ab ían quebrado con el peso de las p iedras que les d eb ían ser­ v ir de protección, las cu ales se h ab ían asentado en la aren a. L a form a de esta fuente y de las dos restantes es típ ica de la Tegión de C opiapó y C ald era y quizás de toda la región h asta el v a lle de Elqui. En el v a lle de Elqui y m ás a l Sur h asta el C h o ap a se en cuen tra esta fo rm a sólo por excepción, siendo re em p la­ zada por la fuente de p aredes rectas. L as otras dos fuentes, com o tam bién la de la Fig. 2, están d ib u jad as con m otivos y elem entos igu ales com o los que usa­


Ün C em enterio indigena en Bahia Salada

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ban los indígenas de las regiones de Elqui, L im arí, hasta el C hoapa. A dem as de las cuatro fuentes encontram os una fuentecita pequeña, dibu jad a en negro solam ente, es de un color am arillo claro , los dibujos en el borde exterior constan de dos franjas p aralelas de rom bos, co rtadas por dos cam pos punteados. L a pieza m ás interesante fue un hermoso jarro pato (F ig. 4 ) ; éste tiene un cuerpo cilindrico y está prim orosam ente dibujado en los colores n egio y rojo sobre fondo b lan co ; sólo el asiento está pintado de rojo. Esta pieza es m uy parecida- en su factura y diseño, a otras que hem os visto, procedentes del v alle de Li­ m arí. L a a lfa re ría rústica estab a representada por dos cantaritos rectos de una asa, uno de color rojo pálido y el otro de color gris-negro, am bos sin enlucir. Echamos de menos los cantaritos cha-tos con el recip ien te alargad o hacia adelante, en form a de zapato, que son tan característicos p ara la región Elqui - Lim arí. Encontram os muchos objetos de hueso, de piedra y de me tal, entre ellos un herm oso ejem p lar de aro de oro, con un m o­ tivo zoom orfo (F ig. 3 ) , los dem ás aros eran de cobre de forma igual a los encontrados m ás al Sur. Todos los aros llevaron en­ sartados pequeños discos de piedra. Los objetos de hueso consistían en agujas, punzones, dis­ cos planos perforados ¡en el centro y placas p lanas de diversas form as unas en form a como lo dem uestra la Fig. 5, otras en for­ m a de lente o rectangulares, casi todas grab adas con pequeños discos y otros d ibujo s; todos estos objetos estaban perforados en el medio. Los objetos de p iedra fueron puntas de flecha de diversas form as, un pequeño objeto tallad o con m otivos antropom or­ fos (F ig. 6 ) y vario s de la form a de la Fig. 7 de diversos tam a­ ños, adem ás un co llar de barras y discos de un m ineral verde (carbonato de c o b re ?) ( ? ) . Sólo uno de los cráneos era deform ado artificialm ente, es­ taba aplastado de los lad o s; dos eran de paredes gruesas, el resto era norm al del tipo braquicéfalo, las dentaduras no esta­ ban tan bien conservadas comoen los cem enterios de Serena y O valle, aunque no hem os notado caries, pero faltaban dientes y m uelas en varios cráneos En dos sepulturas encontram os encim a del osam ento hum a­ no y un poco a un lado el osam ento de un cuadrúpedo carn í­ voro, que probablem ente corespondc al perro o zorro, uno de éstos estaba cercado de piedras. Los restos de com idas que encontram os eran de pescado; en las sepulturas que no tenían alfarería, encontram os restos de pescado un poco antes de lleg ar al osam ento y tam bién en grandes conchas. En una de las sepulturas encontram os en una con­


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B oletín del Museo N acional

cha de ostion algunos granos de una sem illa, que no hem os po­ dido iden tificar y que posiblem ente ha sido im p o rtad a del in te­ rior. En casi todas las sepulturas, al m enos en las cu yas c a ra c ­ terísticas denotaban que eran de hombrets, encontram os una piedra, p arecid a a un adoquín, que por un lado estab a pin tada de rojo, gen eralm en te estaban al lado d t la m ano, creem os, que puede h ab er sido un distintivo del clan, pues a algun o s k iló m e­ tros de distancia encontram os una piedra p arecid a, pero p in tada por un lado de rojo y por el otro de am arillo . L a m an era de sep u ltar los m uertos, p arece que era con las piernas encogidas, no se encontraron restos d e tejid o s y sólo un punzón de m adera. L a S ire n a , Febrero de 1936. L. F. Cornely. E n c o n tr a m o s t a m b ié n u n c i n c e l d e c o b r e , c o m o los u s a d o s S u r y un c u c h illo de co b r e con el m a n g o p a r a d o , e n e l m ed io

m ás

al



Lรกm. II


LOS C A B A L L O S FOSILES ENCONTRADOS EN C H A C A B U C O Y OTROS CON LOS C U A L E S SE RELACIONAN L a lista de h allaz g o s de cab allo s fósiles en nuestro p aís ha sido hecha y a p o r don C arlo s O liver Schneider, nuestro m eritorio co leg a y d irector del M useo de Concepción, p rin cip al­ m ente en “Los h alla z g o s de restos de cab allo s fósiles de C h ile’ ’ (R e v . LJn iv ersitaria, núm. 4, Ju lio de 1934, págs. 5 4 1 - 5 4 4 ), pero tam bién se refiere a ello s en dos artículo s “L ista prelim in ar de los m am íferos fósiles de C h ile” (R e v . Chil. de ¡Hist. N atural, t. X X X , 1926, p ágs. 1 4 4 -1 5 6 ) y "M am ífero s fósiles de C hile, adiciones y correccio n es a una lista p relim in ar" (R ev . C hil. de Hist. N atural, t. X X X IX , 1935, p ágs. 2 9 7 - 3 0 4 ). ¡Por otra parte ya Ivar S efv e en c ap ital p ublicació n “D ie Fossilen P ferde S ü d am erikas’’ (K un bl. S v en sk a V et-A ka.dem ies, Bd. 48 n. 6, 1 9 1 2 ) da cuenta de los p rin cip ales h allazgo s hechos hasta en­ tonces en S u d am erica y describe alg u n as p iezas oue se- custodian en el M useo d e S an tiago que, aun que no fu ero r encon tradas en Chile, sino en B o liv ia pueden relacio n arse co r los cab allo s chi­ lenos. '■ ■ M uy poco puedo a g re g a r a la lista d e O liver Schieneidei Debo decir, sin em b argo que entre los huesos de m astodontes traídos por don A . G. P h illip s en 1900 d e Los V iló s (Q uere d o ), m e fué p o sib le rsco no cer algu n as piezas pertenecientes a cab allo s fósiles. S e trata esta vez de un a tlas m uy bien con­ servado, dos v érteb ra s d o rsales y un fragm ento de la cintura p elvian a con la cav id ad co tilo id ea, que equivocadam ente h ab ían quedado entre los huesos fragm en tad o s de ese m astodonte. C asi todos los h allaz g o s de p iezas de cab allo s fósiles, según lo que se p u ed e ju z g a r por los artícu lo s señ alad o s han sido m uy incom pletos. C asi siem p re se tra ta de una o dos piezas que 11a.m aron la atención de los profanos y que por cap ítulo s variado s vinieron a c a e r en n uestros m useos o en m anos de personas cn ten d id as.F uera d e los huesos obtenidos en la C avern a Eber-


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B oletín del M useo N acional

h ard t de U ltim a E speranza, ninguno de los otros en co n trad o s en C h ile ha sido objeto de un estudio d e ta lla d o ni se han pu­ b licad o las p iezas correspondientes. Com o el yacim ien to d e C h a ­ cabuco, del cu al mi co lega d e C oncepción y don R icard o E. L atcham , dieron oportuna cuenta, ha p rocurado num erosas p ie ­ zas que, por desgracia, deben repartirse en por lo m enos tres in ­ dividuos, me ha parecido oportuno describ irlas con cierto d e ta­ lle, incluyendo tam b :én en este artículo , los huesos de Los V ilo s y a m encionados y los encontrados por don F ederico A lb ert, en las T ierras B lancas de la L igu a en 189 1. L a posición sistem ática de todo este m aterial ha sido d ad a por G ervais (G a y ) ( I ) , Roth ( 2 ) , P h ilip p i ( 3 ) , Se'fve ( 4 ) , y O liver Sch n eider ( 5 ) , en sus respectivos trab ajo s. H ay que ad v ertir, sin em bargo, que con excepción d e S efv e y R oth, los d em ás dan sus d eterm inacio nes solo con seg u rid ad p ara los restos de Equus C urvidens Owen. L a s otras son sólo p ro ­ visorias, como lo hacen n o tar en v arias p artes de sus escritos. A unque sugerim os v arias m odificaciones a las posiciones de los huesos que estudiarem os qu'ero ad v ertir que ellas a su vez, p u e­ den estar equivocadas, por cuanto no disponem os en C h ile de tipes, y tenem os que confiarnos p ara su determ inación a la lite ra ­ tura correspondiente. P o r otra p arte no se trata de esqueleto s m ás o m enos com pletos que perm iían hacer un an álisis a fondo del problem a, sino de piezas aisladas. CONDICIONES DE YACIM IEN TO El m aterial de C hacabuco, com o se recuerda, fue encon­ trado al h acer un forado p ara a lc a n z a r un n iv el de ag u a su b te­ rrán ea en la H acien da C hacabuco , unos 30 km s. al norte de S a n ­ tiago. El punto preciso fué el denom inado L as P o zas” porque a llí h ay aflo ram ien to s de agu as subterrán eas. El suelo está co n s­ tituido p o r elem entos re la.iv am en te groseros, m uy d éb ilm en te ro d ad o s d e tal m an era qua conservan sus facetas p rim itivas. Es-, te m aterial se encuentra m ueble, pero por desecación fo rm a un co n glo m erad o p rin cip alm en te cem entado por a rc illa y p o r c arb o ­ nato de calcio , p roveniente de los fosfatos de los huesos. Estos

( 1 ) Hist. F ís ic a y P o lít. de C h ile . Z o o lo g ía . T . A t l a s , t. II F ig. 7 a y b.

1, p á g s .

146-147 y

( 2 ) N u e vo s r e sto s de M a m íf e r o s de la C a v e r n a E b e r h a r d t e n U l t i m a E s p e r a n z a . R ev . del M u s e o de la P l a t a , tom o X I, p á g s 3 7 y sgs. ( 3 ) P h il ip p i, R. A . N o tic ia s p r e l i m i n a r e s s o b r e los h u e s o s fó sile s de U llo m a . A n . U n . de C h il. 1 8 9 3 - 1 9 0 4 , p. 4 9 9 y sigs. ( 4 ) O .p cit.

(5) Op. cit.


Los cab allos fósiles en co n trad os en Chacabuco

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se encontraron a p artir J e 2 mts. y h asta 5 de profundidad, punto en q u e se suspendió la excavació n , por continuo desm orona­ m iento de los bordes. S o b re los huesos encontrados en Los V ilo s por el Sr. A. G. P h illip s disponem os d el trab ajo de ¡Lorenzo Sundt, quien pudo estud iar con d e talle este yacim ien to . El M astodonte — y los huesos de cab allo s fósiles que ah o ra han aparecido — fueron encontrados en 1?. ca b ec era del Estero Q ueredo, a unos tres k iló ­ m etros al sur de Los V ilo s en m edio de unas cap as de turba, form adas p rin cip alm en te po r alg a s m arinas, sobre las cuales h ab ía cerca d e tres m etros d e aren a ccn fragm entos de conchas dispuesta en dos lechos desiguales. Es evidente que las capas de turb a se form aron al n ivel del m ar y ello nos indica una osci­ lación de la co sta p o sitiva desde la m uerte del m astodonte h as­ ta nuestros días. El m a terial de T ierras B lancas (alred ed o res de L a L igu a) ha sido ex traíd o de unas yeseras que estuvieron en explotación hasta los p rim ero s añ os del presente siglo. Este yacim iento no h ay que confundirlo con los yeso s de la form ación porfirítica, que, com o se sabe, son p rin cip alm en te del Oxford. En este caso se trata de un y e se ra secun daria. En efecto, en las inm ediaciones de las casas de la H acien d a T ierras B lancas, h ay num erosos v e r­ tientes n atu rales, las cu ales después de circular por los yesos de la form ación p o rfiritica, que alcan za a llí algún desarrollo, vienen a la sup erficie c a rg a d a s de substancias selenitosas. En su­ perficie se ha ido form ando, en consecuencia, por cristalización, una yesera en la cu al este m aterial, ap arece íntim am ente m ez­ clado con arcilla. El teno r de yeso según com unicaciones que me proporcionó don A gu stín Ilegaray, adm in istrado r de la H acienda, fué en tiem pos de sú explo tació n hasta de un 6 0 % . A ctualm ente la yesera está abandonad?.', pero continuam ente se vuelven a encontrar restos fósiles en ella, puesto qíie debió haber sido en el pasado, en esta región n atu ralm en te escasa de agua, un ab re­ vadero im portante'. SIST E M A T IC A Y a P h ilip p i en sus trab ajo s citados y en sus M em orias anuales de] M usco N acional ( 1) h ab ía enum erado dos géneros p ara los équidos ch ilen o s: Equus e H ippidium . Los trab ajos de Roth sobre los restos de U ltim a E speranza agregaron el g é ­ nero Parahipparion^ El segundo de estos géneros, sin em bargo, ha q u ed ad o sólo en etiq u eta en el M usco N acional, sobre la^ piezas de T ierras B lancas (L a L ig u a ), de m anos del propio don R. A . P h ilip p i — com o o bserva O liv e: Scheneider — pero (I)

O l iv a r S c h n e i d e r . O b r a s c ita d a s .


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Boletín del Museo Nacional

ciertas diferencias an atóm icas im portantes ab o gan en favo r de esta opinión. Los restos encontrados en C hacabuco, me apresuro a de­ cirlo, no ofrecen m odificación algun a en este sentido, y sólo vienen tal vez a fundam entar m ejor este cuadro de los géneros. Ellos perm itirán sin em bargo egregar una especie. Según Ivar Sefv e ( 2 ) los cab allo s fósiles suram erican os deben dividirse en dos grupos, de los cuales uno está com puesto p or vario s géneros, m ientras el otro sólo de un o: los H ip pidio s y los C ab allo s, respectivam ente. L a clav e p ara la sistem ática de los H ippidios sería la siguien te: Hippidios: A b ertu ra n asal pequeña, lateralm en te co m p ri­ m ida pero por otra p arte muv alta , espacio en tren aso m axilar prolongado singularm ente h acia atrás. T res gén ero s: Hippidium OWEN, Onohippidium MORENO y Parahipparion C. A M E G H ., que se distinguen de acuerdo con el siguiente esqu em a: A . In term axilares estrechos y altos. Incisivos dispuestos con ­ form e a un arco b astan te agudo. 1. L ín eas de esm alte de los m o lares inferiores m uy fuertem en te p legad as, gen eralm en te con pequeños p lieg u ec illo s secundarios. P liegu ecillo interno a m enudo gastad o en an illo : H IPPID IUM 2. ILíneas de esm alte de los m o lares inferiores m uy sencillas. P liegu ecillo interno no co rtad o : ONOHIPPIDIUM. B. In term axilares anchos y ap lan ad o s: Incisivos dispuestos conform e a un arco su a v e: PA R A H IP PA R IO N . Caballos s. s. H ace notar Sefv e que los Equus fósiles suram ericanos no se diferencian de los Equus ac tu ale s o los fó­ siles de otras partes del m undo. A cep ta sólo tres especies que serían E. Nrogeus Lund, E. curvidens Owen y E. andium (W a g ner) Branco. F a m ilia : EQUIDAE. G énero HIPPIDIUM, Owen 1870. HIPPIDIUM

sp.

Sin designación esp ecífica refiero al género H ippidium p arte de! m aterial colectado en 1892 por don F ederico A lb ert en L a L igu a (T ierras B la n c a s). Este conjunto, m uy po bre p ara p erm i­ tir reconocer la especie, se sin gulariza por sus gran d es d im en ­ siones. Está com puesto por seis p h z a s que son: ( 2 ) O b r a c i t ada .


Lo» cab allos fósiles en co n trad os en C hacabuco

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78. 1 M ita d inferio r de un húm ero con su articulació n distal b ien co n servad a. 7 8 .2 P orción d istal de una tibia hasta los dos hercios de su longitud. 7 8 .3 Porción d istai de una tibia hasta un tercio de su lon­ gitud. P erten ece al mism o e je m p lar que la anterior. 7 8 .4 P orcion d istal de una tibia de un ejem p lar m ayor h asta poco m ás de dos tercios de su longitud. 78.5 F ragm en to s de una co stilla, de un húm ero y de ur> c o x al, de pequeñ as dim ensiones. Com o se ha podido ap reciar las p iezas de T ierras Blancas (L a L ig u a ) , perten ecen a dos ejem p lares, uno de los cuales era n o tab lem en te m a yo r que el otro. L a p ieza m ás característica de este últim o es el fragm en to de un H úm ero que describirem os con d etalle. (P I. I, I ). Se co n serva m ás o m enos la m itad y m ide 187 mm. Epi, tro clea poco lev an tad a , cresta po sterior del can al de torción ro­ ma, tu b ero sid ad d istal co rrespo ndien te m uy poco ab rup ta, fosa coronoide an ch a, fosa del olecrano profunda, cen trada y cuyos contornos tienden a form ar, un triángulo isósceles. Sus dim ensio­ nes co m p arad as con las de Hippidium bonaerense, dadas por Sefve, (o b r. c it.), son las siguientes:

L argo

H ip p id iu m

L n ch o pu n to m ás

A n c h o de

a n g o s to d eb a jo

la artic.

d e la m itad

d ista!

38 ram.

83 mm.

39 m m .

83 mm.

d e la

L ig u a

m m.

'

H ’ p p id iu m b o n a e ­ re n se (S e fv e )

279

«

«

!La tib ia del ejem p lar m ás desarrollado que p arece corres­ ponder al húm ero descrito, ofrece tam bién grandes diferencias con las tib ias co rresp o ndien tes al género Eqisus. Su sección es lijeram en te trian g u la r pero sus vértices son b astan te rom os, cara anterior y po sterio r p lan as, su diám etro decrece paulatin am enta h acia el m edio, conservando su aspecto m acizo. No presenta los reliev es de inserción de los m usculos característico s de esta pieza en Equus. Sus dim ensiones co m p arad as con las de H ipp. bonae­ rense, son los iíiguiente3: (P l. 1, II). L argo A ncho -jrriba en e! m edio ab ajo Hipp. de L a L igua ( 7 8 .4 ) Hipp. b onaerense (s. S e fv e )

? mm.

307 mm.

?

5 3 mm.

86 mm.

103

47 mm.

87 mm.


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B oletín del Museo Nacional

L as otras dos tibias de este mismo yacim ien to , co rresp o n ­ den posiblem ente a un ejem p lar m ás joven, pues sus dim ensiones son sensiblem ente m enores. Se diferencian ad em ás en que la dism inución del diám etro transverso h acia la m itad de la pieza, es mucho m ás pronunciado. L as dim ensiones de am b as son las siguien tes: L argo A ncho fragm ento en el m edio a b ajo N 9 78.2 N9 78.3

265 mm. 188 mm.

46 m m 45 mm.

78 mm. 78 mm.

A m h as corresponden a un mismo in d iv id u o : la una es d e ­ recha y la otra izquierda. De com ún con la an terior tienen la a te ­ nuación de los cantos y la tendencia de ser ap lan ad as. L es faltan tam bién los relieves de inserción posterior de los m úsculos. En resum en, podem os decir que los huesos encontrados en L a L igua por don F ed. A lb ert, p ertenecen a un Hippidíum de gran d es dim ensiones, que p resenta an alo g ía s b astan te su ges­ tivas con los H ippidium s descritos en otras p artes d e Sura-mérica. Es m uy posible que se trate d el Hipp. princ.ipale L und que ha sido encontrado en la A ltip lan icis b o liv ian a (T a r ija ) y cu ya área de dispersión se h ay a extendido por la p arte norte de nues­ tro país. L uego verem os com o es p osib le encontrar ciertas a n alo g ía s con uno de los equinos de C hacabuco. En la duda entre a q u e lla y esta determ inación he preferido describir este m a terial ap arte.

HIPPIDIUM CHILENSIS n. sP. En el m aterial recogido en C hacabuco han ap arecid o nu­ m erosos huesos corespondientes a un equ'.do fósil cuyos c a ra c ­ teres en las p iezas que perm iten un estudio d e ta lla d o concuerden con los del género Hippidíum. El arco de im p lan tació n de lo s in ­ cisivos, por ejem p lo , es b astan te agudo, aun que no tanto com o en H-pp. bonaerense, la relació n ancho y larg o de la p rim era falan je es un poco superior a 90 y sus m o lares ofrecen el dibujo característico para, este género. D entro de la sistem ática ad o p ­ tad a ( I ) , sólo es posible ubicar estos restos dentro del género Hippidium. Sin em bargo, a p esar de que los m o lares acusan un individuo adulto, los huesos correspondientes son de dimensio­ nes n o tab lem en te m enores que los descritos p ara los restos de L a L igua. L as p iezas que he podido co m p arar con las en co n tra­ das en otras partes de Su ram érica y sus dim ensiones m e h an pro ( i)

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40.


Lo» cab allos fósiles en co n trad os en C kacabuco

p o rcio n ad o el co n ven cim ien to de que se trata de una especie no descrita. El m a te ria l estudiado se en cuen tra en parte en nuestro M useo y en p arte en .el M useo d e C oncepción. El señor O liver S ch n eid er h a tenido la g en tileza de procurarnos m oldes m uy p erfecto s de este m aterial, atención que aquí agradezco pú­ b licam en te, y que han perm itido in clu ir las piezas d e este museo entre las p erten ecien tes a esta especie. L as p iezas estu d iadas son las siguientes: 4 7. C uerp o de un a m an d íb u la con dos incisivos en buen estado, y los restan tes y caninos quebrados en la base. 4 8 . A x is en re g u lar estado de conservación. 4 9 . T erc e ra o cu arta v é rte b ra cervical. 5 4. U n a v é rte b ra dorsal. 5 5 . Dos v érteb ras dorsales posteriores. 4 2 . C uerp o de un fém ur — faltan las dos articulaciones. 4 4 . P orción inferio r de un húm ero. 4 5 . P rim e ra fa la n je en buen estado. L as p iezas del m useo de C oncepción que han sido estudiadas , so n : F rag m en to s de una ra m a ho rizontal de la m an d íb u la con treá m o lares en m al estado. Dos v érteb ra s lum b ares en buen estado. Y el sacro, im p erfectam en te conservado. Nos d eten d rem os so lam en te en algu n as de estas piezas, que ofrecen cara cte rísticas m ás definidas. C uerp o de una mandíbula. (C h acabu co , N9 47. c. M. N. de H. N. S .) L as dim ensiones correspondientes a esta pieza, son como sig u e: (P l. 1, I V ). D iám etro tran sverso en la b ase de los i3 ........................................................ L o n gitu d desde el extrem o de los il h asta el nac. d e ram as h orizontales

67 mm. 102 mm.


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B oletín del Museo N acional

El arco de im p lan tació n de los incisivos es b astan te agudo de tal m an era que el diám erto pasado por la b ase de los i3 queda a 33 m m . de la extrem idad de los il (fig . 1 ). El i l y el i2 iz­ quierdos se conservan en buen estado. Su suuperficie de d esgaste es fran cam en te trian gu lar, form a que repiten las m arcas, am b as veces cen trales. Los restantes están quebrados o arran cad o s. Los caninos b astan te poderosos ap arecen queb rados en la b ase y se im p lan tan a 12 mm. de los últim os incisivos. E l alto de la pieza m edido en una p ro tub eran cia situada a 25 m m . de la unión de las ram as horizontales es de 45 mm. E l ag u jero m entoniano se aican za a v er en el nacim iento de la ram a ho rizon tal derech a y es pequeño, lo n gitudin alm en te elip so id al y se p ro lo n ga h ac!a ad elan te por una go tera lijeram en te m arcad a que lle g a h asta la raíz del canino. L a diastem a debe h ab er sido n o tab lem en te m e ­ nor que en Equus y el cuerpo es m ás m acizo y espeso. El espacio sub lin gual es poco profundo: 7 mm. L as p rin cip ales o rigin alid ad es las encontram os en esta p ieza D esde luego se d iferen cia de los H ippidium s p am p ean o s, b o n ae­


Los cab allos fósiles en co n trad os en C hacabuco

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rense y p rin cip a le, en la p ro fu n d id ad de la c av id ad sub lin gual, M ien tras en Hipp. bonaerense m id e 13 mm . en nuestro caso solo / m m . P o r o tra p arte el arco de im plan tació n de los incisi­ vos es m enos agud o q us en el m ism o de ta l m odo que m ientras la relació n co rresp o n d ien te es 6 6 a 44, en el Hippidium de C h a­ cab uco es sólo de 66 a 33 mm . En cam b io los caninos están a 12 mm . d e los incisivos. (Hip. bonaerense, 1 0 ) . Los caninos deben h ab er sido poderosos y lije ram e n te echados h acia atrás. Por otra p arte se d iferen cia del Parahipparion devillei (Hip. nanum B U R G M .) en que el a g u je ro m entoniano no se encuentra a b ie r­ to en n in gu n a p ro m in en cia, en la form a de los incisivos y en la marca co rresp o n d ien te. P uede sub stituir una duda respecto del Parahipparion bolivianum PH1L. puesto que no conocem os en él la p ie z a co rresp o n dien te. Fragmento de una ram a horizontal. (C h acab u co , col. M . de C .) D isponem os de un fragm en to de la ram a horizontal q u e p er­ tenece a la s co leccion es del M useo de C oncepción. El com prende solo la p a rte su b alv eo lar, q u s ap arece b astan te sen tad a com o en H ip. b o n aeren se y se conservan, queb rados en la b ase el p2, el p 3 y e l p 4 . Este últim o co n serva en buen estado la m itad an ­ terior, d e tal m an era que se ad v ierte el característico dibujo d e l p araco n id o . L as d im ensiones d e los m olares, en cuanto ellas p ueden a p re c ia rse en el im p erfecto estado de conservación de la p ieza son la s sig u ien tes: p2

¡argo ancho

35 mm . 18 m m .

p3

28 mm. 20 mm.

p4

23 mm. 17 mm.

(?)

L a fig. N9 2 reproduce el p4 que com o se ha dicho se en­ cuen tra p a rcia lm en te conservado. S e ad v ierte la re la tiv a agudeza del p araco n id o y la p ro fun didad del p liegu e p rincipal externo. L as p rin cip ales diferencias con el Parahipparion bolivianum, con el cu al hem os podido co m p ararla, puesto que en nuestro m u­ seo se co n servan las p iezas qus sirvieron a Sefv e p ara crear la especie a b ase de los huesos de U llo m a estudiados por Philippi, son la sen tad u ra del borde alv eo la r y las dimensiones^ de los m o lares co rresp o n dien tes. L as dim ensiones p ara el P. bolivianum PH IL. son las siguientes m edidas en la b ase para hacer posible la co m p aració n :


B oletín del Museo N acional

56

P2 largo ancho

p3

P4

27 mm. 18,5 mm.

32 mm 17,5 mm

27 mm. <8 mm.

Los dientes en gen eral, son mucho m ás robustos en esta especie. E X TRE M ID A D ES: De los huesos correspondientes a las extrem id ad es se conservan algunos tragm en to s que m erecen tam ­ bién un estudio p articular. Fragmento de un húmero (C h acabu co , N. 42 col. M . N. H. N. S .) Esta p ieza corresponde b astan te b ien con la y a d es­ crita de T ierras B lancas, siendo notablem ente m ás p equeñ a. Se tra .a de la porción d istal. L a ep itro clea es poco le v a n ta d a , la fosa r oronoide ancha, la fosa del olecrano p ro funda y sus co n­ tornos se acercan a los de un triángulo isósceles. Sus dim ensio n t¿ son las siguientes en la arlicu lació n in ferio r: (P l. 1, 111) 7 1 mm. 67 mm.

diám etro transverso espesor i

Una primera falange. (C hacabuco , N9 45, col. M. N. H. N. S .) . E sta es la p ieza m ás c aracte rística y m ejo r co n servad a que poseem os, de to das las extrem id ad es (P l. I, fig. V ) . Es e lla Ibe­ ram en te cu ad ran g u lar y sus relieves son b astan te p o d ero so s; po r estos caracteres recuerda v\ P. peruanum E. NORD. pero la r e ­ lación de su larg o con el ancho (91 '/o ) no perm iten p o n erla en ­ tre los p arah ip p ario n es que siem pre tienen m ás d e 100 es decir su ancho es m ayo r que el alto. Sus dim ensiones son las si­ gu ien tes: (P l. 1, V ) ab so lutas largo diám etro tran sverso : arrib a en el m edio ab ajo esp eso r: arrib a ab ajo

60 mm.

re la tiv a s 100

%

i 55 43 50 33 26

mm. mm. mm. mm. mm.

9 1 ,6 7 1 ,6 8 3 ,3 55 4 3 ,3

” ” " ’’

O B SE R V A C IO N E S: Este m ateria] h ab ía sido señ alad o por el señor O liv er S cheneider, b ajo la d esignación esp ecífica d e Hippidium nanum Burgmeister. Según S efv e los huesos de T a rija descritos por este autor en 1889 b ajo el nom bre de H ipp. nanum , deben agru p arse junto con los d escrito s por G erv ais


Los c a b allo s (¿ s ile s en co n trad o s en CH acabuco

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en 1885 y los descrito s po r C. A m eghin o b ajo el nom bre de Parahippanon meridionalis, b ajo la designació n gen érica y espe­ cific a d e Parahippanon devillei Gervais. Por otra p arte la m an­ d íb u la d e sc rita p o r P h illip i| pro venien te d e U llom a, bajo el no m b re de Hipp. nanum no corresponde a esa determ inación smo p re ssn ta n o tab les diferencias. Por eso h ace de los huesos que se co n servan en nuestro M useo, jun to con el Hippidium bolivianum, el Parahipparion bolivianum PH1L. P o r co m p aració n con los m o lares inferiores d e C hacabuco me he co n ven cid o q u e estos no pueden referirse a l Parahipparion boiivianum. En ta les condiciones h ab ía en ellos una especie nueva. D udé b astan te del gén ero, p eto las dim ensiones de la p rim era fala n je m e han hecho co n serv ar estos huesos en el género H ip­ pidium . G énero EQUUS E Q U U S CURV1DENS, OWEN En el m a te ria l de C hacabuco han ap arecido tam bién alg u ­ nas ja e z a s , típ ica s d e este equido fósil cu ya distribución es tan v a s ta en el co n tin en te suram erican o . H a sido fácil diferenciar el m a te ria l de los huesos an teriores, por cuanto corresponden en g e n e ra l a p iezas m uy típ icas y la fosilisación es m ás intensa, es­ tan do ellas su p erficialm en te rev estid as de u n a p atin a negruzca. L as p iezas de C h acab uco son las siguien tes: 41 . U n a tla s con las a la s queb radas, 40.1 C uerpo de un fém ur, 4 0 .2 U n a p rim era fa la n je co nservada, 46 . F rag m en to d e una ram a h orizontal con m 2 y m3. 48. U n m o lar inferio r, 39. U n m o lar superior, 83 . fragm en to de la cintura pelvian a. A este conjunto debem os a g re g a r las piezas m encionadas de Los V ilo s ( 1 ) . D escrib irem o s las m ás im portantes de estas piezas. U n A tla s. (C h acab u co , N9 41, col del M. N. de H. N. S . ) El a tla s nos o frece diferen cias n o tab les con el correspondiente al c a b a llo actu al. Sin em b argo las c a rilla s de articulació n con la se­ gun d a v é rte b ra son n o tab lem en te m ás im portantes que en este, y la c a v id a d o d o n to id ea e? m ás d e sa rro lla d a. (La relación d el ancho to tal — d iám etro tran sverso — y el correspondiente de las cara s artic u lato rias es la siguiente p ara el cab allo actual y el c u rv id en s: ( ) ) V é a s e pág,


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B oletín del M useo N acional

diám etro transverso cara artic u lato ria

diám etro transverso to tal Equus cab allu s Equus curvidens (C h acabuco)

32 mm- - 56 %

I 45 mn'

103 mm. = 66 %

155 mm. ( ? )

P o r otra p arte la pieza es en gen eral m ás gran d e y m ás ro ­ busta. Sus dim ensiones gen erales son: D iám . transverso (m ás o m enos) 155 m m . lonjitud cuerpo ven tral 38 mm . longitud cuerpo dorsal 44 mm. lonjitud to tal 103 mm. El atla s de Los V ilos es un poco m enor pero en lo restantes idéntico al d escrito : (P l. II, I y II) Fragmento mandibular. (C h acabu co , N9 46, col. M. N. H. N. S . ) . Este fragm ento m an d ib u lar corresponde a la ram a h o ri­ zontal y lle v a im p lan tado s el m 2 y el m 3 en buen estado de conservación. L as dim ensiones d e ellos son las sigu ien tes: (P l- II. V ) largo ancho Segundo m o lar

26,5 mm.

18 mm .

T ercer m o lar

35,5

16

En gen eral el dibujo de la lin ea de esm alte es c a ra c te rísti­ co (fig . 3 .a ) . Sin em bargo 'En estos m olares se p resen ta la o ri­ gin alid ad q u e el pliegue prin cip al externo es m uy profundo, de tal m odo que tom a contacto con el p liegu e secundario interno que divide los m etacónicos. Este carácter que p u d iera ju z g arse excepcio n al se repite en un m i. corresp on dien te al otro lad o de la m an d íb u la (F ig . 3 b ) . D ebem os ¡considerarlo pues, com o un carácter ¡establecido. L as dim ensiones de este m. son las si­ guien tes: L argo Ancho

27 mm. 18,5 mm.


Los cab allos fósiles en co n trad os en C hacabuco

59

F ig.- 3 b.

s.)

Un m olar superior. (C h acab u co , N9 29, col. M. N. H. N.

Es esta una p ieza característica. El dibujo de la lín ea de esm alte se p uede ap re c iar en la fig. 4. L a pieza presenta la cu rv atu ra carac te rístic a de la especie y sus dim ensiones corres­ ponden tam b ién con ellas. D iam . antero posterior

28 mm.

D iam . lab io -lin g u al

28 mm.

Una primera falanje. (C h acab u co , N9 4 0.2, col. M. N. H. N. S .) (Pl. II, III y IV) Es esta otra p ieza típ ica. Sus dim ensiones son las siguien­ tes: relativ as abso lutas 54

mm.

66 ,6

37

mm.

4 5 ,6

a b a j o ..........................

43,5

mm.

53 ,7

espesor a r r i b a ................................

37,5

mm.

46.3

27

mm.

33.3

81

mm.

100%

a n c h o : arrib a en el m edio

ab a j o L argo

L as o tras p iezas correspondientes a esta especie no ofre cen caracte res esp eciales. Se ad vierte en todo caso, por mur, que se tra ta de un ejem p lar de gran des d.m ens.ones.


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B oletín del M useo N acional

OBSERVACIONES. Se conoce el m argen de v ariab ilid ad de esta especie, h asta tal punto que m ás p arece el d e un g é n e ­ ro. Quiero se ñ a la r sin em bargo, el hecho de que en los m o lares inferiores se presente sistem áticam en te el p liegu e p rin cip al e x ­ terno tan pronunciado. En la serie de m olares p u b licad a por SEFVE, este carácte r ap arece sólo excepcion alm en te y p o r el contrario la po ca profundidad ds este p liegu e es uno de los c a ­ racteres dentarios m ás definidos de la especie. Que se p resen ­ ten en tres m o lares de un m ism o ejem p lar nos indica tal vez que este es un carácte r adquirido. P or eso se ría con ven iente se­ ñ alar estos huesos b ajo la designación de v aried ad chilensis. En una p ró xim a oportunidad pienso v o lv e r sobre este h e­ cho, cuando d isp o n ga de un m aterial m ás rico. H. FU E N ZA LID A V IL L E G A S. S an tiago , Setiem b re de 1936.

NOTA FINAL— Desp ués de h ab er en tregado este artícu lo a la im prenta ap areciero n en L agu n illas, com o se d a cuen ta en una n oticia dos m o lares superiores de Equus Curvidens OWIEN en los yacim ien to s de ese lugar, junto con fragm en to s de m u elas de M astodon. Estos m o lares corresponden a dos superio res el uno y a usado, el otro antes de en trar en uso. P o sib lem en te e l p ri­ m ero es un m o lar de leche.


HIPPIDIUM CHILENSIS, n. sp.

I. Fragmento de un húmero dpi Hippidum de La Ligua.—H. Tibia del mismo.— III. Hippidium chilensis, fragmento de un hu­ mero (Chacabuco).— IV¿ H. chilensis, cuerpo de una mandíbula (Chacabuco).— V. Hip. chilensis, primera falanje.


EQQUS CURVIDENS, Owen

- ••

< 1111í » ■ i i l H I I if f lip li ? IWi I ' » ! 1»

■*

Equis Curvidero Owen (Chacabuco)----1. Atlas__ II. Atlas y sus

canllas de articulación.—III. Primera falanje, vista anterior.— AUas, vista postenor.—V . Porción mandibular con m2. y m3. implantados.

IV .


N O T A S SOBRE N UEVOS H A L L A Z G O S DE M ASTO D O N TE S HECHOS EN CHILE D urante e l año que acab e de term inar hem os continuado reu­ niendo d ato s y m ateriales p ara un trab ajo sobre los M astodontes ch ilenos que p en sam o s en tregar próxim am ente a la prensa. Nues­ tros tra b a jo s del p resen te año se han visto coronados p or un éxi­ to re lativ o , de tal m odo que hem os po dido fijar tres nuevos h a ­ llazgo s, d e los cuales, dos representan nuevos puntos de y a c i­ m ientos aun que, en zonas donde era justificado encontrar esos restos de probocídteos fósiles. En efecto, en el m es de Enero de '9 3 6 el señor Ingeniero don S an tig o A g u irre obsequió a l M useo N acional un m olar en­ co n trad o en L ag u n illas, Prov. de Santiago , en buen estado de con­ servació n y p erten ecien te a un M astodonte. Este m olar fué en­ co n trad o en un pique p racticad o p ara el lav ad o de m antos au ­ rífero s, por don V icen te S ald ías, quién io regaló a su vez al señor A gu irre. En el m es de O ctubre d e este año pude alcan zar hasta L ag u n illas y p racticam o s un nuevo pique en las vecin dades del an terio r q u ; h a b ía sido tapado, p ara trata r de ubicar nuvos hue­ sos d e ese m asto d o n te que m e p arecía p articularm ente intere*?.nte. P or d esg racia en épocas tan vecin as del invierno el agua su b terrán ea estab a sólo a tres m etros de pro fun didad y por con­ siguiente h ab ía m u y pocas p ro b ab ilid ad es de encontrar huesos en buen estado. El pique se continuó h asta la circa, sin h ab er en ­ contrado m ás m aterial. Pude en cam b ie estudiar en 'excelentes condiciones el yacim ien to , que tiene p articu lar 'interés por cuanto, según pude estab lecer en el terreno, es m uy frecuente que a p a ­ rezcan huesos de cuad rúpedo s fósiles en los pique que a llí conti n uam en te se practican p ara el beneficio del oro. Los m olares en­ contrados por el Señ o r S a ld ía s fueron t'.es, de los cuales sólo uno estab a en buen estado de conservación y es el que posee ac tu al­ m ente el M useo. Ellos se encontraron en el m ism o m anto au rí­ fero a 4 m ts. de p ro fun d id ad . Sobre el m anto, que se sobrepone d irectam en te a la circa o está sep arado de e lla por una capa de aren a de algu n o s decím etros, se sobrepone una cap a de maici-


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lio de i. 50 mts. de espesor, la cu al a su vez se continúa h asta la superficie por I. 50cts. la tierra v eg etal. Los huesos com o y a queda dicho se encuentran siem pre con el m anto aurífero , lo cual confirm a un hecho gen eral de que los huesos de estos proboscideos ap arecen siem pre en las inm ediaciones de las aguas. T anto el pique del Sr. S a ld ía s como el que practicam os nosotros fueron hec'hos unos 6 0 0 mts, al este del pueblo, en los terrenos d e don R am ón G onzález, y en el potrero denom inado de Los Soto. C onversando con los num erosos pirquineros que a llí tr a b a ­ jan pude darm e cuenta que los h allaz g o s no son raros. En el b e ­ neficio d el Potrero “E l T ran q u e” ap areciero n tam bién n um ero ­ sos huesos, los cuales, por ignoran cia de los trab ajad o res fueron destrozados o aban do nado s en los m ism os piques. Pude reco ger sin em bargo, otro fragm ento de m.3 que actu alm en te form a p a r­ te de las colecciones del M useo encontrados por el Sr. Francisco B arrera, jun to con un m o lar de Equus curvidens, que ¡Je señ ala con este artíc u lo com o tam bién represen tado en esa región. Los hecho? son sem ejan te a los an teriores repitién dose las mism a3 condiciones de yacim iento . ILos buscadores de oro, aun tienen la creen cia que en aq u ello s m antos en donde ap arecen huesos la producción de oro será b astan te b eneficiosa, re g la que por lo cierto no p uede considerarse seriam ente pero nos indica sin em ­ b argo la re g u larid ad coh que se repite el hecho d e co ex istir el m anto au rífero con restos de cuadrúp edos fósiles. En cam bio p o d e­ m os ase g u rar q u e el m om ento d e m etoorización de las v etas y la ­ v ad o de ellas coincide, p ara estos puntos con la subsistencia d e esta faun a fósil que hem os en co n trací' en otros num erosos puntos del país. El hecho es tanto m ás notorio cuanto que en uno do. los h ue­ sos encontrados aun se encontraron pintas de oro incrustadas en los mism os huesos, que en este caso, según la descripción co rres­ p o n d ería a un fismur de m astodonte. P o r otra p arte, en un v ia je que hice en el m es de Jun io a los V ilo s, pude rev isar el yacim ien to de] m astodonte encontrado en ese punto, lo mism o que el -encontrado en T ierras B lancas, en las v ecin d ad es del C atap ilco (L a 'L ig u a). El señor A gu stín Ilegaia y t adm in istrado r de esa h acienda nos recibió con la m ás fran ca h o sp italid ad y después de exp licarno s las condiciones de y a c i­ m iento y u bicación de los huesos ex traíd o s a fines de] siglo p a sa ­ do por don F ederico A lb ert de la yesera, nos dió la a g ra d a b le noticia de que en una q ueb rad a que pasa p or su b o rde o rien tal, las crecid as in v ern ales h ab ían puesto a l descubierto, dos años a n ­ tes, dos defensas de m astodontes. Ñor- dirigim os a ese punto y después de escav ar durante una m edia hora, nos fué p o sib le rec.ogei aun los restos de una de e lla s que se co n serv ab a im p erfec­ tam ente, al m ism o nivel del ag u a co rrien te. Debo ag re g ar fin alm ente qu'e en el m es de S ep tiem b re de es te año el Señ o r M iguel M achado, mi an teceso r en el cuidado de la Sección de G eo lo gía en el M useo, encontró en una qu eb rad a


Nota*

sobre

n u evos

hallazgos

de

M astodontes

65

que d esem b o ca cerca de C a rta g e n a (P io v . de S an tia g o ) algunos huesos co rresp o n d ien tes a la cab ez a de un húm ero y a un a vér‘. eb ra lum b ar, de un m astodon te. T odo este m a terial h a in gre­ sado a la s co leccio n es d el M useo. En este caso se trata evid en te­ m en te de h uesos lije ra m e n te acarread o s.

