Tomo 26

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UNA TUMBA DE CHIUCHIU I POR Ó. MOSTNY

Cpn un Apéndice PROTOCOLO DE p

CAANÉÓ DE CHIÉJCHIV

por F. JELDES A.

B O J .E T I N ;

DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL TOMO XXVI

NUMERO 1

SANTIAGO DE CHILE;

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U N A TU M B A D E C H IU C H IU POR G. MOSTNY

Con un Apéndice PROTOCOLO DE UN CRANEO DE CHIUCHIU por F. JELDES A.

lì O L K T I \ DEL MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL TOMO XXVI

NUMERO

SANTIAGO DE CHILE. »

19 5 2

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A D V E R T E N C I A

Con el presente trabajo “Una tum ba de Chiuchiu”, el Boletín del Museo Nacional de H istoria N atural, em ­ pezará a ser distribuido por entregas correspondientes a estudios m ás o m enos extensos, o a conjuntos de artículos sobre una m ism a m ateria. Cuando se haya publicado u n núm ero de entregas que se estim e correspondiente a u n tomo, se distribuirá u n índice de él y se enviará, además, a la s ' instituciones con las cuales m antiene canje el Museo, ejem plares encua­ dernados. Las personas que recüben la publicación podrán hacer otro tanto, incluyendo el índice en el m anojo de ar­ tículos que constituyen el tomo. Se ha adoptado este pro­ cedim iento de publicación, para

entregar m ás rápida­

m ente a la circula,ción los estudios que se hagan y para m antener u n ritm o m ás frecuente de publicaciones.

E L D IR E C TO R.


I N D I C E

Un a T um ba de C hiuchiu .................................................... C anasto enroscado .................................................................. Cencerro ..................................................................................... Tabletas y Tubos de m adera ................................................ Pequeños Recipientes ............................................................. G otario ....................................................................................... E sp átulas ................................................................ t .............. Flechas ........................................................................................ Bolsas de c u e r o ............... .......................................................... B olsita de piel .......................................................................... Recipiente de cuero ............................................................... S a n d a lia s ..... ............................................................................. Estuches p a ra plum as ............................................................ Tejidos ..................................•..................................................... Cam isa de niño ......................................................................... Bolsa grande ............................................................................. Bolsa m ediana .......................................................................... Bolsa pequeña ..... .................................................................. O tra Bolsa p e q u e ñ a ................................................................. Bolsa ro ja ............................. ..................................................... Camisa g ran de ................ ....................................................... E n v o lto rio ....................................... ....... •....................'............ O tros T e jid o s .................................................................'.......... B orla ........................................................................................... Trenzado de T otora ................................................................ Cordel blanco y negro .............. ............................................ Cordel rojo y blanco ............................................................... Conclusiones .............................................................................. B ibliografía ...............................................................................

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Protocolo del C ráneo ...............................................................

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Ilu s tra c io n e s .............................................................. ..............

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TUMBA DE

CHIUCHIU

por Greta Mostny E l pueblo de Chiuchiu, situado en la Provincia de A nto­ fagasta, D epartam ento de El Loa, a unos 35 kms. de Calama, capital del departam ento, se encuentra cerca del punto donde el Río Loa recibe el Río Salado como afluente. Estando situado antes del punto de unión de estas corrientes, tiene la enorme ven taja de disponer de agua dulce, pues el Río Loa, se torna salobre debido a las aguas del Río Salado. Igual a la m ayoría de los oasis en el Desierto de Atacam a, el lugar fué habitado desde tiem pos rem otos y de esta ocupación por los Atacameños quedan, aproxim adam ente a 1 kih. al norte del pueblo actual, los restos de un antiguo pucará y a unos 2 kms. al noreste un extent o cem enterio indígena. Este cem enterio contenía originalm ente mucho más de cien tum bas, aue ahora Gstán todas excavadas y sólo una ligera de­ presión en el suelo y grandes cantidades disem inadas de huesos, tejidos y restos de alfarería, indican su an terio r contenido. Al lado de las depresiones se encuentran m ontoncitos de tie rra y arena, que lor> excavadores sacaron de las tum bas. Según estos rastros, las sepulturas estaban m uy cerca las unas de las otras. Más o menos en el centro del cem enterio pudim os encontrar un sitio no tocado, de aproxim adam ente 1 m. cuadrado, donde a nuestro parecer, podía caber otra sepultura. Este sitio había esespado a la devastación general por el hecho de que excava­ dores anteriores lo habían cubierto con la tie rra sacada de las tum bas vecinas. Removiendo prim ero esta tierra suelta, pudi­ mos convencernos pronto, que en realidad había quedado de­ bajo de ella una tum ba intacta. No es que falte m aterial arqueológico procedente de Chiu­ chiu; la m ayoría de las excavaciones anteriores sin embargo fueron hechas sin consideración al conjunto de objetos que se encontraban en una m isma sepultura y además, en la m ayoría de los casor. éstas fueron practicadas por gente desprovista da interés científico, con propósito comercial o a m anera de un solaz dominical. Excavaciones sistem áticas hay pocas. En 1894, el barón, A lbert de D ietrich excavó dos tum bas, cuyo contenido regaló al Museo Etnográfico del Trocadero en París; este m aterial fué descrito por Eric Ecm an (1908, II, p. 758 ss). O tras cinco tum ­ ban fueron excavadas en 1912 por el ingeniero sueco Claus Roycm, ju n to con dos otros ingenieros y los hallazgos se repar­ tieron en tre los descubridores. Más tarde, el tir. Royem regaló su p arte al Museo Etnom-áfico de Oslo y Gósta M ontell lo des­ cribió en 1926. En 1902 y después de 1935, Ricardo Latcham


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estuvo en Chiuchiu y excavó en el cem enterio. E l m ate ria l co­ lectado por él, se conserva en el Museo N acional de H istoria N a­ tu ra l de Santiago y los resultados científicos han sido p u b li­ cados en varios de sus libros, especialm ente en “A rqueología de la Región A tacam eña” (1938). E n 1938, el arqueólogo sue­ co Stig Rydén, en camino a Bolivia, visitó la región y publicó los resultados de su investigación en 1944. E sta m ism a publica­ ción contiene adem ás la descripción de la colección del Sr. Rudershausen de C huquicam ata, que proviene de este mismo ce­ m enterio de Chiuchiu. Tampoco en esta colección se sabe cómo los objetos estaban asociados en las tum bas, hecho más deplo­ rable todavía por tra ta rse de u n a colección ex tra o rd in a riam en ­ te interesante. P o r el hecho de conocerse bastan te m aterial de Chiuchiu, y desconocerse su asociación dentro de la unidad de la tum ba, la sepultura encontrada y excavada por nosotros en 1945, ad­ quiere un valor especial. P o r esta razón consideram os o p ortu­ no descubrir el hallazgo in extenso, a m anera de un inventario, con m áxim o detalle, porque creem os que puede ser ú til p a ra el estudio de los objetos procedentes de este cem enterio y que se hallan dispersos en muchos museos ex tranjeros. El terren o ocupado por el cem enterio está cubierto con una costra d u ra calcárea de varios centím etros de grosor, la cual debió p erforarse p ara hacer las tum bas. D ebajo de esta costra sigue terren o blando, com puesto principalm ente de arena. La excavación de esta sep u ltu ra tenía form a casi cuadrada, de 1 por 0,8 m. y su piso se halló a 0,7 m. de profundidad. A pocos centím etros debajo de la superficie se dió con la cabeza del ocupante principal de la tum ba. (Fig. 1). E ste —un hom bre viejo, de pelo canoso—, estaba en cuctil’as y envuelto en te ji­ dos; en la cabeza tenía un gorro con alas de piel de vicuña y una m alla de lana color café claro como p arte central. A través de la m alla tenía puestas dos largas plum as de loro, u n a ro ja y la ptra celeste, que colgaba soüre la espalda. (Fig. 2). E sta clase de loros no existe en Chile, y la región m ás cercana don­ de se en cuentran es el Beni- boliviano. El fardo estaba apoyado contra uno de los lados cortos de la tum ba. Sobre las rodillas tenía tendida u n a espesa cam isa de lana negra. F ren te a él se encontró acostado, pero con las piernas m uy encogidas, el cu er­ po disecado y desnudo de una m u je r joven con pelo corto y cer­ ca de ella un paño de lana en el cual estaban envueltos dos criaturas, una recién nacida, de no m ás de un m es de edad y la otra de algo m ás de un año. A m bas ten ían las piernas enco­ gidas en posición fetal. L a m ayor tenía la cabeza deform ada y descansando sobre u n a especie de cojín de algodón apretado del cual se encontraban tam bién restos adheridos a la' frente! ¿Sería que este cojín de algodón form aba p a rte del ap arato deform ador? La más pequeña, que tenía la cabeza v u elta hacia la izquierda, tam bién la apoyaba sobre u n m anojo de al-


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godón, pero en este caso mucho más suelto y sin la form a aprensada del anterior. Ambas criaturas tenían brazaletes con cuentas de turq u esa y m alaquita y la más pequeña aparente­ m ente tam bién un collar del mismo m aterial, porque se encon­ tra ro n algunas cuentas todavía adheridas al cuello. Las cria­ tu ras estaban envueltas en dos paños; el interio r de lana color claro, que había originalm ente form ado p arte de una prenda m ayor, y el exterior, u n paño rectangular, con cuatro orillas y listas de urdim bre de cuidadosa ejecución (véase Envoltorio). Al lado izquierdo del fardo principal se encontró el cuerpo igualm ente disecado y desnudo de una m u jer vieja, cuya ca­ beza estaba separada del cuerpo y cerca de los pies de la m ujer joven. Q ueda de la cabeza únicam ente la p arte ósea a la cual se adhieren m ediante unos tejidos disecados el atlas y las dos v értebras siguientes. (Véase el Protocolo del cráneo al final). C erca de la cabeza del hom bre, al lado izquierdo, se halló un 1‘rozo de una tabla de cardón, m adera que ha sido m uy usada en Ja antigüedad, d urante las siguientes épocas y que todavía hoy se encuentra en construcciones en los oasis del Desierto de A tacam a. F ren te a él se encontraron restos de maíz, frejoles y sardinas disecadas. El resto del espacio dentro de la tum ba es­ taba ocupado por objetos del aju ar fúnebre, que se describen a continuación.

Canasto enroscado. diám etro boca: 11,2 cms. diám etro fondo: 8 „ altu ra 6 „ E ste canasto es ejecutado en la técnica de aduja o espiral (coiled basketry), técnica que se encuentra tam bién entre los pueblos de N orteam érica y hasta el territorio fueguino por el * hem isferio m eridional ( 1). El m aterial empleado es Cortadería Selloana, tanto para la ad uja como p ara la fib ra de enlace. U n delgado y largo m ano­ jo dfe cintillas (la aduja) se enrolla y se cose con la fibra de en­ lace de m anera que ésta pasa por encima de la aduja que está en proceso de ser cosida y perfora un punto de la fibra de en­ lace y u n a p arte de la aduja de la corrida anterior. Este proce­ so empieza en el centro del fondo y sigue hasta que el manojo está com pletam ente cubierto de puntos hechos con la fibra de enlace y ha tom ado la form a deseada de canasto (fig. 3 a y b). El sistem a de p erfo rar el punto inferior no se m antiene durante todo el trabajo; m uchas veces se perfora solam ente una parte de la aduja inferior, saliendo la fibra de enlace entre dos


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puntos sin p a rtir ninguna. E sta irreg u larid ad influye n a tu ra l­ m ente en el dibujo, que sale asim étrico. El canasto es m uy resistente; los puntos form ados por la fib ra de enlace están juntos y apretados y la form a del canas­ to es sim étrica. La pared consiste de catorce ad u jas y el fondo (desde el centro a la p eriferia) de nueve adujas. Cada u n a de ellas tiene aproxim adam ente 4 mm. de diám etro. El color de fondo es pardo-rojizo y la ornam entación se debe al uso a lte r­ nado de una fib ra de enlace m ás oscura, casi negra; de esta m anera se form a u n dibujo geom étrico de fig u ras escalonadas compuestas, que se repite diez veces en la p ared del canasto. Debido a la peculariedad, m encionada más, arrib a, de pasar la fib ra de enlace a veces a través del punto in ferior y a veces entre dos puntos, el dibujo no es m uy regu lar, cam biando el núm ero de puntadas claras y oscuras en cada m otivo y su in te rs­ ticio. No obstante, el efecto producido es ag radable p ara la vista. El uso de canastos enroscados fué m u y difundido e n tre los Atacameños. Como recipiente ha precedido a p aren tem en te a la cerám ica ( 2 ) aunque no por u n período b astan te largo p a­ ra ser com probado definitivam ente ert los cónchales; por el otro lado, un cem enterio en P u n ta P ichalo, encontrado por B ird (3) que contenía cestería en espiral, carecía de alfarería, aunque todos los demás artefactos eran idénticos con los de las capas con cerám ica de los cónchales (4). C onsiderando que los Atacam eños, aunque sedentarios, v iajab an m ucho y no sólo a través de su extenso territo rio , sino tam b ién por las regiones adyacentes, es fácil entender su preferencia por la cestería en vez de la cerám ica quebradiza, como recipientes resistentes, los cuales, im perm eabilizados, servían tam bién p a ra g u ard ar líq u i­ dos. L a cestería en ad u ja no era u n rasgo c u ltu ral exclusiva­ m ente atacam eño, sino al contrario, tenía u n a am plísim a dis­ tribución a trav és de toda A m érica. T ratándose de un airtículo fabricado de m a te ria l orgánico y expuesto a la destrucción por la acción del tiem po, que sa conserva solam ente en regiones donde el suelo es m uy seco, no es fácil dem ostrar su distribución. Basados en los hallazgos arqueológicos y en el m aterial q u e se fab rica tod av ía hoy e n tre las tribus indígenas, se puede co n statar que la cestería en téc­ nica de aduja o espiral era conocida desde los E squim ales en el extrem o noroeste de la A m érica sep ten trio n al h asta los Yám ana en las Islas al S u r del C anal de Beagle en el extrem o su r de la A m érica m eridional. El área de distribución se ex tiende a lo largo de la costa del Pacífico (siendo dudosa en territo rio s húm edos donde estos artefactos fueron destruidos por factores natu rales en caso de h ab er existido) y de m odo som ero se pue­ den considerar las cordilleras de las Rocallosas y de los A ndes como su lím ite oriental, el cual fué traspasado sólo donde había una com unidad de cultu ras a am bos lados de la m ontaña: por


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ejem plo en la A m érica del S ur en el área atacam eña y del Noroeste A rgentino; en el área D iaguita Chilena y A rgentina (en esta región se tiene pruebas indirectas de la existencia da esta clase de cestería por im presiones hechas en la cerámica) y en la región araucana y la fueguina. En la p arte atlántica ds la A m érica del S u r existen solam ente esporádicos centros de fabricación, como si una p arte de los portadores de esta técnica, en su camino hacia el sur, se h ubieran desviado hacia el sureste (sin lograr reunirse nuevam ente con el tronco principal que descendía por la costa Pacífica). Fig. 4. D istribución de la cestería en espiral en la A m érica del Sur (Fig. 5): 1.

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Páez y Moguex: G. H ernández de A lba (1946): The H ighland Tribes o f South ern Columbio,; Handbook o f Southam erican Indians, tom II, p. 942 (5 ). Ellos no hacen canastos, sino som breros en esta técnica. Ge del N orte: R. H. Loivie (1946): The Indians o f E a s te m Brazil; H d b k I, p. 386. Canella (Ge del Centro): R. H. Lowxe (1946): The N o rth iv e ste m and Central Ge. H dbk. I, p. 487. P ancararú: R. H. Loivie (1946): The Pancararú, H dbk I, p. 561. Costa del N orte de P erú: B. M ishlán (1946): Te C ontem porary Quechua; H dbk II, p. 431; se hacen esporádicam ente. Centro de Perú: P a ra c a s y Chavín. R. Carrión C. (1948): La cultura ra Chavín; R evista del Museo Nac. de Antropología y Arqueología, vol. II, N" 1 p. 162. A ym ara H. Tschopik jr. (1946): The, A ym a ra, H dbk 11, p. 534. Se hacen ocasionalmente. Costa sur de P erú y norte de Chile: R. E . Latcham (1938): Arqueología de la Región A tacam eña; p. 211 ss. Atacam eños: R. E. Latcham (1938): Arqueología de la Región A tacam eña; p. 211 ss. Puñenon y H um ahuacas: E. Casanova (1946): The C ultures o f tlie Puna and Quebrada de H um ahuaca; H dbk. II, p. 623.


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11. U ru: W. La B arre (1 9 4 6 ): The U ru-C hipaya; Hdblc. 11, p. 580. 12. D iaguita A rgentinos: F. M árquez M iranda (1 9 4 6 ): The D iaguita o f A rg e n ­ tin a ; H dbk. II, p. 642. 13. D iaguita Chilenos: J . Irib a rren (1 9 4 9 ): Casa de P iedra en San Pedro V iejo; B oletín de la Sociedad Arqueológica de L a S e­ rena, N." 4, p. 13. 13 a. Chile C entral: El Museo N acional de H istoria N a tu ra l de S antiago conserva u n fragm ento de cerám ica con im presione.; de cestería enroscada en la g red a (N.1? 13.471). 14. Mateco: A . M etra u x (1 9 4 6 ): E th n o g ra p h y o f the Chaco; H dbk. I, p. 285. E l a u to r supone i^ue h a n ad q uirido e sta técnica de sus vecinos m estizos. 15. Comechingones: A . Serrano (1 9 4 5 ): Los C om echingones; p. 217 ss. 16. A raucanos chilenos: J. M. Cooper (1 9 4 6 ): The A raucanians; Iíd b k II, p. 713. 17. A raucanos A rgentinos: . A . M etraux (1 9 3 0 ): E tu d e s su r la C ivilisaX cn c e s Indiens Chiriguano. 18. A lacaluf.: J. B ird (19 4 6 a ): T he A la ca lu f; H d b k I, p. 68. 19. Ona: J. M. Cooper (1 9 4 6 ): The Ona; H d b k I, p. 112. 20. Yám ana: J. M. Cooper (1 9 4 6 ): T h e Y agitan; H d b k I, p. 89.

Cencerro: altu ra: 15 cms. plano superior: eje largo: eje corto: boca: eje largo eje corto: grosor de pared: • 0,5 cms.

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Este objeto (Fig. 6 ), se encontró en óptim o estado de conser­ vación con los badajos m antenidos en su lu g ar por los cordeles originales.


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E stá hecho de un solo trozo de m adera con los lados en form a de trapezoide y ligeram ente curvados; la boca y el plano superior son elípticos. El plano superior está además perfora­ do por seis agujeros, siendo los dos laterales m ayores que los del centro y aproxim adam ente rectangulares. P or ellos pasa la cuerda de tendones con la cual se su jetan los seis badajos. Los cuatro agujeros centrales de este ejem plar no parecen ten er ninguna finalidad, a no ser que por ellos pasara otra cuerda con la cual se su jetara el cencerro; dada su pequenez podía p a ­ sarse por ellos solam ente una delgada. Los badajos, seis en núm ero, consisten de palitos de 1 a 1,5 cms. de grosor por 17,5 a 18 cms. de largo. En su p arte superior se adelgazan considerablem ente y adem ás están perforados pa­ ra d ar paso al cordel del cual cuelgan. Cencerros de este tipo h an sido descritos por varios auto­ res, como E w bank (1885, p. 117, pl. X, fig. 7), Von Rosen (1919, p. 192) Bom an (1908, p. 744) M ontell (1926, p. 28) Latcham (1938, p. 139) Salas (1945, p. 193), etc., y no representan nada nuevo en la arqueología del N orte de Chile o Noroeste argen­ tino. El objeto descrito aquí es uno de los más grandes, si no el más grande, que se ha encontrado hasta ahora, Además pa­ rece que originalm ente estuvo pintado de rojo, porque trazos de este color se en cuentran todavía en una de las superficies laterales. L atcham (op. cit.), adscribe los cencerros a las dos últim as épocas de la cu ltu ra atacam eña o sea a la atacam eña indígena y la chincha-atacam eña y los considera como “artefactos neta­ m ente atacam eños”. Salas en su m apa dé distribución (1945, fíg. 75) indica los lugares ■ —tanto chilenos como argentinos— donde han sido hallados, encontrándose el área de m ayor dispersión por el lado chileno, desde A rica hasta T altal (18^30’ - 25°30’ Lat. S), m ientras que por el lado argentino los lugares donde se hicie­ ron los hallazgos se encuentran alrededor de los 239 lat. S. De­ bido a esta concentración, Salas pone en duda la afirm ación de Latcham y la anterior de Eoman, que hay que buscar el cen­ tro, desde el cual se dispersaron los cencerros en territorio atacameño chileno. A las conclusiones de Salas hay que oponer, que la cu ltu ra atacam eña dependía siem pre de la naturaleza de su territorio, cuyo rasgo más im portante es el clima desér­ tico, estando restringidas las áreas idóneas p ara la ocupación hum ana, a pequeños oasis, separadas por grandes extensiones estériles. De m anera que la densidad de los sitios de hallazgos en territo rio atacam eño no podrá nunca aum entar considera­ blem ente por las razones geográficas mencionadas, y no puede servir de criterio p ara la dispersión de elem entos culturales. La cantidad de objetos —claro está— estará sujeta a cambios, a m edida que progresen los trabajos arqueológicos. En cuanto al uso que se ha dado a estos objetos, Latcham (1938, p. 140) opina que fueron colgados “a los cuellos de las llam as jefes de la tropa, de la m ism a m anera como los cence­


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rros de bronce de las m adrinas de las tropas de m uías en la actualidad”. Son relativ am en te pocos los ejem plares que se han encontrado y creemos, que ten d rían que ser m ucho m ás ab u n ­ dantes, si en realidad h u b ieran sido usados con este fin, pues­ to que los atacam eños poseían gran núm ero de tropas de lla ­ m as m ediante las cuales tra n sp o rta b a n la carga en sus e x te n ­ sos viajes. Nos inclinam os m ás bien hacia la idea, de que los cencerros de m adera servían p ara fines ritu ales o eran in stru ­ m entos de música, tal como ahora todavía se usan los cencerros de bronce en los antiguos bailes atacam eños (M ostny y col. “Peine, u n pueblo atacam eño”; en prensa). Tabletas y tubos de madera. T ableta. largo total: 15 cm. ancho: 5,8 a 5,4 cm. recipiente: largo 6,7 cm. ancho: 3 3 cm. prof.: 0,8 cm. a ltu ra de condor: en fren te: 7 cm. en dorso: 9.8 cm. Tubo esculpido. largo total: 20,5 cm. largo boquilla: 5 cm. largo figura hum ana: 4,5 cm. diam. sup. (boquilla): 1,2 cm. diam. inf.: 0,6 cm. Tubo liso. largo total: 19,4 cm. largo boquilla: 4,2 cm. diam . sup. (b o q u illa ): 1 cm. diam. inf.: 0,6 cm. Mucho es lo que se ha escrito acerca de estos objetos, quo llam aron la atención desde m ucho tiem po. Se tra ta do reci­ pientes poco profundos, de form a g eneralm ente re cta n g u la r —aunque existan algunos redondos o de form a ovalada__ que tien rn un asa en uno de los lados cortos del recipiente- e't.e puede ser de form a trapezoidal, 'com o una prolongación del recipiente, o elaborado en form a de una a tres figuras h u ­ m anas (bustos o cabezas), en form a de felinos, cóndores, arm ai os, lagartos etc. Las tabletas se en cuentran siem pre asocia­ das con tubos de m adera o hueso, a veces esculpidos con re p re ­ sentaciones hum anas o zocmorfas en la p a rte c e n tra ’ d -^1 tubo m ientras que un extrem o era labrado en form a de boquilla La tab leta (Fig. /), encontrada en esta tum ba se hclló en


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un estuche de cuero am arrada con un cordel de lana, protegien­ do la tab leta contra cualquier daño que podría causarse por el contacto con otros objetos o la tierra. U na vez sacada de su en­ voltorio pudim os v er que el recipiente tenía en su borde supe­ rio r la figura de u n cóndor echado. U hle (1913, p. 454-458) des­ cribe una tab leta m uy parecida a ésta, procedente de Calam a (N.9 16) y o tra —tam bién con la m ism a decoración— se encuen­ tra en una colección particular, form ada y conservada en Iquique. E n cuanto a la distribución geográfica de las tabletas y tu ­ bos, se en cuentran —igual a los cencerros— en ambos lados de la C ordillera de los Andes. En el lado chileno se h an encontra­ do desde A rica (Bird, 1943, p. 248, fig. 20 a, b) hasta Huasco (Salas, 1945, fig. 90) y C hurcal (Latcham , 1928, p. 76) con pre­ dom inancia en la hoya del Río Loa. En 1938, fecha en la cual publicó su libro, L atcham (1938, p. 131), da cuenta de 204 ta ­ bletas encontradas en territo rio chileno, “sin contar las lleva­ das por los norteam ericanos” (los que sum an aproxim adam ente u n centen ar). E l lugar donde eran más frecuentes era Chiuchiu con 69 ejem plares (ahora 70) y Calam a con 63 piezas. En te rri­ torio argentino se habían descubierto hasta entonces un to tal de sólo 22 piezas. (Véase tam bién Looser, 1926, pp. 19 - 22, quien reproduce u n a tab leta de Sama, P erú ). La interpretación que se ha dado a estos objetos varía se­ gún los autores que los describen, isn que se haya podido lle­ gar a una solución aceptada generalm ente. A m brosetti (1899, p. 43) quien los describió prim ero, los llam a “tabletas de ofren­ das” ; Lehm ann-N itsche (1902, p. 8) los llam a “paletas” y a los tubos “alfileteros o escarificadores” (id. p. 10) Boman (1908, p. 653) cita a Pedro Sotelo N arvaez y Lozano, el cual describe el uso de u n narcótico m ediante tubos, y en otro trabajo posterior (Q uito 1923) describe el uso de tabletas sem ejantes entre los indios M ahués y M undurucús (Amazonas y Tapajoz). Lafone Q uevedo (1912) cree que los tubos fueron usados como cerba­ tanas p ara flechas envenenadas. Posnansky (1913) cree que se usaban p ara hacer sacrificios de sustancias balsámicas. TJhle (1915) los considera como recipientes p ara rapé y los tu ­ bos para aspirarlo. A esta opinión se adhieren Latcham (1938, p. 128) O yarzún (1931) y Looser ( 1926, p. 22). Rosen (1919, p. 147) afirm a que se usaron las tabletas p ara p rep arar la mezcla de agua y ceniza que se m astica jun to con las hojas de coca. M ontell (1926, p. 35, 36) las llam a “grinding-slabs” y considera que el problem a del verdadero uso de las tabletas queda sin solución todavía. Salas (1945, p. 218-226) da u n resum en de tas opiniones de autores anteriores sin considerar ninguna de ellas como probada. En cuanto al polvo que se usó en las tabletas para aspirar m ediante el tubo —porque creemos que la opinión más fun­ dada acerca del uso de las tabletas era como recipientes para


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un narcótico o estim ulante— L atcham (1938, p. 133 ss) supone que se tra ta de los frutos tritu rad o s de Piptadonia macrocarpa que constituyen u n fu erte excitante, o tam bién una especie de tabaco, como usaban los antiguos h ab itan tes de P e rú y Boüvia C entral y M eridional. Queda por últim o la cuestión de la época en la cual fueron usados estos objetos. L atcham (1938, p. 132, 133) afirm a que aparecieron por p rim era vez en la civilización de T iahuanaco y eran entonces de piedra. Se conocen catorce de estas tab le ­ tas de piedra. De allí “se esparció su uso por toda la zona ocu­ pada por los atacam eños, extendiéndose h asta las regiones pe­ riféricas de los diaguita argentinos y chilenos au nque no fu e­ ron generalm ente adoptadas por ellos”. R epresenta algunas de ellas en fig. 1, 2 y 3, p. 46 op. cit. A lgunas tien en m angos tr a ­ pezoidales con representación de figuras en reliev e típicas de Tiahuanaco. En otras los mangos de las tab letas de esta época “represen tan cabezas de pum as labradas en el conocido estilo tiahuanaquense”. La labranza de ellas es m ucho más esm era­ da que la, de épocas posteriores. Más adelante dice el m ism o autor: “No obstante, la gran m ayoría de las tab letas conoci­ das pertenece a la época de la cu ltu ra atacam eña indígena o bien, al período subsiguiente, chincha-atacam eña. En estas dos épocas, la decoración de las tab letas es diferente, lo que perm i­ te clasificarlas. En la p rim era encontram os uno o dos m angos, generalm ente representando anim ales o aves, toscam ente ta lla ­ dos y frecuentem ente atravesados en el extrem o de la tableta. Raras veces se encu en tran en esta época figuras hum anas y en todo caso son figuras toscas y sim ples. En la últim a época las figuras hum anas son más artísticas y a ella pertenecen casi todas las que p resentan tre s figuras (Uhle. Las tab letas de C hiuchiu, fig. 1, 2, 3). Los anim ales son m ás estilizados y frecu en ­ tem ente represen tan m onstruos, lo que no sucede en las épocas anteriores. Fig. 27 y 38”. A esta opinión de u n centro de irradiación tiah u an aq u en se de las tabletas, expresada prim ero por U hle (1915) se ad h ieren L atcham (1938, p. 132 ss), O yarzún (1931), M ontell (1926, p. 36), Serrano (1941) y Salas (1945). De las dos tab letas de C hiuchiu, que figura R ydén (1944, fig. 113, 114), la p rim era no tien e ni asa n i ornam entación; la segunda de form a poco frecuente, presenta una serpiente bicéfala en el borde de la tableta. L a ejecución recuerda T iahuanaco; adem ás, según L atcham (1927, p. 220-237), la serpiente es un m otivo de Tiahuanaco, in tro d u ci­ do de aquel centro cu ltu ral en la cerám ica atacam eña v dioguit.a. Nosotros dejam os ab ierta la cuestión cronológica estab le­ cida por U hle y seguida provisoriam ente por L atcham . Los tubos (fig 8 ) que se en cu en tran en esta se p u ltu ra son de dos tipos diferentes. Uno, sin ornam entación alguna, está trabajad a de un trozo de m adera b landa de color claro La bo­ quilla fué hecha aparte, de un trozo de la m ism a clase de m ade­


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ra y el tubo se enchufa en ella. E l corte in ferio r del tubo es recto y el grosor de sus paredes en este extrem o es m enor que en el otro. En su interio r se encontró una espiha de quisco no trab ajad a, de 15,4 cms. de largo. El segundo tubo, de un solo trozo de m adera oscura y dura (algarrobo) está prolijam ente trabajado. La boquilla tiene 5 cms. de largo; los próxim os 3,2 cms. del tubo carecer, do deco­ ración, después viene un,a figurita esculpida y finalm ente otros 7,8 cms. de tubo liso. El corte inferior es recto, igual al otro tubo. La figurita representa el cuerpo menos las piernas de una figu­ ra hum ana, con los brazos colgantes. La cabeza tiene un hocico entreabierto y orejas largas, aparentem en con aros. Probable­ m ente se tra ta de un ser hum ano que lleva una m áscara, pare­ cida a la que hemos encontrado cerca de A rica (Mostny, 1944, p. 142, fig. 4). A dem ás tiene en la cabeza algo como un gorro de­ corado y sobre el cuerpo un vestido con dibujos geométricos. En la p a rte tra se ra inferior de la cabeza y la p arte superior de la espalda está representado el peinado df: pelo largo suelto o qui­ zás el paño sobre el cual estaba cosida la máscara. Es interesan­ te notar, que la figurita da la impresión de haberse desgastado por el m anejo y al mismo tiempo está inconclusa: m ientras que el brazo izquierdo se encuentra en su p arte central com pleta­ m ente desprendido del cuerpo, el brazo derecho está todavía adherido a *éste, indicando una ran u ra y un agujero el proceso de trab ajo iniciado. Colgando del t.ubo en un cordelito delgado hecho de tendo­ nes finos torcidos y hebras de lana, re encuentran cinco cuen­ tas discoidales de m alao'iita. arregladas de m ayor a menor. En el interior del tubo se hallaron tres espinas de auisco, dos de ellas de 12.5 cms. siendo la tercera incomoleta. Estas espinas aunque se encuentran en muchos de los tubos, faltan en otros. U hle (1915, p. 125) ooina por esto, que la interpretación de los tubos no tiene que denender del uso de las espinas. A veces estas espina'’ r.o re encuentran sueltas, sino en m anojos ligado-, con un tendón o hilo de lana. Salas (1945, p. 223) se opone a 1?. idea de que sirven para lim piar los tubos, aduciendo oue se en­ cuentran a veces atadas y que siem nre son más cortas que el, tubo. N inguna de las dos razones nos parece convincente: que se encuentran en haz no es objeción, nuesto aue no tiene nu n ­ ca un diám etro m ayor que el del canal del tubo; tampoco tiene im portancia, oue las espinas sean más cortas que el tubo, ^ornue se puede lim oiar perfectam ente bien, introduciéndolas des­ de ambos labos, ya oue son más largas oue la m itad del tubo. Resum iendo lo dicho sobre las tabletas y tubos s® pued^ afirm ar lo siguiente: las tabletas y tubos deben vincularse en sus funciones por encontrarse casi siem pre juntos en los y a­ cimientos arqueológicos; aunque no se posee pruebas definitivas, la interpretación propuesta por Uhle, de que se tra ta de obje­ tos destinados a asp irar un narcótico o estim ulante, es la más verosím il; las espinas tenían su finalidad en relación con los tu ­


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bos, aunque no eran absolutam ente necesarias p ara el funcio­ nam iento de estos; y finalm ente, se tra ta —en la tab letas por lo menos— de un elem ento cu ltu ral introducido de T iahuanaco, como lo recuerda su morfología; este elem ento fué adoptado por la cultu ra atacam eña y de este centro secundario se esparció a otras regiones, especialm ente al N oroeste argentino. P a ra poder prounciarse sobre la procedencia de los tubos ten d rían que in-> cluirse en el estudio los tubos encontrados en La G onave y con­ servados en el Museo Arqueológico de P ort-au -P rince (H aití) que fueron encontrados en el área araw ak (M angones et M aximilien, 1941, lam. L ). Se diferencian de los atacam eños por la bifurcación de la p arte superior en dos boquillas se asem ejan en la p arte central esculpida, que rep resen ta u n m onstruo de hocico largo. (Com párese adem as los tubos presentados por L atchan, 1927, p. 252). Pequeños Recipientes (Fig. 9 A .F .) A. _— Vasitos de m adera. altu ra 4,6 cm. diam. 4,6 cm. diam. labio: 2,5 cm. diam. boca: 1,5 cm. B. — Tubo de m adera. largo: 6,5 cm. diám. sup.: 3,3 cm. diam. inf.: 2,9 cm. perforación, diam.: 1,5 cm. perforación, largo: 3 cm. C. — D. — E. — Tubos de caña. largo: 14 cm. 13,5 cm. diám.: 2,6 cm.

I1,6cm.

F.—R ecipiente de hueso, largo: 13,8 cm. diám.: 1,5 „ G.—Recipiente de cuero, largo: 12 cm. diam. boca: 0.6 cm. ancho base: 2,6 cm. E spátula largo: 14,8 diám.: 0,6 a 0,3 cm. E n tre los objetos que se encu en tran con m ás frecuencia en los yacim ientos arqueológicos atacam eños, se cu entan peque­ ños recipientes de m adera, caña o hueso, que en genera) se r­ vían para guard ar p in tu ra, espinas de quisco, agujas o sea ob­ jetos pequeños o sustancias como polvos y afeites. Debido a la


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naturaleza de su contenido, estos recipientes estaban prem uni­ dos de una tapa, que consistía en un pedazo de cuero, o de m a­ dera, o sencillam ente una sección de una coronta de maíz. (Com párese Latcham , 1938 p. 143; Lehm ann-N itsche 1902 p. 13; M ontell 1926, p. 38; Rydén 1944, p. 194). Los recipientes en­ contrados en esta tum ba earecían de tapas. El vasito de form a globular y base achatada (A) está hecho de m adera oscura y dura, probablem ente de algarrobo. El la­ bio es grueso y el cuello m uy corto (0,3 cm) y envuelto con una am arra de cordel delgado de dos cabou de fibra vegetal. El cuerpo del vasito esta cubierto con piel (¿escroto de auquenido?) que se adhiere perfectam ente a la form a del vaso y que term ina unos 0,5 cm. debajo del cuello. Las paredes del vaso son delgadas. Al encontrarse estaba vacío. Vasos parecidos fue­ ron descritos por Rydén (1944, fig. 116 G.) por Boman (1908, p. 759). Otro pequeño recipiente (B) hecho do un trozo de madera, es de form a aproxim adam ente cilindrica. U na perforación d e' 1.5 cm. de diám etro por 3 de largo representa toda la cavidad. Tam bién fué encontrado vacío. Otros tres recipientes (C-D-E) están fabricados de fragm en­ tos de caña. El fondo es formado por el nudo del tallo. Uno de ellos tiene u n a am arra de tendones a 2 cm. de la boca, proba­ blem ente p ara im pedir que se parta. Un quinto recipiente (F) está hecho de u n trozo de hueso de la pata de un llam a o guanaco todavía cubierto con la piel, que está recocida para cubrir el fondo del tubo. Los 1,5 cm. cer­ ca de la boca están libres de piel. Lehm ann-N itsche (1902, p. 13) describe un recipiente análogo. P o r fin, se encontró un recipiente (G) hecho del cuero sin pelo de una pierna de un mamífero, la cual fué descuerada en­ tera, de m anera que no dem uestra costura, sino en el borde in­ ferior (la p arte más gruesa de la pierna). Es parecido al repro­ ducido por M ontell (1926, p. 38, fig. 50). En este recipiente, que contiene un polvo verdoso, se encuentra —haciendo al mismo tiem po las veces de tarugo— una espátula de m adera, que fué usada en la aplicación del polvo colorante, como lo prueban los restos de éste adheridos en la parte de la espátula que queda dentro del recipiente. Estos pequeños recipientes son una prueba elocuente del genio inventivo y práctico de los atacameños, los cuales, vivien­ do en medio de una naturaleza tan grandiosa como avara, tu v ie­ ron que utilizar a fondo sus escasos recursos, sin desperdiciar ningún pedacito de m adera, hueso o cuero, y adaptándolo siem­ pre a süs necesidades. Gotario.

(Fig. 10). largo 10,4 cm. (total) 8,9 (tubo) diám.: 0,4 cm.


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Este curioso objeto se compone de u n tuvo de hueso y u n a sección de una tripa, am arrad a al hueso por m edio de u n a li­ gadura de cordel de lana. El tubo, que está hecho del radio o cubito de un ave está bien alisado en su exterior. Su p arte superior (es decir la p a rte donde se encuentra la am arra de cordel) es algo m ás gruesa que la p arte opuesta o punta. A 1,7 cm. de ésta se ve una ra n u ra a lre ­ dedor de toda la periferia, que está rellenada con u n a m ateria n e ­ gra que parece ser cem ento o cola p ara pegar. La perforación de la pu n ta es m uy pequeña, alcanzando sólo fracciones de un m ilím etro. Es im posible intro d u cir en ella u n a lfiler común,, m ientras que un alam bre delgado pasa m uy bien por todo e í largo del tubo. P arece que la p u n ta no form a p a rte del m ism a hueso, sino que está hecha de otro, perforado artificialm ente. —aunque es caso inconcebible que con los instru m entos toscos a disposición de los fabricantes pudieran h acer períoracionos tan. m inúsculas— y después em butido y fijado m ediante la su sta n c ia negra en la cavidad n a tu ra l del hueso. E sta suposición que n a pudo verificarse por no rom per el objeto, es fortalecido por otrogotario, existente en las colecciones del M useo N acional de H is­ to ria M atural (sin núm ero y sm datos) en el cual se n o ta que los 0,5 cm. del tubo que siguen a la p u n ta tien en un color m ás oscuro, como si tra n sp a re n ta ra la cola con la cual se u n iero n las dos partes. Los últim os 2 cm. del tubo (o sea, la p arte su perior) están, envueltos con u n a ap retad a am arra de u n cordel delgado de lana, de color oscuro que sirve p a ra m an ten er en su lu g a r un. trozo de trip a; ésta sobresale todavía unos 1,8 cm. y a su vez es­ tá am arrad a en sus últim os m ilím etros con un cordel parecido al anterior. E sta tripa, cuando nueva y flexible tiene que h a b e r desem peñado el papel de la goma de los gotarios m odernos. El ejem plar conservado en el M useo N acional de H isto ria N atural, m ide 10,2 cm. en to tal (1 cm. la pun ta, 7,5 cm. el tubo y 1,7 la trip a ). Del in terio r de la trip a, a m arrad a m uy cerca d s su punta, sale un cordel delgado de cuatro cabos, ios cuales, después de un nudo, quedan sueltos a m an era de fleco. E ste cor­ del parece no h ab er tenido ningún papel funcional, sino ser u n detalle secundario o adorno. F u era del gotario encontrado en esta tum ba, d e.o tro conser­ vado en el Museo N acional de H istoria N a tu ra l y do un tercero, que íué recogido por E. C asanova d u ran te u n v iaje a C alam a y C hiuchiu en 1943, no tenem os noticias de otros. L ehm annN itsche (1902, p. 12) describe u n objeto que debe h ab e r sido al­ go parecido y que procede del C em enterio de S ta C atalino iprov. de J u ju y ). Bajo el títu lo general de “T ub ito s” este a u to r escribe. N.9 28. C añita (lám ina II, fig. 28). E stá hecha de u n h u e-' secillo delgado, cuidadosam ente pulido de 8,4 cm. de largo. L a extrem idad m ás gruesa está envuelta p o r u n cordón hecho da la segunda corteza de árbol. En u n lado de este cordón está pa-


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gado un pedacito de resina. El perfil de la otra extrem idad está representado por u n disquito de m etal que, por su aspetto, pa­ rece de zinc o plomo; este pequeño disco apenas tiene el espe­ sor de una hojo de papel u n poco grueso; es ta n delgado, que vis­ to de lado casi no se percibe. La perforación apenas alcanza a 0,5 m m ”. El mismo auto r se pregunta cuál será el destino de está “curiosa cañita”. Supone que el instrum ento es incompleto y que le falta o tra cañita igual, que se em butía en el extrem o de la prim era donde tenía la am arra, p ara poder colocárselo en la nariz a fin de aspirar rapé u o tra m ateria en polvo. Pero al mismo tiem po duda de esta interpretación, porque dice con m u­ cha razón, que sólo un polvo finísimo hubiera podido pasar por la perforación de 0,5 mm. del disco metálico, y finalm ente in­ sinúa: “¿O h ab rá quizás sido un instrum ento de m edicina?”. A continuación de esta cañita, Lehm ann-N itsche (pág. 13) describe otro “huesecito”, igualm ente con una “perforación fi­ nísim a, en una de las extrem idades”, que “perm ita apenas la en­ tra d a de la p u n ta de una aguja”. Supone que era un fragm ento de un instrum ento análogo al anterior; esta pieza m ide 9,2 cms. de largo. Com parando el ejem plar N.? 28 de Lehm ann-N itsche con el que se encontró en Chiuchiu, parece que la punta de hueso es­ tá reem plazada por una lam inita de metal, y que de la parte su­ perior queda sólo la envoltura de cordel y un pedacito de la resina con la cual estaba adherida la trip a al hueso. En el mismo trabajo, p. 24, N .9 37, el mismo autor describe el hallazgo de un tubito de caña, en el cual se encontraron tres huesos delga­ dos de pájaros; es posible que estos estuvieran destinados a ser transform ados en objetos de la misma índole que los menciona­ dos arriba. La form a del objeto encontrado Chiuchiu, del otro existen-, te en las colecciones del Museo Nacional de H istoria N atural y los fragm entos descritos por Lehm ann-N itsche parece indicar que fueron ufados como gotarios:¿Qué líquido usaban? Tiene que hab er sido un líquido de efectos m uy poderosos respecto del cual era de gran im portancia dosificar bien la cantidad; quizá? un estim ulante, el cual en una dosis m ayor era letal o producía un disturbio perm anente en el organismo.

Espátulas:

(Fig. 1 1 A -E )

Se han encontrado cinco ejem plares, tres de los cuales es­ taban esculpidos en m adéra (A - C) y dos en huesos (D y E). La m adera em pleada es de algarrobo, de color oscuro, casi negro y consistencia dura. Era ésta la m adera preferida por los atacameños cuando se tratab a de ta lla r artísticam ente un objeto.


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La espátula A, de 23,5 cms. de largo, tiene u n m ango de sección circular de 1,1 cms. de diám etro, que dism inuye hacia la punta. A los 16,4 cms. el m ango cam bia de form a, su corte se hace elíptico (largo de los ejes: 0,9 y 0,7 cms., respectivam ente» y los últim os 1,6 cms. se aprovechan, m ediante un sacado, como pequeña cuchara plana de poca profundidad. U na espátula id én ­ tica con ésta es represen tad a por R ydén (1944, p. 192, fig. 115-H). La espátula B es parecida a ia an terio r. Su largo to ta l es de 18,2 cms., de los cuales 14,3 cms. corresponden a un m ango de corte redondo ( 0,8 cms. de diám etro) y p u n ta redondeada E ste m ango se continúa en u n a faja circu lar de 0,9 cms. de largo y ligeram ente más gruesa que el p rim ero y los últim os 1,9 cms. son elaborados en form a de una cu ch arita parecida a la de A. La ejecución de esta pieza es m ás cuidadosa todavía que la de la anterior. La pieza C, de u n largo to ta l de 24,1 cms., tiene en com ún con A y B la elaboración de su extrem o en form a de cu ch ari­ lla (3 cms. de largo); esta cuchara se prolonga en u n a p a rte delgada (0,6 cms. de ancho por 3 de largo), que tien e una r a ­ n u ra en el centro; term in a con un nuevo ensancham iento de form a cuadrada (2,4 por 2,4 cms.) y en seguida em pieza el m an ­ go propiam ente tal, que tien e 16,6 cms. de largo, 0,8 cms. de ancho y 0,4 cms. de grosor. E ste rem ata fin alm en te en un e x ­ trem o ligeram ente redondeado. En su p a rte sup erio r la esp átu ­ la es plana m ientras que su p a rte in ferio r es lig eram ente cón­ cava. Las dos otras piezas son de hueso y parecido en su form a. E stán fabricadas de u n trozo pulido de hueso de llam a y p re ­ sentan un extrem o ancho y plano y el otro de corte redondo y agudo. El ejem p lar D tiene 22,5 cms. de largo p o r 2,3 cms. de ancho, m ientras que del ejem p lar E se conserva únicam ente u n fragm ento de 16 cms. de largo y 1,6 cms. de ancho. La interpretación que se da a estos objetos es d iferen te según los distintos autores. Bom an (1908, II, p. 640, 747) llam a Jos de hueso “topus” o “alfileres” o tam b ién “útiles para te ­ je r ” (fig. 171 b, 172 b). Uno de m adera, encontrado en C a’am a (p. 743, 744, fig. 173) lo llam a “esp átu la” y lo com para con otros, parecidos, reproducidos p o r L ehm ann-N itsche (1902. p 27’ pl. IV, A 2) y A m brosetti (1902, p. 27); A m b ro setti (1908, p! 435) llam a algunos de esta serie “topos o alfileres espatuliform es”. Latcham (1938, p. 197) cree que las “'llam ad as esp átu las” deben h ab er servido p ara te je r las redes ta n usadas por los ?.tacameños y que las m ás decoradas solam ente tu v iero n un em ­ pleo ritu a l o cerem onial”. M ontell (p. 37, fig. 43-45) los llam a ash spoon for coca (? ) ” y tran scrib e la opinión de von Rosen y Nordenskióld. Igualm ente R ydén (p. 191-192) les da la m is­ m a interpretación, llam ándolos “Iim e-spoons”. De los cinco objetos descritos aquí, el caso de D es p erfecta ­ m ente claro: fué encontrado sobre el pecho de la nom ia tr a s ­ pasando y m anteniendo en su lu g ar uno de los tejidos con los


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cuales la m om ia estaba envuelta.. Es decir, el objeto D es un. topu, lo que no excluye que fuese tam bién usado para otros fines. E l objeto E, tam bién de hueso y de idéntica conform a­ ción en su p arte conservada como el anterior, puede, por analo­ gía, ser clasificado como otro topu. Los tre s objetos A - C, de los cuales dos tienen u n m ango grueso y p u n ta rom a y el tercero mango chato y relativam ente ancho, tienen que haber tenido otro uso. Parece que la parte esencial de ellos era la cuchara y consideramos por eso más acertad a la opinión expresada por N ordenskióld y otros, en el sentido de que servían para sacar la yista de la bolsa (aunque la capacidad de la cuchara parece m uy p e q u e ñ a ); posiblem ente fueron usados como instrum entos com plem entarios para el uso de las tab letas y tubos p ara aspirar rapé, sirviendo entonces p a ra sacar el rapé de su recipiente y depositarlo en la tableta. En este caso, el tam año de las cucharas sería lo suficientem ente grande p ara m anipular el polvo. Flechas:

(Fig. 12)

Se encontró un paquete de 16 astas de flechas de m adera blanda, ccn m édula esponjosa, 3 porta-puntas del mismo m ate­ rial y u n a p u n ta de m adera más dura. El largo de las astas oscila entre 31 y 40 cms. con excep­ ción de una (N) auebrada, la cual, incom pleta, m ide ya 44 cms. E stas m edidas coinciden con las dadas por otros autores para flechas de este tipo, encontradas en las regiones atacam eña y vecinas. L atcham (1938, p. 150) indica el largo de 35 - 48 cms.; M cntell ( 19?í¡, p. 10'i habla de 37 - 43 cms.; Lehm ann-N itsche (1902, p. 6 ) de - 44 cms. y Bom an (1908, II, 729) indica 40 cms. como promedio. El diám etro de los astiles encontrados en esta tum ba, v a­ ría entre 0,7 y 0,9 cms.; un ejem plar (P) tiene 0,6 cms. en el term in al de las plum as y 0,7 cms. cerca de la punta. Tampoco en este respecto se diferencia m ayorm ente de las encontradas por L atcham y Boman, quienes indican 0,6 - 0,7 cms. y 0,8 - 0,9 cms.. respectivam ente, de diámetro. El term in al del astil, que se apoyaba en la cuerda del arco, se presenta en seis casos (no tom ando en consideración la f te­ cha E que está quebrada) con u n corte recto, y en nueve con una ligera escotadura, que facilita asentar la flecha sobre la cuerda. El porcentaje bastante grande de flechas sin escotadu­ ra (casi el 50 %) está en contraste con los hallazgos dp Latcham (1938. p. 1631, Boman a902, II. p. 730) y Rydén (1944, p. 100) los cuales han encontrado f'omo regla la presencia de estas m ues­ cas v como excepción su falta. El term inal opuesto, donde se em bute la punta o el portapunta, está ahuecado, habiéndose sacado la m édula de la made-


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ra; en cambio está reforzado por u n fu e rte em barrilado de te n ­ dones. U n refuerzo sem ejante, pero de o tra m ateria, se encuen­ tra tam bién en el otro term in al: en las flechas A - F y N se ap li­ có prim ero u n refuerzo de tendones y encim a de éste u n a capa delgada de tie rra m ezclada con alguna sustancia adhesiva. N ó­ tese en el cuadro I, que las flechas, que están provistas con este cem ento son las que lucen una decoración cuidadosa (A - F; N, la más larga de todas, estuvo posiblem ente p in tad a e n teram e n ­ te de rojo). Los astiles G, I, K, L y O tien en u n a a m arra de hilo de lana blanca, H de hilo rojo y M de hilo blanco y negro. Debajo de esta am arra sobresalen en cada ástil dos hilitos de otro color, en dos puntos opuestos del diám etro. L a flecha J, que tiene tam bién la am arra de tendones, carece de ellos. E n la colección de flechas de esta clase que L atcham obtuvo en Calama, Chiuchiu, Q uillagua y otros lugares del Río Loa, se encuentra una en la cual se puede apreciar, que estos hilitos, con un term in al suelto en la p resente colección, eran original­ m ente u n sólo finísim o cordel, que cruzó el diám etro de la fle­ cha y cuyos extrem os estaban sujetos debajo de la am arra lana que refuerza el ástil. Es difícil decir la razón de ser de este hilito, que atraviesa el diám etro inferior del ástil en dirección perpendicular a la escotadura p ara asen tar la flecha sobre la cuerda. Quizás este hilo tran sv ersal tenía por finalidad e v itar que la cuerda quedara atajad a en la m uesca del á :til, dem oran­ do o im posibilitando así su disparo. P ero es difícil entender, si tenía un fin práctico, por qué solam ente las flechas con a m a rra de lana están provistos de este hilito y no las restan tss. Las plum as, siem pre dos en núm ero, están adheridas con un cem ento m uy firm e y dispuestas en form a oblicua, como as­ pas de hélice. Así lo d esenpe tam b ién L atch am (138, p. 181). Adem ás están colocadas de m an era que u s cualq u ier lado que se m ire, se ve siem pre u n a cara sup erio r y una in ferio r de las plum as. Estas plum as están pegadas con su p a rte in ferio r en­ cima de la am arra de lana o de cem ento (A, B, C. F, G, I, L, N, O) o alcanzan solam ente hasta la a m a rra ( H, J, K, M) y en ningún caso p a rte alguna de las plum as queda debajo de la am arra. C laram ente, la colocación de las plum as era la ú ltim a m anipulación en la confección del ástil. E n dos casos (B y C) las barbas, adem ás de ir pegadas al ástil, están aseguradas m edian­ te una am arra fina de tendones. E sta am a rra no tien e nada que ver con el refuerzo del ástil. B om an (op. cit. p. 730) tam b ién habla de una segunda ligadura p a ra aseg u rar las plum as. E n este detalle, las flechas presentes se diferencian de las descri­ tas por L atcham y M ontell. El largo de las plum as v a ría e n tre 4 y 2,3 cms. (Véase C uadro I). Sólo en el ástil N, que se d istin ­ gue tam bién por su largo, las plum as tien en 6 cms. de largo por 2,5 cms. de ancho (m edido en dirección de las b arb as). En las demás piezas las plum as oscilan e n tre 1, 2 y 2,2 cms. de ancho (com párese L atcham : 3 - 4 cms. de largo por 1 cm. de ancho; Boman, 0,2 cms. de ancho). Las plum as usadas son de jo te (Ca-


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th a rte s A ura Jota) o de cóndor (Cóndor V u ltu r G ryphus); una plum a del asta B es de loro, azul en su cara superior y am arilla 611 'e rl° r ' Corresponde a una especie de loro que no existe en Chile y ha sido traíd a de P e rú o Bolivia, igual a las plum as que se encontraron en los estuches y en el gorro de la momia principal. La decoración de las flechas es en form a de fajas o anillos de color. Las flechas A - F lucen adem ás dibujos geométricos d entro de las fajas de color. (Fig. 11). El ejem plar A tiene —despues del refuerzo de cemento— u n delgado anillo pintado en blanco ( 0,2 cms.) una faja negra ( 3,4 cms.) en la cual se en­ c u en tran tre s hileras de seis circulitos blancos y am arillos al­ ternados, cada uno con un punto negro en el centro (5 cms.) y últim am en te un anillo color café (0,2 cms.). El resto del ástil es del color n a tu ra l de la m adera. Las piezas B - E tienen todas ia m ism a decoración: cada una tiene, después de la faja de ce­ m ento (2,3 cms), una faja negra (2,1 cms.), u n anillo verde 0,5 cms.), uno negro (0,2 cms.), una angosta faja roja con cua­ tro circulitos alternadam ente blancos y amarillos, con un pun­ to negro en el centro (0.9 cms.), otro anillo negro (0,2), verde (0,9 cms.), rojo con círculos (0,8 cms.) y negro (0,2 cms.); si­ gue entonces una faja de color indefinido que ahora se ve gris ( 2,8 cms.), otra más que quizás ha sido originalm ente am arilla con un dibujo de líneas oblicuas y triángulos color café (3,8 cm s.), o tra que repite el mismo dibujo en blanco con negro (3,6 cm s.), y últim am ente una faja del mismo color gris como la an terio r (3,3 cms.); el resto del ástil parece haber sido pinta­ do de un color rojizo del cual quedan todavía débiles restos; La p’'eza F tiene el ástil decorado cori una faja negra (2,3 cms ), después de la de cemento; sigue un anillo blanco ( 0,2 cms.), una faja am zrilla (3.2 cms.) un anillo negro (0,2 cms.), una faja de­ corada con l'neas oblicuas y triángulos en blanco y negro (4,2 cms.), igual a la que hemos ya observado en las piezas B - D, un anillo negro ( 0,2 cms.) y una faja am arilla ( 2,8 cms.); el resto del ástil luce el color n atu ral de la m adera. Las demás flechas tienen una decoración más sencilla. G, H, I, J, K, L y N lucen una faja negra en seguida de la ligadura term inal; en M y O esta faja es de color rojo o rojizo. H tiene distribuido sobre to­ do el largo una serie de fajas color café e I y L tienen además una faja negra en los últim os centím etros de la m adera. Lo de­ m ás no presenta ninguna decoración. Todas las flechas sin excepción pertenecen al tipo compues­ to y para su funcionam iento se necesitan dos partes esenciales y separables: el ástil por un lado y el porta-punta con punta por el otro. La única punta que se encontró era de m adera más d ura y pesada que la de los astiles y de 11,5 cms. de largo. Se adelgaza hacia las dos extrem idades, term inando en puntas ro­ mas, una de las cuales em bute en el ástil. Se parece a la p u rta descrita por M ontell (1926, fig. 11).