Santiago Octubre de 1 9 3 6

Humberto Fuenzalida V .


Fíg. 1.— Las planicies de Lagunillas, en donde frecuentemente se encuentran huesos de cuadrúpedos fósiles.

Fig. 2.— Abriendo un pique para ubicar algunos huesos fósiles.


LEFIDOPTEROLOGIA CHILENA Sobre el verdadero nombre de Erebus Marquesi Phiiippi. Por el Dr. Emiiio Ureta R. Je fe ad -h on o rem de la Sección de E ntom ología. Lí* p resen te com unicación tiene por objeto d e jar en su lugar el verd ad ero n o m b re que co ri!:sp o n d e a l lepidóptero m ás grande que h a b i:a n u estra rep ú b lica. Este fue cazado por prim era vez en C hañaral d e la s A n im as, lito ral d e la p ro vin cia de A tacam a, en el verano de 1869, m ien tras v o la b a de noche, por el Señor Jo aquín M arqués. El S eñ o r M arqués lo obsequió a don F ernando Paulsen y éste a su vez lo envió con el nom bre de Erebus M arquesi P au l­ sen al Dr. R o d u lfo A . P hiiippi, p ara que hiciera su descripción. El Dr. P h iiip p i lo describ ió prim eram ente en los A n ales de la U niversidad de C h ile, añ o 1870, págs. 21 3 a 215 y luego en Die Ent. Z eitung Stettin , 1871, p. 2 9 0 , lárn. 3, fig. 5. A m b as des­ cripciones p re s in ta n sólo lev es v ariacio n es de d etalles y en a m ­ bas el auto r u e ja estam p ad as las audas que le m erece la c lasific a­ ción cu e h ace de esta m ariposa, pues no se ha dedicado esp ecial­ mente a é s ',12 gén ero y ad em ás no posee m aterial, ni literatu ra suficientes. Desde a q u e lla ép o ca no se h ab ía h ablado nuevam ente de es­ ta im portante m arip o sa y ninguna n u eva com unicación se en­ cuentra en la lite ra tu ra lepidoptierológica chilen a h asta hoy día, exceso en el C ató lo go d e los L ep id ó p tero s R ho paloceros y H eteroceros d e C h ile co nfeccion ado en 1885 por el señor W m . B artlett-C alv ert, en el cu al q ued a consignado b ajo el núm e­ ro 204. A principios d e 1935, don Jo sé M anuel O lav arría me com uni­ có que h ab ía c a z a d o en G uanillos, c ale ta situ ad a un poco a l sur de Iquique, una gran m arip o sa nocturna que d esg raciad am en te per-


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dio, pero cuyos caracteres m orfológicos le p erm itirían reconocer la especie en cu alq u iera colección. Por los datos que él me dió sospeché in m ed iatam ete q u e se tratab a de un Erebus, suposición que confirm é cuando e l Sr. O lav arría reconoció en m edio de una v a ria d a colección de le p i­ dópteros chilenos y exóticos, la especie que él h a b ía cogido y és­ ta era un E rebus odora. ‘L in. De esta m an era ten ía una p rim era confirm ación, indirecta por cierto, de la existen cia de Erebus en C hile. L a segunda la tuve cuando mi am igo el Dr. R ob erto G ajardo me com unicó que h ab ía cazado en P aihuano, d ep artam en to de Elqui, prov. de C oquim bo, una gran m arip osa que v o la b a de noche y de la cual me envió un excelen te dibujo hecho por él. Este lepidóptero colectado en m ayo de 1933 era, eviden tem en te y al ju z g ar por el d ibu jo , un Erebus odora. Estudiando la descripción del E rebus m arquesi, hech a por Philippi, pude v er q u s q u ed ab a m arav illo sam en te ad a p ta d a al Erebus odora, L in., gran lep idó ptero que h ab ita en los p aises tro p icales de A m érica y qu e es esp ecialm en te ab u n d an te en A r­ gentina y B olivia, cu ya vecin d ad nos p o d ría ex p licar su p resen ­ cia en nuestro pais. A fan o sam en te traté de en co ntrar en las colecciones del M u­ seo N acional d e H istoria N atural el tipo que sirvió al Dr. P h ilip p i p ara su descripción, pero solo encontré ejem p lares de E rebus odora y 2 d e éstos en la C olección Paulsen, en la cu al d e b ía estar dicho tipo, pero los ejem p lares estab an sin etiq u eta y si bien es cierto que la descripción de P h ilip p i les calz ab a m uy bien, no su ­ c ed ía lo mismo p ara Ia'3 dim ensiones que resu ltab an ser algo m ás reducidas. R eunidos todos estos antecedentes los puse en conocim iento de las so cied ad es C h ilen a de E n to m o lo gía y C h ilen a d e H istoria N atural, en 1935, y lle g ab a a la conclusión que el E rebus exis­ tente en C hile era el E. odora, Lin. y que E. M arquesi, PJiil. d e ­ b ía p asar a sinonim ia. F undaba m i conclusión en los an teced en ­ tes an teriorm en te enunciados y en lo ex trao rd in ario que re su lta­ ría el hecho de que una descripción tan m inuciosa q u ed ara tan m arav illo sam en te a d ap tad a a un a especie p a ra la cu al no fue confeccionada. P o steriorm en te y gracias a la am ab ilid ad del Sr. V icen te Iz­ quierdo Ph. pude rev isar la gran co lección de lep id ó p tero s que d tjó su señor p ad re, el Dr. V icen te Izquierdo San fu en tes. En ella existen 2 eje m p lare s de Erebus odora, sin etiqueta d e lo c a lid a d y fech a de cap tura, pero ro tulado s com o E. m arquesi, P h., lo q u e com prueba el erro r en que estab an los an tiguo s lep id o p teró lo go s chilenos. No está dem ás an o tar que ninguno de los e je m p la re s corresponde a la s dim ensiones que asign a P h ilip p i a su tipo.


L ep id o p te ro lo g ia C h ilen a

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H a ce pocos d ías el Dr. E dw yn R eed , de V alp araíso , m e co ­ m unicó qu e e l p en sa b a com o y o en cuanto a los E rebus y que p o ­ se ía en su co lecció n 2 e je m p la re s co lectad o s en C opiapó y sus vecin d ad es, p ero c u y a fech a de cap tu ra no le h ab ía sido p reci­ sad a por el S r. P ab lo H erbet, que fue la perso na que 'se los obse­ quió. E n segu id a «¡1 D r. R eed m e envió p ara su estudio los 2 ejem ­ p lares ch ilen o s q u e p o seía y consiguió que el Dr. G ajard o m e a d ­ ju n tara tam b ién el suyo. • 'Los E rebus d e l D r. R eed son un m acho y una hem bra y no v a ­ rían fu n d am en talm en te d e los E. o d o ra argentinos. El ejem p lar del Dr. G a jard o está d eterio rad o , deb ido a p ercances d e su captura, .“s m acho y su co lo r d e ío n d o es un p ard o g ris v io lad o . P resenta to ­ dos loe d ib u jo s característico s, p ero sen sib lsm en te m ás ap agad o s. F a lta el co lo r b lan co , q u e está reem p lazad o por un gris am arillen ­ to tenue. P o r a b a jo la s fa ja s c aracte rísticas están apen as em b oza­ das, pero cab e h a c e r p resen te q u e el ejem p lar está b astan te d esc a­ m ado. C on todo esto no alc a n z a a constituir ni una variació n regio ­ nal d e E. o d o ra, m arip o sa que p resen ta m uchas variacio n es indiv-i duales. L a exten sión a la r de los ejem p lares ■chilenos es superior a 15 cm ., a excep ció n d e la h em b ra que en esta especie es m ás p e­ queña. P asa p ues a sinonim ia E rebus m arquesi, Philippi, quedando •en evid en cia que la esp ecie que existe en C hile, h asta hoy encon­ trad a so lam en te en las provincias de la zona norte, es Erebus odora, Lin. A n tes de term in ar quiero exp resar m i agradecim ien to a l Dr. Em ilio G em ign an i, d el M useo de H istoria N atural de Buenos A i­ res, que p o r interm ed io del Prof. Dr. C arlos E. Porter, m e envió m aterial argen tin o p a ra com paración . M uy especialm ente a g r a ­ decido quedo de m i distinguido am igo el Dr. E dwyn R eed, sin cu ­ y a v a lio sa co o p eració n no m e h a b ría sido posible revisar los e jem p lares chilenos. San tiago de C hile, Ju lio de 1936.


ÉM k

Goniurus proteus, Lind. (Ejemplares chilenoÂŤ) (Aumentado al 2/3)


Erebus odora, Lin.



U N A ESPECIE N U E VA DE CO N AN TH ERA R. et Pav, por el \

.P rof. Marcial R. Espinosa B. Conanthera Johow ii ESPINOSA n. pp. (F ig . I y lám s. I, II y III)

P u lch ra a m a ry llid a c e a floribus parvis, gen tian ae vio laceo le v ite r caeru lescen ti, 10 cm . a lta >et cum su b terran ea p arte usque 2 0 cm . lo n ga. B ulb us ovoideus, extus isab ellin us, intus albus solidus, d is­ co (v e l articu latio n e ra d ic a ta ) plus m inusve plano m argine ra ­ dico sa rad icib usq ue fibrosis. F o lia ra d ic alia 5-7, lam in a viridi lin ear-su b u lata, lo n gitudin e . in flo r:sc en tiae v el longiora, supra le v ite r su lcata, subtus co n v ex a ; folia cau lin a 1-3, ovato-lorçge su b ulata, b asi vagin an te, sursum in b ra cteas inflo rescentiae ovatosubu latas, ovato-laneeolata® scariosasque transeúntes. In flo rescen tia usque a d 8 ram i racem iform es 1-3 floribus

cemuis fo rm ata, flores odorem gratissim um spirantes, pedunculus 1 ,5 -1 0 mm. longus, filifo rm is; perigonium cam panulatum , ap ertu m 1 cm . d iam . et ovarium includen do lem . longum , tubus 4-4 ,5 longus, 3-3,5 laíus, teres v e l leviter inflaito, basim versus lev itissim e an gustatus, m ultum latio r o v ario ; tep ala reflexissiona lo n gitud in e ae q u a lia v el lon gio ra tubo, om nia trinervia, ex terio ra o b lo n ga 4-4,5 mm . longa, 2 m m . lata, interiora o b o vata, em argin ata 4-4,5 mm. longa 2 mm. lata, m argin e usque ad p artem m ed iam ciliata. P erigo n ium an thesis an tea ovato- conicum , stam ina inclusa 3 mm . lo n ga, antheja>s flavae, extus lev iter co n vexae dentibusque ap icis d iv erg en tib u s; p ollin is gran u la glo bo sa 16-20 u diam . O v arii p ars in fera v irid is ven is 12 atro - viridib us ornata, pars sup era (in tub o ) flaves¿en s, trisulcata, sulci ferrugin ei; sty-


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lus albus longitudinis antherarum v el longior, stigm ate trian g u ­ lan . Fructus pedunculo erecto, subturbinatus, um brinus, ven is isabellinis v ei um brinis tran sversariis ornatus. Sem ina castan eo -nigrcscen tia, 2-3 in quoque loculo, obovato -triquetra faciebus ven tralib u s lev iter concavis, d o rsal m ajo r convexaque. C rescit src ia b ilis ad vias arid as locis “ El A rb o lillo ” e>t ‘ ILa P u n tilla” dictis, L o n co m illae d ep artam en to , M au lis pro vincia, ubi m ense o cto b ie anni 1931 d etexi et q uae d icav i Ínclito Professoii scientiarum b io lo gicarum Instituto P ed agó gico chilense Doctori F riderico Jo h o w caro et sap ien ti m agistro meo. Esta C o n an th era es una herm osa am ariladáisea con las flo ­ res pequeñas v io lad o de gen cian a ligeram en te az u lad as, d e 10 cm. de a ltu ra y con la p a r tí su b terrán ea puede mediT h asta 20 cm. de largo. El bulbo es ovoideo con la en voltura fibrosa exterio r isabelina, ad en iro es blanco, sólido, con el disco* (o articulació n basal con ra íces) m ás o m enos plano y d e m argen con m uchas raíces fibrosas. H o jas ra d ic a le s 5-7, con la lám in a v erd e lin ear-su b u lad a, de la longitud de la inflo rescen cia o m ás larg a, arrib a d éb ilm en te surcada, d eb ajo co n v exa; h ojas cau lin ares 1-3, a o v a d a s la r g a ­ m ente su b u lad as con la b ase en vain ad o ra, h a c ia arrib a se transform an en b iá c te as de la inflorescen cia, ao v ad o - su b u la­ das, ao vad o - lan ceo lad as u oblongo - lan c e o la d as y escariosas, dism inuyendo de tam año y de n erviació n a m e d id a que ascien ­ d en ; las d el m edio son trin ervad as, las d e l áp ice son uninervad as, ao v ad o -lan ceo lad as u o b lo n go -lan ceo lad as, d e 1,5-2 mm. d e 1. El tallo de la inflo rescencia es de 1,5-4 cm . d e largo por 0,5-1 mm. de grueso. Inflorescencia (cim a p an icu lo id e) fo rm ad a h asta d e 8 r a ­ m as racim iform es de 1-3 flores in clin ad as h acia a b a jo ; la s flo ­ res desp id en un olor m uy a g rad ab le , el pedúnculo filifo rm e m ide 1,5-10 mm. d e la rg o ; perigonio acam p an ad o , ab ierto m ide 1 cm. de d iám . y de largo, incluyen do el ovario, 1 cm ., el tubo 4-4,5 mm. de largo y 3-3,5 mm. d e ancho, es cilin d ric o o lig e ­ ram en te hinchado, h acia la b ase es m u y d éb ilm en te estrech ado y es m ás ancho que el o v ario ; los tép alo s son m u y re fle ja d o s h asta locar el tubo, todos son trin ervad o s, son d el m ism o largo o m ás largo s que el tubo, los exterio res oblongos d e 4-4 ,5 mm. d e largo y de 2 mm. de ancho, los interio res son- o b o vado s, em argin ád o s, de 4-4,5 mm. d e 1. y d e 2 m m . d e ancho, con la m argen c ilia d a h asta la m itad, a veces con una peq u eñ a h in ­ chazón en la em argin ad u ra. El perigonio es ao vado-có nico an tes de la an te sis; los e s­ tam b res son inclusos de 3 mm. de 1., las an teras alg o sep a ra d a s entre sí son flavas, ligeram en te co n vexas en el ex terio r p or lo


U na n ueva esp ecie de C o n an th era R. et Pav.

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qu e su conjunto es alg o globoso y con los d ien les d el ápice d iv frg e n te s y d éb ilm en te re fle jo s; los granos de polen esféri eos, d e 16-20u d e diám . L a p arte inferio r d el ovario es verde, ad o rn ad a de 12 ven as verd e-o scu ras, la p arte superior (d en ro del tubo) es am ari­ llen ta ¿o n tres surcos ferru gín eo s; el estilo es blanco, de la lon gi­ tud d e la s antera:, o m ás largo , con el estigm a triangular. El fruto tiene el pendúnculo erecto, es casi turbinado, color tierra d e so m b ra, ad o rn ad o tran sversalm en te de venas isab elinas o um brinas. L a se m illa ao v ad o -triq u etra es castaño-negruzca, finam ente tub erculo sa, las caras ven trales débilm ente cóncavas,, la dorsal es m ayo r y c o n v e x a ; h ay 2-3 sem illas en cad a lóculo capsular. P la n tita que crece so ciab le junto a los cam inos áridos d<= los lu g ares llam ad o s "El A rb o lillo ” y “L a P u n tilla” d el d e p ar­ tam ento d e L o n co m illa, p rovin cia d el M aulé, y la cu al he d e d i­ cado con p la cer al ¡lustre P rofesor de C iencias B iológicas en el Instituto P ed agó gico de C hile D pctor Federico Johow mi esí-imado y sabio m aestro, cuyas ino lvid ab les lecciones aum en­ taron m i entusiasm o p ara la docencia .y la investigación. O bservaciones. L a p lan ta la cukivo en casa y he obser­ v ad o la v isita d e sus flores por la a b e ja de miel. El gén ero C o n an th eia es chileno* fue establecido en 1802 por los b o tán ico s esp añ oles R uiz y P avó n en su obra F lora p eru v ian a et ch il-n sis , T. III, p. 68, paTa nuestro gnao, C. b i­ fo lia. Icón. 3 0 1 . F ig. a, d e la m ism a obra. E l P. L. F eu illée en el 3 .e r tomo de su Jo u rn al des Obs. p h ys., m ath em . et botaniques, 1725, es el prim ero que dió la descrip ció n d el gnao (P h ilip p i dice n gao ) bajo el nom bre de “ B erm u d ian a b u lbo sa, flore reflexo caeruleo ” y con el nom bre v u lg a r d e Illm u, aco m p añ án d o la d e una figura en la Planche III. Ruiz y P avó n la design an con este mismo nom bre vulgar. N osotros la hem os oído nom brar nao y gnao en T alca y Linares. El no m b re genérico d eriv a de dos p alab ras g rieg as: cono y an tera, por estar las an teras reunidas en cono. L as especies

Fif. 1. Granos de alm idón y ¡rafidio muy ¡aumentados de Conan­ thera Joh ow ii


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m en cio n ad as de C hile son: b ifolia, Sim sii, cam p an u lata, trim aculata, v a rie g a ta , p arv u la y Jo ho w ii. • Y o he reco gid o otras especies y las he cu ltiv ad o d esd e a l ­ gunos años atrás y creo h ay n o v ed ad es que espero d a r a cono­ cer pronto. D. Don estableció el género C um m ingia p ara la s especies con tubo p erigo n al, pero hoy d ía los botánicos acep tan sólo Conanthera. T o d as las especies son ricas en rafidios y el bulbo, que es com estible, co n tien e mucho alm idó n que con sta d e granos co m ­ puestos d e form a glo bo sa, a o v a d a o e lip so íd e a ; los gran ito s p a r­ c iales son p o liéd rico s con una cara co n vexa casi c irc u la r; en C. Johowii m iden d e 3-9u d e diám . Son p la n tas interesantes p ara lecciones en los co legios del E stado y m uy fáciles d e cu ltiv ar h asta en m aceteros. E jem p lares d e C. Joh ow ii fueron d ep o sitad o s en el berbadio d e p lan tas F an eró g am as d el M useo N acional. Los colores, m enos v io lad o d e gen cian a, se refieren a la C ro m otaxia de P. A . S accard o , 1912. F o to g rafías y d ib u jo s aco m p añ an a este trab ajo . Nota. L a p la n ta se presen ta en abundancia, con flo res b la n ­ cas, a la que considero com o v a rie d a d y c u y a d iagn o sis q u ed a in d icad a a co ntinuación; la 'encontré prim ero en el tipo a fines de octubre de 1931 en las lo c alid ad es antes n o m b radas, to m án ­ d o la com o especie y a sí la indiqué en la S o cied ad C h ilen a de H istoria N atural el 14 d e diciem b re de 1932, pero después d e vario s v ia je s a dichos lu gares pude encontrar, en o ctu bre de 1935, la especie d e flores v io lad o de gen cian a lig eram en te azu ­ la d a s q u e considero com o el tipo y que es escasa, lo que m an i­ festé en la sesión d el 9 d e septiem bre d el p resen te añ o d e la So cied ad y a n o m b rad a; es interesan te v er en las flo res to d as las grad uacio n es por las cu ales el color v io láceo azu lad o p asa al b lan co puro.


U na n u eva especie de C o n an th era R. et Pav.

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Conanthera Johowii ESPINO SA v ar. alb a. A typ o flo ris alb is interdum tepalis vena tenuiter obscura vel su b v io la cea lon gitrorsus ornatis differt. C um typo crescit. EXPLICACION DE L A S LAM INAS

?

•N

Lám. I Conanthera Johowii ESPIN O SA nov. spec. y b ulbo s vistos por su b ase 1 / 1 . L ám !I Conanthera Johowii ESPIN O SA nov. spte. var. alma ESPINOSA nov. v ar. T am añ o reducido. Lám III Conanthera Johowii ESPIN O SA nov. epec. var. alba ESPINO SA nov. v a r. 1 / 1 .





UN HONGO NUEVO CHILENO p or el

Prof. M arcial R. Espinosa B. A p ricip io s de jun io del año próxim o pasado (1 9 3 5 ) recibí, en mi lab o rato rio de C rip to g am ia en el M useo N acional, ejem ­ p lares de un hongo encontrado en L o C añas, al cual s í culpaba de cau sar en ven en am ien to en v arias perso nas de esta cap ital y se me p e d ía su determ inació n. D espues d e h ab rrlo estudiado con detención encontré que se trata b a de una especie de L epiota que considero n u ev a p ara la cien cia y cu ya descripción doy a conti­ nuación.

Lepiota Iocañensis nov. sp. (Fig. 1 y lám. I, II, III y IV .) 2-6 cm . a lta , so litaria v el caespitosa, fragile, odore debili, pileo prim o sub glo b o so m argin e inflexo, dein expanso, convexo, orbiculari, interdum obtuse um bonato, 2-6 cm. diam ., carnoso, squamis num erosis, ad p resis, extrem o fuligineis caetero subfuligineis, interdum im b ricatis, ornato, iroseo-albo, roseo v e l interdum atro p urp ú reo in ter squam as, centro com m uniter squam is confertioribus m in o rib u 3 isab e llin isq u i in piléis juvenibus et plu* m inusve circu latim co n gregatis v el solum squam a gran d i cen tra­ li; lam ellis co n fertis, alb is, ventriculo sis, acie m inute denticular tis> lib eris, 4 -9 mm . la tis ; stipite terete, 1, 5-5 cm. longo, 5-10 mm. d iam . m e d u lla go ssyp in a farcto, fibrilloso, roseo-atropurreo, sed ap ice alb escen te et com m uniter len iter striaíu lo , ad m e­ dium an nulo aracn o id eo fugaci alb id o , ab annulo b asim vsrsus squam is fu ligin eis' o rn ato ; carn e alb a inm utabili odore deb ili sa pore in grato , cen tro p ileo ad 4 mm. crassa, m arginem versus gradatim n u lla ; b a s id ilj clav atis 32 -3 6 x 6-8 u ; eporis allipsoideis, hyalinis, gran u lo sis, 8-9 x 4-5u. H ab. in p ascuis p raed i Lo C añ as dicti, prope urbem S a n tia ­ go, ubi m ensibus m aio et junio crescit,


B oletín del M usco Nacional

ILepiota de 2-6 cm. de alto , so litaria o cespitosa, césp edes pot lo com ún de 2-3 individuos, fágil, de olor déb il, con el so m b re­ ro prim ero subgloboso de m argen in flejo , despues exten dido, convexo, orbicular, a veces obtusam ente um bonado, de 2-6 cm. de d iám ., carnoso, ad o rn ad o d ; num erosas escam as exten d id as, fu ligín eas en el extrem o, en lo dem ás sub fuligén eas, a v eces im ­ b ricadas, en el centro com unm ente m ás a p re tad as y m enores e isab elin as en los ejem p lares jóv en es y m as o m rn os circu larm en te agru p ad as o so lam en te con una escam a p ard a cen tral, entre las estarn as en rosado-blanco, o rosado o a veces atro p u rp ú reo ; -la­ m in illas ap retad as, b lan cas, ventrrculosas con el filo finam ente denticulado, libres, de 4-9 mm. de ancho m as o m enos en su p a r­ te m e d ia; estipe cilin d rico de 1, 5-5 cm. de 1. y d e 5-1 0 m m . de

Fig. 1. Esporas, y ascos de Lcpiota locañensh. Muy aumentados. diám ., lleno con una m éd ula algo do n o sa en su interior, fib rillo so , rosado-atropurpúreo en el exterior, pero junto al som brero es blanquecino y por lo com ún débilm ente estriado, poco a poco to do se pone rosado-atropurpúreo, por el roce au m en ta la c o lo ra ­ ción; velo aracn o id so , blanco, que form a 'fia an illo fugaz en la p arte m ed ia del pié cuando jo v en y restos de ese v elo quedan en el b o rd e d el som brero joven pero pronto d e sa p a re c e n ; d e s­ de el an illo a la b ase está ad o rn ad o el estipe de escam as fu lig í­ neas de aspecto algo v erru cifo rm e; carne b lan ca, no cam b ia en e¡ aire, d e olor d éb il y sab o r algo d e sa g ra d a b le com o la carn e d el p ié; en el centro d el som brero puede a lc an z ar 4 m m . d e e s­ pesor, pero h acia el b o rde d e sa p a re o ; g ra d u a lm e n te ; b asid io s en form a d e m aza de 32-36 x 6-8 u ; esporas elip so íd eas, h ia ­ linas, gran u lo sas en su interior y de 8-9 x 4-5 u. L a reacción d el hongo es ácid a. H ab ita en los potreros, ,en el Fundo Lo C añ as a l po niente del can al de L as P erdices, cerca de la ciu d ad de S an tiag o , al sur h acia la co rd illera, en los m eses d e m ayo y junio. c-s m uy atacad o por larv as de m oscas. O bservaciones. El hongo fué reco gido a p rincipios d e ju ­ nio de 1935 rn uno casa d e Ñuñoa por el Dr. Jo rg e M ard o n es. quien lo indicó com o el casi seguro cau san te .de serias en fer­ m ed ad es en las personas de dicha casa, las cu ales lo co m p ra­ ron a v en d ed o res am b u lan tes; p o r activ as av erig u acio n es se


Un

H ongo

nuevo

C hileno

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llego a en co n trar a l ven d ed o r quien indicó el lu gar de proceencia de la tem id a c a lla m p a ; algun os ejem p lares d e los re ­ co gid o s por el Dr. M ardones en la casa y a dicha, fueron los pri­ m eros que llegaro n a mis m anos enviados por e l Sr. R oberto D onoso d el L ab o rato rio de S an id ad y después obtuve otros d e ­ bido a la am a b ilid a d d el Dr. R ex. C om o p ara el com pleto conocim iento d el hongo era n ece­ sario o b servarlo en el lu g ar d e su d esarro llo , aproveché la invi-* tación d el Dr. M ardo nes p ara ir a recogerlo a Lo C añas, pero, por d esg racia, y a h ab ía p asad o su p erío do de vegetació n y no se encontró n in gu no ; esperé h asta principios de junio d e este año y m e d irig í al m ism o lu g ar en su busca y tuvs la felicid ad d e en co n trar v ario s e je m p la re s en diversos estados d e d esarro ­ llo, lo que ifué de m ucha im p ortan cia p ara term inar mi estu­ d io ; no los encontré en el mismo potrero d el año pasado por estar ara d o p ara siem bras, sino en otro vecino, m ás al sur, siem p re al poniente del can al d í Las Perdices. En cuanto a la to xicidad d el hongo es cuestión que d ilu ci­ d arán los lab o rato rio s de to x ;c o lo g ía ; m ientras tanto lo con­ sid erarem o s com o sospechoso y h ay que evitar su consumo. El género L ep io ta com prende gran núm ero de especies casi to das com estibles, sólo h ay una que se ha com probado ser venenosa y es la L. helvecia Bres. que crece en Italia, F ran cia y A frica d el norte, a o rilla de los cam inos, en los bosques her­ bosos, en las lan d as, a veces b ajo los pinos y en los p ra ­ dos.. En F ran cia se llam a L ép io te brunátre. C reeem os de inte­ rés rep ro d ucir aq u í la diagno sis y fo to grafías de :11a: alcanza una a ltu ra d e 4 Vi c m s.; el som brero de 1 */2-3 cms. de d iá ­ m etro, lle v a . p equeñ as escam as y es de polor lad rillo -en car­ n ado, alg o carnoso, extendido y convexo, un poco um bon ado ; la m in illas ap retad as, b lan cas, con el filo fim briado, ventriculosas, libres, con la ed ad sep a rad as; estipe fistuloso, c ilin d ri­ co, fibrilloso-tom entoso, d el m ism o color d el som brero, d e 2-4 cm . de larg o y de 3-4 mm. de d iám etro ; el anillo infero fugaz, b la n co ; las carne b lan ca, seca es rojiza, ino dora e in síp id a; es­ po ras elíp ticas o casi reniform es, hialinas, granulosas, de 8-10 x 5 -6 u ; b asid io s en forma, de m aza de 25-32 x 8-10 u. (D e P. A . S ac c a rd o : “ F lo ra Italica C ryp to g am a" 1 9 1 5 ). L a foto­ g ra fía A (L ám . IV ) h a sido to m ad a d el " A tla s des C h am p ig­ nons d>2 L. R o lla n d ” , 1910, y la B, de “¡Le C ham pignon Poison ou A lim en t” d el Dr. F. Buret, 1925. Estos dos últim os autores indican el estipe cilin drico hinchado h acia la base como se ve en la fo to g rafía; Buret en la ob ra citad a, refirién d o le al poder tóxico de esta L ep io ta, d ice: “Les poisons p h allo id i?n s se trouven t dans lA m a n ite p h allo id e et dan'J toutes ses v ariétés; et v raise m b lab lem en t bien qu’ en petit quantité, dan s la L épiote brJnatV e; en effet, les sym ptom es observeés p ar M énier el Mon-


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B oletín del M useo N acional

nier sur les m a lad es intoxiqués p ar c elte d ernière, étaien t en quelque sorte une réduction du tab leau clin ique de 1 em poison­ nem ent p h allo id ien ’’ . El profesor y m icôlogo R en é M aire en "‘L es C h am pigno ns vén én eux d ’A lg e rie ” 1915, dice refiriéndo se a la Lep. h e lv e o la : “le syndrom e de l’ em poisonnnem ent ¡helvéolien re p p e lle donc avec m oins de grav ité toutefois, le syn dro m e plhalloidien” • T am b ién in d ica R en é M aire, lo m ism o q u e el Dr. Buret, d etallad am en te el s'indroma falo id ian o y M aire a g re g a un r e ­ sumen que dice a s í: ‘ ‘En résum é les p rincipaux caractères du syn dro m e ph allo idien sont les suivan ts: Incubation longue (m o yen n e 10-12 h eu res). T ro ub les gastro-intestinaux, tardifs, vio lents, av ec a lte rn a ­ tives d e crises et d ’ accalm ies. U rines rares. Foie tum éfié et d o u leu reu x ; ictère assez fréquent. In telli­ gence et m ém oine in tactes; dépréssion n erveuse, atax o -ad y n am ia, stupeur. D urée 3-4 jo u rs au plus. M ort o rdim airem et, du 39 au 10 9 jo u r ’. H ay que a g re g a r a lo anterior, la sed ard ien te que aco m ­ p añ a tam bién al sindrom a. A h o ra bien, los principios tó xico s o venenos falo id ian o s contenidos en la A m an ita p h allo ïd es (F:r.) Q ué!. y d e la cu al aco m p añ am os u n a fo to g rafía (L ám . IV , fig. C .) to m ad a d e la o b ra y a c ita d a d e L. R o llan d son a ) la fa lin a o hem olsin a am an ítica, se cree que es un glucósido, d estru ye los glóbu los de la san g re; p ierd e su p ro p ied ad h em o lítica en tre 6 5 9 y 7 5 9 fué d escu b ierta por K obert en 1 8 9 0 ; b ) L a to xin a am an ítica (o A m an ita-to x in e d e los au to res) d escub ierta por A b e l y F ord en 1906 es ven en o sísim a, pero q u ím icam en te no b ien con o­ cida, es m u y estab le, un calo r d e 10 0 9, los ju go s d igestivo s ,1a desecación no la m o d ifican ; se la co n sid era com o e l veneno m ás activo d e la A m an ita p h allo id es que pro d uce la m u erte; actúa fiján d o se sobre el sistem a nervioso com o la estricn in a; c ) un a lc a lo id e no bien conocido. L a A m . p h allo id es se encuentra en N. A m érica, E uropa, A frica d el Norte. N ada de extraño será que si se co m p ru eb a la cu lp ab ilid a d de la Lepiota locañensis, e lla se d e b a a los veneno s falo id ian o s. B ajo el punto de v ista de su acción sobre el organism o M aire dice que la A . p h allo id es p erten ece a l 5 9 grup o d e h o n ­ gos estab lecid o s por R och (1 9 1 3 ) o se a : hongos q u e traen d e s­ pués d e una la rg a incubación la d egen eració n de las cé lu la s d el organism o. L a G yro m itra esculenta (Pers. ) Fr. que se en cuen tra ta m ­ bién en nuestro p aís y se com e, p erten ece al 29 grupo que in ­


Un

H ongo

nuevo

Ghileno

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c lu y e hongos con venenos hem olíticos, el ácido helvélico en la G yro m itra n o m b rad a, pero ese veneno se elim in a por el agu a h irvien d o o por la desecación, como y a lo d ije en un trab ajo an terio r. L a L ep io ta h elv eo la está en el 3.er grupo que com prende hongos irritan tes que producen sólo gastro- enteritis con acción acceso ria sobre el sistem a nervioso. D el género A m an ita se ha citado de C hile un representante la A . G a yan a M ont. en G ay Hi'St. d e C hile, B otánica, tomo 7, p. 33 2, con la figu ra 9 de la lám in a 7 d e l A tlas de dicha obra, figura que aqu í rep ro d ucim o s; el som brero es ro jo-claroam arillen to , el pié b lan co sucio, la v o lv a y el anillo blancos y alc a n z a una altu ra d e 6,5 cms. F o to grafías y d ibu jo s origin ales acom pañan este trabajo. L os co lo res se refieren a. la C rom otaxia de P. A . Saccardo,

1912.

EXPLICACIO N DE L A S LA M IN A S Lám. I

Lepiota locañensis ESPINO SA nov. spec. 1 /1. Lám. II

Lepiota locañensis ESPIN O SA nov. spec. con secciones longi tu d in ales I / I. Lám. III

F ig. a. Lepiota locañensis ESPINO SA nov. spec. 1/1. Fig. >b. Am anita Gayana MONT.. 1 / !. Lám. IV

Figs.

Fig

A y C.

B.

Lepiota helveola

Amanita phalloides

B'RES.

(FR)

1/1.

QUÉL

1/1.


Boletín del M useo N acional

tía

Lám. I



88

B oletín del M uieo N acional

Lám. III


Un Hongo nuevo Chileno

Lテ[. IV

89



A PU N TE S BOTANICOS SOBRE HELECHOS CHILENOS por el Prof. Marcial R. Espinosa B. En la revisión y arreglo de ias p tsrid ófitas del herbario d el M useo N acional, he podido reunir las observaciones que van a continuación referen tes a algu n as heléchos. 1. A d iatu m P h ilip p ian um ESPINOSA nov. sp. (L ám . 11, figs. c y d y lám . V , f;gs. a, b, c. d y e) A d ia n te llu m ; rhizom ate ignoto, fronda fertili 18 cm. longa, ro b u sta; stipite, sicut rhachi rachillisque, castaneo, nitido, rigid o , 8 cm. longo, 1,5 diam ., scabro, tereti, basi nonnullis p aleis ferrugin eis (v e l fu lv is ), lan ceo latis longe subulatis vel lanceo lato -o v atis lonsre subulatis 0 ,3 -4 ,5 mrn. longis, b asi 0,5-1,5 rum. la tis; peleas m achis m ulto m inoribus cvato-sub ulatis integris. L am in a o b lo n ga, co riacea 12 cm. longa, 3,5-4 cm. lata, in sicco atro -v irid i, b asi trip in n ata, utrim que pilis glan d u liferis simp licb us 7 2 -2 2 0 u longis secretione fiava sero sa; pinnis primariis a ltírn is , 0 ,3 -3 cm; inter se distantibus, oblique patentibus oblongis, basaUbus m edialibusque suboppositis, p etiolatis, petiolo 2-4 mm . longo, ju gis b asalib us prim o secundoque cum pinna secu n d aria su b o rb icu lari 2-3 folíolos com posita, p etiolulata, petiolulo 2 m m . lo n go ; caeteris pinnis prim ariis sim pliciter pinnatis, infim is 3,5 cm . longis, 16-20 mm. latis; foliolis (pinnis ultim is) 9-1 1 mm . longis, p etio lulatis, a lte rris , 2,5-1 om. inter se d istan ­ tibus, o b liq ue p atentibús, petiolulo 1-2 mm. longo, la m íllu la dim id iata, flab ellato -cu n eifo rm i 8-9 mm. longa 12 m m . lata, basi cu n eata, m aig in ib u s integris lev iter concavis, m argine superiori co n vexa le v ite r lo b u lo ta soris sin u ata; venis flab eilatis iterato fu rcatis; soris 0 ,5 -0 ,8 mm. latis usque and 5 mm. longis, oblon-


tiO

Boletín del M useo N acional

gis vel oblongo-subreniform ibus, contiguis, in áp ice lob ulorum m aigin is superiori solitarii'3 dispositis, induso m em b ran áceo eremeo, angusto, lin eari, m argo glan d u lis ob ovatis 36 u longis, 28 u latís, globosis 28 d iam . val aubglobosis orna'to; sp o ran giis glan d u lis secretione flav a, cerosa, p u lv eru len ta interm ixtis, sporis isab elin o -fulvis 28-40 u diam . F ron da ste iili ignota.* H'obitat in C o rd illera de Po peta p rovincia C o lch ag u ae ubi anni 1881 orn. R. A . P h ilip pi legit. El rizom a de esta especie d e la sec. A d ian tellu m no se co ­ n oce; fro n da fértil de 18 :m . d e 1., ro b u sta; estipe, así com o el raquis y ta q u illa s, castaño b rillan te, ríg id o , 8 cm. d e 1 y 1,5 mm. de diám ., escabro, cilin d rico en l a base,con alg u n as p á le a s ferru gín eas (o fu lv a s), lan ceo lad as, larg am en te su b u lad as u ao v ad o -lan ceo lad as y largam en te sub uladas, de 0, 3-4, 5 m m . de 1. y en la b ase d e 0 ,5 -1 ,5 mm. d e ancho. L ám in a o blo nga, co­ riácea, d e 12 cm . -de 1. p or 3 .5 -4 cm . ancho, en s.eco es v erd e oscura, la b ase trip in ad a, en am b as superficies con p elo s glan dulífero s, sen cillo s, d e 7 5 -2 2 0 u d e largo , los que constan d e un p ed icelo d e 2 2 -2 8 u d e diám con la b ase m ás gru esa aún, fo r­ m ado p o r 1 -3 células y por una g lán d u la ap ical sen cilla o b o v ad a o de form a d e m aza, la que m ide 4 0 -5 2 u d e 1 por 2 2 -3 2 u de diám . y produce un secreción flav a, c e ro sa; pinas p rim arias a lte r ­ nas sep arad as entre sí por 0 ,3 -3 cm ., exten d id as o blicuam en te, oblongas, las b asales y la s d el m edio casi opuestas,, p ecio lad as, p ecío lo d e 2-4 mm. d e 1., el prim ero y segundo p ar b asales con una pin a secu n d aria su bo rb icular com p uesta d e 2-3 foliolos, p e cio lu lad a, p eciólulo de 2 mm . d e 1.; las dem ás pinas p rim a­ rias sim plem ente; p in ad as, las ín fim as d e 3,5 cm. d e 1. y d e 162 0 mm . d e an ch o ; foliolos (o sea las pinas ú ltim a s ), 9-11 mm. de 1..p ecio lu lad o s, altern os, sep arad o s entre sí por 2,5 m m .-l cm ., o b licuam en te extendidos, con el p eció lu lo d e 1-2 m m . de I., la la m in illa d im id iad a, cu n e ad o -flab e la d a d.e 8-9 m m . d « 1. por 8 cm. d e ancho, cu n ead a y de bo rdes enteros ligeram en te oóncavos en la base, el borde; superior convexo lig eram en te lob u lad o , sinuado por los so ros; ven as flab e lad as re p e tid a s v e ­ ces fu rcad as; soros 5-1 0 en c a d a folíolo, de 0 ,5 -0 ,8 m m . d e a n ­ cho y h asta 5 mm. de largo , oblongos u oblon go -subrenifo rm es, contiguos, situad o s so litario s, en el áp ice d e los lóbulo s d el b o rd e superior de la lam in illa fo lio lar; el lóbulo fértil crem a-ro jizo con pelos glan d u lo sos d o rsales; indusio m em branoso, crem a, a n ­ gosto, lin ear ad o rn ad o en el m arg en con g lá n d u la s o b o v ad as d e 3ó u de I. por 2 8 u de ancho, glo bo sas de 28 u d e d iám . o subglob o sas; esp o ran gio s en trem ezclad o s con g lán d u las d e secreción flav a, cero sa y p u lveru len ta. E sporas fu lvo -isab elin as d e 2 8 -4 0 u de d iám . F ro n d a estéril desconocida. H ab ita i.en la C o rd ille ra d e P op eta, pro vin cia d e C o'lchagua d o n d e lo descubrió en el año 1881 el Dr. A . P hilip p i.


Apu'ntes B otánicos sobre H elechos C hilenos

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O bservaciones. De este helecho se gu ard a una fronda fér­ til en el h erb ario d el M useo N acional cuyo nom bre y diagnosis no han sido nunca p ub licados. N uestra descripción se ha basado en esa fronda d el M useo y lo hem os nom brado específicam ente, ^h ih p p ian um , en h o m enaje a] sabio Dr. su descubridor. F o to g rafías y. d ib u jo s acom p añan a este trab ajo. Los colores se refieren a la C rom otaxia de P. A . Saccardo .

2. Adiatum Weatherbyanum ESPINOSA nov. sp. (F ig . 1 y làm . I y figs. f, i, j, k y 1 d e la làm in a V y figs. m, n y o, làm in a V I) A d ia n te llu m ; species 30-38 cm . alta, ihizom ate, 2-2, 5 mm. diam . palei'3 im bricatis, ferrugineis, fim briatis, dense obtecto fro n dib us num erosis ap p ro xim a is, stipitibus sicut rachi et rachillis b ad iis v el b ad io -castan eis vel castaneo-nigrescentibus, nitidis, rigidis, 16 cm . longis, 1-2 mm. diam ., p aleis basalibu® subulato-ovatis v el su b u lato -lan ceo latis vel subulato-linearibus 3-4 mm. longis, b asi 0, 5-0, 9m m la tis ferrugineis sed basim versus flavescentibus, fim briatis, caetero, stipitis g lab ro ; apice paleis 1-cellu lari v el 2 cellu lis una seria dispositis. Le m ina virid i lan ceolato -ovatis, 1 4-2 1 cm . lo n ga, basi 14 cm. la ta et tripinnata, m edio b ip in n ata et a p i­ ce sim p liciter p in n ata, rachi rach illisque paucissim is pilis pluricellu larib u s sim p licib u s v e l ram ulosis, suferrugineis sp aise ornatis; pinnis p rim ariis ad 16, petio latis, ovatis oblique patentibus, a lte rms. d istantibus, in terv allis infim is 4-5 cm ., extrem i 1 cm. bosalibus usqu e ad 10 cm. longis infim is dim inutis, petiolis 1-10 mm . long:® infim is m ajori'bus; pinnis s:cu n d ariis 2-10 ovato alternis, 1-5+folioIatis, 1-2 cm . inter se distantibus, petiolulatis, infimis m ed ialib u sq u e com positis, caeteris simplicibu®, sed extrem o lam in ae om nibus sim plicibus, foliolis 1 7-24 mm. longis, 0, 6 - lem . inter se distantibus, longe p etiolulatis, petiolulo 2-9mm. longo, la m e lla 5-15 mm . lon ga 3, 5- 1 7 mm. lata, m em branacea, sub o rb icu lari basi trun cata, vel subreniform i vel cuneato flab e­ lla ta, com m uniter b ilaterali sym m etria sed interdum asym m etrica, su p ra g la b ra , infra pilosa, pilis p luricellularib us, sim plicibus vel ram ulo sis longioribus un d alatis, obtusis, albescens-subferrugineis v el subferrugineis, sed articulation ibus ferrugineis, m argine superiori co n v ex a le v itsr et iregu lariter lobulata, den ticulata, den ticulis acutis-spinulosis vel obtusis, m argin e b asali integra, ven is flab ella to -fu rcatls; soris sub m argine superiori sitis, sem icircularib u s v el oblongo-subreniform ibus, usque 2, 5 mm. longis, 0, 7-0, 8 mm . latis, indusio 2, 2 mm. longo, 2 4 0 -2 5 0 lato, ochroìeuco. oel crem eo vel m elleo, scarioso, m argine lev iter crenulata, inter sp o ran gia pilis g lan d u liferis secretione flava, cerosa. Frondes steriles non vidi,


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Boletín del Museo Nacional

Habitat prope Aguada de Miguel Diáz ca. 24 p35’ s., ad te­ rrain udam, infra saxorum, costa provinciae Antafagastae ubi de­ cembri anni 1925 legit orn. Ivan M. .Johnston, n9 5307. Especie-de 30-38 cm. de alto con rizòma rastrero de 2-2, 5 nim. de diám. y cubierto abundantemente de paleas imbrica­ das ferrugíneas y fimbriadas, de la misma forma que las del es-

Fig, 1. Adiantum Weatherbyanum: a, extremo del rizona con báses de estipes; b, pina con folíolos soríferos. 1/1. • tij e; fi ondas numerosas, aproximadas, levantadas, con los estipes lo mismo que el raquis y raquillas, bayos o bayo-castaños o casta­ ño-negruzcos, lustrosos, rígidos; de 16 cm. de 1. por 1-2 mm. de diam. con paleas basales aovad o-subuladas o lanceolado-subuladas o linear-subuladas, de 3-4 mm. de 1. y de 0, 5-0, 9 mm. de an­ cho en la base, ferrugíneau, pero hacia la base algo amarillentas, limbriadas, lo domas del estipe glabro; el ápice de las páleas uni­ celular io de dos células dispuestas en una fila. Lámina verde, aovado-Ianceolada, de 14-21 cm. de 1. y en la base de 14 cm. de ancho y tripinada, en el medio bipinada y en el ápice simplemen­ te pinada,, con el raquis y raquillas esparcidamente adornados con poquísimos pelos pluricelulares sencillos o ramificados, subferrugíneos; pinas primarias hasta 16, pecioladas, aovadas, oblicua­ mente extendidas, alternas, dilatantes, con los intervalos ínfimos de 4-5 cm. y los del extremo de lcm ., las basales hasta 10 cm de largo, las mas inferiores son menores que las que siguen, peciolos


A pu'ntes b o tán ico s sobre H elechos C hilenos

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d e 1-10 mm. d e I., siendo los ínfim os los m ayo res; pinas secun da­ rias 2-10, a o v a d a sj al:ern as, 1-5 -fo lio lad as, distantes entre sí- 1-2 cm ., p ecio lu lad as, las ínfim as y lao m edias com puestas, las dem ás sen cillas, pero cerca d el extrem o de la lám in a todas sen cillas; folío­ los de 17-24 mm. de 1., sep arad o s entre sí por 0, 6-1 cm .. la r g a ­ m en te p'eciolulados, p ecio lillo de 2-9m m . de 1., la lam in illa de ¡>-15 mm. d e I. y d e 3, 5-1 7 mm. de ancho, m em branacea, subor b'.cular, tru n cad a en la base, o subreniform e o flab elado -cun eada, com unm ente de sim etría b ilateral, pero a veces asim étrica, arrib a g lab ra, d e b a jo p ilo sa con pelos p lu ricelu lares se-.cillos o ram ificad o s (lo s m as largo s o n d u lad o s), ob.usos, blanquecin o -sub ferrugín eo s o suferrugíncos, p,;ro ein las articulaciones ferru gín eo s, el m argen superior convexo, ligera o irregu larm ?n te lob u lad o , d en ticu lad o , con los den tículos agudo-espinulosos u obtusos, el m argen b asal entero y las venas flab elad o -fu rcad as; los soros situado s en '?1 m argen convexo, sem icirculares, oblon­ gos o subreniform es, h asta de 2, 5 mm. de largo por 0, 7-0, 8 mm. d e ancho, con indusio de 2, 2 mm. de largo por 2 4 0 -2 5 0 u de ancho, escarioso, ocroleuco, crem a o m éleo, d e m argen Fgeram ente c ren u lad o ; entre los esporangios con pelos glan dulíferos que p ueden alcan zar h asta 106 u d e 1., constan de un pedicelo d e 2 0 u d e d iám ., de 1-2 cé lu la s-y de una glán d u la de form a de m aza de 56 u d e 1. por 28 d e diám . con secreción flava,/cerosa. No he visto las fro n das estériles. H ab ita cerca d e la A g u ad a de M iguel D íaz m ás o m enos a los 2 4 9 3 5 ’ 1. s. en la tierra h úm eda d eb ajo de las rocas, ein la costa del d ep artam en to de T a lta l de la provincia de A nto fagasta, d o n d e lo coleccionó en dic em bre d el año 1925 el Dr. Ivan M. Jch n sto n , Np 5 307. O bservación. El Dr. Johnston d el G ray H erbarium of H ar­ v ard U n iv ersity C am b rid ge, M ass., U. S. A . obsequió a nuestro M useo N acional d e H istoria N atural de San tiago un ejem p lar d e ­ term in ad o com o A d ian tu m chilense KíLF. v ar. hirsutum HOOIC., determ in ació n p u b k cad a en C ontributions from the G ray H er­ barium of H arv ard U n iversity, L X X X V , p. 14, ( 1 9 2 9 ) , pero un exam en d eten id o de él m e ha dem o strado que: por su secreción g lan d u ’. ar entre los esporangios, por sus pelos infrafo liares y por las p a le a s fim b riad as d e su rizom a y de la base de los estipes y p o r lo s pelos escasos de sus raquis y raquillas, se trata d e una es p ecie que considero n ueva y que he ded cado con agrad o a l Dr. C h arles A . W ea th erb y pteridó logo d el mismo establecim iento an tes n o m b rado . Los co lo res se refieren a la C rom otaxia de P. A . Sac. 191/. F o to g rafías y d ib u jo s o rigin ales acom pañan a este trab ajo .


B oletín del M useo N acional

3. Adiatum Remyanum nov. nom. (L ám . III y figs. g y h d e la lám . V .) (A d ian tu m form osum Remy (no n R . B r.) in G a y Hist. Fis. y P ol. d e C hile, B otánica, tomo V I, p. 485 ( 1 8 5 3 ) . En la revisión d e los helechos d el h erb ario d el M useo N acio­ n al de H istodia N atural en que estam os em p eñado s, hem os en ­ co ntrado (ejem plares etiquetado s com o A d . form osum ; la lo c a li­ dad in d icad a es Llico co lectad o s por L an b eck en d iciem b re de 1 8 6 1 ; representante d el tipo d e R em y no h ay en e l M useo, re­ cogido en ‘ILugares árid o s en T o p o calm a e tc.,” com o d ice R e ­ m y, lo c alid ad costina d el norte de C o lch ag u a y L lico es d e la costa n o rte de T a lc a en el lím ite con la p ro vin cia an terior. Com o, según m i opinión no quieda d u d a sobre la id en tid a d d e l a p la n ­ ta, hem os creíd o n ecesario d a r le un nuevo nom bre p o r no tra ta r­ se d e A d . form osum R. Brown, p la n ta d e A u stralia y N ueva Z e­ lan d a. A la descripción d e R em y podem os a g re g a r que la p la n ta es de la sec. A d ian tellu m y que alcan za una altu ra d e 32cm ., que las asp erezas d e la b ase d e los estipes co rresponden a las p áleas que se desprenden, las cu ales son lin eares o lan ceo lad as, la r g a ­ m ente sub ulad as, enteras o a v eces con escasas fim b rias o raros d en tícu lo s; tanto las d el estipe com o la s d e la cab eza d el rizom a, entre las cuales h a y algu n as filiform es, son castañ as y las m a y o ­ res de 3-5 mm. de 1. por 3 6 0 u-1 mm . de ancho en la b a s e ; la pun ta consta d e 2-5 c é lu la s; o áleas d el rizom a fuligín eas, lin earsubuladas, de 3-3, 5 mm . d e 1. y d e 2-15 u d e ancho en la b ase, im b ricad as; rizom a d e 2, 5-3 m m . de diám . L ám in as v erd es de 18-20 cm. de 1. p o r 10-13 cm . d e an ch o ; foliolos por lo com ún asim étrico s: estipes de VÍ‘ L 5 m m . de diám . y die 9-1 1 cm . d e 1. Soros 4-9 en c a d a fo lío lo ; g lán d u las in teresp o ran giales, frecuen­ tem ente p ed icelad as, p ed icelo d e 1 célu la d e 24 u d e diám . y de 28 de larg o y la g lá n d u la p ro p iam en te tal d e form a obovad a, m idien do 48 u d e 1. po r 34 u de d iá m .; m argen del indusio festonado y con encasas y rem o tas g lán d u las sésiles. E sporas de 36-4 u de d iám ., isab elin as; R em y d ice diafánats, pero p ro b a b le ­ m ente fueron o b serv ad as en estado no m aduro. Se aco m p añ a fo to grafía de la p lan ta.

4. Hymenophyllum tortuosum HOOK, et G RE V . var. Beckeri (K R A U S E ) (L ám . II, figs. a y b .) S yn . T rich o m an es B eckeri K rause, L in n aea 33, p. 305. ( 1 8 6 5 ) . P hilippi, C atálo go Plant. V asc. C hil. p. 3 5 6 , ( 1 8 8 1 ) .


A pu'ntes B otánicos sobre H elechos C hilenos

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S ad e b e c k in Natür. P fl. fam . I. T eil. 4. A b teilun g, p. 107 (1 9 0 2 .) C. C hristensen, Ind. Fil. p. 6 3 6 , ( 1 9 0 6 ) , A rkiv. for Bot. 10.2 p. 2 7 , ( 1 9 1 0 ) , Ind. F il. Su p p l. II, p. 130, ( 1 9 1 3 ) . El Dr. C hristensen in d ica en estos dos últim os trab ajo s su sctipecha de que T. B eckri K rause p ued a ser una form a de H ym en o p h yllu m dichotom um o d e H. tortuosum . L a d escripción de la L inn aea es la siguiente “T ricom anes de estip e largo , a la d o ; fronda oblonga, trip in a iífid a ; segm entos li­ n eares, ondulc.rlcs, espinoso-dentados, p le g ad o s; con el raquis y y estip e a la d o s ; a la m em brano sa-encrespada, ^spin oso -den tada; esporotecos laterales. aovados, espinoso-ciliados ei} el áp ice; recep táculo igu al al dobl .2 del esporeteco” . Esta diagnosis con­ cu erd a m u y bien con el ejem p lar d el M useo, salvo en cuanto a los segm en to s p leg ad o s, que no los presenta, pero sí, son m ar­ cad am en te cresp o -o n d uladcs. A co m p añ am o s fonografía de la p lanta. El e je m p lar tiene u n a etiqueta con N9 47 que d ice: ‘‘H ym eno­ p h yllu m B eckeri K rause. Cfr. H um enophyllum dichotom um " sin facha, lo c a lid a d ni colector. O tra etiqu eta con N9 198 está en una pina la te ra l y d ice: T rich o m an es B eckeri K rause. Seiten fieder. Süd Chile. E ncontrado cerca d el puerto v ald iv ian o de C o rral por K rau­ se, según la L in n aea. In d icaré a q u í tam b ién que el Dr. Christensen en su Index Fil. Sup p ’l. III, 191 7-3 3 ha p asad o H ym . dichotom um de su Iudex Filicum (n o n C av. 1 8 0 2 ) a H ym . p licatum Kaulfuss de A m érica au stral te m p la d a ; el de C av an illes no es de C hile, según investi­ gacio n es d el citad o Dr.

5. Hymenophyllum tortuosum Hook. et Grev. var. Bustillosii nov. var. (L árn. IV, figs. a y b. ) A typo nonnullis pinis usque ad 15 cm. longis et 0, 8-2, 5 mm. latis, lineari-lanceolatkr,, subflexuosis sorisque usque 40 differt. Se d iferen cia d el tipo por la lám in a irregu lar con algun as p i­ nas m u y a la rg a d a s, algo flsxuosas, que alcan zan hasta 15 cm . y un ancho di? 0, 8-2, 5 cm ., lin ear-lan ceo lad as que llev an hasta 40 soros, com unm ente vecinos de a dos. L a fronda m ide 28 cm. de largo d e los cu ales 8 cm. corresponden a l estipe. S e g u a rd a un ejem p lar en el herbario m useal con la siguiente le c tu ra : H ym en o p h yllum attenuatum Hook. M agallan es. Comm. el. V . B ustillo s 1859. H ym en o p h yllu m atten uatum H ook. es sinónimo de H. mag ellan icu m W illc!. según Salom on Nom. G efass. p. 199 ( 1 8 8 3 ) ; D iels Nat. P fl. I T eil. 4. A bt. p. 112 (1 9 0 2 ) yC . Chr. Index Fil. P. p. 357 y 3 6 4 ( 1 9 0 6 ) . D am os una fo to grafía de la. planta.


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B oletín del Museo N acional

' ^ 6 . Sinónimos de helechos. P asam o s ah o ra a indicar los sinónim os d e algun o s otros helechos. T richom anes spinulosum Phil. L in n ae a 33, p. 2 0 8 ; P hilippi, C atálo go P l. V asc. C hil. p. 3 5 6 ( 1 8 8 1 ) , es sinónim o d e H ym e nophyllum dicranotrichum (P r.) Sadeb. Nat. P flan . F am . 14, p. 110, ( 1 8 9 9 ) ; C. C hr. Index Fil. p. 36 0 ( 1 9 0 6 ) . R ecogido cerca de C o rral por K rause, 1 8 5 8 ; es el ejem p lar en que se basó la descripción d e Philippi. Los receptáculos son exsertos, pero ese caracte r tam b ién 1° posee la especie dicranotrichum. El ejem p lar d e H. dicranotrichum m as an tigu o d el h erb ario fue co leccion ad o por Dn. C. G a y según etiq u eta con le tra del m ism o G ay d ice: "9 P rov. C hiloé H ym en o p h yllu m in sylv is. C astro Jan u ario 1 8 3 6 ,’ O tros dos ejem p lares fueron co leccio n a­ dos en Ju a n F ern ández por D. E dw yn R eed en octubre d e 1872, la etiqu eta d ic e : “ H ym en o p h yllum chilo ense H ook. Ju a n F e r­ nández, Octob. 1872, E dw yn R e e d " , H ym . ch ilo ense Hook. es tam bién sininim o de H. dicranotrichum. Otros ejem p lares h ay recogido« por G eilen b erg y R eiche. Hymenophyllum trichocaulon Phil. A n U niv. C h ile. tomo 94, p. 3 6 0 ( 1 8 9 6 ) , es sinónim o de H. dentatum Cav. U n e je m ­ p la r d el h erb ario con N9 180 tien e la an o tació n sig u ien te: “ H ymenophy'l.lum trichocaulon P h il., C h ile a u stra l,” sin lo c a lid a d , ni fecha n i co lecto r; uno d el H erb arium F rid erici P h ilip p i d ice lo mism o y un fragm ento en el m ism o h erb ario d ic e : H ym eno ph yll'im d en tatum , V o lcán d e Osormo, C ox. En el ejem p la» m ás an ti­ guo d el h erbario m u seal se le e : H ym en o p h yllum B rid gesii, 1858, C o rral, K rau se; otros ejem p lares tienen los sigu ien tes d ato s: H ym en o p h yllum B ridgesii, C h ile au stralio r Ja n . 1872, E. Sim p son ; H ym en o p h yllum B ridgesii, Ju a n F ern ánd ez, O ct. 1 872, E dw yn R eed. H. B ridgesii, según el Dr. C hristensen, es sinónim o d e H. den tatum C av. E jem p lares de Ju an F ern án d ez no se han vuelto a encontrar, p o r lo que se d u d a d e su ex iste n cia a llí. H ym en o p h yllum term ín ale Phil. (no n v. d . B. ( 1 8 6 3 ) , L inn ae a 33, p. 3 06 ( 1 8 6 5 ) , H. p arvu lu m C. C hr. Ind. F il. p . 365 ( 1 9 0 6 ) . Sinónim os d e H. cuneatum KZE. v ar. rariforme C. CHR. et SKOTTSB., en T he P terid o p h yta of Ju an F ern án d ez Island, P. 8 ( 1 9 2 0 ) . U n ejem p lar N9 1 74 p eg ad o a un a etiq u eta lle v a la a n o ­ tación siguien te: H ym . term ín ale Phil. C o rral. E ste ejem p lar está m uy de acuerdo con la descripción origin al. O tra etiq u eta con Nros. 40 y 1 74 d ice: H ym enoíphyllum term ín ale, C o rral 1859. K rause. Y o lo h a b ía in cluid o en la form a, pero o b servé que q u e ­ d ab a m ejo r en la v a rie d a d . E jem p lares d e Pto. L agu n as, en la isla M elchor, C hiloé, fueron d eterm in ad o s poT el Dr. C hristen sen


A pu'ntes B otánicos sobre H elechos C hilenos

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com o Hym. cuneatum KZE. v a r rariforme C. C H R . et SK O TTSB. f. im bricata; la etiq ueta d ice: Pto. L agun a, Sim pson 1871-2, H ay tam b ién v a rie d a d y form a entre los ejem p lares recogidos en Juan F ern án d ez p o r E dw yn R eed en Oct. die 1872. T ip o , v a rie d a d y form a están d ib u jad o s en la Fig. 3 de la o b ra c ita d a de C. C hr. et Skottsb. A r e a g eo g .— Islas de Ju an F ern ández y sur d e C hile conti­ nen tal.

NOTA. ILos trab ajo s N.os l , 2, 3, 4, y 5 fueron leíd o s isn las serlo n e j de la Soc. C hil. d e H ist. N atural del 17 de junio d e 1936 los dos p rim ero s; d el 9 d e junio el tercero ; d el 16 d e octubre 1935 el c u arto ; d el 18 d e diciem b re 1935 el quinto. Sobre T ri chom anes spinolusum Phil. en la sesión d e l 17 de junio de 1 9 3 6 ; sobre H ym . trichocaulon Píhil. en la sesión d el 9 d e Sept. y so­ b re H ym . term in ale P hil. en la sssión d el 20 de m ayo del mismo año.

EXPLICACIO N DE L A S LA M IN A S

Lám. I Adiantum Weatherbyanum ESPINO SA nov. spec. T am añ o redu­ cido.

Lám. II F ig. a Hymenophyllum tortuosum HOOK, et, G REV , var. BECKERI (KRAUSE) ESPINO SA. T am año reducido. F ig b. Hymenophyllum tortuosum HOOK et G REV . var. Becke ri (K R A U S E ) ESPINO SA. P ín ulas soríferas 1/1. Fig. c. Adiantum Philippianum ESPINO SA nov.. spec. T am año Fig. d ^ A d i u m P h ilip pian um ESPINOSA. Folíolos sorí-feros 1/1.

Lám. III Fig. a. Adiantum Remyanum 'ESPINOSA nov. nom. T am año reFig. bdUA di> a ntum Remyanum ESPINOSA. Folíolos soríferos 1/1.

Lám. IV F ig a. H y m e n o p h y l l u m tortuosum HOOK. et G REV . var. Bustilloaii ESPIN O SA nov. var. T am añ o reducido.


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B oletín del Museo N acional

Fig. b. Hymenophyllum tortuosum var. Bustillosii ESPINOSA nov. var. P ín ulas so ríferas 1/1. ia

x a ,tun

Figs. a, b, c, d, y e. Adiantum Philippianum ESPINOSA nov. s p e c .; a y b, glán d u las del b o rd e d e l indusio m uy au m en tad as, a m as au m en tad a que b ; c, c, c, pelos g la n d u lífe r o s ; d, e x ­ tremo d e pelo g la n d u lífe ro ; e, p á le a del raquis. T o d as m uy aum en tadas. Fig. f. Pelo glan d u lífero de Adiantum W eatherbyanum ESPINO­ S A nov. spec. M uy aum en tado. Fig. g. Pelo g lad u lífero y fig. h g lá n d u la del b o rd e del indusio d e Adiantum Remyanum ESPIN O SA nov. nom. M uy au m en ­

tados. Figs. i y j. Contorno de la b ase d el estipe de Adiantum Westehrbyanum ESPIN O SA nov. spec. m u y aum en tad as, k y I, ju n ta« de las m ism as m ás au m en tad as; tLám V I, m contorno p arcial d e las m ism as p áleas m uy au m en tad a s; n y o p elo s d e los folíolos d el mismo A d ian tu m , n con m ás aum ento que o.


A pu'ntes B o tánicos sobre H eléchos C hilenos

Lám. I

C O A STA l FLORA OF N P f^T M t.-íV ciC L C

A'itÍBiljp oí

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Apuntes Botรกnicos sobre Helechos Chilenos

Lรกm. III

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104

B oletín del M useo N acional

Lám. IV


Apu-.it es Botรกnicos sobre Helechos Chilenos

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B oletĂ­n del M uteo N acional


METALURGIA ATACAMEÑA O B JE T O S DE BRONCE Y DE COBRE P o r todo el N orte de C hile, desde el C hoapa hasta T acna y d esd e la costa d el P acífico h asta las provincias del noroeste argen tin o , se encuentran en las sep ulturas de las últim as dos ép o cas p rein caicas, num erosos objetos de m etal, p rin cipalm en ­ te d e co b re o de bronce, pero tam bién d e p lata y m ás raram en ­ te d e oro. C u an d o se com enzaron a descubrir estos objetos, fueron atrib u id o s a los incas, porque en esos tiem pos m uy poco o n a­ d a se sa b ía de la existencia de otras culturas en el norte d e C hi­ le y d e la A rgen tin a. D espués, los arqueólogos se dieron cuenta de que, en las provin(cias d el noroeste atrgentino, se h ab ía d esarro llad o una cu ltu ra b astan te a d e lan ta d a, pero m uy distinta de la d e los in­ cas, en su arte y en el tipo de muchos de sus artefactos. E sta cu ltu ra se llam ó calch aqui, porque los prim eros descubrim ientos se 'hicieron en el v a lle d e C alch aq u i, m o rada de un pueblo d e esa denom inación. M ás tard e se vió que dicha cultura des­ b o rd ab a el v a lle de C alchaqui, extendiéndose a las provincias d e C atam arca, S a lta , la R io ja, T ucum án y otras, abalrcando to d a la región de los d iagu itas y se com enzó a h ab lar de la cu l­ tu ra d e los d iagu itas, nom bre que se ha hecho genérico. L a m is­ m a cultura, con algu n as m odificaciones, se halló tam bién en las pro vin cias ch ilen as de A taca m a y Coquim bo, zona que se ha d e ­ nom inado d iagu ita-ch ilena. A la vez, se encontró al n o rts de esta zona, el desierto de A ta c a m a d e por m edio, una nueva cu ltu ra distinta de la diaguita y d iferen te tam bién de las peruanas. La nueva cultura era la d e los atacam eños. P or m edio d e extensas excavaciones arqueológicas se ha lleg a d o a fo rm ar una id ea m ás o m enos exacta de estas cultu­ ras y hoy sabem os que am b os pueblos tenían conocim ientos de la m etalu rgia. A lgun o s de sus artefacto s de m etal eran de los


íoe

B oletín de¡ M useo N acional

m ism os tipos que los conocidos en B o liv ia y d esp ués en e l sur d el P e r ú ; pero, ex istían a l lad o d e éstos, otros desco no cido s fu e­ ra d e la región o cu p ad a por dichos pueblos. L uego, tan to por el lad o argen tin o com o po r el chileno, se h allaro n m in as que h ab ían sido tra b a ja d a s en tiem pos preh isp án ico s y c erca d e e lla s los restos de las h uairas u ho rn illo s d e fundición u sad o s por los in d ígen as y de vez en cuando los criso les en que fun d ían los m etales y los m oldes d e g ra d a o d e p ie d ra en qu e v a c ia b a n el m etal fundido. Q uedó en pie el p ro b lem a d e ia región en que se originó la m etalu rgia. Los m ism os tipos d e artefacto s se h a lla b a n en el territorio de los atacam eñ o s com o en aq u el d e los d iag u itas, y como hem os dicho, m uchos d e ellos, com o por ejem p lo , las p la ­ cas p ectorales, los discos o ro delas, las m an o p las, los tan tan es ó cencerros, los cetros de m ando, algu n o s tipos d e hachas, etc. no se han h allad o fuera de las zonas en cuestión. C asi todos estos objetos se han en con trado a uno y otro lad o de la co rd illera tanto en la región a tacam eñ a com o en la d iag u ita, aunque algun os son m ás ab u n d an tes en las sep u ltu ­ ras de esta últim a zona y otros, al p arecer, son exclusivo s de ella . En nuestra opinión, o bjeto s d e m e tal se fab ricaro n en am ­ bas regiones, porque d e otro m odo no se p o d ría e x p lic a r la existencia en ellas d e m inas hornillos d e fundición y m oldes. Con este hecho q u ed a d ssv irtu ad a la afirm ació n da V ig n a ti d e que los atacam eñ o s d esco no cían esta in d u stria ( 1 ) . P o r o tra p arte, nos p arece p ro b ab le que la m etalu rgia tu v iera su m a yo r d e sa ­ rrollo entre los d iagu itas y que ciertos ob jetos d e tipos e sp e c ia ­ les deben su existencia en la zona ata c a m e ñ a 3 ' las in flu en cias de esa cultura y en algun o s casos a intercam bio s o a im p o r­ taciones. No tenem os p ara qué en trar <en d e ta lle s respecto d e la m e­ ta lu rg ia in d íg en a. T anto A m b ro setti ( 2 ) , com o B om an ( 3 ) , h an escrito exten sam en te sobre este tem a, citan d o alg u n as d e las m inas p reco lo m b ian as tra b a ja d a s p or los in d íg en as en el n o r­ oeste de la A rgen tin a. En la región atacam eñ a, las m inas d e a q u e lla época, m ás co no cidas eran las d e C h u q u icam ata, San B artolo, T oconao y San A ntonio d e C obres. Los auto res a r g e n ­ tinos incluyen las m inas de los C obres entre las d e la regió n d e los calch aq u ies, pero, estim am os q u e co rresp o n d en a te rrito ­ ( I ) Los e l e m e n t o s ét n íe o s d el n o r e s t e a r g e n t n o . P o r M lc iá d e s A « .o s A

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M etalurgia A tacam cñ a

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rios atacam eñ o , aun cuando mucho d el cobre elab o rad o a llí, p u ed e h a b e r sido1 u tilizad o por los calch aquies, quienes eran sus vecin o s h acia el sur. En C h ile, los o b jeto s de m etal se han encontrado en m a­ y o r ab u n d an cia en la región de la costa, esp ecialm en te en Ton g o y. L a S eren a, C ald e ra, T a lta l, Paposo, A n to fag asta y C obija. En el interio r, los puntos do n de los h allazgo s han sido frecuen­ tes so n : S an P ed ro de A tacam a, Chiu-Chiu y C alam a, cerca d e las m inas de C h uquicam ata y San B artolo. T am bién se han en co n trad o en otras lo c alid ad es, pero no en abundancia. L as hachas, cinceles, ad zu elas, punzones, anillos y otros ob­ jeto s d e ad o rn o se encuentran por toda la región, pero otros, que estim am o s d e origen d iag iv ta, com o las placas, discos, ir a noplas, cam p an illas, cencerros y cetros, hasta ahora sólo se han en co n trado en la co sta y m u y pocos en ej interior. C a ld e ra , en e l extrem o norte de la región d iagu ita o como se p o d ría d ecir con ig u al p ro p ied ad , e l extrem o sur de la re ­ gión atacam eñ a. fué in d u d ab lem en te el centro de donde se efec tuó la dispersión d e aq u ellc s objetos que consideram os típ ica­ mente- d iagu itas. Con to d a p ro b ab ilid ad dichos objetos eran a r­ tículo s d e com ercio y a sí se exp lica su dispersión por el cam i­ no d e la costa, a l p arecer, el m ás traficado en tiem pos anterio­ res a la ocupación d e la zona por los incas en el rein ado de Tup ac Y up an qui. N uestras investigacio nes en la¡ región atacam eñ a nos ense­ ñan que la m e talu rag ia se p racticab a duran te la época atacam eñ a de U hle, pero que su principal desarrollo no tuvo lu gar sino en la ép o ca siguien te, la chinch a-atacam eñ a. En las sepulturas an ­ terio res no se h a lla ninguno de aq u ello s artefacto s que conside­ ram os d iag u itas, m ientras que, en la costa a lo menos, dichos o b jeto s son frecuentes en los cem enterios correspondientes al s°gun do p erío d o . El estudio d e los h allazgo s hechos en la región diaguitaarg en tin a y ch ilen a — confirm a esta hipótesis. iLos pocos o b je­ tos d e co b re encontrados en sepulturas de m ayo r ed ad son to­ dos d e tip es conocidos en los altip lan o s de B olivia desde la ép o ca ep igo n al de T iahu an aco , y solam ente después d el im pul­ so d ad o a la cultura por las influencias chinchas, com enzó a d esa rro lla rse una v e rd a d e ra m etalu rgia d iaguita, cuyos pro duc­ tos se d iferen ciaro n de todos los conocidos en el continente. ¿F uero n estas m ism as influencias las que introdujeron^ el b ro n ce en la reg ió n ? D ifícil es asegurarlo . Sabem os que existían a n terio rm en te o b jeto s de cobre, ipero ¿en tre ellos h ab ía a l­ gunos d e b ro n ce? A nuestro p arecer, la m etalu rgia d el bronce tuvo su ori­ gen en B o liv ia y sólo d uran te la época de las influencias chinchas o ch in ch a-atacam eñ as. Ni en C hile ni en la A rgen tin a han en co n trad o m inas de estaño y si en este últim o país, en tiem pos


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recientes, se han hallado indicios de este metal, ha sido en can tidades insignificantes y en combinaciones que no podían haber utilizado los indígenas. Pero en ciertas regiones de Bolivia abunda si estaño como igualmente el cobre, de manera que, una vez descubierta la ventaja de combinar los dos metales era fácil hacer las aleaciones necesarias. No creemos, sin em bar­ go, que todo el bronce hallado en los países vecinos haya te­ nido su origen en Bolivia. Lo más probable es que el estaño llegó a formar un producto de exportación, llevado a los cen­ tros metalúrgicos de otTas partes donde se utilizaba a necesi dad. En Machu-Pichu se halló una barrita de estaño que pro bablemente tuvo un origen boliviano. Lo que parece más o menos seguro es que el bronce no se conoció, ni siquiera en Bolivia, durante la época de la civi­ lización de Tiahuanaco, ni en el subsiguiente epigonal y es tam ­ bién dudoso que fuera conocido aún en el período atacameño indígena (900-1000 D. C.) Durante la época chincha-ataeameña (1100-1350) aparece el bronce en todas partes donde alcanzaron las influencias de esta cultura, de modo que se puede creer que debía su origen a dichas influencias, aunque antes de su expansión hacia el sur y al éste, tampoco conocían el bronce los chinchas. El empleo de la aleación del estaño con el cobre era evidentemente el re­ sultado del descubrimiento del primero de estos metales en las serranías de Bolivia, con toda probabilidad por los chinchas, quienes según los estudios de Uhle, recorrieron toda aquella zona. Jijón y Caamaño (1) al resumir la cuestión del bronce en Sud-América, llega a las siguientes conclusiones: I 9 Que la cultura colla-chulpa, anterior a la expansión incaica, recibió el conocimiento del bronce de la civilización chincha-atacameña. 29 Que, si como parece probable, hay en e] N. O. argen­ tino objetos de bronce anteriores a la conquista incaica, debe ser merced a influencia chincha-atacameña". Es de opinión de que la aleación del estaño con el cobre no se conoció en la civilización de Tiahuanaco. En vista de nuestras propias investigaciones, creemos que se pueden aceptar a lo menos, provisoriamente, estas premisas, sin considerarlas definitivamente probadas. El análisis de los ob jetos de cobre de las regiones boliviana, atacameña y dia-uita de la, épocas anteriores a la chincha-atacameña es casi nulo. Mientras no se remedia esta falta, no se puede hablar con se guridad, m de la época, ni de la región en que el bronce hizo su prifnera apancion. El análisis de unas pocas piezas perteneR 1 Lf E . d a d , c ! e B r ° n c e e n A m é r i c a d e l S u r . p o r T i j ó n y C a .,amañe Bol etín de la A c a d e m i a N a c i o n a l de H i s t o r ia . Q u i t o 1 9 2 2 .