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Adem ás se encontraron tre s piezas del m ism o m a terial de los ástiles, que servían de p o rta-p u n ta o p a rte d e la n tera de 3a flecha (fore-piece). Su largo v aría en tre 12,1 y 16 cms. y su diám etro en tre 0,5 y 0,6 cms. E l extrem o em butido en el ástil rem ata en p u n ta y el otro está perforado y reforzado con una am arra de tendones p ara recib ir la punta. En dos de estos orifi­ cios se ve todavía p a rte del cem ento negro con el cual se fija la punta. No se encontraron otras p u n tas destinadas a calzar den tro de las porta-puntas, no obstante de que se hizo u na búsqueda minuciosa en tre la tie rra y el contenido de la sep u ltura. P arece que no h an sido sepultados con el resto del aju ar. La m ayoría de las flechas, encontradas por L atcham (1938, p. 160), como tam bién las reproducidas por R ydén (1944, p. 95, fig. 60) y Bom an (1908, II, fig. 163) estaban prem unidos de p u n tas de m ade­ ra. L ehm ann-N itsche (1902, p. 6 ) en cambio, describe p u n tas de flecha, procedentes del cem enterio de Sta. C atalina, que son de piedra. A parte de las p untas de m adera, L atcham describe dos puntas hechas con espinas de pescado (ra y a ), que encontró en Q uillagua; Bom an (p. 235-6, fig. 13 k ), reproduce una p u n ta de hueso. Resum iendo la descripción d etallada que se ha dado en es­ tas páginas, las flechas encontradas en esta tu m b a consitían de un ástil de m adera en el cual em butía o tra pieza interm edia, el port-punta, igualm ente de m adera. La única p u n ta en contrada era tam bién de m adera, pero más d u ra y pesada. Los extrem os, tanto del ástil como del p o rta-p u n ta (en el lado donde calza la punta), estaban reforzados con am arras de tendones o lana; a veces se aplicaba encim a de la am arra todavía u n a capa de ce­ mento de color obscuro. En el extrem o in ferio r del ástil se p ra c­ ticaba una muesca, que sería p ara asen tarla m ejor en la cuerda del arco. Varios de los ejem plares encontrados ten ían cómo ra s­ go adicional un delgado hilo asegurado m ediante la m ism a am a­ rra term inal. Todos los astiles estaban provistos de dos plum as, dispuestas tangencialm ente y adem ás estaban adornados con dibujos en varios colores. Qué estos dibujos no p ueden ser m a r­ cas de propiedad, como lo suoone Bom an (p. 645) ya lo escla­ recieron L atcham (p. 161) y R ydén (p. 99 y 104). Su decoración parece obedecer a otras razones, que pueden ser p u ram en te es­ téticas o quizás mágicas. Estas flechas, dem asiado pequeñas p a ra ser usadas efecti­ vam ente en la g u erra (salvo que estu v ieran p rovistas con p u n ­ tas envenenadas), servían quizás p ara la caza de pequeños p á ­ jaros o anim ales, o bien —como opina L atcham (p. 165)— e ra n sim plem ente modelos que se sep u ltaro n con el m u erto en luea^ de las verdaderas flechas de guerra. O tra posibilidad es que ser­ vían para ciertas cerem onias o ritos y considerando todo el con­ ju nto encontrado en esta tu m b a nos inclinam os hacia esta in ­ terpretación.


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Bolsas de cuero:

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20 por 32 cms. 18 por 20 cms. 18 cms. de diám etro.

Se ha encontrado en esta tu m b a u n to ta l de tre s bolsas de cuero de diferentes tam años. La m ás grande (A) m ide 20 por 32 cms. y está hecha de u n trozo de cuero delgado de auquénido. E stá confeccionada de una sola pieza, doblada de m an era que h a y u n a costura en la m itad de una cara y o tra en el fondo. En u n a de las esquinas inferiores se en cuentra u n a corta tira del m ism o m aterial, co­ sida a la bolsa de m an era que form a u n lazo. A trav és de este lazo, que adem ás tiene u n corte longitudinal, pasa u n a soga trenzada. No se puede establecer dónde estaba fijado el otro extrem o de ella, puesto aue la bolsa se en cu en tra en m uy m al estado de conservación. P a ra que no se deslice, la soga tiene en su térm ino una especie de botón, hecho de los m ism os cabos de ella. A dem ás tiene tres nudos a pocos centím etros de dis­ tancia en tre sí y del botón. Estos servían prob ab lem ente para acortarla y a ju sta rla a la e sta tu ra del portador. E l largo de la sosa es 1.8 m. (P ara su descripción véase el p árrafo corres­ pondiente a las sogas). L a bolsa se encontró vacía. La bolsa m ediana (B) m ide 18 por 20 cms. y está hecha de u n trozo de cuero doblado, resu ltan d o dos costuras laterales y ninguna en el fondo. Su estado de conservación es m ejo r que él de la bolsa anterior. Tiene u n a an tic u a ro tu ra, que está z u r­ cida con tendones finos. De ambos lados de la boca salen los extrem os de una soga tren zad a que está asegurada dentro de la bolsa m ediante unas pocas p u n tad as en am bos lados de la boca; para ev itar que se desprenda se ba hecho u n nudo en cada extrem o. Igual al caso an terio r, se ha acortado m ed ian te un grueso nudo, esta vez en la p a rte cen tral de la soga, re d u ­ ciendo así su largo a 63 cms. Tam bién esta bolsa se encontró vacía. La ú ltim a de las bolsas de cuero CC) es sencillam ente u n pedazo de cuero de aproxim adam ente 18 rm«. de diám etro, do­ blado de m anera aue form a una pequeña bolsita. En su in te rio r se encuentra un polvo blanco, ap aren tem en te c in tu ra . E sta bolsita estaba envuelta en varios trozos de género. Bolsita de piel: O tra pequeña bolsa está hecha de u n trozo de piel blanca de llam a, probablem ente procedente de u n a sección de u n a ría-


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qUr? n °, Ü-ene costuras laterales, sino únicam ente una te rin r TTi i°" ™ contiene u n polvo blanco, parecido al anor. El largo de esta bolsita es de 9 cms. por 5 cms. de ancho.

Recipiente de cuero: U n pequeño recipiente de cuero, de form a irreg u lar y con u na costura en el fondo, está confeccionado del scrotum de un anim al, El recipiente tiene el cuello angosto, envuelto en varias vueltas de tendones y un cordel de lana, del cual queda colgan­ do un extrem o. La superficie está adornada con líneas oblicuas incisas en el cuero. El largo máximo del recipiente es de 7,5 cms., el ancho m áxim o de 4 cms.; el cuello tiene 1,2 cms. de diám etro. El recipiente contiene un polvo amarillo.

Sandalias: A B

largo 24,5 cms.; ancho 10,8 - 7,5 cms. (fig. 13). largo 19 cms.; ancho 10 - 5,5 cms.

Las dos sandalias son de tam año tan diferente que es evi­ d ente a p rim era vista que no form an un par. El ejem plar más grande (A) se halla en perfecto estado de conservación y sirve p ara estudiar su mecanismo sencillo y efi­ caz a la vez. La suela que es de form a rectangular, ensanchán­ dose algo hacia los dedos, está hecha de un trozo grueso de cue­ ro de llam a que en algunas partes conserva todavía u n poco de pelo adherido. Está reforzada por otra suela, puesto debajo, que consiste de dos pedazos de cuero y para la cual se ha usado una suela de una sandalia deshecha como se puede ver por las incisiones que tiene. A 4 cms. de la “p u n ta” y a 6 cms. del ta ­ lón se encuentran cerca del borde dos pares de incisiones do­ bles (cuatro pares en total) por las cuales pasan las corroas. L a segunda suela tiene dos pares de incisiones más, que no tie­ nen ninguna finalidad ahora, pero que servían cuando la suela estaba nueva. La sandalia tiene cuatro correas de 1 a 1,2 cms. de ancho. Dos salen por las incisiones delanteras, cruzándose sobre e l'e m p e in e del pie, pasan en seguida alrededor de las correas que salen de las incisiones traseras, se redoblan, for­ m ando un bozal y su t térm inos son enroscados como para for­ m ar un botón en form a de disco. Las correas traseras, después de hab er pasado alrededor de las delanteras, se encuentran en­ cim a de la p arte trasera de la suela —es decir circundan la pier­ na a la a ltu ra del tobillo— form ando lo que en el lenguaje de los m arineros se llam a un “nudo M argarita ’. Las puntas se


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enroscan en form a de u n disco como las de las correas d e la n te­ ras. G racias a este ingenioso m ecanism o, las correas pueden ajustarse a cualquier longitud, adhiriéndose fírm en te al pío. E l segundo ejem p lar es parecido al prim ero, pero no se e n ­ cu en tra en buen estado de conservación. La p a rte d ela n tera de la suela doble tiene las esquinas redondeadas y queda in situ solo una correa d elan tera y la p a rte de la tra se ra que sale de la suela. Lo dem ás falta. Tiene adem ás dos cortas incisiones p a ­ ralelas transversales en el m edio de la suela y cerca del borde delantero. En éstas se en cuentra todavía u n trocito de o tra co­ rrea. Como se dem ostró en el ejem p lar an terio r, la disposición de las cuatro correas es absolutam ente suficiente p a ra m a n te ­ n e r la ojota en el pie, de m anera que este trozo de una q u in ta correa que sale en tre los dedos era ta l vez p a ra e v ita r que se separen las dos suelas d u ran te la m archa. E n favor de esta idea habla el hecho de que el pedacito de correa introducido e n tre las incisiones p resen ta los extrem os n ítid am en te cortados y no rotos, como es el caso de las otras correas incom pletas, de m o­ do que se puede deducir que nunca h a sido m ás larg a de lo que es actualm ente. Estuches para plumas. tam año: A 3.4 por 3.5 cms. B 4,5 por J 3,5 cms. C 5 por 14 cms. Se en contraron tres de estos objetos que consisten de u n pedazo de cuero grueso, aproxim adam ente rectan gular, dobla­ do p o r la m itad. A dentro se g u ard an plum as de colores vivos de loros tropicales. El conjunto iba am arrado con varias v u e l­ tas de lana. Dos de los estuches tienen en el tercio su oerior y cerca del borde, dos incisiones en la dirección del lado largo, que tienen 1 cm. de largo y ce encu en tran a 1 cm. de distancia e n tre sí. Las incisiones se encu en tran en am bas caras del es­ tuche como si hubieran servido p ara o asar un cordel o h u in ­ cha. Pero no se encontró ningún vestigio de tal. E xam inando m ás tard e las sandalias, nos dim os cuenta, q u e el trozo de cue­ ro usado p ara los estuches era p robablem ente p arte de una sue­ la vieja y las incisiones no tenían ninguna función en el e stu ­ che, pero sí habían servido p a ra p asar las correas de las sanda­ lias. Las piezas encontradas aquí se diferencian de los estuches encontrados en C alam a por L ehm ann-N itsche (1902 p 25 l^m III 40) y en Chiu-chiu por Rydén_(1944, p. 180, 1801 fie 108) por’ no ten er ninguna p a rte de m adera. ~ La presencia de plum as de aves exóticas en C hiu-chiu es otra prueba de la extensión del com ercio in te rc o n tin en tal en tiem pos precolom binos.


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TEJIDOS: laS sePulturas d°nde las condiciones climáticas perm itiero n su conservación y con excepción de las épocas más p rim itiv as p re-agnculturales, se encuentran tejidos de lana. rinnalm prlt f 'a Pn,ma em pleada era la lana de llamas, excepcionalm ente tam bién de guanaco (Latcham, 1939, p 62). No se vk-uña Se em Pleaba lana de otros animales, como vicuña, chinchilla, vizcacha o perro, por no haberse encontrado • Si rv? nuest,ro® con°cim ientos— ninguna prenda de este m ate­ rial. O tra m ateria, a veces usada en tejidos era pelo humano, i l n a ’ i 8 temc*a con colores casi exclusivam ente vegeta/■t * ! ? l „ sosi on torteras, y tejida en telares prim itivos (Latcham , 1939, p. 62) y finalm ente con ella se elaboran pon­ chos, camisas, frazadas, bolsas, cintas, etc. Los tejidos de aspecto más sencillo son los de un solo color, a veces el n a tu ra l de la lana, otras veces teñida y presentando una faz de te x tu ra de cáñamo. La monotonía de las grandes su­ perficies fue am itigada m ediante el uso de lana de otro color, form anao listas, casi siem pre de urdim bre, más raras veces de tram a. En general el aspecto de estas telas sencillas es la de cara de urdim bre, que es más fina y más tupida que la tram a, que es m ás gruesa y más espaciada. Al lado de la técnica más sencilla del paso de la tram a por a rrib a y por debajo urdim bre por medio (ligatura de cáñamo), se producen variaciones - generalm ente en delgadas listas que soparan dos campos más grandes - pasando dos o más tram as con­ secutivas por arrib a o por debajo de la m ism a urdim bre. Tam ­ bién la técnica de kelim era conocida por los atacameños. L at­ cham (1939, p. 64) describe tejidos hechos en bastidores: un aro hacho de una ram a delgada encorvada hasta form ar un círculo sirve de m arco sobre el cual se tienden los hilos de la urdim bre, resultando un tsjido circular, que fué usado para form ar la p arte superior de gorros. Boman (1907, II, 753) describe dos fragm en­ tos encontrados en Calama, que pertenecían probablemente a una cam isa con superficie de vellón. En la tum ba de Chiuchiu, nosotros hemos encontrado una pieza entera de esta clase, una cam isa en buen estado de conservación. O tra técnica, que produce una superficie aterciopelada, se a usado igualm ente para la fabricación de gorros. La técnica en la cual está fabri­ cada la bolsa roja descrita más adelante, pertenece mas bién a la ciase de cestería o si se quiere de m allas que a la del verdade­ ro tejido. Tam bién produce una superficie de vellón. A parte de esto se han encontrado en tum bas atacam eñas mallas y redes de diferentes clases, hechas a la aguja. Pero la gran m ayoría de los tejidos está ejecutada en la técnica llam ada de cáñamo. Los tejidos, una vez term inados fueron cosidos y adorna­ dos con bordados. Cuando se tratab a de bolsas, estas muchas veces iban provistas de cordeles de suspensión.


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A unque los tejidos atacam eños no alcanzaron la perfección de técnica y estética de los tejidos peruanos, hay que reconocer su buena calidad y ejecución y su indudable interés. Camisa de niño. largo: 28 cms. ancho: 29 cms. La cam isita está hecha de u n tejid o de lan a de 56 cms. d e largo por 29 cm<¡. de ancho. El m aterial em pleado es lana de lla­ ma, la cual fué usada en sus calores n atu rales, beige y café y quizas con una p arte teñida de am arillo. Es u n tejido com ple­ to, es decir, tiene cuatro orillas, dos de las cuales —las que fo r­ m an en la cam isa hecha los bordes in feriores— e stá n reforza­ dos con rapacejos; esto es, la p rim era y ú ltim a tra m a an sido hecho de hilo doble. La ab e rtu ra por la cual tiene que p asar la cabeza está he­ cha en técnica kelim y tiene 15 cms. de largo. L a te x tu ra en la cual está ejecutada la pren d a es la de cáñam o y caben 5 tram as y 15 urd im b re por centím etro cuadrado, resu ltan d o u n tejido de cara de urdim bre. La u rd im b re es continua, es decir, consiste de un solo h i­ lo largo, debido a lo cual re su lta u n tejid o de cuatro orillas. Se em pleaban p ara ella tres d iferentes clases de hilo: en los bordes se ha usado hilo am arillo (ap aren tem en te teñido) m uy delgado de dos cabos de torsión m uy fu erte; este borde tien e 0,9 cms. de ancho. En una lista color café de 0,8 cms. que sigue por am bos lados, se usó hilo parecido, aunque m ás grueso. Todo lo de­ m ás consiste en u rd im b re más gruesa y m enos torcida com pues­ to de un cabo color n a tu ra l claro y otro m ás oscuro. L a tra m a consiste de un hilo color beige com puesto de dos cabos de m e­ diana torsión. A unque la te x tu ra es de cáñam o, v a ría de la técnica que se usa en general p ara p roducir este efecto, debido al em pleo de cinco tram as individuales. E l proceso de tra b a jo era el si­ guiente: se in serta por el paso la tra m a 1 (y al m ism o tiem po el rapacejo, que consiste de un hilo igual a la tra m a ); se cam ­ bia el paso y se introduce del lado opuesto la tra m a 2 ; después de otros cam bios se pasan las tram as 3, 4 y 5 sucesivam ente. En seguida se tom a de nuevo la tra m a 1 y se re p ite la o p era­ ción con las cuatro restan tes h a sta te rm in a r el tejido. Como consecuencia de esta técnica de tra m a m últiple, se observa en las orillas un cruzam iento de las tram as, que se ve como p u n ­ tadas largas. El centido de esta técnica es obscuro. P a ra obte­ n er un efecto novedoso no sirve, puesto que el tejid o no se dis­ tingue en nada del de te x tu ra de cáñam o con cara de u rd im ­ bre, (en caso de h ab erse d estruido las orillas la te ra le s no es posible d istinguir un tejido de tra m a m ú ltip le de uno de tr a ­ m a sim ple). P a ra o btener m ayor resistencia, tam poco es apto;


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al contrario, los hilos delgados de la tram a, que en las orillas no están protegidos y reforzados por la urdim bre, están más expuestos a cualquier daño que en el tejido corriente, y espe­ cialm ente en la orilla de la hendidura, donde sufren el cons­ ta n te roce con la piel. Queda como única explicación que se h a em pleado el sistem a de tram a m últiple para conseguir una orilla m as regular, debido a que en manos de tejedoras no m uy expertas el tejido tiende a angostarse hacia arriba a conse­ cuencia de la tendencia a tira r demasiado la tram a. Esto se puede ev itar con la tram a m últiple, porque al pasar cinco hilos alternativos, la tejedora tiene que fijarse con más atención en la operación.. (Fig. 14). Los lados de la camisa están cosidos por encima (puntada guante), si n d ejar abierto ningún espacio por donde pasar los brazos. Bolsa grande: largo: 105,5 cms. ancho: 53 cms. (boca) - 56 cms. (fondo). E stá hecha de un tejido de lana de 56 cms. de ancho por 211 cms. de largo, el cual fué doblado y cosido por los lados. Tiene cuatro orillas, dos de las cuales —las que form an la boca en la pieza m anufacturada— están reforzados por rapacejos de lana color café y de un grosor m uy superior al de la tram a usada en el tejido. Es de tex tu ra de cáñamo y caben 21 a 22 u r­ dim bres y 5 a 6 tram as en el centím etro cuadrado, resultando un tejido con cara de urdim bre. El m aterial de la urdim bre —que es continua— son hilos delgados compuestos de dos ele -1 m entos, ambos del mismo color, m arrón obscuro, que es el co­ lor de fondo del tejido; donde el dibujo lo exige es de otro co­ lor. La tra m a se compone de hilos de la misma calidad como la urdim bre; de los dos cabos uno tiene color café y el otro co­ lor crem a. Como en la ya descrita camisa de niño, la tram a es m últiple, componiéndose de cinco hilos individuales. La bolsa es listada y los colores que se han empleado pa­ ra la u rd im b re son café, m arrón, crem a y rojo. Con excepción de este últim o, los demás parecen ser colores naturales, El ancho y la distribución de las listas es como sigue: m arrón (5 eme ) - crem a (3 cms.) - café (3,5 cms.) - crem a (2,6 cms.) café (2,7 cms.) - café/crem a (2 cms.) - crem a (7,5 cms.) - ca­ fé/ro jo ( 0.7 cms.) - m arrón ( 6.2 cms.) - m arrón/crem a (2 cms.) - café (3,3 cms.) - crem a (2,5 cms) - café (3,2 cms.) - crema (2,2 cms.) - m arrón (7 cms.). En las listas de dos colores, los hilos de cadena están dispuestos de la siguiente m anera: la lista café/crem a se comoone de grupos de un hilo crema, un hilo café, uno crem a, dos café, arreglo que se repite hasta dar


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el ancho deseado. L a lista café/ro jo consiste del uso altern ad o de 5 hilos café y cinco hilos rojos. La boca de la bolsa está reforzado con u n bordado de hilo color crema, de dos cabos de fu e rte torsión y m ás grueso que los demás. El punto em pleado es producido p o r el sim ple cru ­ zam iento de las p u ntadas (Fig. 15). Los lados están cosidos por encim a con hilo crem a y a veces por algunos centím etros con hilo café. La bolsa está m uy zurcida, y m ientras que u na p a rte de los zurcidos tra ta de im itar el tejid o en cuanto a color y te x ­ tura, la o tra es burda, sin to m ar en cuenta el aspecto de la prenda, sino únicam ente con fines prácticos, p a ra poder u sa r la bolsa por algún tiem po más. Bolsa mediana: largo 35 cms. ancho 21 a 22 cms.. E sta bolsa de lana se en cu en tra en m u y m al estado de consevación y está ejecutada en técnica de cáñam o con excepción de cuatro delgadas fajas. Consiste de una pieza entera, con cuatro orillas, dos de los cuales están reforzados con rapacejos —el m ism o m a te ria l de la tram a, tom ado cuatro veces— los cuales están m an ten i­ dos en el extrem o del tejido m ediante u n hilván, que los ap reta hacia el borde. E l tejido ostenta cara de u rd im b re y caben 26 a 28 hilos de u rd im b re y 7 a 8 hilos de tra m a en un cantím etro cuadrado. L a u rd im b re es continua y sus delgados hilos con­ sisten de dos cabos de fu e rte torsión. O sten tan v arios colores, que form an fajas anchas y delgadas, resu ltan d o u n tejido lis­ tado. La tram a, de color uniform e café n a tu ra l, tam bién es de dos cabos, pero m ás gruesa y m enos torcida que la urd im b re. Tam bién en esta bolsa se ha em pleado cinco tra m as in d iv id u a­ les. El hilo es de hechura irre g u la r y en v arias p artes, donde re ­ sultó dem asiado delgado, se puso sencillam ente u n a segunda tram a por el mismo paso, p ara refo rzar así la prim era. El fondo está form ado por cinco fajas anchas listadas, se­ paradas por cuatro listas angostísim as, que consisten de 15 h i­ los de urdim bre cada u n a (form ando 26 a 28 u rd im b res un cen­ tím etro) de te x tu ra algo diferente de la del resto del tejido (fig. 16 y 23e). Los prim eros 12,5 cms. del tejido corresponden a la p arte I de esta figura: después sigue p o r la a ltu ra de doá tram as la T ransición y a ésta sigue la p a rte II y su repetición por 5 cms; entonces se rep ite la T ransición y la p a rte I h a sta el fondo de la bolsa. El otro lado es igual. Los colores em pleados en la u rd im b re son am arillo, azul verdoso, roí o. blanco y verde. Se d istrib u y en de la siguiente m a­ nera: am arillo (0,4 cms.) - azul (4,3 cms.) - ro jo /b lan co 0,5 cms.)


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- v erd e (3,3 cms.) - rojo/blanco (0,5 cms.) - roio (4 c m s ) - m ío / uT cm s ) CmS'} ' r °j°/blanco (0,5 cms.) - azul .(0¿ cms-) La lista am arilla está com pleta­ m ente cu b ierta e invisible por el bordado lateral. de la bolsa está reforzada con un bordado de hilo negro, de torsion fu erte y mas grueso que la tram a. El punto em pleado es el mismo como en la bolsa grande. Los lados no están cosidos sim plem ente por encima, sino con un punto dife­ r ía is ’ P®.rec,e al “punto de aguja” descrito por O’Neale (19JO, p. ¿51). El efecto decorativo de este punto es aum entado todavía con el empleo de hilos rojos, blancos, verdes y amarillos que cam bian cada pocos centímetros (fig. 17). La bolsa está m uv zurcida y esto sin tom ar en cuenta su dibujo o colores originales, sino con hilos gruesos color café o negro, lo que deteriora grandem ente su aspecto. La bolsa se en­ contró vacía. Bolsa pequeña: largo: 14,3 cms ancho: 8,5 (boca) - 9,5 cms. (fondo)

(fig . 23a)

Igu al a la bolsa grande, ésta consiste de u n tejido de lana de 8,5 a 9,5 cms. de ancho por 28,6 cms. de largo, que ha sido do­ blado por el m edio y cosido por los lados. La te x tu ra es la de cáñam o con cara de urdim bre y el tejido tiene cuatro orillas. La u rd im b re es continua, siendo los hilos probablem ente anuda­ dos donde el cambio de color la exige. La tram a se compone es­ ta vez de cuatro hilos individuales. Tanto la urdim bre como la tra m a consisten de dos cabos de torsión mediana, con excep­ ción de la lana roja, que es fuertem ente torcida. Caben según el grosor de los hilos 16 (amarillos) a 20 (rojos) urdim bre y 5 tram as en el centím etro cuadrado. La prim era y la últim a tra ­ m a son reforzados m ediante rapacejos, que consisten de 4 hilos de tram a fuertem ente retorcidos y doblados, de m anera que re­ sulta u n cordel grueso de 8 hilos. El tejido tiene listas de urdim bre en diferentes colores y contrariam en te a la m ayoría de los tejidos atacameños, no se nota ninguna sim etría en el arreglo de los colores; su distri­ bución es como sigue: café oscuro ( 1,2 cms.) - amarilo (2 cms.) - rojo (1 cm.) - rojo/am arillo ( 0.8 cms.) - rojo/azul ( 0,8 cms.) - café claro (0,3 cms) - blanco (1,2 cms) - azul (1,2 cms). La combinación rojo/am arillo consiste de 1 hilo amarillo, 1 rojo, 2 am arillos, 2 rojos, 1 amarillo, 2 rojos, 5 amarillos; la lista rojo/ azul es parecida: 4 rojos, 1 azul, 1 rojo, 2 azules, cuatro veces 1 rojo - 1 azul y 4 rojos. Estas listas de dos colores se encuentran, en la p a rte cen tral del tejido. Los lados de la bolsa fueron cosidos por encima con lana blanca y tam bién la boca fué reforzada de la misma manera.


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La boca adem ás va cerrad a por una costura en p u n ta d a de hilvanar, ejecutada con u n cordelito de cuatro hilos —de dos cabos cada uno— que ha sido fabricado de la m ism a m an era como los rapacejos, esto es m ediante u n a torsión e x tra fu e rte y doblándolo. Su color es casi negro. La bolsa contenía m aíz molido. Otra Bolsa pequeña: largo: 19,5 cms. ancho: 14,5 cms

(Fig. 23 d.)

P a ra esta bolsa se ha usado el mismo m a te ria l para u rd im ­ bre y tram a, u n hilo delgado, fu ertem en te torcido, de dos ca­ bos. Es de color beige p a ra la tra m a y p a ra las fajas anchas de la urdim bre. L a u rd im b re es continua, la tra m a es m últiple, com puesta de tres tram as individuales. L a bolsa está confec­ cionada de u n tejido con cuatro orillas, la lig ad u ra es de cáñam oy el tejido p resen ta cara de urd im b re; caben 24 u rd im b re y 6 tram as en un centím etro cuadrado. Adem ás del color de fondo, se h an em pleado dos m atices de color café, negro (colores n atu rales) rojo y v erd e (teñidos). El arreglo de las listas y su colorido es el siguiente: beige (1,2 cms) - negro (0,4 cms) - beige (0,4 cms) - negro (0,1 cms) - ca­ fé claro/café oscuro (0,5 cms.) - beige (0,2 cms.) - ne^ro (0,1 cm.) - beige (3,2 cms.) - ro jo /v e rd e (0,5 cms.) - beige (0.2 cm s.); esta últim a delgada lista beige form a la m ita d del dibujo el cual se repite en orden invertido h a sta e l otro borde lateral. Las listas com puestas de dos colores son form ados por u rd im ­ bres alternadas de cada color; de esta m an era re su lta un dibu­ jo como tablero de ajedrez en café claro y oscuro o en rojo y verde. Los lados de la bolsa están cosidos por encim a y la boca es reforzada con el mismo punto que se em pleó en la "bolsa g ra n ­ de (fig. 15). Tanto las costuras como el bordado son ejecutados con el mismo m aterial de tram a. Bolsa roja largo: 13 cms. ancho: 16 a 13,5 cms (boca) k°^sa> dp. aspecto velludo, no es u n tejid o como las de­ m ás bolsas y textiles hallados en esta tu m b a; se d istingue de ellos tan to por los técnica de fabricación como por su aspecto. Se tra ta m as bien de u n “canasto” en técnica de ad u ja con m a­ teriales diferentes de los usados en general. L a ad u ja es fo rm a­ da por una delgada lista de piel con el pelo adherido y la fib ra de enlace consiste de un hilo grueso de lana de dos elem entos e lana color cafe; esta fué doblada, form ándose p or el exceso


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La tira d le niel aProxim adam ente 3 m m de diámetro, nprfprta m r,5on • j m da de rojo, pero de m anera bastante imm fntP «í ^0nservandose el pelo blanco cerca de la raíz e igualn ? e r° C-° T erva su color naturaL Esto indica que la ad u ja no fue tenida sum ergiéndola en la solución coloreante, sino que fue im pregnada con una sustancia roja de consistencia quizas pastosa, la cual no penetró hasta la piel, dejando ésta y ias raíces del pelo sin teñir. Es m uy posible que fuera teñido, cuando la bolsa ya estaba hecha. El trab ajo se empezó por el centro del fondo y la prim era esp iral es alargada, m anteniéndose esta form a durante todo el trabajo. D urante el proceso de fabricación se ha tenido especial cuidado de m antener el vello de la aduja por un solo lado, el que form a en la bolsa term inada el lado exterior. El lado in­ terio r resu lta casi sin pelo. (fig. 18 y 23 c). Camisa grande.

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ancho: 80 cms. largo : 106 cms. E sta pieza extraordinaria, hecha de un tejido de 212 cms. por 80 cms. está ejecutada en lana de alpaca y llama. Su tra m a es de lana color café n atu ral de 0,6 a 0,7 cms. de diám etro y consiste de dos elementos de torsión fuerte. Se ha 1 em pleado u n a sola tram a continua que se entrelaza de m ane­ ra especial en los bordes. La urdim bre es de lana blanca, de un solo cabo de 0,2 a 0,3 cm. de grosor y de torsión m uy fuerte; de segundo cabo sirven flecos largos de lana negra de 35 cms. aproxim adam ente, lo que corresponde al largo del vellón de un alpaca. Estos flecos son de aspecto ondulado hasta crespo. Ellos fueron retorcidos en la parte central con la lana blanca de la urdim bre, quedando libres los extrem os de aproxim adam en­ te 10 cms. en cada lado. El proceso de trabajo es el siguiente: una vez tendida la u rd im b re blanca, se torció u n fleco negro alrededor de ésta, cubriéndola por unos 3 cms. más o menos, y dejando libres los extrem os del fleco. Entonces se pasó la tram a de color café dos veces a trav és de la urdim bre, con lo cual quedo cubierto el trocito envuelto de ésta. Se dejó caer encima de la parte teji­ da el térm ino del fleco y se entretejió de la misma m anera la porción siguiente de la urdim bre. De este modo quedó cubierta toda la u rd im b re blanca con lana negra y al mismo tiempo se form a u n espeso vellón en un lado del tejido. (Fig. 19 y 20) E l grosor del tejido sin el vellón es de 1,5 cms. y en 10 cm2 ca­ ben 9 tram as y 30 urdim bres. La u rd im b re era continua. Pero parece que en una parte del borde inferior de la camisa ésta se ha roto y para evitar un


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desflocamiento se ha entretejid o u n cordel grueso e n tre las cuatro prim eras tram as p ara su jetarlas. , Las esquinas del tejido se p resen tan redondeadas; es difí­ cil determ in ar si esto ha sido un efecto deseado o si se debe a u n a destrucción posterior. La p rim era y la u ltim a u rd im b re de; tejido ha sido envuelto no con lana negra, sino con flecos te ­ ñidos de rojo. TJn cordel grueso de lana blanca y otras veces blaüoa con café, ha servido p ara coser los lados de la cam isa con p u n ­ tada guante, tom ando solam ente los lazos laterales de la tr a ­ ma, sin pasar por la p arte tejida. Los últim os 25 cms. desde los hom bros quedaban sin coser, p ara d e ja r abierto un espacio por donde sacar los brazos. A dem ás se tra b a jó u n a h e n d id u ra en técnica kelim de 54 cms. de largo en el centro por donde pa^ó la cabeza. Sus bordes están destruidos. A lred ed o r de una de las abertu ras p ara el brazo que está m enos d estruida, se no ta que se ha ejecutado con u n cordel café u n a p u n tad a parecida a la de “filete”, entrelazando flecos rojos, de los cuales quedan todavía unos pocos restos. E sta prenda de v e stir se encontró sobre las rodillas d^l fardo funerario. O tra prenda, que tien e que h a b e r sido m u y p a ­ recida a la descrita, fué encontrada en estado frag m en tario en Calam a y descrita por Bom an (1907, II, p. 753 y fig. 188). S u r­ ge la preg u n ta ; a oué u=o se h a destinado esta cam isa v elluda? A unque en la región de C hiuchiu y Calam a, cerca de 3 000 m. so­ bre el nivel del m ar. las noches son b a sta n te frias p ara ju s ti­ ficar el uso de u n a camisa gruesa de lana, parece inverosím il, aue la pieza aquí descrita h u b iera sido usada en lu g ar o encim a de una camisa corriente, puesto que su peso h u b iera im posibilita­ do cualquier movim iento. Suponem os entonces, que esta p re n ­ da haya servido como c o m b in rc ó n de frazad a y cam a, g u a r­ dándose en un rincón de la casa d u ran te el día, p a ra e n tr a r en ella en la noche p a ra dorm ir.

Envoltorio largo: 125 cms. ancho: 52 cms. La te x tu ra de esta pieza es la acostum brada de cáñam o. Tiene cuatro o rilla s , dos de las cuales están reforzadas con ra pacejos. P resen ta cara de u rd im b re con listas de u rd im b re v caben 24 hilos de ésta y 6 de tra m a en un cen tím etro cuadrado. L a urdim bre es continua y la tra m a consiste de cinco tra m a s individuales, entrelazad as a la m anera descrita m ás arrib a. Consiste de u n delgado hilo de lana de dos cabos y de tensión m ediana. Uno de los cabos es de color blanco el otro de color obscuro. Las lista s.d e u rd im b re son rojo obscuro, am arillo, rojo


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obscuro, azul y u n a lista combinada de varios colores; este arreglo se rep ite cuatro veces a través del ancho tejido, más u n a lista rojo, am arillo, rojo supernum eraria. El paño se en cuentra en bastante buen estado de conser­ vación, salvo las listas azules, que han sido zurcidas repétidas veces antes que la prenda fuera sepultada. Parece que la tin­ tu ra que da este tono e ra demasiado fu erte y corroyó el hilo. L as cuátro orillas iban cubiertas con un punto a aguja, igual al descrito p a ra la Bolsa G rande, que fué ejecutado en colores alternan tes cada pocos puntos, usándose p ara este fin lana blanca y negra y lana roja y am arilla. A ctualm ente se conser­ v a sólo en partes. En este paño se encontraron envuelto las dos criaturas. Otros Tejidos. O tra bolsa más, de 19 por 14,6 cms, ejecutada en color claro con una lista azul y roja en el centro se encontró en m uy m al estado. P resen ta cara de urdim bre y la boca está adornada con el punto a aguja descrito más arriba. Los lados estaban cosidos por encim a. Esta bolsa contenía harina de maíz. U na ú ltim a bolsa, en estado tan fragm entario que ni se pueden d eterm in ar sus dimensiones había sido ejecutada en la­ n a am arilla y azul con listas de urdim bre. Tam bién contenía arina de maíz. A dem ás se encontraron varios fragm entos de géneros, co­ mo por ejem plo aquellos en los cuales estaba envuelta la peque­ ñ a bolsa de cuero. Estos no presentan ninguna novedad en su técnica o colorido. Borla largo: 120 cms. E n tre el a ju a r funerario se encontró una borla de lana blanca, que está fabricada de una tira de cuero con el pelo to­ davía adherido, parecida a la usada en la bolsa roja; esta tira fué enrollada alrededor de un cordel de lana que sobresale por pmbos lados unos 10 cms. La tira de cuero tiene aproxim ada­ m ente 4 mm. de ancho y el pelo que es com oletam ente blanco y m uy suave tiene 3.5 a 4 cms de largo. Dado la delgadez del cuero y la suavidad de la lana tiene que haber_ pertenecido al cuero de u n a llam a joven. La borla se encontró al lado de la momia, en tre los dem ás objetos. Posiblem ente ha sido un ador­ no o insignia del rango del difunto. Un fragm ento de 27 cms. de largo de una borla parecida (pero sucia y en p arte con el pelo gastado) se encontró igual­ m ente en la tum ba. . u.


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Trenzado de Totora

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largo: 39 cms. ancho: 8,3 cms. U n fragm ento de “h u in ch a” consiste de un trenzado pla­ de totora. F ué ejecutado de 12 cabos de totora, plegada p a­ su m ejor resistencia; su grosor aproxim ado es de 1,3 cms. fragm ento fué encontrado doblado y h ab ía form ado p a rte una huincha p a ra llev ar cargas.

Cordeles. E n tre los restos tex tiles llam a especialm ente la atención un núm ero de cordeles, tan to p o r su h ech u ra como por su b e­ lleza. Todos están ejecutados en lana —prob ab lem ente de lla ­ ma— y consisten de ocho o dieciséis guías, las cuales e stá n tre n ­ zadas de m anera que producen dibujos artísticos. Se h a em plea­ do en ellos dos colores diferentes, ya sea blanco y neero o blanco o rojo. El resultado son cordeles de g ran resistencia, que fueron usados p ara colgar bolsas o a m a rra r cargas. Cordel blanco y siegTO, trenzado en espiral (Fig. 23 b ) . largo: 140 cms. grosor: 1 cm. E stá trenzado de ocho guías, cuatro de las cuales son n e ­ gros y cuatro blancos. P a ra fab ricar estas guías se dobló un hilo con excesiva torsión. P a ra im pedir el d eshilacham iento del cordel se hizo en un extrem o u n nudo grueso de 3 cms. de diám etro; parece aue en su in terio r h a y otro m aterial, q u i­ zás lana (no se puede co n statar sin d estru irlo ) p ara alcanzar este grosor. La o tra p u n ta del cordel no tie n e n in g u n a te rm i­ nación especial. P a ra el proceso de tren zar, las guías estaban a rreg lad as e n cuatro pares, siem pre opuestas los de igual color. D ebido al cruzam iento de cada segunda guía encim a de tre s otras, se p ro ­ duce un cordel m uy firm e y apretado en el cu al los hilos b la n ­ cos v negros form an espirales. E ste dibujo en esp iral es lla m a ­ do “kenko” por los indígenas actuales del D esierto de Aiacam a. La m archa del trab ajo se explica con m ayor facilidad m e­ diante el siguiente esquem a (fig. 21). Los hilos son m anejados por orden num érico, es decir de 1 a 8 d u ra n te todo el trabajo. O tra soga, m ás gruesa, está h echa en la m ism a técnica, pero la dirección de la esp iral cam bia cada pocos centím etros, resultando así u n dibujo m u y in teresan te y artístico, que to ­ davía se usa actualm ente p a ra las hondas. E l cordel de la bolsa m ediana de cuero y el de la bolsa


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grande pertenecen a este tipo. El de la bolsa grande es más complicado todavía, porque se compone de más guías form án­ dose en el transcurso del trenzado rombos y espirales en blan­ co y negro.

Cordel rojo y blanco: largo: 45 cms grosor: 0,3 cms. Este cordel se compone de 8 guías, cuatro rojas y cuatro . blancas; cada guía a su vez consiste en dos hilos y cada hilo de dos cabos. P ara iniciar el trab ajo se arreglan las ocho guías en cua­ tro pares opuestos de m anera que siem pre una guía roja que­ da al lado de una blanca. Entonces empieza el proceso de tre n ­ zar, moviendo prim eram ente las cuatro guías blancas y después las cuatro guías rojas: la la la la 1?. la la la

guía guía guía guía guía guía guía guía

1 2 3 4 5 6 7 8

va va va va va va va va

en en en en en en en en

sentido del reloj sentido del reloj contra sentido del reloj contra sentido del reloj sentido del reloj sentido del reloj contra sentido del reloj contra sentido del reloj

hasta hasta hasta hasta hasta hasta hasta hasta

la la la la la la la la

izquierda derecha derecha izquierda izquierda derecha derecha izquierda

de de de de de de de de

la la la la la la la la

guía guía guía guía guía guía guía guía

5 6 7 8 2 1 4 3

y se continúa otra vez con las cuatro guías blancas y después con '.as cuatro guías rcijas: la la la la la la la la

guía guía guía guía guía guía guía guía

2 1 4 3 6 5 8 7

va va va va va va va va

en en en en en en en en

contra contra

contra centra

sentido sentido sentido sentido sentido sentido sentido sentido

del del del del del del del del

reloj reloj reloj reloj reloj reloj reloj reloj

hasta hasta hasta hasta hasta hasta hasta hasta

la la la la la la la la

izquierda de la guía derecha de la guía derecha de la guía izquierda de la guía izquierda de la guía derecha de la guía derecha de la guía izquierda de la guía

6 5 8 7 1 2 3 4

Con esto se ha llegado de nuevo al arreglo original de las guías y se empieza otra vez con la guía 1.

El cordel resu ltan te es de corte cuadrático. A ctualm ente los indígenas de Peine en el Desierto de A tacam a producen la m ism a clase de sogas con seis guías (Fig. 22).


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O.

M O S T JT T

CONCLUSIONES La tum ba descrita en éstas páginas, según n u estras expe­ riencias en otras partes del país, constituye u n a excepción en varios sentidos. A nte todo el núm ero de cadáveres encontrados en ella. La regla general p ara sep u ltu ras en tie rra es uno, m á­ xim o dos cadáveres. P o r el otro lado se conocen tam bién, de la m ism a región de C hiuchiu, m ausoleos de fam ilia, pero éstos pertenecen a otro tipo de a rq u ite c tu ra sepulcral. L atcham (1938, p. 61), los describe como cám aras su b terrán eas, a las cuales conduce u n pasillo inclinado y de relativ am en te grandes dimensiones. A quí se tra ta de un am ontonam iento de cadáveres en un espacio tan restringuido q u e por fuerza el e n tie rro de to­ dos ellos tiene que haberse efectuado a un m ism o tiem po, m ie n ­ tra s que en el tipo de mausoleo, descrito por L atcham , la cá­ m ara fu n eraria ha sido ab ierta nuev am en te cada vez que m u ­ rió un m iem bro de la fam ilia. El mismo estado en el cual se encontraban los cadáveres era excepcional en com paración con otros yacim ientos. S iem ­ pre, cuando se sepultó m is de una persona en la m ism a tum ba, cada cual estaba envuelto en sus tejidos y con su a ju a r al la­ do. A quí solam ente un personaje, el anciano, estaba preparadD de esta m anera. Las dos m ujeres se encontraban desnudas, una con la cabeza separada del cuerpo y la o tra con el pelo co rta­ do; y las dos criatu ras ap arte de los brazaletes y el collar de cuentas, no llevaban vestidos como lo sucede en otros casos, donde se daba a las c riatu ras u n en tierro ta n elaborado como a los adultos. Todo esto sugiere que la única persona, que m urió de m u e r­ te n a tu ra l era el anciano y que los dem ás ocupantes de la tu m ­ ba fueron m uertos a propósito p ara acom pañarle, form ando así p arte del a ju a r del prim ero. Tiene que haberse tra ta d o en to n ­ ces de u n personaje de g ran im portancia y de u n a posición social especial. Otro hecho que sorprende, es la ausencia com pleta de pie­ zas de alfarería en el conjunto encontrado en la sen u ltu ra. S o ­ bre toda la superficie de lo que era el cem enterio de C hiuchiu están disem inados fragm entos de cerám ica, que h ab ía sido ex­ cavada en otras sepu ltu ras y adem ás todas las dem á^ piezas del contenido de la tu m b a en estudio, p erten ecen sin duda a l­ guna a una época en la cual la a lfarería era conocida desde tiempo. Se im pone la sospecha, que la falta de la cerám ica era un hecho intencional, de acuerdo con la condición social del dueño de la tum ba. E sta posibilidad es reforzada por la p resen ­ cia de varios objetos raros, como e l gotario, la ta b le ta y tubos de asp irar rapé, la borla de lan a blanca y quizás el cencerro


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de m adera. Posiblem ente tam bién la decoracón de las flechas, si supiéram os in terp retarla bien, afirm aría, que el hom bre se­ pultado allí, no era sencillam ente uno de los habitantes comu­ nes y corrientes del pueblo prehistórico de Chiuchiu, sino a lo m ejor u n jefe político o religioso, o ambos a la vez. A unque no sale del campo de las suposiciones, debido a la falta de inform aciones directas o antecedentes arqueológicos comprobados, proponemos in te rp re ta r el hallazgo en e l sentido de trata rse de la sepultura de un sham án de reputación, quien, al m orir, fué sepultado con sus dos m ujeres, con las criaturas que tuvo con la segunda, la más joven de ellas, y con las de­ m ás insignias e instrum entos de su oficio, como eran la borla blanca, el gotario, con el cual adm inistró algún líquido poten­ te (¿para caer en trance?) la tab leta y tubo p ara rapé (toda­ v ía en uso en tre los sham anes araw ak) el cencerro de m ade­ ra, el cual suponemos que ha servido p ara fines mágicos y n a como cam panilla para colgarlo del cuello de los llam as y las fle­ chas con la decoración esm erada, las cuales es dudoso que hu­ bieron podido servir eficazm ente como arm a de caza o comba­ te. En cuanto al aspecto técnico de las piezas del ajuar, llama la atención la ejecución de los tejidos, especialm ente de los de tram a m últiple, rasgo, que según nuestros conocimientos no h a sido nunca descrito en tejidos chilenos o de los países ve­ cinos. Lo más parecido, que hemos podido encontrar, es la téc­ nica de dos tram as continuas, usada por los M acushí, tribu Caribe de la G uayana británica, p ara la confección de ham a­ cas de algodón (O’Neale, 1949, p. 127, fig. 36). E l punto de aguia, ejecutado en los bordes de varias de las piezas textiles, se parece m ucho al punto llam ado de “P aracas” por O’Neile, sin ser absolutam ente idéntico con éste. La bolsa roja felpuda, que im ita u n tejido, pero es ejecutada en una técnica parecida a la de lo cestería enroscada, tam bién constituye una novedad, por lo menos p ara el área atacam eña. La tab leta p ara rapé encontrada aquí es una réplica exac­ ta de otra encontrada cerca de Iquique, m ientras que el tubo esculpido que la acompaña presenta una escultura parecida a la de los tubos encontrados en La Gonave, Haiti, procedente del área araw ak. El hallazgo de sardinas procedentes del Océano Pacifico y de plum as de loro del Beni dan testim onio de los extensos viajes realizados por los A tacam eños a tra v é i de un amplio te rrito rio de la A m érica del S ur A ustral; las semejanzas de los tubos atacam eños con los araw akes, como asimismo la extraña técnica de tejido con más de una tram a, que se encuentra ta n ­ to en la p arte más septentrional del continente sudamericano, como en la región del Rio Loa, son hechos que m erecerían bien u n a fu tu ra investigación.


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En cuanto a la cuestión cronológica, lo único que puede decirse con seguridad, es que la tum ba perten ece a la época pre-incásica, por la ausencia de influencias de este período. No nos atrevem os a fija r su fecha con m ás precisión, porque la cronología establecida por U hle y adoptada por otros autores nos parece dem asiado dudosa p ara poder adherirn o s a ella. Term inando, no nos parece dem asiado su b ra y a r de nuevo la perfecta adaptación de los antiguos A tacam eños a su am ­ biente, quizás el m ás estéril de todo el m undo, habitado p o r seres hum anos.

n o ta s :

(1) Compárese: Masón, 1904, especialm ente p. 537, f¡. 212; H aeberlin, T eit and Roberto, 1928; Montell. 1926; Latcham , 1938, p. 211 ss.; Oyarzún, 1930' M etraux, 1930, p. 295 ss.; Rydén, 1944, p . 146 ss.; Serrano, 1945. (2) Bird, 1946, íig. 49. (3) Bird, 1943. p. 275. (4) Hum berto F ueníalida (comunicación verbal) supone que él retard o en apaream iento de la cerám ica es común a las culturas del desierto del norte de Chile, y un hecho natural, por cuanto no se form an en esas condiciones clim áticas arcillas de descomposición superficial y las que han debido usar los pueblos autóctonos son yacim ientos geológicos muy limitados en su distribución, o bien arcillas traíd as desde lejos cuaT dj ya las culturas florecientes, han organizado el tráfico y el comercio. (5> ^ . t0das ] aS f igui! ntes citaciones se usará la abreviación HDBK con el oí S rnth A ■nUmT e r° rom ®n°, para indicar los tomo* del H andbook oí South Am erican Indians, W ashington 1946-1950.


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B I B L I O G R A F I A

AJWBROSETTI, Juan 1899. Notas de Arqueología Calchaqui. Buenos Aires 1902 —D atos Arqueológicos sobre la Provincia de Jujuy B ^ n o s

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40

J'

G. MOST1TY

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Fundam entos Etnicos y Arqueología de Tacna y A rica, Q uito,


ÜNA

PROTOCOLO

TU M B A

DE

O ñ lU O H lU

4 ^

ANTROPOLOGICO DEL CRANEO “CHIU CHIU”. (Fig. 24, a y b)

DE

FIDEL JELDES A. Instituto de Criminología,

NORMA DE BLUMENBACH. E l diám etro transversal corta al sagital en su tercio medio, lo que da una figura ovoídea-elipsoídea con una fenozigia me-r diana. D iám etro ántero-posterior: 17-,6 i „ •■ D iám etro transverso: 13,9. Indice: 78.9 MESOCEFALICO DE ANCHURA.. Em inencias frontales m edianam ente marcadas. Eminencias p arietales m edianam ente m arcadas. Líneas tem porales m arca­ das. S u tu ra coronal simple en sus porciones bregm ática y ptérica: en am bas porciones m edias es complicada; no hay oblite­ ración. NORMA DE OWEN. . A nchura condilar: 1.3 L ongitudinal condilar: 26 Indice de Baudoin: 50,0 SIGNO FEMENINO. A nchura externa del m axilar superior: 58 L ongitud del mismo: 51 Indice: 113,7 MESOURANO. A nchura palatina: 3.3 L ongitud palatina: 42 Indios: 78.5 ESTENOESTAFILINO. Coanas ósea pequeñas. Apófisis pstengoides pequeñas. Fo­ sas pterigoideas profundas. Fosa glenoídea más m arcada en profundidad a la izquierda que a la derecha. Condilos occipita­ les curvos. Fosa condílea derecha m uy profunda. Borde anterior del occipital liso. S uturas palatinas sagital y transversa sin anom alías y ligeram ente obliteradas. D entadura incompleta, la m avor p arte de las piezas dentarias han caído antes de la m uer­ te, pues h ay reabsorción alveolar; lo mismo se puede decir de I m a n d í b u l a . Linea curva occipital superior iríedianamente m arcada. NORMA DE PRICHARD. A nchura m ínim a del frontal: 9,1 Indice: 65,4 ESTENOMETOPICO. A nchura piriform e: 2,5 A ltu ra piriform e: 4,7 Indice: 54,3 EURIRRINO.


42

O.