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cien tes a la ép o ca clásica de T iahu an aco ha d ad o resultad os neg ah v o s, p ero p o r su poco núm ero, no ha po dido reso lver en d e ­ fin itivo el p ro b lem a d e si se conociera o no el bronce en aq u e ­ lla ép o ca. L uego, q u ed a en la región atacam eñ a e igualm en te en la d ia g u ita y b o liv ian a, el lapso de unos tres siglos en que se u sab an o b jeto s de cobre, antes de la introducción de las in­ fluen cias chinchas. No tenem os conocim iento d e ningún a n á ­ lisis hecho en los cobres de dicho p eríodo , de m an era que. p o r el m om ento, es preciso reservar to da afirm ació n categó ri­ c a a l resp ecto , en esp era de una nueva investigació n en este sentido. No q u ed a la m enor d u d a de que en la época de las in ­ flu en cias chincahs; el bronce se conoció en las tres regiones ci­ tad as, com o igu alm en te en el Perú. Lo que no está tan c la ra ­ m en te estab lecid o es si fueron estas influencias las que pro vo­ caro n las aleacio n es d el cob re con el estaño p ara producir el bro n ce o si este d escubrim iento se h ab ía hecho anteriorm ente. T an to en B o liv ia com o en la región atacam eñ a, se han en co n trad o artefacto s d e cobre en sepulturas de la época an te­ rior a la introducción de las influencias chinchas. Lo que falta sa b e r es si algu n o s de dichos artefactos eran de bronce. En el año 1922, el autor, lestando a cargo de una C om ­ p añ ía Min.era, hizo an aliz ar en el labo ratorio de la Empresa, quince fragm en to s d e ob jetos d e cob re encontrados en d iferen ­ tes p artes d e la región atacam eñ a. 'En- ese entonces no conocía la o b ra d e U h le y n ad a sab ía de las di’f eren etes épocas en que d iv id ía esta cu ltu ra ; así es que no determ inó a cu al período p erten eciesen las d istin tas piezas an aliz ad as, aunque, -1 parecer, casi to d as ellas deben incluirse en la época ch incha-atacam eña D am os a continuación la lista d e las p iezas y el resultado d e l an álisis. Np A rte facto L u g ar 1 . C in cel. --- S. P. A taca m a 2 . H acha. — S. P. d e A tacam a 3.— D isco. — S. P . d e A tacam a 4 .— C incel. — Chiu-Chiu 5 .— C in cel. — Chiu-Chiu 6.----B raz alete. ---- Chiu-Chiu 7.— T um i. — Chiu-Chiu 8 .— T opu. — Chiu-Chiu 9 .— ? — C o b ija I 0 .— P inza. — Paposo 11 . A g u ja . — Paposo 12.— A n illo . — T a lta l 1 3.----A rete. — C ala m a I 4.— C en cerro . — Chonchi 15.— T um i. — Chonchi

C obre % Estaño % 4,48 8 9 ,1 6 8 8 ,2 0 8 ,1 4 8 7 ,5 4 3,26 8 6 ,2 2 4 ,30 5,66 8 8 ,4 4 9 1 ,2 8 3,36 8 1 ,4 2 1,44 9 0 ,7 6 8 9 ,1 4 2,65 9 7 ,8 8 9 7 ,4 6 9 2 ,7 0 2,48 9 4 ,3 2 3,18 8 8 ,2 0 5 ,1 4 9 6 ,5 6


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C uatro de las m uestras no dieron indicio d e estaño y la 8 otras once lo co ntenían en proporciones que fluctuab an entre uno y m edio y un poco m ás de ocho por ciento. No se hizo un an álisis cu alitativo com o h ab ría sido d ese ab le, sino se concretó a d escub rir la erc.stencia d e estaño y su re la tiv a p ro ­ porción. C asi to d as las m uestras con tenían vestigio s d e hierro, pero >;n p equeñ ísim as can tid ad es. No se tom ó en cuen ta las d e ­ m ás im purezas. L p.o diferen cias que se notan en los to tales p ro ­ vienen en p equeñ a escala a estas im purezas, pero p rin cip alm en te a las p érd id as cau sad as por la elim inación die los carb o n ato s de cobre que entraron en el peso d e la m u estra y que in d u d a b le ­ m ente h ab ría aum en tado el contenido d e cobre, b a ja n d o a la vez el p o rcen taje d el estaño. De todo m odo este an alisis, aunque defectuoso, sirve p a ra d em o strar la p resen cia d e estaño en la m ayo r p arte de las m uestras y que no e x istía un d o saje re g u ­ lar en la producción de los bronces, ni siquiera en la m ism a lo ­ calid ad . En cuanto sabem os, éstos son los únicos an álisis q u e se han hecho de bronces y cobres n etam en te atacam eñ o s, p orque es dudoso si se pueden co n sid erar com o ta le s los o b jeto s p ro v e ­ nientes de las excavacio n es efectu ad as por C ap d e v ille en T a l­ tal, m an d ad o s an aliz ar p o r JiJíón y C aam añ o , y d e que da cuenta en su folleto sobre "L a 'edad d el bro nce en A m érica del S u r” . 1922. C reem os por vario s m otivos, que los o b jeto s d e m etal de T a lta l se deben m ás bien a im portaciones d iag u itas v en id as d e! sur y no a influencias atacam eñ as lle g a d a s d el norte. No c r e e ­ mos que los objetos de m e tal h allad o s en T a lta l fuesen fu n d i­ dos a llí mism o, porque no se han encon trado en la v ecin d ad vestigio s de m inas, de hornillos, de escorias, ni d e m o ld es que ind icaran sem ejan te elab o ració n . T am b ién , es curioso n o tar que en la región d el L oa, d o n ­ d e se sab e que tra b aja b an m inas los indios en tiem pos prehispánicos, y do n de se han h allad o restos d e h u airas y d e m o ld es, son escasos los artefacto s de bronce y los que se encuentran son en su m a yo ría de tipos igu ales a los usados en épo cas anteriores, siendo pocos los que d em uestran las form as tan com unes en la costa y en la región d iagu ita. De todo m odo, los resu ltad o s de los an álisis son p a re c i­ dos en am bos casos. De los seis ob jetos d e T a lta l, tres no tenían estaño y los otros tres tenían resp ectivam en te 0 ,9 2 — 1 0 ,03 y 1 0 ,7 4 % . Lo que p arece d esp ren d erse d e estos an álisis es que los m etalu rgo s de entonces no usaban una proporción fija en la elab o ració n d e sus bronces y que so lam en te en la fabricación de algun o s o bjetos u saba una aleació n con estaño. F uera de los o b jetos de bronce y d e cobre p ro ced en tes de T altal, existe en el Museo N acional de C hile, un núm ero consi-


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p l r t f ded l arlefaCtOS del m ism ° m e ta l- h a lla d - en diversas ^ dC U Irf.g1,° n a t^ e ñ a y d iagu ita. En las c o la c io n e s re­ g id a s por U h le en C a la m a y ah o ra dep o sitad as en el Museo •o n co tam b ién h ay un núm ero reducido de piezas de bronce. A fo rtu n ad am en te hem os podido estudiar una can tidad m a y o r en co leccio n es p articulares. A sí, por ejem plo , en la colecc o n d el Dr. O tto A ichel. ah o ra en el museo de Kiel, había ‘:enC" r7°,\ {N, ° S- 3 0 7 8 ’ 79 y 8 0 ) ' cinc° cam p an illas (Nos. .. 3 3 0 7 7 >. ¿ o s m an o p las (Nos. 3067 y 6 8 ) , vario s cuchi­ llos o tum is, are te s y otros objetos. T odos estos se h allaron en A n to fag asta . En la colección d el D r. H olz, h allad a en Obispito, h ab ía dos cencerros, dos m anoplas, una cam p an illita, un brazalete , dos tum is y un disco. En o tra colección, pertenecien te a den A rm ando R ivera, de C o p iap ó , ad em ás de una la rg a serie de objetos de cobre y bron­ ce reco g id o s en la provincia de A tacam a, h ab ía otros tantos h a lla d o s en d iferen tes lo c alid ad es de los contornos del S a la r d e A ta c a m a y d e San Pedro d e A tacam a. Entre ellos h ab ía cen­ cerros, discos, m an o p las, cuchillos rectangulares, tumis, cinceles, hach as, pinzas, punzones, topos, aretes, anillos, agu jas, etc. C asi la to ta lid a d d e los o bjetos de cobre y de bronce en estas co leccion es eran d e tipos com unes a la cultura diaguita, a rg e n tin a y ch ilen a, d e la época d e las influencias chinchas. D e los o b jeto s que se pueden clasificar con segurid ad como p erten ecien tes a l p erío d o anterior, los p rin cip ales son: hachas co n o rejas cu rvas en uno o en am bos lados, cinceles cortos y anch o s con filo convexo, topes con cabezas circulares perfo ra­ d a s c erca d s la o rilla superior, ag u jas, punzones en form a de clav o s cu ad ran gu lare3, cuchillos rectan gulares con o sin p er­ foración y p inzas lisas, angostas en los brazos con los extre­ m os d ep ilato rio s casi circulares. Otros objetos no conocem os, au n qu e no podem os decir que no existiesen. T am poco hemos p o d id o estab lecer si estos artefacto s eran o no dé bronce. O casio n alm en te se han encontrado en las sepulturas de la ép o ca ch in ch a-atacam eñ a, pequeños objetos de p lata, anillos, b ra zaletes, zarcillo s, pequeños topos y am uletos en form a hu­ m ana. P ren d as de oro son escasas en las sepulturas aracam eñas d e to d as las ép o cas aunque m ás num erosas en !as diaguitas. C onsisten casi ex clu sivam en te en p laq u itas circulares r. o valad as con p erfo ració n en el centro, cin tillas que parecen haber servi­ do p ara csñ ir la fren 'c o anillos. Sólo en una ocas;ón vim os un pequeño topo o a lfile r d e este m etal. En el Museo Nacional d e C h ile, existen dos tubos de m ad era p ara absorber rapé, con ad o rn o s d e o ro ; en uno una lám ina d e lg a d a aju stad a a la es­ p a ld a d e al figu ra d s un monstruo y en el otro una cintita que d a cu atro v u e ltas en espiral a la p arte cilin d rica de! tubo. T am ­ bién existe un pequeño arete d e oro en form a de espiral.


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Lehm ann-N itsche sólo m enciona dos p iezas d e bro nce en su C atálo go de A n tig ü ed ad es de J u ju y ; un disco liso con dos perforaciones, h allad o en S an ta C atalin a , y un h acha, con su m ango, en co n trad a en el C em enterio 1 d el río San Ju a n d e M a ­ yo (L ám . III. fig. 2 3 ) y que estim a insign ia y no a rm a o h e­ rram ienta. A m b ro setti, en sus exp lo racio n es en L a P a y a , encontró un gran núm ero d e artefacto s de bronce, d e todos los tipos. E scrib e: “Lo reunido en las dos cam p añ as p resen ta un conjunto v e r d a ­ d eram en te interesante, por cuanto en él se encuentran rep resen ­ tado s casi todos los tipos arq ueo ló gico s de esta clase d e o b je ­ tos h asta ah o ra d escrito s: punzones, cinceles, h ach éelas, cu ch i­ llos sem ilunares, tum is o ta jad e ras, p la cas pecto rales, b razale tes, dep ilato rios, b razales, anillos, d ijes d e uso p erson al, tokis o h a ­ chas de m ando un disco con g rab ad o s en re liev e y alg u n as p ie ­ zas no d escritas aún. No faltan esp átulas, a g u ja s, torteras, bo las, cetros, em p uñ ad uras o m an o p las, p la cas fro n tale í (c a ille s ) y tan tan es o cam p an as” . L lam a la atención el alto p o rcen taje d e estaño en algu n o s d e estos bronces. C uatro p iezas a n a liz a d a s diero n re sp e c tiv a­ m en te: 2 2 ,4 0 , 5 5 .6 , 30.15 y 1 7 % . En otras cinco p iezas la p ro ­ porción era m ás norm al y dió — 9,45 — 5 .6 — 3,9 — 10,15 y 7,1 % . “A lgu n as p iezas no dieron sino cobre casi puro, 9 9 ,7 5 % . T odos los o bjetos de cobre y d e bron ce d escub ierto s en L a P a y a son d e los m ism os tipos que los h allad o s en la región diaguita, argen tin a y ch ilen a con m ucho m ayo r frecuen cia q u e en el territorio pro p iam ente atacam eñ o . E stim am os p or lo tan to que dichos objetos se deben a influen cias de la cu ltu ra chinchad iag u ita y el h allaz g o ocasional d e tipos ig u ales m á s a l norte, com o tam bién en la co sta d el P acífico, in d ica una extensión de las m ism as influen cias. En nuestro concepto, tam poco cab e d u ­ d a de que todos estos artefacto s p erten ezcan a la ép o ca d e las influencias d e la cultura chincha, co m o, se p ru eb a tam b ién por la d eco ració n de la cerám ica h a lla d a en las m ism as sep u ltu ras. Eran relativ am en te pocos los o bjeto s d e m e tal en co n tra­ dos por D eb en edetti en ILa Isla" de T ilc a r a : un tum i, cuatro cam p an illitas de bronce y veinticinco ado rno s de oro, todo s d e s ­ cubiertos en la m ism a sep ultura. Entre los o b jeto s d e oro, h ab ía una cinta d e 65 cm . de largo, po r dos d e ancho, seis c am p an i­ llitas, dos p eq ueñ as llam as en lám in a y u n a serie d e lam in itas d e lg a d a s con p equeñ as p erfo racio n es p ara p o d erlas su g e tar a los vestidos. O irás dos llam itas d e oro se h allaro n en J u e lla . En el trab ajo de A m bro setti sobre “E l B ronce en la R e ­ gión C alch aq u i" encontram os m ención d e alg u n as p iezas d e este m etal h a lla d a s dentro de la región d e las in flu en cias atacam ecalch aq u ies o d iagu itas. Por ejem p lo , repro d uce en la F ig. 16,


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un h ach u ela o ad z u e la en h astad a, h a lla d a por U hle en T a ra n ­ to, cerca d e C asab in d o , y ah o ra en el Museo E tnográfico d e B e r­ lín, dos tum is, pro ceden tes de una sep ultura de la b ah ía de C h aco ta, cerca d e A rica. En T aranto , U hle halló tam bién, un b ra z a le te to d a v ía co lo cad o en el brazo de una m om ia. En Tilca ra se descubrió una pieza que A m brosetti llam a p laca pecto­ ra l, en Ju ju y , sin indicación de lo c alid ad precisa-, un tantan o cencerro en C asab in d o una p la c a d isco id al con dibujo de sapo en reliev e, en el R ío Negro, cerca del mismo lugar, una p laca con figu ra hum an a en co n trad a por U hle y que está ahora en el M useo E tnográfico de B erlín, un disco o ro d ela h allad o por el m ism o arq u eó lo go en el pecho de una m om ia de T aranto y otro e je m p la r p ro ced en te d e C asabindo. F u era d e los o b jetos enum erados en estos párrafos no te­ nem os conocim ientos d e otros objetos de bron ce o de cobre h a­ lla d o s en la P ro vin cia de Ju ju y y como hem os indicado , es p ro ­ b ab le que su p ro ced en cia sea calch aqui. A d em ás d e sus observaciones gen erales sobre la m e talu r­ g ia d iag u ita-atacam eñ a, Bom an, en el final de su obra dedica un cap ítu lo al an álisis quím ica de los m etales de la región an­ dina. A lg u n as de las observaciones que hace m erecen ser repro ­ d u cid as o co m en tad as ien relación con la m etalu rgia atacam eñ a. “ E ntre los m etales a lia d o s a l cobre en estos objetos ( 1 ) , no h a y m ás que el estaño,^ y en ciertos casos, el zinc, el oro y la p la ta que pueden h ab er sido agregad o s intencionalm ente al fun­ d ir el m etal. .T o d as las dem ás m aterias: el plom o, el fierro, el antim onio, el arsénico, el n ikel, el cobalto, el bism uto, el sílice y el azu fre provienen, sin d u d a algun a, d e los m in erales de los cu ales son ex traíd o s el cobre y el estaño . P a ra nosotros estas im purezas tienen solam ente un interés secu n d ario , casi académ ico . De las m ezclas v o lu n tarias la única que se p resen ta con m ás o m enos reg u larid ad en los m etales de origen atacam eñ o es el estañ o; ni el zinc, ni el oro ni la p lata se p resen tan en o bjetos h asta aho ra som etidos al analisis. O pina Bom an que los indios explo tab an “ el cobre nativo, los silicato s (c h r y s o c o lla ), los carbonatos (m alaq u ita y azu rita) y «1 o xicloruro (a ta c a m ita ). Estos m inerales son fáciles de run­ d ir y no p resentan el inconveniente de estar m ezclados con el az u fre” . E ntre los 35 ejem p lares procedentes d el noroeste argen ti­ no, cuyo an álisis publicó Bom an y que incluyen los 2 I p ub lica­ do s an terio rm en te por A m brosetti, solam ente cuatro no tenían estaño. Los d em ás lo co n ten ían en proporciones que fluctuaban en tre 1,43 y 1 6 ,6 2 % .

( I ) El a u t o r se r e f ie r e a los o b je to s c u y o a n á lis is se p u b lic ó a n t e s de !a a p a r i c i ó n de su o b ra .


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"L os indios a] a lia r el cob re y el estaño no se ocuparon en absoluto d el destino d e los ob jetos que fab ricab an . En n in ­ guna de las categ o rías ( 1 9 ob jetos de adorno , 29 ú tiles c o rtan ­ tes, 39 cen cerro s), la can tid ad de estaño corresp on de a los d i­ feren cia de d ureza que d eb ían m o tivar los diversos destinos de los objetos. A l contrario, por todas p artes la can tid ad d e e sta ­ ño es co m p letam en te arb itraria y los útiles p ara los cu ales la d u reza d el m etal es una c a lid a d esen cial, o no co n ten ían n ad a de estaño o can tid ad es m uy inferiores que en a q u e llo s do n de no era n ecesaria la d u reza". M ás ad e lan te a g re g a : "Es em p íricam en te y a l cálcu lo que agreg ab an el estaño, porque la exp erien cia les h a b ía enseñado ^sta m anera de endurecer el m e ta l” . " L a aleació n d el cobre con el estaño es tan frecuente en los p aíses do n de los m in erales d e estaño co n” casi descono cido s o en todo caso m uy raros, com o en la A rg en tin a y el Perú, co ­ mo en aq u ello s do n de los yacim ien to s de este m e tal son m uy com unes, como en B olivia. P or consiguiente, se d eb e ab an d o n ar la hipótesis d el origen accid en tal y n atu ral d el estaño co n ten i­ do en los objetos que estudiam o s". Jijó n y C aam añ o en sus trab ajo s sobre la m e talu rg ia su d ­ am erican a (1 ) hizo una revisión d e todo lo p u b licad o h asta a q u e lla fecha (1 9 2 2 ) referente a los an álisis efectu ad o s en los cobres d e la región an dina. Se habías» an aliz ad o 164 e je m p la ­ res p ara determ in ar si co ntenían o no estaño y 9 0 d.s ello s cu an titativ am en te h asta conocer todos sus com ponentes. Con es­ tos resultad o s a la v ista, com enzó un estudio d e las im p urezas otras que el estaño, contenidos en los cobres y b ron ces d e las distin tas regiones, p ara d eterm in ar las caracte rísticas d e estos m etales en ca d a zona. E xp lica su objeto en h acer este estudio en los siguientes lérm in cs: “ Nuestro fin h a sido d eterm in ar, en cuanto ésto es posible, los diverso s centros d e p ro ducción m e ta ­ lúrgica en el C ontinente, po r la presencia d e los m e tale s que aco m p añ an al cobre y al estaño y son d eb id o s a im p urezas de! m in eral’’. “El exam en p rolijo de los diferen tes com ponentes, que d e ­ bidos a las im purezas d el cobre o las d el estaño, se encuen tran en los artefacto s prehistóricos d.e bro nce y de cobre, perm iten señ a la r con b astan te precisión la existen cia d e unos cuantos centros m etalú rgico s". Com o bronces con las m ism as aleacio n es co n sid era d as p ro ­ pias de un centro se h allan ocasio nalm ente en o tra zor.a d on de los m in erab les no tienen las m ism as im purezas, estim a que d i­ chas piezas han constituido o b jelo s d e com ercio.

(1) Loa Tineullpas y notas acerca de la metalurgia de loa aborígenes del Ecuador. Bol. de la Acad. Nac. de Historia. Vol I No. I. Quito 1920. La Tidad de Bronce tín América del Sur. Ob. cit.


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P u ed e ser q u e >2« m uchos casos sea así, pero solam ente p o d em os co n sid erar ésto com o un ensayo tentativo, por cuan ­ to h ay m uchas regio n es que no se han tom ado en cuenta, por fa lta r en e lla s an álisis de los objetos h allad o s. A sí, por ejem ­ p lo , d e ios 9 0 o b jeto s an alizad o s cuan tativam en te, sólo seis de ello s tienen una p ro ced en cia chilena. Estos son seis fragm entos de artefacto s d e T a lta l, rem itidos a Jijó n por C apdeviU e. En cam bio, son cen ten ares las piezas h a lla d a s en el p aís cu­ y o an álisis se ig n cra, com o tam bién la com binación de las im ­ p u rezas que se encuentran en los m in erales de Chile. Este es el p aís d e A m érica m eridio n al donde quizá existen m ás m inerales d e co b re, y a la vez, do nde se h a lla m ayo r núm ero d e com bi­ naciones. L os atacam eñ o s, por otra parte, era una raza de an ­ d arieg o s y trafican tes y es posible que alg u n as d e las piezas que Jijó n co n sid era p erten ecien tes a uno de los centros que él esta­ b lece, h a y a tenido una procedencia distinta. P or ejem p lo , la m ayo r p arte de los silicatos y carbonatos d e co b re ch ilen o s p rovienen d e la oxidación de los polisúlfuros y to d o s contienen pecas infinitesim ales de súlfuros sin oxidar que im p id en en gran p arte su aprovecham iento com pleto por los m éto do s o rd in ario s de la lixiviació n. Estos m inerales 'eran los p red ilecto s d e los indios p ara sus fundiciones y es natural que al fun d irlo s indicios del azufre q u ed aría en el m etal. Otro de los m in erales m uy com ún en el norte de C h ile es el súlfuro de co b re y p lo m o , o d e cobre, p la ta y plom o. Estos a l o xidarse d e­ ja n en los m in erales de co lor en que se transform an, pequeñas c an tid ad es d e ¡estos m etales que, en la fundición ap arecerían co­ m o im p urezas d el cobre y otro tanto p asa con el fierro y el a r­ sénico, que tam b ién son ab un dan tes en muchos m inerales. P or consiguiente, a l h acer el an álisis com pleto de los bron­ ces chilenos, es p o sib le que algun o s d e ellos presenten im purezas que les h agan p arecer como pro cedentes d e otras regiones don­ d e se h a lla n com binaciones an álo gas, cuando en v erd ad fueron fun d id o s en lo c alid ad es chilenas. A l fin al d e su estudio Jigo n y C aam año insinúa la po sibilidad d e h ab er existid o en la región an d in a un ed ad de cobre antes d e la d el bronce, com o en E uropa, y continúa: ''M as, d esg raciad am en te, aq u ello s que se han ocupado de la com posición q u ím ica d e los objetos de m etal en Sud A m é­ rica, h an p rescin d id o en lo absoluto, del estudio d el significado cron o ló gico d e los artefacto s an alizado s, lim itándose en muchos casos, a in d icar su n atu raleza en térm inos vagos e insuficientes; si ju n tam en te con el análisis hubiesen pub licado un dibujo del o b jeto , quizás entonces, sab ríam o s ya, si anteriorm ente a la edad d e bronce hubo otra de cobre, y que el pueblo fué el que in ­ v en tó o p ro p agó la aleació n d e este m etal con el estaño. P ro b le­ m as son estos de la m ás a lta im portancia, que por e l mom ento


life

B oletín del Museo N acional

deben q u ed ar insolutos; cab e tan solo ap u n tar, que^ así com o en el E cuador fueron los Incas los intro ductores d el estaño, así en el N. del P e iú debieron co n trib uir gran d em en te a su p ro p a ­ gació n ” . “No cab e d u d a d e que el centro d e p ro p agació n d e l b ron ce debió estar situado en una región p ro ducto ra d e estaño y com o es sab ido en Sud A m érica sólo se encuentra este m etal en B o livia y si bien m uy raro, no fa lta en la A rg en tin a." En sus conclusiones a g re g a : “ El* centro d e dispersión del bronce debió estar situado en el A ltip lan o de B o liv ia .” En una nota a l final de su trab ajo , escrib e: “Los o b jetos de bronce d el N. O. A rgen tin o, que se han an aliz ad o , son casi todos de los m enos caracte rístico s; alguno s d atan d e yacim ien to s contem poráneos en su m ayo r p arte con la do m inación in c a ic a : otros son de form as que tienen p ro b ab lem en te .este origen, m ien­ tras la m ayo ría son d e tip os anodinos, cu ya ed ad y origen es co m p letam en te im p o sible d eterm in ar.” !La razón p rincipal d e esta incertid u m b re :es la fa lta en el sur d el Perú, en B o livia y en el N oroeste A rgen tin o d e estudios estratigráfico s que d ejen en claro las d iv ersas etap as cu ltu rales co rrespondientes a épocas distintas conocidas. En el Perú, al sur de la lin e a M o lien d o -A req u ip a y en B o­ livia, al oeste d el D esaguadero , rio se han hecho ex cavacio n es d e a lg u n a im p o rtan cia arq u eo ló gica. En el N oroeste A rgen tin o son m uchas las investigacio nes arq u eo ló gicas hechas por person as p rep arad as, pero por fa lta d e dato s acerca d e las cu ltu ras únicas o sucesivas de las regiones vecin as y la om isión d el estudio estratigráfico de los yacim ien to s se ha restad o v a lo r d e los h a lla z ­ gos p ara los efectos de la com paración. C ierto es que D eb eneditti ( 1 ) , U hle ( 2 ) , y B om an ( 3 ) han hecho ten tativas d e estab lecer una cro n o lo gía re lativ a, pero con poco éxito, por la escasez de d ato s precisos en que fundarse. En 1919, Uhle, en su "A rq u e o lo g ía d e A ric a y T a c n a ” p u r e t a d o s de sus excavacio n es en ,s| extrem o no rte d e C hile. H izo un descubrim iento que h ab ría de revolucionar loestudios arq ueo ló gico s de la v asta zona a qu e acab am o s d e re-

( 1 ) I n f lu e n c ia s de la C u l t u r a de T i a h u a n a c o e n l a r e g ió n d e l N o ­ ro e s te A r g e n t in o . R ev. de la U n iv e r s id a d de B u e n o s A i r e s . T o m o X V II 19 12. ( 2 ) L a s R e l a c io n e s P r e h i s t ó r i c a s e n t r e el P e r ú y la A f g e n t i n a . A c t a s d el X V II C o n g r e s o

I n t e r n a c io n a l de A m e r i c a n i s t a s .

Buenos

A ir e a ,

1912.

C r o n o l o g í a y o r ig e n de la s a n t i g u a s c i v il iz a c io n e s a r g e n t i n a s . B o ­ le tín de la A c a d e m i a N a c io n a l de H is t o r i a . V o l. VII N9 18. Q u it o , 1 9 2 3 ( 3 ) L os e n s a y o s de e s t a b l e c e r u n a c r o n o l o g í a p r e h i s p á n i c a e n la re g ió n D ia g u it a . B o le tín d e la A c a d . N ac. d e Hist. V o l. V I Q u ito . 1 9 2 3 .


M etalu rg ia A tacam eñ a

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fen rn o s. P udo estab lecer p ara la an tigu a cultura atacam eñ a, h as­ ta entonces m uy im p erfectam en te conocida, una serie de etapas o épocas, d esd e la d e C h avin de H u an tar hasta la de los Incas. P ero, el hecho m ás tran scen d en tal de todos sus descubri­ m ien to s fué in d u d ab lem en te el de la introducción en la cultura ata c a m e ñ a d e las in flu en cias chinchas en ia últim a época prein ­ c aic a y la intuición de que po dían h aber tenido un esparcim iento m ucho m ayo r. T a l d iscu b rim ien to nos dió la c lav e p ara reso lver muchos p ro b lem as que nos tenían intrigado s, sobre todo el origen de la d eco ració n d e una gran p arte de la a lfa re ría d iagu ita, argen tina y ch ilen a y la disp ersió n de muchos d e los m otivos m ás sencillos h asta C h ile au stral y h asta el p aís de los chiriguanos, sin h ab lar d e la zona in term ed ia d e los atacam eñ os. Los resultado s de nues­ tras in v estigacio n es en este respecto los hem os expuesto en d i­ v ersas p u b licacio n es d esd e 1928. C om o se h a dicho m ás atrás, estam os convencidos que el b ro n ce originó en la ép o ca d e la s influencias chinchas y que no se 'ha d ed u cid o n ingu na p rueba de su existencia en la región a n ­ din a en época anterior. R esu lta entonces que las fam osas p lacas de este m eta] con figu ra hum ana y dos felinos, que figuran como de Tia'huanaco en los m useos d e C am b rid ge y d e B erlín, no pue­ den ser d e la ép o ca d e la civilizació n de T iahuanaco, ni, con to d a p ro b ab ilid ad , p ro ceden te d e aq u e lla región. A l co m p arar estas dos placas, p u b licad as por Pornansky ( 1 ) , con la d escu b ierta en C haquiago, cerca de A n d a la g á (C atam arca, en pleno territorio d iaguita, por L afone Q uevedo se nota u n a casi id en tid a d en todos sus d etalles decorativos. H ab lando d e esta sem ejan za d ice L e v e llie r: “Es de notarse la sem ejan za d e estilizació n d e los jag u are s, su postura de gu ard ian es a am bos la d o s d e un p erso n aje cen tral, la cruz p ercep tib le en las orejas d e lo s felinos, los círculo s y cuad rad o s concéntricos reiterados en la p arte in terio r d e las p lacas y el signo escalonado. T rátase d e sím bolos, d e. representaciones convencionales o d e caprichos d eco rativo s, las an alo g ía s existen, robustecidas por la sim ilitud d e ejecu ció n .” ( 2 ) P o sn an sky, cu yo trab ajo pictórico y descriptivo es tan útil e in teresan te com o son p eregrinas « ilu sas sus interpretaciones, supone que las tres p lacas, sino d e T iahuanaco, "esten influen­ c iad as fuertem en te por las influencias de T iahuanacu, pero qui­ zás lig eram en te im p resion adas con el am biente de la región p ara la cual estab an d estin ad a s.” V erem o s en seg u id a que esta suposición es tan efím era co ­ m o lo son las d em ás observaciones que hace sobre el sim bolism o e id e o g ra fía d e T iahu anaco . ( |) El s ig n o e s c a lo n a d o e n la » id e o g r a f ía s a m e r ic a n a s . B e rlín . 1913. (?) N u e v a C r ó n i c a de la C o n q u i s t a de T u c u m á n . Ob. cit. p. 63.


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Boletín del M useo N acional

En un artícu lo sobre a lfa re ría hem os llam ad o la atención , com o lo h a b ía hecho antes U hle, h acia los p rin cip ales m otivos deco rativo s chinchas introducidos en el arte atacam eñ o y en m u­ chas ocasiones hem os indicado que estos m ism os m otivos se h a ­ llab an igu alm en te rep artid o s en el arte d iagu ita, chileno y a rg e n ­ tino. A n tes de la expanción h acia el sur de la influencias chinchas, no se conocían en ninguna d e estas regiones las curvas. T o d a la d ecoración era rectilín ea y geo m étrica. Los esp irales y las v o ­ lutas esp ecialm en te eran características d e esta época y no se conocían antes. Igual cosa se p uede d ecir d e las g recas co n cén ­ tricas. Sin em bargo, en las tres p lacas, las p rin cip ales d eco racio ­ nes secu n d arias son esp irales y grecas concéntricas. El esp iral se form a n uevam en te por las colas en ro scad as de los felinos. L uego, la d ecoración de lun ares en el cuerpo de los ja g u a re s es esencialm ente chincha. Esto se p uede ver en los f ;lin c s d el m is­ m a tipo que adornan- las esp átu las de hueso d e la época chinchaatac.am eña h a lla d a s en T a lta l, C ald e ra y L a S eren a, y que se repite en el petroglifo d e C obres figurad o por Bom an (p . 5 3 5 ) . L a cruz tam bién se repite con m ucha frecuen cia en el a r te ch in ­ cha y si és cierto que se co no cía en épo cas anteriores, eso no es argum ento a favor de la m ayo r an tigü ed ad de los ob jetos en cuestión. A h o ra, ¿q u é direm os en cuanto a las figuras escalo n ad as de que hace tanto h in cap ié P o sn an sky? A l ex am in arlas vem os que ninguna de ellas es d el tipo ccm ún en el arte d e T iahu an aco , de 'tres o cuando mucho, cuatro g ra d a s rectan gu lares. En las tres p lacas las figuras esc alerad as son típ icam en te atacam eñ as, fo r­ m ad as de triángu los invertido «, que se repiten en casi to d as las piezas de a lfa re ría de la época atac am e ñ a in d íg en a y que co n ti­ núan en dif.e.rentes com binaciones d u ran te la ép oca chinchaatacam eñ a y lle v a d a s a la región d iag u ita por es as m ism as in­ fluencias chinchas. L as caras de las fig u ra s hum anas de las tres p la cas n ad a tie­ nen que v er con el estilo de T iah u an aco , p ero son sim ilares a las de a q u e lla otra p la ca p ro ced en te d e L om a R ica y re p ro d u ­ cid a en el álb u m d e L ib eran i y H ern án dez com o lo son ig u a l­ m ente las m anos las p iernas y los pies. V em os que los pechos y brazos de las figuras hum anas en las dos p lacas que son a tri­ b u id as a T iahu an aco llev an un ado rno de lin eas cru zad as, m o ­ tivo desconoc.do en el cen tro del altip lan o , pero com ún en el arte ch in ch a-d iaguita. Igual cosa se p uede d ecir respecto d e las túnicas o cam isas lle v a d a s p o r todas estas figuras, inclusas las de L om a R ica. Son id én ticas en form a y estilo d e deco ració n a las p resen tad as por A m b ro setti en las figs. 88, 89, 9 2 , 9 5 , 100 y 101 de "A rq u eo lo g ía C a lc h a q u f , com o lo son tam b ién los ad o rn o s o d iad em a s que llev an en la cabeza,


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L o s discos d e bronce con cara hum ana encontrados por A m b ro setti en sus exp lo racio n es en P am pa G ran d e” y repro­ du cid o s p o r U h le y L ev illier com o pruebas d e las influencias de H ah uan aco en la región d iagu ita, tam poco tienen el v alo r que estos au to res les asign an , porque siendo de bronce, no pueden p erten ecer a aqU ella época. Por otra parfe, encontram os peinados o ad o rn o s d e cab eza b ip artito s del mismo estilo en algun as p ie­ zas d e a lfa re ría de A n d ah u ela y otras p artes del v a lle de San ta M a ría , com o lam b ien en diversos discos y cam p an illas dé bron ­ ce, p a ra los cu ales n ad ie reclam a m ayor an tigü ed ad . P recisa reco rd arse que algunos m otivos artísticos no m ueren con la ép o ca que los dió n ac'm iento :in o que persisten con p e­ queñ as m o d ificacio n es en las fases posteriores de las culturas que los h ab ían asim ilad o . P rueb a d e ello es la recurren cia de las form as esc a le ra d a s de T iahu an aco y de la región atacam eñ a, d i­ feren tes en tre sí, pero que p erduraro n am bos en nuevas com bi­ naciones, en el arte ch inch a-aiacam eño y en este nuevo estilo fueron in tro d u cid as en las regiones diaguitas. R esum ien d o esta cuestión se puede decir que las cuarto p la ­ cas m en cio n ad as son típ icam en te d iagu itas y que pertenecen a la ép o ca d,; las influen cias chinch as: porque l 9 el bronce no se conoció an tes d e esa ép o ca; 2 9 dos de las cuatro se hallaron en p len a región d ia g u ita ; 39 to d a la tjecoración dem uestra estas influen cias y 4 9 sem ejan te estilo no se ha encontrado fuera de la región d iag u ita-arg en tin a. Por consiguiente la suposición d e que dos d e estas cuatro p lacas h ayan procedido de T iahuanaco y por esta razón se atrib u yen a la cultura d e esa m etrópoli es errónea y a to d as luces in v ero sím il.5 9 por p arecid as razones los discos d e b ro n ce citad o s por U h le y L ev illier com o m uestras del arte de T iah u an aco am poco pueden p ertenecer a la época supuesta. A la lista d e los p aíses do nde se han encontrado bronces prehispánicos, debem os ag re g ar C hile, pues útiles de esta a le a ­ ción se han encontrado en c a n tid a d e s tanto en la región ataca m eña com o en la d iaguita. A l h a b la r d e los o bjetos de m etal d erivad o s del cobre, h allad o s en la región atacam eñ a, s :a n estos d e fabricación local o com o es p o sib le p ara cierta proporción de ellos, im portados d e la región d iagu ita, en vista de los análisis que se conocen, po­ dem o s suponer que la m ayo ría d e ellos tienen cierta proporción d e estaño, ag reg ad o s vo luntariam ente. Por consiguiente, en vez d e co n sid erarlo s com o objetos de cobre, h ablarem os die ellos com o útiles d e bronce. Si em pleam os este térm ino no es en el sen tid o preciso con que se em plea p ara h ab lar d e los bronces del an tiguo m undo, e s 'd e c ir , con un p o rcentaje m ínim o de 10% d e estaño. Lo que denom inam os bronces en la región andina, son aq u ello s m etales a b ase de cobre que contengan cualquiera pro­ porción d e estaño,


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B oletín del M useo N acional

CINCELES: D e los objetos d e bro nce h a lla d o s en la re ­ gión atacam eñ a, los m ás num erosos son in d u d ab lem en te los cin ­ celes. C asi no h ay p arte d on de ss- h a y a hecho excav acio n es en cem en terio s perten ecien tes a las épocas atacam eñ a y ch in ch a-atacam eñ a, en que no h an ap arecid o útiles d e esrta clase. Es p ro b a­ b le que los m ás an tigu o s sean de cobre sin estaño, pero el es­ tado d e nuestros conocim iento no nos perm ite asegu rarlo . A lg u ­ nos pocos cinceles d e la ép oca .epigonal se han h allad o , pero éstos p arecen ser d e cobre puro y tienen una form a a lg o d istin ta a los posteriores, en que son m ás cortos, con la p un ta co rtan te m ás an ch a y con el filo en form a d e m e d ia lun a. En el M useo N acional de C hile, h ay dos d e estos tipos h allad o s en San P ed ro de A tacam a. L os otros tipos, m ucho m ás com unes, son m ás la r­ gos y m ás angostos con el filo m enos arq u ead o . 'En el M useo h ay una la rg a serie, doce d e los cu ales fueron h a lla d o s en C a ld e ra , seis en T a lta l cuatro en Paposo y oíros en diferen tes p artes d el territorio. Fig. I a 7. (lLám I.) PINZAS: Otro o bjeto d e co b re o d e bron ce que se en cuen tra con b astan te frecuencia son las p in zas d ep ilato rias. En el M useo N acional h ay num erosas, d e siete tipos diferen tes (F ig . 1 a 7 ) . (L am . II) Son ru n d id as en una so la pieza, con los extrem o s ig u a ­ les, dofcflados en arco, por el centro. A sí d o b lad as, v a ría n en lo n ­ gitud entre 4 y 7 cm . En los extrem os se ensanchan en form a rec, tan gular. sem ilun ar o circu lar y tienen una anch ura v a ria b le entre 1,5 y 4cm . A lgu n as veces los brazos, encim a d e las p la cas term i­ n ales tienen una salien te d e form a d iv ersa que d eb e h ab er cér­ vid o d e adorno. L as pinzas son siem pre lisas y nun ca las hem os encontrados con g rab ad o s o relieves. De las m udhas, en teras o fraccio n ad as que existen en el m useo 1 7 son p ro ced en tes d e C a l­ d era y eran p ro b ab lem en te d e fabricació n d iag u ita y otras ‘tantas d¡e d iferen tes puntos de la región atacam eñ a. H A C H A S : H ach as de diferen tes form as y tam añ o s se en­ cuen tran a m enudo. El tipo que p arece ser m ás antiguo es aquel que siendo retan gu lar, tiene un gancho curvo com o o re ja en un lad o , cerca d el dorso. (F ig . 5 a 8 ) . En dos ocasiones las hem os visto con ganchos en am b o s lad o s. En el M useo N acio­ n al h ay v a ria s con gancho en un lad o , una d e las cu ales está con el asta o rigin al. Fué h a lla d a en una sep u ltu ra de Chiu-Ohiu. L a h o ja de la h ach a tiene una peq u eñ a pro lon gación , 4 m m . a c a d a lad o d el dorso, el cual se em bute en u n a ran u ra h echa e x ­ profeso en el m ango p ara recib irlo . L a h o ja está su je ta a l m ango por una tira d e cuero de 24 cm . de larg o y un poco m ás an ch a que la h o ja m ism a. Esta tira tiene en el centro un co rte tran s­ v ersal por el cu al se p asa la h o ja aju sta d am en te, afirm án d o se co n tra las dos p equ eñ as p ro lo n gacio n es d el dorso. L a h o ja se c o ­ loca en la ran ura, con el gancho h acia afu era y la tira d e cuero d a v u elta a l m ango com o a b ra sa d e ra y se p ro ye cta h acia atrás


M etalurgia A ta ca m eñ a

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unos seis cen tím etro s. C on un correon se ha cosido los dos ex­ trem o s d e la tira, en tre los cu ales se ha colo cado dos nuevos p ed azo s d e cuero, d e tal m an era que envuelven ap retad am en te el m an go y la h o ja d e la h acha. Es p ro b ab le que se h a re­ m o jad o el cuero an tes d e h acer esta operación, p ara que al secarse, a p re ta ra má'3. (L ám . IV. Fig. 1 ) L ehm ann-N itsche ( 1 ) y después A m brosetti ( 2 ) han repro­ d u cid o y d escrito un h ach a en h astad a de idén tica m anera. Fué en co n trad a p o r G uillerm o G erling, en una sepultura del R ío de San Ju a n dié M ayo , cerca d e S an ta C atalin a en la p rovincia de Ju ju y . S e h a lla actu alm en te en el M useo de la P lata. L ehm ann-N itsche la describe como sigu e: "E sta hach a es un a d e la s p iezas m ás lin d as • de la colección y la ún ica de su gén ero . L a b ase d el hach a está em butida en el m ango y fijad a a éste p o r un p ed azo d e cu ero : este últim o presenta una h en di­ d u ra p o r la. cu al ha sido co lo cad a la b ase d el hacha. Los bordes de dicho cuero están envueltos alred ed o r d el m ango y cosidos con tiras d e cuero. P a ra fijarlo s m ejo r se les ha puesto un p e ­ dazo d e cuero grueso entre las extrem id ad es cosidas. L a parte d el h ach a que sale d el cuerpo m ide 10,5 cm. d e largo y es m uy delgada., com o una h o ja d e cartó n ; su espesor m ide solam ente 3 m m . El m an go m id e 42,5 cm .” A m b ro ssetti repro duce la descripción de Leihmann-Nitsche y a g r e g a : “P o r m i p arte ag reg aré , que este sistem a d,e asegu rar las h ach as a l m an go ha sido h a lla d a tam bién en B olivia, a orillas d el lago T itica ca, en C arab u co ” , por el Prof. G iglioli. Posterior­ m ente, en la P a y a , A m bro ssetti halló otra hacha entera, en hasta­ d a d e la m ism a m an era, y p arte d e otra m ás, con la m itad d e la h o ja , restos d el m ango con el fiad o r de cu/ero to d av ía en su lu gar. R ep ro d u ce el h ach a en tera en el prim er tomo de su obra, p. 48 fig. 22 y la q u eb rad a en el segundo tomo p. 431, fig. 2 2 5 . Este: au to r creyó lo m ism o que nosotros que el cuero debe h ab erse m o jad o an tes de afian zar la hoja. D ice: "El sistem a ad o p ta d o es el m ism o y se ha b asad o en el principio de la dis­ m inución d e l cuero a l secarse lo qué ha hecho que esta pieza gru e sa que ro d ea el m ango se ha retraíd o y com prim ido fuer­ tem en te las o rejas d el hacha contra ¡el m ango y así le ha dado firm ez a.” El h ach a d e Chiu-Chiu que hem os descrito tiene las siguien­ tes dim en sio n es:

(1)

C a t á l o g o de A n t ig ü e d a d e s . Ob. cit. L á m . 111. F ig. 23.

( 2 ) El B r o n c e en la R e g i ó n C a l c h a q u í , Ob. cit. p. 2 3 7 .


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B oletín del M useo N acional

L argo d e m ango L argo de la h o ja A n ch ura encim a d el gancho A n ch ura d eb ajo d el gancho A n ch ura d el filo A n ch ura con el gancho A n ch ura entre las o rejas Espesor de la hoja

43, 13,8 35 38 50 67 51 3

cm. cm. mm. mm. mm . mm. mm. mm.

M ás num erosas son las hachas rectan gu lares sin gancho. A lg u n as de estas se ensanchan un poco h acia el filo y éste en vez de ser recto es convexo. H ay d e las dos clases en el M useo N acional. U h le h alló en C ala m a un hach a d e b ron ce de ese tipo con su m ango pero fa lta b a la tira d e cuero que la su jetab a. P ro ced en te de Chiu-Chiu existe en el M useo N acional de C hile, una herm osa h ach a d s tipo b oliviano , p arecid o a a q u e ­ lla h a lla d a por E w bank y d escrita en “T he U nited S ta tes N aval A stro n o m ical E xp ed itio n ’’ , tom o II. T iene la form a de una T y es m uy gru esa y p esa d a. Su peso es de 1356 gram os. Sus p rin cip ales dim ensiones so n : L argo total L argo de la b arra tran sversal id id. A n ch ura de id. id. Espesor A n ch ura d el hacha d eb ajo de' la b arra tran sversal id. id. id. E spesor id. A n ch ura d el hach a en el filo Espesor en m edio de la h o ja

130 92 23 21

mm. mm. mm. mm.

36 14 66 14

mm. mm. mm. mm.

D esde la p arte m edia, la h o ja com ienza a a d e lg a z a rse hasla lle g a r al filo que tiene un espesor de m ás o m enos 2 mm . (F ig . 3. Lám . IV .) T am b ién h a y en el m useo, dos puntas de hach as qu e p a ­ recen ser d el m ism o tipo, por la fo rm a y espesor d e los fr a g ­ mentos. Son am b as qu eb rad as, una d e b ajo d e la cru ceta y la otra cerca d el filo. El fragm ento que co rresp o n de a la p rim era m ide d esd e la q u eb rad u ra hasta el filo, 80 mm. U na esquina d e la punta tam bién se ha queb rado . E ncim a d e esta últim a q u e b ra­ d u ra tiene una an ch u ra de 58 mm. y en su p arte m ás an go sta, 47 mm. El espesor m áxim un .es d e 13 mm. El otro fragm en to es m ás corto y la q u eb rad u ra o b licua. P or el lad o m ás angosto m ide 37 mm . y po r el otro 30 m m . La anchura d el filo sem ilun ar es d e 55 mm. y a la a ltu ra d e la p arte q u eb rad a de 48 mm . con un esp esor d e 17 m m . A m b o s fragm entos tienen los b ordes la te ra le s ah u ecad o s con h e n d id u ­


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ras lo n g itu d in ales de 3 mm. de ancho y 1,5 mm. de profundidad. dos fragm en to s se h allaro n en San B artolo, juntos con restos d e escorias. En . la v ecin d ad h ay m inas de cobre tra­ b a ja d a s por los indios precolom b ian os y la presencia de escorias se ñ a la la p ro b a b le existen cia de h uairas u hornillos de fundición. Es p o sib le que estos fragm entos sean instrum entos m alogrados en la fundición.

ADZUELAS: A d em ás de las h o jas de hachas, se encuen­ tran en la región atacam eñ a otras hojas p arecidas, rectan gu ­ lares, pero casi siem pre m ás angostas. P arecen cinceles, pero son h o jas d e ad zu elás. En el M useo N acional de C hile existen tres en h astad as con sus m angos o rigin ales; una de Chiu-Chiu, otra de S an P ed ro de A taca m a y una tercera enco n trada por nosotros en Q u illagu a. El m ango de m ad era es curvo, form ado de un codo n a­ tu ral d e una ram a, o bien la unión de dos ram as. En el brazo m ás corto se ha hecho un re b a je en el cu al se aju sta al hoja. L a h o ja se su jeta a l m ango por m edio de un cor.reon de cuero que en v u elv e a p retad am en te las dos piezas del ap arato (F ig. 2. L ám . IV ) En el M useo E tnográfico de B erlín existe otro eem p lar enh astad o , h a lla d o por U hle en T aranto, cerca de C asabindo, Puna de J u ju y y fué rep ro d u cid a por A m brosetti ‘‘El Bronce d e la R :g ió n C a lc h a q u í” Fig 16 p. 2 0 0 En la m ism a obra el autor p resen ta una serie de 22 h o jas, encon tradas en su m ayo r parte en la región d iagu ita. R efirién dose a ellas d ice: "el filo no es igual en las dos c a ra s: en la inferio r que se a d ap tab a so bre el mango, es p lan o , recto, m ien tras que en la superior ib a redondeándose 0 m ejo r tom a la form a co n vexa h acia ab ajo como conviene a las h o jas de esta clase q u : d eb ían de cortar golpeando con el filo d e a rrib a p ara a b a jo .” H em os encontrado h ojas de ese tipo, con el filo en chaflan que se han usado como cinceles o form ones, sem iach atadas en 1i p arte superior con los go lpes que han soportado. CUCHILLOS: C uchillos rectan gulares con el filo redo.idea do o recto se han h allad o en diferentes partes de la región a ta ­ cam eñ a. L a m ayo r p arte tienen una perforación cerca d el dorso, p ro b ab lem en te p ara suspenderlos. D esde el p erio d o de T iahuanaco se ha conocido este tipo, pero p erso n alm en te no hem os encontrado ningún ejem plar de dich a ép o ca y so lam en te dos o tres pertenecientes a la época atacam eñ a-in d íg en a, sin sab er si sean de cobre o d e bronce. Dos de ellos, h alla d o s uno en Chiu-Ohiu y el otro en A rica, existen en el M useo N acional de C hile. Los dem ás que se encuentran en el m ism o m useo son de la época chin ch a-atacam eñ a y sirven para d em o strar la p ersistencia de tipo. P arecid o s a ellos son unos instrum entos que tienen una fo r­ m a casi id én tica pero con un pequeño salien te en el centro del


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dorso con una perforación com o p ara suspen derlo s. Son m ás guesos y p esados que los cuchillos y no tienen r’ilo. A m b ro setti los llam a caille s o p lacas pecto rales, pero no estam os seguros d e que tu v iera razón. P ro visoriam ente, sin em bargo , acep tam o s esta clasificació n. T am b ién existen dos de ello s en el M useo N acional. F ig. 5. Lám . V .

TUMIS: M ucho m ás com unes son los tum is o cuchillos se­ m ilunares, casi de la m ism a form a com o los cuchillos em p lead o » to d a v ía por los talab artero s y zap atero s, p ara co rtar cuero. S alien d o d el centro d el dorso d e la h o ja se encuentra una esp iga o punta a la rg a d a , com o en el extrem o d e los cinceles, que servían p ara sostener un m ango cilin drico d e m ad era. En el M useo N acional h ay un tum i con su m ango o rigin al, descub ierto en C hiu-C hiu (F ig . 4 Lám . IV. y ad em ás num erosos ejem p lares sin m ango, h allad o s en d iv erses puntos de la zona, d esd e A ric a h asta C ald e ra, tanto en la costa com o en el in terio r (L ám . V . Fiig. 1-4) Dos h allad o s en A rica están en, el P e ab ó d y M useum de F ilad elfia. El m ism o tipo es corriente d esd e el E cuador h asta C hile C en tral, se h a lla ad em ás en B o livia y en todo el noroeste a r ­ gentino. U no que existe en el m useo N acional, h allad o en San Pedro d e A 'a c a m a , llam a la atención por el gran tam añ o d e la h o ja, cuyo larg o es de 15 0 mm. su an chura m ayo r 66 mm . y la m enor 36 mm. El m ango está q u eb rad o cerca de la h o ja. S e han encontrado de vez en cuando tum is en h astad o s p a­ ra servir de hachá. El asta se p erfo ra tran sversalm en te y p or el agu jero se p asa la esp iga del tum i (F ig . 1 ILám. V I No o bstante este uso sólo p u éd e h ab er sido ocasional, po r cuanto en m uchos ejem p lares la esp iga term in a en una figura escu lp id a d e m ayo res dim enciones. CENCERROS: C encerros de bronce, llam ad o s tan tan es en el noroeste argen tin o , son escasos en la región a tacam eñ a y no se han en co n trado sino en algun os puntos d e la costa. H asta ah o ra, no tenem os noticias d e ninguno h a lla d o en el interior. L o s que conocem os no pasan d e seis; dos enco n trado s en C a l­ d era, que p erten ecían a la colección d el Dr. H olz, d e C o n cep ­ ción, que fué v en d id a al M useo de PlattgoTÍ, pero que se perdió p o r el n au fragio en los can ales d el sur, d el v ap o r que la lle v a b a ; uno h allad o en T a lta l y ah o ra en el M useo N acio nal d e C h ile, y tres p ro ced en tes de excavacio n es efectu ad as al pie d el C erro d el M orro, al norte d e A n to fag asta. Estos últim o s p erten ecían a la colección d el D r. O tto A ich el y se h allan actu alm en te en el m useo d e K iel. En la A rgen tin a, esp ecialm en te en el v a lle de C alch aq u i se ha en co n trado m ayo r núm ero y p asan d e 25 los conocidos.


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Los cencerros atacam eñ o s son algo distintos d e los arg en ­ tinos, en que, en v ez d e ser o v alad o s o elíp ticos, son redondos en su co rte h o rizo n tal. T odo s los seis m encionados tienen esta fo rm a y sus m ed icio n es estab lecen que la altu ra es casi idéntica con el d iám etro d e la boca. L a altu ra de los seis citado s es: 3, 4, 5, 6 ,5 , 6 ,8 , y 7 cm . resp ectivam en te y por lo tanto son más p equ eñ o s que la m a y o ría de los argentinos. L a p arte superior es m ás an go sta que la boca, lo que les d a una form a de cono tru n cad o , con la p arte superior p lana. T res de ello s tienen una deco ració n ex terio r en form a d e faja, cerca d e la boca, otros dos son lisos, y el ultim o, d e T altal, está deco rado de una m anera distin ta. L a f a ja d eco rad a en los tres prim eros, consiste de una se­ rie d e rom bos form ados por dos lín eas en zig zag en sentido inverso que se cortan, en cerrados entre lín eas p aralelas. En el cen tro d e c a d a rom bo así form ado h ay otro m ás pequeño. Figs 1-4. L ám . V II. A u n q u e cuatro de estos cencerros se h allaro n en territo­ rio atacam eñ o , no cab e d u d a d e que su fabricació n h aya sido d ia g u ita y su h allaz g o fuera de la zona d e su origen se d eb ería p ro b ab lem en te al com ercio de intercam bio.

CAMPANILLAS: M ás num erosos en el territorio a ta c a ­ m eño que los cencerros, son las cam p an illas y a la vez son m ás re p artid as. Son p equeñ as y gen eralm en te tienen la form a de un em budo in v ertid o . R aras veces tienen m ás d e 6 o 7 cm . d s largo g en eralm en te m enos y la anch ura en la boca casi nunca p asa de 4 cm . Fig. P ro ced en tes d e la región atacam eña, conocem os 20 ; h a lla ­ d as 5 en A n to fag asta, 2 en Paposo, 1 en T a lta l, 1 en O bispito; 1 en C h iu-C h iu ; 2 en S a n Pedro de A tacam a, 3 en Toconao y 5 en C a ld e ra . T res d e las últim as están en el F ield M useum de C h icago y las o tras dos en el M useo N acional de San tiago. Las cinco d e A n to fag a sta se h a lla n en el M useo de K iel, el de O bis­ pito estab a en la colección d el Dr. H olz y las dem ás en la de Don A rm an d o R iv era de C opiapó. N inguno de los autores que han escrito sobre la arqueolo­ g ía arg en tin a m enciona este tipo de artefacto y es de suponer que no se conoció en aq u el país. L lam am o s cam p an illas a estos objetos, por su form a, pero en ningún e je m p la r hem os visto b ad ajo ni ,tamoco gancho de suspensión. T ienen sin em bargo, dos pequeñas perforaciones en el extrem o que pueden h ab er servido tanto p ara co lgar el a p a r a ­ to com o p ara suspender algu n a cuentecita d e p ie d ra o de m etal que sirv iera d e so n ajera. En todo caso, creem os que estos p eque­ ños o b jeto s se han usado com o adornos personales, higs 5-6 L ám . VII. En cam bio, se encuentra en el noroeste argentino, otro tipo d e cam p an illa, que tam bién se h a lla en C hile. T iene otra forma


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casi cu ad ran g u lar, pero con h en d id u ras en los cuatro costado-i. A m h ro setti dice de e lla s: Con alg u n a frecuencia h állan se alg u n as cam p an illa s d e ta ­ m año v a ria b le pero de una form a m uy curiosa. ‘En la región C alch aq u i son por lo gen eral, m ayo res que en la región norte. ¡La form a es m uy sim ple, es una lám in a red o n d a a la cu al se ha d ad o por m edio d e cuatro p liegues y elev an d o el c«ntro, una co n v ex id ad suficiente p ara p erm itirle ejercer sus funciones. 'E s ta s cam p an illas t'enen un ag u jero en su cúspide que les p erm ite p asar una c u erd a y co lg arlo s” ( 1 ) . B om an halló una de estas cam p an illa s en Q ueta y o tra en P u cará de R in co n ada, am b as lo c alid ad e s d e la Puna d e Ju ju y . l a últim a estab a cosida a un fragm ento de te la que fo rm ab a p arte d e un vestido de una m om ia, d e m an era que no p u ed e h a ­ ber d u d a que estos pequeños objetos servían com o ado rno s p e r­ sonales. En C h ile conocem os vario s ejem p lares, p ro ced en tes I df Chiu-Chiu, 5 de San Fedro de A taca m a, 1 d e C a ld e ra y 2 d>* T altal. U na d e las h a lla d ? ? en el últim o lu gar, tiene un b a d a .o form ado d e un cilin d ro de bronce. Esta cam p an illa es d e m ayo , dim ensiones que las dem ás. M ide 63 mm . d e un lad o a otro de la boca, en las esquines y 41 m m . en la p a r:e h en d id a. C o lo c a­ d a sobre una superficie p lan a tiene una altu ra de 38 m m . El b a d ajo m id e 45 mm . de largo por 7 mm . de grueso. E sta hecho en form a de cilin d ro hueco cuyas p ared es tienen 1 m m . d e es­ pesor. L a cam p an illa es fun dida y no hecho a m artillo com o su­ puso A m b ro sctti. S e co lg ab a por m edio d e un co rd elito d e fi­ b ra pasado- por el hueco d el b a d a jo y an u d ad o d e b ajo y en ci­ m a d el ag u jero cen tral. El b a d a jo q u ed a actu alm en te su jeto a urjo de los co stado s d e la cam p an illa po r la o xidación , que le sirve de so ld ad u ra . Figs 1. 2. 3. Lám . VIII. L as otras son m enores y h ay una que m ide poco m ás de un cen tím etro de ancho. E sías otras, a d iferen cia de la p rim e­ ra han sido p le g ad as en frío, en la form a in d icad a por Amt»rosetti Com o cam p an illas d íb e m o s c la sific a r dos cascab eles de bronce, p ro ced en tes de C a ld e ra y San P edro d e A tac a m a res p ectivam en te, una de ellas en p erfecto estado ; Se h allan actu al m ente en el M useo N acional de C hile. Su forma, es ig u al de la d e las m odern as. Son esféricos y m iden 3 cm . d e d iám etro , pero la hechura d e los dos es distinto. Uno de ello s tiene una ab ertu ra d e 2,5 mm . d e an ch u ra en los dos terceras p artes de su circun feren cia. En el lad o opuesto tie ­ ne un pedúnculo p erfo rad o p ara suspensión. T ien s un espesor de

( I ) El B r o n c e en la R e g i ó n C a l c e q u í Ob. c it. pp. 2 2 9 y sig .


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, y ^ ev a en el in terio r una b o lita de bronce de 9 mm. de d iám etro que slrve de so n ajera. Fig. 7. L ám . VIIÍ L [ o t r o es casi igu al, pero fa lta el pedúnculo que ha sido q u eb rad o . Sus dim ens.ones son casi igu ales, solam ente la bolita CS , ! , IT?en 0r d :am etro - n o pasan do de 7 mm. El sonido que dan es d éb il pero no d e sa g rad ab le . Son fundidos en un a sola pieza, pero desconocem s el procedim iento, salvo que 'haya sido por el sistem a d e cera p erd id a, pues es evidente que las bo litas han si­ do tu n d id as co n ju n tam en te con el arm azón. En el M useo N acional h ay al m itad de otro cascab el encon­ trad o en A rica. No es d e los fundidos en una sola pieza. Fue hecho en dos m itad es que después han sido so ld ad as. Según un catá lo g o an tigu o d el museo, existía en la m ism a colección, la o tra m itad , e x trav iad a, no se sabe en qué época. L a m itad que to d a v ía existe es la inferior. Es de form a sem iesfériea y en c a ­ j a la d o cerca d le b o rde tiene dos pequeñas perforaciones. El d iám etro ex terio r es d e 29 mm. y tiene un espesor de 1,5 mm. O tro cascab el, m uy p arecido al prim ero descrito, se halló en C a ld e ra . E xiste en la colección d el señor Byron G igoux, quien nos facilitó su estudio conjun tam en te con el d e otros objetos. U na nota que aco m p añ ab a los objetos, d ice: “O bjetos extraídos en m i presen cia p o r don V icen te Insinilla, a 1.80 m etros de pro­ fu n d id ad , en una de las huacas que abrim os en el cem enterio in d íg e n a d e la pun ta sur d e la B ah ía de M aldo n ado , C ald era. S aliero n , ad em ás, un cacharrito, y dos o tres puntas de flecha, que co n servo ." F ebrero de 1932. El ped ún culo d e este ejem p lar, tiene la form a de un trián ­ gulo tub ular, cu yas p iern as se desprenden de los costados en el punto d e m ayo r anchura. Este ¡ipo d e cascab el es m uy escaso. W assen, h ab lando de las a d q u isic ió n ;s hechas por el M useo de G otteborg (S u e c ia) en el año 1921, d ice: “E ntre los ejem p lares de gran v alo r que han sido ad q u irid o s, se h a lla un cascab el (s o n a je ra ) proveniente de Sup e, en la co sta d el Perú que se cuenta entre los objetos más preciosos d el M useo. Es d e cobre puro y se com pone de dos m itad es so ld ad a s jun tas. L a so ld ad u ra d el cobre es una inven­ ción m u y co m p licad a y de los m ás n otables . ( 1 ) .

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MANOPLAS: L as m ano plas tam poco son com unes en la leg ió n atacam eñ a y h asta ahora no se han encontrado sino en la costa. No se conocen m ás de diez, h allad a s 2 en A ntofagasta, 2 en P aposo, 3 en T a lta l y 2 en O bispito. Uno de los hallados en Tal t al no lo conocem os p ersoánlm ente y perteneció al Dr. A . P lag em an n , según una cita de Bom an. De la región diaguita-chi len a conocem os otros ocho.

( I ) Le Musée Ethnographique de Goteborg et l’oeuvre d'Erland Norden - «kiold, par Henri Wassen.- Revista del Instituto de Etnologia. T. II pp. 233 - 262. Tucumân 1932,


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No son m uy com unes tam poco en la A rg en tin a d o n d e las conocidas no p asan d e una docena. A m b ro setti no las h alló en L a P aya, ni G erling en la P un a de Ju ju y . L a s m an o p las tienen to das una form a gen eral que, sin em ­ b argo , v a ría en cuanto a d etalles. A m b ro setti las d escrib e de esta m an era: ‘‘L a form a gen eral d e estas em p u ñ ad u ras es la de un arco cerrad o p o r un radio d e sección m ás o m enos sem icircu­ lar, que se a d a p ta a la m ano intro ducién do la, y con el frente ancho, convexo y cu ad ran gu lar. “A v eces es sim p le; pero g en eralm en te se h a lla p ro vista de una porción salien te en su p arte inferior com o reco rtad a y unas p rom inencias en su p arte superior d e form a v a ria d a . No seguim os sus descripciones, porque, a l ig u a l de lo que hizo antes que él 'Lafone Q uevedo, se preo cup a m ás en referirse a los adornos y sus posibles sim bolism os, que en d esc rib ir ci*ram en te los o bjetos mismos. Los dos auto res que ¡hemos citad o llam an em p u ñ ad u ras es­ tos artefacto s aunque ¡reconocen que, con to d a p ro b ab ilid ad , d e ­ ben ser m anoplas. En v e rd ad parecen p equeñas em p u ñ ad u ras de esp a d a o sab le. T ienen una p arte c ilin d ric a y recta p a ra to m ar en la m ano, que p arece ser el alm a d e la m an illa de m a d e ra o d e cuero. Esta p arte cilin d rica, que in d u d ab lem en te ha sido en v u el­ ta en cuero o en cordones, se d o b la en form a d e codo en la p arte opuesta a la pun ta salien te, h asta ju n tarse con la otra p arte ancha y cu rva com o guarnición p a r a p ro tejer los n udillos. C asi to d as tienen en la p arte inferior, una especie d e h o ja salien te, a veces, dos p arale las, que term in a en punta o filo, según la fo r­ m a. A veces, el salien te tiene poca extensión, un cen tím etro o m enos, en otras es m ás la,igo y lle g a h asta 6 u 8 cm . En to do caso, un go lp e fuerte con uno d e estos ap arato s, p ro d u ciría una terrib le h erid a. L a p arte que re sg u ard a la m ano es an ch a, re lativ am en te d e lg a d a y tiene la form a de arco. F recuen tem en te es d eco rad a con figuritao de an im ales o aves esculpidos, pero am en udo es li­ sa. L a pun ta salien te o d ag a, tam bién con frecuencia o stenta a l­ gun a d eco ració n o el m o d elad o m ism o o bien en d ib u jo s g ra b a dos en las superficies. L a b a rrita recta y cilin d ric a d e uno de los e je m p la re s h a lla ­ do en Paposo, fu é en vu elta con un cordoncito d e lan a, cuyos restos qued an en la m an illa. A m b ro setti ( I ) d escrib e y rep ro d uce v a ria s d e las m anonías h a lla d a s en la A rgen tin a. B om an ( 2 ) tam bién h ace una descripción g en eral y b astan te buen a d e ellas y las en cuen tra p arecid as a los coups de poing n o rteam erican o s que ello s llam an knuckle-dusters.

( I ) El Bronce en la Región Calchaquí.- Ob. cit. pp. 250 - 257. ( 2 ) Antiquités.- Ob. cit. Tomo I. p. 136,


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el culL afr eVQUeVeí ° ( 3 ) las co n sid erab a de uso r e a lís t ic o en el culto d e V iraco ch a, que suponía fuera p racticad o por los in"ás" ace"^ tt’’ SICmpreL a d ic t° a las interpretacio nes sim bóli' acep to en p arte esa hipótesis. En n u estra opinión, no cabe d u d a de que se trata de arm as o ren sivas que no necesitan una interp retació n sim bólica o ritualistira p ara ex p licarla s. De la s m an o p las ch ilenas, las dos h allad a s en O bispito, las do s d e A n to fag asta y una d e las d e Paposo, son sencillas, sin d eco ració n y con salien te corte que no p asa de un centím etro, ancho y con filo. L a otra de Paposo ten ía una especie de d a ­ g a en form a d e h o ja p la n a y firm e, d e 7 cm. de largo con cin tu­ ra cerca d e la punta, la que tenía form a d e corazón. No ten ía otra d eco ració n , pero a l m an illa estaba p ro tejid a por un cordón d e lan a to rcid a, p arte d el cual estab a to d a v ía enrollado en la b?.rra. En el M useo N acional de C hile, existen tres m anoplas pro­ ced en tes de T a lta l. Dos de e lla s han sido repro ducidas en dibu­ jo s lin eales, por C ap d ev ille ( 4 ) quien las descubrió en un ce­ m enterio ch in ch a-atacam eñ a de la lo c alid ad . L as reproducim os n u vem an te en la Fig. ju n tas con la tercera. L a foTma gen eral de las tres es p arecid a a la que se ha descrito aunque sus dim ensiones v arían , especialm ente en la an ch ura de la guarnición — 36, 40 y 60 mm. respectivam ente, en su p arte m ed ia, ensanchándose un poco en el extrem o opuesto a la d aga. L a p rim era tiene una punta o d a g a sim ple de 39 mm. ds larg o , co n v ex a p o r un lad o y có n cava por el otro. En su base la d a g a tiene una an ch u ra de 18 mm. y v a d elgazán d o se h asta for­ m ar una punta re d o n d e ad a de 7 mm. El dorso o sea el lado convexo está d eco rad o d e una serie de ran uras transversales de un m ilím etro de p ro fundidad. L a guarnición está ad o rn ad a por dos figuras en relieve de an im alito s con la co la d o b lad a sobre sí hasta form ar un anillo V an uno en pos del otro en sentido con trario a la dirección de la d ag a. L as otras dos no tienen m ás decoración que la form a esc a le ra d a de las d agas. U na, la m ás ango sta de las dos, term ina en una d a g a d o b le, fo rm ad a de dos h ojas sep arad as en su base y un id as cerca d e la punta. Las h ojas se com ponen de cuatro conos tru n cad o s invertidos unidos unos a otros y que term inan en pun ta trian g u lar a la b ass de estos triángulos la s dos dos ho­ ja s se jun tan . T ien e una longitud d e 5 centím etros.

(3) Las manoplas del culto de Viracocha Congreso Internacional de Americanistas París 1900. (4) Arqueología de Taltal. Un cementerio chincha - Atacameño en Taltal. Boletín de la Academia de Historia Americana. Quito 1924,


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Boletín del M usco N acional

El últim o ejem p lar es el m ás ancho. L a d a g a es m ás ancha y m ás c o íta — 41 mm. pero fa lta la punta. E stá d iv id id a en su b ase pero un ida en su m itad superior. Sus b o rd es exterio res tie ­ nen form a de escalera, con las g ra d a s que v an en dism inución, h asta term in ar am b as en una pun ta cuyo extrem o se h a queb ia d o . L ám . V il Figs. 7-8 L ám . VIII Figs. 8 a 1 I. P ro ced en tes de C ald e ra h ay dos an im alito s d e m e tal, m uy parecid o s a los que figuran en las esp a ld as d e la m an o p la de T a lta l, m uy o xid ad o s y que p ro b ab lem en te p erten ecían a otro d e estos ap arato s. Los ejem p lares h allad o s en territorio d iag u ita p roceden dos de C ald e ra, uno de B ah ía S a la d o , dos d e P unta d e T eatino s, dos de C o m p añ ía B a ja (L a S e re n a ) y uno de T o n go y.

DISCOS: Discos con o sin pedúnculos se han h allad o con cierna frecuen cia en la región atacam eñ a, sin q u e sean tan n u m e­ rosos com o en el noroeste argen tino . V a ría n b astan te en tam año y son casi siem pre lisos en am b as caras. G en eralm en te tienen una p equeñ a perforación p ara p oderlo s suspender. A lgu n o s tienen un pedúnculo en el b o rd e superior y en este caso la p erfo ració n se h ace en él. A lgu n o s no tienen perforación. So lam en te uno de los discos que conocem os tiene una d eco ració n en reliev e. Fué h allad o el T a lta l, en un cem enterio ch in ch a-atacam eñ o . Figs 1-4 L ám . III Figs. 3. L ám X. En el M useo N acional de C hile existen 1 4 d e estos disco«, p ro ceden tes 2 de C a ld e ra, 1 d e T ara p a c á, 4 d e L a P az, Bolivia, 2 de C'hiu-Chiu, 2 de San P edro de A ta c a m a y 3 de T a lta l V aría n d esd e 52 mm . a 105 mm . d e diám etro . PLACAS RECTANGULARES: E stas p la c a s que tienen una form a m uy p arecid a a la d e los cuch illo s rectan gu lares, tie ­ nen un m ayo r espesor que éstos y no tienen filo. Son d e los que A m b ro sietti calificó d e caille s o p lacas p ecto rales y p u ed e ser que tuvo razón. No con m uy com unes en la región atacam eñ a. En el M u­ seo N acional d e C h ile existen tres, d » s h a lla d a s en C a ld e ra y la otra en C hiu-Chiu. En el b o rd e superioir to d as tienen un s a ­ lien te sem icircu lar d e un cen tím etro d e rad io , p erfo rad o p a ra p a ­ sar una cu erd a de suspensión. Los prim eros dos tienen un la r ­ go d e 15 > 16 cm. resp ectivam en te po r una an ch ura d e 9 ,9 cm . er. am b as. L a tercera es un poco m enor, con u n a lo n gitu d de 13,8 cm . an ch ura de 7,8 cm . El espeso r d e las p la cas es res­ p ectivam en te de 2 ,6 , 3 y 2 ,7 mm . O tra p la ca d el m useo tiene una form a distin ta. Es c u a d ra n ­ g l a r , no tiene salien te sem icircu lar ni p erfo ració n. F ué h a lla ­ d a en T a lta l y un a d e sus caras está d e c o rad a en reliev e. F íe 4. L ám . IX.


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TOPUS : O tros o b jetos de cobre o de bronce que se h allan d e vez en cuan d o en el territorio atacam eño , son los topus o a l.¡»e re s usad os por los indios p ara p ren der sus vestidos. Los hay d e d iferen tes form as y tam años y se reparten tanto en la costa c o n o en el interior, aunque, com o todos los objetos d e m etal se h a lla n con m a yo r frecuencia en la primera- región. El tipo m ás com ún es aquel que tiene una cab eza en 1 >rm a d e disco con una prolongación por el lado inferior que ter­ m in a en una b arrita cilin d rica como alam b re que form a el a lfi­ le r y que term in a en punta. Muy a m enudo este lipo lle v a un a p eq u eñ a p erforación en la cab eza, cerca de la unión d e la esp iga o a lfile r con el disco o cabeza. No sabem os el m otivo de esta p erfo ració n . O tro tipo, en vez de la cab eza d isco id al la tiene en form a d e m e d ialu n a in v ertid a, con o sin la perforación m encionada. F ig. 8. L ám . II. U n tipo distinto, de que h ay dos ejem p lares en el Museo N acional d e C hile, el prim ero de C ald e ra y el segundo de T altal, tien e u n a v a r illa d e corte cu ad rad o en vez de cilin drico y se ach ata, ensanchándose al lle g a r a la cabeza, la cual se divid e en dos esp irales cerrad as. Fig 9 L ám . II. A m b ro setti, en su ‘‘Bronce en la R egión C alch aqui" m en­ cio n a dos topus p arecidos a éstos, y reproduce uno d e ellos en la fig. 32. Fueron h allad o s, uno en L a B arranca y el otro en C alin g asta. En el M useo N acional h ay un fragm ento de otro con un esp iral com pleto y p arte d el otro, encontrado en Paposo. Se a se m e ja m ucho al dibu jo que presenta A m brosetti en la- fig .... d e su trab ajo . ANILLOS: A n illo s de cobre h ay d e distintas form as y ta ­ m años. L a m ayo r p arte p arece ser d igitales pero h ay otros de m ayo r tam año cuyo uso no acertam o s a explicar, pero que pue­ den h ab er servid o d e aros o zarcillo s. Los últim os y alguno s de los prim eros son hechos d e un alam b re arqueado en círculo has­ ta que las p untas se tocan, pero sin unirse, quedando siem pre un p ecu eñ o espacio entre las dos puntas. Por su form a y el tam año d e algu n o s d e ellos, no pueden h ab er servido d e pulseras ni de a n ille s p ara los dedos. C reem os m ás bien que se han usado p a­ ra la s o rejas, como aros, y eso ex p licaría la ab ertu ra d ejad a. En el M u sfo N acional d e C h ile h a y seis ejem p lares de este tipo que v a 'ía n en tre 12 y 38 mm. de diám etro, todos p rocedentes de diferen tes puntos de la costa entre C ald e ra y T altal. Figs 10 y 1 1. Lám II. Otro tipo de que h ay ocho ejem p lares en el mismo museo, es*án fab rica d o s en form a de cinta y no p uede h aber d u d a algu­ na d e-que fuesen usados en los dedos. T am poco están soldados, sino que un extrem o de la cinta se sobrepone a l otro como pnn-


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cipio de un esp iral. A sí pueden aju sta rse al tam año d el dedo. L as cin tas d e que se 'han form ado estos an illo s son c o rta ­ d as ¿ e lám in as a m a rtilla d a s y así conservan cierta elasticid ad que p erm ite el ajuste. Son d e lg a d a s y raras veces tienen un m i­ lím etro d e espesor, aunque su an ch ura v a r ía entre 4 y 13 mm . A n illo s p arecid o s fueron descritos por A m b ro setti y suelen encontrarse en la ¡región d iagu ita. A n illo s de p la ta d e la m ism a fo rm a se han enco ntrado en T a lta l y el M useo N acional posee cuatro de ellos.

ZARCILLOS O ARO S: H em os dicho que algu n o s d e los an illo s d e alam b re, por su tam año, p arecen h ab er sido zarcillo s. P ro ced en tes d e C ald e ra y T a lta l, existen en el M useo N a­ cional, cuatro zarcillo s de otra form a, o m ás bien d e la m ism a form a con un ad ju n to en la p arte inferior a sem ejan z a d e codo ap lan ad o . Fig. 14. Lám . II. L as puntas d el rollo que form a el an illo no se ju n tan , q u e ­ dan d o un espacio entre m edio d e 5 o 6 mm . por el cu al se p o ­ d ía p a sa r el lóbulo d e la o reja. A d em ás de estos cuatro que son enteros, h a y restos de otro.« seis, en todos los cu ales han q u ed ad o las p artes salien tes. Son d e p ro ced en cias in d eterm in ad as. En el F ield M useum d e C h icago , existen cuatro p ares d e estas dorm ilones, paro d e oro. En una c a rta el arq u eó lo go de este M useo, nos d ic e : “T am bién tenem os en n uestras co leccion es, algun o s o b jeto s d e oro, proven ien tes d e H uasco (C h ile ). P a re ­ cen ser aros no o rejera s (e a rp lu g s ). H a y cuatro pares. En c a d a caco el ad o rn o consiste en un an illo d e lg a d o d e oro d e m ás o m enos dos p u lg a d as de d iám etro , co rtad o cerca d e la p a rte su ­ p erio r p a ra in sertarlo en la o reja. U n p a r tien e un m o tivo bien ejecu tad o de un p á ja ro d e e ro lam in ad o a golpes, unido a l ex ­ terior d e la circun feren cia, m ien tras que los otros tres p ares tie­ nen un m otivo que se ase m eja a un cañón, aunque tengo la se ­ g u rid ad que no es ésto que rep resen tan ". F ig. 2. L ám . X . Otro ig u al ex istía en la colección d el Dr. H olz (N 9 6 4 9 ) ‘/hallado en O bispito y dos m ás, de Paposo, en la co lección d el señor A rm an d o R ivera, de C opiapó. En ei M useo N acional, h ay uno de p la ta de la m ism a fo r­ m a, h allad o en T a lta l. No se ha descrito ninguno de estos ob jetos p ro ced en tes d e la A rg en tin a, pero A m b ro setti, en la fig. 225 d e su o b ra so bre L a P aya, ;rep ro d uce un o bjeto que p arece ser uno d e ellos.

BRAZALETES: En C ald e ra se h allaro n dos b ra z a le te s en form a d e m etro de O tro es de 10

cin ta sin cerrar, com o an illo s gran d es. T ien en un d iá ­ 44 y 46 mm . resp ectiv am en te y la anch ura d e la cin ta de m uchos m ayo res dim ensiones se encontró en una mm .


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sep u ltu ra ch in ch a-atacam eñ a de T a lta l. Es de cobre fundido y tien e un espesor de 1,2 mm. Su form a es o v alad a , con diám etro lo n g itu d in al d e 63 mm . y tran sversal de 49 mm. La anchura de la cin ta es d e 2 1 mm . L a ab ertu ra se h a lla en el centro de uno d e lo t lad o s m ás largos. C erca de am bos bordes de la cinta hay g ra b a d a s dos lín e a s p arale las y en la fa ja cen tral fo rm ada por e llas se encuentran tres perforaciones rectan gulares de 1 7 por 5 m m . E ntre éstas se encuentran h endiduras circulares hechas a punzón, por que so b resalen en el interior. Están en cerradas en cu ad rad o s g rab ad o s form ados por lín eas verticales que se unen con la s lín e a s lon gitudin ales. El largo total de la cin ta d e unta a p u n ta e3 d e 1 70 mm. Los dos extrem os no son iguales, porque m ien tras el uno term ina en ángulo recto el otro es o valado . Fig. 3. L ám . XI.