M OSTNY

A ltu ra facial superior: 6,2 Diám etro bi-zigomático: 12,7 Indice: 48,8 EURIENO. A nchura o rbitaria: 3,5 A ltu ra o rbitaria: 4,5 Indice: 77,8 MESOCONQUIO. No hay metopismo. Huesos nasales anchos pero pequeños en tam año. Espina nasal a n terio r poco m arcada. R elieve óseo alveolar inferior poco desarrollo. NORMA DE LAURILLARD. A nchura astérica: 10,7 Indice: 76,2 MESOINIACO. Hueso occipital sobresaliente. P ro tu b eran cia occipital ex­ tern a m edianam ente m arcada. N otam os en la región del lam bda la ausencia de obliteración. Contorno ligeram ente abom bado. NORMA DE CAMPER. A ltu ra craneal: 13,1 Indice: 74,4 ORTOCRANEO. Indice: 94.2 M ETRICRANEO. D iám etro basio-alveolar: 9,2 Diám etro basio-nasio: 10,7 Indice: 90,5 ORTOGNATO. P terio en form a de H. Escam a del tem poral ligeram ente abom bada y baja. S u tu ra tem poro-parietal sim ple. S u tu ra esfeno-escamosa simple. S u tu ra ptero -fro n tal sim ple. No h a y obli­ teración en n inguna de estas suturas. Apófisis m astoides peque­ ñas. Surco de Silvio externo m arcado. En u n cráneo cuya edad probable se estim a ubicada en el septenario de la m adurez decreciente (42-56) dado al estado d? reabsorción de las cavidades alveolares tan to en el m a x ila r su­ perior como en la m andíbula. P erten ece al sexo fem enino, lo que podemos establecer d irectam ente por las inform aciones da­ da por la Dra. G rete M ostny, quien dice que es probable que fuera la m u je r del cacique del lu g ar; adem ás los signos de las m atoides y de los condilos tam bién son positivos, señalando es­ te cráneo como fem enino. P re se n ta u n contorno su p erio r ovoídeo-elipsoídeo, con un m ódulo de 449 correspondiente a u n a capacidad craneal relativ a de 1.380 c. c. Bóveda cran eal m edia­ n am ente elevada. F re n te m ás bien estrecha. N ariz b a ja y a n ­ cha. C ara superior ancha. O rbitas m ed ian am en tem ente anchas y bajas. Contorno posterior lig eram en te abom bcdo. A n ch u ra posterior m ediana P a la d a r m edianam ente ancho. E l p erfil n a ­ sal superior es ortognato.. No h ay deform ación craneal de n in g ú n tipo. APENDICE:

Los cuerpos vertebrales: atlas y axis se presentan normales.


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Fig. 23


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Santiago, A gosto de 1951 .


CONTRIBUCION Al CONOCIMIENTO DE LOS NAUTUOIBEOS - EOPALEOZOICOS ARGENTINOS Parte I: Protocyclooeratidae-Cyclostomiceratidae

por GIOVANNI CECIONI

B O LE T IN D EL kKjseo tom o

NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

XXVI ■

!i

SANTIAGO DE CH ILE

19 5 3

N-? 2'


CONTRIBUCION AL CONOCIMIENTO DE LOS NAUTILOIDEOS-EOPALEOZOICOS ARGENTINOS Parte I:

Protocycloceratidae-Cyclostomiceratidae

por GIO VANNI CECIONI

B O L E T IN D E L MUSEO NACIO NAL DE HISTORIA NATURAL TOMO X X V I

S A N T IA G O D E C H IL E

19 5 3


I N D I C E

Pág. Introducción ...................................................... _ . ..... Prim era Parte ........................................................... Investigaciones anteriores sobre Nautiloídeos eo-paleo-

57 59

zoicos de Sud-América ...................................................... Ordovícico .......................... ........................................ Gotlándico ...................................................................... Devónico ........................................................................ Procedencia del material en estudio ..............................

^ '68

Ordovícico .................. .................................. .......... ..... Gotlándico ...................................................................... Downtoniano, fa ja de transición Devónico ........................................................................

• 69 70 70

Segunda Parte .......................................................................

75

Gen. Protocycloceras .................................................... Protocycloceras stefanini Cecioni ................................ Protocycloceras cfr. stefanini Cecioni ......................... Protocycloceras harringtoni Cecioni ........................... Protocycloceras cfr. harringtoni Cecioni ................... Protocycloceras bonarelli Cecioni ..... ......................... Protocycloceras sp. 1 ................................................... Protocycloceras sp. 2 ............................ .................... Protocycloceras sp. 3 ................................................... Gen. Desioceras Cecioni ................................................ Desioceras flow eri Cecioni .......................................... Gen. Cyclostomiceras ....< ................................. ........ Cyclostomiceras depressius Cecioni ............................ Gen. Paracyclostomiceras Cecioni ................................ Paracyclostomiceras flow eri Cecioni ........................... Paracyclostomiceras depressum Cecioni ....................

®

75 78 85 85 87 88 90 91 91 93 94 96 97 98 99 102

Trabajos citados en el texto ................................................

105

Explicación de las láminas .................................................. Explicación de las figuras en el texto ........ .......................

108 109

I


I N T R O D U C C I O N

Los estudios paleontológicos de las faunas eopaleozoicas. del Sud América pusieron en evidencia un notable número de géneros y especies, que sirven actualmente para la determina­ ción estratigráfica de distintas series; en modo especial se to­ maron en consideración los trilobites y los graptolites, y, en se­ gundo término, los gastrópodos, los lamelibranquios y los braquiópodos. Nadie estudió en forma orgánica los cefalópodos que, como bien se sabe, desde el Órdovícico empezaron a desa­ rrollarse de una manera soberbia. Esta falta de atención es debida a la justificada escasa confianza que se tenía en estos moluscos, cuya clasificación présentaba gra ves' indecisiones. Hoy, los estudios detallados y en modo especial de Flower, Teichert, Kobayashi y Miller sobre las estructuras de los sifones, y particularmente los del primero, hacen ver que también es­ tos fósiles pueden ser usados como buenos fósiles guias; aun­ que todavía se presenten problemas cruciales no resueltos, o cuya solución es dudosa. Esto es debido en modo especial al he­ cho de que muchas viejas descripciones necesitan exactas re­ visiones para la taxonomía moderna; en una palabra, tendrían que ser revisados los genotipos y los holotipos establecido an­ tes de 1947, si las ilustraciones de las estructuras de los sifones no aparecen claras y prácticamente usables. ' Si nuestras investigaciones bibliográficas fueron bien con­ ducidas. muy poco podemos citar, de los estudios anteriores, sobre los nautiloideos sudamericanos eopaleozoicos; se trata generalmente de ejemplares a menudo no bien conservados, demanera que su determinación específica no es posible, o cuya descripción no es hoy suficiente para una revisión sin tener estos ejemplares en estudio. Para que el lector pueda darse cuenta de los términos usa­ dos en la descripción sistemática, aconsejamos el estudio de los' más recientes trabajos de Flower, donde se puede encontrar; también un glosario muy útil. El estudio de estas obras sera


os

O.

O E C IO N I

aun más necesario cuando quiera darse cuenta, también, del desarrollo íilogenético de los nautiloideos y del significado de la estructura siíonal para la estratigrafía. Repito que, por cuanto se refiere a la taxonomía moderna de los nautiloideos, todavía estamos en un momento de investi­ gación y que también el más reciente esquema filogenético y la división en órdenes como aparece en el último trabajo de Flow er tienen que ser considerados como hipótesis de tra b a jo ; de este modo la presente primera contribución al conocimiento de los nautiloideos eopaleozoicos sudamericanos no estará exen­ ta de críticas y de revisiones, dejando constancia desde ahora, que algunas formas fueron colocadas bajo órdenes cuya diag­ nosis todavía es criticable. E l autor debe agradecer a los siguientes estudiosos, que al enviarme sus trabajos, le han permitido la ejecución de este estudio: P rof. R. H. Plow er del N ew Y o rk State Museum de A lbany; Prof. T. Kobayashi de la Im perial U niversity de Tokyo; P rof. C. Teichert de la Universidad de Crawley, A u stralia; Prof. >G. Troedsson del Instituto Paleontológico de Lund, Sue­ cia; P rof. A . K. M iller de la Universidad de lowa. H ago un agradecimiento especial al Prof. R. H. Flow er, con el cual estoy en frecuente contacto epistolar, y del cual he recibido preciosos consejos. E l presente trabajo fu é ejecutado en el Instituto de Geolo­ gía y Minería de la Universidad Nacional de Tucumán. Los cor­ tes delgados fueron ejecutados por los señores G. G arcía y R. A. Cuñado, las fotografías ro r la señora G. M. de Ahlers y los dibujos por el señor Alderete. L a colección en estudio es de propiedad del Instituto, donde se conserva; a esta colección quise adjuntar también mis ejemplares particulares con el fin de no desperdiciar un material raro y, al mismo tiempo, fa c i­ litar a cualquier especialista la posibilidad de confrontar y reestudiar los genotipos y los holotipos, como también los ejem ­ plares de géneros muy raros y representados, en el mundo, por unas pocas especies. Debo expresar finalmente un agradecimiento especial al Museo Nacional de Historia Natural de Santiago, que se ha in ­ teresado por la publicación del presente trabajo.


PARTE 1

IN V E S T IG A C IO N E S A N TE R IO R E S SOBRE LOS N AU TILO ID E O S EOPALEOZOIOOS DE SUD A M É R IC A . — Nues­ tros conocimientos sobre los cefalópodos del Paleozoico inferior de -Sud América son muy escasos. Pero en la bibliografía en­ contramos a menudo citas.de nautiloideos cuya determinación genérica es ipuy. dudosa. En efecto la bibliografía de la cual he podido-disponer no fué muy rica, pero una noticia sobre algún hallazgo fuera de aquellos citados en este trabajó difícilmente habría podido escapárseme. O R D O V IC IC O .— Unos cuantos nautiloideos encontramos mencionados en el trabajo de Kayser (28) : Orthoceras 2 spp. , IÁtuites sp. ' ■ ' ; u* procedentes de una caliza de .la cordillera de San Juan, Que­ brada de Talacasto; según el mismo autor el Orthoperas es muy cercano a O. bacillum E i c h w , de la caliza con Vaginates de Ru­ sia; en e\-Lituites el vé una forma muy'semejante al L.corñ u a rietis Sow. y todavía más aí L. antiqwissimus E i c h w . del Silu­ riano superior de Inglaterra, Rusia y Escandinavia. JCobayashi Í 3 3 ) , sin embargo pone en duda la pertenencia de esta última form a al género Lituites; además considera del, Ordovícico me­ dio la capa de la cual proceden estos fósiles. . Steinmann y Hoek (51) i “geode-shale” de Quechisla,

citan como procedentes de las al- .occidente de Cotagaita, un Orthoceras boliyianum Hoek y siempre del mismo piso, pero en San Lucas,., hacia el. N orte de Camargo, un

Endoceras sp.

-

E l, mismo, género también, se encontraba jpDr.esentado en Sivingomayo y en Sücre. Kobayashi (33, pág.,,391 ^) .pone-en evidencia que este Endoceras tiene un sifón ancho, marginal o sub-marginal pero-no bien aplastado ventralmente como se ve a menudo en los endoceroides de Chikunsan. Los endoceroides bolivianos, según este insigne estudioso de cefalópodos, no son más viejos que el Cajiadiano, y probablemente pueden ser del Chazvano o también más jóvenes. Según el mismo au­ tor Orthoceras bolivianum H oek tendría que ser clasificado como Ormoceras, y la evidencia de esta nueva interpretación


co

G. C EC10M

está comprobada por la estructura sifonal. Oí-moceras bolivianum (H o e k ), pues, no puede ser más viejo que el Chazyano, y pertenecería al Llandeiliano superior. Steinmann y Hoek citan también la presencia del género Gomphoceras ( ? ) sp. en el Pilcomayo, pero la referencia de este ejem plar a tal gé­ nero es puesta en duda por Kobayashi, quien considera a las “ geode-shale” entre el Arenigiano y el Llandeiliano. Los “ knollenschiefer” representaría la porción más alta de las “ geodeshale” y encierran Cycloceras graecicostatum Kob., como va­ mos a ver después. Feruglio (11) cita, en el arroyo Moralito en el flanco oriental de la Serranía de Zapla , el género Orthoceras sp. no descrito o identificado de una manera mejor. Procede este ejemplar posiblemente de niveles desconocidos y es muy proba­ ble que pertenezca más bien al Ordovícico o al Gotlándico que no al Devónico, donde los cefalópodos están muy poco desarro­ llados localmente. Siendo la mayoría de los fósiles encontrados como erráticos, estos son referidos globalmente al Devónico, considerándose en aquellos años todo el núcleo del anticlinal de Zapla como constituido' por el Devónico solamente. Bulman (4 ) encontró unos cefalópodos en la colección N ordenskiold, que hizo ver a Foerste y a Troedsson cuando éstos hicieron una visita a Inglaterra. Estos cefalópodos están repre­ sentados por ortoconos, pero no bien conservados a los fines' de una clasificación. Con muefc probabilidad, también según la opinión de Foerste, de los ocho ejemplares, dos, procedentes de Korpa (B o livia ) representarían Enclocaras sp. y serian llanvirnianos. Otro ortocono fus hallado entre Capamita y Mojos, procedente del mismo n ivel; otros dos ortoconos proceden de Huichiyuni y serían probablemente caradociancs. Douglas (10). cita como procedente de. Quitari, Perú, de un nivel que, según Bulman, en el trabajo paleontológico en apéndice, sería Llanvirniano medio o superior a) dos especies de Endoceratidae b) Orthoceratidae Según Kobayashi (33) una de las dos especies de E ndo­ ceratidae representaría probablemente un Cycloceras; el O rtho­ ceratidae sería muy semejante a Geisonoceras tenuistriatum H a l l Siempre según Kobayashi la fig . 2, lam. X X IX , Endoeeras sp. de Douglas podría ser también una parte de trilobite. Kobayashi (33) hace como se vió, la revisión de las fo r ­ mas anteriormente citadas, hasta donde es posible, y cita Endoeeras 3 spp. Cycloceras grecicostatum Kob


N A U T IL 0 ID E 0 8 E 0 P A L E 0 Z 0 IG 0 S A R G E N T IN O S

61

Esta ultima especie, cuya grafía corrijo en C. graecicostatum Kob., procede de los “ Knollensohiefer” de Obispo, Bolivia, que' representan, según Kobayashi, la parte más alta de las “'Geodeshale” , que van desde el Arenigiano hasta el Llandeiliano. Schlagintweit (4’6) señala la presencia de un Endoceras sp. en el arroyo Garrapatal, en el flanco oriental de la Serranía, de Zapla, faltando una referencia de carácter sistemático. Pue­ de ser también que este ejemplar sea el mismo citado por Ha­ rrington y Leanza como procedente de la misma localidad y que es mencionado como un gran Endoceratidae en su publicación (23). Y a comenté ( 6) que la determinación genérica, y consecuentemente la específica, no pudo ser hecha por dichos autores, no solamente porque, como ellos afirman, no se puede determinar la posición del sifón, si no tampoco la estructura del mismo. Harrington (22) cita todavía un Endoceras sp. indet. procedente del afloramiento al N. de la senda entre la Quebra­ da de Lampazar y Parcha. Este ejemplar pertenece a la par­ te inferior del grupo del Saladillo (Tremadociano superior) y fué encontrado juntamente con los siguientes fósiles: Orometopus sp. indet., Megalaspidella orthometopa H arr., Bucania, cyrtoglypha H arr., Eoorthis bifurcata H arr, y Gastropoda gen et spec, indeter. Un segundo ejemplar de Endoceras sp. indeter. fué citado por el mismo autor en la quebrada de Chalala, Juin y (Tremadociano superior), asociado con la siguiente fauna: Geraqnostvs sp. a indet., Asaphellus jujuanus H arr., A. catamarcensis Kob., Protopliomerops primigenus (A n g e lin ) Kob.?, Metapilekia bilirata H arr., Hyohtus (Orthotheca) m ultistnatus H a r r Bucania cyrtoglypha H arr., Eoorthis chnstiamao f K TERULF) W a lc o tt, Obolus ( Bróggeria) salten ( H a l l ) W a l ­ c o tt Lingulella sp. indet. De la Quebrada de Coquena, Jujuy, es citado por el mismo autor un tercer ejemplar de Endoperas sp. nrncpdente del Tremadociano superior (Fauna con Asaphellus) ?unto a las siguientes fo rm as: Trinodus jujiiyensis H arr. Shuminutula HA”*.. Ornmetopus pynform is H arr., Apato-

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WARR M d apilek ia bilirata H arr.. Megalaspidella puntúa H arr., H a rr.. Meiapuv cvclovvge H arr.. Basütella c.annaOxydiscus sp. indet.f/«ota HARR.. Bucania ^ h a r r ., Eoorthis christianiaá ‘j S

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O E C IO N I

elongatus H arr ., Cystoidea gen, et sp. indet. El mismo autor po­ ne en evidencia en la misma localidad un cuarto ejem plar de Endoceras sp. en el Tremadociano superior, pero en la Fauna con T r ia r thrus. Este ejemplar está acompañado por la siguiente fauna: G eragnostus sp. b indet., Shumardia m inutula H a r k ., Orom etopus pyrifrons H arr ., Apatokephalus dubius ( L i n n a r s s o n ) M oberg , Parabolinella triarthroides H ar r ., T n a rth ru s angelin var. re ctifrons H arr ., Peltura ( ? ) sp. indet., Mekynophrys no.nna H a r r ., Megalaspidella orthometopa H arr ., Megalaspis planilim bata var. cyclopyge H arr ., Basiliella carinata H a r r ., Bucania cy rto glypha H arr ., E oorthis christianiae ( K j e r u l f ) W a l c o t t , Oholus (B rog g eria ?) elongatus H arr . Siempre el mismo autor, en el mismo trabajo, cita Endoceratidae indeterminable procedente de la Fauna con Kayseraspis del Ce­ rro San Bernardo considerada del Skiddaviano inferior. De Ferraris (9 ) también cita dos ejemplares, pomo m íni­ mo, de Endoceras sp. sp. clasificados por Harrington y procedentes uno de la Fauna con. Ásaphellus y el otro de la Fauna con TH arthrus. Nautiloideos en rocas arcilloso-margosas y hasta calcáreas fueron señalados por Keidel en el Tremadociano del flanco iz­ quierdo de la Quebrada tíel Toro (30, pág. 207). Newel y Ta fu r (40) mencionan el hallazgo de ortoconos indeterminables procedentes del Ordovícico medio de Perú oriental. Rusconi (44) señala el hallazgo de ?Orthoceras isidrensis Rusconi procedente de una caliza que podría ser ordovícica o cámbrica; los caracteres mencionados o dibujados no dicen nada y es muy difícil interpretar algo de ellos. Iglesias (26) y Loss (37) mencionan el hallazgo de Orthoceratidae ' N así como de . Endoceratidae mencionados por Loss (3 7 ). Los primeros cefalópodos son ci­ tados para el Ordovícico de Las Capillas (flanco occidental de. la Serranía de Zapla), según Iglesias, y para el Ordovícico en los nodulos con estructura “ cone in cone” entre los Ríos L a Quiaca y Toro A ra, según Loss. Los Endoceratidae proceden de la parte media y superior del flanco m eridional del C erra Tain a y están asociados a Didym ograptus nitidus ( H a l l ) se­ gún Loss. Este material form a parte de la colección ahora en estudio, como también el material citado en Cecioni ( 6 ) , en una nota preliminar todavía en curso de prensa, en la cual, despues de haber mencionado que en la caliza gris obscura del arroyo Garraptal, en el flanco oriental de la Serranía de Zapla,


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N A U T IL O ID E O S E O PALEO ZO IC O S A R G E N T IN O S

fué reconocido un trilobite, Hoekaspis schlagintweiti H a rr et Lean za ( 23) , por medio del cual, siguiendo la opinión de di­ chos autores y de Kobayashi, la mencionada caliza podría per­ tenecer al Skiddaviano (Arenigiano, o a una época apenas más joven ), el autor pone en evidencia que efectivamente dicha ca­ liza es considerablemente rica en nautiloideos derechos y los Endoceratidae representan la mayoría.

Están presentes, aclaraba después, Endoceras del grupo de la E. wahlembergi F oord del “ Vaginaten Kalken” de Suecia, nunca señalados en las Américas. Por la estructura de los sifo­ nes de los numerosos Endoceratidae, estudiados por medio de cortes delgados, el autor excluía una edad más vieja que la del ( ’hazyano (Canadiano, Arenigiano, etc.). Además ponía en evi­ dencia que juntamente a estos verdaderos Endoceratidae esta­ ban presentes también ortoceraconos de tipo más arcáico, como por ejemplo Protocycloceras, que hacen considerar la menciona­ da caliza gris obscura con Hoekaspis schlagintweiti H arr ., eü L e a n z a como de la parte inferior del Chazyano, tal vez en su por­ ción superior. Flower (19) toma como genotipo de su nuevo género Dideroceras al Endoceras ivahlembergi F oord y aclara que este nue­ vo género “ is yet unknow in North América, but is well developed in Scandinavia and in South America (Ceccioni, fide litt. and photographs, 1950)”. Vamos ahora a discutir las citas mencionadas y que no fueron discutidos por Kobayashi y que se refieren principal­ mente al Norte Argentino. Feruglio, Rusconi, Iglesias y Loss mencionan la presencia de O rthoceras sp. o de O rthoceratidac, bajo este nombre fué desc~ito por Deshayes en 1831 un verdadero nautiloideo (Os im v le x ) mientras oue anteriormente, 1789, Bruguiere con el mismo nombre describió una H ippuntes, asi que Orthoceras Deshaves es homónimo de Orthoceras Bruguiere y consecuente O rthoceras sim plex no puede usarse como genotipo (54), siendo ?al vez mejor no usar este término, ni Orthoceras B ru n n ich , ni Orthoceras K in g (55, 19, 18). Además bajo'este nombre genéri­ co se encentran muchas formas cuya estructura sifonal es muy distinta así que ahora muchas de estas especies son consideradas distinta, asi que p uede ser que Feruglio e Iglesias hayan como nuevos ge P • ombre genérico a los Dawsonoceras ouer'do señalar ba o e s t e j o m ^ j ^ w ) que efectivament (genotipo . Oríft Capillas y en el flanco oriental se encuentran (6) en el Rerie V i n d i c a . Tengo en la en­ de la Serranía de, ^ 'p • mt)iares ,-\e Dawsonoceras cfr. annula,C"d“ w e ñ ¡ S PS S. procedentes de, G o t u c o ,

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O. OECIONI

la presencia de Endoceras y Endoceratidae en la caliza gris obscura con Hoekaspis schlacjintweiti H a r r , et L e a n z a del arro­ yo Garrapatal. Considerando lo arriba expuesto, estas determ i­ naciones, aun que no comprobadas paleontológicamente, pueden ser posibles en vista de la edad que se ha dado a esa caliza. P o r cuanto se refiere a la mención de Endoceratidae por Loss, tengo que aclarar que los ejemplares están muy mal con­ servados y que la única determinación que he podido hacer es la de un ejem plar de Dideroceras procedente del camino entro T afn a y Cieneguillas, que pei'mite considerar los esquistos quo la encierran de edad no más vieja que el L lan virn ian o: consi­ derando la distribución vertical hasta ahora conocida de esté género en el N orte Argentino, se puede pensar que dicho ejem ­ plar proceda de esquistos del Llanvirniano inferior, tal vez en su porción superior. Cómo se vió las menciones de Endoceratidae hasta ahora discutidas fueron hechas en base de ejemplares que pueden efectivamente pertenecer a niveles estratigráficos posibles p a - . ra este género. P or el contrario, en H arrington (221 encontra­ mos cuatro menciones de Endoceras y dos en De Ferrari.-? (9 ), en base de ejemplares que proceden del Tremadociano supe­ rio r (Fauna con Asaphellus o Fauna con T r ia r th r u s ). Tengo en la colección algunos ejemplares procedentes de la Quebra­ da de Coquena y de Purmamarca; ninguno de estos puede ser referido al género Endoceras. Los nautiloideos procedentes Jo los lugares susodichos representan una fauna muy distinta de aquella de la caliza con Hoekaspis schlagintiveiti H a r r et L e a n ­ za y, por la ausencia de Endoceratidae, no puedn pensar por el momento, en niveles más jóvenes que el Arenigiano. Sin en ­ tra r ahora en detalle, la presencia, en esa región,, de los géne­ ros Robsonoceras U l r ic h , et F oerste , Clarlceoc'eras Ruf.demann y Purmamarooceras C e c io n i (un nuevo género de la Farru Stem tonoceratidae) hace sospechar un horizonte equivalente aproximadamente al Gasconade, al Wanvaniano de la Manchuria, al Ozarkiano superior de Ulrich o al más bajo Caaadiano. Si los Endoceras de H arrington y de De F erraris proceden d o ' los mismos niveles de donde fueron coleccionados los ejem pla­ res de la colección que tengo ahora en estudio, se puede pensar que o l ;*)1 el género Endoceras se encuentra en Sud Am érica en un piso más antiguo que aquellos donde hasta la fecha fué se­ guramente reconocido, o 2.-?) Los ejemplares citados por los mencionados autores no representan verdaderas Endoceras. Las mismas observaciones se pueden hacer también para los Endoceratidae indeterminables procedentes de la Fauna con Kayseraspis del Skiddaviano in ferio r del Cerro San Bernardo. G O T L A N D IC O — Se puede mencionar a título de curiosidad que 'Liddle (36) siguiendo a Drevermann, cayó en el erro r de señalar el Gotlándico en Venezuela no teniendo conocimiento de


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que los fósiles del Gotlándico citados para aquellas regiones [entre estos: Orthoceras cfr. olurus H a l l y Dawsonoceras annulatun (S o w .)] procedían, realmente, del Illinois (48). No tengo constancia que haya sido puesta en duda ia edad Eodevónica de las pizaras arenosas con Orthoceras (34), de unos cien metros de espesor, que, en Bolivia, descansan arriba de las areniscas cuarcíticas con Clarkeia antisensis d’Orb. ( —Liorhyncus bodenbenderi K a y .) de edad seguramente gotlándica. Con este fósil fué encontrado también el género (29 y 21, pág. 99) : Orthoceras Una mención de cefalópodos gotlándicos en Sud América es el de Nautiloidea gen. et sp. indet. hecho por Angelelli (2). Dichos fósiles proceden de “ la pen­ diente sur del Abra de los Tomates y en la oriental del Cerro Aserradero” unidamente a Atrypina (? ) sp. indet. y Phacopidae gen. et sp. n. Muy probablemente estos cefalópedos proceden de la porción media de la serie gotlándica, presente en la Se­ rranía de Zapla, de donde proceden la mayoría de los cefaló­ podos gotlándicos que ahora están en estudio. Cecioni ( 6) en su nota preliminar señala la presencia del género Daiosonoceras en las dos alas del anticlinal de Zapla, aclarando que la pre­ sencia del Gotlándico en esta región fué reconocida por Harrington y Leanza, por medio de los trilobites nuevos, colecionados por Angelelli, y que presentan ciertas semejanzas con los gotlándicos, pero los géneros citados (Phacops? n. sp., Phacopidae gen. et sp. n., Calymene angelelli H arr . et L e a n z a , nomen nudum) no son exclusivos del Gotlándico. El género Daiosonoceras, sin embargo, es exclusivo de esta edad en Europa y Norte América. Como antes se ha mencionado se trata de la especie Dawsonoceras cfr. annulatum (Sow.) que indica edad wenlockiana para la mitad inferior de la se­ rie gotlándica de Zapla. D E V O N IC O — Comentadas las menciones de Orthoceras hechas por Feruglio, vamos a recordar brevemente, e inciden­ talmente, las especies de cefalópodos señalados en el Devónico de Sud América. . . Kozlowski (35) cita las siguientes especies: 1) Orthoceras u lrich i Ko.-.LQW. ) ) ¿D P\

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3

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cfr. gamkaensis Reed. steinmanni Kozlow. laevicostatum Kozlow. constrictum Vanuxem.

san-bartolomense Kozi.ow.

7) Cyrtoceras (? ) sicasicaense Kozlow.


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8 ) Gyroceras (? ) hans-mayeri S a l f e l d . ¡La especie 1) fué ya anteriormente clasificada genérica­ mente como Orthoceras sp. 7 por IJlrieh (50, pág. 29, lam. II, fig . 4 á-b), mientras que Knod (32) considera Orthoceras sp. y, aunque no posea el sifón excéntrico, idéntico a Orthoceras bokkeveldensis R eed de la Formación de lela, donde se presenta también Orthoceras excentricus SWARTZ L a especie ,2) fué ya .anteriormente clasificada por Ulrich en el mismo trabajo arriba citado como Orthoceras sp. a, que Reed denomina específicam ente,-con-un Vcfr” , encontrándola tam ­ bién en Sud A frica. Esta especie, según Kozlowski sería muy cercana al Orthoceras señalado por Clarke (7 ). L a especie en examen procede de A yo ayo, Sicasica-Patacamaya. L a especia 3) procede de Sicasica, horizonte 4, como también la especie Siguiente. La que sigue, 5 ), procedente de la misma localidad y de los horizontes 2-4, es una especie reconocida anteriormente y característica del Grupo de Hamilton en la Am érica del N o r­ te. La especie 6 ), provista de anillos, se distingue probable­ mente de la otra Orthoceras ( Kionoceras) zoilus C l a r k e (7, pág. 159, lam. V III, fig . 10) por la falta de proposón. P a ­ rece también muy semejante a Orthoceras thoas H a l l de los Estados Unidos. L a especie 6) procede de los Cerros al oriente de A yo ayo. Procedente del mismo horizonte que la especie 3) es la es­ pecie 7 ) muy incompleta. La especie 8) , procedente de los es­ quistos de Chacaltaya, fué encontrada también por Hauthal y fué provisoriamente clasificaba por Salfeld como Gyroceras (4 5 ), que fué considerada por Steimann (5 1 ), como una fo r ­ ma muy cercana a la descripta por Kozlowski, bajo la deter­ minación de Trochoceras bolivianum

Como -hicimos notar anteriormente, una crítica, de las formas devónicas arriba mencionadas, es prácticamente impo­ sible sin tener los ejemplares en la mano. Se nodría solamente expresar la sosppcha de que algunos de estas form as caen den­ tro de la. Fam. M ichelinoceratidae. Cecioni ( 6 ) señalaba en el Devónico de la Serranía de Zapla la posible presencia del género E’obactrites? Sobre la distribución geográfica de íos Nautiloideos que; hasta la fecha, según las menciones hechas, sé encuentran en el Ordovícico y en el Gotlándico de Sud Am érica, tenemos que hacer las siguientes constataciones y re fe rir cuanto fué argu­ mentado.


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Como se vió, Kayser acercaría uno de sus Orthoceras a O. bacillum E i c h w ., que es característico de la caliza con Vaginates de Rusia. Ninguna ulterior crítica fué hecha después de esta identificación. El mismo autor ve en su ejemplar una form a muy cercana a Lituites cornuarietis Sow. o, con más pro­ babilidad, a L . antiquissimus E i c h w ., especie presente en el Silúrico de Inglaterra, Rusia y Escandinavia. Kobayashi puso en duda la pertenencia de este ejemplar al género Lituites. Douglas pone en evidencia que su ejemplar de Geisonoceras tenuistriatum (H a l l ) recuerda la forma reproducida por Ruedemann (43, pág. 88, lam. 10, fig. 12-14, lam. 11, fig. 2), la cual, por cuanto sé, fué encontrada exclusivamente en el Ordovicico del Norte América. Ninguna critica se hizo sobre esta comparación. Cecioni ( 6) señaló la presencia de los géneros Diderocems F l o w e r , (genotipo: Evdoceras wcihlembergi F oord) y P rotocycloceras H y a t t en el Ordovicico del Norte Argentino, y Dawsovnceras H y a t t en el Gotlándico de Zapla. Geográficamente el género Diderocems hasta la fecha fué encontrado en Escan­ dinavia, mientras que Protncyclnceras es un género de gran difusión en Europa, Norte América y Asia, considerando tam­ bién sus probables sinónimos. Dawsonoceras es un género eu­ ropeo y norteamericano. Cuando fué encontradla en Terranova la Parabnlina andina H o e k , conocida en Argentina. Newell M I) criticó el hecho, considerando la zona ecuatorial como una barrera para la dis­ tribución geográfica. Cecioni COI no aceptó completamente tal crítica, tomando en consideración: “ 1.») Entre Terranova y el Norte Argentino hay. hoy, 70" do lat. do diferencia. Admitamos que así se conservó desde el Paleozoico hasta hoy. Sea que se prefiere tomar en considera­ ción la hipótesis del desplazamiento de los polos, sea la de los continentes, la mayoría de los autores está acorde en admitir oue el ecuador, desde el Cámbrico hasta el Devónico, en su desplazamiento relativo, se conservó más o menos paralelo, sin oscilaciones, cortando la Tierra en dos hemisferios de los cuales u n o __ el que nos interesa— comprendía también la parte sep­ tentrional de Eurasia, con la Australia en el límite; asi que en r?to intervalo y por estas regiones las especies podrían emi­ gra r sin necesidad de cortar el ecuador. , 2 C ’1 Para coordinar los hechos de la distribución geográ­ fica de las especies, además de las distintas teorías de las mi­ r a c io n e s tenemos otras, pasadas y recientes (O logenesi de R o s a Cosm olisi de A. C. Blanc, por e j.), que toman en consideradón el desarrollo filogénetico, independiente en distintas regiones de la Tierra, sin invocar, o muy poco, las migracion8S Shaw (49) nosteriormente hizo ulteriores criticas, toman­ do en consideración el desplazamiento de los polos.


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P R O C E D E N C IA D E L M A T E R IA L E N E S T U D IO .— Sin tomar en consideración los ejemplares existentes en la colec­ ción en estudio y encontrados erráticos (para algunos de ellos será posible determinar sus procedencias de la columna estratig ra íic a ) la mayoría de los nautiloideos clasificados en este estudio proceden de la caliza gris obscura con Hoekaspis schlag in tw eiti H arr et L e a n z a , que aflora con un espesor va ria b le,' pero siempre in ferior a los cinco metros, en ambas alas del an­ ticlinal de Zapla. Con el fin de ubicar la posición de algunos de los lugares citados, se puede tener presente los mapas de Bonarelli (3 ) y De Benedetti ( 8). Desde el mes de mayo hasta el mes de octubre, en 1948, he llevado a cabo el levantamiento de detalle (5, 6 ) a escala 1:10.000, con la Comisión bajo mi dirección, en la serranía de Zapla, donde he podido establecer la siguiente serie: O R D O V IC IC O : a) serie arcillosa inferior, roja, visible por unos metros en el Río Las Capillas y en los núcleos de dos anticli­ nales secundarios convergentes hacia el Este, en el arroyo Garrapatal, flanco oriental de la Serranía dei Zapla. b ) serie arenosa inferior, de 350 m. de potencia más o menos, donde prevalecen las típicas areniscas con p ipe7stone, verdes aceituna, rosadas, más á menudo ama­ rillentas, con intercalaciones de cuarcitas potentes. c) serie arcillosa superior de 150 m. de potencia más o menos, predominantemente arcilloso-molásica, areno­ sa en su parte apical, amarillenta en su parte basal; faunísticamente esta serie está caracterizada por la presencia de braquiópodos negros, rotos, Crurdana y Tentacuiites. A unos 30 m. arriba de la base de esta serie se encuentra la caliza gris obscura con Hoekas­ pis sbhlaginUveiti H a r r . et L e a n z a , rica en cefaló­ podos y, según Loss, Lingu la sp. y probablemente Lcptolobus, y entre los lamelibranquios el género Ctenodonta, como él más representado. Estarían presen­ tes también briozoós, y el género Brogniart-ella del Ordovícico medió y superior de Inglaterra. A 100 m. más o menos de esta capa de caliza se presenta una capa de arcilla arenosa, muy friable, amarillenta, muy rica en lamelibranquios y pigidios de trilobites (H o e -


N AU T1L0IDE08 E 0 PA LE 0 Z 0I00 S ARGENTINOS

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kaspis schlagintweiti H arr . et L e a n z a , según Igle­ sias) en esta capa,, en el arroyo La Trozada fueron W a p l*• po.r P ™ era vez los Conodontes (27) de, . Pnoniodinidae y Prioniodidae. areniscas superiores, harinosas, con Lingula; arenis­ cas compactas con Skolithos; intercalaciones también muy potentes de cuarcitas color amarillento-miel, o blanco puro, estériles; los granos son bien pulidos y clasificados, cuyos diámetros pueden alcanzar a 2 mm. ~ n el flanco oriental de la Serranía de Zapla prevalecen cuarcitas y areniscas mucho más compactas y uniformes. Pot. m. 250.

G O T L A N D IC O : e) T ilita glaci-marina, más estratificada en el flanco oriental que en el occidental. En esta fué señalada la presencia de un Caüochonus sp. ( 2 ). Su potencia en más o menos m. 20-50. f ) iRiolita (pórfido cuarcífero) gris plomo con fenocristales de cuarzo blanco, con aristas redondeadas por obra del magma. Potencia; m. 0.S0. Fué encontrada exclusivamente en el arroyo Garrapatal (5, 6), don­ de tiene arriba un conglomerado muy poco potente de la base de la serie francamente marina del Gotlándico. (foto N.° 1). g) serie arenosa amarillenta inferior, algo arcillosa, pi­ ritosa, muy micacea, con distintas capas de mineral de hierro (thuringita) en su parte-basal (2, 5, 6 ). En­ tre la tilita y la capa de hierro principal, en la labor del Mojon C de la Mina de Zapla, en una arenisca de pocos centímetros de espesor, arriba del pequeño con­ glomerado basal del Gotlándico, fué encontrado un graptolite, muy semejante a los graptolites que se en­ cuentran, en esta serie, unos 20 m. ( 2) arriba del ni­ vel secundario de hierro y que comprobé también en el arroyo Moralito en el flanco oriental del anticlinal de Zapla, y a la misma altura. Angelelli (2) señala la presencia de un coral en esta serie. Procedente de esta misma serie, coleccionados por la Comisión a mi cargo, tengo unos cuantos ejemplares de cefalópodos cuya estructura sifonal es imposible determinar. Po­ tencia: 300 m., más o menos. (h) areniscas arcillosas superiores, más claras. Entre la serie antecedente y ésta hay prácticamente un pasa­ je gradual así que el contacto y el espesor es algo ar­ bitrario En el flanco occidental de la Serranía de Za­ pla esta serie se destaca bien de aquella sobre la cual descansa. Pero en el flanco oriental de la misma Se­ rranía estas dos series son prácticamente indistingui­ bles. Más hacia el Este, en la Serranía de Santa Bar-


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bara ( 5 , 6 ) la serie se presenta predominantemente arcillosa. Potencia: m. 500, más o menos. En esta se­ rie más alta del Gotlándico, tanto en el flanco orien­ tal como en el occidental de esta Serranía, fueron en­ contrados ejemplares de Dawsonoceras cír. annulatum (S o w ,) Estos fueron coleccionados a 350 m. a rr i­ ba del conglomerado basai de la serie gotlándica, es decir arriba de la riolita o del contacto superior dò la tilita. En el flanco occidental fué coleccionado un ejem plar de Homalonotus (seg. Iglesias) de una capa 80 m. más baja que la capa con Daivsonoceras. Tam ­ bién en el Río Las Capillas, donde el Gotlándico está representado por 380 m. de espesor, los ejemplares jde Daivsonoceras fueron coleccionados 20 m. por debajo del contacto superior. Tengo que aclarar que aquí fa l­ ta parte del Gotlándico (la más alta) y el Devónico, porque fueron depositados con un espesor más redu­ cido, o no fueron depositados o, si depositados par­ cialmente (línea de costa Gotlándico-Devonica), fue- ron erodados antes de la depositación de las A ren is­ cas Inferiores. En el flanco oriental de esta serie go­ tlándica, en el arroyo L a Trozada, en unas capas arenoso-arcillosa, algo más grises, estratigráticam ente 50-100 metros por arriba de la capa con Daivsonoce­ ras, fueron coleccionados por la mencionada Comisión muchos nodulos ferruginosos fosilíferos, ricos en trilobites ( Calymene angelelli H ar r . et L e a n z a , nomen nudum, det. de Iglesias), lamelibranquios, gasterópodos, conularias y un fragm ento de M onograptus del tipo priodon, según Loss, que no he podido señalar en mis notas preliminares (5, 6 ) porque todavía su determ i­ nación no estaba ljsta. Fueron coleccionados en estos nódulos muchos cefalópodos indeterminables. D O W N T O N IA N O - F A J A D E T R A N S IC IO N : i) sedimentos psefíticos-psamíticos multicolores. Capas arcillosas con plantas, braquiópodos y ostrácodos. Las plantas, que se encuentran también asociadas a la fau ­ na devónica clásica de esta región, son muy semejan­ tes a las Psilophytales downtonianas de la Noruega, j estudiadas recientemente por H oeg (2 5 ). Este comple­ jo litològico se acuna y desaparece hacia el Este. P o ­ tencia: 100 m. como máximo. D E V O N IC O : j) areniscas y cuarcitas predominantemente rojas en la; rtarte más alta v occidental de la serie. A rcillas grises, también interstratificadas con cuarcitas, en la parte más baja y oriental de la serie. L as plantas mencio­ nadas fueron coleccionadas juntamente con la conocí-


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da fauna de braquiópodos en La Mendieta, estudia­ da por Bonarelli (3) y Feruglio (11, 12). En el Moralito, muy cerca de las plantas fósiles íué coleccionado un ejemplar de Eobacrites? La serie devónica presen­ ta un espesor variable entre 150 m. y 700 m. Por lo que se desprende de los estudios anteriores, se pue­ de considerar como pertenecientes al Arenigiano las series a) y b ), y al Llanvirniano las series c) y d) ; esta subdivisión es lógica también bajo el punto de vista práctico del levantamiento. La edad de la tilita, como la de la riólita, está compren­ dida entre el Llanvirniano y el Wenlockiano; el hallazgo de cantos estriados en la tilita, efectuado por la Comisión que desarrollaba el Curso de Geología Práctica bajo la dirección del Dr. De Benedetti en el Río Las Capillas, demuestra sin du­ da alguna el origen glacial de este depósito, sostenido por Schlagintweit (47). Entonces, la tilita de esta serie no puede ser coetanea a la tilita de la parte alta del Tremadociano infe­ rior (30; pág. 226). ■Según Schlagintweit, en el arroyo Garrapatal, la tilita pa­ saría gradualmente a las areniscas ordovicicas con Skolithos. En este arroyo, como en el Moralito, las tilitas descansan direc­ tamente sobre las cuarcitas compactas de la serie d ) del Ordovícico, sin pasaje gradual, según mis observaciones. Parec9 que se presentara un pasaje gradual entre la parte alta de las tilitas y el conglomerado basal del Gotlándico, pero esta tran­ sición es aparente más que real. En efecto, entre las dos unida­ des estratigráficas hay, exactamente en el Garrapatal, una ca­ pa efusiva de riolita que no permite aceptar un vínculo sedi­ mentario entre el Gotlándico típicamente marino y las tilitas. Provisoriamente la edad de esta tilita y de la riolita fué consi­ derada gotlándica (2, 5, 6, 47), con el fin de no crear, por el momento, un nuevo horizonte glacial en el Silúrico s. L, cono­ ciéndose depósitos glaciales gotlándicos en la Sierra Chica de Zonda en la Precordillera de S. Juan, según Keidel. En este caso estos dos afloramientos, en el caso de ser considerados con­ temporáneos, tendrían que tener una edad comprendida entre el Valentiniano y el Wenlockiano inferior. Con mucha probabi­ lidad Calymene blumenbachi, >del Wenlockiano, señalado por Ahlfeld (1, pág. 123) no procede de las tilitas, sino de capas superiores gotlán’dicas de facies francamente marina, y talvez, el citado Calymene sea el C. angelelli H arr . et L e a n z a , nomen nudum. La serie gotlándica de facies marina es potente y por lo que hasta la fecha se sabe, de 380 a mil metros más o menos. E l espesor y la facies más francamente marina aumentan ha­ cia el Este (5, 6 ). En la mitad inferior de esta serie, y exacta­ mente en la parte apical de ésta, se encuentra Daivsonoceras c fr annulatum (S o w ), un Monograptus del tipo priodon y Ca­ lymene angelelli H ar r . et L e a n z a , nomen nudum, muy semejan­ te a C blumenbachi (foto N." 2). Estas tres especies son carac­


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terísticas del Wenlockiano. Con la intención de poder clasificar unos nautiloideos gotlándicos, he cortado y preparado cortes delgados ae los sifones de éstos, y parece que algunos presentan una estructura actinosifonadá. E l tipo de fosilización y la p re­ sencia de gran cantidad de óxidos de hierro, no permiten un estudio detenido. . Por el momento se puede considerar la mitad in ferio r de esta serie gotlándica de edad wenlockiana, y la midad superior* de edad ludloviana. No me parece ariesgado, entonces, co n fir­ mar que el Gotlándico es ingresivo en la región de Zapla y Santa Bárbara (5, 6 ). Como anteriormente puse en evidencia (5, 6 ) , la F a ja de transición puede ser considerada tentativamente downtoniana. El Devónico, según los datos proporcionados por Bonarelli y Feruglio, se presenta con su parte inferior. En mis notas pre­ liminares puse en evidencia que la F a ja de transición prácti­ camente, hacia el Oeste, se une a las areniscas rojas devónicas apicales; éstas se depositaron hacia el Este arriba de sedimen­ tos marinos devónicos de facies más profunda, donde desapa­ rece la F a ja de transición entre Gotlándico y Devónico (S an ta Bárbara). Claro está que la F a ja de transición representa un término sedimentario debido a las leves oscilaciones de signo variable con resultante más o menos constante (fa se ardenian a), y siendo también las areniscas rojas apicales del Devónico más jóvenes en su parte oriental que en su parte occidental, el Devónico está representado por una serie regresiva que emnieza desde el Downtoniano. E l espesor del Devónico y los fó s i­ les hasta la fecha hallados en esta serie no hacen sospechar una edad más joven que el Devónico inferior. Se ha comprobado (5, 6) que antes de la depositación de las Areniscas In feriores hubo un movimiento orogénico, acadiano — prim era fase, pues las diaclasas que afectan cada trozo de las cuarcitas devónicas, presentes como elementos de las Areniscas In feriores, son in de­ pendientes de la diaclasas que afectan los distintos trozos, cer­ canos o lejanos, y de la diaclasas que afectan al conjunto de las Areniscas Inferiores. No hace mucho tiempo que también K cidel (31) puso en evidencia en las Prov. de Mendoza y San Juan, una fase orogénica que puede ser relacionada con aquella del Acadiano, primera fase, reconocida en las serranías subandinas (Serranías de Zapla y de Santa B árbara). Un grupo de nautiloides procede de la Quebrada de Co­ ntiena v fué coleccionado por los Drs. De Renedetti e Iglesias en una capa de caliza de la serie 1-8 descripta por De F erra ría (9 ) que ha dado la fauna con Asaphellus ju jim n u s H a h r ., y exactamente de una capa en proximidad de los números í -3 señalados en la fig . 18, por el mismo autor, sobre la margen iz­ quierda de la Quebrada de Coquena. Topográficam ente bajo la serie de De Ferraris he tenido la fortuna de encontrar dos ni­ veles con graptolites; éstos fueron confiados al Dr. Loss, que ha reconocido la presencia de los géneros Tetragraptv.s, D id y -


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mogm ptus, Clonograptus y Dictyonemarén el nivel-más bajo, es decir en las arcillas. Estos fósiles representarían,°para el Dr. Loss, el Arenigiano inferior o la parte inferior del Areni­ giano medio. Unos cuantos metros arriba de este nivel, en una arenisca micacea y calcárea, el Dr. Loss ha reconocido la pre­ sencia de numerosos fragmentos de Tetragraptus. Los nautiloideos, coleccionados como he dicho, en capas topográficas más altas, no. pueden ser tremadocianos ni llanvirnianos; por su es­ tructura sifonal me hicieron pensar en seguida en el Arenigia- ■ no. Como se sabe, Harrigton (22) no pone en duda la presen­ cia del Tremadociano superior en el afloramiento ordovícico de la Quebrada de Coquena, encontrando en la caliza y margas calcáreas una fauna con Orometopus y Apatolcephalus serratus • comparable directamente a las contemporáneas faunas euro­ peas. No conociendo por el momento cuál fauna acompaña o puede acompañar los nautiloideos que tengo en estudio, y pro­ cedentes de este lugar, es menester pensar o 1 .*) que éstos pro­ ceden de una caliza distinta de las que ha dado la fauna del¡ Tremadociano superior (en este caso hay una serie invertida, o un sinclinal acostado y con su flanco superior cubierto por la" cuña elemental precámbrica), o 2.'1) que la fauna con trilobites y la con nautiloideos y graptolites presentan un “ sfasamento” en Sud América. Vista también la región, es preferible por el momento aceptar como hipótesis de trabajo la primera so­ lución de este problema importante. A lgo semejante vuelve a repetirse por la Quebrada de Purmamarca. A lo largo de este río, y muy poco arriba del pelo de agua, a unos 4 km. aguas arriba del pueblo homónico, el Dr. Loss encontró unos cuantos nautiloideos. En la misma caliza el coleccionista ha reconocido una gran abundancia de Megalaspis, Bucania cyrtoglypha H arr ., unas pocas formas de Oxydiscus y probablemente restos de Asaphellus catamarcensis K ob ., que no contradicen la edad Tremadociano superior. En lamisma caliza con nautiloideos el Dr. Loss ha reconocido tam­ bién un resto cranidial de buena conservación de Apatokepha- ■ his dubius ( L in n a r s s o n ) M oBerg precedentemente señalado en. la Quebrada de Coquena, y presente además en los esquistos de Azul Jr'ampa (tide iglesias; ; esta forma hasta la fecha es característica del Tremadociano superior, pero considerando un problema de carácter sistemático, se puede extender, tal forma hasta el Tremadociano inferior. En el mismo yacimiento de Azul Pampa estaría comprendida en este último piso. Como ne dicho en el capítulo anterior, la fauna cefalopódica hasta la fecha reconocida, corresponde más bien al Gasconade al Wanwaniano de Manchuria, al Ozarkiano superior de Ulrich o al más bajo Canadiano. El Dr. Harrington me comu­ nica la presencia, en este lugar, de Hoekaspis schjanintweitr H a rr. et Leanza, con lo cual él establece la presencia de capas llanvirnianas. Dicho trilobite, en la serranía de Zapla, esta acompañado de una fauna de nautiloideos del Llanvirmano in­


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ferior, de la cual ni siquiera uno de sus elementos se presenta en la colección que fué recogida en Purmamarca. En efecto, han de hallarse presentes en estos afloramientos capas de caliza o margas de edades bien distintas. También para estos a flora­ mientos se puede tener presente, como hipótesis de trabajo, la posible presencia de capas invertidas o, m ejor, 'de un sinclinal acostado y con su flanco superior cubierto por la cuña elemen­ tal precámbrica, en general, que se va a sobreponer de Oeste hacia el Este. Dicha posible estructura cuadra bien, por lo tanto, con la visión estructural general de estas regiones, y que será argu­ mento de una próxima publicación. Estos problemas podrían solucionarse solamente con un levantamiento y estudio detalla­ do que espero poder llevar a cabo antes de la ilustración com­ pleta de la fauna en estudio. Procedente del Dique de la Ciénaga, tengo unos cuantos nautiloideos, encontrados en capas molásicas arcillosas o bas­ tante arenosas, hasta conglomerádicas, a lo largo del camino nacional N .5 9 de Jujuy a Salta, en el km. 39 Se trata de ortoconos circulares, deprimidos (o com prim idos?), y de cyrtoconos endogástricos comprimidos, que se repiten también en el Cerro San Bernardo (S a lta ). E l único ejem plar que coleccioné y que he podido clasificar es un Bathmoceras, procedente del Dique de la Ciénaga. Iglesias (27) señala en este afloramiento la presencia de Conodontes de la Fam. Distacodidae, cuyos géneros en general fueron encontrados en el Ordovicico. Con estos conodontes el autor señala también Parabolinella (P . argentinensis K ob ., co­ municación verbal de Iglesias) y P rotop eltu ra como también un resto de D ichograptiae complejo, clasificado por Loss. Según estos hallazgos se podría sospechar edad tremadociana, pero du­ da la presencia del género Dichograptide se podría alcanzar has­ ta el Llanvirniano superior. E l género Bat'iimoceras está repre­ sentado por un ejem plar no bien conservado para una segura de­ terminación específica (B . c fr. australe T e i c h e r t ) , cuya pre­ sencia m alearía el Llanvirniano inferior. Nautiloideos procedentes del Depto. de Y a v i están repre­ sentados también en la colección en estudio; fueron, éstos reco­ gidos por la Comisión iie levantamiento de esa región, dirigidai por el Dr. Loss. Dichos ejemplares están muy mal conservados en general dentro de nóciulos de origen mecánico y con estruc­ tura cone in cone” . He podido clasificar un ejem plar de Didey Un°nd? L ia o tu n Soceras (? ) ; el primero se encuentra asociado con Didymograptus climacogvaptoides (H o lm ) fo rn n ^ n e rn dn f J Ia ^ Llan vi™ iano in ferior (38) ; la presencia del genero Dideroceras confirma esta edad; la segunda form a fué encontrada junto con Phyllograptus cfr. typus ( H a l l ) y T e tra graptus bigsby (H a l l ) , que indicarían e í Skiddaviano medio de S*maoC7 r j ‘ L m o tu n Ooceras fué hallado en la form ación de Santao (Canadiano superior) de Liao-tung, Manchuria.