BRAZALES: B razales enteros no se han encontrado en la regió n atacam eñ a, pero en el M useo N acional existen restos de tr^s ejem p lares, encontrados dos en C ald era, uno casi com ple­ to y el otro en T a lta l. P arece que han tenido una fo rm a sem i cilin d rica y se su­ pone que han servido p ara p ro teger el brazo contra el azote de la cu erd a d el arco a l tirar la flecha. No sabem os si es efectivo que h ayan tenido este servicio, porque al hacer la prueba de ti­ ra r con uno d e los arcos in d ígen as que está en perfecto estado y to d a v ía conserva en p arte su elasticid ad , colocándonos p re­ v iam en te sobre el pulso el supuesto b razal, en ninguna de las p ru eb as la cu erd a azotó sobre el b razal, sino sobre la base del p u lgar. No obstante, es posible que los in dígen as tuviesen distin­ ta m a n era de to m ar el arco y dab an otro ángulo a la m ano al d isp arar. El b ra z a l m ás co m p leta tiene un largo cen tral de 86 mm. y une an ch u ra siguiendo la curva, d e 141 mm. T erm ina en am ­ b o s extrem os con prolo ngaciones en form a de cuernos, que p arece que se d o b lab an sobre el dorso d el brazo al colocar el ap arato . L o s fragm entos d e los otros dos son de la parte cilin d rica y no nos ayu d a n a d escifrar su v e rd ad e ra form a. H ay otra lá m i­ n a p la n a con cuernos sem ilunares iguales a los del prim ero, en un extrem o, y q u eb rad o en el otro. Su largo es de 70 mm. m e­ d id a entre los cuernos y su anchura es de 44 mm. U h le h alló uno de estos b razales en el brazo de una m o­ m ia encontrado en T aran to cerca de C asabindo que ahora está en el M useo E tnográfico de Berlín. O tra m om ia con b razal idéntico descubierto en C alin gasta, e s i á d ep o sitad o en el M useo N acional de Buenos A ires. A m b ro setti p resenta vario s ejem p lares en su Bronce de la Región C alch aq u i" y halló otro en L a P aya.


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RO M PECABEZAS: El M useo N acional d e C h ile poses dos ro m p ecab ezas de bronce en form a e strella d a, del tipo p e ­ ruano. U na d e e lla s fue en co n trada en una sep u ltu ra de C a ld e ­ ra y es d ? estrella sim ple d e seis puntas. El ag u jero cen tral tiene un d iám etro de 20 mm. y las puntas d e a l estrella , m e d id as d es­ de esta circun feren cia, tienen un largo d e 33 mm. El segundo ejem p lar, tam bién h a lla d o en C a ld e ra , en forrrc gen eral es p arecid o al anterior, pero, una d e las p u a ta 0 tie ­ ne form a d e ¡hacha, y es m ás la rg a que las otras y se en san cha en el fijo, que lle v a la m ism a dirección que te n d ría el m an go una vez en h astad a. T o m ad a d esd e la punta d el h ach a h asta el ex ­ trem o de la punta, opuesta, m ide 1 30 mm . L a p u n ta en form a d e hacha, m e d id a d esd e la o rilla d el ag u jero cen tral tien e 74 mm . de largo y un d iám etro tran sversal de 50 mm . m e d id a en el filo que se algo convexo. A m b ro setti ( 1 ) repro duce y d escrib e un ro m p ecab eza del p rim er tipo, que fué encontrado en M olinos, región C alch aq u i. Estc.s arm as, b astan te com unes en el Perú, son ra ras en la región atacam eñ a e in d u d ab lem en te deb en su origen a in flu en ­ cias chinchas o bien, com o es p osib le fueron intro d ucid o p o r los incus. Este punto no .lo podem os reso lver, p arq u e no sab em o s la? condiciones d el h allaz go d e los ejem p lares que citam os. E l M useo N acional tam bién posee tres ro m p ecab ezas de. la m ism a form a, d e p ied ra, en co n trad as en la región atacam eñ a. la? que hem os descrito en otro artícu lo . ANZUELOS: A n zuelos de cobre o d e bronce eran m u y co ­ m unes en la costa d uran te la. épo ca ch in ch a-atacam eñ a. El M useo N acional d e C h ile posee una serie de m ás d e 30, todos d e l m is­ mo tipo pero d e d iferen tes tam años. Fueron h a lla d o s en d ife ­ ren tes puntos de la costa — C ald e ra, T a lta l, P aposo, C o b ija y A rica. H allam o s otros dos en nuestras excavacio n es en Q u illag u a .— Son form ados d e un aíam b re de co b re arq u ead o en sem i­ círcu lo con un extrem o recto y a la rg a d o . L a pun ta m ás co rta es ag u z a d a pero no tiene b arb a. En el b razo m ás larg o se fija la lien za. Dos de los ejem p lares de los que existen en el M useo tie ­ nen sus lien zas o rigin ales y uno d e ellos lle v a una p esa d e p ie ­ dra tam bién fija en la lienza. M id ien d o el arco form ado por los dos brazos, fluctúa en tre 8 y /O mm. y el largo d el brazo m ayo r, m ed id o d esd e la biase d e ja curva d esd e 15 h asta 130 mm . con un espesor p ro p o r­ cional. H a y otro tipo de anzuelo en que el asta sufre una cu rva h a ­ cia ad en tro an tes de enderezarse. PUNZONES: S e encuentran a m enudo, en to d as p artes d e la región, punzones d e cobre o d e bronce. En form a son todos padecidos aunque v a ría n en cuanto a dim ensiones. Son c ilín d ri-


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eos, con p u n ía en un extrem o y rom os en el otro. A veces d e­ m u estran señ ales d e h ab er sido go lpead o s y tienen el extrem o sup erio r alg o ach atad o por el uso, pero parece que la m ayor p a ite se ha usado con la m aijo p ara p erfo rar sin go lpear. V A R IL L A S : P arecid o s a los punzones son unas v arillas de cobre rectan gu lares, con pun ta a am bos extrem os. Los cinco eje m p lare s que existen en el M useo N acional de C hile están dodns lig eram en te arq u ead as. M iden de 10 a 20 cm. de largo y d e 5 a 10 mm. d e d iám etro . L as puntas son m uy agu d as y a la r ­ g a d as, pero en algun o s casos a b o lla d a s por el uso. No sabem os p a ra que p u :d e n h ab er servido. T o das las cinco provienen de

Caldera.. A m b ro setti, en su "B ronce en la RegiN n C alcah qui" supo­ ne que eran punzones. D ice: "E l M useo N acional (d e Buenos A ire s) posee vario s ejem p lares: unos son punzones hechos cor. p ed azo s o e v a rilla s que deb en h ab er tenido otro destino, y otros fab ricad o s o fundidos expresam ente. “ E ntre estos ú ltim os h ay vario s de 42 mm. de largo p or 4 m m . d e ancho que sem ejan pequeños clavo s chatos, con punta ag u d a. O tros son de sección c u ad rad a de 4 mm. por lad o y afi­ lad o s en sus dos extrem os” . M as tard e, cuando ¡Halló otros ejem p lares en L a P aya, cam b ió d e opinión y d ijo que era necesario d ar otra in terp re­ tació n al uso que se les ha atrib u id o ” . H alló dos de m ayores d im ensiones que los que antes h ab ía exam inado y refiriéndose a ellos, a g r e g a : "E l tam añ o ex ag erad o de estos punzones, treinta cen tím e­ tros, térm ino m edio, m e ha hecho suponer que se trata de a r ­ m as en vez d e v erd ad ero s útiles de trab ajo . . no sería d ifícil que se ap ro v ech asen d e estas v arillas acum in adas de bronce ya fu e ia p ara en h astarlas en un palo obteniendo así una especie de lan za corea o sim plem ente m an ejarlas con la mano p ara hundir­ las en el cuerpo de lo s enem igos o d e anim ales que cazaban como 8’ fueran estiletes” . A un cuan d o no podem os exp licar su em pleo, con sidera­ m os que ia ú ltim a interpretació n de A m brosetti es tan peregrina com o la p rim era, y a que p ara dichos em pleos h ab rían fabricado u tensilios m ás ap rop iados. OTROS OBJETOS DE COBRE: En las coleccionas d el M u­ seo N acional de C hile existen un núm ero de otros objetos de co­ b re o bronce, encontrados en diferentes partes de la región a ta ­ cam eñ a, pero p rin cip alm en te en el lito ral. Entre ellos se pueden m en cio n ar dos b o litas h allad a s en P ica (T a r a p a c á ). Son sóli­ das, con un a p equ eñ a o quedad en una de las caras, en la cual h a y una b arrita atra v e sad a que sirve p ara su jetar la cu erd a d e l­ g a d a de fib ra v egetal, bien torcida, que une las dos bolitas. D i­


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cha c u e id a m id e actu alm en te 89 cm. d e largo , pero com o está a n u d ad a en el centro, p arece que o rigin alm en te h a y a sido m ás larg a. ’Las b o litas no son igu ales en tam año, una m id e 24 mm . y ' i otra 2 I mm . de d iám etro. A m b ro setti, al d escrib ir algu n as b o litas h a lla d a s en la r e ­ gión d iag u ita dice, que han servido d e b o le a d o ra s: “ son to d as de pequeño tam año, y han form ado p arte d e v e rd a d e ra s lib ss, aun h o y u sad as por los actu ale s h ab itan tes p a ra caz ar las v icu ­ ñas. Estas lib es necesitan ser de poco volum en y d e m ucho p e ­ so” . Dos existentes en el M useo N acional d é B uenos A ires tie­ nen un d iám etro d e 1,5 Ny 2 cm. resp ectivam en te, algo m ás p e ­ q u eñ as que las d e P ica. No d udam o s que el em pleo que les a s ig ­ na A m b ro setti sea el v erd ad ero . B om an (p . 2 2 2 ) d escrib e otras ig u ales h a lla d a s en S a y a te y tam bién co n sid era que son lib es. Un instrum ento de b astan te tam año, cuyo uso no lo h e­ mos p o d id o ad iv in ar, tiene la form a d e un gran topu, con c a ­ b eza d isco id al, pero en vez d el a lfile r cilin d ric o aco stum brad o , co n tin ua en un brazo largo y plano, d e la m ism a an ch u ra d e un extrem o a otro. El ap arato tiene un larg o to tal d e 3 2 6 m m . la cab eza un d iám etro d e 88 mm. y la an chura d e l v ástag o es d e 22 mm . H a sido fundido en una so la lám in a y la cab ez a fo rm a­ d a después a m artillo , y así se ex p lica que el disco sea m ás d e l­ g ad o que el vástago . Este tiene un espesor d e 2,5 m m . qu e se red uce a 1 mm . en la cab eza. T ien s una p eq u eñ a perfo ració n cerca de al unión d e la cab eza con el b razo , com o en los topus. Fue h allad o en C ala m a y co nstituye una d e las po cas p iezas de bronce pro ced en tes d e esa lo c alid ad . H ab lan d o U h le d e sus excavacio n es en C ala m a, d ic e : "No faltan o bjeto s de oro, p la ta y cobre y aun que v ario s d e estos o jetos p ueden ser im p o rtado s de regio n es v ecin as, el a rte d e ex tr;¡er m etal d e los m in erales no era desconocido com o se ha p ro b ad o p o r el h allazgo de fundiciones an tigu as en esta m ism a región de C a la m a ” . O tro o b jeto in teresan te que h ay en el M useo, es una lla m a de cobre fundido en v aciad o , en p arte d estru id a. L a h ech ura es b urd a y las ex trem id ad es so lam en te esbo zadas. M id e 50 mm. d e largo , 95 mm . d e alto y 22 m m . d e a n ­ cho en el pecho, la figu ra está h ueca y el co b re que la co m p o ­ ne t'en e un espesor de 1,5 mm. O tra d e las p iezas interesan tes de la co lecció n y, h asta ah o ­ ra única que conocem os d e este tipo, es un a esp ecie d e p la c a o p en d ien te de r'orma lam in ar. Fig. 2. L ám . XI. L a p arte inferio r es m ás o m enos cu a d ra n g u la r, d iv id id a lo n gitu d in alm en te en cuatro secciones por tres co rtes que lleg an un poco m ás a rrib a d e l centro. A tra v ie s a la p la c a una serie de cinco lín eas p a ra le la s g ra b a d a s que d a la im presión d e re p re ­ sen tar una co la de á g u ila o d e condor. Esta sección p resen ta una


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su p e ifie c e lisa lig eram en te convexa. L a p arte superior d e la piac.v se d iv id e en dos ram as co n vergen tes con las puntas re d o n d e a­ d as. L a s ram as se unen, cerca d e su nacim iento, por una b arra qu e cierra en la p arte superior una ab ertu ra trian gu lar que sirve p a ia la suspensión d el o bjeto . Por el lad o exterior cad a ram a p resen ta un a p eq u eñ a escotadura. L as d o s ram as llev an en su c e n tio un a p ro tu b eran cia circular de 2 mm. de altu ra con una p e q e r ñ a d ep resió n en el m edio. El adorno tiene un largo total d e óO m m . L a p la ça inferior, en su b ase m ide 31 mm. ; en el punto d e unión d e las ram as divergen tes ( 23 mm. con un largo d e 33 mm . Fué h allad o en C ald e ra, y p u sd e ser diaguita. U na p la ca m uy o xid ad a, que tiene úna form a casi circu­ la i, q u eb rad a en su p arte inferior, lo que im pide saber si ha forrr.arlo p a ite d e un disco, fué h allad o en Paposo. El sector intac­ to lle v a un b o rd e en relieve al contorno de la circunferencia, d estro zad o en p arte por la oxidación. En el mismo lado ha h a ­ b id o una d eco ració n en relieve p arcialm en te b o rrada, pero que d e ja v e r to d a v ía un espiral com pleto con tallo largo y p arte de o tro que p arece h ab er sido igu al y una lín ea curva que p o sib le­ m en te fo rm ab a p arte de un tercero, en el extrem o inferior, don­ d e está q u eb rad a la p laca. El otro lado es liso. Este fragm ento tiene un d iám etro m ayo r d e 66 mm. y por la otra p arte queb ra­ d a, 53 mm . Fig. 1. L ám . XI En n uestra colección p articu lar tenem os dos puntas de fle­ ch a trian g u lares d e cobre, que h allam o s en una sepultura de tum ulo d e T oconao, pertenecien te a la época incaica. Son lam in a­ res, d e 1,2 mm. de espesor, 26 mm. d e largo y 15 mm. de a n ­ cho en su base. 'En am b as la b ase es ligeram en te convexa y no tienen p edúnculo. En la m ism a sep ultura hallam o s cuatro agu jas de cobre, con el ojo perfo rado en el mismo extrem o, un topu de cab eza o v a la d a y con una pequeña protub eran cia perfo rada d o n d e com ienza la v a rilla . T am bién h allam o s la cab eza d e otro •pequeño topu d e form a especial, con dos perforaciones. Si co m p aram o s todos los objetos que hem os descrito con 3os h allad o s en la región calch aq u i-d iagu ita de la R ep úb lica A r­ gen tin a, verem o s que casi no h ay pieza que no se repite en aq u e­ lla región, frecuentem ente en m ayo r abundan cia que en la zona p ro p iam en te atacam eñ a. C o m parado s con los de la región d ia ­ c u i t a ch ilen a, p asa la m ism a cosa, los artefactos de m etal son to­ dos sim ilares. Es de notarse, sin em bargo, que la gran m ayoría d e los tipos y aun los ejem p lares, se h allan exclusivam ente en ¡as sep u ltu ras que pertenecen a la época d e las influencias chin­ chas y m uchos de ello s únicam ente en la costa. ¿Q u é deducciones podem os sacar de estos hechos? En nuestro p arecer, com o hem os dicho antes, la lle g a d a d e los chinchas, porque no cabe d u d a d e que llegaro n eni sus m igracio­ nes o conquistas, a lo m enos h asta C a ld e ra ( I ) , dio un gran im ­ pulso a la m etalu rg ia in d ígen a existente. En sus excursiones al


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B oletín del M useo N acional

interio r d e B o livia, descubrieron el estaño y ap ren d iero n a a lia r este m etal con el cobre, p ro duciendo el bronce. El m odo d e p ro ducir esta aleació n se repartió en seg u id a y fa lta n d o en lo* dem ás p aíses el estaño, este m etal luego se co nvirtió en un im p o rlan te artíc u lo d e com ercio. Los d iagu itas, en am bos lad o s d e la c o rd illera , po r ra z o ­ nas q u e no alcan zam o s a descifrar, asim ilaro n m e jo r las nu evas influen cias, a lo m enos en cuanto a la m etalu rg ia, y crearo n un a serie d e nuevos tipos de ob jetos d e m etal, qué poco a poco ae esparcieron por la p arte m erid io n al d e la regió n atacam eñ a. A sí, a lo m enos es la in terp retació n que dam o s a los hechos que se d esp ren d en d e nuestros estudios y esp eram os qu e n u evas in v es­ tigacio n es v en d rán a con firm ar o a d esa p ro b ar esta hpótesia. R IC A R D O E. L A T C H A M . D irector d el M useo


Metalurgia Atacame単a

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B oletĂ­n del M usco N acional


M etalurgia A tacam eña

Lám. III

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Lรกm. IV


M etalurgia A tacam eĂąn

LĂĄm. V

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Boletín del Museo Nacional

Lám. VI


M etalurgia A tacam eñ a

¡Lám .V Il.

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Lรกm. VIH.


M etalurgia A ta ca m en a

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B o letĂ­n d el M useo N acion al


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M etalurgia A ta ca m eñ a

Lám . XI.

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7 * c ¿ ¿íx ¿

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LEPIDOPTEROLOGIA CHILENA Una nueva especie de Hesperiidae (L ep .) para Chile y anotacio­ nes sobre dos especies más de la misma familia. por el Dr. EMILIO U R E T A R. C o n stituye un verd ad ero acontecim iento p ara nuefetro país, tan pobre en especies de R hopalocera, anunciar una nueva espe­ cie d e esta división, cu ya lista se encuentra inv ariab le, excepto algu n o s cam bios de géneros, desde el año 1902, en que el señor H en ry Jo h n Elwes, describió dos nuevas especies que publicó en 1903 en T he T ransactions of the E ntom ological So ciety of London. Ahoora g ra cias a la d iligen cia y atención d el R. P. Félix Ja ffu e l m e es posible incorporar una nueva especie de Rhophalo cera a n uestra corta lista, co locándo la en el correspondiente lu g a r d e la Sistem ática. A p ro vech o la oportunidad p ara d ar cuenta de otra especie d e H esp eriid ae que tam bién está in d icad a p ara C hile y que no co n sta en n uestra literatu ra nacional y de una tercera que muy p o sib lem en te d eb e h ab itar en nuestro país, y a que fué encontra­ d a en T ierra d el Fuego, territorio sin gran des diferencias topo­ gráficas y cu ya m ayo r extensión corresponde a Chile. O rd en : L ep id o p tera. D ivisión: R hopalocera. F a m ilia : H esperiidae. S u b fa m ilia : P yrgin ae. G én ero : Goniurus, H übner. (G oniurus W stw . y Hew. Eudumus Sw ains. Ploetz P o lyth rix W ats. T hym ele Ky. nec F a b r.) V erz. b el:. Schm ett. p. 104. 1 8 20.

L yroptera


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Boletín del Mu»eo N acional

L a m aza de la an ten a desigu alm en te fusiform e, c u rv ad a. E l a la an terior de form a trian gu lar, a la rg a d a , el m argen e x ­ terio r convexo. L a célu la d isco id al la rg a y angostó, las ven as D e 2 y De 3 form ando una lín ea recta, la v en a De 1 m uy corta y oblicua. L a v en a M 1 está m ás cerca d e la v e n a M 2 que de la ven a R 5. C 2 está m uy cerca de la b ase d e l a la y C 1 m as d e dos v eces m ás d istan te de C 2 que d e M 3. L as a la s p osteriores p or lo gen eral tienen un a la rg a cola» L a célu la disco id al está ce rrad a p a r una v e n a m uy fina, ap en as visible. F a lta la seg u n d a v en a m ed ian a. L a v e n a C 1 n ace un poce antes d el fin d e la c é lu la y C2 un poco m ás c e rc a d e la base del a la que d el fin d e la célula. Los m achos, por lo g en eral, tienen un p liegu e co stal en sus alas anteriores. 1 .— Goniurus proteus Lind. (D om ingo, Scudd. proteoides, P lo e tz ). Syat. Nat. 1. p. 4 8 4 . 1758. Seitz. M acro lep . V . p. 8 5 3 . Pl. 160 b. H a yw ard . R ev. Soc. Ent. A rg. t. V , p. 157. 1933. L as alas son de color m arrón-parduzco obscuro, la b ase d e l a la anterior y la m itad b asal d el a la po sterio r cu b iertas con peios verdosos, las a la s posteriores con co las larg as. En el a la an terio r se encuentra un a lín e a o b licu a m e d ian a de cinco puntos hialinos, d e color oro m uy p álid o . E sta lín e a ' de puntos cruza el a la en lín e a recta d esd e poco an tes d e l m e­ dio d e la costa h asta frente a l ángulo exterio r p ara te. m in ar en la segu n d a c élu la cu b ital. Poir lo gen eral, los puntos son c u a­ drados, siendo cóncavos en sus b o rd es b asa l y m a rg in al. H ay otro punto, posm ediano, en la tercera pélula m e d ian a y un a li­ nea de puntos pequeños subapiC ales fo rm ad a p u i ocho puntos, cuatro oblicuos a la co sta h acia el m argen , lu ego cuatro o b li­ cuos b ssales. De estos últim os le s tre& superiores son m u y chicos. L a orla es m arró n -p ard uzca p á lid a en el a la an terio r y a lg o m ás obscura en el a la posterior. En el a la an terio r la a r la está co m p letam en te in terru m p id a al fin al d e las ven as po r co lo r m arrón-parduzco obscuro y en el a la posterior p arcialm en te in te ­ rrum pida, pero el c o lar de fondo no cruza p o r com pleto la o rla. iLa faz inferior es de color m arró n -o liva salp icad o lig e r a ­ m ente d e color gris ( a excepción d e la seg u n d a cé lu la cu b ital, la c é lu la a n a l y la b ase d el a la a n te rio r.) L as co las y la p arte inferio r del m argen exterio r son m ás obscuras. En el a la a n te ­ rior la célu la cub ital superior es m ás obscura com o tam bién lo es una fa ja sub m argin al al lad o exterio r d e la lín e a d e puntos hia-


L epidopterología Chilena

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inos su b ap icales. En el a la posterior h ay dos puntos m ás obscu ras que el resto d el diseño, co locado s cerca del m argen cos­ ta l a 114 y 1 ¡2. A d em ás, h ay dos fa jas obscuras pre y post­ m ed ian as, y un a lín ea sub m argin al, esta últim a poco notable. L a fa ja p ie m e d ia n a tiene una lín ea b lan ca en su p arte superior ex­ tern a y la fa ja p o stm ed ian a es m ás obscura h acia la base. En alg u n o s ejem p lares la fa ja p rem edian a se extiende a la co sta p a ra incluir lote dos puntos subcostales. L os puntos hialinos d el a ja anterior son m uy v ariab les en fo rm a y tam año, tanto bien sep arad o s uno de otro, como for­ m ando casi una fa ja com pleta, pudiendo a veces fa lta r algunos, esp ecialm en te los subapicales, de los cuales a veces quedan so­ lam en te los tres superiores m ás grandes.

Expansión a la r : 45 a 50 mm. Existen ejem p lares chicos que m iden so lam en te 37 a 38 mm. (H a y w a rd ). Los tres ejem p la­ res cap tu rad o s en C h ile m iden 36, 40 y 42 mm.

D istribución geo g ráfica: N. y S. A m érica. Es una de las especies m ás com unes en los clim as tropicales. E n la A rg en tin a: Prov. de Buenos A ires, C oncordia, L a R io ja y C haco San tafecin o (H a y w a rd ). Tucum án, Buenos A i­ res. L a R io ja, Iguazú, M isiones, C órdoba (col. B re y e r). L a R io­ ja , T afé V iejo , C ó rd o b a (co l. Mus. N. H. N. d e Bs. A s .) Entre R ío s R . C. W illiam s en N eotropical H e sp erio id ea ). Misiones (B o u rq u in ). En C h ile: A rica, donde fué co lectad a el d ía 28-111-36 por el R . P. F élix Ja ffu el, quien tuvo la gentileza d e enviarm e los tres ejem p lares que capturó, uno d e los cuales queda depo sita­ do en la colección de L epidóp teros chilenos de nuestro Museo y le s otros dos en mi colección particular. El R . P. Jaffu el me envió éri obsequio y p ara su determ in a­ ción los 3 ejem p lares, aco m pañado s de la siguiente n o ta: "Es­ tas m arip osas fueron cazad as en A rica, en el ja rd ín o parque público, el d ía 28-111-36, a las 10 A . M. P arece que se posaban ind istin tam en te sobre v a ria » especies v egetales. Debo añ ad ir que aq uel d ía y en aq u ella hora se v eían v o lar numerosos ejem plares de estas m arip osas” . B io lo g ía ; L a b io lo gía de esta especie es bien conocida (v id e L ep. C at. XLVI1, pp. 1 6 -1 7 ). L a oruga es v erd e con la p arte dorsal rub ra y con lineas late ra le s m ás claras. L a cab eza es m arrón-rojiza. L ás orugas viven entre hojas de Q lycinae y varias plan tas


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B oletín del M usco N acional

de la fam ilia P ap ilio n aceae, uniendo las h o jas p ara fo rm ar su h abitáculo. ■La otra especie m en cion ada p ara C hile por el señor Kenr.eth J. H ayw a rd , de la R ep. A rgen tin a, en su trab ajo titulad o L epidópteros A rgentinos, Fam . H esperiidae, p u b licad o en la R ev. d e la Soc. Ent. A rg ., Nv 2 3 , tom o V , 1933, es:

2.— Goniurus octomaculata, Sepp. •

(C alen us, M a b .) Surin. V lin d . 2. p. 58. 1848. Seitz, M acrolep. V . p. 758, fig. en lám . 161, fila d como "m acu lata” . H ayw ard , R ev. Soc. Ent. A rg . t. V , p. 164, 1933.

E l color de fondo es m arrón-parduzco y e l a la an terio r tiene ocho puntos blanquizcos hialinos. De estos, tr.es se encuen­ tran en una h ilera m ed ian a, otro postm ediano y m uy pequeño en la b ase de la tercera c élu la m e d ian a y tres chicos su b ap icales oblicuos a la costa. H ay ad em ás una so m b ra an tem arg in al en las cuatro alas. Los puntos hialinos m edian os son m enos en form a de h ilera que en otras especies d e este género. En la faz inferio r el color de fondo es m ás claro . El a la an terio r tiene una área c la ra al lad o d el m arg sn in terio r y una som bra an tem argin al. El a la posterior tiene un punto b a sa l y una fa ja tran sversal post m ed ian a obscura y las co las y la p arte in ­ ferior del m argen exterio r son tam bién obscuras. L as co las son a l ­ go co rtas y pun tiagudas, siendo de form a m ás o m enos trian g u ­ lares. El tegum en eu largo ; el scaphium bien d esa rro lla d o e in c li­ nado h acia a b ajo . Los h arpago n es tienen un hueco h acia su te r­ m inación en la p arte dorsal, que en p arte es a se rra d a. L a punta es red o n d ead a e in clin ad a h acia arriba. EXPANSION A L A R : 40 mm. DISTRIBUCION GEOGRAFICA: M éjico h asta C h ile y A r­ gentina. M isiones (B o u rq u in .) El Sr. H ayw ard no precisa lo c alid ad , ni fech a d e cap tu ra p ara nuestro país. B io lo g ía : Según D raudt en S eitz loe. cit., la o ru ga es b la n ­ co -azu lad a, la cab eza am arillen ta. ¡La c risá lid a es rojo a m a ri­ llen ta, form ándose sobre una h o ja de la p lan ta de alim en tació n (P tero carp u s in d ic u s), por unión de las dos m árgen es de la h o ­ ja con algunos hilos d e seda.

L a tercera especie que seguram en te se encuentra en territo rio ch'leno es:


L ep id o p tero lo g ía C h ilen a

3.— Epargyreus argentosus, Hayward.

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v

R ev. Soc. Ent. A rg ., N. 23, t. V , p. 175. 1933. T o do lo que el Sr. H ayw ard dice sobre esta especie es lo sig u ien te: La form a d e E p argyreus que vu ela en T ierra d el Fuego, tiene la b ase de las alas cubiertas con pelos del mismo color que el d el fondo d e las alas y no d e color ocre. L a lín ea pos-basal d e la faz inferio r d el a la posterior está reem p lazad a por una m an ch a exten sa b lan co -p latead a con los bordes netam ente d e­ finidos. Esta m ancha está b o rd ea d a en su lado m argin al por una iín e a in d efin id a b lan quizca. L as v álv u la s d e los gen itales d ifie­ ren algo de las G. tom olus. H olotipo m acho de T ierra del Fuego en la colección del M useo N acional de H istoria N atural de Bue­ nos A ires” . Com o se ve el señor H ayw ard d a como lo calid ad T ierra del Fuego, y no in d ica la fecha de captura. in cluyo esta especie en la corta lista presente con el ob­ jeto de o rien tar la m alicia de nuestros entom ólogos, quienes po­ d rán c o lectarla en nuestro territorio y así incluirla, d efin itiva­ m ente en nuestro católogo. R esu m en : En el presente trab ajo se indica una nueva es­ p ecie de R h o p alo cera p ara C h ile: Goniurus proteus, Lind., se p u b lica por prim era vez en literatu ra entom ológica chilena una segu n d a esp ecie: Goniurus o ctcm aculata, Sepp. y se incluye co mo m u y p ro b ab le p ara nuestro p aís una tercera especie: Epar gyreu s argentosus, H ayw ard. L as tres especies pertenecen a la fam ilia H esperiidae. SA N TIA G O de Chile, O ctubre de 1936



¡CU ARE N TA AÑOS! Estas dos p alab ras sencillas y vu lgares que expresan en g e­ n era l un lapso d eterm in ado de tiem po, en este caso significan mucho p ara los científicos e intelectuales, porque es la ed ad que y a ha alcan zad o la Revista Chilena de Historia Natural, que d i­ rige el distinguido n atu ralista Prof. Dr. C arlo s E. Porter, que con un propósito in q ueb ran tab le la ha podido m antener hasta hoy, estim ulad o por el aplauso de sabios, aficionados y profa­ nos, y m ed ian te su entusiasm o latino y juven il, y su p erseveran ­ cia tudesca que lo sostiene, lo hacen avan zar y triunfar siem ­ pre, ven cien do to d a clase de d ificultades que em piezan con las d eficien cias económ ica«, que continúan con los esfuerzos para so licitar los trab ajo s de sus co laboradores, no siem pre en condi­ ciones de co m p lacerlo luego, po r los inconvenientes de distintos ó rden es que no faltan , y que term inan con al atención d iaria y constante de las tareas de escritorio, y visitas a los talleres ti­ pográficos. C om ienza el d ía p ara este hom bre dinám ico con un ag ita d o m ovim iento y concluye con un m ovim iento igualm ente ag itad o . L a Revista Chilena d - Historia Natural, que cum ple cuaren ­ ta años d e v id a, es el p rim er exponente de nuestra cultura cien­ tífica al respecto, que al difundirse por tc d a s partes d el mundo efectúa una lab o r lev an tad a, ejerciendo la misión p atriótica de d ar a conocer intelectualm ente a nuestro país, y m antener re­ laciones de co rd ialid ad con los centros científicos del extranjero. P ero, la v id a de esta publicación im portante y n ecesaria p a­ ra los chilenos, v a íntim am ente unida a la existencia de su Di­ recto r y fundador, que le dedica sus esfuerzos y sus ahorros, lle ­ v án d o le la p referen cia de sus activ id ad es a veces por sobre am i gos o investigaciones, com o «i fuese la com pañera o b ligad a que ex ig e m antenim iento y p leitesía de su sabio y perseverante soste­ nedor. Y com o si fuera esto tam bién un contubernio original, y hubiese un com prom iso fantástico, la Revista Chilena de His­ toria Natural, v iv irá lo que el Prof. Porter. M ientras conserve m os a este incan sab le trab ajad o r científico, tendrem os ese ó rga­ no d e p u b licid ad , más allá, no.


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B oletín del M useo N acional

En todo tiem po el Prof. P o rter y su Revista han m erecido los elogios d e los hom bres d e cien cia de todos los p aíses. El Dr. F elip e G arcía C añizares, al p resen tar a l Prof. Poirter com o m iem bro de M érito a la A c a d e m ia d e C iencias M édicas, F ísicas y N aturales de L a H aban a, en 'sesión d el 13 d e M arzo d e 1908, d ecía en una p arte de su discurso: “El Sr. P o rter h a sido el fundador, y es el sostenedor de la Revista Chilena de Historia Natural, que y a cuenta con m ás d e 10 añ os d e existen cia. En esa R evista, que b astaría por sí so la p ara ' ju stificar e l puesto honorífico que ’habrem os de d iscern irle hoy, tiene p u b licad o s m ás de 100 trab ajo s o rigin ales sobre la F au n a y la F lo ra d e C h i­ le ; se cuentan tam bién por cen ten ares los extracto s y artícu lo s traducidos ó refo rm ado s d e o:tras R ev istas; y por m illa re s los an álisis y juicios críticcs '.obre obras y revistas cien tíficas y ex ­ tran je ras.” D esde aq u e lla le ja n a fecha h asta hoy, y después de esta ap reciació n ex acta y auto rizad a, h ay que a g re g a r una lab o r de treinta años m ás, lo que significa que esta Revista ha p u b licad o en los 39 tomos que han salid o a luz, 1,495 trab ajo s o rig in a le s; 1,100 extractos tom ados de otras R evistas de ciencias n a tu ra ­ les, y ha anunciado en su Sección B ib lio g rafía m ás d e 7 0 0 0 obras y revistas cien tíficas.. L a A cad em ia d e C iencias de Z arago za, hacien do el elogio d el tomo de 1929, d ed icad o a l ab ate M olina, d e c ía : “A l leer este m onum ento d e adm iració n y entusiasm o h acia el sabio P. Juan Ignacio M olina, no hem os podido m enos d e m arav illarn o s de cóm o el ilustre Prof. Dr. C arlo s E. P o rter, ha sab id o m o v ili­ zar todas las fuerzas y reservas cien tíficas d e la nación, p ara d ar tan g a lla rd a m uestra de su ac tiv id a d , de su organ ización , de su am or nacional, de su b enevo lencia, d e su respeto y v e n e r a ­ ción a la gran figura y gloiria nacio nal d el ab ate Ju a n Ignacio M olina. R ecib a el Dr. P orter d esd e estas p ágin as, la m ás co rd ial felicitació n y enhorabu ena por su in can sab le lab or, y p o r el é x i­ to m ás esp lén d id o y lison jero con que ha visto coro n ados sus esfuerzos” . M uchos n atu ralistas chilenos p ublicaron sus prim eros a r tíc u ­ los en esta R evista, cuyas p ágin as han sido siem pre o frecid as por su D irector, ias que han sido ap ro v ech ad as tam b ién p o r las co r­ poraciones que se ocupan de ciencias n atu rales, las que han p u ­ b licad o en ella s sus actas y sus trab ajo s. M ás d e una em in en cia cien tífica del extran jero , com o el gran C a ja l, ha eleg id o la R e­ vista Chilena de Histor:a Natural p ara la p u b licació n de algún trab ajo o rigin al. Y es asi la única en su género por las d istin tas seccione^ que tiene, com o N ovedades, C rónica, Inform aciones, A ctas M u seos e ilustraciones, fuera de T rab ajo « o rign ales y B ib lio g rafía. Son num erosos los juicio s encom iásticos que sab io s y r e ­


¡C u a re n ta a ñ o s!

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v istas han em itido sobre esta publicación nacional. Y no que riendo ser ag en a al reconocim iento universal de ella, el Consejo de E ducación de la U n iversidad de C hi;c, acordó prem iarla el año 1934, p u b licán d o la sin gaistos p ara su D irector y fundador, en los ta lle re s tipográficos de la U n iversidad del Estado. Esta im p o rtan te R evista ha sido p rem iad a en la Exposición de M a rse lla en 1 9 0 6 ; por la A cad em ia Internacional de G eo­ g ra fía B ritán ica de Le M ans, en 1 9 0 6 ; con m ed alla de oro en la Exposición de T alca, e n i 9 0 7 ; por la A sociación de N atura­ listas de Ljevallois. en 1 9 0 9 ; por el Instituto de Francia, en 1 9 1 0 ; por el Suprem o Gobierno de V en ezuela, en 1 9 18; por la S o cied ad A gro n ó m ica de C hile, en 1921 ; por el Ju rad o de la Exposición de O bras d el Instituto de Ingenieros A grónom os de C h ile ( 1 9 3 5 ) , y por v arias otras corporaciones. P a ra el M useo N acional tiene un significado especial, por cuanto el Dr. C arlo s E. P orter fué durante muchos años nno de los jefes de sección del establecim iento. El personal del Museo ha figurado constantem ente entre los colab orado res más asiduos d e la Revista y duran te los años en que no se pudo p ublicar el “ B o letín d el M useo N acional” , era el órgano predilecto p ara la publicación de sus trab ajo s de investigación. Estos datos d an una idea de lo que ha sido y es esta Revista y d el trab ajo perm anente del Prof. Porter durante esta larg a se­ rie d e añoia, de su p erseveran cia y de su am or a las ciencias naturales. ENRIQUE ERNESTO GIGOUX


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MUSEO NACIONAL DE HISTORIA N ATU RAL M E M O RIA DEL DIRECTOR POR EL AÑO

1931

D urante el año 1931, la m archa norm al del establecim ien­ to fué en torpecida por una serie de factores, económ icos en su m a yo r p arte, que vinieron a dificu ltar su debido desenvolvím iento. En p rim er lu gar, los trab ajo s de reparación y reconstrucción del edificio, que h ab ían quedado paralizado s en N oviem bre de 1930, sólo se reanudaron en O ctubre de 1931. Por esta cau­ sa, diez sa la s perm anecieron fuera de servicio y las colecciones que en e lla estab an han tenido que guardarse en bodega, o bien en otras salas, las que por la aglom eración de m ateriales han tenido que c e rra rsi a l público. Si agregam os que en O ctu­ bre hubo que desocupar la gran sala cen tral del edificio para com enzar en e lla las refacciones proyectadas, se v erá que son m uy pocas las salas que han quedado hábiles. Otro factor que vino a p ertu rb ar el trab ajo m aterial y científico del museo, fué la supresión por econom ías, de cinco em pleados— dos jefes de sección, el b ib lio tecario , el carpintero y el guardián tipógrafo. L a fa lta de estos em pleados ha dificultado enorm em ente la m ar­ ch a reg u lar del establecim iento, cuyo personal siem pre ha sido dem asiado reducido. El museo, por otra parte, ha sufrido por la reducción de la? sum as destinadas a sus gastos variab les. D ebido a ésto ha tenido que suspender nuevam ente la publicación de su "B o letín ” ; suprim ir casi to talm en te las excursiones dft estudio y recolección de ejem p lares nuevos p ara las colecciones y canjes y se ha en­ cen trad o en el caso de no poder hacer can jes con el extran je­ ro. Por la m ism a razón no se ha podido hacer ninguna adquisición p ara el museo, aunque se han presenitado ocasiones favorables de h acerlo , si se hubiera contado con los fondos necesarios. T am ­ poco se ha podido co m prar las obras y revistas científicas que n ecesitan con urgencia las diversas secciones, p ara el estudio e investigación.


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Boletín dul M useo N acional

A dem ás, el persona] ha tenido que ocuparse co n tin u am en ­ te en trab ajo s poco provechosos, por cuanto ha sido preciso, durante los últim os meses, traslad ar las colecciones de p arte en parte, con gran frecuencia, a m edida que el av an c e de las re­ paraciones lo h acía m enester. No obstante, con todos estos inconvenientes, el año ha si­ do provechoso en muchos sentidos. CO N STRUCCIO NES En el m es de O ctubre, se rean udaron los trab ajo s de re ­ facción y de reconstrucción del edificio, en su cuerpo norte. A c ­ tualm ente se prosiguen con gran actividad, ocupándose en ellos m ás de 2 5 0 obreros. T am bién se ha dado com ienzo a los trab ajo s de reparació n de la gran sala cen tral. En lá p arte exterior se están resforzando los m uros con colum nas de concreto arm ado, unidas entre sí por cadenas del mismo m aterial. 'En el interio r se está estu­ cando de nuevo los m uros p ara después pin tarlo s y reno vando la totalidad de los pisos que se h allab an en b astan te m al esitado. A la vez se está ejecutando una instalació n de luz eléctrica en todo e] edificio, con tubo de acero em butido en los muros, A n ­ teriorm ente el establecim iento c are c ía de un sisitema de alu m ­ brado y por consiguiente, durante los inviernos no se p o d ía tra b a ja r después de las cuatro y m edia de la tarde. T R A B A JO S DEL PE R SO N A L El personal científico del m useo ha quedado reducido a c ­ tualm ente al D irector, quien ha tenido q u e h acerse cargo de las secciones de an tro p o lo gía y g e o lo g ía ; el señor E nrique Ernesto Gigoux, jefe de la sección de zo o lo g ía; el b o tán ica señor F ra n ­ cisco Fuentes y los dos taxiderm istas, señores F. F. P la tts y L uis M oreira. A fo rtun ad am en te se ha podido co ntar con los v a lio ­ sos servicios continuos del b otánico ju b ilad o , don M arcial E spi­ nosa Bustos quien presta gratu itam en te su concurso sn la sec­ ción de p lan tas criptogám icas. L a D irección del M useo, aseso rad a p or los diferen tes Je fe s de Sección, ha tenido que co n testar m ás de doscientas con sultas durante el año, sobre los m ás diversos tópicos. El D irector ha dictado 2 2 conferencias sobre distintos te ­ mas, en la U niversidad de C hile y en las diferen tes so cied ad es cien tíficas de la cap ital, com o tam bién v a ria s o tras sob re cues­ tiones sociológicas, an te co rp oracion es in teresad as en estas m a ­ terias. Ha publicado cinco artícu lo s etnológicos y ha tenido en prep aració n d‘os obras de m ayo r alien lto, una, en carg ad a p or el M inisterio de E ducación sobre E tn ología A m e ric a n a” , casi te r­ m inada y otra sobre la A gricu ltu ra P reco lo m b ian a en C h ile y los p aíses vecinos que tam bién está por term in arse.


M em oria de] año 1 9 3 1

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El Je fe de Sección, señor G igoux dió fin a l trab ajo prin­ cipiado el año pasado, de revisar y ordenar las grandes colec­ ciones de av es ch ilen as y extran jeras, haciéndolas lim piar, des­ in fectar y rep a rar, renovando las etiquetas cuando fuere m enes­ ter. T erm in ad a dicha itarea, se ocupó en revisar la m agn ífica y v a lio sa colección entom ológica del museo. A d em á s ha d eterm inado y etiquetado I 19 aves y otro m ate­ rial zoológico que ha ingresado durante el año y ha hecho igual co sa con la colección de conchas obsequiadas por el señor Exequiel F igu ero a U. y otras de diversas procedencias. PubJicó durante el año 70 artículos de divulgación cien­ tífica sobre cuestiones de historia natural. El señor Francisco F uentes M ., Je fe de la Sección de Bo­ tán ica F an ero gám ica ha tenido un año de m uchas actividades. P rep aró , etiquetó y colocó en el H erbario, 150 especies de p lan ­ tas, no clasificad as o clasificadas de una m an era dudosa, entre las cu ales h ab ía algu n as nuevas p ara Chile. Pudo determ inarlas duran te su v ia je a E uropa el año pasado, co teján do las en los h erb ario s de los jard in es botánicos de Kew, P arís y B erlín. Como resultad o de este mismo v ia je pudo traer por m edio de un canje, un ejem p la r de BR O M U S MANGO, p lan ta antiguam ente culti­ v a d a por los indios de C hile año ra totalm ente desap arecida. Es­ te ejem p lar sirvió p ara reem p lazar el que fué extraído del her­ bario del M useo hace varios años. Fué uno de los ejem p lares llev ad o s a F ran cia por don C laudio G ay y que existen en el her­ b ario del Ja rd ín B otánico de París. El señor Fuentes hizo durante el año varias excursiones botánicos, a su propio costo: una a Copiapó y el desierto d -2 A taca m a, llegan d o h asta Iquique e internándose al v a lle de P i­ ca, donde estudió detenidam ente la interesante flora de esta re­ g ió n ; otra a Curicó, Llico, V ichuquén e Ilo ca; otra a Popeta, otras a l C erro del Roble* a Quillolta y Concón, a A cúleo, etc. De cad a una de estas localidades, trajo un abundante m aterial de estudio p ara la renovación de los h erbarios del museo. A m e­ d ida que sus ocupaciones le perm iten, sigue con la debida c la­ sificación de estos ejem p lares, habiéndose ingresado en las co­ lecciones m ás de 400. H a tenido que contestar un gran número de consultas, a l­ gunas de las cu ales han necesitado extensos inform es y otras m u­ chas han sido p ara determ inar las especies y cualidades de p lan ­ tas y m alezas. Por ejem p lo ; el M inisterio de Fom ento pidió un inform e, solicitado por el E m b ajad o r de los Estados Unidos, sobre las p lan tas de flor y de adorno chilenas que podrían a c li­ m atarse en aq u el país. Del mismo M inisterio recibió v arias con­ sultas solicitando la determ inación de diversas especies de p la n ­ tas fo rrajeras e industriales. R ecibió del B rasil una consulta so ­ b re la G loria del Sol y otra sobre nitrógeno. De B olivia consul­ taron respecto de cuatro gram ín eas; el Servicio de la Estación


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i. i.

B oletín del Museo N acional I.

I-

A gronóm ica pidió datos sobre el Paspalurr. dialatatum. El in g e ­ niero agrónom o solicitó una revisión de su h erb a rio ; el señ o r P uelm a Y unger, de M ulchén consultó la sección en distin tas oca­ siones sobre m alezas ap arecid as en su fundo y sobre el v a lo r económ ico de tres especies fo rrajeras, etc., etc. A d em ás hizo la clasificació n de los herb ario s de v ario s p a r­ ticulares y estudiantes, contando en tre estos últim os, trein ta h er­ barios de alum nos del Instituto A gronóm ico, de 80 a 100 p la n ­ tas cad a uno. A sistieron a la Sección num erosos estudian tes de agro n om ía y de farm acia p ara co nsultar con el Je fe y revisar los herbarios en la p rep aración de sus M em o rias de p ru eb a. D i­ versos profesores tam bién han acudido a la sección en b usca de datos p ara la p rep aración de trab ajo s, que no po dían conseguir en otra parte. El señor Fuentes ha publicado v ario s artícu lo s y h a d icta- . do seis conferencias sobre m aterias d e su ram o. D urante el año se cam bió el sistem a de co n servar los h e r­ barios, quedando los paquetes en posición h o rizo ntal en v ez de v ertic al com o antes se h acía. A h o ra estos h erb a rio s quedan bien d istribuidos y catalo gad o s. El señor M arcial Espinosa Bustos, b otánico ad honorem a cargo de la Sección de P lan tas C rip ío gám icas, a p esar de estar jub ilad o , ha d esp legado durante el año su activ id ad y en tu sias­ mo acostum brados. H a hecho num erosas excursiones de estudio y recolección, haciendo los gasto s p erso nalm ente. E ntre o tras partes visitad as se pueden m en cio n ar: C h o apa, T ilam a, L o s V ilos, Z ap allar, Ju an F ernández, C artagen a, P eñ aflo r, L a U nión, la R egión de los L agos, L a Boca de Budi, L as N ieves, de R e n ­ go, V illa A legre, San Ja v ie r, Q u eb rad a del Infiernillo, San F er­ nando, T opar, P urap el, etc. De todas estas excursiones trajo un ab u n d an te m a terial que tiene en estudio. H a investigado d eten id am en te y h an in ­ gresado a las p lan tas clasificad as de la sección, 70 ejem p lares. Fueron obsequiados a la sección otros diez ejem p lares raras. L a sección atendió a cinco estudiantes de F arm acia que r e ­ currieron al lab o rato rio p ara p rep arar sus m em o rias de p rueb a. T am bién acudieron doce person as p ara la iden tificació n de p la n ­ tas. D u rante el año hizo una revisión de los h elechos d el h er­ bario, rectificando los nom bras de num erosas especies. El señor Espinosa publicó dos trab ajo s sobre su esp e ciali­ d ad : “ H elechos de C erro L arg o ” y "L o s p rim ero s helech os re ­ cogidos en C h ile", y tiene en p rep aració n otros seis sobre he'lechos chilenos y uno sobre cactáceas chilenas. T R A B A JO S DE L A SECCION DE T A X 1D E R M IA En esta sección se han p rep arad o y m ontado seis m a m ífe ­ ros p ara las colecciones, 48 p ieles de aves, y un núm ero de


M em oria del año 1 9 3 1

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ofidios^ m oluscos, etc. que han ingresado a l museo durante el ano. ad em ás de otros vario s ejem p lares p ara diversos estableci­ m ientos de enseñanza. Sin em b argo , el trab ajo m ás im portante de esita sección ha sido la confección, b ajo la dirección artística del taxiderm ista co n tratad o , señor F. F. P latts, de una serie de grupos b io ló gi­ cos de aves, en su am biente natural. H asta ah ora se han term i­ nado los sigu ien tes: G rupo de aves m arinas en la p laya. G rupo de flam encos, en estante con fondo pintado por la artista señ o rita D elfina G utiérrez. G rupo de garzas blancas, a la o rilla de una laguna. G rupo de pelícan os en rocas a o rillas del mar. . G rupo de aves acuáticas de agu a dulce, en tierra, en el agu a, volando y en el nido. G rupo de pingüinos en las rocas a o rillas del mar. El taxid erm ista, don Luis M oreira por su parte, ha p re­ p arad o tam bién un grupo de cisnes negros de la A u stralia y otro que represen ta una p an tera n egra de la India, cazando un ciervo. Estos trab ajo s artístico s llam an mucho la atención de los visitan tes del m useo y es la prim era vez que en Sud A m érica se h a y a efectuado sem ejan te tarb ajo , pues grupos parecidos se conocen so lam en te en los grandes museos de E uropa y los Es­ tados U nidos. ¡Las aves utilizadas en estos grupos fueron caz a­ dos por el m ism o personal del museo, quienes, a la vez, las es­ tudiaron en su propio am biente, haciendo p ara el efecto excur­ siones a Batuco, L am pa, M atanzas, L as Condes, Z ap allar, Quinch am alí y otras partes. S e han efectuado en el museo num erosos trab ajo s de car­ p in tería, entre otros la reconstrucción de 34 vitrinas y estantes, la h ech u ra de m ás de cuaren ta bases p ara ejem p lares em b alsa­ m ados, sin co n tar las frecuentes reparaciones en todos los de­ p artam en to s, colocación de vidrios, etc., etc. S : ha conseguido con la D irección de O bras P úblicas que co n jun tam en te con la refacción del edificio, • se construya p ara e l m useo un a serie de estantes y vitrin as nuevas de diferentes ti­ pos, p ara las salas nuevas que luego se term inarán. H asta el m om ento se han entregado cinco vitrin as de tipo grande y se están m ontando 2 0 otras que no dem orarán en entregarse.

COLECCIONES P o r los m otivos indicados m ás atrás, las colecciones del m useo no han aum entado en la proporción que era de desear, pero, no obstante, en algun as secciones hubo b astante incre m en tó :


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B oletín del M useo N acional

B otánica (fa n eró g a m as) .......... B otánica (crip tó g am a s) A v es chilenas y ex tran jeras M am íferos .......................................... R ep tiles ............................................. Peces ..................................................... Insectos ............................................. Conchas .............................................. M oluscos .......................................... Nidos .................................................... P iezas etnológicas ....................... P iezas an tro p o ló gicas ............. Piezas arqueo ló gicas ..................... P iezas p aleo n to ló gicas .............. M in erales ............................................

36

50 0

40 0

936

55 5 3

20

— —

64 — — — 166 — — 4 —

139 5 3

— — —

2

34 73

26 4 27

— — — — — — —

411

520

6 1

127i 2

T O T A LE S ...........................................

2

— — 60

2

200 73

6 5 127 4 26 4 87

766

L as colecciones de la b ib lio teca han aum en tado en la siguiente form a durante el año: 9

100

20

22

57 1094 —

9

1239 31

181,

1 151

38

1370

V olúm enes ............................ F olletos ................................ F o to grafías ..........................

34 124

TO TALES

Entre los can jes recibidos por el m useo deben citarse una colección d e 5 0 0 p lan tas clasific ad as d e A sia C en tral, rem itid a por la U niversidad de M oscú y un a colección de 20 a v e s ja p o ­ nesas obtenidas en can je con el señor B arón de K uroda. El museo ha recibido num erosos obsequios y en tre los m ás im p o rtan tes se puede m encionar una herm osa co lección de co n ­ chas, donada por el señor E xequiel F igu ero a U nzueta. El M inisteroi de R elacio n es E xteriores m andó en obsequio v ario s cajo n es procedentes de la Exposición de S e v illa que co n ten ían 60 piezas etnológicas, p rin cip alm en te de los indios fueguinos y doce g ra n ­ des m arcos con cuadros estadísticos. El señor D. B ulloek, de A n gol, obsequió una p eq u eñ a colección de p ieles p re p a rad as d e a v e s de los Estados U nidos y el señor Ju a n T heune, m ás de cu aren ta aves cihilenas. El señor A lb erto F rag a, b ib litecario del m useo, obsequió al establecim iento v arias p equeñas co leccion es de insectos, co leccio ­ nados durante sus excursiones. El señor Fuentes obsequió v a ria s p iezas etno ló gicas y de folklo re, p ro ceden te de los indios fu eg u i­ nos y de C h ilo é y L lanq uihue y el señor 'Espinosa n um erosas p ie ­ zas de fo lk lo re de la p ro vin cia de M aulé.


Memoria del año 1931

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E.1 Prof. D r. C arlo s E. Porter, entusiasta co lab orado r del m useo ha obsequiado a la b ib lio teca del establecim iento m ás de 150 fo lleto s y volúm enes y vario s ejem p lares de diversas índole p a ra las colecciones. A l señor A lb erto M andujano se debe el obsequio de m ás de 2 0 eje m p lare s interesantes de rocas y m in erales y num erosas p la n tas reco gid as en sus excursiones. O BSE RVACIO N E S GEN ERALES

L a S a la de C lase del museo, a p esar de encontrarse c erra­ do el establecim iento a l público en general, ha seguido p restan ­ do servicios a la enseñanza. D urante el año, fué ocupada por 173 cursos, los cu ales con sus profesores acudieron a ella p ara h acer sus clases de H istoria N atural, aprovechando el m agnífico g ab in ete con que está dotada. A dem ás, se ha reunido en ella duran te 'todo el año, la Sociedad C hilen a de H istoria N atural y en v arias ocasiones ha servido p ara asam b leas y reuniones de pro­ fesores de los liceos y las escuelas prim arias. A ún cuando sean m uy pocas las salas actualm ente h ab ilita­ das y que no se h a y a abierto el museo a l gran público, sin em ­ b argo , se han dado toda clase de facilid ad es a las personas que han querido visitarlo , las que han pasado de 6 0 0 0 , sin contar los cursos m encionados m ás arrib a, cuyos núm eros no b ajan de 5 0 0 0 a 6 0 0 0 alum nos. E ntre los visitantes extran jero s de nota se puede m encionar a l Prof. W . A . P arks, de la U niversidad de Toronto, quien obse­ quió a la b ib lio teca del museo un núm ero de folletos sobre p a ­ leo n to lo gía de que es a u to r ^ e l Dr. A lfredo M etraux, conocido etnólogo sueco, D irector del Instituto de E tnología de la U n iver­ sidad de T u cum án ; el señor Jo rg e K allab, de C zechoslovaquia, quien h acía una gira por Sud A m érica, estudiando los textiles in d ígen as y crio llo s; el Dr. C larence E. M ickel, Profesor de En­ to m o lo gía y Z o o lo gía de la U niversidad de M innesota y M onse­ ñor Federico Lunardi, A uditor de la N unciatura A postólica de R ío de Jan eiro , quien hizo v arias visitas al museo p ara estudiar las colecciones arq ueo ló gicas y p ara inform arse sobre la arqueo­ lo g ía sudam ericana. NECESIDADES URGENTES L as n ecesid ad es m ás urgentes del museo son: 1.a la repo­ sición del b ib lio tecario y del guardián tipógrafo, em pleados am ­ bos que hacen sum a falta al estab lecim ien to ; 2 .a la reposición en el presupuesto del ítem p ara la im presión del “ B oletín del M u­ seo ” , porque la fa lta de este órgano p erjudica enorm em ente el seryi'cio de can jes de la b ib lio teca, quedando .truncas m uchas co­ lecciones de revistas cien tíficas recibidas de otros m useos e insti-


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B oletín dei Musco N acional

tuciomss. 3.a iLa fijación en el presupuesto d el m useo d e m a yo r sum a que ]a consultada, p ara el fom ento del estab lecim ien to po r m edio de excursiones del personal, a fin de reco ger el m a te ria l necesario p ara los can jes de ejem p lares, y a que no h ay fondos p ara com prarlos. M uchos de los ejem p lares en el m useo están en pésim o estado, por los m uchos años que están en exhibición, es­ p ecialm en te los m am íferos, alguno s de los cu ales están en el museo desde hace cuarenta, cincuenta y m ás añ os sin renovació n. 4 .a Un fondo p í ra la adquisición de los libros y revistas que m ás urgen en las diferentes secciones del m useo, cu ya fa lta d ificu lta mucho las investigacio n es de los esp ecialistas y por co nsiguien te los ciencias del paí' 3. 1 D ada la situación económ ica del p aís, no es del caso p ed ir en la actu alid ad grandes sum as, y esta D irección estim a que . con fondo esp ecial de $ 1 0 , 0 0 0 .— destinados a estas n ecesid ad es urgentes, se a y u d a ría podero sam ente al m useo sa lir del estado de abandono y depresión en que h a lan guid ecid o duran te tin to s años. SA N TIA G O , Enero 10 de 1932. R . E. L A T C H A M , D irector.


MEMORIA DEL DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL POR EL AÑO 1 9 3 2 A p esar de las dificultades p resentadas al desarrollo de los trab ajo s ordinarios del museo, debidas a las grandes obras de re ­ p aració n y reconstrucción del edificio, las que siguen un curso b astan te lento, sin em bargo, el año ha sido b astan te provechoso. En los ram os d e investigación y estudio, como tam bién en la recolección de m aterial de estudio y de exhibición, se progresó con sid erablem en te, aum entando las colecciones en vario s m iles de ejem p lares, recogidos en su m ayo r parte por el mismo perso n al del m useo. D urante el año se pudo conseguir la reposición de dos em ­ p lead o s ; el b ib lio tecario y el guardián tipógrafo, cuyos puestos h ab ían sido suprim idos en el año 1931. , C ontando con fondos destinados en el presupuesto de g a s­ tos v ariab les p ara este propósito, el personal del museo pudo efectu ar v arias excursiones de estudio y de investigación, durante los cu ales se recogió una cantidad ap reciab le de m aterial para el establecim iento.

REPARACION Y RECONSTRUCCION DEL EDIFICIO H an quedado casi term inadas las obras com enzadas en años anteriores, que constan del cuerpo de la fachada prin cip al, con ocho salas y dos vestíb ulo s y la gran sa la central, la que ha quedado co m p letam en te reno vada y reforzada con colum nas y cad en as de concreto arm ado. Esta sala se ha pintado de nuevo y se han cam b iad o el piso de m ad era por uno de baldosas. P or representaciones del D irector, la Dirección de O bras P ú b licas acordó tam bién construir un segundo piso en los cos­ tados oriente, poniente y sur del edificio, con loza de concreto arm ad o y refuerzos del m ism o m aterial. Hubo que desocupar cuatro gran des salas p ara que se pudiera dar principio de estos nuevos trab ajo s, los que actualm ente se prosiguen con toda a c ­ tividad.


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Boletín del M useo N acional

V IT R IN A S Y E STA N TE S Tuvo buen a aco gid a una solicitud del D irector en la que pidió la construcción de nuevos estantes y v itrin as p ara la p arte re ­ construida del edificio. A principios del año se dió com ienzo a su fabricación. H asta la fecha se han term in ado 1 40 y con los en ­ tregados anteriorm ente, pasan de 200. A dem ás, el carp in tero d^l establecim iento ha reform ado otros cuaren ta. E speram os que en el año 1933 el núm ero de estantes y v itrin as nuevas p asa de 3 5 0 . T am b ién se está co locando una serie de estan tes m u rales de ti­ po especial p ara la n u eva s a la del h erb ario y la o ficin a del b o ­ tánico. DONACIONES En el añ o 1932, el m useo recibió alg u n as donaciones de im portancia, las que vinieron a in crem en tar las co leccion es con un m aterial valio so. El señor F rancisco P etrin ovic, dueño de la •hacienda de C hacabuco, obsequió 17 cajo n es de huesos fósiles de m astodontes y otros cuadrúpedos cuatern ario s, en to tal c e r­ c a d e 2 0 0 piezas. D ichos restos se h allaro n a l h acer ex c a v a c io ­ nes en la H acien da m encionado, habiéndose ido el D irector del M useo a exam in ar y a determ inarlos. A principios de Sep tiem b re, por interm edio de su D irec­ tor, el M useo recibió una donación de $ 1 0 ,0 0 0 del señ o r W illie M acqueen, de V alp a raíso . Esta sum a fué d estin ad a p or el d o n an ­ te p ara la adquisición de p la te ría , tejid o s y o b jeto s dom ésticos de los indios araucan o s. P ara el efecto de cu m p lir con los deseos del donante, el director del m useo se traslad ó a T em uco y con ­ tornos y adquirió p erso n alm en te y en buenas condiciones, directam en de de los in d ígen as una herm osa colección de los o b jeto s indicados. A d em ás de estas donaciones, el m useo recibió d uran te el año, v a rias p equeñ as colecciones bo tán icas, m in eraló g icas y en ­ tom ológicas y de conchas, ob sequiadas por diversas personas. C A N JE S Se efectuaron tam b ién algunos can jes de im p o rtan cia, entre los cu ales s t pueden m encio nar una colección de 5 0 0 p la n ta s de A sia C en tral, en v iad a por la U n iversidad C en tral de L en in grad o . y una p equeñ a colección arq u eo ló gica, co m p uesta p rin cip alm en te de huacos peruanos. COLECCIONES D urante el año las colecciones del m useo srt tian in c rem en ta­ do con los sigu ien tes e je m p lare s:


M em oria del año 1 9 3 2

M am ífero s . ^ e s . ................ . iisq u eleto s de av es Nidos .................... H uevos Peces ..................................... R ep tiles y b atracios Insectos .................................. B otánica (F an eró gam as B otánica (C rip tó gam as) M in eralo gía . A n tro p o lo gía E tnología A r q u e o lo g ía ........................

173

11

?

o

"6

182

n ]

->-> 142

2

|

1 2 3

2

6^

| 10 1500

500

410

78

113 5

23 —

1 11

— 690

T O T A L de ejem p lares .....................................................................

| 10 1644 78 1010 137 706 3 878

BIBLIOTECA En el mismo año las colecciones de la B iblioteca del Museo se increm entaron de la siguiente form a:

V o lúm en es .................................................... F o lleto s y revistas ................................

8

14

58

6

17 362

39 426

A la S ala de C lases del Museo asistieron entre los meses de A b ril y A gosto, 5 1 cursos con sus profesores, a p esar de h allarse cerrado el establecim iento a causa de las reparaciones. Después de esa fecha no se pudo adm itir m ás cursos porque la sala de clases hubo de convertirse en bodega para guardar los estantes de otras salas en las cuales se iniciaron los trab ajo s de dem oli­ ción. A fines de año, el museo abrió una serie de conferencias p a ra los profesores de las escuelas rurales que asistían a un cur­ so de perfeccionam iento, organizado por las autoridades educa­ cionales. Los especialistas de] museo dictaron doce conferencias de divulgación a las cuales asistieron 60 profesores por térm ino medio. A dem ás el taxiderm ista del establecim iento siguió un cur­ so práctico de taxiderm ia con aquellos profesores que deseaban p erfeccionarse en este ram o. Este curso consistió de 13 leccio­ nes, con trab ajo s prácticos efectuados por los mismos asis­ tentes. En el curso del año, las diferentes secciones de] museo tu­ vieron que aten der y contestar m ás de 2 0 0 consultas sobre las m ás diversas m aterias.


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B oletín del M useo N acional

EXCURSIONES El D irector del m useo se trasladó a T em uco y contornos en S etiem b re, p ara buscar y com p rar p la tería, tejid o s y otros ob­ jeto s de fabricación arau can a, en conform idad con las con di­ ciones estab lecid as por el señor W illie M acqueen, a l donar 10 m il pesos p ara este objeto. A d quirió 70 p iezas de p la te ría , 16 tejidos, 3 telares com pletos con telas a m edio hacer, y 1 7 o b ­ jeto s varios, entre los cuales, quizá el m ás im p o rtan te fué un “ rehue" o escalera de m achi. En N oviem bre, el D irector hizo un v ia je a Q u illag u a, en el extrem o Norte de la p rovincia de A n to fag asta, con el o b je ­ to de efectuar excavacion es en los cem enterios in d íg en as an ti­ guos del lugar. Pudo ex cav ar m ás de sesenta sepulturas sin re ­ m over, en cuatro cem enterios distintos, con m uy buenos re­ sultados. Pudo h acer un estudio com pleto de la v id a dom éstica de los antiguos habitantes, que residieron en la localid ad desde h ace m ás die 2 0 0 0 t'ños. Com o resu ltad o m aterial, pudo traer 40 cajo n es de m om ias y objetos extraíd o s de las sep u ltu ras a b ie r­ tas. D urante el año, el D irector dictó v arias conferencias en dis­ tintas sociedades cien tíficas y publicó algun os artícu lo s sobre d i­ versos tem as. El señor Enrique Ernesto G igoux, Je fe de la Sección de Z o o lo gía, publicó 54 artículo s de divulgació n cien tífica, dictó cuatro conferencias, atendió 31 consultas, efectuó cinco excu r­ siones, determ inó todo el m aterial zoológico que entró al m u­ seo y hizo una revisión sistem ática de las av es chilenas. El señor M arcial Espinosa, Je fe de la Sección de B o tán ica crip to gám ica, hizo 15 excursiones b o tán icas d uran te el año, y en cad a una de ellas hizo recolección de num eroso m a terial, to ­ do el cual ingresó a las colecciones del m useo. L eyó en la Sociedad C hilena de H istoria N atural, 5 tr a b a je s sobre especies nuevas o poco conocidas, D eterm inó 35 p terid ó fiío s y 5 m usgos p ara el señor Dr. R ud o lp h de Osorno, 3 heléchos p ara el P. Ja ffuel, 1 hongo y 1 ch ara p ara el señor Looser, 29 crip to g ram a s diversas p ara el señor V ícto r M. B aeza y se dedicó e sp e c ial­ m ente a sus investigacion es sobre los pteridófitos y bongos ch i­ lenos. El señor F rancisco Fuentes, . Je fe de la Sección de B o tá­ nica fanero gám ica, ha tenido un trab ajo intenso e im p o rtan te durante el año. A tendió a 38 consultas técnicas, so bre p la n tas venenosas, m edicinales, fo rrajeras, etc. Hizo la determ inació n de tres h erb ario s p articu lares y clasificó 75 p lan tas lle v a d a s por aficionados. A d em ás revisó 30 h erb ario s de 60 especies cad a uno, perten ecien tes a los alum no s de B otánica a g ríc o la de la E scuela de A gro n o m ía de C hile, o sea un to tal de p la n ta s d e­ term in ad as de 1950 especies. C ontestó las com unicacio nes ex-


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tran je ra s referentes al C ongreso de B o tán ica de C am bridge, de c u y a C om isión de N om enclatura, form a p arte con el señor Es­ p inosa de ayud an te. D espachó seis inform es oficiales sobre di­ versas m aterias. Se continuó la clasificación del m aterial colec- . tado^ el año pasado y la revisión de la F lo ra C hilena, a fin de seguir su publicación. P ublicó duran te el año después de haberlos leíd o en con­ ferencias, 12 trab ajo s referentes a su especialidad. V erificó ocho excursiones por su cuenta y una a Q u illagua, C alam a, San P e­ dro de A tacam a, O llagüe y Toconao, por cuenta del museo. Con esta ú ltim a excursión se confirm ó en form a definitiva la posi­ b ilid ad del cultivo en gran escala del m aíz y la a lfalfa en los v a lle s del L oa y otras partes regad as con aguas salobres y de la fruticultura y h o rticultura donde hay riego ordinario, aun en p artes de m ás de 3 0 0 0 m etros de altu ra sobre el mar. D urante estas excursiones el señor Fuentes recolectó 410 especies de p lan tas, todas las cuales han ingresado en los h er­ b ario s del museo. A dem ás la Sección recibió 40 plan tas obse­ q u iad as por diversas personas. L a Sección atendió a la confección de una obra de B otáni­ ca M édica por el Dr. G igovich, p ara la cual el Museo facilitó obras, p lan tas y conocim ientos, p ara los dibujos de 106 especies m edicin ales en colores, de C hile y del extranjero. El señor A lb erto F raga, bibliotecario del establecim iento ad em ás de los trab ajo s ordinarios, se ha dedicado al estudio y recolección de insectos. De estos últim os ha obsequiado al museo m ás de 1500 ejem p lares. P ara el efecto, hizo durante el año, por cuentá propia m ás de diez excursiones. H a dictado cinco conferencias de divulgación científica, en diversas Sociedades C ien tíficas de la cap ital, la m ayo ría de las cuales han sido pu­ b licadas. Sección de Taxidermia: Esta sección ha proseguido con to ­ da activ id ad sus trab ajo s norm ales., Se han preparado y m onta­ do durante e! año diez m am íferos, 64 aves y algunos reptiles. Se han disecado las p ieles de ocho m am íferos que están en p rep a­ ración, y las de 1 7 aves. A dem ás se han montado num erosas especies p ara diferentes establecim ientos de Educación Secun­ daria. Por otra p arte se han preparado las p ieles de 200 aves, p ara las colecciones de estudio del museo y. revisado y arre g la­ do una an tigu a colección de 75 ejem p lares. El trab ajo quizá m ás im portante de esta sección ha sido la confección de seis grupos biológicos, cinco de av es en su am biente natural y uno de roedores. Estos grupos, juntos con los p reparados an terior­ m ente form arán una gran novedad p ara el público, una vez que se ab ran las salas. El taxid erm ista contratado, don Federico P latts hizo una e x ­ cursión al sur y pasó un mes en la Isla de M ocha, de donde tra­ jo unas cien pieles p rep arad as de aves que él y su ayudante


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cazaron y acondicionaron en a q u e lla lo calid ad . D urante el año, hizo v arias otras excursiones de caza, p ara p ro curar las av es que se necesitaban p ara los grupos b io lógico s y p ara estudiar sus hábitos y el am b ien te en que viven. A p esar de las dificultades que se han p resen tado p ara el funcionam iento norm al del m useo, esta dirección ha quedado b astan te satisfecha con el progreso efectuado, y esp era que en el año 1933 se podrá abrir al público a lo m enos diez salas de las nuevas que dentro de poco han de entregarse. S an tiago Enero 25 de 1933. R. E. L A T C H A M , D irector.


MEMORIA DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL POR EL AÑO 1 9 3 3 . El curso norm al de los trab ajo s del personal del museo fué constantem ente interrum pido por los trab ajo s de reparación y reconstrucción del edificio, lo que o b ligab a frecuentes traslados de las colecciones de una sala a otra. '£stas constantes mudanzafc no pudieron m enos que deteriorar el m aterial y en especial las vitrin as, m uchas de las cu ales son grandes y pesadas. En co n secuen cia se quebraron un núm ero co nsiderable de vidrios y la reposición de éstos se hizo difícil, dado lo exiguo del presu­ puesto p ara gastos de esta n aturaleza ... EDIFICIO. D urante el año se term inaron ios trab ajo s de la fachada principar] del M useo y todo el cuerpo de edificio de aq u el lado, el que fué entregado a fines de Setiem bre. A l mismo tiem po se term inaron las refacciones de la gran sala centra] de] edificio, la que fué tam bién entregada. C on esto quedan listos p ara h ab ilitar con las colecciones co rresp o n dien tes; cuatro salas y el vestíb ulo de la planta b a ja d e la fach ad a, otras cuatro salas y una g a le ría en el segundo pi­ so de la m ism a, la gran sa la cen tral con sus g ale rías en e! se­ gundo piso y dos salas, term inadas anteriorm ente al extrem o sur de la s a la central, en la parte donde se encuentra la escala de m árm ol, en todo once salas y las galerías. A m ediados del año se com enzó la construcción de un se­ gundo piso en los costados oriente y sur, quedando term inada la o b ra gru esa de los muros. No se alcanzó a term inar la colo­ cación del techo, porque h acia fines d el año se paralizaron por econom ía todos los trab ajo s de reparación y reconstrucción, y tam poco han quedado fondos en el presupuesto de] año de 1934 p a ra continuarlos. P a ra que se p udiera dar com ienzo a los trab ajo s del costa­ do oriente, hubo necesidad de desocupar cinco salas. Las co­ lecciones que an tes se exhibían en ella« tuvieron que ser tras­


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lad ad as al costado poniente. Com o las sa la s de aq u el lado esta­ ban y a llen as ha habido necesidad de am o n to n ar com o en b o d ega • todas estas colecciones, d eján d o las en depósito.

ARREGLO DE L A S COLECCIONES U na vez en tregad as a la D irección de] m useo las nuevas salas m encionadas, se com enzó a in stalar en e lla s las co leccio ­ nes que en definitivo o proviso riam en te iban a q u ed ar en esa sección. En la p la n ta b a ja de la gran sa la cen tral se han c o lo c a­ do los m ejo res ejem p lares de m am íferos gran des, el esqu eleto de la b allen a y algun o s peces de gran tam año . P ro v iso riam en ­ te se han colocado a llí nueve esian tes con tejid os in d íg en as y algu n as otras CDsas que no cupieron en o tra p arte. En la g a le ­ ría del segundo piso de la m ism a sa la se expone una gran p arte de las colecciones etn o gráficas y arq u eo ló gicas, y a continuación en la s a la su r que da a la escalera de m árm ol, la colección de a lfa re ría in d ígen a-p eru an a y ch ilen a. En los b a jo s de la fach ad a, las salas a l poniente del vestíb u lo se han dedicado, un a a los m am íferos chicos y otra a los rep tiles y b atracio s. L as del lado oriente están ocupadas con una p arte de las colecciones d e av es ch ilen as y ex tran jeras y con los grupos b io lógicos, que con sti­ tuyen una n o ved ad en el m useo, y producen un aspecto m ás m oderno y m ás in te re san t;. En las salas de los alto s de la fa ­ ch ad a se ha instalad o la. sección de b o tán ic a; en las del p o n ien te el herbario y las colecciones fan ero gám icas y al lado oriente las colecciones de crip to gam ia. L a s a la donde se h a in stalad o el h erbario fué a rre g la d a según los sistem as m ás m odernos y su disposición fué d eterm in ada por el botánico don F rancisco F uen­ tes, quien en su reciente v ia je a E uropa, visitó los p rin cip ales h erbarios de aquel continente p ara reco ger datos y exp erien cias. L a presentación de las colecciones se h a podido m pdernizar gracias a la adquisición de m ás de doscientos nuevos estan ­ tes y v itrin as de form as m ás ad ecu ad as, m uchos de ello s c e n tra ­ les y construidos esp ecialm en te p ara los eje m p lare s que se iban a exponer. El resultado h a sido el d ar a l m useo un asp ecto a le ­ gre y m oderno. D esgraciad am en te, por fa lta de salas, no se p uede exh ib ir por el m om ento, una gran p arte de las co leccion es existen tes en el m useo. A sí es que p erm an ecen am o n to n ad as en depósito las colcciones de entom ologías de g e o lo g ía, m in era lo g ía y p a le o n ­ to lo gía, la de an ato m ía co m p arad a, de co n ch io lo gía, y de m alaco legía, com o tam bién una p arte de las av es, m am ífero s, o b jeto s d e arq u eo lo g ía, an tro p o lo gía, etn o lo gía, crustáceos, etc. A d e ­ m ás quedan m ás de cien cajo n es de ejem p lares diversos, p rin ci­ p alm en te de fósiles y m a terial arqueo ló gico , -sin ab rir, por no tejier donde gu ard arlo s, Este m a terial reco gido d uran te los últ¡-


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m os años, p roviene casi todo de donaciones y excavaciones efec­ tu ad as por el p erso n al del museo.

TRABAJOS. Los trab ajo s del person al han seguido su curso con alguna irregu larid ad , debido a las circunstancias especiales a que he hecho referen cia y las constantes m udanzas de las colecciones de un lado p ara otro consecuencia de las refacciones del edificio. A d em ás, a causa d e la gran reducción hecha en el presupuesto de gastos v ariab les, no se pudo hacer por cuenta del estab le­ cim iento excursiones de estudio, com o de costum bre, aunque el p erso al efectuó v ario s v ia je s a distintas partes del país, por cn en ta p ropia, en los cuales recogió m aterial que ingresó a las co lecciones del museo. D urante el últim o trim estre del año, el director y los jefes de sección, ayu d ad o s por el personal subalterno estuvieron b as­ tan te ataread o s en escoger, revisar y clasificar el m aterial que se d e b ía exhibir en las nuevas salas, p ara colocarlo en seguida en los estantes y vitrinas. L a sección de taxidem ia, tam bién revi­ só, lim pió y restauró una gran p arte de este m aterial p ara p re­ sen tarlo en las m ejo res condiciones posibles. D urante el año esta m ism a sección preparó vario s nuevos grupos biológicos de los cu ales h ay actualm ente diecinueve en exhibición. C on las nuevas salas, las vitrin as m odernas, los grupos bio­ lógico s y una m ejo r distribución de los ejem p lares expuestos, la p arte del edificio que se ab re al público ha tom ado el aspecto de un gran museo m oderno que no desm erece los m ejores de su clase en E uropa y A m érica. A d em ás de las tareas m ateriales del personal, se han se­ guido las investigacio nes y la divulgación cien tífica como en los años anteriores, aunque en m enor grado, por cuanto hubo n ecesidad de dedicar m ás tiem po a las tareas enum eradas m as a rrib a , de orden p uram ente m ecánica.

COLECCIONES Com o he indicado anteriorm ente, la fa lta de fondos no p erm itió que el personal hiciera excursiones como de costumbre, L { es que el increm ento de ejem p lares del museo no fue tan im p o rtan te com o en los años inm ediatam ente anteriores. Sin emS g ó a lg ú n aum ento tuvieron, que puede distribuirse como sigu e:


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M am íferos ..................................... A ves ................................................. H uevos ............................................ R ep tiles .......................................... Nido ................................................. M oluscos ........................................ C rustáceos ...................................... Insectos ........................................... P la n tas ............................................ F ó siles ............................................ M in erales .............................*• M uestras geo ló gicas ................ T O T A L de ejem p lares .

..

E jem p lares ¿ 67 3 I 'i

3 20 2 316 13 14 29 642

BIBLIOTECA Por haberse suprim ido en el presupuesto del m useo el item p ara publicaciones, no se pudo sacar el B o letín del M useo por cu ya causa la sección de can jes h a sufrido gran dem en te. Y a van varios años que el B oletín no ap arece. D urante el año ingresaron a la B ib lio teca: 25 .libros y 45 7 folletos. U na p arte considerable de los últim os fueron obsequiados p or el Profesor Dr. C arlo s E. Porter. NECESIDADES Es de gran necesidad la continuación de las ob ras de r e ­ facción y reconstrucción del edificio, p ues las dos terceras p a r­ tes de él quedan fuera de servicio y las v alio sas colecciones, am on to nadas com o 'están, se deterio ran por las d ificu lta d es que se presentan p ara su aseo y desinfección. So b re todo es de d e­ sear que se term ine la a la oriente que se com enzó en este añ o y que quedó inconclusa. AI term in ar esta sección se p o d ría h a ­ b ilitar otras diez sa la s en las cu ales se co lo carían las co leccio ­ nes que actu alm en te están gu ard ad as en b o d ega. Es de d esear tam bién que se nom bren nuevam en te los em p leado s suprim idos en 1931 y que se repo n gan en él presupuesto de gastos v a ria b le s lós ítem s p ara publicaciones, p ara excursiones y p a ra ad q u isi­ ciones, cu ya supresión ha hecho sufrir gran d em en te la m archa n orm al del museo. S an tiago , Enero 10 de 1934. R. E. LATCH AM , Director.