II P A R T E SISTEMATICA

Cl. N A U T I L O I D E A Ord. Ellesmeroceratida. Fam

Flow eb

ProtiKiycloc.eratidae Kobayaslii

Gen. Protocyclocerás H y a tt 1900

D IA G N O S IS . — Ortoceracono anillado; sección circular o subcircular, débilmente deprimido ventralmente; cámaras ba­ ja s; suturas paralelas a los anillos, derechas y dirigidas trans­ versalmente o también formando débiles lóbulos ventrales y, en, algunos casos, inclinándose débilmente oralmente desde el vien­ tre. Sifón de tamaño variable, típicamente muy ancho, .consti­ tuido de segmentos esencialmente cilindricos o débilmente cón­ cavos externamente, situado en la midad ventral de la concha y en algunos casos también en contacto con la pared ventral, especialmente en la porción efébica de la concha; eurisifonado elipocoanítico; anillos conectantes divididos en dos bandas; ter­ minación bilobada de los cuellos septales. Genotipo: Orthoceras lamarcki B i l l i n g s D IS C U S IO N . — Flow er en 1943 (15, pág. 119 y 122), des­ pués de haber constatado que el género Paleocycloceras Shimizu et Obata fué establecido para distinguirlo de Protocycloceras, entonces considerado holocoanítico, pone en sinonimia el primero, que es característico del Canadiano de la Manchuria. Justamente Ulrich, etc. (59, pág. 78), observan que, muy pro­ bablemente, algunas especies puestas en este género no son efectivamente congenéricas y que, en el futuro, será necesario dividir las especies separando aquéllas que presentan sifón an­ cho de aquéllas que lo presentan pequeño, como también divi­ dir aquéllas que presentan el sifón claramente marginal de aquéllas que lo presentan submarginal. Por lo tanto, hasta que no sea hecho un estudio detenido por lo menos de los holotipos, creo que esta distinción sería arbitraria y conduciría a nuevos errores. 'Las especies argentinas, hasta la fecha encontradas, presentan, todas, el sifón muy ancho y marginal, con segmentos inflados dentro de las cámaras. Se observa, en algunos de estos: ejemplares, la presencia de terminaciones bilobadas de los cue­ llos septales, estructura que, hasta la fecha, fué observada por


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Flow er solamente en Proterocam eroceras brainardi y en Tarphyceras cfr. seelyi. Puede ser que esta estructura bilobada se pre­ sente acá y allá en los más viejos nautiloideos. Los anillos co­ nectantes están divididos en dos bandas, así que esta estructu­ ra no es exclusiva de la Fam. Proterocam eroceratidae, ni tam ­ poco es muy distinta de aquélla que se observa en otros ejem ­ plos hasta la fecha conocidos; de este modo no se puede con­ siderar a Protocycloceras, como una modificación de la estruc­ tura tipo, como Flow er dudosamente opinaba (17, pág. 167). L a sección transversal de las especies argentinas predominan­ temente es deprimida. O B S E R V A C IO N E S . — Este género está representado en el Canadiano de Noruega ( “ Orthoceras” attavus B r o g g e r ) , Escocia, Isla de los Osos, Manchuria. Está también representa­ do en el Ozarkiano superior de los Estados Unidos y en N e w ­ foundland. Del trabajo de Troedsson (57, pág. 31) se despren­ de que en la península de Bache, en la T ierra de Ellesmere, fuá encontrada Maclurea magna, un típico fósil del C h azyan ; aun­ que la determinación fuere exacta, no quiere decir que el P r o ­ tocycloceras lam arcki encontrado en la región, como también lo expresa el autor, Dueda alcanzar al Chazyan. P o r lo demás, el mismo autor en el año 1928 ( fide 53, pág. 81) reconoce ha­ ber errado, talvez, en la identificación de Protocycloceras la­ m arcki y que difícilm ente, por lo tanto, el fósil pueda ser do edad canadiana, como antes había pensado. Teichert, en efecto, pero con duda, pone el fósil en cuestión en sinonimia con Spyroceras cfr. S. geronticum Foerste et Sauvage, que así iría a caer en el Trenton. (53, pág. 19). La especie “ O rtlioceras" attavus B rógger de la parte baja del Calcáreo con Ceralopyge en la área de C/slo, parece muy s e ­ mejante a Protocycloceras arkansasense Ü. F. M. (59, pág. 24), de la cual puede d ife rir por su mayor número de estrías (sifón pequeño, ventral, en contacto). Según estos autores el Calcá­ reo con Ceratopyge es de los albores 'del Canadiano superior, o posiblemente de la parte alta del Canadiano m edio; una zonai con graptolites ( Tetragraptus, Phyllograptus, etc.), separa es­ te calcáreo del Calcárreo con Orthoceras, con Endoceras comune (W ahlem berg), “E ” . vaginatum (Schlotheim ), E . duplex (W ahlem berg) l= D id e rocera s w ahlem bergi ( F o o r d ) ] ; esto hace considerar del Chazyan el Calcáreo con Orthoceras, o equi­ valente 'del Llanvirniano y Llandeiliano de Inglaterra (56 pág. 421). U lrich etc. (59, pág. 24) escriben: “ F a irly recently Professor Johan K iaer o f Oslo has collected in the Trondheim area o f west-central N orw ay several species o f Protocycloceras which are transversely striated and which, like the fauna associated with them, have an Upper Canadian aspect. Professor K ia er however, is inclined to regard the containing beds as o f about Chazyan age . Pero en el trabajo de Foersie (20, pág 153 y


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sig.) se ven citas de Cycloceras y no de Protocycloceras. Es muy probable, en cambio, que se trate efectivamente de Protocyclo­ ceras no solamente por el aspecto general, tamaño posición del sifón, sección transversal, etc., sino también por la sección lon­ gitudinal de la estructura sifonal ( Cycloceras kiaeri Foerste, lam. X X V I, fig . 1-b). Foerste no encuentra, con los cefalópodos estudiados, ningún apoyo seguro para la determinación de la edad de las capas que los encierran. Un alga, Rhabdoporella (2 4 ), pág. 89) estudiaba para Hoeg no ofrece al autor ninguna conclusión estratigráfica segura. Reed (42, pág. 115). después del estudio de los braquiópodos, afirma que las capas que en­ cierran también Cycloceras ( “ Holandet shale and Limestone” ) son algo más bajas que la “ Hovin Sandstone” y que ambas se­ ries pertenecen al Grdovícico superior, mientras que Strand (52, pág. 163), después del estudio de los fósiles procedentes del mismo horizonte: “ The Illaenus form shows relations to I.esmarki, a form from the Ortlioceras limestone (3 c o f N o rw a y), which is o f Chazy age. The genus Pliom era occurs in the Orthoceras limestone o f Scandinavia (Chazy). Tn North America the related genus Pliovierops Raymond is found in the Chazy o f Canada and the north-eastern States and1 several forms questionallv referred to the same genus in the Canadian o f the same regions... The presence of the genus Gonofplus points towards an Upper Canadian age fo r the shale and limestone o f Holandet... Pliom era may be either of Canadian or o f Chazy age, while the gastropods may also be still jounger. A ll put together, it may best, be concluded that the deposits o f Holandet are o f Chazyan age. and that the genus Gonoletus appears there at a somewhat higher level than America. The other posible solution o f the matter must inflict that a class o f animals (viz. pelecvpods) appeared earlier in our district than everywhere else” . E l mismo autor en una nota concluye (pág. 36) : “ It appears that the question as to the are o f the Holan­ det formation is need o f further discusión” . Una justa obser­ vación de Flow er (15, pág. 119), además, conforta a conside­ ra r como Protocycloceras las Cycloceras estudiadas por Foerste y pertenecientes a la “ Holandet formation” : “ Shimizu and Obata emend this fam ily ( Sycloccratidae H y a t t ) to =orthocoanitic annulated orthoceracone and cyrtoceracone with transverse striae and without longitudinal ridges or striae— . Inasmuch as Cycloceras is so little known that only the genotype can be pla­ ced in it, the fam ily Cycloceratidae can not contain any other genus than the inadecuately known Cycloceras, and is at the pre­ sent time o f no real value in the scheme of cephalopods classifi­ cation... until Cycloceras itself is more adequately known” . Con­ cluyendo, es muy probable que el género Protocycloceras alcan­ ce hasta el Chazyan. , , En este tren de ideas, no se puede poner el genero Protocy­ cloceras en la Fam. Cycloceratidae, ni tampoco en la Fa.rn.Spy-


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roceratidae, como han hecho Ulrich, etc. (59, pág. 74) en el año 1944, no teniendo en cuenta que Flow er (15, pág. 110) va había propuesto abandonar este nombre, establecido por Shimizu y Obata para comprender los géneros ortocoaníticos con el aspec­ to general extremo de Spyroceras, ignorando que el genotipo de Spiroceras. S. crotalum ( H a l l - 1876) presenta un sifón cyrcoanítico y que en el año 1939 fué comprendido entre los Pseudorthoceratidae (13. pág. 109). Sentado esto, recordando tam­ bién que Flow er (15, pág. 121) provisoriamente colocaba P r o tocycloceras en un grupo de cefalópodos anillados eurisifonados pre-champlainianos, v posteriormente (16, pág. 166) inscri­ bía este género en la Fam. Baltoceratidae. siguiendo la más jus­ ta última opinión (1 9 ), el género Protocycloceraa tiene que ser incluido en la Fam. Protocycloceratidae, ya establecida por Kobayashi, en la cual están comprendidos cefalópodos anillados, primitivamente semejantes a los EllesmeroceratAdaP.. pero oue se vuelven más anchos en sección transversal con débil y va ria ­ ble curvatura. Se tiene la impresión que el género Protocycloceras pasa hacia otros géneros canadianos, provistos de anillos, como Rudolfoceras y W alcottocras Protocycloceras stefaninii C e c io n i n. sp. (Lam . I, fig . 1-6; fig . 1-8 en el texto) D IA G N O S IS .— Ortoceracono anillado con sección trans­ versal elíptica deprimida; los anillos regularmente espaciados, se vuelven más ralos adoralmente; se presentan inclinados adapicalmente del dorso hacia el vientre, donde empalman suave­ mente. Suturas derechas y transversales cortando ventralmen­ te los anillos; seis es la frecuencia de las cámaras. Sifón grande, circular, propeventral ; cortos cuellos septales y espesos anillos conectantes, divididos en dos bandas; seg­ mentos esencialmente tubulares, suavemente expandidos en sec­ ción longitudinal lateral, y suavemente cóncavos en sección lon­ gitudinal dorso-ventral. M E D ID A S D E L H O L O T IP O : largo mm. 30 concha: diámetro dorso ventral adorai mm. ? diámetro dorso ventral adapical . 9 diámetro lateral adorai mm. 13 diámetro lateral adapical mm. 9,5 sifón : diámetro dorso ventral adapical mm. 4 diámetro lateral adapical . mm. 4 distancia de los septos adapicalmente mm. 1,5 distancia de los septos adoralmente mm. 1,8 frecuencia cámaras: 6 D E S C R IP C IO N .— Ortocono anillado con sección transver­ sal elíptica deprimida ; proposón aparentemente ausente. Anillos


N A U T IL O ID E O Q

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P o to 1) A rr o y o Garraipatal, flanco oriental de la Serra­ nía de Zapla. Riol&a en tre el Gotlántico ir a Ti­ camente m arino (.arriba) y de la tilita glaciom arina (a b a jo ); la riolita está comprendida en­ tre e l hierro del m artillo superior y la term i­ nación in ferior del m artillo más bajo.

F oto 2) , T h serie dev6nica y de la Faja de r S ó n 6 A bajo: serie arenoso arcillosa a m a r , llenta del Gotlándico fosilífero.

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regularmente espaciados como también las cámaras; los anillos se presentan cada 3 cámaras adapicalmente y cada 4 adoralmente; son derechos y se inclinan adapicalmente del dorso ha­ cia el vientre, donde se empalman dulcemente. Las suturas, de­ rechas y transversales, cortan los anillos a lo largo de dos zo­ nas paralelas al sifón y muy cercanas de éste, form ando pues, los anillos, débiles concavidades hacia la región adoral. E l sifón, muy grande, se presenta circular, marginal, pero no está exactamente en contacto con la pared ventral de la con­ cha, siendo distante de ésta, adapicalmente, algo menos de 1 mm. En la sección transversal se observan, en el sifón, tres círculos cuyo diámetro aumenta de la izquierda hacia la derecha de leí concha (fig . 1 ) ; semejantes círculos cortan también los septos camerales y las mismas cámaras. Estas estructuras anormales se presentan también en el paratipo N." ? 2 de la especie P . bonarelli C e c i o n i n. sp.

F.'g. i

F ig . 2

'Cortos cuellos septales, oue presentan, no todos la term i­ nación adapical bilobada; anillos conectantes espesos, divididos en dos bandas de las cuales la banda interna, central, está fo r ­ mada de material de grano más fin o ; esta última característica no es muy bien observable en el holotipo. Tomando en consi­ deración también los paratipos, se observa en esta especie un espesamiento mayor de los anillos conectantes con referencia al m ayor diámetro de la concha. D IS C U S IO N — En su aspecto general, esta nueva especie, se acerca a los Protocycloceras algo deprimidos, con anillos in­ clinados del dorso hacia el vientre, como P . (irkansasevse u. f . m . et U., de la cual nuestra especie d ifiere por sus suturas derechas. P o r el aspecto de las suturas y de los anillos, P . S tefa n in i se,


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acerca a P. odenvülense u. F. M. et u. y a P. smithvillense u. E. M. et u., de las cuales se destaca por su sección elíptica depri­ mida. Las especies citadas proceden del Canadiano superior de los Estados^ Unidos. En conclusión, aunque afin a otras espe­ cies congenéricas, este Protocycloceras argentino me parece bien distinto de todos aquellos que conozco, así que propongo para él un nuevo nombre: el de mi lamentado maestro Giuseppe Stefanini. O B S E R V A C IO N E S — En la sección longitudinal del sifón (fig . 2; lam. I, fi g 3)' he observado que los susodichos círculos representan secciones transversales de galerías, que penetran adoralmente tanto en el sifón como en las cámaras; éstas están rellenadas por el barro calcáreo igual al barro calcáreo que re­ llenó también al sifón de la parte adoral. Como se ve en la foto de la estructura sifonal, los contornos de estas galerías se pre­ sentan muy netos. Las galerías están muy poco inclinadas y al­ canzan alturas distintas. En el tiempo, estas galería se forma­ ron posteriormente a la estructura sifonal, cuyos anillos conec­ tantes y cuellos septales han desaparecido en la cercanía de las' galerías. No son éstas, al revés, posteriores al diafragma quei cierra adapicalmente la pared interna del sifón. El diafragma se presenta muy poco inclinado hacia el eje del sifón, y dividi­ do en bandas; adapicalmente se amolda sobre la superficie, adoral hemisférica de las galerías y no está corta’do por éstas, respecto a las cuales es posterior. Un examen detenido tambiérl al polarizador ha permitido establecer que unas de las bandas aue forman el diafragma se presentan con la misma estructura de los septos y de los cuellos septales,' y por esto considero que p1 diafragma, en su conjunto es efectivamente de origen orgá­ nico. T I P O : holotipo N.° G 4. H O R IZ O N T E : Caliza gris obscura con Hoekaspis schlag in tw e iti Hakr. et Lean za — Llanvirniano.

L O C A L ID A D : el holotipo fué encontrado en el arroyo Garrapatal, en el flanco oriental de la Serranía de Zapla. Los paratipos, con excepción del N.° Q 6 , proceden del Río Las Capillas, del mismo horizonte, pero en el flanco occidental de la misma Serranía, tectónicamente representada por un anticlinal asimé­ trico. PARA-METATIPO Nf G 6 (fig. 3) n w m r P C I O N — Fragmento muy erodado de ortocono en el cual' los anillos están muy poco conservados; la sección transversal es elíptica. Los septos se presentan regularmente es­


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paciados; las suturas 'derechas y transversales. Sifón circular, marginal casi en contacto con la pared ventral de la concha. Cortos cuellos septales; espesos anillos conectantes, que pare­ cen divididos en dos bandas, pero que se presentan derechos, o casi dere­ chos y con espesamiento paralelo. D IS C U S IO N — Aunque no sean - evidente, en este ejemplar, la inclina­ ción adapical, en la parte ventral, de los anillos, se puede re fe rir a la espe- , cié P . stefanini por el carácter de las suturas, por la form a de la secpión transversal tanto de la concha como del sifón. D ifiere algo en la manera de presentarse los anillos conectantes, pero esto parece debido al mal esta­ do de conservación del ejemplar, cuyo sifón está sin duda rellenado de cal­ cita secundaria. H O R IZ O N T E : Caliza gris obscura con Hoekas'pis schlagintiveiti H a r r . et L e a n z a — Llanvirniano. L O C A L ID A D — A rroyo Garrapa. tal, flanco oriental de la Serranía de t Zapla. ~ ¡ . Fjg- 3 P A R A T I F ’O N.? Le 35 (fig . 4;..lam. I, fig . 4 ) D E S C R IP C IO N - m edidas: largo concha: diámetro dorso ventral adoral diámetro , dorso ventral adapical diámetro lateral adoral diámetro lateral adapical S ifó n : diámetro dorso ventral (porción media) diámetro lateral (porción m edia) relación de acrecentación: 6/100 distancia de los septos adoralmente distancia de los septos adapicalmente

nim. „ ” ,’ „

37,5 12.5 9’s í s ’s 12

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2,5 2

Ortocono cuya pared dorsal está erodada en la porción ada­ pical; sección transversal elíptica; anillos suavemente inclina­ dos adapicalmente en la región v en tra l; suturas derechas y transversales; anillos espaciados cada dos cámaras, siendo una cámara completa comprendida en la concavidad entre dos ani-


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líos contiguos. Sifón marginal casi en contacto con la nared ventral de la cancha; sección transversal circular.

D E S C R IP C IO N - medidas: largo mm. 34 concha: diámetro lateral adoral 10 diámetro lateral adapical 7.5 ’sifón ¡diámetro dorso ventral (porción media) 3.5 diámetro lateral (porción media) 3.5 relación de acrecentación: 6/100 distancia de los septos adoralmente 1.5 distancia de los septos adapicalmente 1,3 O|rtocono anillado, erodado en su parte dorsal; elíptico de primido en sección transversal reconstruida sobre buenas ba­ ses del contorno lateral. Anillos espaciados cada dos cámaras, estando una cámara completa comprendida entre la concavidad, entre dos anillos contiguos, que se inclinan adapicalmente en la región ventral, muy suavemente, mientras que las suturas sq presentan derechas y transversales. Sifón circular en sección transversal y aparentemente en contacto con la pared ventral del fragmocono. Considerando la acción erosiva a la cual fué sometido, y la falta de la concha,' se puede presumir que esta paratipo se presentaba como el holotipo. P A R A T IP O N.o Le 37 (fig . 6 ; lam. I, fig. 5) D E S C R IP C IO N - medidas: largo mm. 36 concha: diámetro dorso ventral adoral „ 10,3 diámetro dorso ventral adapical „ 8,5 diámetro láteral adoral „ 11,6 diámetro lateral adapical „ 9 sifó n : diámetro dorso ventral adoral 4,7


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diámetro dorso ventral adapical „ 4 diámetro lateral adoral „ 4,7 diámetro lateral adapical „ 4 relación de acrecentación: 7/100. distancia de los septos amoralmente „ 2 distancia de los septos adapicalmente „ 1,5 Ortocono soldado a la roca de la m atriz en la porción ven­ tral. Suturas derechas y dirigidas transversalmente, con sinuo­ sidades aparentes debidas a la erosión. Anillos espaciados con un intervalo de dos cámaras completas comprendidas en la con­ cavidad entre dos anillos contiguos. Sección transversal elípti­ ca deprimida. Sifón m arginal distante de la pared ventral de la concha algo más de 1 m m .; en su sección transversal es cir­ cular. Cuellos septales cortos, pero suavemente doblados hacia el interior del sifón. Anillos conectantes espesos, divididos en

F ig. G

F ig

1

dos bandas, de las cuales, la central, interna, está constituida por un material más denso y de grano más uniforme. Segmen­ tos suavemente cóncavos externamente, siendo dorso ventral el plano del corte. P A R A T IP O N.» Le 36 (fig . 7) D E S C R IP C IO N - m edidas: largo mm. 45 concha: diámetro dorso ventral (porciónm edia; „ 7 diámetro lateral (porción m edia) ’, 8,5 S ifón : diámetro dorso ventral (porción media) „ 2,5 diámetro lateral (porción m edia) ,, 2,5 distancia de los septos „ 3 Ortocono incompleto también dorsalmente en su porción adapical. También lateralmente no está muy bien conservado. Sección transversal, en la porción mediana, elíptica deprimida. N o es posible establcer los caracteres de los anillos que se pre­ sentan demasiado gastados. S ifón circular en sección trans­ versal; anillos conectantes poco evidentes debido a la mala con­ servación. Cortos cuellos septales.


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P A R A T IP O G N.» Le 44 (fig . 8 ; lam. I, fig. 6 ) D E S C R IP C IO N - medidas: largo concha: diámetro lateral distancia de los septos Ortocono representado por 3 cámaras. Suturas derechas y transversales. Anillos distanciados cada 2 cámaras. Sifón casi en contacto con la pared ventral de la concha. Cortos cuellos septales con terminación adapical biloba. Anillos conectantes formados de> dos bandas, de las cuales la más interna, cen­ tral, constituida por un material más denso y más uniforme, en el grano. E l ejemplar fué usado completamente al ejecutar el corte del­ gado.

Pro.tocycloceras cfr. stefaninü C e c io n i E J E M P L A R N s Le 39 = Dos fragmentos de ortoconos incompletos, posiblemente con sección transversal elíptica y sifón circu­ lar; muy gastados e inconexos.

Fig. 8

Protocycloceras harringtoni C e c io n i n. sp. (Lam.. II, 1-3;-fig. 9, 10 en el texto) D IA G N O S IS — Ortoceracono con sección transversal elíp­ tica deprimida; anillos, derechos y transversales. Suturas de­ rechas con suaves lóbulos ventrales. Sifón elíptico deprimido, propeventral; cortos cuellos septales v espesos anillos conec­ tantes: segmentos esencialmente tubulares. M E D ID A D E L H O 'L O T IP O : largo mm. 19 „ 5,6 concha: diámetro dorso ventral adoral „ 4,5 ■diámetro dorso ventral adapical R,5? diámetro lateral adoral diámetro lateral adapical „ 6 „ 2,4 sifó n : diámetro dorso ventral adoral diámetro dorso ventral adapical „ 2 „ 2,8 diámetro lateral adoral „ 1,7 diámetro lateral adapical relación de acrecentación 5/100 „ 1,7 distancia de los septos adoralmente „ !>5 distancia de los septos adapicalmente frcuncia cámaras: 5. D E S C R IP C IO N — Ortocono con bajos anillos derechos y


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dirigidos transversalmente. Las suturas se presentan derechas y form an suaves lóbulos ventrales, carácter parcialmente en­ mascarado, dada la conservación del ejemplar. Sección transver­ sal elíptica deprimida. Proposón aparentemente ausente. Sifón elíptico marginal y casi en contacto con la pared ventral de la concha. Cortos cuellos septales suplementarios por espesos ani­ llos conectantes, de los cuales es imposible determinar si se pre­ sentan divididos, o no, en dos bandas. Segmentos esencialmente tubulares. D IS C U S IO N .— Esta especie se destaca de P. stefanlnii poi? una más baja frecuencia de las cámaras, por la sección trans­ versal elíptica del sifón, por tener transversales los anillos y por la presencia de lóbulos ventrales suaves en las suturas; caracteres que justifican la erección de una nueva especie que ha sido dedicada al P ro f. H. J. H arrington. O B S E R V A C IO N E S .— E l ejemplar, como consecuencia de la erosión de la concha, fué rellenado de calcita secundaria que simula depósito epi e hiposeptales, como también algo de se­ mejante a los “ endoconos” . Fué encontrado en la cámara del habitación de un ejem plar de Dideroceras. T IP O — holotipo N.o Le 12 a. H O R IZ O N T E : caliza gris obscura con Hoekaspis schlag in tioe iti I I a r r . et L e a n z a . — Llandeiliano.

Un F ig .

9

F ig .

10

Uxj F ig .

11

L O C A L ID A D — el holotipo, como también el para-metatipo, fueron hallados en el arroyo Las Capillas, flanco occidental de la Serranía de Zapla. o»

P a r a -m e t a t ip o

.

no

L c 34 (fig . 10; lam. I I , fig . 3)

D E S C R IP C IO N — medidas: largó mm. 13 concha: dliámetro dorso ventral adoyal „ 8 diámetro dorso ventral adapical 6,6 diámetro lateral adoral ’, 8,6 diámetro lateral adapical ” 7*8 sifón : diámetro dorso ventral adoral


N A U T 1 L 0 ID E 0 S e o p a l e o z o i o o s

a r g e n t in o s

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diámetro dorso ventral adapical , 28 diámetro lateral adoral _ diámetro lateral adapical ” 33 relación de acrecentación: 4/100 distancia de los septos adapicalmente 1 5 frecuencia cámaras: 6. , Ortocono elíptico deprimido con anillos distanciados de 2 camaras; Las suturas forman redondos lóbulos ventrales- és­ tos están presentes, pero muy débiles, también en la región ?rs, ?, Pero esto puede ser debido a una mayor erosión que se efectuó en esta zona. Sifón con seción elíptica, deprimido, dor­ so ventralmente, aparentemente en contacto con la pared ven­ tral de la concha. • j O B S E R V A C IO N E S — Este notable ejemplar fuá desgra­ ciadamente perdido y se tiene ahora solamente dibujos y foto­ grafías.

Protocycloceras cfr. harringtoni C e c io n i (Lam. II, fig. 4; fig. 11 en el texto) D E S C R IP C IO N — medidas : largo mm. 25 concha: diámetro lateral adoral „ 11 diámetro lateral adapical ” 8,5 ? distancia de los septos adoralmente ’, 1,8 distancia de los septos adapicalmente „ 1,5 frecuencia cámaras: 5 Ortocono muy erodado, falta la región ventral. Por lo que es posible reconstruir, parece tener una sección transversal elíp­ tica deprimida. Los anillos no están muy bien conservados; su frecuencia es de uno cada dos cámaras y parecen ser derechos y dirigidos transversalmente; las suturas, dorsalínente, son de­ rechas y transversales, pero en la porción lateral indican una inclinación adapical en la región ventral, haciendo pensar en lóbulos ventrales. La ausencia del sifón no permite una deter­ minación más exacta. D IS C U S IO N .— Presentando posiblemente una sección elíp­ tica, unidamente a lóbulos ventrales, puede ser que este ejem­ plar represénte la especie P. Harringtoni. T IP O — Ejemplar N.‘-' Le 27. H O R IZ O N T E : Caliza gris obscura con Hoekaspis schlagintw eiti H a r r . et L e a n z a — Llanvirniano. L O C A L ID A D — Río Las Capillas, flanco occidental de la Serranía de Zapla.


88

O.

O E C IO N I

Protocycloceras bonarclli C e c i o n i n. sp. (Lam . II, fig . 5-7; fig . 12-14 en el texto) D IA G N O S IS — Ortoceracono con sección transversal cir­ cular ; anillos. suavemente inclinados adapicalmente en la re­ gión ventral. Las suturas presentan suaves lóbulos dorsales, que cortan los anillos. Sifón circular propeventral; cortos cue­ llos septales suplementados por espesos anillos conectantes, di­ vididos en dos bandas. Segmentos suavemente expandidos en sección longitudinal lateral y suavemente cóncavos externamen­ te en sección logitudinal dorso ventral. M E D ID A S D E L H O L O T IP O : largo m m . 24 concha: diámetro dorso ventral adoral 11 jf ? diámetro dorso ventral adapical 11 diámetro lateral adoral a ? diámetro lateral adapical sifó n : diámetro dorso ventral adoral 4,5 yy ? diámetro dorso ventral adapical diámetro dorso lateral adoral 4,5 yy diámetro dorso lateral adapical 3.5 yy relación de acrecentación: 4/100. distancia de los septos adoraimente 2 yy distancia de los septos adapicalment - yy l,5i frecuencia cámaras: 6.

&

© ¿ ti Fig. 12

Fig. 13

D E S C R IP C IO N — ortocono con sección transversal circu­ lar. A ltu ra de las cámaras regular. En un largo igual al diá­ metro de la concha se presentan dos anillos y medio, siendo seis el número de las cámaras presentes en el mismo largo. Concavidad de los septos igual a la mitad del altura de la cá­ mara. Las suturas presentan suaves lóbulos dorsales, que cor­ tan los anillos, que se presentan suavemente inclinados adapi­ calmente en la región ventral. Proposón aparentemente ausen­ te. Sifón circular casi en contacto con la pared ventral de la1 concha. Cortos cuellos septales suplementados por anillos co­ nectantes, que se presentan muy espesos y claramente dividi­ dos en dos bandas, de las cuales la más interna, central, es la más densa. No se observan terminaciones bilobas de los cue-^


N A U T I L 0 ID E 0 8 E 0 P A L E 0 Z 0 I0 0 S A R G E N T IN O S

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lias septales, aunque el ejemplar está bien conservado. Seg­ mentos suavemente expandidos. D IS C U S IO N — esta especie se destaca de las otras cono­ cidas en modo especial por la presencia de lóbulos dorsales, que la diferencian de las especies afines P . w hitfieldi R u e d e m a n y P. xerxes ( D i l l i n g s ) , del Canadiano superior de Norte América, así que parece justificada la creación de una nueva1 especie; ha sido dedicada al Prof. Guido Bonarelli. T IP O — holoíipo Le 3. H O R IZ O N T E — Caliza gris obscura con Hoekaspis schlagintw eiti H a r r . et L e a n z a - Llanvirniano. L O C A L ID A D — Río 'Las Capillas, flanco occidental de la serranía de Zapla. P a r atipo N. o ? 2 (fig. 13, 14; lam. II, fig. 7)

D E S C R IP C IO N - medidas: largo m'm. 22 concha: diámetro lateral adapical „ 12 sifón: diámetro lateral adapical „ 5,5 diámetro dorso ventral adapical „ 5,5 distancia de los septos „ 2 frecuencia cámaras: 6. Ortocono con sección transver­ sal posiblemente circular; el ejem­ plar está muy gastado. Los anillos están presente en toda la superfi­ cie, pero muy débiles. Sifón circu­ lar casi en contacto con la pared; ventral de la concha. Cortos cuellos septsflss; anillos conectantes muy espesos y que se espesan todavía más adoralmente. Netísima divi­ sión en dos bandas, de las cuales la más interna, central, está cons­ tituida por un material más denso y más fino. Los segmentos se pre­ sentan subtabulares adapicalmente y cóncavos externamente ado­ ralmente, en sección longitudinal dorso ventral. No se observan ter­ minaciones bilobas en los cuellos septales. O B S E R V A C IO N E S — La distin­ Fig. 14 ta form a de los segmentos podría ser debida también a la reabsor­ ción y recristalización mayor en la, porción adapical. En el sifón se observan dos galerías iguales a las observa-


90

G. C EC IC NI

das en el holotipo de P . stafaninii. Como en aquella, también en esta especie, las galerías están incluidas en una calcita, que efectivamente parece toda de origen orgánico. Las galerías en' esta form a no afectan las cámaras ni la pared del sifón. En1 l p conclusiones volveremos otra vez a hablar de estas estruc­ turas que tentativamente considero como debidas a la acción de predatores. Este importante resto fósil fu é encontrado en el laboratorio en un pedazo de caliza gris obscura igual a la del Llanvirniano de Zapla, del cual habían sacado otros fósiles.

Protocycloceras sp. [1 ] (fig . 15, 16 en. el texto) D E S C R IP C IO N — Ortocono en el cual se observan ani­ llos distanciados cada dos cámaras; el ejem plar fiiá usado

F ig .

15

F ig . 16

I t¡ par,a el ■C10rte delgado. Suturas, en la región la­ teral derechas y dirigidas transversalmente. N o se ha podido J f® - la, seccT10n ^ " s v e r s a l de la concha; aquella del S sentnlL ^ ia r' estructura sifonal presenta cortos cuellos ptales, y algunos de estos presentan la terminación bilob-i


N A U T I L O ! DEOS E O PA LEO ZO IO O S A R G E N T IN O S

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D IS C U S IO N — Este ejemplar de Protocycloceras puede) pertenecer ya sea a P . stefaninii o a P . bonarellii, no siendo po­ sible determinar la sección transversal de la concha, ni las ca­ racterísticas de las suturas. T IP O — Ejemplar N.» Le 58. H O R IZ O N T E — Caliza gris obscura con Hoekaspis schlaginw eiti H arr . et L e a n z a — Llanvirniano. L O C A L ID A D — Río Las Capillas, flanco occidental de la Serranía de Zapla.

Protocycloceras sp. [ 2] (F ig. 17 en el texto)

'

D E S C R IP C IO N — Ortocono largo 10 mm., provisto de anillos, parcialmente gastados, cada dos cámaras. El ejemplar fué completamente usado por hacer el corte delgado, quedan­ do siólo el molde externo; presentaba solamente una pequeña porción ventral con el sifón; éste, en sección transversal es circular. No se podía determinar, tampoco con reconstrucción, la sección transversal de la concha, que presentaba en la región' visible suturas derechas y dirigidas transversalmente. La es­ tructura del sifón presenta cortos cuellos septales que se adel­ gazan gradualmente, dando lugar, así, a un anillo conectante' muy delgado, en su porción adoral muy derecho y vertical, pe­ ro adapicalmente asomándose a la concavidad del sifón, abro­ chándose adapicalmente al contiguo cuello septal adapical poir medio de una notable curvatura. No se puede determinar si el anillo conectante alcanza hasta la terminación adapical del cuello septal o poco antes; se tiene la impresión que terminal poco arriba. D IS C U S IO N — El ejemplar pertenece sin duda al géne­ ro Pi'otocycloceras sin poder decir si la especie es la P. stefa­ n in ii o la P. bonarellii. La estructura visible del sifón, algo ra­ ra, puede ser interpretada tentativamente, como una modi­ ficación de la estructura normal debida a fenómenos de disolu­ ción parcial. T IP O — Ejemplar N.fl 'Le 1-2. H O R IZ O N T E — Caliza gris obscura con Hoekaspis schlaginw eiti H arr et L e a n z a — Llanvirniano. L O C A L ID A D — Río Las Capillas, flanco occidental de la Serranía de Zapla. Protocycloceras sp. [3 ] (Lám. II, fig. 8 ; fig. 18 en el texto) D E S C R IP C IO N — Fragmento de ortocono anillado, del cual se presentaba solamente su región lateral derecha, que fué


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G.

C E C IO N I

completamente usada para hacer el corte delgado. Los anillos están inclinados adapicalmente del dorso hacia el vientre. Se, observan 3-4 anillos. L a distancia entre las suturas es de 2,5 mm. y parecen, cortar con un ángulo muy bajo, los anillos más inclinados, que en referencia a las restantes especies de P r o tocycloceras observadas en la región, tienen una frecuencia, más alta, presentándose uno por cada cámara. Se observan, indudablemente lirae, como proposón, regularmente espaciadas. N o se puede reconocer ni la sección transversal del sifón ni aquella de la concha. L a estructura del sifón presenta cortos cuellos septales terminantes adapicalmente en bilobos; anillos conectantes espesos, pero aparentemente no parecen estar di­ vididos en dos bandas. Segmentos suavemente expandidos.

F ig . 17

F ig . 18

D IS C U S IO N — Desafortunadamente este importante fó ­ sil, debido a su desgaste, no permite mayores y más importan­ tes detalles. Las características expuestas, permiten acercad tentativamente este ejem plar a la especie P . xerxes ( B i l l ig s ), que presenta anillos fuertemente inclinados y rastros de lirae en el proposón. T IP O — Ejem plar N.» L e 27 a. H O R IZ O N T E — Caliza gris obscura con Hoekaspis schlagin w eiti H ar r . et L e a n z a — Llanvirniano. L O C A L ID A D — Río Las Capillas, flanco occidental de la¡ Serranía de Zapla.


N A U T IL O ID E O 8 EO PA LE O Z O IC O S A R G E N T IN O S

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Gen. Desioceras C e c io n i n. gen. ,

Genotipo: Desioceras flow éri C e c c io n i n. sp.

D IA G N O S IS — Género monotípico basado sobre un solo ejemplar de ortocono delgado, circular en sección transversal, muy suavemente comprimido lateralmente. Anillos poco so­ bresalientes, regularmente distanciados, inclinados oralmente) del dorso. Proposón constituido por lirae paralelas a los ani­ llos. Suturas con sillas ventrales altas y redondeadas. Sifón marginal, subcircular, cuyo diámetro es igual a 1/3 del diámetro de la concha. Estructura aneucoanítica con ani­ llos conectantes muy espesos, inflados en la cavidad del sifón. D IS C U S IO N — Desioceras se destaca de Catoraphiceras U l r i c h et F o e r s t e 1936. presentando este último género, ló­ bulos ventrales en lugar de las sillas ventrales. Walcottoceras U lr ic h et F oerstb, 1936, pequeño, largo y delgado, se ^presenta derecho o suavemente curvado y com­ primido lateralmente, teniendo una sección transversal elípti­ ca. Sus anillos se presentan bien sobresalientes, derechos y di­ rigidos transversalmente o inclinados hacia la boca del vien­ tre. Sus suturas presentan anchos lóbulos laterales redondea' dos y sillas ventrales y dorsales redondeadas y muy angostas, siendo siempre las ventrales las más prominentes. E l sifón de Walcottoceras es pequeño y con segmentos cilindricos, ventral pero no en contacto con la pared de la concha (59, pág. 88). Des­ pués Flower (16, pág. 159) observó que los anillos conectan­ tes de Walcottoceras se presentan delgados y sin estructura y que por esto se inclina (16, pág. 245) a considerar este género como perteneciente a la línea de los stenosifonados, más bien que a los eurifonados, que presentan anillos conectantes espe­ sos. Sentado esto, el carácter externo que más destaca Desio­ ceras de Walcottoceras es la sección transversal circular, o ca­ si, en el primero, elíptica comprimida en el segundo; además los anillos se presentan inclinados en sentido opuesto en los dos géneros. E l sifón, con segmentos cilindricos en Walcottoceras, es cóncavo externamente en Desioceras, donde se presen­ ta con un diámetro proporcionadamente más grande. Los ca­ racteres que acercan sin duda los dos géneros están en la pre­ sencia, en ambos, de sillas ventrales, de anillos (apenas indi­ cados en Desioceras, bien desarrollados en Walcottoceras), de la falta de estructura en los anillos conectantes, pero que en! el nuevo género se presentan muy espesos. Flow er (14, pág. 15) en 1941, escribía que Walcottoceras

difiere de Ellesm ero ceras solamente por la presencia de anillo?; externos. En el 1943 (15, pág. 103) dice que la naturaleza do Walcottoceras es elipocoanítica más que aneucoanítica, y quei (15, pág. 125) es probable que este género, conjuntamente con Catoraphiceras, ambos no bien conocidos, constituyan un gru­


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O. CEO IO N I

po natural con Protocycloceras. En 1946 (16, pág. 159), al po­ ner este último género en la Fam. Baltoceratidae (ortoceraconos aneucoaniticos con anillos conectantes espesos, y que d ifie ­ ren por caracteres menores de Ellesm eroceras) parece que quie­ ra poner también W alcottoceras en esa fam ilia, aunque des­ pués (16, pág. 245), tomando en consideración la fineza de loa anillos conectantes de W alcottoceras, hace resaltar su pertenen­ cia a la línea de los stenosifonados, mientras que Baltoceras y Protocycloceras sugerirían afinidades eurisifonadas. En 1947 (17, pág. 161), pone Walcottoceras en los ellesmeroceroides. En 1950 (19, pág. 606) el mismo autor pone los géneros W alcot­ toceras y Catoraphiceras en la Fam. Protocycloceratidae, ha­ ciendo así un grupo natural. Desioceras, puesto que presenta anillos, un marcado carácter aneucoanítico, con anillos conec­ tantes espesos, cae entonces en la Fam. Protocycloceratidae. . Walcottoceras es considerado del Ozarkiano superior de Am érica del N orte (50, pág. 88), pero Flow er afirm a que (15, pág. 108) típicos representantes de este género fueron halla­ dos también en el Canadiano. Este nuevo género ha sido dedi­ cado al P rof. A rd ito Desio.

Desioceras -floiveri C e c iq n i n. sp. (!Lám. I I I, fig . 1 , 2; fig . 19 en el texto) D IA G N O S IS — Ortoceracono delgado, circular en sección1 transversal, suavemente comprimido; proposón constituido por lirae finitas. Anillos muy poco sobresalientes, distanciados re ­ gularmente, inclinados oralmente del dorso; suturas que pre­ sentan sillas ventrales redondeadas y altas, con referencias a la parte dorsal, casi de la altura de una cámara. Sifón subcircular, marginal, aneucoanítico, eurisifonado, sin estructura en los anillos conectantes: segmentos cóncavos externamente M E D ID A S D E L H O L O T IP O : Largo mm.’ 61 concha: diámetro dorso ventral adoral „ 12 diámetro dorso ventral adapical „ ? diámetro lateral adoral „ 12 diámetro lateral adapical 12 sifó n : diámetro doirso ventral adoral „ 4 diámetro dorso ventral adapical ,’, ? diámetro lateral adoral 4 diámetro lateral adapical ’’ ? distancia de los septos ” \3 D E S C R IP C IO N — Ortocono incompleto adoralmnte v adápicalmente, circular en sección transversal, muy suavemente comprimido lateralmente; concha delgada y derecha con rela­ ción de acrecentación muy baja. Prdposón constituido por lira e


NAUTILOIDEOS EOPALEOZOICOS ARGENTINOS

95

fin ita s , m ás o m enos en nú m ero de 12 en el espacio com prendísalien tes v ^ n í r f ' L ° S anÍ11° S Se P resentan m uy Poco sobre­ salien tes y se pueden p o n ér en evid en cia con una luz m uy ra-

Presentf n en número de 6 en una altura igual al diála c°ncha; están inclinados oralmente del dorso. Las lo 1+ forman sillas ventrales redondeadas y tan altas como l!na cámara en relación a sus porciones dorsales, i /o j ? circular, con un diámetro igual a I/o del diámetro dé la concha; es marginal, •pero no exactamente en contacto, pero muy cercano, de la pared ventral de la concha. I or cuanto se refiere a los cuellos septales, el sifón es aneucoanítico, presentándose i i aquellos apenas doblados adapicalmente ; el V / carácter eurisifonado está dado por los es—' pesos anillos conectantes, desprovistos do estructura bandeada, pero presentando una, textura gradualmente siempre más densa hacia el interior del sifón. Los segmentos Fig. 19 se presentan cóncavos externamente. T IP O — Holotipo N 9 ? 1. _ L O C A L ID A D — Este notable resto fósil fué encontrado errático en el Río San Lorenzo, que desemboca en el Río San Francisco a la altura de Ledesma (Jujuy). O B S E R V A C IO N E S — Esta especie dedicada al Brof. R. H. Flower de Albany, puede proceder sea de la caliza gris obs­ cura con Hoekdspis schlagintweiti H a r r . et L e a n z a del Llanvirniano de la Serranía del Calilegua, como también, tomando en consideración las condiciones hidrográficas y geológicas del Río San Lorenzo, puede proceder de alguna caliza ordovícicaj de Humauaca, donde los calcáreos gris-obscuros en general sel consideran de edad tremadociana inferior más bien que supe­ rio r; estos calcáreos, son algo más amarillentos y ferruginosos. Si en el futuro este género fuera encontrado en los calcáreos g ri­ ses considerados tremadociano inferior, será necesario hacetí notar que Desioceras está presente en un horizonte más viejo dei aquel en el cual fué reconocido el género cercano Walcottoceras, o que se podría considerar algo más reciente la edad de las ca­ lizas hasta la fecha consideradas del Tremadociano inferior (22). Si por el contrario, fuera encontrado en el calcáreo con Hoekaspis schlagintiveiti H a r r . et L e a n z a del Llanvirniano, Desioceras representaría entonces una de las pocas soprevivencias dé nautiloideos con cuellos septales aneucoaníticos suplementados por anillos conectantes, con estructura homogénea, o compleja, hasta la fecha ozarkianos o canadianos, que, como loa géneros Cyrtocerina F l o w e r o Shideleroceras F l o w e r et F o fr s t e , fueron reconocidos en el -Cincinnatiano de los Estados Uni^

1


96

G. CECIONIi

dos. Quiero por lo tanto hacer mención que el P ro f. Flow er, en una carta personal, me hizo conocer que también él posee un ejemplar, todavía en estudio, que, bajo algunos caracteres, pa­ rece muy semejante de Desioceras, y que procede del W anvaniano. ' 1

Fam. C YC LO iSTO iM IiC ERATÍD AE U .F .M . et. F. i

Gen. Cyclostomiceras H y a t t 1900 Genotipo: Gomphoceras cassinense W

D IA G N O S IS — brevicono derecho,

h it f ie d

circular

o

grosera­

mente elíptico en sección transversal; mientras que la m ayor

parte de la concha se expande oralmente regularmente, la por­ ción adoral adulta es contraída: todavía la apertura es ancha1 normalmente y se presenta circular en su Contorno. Superficiede la concha esencialmente lisa o marcada solamente por del­ gadas estrías de acrecentación. Suturas derechas y dirigidas' transversalmente. Sifón pequeño v localizado muy cerca de la pared ventral de la concha, sin alcanzar a presentarse en con­ tacto. Cuellos septales cortos y derechos o casi. Segmentos sifonales tubulares o suavemente cóncavos externamente. O B S E R V A C IO N E S . A la susodicha diagnosis ofrecida por ITlrich. Foerste y M iller (58. nátr. 55), tenemos que poner« en evidencia que en algunas Cyclostomicp.ras fueron observa­ das sillas ventrales (F low er, comunicación epistolar). Este mismo autor ha reconocido que los cuellos septales cort.ns do este género y los anillos conectantes espesos se presentan de una manera muy igual a los del género Proteroca m erocera■? (16, nág. 160). Todos las Cyclostomiceras hasta la fecha reconocidos pro­ ceden del Canadiano sunerior, y, geográficam ente fueron re­ conocidos solamente en N orte América. D IS C U S IO N — Cyclostomiceras, con su concha derechr» v hrevicónonica, se destaca de Buehleroceras, del Ozarkiano, ■ por presentar una contracción lateral de la porción adoral, co­ mo también una anertura distinta. En Bridgeoceras no se ob­ serva la contracción adoral. aparentemente, pero este género está caracterizado por anillos transversales. P o r lo tanto es1 menester hacer observar que en el último trabajo de F lo w er Buehleroceras v Bridgeoceras están comprendidos (19, pág. 606) en la Fam. Ellesmeroceratidae, considerándose seguramente pertenecientes a la Fam. Cyclostomiceratidae solamente los iréñeros canadianos Cyclostomiceras. Woosteroceras y S ty locvrtoceras. hasta erm om ento. y el nuevo género Paracyclostom iceras cuya diagnosis se establece más adelante.


N A U T IL 0 1 D E 0 8

EO PA LE O Z O IC O S A R G E N T IN O S

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Cyclostomiceras depressius C e c io n i n. sp. (Lam. III, fig. 3; fig. 20, 21 en el te x to ) D IA G N O S IS — brevicono derecho con sección transver­ sal elíptica, deprimido dorso ventralmente; suturas derechas que presentan suaves sillas ventrales. Septos regularmente; cóncavos. Sifón pequeño, elíptico casi en contacto con la pared ventral; cortos cuellos septales no muy inclinados ádapicalmente; anillos conectantes divididos en dos bandas. Segmen­ tos muy cóncavos externamente. M E D ID A S D E L HO LO T1PO — Largo mm. 15 concha: diámetro dorso ventral adoral „ 7 diámetro dorso ventral adapical „ 5 diámetro lateral adoral „ 8,5 diámetro lateral adapical „ '8 i sifón: diámetro dorso ventral adoral „ 1 diámetro lateral adoral „ 1,3 relación de acrecentación: 16/100 distancia de los septos „ 1 D E S C R IP C IO N — brevicono derecho incompleto adoralmente y adapicalmente; sección transversal elíptica, deprimida dorso ventralmente, ángulo de apertra 16* El fragmocono está representado por un largo de 10 mm. Las últimas 7 cámaras fueron usadas para hacer el corte delgado de la estructura del

F ig. 20

sifón; así que quedan en el ejemplar solamente dos cámaras. No se observa ningún indicio de una contración adoral. Pro­ posón aparentemente ausente. Suturas derechas formando dé­ biles sillas ventrales. Septos poco cóncavos, con una concavidad igual a la mitad de la altura de las cámaras. Sifón marginal. muy pequeño, pero no en contacto con la pared ven ti al de ia


9.8

G. CECIONI

concha; su sección transversal es claramente y suavemente elíptica deprim ida; cortos cuellos septales que se presentan muy poco inclinados adapicalmente en la sección longitudinal late­ ral de la estructura sifonal; anillos conectantes divididos en dos bandas, de las cuales la más interna, es decir la central, está form ada por un m aterial mucho menos granuloso de la que form a la banda exterior. Los segmentos áe presentan muy cóncavos externamente. Las estructuras internas se presentan de vez en cuando enmascaradas por la presencia de depósitos opacos de óxido de hierro. D IS C U S IO N — Aunque la form a en estudio se presente muy deprimida y no tiene indicios de una contracción adoral de la cámara de habitación, más aún incompleta, sin embargo la refiero, en consideración a los demás caracteres, al género Cyclostomiceras. La form a difiere de la especie Cyclostom iceras depressum u. F. et M. (58, pág. 57 lam. 33, fig . 1-12; lam. 34, fig . 5, 6), por tener una sección transversal mucho más de-, primida, por la presencia en esta nueva especie de débiles si­ llas ventrales y por un mayor tamaño del sifón, que se encuen­ tra localizado mucho más hacia la pared ventral. Adpmás C. depressum no presenta los segmentos cóncavos como los de este nuevo representante. C. depressum, por lo demás, se acerca mu­ cho a esta especie también por la suave contracción adoral, que en nuestro ejem plar no es perceptible. C. depressum fué reco­ nocido en el Canadiano superior, en la Formación de Smithville cerca de Smithville, Lawrence Country, Arkansas. T IP O — holotipo N.° Q 576. H O R IZ O N T E — Arenigiano. L O C A L ID A D — Quebrada de Coouena, Purmamarca. El ejem plar fué coleccionado de una capa en proximidad de los números 1-3 reportados en la fig . 18 por De Ferra ris ( 9 )

Gen. Paracyclostom iccras C e c i o n i n. gen. Genotipo: Paracyclostom iceras flo tve ri C e c i o n i n. sp. D IA G N O S IS — Ortoceracono subcircular, suavemente comprimido o deprimido en sección transversal; se ensancha regularmente adoralmente, pero oralmente, en la porción me­ diana se contrae. Superficie de la concha lisa; débiles lóbulos ventrales y dorsales; sifón pequeño y en contacto con la pared ventral. ^ Estructura del sifón elipocoanítica, eurisifonada, típica de los elesmeroceroides. Los cuellos septales se presentan cor­ tos, en el complejo casi derechos, muy espesos; los anillos co­ nectantes están constituidos por dos bandas con estructura dis­ tinta : la mas interna, es decir la central, está constituida por un material menos granuloso del m aterial que constituye la


N A U T IL O ID E O S EO PA LE O ZO IO O S A R G E N T IN O S

99

banda externa. Los segmentos del sifón se presentan cóncavos externamente. Alguna vez los cuellos septales pueden terminar adapicalmente con material muy denso, que es visible especial­ mente con luz reflejada. D IS C U S IO N — Paracyclostomiceras se destaca del géne­ ro canadiano Cyclostomiceras H y a t t 1900 no solamente por su ángulo de'apertura mucho más pequeño, que lo separa clara­ mente de cada especie de Cyclostomiceras, que siempre fué con­ siderado breviconico, sino también por los débiles lóbulos ven­ trales y dorsales y por la posición del sifón, netamente margi­ nal y en contacto con la pared ventral de la concha, carácter que nunca se encuentra en el género Cyclostomiceras (58, pág.

55). La estructura interna del sifón no presenta notables di­ ferencias de la estructura sifonal del género cercano. Paracyclostomiceras podría caer en la Fam. Baltoceratidae si su boca no fuera contraída. Por esa razón, he preférido po­ nerlo en la Fam. Cyclostomiceratidae, pero, expresando tam­ bién la opinión del Prof. Flower, quien considera tal vez me­ jo r reunir las dos familias en una sola, porque puede ser que en el futuro se demuestre que el ángulo de apertura de las Cy­ clostomiceratidae vaya disminuyendo paulatinamente como progresivamente va desapareciendo la contracción oral. Bajo este punto de vista, entonces, Paracyclostomiceras puede ser considerado un género creado por razones de simetría, no monotípico, y separado de las especies del género cercano por un conjunto de caracteres mucho más evidentes de aquellos ca­ racteres que diferencian las especies de Cyclostomiceras. O B S E R V A C IO N E S — hasta la fecha este género, repre­ sentado por dos especies, ha sido encontrado exclusivamente en el Llanvirniano del Norte Argentino. Paracyclostomiceras flow cri C e c io n i n. sp. (Lam. III, fig. 4; fig. 22-24 en el texto) D IA G N O S IS — ortoceracono suavemente comprimido late­ ralmente; lóbulos dorsales y ventrales no muy llamativos, es­ pecialmente los primeros. Débil contración adoral. Relación de acrecentación muy baja. Sifón pequeño en contacto con la pared ventral, suavemen­ te comprimido lateralmente. Estructura elipocoanítica del sifón con cortos cuellos septales; anillos conectantes divididos; en dos bandas: la porción interna de los ani­ llos conectantes está constituida por un material denso ' y granulado finamente, mientras que la porción externa es mu­ cho más clara. Segmentos cóncavos ex22 ternamente.


JOO

a.

C E C IO N I

M E D ID A S D E L H O LO T 1P O — largo concha: diámetro dorso ventral diámetro lateral sifón : diámetro dorso ventral diámetro lateral distancia de los septos

adapical adapical adapical adapical

mm. 32 14 13,5 2,5 2,4

2

Fig. 23

D E S C R IP C IO N — ortocono suavemente comprimido late­ ralmente. Relación de acrecentación muy baja. Las suturas form an lóbulos dorsales y ventrales no muy vistosos, especial­ mente aquellos dorsales. L a contracción adoral es débil. E l ejem ­ plar está envuelto en una m atriz calcárea tenaz, que no per­ mite mayores observaciones y medidas. Proposón aparentemen­ te ausente. L a porción que fué sacrificada adapicalmente para ejecutar el corte delgado de la estructura sifonal, mostraba una progresiva y notable disminución de los dos diámetros. L a distancia de los septos es regular, y sus concavidades, en el plano dorso ventral, es más o menos de 1/4 del alto de la cá­ mara. E l sifón, pequeño, está casi en contacto con la pared ventral y se presenta suavemente comprimido lateralmente y tal vez suavemente aplastado en la región ventral. L a estruc­ tura del sifón es elipocoanítica con cortos cuellos septales, par-


101'

N A U T 1 L 0 ID E 0 S EO PA LE O Z O IO O S A R G E N T IN O S

cialmente dirigidos hacia el exterior, pero derechos en su par­ te extrem a; anillos conectantes espesos y en algunos de éstos se opserva una neta división en dos bandas; la banda interna consta de un material denso y granulado finamente, en con­ traste con la banda externa mucho más clara. Los segmentos

Fig. 25

T lg . z «

sifonales se presentan cóncavos externamente en el plano dor­ so ventral del corte delgado de' la estructura sitonal. La espe­ cie ha sido dedicada al Prof. R. H. Flower.

Fig. 27 F ig. 26

- S t o í r f » « t e u r , c o . Hoekaspis scU a-

^ L O C A L ID A D Serranía de Zapla.

R to U » 5

' ”

occidental de la


102

O.

O E C IO N I

Paracyclostom iceras d&prcssum C e c io n i n. r,v. (Lam . I I I, iig . 5, 6 ; fig . 25-28 en el texto) D IA G N O S IS — ortoceracono deprimido dorso ventralmen­ te ; contracción adorai suave; relación de acrecentación muy baja. Débiles lóbulos ventrales y dorsales en las suturas. Sifón circular, m arginal en contacto con la pared ventral de la con­ cha. Estructura sifonal elipocoanítica ; cortos, cuellos septales, anillos conectantes espesos y divididos en dos bandas. Segmen­ tos cóncavos externamente. M E D ID A S D E L H O L O T IP O s largo mm. 33 concha: diámetro dorso ventral (porción m edia) „ 15 diámetro lateral „ „ „ 18 sifón : diámetro dorso ventral „ „ „ 2 diámetro lateral „ „ „ 2 distancia de los septos „ 2,2 D E S C R IP C IO N — ortocono deprimido dorso ventralmen­ te. Proposón aparentemente ausente. L a cámara de habitación

F !g .

28

se’ desarrolla por 13 mm. más o menos y se presenta contraída adoralmente. Relación de acrecentación muy baja. La erosión' puso adapicalmente en mayor evidencia los débiles lóbulos ven­ trales y dorsales, como también las sillas laterales. Sifón muy pequeño, marginal en contacto. La estructura del sifón es eli-


N A U T I L 0 ID E 0 8

EO PA LE O Z O IO O S A R G E N T IN O S

103

pocoanítica con cuellos septales que terminan adapicalmente por medio de un estilo suavemente doblado hacia el interior del sifón. Se observa también que esta determinación puede modi­ ficarse presentándose con un material muy denso y cuadrado, visible especialmente con luz reflejada. Anillos conectantes muy espesos; en algunos de éstos se presenta la subdivisión en dos' bandas, de las cuales la más interna es la más densa. Segmen­ tos cóncavos externamente. D IS C U S IO N — esta especie se destaca de la anterior P. flo iv eri por su sección transversal notablemente deprimida y por tener el isifón más pequeño. T IP O — holotipo N." G 5. H O R IZ O N T E — caliza gris obscura con Hoekaspis schlagintw eit H ar r . et L e a n z a — Llanvirniano. L O C A L ID A D — arroyo Garrapatal, flanco oriental de la - Serrania de Zapla.


TR A B A J O S C IT A D O S E N E L T E X T O (L IS T A “ A ” ) 1)

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A


N A D T IL O ID E O S EO PA LE O Z O IC O S A R G E N T IN O S

13) 14) 15) 16) 17) 18) 19) 20)

21)' 22)

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J 06

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E X P L IC A C IO N DE L A S L A M IN A S L A M IN A F ig.

i

1-6.— Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? G 4 — región la te ra l izquierda, x 2,5 (1 ); región ventral, x 2,5 ( 2) ; sección longitudinal lateral, m ostrando la es­ tructura sifonal y las tres galerías, x 15 (3 ); fig . 1-2 en el texto. P A R A T I P O n? L e 35 — región ven tral, x 2,5 (4 ); fig . 4 en el texto. P A R A T I P O n<? L e 37 — región dorsal, x 2,5 (5 ); fig . 6 a-b en e l ¡texto. , P A R A T I P O n? L e 44 — sección longitudinal lateral, x 24 ( 6) ; fig. 8 en e l texto. H O R IZ O N T E : Iia n v im ia n o . L A M IN A II

F ig.

F ig . F ig .

Fig.

1-3.- ■Protocycloceras h arrin gtoni C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? 12 a — región ventral, x ü,5 (1 ); sección lon gitu ­ din al la te ra l de la estructura sifonal, x 18 (2 ); fig. 9 en el texto. P A R A - M E T A T IP O n? L e 34 — región ve n tra l; x 2,5 (3 ) ; fig . 10 en el texto. -Protocycloceras cfr. harrin gtoni C E C IO N I. 4 E J E M P L A R n? L e 27 — región dorsal, x 2,5; fig . 11 en e l texto. 5-7.- Protocycloceras bonarelli C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? L e 3 — reg ión la tera l derecha x 2,5 (5 ); sección longitudinal la tera l de la estructura sifonal, x 6 ( 6 ) ; fig . 12 en e l texto. P A R A T I P O n? ? 2 — secaión longitu d inal dorso ven tra l de la es­ tructura sifonal y posición de las galerías, x 12 (7 ); fig . 13, 14 en e l texto. 8 — Protocycloceras sp. [3"]. E J E M P L A R n? L e 37 a — región la tera l 'derecha, x 2,5; fig . 18 en e l texito. H O R IZ O N T E : Llanvirniano. L A M IN A III

F ig.

F ig.

F ig.

F ig.

1-2.— Desioceras flo w e ri C E C IO N I n? sp. G E N O T IP O n? ? 1 — reg ión dorsal, x 2,5 (1 ); sección lo n g itu d i­ na l la tera l de la estructura sifonal, algo inclinada desde el plano m ed io d e l sifón hacia la reg ió n dorsal, x 4,5 (2 ); fig . 19 en e l texto. H O R IZ O N T E : desconocido. 3 — C yclostom iceras depressius C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? Q. 576 — reg ió n ven tra l, x 2,5; fig . 20, 21 en e l texto. H O R IZ O N T E : A ren igian o. 4 — Paracyclostom iceras flo w e ri C E C IO N I n. sp. G E N O T IP O n*? L e 49 — región la te ra l derecha, x 2,5; fig . 22-24 en e l texto. 5-6.— Paracyclostom iceras depressum C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n* G 5 — reg ió n la te ra l izqu ierda, m ostrando parta d e la reg ión ventral, x 2,5 (5 ); sección lon gitu d in al la te ra l de la estructura sifonal, x 13; íig . 25-28 e n el texto. H O R IZ O N T E : Llan virn ian o.


F ig.

. 1)

F ig.

2)

Fig-

3)

F ig .

4)

F ig .

5)

F ig.

6)

Fig.

7)

Fig.

8)

F ig.

9)

F ig . .10) F ig. 11) Fig. 12) Fig. 13) F ig. 14)

Fig. 15) F ig. 16)

F ig . 17) F ig. 18) Fig. 19) F ig. 2C<) F ig. 21)

F ig. 22) Fig. 23)

E X P L IC A C IO N E S DE L A S F IG U R A S EN E L TEXTO Página Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n*? G 4 — sección transversal, x 1 (a ), y posición 80 de las galerías, x 2,7 0b) ............. ........ .................................... Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? G 4 — sección longitudinal laterial, x 3. Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp.................................. 80 P A R A -M E T A T IP O n? G 6 — sección longitudinal laterial. x 32 ..... ............................................................................................. 82 Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp.................................. 83 P A R A T IP O n^ De 35 — sección transversal, x 1 ................. 83 Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. P A R A T IP O n? L e 33 — sección transversal, x 1 ...... ............... 83 Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. P A R A T I P O n? L e 37 — sección transversal, x 1 (a ), y de­ talle d e l cuello septal, x 10 (b ) ................................................ 84 Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. 84 P A R A T IP O n*? L e 36 — sección longitudinal lateral, x 5 ...... Protocycloceras stefaninii C E C IO N I n. sp. P A R A T IP O n? 44 — detalle de la estructura sifonal, x 12 ...... 85 Protocycloceras harringtoni C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? 12 a — sección transversal, x 1 ........................... 86 Protocycloceras harringtoni C E C IO N I n. sp. P A R A -M E T A T IP O n? L e 34 — sección transversal, x 1 ......... 86 Protocycloceras cgr. harringtoni C E C IO N I E J E M P L A R n? L e 27 — sección transversal, x 1 ...................... 86 Protocycloceras bonarcllii C E C IO N I n. sp. 88 H O L O T IP O n? L e 3 — sección transversal, x 1 .................... Protocycloceras bonarellii C E C IO N I n. sp. P A R A T IP O n? 2 — sección transversal, x 1 .......................... 88 Protocycloceras bonarellii C E C IO N I n. sp. P A R A T IP O n*? ? 2 — sección longitudinal dorso-ventral de la estructura sifonal y posición de las galerías, x 4 ............... 89 Protocycloceras sp. fl" ] EJEM1PLAR n? L e 58 — región lateral derecha del sifón, x 4 90 Protocycloceras ,sp. f 1~| E J E M P L A R n? L e 59 — sección longitudinal de la estruc­ tura sifonal, x 6 ......................................... .......................... . ....... Protccycloceras sp. f2 ] EJE M iPLAR n? L e 1-2 — estructura sifonal, x 15 .................... 92 Protocycloceras sp. f 3"] E J E M P L A R n? L e 37 a — estructura sifonal, x 11 .................. 92 Desioceras flo w e ri C E C IO N I n. sp. G E N O T IP O n? ? 1 — sección transversal, x 1 ........................... Cyclostom iccras depressius C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? Q. 576 — seoción transversal, x 2,5 ............... Cyclostom iceras depressius C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? Q 576 — seoción longitudinal lateral de ]a estructura sifonal.............................................................................. Paracyclostom iceras flo w e ri C E C IO N I n. sp. G E N O T IP O n? L e 49 — sección transversal, x 2,5 ................. Paracyclostom iceras flo w e ri C E C IO N I n. sp.

95 97

9| 99


110

F ig. 24) Fig. 25) F ig . 26)

F ig. 27)

F ig. 28)

G.

O E O IO N I

G E N O T IP O n1 ? L e 49 — sección longitudinal dorso ve n tra l de la estructura sifonal, x 8 ...................... < ................................. Paracyclostom iceras flo w e ri C E C IO N I n. sp. G en otip o n? L e 49 — detalle de la estructura sifonal, x 16 ..... Paracyclostom iceras depressum C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n<? G 5 — sección transversal, x 1 ........................... Paracyclostom iceras depressum C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? G 5 — sección longitudinal la tera l de la es­ tructura d el sifón, x 3,2 ................................................................... Paracyclostom iceras depressum C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? G 5 — deta lle d el cuello septal y de los anillos conectantes, en corte delgado ........................................................ Paracyclostom iceras depressum C E C IO N I n. sp. H O L O T IP O n? G 5 — detalle de otros cuellos septal ......

100 101 101

101

101 102


l a m in a

I



LAMINA II



LAMINA III



NOTAS SOBRE AVES DE MAGALLANES Y TIERRA DEL FUEGO.

Por

Dr. Rodulfo A. Philippi B.,

A. W. Jlionson,

J. D. Goodall, y Dr. F. Belin.

B O L E T IN D E L MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL TOM O X X V I

N.o 3

SANTIAGO DE CHILE.

19 5 4



Notas sobre aves de Magallanes y Tierra del Fuego por Dr. Rodulfo A. Philippi B., A. W. Johnson, J. D. Goodall y y Dr. F. Behn.

Introducción

En el afán de completar nuestros conocimientos de la avifauna de Chile, hemos efectuado dos expediciones a la zona más austral del país. En la primera efectuada en Diciembre de 1945 y Enerol de 1946 recorrimos parte de la zona continental de Magalla­ nes y el N. de la Isla Grande de Tierra del Fuego. En la segun­ da expedición efectuada en Noviembre y Diciembre de 1952 es­ tudiamos principalmente la Isla Grande de Tierra del Fuego y la Isla Dawson. Los resultados de la primera expedición fueron dados a conocer en parte en nuestra obra “ Las Aves de Chile” . Vols. I y II. (*)• En este trabaio se agregan las observaciones hechas por uno de nosotros (Dr. F. Behn) en la misma zona y también en los canales fueguinos al tomar parte en las exnediciones antar­ ticas de los veranos de 1950 y 1952. Y por último se incluyen observaciones hechas en el mar durante los viajes a la región austral de Chile. Una recopilación de las observaciones personales hechas en estas expediciones constituye el objeto de esta publicación. No nos extenderemos sobre la fisiografía de la región ni sobre la historia de los estudios ornitológicos allí efectuados, pues ellos son suficientemente conocidos. (* )

«Las Aves de Chile, su conocimiento y sus costumbres» por J. D. Goodall, A . W. Johnson y Dr. R. A. Philippi B.— Vol. I. 1946, Vol. II. 1951. Edit. Platt. Buenos Aires.


R A . P H L L IP P I,

A . W . JO H N SO N , J. D- O O O P A L L Y K. B E H N .

Localidades visitadas

3-XI-1952.— Navegando a la cuadra de la costa E. de Isla Mo­ cha, costa de Cautín y Valdivia. 4-XI-1952.— Costa de iLlanquihue, Canal de Chacao, Golfos de Ancud y de Reloncaví. 7 y 8 -X I; 17-18-XII.— Canales de Chiloé y Aysen. 9-11-XI; 19-22-XII.— Canales magallánicos. 13-XI-1952.— Viaje a Puerto del Hambre (Fuerte Bulnes). 30-XII-1945 a 1-1-1946; 30-XII-1949 a 9-1-1950.— Punta Arenas y alrededores. 23-25-XII-1945.— Río Rubens. 25-26-XII-1945.— Puerto Natales, Isla Los Cisnes-Seno Ultima Esperanza y Puerto Bories. 27 a 29-XII-1945.— Viaje a Lago Toro, La Península, Estancia Río Payne, río Grey y río Serrano. 8 a 15-XI-1952.— Estancia Gente Grande (Sarita y La Punta). 2 a 4-1-1946.— Bahía Felipe y desembocadura del río del Oro. 5 y 6-1-1946.— Estancia Nueva (Ekewern) hasta el río Sida. 5 y 6-XII-1952.— Manantiales (Springhill), Tierra del Fuego. 7 y 8-I-12-13-I-; 27 a 29-XI.— Puerto Porvenir (Boquerón, Es­ tero Santa María, Punta Chilota, Cabo Monmoufch, cor­ dón Baquedano, Draga del río del Oro). 28 y 29-XI-1952.— Excursión al Lago Turbio (Gente Grande). 9 a 11-1-1946.— Estancia Camerón (T. del F .). 20 a 25-XI-1952.— Estancia iCameron, excursiones a Puestos del Medio, Río Grande, río Rusphen y río Zapata 16 a 20-XI-1952.— Estancia Caleta Josefina (T. del F .). Alre­ dedores: Puesto Calafate, Puerto Nuevo, Bahía Inútil, Sección China Creek, Cerro Mac Phearson y río Marazzi. 25£XI-1952.— Viaje en cutter de Pto. Porvenir a Pto. Harris (Isla Dawson), pasando por el canal Whiteside. 30-XI a 2-XII-1952.— En Pto. Harris. Excursión a Bahía Fox (1. Dawson). 3-XII-1952.— En cutter de Pto. Harris a Punta Arenas. 4-XII-1952.— A caballo de Pto. Harris a Pto. Valentín (Isla Dawson). 10 y 11-1-1950.— Canales Cockburn, Brecknock, Ballenero B ei gle y Bahía Cook. 12 y 13-11-1950.— Canal Murray, desembarco en Wulaia (I Navarino). 25 y 26-111-1952.— Bahía Yendegaia (canal de Beagle) y Puer­ to Engaño (Isla Londonderry).


Agradecimientos

Cumplimos con el grato deber de expresar nuestros agra­ decimientos a las siguientes instituciones y personas que nos prestaron inapreciable ayuda y estímulo en nuestros viajes y estudios. El Museo Nacional de Historia Natural, y en especial su distinguido Director el Prof. Sr. Humberto Fuenzalida Villegas. El Departamento de Ganadería y Sanidad Animal dirigi­ do por el Dr. Mario Cornejo Merino, el Veterinario Provincial de Magallanes Dr. Elias Sabat, los veterinarios departamenta­ les de Ultima Esperanza Dr. Espinosa y de Tierra del Duego Drs. Cazeaux y Kovacic. La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego: Gerente General Sr. Ohirgwin, Administrador General en Magallanes Sr. Piggott, esposos Mee Leod en la estancia Cameron y muy en especial a los esposos Huntley en Caleta Josefina. La Sociedad Ganadera Gente Grande: el Sr. Gonzalo Ba­ rros Ortúzar, director de la Compañía, el Admnistrador Ge­ neral en Punta Arenas Sr. Petterson, en Puerto Harris (I. Dawson) los esposos Morrison, en Valentín (I. Dawson) los esposos Fuentes y por último y muy en especial los esposos Mac Lennan en estancia Gente Grande. La Sociedad Ganadera Río Payne. Don Jerónimo Pavicic en Punta Arenas. La Fuerza Aérea de Chile, en especial el Capitán don Walter Heitmann, que no escatimó esfuerzos para cooperar y ayu­ dar. La Marina de Chile que en todo momento nos ayudó en ias dos expediciones a la Antartica.


H. A . P ii I L I I M 1! .

A. W . JOH NSO N,

J. Di G O OD ALL Y

F . J iE J IN .

LISTA ANOTADA D E LAS AV K S OBSERVADAS . ORDEN SPHENISCIFORMES F A M ILIA SPHENISCIDAE

Pingüinos

1.— SpheniscuH magellaníeus Forster

Pingüino dtñ Sur

Es ave común y'característica de toda la región desde Isla Mocha a los mares de Cabo de Hornos y también en las Islas Malvinas. Se la encuentra prácticamente en todos los canales. En nuestro viaje vimos grandes grupos pescando a la cuadra de la Isla Mocha y después en el Canal de Ohacao. También lo vimos en el Estrecho de Magallanes frente al Cabo Tamar en­ tre la Isla Dawson y Puerto del Hambre. En este último sitia había unos 10 ejemplares parados en rocas muy cercanas a la playa. También lo observamos en el mismo puerto de Punta Arenas. Es residente y anida en enormes colonias en la región. A este respecto numerosos autores, ya desde tiempos muy antigud señalan una gran colonia en la Isla M agdalen a, situada cer­ ca de la Segunda Angostura del Estrecho .a 40 kms. al Norte de Punta Arenas. La colonia según Olrog (1. c.) alcanzaba a unos 50.000 ejemplares en Diciembre de 1940. Este pingüino es común hasta el Golfo de Arauco, dondo empieza su desplazamiento por una especie muy parecida Spli.etiíh c u h humboldti Meyen. El límite norte del Pingüino del Sur está en Zapallar (Prov. Aconcagua). En Noviembre de 1950 tuvimos otra vez la ocasión de visitar la Isla de Cachagua en esa provincia y pudimos observar 6 ejemplares de Spheníscus matjellanicuH que anidaban en un extremo, completamente se­ parados de las grandes colonias de SphcniscuH humboldti que allí existen. (Ver “ Las Aves de Chile", Vol. II, p. 395 y 396). ORDEN RHEIFORMES FAM ILIA RHEIDAE

Avestruces sudamericana»

2.— Pterocnemia patínala pennala D’Orbígny

Avestruz de Magallanes, Petizo (Argentina)

En nuestros primer viaje, en Diciembre de 1945, vimos tres ejemplares adultos, acompañados de numerosa prole de mediano tamaño, llamadas allá "charitas” en la península del


N O T A S S O B R E A V E S D E M A G A L L A N E S Y T I E R R A D E L FU EG O

3

Lago Toro, Ultima Esperanza, y días más tarde otro grupo de 14 aves, incluyendo algunas jóvenes, en las cercanías de La­ guna Blanca. En Tierra del Fuego la vimos cerca de Manantiales en Enero de 1950. Nos dijeron que algunas parejas habían sido introducidas a la isla hace algunos años y que se mantenían a la fecha en la parte Norte, principalmente en la zona de Springhill al oriente, unos 50 ejemplares en estado silvestre^ Nos trajeron 4 huevos frescos que habían sido sacados de un nido encontrado en el mes de Diciembre, en Punta Espora, frente a la primera angostura de los Estrechos. ORDEN TINAMIFQRMES FAMILIA TINAMIDAE

Tinamu o Perdices Sudamericanas

3.— Tinamotis ingoufi Oustalet

Perdiz.

La buscamos sin éxito en el territorio continental. En Tierra del Fuego no se conoce. Dos estancieros que habían vivido muchos años en Maga­ llanes continental nos aseguraron que conocían bien al ave y sus huevos y que éstos últimos eran muy brillosos y de color verde. De ser así se confirmaría nuestra presunción ( “ Ave de Ghile” , Vol. II, p. 385) que los huevos de este Tinamu (Per­ diz) por pertenecer al género Tinamotis deberían ser verdo­ sos y no de color aceituno claro como nos habían asegurado nuestros amigos de Argentina. ORDEN COLYMB1FORMES FAMILIA COLYMBIDAE 4.— Aechmophorus major Boddaert

Hualas, Pollolos, etc.

Huala

No es de ninguna manera abundante en la región. En el primer viaje vimos algunas parejas con “ hualitas” cerca de Río Rubens, y otras muy mansas en el Lago Toro, cer­ c a del río P a i n e ; en Tierra del Fuego no la vimos. En el segundo viaje la vimos sólo en la Isla Dawson donde, al parecer, es relativamente abundante. En una laguna cerca ' de Estancia Valentín encontramos un nido con 5 huevos frescos. 5 ,__

Colymbus occipitalis occipitalis Garnot

Blanquillo común

Vimos una pareja en una lagunilla cerca del río Rubens, otras en la región de Paine y en el secundo viaje solo en una laguna al interior de la Estancia Gente Grande, sección Sarita .


R . A . P H IL IP P I,

6 .__

A . W . JO H N SO N , J . D . G O O D A L L Y F . B E H N .

Colymbus rolland chüensis Lesson

Pimpollo

Vimos a una pareja en el Lago Toro, región del Paine, y en el segundo viaje varias en una laguna al interior de Estan­ cia Gente Grande, sección “ Sarita” , y en Bahía Fox, Isla Dawson. No vimos nidos. ORDEN PROCELLARIIFORMÉS FAMILIA DIOMEDEIDAE 7 .—

Diomedea exulans exulans Linnaeus

Albatroses

Albatros errante

¡Tuvimos la suerte de observar este Albatros frente a la Península de Tres Montes y al cruzar el Golfo de Penas; los ejemplares que seguían al barco en número de tres los atribui­ mos a esta especie, pues el ala no era completamente negra por encima como lo es en el Albatros real, Diomedes epohophora. I 8 .— Diomedea epomophora Lesson Albatros real Podemos afirmar que es relativamente común en aguas chilenas. Primeramente, mientras navegábamos a la cuadra de la costa este de Isla Mocha, vimos tres ejemplares pescando junto a enormes bandadas de Fardela blanca, P u f fimos creatopus. Después y desde muy cerca un ejemplar en el Canal de Chacao y por último con mayor frecuencia uno que otro ejem­ plar en aguas del Estrecho de Magallanes. No lo vimos nunca en los canales interiores. 9.— Diomedea melanophris Temminck

Albatros chico

Este Albatros es típico de los mares frente a nuestras cos­ tas y más aún de los mares australes. A diario seguía al barco, y lo encontramos prácticamente durante toda nuestra navega­ ción. Solitario o a lo más en grupos de a tres a la vez, se le po­ día ver nadando o haciendo sus bellos pasos en planeo. Tam­ bién se dejaba ver en los canales magallánicos interiores. Se tienen referencias que anida en.colonias en las islas de Wollas­ ton, Hermite, Diego Ramírez e Ildefonso, pero sin duda debe anidar también en muchas otras partes hasta ahora ignoradas de esas lejanas y desoladas regiones. El 13 de Febrero de 1950 uno de nosotros vió algunos ejem­ plares en el Canal Murray y al día siguiente en el Canal cíe tíeagle un grupo de hasta una veintena.


N O T A S S O B R E A V E S B E M A G A L L A N E S Y T I E B R A D E L FU EG O

FAMILIA PUFFINIDAE

10.— Macronectes giganteus Gmelin

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Petreles y Fardelas

Petrel gigante

Este enorme Petrel, más grande que muchos Albatroses y de costumbres repulsivas es característico de nuestros mares australes y se encuentra no sólo en alta mar sino también en los canales. Aunque generalmente solitario, en ocasiones anda­ ba en grupos. Al atravesar el Estrecho, a la altura del Paso Inglés (English Reach) con buen tiempo, revolteaban alrede­ dor del barco 8 ejemplares; su vuelo es típico de los Petréles pues al cabo de una serie de rápidos aleteos sigue un planeo y siempre subiendo y bajando sobre la superficie del mar o gi­ rando en posiciones casi perpendiculares. Aunque similar en tamaño y colores al Albatros oscuro, es imposible confundir a las dos aves, pues este último tiene alas mucho más largas y su vuelo es casi exclusivamente de planeo. Anida en las Islas Malvinas y Shetlands del Sur. En estas últimas logramos encontrar tres pequeñas colonias, una en la Punta Camello de la isla Greenwich y las otras dos en la costa occidental de la Isla Roberts. Su nido no es más que un montoncito de piedras chicas con una pequeña depresión central, en la cual pone un huevo blanco muy semejante al de un ganso do­ méstico. En cada colonia había como una veintena de nidos colocados a una distancia de por lo menos unos dos metros uno de otro y siempre en una parte algo solevantada del terreno y cerca de un precipicio, es decir en condiciones adecuadas para favorecer el despegue de este enorme petrel sin ayuda del vien­ to. A mediados de Enero de 1&50 había muchos huevos y sólo uno que otro polluelo de pocos días de edad y a mediados de Marzo de 1952 a la mayoría de los polluelos ya les brotaban, las primeras plumas de las alas. Tanto los adultos como loa polluelos eran muy mansos, su única actitud de defensa consis­ tía en escupos de contenido gástrico oleaginoso, fétido, que lar­ gaban hasta más o menos un metro de distancia. 1 1 ,—

Puffinus griseus Gmelin

Fardela negra común

Visto en gran abundancia en los mares entre Isla Mocha y el Canal de Chacao. Un poco al Norte de Corral vimos una can­ tidad enorme, que sin exagerar, serían alrededor de 2 0 .00 0 ejem­ plares que revoloteaban siguiendo el cardumen de peces y lan­ zándose en picada desde poca altura salpicando el agua por todos lados y dando lugar a un espectáculo imponente. Al mismo tiempo la inmensa bandada se iba desplazando poco a poco a la siga del cardumen.


8

R. A . P H IL IP P I,

A . W . JO H N SO N , J. D . Q O O D A L X Y F . B E H N .

Después la volvimos a ver, aunque en menor numero, en el Golfo de Ancud, Golfo de Corcovado y en el Golfo de Penas. Más al Sur no la vimos ni siquiera en el Estrecho de Magallanes. 12 .

Puffinus creatopus Cones

Fardela blanca común

Fué vista en gran cantidad a la cuadra de la Isla Mocha en la mañana del 3 de Noviembre, lo que.no debe extrañar ya que esa isla es uno de los sitios donde anida. La bandada pescaba junto a grandes grupos del Cormorán imperial, Phalacrocorax, atriceps, del Cormorán guanay, Phalacrocorax bougainvillii, y del Pingüino del Sur, Spheniscus magellanicus — todas aves que anidan en la Isla Mocha. 13.— Pterodrnma sp. (¿Cooki?)

Fardela de Cook (? )

Frente a la costa de Corral vimos varios Petréles de este género. Era fácil distinguirlos por ser de pequeño tamaño, gri­ ses T)or encima y blancos por debajo. Además su vuelo consistía en un aleteo rápido, parecido al de las Palomas y sólo rara? veces planeaban. No podemos pronunciarnos sobre si pertene­ cían a la especie Pterodroma cooki o leucoptera, más probable que a la primera, pues P. cooki orientalis ha sido capturado en Corral mientras P. cooki defilippiana anida en las islas de Juan Fernández. FAMILIA HYDROBATIDAE

Golondrinas de mar o Petreles de Tempestad

14.— Oceanites oceanicus magellanicits Murphy

Golondrina! de mar común

Esta ave es también característica de los mares del Sur. La observamos común en el Golfo de Penas donde en la primera semana de Noviembre cayó un ejemplar a bordo que fué colectado. Se trataba de una hembra adulta con ovarios pe­ queños. Después lo volvimos a observar en pequeños grupos de 3 a 5 siguiendo al barco en el Estrecho de Magallanes en toda la zona comprendida entre el Cabo Tamar y el Cabo Froward. Sus nidos fueron descubiertos por Beck v por Reynolds en islas de los Archipiélagos de Wollaston y de Hermite, pero es ca­ si seguro que anida por toda la región propiamente fueguina.


N O T A S SO B R E A V E S DE M A G A L L A N E S Y T IE R R A D E L FUEGO

FAMILIA PELECANOIDIDAE

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Patos Yuncos o Petréles Zambullidores

15.— Pelecavoides magellani Mathews Pato Yunco de Magallanes Es ave característica de los canales más no la vimos en ninguna parte abundante. Sólo en el Canal de Chacao volaban continuamente grupitos de 3 a 5 que después de un corto vuelo se lanzaban como una piedra al agua para zambullirse. Después los volvimos a ver en el Canal Moraleda y en el Canal Messier, pero sólo ejemplares aislados. En el Estrecho volvimos a verlos en número algo ma­ yor, pero no pudimos cazar ejemplares por lo agitado del mar. Sin duda anida en todas esas regiones, pero hasta ahora sólo Reynolds ha encontrado sus nidos en los Archipiélagos cer­ canos a Navarino y más al Sur en islas cercanas al Cabo de Hornos. Consideramos de la mayor importancia capturar ejemplares en todas esas regiones para poder determinar la distribución de este Pato yunco y de la otra especie más chica e indistinguible en el agua, Pelecanoides urinatrix coppingeri, que ha sido en­ contrada hasta ahora sólo en el Cañar Trinidad, frente a la Pe­ nínsula de Tres Montes, en el Canal Messier y también en los canales de Tierra del Fuego, (en el. Museo Nacional de Historia Natural de Santiago, tenemos un ejemplar de esta procedencia). ORDEN CHAKADRIIFORMES FAMILIA HAEMATOPODIDAE

16.— Haematopus leucopodus Garnot

Pilpilenes u Ostreros

Pilpilén austral

El “ Fil Fil” es una de las aves más abundantes de la región austral, encontrándose por todas partes, tanto por las playas de las costas, como en los campos y potreros del interior donde com­ parte el “ habitat” con el Queltegüe austral, al que se parece por su elegante traje blanco y negro reluciente, por su costumbre de estar siempre en guardia y por ser el primero en lanzar el grito de alarma a la menor señal de peligro. Por lo menos en verano debe dormir muy poco, pues al pri­ mer alboreo, más temprano aún que el Queltegüe, ya se oyen sus agudos pitazos, los que continúan a intervalos durante todo el día y aún hasta avanzadas horas de la noche. A mediados de Noviembre, la mayor parte de los Fil-Files habían terminado su postura y crianza del año, no obstante lo­ gramos encontrar tres nidadas tardías, una con dos huevos algo


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R .A .

PHILIPPI,

A.

W. JO H N SO N ,

J. D. QOODALL

T

F. B E H 5 .

incubados, otra también con dos y con el ave tendida recién muerta al lado y sin lesión que explicara la causa y una tercera de dos huevos frescos, completamente frios y manifiestamente abandonados. Los tres casos sirvieron par acomprobar lo que hicimos pre­ sente en nuestra obra “ Las Aves de Chile” en sentido que los huevos tienen el color de fondo mucho más oscuro que el de los huevos de las demás especies de esta fam ilia; lo que probable­ mente tiene relación con el ambiente más húmedo en que vive y su costumbre de anidar principalmente en los campos pastados en lugar de las playas o terrenos arenosos donde un huevo de fondo oscuro sería demasiado visible. Al terminar el verano el Fil-Fil abandona la isla de Tierra del Fuego para volver en la segunda quincena de Agosto. 17.— Haematopus ater Viellot et Oudart

Pilpilén negro

Aunque este Pilpilén llega hasta el Cabo de Hornos, debe ser bien escaso en la región magallánica, pues en nuestros dos viajes apenas vimos dos ejemplares, uno en Cabeza de Mar y otro en Punta Cameron, Tierra del Fuego. FAMILIA CHARADRIIDAE

Chorlos, Queltegües etc,

18.— Belonopterus chilensis fretensis Brodkorb

Queltegüe austral.

Vimos a esta sub-especie de Queltegüe a nuestro paso por Aysén y después en todas partes de las Islas de Tierra del Fue­ go y Dawson, donde es conocido por el nombre argentino de . “ Tero” o “ Tero-Tero” . En el terreno es indistinguible de la raza típica y su separación en sub-especie se debe a que ejemplares medidos acusan uniformemente menor tamaño, como se ve cla­ ramente de la siguiente tabla comparativa: M E D ID A S

Col. R. A. Ph. B. N? 1860 m. ad. Cameron, 27-Nov. 52. Col. Behn, T. F. 43/52 m. ad. Cameron, 23-Nov. 52. Col. R. A. Ph. B. N? 1861 h. ad. Gente Grande, 23-Nov. 52. Col. Behn, T. F. 48/52. h. ad. Porvenir, 26-Nov. 52. Medidas de Brodkorb. mm. ads. hh. ads. Medidas de B. CH. CHELENSIS. mm. ads.

P ico

A la

C ola

29

238

103

67

29

235

108

33

30

242

119

62

29

230

1C6

63

29-31

239-252

T .irso

109-122,5

63-1)5,5

28-29,3 231-250

105-117

57-63

26,5-31,5 254-263

114-130

68-73

112-127,5

64,5-77

(Seg. Brodkorb). hh. ads.

26-32,5 245-261


N O T A S SO B R E A V E S DE M A G A L L A N E S Y T IE R R A D E L FUEGO

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Desgraciadamente en nuestra obra “ Las Aves de Chile” , Vol. II, Pág. 205, en el cuadro de medidas de B. ch. fretensis, se filtró un lamentable error. Donde dice medidas del pico debe decir “ tarso” . En el primer viaje vimos ejemplares en los sitios apropia­ dos para la especie en Morro Chico (Magallanes), en Río Rubens, lagunitas cercanas a Püerto Natales en el camino a Cerro Castillo y en la estancia Río Paine. Podemos afirmar que en aquella ocasión era relativamente escaso. En cambio en el se­ gundo, lo vimos en mayor abundancia en Tierra del Fuego, se puede decir que no faltaba en los potreros o pampas húmedas que constituyen su ambiente. Sin embargo es mucho menos co­ mún que en la zona comprendida entre Coquimbo y Puerto Montt. A la fecha de nuestros viajes no se encontraron nidos, lo que indica que debe seguir la misma costumbre de su congénere del Norte de anidar muy temprano. Según el Sr. Spooner, el Tero-Tero se aleja de Tierra del Fuego a fines de Marzo, llegando de regreso entre el 24 de Agos­ to y el 2 de Septiembre. 19.— Oreopholus ruficollis Wagler.

Chorlo del Campo

En el segundo viaje esperábamos encontrar a este Chorlo anidando en abundancia, pero sólo vimos unos pocos ejemplares. En los helados y solitarios páramos alrededor de Cerro Macphearson, al interior de China Creek, estancia Caleta Josefina, lo buscamos infructuosamente con fecha 18 de Noviembre sin ver un solo ejemplar, pero al llegar de regreso a la camioneta, el señor Me Kinnan que había quedado sentado adentro, nos mostró «n nido con 4 huevos encima de una de las innumerables cham­ pas de coirón a sólo 4 metros del vehículo. Nos metimos todos en la cabina de la camioneta y al cabo de unos 10 minutos apareció el cuello y cabeza de un Chorlo de Campo entremedio de las champas a unos 20 metros de dis­ tancia. Entremezclando pequeñas corridas zigzagueantes con la cabeza agachada con paradinas cuando estiraba el cuello al máximum para mirar a su alrededor, el ave se vino acercando hasta aparecer de repente al lado del nido; subió de inmediato a la champa y se echó sobre los huevos, brindándonos una exce­ lente oportunidad para verlo de cerca. Los huevos, que resultaron estar sumamente empollados, eran en todo sentido de tipo Chorlo, de color pardo con puntitas negras, muy parecidos a huevos del Quelte;gue de ,1a Puna (Ptyloscelys. resplendens) o más aún a los del Batitú (Bartrarfiia longicauda) de Estados Unidos.


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R .A . PH1LTPPI, A . W . JO H X S O N , J. D . O O O D A L L Y V. B E H N .

Varios de los residentes de la isla incluso el señor Spooner, nos dijeron que años atrás estos Chorlos se veían por to­ das partes, pero que desde hace algún tiempo se ha dejado notar una gran disminución en su número, lo que probable­ mente tiene relación con la intensa cacería de que es objeto en las pampas argentinas y también en Chile, durante su mi­ gración invernal al Norte. La estadística del señor Spooner indica que este Chorlo llega de regreso a la isla entre el 21 y el 28 de agosto. 20.— Charadríus falklandicus Latham

Chorlo de doble collar

No cabe la menor duda que hoy ñor hoy es éste el Chorlo más abundante en la región magallánica. especialmente en la parte norte de la Isla de Tierra del Fuego. Frecuenta do preferencia terrenos planos y arenosos en las cercanías de las innumerables lagunillas y charcos, donde es indudable que se reproduce en gran número. Sin embargo, encontrar los nidos es tarea difícil y de mu­ cha paciencia, pues las aves corren velozmente por la arena y se valen de muchas estratagemas para despistar al foráneo, a veces caminando al acecho como una lauchita y en otras fingiendo estar heridas. El único nido que logramos ubicar — después de habernos escondido a considerable distancia y esperado que el ave, (que en un principio nos había despistado con todo éxito) volviera al sitio— tenía el 13 de Noviembre 3 huevos a medio incubiv en todo similares a otras nidadas encontradas en la costa de Santiago. El Sr. Spooner. da como fechas de regreso de la migra­ ción invernal de este Chorlo, del 9 de Agosto al 9 de Septiem­ bre, o sea, más tarde que Oreopholus ruficollis. 21.— Pluvianeüus socialis Hombron et Jaquinot

Chorlo de Magallanes Desde la época de nuestro primer viaje a Tierra del Fue­ go en Enero de 1946, cuando tuvimos a este precioso, muy localizado y poco conocido Chorlo delante de ¿nuestros ojos por primera vez, tomamos la resolución <le volver algún día al comienzo de la estación de verano y avocarnos de lleno a la búsqueda de sus nidos y al estudio de sus costumbres hasta entonces ignoradas por la ciencia. Con este fin y premunidos de la indispensable ayuda del señor MacLennan, dos de nosotros nos instalamos con fecha 8 de noviembre de 1952 en la Estancia Gente Grande, situada


N O T A S S O B R E A V E S DE M A G A L L A N E S Y T IE R R A D E L FUEGO

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en el extremo noroeste de la isla de Tierra del Fuego, y em­ pezamos a recorrer sistemáticamente las orillas de los nu­ merosísimos lagos, lagunillas y charcos de la región. El primer día localizamos a un solo ejemplar al borde de uno de los lagos y el día siguiente a tres más, cada uno solita­ rio y a orillas de lagunillas diferentes. Los días siguientes fueron dedicados por entero a observar y seguir de cerca to­ dos los movimientos de uno u otro de estos 4 ejemplares. Sin embargo, y a pesar de que en dos ocasiones cuando ya había empezado a obscurecerse una segunda ave llegó sorpresiva­ mente al vuelo y se juntó con su pareja, no tuvimos el menor éxito en localizar el presunto nido. Ante la inminencia de un fracaso, el día 13 resolvimos volver a un sitio bastante retirado conocido por el nombre de “Campamento La Punta” donde habíamos visto el segundo día a un ejemplar muy manso que parecía aferrarse a una pequeña playita de arena al borde de una lagunilla y cuyo posible nido habíamos buscado afanosamente sin resultado al­ guno. Localizado de nuevo este ejemplar en el mismo sitio, quedamos observándolo durante mucho tiempo mientras co­ rría y comía en la playita vecina y entremezclándose con una bandada de Erolia bairdii. Estábamos' a punto de abandonar la búsqueda por segun­ da vez cuando otro Chorlo, que más tarde resultó ser el macho, apareció a orillas de la lagunilla a unos 20 metros más allá. Dos de nosotros empezamos a caminar hacia él, dejando al Sr. Goodall en acecho. A medida que nos fuimos acercando, el ave se iba alejando y alentándonos a seguirlo, pero entretanto nuestro compañero notó que la otra ave había desaparecido de la playi­ ta. Al rato y con la ayuda de sus anteojos de larga vista pudo divisar a una silueta color de paloma deslizarse entremedio de las piedras bordeando la playita de arena y de repente sentarse en la piedrecilla. Con la vista clavada corrió hasta el sitio y en pocos instantes descubrió lo que.es, sin lugar a dudas, la prime­ ra nidada de Pluvianellus socialis que se ha conocido. Los dos huevos, puestos sobre la piedrecilla sin pretensiones de nido de ninguna especie, pero provistos de un mimetismo tan perfecto que costó muchísimo distinguirlos de las piedrecitas a su alrededor, son de tipo intermedio entre huevos de Charadrius falklandicus y de Charadrius alexandrinus occidentalis, pero tanto más pequeños de lo que esperábamos (34.8 x 25.3 y 34.3 x 25.0) que en el primer momento llegamos a pensar en la posi­ bilidad de una equivocación. Tanto era así que para poder estar completamente seguros nos retiramos a cierta distancia y quedamos mirando con los anteojos hasta que por fin el ave (evidentemente la hembra


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aunque su plumaje es idéntico al del macho), creyendo alejado todo peligro se acercó tan sigilosamente como la primera vez y se echó sobre el nido. El Chorlo de Magallanes, que extraordinariamente seden­ tario para un ave de esta familia (Charadriidae) , se encuentra en regular número por toda la zona Norte de Tierra del Fuego y también aunque con menor frecuencia, en las orillas continen­ tales de los Estrechos que le dieron su nombre. Sin embargo la población total debe ser bien reducida, pues nunca se ven más que unos cuantos ejemplares a la vez y eso tampoco en todos los sitios apropiados sino sólo en algunos de ellos. Todavía no se sabe si se queda todo el invierno en la isla o si emigra a regiones de climas menos crudos como pasa con los demás Charádridos de la región austral. En el resto de Chi­ le no se le conoce, pero existen informes antiguos de su presen­ cia en la costa de Patagonia Argentina hasta la altura de Chubut. 22.— Zonibyx viodestus Lichtenstein

Chorlo negro

En Enero de 1946 vimos bastantes ejemplares, la mayoría acompañada de aves del año, en Bahía Felipe, Ekewern y a orillas de Bahía Inútil, mas no en el territorio continental. En el segundo viaje, en Noviembre de 1952, pusimos es­ pecial atención en la búsqueda de nidos en los terrenos altos (marjales) donde aparentemente la mayor parte de la pobla­ ción se retira para anidar. En los alrededores del Cerro Macpherson, región de Chi­ na Creek, encontramos algunas parejas que indudablemente te­ nían nidos, pero que nos engañaron repetidamente con sus co­ rrerías por las pequeñas sendas entremedio de las champas de “ tussock grass” y no nos fué posible encontrar nada. Sin embargo nos quedó el consuelo de haber conocido de cerca a este Chorlo en su precioso traje nupcial tan distinto a •la modesta librea de invierno con que llega a las provincias 1 centrales. En época de nidificación el pecho es de color castaño vivo, seguido por una ancha banda negra que lo separa del blan­ co puro del abdomen y flancos. El último día de nuestra estadía en la Isla Dawson andu­ vimos con mejor suerte, pues el Sr. Goodali logró'ubicar un ni­ do con dos huevos, en terreno relativamente alto y seco cerca de la estancia Valentín. Estos huevos miden 39.2 x 24.6 y 38.9 x 24.9 mm. Según el Sr. Spooner esta especie llega de regreso de su migración invernal entre el 28 de Agosto y el 28 de Septiembre. Dos huevos encontrados por él y amablemente enviado a noso­ tros miden 41.2 x 24.8 y 41.4 x 28.2 mm.


n o ía s

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Ma g a l l a n e s y

FAMILIA SCOLOPACIDAE

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Becasinas, Playeros, etc,

23.— Capella paraguaiae magellanica King

Becasina común

Parecía tener más o menos la misma abundancia relativa que en la zona central. En los sitios pantanosos apropiados a sus costumbres era seguro encontrar algunos ejemplares, tanto en el Continente como en las islas de Tierra del Fuego y Dawson. En la islita Cisnes cerca de Puerto Natales se veía a cada rato y por todas partes. Según el Sr. Spooner esta Becasina desaparece al final del verano, llegando de nuevo en el mes de Agosto. Su estadística de 9 años indica como fecha más temprana el día 18 de Agosto y la más tardía el 31 del mismo mes. 24.— Chubbia stricklandii G. R. Grav

Becasina gigante

En Diciembre de 1945 vimos dos ejemplares muy de cerca, pues saltaban a nuestros pies en la islita Cisnes, Puerto Natales y en Noviembre de 1952 uno solo en unos pantanos al interior de la Estancia Cameron, Tierra del Fuego. Habíamos abrigado esperanzas de encontrar a esta Becasina en mayor número y posiblemente anidando, pero los vecinos y cazadores nos dije­ ron que era muy escaso y que se veía sólo en invierno. Tal vez anide más al Sur. 25.— Erolia bairdii Coyes

Playero de Baird

De los visitantes de verano de tierras árticas ésta es pro­ bablemente el ave que más se ve en la zona magallánica. Fre­ cuenta ambos lados de los Estrechos y las orillas de las la­ gunas, lagunillas y charcos que tanto abundan en la región; se le ve tanto en pequeños grupos como en bandadas de 50 o más, muchas veces en compañía de Charádridos residentes. 26.— Erolia fuscicollis Viellot

Playero de lomo blanco

Otro visitante ártico muv parecido al anterior, pero dis­ tinguible de inmediato por eHomo blanco oue se destaca mucho cuando vuela. Esta especie es menos abundante que E. bairdii, pero a juzgar por nuestras observaciones, suele juntarse en bandadas más numerosas. 27.— Tringa melanoleuca Gmelin

Pitotoy grande

Vimos sólo uno que otro ejemplar aislado y solitario. En el primer viaje había uno en una lagunilla cerca de Estancia Nueva, Tierra del Fuego, mientras que en Noviembre de 1952


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veíamos un mismo ejemplar todos los días al borde del arroyo que pasa frente a la casa del Administrador de la Estancia Gen­ te Grande. El congénere más chico, T. flavipes, no lo vimos en ningu­ no de los viajes. 28.— Numenius phaeopus fmdsonicus Latham

Zarapito común

El 1.® de Noviembre de 1952, uno de nosotros observó a una pequeña bandada de 4 ejemplares a orillas del desagüadero de la Laguna Turbia, Estancia Gente Grande, Tierra del Fuego. El pico largo encorvado, la ausencia de blanco en el lomo y alas y el grito característico que lanzaron al empren­ der el vuelo, no dejaron ninguna duda sobre su identidad. La observación extiende la zona de distribución conocida desde el Istmo de Ofqui hasta la costa norte de Tierra del Fuego. 29.— Limosa haemastica Linnaeus

Zarapito de pico recto

El día 13 de Noviembre de 1952 una bandada de 6 ejem­ plares fué vista de cerca e indentificada por uno de nosotros en terreno pantanoso cerca de la Laguna Turbia, Estancia Gen­ te Grande, y el día siguiente tres ejemplares, seguramente de la misma bandada, fueron capturados en la playa del Estrecho de Magallanes a un kilómetro de distancia. Como esta especie tiene tendencia a seguir la ruta oriental en su migración desde tierras árticas, es mucho más conocida en Argentina que en Chile, en cuya zona central se le ve sólo ocasionalmente. FAMILIA PHALAROPODIDAE

30.— Steganopus tricolor Vieillot

Falaronos o Pollitos de Mar

Pollito de Mar de Wilson

Con posterioridad a la publicación de nuestro libro “ Las Aves de Chile” , uno de nosotros observó a una bandada de es­ tos Falaropos en una laguna cerca de Pirehueico, cordillera do Valdivia, y ahora en este último viaje otra bandada fué vista de cerca por dos de nosotros con fecha 9 de Noviembre, na­ dando y comiendo en círculos, en la forma característica de los miembros de esta familia, a pocos metros de la playa de una laguna en camino al campamento “ La Punta” de la Estancia Gente Grande, al extremo noroeste de la isla de Tierra del Fue­


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go. En la playa, frente a ellos había una bandada de otro vi­ sitante de lejanas tierras boreales, el Playero de Baird, Erolia bairdii. Esta observación nuestra extiende considerablemente más al Sur el límite austral de la migración de Steganopus tricolor,

FAMILIA THINOCORIDAE

Perdicitas

31.— T hiño cor us rumicivorus rumicivorus Eschscholtz Perdicita común Ave característica de la Patagonia. Es frecuente en las pampas secas y especialmente al lado de los caminos y en el camino mismo. Esto último siempre nos había llamado la aten­ ción, lo mismo que con los Mineros (Geositta) sin encontrarle una explicación adecuada. Creemos que en los caminos públicos por acción del viento se deposita una infinidad de pequeñas se­ millas de Gramíneas que allí son más visibles para las aves. El hecho es que todos los caminos de Tierra del Fuego están siem­ pre visitados por numerosas avecitas, especialmente Geositta, antarctica, Geositta cunicularia cunicidaria, Melanodera melanodera princetoniana y también por el Th. r. rumicivorus. Todas estas aves fueron capturadas por nosotros en los caminos o al lado de ellos y todas tenían su estómago lleno de semillitas de Gramíneas. Según relatos de personas residentes en Patagonia y Tierra del Fuego, esta ave sufre grandes oscilaciones de población, ha­ biendo períodos en que es abundantísima y otros en que aun­ que es común no es numerosa. Sin duda estas oscilaciones tie­ nen que estar relacionadas con variaciones en la cantidad de alimento. A este respecto el señor W. H. Spooner que reside desde hace muchos años en la estancia Cullen, al Noreste de Tierra del Fuego, nos informa que con anterioridad al año 1944 esta avecita era abundantísima, que en 1944 y 1945 apenan vió una pa­ reja, que desde 1946 la población ha ido aumentado de año en año,’ pero sin llegar ni cerca a su número anterior. Agrega que desaparecen de la isla al llegar el otoño, volviendo, según su estadística que abarca los años 1933 a 1941, entre el 12 y el 30 de Agosto. En el primer viaje lo vimos en número escaso a lo largo de los caminos, tanto de Tierra del Fuego como del Continente. Sólo capturamos un ejemplar en el camino a orillas del río Grey. Estancia Río Paine, Ultima Esperanza. Recordamos que nosi llamó la atención por su gran tamaño. En el segundo viaje nos llamó la atención que era mucho


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más abundante, pero siempre en parejas, lo que se explica, pues estaba en plena época de anidación. Huevos no se encontraron, pero en China Creek capturamos un pollito de pocos días. En el camino público entre Bahía Inútil y Caleta Josefina capturamos dos ejemplares de dos parejas que andaban comien­ do al lado del camino y separados apenas por unos 30 mts. Lla­ mó mucho la atención que un macho era de gran tamaño mien­ tras el otro era muy chico. Este hallazgo lo encontramos muy importante, pues permite aclarar el problema de la raza descrita por Reichenow con el nombre de Thinocnms rvmicivorus pat.a-gomcus. Por esta captura v las medidas eme da Laubmann (Vógel der Deutschen Gran Chaco Expedition) llegamos a la conr clusión que en esta especie hay grandes variaciones en el ta­ maño. Sin duda si comparamos los dos ejemplares capturados por nosotros en Bahía Inútil (Tierra del Fuego) uno se sen­ tiría inclinado a pensar que se tratara de dos subespecies dife­ renciadas por su tamaño, pero el hecho es que se encuentran conviviendo en sitios tan cercano casi comprueba que sólo se trata de diferencias de tamaños dentro de la misma especie. Damos en seguida una lista de medidas de ala de ejempla­ res capturados en época de nidificación en Tierra del Fuego; por lo tanto, son ejemplares que conviven y no de origen migra­ torio como muchas de las medidas qué da Laubmann y otros autores: Col. R.A.Ph.B. N.? 1863. Caleta Josefina, T. del F. 17/Nov. 1952 m.ad. 112 mm. — — Col. Behn

N.9 1864. Caleta Josefina, T. del F. 17/Nov. 1952 m.ad. 112 mm N.T.F. 1952. Caleta Josefina, T. del F. 17/Nóv. 1952 m.ad. 122 mm.

Col. R.A.Ph.B. N.9 1668. Bahía Felipe, T. del F.

5/Ene. 1946 h. ad. 118 mm.

Creemos que con los datos proporcionados, la subespecie Thinocorus rumicivorus patagonicus Reichenow debe ser descar­ tada y ser considerada sólo como variación de ‘tamaño en una misnia especie. Conover y Hellmavr (en “ Birds of The Americas” , Part I ,N/> 3, p. 237. Zool. Ser. Field Mus. Vol XIII, 1948) estudian ma­ terial muy abundante y llegaji a la misma conclusión nuestra, es decir, de que la variación de tamaño es errática y difícil de ■conciliar con determinadas áreas geográficas. Además esto se complica, pues gran parte del material estudiado comprendía ejemplares migratorios. La mayor parte de las razás descritas de Thinocorus raviirtvorus parecen ser poco satisfactorias. Parece que en sus me­ didas hay variación considerable que carece de significado taxanómico.


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32.— Attagís malouinus Boddaert •'•r ‘ : '

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Perdicita cordillerana austral

Una especie afin, cuyas costumbres fueron cuidadosamente estudiadas por Crawshay (“ Birds of Tierra del Fuego” ), que nosotros buscamos afanosamente en los sitios indicados por él, incluso los cerros del cordón Baquedano y el Monte Macpherson, ein encontrar un solo ejemplar.