MEMORIA DEL MUSEO DE HISTORIA NATURAL AÑO 19 3 4 . D urante el año 1934 quedaron com pletam ente p aralizados los trab ajo s de reparación y reconstrucción del edificio del m u­ seo, por no figurar en el presupuesto fondos p ara su continua­ ción. Es m uy de sentir esta paralizació n por cuanto el museo po­ see im p o rtan tes co lecc:ones que no se pueden exhibir m ientras no se term inen las salas desm anteladas. D ichas colecciones, que incluyen las de g eo lo gía, m in eralo gía, paleo n to logía, an atom ía co m p arad a, m alaco lo g ía, entom ología, la m itad de las aves y m am íferos, de arq u eo lo gía y etnografía, están am ontonadass en alg u n as salas an tigu as que se han tenido que convertir en bo­ degas. Esto dificu lta el aseo y desinfección de los ejem p lares y es m otivo del deterioro constante de un sinnúm ero de ejem p la­ res valiosos. No h ay esperanza que se term ine luego con esta situación, y a que tam poco figuran en el presupuesto de 1935. fondos p ara la continuación de los trab ajo s de reparación. A principios del año se abrieron a l público aq uellas salas que estab an term inadas. En ellas se exhibe una parte de las co lecciones de m am íferos, aves, reptiles y batracios, peces, de b o tán ica, arq u eo lo gía, etnología, entom ología y m ineralogía, quedando en b o dega una gran parte de todas estas secciones. D esde la ab ertu ra de esta parte, el museo ha sido m uy v i­ sitado y han pasado por las salas h ab ilitad as m ás de doscientas cin cuen ta m il personas, sin contar los cursos escolares que con­ curren todos los días, con sus profesores. Según la estadística lle v a d a , han visitado el museo, desde A b ril hasta fines de No­ viem b re 3 28 cursos con un total de 8 8 1 6 alum nos. EXPEDICION MACQUEEN A L AYSEN A principios del año’, debido a G uillerm o M acqueen, la Dirección del expedición cien tífica que se d irigiera p ara estudiar la historia natural de la nes p ara el establecim iento.

la generosidad del señor museo pudo o rganizar una a la provincia de A ysen región y h acer recoleccio­


B oletín del M useo N acional

O rigin alm en te, la expedición d ettía efectu arse con ocho personas, todas del m useo, pero a insinuación de la U n iversidad de Chil e, se acordó a g re g a r a e lla al señor H um berto F uenzalid a, profesor de g e a lo g ia de a q u e lla institución, sufragan d o sus gastos la m ism a U niversidad. A su vez, el seño r M acqueen p ro ­ puso a g re g ar dos p rofesores del C o legio de los Padres France­ ses y el pintor don R o kko M atjasic, proposición que fué acep­ tada. L a com isión quedó d efin itiv am en íe fo rm ad a con las si­ guientes p erso n as: Señ o r G uillerm o M acqueen. Señ o r R icard o E. L atch am , D irector del M useo y je fe de la expedición. Señ o r F rancisco Fuentes M ., botánico. S eñ o r M arcial E spinosa B., botánico. Señ o r H um berto F uen zalida, geólogo. Señor Dr. Em ilio U reta, entom ólogo. Señ o r R. P. A n astasio Pirion, entom ólogo. Señ o r Luis M oreira, taviderm ista. Señ o r G u illerm o V e rg a ra C ., taxid erm ista. Señ o r R . P. B en jam ín F alipo u, fotógrafo. Señ o r R okko M atjasic, artista pintor. S eñ o r M artín Serano, gu ard a cam pam en to . El M inisterio de D efensa N acional facilitó a la exp edición , carp as, m an tas de a g u a y de ab rigo , frazad as, carab in as y mu­ niciones. L a com isión salió d e S an tiag o el 10 d e E nero y el 19 d el mism o m es llegó a Puerto A ysén . L a E xpedición continuó en sus lab o res por dos m eses y en ese lapso hizo un estudio m ás o m enos co m p leto d e un secto r d e la provincia, desde la costa h asta los lím ites con la R e p ú b lic a A r ­ gen tin a, en un ancho de m ás de doscientos kiló m etro s de norte a sur. Se estudió la g eo lo g ía y los efectos de la g lacia ció n , la bo tán ica y los recursos agro p ecuario s , 1a zoología', la en to m o lo ­ g ía y la m eteo ro lo gía de la zona. Se tom aron unos cen ten ares d e fo to g rafías y seis rollos de film s cin em ato gráfico s. L a expedición tuvo que lam en tar la p érd id a de uno de sus m ás queridos y prestigiosos m iem bros. El b o tán ico , don Francisco F uentes M. perdió la v id a a l cru zar el río B lan co y con dificultad se recuperó el cad áv er, e l que en seg u id a fué em ­ barcad o p ara S an tiago por en cargo del G obierno y la s au to ri­ dades se hicieron caTgo de los funerales. El señor F uentes era un a n o tab ilid ad en su ram o y su f a lle ­ cim iento ha d ejad o un v acío en las activ id ad es del m useo y en las ciencias n acio n ales en g en eral, que d ifícilm en te se lle n a rá . . L as colecciones traíd a s del A ysén p o r la exp ed ició n y que han ingresado al m useo, son las sig u ie n tes:


M em oria d el a S o 1 9 3 4

13 140 15 40 4 20 1834 1994 3 20 60 10

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M am íferos (p ie le s ). A ves (p ie le s ). Peces. B atracios. M oluscos. Conchas. Plantas. Insectos. M uestras de m inerales. Fósiles. M uestras de rocas. M uestras de geo lo gía gen eral.

4 1 5 3 E jem p lares en total. ACTIVIDADES DEL MUSEO L as investigaciones del personal del m useo continuaron su curso norm al. P asaron vario s m eses en el estudio y clasificación d el m a terial traído del A ysen y de aq u el que ingresó al museo de v a rias procedencias. Los jefes de sección prepararon sus in­ form es sobre los resultados de la Expedición M acqueen, los que no se pudieron p ublicar en el año por fa lta de fondos. Como en el presupuesto de 1935 se ha consultado nuevam ente el Item p a ra publicaciones, se espera sacar otro núm ero del ‘Boletín del M useo” en que figurarán estos trabajos. L os diversos jefes de sección han hecho num erosas excur* siones de estudio durante el año y en todas ellas han recogido m aterial p ara el museo, o p ara canjes. El señor M arcial Espinosa, Je fe de la Sección de Botánica, hizo excursiones a los siguientes puntos: Puerto M ontt, C ocha­ rro, Llanquihue, y otros lugares de la región, L agun a F rías y Puerto Blest, en la R epública A rgentin a, Los Riscos, Monte A g u ila, T rupán, V o lcán A ntuco y contornos, T alcahuano, Con­ cepción y vecindades, Recinto, C artagen a, V illa A legre, Cerro M anquehue, C erro de la. R eina, Peñalolén, C ueva de Pincheira, S alto del R enegado, P un tilla de M aulé, A lto s de Concón y Chicaum a. De todos estos lugares trajo m uestras p ara el herbario del museo. El señor H um berto F uenzalida, Je fe de la Sección de Geo­ lo g ía, hizo v iajes de estudio al Estero de C auquenes (P ro vincia de C o lc h a g u a ), a los llanos de T alca y a la Cordilleira de Lontué. t El señor A lb erto F rag a tam bién hizo num erosas excursio­ nes a los contornos de Santiago p ara reco lectar insectos. El Dr. Isaac D rapkin, agregado honorario del museo, hizo un v ia je a la Isla de P ascua y desde a llí rem itió a l establecim ien­ to el siguiente m a terial:


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4

2

A ves. H uevos. Peces. C rustáceos. M oluscos. C araco les. Inesctos. P lan tas. M uestras geo ló gicas. P iezas arqueo ló gicas.

619

E jem p lares en T o tal.

6

17 10

16 261 24 191 88

M uchas de las especies rem itidas no existían en <s¡l m useo y todo lo rem itido form a una adición las colecciones. A d em ás de las colecciones esp eciales de q u e m ención, el m useo ha recibido durante el año, can je u obsequio, los siguientes e je m p lare s: 2 6 1

3 2

3 24 45 67 0 190 30 70 76 3

an terio rm en te in teresan te a hem os hecho por co m p ra,

M am íferos. A ves. Nido. H uevos. R ep tiles. M oluscos. Insectos. M ariposas. P lan tas. M uestras geo ló gicas. M uestras m in eraló gica*. Fósiles. O bjetos arqueo ló gico s. A n o m alías.

1125 ejem p lares en T o tal. L a sección de taxid erm ia, ad em ás de su tra b a jo n o rm al de p rep arar los ejem p lares zoológicos que ingresaro n a l m useo, de restau rar, rep arar, lim p iar y d esin fectar los existen tes, elab o ró siete nuevos grupos b io ló gico s, quedan do .en la a c tu a lid a d te r­ m inados vein tisiete grupos, con otros en p rep aració n . L a So cied ad C h ilen a de H isto ria N atural y la S o cied ad E n­ to m o ló gica de C h ile han celeb rad o todas sus reuniones en la s salas del m useo. E l p erso n al del estab lecim ien to ha dictado n um ero sas co n ­ feren cias en estas y en otras institucio nes a n á lo g a s y h a hecho


M emoria del ano 1 9 3 4

m uchas p ub licacio n es sobre m aterias científicas en las diferentes rev istas y periódicos del país. A d em ás de la m uerte de don Francisco Fuentes, el museo tin o que lam en tar la p érd id a de otro servidor, el señor Jo sé V e r­ dugo, gu ard ián tipógrafo del establecim iento quien fué víctim a de un d esgraciad o accidente que le costó a l vida. P a ra lle n a r Ja v acan te del Je fe da Sección, dejado por el señor Fuentes, se nom bró al señor H um bert oFuenzalida, quien se ha hecho cargo de la Sección de G eología, M in eralo gía y P a­ leo n to lo gía. P ara reem p lazar al señor Fuentes en la Sección de B o tán ica F an erogám ica, se nombró (ad honorem ) al señor M ar­ cial Espinoza Bustos, Je fe de la Sección de B otánica C riptogám ica. A ctu alm en te el señor Espinosa corre con las dos secciones de B otánica. P a ra ayu d ar a l señor E spinosa en sus tareas, se nom ­ bró a u x ilia r a la señorita R eb eca A cevedo, quien antes h ab ía servido en el m ism o puesto. L a v aca n te d ejad a por el fallecim ien to del señor Jo sé V er­ dugo fué llen ad o por el ascenso del guardián l 9 don A ntonio R o­ sales y p ara desem p eñ ar dicho puesto se ascendió al guardián 3 9 don A n íb al Soto. P ara el puesto dejado vacan te por el ascenso del señor Soto, se nom bró a don L uis A rriagad a. D urante el año, a pesar de la suspensión de la m ayo r p ar­ te de los can jes de publicaciones, por no tener el museo con qué corresponderlos, la b ib lio teca del establecim iento se increm entó con el ingreso de lo siguien te: Libros .......................................... F o lleto s......................................... /

81 1017

Es de esp erar que, con la publicación de un nuevo número d el "B o letín del Museo en 1935, esats cifras se aum entarán no­ tab lem en te en el año próxim o. S an tiago , Enero

6

de 1935. R. E. LA TG H A M , Director.



MEMORIA DEL DIRECTOR DEL MUSEO NACIONAL DE NATURAL CORRESPONDIENTE AL AÑO 1935. L as activid ad es del museo durante el año 1935 se desarro­ llaro n de una m an era norm al, haciéndose notar m ás que nunca, sin em bargo, la exigüidad del presupuesto, ,el que no consultó ningún ítem ni p ara fom ento ni p ara adquisiciones.

EDIFICIO. ¡La p aralizació n durante m ás de tres años de los trab ajo s de reconstrucción sigue produciendo grandes perjuicios, pues de las trein ta salas con que co n taría el museo una vez term inado, hasta la fecha sólo ha podido h ab ilitar diez. El presupuesto de 1936 tam poco consulta fondos p ara la continuación de los trabajos.

COLECCIONES En consecuencia de la fa lta de salas, no se ha podido ex­ hib ir sino una parte de las colecciones existentes. Las dem ás p er­ m anecen en cajo n ad as o guardadas en bodega, dificultando de es­ te modo la debida ventilación, desinfección y aseo y causando deterioros que van en aum ento, a m edida que pasan los años. A la vez sustrae estas colecciones de la enseñanza y de la ilustración del público que tiene en los museos una de sus principales fuentes de cultura. L as colecciones así guardadas son suficientes p ara llen ar otras quince salas e incluyen las de m in eralp gía, p etro­ lo g ía, p aleo n to logía, c c :ic h :;!o g ía , m alaco lo gía, entom ología, an ato m ía co m p arad a y una gran p arta de las de aves, de antrop o lig ía y de arqueo lo gía.

GRUPOS BIOLOGICOS C onsecuente con el plan de m odernización del museo, ini­ ciado en 1928 por la Dirección, se b a continuado, en la m edida que han perm itido los escasos recursos, la ejecución de grupos


B oletín del M useo N acional

biológicos, en reem p lazo del antiguo sistem a de em b alsam ar ejem p lares aislados. En la actu alid ad existen en el m useo 2 8 de sem ejan tes grupos, nueve de an im ales y diecinueve de aves, los que llam an gran d em en te la atención de los visitantes. Este nu :vo sistem a, que h asta ah o ra so lam en te se ha ad o p tad o en unos p o ­ cos de los m ás im p o rtantes m useos del m undo, fué in iciad o po r p rim era vez en Sud A m érica en nuestro m useo.

PUBLICO D urante el año, ap rov ech an d o los dom ingos y d ía s d e fiesta, en que el estab lecim ien to se ab re gratu itam en te a l público, h an visitado el m useo m ás de 3 0 0 ,0 0 0 personas. D urante los d ías de trab ajo , han concurrido 2 2 8 cursos de liceo s y escuelas, aco m p a­ ñados de sus profesores, con un total de 6 2 7 7 alum nos.

TRABAJOS DEL PERSONAL El p erso n al superior del m useo se ha dedicado a la revisión del m aterial de la s diversas secciones y a la in v estigació n . El D irector dió térm ino a una m o n o grafía so b re la “A rq u e o ­ lo g ía A taca m eñ a” estudio en que estab a o cupado d u ran te m uchos años. A continuación com enzó una in vestigació n sob re la cu ltu ra d iag u ita in d ígen a de las p rovincias de A ta c a m a y C oquim bo. C la ­ sificó y catalo g ó los m uchos o bjeto s etnológicos y arq u eo ló g i­ cos que ingresaron a la sección. El Je fe de la Sección de Z o o lo gía, don E nrique E rnesto Gigoux, se d ed ica esp ecialm en te a la revisión y clasificació n m o d ern a de las aves chilenas y ad em ás p ublicó 53 artíc u lo s de d ivulgació n cien tífica p o p u lar en la prensa de la cap ital. El geó lo go señor H um berto F u en zalid a, hizo estudios so­ bre vulcanism o de C h ile C en tral, sob re los c a b a llo s fó siles ch i­ lenos y com enzó otro so bre los m astodontes del p aís. R e o rg a n i­ zo las colecciones de p aleo n to lo g ía y de p e tro g ra fía en co n fo r­ m idad con los m étodos m odernos. E l Je fe de la Sección de B o tánica, señ or M a rcial E spinosa, continuó la revisión del h erbario, la clasificació n , p rep aració n y catalo ga ció n de las num erosísim as p la n ta s in g resa d as eh la sección y se ocupó, cuan do sus otras ta reas le p erm itieron , en el estudio de los h elech o s chilenos que com enzó h ace m uchos años. El Je fe de la Sección de E nto m o lo gía (a d h o n o rem ) Dr. E m ilio U reta, en los rato s que le d e ja b a n sus tra b a jo s p ro fesio ­ n ales, clasificó la colección de insectos tra íd a d el A y se n p o r la E xpedición M acq u een ; revisó y clasificó un a gran p a rte de la co ­ lecció n d e lep id ó p tero s d el m useo y lim pió y desin fectó la s d e ­ m ás colecciones de su sección.


M em oria d e la íío 19 3 5 i.

L a Sección de T axiderm ia, se ocupó en re p arar y restaurar num erosos an im ales y aves existentes en el museo, en em b alsa­ m ar os nuevos ejem p lares ingresados y en construir algun os nuevos grupos biológicos. A d em ás de estos trab ajo s norm ales, cada sección atendió Jn sinnúm ero de consultas del público, m uchas de las cuales o b ligaro n p ro lijo s estudios. Se ayudó en la clasificación de m u­ chas colecciones de estudiosos particulares, especialm ente los h erb ario s e insectarios de alum nos de diferentes instituciones de enseñanza, quienes, como todos los años, acuden al museo co­ mo único lu g ar donde se puede proporcionarles estas facilidades y ayu d a. El personal ayudó y encausó los estudios de m ás de 20 alum nos que recurrieron al museo y a su biblioteca, a fin de p re p a rar sus m em orias p ara los exám enes finales. D uran te el año las diferentes secciones fueron visitadas por p rofesores y hom bres de ciencia extran jero s — botánicos, zoó­ logos, entom ólogos, geólogos, arqueólogos, artistas, etc., — a quienes se dieron las m ayores facilidades y ay u d a p ara sus in­ vestigacio n es. Por otra parte, cad a vez que fuera solicitado por los profesores de los cursos que visitab an el museo, el personal dió ch arlas o conferencias a los alum nos, sobre diferentes ma terias relacio n ad as con las C iencias N aturales.

EXCURSIONES A p esar de la escasez de fondos, se hicieron durante el año una serie de excursiones de estudio. En M ayo, el D irector, acom ­ pañ ado d el geó lo go Sr. F uenzalida hizo un v ia je al Desierto de A taca m a visitando C alam a, C huquicam ata, Chiu-Chiu, T uri, A iquina, L asa ñ a , San Pedro de A tacam a y Toconao. En vario s de estos lu gares hicieron excavaciones arqueológicas, llevando a l museo los objetos descubiertos. El señor F uenzalida estudió las form aciones geo ló gicas de la zona. V isitaron asim ism o las rui­ nas de v arias ciudades prehistóricas, jam ás estudiadas, y a su regreso a San tiago dieron conferencias en que proyectaron las num erosas fo to grafías que tom aron de estos lugares. En D iciem bre, el D irector hizo una nueva excursión a r­ queo ló gica a la p rovincia de Coquim bo y efectuó excavaciones en distintos puntos de O valle y de L a Serena. El señor F uen zalida hizo v iaje s de estudio a la C o rdillera de Talca,' a los cerros de la costa a l sur del M aulé y en No­ viem b re se le presentó una oportunidad de v isitar la Isla de P as­ cua, la que aprovechó p ara estudiar las form aciones geológicas de la isla. El botánico, señor M arcial Espinosa hizo num erosas ex­ cursiones a diferentes partes del territorio, haciendo los gastos de su propio peculio. Entre otras se puede citar el v ia je que hizo a F ray Jo rg e, el bosque natural m ás septentrional de Chile.


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B oletín d el M useo N acional

De todas las excursiones efectuadas se trajo ab un d an te m aterial de estudio, mucho del cu al queda incorpo rado en las colecciones del museo.

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DONACIONES D urante el año el m useo recibió dos im p o rtan tes do n acio ­ nes. L a prim era era una v alio sa colección de insectos, le g a d a por el gran b ibliófilo chileno don Jo sé T oribio M edin a y en tregad a por la señora viuda. D icha colección co n sta de 40 c a ja s con m ás de 8 ,0 0 0 ejem p lares contenidas en su estante. L a segun da fué una colección de 35 figuras y m áscaras de m ad era, pro ceden tes de las colonias francesas de A frica O ccidental, o b seq u iad a po r el M useo de E tn o grafía de P arís, com o retribución de las fa c i­ lid ad es recib id as p o r la E xpedición F ran co -B elga d uran te su visita a la Isla de P ascua. El museo recibió tam bién vario s otros obsequios de m enor im portancia.

INGRESOS DE NUEVO MATERIAL L as colecciones fueron increm en tad as duran te e! año por los siguientes ingreso s:

, M am ífero s .......................... A ves ......................................... H uevos ......................................... B atracios R ep tiles Insectos P lan tas ............................................ M uestras g e o l ó g i c a s .............. O bjetos arq u eo ló gico s . .. O bjetos etnológicos P iezas an tro p o ló gicas

4

8826 608 127 339 37 13

TOTAL

9976

6 2 6 8

L a b ib lio teca del estab lecim ien to se increm entó en 35 li­ bros y 8 0 2 folletos, a p esar de la reducción en los c an je s po r la supresión d u ran te cinco añ os, p or fa lta d e fondos, d e l B o letín del M useo. U na p arte im p o rtan te de estas p u b licacio n es se deb e a los obsequios hechos gen ero sam en te por el P ro feso r Dr. C a r­ los E. P o rter


M em oria del año 1 9 3 5 i.

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BOLETIN En el presupuesto de 1935 figuró nuevam ente un item para p ub licacio n es y se pudo p rep arar e im prim ir el Tom o X IV del B o letín del M useo, el que se dedicó íntegram en te a la relación de la E xpedición C ien tífica M acqueen a l A ysen ” y a los in ­ form es de los esp ecialistas que tom aron parte en ella.

SOCIEDADES Com o de costum bre, el Museo ha facilitado su S ala de A c­ tas a la So ciedad C hilena de H istoria N atural y la Sociedad Chi­ len a de E ntom ología, para suu sesiones, las que se efectuaron con toda regu larid ad durante el año. En estas reuniones el p er­ sonal particip ó con num erosas conferencias.

NECESIDADES URGENTES C uando se p aralizaro n los trab ajo s de reconstrucción del edificio, quedaron m ás o m enos term inadas diez salas, las que se han h ab ilitad o p ara que el público la« visite. Q uedaron, sin em bargo, sin las p ersianas para las ventanas, que fueron pro­ yectad as. Esta fa lta se hace sentir de una m anera im periosa, pues la fu erte luz a to d a hora d el d ía, poco a poco v a decolo ran­ do y deteriorando las colecciones, especialm ente en el plum aje de las aves y en los tejidos y aun en la decoración de las v a lio ­ sas colecciones de a lfa re ría indígena. Como el museo no cuenta con fondos p ara al reposición de tales piezas es de la m ayo r ne* cesidad p ro tegerlas y por tanto sería m uy de desear que el M i­ nisterio de Educación gestio nara ante la Dirección de Obras P úb licas la colocación de 'las persianas u otro tipo de cortina p a­ ra ev itar el m ayo r deterioro de las colecciones. P o r otra parte, cuando se p aralizaro n los trab ajo s de re­ construcción, quedaron a m edio hacer, diez otras salas, cuya term inación está calcu lad a por O bras P úblicas en m ás o menos $ 4 0 0 ,0 0 0 . Com o las colecciones guardadas en m alas condicio­ nes, que corresponden a dichas salas tienen un valo r científico de muchos m illo n es de pesos, y difícilm ente podrán reponerse y ad em ás el público está actualm ente privado del uso y estudio de dichas colecciones, sería m uy conveniente que el Suprem o G obierno destinara los fondos necesarios p ara term inar este sec­ tor del m useo, sobre todo si se tom a en cuenta que el estabiecim iento es visitado por casi la totalidad de los turistas extran ­ jero s en su paso por el capital. San tiago , Enero 20 de 1936. R. E. L A T C H A M , Director.


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MEMORIA DEL DIRECTOR DEL MUSEO POR EL AÑO 36. H asta la fecha quedan paarlizado s los trab ajo s de repara ción y reconstrucción del edificio del museo, con los grandes in ­ convenientes y perjuicios de que hem os hecho mención en nues­ tras m em orias anteriores. Tam poco se han consultado fondos p ara la continuación de estos trabajos, a pesar de las reiteradas instancias del D irector G eneral del Servicio. PRESU PUESTO En este año se repusieron los ítem s p ara excursiones y p a ­ ra publicaciones. Como consecuencia se pudo pub licar el p re ­ sente núm ero del “ Boletín del M useo” y ei personal ha podido efectuar vario s v iajes de estudio a diversas partes del país, con­ siguiendo en todos ellos nuevos m ateriales p ara las colecciones. Pero aún no se repone el ítem p ara adquisiciones, lo que im pi­ de que se adquieren m uebles p ara las oficinas y num erosos oíros ob jeto s que hacen gran falta en el establecim iento.

ACTIVIDADES El personal del museo ha continuado en form a norm al sus investigacio n es en los divsrsos ram os de las ciencias naturales, estudiando y clasificando el nuevo m aterial ingresado. En D iciem bre de 1935 el director hizo una excursión ar­ queo ló gica al v a lle del R ío Coquim bo, para estudiar la antigua civilizació n d iáguita que ha dejado num erosos restos en aquella región. V isitó varios cem enterios indígenas e hizo excavaciones en algunos de ellos, especialm ente en L a C om pañía B aja, en La C alera y en al Punta de T eatinos. En todos ellos encontró inte­ resante m aterial que ha ingresado a las colecciones del museo. Com o el tiem po disponible no le perm itió term inar sus estudios hizo una segunda excursión a la m ism a regicn en el mes de A go sto de este año, tam bién con buenos resultados. A l misino


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Boletín del M useo N acional

tiem po en crrgó , por cuanta del m ism o, al arq u eó lo go seño r F. C ornely, que hiciera un v ia je de estudio por la costa. Los re su l­ tados p relim in ares de este v ia je se publican en este núm ero del B o letín ; com o tam bién las o bservaciones del m ism o señor, re cogidas durante las excavacio n es que efectuó en L a C o m o an ía B aja, cerca La Serena. D urante el año el D irector publicó su ob ra " L a A gricu l tura P recolum bian a en C hile y los p aíses vecino s” , una segu n ­ da edición de “ Prehistorie. C h ilen a” y, a solicitud del editor del “A m erican A n th ro p o lo gist” , un artículo en inglés, titu lad o : “ Indian R uins in Northern C h ile” . El señor Enrique Ernesto G igcux, Je fe de la Sección de Z o o lo gía se ha dedicado duran te el año, ad em ás de estudiar y clasificar el m aterial nuevo que ha entrado a su sección, a una revisión de la co n ch io logía chilena, tarea de largo alien to , y en que está p articu larm en te p rep arado. El señor G igoux ha p u b li­ cado durante el año 5 3 artícu lo s de divulgació n de las ciencias de su esp ecialidad. En esta sección ha podido co ntar con un eficien te colabo rador el Dr. R odulfo A m ando P hilippi, bisnieto del fundador del museo, quien se ha especializado en aves chilenas. A l Dr. P hilippi se le nom bró Je fe (a d h o no rem ) de la subsección “A ves C h ilen as” y actu alm en te está ocupado en la re ­ visión de todo el m aterial a su cargo. A él se deben n um ero ­ sos nuevos ejem p lares, resultan tes de sus num erosas excursiones. El señor H um berto F u en zalid a ha estado m uy activo en su sección (G eo lo g ía, M in eralo gía y P a lo e o n to io g ía) com o se p u e ­ de v er por el inform e que pasó a la dirección de! M useo y que se p ub lica a continuación. El entom ólogo, el Dr. Em ilio U reta tam bién hizo alg u n as excursiones de estudio y d e recolección. C ontinuó su revisión d e los L e p id ó p te ro s,, chilenos y extran jero s y clasificó y ordenó los nuevos ejem p lares de insectos que ingresaro n en las colecciones. El botánico del m useo, el señ ar M arcial Espinosa B.. con el entusiasm o que le es característico , hizo num erosos recorridos de diferentes sectores del país, estudiando d iversas fam ilias de p lan tas en sus d istintas fases de d esarro llo , d ed icán d o se de p referen cia a los helechos y los hongos, sin descuidar las de m ás especies. Continuó la revisión y renovación del herb ario , tarea en la cual le prestó eficaz cooperación la ayu d an ta de la sección la señorita R eb eca A cevedo. A d em ás de los trab ajo s rutinarios y de in v estigació n ,, to ­ do el personal ha c o ad yu d ad o en co n testar la s num ero sísim as co n­ sultas que a d iario se hacen. A sim ism o h a clasific ad o m uchas colección de p lan tas, insectos, aves, fósiles, etc., d e e sta b le c i­ m ientos de educación, de alum n os y de p articu lares. L a Sección de T ax id erm ia ha estado re g u larm en te ocupa


M em oria del año 1936

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do en p rep a rar en form a de p ieles o de ejem p iares em b alsam a­ dos, las aves, m am íferos, etc., entrados en el museo. A dem ás se ha elab o rad o vario s nuevos grupos biológicos, principal en tie los cuales figura un gran grupo de huem ules procedentes de la E xpedición M acqueen al A ysen. El señor A lb erto F raga, b ibliotecario del museo, ha con­ tinuado el arreglo y catalo gació n de la b iblioteca y ha p u b lica­ do duran te el año vario s artículo s sobre los tab an id ae, fam ilia a que dedica sus estudios.

SALA ARAUCANA

A m ediados del año, el Conséjo N acional de Turism o a instan cias del C onsejero, señor R o beito D agnino y el Je fe del Servicio señor Domingo O yarzún, acordó subvencionar el m u­ seo con la sum a de cincuenta m il pesos para la instalación de una sala arau can a, en la cual se exh ib iría las prin­ cip ales fases de la cultura de este interesante pueblo. En ella se está construyendo una ruca en la cual se ve en form a o b jetiva, las p rincipales tareas de la v id a dom éstica de los araucanos, con reproducciones de los diferentes m iem bros de una fam ilia en sus quehaceres diarios: el padre trenzando riendas, la m adre tejiendo un choapino, una h ija, m achí o m é­ dica, tocando su cultrun o tam bor v.tual, con su rehue o esca­ le ra cerem onial, al lad o ; otra h ija m oliendo trigo en una piedra de m o le r; un niño jugando y una gu agu a en su cuna. El grupo se co m p leta con los an im ales y aves dom esticas, acostum bradas en tales escenas, con los utensilios y enseres m ás corrientes. En otra p arte de la sala se exhibirá la herm osa colección de p la te ría arau can a que posee el museo, tejidos, arm as utensi­ lios y otros o bjetos etnográficos que usaban o to davía usan estos indios. E speram os inaugurar esa sala, antes de fines de año, y sin duda fo rm ará una nueva atracción p ara el público y p ara los num erosos turistas que visitan el museo. INCREMENTO

DE

LAS

COLECCIONES

L a m ayo r p arte de los nuevos ejem p lares ingresados al m u­ seo durante el presente año proviene de las diversas excursio­ nes efectuadas por el personal. Pueden distribuirse como sigue: M am íferos A ves Insectos .................. M oluscos . . PJantas ......................................

6 26 460 1 781


B oletín del M useo N acional

19 6

69

M uestras geo ló gicas M uestras de M inerales M uestras p aleo n to lógicas O bjetos arqueo ló gico s O bjetos etnológicos P iezas an tro p o ló gicas

20

541 144 95 6

2163

TOTAL L a B ib lio teca se ha aum entado con: 47 52 1

libros y folletos.

C om o en años anteriores, un buen núm ero de estas p u b li­ caciones se deben a generosos obsequios del Dr. C arlo s El. Porter, cuyo cariño p ara con el estab lecim ien to donde antes era Je fe de Sección no decrece.

NECESIDADES DEL MUSEO C om o la situación económ ica del m useo no ha v ariad o du­ ran te los últim os años, las necesidades son las m ism as q u e h e­ m os reiterad o en tan tas ocasiones. Pueden resum irse en la n e­ cesidad de term in ar el edificio p ara p oder exh ibir las im p o rtan ­ tes co leccion es ah o ra g u ard ad as; en la fa lta de p erson al y en el aum ento de los fondos disponibles p ara el fom ento del m useo. S an tiago D iciem bre 31 de 1936. R. E. L A T C H Á M , D irector Señ o r D irector: M e hice cargo de la sección de G eo lo gía, P ale o n to lo g ía y M in eralo g ía, en el m es de M ayo de 1934. In m ediatam en te de h acerm e cargo de ella m e d ed iq u é a o rd en ar las co lecciones exis­ tentes y a p o n erlas en condiciones de servir. M is activ id ad es eri este sentido se han dirigido p rin cip alm en te a co m p letar la s co ­ lecciones p aleo n to ló g icas que son las que están d estin ad as a cum p lir un p ap el .n ás de acuerdo con el c a rá c te r del M useo, y que por otra p arte, son ún icas en el p ¡Js. En efecto, m ien tras v a ria s otras entid ad es p úblicas, com o el D ep artam en to de M inas y P etró leo , la U n iversidad de C hile y alg u n as so ciedades p a rti­ culares, com o la Soc. N acional de M in ería cuentan, con e x ce­ lentes colecciones m in eraló gicas y p etro gráficas, n in gu n a d e éstas p er el caracter de sus ac tiv id ad e s han tenido ocasión, tiem po ni


M em oria del año 1 9 3 6

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em peño p ara perfeccionar las colecciones de p aleo n to logía. Es al M useo a quien le cum ple esta tarea. D urante el p rim er año, pude poner en orden sistem ático y en condiciones de p restar servicios, los Fósiles Secundarios, co­ lectad o s en tiem pos del Dr. R . A . P hillip i y que h ab ían sido descritos p arcialm en te en la publicación que llev a ese título. El segundo año de mis actividades en el Museo, hice otro tanto en los vertebrados. M ientras tanto, fuera del trabajo de m odernización de las determ inaciones que es largo y engorroso y que, por ende de­ be llev arse con lentitud y precaución por carencia de literatu ra prin cip alm en te, me convencí de la conveniencia de ir ag ieg an do m ateriales a los existentes sin descuidar la p etro grafía y m i­ n eralo g ía. Em prendí entonces una serie de excursiones, con la co lab o ració n d el señor D irector que siem pre me ha prestado ge nerosa ayu d a en este sentido. L as p rin cipales son las siguientes:

1.— Excursión a los Chacayes, Setiembre de 1934. — Esta excursión a la p arte b ordera de la co rd illera de la Prov. de T a l­ ca, estab a destinada a co m p letar el diseño de los afloram ientos granodioriticos y a l reconocim iento de algunos accidentes tectó­ nicos que in teresab a conocer p ara los fines que se expresarán más tarde. 2.— Excursión a la Cordillera de Talca (Grupo de los Des­ cabezados). — Enero de 1935.— En mi propósito de continuar el estudio de la C o rd illera C hilena en esas latitudes, em prendi­ mos en esta oportunidad una segunda excursión en com pañía de don M arical R. Espinosa, jefe de la Sección B otánica de este M useo y el Sr. Enrique Donoso del O bservatorio Sism ológico de la U niversidad de Chile. Estaba destinada a poner en claro algu n o s puntos de] volcanism o de esa cordillera. Pudim os es­ tudiar las principales m odificaciones acaecid as a este respecto, y continuam os carto grafiando las lav as terciarias que alcanzan gran extensión en esas regiones. T rajim o s 47 m uestras petro­ gráficas. ¡Los resultados de estas dos excursiones se publicarán próxim am ente en una m o nografía sobre el sector volcánico de los D escabezados.

3.— Excursión al Departamento de El Loa (Prov. de Antofagasta) M ayo a Junio de 1935.— A com pañé al señor D irec­ tor en su excursión al interior de la provincia de A n to fagasta (v e riten te occidental de Ja P u n a) con el propósito de hacer a l ­ gunos reconocim ientos en esas regiones. Ellos fueron de carao ter secundario, pero se recolectaron m uestras p etrográficas p a­ ra las colecciones del Museo.


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B oletín del M useo N acional

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4.— Excursión a la Costa entre Constitución y e! M aulé y perfil Transversal de la Cordillera de la Costa en esas latitudes. Setiembre de 1935. — En esta excursión pudim os le v a n ta r un perfil som ero de la C o rd illera de la C osta en tre San J a v ie r y Constitución, p ara tratar de ub icar unas c ap as fo silíferas, que a llí m enciona Stelzner. Com o no anduvim os m uy afortun ado s en esta tarea, hicim os una excursión co m plem sn taria h acia Chanco, p ara estudiar cap as fo silíf?ras del terciario y cretácico, que se m encionaban en esas regiones. En efecto pudim os re le ­ v a r cap as de esta edad, desde el m ism o pueblo de C onstitución hasta Faro C arran za, don de interrum pim os nuestro reco rrido . R e ­ cogim os 45 in v erteb iad o s fósiles, y 6 huesos de saurios y c e ­ táceos m arinos fuera de 26 m uestras p etro gráficas, que form an p arte de las colecciones del Museo actualm en te.

5.— Excursión a la Isla de Pascua. — Noviembre-Diciem­ bre de 1935. — A fines del año pasado se p resentó un a o p o r­ tunidad p ara que p udiéram os alcan z ar a la isla de Pascua. El se­ ñor D irector tuvo la g en tileza de design arm e p ara esta tarea. N uestra p erm an en cia en la isla duró sólo 10 d ías que d ed ica­ mos a reco ger toda la docum entación p o sib le sobre esa isla : 150 fo to grafías, 150 m etros de film de 16 m m . que han p o ­ dido ser utilizados en su casi to talid ad , 87 m u estras p e tro g rá ­ ficas reco gid as alred ed o r de toda la isla, y unas trein ta p lan tas, fu e ia de algunos insectos , ( 2 5 ) . No pude d ed icar m a yo r a te n ­ ción a l m uestreo de p lan tas e insectos, por cuanto m i m isión era hacer un levan tam ien to geoló gico de la isla y en esta ta re a g asté en continuos recorridos el escaso tiem po de que dispo nía. Los re ­ sultados de este v ia je han sido dados a conocer en dos co n feren ­ cias dictadas en la U n iversidad de C h ile y actu alm en te p rep aro una publicación.

6.— Excursión a la Costa entre Constitución y Llico. — Fe­ brero de 1936. — A p roveché una excursión h acia esos p a ra je s p ara continua-' e! 'e.vantam iento de la co sta h acia el norte que h ab ía em pezado ín el m es de Setiem b re de 1935. F u era de los esquistos arc-iicos que ap arecen en la costa y a en la rib era norte de ia d esem b o cadura del M aulé, se pudo co m p ro b ar que esquistos negros m ás recientes se continúan por la costa h asta el norte de la L agu n a de V ich uquén en donde in terru m p í m is re ­ corridos. El gran ito se d esarro lla en las regio nes de H u en ch u llam í, y el resto está form ado por te rra z a s lito rales sin fósiles, de fecha m u y reciente. El m a te iia l recogido fue p u ram en te p etro ­ gráfico (3 5 m u estras).

7.— Excursión a la Costa entre La Ligua y el Choapa. — Julio-Agosto de 1936. — Esta excursión se d esarro lló en co la­ boración con el D ep artam en to de M inas y P etró leo . En ella m e


M em oria deJ. año 1936

199

pro p o n ía reconocer algun as form aciones antiguas existentes en la costa y m uestrear p ara las colecciones del Museo. E lla fue m uy productiva. F uera del pérm ico y triásico m arinos que y a h ab ían señ alad o Sundt, Philippi, G roeber en esa costa, pude encontrar el rético continental. Por otra p arte recogí tam bién fósiles aunque im perfectos en una form ación que se d esarro lla entre los M olles y H uaquén y que es de fecha mucho m ás re ­ ciente, posiblem ente liásica, aunque la determ inación del ma terial no está concluida. 6 .— Excursión a Los M olles en Setiem b re de 1 9 36. — R sp e tí los recorridos a la p arte sur de mi excursión anterior por considerarlo necesario p ara colectar m ás m ateriales. El re­ sultado de am bas excursiones ha sido el siguiente:

M uestras P etrográficas M uestras paleontológicas

25 350

8 .— Excursión a Lo P rado y A lrededores. — Noviem bre de 1 9 3 6 .— El Dr. B rueggen h ab ía encontrado algunos fósiles in­ determ in ab les en las caleras de ;Lo Espejo (cuesta de Lo P ra­ d o ). M e pareció interesante hacer algunos recorridos en estas regiones p ara tratar de coleccionar m ateriales en este sentido. Com o el Dep. de M inas y Petróleo estaba interesado en este pro­ b lem a, me facilitó su cam ioneta y en co m pañía del señor Eduar­ do Nef, ingeniero prim ero de esa repartición, hicirr.os algunos recorridos. H em os traído como resultado de ellas -n buen lote de fósiles cuya determ inación me parece posible y v arias m ues­ tras petrográficas. ( 2 5 ) . Los resultados científicos de estas distintas excursiones los ¡rem os entregando a la publicidad en la m edida de nuestras fuerzas, cuando tengam os certeza de las determ inaciones. M ien­ tras tanto y p ara los fines prácticos que debe atenerse ia m ine­ ría y estratigrafía de exploración, bastan las determ inaciones som eras con que figuran en las colecciones.

S alu d a al señor D irector HUM BERTO FUENZAL1DA, G eólogo del Museo




T a lle r e s C rifecM « AH u lla»

HUÉRFANOS 2566


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