FAMILIA STERCORAIIDAE

33.— Catharacta skua chilensis Bonaparte

Gaviotas salteadoras

Salteador común

Este verdadero flagelo de tierras australes es conocido por toda la región por el nombre de “ Bandido” . En nuestro primer viaje lo observamos en' abundancia a la pasada del vapor por los canales, pero más al Sur fue visto sólo en Tierra del Fuego, cerca a la costa norte y en pequeño número, lo que atribuimos a que por lo avanzado de la tempora­ da (Enero) la mayor parte de la población se encontraría con­ centrada en diferentes islas de la zona donde se dice que pone1 en gran número. En el segundo viaje anduvimos algo más afortunados pues había, unas pocas parejas en la zona de los lagos que se entien­ den entre Porvenir y la Estancia Gente Grande, como también en la Estancia misma bordeando la bahía del mismo nombre. Con fecha 9 de Noviembre a orillas de la Laguna Turbia, des­ pués de observar detenidamente los movimientos de una pareja, logramos sorprender a la hembra sentada sobre el nido, una; simple depresión en el suelo en la franja de terreno donde la playa se juntaba con el pasto de los potreros. Había un solo huevo recién puesto, el que dejamos hasta el 5.« día en la es­ peranza que el ave pondría otro, pero sin resultado a pesar de que la pareja continuaba frecuentando los alrededores. El huevo se parece al tipo oscuro de Larus dominicanus, pero es más ancho y corto y con las pintas más chicas. Su ta­ maño es de 42.8 x 50.8. Días más tarde encontramos estas aves en mayor número alrededor de lagunillas del campamento “ La Punta” de la mis­ ma estancia; después de buscar infructuosamente sus nidos, lle­ gamos a la conclusión que recién se estaban preparando para poner. Las Gaviotas dominicanas, en cambio, tenían nidadas completas por todas partes.


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34.— Stercorarius parasiticus Linnaeus

Salteador chico

Un ejemplar de este Salteador que nos visita desde la re­ gión holártica fué observado desde el vapor al pasar por el Gol­ fo de Penas en Diciembre de 1945. FAMILIA LARIDAE

35.— Larus dominicanus Lichtenstein

Gaviotas y Gaviotines

Gaviota dominicana

Es una de las aves más abundantes por toda la región aus­ tral, donde ha adquirido costumbres abiertamente predatorias con tendencias hasta al canibalismo. Se congrega en gran núme­ ro alrededor de los frigoríficos para comer los desperdicios, lle­ gando a veces hasta 2 0 0 kms. tierra adentro. A la industria lanar le causa perjuicios de consideración, pues ataca de hecho a los corderitos recién nacidos o a las ove­ jas enfermas o debilitadas, comenzando por sacarles los ojos y comiéndoles en seguida la lengua. En Bahía Felipe, Tierra del Fuego, fuimos testigos oculares de los estragos que hace entre los Caiquenes ( Chloéphaga p id a p id a ), pues al estar estos con sus gansillos, se lanzan sobre ellos en picada, pescándolos por el cuello, llevándolos a una al­ tura de 7 u 8 metros y dejándolos caer en seguida al suelo. Si no mueren a la primera caída, repite la maniobra hasta ul­ timarlos, comiendo en seguida el encéfalo y los ojos. Entretan­ to los Caiquenes adultos, por capaces que sean de repeler cual­ quier agresión terrestre, se ven completamente indefensos an­ te estos ataques aéreos que, sin lugar a dudas, causan una mor­ tandad muy elevada entre su cría. . . En nuestro primer viaje había pocos nidos por lo avanza­ do de la temporada, pero en el segundo, realizado en Noviem­ bre, encontramos a estas Gaviotas anidando por todas partes entremedio del pasto de las partes planas de la isla y hasta en las playas. La gente de esos lugares hace verdaderas corridas' para recoger los huevos para comérselos, pero aún así la espe­ cie se mantiene y hasta se está multiplicando sin dificultad al­ guna. 36,— Larus maculipennis Lichtenstein

Gaviota cagüil

En nuestro primer viaje esta pequeña Gaviota fué observa­ da durante la travesía por los canales, en Río Rubens y en abun­ dancia en el Seno de Ultima Esperanza (Puerto Natales) y la región de Paine. En tierra del Fuego había buen número reco' giendo desperdicios de la playa de Porvenir, pero en el resto de la isla vimos muy pocos.


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En el segundo viaje la vimos en abundancia en cabeceras del Río Simpson, inmediatamente al Norte, de la cancha de avia­ ción en Balmaceda, Aysen, pero en las islas de Tierra del Fue­ go y Dawson era muy escasa. Sin embargo con fecha 20 de Enero de 1952, en las lomas suaves que quedan entre el seno Skyring y la Laguna Blanca un poco al Norte de Punta Arenas, uno de nosotros encontró una bandada de estas gaviotitas, volando sobre los pajonales de una pequeña lagunita. Explorando los motivos de su presen­ cia en aquel lugar, se lagró encontrar algunos polluelos que ape­ nas podían volar un par de metros y entre cuyas plumas toda­ vía se asomaban los restos del plumón juvenil. Capturamos un¡ ejemplar adulto (n.p. E.A. 8/52) y uno juvenil (n.p. E.A. 6/52) ambos resultaron ser hembras. Con este hallazgo queda compro­ bado que su área de nidificación se extiende hasta muy al Sur y de que no es imposible que también anidé en Tierra del Fuego. 37.— Gabianus scoresbii Traill

Gaviota austral.

En 1945/46 vimos apenas tres ejemplares cerca de Puerto Natales y unos pocos más en la bahía de Porvenir, Tierra del Fuego, presumiéndose que el grueso de la población se había re­ tirado ya a sus colonias de nidificación. En 1952 la vimos la primera vez al lado de la casa de la Estancia Gente Grande y el 9 de Noviembre en esa misma estan­ cia localizamos en terreno plano al borde de unas vegas a una colonia de unas 50 parejas entregadas por entero a la primera etapa de su nidificación. En un área de unos 15 metros por 10 había de 30 a 40 ni­ dos, algunos terminados y aparentemente listos para recibir hue­ vos y otros recién comenzados. De las Gaviotas unas pocas es­ taban echadas sobre los nidos, pero la mayoría se encontraba de pie arreglando el material o peleando unos con otros, al acom­ pañamiento de una gritería que se dejaba oír desde lejos. Nos permitieron situarnos casi en el mismo perímetro de los ijidos antes de alzar el vuelo y, cuando finalmente lo hicie­ ron, volvieron en seguida contra el fuerte viento y se colocaron casi inmóviles a baja altura sobre nuestras cabezas, como si es­ tuvieran anclados al sitio a fuerza de algún imán invisible. En algunos nidos habían huevos, pero cuando volvimos 4 días después 14 tenían un solo huevo cada uno. En esta ocasión volvimos a constatar el verdaderamente extraordinario apego que las aves demuestran para el pedazo de tierra que han esco­ gido para su proceso de reproducción. Observamos también que algunas de las Gaviotas, sin duda en señal de protesta por nues­ tra presencia, sacaban los huevos de los nidos con el pico y, lle­ vándolos a un lád'o, los rompían deliberadamente a picotazos.


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Los promedios de los 14 huevos son: 59.8x0,52x43.4x0,34 Estas gaviotas con su plumaje gris perla, alas negras y y pico y patas rojo carmín presenta un cuadro hermosísimo, sien­ do sin duda la más elegante de todas las Gaviotas que habitan en nuestro país. Digno de. notarse era que mientras todos los nidos de la Ga­ viota austral se agrupaban dentro de un radio muy pequeño, las Gaviotas dominicanas tenían sus nidos esparcidos aquí y allá en las afueras de la colonia de sus congéneres. De estos ni­ dos la mayoría tenía ya su número completo de 3 huevos, lo que indica que la postura en esta especie empieza más tempra­ no. Cuando volvimos a visitar a la colonia con fecha 24 de Di­ ciembre, la encontramos abandonada y con sólo rastros de ni­ dos completamente destruidos. Aunque no alcanzamos a visitarla, supimos de buena fuen­ te que las Gaviotas australes tienen establecida desde algunos años una gran colonia de nidificación en un punto poco visi­ tado de la costa de Bahía Inútil entre Boquerón y Caleta Jose­ fina. 38.— Sterna hirundinacea Lesson

Gaviotín Sud-Americano

Lo encontramos bastante común por toda la zona austral que recorrimos, inculso por los canales. En la última semana de Diciembre de 1945 ubicamos una pequeña colonia anidan­ do entremedio del pasto en la islita Cisnes cerca de Puerto Na­ tales; 5 nidos tenían huevos frescos. El 12 de Febrero de 1952, había una pequeña colonia re­ cién empezando a poner en un suave faldeo pastado y con piedrecillla enfrentando a los Estrechos en la Estancia Gente Grande. Es evidente que anida en abundancia en la zona.

ORDEN

GRUIFORMES

FAMILIA RALLIDAE

39.— Ortygonax rytirhynchos lurídus Peale

Pidenes y Taguas

Pidén, austral

Es algo común en todos los sitios húmedos. En Isla Dawson se veía y se oía en gran abundancia y capturamos dos ejempla­ res para fines comparativos. Con fecha 24 de Noviembre en un cañadón cercano al pueblo de Porvenir fué encontrada y obse­ quiada a nosotros un anidada con cuatro huevos frescos. Este Pidén es muy parecido a O. r. landbecki especialmente en la falta de manchas en el dorso, lomo y secundarias, pero es


N O T A S SO B R E A V E S DB M A G A L L A N E S Y T IE R R A D E L FUEGO

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de mayor tamaño, con pico más grueso y las partee de encima mucho más teñidas de rufo pardusco. La mancha roja de la ba­ se del pico es poco nitida y a ve,ces falta en la mandíbula su­ perior. Los dos ejemplares cazados, uno en las cercanías de las ca­ sas de Puerto Harris y el otro a orillas del río Fox miden.:

m. ad. h. ad.

Ala 163 150

Cola 97 92

Pico 69 61

En general estas medidas son superiores a las de ejempla­ res del centro del país. Las medidas de los huevos son 44.4 x 32.2; 41.4 x 32.3 y 42.5 x 32.9 mm. Del Pidén chico, Rollus limicola antarcticus, del cual se cap­ turaron hace años unos pocos ejemplares en territorio magallánico, no vimos un solo ejemplar ni oímos hablar de él. 40.— Fúlica armillata Viellot

Tagua común

Se encuentra en retrular abundancia en laerunas v charcos de toda la región: En Noviembre de 1952 estaba anidando. 41.— Fúlica rufifrons Philippi y Landbeck Tagua de frente roja En la última semana de Diciembre de 1945 encontramos a una pareja de esta Tagua anidando en una pequeña laguna ro­ deada de bosques en Río Rubens, a medio camino entre Punta Arenas y Puerto Natales. La Tagua estaba echada sobre el ni­ do con 4 pichones recién nacidos y tres más saliendo de los huevos, permitiéndonos acercársele tanto que no quedaba nin­ guna duda sobre su escudo frontar rojo. Se confirmó así nuestra presunción ( “ Las Aves de Chile” —r- Tomo II, p. 180) de que esta especie de Tagua debería en­ contrarse más al Sur de Cautín, límite hasta ahora reconocido para su distribución en Chile. 42.— Fúlica leucoptera Viellot

Tagua chica

Recogimos la impresión que esta es la Tagua de distribu­ ción más extensa y generalizada en la región austral, puesto que la encontramos en todo ambiente apropiado, tanto en Pun­ ta Arenas, Río Rubens, Lago Toro y Río Paine como por las diferentes zonas de Tierra del Fuego que visitamos y que com­ prenden desde los Estrechos de Magallanes por el Norte hasta el Río Grande por el Sur. También la vimos en Isla Dawson.


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R .A . PH ILT PPI,

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ORDEN ANSERIFORMES FAMILIA ANATIDAE

43.— Cynus'melancoryphus Molina

Cisnes, Gansos y Patos

iCisne de cuello negro

No cabe duda que él epicentro de distribución en Chile de esta grande y hermosa ave está en la región magallánica, don­ de encuentra condiciones ecológicas esencialmente favorables para su existencia. Lo encontramos en mayor abundancia en la parte norte de Tierra del Fuego, alcanzando a ver hasta 100 a la vez en una de las grandes lagunas entre el pueblo de Porvenir y la' Estancia Gente Grande. En una laguna con abundante pajona! al interior de la sección “ Sarita” de esta misma estancia había varias parejas y algunas aves inmaduras, pero tanto allí como en las otras lagunas donde fueron observados parecía que la época de postura y crianza había terminado. Como nuestras ob­ servaciones se hicieron a mediados de Noviembre, indicarían que este Cisne, pone igualmente temprano en la región fueguina como- en ■los pocos sitios en-que logra reproducirse en las pro­ vincias centrales. 44.— Coscoroba coscoroba Molina

Cisne coscoroba

•' ' Al igual que el Cisne verdadero, esta especie, llamada erró­ neamente Cisne coscoroba o Cisne blanco. Se trata en realidad de un ave con algunas de las características de los Cisnes (Cygniis) y otras que la aproxima más a los Gansos del Hemisferio norte (Anserinae y Brantinae) , tiene su centro de dispersión en la región austral de nuestro país. Se encuentra en regular número tanto en el territorio con­ tinental, como por los canales e islas de la zona propiamente fueguina. ( A nosotros nos tocó verlo en el Seno de Ultima Esperanza, región de Paine, y e nías islas de (Tierra del Fuego y Dawson! El nido con 8 huevos cuya fotografía reproducimos en lámina aparte, estaba encima de una tembladera formada por plantas acuáticas adheridas a un islote en una pequeña laguna en Es­ tancia Caleta Josefina, al extremo sur-este de Bahía Inútil. Los huevos, que a la fecha de nuestra visita (Noviembre 17) se encontraban muy incubados, estaban completamente tapados de •plumas y pastos secos; mientras permanecíamos en la islita la pareia de Coscorobas nadaba a cierta distancia, emitiendo el macho a intervalos el silbido característico de dos notas que lo distingue de inmediato tanto del Cisne de cuello negro como de


N OTAS SOBRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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los Chloephapa, pero en cuanto nos retiramos la hembra se acer­ có y se echó sobre el nido. Días más tarde a 72 kms. al Sur de la Estancia Camerón, enontramos a otra pareja de Coscoroba anidando en una isla •formada por el Río Grande a la altura del puente del. camino de acceso á la Estancia Vicuña, pero la profundidad del agua y fuerte corriente no nos permitió llegar a'ella. 45.— Ckloephaga hybrida hybrida Molina

Caranca

De la» 4 especies de Chlne/nhaga o Gansos oue viven en la repión austral, ésta es sin duda la menos abundante y la úni­ ca de costumbres solitarias, pues vive en parejas a lo largo de los canales y fiordos alimentándose casi exclusivamente del luche oue crece en abundancia en estos parajes. Al pasar por los canales en vapor en Diciembre de 1945 vimos varias parejas, incluso a una con pollos, pero nuestros esfuerzos para encontrarlo a orillas de Bahía Inútil de Tierra del Fuego no tuvieron ningún éxito. Al segundo viaje tampoco pudimos encontrarlo en esa isla, no obstante los informes dd que se veían a veces en la costa de Punta Cameron, y tuvimos que conformarnos con la vista de un solo ejemplar — uñ macho en la costa occidental de la isla Dawson entre Puerto Harris y Valentín. En cambio en Enero y Febrero de 1950 y nuevamente en Enero y Marzo de 1952 uno de nosotros vió varias parejas en, las costas del Canal de Beagle y del Balleneros. De preferencia se encontraban parados en alguna puntilla prominente, siendo muy fácil descubrir el macho desde leios. En general la hem­ bra, mucho menos vistosa, estaba cerca y se la podía descubrir; con anteojos. Uh macho adulto se logró capturar en Puerto En­ gaño el 2fi dn Marzo de 1952 (n. p. E. A. 85/52). En su estó­ mago había pasto molido y un poco de arena. 46.— Chloephaga póHocephala Sclater

Canquen o Avutarda

En Diciembre de 1945 vimos Hnos pocos ejemplares en ¡Río Rubens, Puerto Natales, y la región de Paine, pero ninguno en Tierra del Fuego. En Noviembre de 1952 tampoco lo vimos en Tierra del Fuego, pero sí y en regular número en la isla Dawson, donde nos decían los nativos que anida al pie del cor­ dón de cerros, confirmando también lo que habíamos oído de, otras fuentes en sentido que este ganso anida por miles en las cordilleras continentales al interior de Cabo Froward. Tanto la gente de la estancia Río Paine como estos informantes y el


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Administrador de la estancia Valentín en la isla Dawson insis­ tieron en que les constaba personalmente que este Ganso ani­ da habitualmente en o debajo de'los palos secos al borde de las selvas en terreno pantanoso o de vegas. El señor Spoóner, por su parte, nos informa que el Cau­ quen o “ Brent Goose” no anida en la parte plana de Tierra del Fuego, sino al pie de las cordilleras, que llega del Norte en la primera quincena de Septiembre y desaparece de un día para otro a fines de Marzo. 47.— Chlóephaga rubidiceps Sclater

Avutarda colorada

■’ ' Encontramos a esta pequeña y . muy elegante Chlóephaga sólo en la isla de Tierra de'l Fuego, donde se le conoce por los nombres de Avutarda colorada o Ganso de Las Malvinas.. Anida èri la isla en numeró reducido, pero aparentemente sólo en unas pocas zonas escogidas y manteniéndose siempre a distancia de las bandadas de ¿aiquenes que se encuentran por todas partes. El señor Spooner indica que los primeros ejemplares apa1 refien'a fines de'Agosto o primeros días de Septiembre, que se mantiene escaso durante el verano, pero que apenas. termina­ da'la época de reproducción aumentan muoho en número has­ ta fines de Marzo cuando también desaparecen. " . .' En cambio la señora Huntley nos avisa que en Caleta Jo­ sefina'este ganso anida en gran número. ;péro - comenzando de 3 semanas1' a un fnes más tarde que el Caiquen. -El 4 de Enero de'1946 encontramos un nido eon 5 huevos, completamente tapados con pelliza, escondido entre el pasto largo én Estancia Nueva, Bahía Felipe. La hembra salió del nido-juntándose con el macho y permitiendo una identifica­ ción segura. Los promedios de tamaño de los huevos son 71.8 x 50.8, lo que compara con 75.4 x 49.3 del Caiquen. Es curioso que mientras la Caranca y el Caiquen deriiuestran marcado dimorfismo sexual en sus colores y plumaje, en esta especie .y el Canquen, o sea los otros dos representantes del género Chlóephaga, los sexos son indistinguibles entre sí. 48.— Chlóephaga pid a pietà Gmelin

Caiquen

En toda'lá región magalláriica y de Tierra del Fuego el Caiquen es por mucho la más abundante'de las cinco especies de Gansos sudamericanos (género Chlóephaga) que habitan en tie­ rra chilena. Siempre numeroso en aquellos parajes tari apro­ piados a su régimen de vida, es indudable q u é ’el'desarrolló) de la ganadería ovejuna, con la consiguiente desaparición de


N O TAS SO BR E AVES DE M AGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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sus dos enemigos principales —los indios onas y los zorros— ha traído un gran aumento en su número, y eso a despecho de la persecución de que es objeto de parte del hombre por consi­ derar que ocho gansos comen diariamente tanto pasto como una oveja. Sea como fuere, lo cierto,es que por doquiera que se vaya en la provincia de Magallanes se encuentra con este Gan­ so desde parejas aisladas hasta bandadas de cientos o miles, sobrepasándose por mucho en número a las ovejas y permi­ tiéndose llamar a este territorio con toda razón “ tierra de vien­ tos, ovejas y gansos” . El Caiquén anida por miles en toda la zona austral, tanto en las partes bajas como en las mesetas y colinas, colocando su nido, hecho de su propio plumón en forma abrigadora, en cualquiera hoyada o depresión en el suelo, preferentemente en las cercanías de las lagunas, ríos o esteros que abundan en esas regiones. La postura comienza en Noviembre, poniendo de cin­ co a siete u ocasionalmente hasta ocho huevos por nidada y viéndose familias de gansillos por todas partes desde fines de Diciembre hasta Febrero. En esta época los padres se muestran muy mansos, presentando el fachoso macho un espectáculo muy bello vigilando a la familia, mientra la hembra la saca a na­ dar o la esconde entre el pasto a la primera señal de peligro. Durante mucho tiempo hubo gran disparidad de opiniones entre los ornitólogos sobre si había en realidad dos especies de Caiquén o una sola. Con las pruebas presentadas en “ Las Aves de Chile” , Vol. II, p. 126 y 127, creemos haber establecido sin lugar a dudas que se trata de una sola especie y que las dife­ rencias de plumaje que tanto han llamado la atención no son otra cosa que dos “ mutantes” o fases diferentes de plumaje en una misma especie, fenómeno conocido y comprobado ya en el Aguilucho, Peuco y algunas otras aves chilenas. En uno de estos “ mutantes” el macho es listado de negro en la cara inferior y la hembra con la cabeza gris sucio: en el otro, el macho es completamente blanco por debajo y la hem­ bra con la cabeza amarillo ladrillo. 49.— Anas specularis King

Pato anteojillo

Es curioso que este bello Pato que fué descubierto por el' Capitán King en el Estrecho de Magallanes, sea tan escaso en esas regiones mientras abunda en los ríos cordilleranos y bos­ cosos de Aysen a Ñuble. El 19 de Noviembre de 1952 tuvimos la suerte de ver una pareja que levantó al vuelo de un arroyo en Puesto Calafate, Caleta Josefina. Oímos muy bien su clásico y ronco “ quak-quak” . No lo vimos en ningún otro sitio.


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50.— Anas s. specularioides King

Pato juarjual del Sur

Consideramos que es el Pato más común y característico,; abundando aún más en Tierra del Fuego que en el Continènte. Se encuentra en lagos, lagunas, ríos, charcos y también en la costa. Allí aprovecha la baja marea para alimentarse de algas y también de pequeños mariscos. Es residente. Se diferencia mucho en sus costumbres de los demás patos, pues nunca vi­ mos a los otros en el mar. 51.— Anas spinicauda Viellot

Pato jergón grande

En el primer viaje vimos muchos ejemplares, tanto en el Continente como en Tierra del Fuego; pero ya en el segundo viaje nos llamó francamente la atención la abundancia de este Pato. Podemos afirmar que compite en abundancia con el Pato juarjual. 52.— Anas f. flavirostris Viellot

Pato jergón chico

Llamado en la región austral Pato barrero. Es muy común en todas partes. El 25 de Diciembre de 1945 cojimos pollos grandes en el río Rubens (U. E .). 53.—Anas versicolor fretensis King

Pato capuchino austral

Vimos a una pequeña bandada en una lagunita en el ca­ mino entre la casa del administrador de la estancia Gente Gran­ de á Campamento La Punta. 54— Anas c. cyanoptera Viellot

Pat 0 colorado

Raro en Tierra del Fuego. Vimos un solo ejemplar en una aguna cercana a Cabo Boquerón. En el Continente no lo ob servamos. 55.— Mareca sibilatri'z Poeppig

p a ^Q r g a j

ju á r í a L bÍén CaSÍ tan C° mÚn COm° 61 P a t0 jer?ón ? 'el Pato 56.— Spatula platalea Viellot

r> * ■fato cuchara

Debe ser escaso en la- provincia de Magallanes, pues sólo


N OTAS SOBRE AVES DE MAGALLANES Y T IE R R A DEL FUEGO

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vimos un ejemplar al lado de las casas de la Estancia Gente Grande. 57.— Oxyura ferruginea Eyton

Pato rana de pico ancho

Con fecha 15 de Noviembre vimos varias parejas de este pato anidando en una laguna con extenso pajonal al interior de la sección “ Sarita” de la estancia Cíente Grande. Aunque no tuvimos tiempo para buscarlos, no nos cabe la menor duda que estaban anidando en el pajonal. En todo caso la presencia de este Pato rana en Tierra del Fuego es interesante, pues aunque era considerado accidental en la parte argentina de esa isla, en Chile no habia sido reconocido más al Sur que Aysen. Creemos haber visto también a una pareja en el Lago Turbio (véase Phalacrocorax albiventer) , pero por la distan­ cia no podíamos estar seguros. 58.— Tachyeres patachonicus King

Pato quetru volador

Característico de la región austral. Es común tanto en el interior como en la costa. Incluso pudimos ver en el estuario de PoT’venir y en el Canal de Smith bandadas de hasta cincuen­ ta individuos. Vuela con toda facilidad y parece inconcebible que tantos autores lo hayan confundido con el Quetru no vola­ dor (Tachyeres pteneres) que es de casi el doble de tamaño. Es residente y anida en la región. En el embarcadero de Río Paine (Lago Toro) tuvimos la suerte de ver una hembra echada sobre sus huevos en un pequeño islote a pocos metros de nosotros. Era increíble como aprovechaba su mimetismo y voló sólo en el último momento. Era protegida por los morado­ res quienes aseguraban que hace años que había anidado en el mismo sitio. En la playa del Lago Turbio se encontraron dos nidos. 5 9 .—

Tachyeres pteneres Forster

Pato quetru no volador

Es común aunque no numeroso. Se le ve generalmente en parejas, pero también observamos bandaditas de 10 a 20 ejemjlares. Exclusivamente marino se encuentra en todas partes de las costas y canales desde Chiloé al Cabo de Hornos. Tiene un marcado dimorfismo sexual siendo el macho de bastante mayor tamaño con la cabeza y cuello blanquecinos, mientras la hembra los tiene gris con cierto baño de marrón. A la hora de la baja marea, generalmente están posados en piedras o durmiendo con la cabeza bajo el ala. De lejos tie­ nen un aspecto muy extraño, casi como que se asemejaran al


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Dronte de la Isla Mauricio. Se alimentan casi exclusivamente de moluscos (cholgas) que capturan en los bancos submarinos sumergiéndose. ORDEN CICONIIFORMES:

GARZAS y .CIGÜEÑAS

FAMILIA ARDEIDAE

60.—

Garzas y Huairavos

Nycticorax nycticorax obscuras Bonaparte

Huairavo

A pesar de que Reynolds (1. c. pág. 82) lo anota como co­ mún, nosotros vimos sólo 6 ejemplares en los árboles cercanos a las casas de la estancia Cameron y en la playa misma. En la Isla Dawson vimos cerca de Bahía Fox una pareja. Como nocapturamos ejemplares no podemos pronunciarnos sobre a qué subespecie pertenecen, ya que Hellmayr (Bds. Ch. p. 307) los atribuye a obscuras y Reynolds a tayaru-guira. El señor Spooner nos informa que antes era más escaso, pero que desde la introducción de la trucha en los ríos de la región se ha hecho más abundante. FAMILIA THRESKIORNITHIDAE

Bandurrias y Cuervos de Pantano

61.— Theristicus caudatus melanopis Gmelin Bandurria común La Bandurria es igualmente abundante en la región magallánica como en las provincias sureñas de Bío-Bio a Chiloé' y evidentemente menos exigente en la selección de sus sitios de nidificación. La encontramos en todas partes desde Punta Arenas has­ ta los Picos de Paine y en las islas de Tierra del Fuego y Daw­ son. Encontramos un nido en el pasto largo al borde del Río de Oro, otro sobre una plataforma cerca del techo de una gran draga abandonada en los cerros de Baquedano y en los pajo­ nales de una laguna al Sur del Lago Tui-bio, estancia, Gente Grande, una gran colonia en plena nidificación. Este último hallazgo hecho con fecha 12 de Noviembre, .nos sorprendió' bastante, pues en las provincias centrales la Bandurria no po­ ne nunca en pajonales, como lo hace su pariente el Cuervo de Pantano (Plegadis facinellus guarauna), sino siempre en ris­ cos. Lo mismo sucede en la región boscosa a pesar de la abun­ dancia de árboles y, a juzgar por lo que nos informaron los nativos de la zona, en Río Paine también.


N O TAS SO BRB AVES DE .MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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En los pajonales de nuestra referencia estaban anidando éntre 50 y 60 parejas; la mayoría tenía pichones grandes a pesar de la fecha tan temprana, otros polluelos chicos o a me­ dio crecer y sólo cuatro huevos, todos muy incubados. Nos ase­ gu raron que las Bandurrias habían anidado en estos mismos pajonales desde muchísimos años atrás. Según el señor Spooner, la Bandurria también se va de la isla .durante el invierno, llegando dé regreso en los primeros días de Septiembre, aunque al otró íadó dé los Estrechos las ha visto más temprano, o sea el 24 de-Agosto. FAMILIA PHOENICOPTERIDAE

62,— Phoenicópterus chilensis Molina,

Flamencos

Flamenco común

En nuestro primer viaje, realizado a fines de Diciembre, vimos a unos pocos Flamencos en las lagunillas entre Punta Arenas y Rio Rubens,.pero;en la isla de Tierra del Fuego nin­ guno. En Noviembre de 1952 vimos 5 ejemplares en una-lagu­ na cerca del campamento La Punta, estancia Gente Grande, pero háda más. -. , •• Fuimos informados que durante los meses de invierno se 'veri- bandádas muy numerosas, pero que en verano todos des­ aparecen, no quedando ninguno para anidar en la isla. ORDEN PELEEANTFORMES: PELICANOS, CORMORANES, etc. FAMILIA PHALACROCORACIDAE

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.

''

Cormoranes o Patos yecos y lile?

Phalacrocorax bougavinvillii Lessón Cormorán guan

Al paso del vapor por la bahía de Arauco (Lat. 3 1 ^ ’ S.), vimos grandes bandadas de este Cormorán en los alrededores de la Isla Mocha, en uno de cuyos islotes (Isla Muerta) se ha comprobado su nidificación en número considerable. Obrog lo encontró en la Tsla Magdalena (Estrecho de Magallanes), ha­ llazgo que debe ser muy casual. ■Como es bien sabido este Cormorán, llamado corriente­ mente “ Guanay” es el contribuyente más importante a la ri­ queza guanéra del Perú, anidando por millones en las islas de­ sérticas frente a sus costas. Por lo que se sabe hasta ahora la Isla Mocha es el punto más meridional en que anida, aunque lleg a ocasionalmente hasta Chiloé. No es ave de la región magaílánica.


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64.— Phalacrocorax olivaceus homevsis Murphv

Cormorán negro austral

El Cormorán negro o Pato yeco es muy escaso en Maga­ llanes continental y Norte de Tierra del Fuego, por lo menos durante la estación de verano, pero en la isla Dawson encon­ tramos a una pequeña colonia de unos 15 ó 20 pares anidando en árboles a orillas de una laguna rodeada de bosque a poca dis■tancia de la desembocadura del río Fox. Este hallazgo tuvo espéciál interés porque no» brindó la oportunidad de comprobar el acierto de Cushman Murphy en separar a estos Cormoranes negros de la región austral en subespecie (Ver “ Las Aves de Chile” , Vol. II, p. 83). Efectivamente los ejemplares cazados en esta oportunidad acusan medidas uniformemente menores que los promedios de la raza típica en aproximadamente 15%. diferencia más que suficiente para justificar su calidad de subespecíe. De los nidos (véase fotografía), logramos sacar 4 car 4 nidadas — aliebrándose una rama y calendo uno de nos­ otros de cabeza al agua en el proceso— cuyas medidas confir­ man también plenamente el menor tamaño de esta población. Comparado con promedios de 14 huevos de la raza típica- de 57.0 -|- 0.80 x 35.5 +' 0.41 los 14 huevos de Ph. olivaceus horncnsis arrojan promedios de 55.1 + 0.35 x 36.2 + 0.14, con grandes diferencias de tamaño, pues individualmente los hue­ vos fluctúan desde 51.3 x 35.6 hasta 58.0 x 37.0. Los ejemplares que Sirvieron de base para los estudios de Murphy fueron originarios de las islas al iSur del Canal de Beagle y el grupo de Cabo de Hornos, pero nuestro hallazgo demuestra que esta subespecíe vive también mucho más al Nor­ te; lo qué falta saber es desde qué punto de la costa entra a desplazar a la raza típica esta pequeña raza de las aguas aus­ trales. Desgraciadamente en nuestro primer viaje no se nos ocurrió cazar ejemplares del Cormorán negro vistos en Puerto Natales. Según el señor Spooner el Cormorán negro era poco me­ nos que desconocido en la estancia hasta la introducción de truchas en el río, pero que posteriormente ha aumentado en número sin llegar a ser de ninguna manera abundante. 65.— Phalacrocorax cjaimardi Lesson yGarnot

Cormorán de patas coloradas

^ VÍ?10S en re?ular abundancia en.el iCanal de Chacao y Ciolío de Reloncaví, pero más al Sur no. No es ave de la región magallánica.


NOTAS SO BRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

66.— Phalacrocorax magellanicus Gmelin

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Cormorán de las Rocas

En los dos viajes vimos a este Cormorán sólo al pasar por el Canal Darwin (Aysen), donde estaba anidando, y en el Seno Ultima Esperanza cerca de Puerto Natales. 67.— Phalacrocorax qtriceps atríceps King

Cormorán imperial

68.— Phalacrocorax alibiventer albiventer Lesson Cormorán de ¡Las Malvinas Cuando nosotros publicamos nuestra obra “ Las Aves de Chile (151) se creía que de estos dos Cormoránes tan similares, el primero era característico y residente por toda la región aus­ tral de nuestro país y el segundo una especie afin que anidaba principalmente en las Islas Malvinas y en número mucho me­ nor por la costa atlántica argentina hasta la altura de Puerto San Julián, apareciendo, en aguas chilenas desde Cabo de Hor­ nos hasta los Estrechos de Magallanes sólo en calidad de vi­ sitante y nunca- para sentar raíces y nidificar. Consideramos que las siguientes observaciones nuestras, realizadas en el sector noroeste de Tierra del Fuego entre el 8 y el 28 de Noviembre de 1952, obligarán a modificar estos conceptos sobre la distribución de las dos especies, extendien­ do la de Ph. albiventer como ave residente hasta abarcar la isla de Tierra del Fuego y restringiendo la de Ph. atriceps co­ mo especie dominante a las regiones más lluviosas de las islas y canales propiamente fueguinos y la costa occidental de Sud América hasta la altura de la Isla Mocha en la Bahía de Arauco. Aceptada esta premisa, la parte oriental de la región aus­ tral chilena representaría la zona de transición entre las dos especies, pero con franco predominio de Ph. albiventer. Entre el puerto de Porvenir y la estancia Gente Grande hay tres lagos tan cercanos unos a otros que poco falta para que hubiera un paso de aguas desde la Bahía de Porvenir en la costa oeste de la isla de Tierra del Fuearo hasta la de Gente Grande en los Estrechos de Magallanes. En el medio del últi­ mo de estos tres lagos, es decir el más cercano a los Estrechos, conocido por el nombre de Lago Turbio, hay una isla baja, de forma ovalada y de unos 1.500 metros cuadrados de extensión. La superficie total de esta isla, excepción hecha de una pequeña zona más elevada en el extremo occidental, está cu­ bierta con nidos de Cormoránes distribuidos de una manera tan uniforme por la superficie de dicha islita que guardan entre ellos una distancia casi siempre bien igual que fluctúa


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alrededor de 30 cms. Tan regular es el plan maestro de cons­ trucción de la colonia que resulta cosa fácil calcular su^ nu­ mero — en cifras redondas alrededor de 8.000 nidos. De éstos aproximadamente las dos terceras partes estaban ocupadas a la fecha do nuestra visita y — cosa sorprendente— comenzan­ do desde el extremo noreste de la isla no había un solo nido desocupado hasta llegar al último tercio o barrio alto de la ciudad; en ese sector seguían los nidos, fila tras fila, pero ni uno solo estaba en uso! En el sector ocupado era dable constatar el proceso de nidificación en todas sus etapas desde el arreglo de los pri­ meros huiros para formar un anillo de material fresco y blan­ do en la periferia de la taza, (material que se renueva en cada temporada en contraste con los conos truncados que forman la base y que se usan año tras año) hasta la presencia de picho­ nes ya bien crecidos. En la gran mayoría de los nidos había tres huevos o tres pichones, en tal vez un 2 0 % sólo dos, en muy contados casos 4 y en dos, o sea de gran excepción, 5. Como se ve por las fotografías (lámina aparte) los ocu­ pantes de la colonia nos hacían tan poco caso que poco faltaba, para tocarles con la mano y a medida que avanzábamos entre­ medio de las filas sólo las aves más cercadas salían de sus nidos, volviendo en seguida apenas habían pasado. Fué esta manifestación de extrema mansedumbre la que nos permitió observarlos tan de cerca y determinar sin posibilidad de equi­ vocación la presencia de ejemplares de Ph. albiventer y de Ph. atriceps y la proporción aproximada de uno y otro. Efectivamente la colonia se componía en su inmensa ma­ yoría del Cormorán de Las Malvinas (Ph. albiventer) con ejemplares aislados, que no pasarían del 1 al 2 % de la pobla­ ción total, del Cormorán imperial (Ph. atriceps atriceps), los que estaban anidando aquí y allá entremedio de la colonia co­ do a codo con sus parientes del Atlántico, sin segregación u otra distinción visible de ninguna especie. Los ejemplares de Ph. atriceps se distinguen en la época de postura y crianza por la presencia de una zona blanca en el lomo, de la que carece Ph. albiventer y en cualquier tiempo del año, con muy conta­ das excepciones, por diferencia en la distribución del blanco y negro en las mejillas y región ocular. En Ph. albiventer el negro de la cabeza se junta con el blanco de la garganta fo r­ mando una línea horizontal que atraviesa las mejillas y re­ mata a la altura de la comisura de las mandíbulas; en cambio en Ph. atriceps el blanco sube en forma de arco a los lados de la cabeza y de los ojos, baja en línea casi vertical hasta la co­ misura. En tamaño no hay ninguna diferencia; de 4 ejempla­ res, 2 de cada especie, cazados para fines de comparaciones de-


N O TAS SO BRE AVES .DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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talladas, uno de cada especie pesaba 5 lbs. 14 ozs. y los otros dos 5 lbs. 10 ozs. Todos estos 4 ejemplares, cazados a las 9 A. M., resultaron ser machos, lo que hace pensar que proba­ blemente las hembras incuban durante la noche y se cambian ^ con los machos por la mañana para ir a buscar comida. ..., La colonia obtenía su alimento y también el material para­ la periferia de los nidos, no del lago, sino del agua salada de' Los Estrechos de Magallanes y de la Bahía de Porvenir, situa­ dos a 2 y 20 kms., respectivamente. De unas lomas entre el lago y Los Estrechos era interesante observar el continuo ir y venir de las aves en grupos de número variable y notar como, de regreso a la isla, siempre se esforzaban para ganar altura , antes de hacer la travesía de la franja de terreno firme oue les separaba del lago. El objeto de ésto era evitar que las Ga­ viotas salteadores (Catharacta skva chilensis) que se mante­ nían a la expectativa pudiera natacarles con éxito y obligarles a vomitar el alimento que llevaban a su cría. En vuelo hacia Los Estrechos, en cambio, volaban a baja altura sin preocu­ parte mayormente del “ Bandido” predatorio que les asechaba.

ORDEN STRIGIFOIRMES: RAPACES NOCTURNAS FAMILIA TYTONlDAE

69.— Tyt.o alba tuidara J. E. Grav

Lechuzas

Lechuza blanca

Se encuentra en toda la región y es residente. Vimos una entre las vigas del techo de la gran draga abandonada de Baquedano y otra en una casucha deshabitada de Caleta Josefina. FAMILIA STRIGIDAE

Buhos, Pequenes, etc.

70.— Speotyto cunicularia cunicularia Molina

Buhos, Peque­ nes, etc. Pequén

' Es muy escaso pero conocido de los estancieros del Norte de Tierra del Fuego. En el Continente ya es más frecuente, lo que se explica p o f: su marcada preferencia por pampas secas. Olrog lo observó en Magallanes (Cabeza del M ar). El señor Carnegie Ross nos informa que hace unos 20 años atrás cuan­ do él vivía en Tierra del Fuego era muy abundante en la isla. No sabemos a qué atribuir un descenso tan notable en la po­ blación.


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71.— Glo.ucidium nanurn King

Chuncho común

Es común y conocido en todas las regiones boscosas. Nos­ otros lo vimos solo en el cañadón de Cameron y en Bahía Fox en Isla Dawson, pero eso no es de extrañar tratándose de un ave que se deja ver tan poco. 72.— Asió flammeus suinda Viellot

Nuco

Es más común que en Chile central, lo que se explica por la mayor extensión de regiones planas que presentan sitios apropiados con pantanos y pajonales y además por la enorme abundancia de roedores. Los estancieros escoceses le dan un nombre muy bien puesto “ cat face owl” o “ lechuza cara de gato” .

ORDEN FALCONIFORM ES: RAPACES DIURNAS FA M IL IA C ATH ARTID AE

Buitres del Nuevo Mundo

73.— Vultur gryphus Linnaeus

Cóndor

Vimos un solo ejemplar en Río Zapata (Tierra del Fue­ go). Es ave escasa pero nos informaron que era mucho más común en las cordilleras del Sur de la isla y de Ultima Espe­ ranza. Nos aseguraron que una pareja anidaba todos los años en un cerro alto detrás de la Estancia La Vicuña. 74.— Cathartes aura jota Fraser

Jote

Mucho menos abundante que en el resto del país. En Ul­ tima Esperanza vimos uno que otro. En la isla grande de Tie­ rra del Fuego uno solo, pero en la Isla Dawson era más fre­ cuente verlo, pero en modo alguno abundante. Atribuimos la escasez del Jote a la intensa competencia vital que sufre de parte del Traro, de la Gaviota dominicana y del Skua, que allá se alimentan en gran parte de carroña. Ollrog lo anota como muv abundante en los bosques abiertos y en la costa austral y oeste de Tierra del Fuego. FAMILIA ACCIPITRIDAE

Aguilas, Aguiluchos, etc.

75.— Geranoctus melanoleucus australis Swann

Aguila

Es residente y algo común en Tierra del Fuego. En el Con-


N O TAS SO BRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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tinente la vimos sólo en las cercanías de Morro Chico, donde revoloteaban dos ejemplares. En Caleta Josefina se encontró un nido listo para poner. También vimos a una bella pareja adulta en Río Grande. 76.

Buteo p. poliosoma Quoy y Gaimard

Aguilucho común

Es el más abundante de los Accipitridae de Tierra del Fuego y Magallanes y ave típica de esas regiones. 77.

Buteo ventralis Gould

Aguilucho de cola rojiza

A fines de Diciembre de 1945 vimos un bello ejemplar de este Aguilucho posado inmóvil en un palo seco, que en segui­ da y mientras lo mirábamos persiguió a una pareja de Pa­ tos barreros, Anas f. flavirostus, que alzaron el vuelo de una lagunita situada cerca de Hotel Rubens en Ultima Esperanza. Los Patos, amenazados de muerte, viraron bruscamente y ga­ naron el abrigo de un bosque, volando entremedio de los tron­ cos con gran velocidad y destreza. El Aguilucho trató de se­ guirlos, pero ante el inminente peligro de estrellarse contra, algún tronco tuvo que desistir. En Noviembre de 1952 vimos en varias ocasiones una pa­ reja que revoloteaba en una laguna cercana a Caleta Josefina. Llamaban la atención por su gran tamaño, al extremo que al principio pensamos que se tratara de Aguilas jóvenes por su coloración obscura. El 28 del mismo mes tuvimos la suerte de ver dos ejem­ plares que pasaron volando al atardecer en las cercanías de' Cabo Boquerón (Tierra del Fuego) uno de ellos llevaba un pequeño roedor en las garras, lo que permite suponer que en esa fecha ya tenían pollos. Estos son los primeros datos oue se conocen sobre la pre­ sencia de esta preciosa rapaz en Tierra del Fuego. Hasta en­ tonces aparte de los ejemplares canturados en las provincias de Valdivia. Cautín, Malleco y Ñuble, sólo había sido señalado en Ultima Esperanza y Santa Cruz, Argentina. 78.— Accipiter chilensis Philippi y Landbeck

Peuquito

Se vieron dos en Río Rubens, uno en Estancia Camerón y otro en la Isla Dawson. 7 9 .— Circus

cinereus Viellot

Vari

Es residente y muy común en Tierra del Fuego y tam-


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bién en el Continente, sobre todo en las pampas cercanas a. lagunas o en sitios pantanosos. FAMILIA FALCONIDAE

Halcones, Tiuques, etc.

80 . Falco /. c. fusco^coerulescens Viellot

Halcón perdiguero

Escaso, pero dé amplia distribución en todo el país. Vimos un ejemplar cerca de Río Rusphen, otro a orillas del Río Gran­ de y un tercero cerca de las casas de Puerto H am s, Isla Dawson. 81.—- Falco sparveriús cinnamominus Swanison

Cernícalo

Algo escaso en todas las regiones recorridas. Ollrog lo en­ cuentra común. Sólo en Río Paine y Natales era corriente. 82.— Milvago chimango temucoensis W. L. Sclater

Tiuque dél. Sur

Es bastante común aunque mucho menos que en la zona central. Ejemplares cazados por nosotros en Catnerón y en Isla Dawson eran típicos temucoensis, no asi un ejemplar capturado cerca de Bahía Inútil que era de coloración clara e indistin­ guible de M. ch. chimango. A juicio nuestro el problema de las dos razas de Tiuque no es nada claro. En nuestro Museo Nacional de Historia Naturál hay una serie de 6 Tiuques capturados en Coyhaique (Aysen) que son típicos Ch. chimango. Nos asalta la sospecha de que los Tiuques claros (M. ch. chimango) sean de zonas secas y los oscuros (M. ch. temucoensis) de zonas húmedas. Así en la cordillera de Ñuble, zona muy húmeda los Tiuques son temucoensis, pero en el Valle central cerca de Chillan son M. chimango chirriafigo. Esta hipótesis por supuesto se resol­ ........ * verá capturando gran número de ejemplares. ' Por otra parte llama fuertemente la atención el enorme tamaño de los únicos huevos del Tiuque que tenemos de Tie­ rra del Fuego, una nidada de tres encontrados por la señora Mary Maclennan en un nido en el suelo bien escondido entre 1 el pasto cerca del Campamento La Punta, estancia Gente Gran­ de. Estos huevos miden 49.3 x 38.9; 47.5 x 38.6 y 47.4 x 38.4 mm., lo que compara con los siguientes promedios de largas series de huevos de las dos razas corrientemente reconocidas. M. ch. chimangos promedio 44.1 x 35.4 con máx. 46.3 x 36.7 y


N OTAS SO BRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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min. 42.3 x 33.9 mm. M. ch. temucoensis (de Angol) : promedio 44.8 x 36.7 con máx. de 46.5 x 38.8 y min. de 42.8 x 32.9 mm. Estas medidas dan lugar a una fuerte presunción que la po­ blación de la isla debe ser considerada como subespecie dis­ tinta, pero naturalmente faltaría mucho más material compa­ rativo antes de poder afirmarlo positivamente. 83.— Phalcoboenus albogularis Gould

Tiuque cordillerano del Sur

Es característico de la zona de los bosques. Nosotros vimos un solo ejemplar en Puerto del Medio (Estancia Camerón). Es conocido por todos los habitantes de esas repiones. Común en el Continente (primer viaje). Segundo viaje escaso en Tierra del Fuego. 84.— Polybonis p. plancus Miller

Traro (Carancho)

Ave muy abundante y quizás una de las más caracterís­ ticas de Patagonia y Tierra del Fuego. Prácticamente se la en­ cuentra en todas partes, ya revoloteando o comiendo carroña o atacando aves, conejos y aún ovejas. Es residente todo el año en esas regiones. Es profundamente odiada por los ganaderos ñor los per­ juicios que causa en las ovejas. Con cobardía y villanía increí­ bles ataca sólo a los animales enfermos o accidentados. En ■ñocos minutos les saca los ojos y le come la lengua y labios. En época de parición no se limita a comer las placentas, sino ataca a los corderos neonatos, aprovechando la incapacidad de defensa de las madres. En ocasiones ataca los genitales de las hembras para destruirlos y causar la muerte de sus víctimas. Es ave cobarde y sumamente cruel. En Gente Grande nos tocó ver en dos ocasiones la forma como actúa. Cazamos un paviotín austral ( Gabianus scorcsbii) que cayó vivo y con un ala quebrada tras un cerco de alambres. En minutos apareció un Traro y atacó a la Gaviota herida y de un picotazo la hirió gravemente. En la demora nuestra para pasar el cerco ya la te­ nía muy lesionada y nos detuvimos a observar el repugnante espectáculo. El Traro atacaba siempre escogiendo hacerlo por detrás dando un picotón en cualquier sitio, inmediatamente huía y se colocaba a unos tres metros de distancia para volver al ataque en cuanto la Gaviota se descuidaba. Así en corto lapso de tiempo la mató y comenzó a comerla. Igual cosa sucedió poco rato después con un Queltegüe (Belonopterus chiten sisfretensis) que también cayó herido por un disparo nuestro. En la demora para poder capturar, pues el ave se alejó corriendo, fué destrozado.


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A falta de árboles altos en la región norte de la Isla, el Traro construye su nido en las copas del “ Calafate” , espinos u otros arbustos; más aún en Estancia Camerón encontramos un nido abandonado con un solo huevo en un arbusto que so­ bresalía de un costado de una duna de arena. En la segunda quincena de Noviembre encontramos nidos terminados, pero njnguno con huevos que seguramente serían puesto en los primeros días de Diciembre. Es evidente que el Traro usa el mismo nido año tras año, aumentando poco a poco la cantidad de palitos, lana de ovejas, etc., hasta que al fin se forma una estructura considerable que se destaca desde gran distancia. ORDEN COLUMBIFORMES FAMILIA COLUMBIDAE

PALOMAS Y TORTOLAS

J

Palomas, Torcazas y Tórtolas

85.— Zenaidura auriculata auriculata Des Mur's Tórtola común Ló vimos en pequeñas bandadas en Río Rubens y en ma­ yor abundancia en Rio Paine, especialmente eñ los llanos. En Tierra del Fuego la vimos en regular abundancia en la que­ brada Campamento Calafate - Caleta Josefina, y encontramos dos nidos con pichones. Este hallazgo comnrueba su nidificación en'Tierra del Fueg-o y contradice los informes anteriores de que su presencia en está isla era sólo' accidental.

ORDEN PSITTACIFORMES FAMILIA PSITTACIDAE 8 6 .—

LOROS, GUACAMAYOS, ETC. Loros

Muc.rosittace ferruginea ferruginea P. L! S. Müller iCatíta austral

En ambos viajes oímos su grito destemplado y bullicioso en toda la foresta vieja en Patagonia y Tierra dei Fuego. Esta especie es abundante en los alrededores de Rubens y en el distrito del Río Paine, pero la encontramos sólo en re­ ducido número en los bosques orillando el camino de Estancia Camerón a Vicuña, tal vez porque en esta época la mayor par­ te de la población se retira al pie de las cordilleras para anidar.


N O TAS SOBRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

ORDEN PICIFORMES

CARPINTEROS, TUCANES, ETC.

FAMILIA PICIDAE

87.— Ipocrantor magellanicus King

Carpinteros y Pitigües

Carpintero negro

Nuestros viajes a la zona austral nos brindaron la.opor­ tunidad de observar de cerca a esta hermosa y gallarda ave característica y sin duda originaria de la floresta sureña, en Río Paine, Estancia Cameron de Tierra del Fuego y especial­ mente en la isla Dawson, punto este último donde se presenta todavía casi numeroso y donde a fines de Noviembre de 1952 nos dedicamos de lleno a la búsqueda de un nido habitado. A l lado de Puerto Harris, en unos bosques vírgenes en­ tremezclados con renuevos, encontramos lo que necesitábamos, — un hoyo liso y simétrico con señales de perforación reciente, en un palo de roble a unos 12 metros del suelo. Al golpear en el tronco apareció casi de inmediato el mo­ ño y cabeza negros de la hembra: miró a su alrededor, se lan­ zó al espacio y desapareció con el vuelo fuertemente ondulado1 característico de los Carpinteros. El macho no se hizo esperar, pues llegó a los pocos momentos con un gran gusano en el pico; subió al hoyo, miró adentro dos o tres veces como si estuviera, tratando de explicarse la ausencia de la hembra y se metió por entero adentro para reaparecer en seguida sin el gusano, y lueeo alejarse al vuelo. En menos de 5 minutos volvió a aparecer, esta vez sin el gusano; subió al hoyo por el tronco, miró adentro, a su alre­ dedor, otra vez adentro y nuevamente se alejó sin haber en­ trado al nido. A ’ los 3 minutos volvió de nuevo, repitió la misma serio de movimientos, pero esta vez en lugar de irse desapareció al interior del hoyo. Quedamos esperando sin que se produjera novedad alguna por espacio de 20 minutos. De repente el grito de llamada de un Carpintero negro llegó débilmente a nuestros, oídos desde la lejana distancia; en ese mismo instante apare­ ció el moño rojo en la entrada del hoyo, luego el cuerpo del ave y antes que nos diéramos plena cuenta ya estaba en vuelo en dirección a la llamada. Como el árbol carecía de ramas y era demasiado grueso •para ser escalado con impunidad a nuestra edad, tuvimos oue regresar a Puerto Harris y pedir ayuda del Administrador de la estancia, Mr. Kenneth Morrison, hombre muy experimen­ tado en este orden de cosas que luego de haber escogido a dos chilotes, escaleras y cordeles, dirigió personalmente la manio­ bra.


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Tras grandes dificultades y esfuerzos uno de los chilotes alcanzó a llegar frente al hoyo, pero al lado inverso del tronco, desde donde apenas pudo tocar la entrada con la punta de los dedcs. Trató en seguida de abrirse paso hasta el hoyo cortan­ do con hacha desde el lado superior del tronco o rama, pero sin resultado debido al gran grosor y firmeza de éste. Finalmente; su compañero, aprovechando su mayor estatura, se colocó en posición de mirar al interior del hoyo, pero aunque no pudo» ver nada, sintió los gritos de los pichones y confirmó su pre­ sencia metiendo un palo suavemente hasta la cavidad propia­ mente dicha del nido a unos 30 cms. más bajo. A sí terminó nuestra tercera tentativa de obtener una nidada de huevos del Carpintero negro. Al día siguiente, preocupados por la suerte de los picho­ nes después de nuestras prolongadas maniobras, volvimos al sitio para encontrar a los padres entregados por entero a la tarea de buscar v llevar gusanos a su cría, como si nada hu­ biese pasado el día anterior. 8 8 .—

Colaptes pitius Molina

Pitigüe común

Visto sólo en el Continente en los alrededores de Río Rubens y en campos abiertos de la región de Paine, donde era algo común. 89.— Dyctiopicus lignarius Molina

Carpintero chico

Debe ser muy escaso, pues en los dos viajes vimos a un solo ejemplar, en los bosques cercanos a Río Rubens.

ORDEN PASSERIFORMES FAMILIA TURDIDAE

90.— Tvrdus falklandii magellanicus Kin

PAJARILLOS Zorzales

Zorzal común

Común en las regiones de bosques chicos y lomas cubier­ tas con arbustos tanto en Magallanes como en la Isla. Se oyen sus notas de alarma en la vegetación y árboles orillando los ríos y en los faldeos de las quebradas y potreros. Encontramos que en la zona austral esta ave es mucho más mansa que en la Zona central y nos llamó bastante la aten­ ción descubrir un nido a orillas del Río Grande entremedio, del pasto largo, en el suelo, un sitio más apropiado para nido de Loica. Tenía al 2 2 de Noviembre tres huevos a medio incu-


NOTAS SO BRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

FAMILIA TROGLODYTIDAE

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Chercanes

91.— Troglodytes musculus chilensis Lesson

Chercán común

Esta avecita es bastante común en todas las regiones hú­ medas y semi4iúmedas tanto en la Isla como en Magallanes continental. Su alegre cantito se deja oír en las quebradas protegidas y en los bosques chicos. En el segundo viaje encontramos un nido con 6 huevos frescos en una cueva excavada en un ba­ rranco de greda que antes formaba una de las murallas de un campamento de indios al lado del Lago Turbio — Estancia Gen­ te Grande. 92.— Cistothorus platensis hornensis Lesson

Chercán de las Vegas

Algo escaso tanto en la Isla como en terreno continental, pero abunda en la pequeña isla de Los 'Cisnes frente a Puerto Natales. En Tierra del Fuego la vimos solamente en los pastos lar­ gos a orilla de un pantano al interior de Estancia Cameron y en la isla flotante de Caleta Josefina donde fotografiamos el nido y huevos del Cisne coscoroba. A nuestro paso hacia este» nido estas pequeñas avecitas saltaban a cada rato volando unos cuantos metros para enseguida esconderse de nuevo entre las marañas de pasto tosco y plantas acuáticas. FAMILIA MOTACILLIDAE

í>3.— Anthus carrendera chilensis Lesson

Bailarines chicos

Bailarín chico común

Común en todas las partes que acostumbra frecuentar, o sea en los llanos y potreros abiertos; el único nido encontra­ do fué en la isla Dawson el 2 de Diciembre cuando pasábamos a caballo por un potrero pastado muy pantanoso. El ave sa­ lió sorpresivamente y cuando bajamos vimos el nido con 4 huevos que resultaron semi-incubados. FAMILIA HIRUNDINIDAE 94

Golondrinas

__Pygochelidon cyanoleuca patagónica Lafresnaye y y D’Orbigny Golondrina de rabadilla negra

Común tanto en el territorio de Magallanes como en las Islas de Tierro del Fuego y Dawson. En Caleta Josefina en­ contramos un nido con huevos en un hoyo de un acantilado.


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95.— Irodoprogne leucopyga Meyen

Golondrina de rabadilla

blanca En el primer viaje encontramos a ©sta Golondrina en abundancia en el Continente, especialmente ert Río Rubens, donde estaba anidando, pero en Tierra del Fuego la vimos sólo en Estancia Camerón y aún allí en número muy reducido. En cambio en el segundo viaje se veía relativamente común desde Caleta Josefina al Sur, pero no en la parte norte de la isla. FAMILIA FRINGILLIDAE

96.— Phrygilus patagonicus Lowe

Fringilinos

Fringilo chanchito

Frecuenta los faldeos abrigados y pequeños barrancos con vegetación tupida, de preferencia cerca de esteros o partes hú­ medos. En el primer viaje encontramos a principios de Enero un nido con 5 huevos frescos en una mata de calafate cerca del .río en Estancia Camerón, y en el segundo con fecha 28 de Noviembre, otro con 3 pichones también en un calafate, a» orillas de la bahía de Porvenir. 97.— Phrygilus gavi caniceps Burmeister

Fringilo cordillerano austral

En la isla de Tierra del Fuego encontramos a esta raza austral de Phrygilus gavi en regular abundancia habitando los mismos parajes que Phrygilus patagonicus del cual es casi im­ posible distinguirlo sin tener ejemplares en la mano. Los ma­ chos carecen del color castaño y en el dorso y en las hem­ bras el amarillo del pecho carece del tinte verdoso que se nota en Ph. patagonicus, aproximándose más bien al color naranja. 98.— Phrygilus unicolor unicolor Lafresnaye y D. Orbigny Fringilo plomo En la última semana de Diciembre de 1945 vimos a un solo ejemplar en el faldeo de un cerro pastado un poco al Nor­ te de la Estancia Río Paine. 99.— Melanodera xanthogramma barrosi Chapman Yal cordillerano De esta especie vimos un solo ejemplar en las llanuras cubiertas de arbustos en la Estancia Gente Grande al lado del


NOTAS SO BRE AVES DE M AGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

Estrecho. Se distingue del Yay gra debajo del pico que da la ahora esta especie había sido nental, pero no en Tierra del

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común por la gran mancha ne­ impresión de una barba. Hasta observada en Magallanes conti­ Fuego.

100.— Melanodera melanodera princetoniana Scott

Yal austral

En el primer viaje (Enero) divisamos una que otra pare­ ja de estas vistosas avecitas alimentándose en el pasto al lado de los caminos entre Porvenir y Estancia Grande (costa N. O. de la Isla), pero sin encontrar nidos. En Noviembre de 1Ü52 vimos sólo tres parejas en Es­ tancia Gente Grande pero en los potreros pastados; en Ca­ leta Josefina era relativamente abundante. Al lado de la huella que conduce a Porvenir vimos pe­ queñas bandadas, llamando mucho la atención los machos en su plumaje gris obscuro y grandes manchas de amarillo en las alas y en la cola que al volar les daba el aspecto de un cana­ rio. Era evidente que aún no habían empezado a poner. 101.— Zonotrichia copensis australis Latham

Chincol austral

iComún tanto en el Continente como en las islas de Tierra del Fuego y Dawson, aunque no tan abundante como lo es la raza aíin en las provincias centrales . Encontramos nidos con huevos en Noviembre en Estancia Gente Grande y en Sección Sarita: estaban en el suelo entre el pasto y cerca de las casas de administración. 102.— Spinns barbatus Molin

Jilguero común

Es común en la Isla y en el territorio continental magallánico: su cantito alegre se deja sentir a orillas de los peque­ ños bosques y parajes forestados. En el primer viaje encontramos en un bosque de Boque­ rón un nido con huevos frescos y en el segundo, vimos varia» parejas en las orillas boscosas de riachuelos en Campamento Calafate (Caleta Josefina) y en Estancia Camerón, pero era demasiado temprano para nidos. 103.— Sicalis lebruni Oustalet

Chirigüe austral

Esta, la especie más austral de los Chirigües, prefiere los campos abiertos con pequeños barrancos y no es de ninguna manera abundante. En Tierra del Fuego localizamos sólo a una que otra pareja aislada cerca de la costa en Gente Grande,


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Bahía Felipe, Río Side, Caleta Josefina y principalmente en. los alrededores de Porvenir. Habiendo encontrado un nido con pollitos el 9 de Enero de 1946 en un hoyo en una cantera muy cerca a este Pueblo ( “ Aves de Chile” - Vol. I p. 341) tuvimos especial cuidado en volver al mismo barranco al encontrarnos de nuevo en Por­ venir el 25 de Noviembre de 1952. Esta vez no había ni seña­ les de los Chirigües, pero al poco tiempo divisamos a un macho' posado en la orilla de una gran cantera de donde sacaban con­ chuda para los caminos. Al día siguiente comprobamos que un par de Chirigüe» acostumbraba refugiarse del fuerte viento en el fondo de esta cantera, asoleándose allí mientras comían semillas; el macho con su pecho amarillo limón reluciente y la hembra en traje sobrio armonizaban perfectamente con la conchuela y piedrecilla de­ jándose oír de cuando en cuando su canto trinado muy agrada­ ble. Mirándolos con anteojos, notamos que la hembra se paró dos veces a la entrada de un hoyo en la parte alta del barranco, pero sin entrar adentro. Al día siguiente al acercarnos silenciosamente tuvimos la satisfacción de ver salir a la hembra del hoyo, creyendo se­ guro que por fin habíamos logrado localizar un nido con hue­ vos de este Chirigüe cuya presencia en territorio chileno fué establecida por Drimera vez con ocasión de nuestro viaje an­ terior a la isla. La tarea de abrir el hoyo fué bastante difícil por su misma ubicación; y cuando finalmente alcanzamos has­ ta el fondo, resultó que el nido estaba terminado pero la hem­ bra aún no había comenzado a poner. La vez anterior había­ mos llegado demasiado tarde y ahora, siete años después, de­ masiado temprano. FAMILIA PLOCEIDAE

104.— Passer demesticus domesticus Linnaeus

Tejedores

Gorrión

Tanto en Magallanes como en Tierra del Fue<?o el Gorrión se encuentra en abundancia, pero solo en las cercanías de los edificios y galpones de las estancias. ,,En Estancia Camerón estaba anidando al estilo del “ Choroy o del ‘Carpintero” o sea en hoyos de árboles secos bor­ deando un bosque muy cerca de la casa del administrador.


NOTAS SOBRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

FAMILIA ICTERIDAE

105.— Notiopsar curaeus curaeus Molina

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Tordos, loicas, etc.

Tordo común

(Lo vimos en la última semana de Diciembre en Rio Rubens, Puerto Natales, Lago Toro y Estancia Río Paine, pero pare­ cía poco abundante. 106.— Notiopsar curaeus reynoldsi W. L. Sclater Tordo de Tiera del Fuego En Tierra del Fuego vimos este Tordo en todas las regio­ nes húmedas y boscosas que visitamos. Se encuentra de pre­ ferencia en las laderas de las quebradas protegidas del vien­ to y frecuentan los arbustos y árboles chicos: si la quebrada’ está dotada con un riachuelo tanto mejor. En el primer viaje encontramos adultos y aves jóvenes, recién salidas de sus nidos, mientras que en nuestra reciente visita hallamos un nido listo para la postura en un espeso ma­ torral cerca de la casa administración en Estancia Camerón. El Tordo de Tierra del Fuego ha sido separado en súbespecie por ser de tamaño notablemente mayor que la raza tíni­ ca que habita Chile continental desde Atacama hasta los Es­ trechos de Magallanes. 107.— Pezites militaris militaris Linnaeus

Loica chilena

Habita en regular número en todos los terrenos abiertos pastados, tanto en Magallanes como en Tierra del Fuego. En Noviembre de 1952 encontramos un nido con pichones en te­ rreno pantanoso cerca del Río Zapata, Estancia Camerón. El Sr. Spooner informa que pasa todo el año en la Isla y que el invierno llama más la atención, pues las aves se juntan en bandadas. FAMILIA TYRANNIDAE

108.— Xolmis pyrope pyrope Kittlitz

Cazamoscas

Diucón común

Escaso en la región de los Ríos Rubens y Paine en terreno continental. En la Isla vimos poquísimos ejemplares, en la que­ brada boscosa de la Estancia Camerón e igual escasez se notó en la Isla Dawson.


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109.— Muscisaxicola albilora Lafresnaye

Dormilona de Nuca castaña

También escaso y visto solamente en unos cerros altos de la Estancia Río Paine; sin embargo tuvimos la suerte de encontrar un nido con huevos en la última semana de Diciem­ bre en una gruta entre jrrandes rocas. La hembra salió del nido permitiendo una identificación segura. 110.— Muscisaxicola maculirostris maculirosti~is Lafresnaye y D’Orbigny Dormilona chica T

En nuestro primer viaje fué observado en la región del Río Paine pero en ninguna otra parte. Esta observación ex­ tiende su zona de distribución hasta el territorio de Magalla­ nes, pues hasta ahora se conoce sólo hasta Aysen. 111.— Muscisaxicola macloviana mentális Lafresnaye y D’ Orbigny Dormilona tontito Esperábamos encontrar esta cazamoscas en toda la zona Magallánica, pero la vimos sólo al final del segundo viaje en la Isla Dawson, donde se presentaba en regular número en lo» potreros detrás _de la casa administración del Puerto Harris. En este sitio tuvimos a tres parejas bajo observación por espacio de varias horas y teníamos confianza que íbamos p. encontrar por lo menos un nido. Sin embargo no tuvimos nin­ gún éxito y llegamos a la conclusión oue por lo menos en esta _región no iban a poner hasta mediados o fines de Diciembre. 1 1 2 .—

Muscisaxicola capistrata Burmeister

Dormilona rufa

Es sin duda el Cazamosca más común en la isla de Tierra del Fuego, pero en el Continente no la vimos. En nuestro primer viaje fué evidente que ya había termi­ nado de anidar y sólo encontramos un nido con huevos aban­ donados, pero en el segundo tuvimos la satisfacción de encona trar vanos nidos. En la Estancia Gente Grande para sorpresa nuestra encon­ tramos un nido al fondo de una cueva de coneio. Esta cueva estaba en un faldeo suave cubierto de pasto corto y nos distra­ jo la atención ver a una Cazamosca de esta especie que se man­ tenía estacionaria en el aire enfrentando el fuerte viento a ma-


N Q TAfl aOBRE AVES DE M AGALLANES Y TIE R R A DEL PÜEGO

aparecerUn halCÓn en miniatura, Para de repente caer y des-

c u ^ V T ^ f r n° S dÍmo® cuenta aue se había metido en la w + ^ ’ n construldo con abundante forro de plumas tema tres huevos muy incubados. juinas, V11 , A l retlrarnos, el ave preocupada repitió varias veces su, vuelo de equilibrio antes de calmarse y dejarse caer de nuevo s Jft cu€va. 113.— Leésonia rufa rufa Gmelin

Colegial común

De las aves chicas el Colegial es el ave más común en Tie­ rra del Fuego y Magallanes, encontrándose siempre en terre­ nos abiertos cerca de pantanos, terrenos húmedos, ríos o pla­ yas. En Noviembre estaba en nlena nidificación v encontramos nidos en los más variados sitios; algunos en los costados y protegidos de barrancos, pero otros en vegas peladas barridas por los fuertes vientos, estos últimos, colocados en una depre­ sión en el suelo, como ser en la honda pisada de un caballo. Según la estadística del Sr. Spooner, los machos de esta especie llegan a la Isla antes que las hembras. 114.— Spizitomis panilus lippus Wetmore

Cachudito austral

Esta avecita se encuentra en regular número en las que­ bradas protegidas que atraviesan los campos de Magallanes y Tierra del Fuego. Prefiere las laderas de las lomas suaves cubiertas de pe­ queños arbustos, calafate, etc., entremezcladas con arbolitos. En Estancia Camerón, a fines de Noviembre de 1952, una pa­ reja de Cachuditas parecía jugar a las escondidas con nosotros a pocos metros de distancia entre las tupidas matas, pero pese a todos nuestros esfuerzos no encontramos señales de nido: igual experiencia habíamos tenido pocos días antes en Campa­ mento Calafate de Caleta Josefina. Como en la zona central, el Cachudito pone muy temprano' (Agosto) es de presumir que estas parejas de la raza austral ya habían sacado su cría y se preparaban para una segunda postura, pues no iban acompañadas de aves del año. 115.— Colorhamphus parvirostris Darwin

Viudita

De referencias de Reynolds y otros esperábamos poder es­ tudiar la nidificación de esta pequeña Cazamoscas durante nues­ tros viajes a la zona austral; pero lo encontramos tan escaso


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R . A. PH ILIPPI, A. W . JOHNSON, J. D. Q O O D A LL T F. BKHN.

que luego nos desilusionamos. En el Continente oímos su sil­ bido finito y triste — de allí su nombre de “ Viudita” —; sólo dos veces: la primera en Río Rubens y la segunda en Estancia Río Paine. En Tierra del Fuego ni lo oímos ni lo vimos en ninguna parte. 116.— Elaenia albiceps chilensis Hellmayr

Fio-fio chileno

Muy común en todas las regiones boscosas de Magallanes continental y Tierra del Fuego, donde su silbido inconfundible parece acentuar aún más la soledad de esos frondosos parajes. Entre varios nidos encontrados, el más interesante era uno con 3 huevos frescos a 3 mts. del suelo en un arbolito cubierto con lianas al borde del Río Grande (Estancia Camerón) con fech? 22 de Noviembre de 1952. Lue.aró después de encontrarlo, cayó granizo y en seguida nevó copiosamente. Llama la atención que una avecita tan fráeril que pasa el invierno én el clima tropical de la cuenca del Amazonas vaya tan lejos y a climas tan crudos para anidar y criar su prole. 117.— Neoxolmis rufiventris Vieillot

(Cazamoscas chocolate

No hay duda que.es ave sumamente escasa en Tierra del Fuego y no hemos tenido ocasión de estudiarlo de cerca en vida. En el primer viaie nno de nosotros tuvo la suerte de cazar un ejemplar casi a ciegas en medio de un temporal de viento y tierra r>n el Río Side (cerca de Bahía Felipe - Tierra del Fuego). No vimos a ningún otro. El Sr. Spooner nos informa que, a su juicio, se encuentra entre las aves más raras y esqui­ vas de la Isla, habiendo visto él solo unos pocos ejemplares en los muchos años que reside allá. FAMILIA FURNARIIDAE

Churretes, mineros, etc.

118.— Cinclodes patagonicus patagonicus Gmelin

Churrete del Sur

. Relativamente común en Tierra del Fuego; se encuentra siempre cerca del agua, sea del mar, sea de lagunas o riachueEncontramos nuestro primer nido de esta especie en Cam­ pamento Calafate (Caleta Josefina), el 16 de Noviembre de


N O TAS SO B E S AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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1952 ; al penetrar en una chocita deshabitada pegada al cerro, salió el Churrete de un hueco en la muralla cerca del techo; allí adentro estaba el nido muy bien hecho con abundante pastitos secos y dos huevos de postura reciente. Divisamos otras parejas en Estancia iCameron (Bahía Inú­ til) que buscaban su alimento en los corrales de animales en la playa de embarque. También es común y encontramos nidos en la Isla Dawson. 119.— Cinclodes fuscus fuscus Vieillot

Churrete acanelado

Es sin duda, el más abundante de esta familia en la región austral. Muy común en la costa norte y zona central de Tierra1 del Fuego; lo vimos constantemente en las orillas de ríos, pan­ tanos y lagunas. Debido a su color deslavado y su vuelo rápido, puede con­ fundirse en el primer momento con el “ Minero” (Geositta). A pesar de ver a tantas parejas, no encontramos nidos con huevos. Es indudable que anida temprano, pues con fecha 23 de No­ viembre de 1952, ubicamos un nido en una torre abandonada en la playa de Porvenir con polluelos listos para volar. 120.— Cinclodes oustaleti hornensis Dabbene

Churrete chico del Sur.

Vimos a esta subespecie sólo en la Isla Dawson. En Bahía F ox un ejemplar salió de las raíces descubiertas de un árbol, juntándose en seguida con su pareja. Estábamos seguros que había salido del nido, pero no había nada y con la búsqueda perdimos la ocasión de cazarlo. 121__ Geossita cunicularia cunicularia Vieillot 122.— Geossita antarctica Landbeck

Minero Argentino Minero austral

Estas dos especies se encuentran de preferencia en las zo­ nas áridas y arenosas de Magallanes continental y Tierra del. Fuego. En la isla mucho más húmeda de Dawson no las vimos. Mimetizan perfectamente con el ambiente y al atravesar los extensos campos en automóvil, levantan su vuelo elegante a cada momento, alegrando la monotonía del viaje. Frecuentan los caminos y huellas, atraídos seguramente ñor las semillas que allí se acumulan y ademas encuentran pe­ queños cortes y rellenos a propósito para abrigarse del viento y hacer sus cuevas de nidificación.


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R . A. PH ILIPPI, A. W. JOHNSON. J. D. O O O D A LL T V. BBHN.

Es evidente que estas cuevas y galerías subterráneas les sirven también de refugio contra el mal tiempo, pues en dos ocasiones vimos a un Minero desaparecer en un hoyo semejante comprobando después que no había señales de nido. Geositta antarctica se distingue de G. cunicularia por sil aspecto en general más deslavado, alas más largas y la ausen­ cia de la faja acanelada en las alas. En Estancia Gente Grande encontramos el 10 de Noviem­ bre de 1952, un nido de esta última especie con pollitos y una semana después otro con 3 huevos frescos en un barranquito gredoso al lado del camino entre Caleña Josefina y Ghina Creek. Hallamos un solo nido de G. antarctica el 26 de Noviembre de 1952 en una duna de arena al lado sur de la entrada a la bahía de Porvenir. En este caso para su identificación segura tuvimos que esperar más de media hora para que volviera el avecita y ya caía la noche cuando finalmente se acercó a la cue­ va. 123.—• Upacerthia dumetaria dumetaria Gedfroy

Bandurrilla del Sur

Esta ave es bastante escasa. En el primer viaje vimos uno solo en Tierra del Fuego y en el segundo uno de nosotros cazó un ejemplar en China Creek, parte central de la misma isla. 124.— Asthenes anthoides King

Canastero del Sur

Es un avecita relativamente común, pero sólo en ciertas re­ giones apropiadas a sus costumbres. En el primer viaje encontramos varias parejas en la vege­ tación tupida y espinuda de las lomas que rodean la Estancia Ekewern, viéndose muchos nidos viejos por el estilo de los A. pyrrholeuca sórdida en las matitas bajas, pero ninguno con huevos. En otra región, o sea, en las laderas que bordean el camino: que sube de China iCreek a Cerro Mac Pherson oímos los gritos trinados de varias parejas que se escondían entre el calafate y espesa maleza, pero fué imposible encontrar nidos. En cambio en un ambiente similar cerca de Porvenir, no oímos ni divisamos a un solo ejemplar. 125.— Aphastura spinicauda spinicauda Gmelin

Rayadito' común

Se encuentra distribuida en regular número en toda la zo­


N O TAS SOBRE AVES DE MAGALLANES Y TIE R R A DEL FUEGO

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na boscosa de la Isla y Magallanes continental. Es más común, que el Comesebo Grande (Pygarrhicus albo-gulwris) y sus notas de alarma tan bulliciosas se dejan oír a menudo rompiendo el silencio de la espesa floresta. El 24 de Noviembre de 1952 vimos a una pareja que entra­ ba y salía de una grieta en un tronco podrido, llevando alimen­ to a sus polluelos. 126.— Pygarrhicus albo-gularis King.

Comesebo grande

En el bosque austral es ave característica y algo común; en los campos abiertos no se encuentra. En un bosque vieio cerca del Río Zapata (Estancia Came­ ron) encontramos el 24 de Noviembre de 1952, un nido con 3 huevos en un árbol chico a 3 mts. del suelo: un hoyo taladrado; con perfecta simetría y con restos de la virutilla fresca en el suelo entre las hojas caídas. Al golpear suavemente el tronco, apareció la cabeza del pa­ jarito perfilada contra el fondo obscuro: encontrándose el tron­ co semipodrido fué cosa fácil abrir el hoyo y llegar al nido con sus huevos descansando sobre una camita de aserrín. FAMILIA RHTNOCRYPTIDAE

Turcas, Tapaculos, etc.

127.— Syctalopus magellanicus magellanicus Gmelin

Churrín del Sur

Esta avecita que es más chica aún que el Chercán, la en­ contramos escasa en Magallanes continental y Tierra del Fuego, pero relativamente abundante en la isla Dawson donde segu­ ramente el habitat del monte le brindaba condiciones más apro­ piadas. Pasa su vida cerca del suelo entre las sombras de los tron­ cos caídos y espesa vegetación de los bosques viejos. Es ave que rarísima vez se deja ver y si no fue.ra por sus notas de alarma y su canto que repite hasta el cansancio “ Patrás, pa-trás, pa-trás” , su presencia pasaría desapercibida.



BIBLIOGRAFIA CONSULTADA

Alexander, W. B.—Birds of the Ocean. Putnam’s Sons. New York, London, 1928. Bullock, D. S.—Las Aves de la Isla Mocha. Rev. Chil. Hist. Nat. Año X X X IV (1935), pp. 232-253. Crawshey, Richard—The Birds of Tierra del Fuego. Quarich & Co. London 1907. GoodaU, J. D., Johnson A. W. y Philippi-B., Dr. R. A.—Las Aves Aves de Chile, su conocimiento y.... Vol. I y IL Platt, Bs. Aires, 1946 v 1951. Hellmayr. C. E.—The Birds of Chile. Field Mus. Nat. Hist. ZooL Ser. VoL X IX . Jun. 1932. Laubmann, Alfred.—Wissenschaftliche Ergebnisse der Deutschen Gran Chaco Expedition. Vogel, 1930, p. 61. Murphy, Dr. Robert C.—Oceanic Birds of South America. Olrog, Cl. C.—Avifauna de Tierra del Fuego y Chile. Acta Zool. Lilloana, 1948. Tomo V., pp. 437-531. Reynolds, P. W.—Notes on the Birds of Snipe and Woodcock Islands in the Beagle Channel., The Ibis, 1932, pp. 34-39. Apuntes sobre Aves de Tierra del Fuego. El Horne­ ro, Vol. V, pp. 339-353, 1934. Notes on the Birds of Caipe Horn. The Ibis (13), 5, pp. 65-101, 1935. Trimble, Ruth.—Birds collected during two cruises of the “ Vagabondia” to the west coast of South America. Ann. Carnegie Mus. Vol. X X IX , 1943, pp. 409-441.



Fis 2.

Nido de Haematopus leucepodus, con la hembra rriusrta al lid i.



Fig. 4.

Huevo de Gabianus scoresbii.

I



Fig. G.

Nido y huevos de P h a la crocora x olivaceus horncnsĂ­s.



Fig. 8.

Nido descubierto e iluminado con espejo d i P yg a rrh icu s a lb o gu laris, encontrado en RĂ­o Zapata.



FÉ DE ER R A T A S

Debe decir:

Página

1*5

Vieillot

Viellot

15

22

Coues

Coves

—■

26

5

canquén

cauquen

28

27

sibilatrix

sibilatriz

31

30

Obrog

32

— —

Olrog

18

cayendo

calendo

33

10

(1951)

(151)

35

— 27-28

debe* suprimirs e

buhos, psquenes, etc.

10

Línea

Eli lugar de:

36

32

Geranoaetus

Geranoetus

37

12

flavirostris

flavirostus

39

10

Puesto

Puerto

44

— 18 y 21

•gayi

gavi

45

-r-

18

capensis

copensis

47

7

...

Tierra

Tiera



NUEVAS ESPECIES DE

P1EEIDAE (Lep. RhopaloceraJ

CHILE Y ARGENTINA MR

D r . EMILIO

EL

l ’ RETA

R.

B O L E T IN D E L MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL

N.o 4

T O M O X X VI. SANTIAGO DÉ CHILE.

19 5 5

DE



NUEVAS ESPECIES DE Pieridae

(Lep. Rhopalocera)

DE

CHILE Y ARGENTINA P or el Dr. EMILIO XJlRiETTA H. Jefe de la Sección de Entomología

La circunstancia de haber revisado la familia Pieridae, a raíz de habar recibido en nuestro Museo abundante material de ella, nos impulsa a crear un nuevo género, con un subgénero y tres especies nuevas, además de una subespecie del género Phulia H-Seh. Esta publicación va como preliminar a un trabajo nues­ tro que dentro de poco entrará en prensa y en el cual agrega­ m os numerosas especies nuevas de Lepidópteros de nuestro país, así como una lista de especies exóticas colectadas últi­ mamente en nuestro territorio. Adem ás de nuestras propias colectas, hemos contado con material del Sr. Luis Peña G., entomólogo cuyos viajes a tra­ vés de zonas inexploradas de nuestro país nos han revelado la presencia de numerosas especies nuevas. El Sr. Peña nos ha facilitado este valioso material para su estudio y es a él, a quien van nuestras primeras palabras de agradecimiento. T a m -, bién hemos contado para nuestro estudio con material de la valiosa colección del Sr. Sergio Barros V. y de las colecciones de los Sres. R odolfo Wagenkneoht H., Octavio Barros V. y Guillermo Heimlich. Para todos ellos vaya nuestro agradeci­ miento más sentido, también para mi primo Don Juan G. Rojas M., quien es un valioso colaborador de nuestro Museo en la zo­ na norte. Deseo igualmente expresar mi reconocimiento a mis ayudantes Sres. Gilberto Monsalve, que ha trabajado los geni­ tales que ilustran esta publicación; al profesor Sr. Humberto Mo'lina y al Sr. Osvaldo Segovia. Para los colores he adoptado el “ Atlas de los Colores” de C. y J. Vil'laJlobos, El Ateneo, Buenos Aires, Argentina, edición de 1947 y cuyos símbolos se encontrarán en las diagnosis, al lado y entre paréntesis, de los colores nombrados en form a corriente.


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EMTLTO

U RE TA

B.

Hypscchila n. g. Las espacies de este généro son de tamaño más pequeño crue Tatochila Btlr. Las alas anteriores tienen casi la form a de un triángulo equilátero y sus ángulos muy redondeados. Las posteriores, con la costa y los bordes externos y anal casi rec­ tos, con los ángulos m anifiestos, todo lo cual le da al ala un aspecto subrectangular. El color de las alas, en los machos, es blanco o am arillen­ to y con un m arcado briílo nacarado en la mitad basal de ellas. Las hembras son más amarillentas, algunas casi verdosas, y con menor brillo que el descrito en los machos. En todas las especies, el dibujo negco marginal se desplaza hacia el ápice anterior y la mancha discoidal, arriñonada o semilunar, no sale del disco. La faz in ferior de las alas posteriores muestra, a lo largo de las venas, un ancho bordado oscuro. Ojos grandes, palpos robustos y cubiertos de firm es cer­ das. Las antenas anilladas de blanco y negro, alcanzan y a menudo sobrepasan en largo a la célula discoidal. La armadura genital es relativamente más pequeña que en Tatochila B tlr.; las valvas son casi triangulares y de vér­ tice muy agudo. Pero, lo que caracteriza fundamentalmente a este género, es la ausencia de espolones en la extrem idad distal de las ti­ bias medias y posteriores. Las uñas son m uy largas, dobles y con uñetas. Este género habita en la Cordillera de los Andes, sobre 2.200 m. de altitud. Tipo del gén ero: H ypsochila ivagenknechti sp. n. C o m e n t a r i o : La desaparición de los espolones dcstales de las tibias medias y posteriores, que se encuentran en los piéridos, tanto en machos com o en hembras y que pueden ser­ vir para adherirse a las flores en que se posan, puede expli­ carse com o una adaptación al asentimiento en tierra o piedras, en zonas sin vegetación y ventosas d « las granr’es alturas cordilleranas. Como un equivalente com pensatorio las uñas y uñetas están manifiestamente más alargadas. Este mismo doble fenóm eno, ausencia de espolones tibia­ les y uñas más alargadas, puede observarse en P iercolias G rote y en Phulia H-Sch., géneros propios de la alta cordillera andina, a los cuales relacionamos más estrechamente a H yp so­ chila, que a Tatochila Btlr.


NUEVAS

Lám. L

ESPECIES

DE

PIERTDAE

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Patas posteriores de: 1. Hypsochila galactodice sp. n„ 2. H. wagenknechti wagenknechti sp. n., 3. H. peñai sp. n.


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EM ILIO

U R E TA

R.

Hypsochila wagenknechti wagenknechti sp. n. 1937. Tatochila microdice f. wagenknechti. Ureta. Rev. Chil. Hist. Nt., X L I, pp. 278-283, lám. X II, ff . 3 y 4 ; fig . 39. 1937. Tatochila m icrodice f. w agenknechti. Ureta. Bol. Mus. Nac. Hist. Nat., X V I, p. 123, n. 7. 1938. Tatochila m icrodice f. wagenknechti. Ureta. Rev. Chil. Hist. Nat., X L II, p. 297. 1938. Tatochila microdice f. w agenknechti. Breyer. V II Internationaller K ongrsss fü r Entom ologie. Verhand'lungen. Band I. Berlín, p. 29. 1951. Tatochila microdice ivagenknechti. Peña. Rev. Chil. Ent., I, p. 262. “ Macho-. Alas por encima blanco de leche (L-19-3Í>) , m uy brillantes en la mitad basal de las anteriores. Estas alas con cinco manchas marginales negras, las últimas más pequeñas que las anteriores y tedas subconfluentes sobre el m argen ex­ terno. Hay cuatro o cinco manchas submarginailes negras, un:das entre sí, la II y la III brevemente sagitadas, pero en al­ gunos ejem plares, de vértice hacia adentro; la I y la IV de form a difusa, la V apenas esbozada. Todas estas manchas pue­ den considerarse como apicales, pues apenas sa salen de esta región. La mancha discoidal, alargada o arriñonada, limitada a la célula discoidal. Las alas posteriores por encima, del mismo color que las anteriores o algo amarillentas, debido a rué se transparenta el colorido de la faz inferior. No hay dibujos negres, pero se transluce tenuemente el bordado de las venas de la cara in­ ferior. iLas alas anteriores por abajo, son de un blanco opaco, con el ápice amarillo mineral ( YYL-18-12'-’) , verde claro algo borroso o anaranjado. Las manchas apicales bastante menos negras que por encima y la discoidal del mismo color y algo más pálida. Las alas posteriores por debajo son de un colorido muy variable, amarillas ( YYO -18-12'1) , verdosas ( Y Y L -18-9'1) y en la base amarillo-verdosas (Y Y O -18-12'') o anaranjadas (O Y 17-12'’). Las venas son grises y bordadas anchamente de gris malva (R-15-30) o gris violeta (R -14-3''), más oscuro hacia la base. La radialis bordada por una fa ja del mismo color, que se ensancha progresivam ente en su borde superior, de aden­ tro hacia afuera y estrechada bruscamente en su cuarto exter­ no, donde deja una muesca del color del fondo. El pliegue dis­


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ESPECIES

DE

PIE RIO AE

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coi'dal es recto o suavemente arqueado hacia arriba y termi­ na en una mancha blanca difusa que cierra la célula discoi­ dal. Hay de cuatro a seis manchas submarginales grisáceas, subsagitadas. No hay marginales, pero el bordado oscuro de las venas se ensancha discretamente hacia el margen externo. Las fran jas de las cuatro alas son blancas. El cuerpo es negro, cubierto de una pubescencia blanca por encima y ama­ rillenta por abajo del tórax. Las antenas son anilladas alternativamente de blanco y negro, siendo estos últimos anillos, los negros, más anchos que los blancos, en relación de 2 a 1. La clava del mismo color y su extremo amarillento y anaranjado. Microscópicamente, ss observan escamas negras que alternan por encima con blan­ cas, siendo las fa ja s de éstas más angostas que las negras. La clava presenta por encima die diez a catorce fajas que se ha­ cen más angostas hacia la punta, blancas y negras y en el ex­ trem o amarileratas. P or abajo dominan ampliamente las es­ camas negras y las fajitas blancas están unidas entre sí por una o dos filas longitudinales de escamas de este último color. Les palpos están cubiertos de ahuciantes pelos, blancos ha­ cia adentro y con una fa ja de pelos negros hacia afuera. Expansión ala r: 37 - 42 mm. A rm adura genital, com o-en la lámina adjunta. H em bra: Alas por en em a, blanco tenuemente verdoso, al­ g o más intenso en las posteriores. Las alas anteriores con la ■base menos brillante que en el macho. Hay siete manchas mar­ ginales negras, triangulares, subconfluentes sobre el margen externo; las dos apicales pueden estar totalmente unidas. Hay de cinco a siete manchas submarginales, generalmente seis, mí­ nimamente sagitadas; las cuatro primeras unidas entre sí, las dos últimas más independientes y la V II, cuando existe, ape­ nas representada por un tenue punto negruzco. La mancha dis­ coidal, negra, es más ancha que en el macho y queda limitada siem pre al interior de la célula, pero puede presentar algunas escamas negras sobre la radial, pero nunca se prolonga hasta con flu ir con la costa, que es bastante negra. Las alas posteriores por encima, con cuatro a seis man­ chas marginales negruzcas, muy cortas, pero bastante anchas sobre él margen externo. Hay tres a cinco manchas submaorginales pequeñas, las superiores en form a de crochet, las dos úl­ timas levemente anguladas. Estas manchas submarginales fa l­ tan por completo en algunos ejemplares. En estas alas se ve p or transparencia el bordado obscuro de las venas de la faz inferior.


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El .pliegue discoidal termina en una mancha blanquecina entro M I y M2. Franjas de las cuatro alas, blanco-am arillentas. Cuer­ po cubierto por encima de abudante pilosidad blanquecina, por abajo amarillenta y azafranada, a los Ir lo s del tórax. Ojos cafés, con bordadura posterior azafranada. Palpos bien desarro­ llados, muy peludos e intensamente am arillos hacia afuera. Antenas anilladas más largamente de negro que de blanco. La clava tiene su extremidad distal parduzca por encim a y ama­ rilla por abajo. Patas blanquecinas, sin espolones en lais tibias medias y posteriores. Arm adura genital cc-mo en la lámina. Expensión alar: 32-39 mm. H em b ra : Alas por encima notablemente am arillo-verdosas ( Y L -19-12«), más pintadas hacia el ápice y las posteriores. Una serie de 7 a 8 manchas m arginales neg'ras sobre las venas y ensanchadas hacia afuera, haciéndose subconfluentes sobre el margen externo. Una fa ja negra subapical, form ada por man­ chas negras intervenosas confluentes, rué se inicia sobre la cosita y se extiende hasta M2. En Cu-1 y Cu-2 manchas en me­ dia luna, la prim era más gruesa e interna. En A - l pueden exis­ tir 1 ó 2 grupos de escamas negras. Sobre la costa, entre R2 y R3-4, una pequeña mancha azafranada o anaranjada. Ce­ rrando la célula discoidal, una gruesa mancha negra con dis­ cretas salientes sobre M -l. Las alas posteriores por encima, m uy verdosas, con 5 a 7 manchas marginales negras sobre las ven as; 4 a 5 manchas submarginales semilunares o sagitadas negras. En toda el ala se transluce el dibujo de la faz inferior. Alas anteriores por abajo muy verdosas (Y Y L -19-9°-129) , con el ápice amarillo intenso y con el diseño negro de encima, pero menos marcado. Alas posteriores por abajo am arillo intenso y con la cos­ ta, parte del m argen externo y base de las células, azafranadas. Las venas anchamente bordadas de gris-violeta, hasta casi ne­ gro en algunos ejem plares recién nacidos, ensanchadas hacia afuera. La célula discoidal cerrada por una mancha blanque­ cina. En el resto com o el macho. Expansión ala r: 31-41 mm. B iología : Las larvas y crisálidas han 'sido encontradas por el Sr. Peña, debajo de las piedras. N osotros las hemos visto se­ cas y su aspecto general nada tiene de característico. La cap­ tura del im ago no es difícil, ya que esta especie no es recelosa. H olotipo c? de Lequena, San Pedro, 3900 m., Prov. de A ntofagasta, 8-V-1955, Sr. Juan G. R ojas M. coll (C ol M N. n. 1917).


NUEVAS

ESPECIES

DE

PIERIDAE

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Distribución geo g rá fica : Chile y Argentina. En nuestro p a ís: Juncal, XII-1901. Elwes coll. y en las localidades y fe­ chas citadas anteriormente en los tipos. En A rgen tin a: Men­ doza y Río A grio, Néuquén. C o m e n t a r i o : Esta especie había sido colectada en X II1901 por Elwes, en Juncal, quien la determinó como Tatochila outodice en sus Butberfliss o f Chile, publicadas en 1903 en TVans. Enit. Soc. London. En la lámina X II, f. 5, da una exce­ lente figura de un macho de esta especie, bajo el titulo de Tato­ chila microdice. A l lado, en el n.':'6, coloca una legítima hem­ bra de esta especie. Esta lepidcptero fué descrito por nosotros en 1937 como form a de Tatochila microdice, pero el estudio de su m orfolo­ gía totaü ncs ha demostrado que constituye una buena especie, que ju n to a otras nuevas que describimos, pertenece también a un •género nuevo que creamos. Mantenemos el Holotipo y el Alotipo, haciéndolos de especie y creamos nuevos paratipos de esta interesante especie dedicada a nuestro distinguido amigo don R odolfo Wagenknecht Huss.

Hypsochila wagenknechti sulfurodiec scp. n. M acho: Alas por encima blanco-amarHentas (LLY-19-3"), en algunos ejemplares francamente azufradas (Y L -ig-S '1) ), más intenso este calor en las posteriores, por traslucirse el co­ lor de abajo. Alas anteriores muy brillantes y atornasoladas en su mitad basal. A pice amarillento (Y-19-12'-’) , con una hi'¡era cié 5 ó 6 manchas marginales negras, subconfluen.tes en el borde y una hilera subapioal cesde la ccsta hasta M2. La célu­ la discoidal cerrada por una mancha negra uniforme entre R2 y M2. Alas posteriores por encima, amarillentas (Y Y L -19-9-), muy brillantes en la base y transparentando todo el diseño de •la faz inferior. Alas anteriores por abaio, amarillentas ( YYL-19-9'-’-12''), aclaradas hacia el borde anal. El ápice amarino (OY-18-12'-'), con los dibujos menos marcados que encima. Mancha discoidal menos pronunciada. Alas posteriores por abajó, amarillas (Y Y 0 1 8 -1 0 " ), aza­ franadas en la mitad interna de la ccsta y en la base del ala (OY-18-12'-'). Venas bordadas de gris-violeta (R-14-2'0, en­ sanchándose este dibujo sobre el margen. Una hilera de 6 man­ chas submarginales arqueadas entre las venas. R1 fuertemen­ te bordada de gris-violeta, con una muesca en el tercio basa!.


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de am arillo-azafrán claro (O Y-18-129) . Em la base hay algu­ nos puntos dél mismo color. Hay hasta 5 manchas subma'rgináles cortamente sagitadas, negruzcas, pero la prim era con es­ camas azafranadas; no hay manchas m arginales, pero el b or­ dado de las venas se ensanoha progresivam ente hacia afuera substituyéndolas. El pliegue discoidal es recto y term ina en una mancha blanca que cierra la célula. El bordado de la radialis es sencillo o presenta un ligero ensanchamiento en su parte media, donde termina bruscamente. Los ojos son pardos y bordados posteriorm ente de amar i o . Palpos bien desarrollados ,amarillos hacia afuera. A nte­ nas alternativamente anilladas de blanco y negro, siendo más largos estos últimos anillos. La clava tiene su extrem idad dis­ tal pardo-amarillenta. Cuerpo cubierto de pelos blanquizcos por encima, por aba­ jo amarillentos y a los costados ámaridlo de azufre. Patas blan­ co-amarillentas y sin espolones distales en las tibias medias y posteriores. Expansión ala r: 45 mm. A rm adura genital: Valvas muy triangulares, uncus gru e­ so, sacus alargado y con tuberosidad basal, edagus term inado en cabeza de martillo. Otros detalles com o en la lámina. H em bra: desconocida. Biología-, M etam orfosis desconocida. El im ago presenta un vuelo muy rápido y fuerte; es una especie m uy recelosa. V i­ sita las flores amarillas del quinchamalí ( Quinchamalium s p .) . Holotipo c? de El Roble, origen del Río Ñu ble (C h illá n ), 1-1937, E. Ureta coll. (Col. M. N. n. 1 23). 1 paratipo <? de la misma localidad y fecha (C ol M. N. n. 125). Distribución g eo g rá fica : Chile y Argentina. En nuestro país en las localidades de los tipcs. En A rgen tin a: Lagunas de Epulafquén (T erritorio del N euquén), 1-1937, E m ilio y E n­ rique Ureta R. cculis. C o m e n t a r i o : Esta especie fu e identificada por nosotros en 1937, como Tatochila m icrodice sterodice Stgr. y publicada como tal en la Rev. Ohil. Hist. Nat., X LI. 1937, pp. 276-278.

Chionanema sg. n. De menor tamaño que H ypsochila ivagenknechti. Costa del ala anterior más recta. La célula discoidal más estrecha. R3 -f4 y R5 más largas, M2 y M3 casi Daralelas. Cu-1 y Cu-2 süb-


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ESPECIES

DE

PIERIDAE

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A lotipo 9 de Putre, Tarapacá, 3650 m. 23-XI-1952, Sr. L. Peñaco'M. (Col. M. N. n. 1909). 24 pairatipos : 7 de Lequena, 8-V y 20-VII-1955, J. R ojas cali. (6 en'Col. M. N. nos. 1918 a 1923 y 1 en Col. Peña) ; 4 de R ío Seco, A rica, 4200 m., 29-X-1952, Peña coil'l. (Col. S. B arros) ; 6 de Río Seco, Arica, 18-XI-1952, Peña coll (Col M. N. nos. 1229, 1230 y 1747 y Col. Peña 2,1 en Col. Heimlich) ; 2 de Putre, A rica, 4500m., 23 y 28-XI-1952, Peña coll. (Col' M. N. nos. 1906 y 1925) ; 1 de Belén, Arica, 26-X-1952, Peña cottl. (Col. M. N. 1221; 2 de Parca, Arica, 4-II-1951, Peña coll. OS. Batrros); 1 de Llano de'l Quima!, 3200 m., 31-111-1954, Pe­ ña col. (Col. M. N. n. 1 9 2 6 ); 1 de Chuzmisa, Tarapacá, 31-XI1952, Pieña coll. (Col. M. N. n. 1927). 12 paratipos $ 9 : 5 de R ío Seco, Arica, 18-XI-1952, Peña edil. (Col. M. N. nos. 1223, 1928 y 1929; 2 en Col. P e ñ a ); 3 de Putre, 23-XI-1952, Peña coll. (S. B arros) ; 4 de Lequena, San Pedro, A ntofagasta, 8-V - y 20-VII-1955, R ojas coll. (Col. M. N. nos. 1222, 1924 y 1930; 1 en Col. H eim lich). C o m e n t a r i o : Esta hermosa subespecie reemplaza a umgenknechti wagenknechti desde A ntofagasta al norte y no es escasa com o la anterior, en las regiones en que vuela.

Hypsochila galactodicc sp. n.

,

M acho: Alas por encima de un blanco de leche (LLY-193 "), muy reluciente en la mitad basa'l de las anteriores. Estas por encima presentan 5 ó 6 manchas marginales negras que bordan las venas del ápice y del borde externo, siendo éstas progresivam ente más cortas, hasta llegar la última a ser sólo un punto sobre Cu-1. Hay una hilera de 3 ó 4 manchas peque­ ñas subapicales. La mancha discoidal es negra o moreno-ne­ gruzca, en form a de riñón de concavidad externa o algo flexuosa, pero no sale hacia adeilante de la célula discoidal. Las alas posteriores por encima son de un tono ligera­ mente más amarillento que las anteriores, sin dibujos negros, pero dejando translucir el bordado de las venas de la faz in­ ferio r en un tono gris muy Claro. En la base hay escamas ne­ gruzcas, más abundantes oue en la de las anteriores. Las alas anteriores por abajo, son de un blanco opaco, con 'el ápioe_-amarillo ( YYL-19-12?) ; este color se extiende a veces hasta cerca de la mitad de la costa. Hay 4 manchas negruzcas marginales cortas y 2 submarginales muy pequeñas. Las alas posteriores por abajo ,son de un hermoso ama­ rillo ( Y Y L -19-1 2»). Las venas son blanquizcas y ribeteadas de gris-violáceo. La costa finamente teñida ,en su mitad externa


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Lam. 2. Armadura genital de los m achos d e : 1. Hypsochila wageriknechti wagenknechti sp. n., 2. H. wagenknechtl sulfurodicc ssp. n., 3. H. galactodice sp. n., 4. H. penal sp. n.


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ESPECIES

DE

PIERIDAE

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para'Mas, a diferencia de Hypsochila en que hay mayor diver­ gencia hacia afuera. En las alas posteriores las venas son menos divergentes ha­ cia afuera y como consecuencia, las alas aparecen más estre­ chadas en sentido antero-posterior y el borde anal es también más 'recto. ' El ápice de las alas anteriores es negro, con escasos tra­ zos blanco-amarillentos. Eil bordado de las venas de las' alas posteriores por abajo es ancho y ensanchado hacia afuera has­ ta confluir sobre el borde externo. Las manchas submarginales son gruesas, largas y difusas,, semejándose en diseño a al­ gunas P ieris Schk. Los palpos son muy robustos, largos y cu­ biertos de abundantes cerdas. Ojos proporcionalmenta más grandes que en la especie genuina. Las antenas largas, sobre­ pasan la célula discoidal, son negras y presentan pequeños ani­ llos blancos, rué dejan entre sí un espacio n eg ro'tres veces m ayor eme ellos. Este subgénero que vuela sobre 5000 m. es ca>racter.ísticamente andino, con sus alas triangulares y fuertes, estructura­ das para resistir el embate de los vientos huracanados de las alturas. Tipo del subgénero: Hypsochila peñai sp. n. Hypsochila (Chionanema) peñai sp. n. Alas por encima blancas, tenuemente amarillentas ( más blancas que Y Y L -iy -3 '’) . Las anteriores con el ápice negro hasta Cu-1, continuando una línea margina! negra muy delga­ da hasta cerca del ángulo externo. Pequeños trazos blancos m arginales entre R2 y R 3 + 4 , entre ésta y R5, el más largo entre R5 y M -l, algo menos en M2 y un .punto blanco en M3. La costa unam ente negra y un delgado trazo del mismo color al final de la célula discoidal y no sobrepasándola. A las posteriores por encima del mismo color, con débiles trazos negruzcos submarginales en R2, M -l y M2, transparen­ tándose también, pero muy débilmente, el diseño de la faz in­ ferior. Alas anteriores por abajo, como por encima, pero con los dibujos negros más difusos. Alas posteriores por abajo, blanco-amarillentas (Y L -19-3'0, algo más teñidas en la costa y base. Las venas anchamente bor­ dadas de negruzco, bordado que se ensancha hacia el margen externo, llegando en él a hacerse confluente con las venas y con la hilera de gruesas y difusas manchas submarginales. So.bre la base de la radial hay un grueso bordado negro que ter­ mina en una escotadura frente a la mitad del disco. El plie-


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R.

ces también en M2. Estas líneas van dism inuyendo de tam a­ ño de adelante a atrás. Costa amarillenta. Alas posteriores por abajo, verde suave (Y L -1 9 -9 -), con las venas pardo claras y bordadas de verde-pardusco ( Y-IG-S'-1) , la base más verde (YY¡L-17-8Í>) . Una serie de puntos negros m arginales dispuestos en la siguiente fo r m a : un corto brazo b a jo M -l; al fin de M2-M3-Gu-1 y Cu2, puntos negros a cada lado del térm ino de esas venas. H ay además, en el lóbulo, una mancha negra trianugular; en la base de la célula radial, dos manchas negras adargadas; en R2 un trazo subm arginal; en M -l el trazo.m ás la rgo; en M2, M3 y Cu-1 trazos negros submarginales, en la base del último un dibu jo negro aflechado; en Cu2 una larga línea negra y otra más corta en la anal. P lie­ gue discoidal largo, negro, term ina en la vena o.uie cierra la céluila. Franjas de las cuatro alas blancas, m uy largas, sobre to ­ d o al final del borde externo del ala posterior. Cuerpo negro, cubierto por encima de pilosddad blanquecina, por abajo, v e r­ dosa, Palpos largos con largas cerdas verdosas y pardas. A n ­ tenas anilladas de negro y blanco. Clava negra p or encim a; p or abajo, parduzca. Patas can escamas amarillentas. Expansión a la r: 22-30 mm. H em b ra : Alas anteriores por en­ cima, Kanco-am arillentas (Y Y L 19-6"), subhiaiinas. Cuatro a seis tenues manchas parduzcas, cortas, marginales, al final de las venas. Tres a cinco leves y tenues manchitas submarginales parduzcas, en algunos ejem plares algo sagi­ tadas. , A las posteriores por encima, más verdosas ( Y YL -19-9") que las anteriores, transparentándose en ellas en form a completa el di- PhllI. .... . „ . seño de la faz inferior. Phu" a 1IUmani ilyodes ^ »• A las anteriores por abajo, com o en el macho. R esto del cuerpo, como en éste. Expansión a la r: 23-27 mm. H olotipo c? de Mucar, Cord. de A ntofagasta 18-X II-19 r;? Sr. L. Peña coil. (Col. M. N. n. 3 4 2 ). ’ ’ N

^931°

9 ^

LeVSr’ 2° - XI1- 1952’ Sr. Peña coil. (C ol. M.

19 paratipcs ; 16 de Mucar, 16.XII-1952 (6 en Cn 1 M. N. nos. 1931, 1932, 1953, 1954, 1955. 1956; 5 en col Peña 5 en Cal. S. B a r r o s ); 8 de Lever, 20-X II-1952 (2 Col. M. n !


NUEVAS

ESPECIES

DE

PIERIDAE

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3_____ _

gue discoidal es recto, ensanchado hacia afuerá y termina én punta casi alcanzando a la vena que cierra él disco. .Franjas de las cuatro alas, blancas. Cuerpo cubierto por encima de lar­ gos pelos blancos y por abajo, gris-amarillentos. Patas muy pilosas, sobre todo en los fém ures; las patas carecen de espo­ lones distales en las tibias medias y posteriores. Los ojos son pardos y muy grandes. Palpos robustos con largas cerdas negras hacia afuera, blanco-amarillentas hacia adentro. Antenas anilladas alternativamente de blanco y ne­ gro, siendo estos últimos anillos, negros, más extensos que les blancos, en relación de 4 a 1. La clava es parduzca. Expansión alar dél macho 31-32 mm. A rm adura genital: Valvas triangulares y delgadas, uncus m uy aguzado, el sacus en sueco. Resto como en la lámina. H em b ra : Desconocida. Hollotipo d” de Laguna Verde, 5200 m., Cord. de Antofagasta, 13-XII-1953, Sr. Luis E. Peña coll. (Col. M. N. n. 1933). 1 Paratipo d1 de Laguna Verde, 5000 m., 14-XII-1953, Sr. Peña coll., en su colección. El Sr. Luis E. Peña, a auien dedicamos esta notable espe­ cie, refiriéndose a ella dice lo siguiente (Rev. Chi'l. Hist. Nat., L IV , n. 14, p. 173, 1954) : “ Esta hermosa y rara mariposa v o­ laba rápidamente y se mantenía admirablemente contra los fuertes vientos reinantes, posándose sobre el suelo, con sus alas juntas y completamente acostada. Presentando la menor resis­ tencia posible al viento. Esta cumbre (que sepa'ra la Laguna Ver^e de la Quebrada de Col achí) está próxima a los 5200 m. de altitud, la vegetación es escasa, pero siempre se encuentran gramíneas” . Distribución geog rá fica : Chile, Laguna Verde, Cord. de A ntofagasta, 5200 m. Phulia illimani ilyodes ssp. n. Alas anteriores por encima, blanco-verdosas, (Y Y L-19-30) . con suave dibujo apical parduzco, al final! de R2, R 3 + R 5 . M -l y M2, una ,®uave mancha triangular suba<oicál, de vértice inter­ no en R5. Costa finamente parduzca. No hay mancha discoi­ dal. La base del ala es negra con pilosidad blanquecina. Alas posteriores por encima, blanco-amarillentas (Y Y L 19-6»), s>in dibuios. pero transtociendo débilmente el ^e la faz inferior. Rase deil ala negra con abundante pilosidad blanquizca. Alas anteriores por abajo, blancas, brillantes ,en los dos tercios internos y. hacia adelante. A pice amarillo-verdoso, con líneas rojo-anaranjadas (OOS-15-125') en R2, R5, M -l y a ve-



NUEVAS

ESPECIES

DE

PIERIDAE

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nos. 1957 y 1958; 4 en Col. S. Barros y 2 en Col. Peña) ; 5 de Loyoquis, 24-XII-1952 (1 en Col. M. N. n. 1959, 3 en Col. S. Barros y 1 en Col. P eñ a ). De todos los ejemplares, Sr. Peña Coll. 17 paratipos 9 9 : 13 de Mucar, 16-17-XII-1952 (6 en Col. M. N. nos. 1960 a 1965, 5 en C o l Peña y 2 en Col. S. Barros).; 3 d e Levier, 20-XII-1952 (1 en Col. M. N. n. 1966 y 2 en Col. S. B a rre s); 1 de Loyoquis, 24-XII-1952 (iCol. M. N. n. 1967). Todos los ejem plares colectados por el Sr. L. Peña. Distribución geog rá fica : Chile, de las localidades y fechas indicadas en los tipos. • 1 C o m e n t a r i o : Describimos a ilyodes como subespecie de ülimani W eym., por no tener ejem plares de ésta para compa­ rar. p ero creemos o.ue puede ser buena especie. Illimani vuela a grandes alturas abiertas al viento y es de vuelo rápido y fu erte; ilyodes vuela en vegas o bofedales, al abrigo del viento y es de vuelo lento y débil (Observaciones del colector, Sr. P eñ a).

Este trabajo se .terminó de im prim ir el día 27 de Julio de 1955.


JIRNAS FUNERARIAS PREHISTORICAS DE LA REGION DE AN60L ^V?i> Q R

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DILLMÁN. S. B ULLO CK

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SANTIAGO DE CHILE

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. N.° 3.

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URNAS FUNERARIAS PREHISTORICAS OE LA REGION DE ANGOL

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d rn a s fu n e r a r ia s P R E H IS T O R IC A S D E L A R E G IO N D E A N G O L Por DJLLMAN S. BlILLOCK

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C A P IT U L O

I

I N T R O D U C C I O N Durarte muc^o tiemno los que trabajan en los campos en la reeión de Angol. han hallado de vez en cuando cántaros grandes en sus camnos. Estos cántaros se han encontrado por simple casualidad, generalmente arando. Salvo raras ocasio­ nes. se han Quebrado por el arado, por ]a pisada de los bueyes o al tratar de sacarlos. Ocasionalmente tenían algún cantarito n otro objeto aue fué guardado como curiosidad. Los campe­ sinos en eeneral tienen muy poca cultura, nada o casi nada saben de la arqueología y de la historia de la r e f’ ón donde v i­ ven. Aún aquellas personas con algo de educación v cultura, saben muv p o c o d° la prehistoria de Chile. Los hallazgos de cántaros o urnas tienen muv poco interés para la mayor parte de la frente y no representa ninguna importancia para ellas. A l conversar con personas que actualmente han sacado urnas, la única reacción que la mayor parte manifiesta es que “ no te­ nía nada de plata y estaba quebrada” . A l preguntar dónde es­ tá el cántaro, contestan, “ quedó allí, ¿pai'a nué guardar un cántaro viejo v quebrado que no tienen ningún uso?” . Desde el punto de vista de ellos, tienen toda la razón. Solamente cuan­ do hay algún motivo especial cómo obtener alguna ganancia de su hallazgo, pueden guardarlos. Si tuvieran suficiente ins­ trucción para apreciar el valor de estas cosas, entonces cambia­ ría toda su actitud hacia estos hallazgos. Durante los últi­ mos cincuenta años, creo que se han encontrado varias doce­ nas de urnas, pero nadie las ha aprovechado, debido princi­ palmente a la ignorancia de los que las han encontrado: igno­ rancia, principalmente del valor científico de estas reliquias prehistóricas.


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D TLLM AN

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BULLO C K

En estos últimos años he rotado un cambio en el interés de la gente por estas cosas, debido en parte, creo yo, al hecho de que muchos han visitado el Museo y han visto urnas y otros artefactos. A l saber que hay personas interesadas en guardar “ piedras antiguas’ y de “ form as raras” y también “ cántaros quebrados” , ésto ha despertado en ellos tal interés que ahora guardan estas cosas y después avisan de sus hallazgos. El presente trabajo es un esfuerzo que tiene por fin dar a la publicidad la información que tenemos sobre las urnas fúnebres de la región, lo cual representa un estudio de una materia completamente nueva en la arqueología chilena. Creo que no se ha encontrado la sepultura prim aria de adulto« en urnas en ninguna otra parte del país. Cántaros con huesos de personas adultas han sido hallados, pero éstos han sido chi­ cos y se ve claramente que sólo fueron enterrados los huesos y no los cuerpos humanos. Es decir, que estas son sepulturas secundarias. Siendo así, he creído conveniente dar descripcio­ nes detalladas, no solamente de las urnas mismas, sino tam­ bién de todas las cosas halladas junto con ellas y que corres­ ponde a la misma cultura. También he incluido algunas cosas de otras culturas, pero que se han encontrado en los mismos lugares. La mayor parte de las urnas de que tenemos conocimien­ to fueron encontradas durante los trabajos agrícolas, general­ mente arando en los campos. A veces el arado ha tropezado con la urna sin quebrarla, pero en la mayoría de los casos la tapa, a lo menos, ha sido quebrada. En otros casos un buey pisó la tapa, enterrando la pata hasta el cuerpo del anim al En algunos casos fueron hallados haciendo hoyos para postes o plantando árboles frutales, y en un fundo se descubrieron plan­ tando una viña de uvas de mesa. En otra ocasión' se encontraron durante la hechura de unos canales- de riego o drenaje. Cada vez oue fué 'oosiMs recoger los pedazos de urnas, éstas han sido re­ construidas en su form a original. En algunos casos cuando no f " é posible reconstruirlas por completo, se ha obtenido sufi­ ciente 'material r>ara mostrar claramente la form a y tamaño d* pIIps. E « pos:v>1-° P'P’-°ciar bien esto estudiando las figuras que son fotografías de las mismas urnas. De los datos que tenemos se puede decir que la mayor par­ te de las urnas fueron encontradas aisladas las unas de las otras. Esto quiere decir, que si se encontró una sola, posible­ mente habían otras por ahí cerca. En muchos casos no fueron buscadas. Pienso que en muchos lugares donde se ha extraído alguna urna, quedan todavía otras enterradas esperando que alguien disponga del tiempo necesario para buscarlas y sacar­ las. En “ E l V ergel” las urnas fueron halladas en cuatro luga­ res distintos. En dos de ellos también se encontraron otros cántaros, generalmente muy separados, aunque no siempre.


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PR E H IS TO R IC A S

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En algunos casos hemos tenido noticias de lugares donde se han hallado urnas y tenemos algunas de estas urnas en el Museo, pero no ha sido posible seguir las excavaciones. Creo que hay lugares donde sería relativamente fácil hallar un buen número de urnas y hacer estudios y descubrimientos impor­ tantes que servirían para aumentar nuestros conocimientos de esta cultura aún tan poco conocida. Esto es solamente una cues­ tión de fondos y tiempo necesario para hacer las excavaciones del caso. Una de las dificulatdes para hacer estudios de los cemen­ terios antiguos y para poder apreciar en debida forma las co­ sas halladas, esi el hecho de que no todas las cosas y las sepultu­ ras encontradas corresponden a la misma civilización o cultu­ ra. Parece que una cultura ha dado lugar a otra y esta segun­ da ha usado el mismo lugar para cementerio. Por esta razón se encuentran en la misma tierra mezclas de dos y aún tres culturas distintas. Hemos tratado de aclarar esto en el texto cuando ha sido posible. Otra cosa que ha dificultado estas in­ vestigaciones es el hecho que en una misma cultura, entre la misma gente, no se sepultaba siempre en la misma forma. Tal vez los muy pobres no podían comprar una urna para sus muer­ tos y los 'sepultaban sin urna. En casos de epidemias, es posi­ ble que no habían suficientes urnas para todos los muertos. Lo mismo podía haber sucedido en tiempos de guerra. Considero el presente trabajo solamente una introducción al estudio de una cultura nueva para esta parte del país. Esto es sólo un principio y los estudios y trabajos futuros revelarán el verdadero lugar que le corresponde a esta cultura entre los pueblos prehistóricos de Chile.

C A P IT U O

II

D IS T R IB U C IO N D E L A S U R N A S F U N E B R E S Durante casi veinte años hemos buscado todos los lugares donde estas urnas fúnebres han sido encontradas. No hemos hecho viajes especialmente en busca de ellas, pero aprovechan­ do viajes a diferentes regiones en el sur del país y desde Con­ cepción en el norte y Osorno en el sur, hemos preguntado sis­ temáticamente sobre el particular. En reuniones de agriculto­ res, en viajes por los campos y donde quiera que se encontra­ ran personas del camno, hemos preguntado y conversado sobre las cosas antiguas halladas en esos lugares. En muchas ocasio­ nes hemos llevado fotos de urnas para mostrarles a los campe­ sinos. De esta manera hemos recolectado algunos datos sobre las urnas y especialmente los lugares donde se han encontrado las urnas.


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D IL L M A N

S.

B U LLO C K

En el mapa que acompaña este trabajo hay una cruz que indica todos los puntos donde hay datos seguros de urnas "ue han sido halladas. En la mayor parte de los lugares fueron vis­ tas las urnas, o a lo menos unos cuantos pedazos de ellas. En casi todos los lugares cuando los informantes tenían cantaritos u otros objetos hallados con las urnas, éstos fueron obsequia­ dos al Museo Dillman S. Bullock. El lugar más al norte de donde hemos recogido datos es entre Coigue y Nacimiento. El punto más al sur es po q o más al sur de Almagro, cerca de Nueva Imperial. Con los estudios hechos hasta la fecha estas urnas han sido encontradas sola­ mente entre los ríos Bío Bío, en el norte, y el Toltén, en el sur. Es muy posible que en el futuro se puedan encontrar al norte del Bío Bío y también más al sur del Toltén. En la región de la costa de las provincias de Arauco y Cautín, hemos tenido noticias de hallazgos de Urnas, pero con excepción de tres en­ contradas en Contulmo, éstos no han sido aún comprobados. Las tres urnas de Contulmo se encuentran actualmente en la colección privada del SV. Eric Vyhmeister, de Temuco. Creo que una búsqueda sistemática, visitando los fundos e hijuelas de la región y conversando con los dueños, revelaría la ubicación de muchas urnas entre la cordillera de la 'Costa y el mar. En un artículo titulado* ‘Antigüedades de Araucanía” , por el Ro. Ho. Claude Joseph, (1930 p. 1173), hablando de los cón­ chales ¿ntre las dunas de Paicaví, se hace una referencia muy interesante; dice a s í: “ De vez en cuando se tropieza con vasi­ jas de grandes dimensiones cuya abertura circular asoma a la superficie” . En la página que sigue de la misma publicación, en la f i ­ gura 3 aparece la reproducción de una fotog ra fía de “ Los Cón­ chales de Paicaví” . En el centro de la ilustración se puede ver una de estas vasijas grandes, y parece ser una de las mismas urnas que estamos estudiando. Se necesita un estudio a fondo de estos cónchales para asegurarnos en caso que estos restos de las civilizaciones aue han dejado estos cónchales, han deja­ do, también, urnas fúnebres de este tipo. Hasta ahora no he­ mos podido hacer estos estudios tan necesarios para incremen­ tar nuestros conocimientos sobre la distribución de las urnas. LU G ARES EXACTO S DO NDE SE H A N EN C O N TRAD O URNAS FUNEBRES 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Fundo“ #/! V ergel” , A n gol; en cuatro lugares distintos. Quinta de Leopoldo Bell (ahora población B e ll), Angol. Hijuela de Eufrasio Medina, Angol. Hijuela “ Santa Rosa” , Huequén, Angol. Hijuela de Francisco Acevedo, Huequén, Angol. Fundo “ E l Recreo” , Huequén, A n gol; en dos lugares distintos.


U RN A S

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7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.

Fundo “ Buenos A ires” , Angol. Fundo “Itraqu e” , entre Angol y Mininco. Fundo “Los Copihues” , en Na-huelbuta cerca de Angol. Hijuela de Pedro Salas B., Cancura cerca de Angol. Fundo “P.ichi Quillota” , entre Angol y T ij eral. Fundo “ E l Roble” , entre Angol y Tijeral. Fundo “San Ignacio” , entre Los Sauces y San Ramón, Dept. de Purén, en dos lugares distintos. 14. Fundo“ Huailahueque” , cerca de Mininco. 15. Fundo “ E l Sauce” , cerca de Coigüe. 16. Fundo “ M ira Roble” , al sur-este de Angol. 17. En una reducción mapuche entre Galvarino y Oholchol. 18. En un sitio en Renaico. 19. Fundo “M onte V erd e", de Cicilio Vargas, cerca de Temuco. 20. Fundo de Arnaldo Rybertt, al sur de Almagro, Nueva Imperial. 2 1 . En un fundo cerca de Ercilla. 22. En el fundo del S'r. Eneas Escala, cerca de Cajón y al lado sur del río Cautín. 23. Fundo “ Las Mercedes”, de Ramón Concha, Guadaba arriba. 24. En tres lugares cerca de Contulmo, uno de ellos en un sitio en el mismo pueblo. 25. Fundo “ San Luis de Palerm a” , cerca de Temuco. 26. Fundo de José Chandler, al lado norte de Nueva Impe­ rial. 27. Quinta de la Escuela Agrícola de Temuco. 28. Hijuela denominada “ Los Perales” , del Sr. Jovino Ulloa, cerca de Angol, casi en el sitio de la fundación del pri­ mer Angol. Son 35 diferentes sitios donde estas urnas han sido en­ contradas.

C A P IT U L O

III

U R N A S H A L L A D A S Y N O T A S E X P L IC A T IV A S SO BRE LOS LU G A R E S D O N D E F U E R O N EN CO NTRAD AS. D E S C R IP C IO N E S D E L A S U R N A S F ig . 1.

U r n a N." 438.

Altura ................................................... Diámetro de la boca ........................... Diámetro máximo del cuerpo Diámetro del cuello ............................ Ancho del asa ............;......................... Grosor de la loza ...............................

mm. mm. mm. mm. mm. 6,6 mm.

635 368 4.97 343 36


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D IL L M A N

S.

BULLOCK

Esta urna fué encontrada en el año 1925 y es la prim era que llegó a nuestro poder. Fué hallada en “ E l Bosque” , donde se celebran los campamentos de verano en El Vergel. C ierto día pasaba por el camino entre los árboles un obrero con una carreta, cuando de repente uno de los bueyes enterró una ma­ no casi hasta el cuerpo. El carretero investigó y halló el cán­ taro. Seguro de encontrar un tesoro, escarbó con entusiasmo y encontró en la urna solamente una piedrecita de cuarzo que muestra que ha sido hecha por el hombre. El obrero un tanto disgustado' llenó el hoyo con tierra y siguió con su trabajo. ' Dos años después, por simple casualidad hizo mención de este hallazgo. Fuimos a buscarlo y desenterramos esta urna. E l obre­ ro entregó el pedacito de cuarzo que había guardado como cu­ riosidad. Cuando fué hallada la urna tenía una tapa que se despe­ dazó y se perdió por completo. La urna es de color tierra li­ geramente color ladrillo. Tiene la boca reforzada con un bor­ de más grueso en todo el contorno. Las asas están en form a de cinta y colocadas poco más arriba del centro del cuerpo. Cuando este cántaro fué hallado, nada sabíamos de urnas fúnebres en esta región, sino solamente después de haber en­ contrado otras, llegamos- a la conclusión que se trataba de una urna fúnebre, como es la. que se acaba de describir. C E M E N T E R IO D E E L V E R G E L E l cementerio en “ E l Verael” fué descubierto en un potre­ ro que había estado cultivándose más o menos durante cin­ cuenta años antes del hallazgo de la primera urna. El terre­ no es de un trumao liviano, cerca del río Malleco. N o es terre­ no alto, pues sólo está a unos pocos metros sobre el nivel del río, pero esto es suficiente para oue el río nunca haya pasado ñor encima. Este cementerio está a unos '600 metros ál nor-este del lugar donde fué hallada la urna N.« 438, Fig. 1 , una dis­ tancia suficiente que no permite relacionar un lugar con el otro. Los trabajos agrícolas a través de los años habían empa­ c a d o algo la tierra, sin duda, especialmente en la prepara­ ción del suelo para el regadío. Es probable que estos trabajos hicieron bajar la tierra donde había urnas. De las nueve ur­ nas sacadas del cementerio, solamente la primera, la N > 837 v la número 1148 eran las únicas que no estaban quebradas con mucha anterioridad al tiempo de hallarlas. La m avor parte, tal vez todas, tenían tapas oue habían sido despedazadas’ y la mayoría de las urnas tenían la parte superior muv quebrada, b ra c a s solo a un trabaio prolijo en recoger los pedazos y des­ pués en reconstruirlos, fué posible obtener una idea más 'o me­ nos completa de todas las cosas obtenidas en las excavaciones.


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Una síntesis general de las excavaciones nos dará una idea más exacta de los hallazgos, los que han sido como sigue: 9 sepulturas en unas. 4 sepulturas sin demostraciones de ataúdes; de ninguna clase. 3 sepulturas con piedras alrededor o encima de ellas. 2 estatuas de piedra. 2 cantarítos'chicos. 4 piedras de moler de distintas clases, y 1 aro de cobre. Además hallaron unas pocas puntas de flechas, una can­ tidad enorme de pedazos de cántaros de distintas clases y un número indeterminado de pedazos de piedras quebradas por el ser humano, en otras palabras, piedras trabajadas con al­ guna finalidad. F ig. 2.

U r n a N." 837.

610 mm. Altura total .................................. Diámetro de la boca ......................... 432 mm. Diámetro del cuerpo ................ ........ 495 mm. mm. Diámetro del cuello ............... .......... 393 Ancho del asa ................................... 36 mm. mm. Grosor de la loza ............................... .... 7,3 Perforaciones .................................... 10. Esta es la primera urna encontrada en un cementerio en “ El V ergel” , y fué hallada cuando la-punta del arado tocó en el fondo de la tapa y la quebró. Esta urna representa una de las formas comunes de urnas, en la cual el cuerpo se confunde con el cuello, de modo que no se puede decir dónde termina el uno y dónde principia el otro. El detalle que tal vez llama más la atención en la urna, es una partidura de casi todo el largo del cuerpo por un lado. Pero la cosa más importante e interesan­ te es una serie de perforaciones que hay a ambos lados de la partidura, cinco en cada lado. La explicación de estas perfo­ raciones, creo que es la siguiente: la urna se partió en la coc­ ción. Pero como la urna era fabricada para este objeto y no era esencial que fuera completamente impermeable, una par­ tidura no la dejaba completamente inútil. Para no perder su trabajo y poder utilizar la urna, el fabricante hizo las perfo­ raciones y puso amarras en ellas para afirmarla. La urna tiene color tierra algo amarillenta. Se nota que se usó una buena cantidad de mica para templar la mezcla. A l­ rededor de la boca hay un labio doble para reforzar la boca. Las asas son de form a de cinta y colocadas poco más arriba de la parte más gruesa del cuerpo del cántaro. En el interior tenía huesos humanos, pero en tal estado de descomposición que no fué posible guardarlos; se deshacían solos. La tapa era otro cántaro (N .’ 926), colocado con la boca hacia abajo y así el ataúd quedó bien cerrado.


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DTLLMAN

FiG. 2.

S.

Tapa N > 926

EU LLO C K

de l a

urna

N.’ 837.

Altura t o t a l......................................... 610 mm, Diámetro de la boca ........................ 445 mm. „ del cuerpo ......................... 470 mm. „ máximo del cuello ............. 393 mm. „ mínimo del cuello .............. 324 mm Ancho del a s a ..................................... 37 mm. Grosor de la loza .................................. 7,3 mm. Perforaciones ..................................... , 10 Esta pieza fué recogida completamente despedazada, pe­ ro con casi todas sus partes correspondientes. La parte del fondo fué reconstruida con facilidad y también la parte supe­ rior, pero quedaron varios años en el Museo sin poder juntar­ las. Finalmente se hizo otra tentativa y se unieron las dos nartes para completar la tapa que tenemos, aunque todavía falta bastante en el centro. Es de color tierra negruzca y con algu­ nas manchas negras, siendo algo colorada por el interior. La greda que se usó para hacerla tenía mucha mica, pero aun así dejaba algo que desear, porque se partió y fué necesario hacer diez perforaciones donde estaba amarrada originalmente. E s­ ta es una de las pocas sepulturas en urnas en la que hemos vis­ to un cántaro entero usado para tapar la urna. Esta tapa po­ día haber servido para urna tan bien como para tapa. Fig. 3.

Urna

N.p 927.

Altura total ..... ................................ Altura del cuerpo ................>.............. Diámetro de la boca ......................... „ mínimo del cuello ............ máximo del cuerpo ............ „ mínimo del cuerpo ............ Ancho del asa ..................................... G rosor de la loza

910 533 457 381 596 584 43

mm. mm. mm. mm. mm. mm. mm.

7.5

mm

Esta es una de las urnas más grandes y de form a más her­ mosa, en toda la colección. Su form a representa un tipo com­ pletamente distinto a los números 438 y 837. E l cuello y el cuer­ po están comoletam ente separados con un ángulo pronunciado entre ellos. El cuello se abre en form a de campana para fo r ­ mar la boca, el cual tiene el borde reforzado con un labio grue­ so en toda su circunferencia. Toda la superficie, menos un poouito en el fondo, es de color ladrillo encendido y bien enluci­ do. habiendo sido terminado en slip. Este color se extiende por dentro y abarca todo el interior del cuello. Toda la parte de la boca y casi todo el cuello estaba despedazado por los trabajos aerícolas. El fondo es casi redondo y algo alargado en form a cónica, como muchas de las urnas.


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F U N E R A R IA S

PR E H IS TO R IC A S

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En el interior fué encontrado un caijtarito chico con deco­ raciones. (N.'-' 928 Fig. 4 ). Además tenía huesos humanos, pero en tan mal estado que no era del caso guardarlos. Originalmen­ te la urna tenía tapa, pero quedaba solamente unos pocos pe­ dazos. N o fué posible reconstruirla. A l tiempo de desenterrar la urna, se hallaron pedazos de un plato, el cual fué posible re­ construir. (N .* 929 Fig. 5). Fig. 4.

C a n t a r it o N.» 928.

Altura total ........................................... 157 mm. Altura del cuerpo ................................. 114 mm. mm. Diámetro de la boca ......................... ... €7 „ del cuello .............................. 58 mm. „ „ ' cuerpo ............................ 164 mm. Ancho del a s a ..................................... ... 22 mm. 6,8 mm. Grosor de la loza ............................... Este cantarito fué encontrado dentro de la urna N .11 927. La forma no es tan simétrica como la mayoría de los cantaritos. El lado izquierdo es poco más abultado que el lado derecho y el cuello está algo inalado. En cuanto a los dibujos, la superficie está dividida en tres zonas: el cuello, el cuerpo, desde el cuello hasta más o menos la mitad de la distancia entre la parte más ancha del cuerpo, y el fondo. Estas divisiones están separadas por líneas de 8 a 10 mm. de ancho, sin ningún dibujo. El cuello y el cuerpo tienen dibujos en triájigulos, cruzados con líneas casi idénticas en su distribución como en el cantarito N .9 1493, Fig. 73. En casi el centro de los triángulos del cuerpo hay 4 ó 5 líneas parale­ las rué cruzan las otrás líneas en ángulo recto. El espacio en­ tredós triángulos fué deiado completamente en blanco sin nin­ gún dibujo y sin las pintas halladas en el cantarito N." 1493. L a parte de abajo que corresponde al fondo del artefacto es terminado en slip y completamente de color rojo. El asa, oue es bien tableada, tiene en todo su largo el motivo N .‘-’ 2. Fig. 31. El color de la superficie se extiende a unos 10 mm. hacia abajo en el interior del cuello, siendo éste de color algo blanco con pequeños triángulos. F ig . 5 y 6.

N .« 929. F u e n t e .

Altura total ........................................ 95 ' mm. Diámetro ......... .................................. 216 mm. Grosor de la loza .............................. 4,4 mm. ‘ Este artefacto fué hallado en pedazos al sacar la urna N .9 927. En todas las excavaciones los pedazos de loza, aunque sean pedazos chicos, se guardan siempre, y después de lavarlos nos damos cuenta de lo que hemos guardado. En este caso los


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'd i l l m a n

s.

b u llo c k

pedazos se juntaron bien y resultó una fuente. Aunque actual­ mente tiene la form a de una fuente, no fué así originalmente.. No fué hecha para qtie sirviera de fuente, ya que no es otra cosa que la parte in ferior de un cántaro, que sin duda, se que­ bró en la parte superior y el dueño o la dueña lo cortó más o menos parejo encima, formando así una fuente. En toda la circunstancia lleva lina serie de doce cintas v e r ­ ticales con dibujos separados por otras cintas angostas sin dibujos. Los dibujos en las cintas representan solamente dos motivos distintos, alternándose en toda la circunferencia. (V é a ­ se Fig. 7 que muestra los motivos en esta fu en te). Lá parte di­ bujada ocupa unos 6 a 7 centímetros de ancho, quedando así todo el fondo sin dibujo. El color del fondo es blanco-sucio, pe­ ro és+e no cubre todo el fondo de la fuente, y hay una parte en el centro que quedó sin pintura. La cosa interesante que uno quisiera saber es cuál fué la razón por qué estos sepultureros colocaron esta fuente allí que­ brada alrededor de la urna. Es posible que fué usada en la ce­ remonia de la sepultación cuando fué quebrada y los pedazos quedaron allí mismo juntos a la urna. Ní>da sabemos de las cos­ tumbres de esta civilización y el posible ritual que acompañaba la sepultación de un individuo. En caso que fué desenterrada al sepultar la urna N .9 927, entonces es más antigua aún la ur­ na. Es muy posible que el local donde fué enterrada la urna era de uso anterior y al hacer el hoyo para la urna, se desenterró la fuente. La única cosa que nosotros podemos hacer es reco­ nocerla como uno de los artefactos encontrados junto con las 1 urnas funerarias y por esta razón se ha incluido con las demás cosas de esta cultura.

F ig . 7.

U r n a N .» 930.

Altura total ........................ Diámetro de la boca ....... „ del cuerpo ......... „ „ cuello .......... Ancho del asa .................... Grosor de la loza ................. Perforaciones ......................

464 mm. 285 mm. 362 mm. 262 mm. 39 mm. 7,2 mm. 4 mm. Esta pequeña urna es también de la form a típica, y aun­ que la parte superior se destruyó con los trabajos agrícolas, no obstante fué posible reconstruirla casi por completo. Es de co­ lor tierra, algo negruzco. En el interior no se encontró ningu­ na cosa más aue tierra. Por su tamaño, era de un niño y na­ turalmente los restos ya se habían vuelto tierra. E l m aterial se puede ver que tenía bastante arena y mica.


URNAS

F ig . 8.

F U N E R A R IA S

PR E H IS TO R IC A S

83

U r n a N .9 931.

Altura t o t a l..................................... 910 mm. Perforaciones ................................. 14 mm. Originalmente esta urna tenia tapa pero no fué posible reconstruirla. Es de color ladrillo, habiendo sido terminada en .slip. Este color abarca toda la parte exterior, menos algo en el fondo, y todo el interior del cuel'lo. La urna se partió al cocerla y tiene catorce perforaciones para colocar las amarras. La form a es muy similar al número 927, pero con la boca muy poco acampanada. En el interior tenía huesos humanos de una persona adulta, pero muy deshechos ya. Esta urna fué obse­ quiada hace varios años al Museo Nacional de Historia Na­ tural.

F ig . 9.

U r n a N .9 932.

Altura total, (incompleta) ....... ...... 610 mm. Diámetro del cuerpo ................. ....... 445 mm. Diámetro del cuello ................... 410 mm. Ancho del asa .......................... ..... 54 mm. Grosor de la loza ..................... 7,7 mm. Perforaciones ........................... 6 Esta urna es muy incompleta en la parte superior, que­ brada también por las labores agrícolas. Tenía tapa pero es­ taba tan destruida que no fué posible reconstruirla. La urna es de color gris algo rosado y manchado. El color por dentro es completamente negro. El material es muy duro y resistente, siendo más grueso que la mayor parte de las urnas, y la loza está muy bien cocida. Tiene solamente seis perforaciones para colocar amarras. En esta urna se notan claramente algunas líneas paralelas en la superficie y en casi toda la circunferencia. Estas líneas, sin duda, indican el sistema de fabricación de estas urnas. N.? 936.

T apa

de l a u r n a

N .9 932 ( n o

e s tá f ig u r a d a )

Diámetro (calculado) ....................... 500 mm. Ancho del asa .................................. 36 mm. Grosor de la loza .............................. 7 a 7,5 mm. De esta tapa quedan solamente unos cuantos pedazos de la parte que abarca la circunferencia, incluyendo las asas. Con lo que tenemos se sabe que era un cántaro jrrande que servía de tapa, tal vez no todo eí cántaro sino un pedazo. Toda la par­ te inferior del cántaro que estaba más cerca de la superficie del suelo, se perdió debido a los trabajos agrícolas. Tiene co­


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D IL L M A N

S.

BULLOCK

lor tierra pero en algunas partes cambia a color ladrillo con manchas negras. La loza es de buena calidad, firm e y se ve que hay bastante arena blanca en su composición.

F ig . 10.

U r n a N.* 933.

Altura total ........................................ 382 mm. Diámetro de la boca .......................... 247 mm. 337 mm. „ máximo del cuerpo ......... „ mínimo del cuerpo ............ 317 mm. „ del cuello .......................... 214 mm. Ancho del asa .................................... 34 mm. Grosor de la lo z a ................................ 7,1 mm. Esta es una de las urnas más chicas de la colección y la más pequeña que se ha encontrado en el cementerio. La parte superior está muv auebrada, pero se puede apreciar bien la form a completa. Es de color tierra bastante oscuro y con man­ chas negras. Se nota que la boca tiene un borde grueso fo r ­ mando así un refuerzo en todo el contorno. L a loza es algo gruesa y tosca. Una cosa que llama la atención es la colocación de las asas que están mucho más altas que en la mayoría de las urnas.

F ig . 11 y 12.

U r n a N.* 985.

Altura total ........................................ 597 mm. Diámetro de la boca .......................... 425 mm. „ máximo del cuerpo ........... 393 mm. „ ' mínimo del cuerpo ............ 387 mm. „ del cuello ........................... 368 mm. 35 mm. Ancho del asa .................................... Grosor de la loza ............................... 6 mm. Esta es una de las urnas más o menos típicas en la form a sin cuello. La parte superior se abre en form a de campana pa­ ra form ar la boca. Está bien reforzada con un labio bastante grueso.-Es de color tierra algo oscuro. Se nota que en la con­ fección de la mezcla se usó bastante mica. La tapa de esta urna representa una nosición nueva, por­ que estaba dentro de la boca. Con la presión de la tierra enci­ ma, la tapa ba.ió y quebró la urna, pero todos los pedazos fu e­ ron hallados y la urna está completa. La fotog ra fía tomada de la urna en el mismo sitio donde se encontró, muestra bien este hecho ^Fig. 11). No había ninguna seña de huesos humanos y probablemente era una persona joven y todos los restos se habían vuelto tierra.


O RN AS

Fig. 11 y 12.

F U N E R A R IA S

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PR E H IS TO R IC A S

T á p a N .9 986

de l a u r n a

Diámetro del cuerpo .......................... Ancho del a s a ..................................... Grosor de la loza .............................

N .9 985.

368 mm. 35 mm. 5,1 mm.

Esta tapa es solamente un pedazo de la parte inferior de una urna chica, a lo menos así parece por la forma redonda del fondo. El material es de buena calidad, siendo delgado y bien liso por fuera. El color es de tierra algo colorada. No pre- , senta ninguna característica especial, siendo sólo un ejemplar más del uso de pedazos de cántaros quebrádos como tapas para las urnas.

Fig. 13 y 14.

U r n a N .9 1148.

Altura total ....................................... ...407 mm. Diámetro de la boca ............................260 mm. „ del cuerpo ............, ..............330 mm. „ máximo del cuello ...............241 mm. „ mínimo del cuello ........... ...227 mm. Ancho del asa ................................... 37 mm. Grosor de la loza ............................... 6,2 mm. Esta es una de las urnas chicas de forma corriente sin cuello. Es de color tierra, pero girando a color ladrillo. El ma­ terial contiene mucha mica. La cosa importante e interesante es la posición en que fué encontrado este cántaro en la tierra, pues estaba con la boca hacia abajo. Es el primer cántaro de aue tenemos conocimiento que se ha encontrado en esta posi­ ción. ;.Por qué fué colocado así?, es cosa muy difícil de saber. Posiblemente faltaba la tapa para cubrir el ataúd y optaron por dejarlo en esta posición. Es casi seguro que esta urna co­ rresponde a una criatura de tierna edad por su tamaño. El fondo se quebró con el arado en la forma que se nota-en la fotografía, pues originalmente estaba completa. Es de notar que el borde está reforzado con un pequeño labio. Fig. 15.

U r n a N/> 2568.

Altura total (aproximada) .............. Diámetro máximo del cuerpo .......... „ del cuelo (aproximado) .. Ancho del asa ................................... Grosor de la loza ...............................

355 534 382 44,2

mm. mm. mm. mm. 6,8 mm.

Esta urna fué encontrada últimamente durante los traba­ jos de regadío. La ubicación exacta en el cementerio no era po­ sible fijarla, de modo que la indicación en el croquis es sola-


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S.

BTJLLOCK

mente aproximada. La urna misma está muy incompleta, pues le falta todo el cuello y una buena parte del fondo. L a form a general es muy parecida a la urna N .? 1526, Fig. 40, pero la mitad más grande. Es muy evidente la demarcación entre el cuello y el cuerpo, y se quebró exactamente donde el cuello se une con el cuerpo. Esta unión está a la altura de la unión su­ perior de las asas. Fué enterrada con la boca haeia abajo y el fondo fué destruido por los trabajos agrícolas. Es de color la­ drillo, habiéndose terminado su fabricación con slip de este color. El material es de buena calidad, ya que la greda fué templada con mica y arena. El hecho que le falte todo el cuello, quiere decir que fué enterrada con esa falta. Además que al sacarla no se encontró ningún vestigio del cuello. Es la segunda urna extraída que estaba con la boca hacia abajo. L a otra es el número 1148, que fué hallada en el mismo cementerio. No se encontró nin­ gún artefacto o huesos en esta urna. F ig . 16.

C a n t a r it o N.» 1117.

Altura total ....................................... 66 mm. 51 mm. Altura del cuerpo ...................... ,...... Diámetro de la boca ......................... 49 mm. „ del cuerpo .......................... 68 mm. „ del cuello ........................... 49 mm. Grosor de la loza ................................ 4,3 mm. Este cantarito fué encontrado unos tres metros de la urna N.- 985 y completamente solo. No creo que tenga alguna rela­ ción con esta urna o con las otras sepulturas que hay allí cer­ ca, aunque es posible que pertenezca a alguna de ellas. Es de color tierra, algo oscuro. El fondo es completamente redondo. E l material es de una greda fina templada con arena muy f i ­ na y mica bien molida. No parece ser utensilio que hubiese te­ nido algún uso especial, sino más bien como una especie de juguete hecho por un maestro para alguno de sus niños.

F ig . 16.

C a n t a r it o N.* 847.

Altura total ........................................... 84 mm. Ancho total .......................................... 54 mm. Grosor de la loza .................................. 5 mm. Este cantarito se encontró encima del piso cocido en el mismo lugar donde estaban las piedras de moler. N.os 848, 852 y 853. Es de color tierra oscura y de un material muy pa­ recido al cantarito N.í> 1117. Tiene todo el aspecto de un ju ­ guete, más que de un artículo de utilidad para la casa.

i


URNAS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS

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S e p u l t u r a s i n m u e s t r a s de a t a ú d e s d e n i n g u n a c l a s e .

A pocos metros de distancia del lugar donde íué encontra­ da te primera urna, se hallaron los huesos de una persona sin. ningún indicio de ataúd. Estaba a casi un metro de profun­ didad., acostado sobre el lado derecho y'con la cabeza hacia el oeste. üVl cuerno estaba completamente doblado, de modo que las rodillas estaban al lado del recho. Aparentemente era una: persona joven, a juzgar por su tamaño. Nn se encontró arte­ facto de ninguna clase en sus alrededores. Los huesos estaban en tal estado que al tocarlos se deshacían. Es posible nue ésta era una persona aue tenían preparada para la sepultura en una urna, pero no fué posible conseguir la urna. T res esqueletos fueron hallados alrededor de la urna N/> N.9 985. F'<r. 11. La urna estaba a los pies de uno de ellos, el cual descansaba sobre el lado derecho,, bien extendido y con la cabeza hacia el oeste. Los otros dos estaban al otro lado ' l e la ur­ na y con las cabezas más o menos un metro de ellas y a la misma distancia el uno del otro. Es probable oue no hay relación al­ guna entre los tres esqueletos y su posición con relación a la urna. La posición probablemente sea sólo accidental. Soy de opinión que son sepulturas de una fecha posterior a las urnas y no tienen relación ninguna con ellas. El de más al sur era una persona de 1,70 tn. de altura y estaba en la misma posición, del anterior. El del lado norte era una persona de baja estatura, solamente de 1,40 m. de alto. Estaba de espaldas, pero con la cabeza también hacia el oeste. Alrededor de estos tres esaueletos, no se encontró ningún ar­ tefacto de ninguna clase. Todos los huesos se encontraban en tan mal estado que no fué posible guardarlos.

S e p u l t u r a s c o n p ie d r a s a l r e d e d o r o e n c i m a

Una sepultura encontrada estaba cubierta con tres medras planas grandes. Fig. 17. a una profundidad de 30 cm. Fué ha­ llada en el lugar indicado en el croauis con la letra A. Estaba a unos cuatro metros de la urna N." 927. Fig. 3, y casi a la mis­ ma distancia de la N.* 930, Fig. 7. El cuerpo bien extendido sobre el costado derecho y con la cabeza hacia el oeste. Los huesos estaban en tan mal estado que no fué posible conser­ varlos. El cuerpo estaba cubierto con una capa de tierra de río, completamente distinta al trumao que le rodeaba. No se encontró ningún artefacto de ninguna clase con el cuerpo ca de él.


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S.

B U LLO C K

En el lugar indicado con la letra B se encontraron dos se­ pulturas separadas más o menos a 1.50 m. y en sentido para­ lelo. Las piedras que las cubrían estaban a unos 40 cm. de la superficie, y el fondo de la sepultura, a unos 90 cm. E l que estaba más al sur era una persona de 1.60 m. de alto y des­ cansaba sobre el lado derecho con la cabeza hacia el oeste. Jun­ to a la cabeza había un aro de cobre (N.* 1149), siendo éste el único artefacto hallado en estas dos sepulturas. La segunda sepultura, Fig. 18, del lado norte, era de una persona de 1.78 m. de alto. Los huesos de este individuo esta­ ban en un estado regular de conservación. Las muelas estaban todas en buen estado, pero la última muela era aún muy chica, probablemente una persona de más o menos 20 a 25 años de edad. Las piedras alrededor de la cabeza estaban colocadas con mucho cuidado. Las de arriba y en ambos lados de la cabeza formaban, con otra piedra encima, una especie de caja de pro­ tección para la cabeza. Estaba tan bien construida la caja que, a pesar de los/años y los trabajos agrícolas, durante más de medio siglo quedaba aún un hueco en el cual descansaba el crá­ neo. V F ig. 19 y 20. D os e s t a t u a s de piedra. Estas dos estatuas de piedra fueron encontradas, no en las excavaciones sino en los trabajos agrícolas. Todos los da­ tos sobre ellas han sido publicados va, (Bullock 1936), de mo­ do eme no hay necesidad de repetirlos aquí. Sin embargo, para completar el cuadro de las cosas de esta cultura, incluyo las figuras de ellas. La ubicación de estas estatuas está indicada en el croquis del cementerio. . O tros A r t e f a c t o s .

En el lusrar indicado ^n el croquis del cementerio con unas cruces, se encontraron cuatro piedras de moler, siendo una de ellas, probablemente la de abajo, aunque es muy angosta; las otras tres son, sin duda, “ manos” . La descripción completa ds estas piedras se encuentra en el Capítulo IV de esta obra. Dos canteritos se encontraron en tales posiciones que no demuestran ninguna relación con las sepulturas en urnas. Son los números 847 y 1117, descritas anteriormente.

C e m e n te r io de S a n L o r e n z o e n “ E l V e r g e l ”

En una de las quintas al lado norte del río Malleco, en el año' 1925 fué encontrada por obra de casualidad una urna al


URNAS

F U N E R A R IA S

PR E H IS TO R IC A S

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plantar un arbolito. Desde esta fecha, nada más fué hallado hasta junio del año 1952, cuando otra urna apareció y luego después dos más. Todas estaban en un radio de unos 40 me­ tros, en un suelo de cierta altura cerca el río Malleco, y casi exactamente frente al cementerio de “ E l V ergel” anteriormen­ te descrito. Estos cementerios están separados más o menos unos 500 metros el uno del otro. El terreno ha sido cultivado por muchos años. Todas las urnas se encontraron poco más abajo del alcance de 'la mayor parte de los trabajos agrícolas. No sería raro encontrar aún más urnas en este mismo lugar. Hemos buscado ya, pero sin encontrar lo que buscábamos. En­ tre las urnas encontradas en este cementerio, el número 2444 es, sin duda alguno, la más importante e interesante por la razón qug corresponde, a un tipo completamente nuevo en la arqueología chilena. F ig . 21.

U r n a N .» 1150.

Altura total ..................................... 635 mm. Diámetro del cuerpo ........................ 510 mm. Ancho del asa .................................... 42 mm. Grosor de la loza ............................... 6,2 mm. Perforaciones ................................:.... 8 Esta urna está en muy ma'l estado y falta mucho en la parte superior. Tiene, sin embargo, lo suficiente para poder apreciar bien su forma, altura y tamaño en general. Esta ur­ na es de! tipo del número 438, siendo de la misma altura, pero un poco más grande en su diámetro. Es dé color tierra y la loza es delgada. Tiene además ocho perforaciones que mues­ tran claramente que se partió al cocerlá. Esta pieza fué encon­ trada por algunos ohreros en el acto de plantar un árbol en una quinta nueva. EI'los no supieron apreciar el valor de este hallazgo y no hicieron ningún empeño de guardar los pedazos. A pesar de uña búsqueda hecha al día siguiente y aunque se sacó el árbol recién plantado, quedaron muchos pedazos que no se hallaron. Originalmente tenía tapa, pero con las pocas piezas halladas no' fué posible conseguir rearmarla. F ig . 22.

U r n a N.* 2387.

Altura total ...................................... Diámetro de la boca .................. ..... „ del cuerpo ......................... „ del cuello .......................... Ancho del asa ................................... Grosor de la loza ............................ Perforaciones ............................ ......

603 mm. 317 mm. 470 mm. 285 mm. 17 mm. 7,3 mm. 17


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B U LLO C K

Esta urna es de una form a algo diferente de las demás que hemos visto. Es mucho más cerrada en la parte superior, re­ sultando el cuello relativamente angosto, y es tan angosto que Ja persona sepultada no pudo haber sido adulto. Es de color ladrillo con manchas negras como quemaduras. Evidentemen­ te está terminado en slip y este se extiende hasta unos 15 cen­ tímetros al interior de la boca. La superficie está casi v it r ifi­ cada. Otra cosa interesante son las protuberancias de tamaño más o menos grandes, pero delgadas, casi afiladas, que tiene encima de las asas. Hay un total de 17 perforaciones para ama­ rra r las diferentes partiduras. E l borde de la boca está re fo r­ zado con un labio no muy grueso. Otro aspecto de esta urna lo constituyen las tres piedras colocadas en su derredor, evi­ dentemente para sostenerla parada en la tierra. Es la prime­ ra urna que hemos visto con piedras colocadas en esta form a. La fotografía fué tomada en la tierra después de haber reoonstruído la urna. La tapa estaba completamente despedazada y era imposi­ ble reconstruirla, pero se puede ver que ño es una tapa he­ cha como tal, sino que es un pedazo de cántaro del tipo de la urna N .9 2444, siendo el material de la tapa de calidad muy deficiente. F ig . 23.

U r n a N .9 2391.

Altura total ................................ .... mmDiámetro máximo de la boca ............ ¿83 mm. „ mínimo de la boca ............ 432 mm. 510 mm. „ máximo del cuerpo ........... „ mínimo del cu ern o............. 485 mm. 464 mm. „ máximo del cuello .......... mínimo del cuello .............. 430 mm. Ancho del asa ........................••••/... 58 mm. Grosor de la loza ................................ 7,4 mm. Varias de estas medidas deben considerarse como aproxi­ maciones, ya que no fué posible reconstruir la urna exactamen­ te en todas sus partes. Esta urna fué hallada dos metros al norte de la urna N." 2387. Tiene la misma form a de la número 438, Fig. 1. Es de color tierra algo claro y amarillento. L a loza es gruesa, dura y bien cpcida. La mezcla contiene mucha arena con algo de m i­ ca. E l labio es delgado y se nota muy poco. Es de llamar la atención que esta urna es relativamente grande, pero a pesar de su tamaño, no se partió al cocerla. La cosa más importante acerca de esta urna es la posición en que se halló, que era exactamente horizontal. Habiendo sido


URNAS

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PR E H IS TO R IC A S

enterrado el difunto en esta posición, era muy natural que el peso de la tierra encima la dejara completamente aplastada y muy quebrada. Las labores agrícolas, sin duda, también contri­ buyeron para completar su destrucción. Pero a pesar de todo, la turna en su estado actual exhibe bastante bien su forma y tamaño originales. Debajo de la narte central de la urna habían unas cuantas niedras aparentemente cocidas, y encima de ellas, una cana de g>-eda f'na. Esta greda era muy distinta a la tierra que, había alrededor. En esta greda había un pedazo de un cantarito. Junr to con la urna fueron recogidos algunos pedazos de un cántaro acanalado del tipo de?l número 2444, siendo muy probable que ésta era la tapa de la urna. F ig . 23 y 24.

T a p a N .9 2392

de l a u r n a

Altura total (incompleta) .............. Anchura de la parte acanalada ...... Número de canales ............................ Ancho del asa ................................. Grosor de la loza ...............................

N .9 2391.

381 190 15 39 7,5

mm. mm. mm. mm. mm.

Esta pieza, que es sólo un pedazo, pertenece a un tipo de cántaro desconocido hasta la fecha; es del tipo de la urna N .9 2444. La pieza representa casi la mitad del cántaro y una par­ te del borde está completa. Es la única que he visto que mues­ tra algo del borde. Es de color tierra algo claro, girando a co­ lor ladrillo y en algunas partes un poco negruzCo. La superfi­ cie no está terminada y no es muy lisa. El asa tiene una protu­ berancia semejante a la urna N .9 2387.

F ig . 24.

U r n a N .9 2444.

430 mm. Altura total (Incompleta) .............. Diámetro del cuerno (aproximado) 380 mm. ,, „ cuello (aproximado) 324 mm. Ancho del asa .................................... 39 mm. Grosor ríe la loza .............................. 8 mm. Perforaciones .............................. 6 mm. E^+n i"-na fué encontrada también por casualidad duran­ te los trabajos agrícolas, a unos 50 metros, más o menos, del Jug-ar de la número 2387 y 2391. Toda la parte superior está muy auebrada v falta todo el borde. Es de color tierra oscura, pero jirando algo a color ladrillo. El fondo es casi redondo. Alero de verdadera importancia en esta urna es la parte aue> está más arriba de la inserción de las asas; en una extensión


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de más o menos 20 centímetros de ancho en toda la circunfe­ rencia, hay canaladuras ds unos 12 a 13 mm. de ancho cada una. Estas canaladuras deben extenderse hasta el labio del bor­ de, como lo demuestran las canaladuras en el pedazo N .9 2392. Creo que este tipo de urna rapresí'nta una decoración completamente nueva en la alfarería chilena, pues no he en­ contrado ninguna de este tipo en ninerún museo hasta la fe ­ cha. Hace varios años el Dr. Carlos Oliver Schneider, en ese tiempo Director del Museo de Concepción, preguntó si vo había visto antes alguna loza con estas canaladuras. En efecto, yo tenía un pedazo algo más grande que el que él me mostró. Des­ de ese tiemoo he tenido un cuidado muv especial para guardar cualquier pieza que hava encontrado de esta clase. De un fun­ do cercano a Ercilla. uno de los ex-alumnos de la Escuela A e r í­ cola “ El V ergel” , me ha enviado un buen número de pedazos •recolectados en el mi)<mo fundo. Estos pedazos, más el pedazo oue hay en el M u s p o de Concepción y los restos de los tres cán­ taros que hemos ya considerado en este estudio, son los únicos de este tipo de «we vo tent^a conocimiento. Junto con la urna «e encontró una cantidad de pedazos da la parte superior de otro cántaro hecho de un material muv diferente de la misma urna, siendo muv probable que origin al­ mente formaban parte de la tapa de la urna. En el trabajo de la reconstrucción de esta urna, encon­ tramos algo que consideramos muy curioso y de bastante inte­ rés para deiar constancia de ello. A l descubrirla, las tres-cuar, tas partes de la urna estaban intactas, habiéndose quebrado la otra cuarta parte solamente. Esta cuarta parte se ajustó per­ fectamente bien con los, dos lados de donde fue separada al quebrarse, pero no llenó el hueco, quedando, no obstante, una T>artidura de unos 20 mm. de ancho, completamente abierta. Esto quiere decir que la urna misma se había expandido. Se­ guramente oue la presión constante de la tierra durante no sa­ bemos cuantos años; causó esa separación e hizo más grande la circunferencia de la urna. Para salvar la urna no quedaba otra solución, sino la de unir' los pedazos por un lado sola­ mente, deiando una partidura de unos 20 mm. de ancho. Así se hizo y la urna ahora se ve más o menos completa.

Fig. 25 y 26.

U fn a N .9 2570.

Altura total ................. A'ltura del cuerpo ......... Diámetro de la boca máximo del cuerpo máximo del cuello

615 440 305 487 330

mm. mm. mm. mm. mm.


U RNAS

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PR E H IS TO R IC A S

„ mínimo del cuello ........ 305 mm. 39,3 mm. Ancho del asa ................................... Grosor de la loza .............................. 7,2 mm. Esta urna es del tipo con cuello distinto del cuerpo, algo parecida de forma al N .41 927, Fig. 3, aunque la boca es muy diferente. Está- incompleta, faltando el borde de arriba, ha­ biendo sido enterrada en estas' condiciones. Toda la parte su­ perior es de color ladrillo, quedando solamente la cuarta par­ te de abajo de color tierra. Se nota bien que lo colorado es de un color colocado en slip como lavado al terminar su fabri­ cación. El fondo es más o menos típico, siendo redondo pero algo más finido que en muchos ejemplares. La loza es templa­ da con mucha arena y mica. La cosa más importante de esta urna es su tapa. Usaron pedazos de dos cántaros muy diferentes para tapar la urna. El pedazo más grande no cubría la urna y entonces usaron un pedazo de otro cántaro para poder dejarla bien tapada. Aun esto no era suficiente y colocaron unos pedazos chicos para cu­ brir lo que faltaba. El segundo cántaro era uno de esos con de­ coraciones. La descripción de estos dos pedazos está más ade­ lante. ’ , ' La urna estaba tan bien tapada que la tierra no había entrado o muy poco. En el fondo quedaban los huesos de un, niño de más o menos ocho años de edad, según el informe del Dr. Carlos Henckel. Los huesos estaban en un estado tan frá ­ gil que la mayor parte se deshacían al tocarlos. Además de los huesos humanos había un hueso muy distinto hecho en forma para herramienta de alguna clase. La descripción de ésta se encuentra en el paoítulo IV, • Esta es una de las pocas urnas que hemos tenido la opor­ tunidad de desenterrar de su sitio sin ser movida o quebrada por las labores agrícolas. Fué hallada por casualidad en los trabajos, pero no fué dañada. La parte más alta estaba de 35 a 40 centímetros debajo de la superficie del suelo, en un potre­ ro que ha sido cultivarlo por mucíhos años y actualmente es una quinta de ciruelos. Representa un sitio nuevo donde se han hallado urnas en el fundo “ El Vergel” . El lujrar está a unos 250 metros del sitio donde salió la urna N> 2444. La urna fué encontrada el día 6 de Enero de 1954. Finalmente, debemos hacer presente que es la primera ur­ na encontrada que tenía pedazos de dos cántaros para formar la tapa. Fig. 25 y 27. T a p a N.» 2571

de l a

U r n a N.* 2570.

Altura total (M uy incompleta) ..................... Diámetro del cuerpo

420 330

mm. mm.


94

D IL L M A N

Ancho d d asa

.......

S.

B U LLO C K

...?...........

46

mm.

Grosor de la loza .............................. 7,2 mm. Esta tapa es solamente un pedazo de un cántaro que fuá utilizado para tapar. Por su form a se puede deducir que es una urna chica quebrada. Es muy incompleta, faltándole toda la parte superior y un lado, incluyendo un asa. Es de color tie­ rra como la mayor parte de las urnas pequeñas. La loza es de buena calidad pero se nota muy poca mica en la mezcla.

F ig . 25, 27 y 28. T a p a N.* 2572

de l a

U r n a N .9 2570.

Diámetro del cuerpo ......................... 215 mm. Ancho del a s a ............ ................... 32,6 mm. Grosor de la loza ............................... 6,5 mm. Esto es sencillamente un pedazo de cántaro usado junto con el número 2571, para tapar la urna. Sin embargo tiene un interés especial poraue es de la loza con decoraciones. Repre­ senta poco más de la mitad de la circunferencia del cántaro central. Tiene la inserción in ferior del asa en el centro. Los dibujos, como también su distribución, es característi­ ca de este tipo de cántaros. E l fondo es de color blanco sucio, sin lustre, y con todos los dibujos en color rojo. Tiene fajas verticales, que están con dibujos, alternados con otras fajas verticales que llevan dibujos; son los motivos N os 2 y 6 (F ig . 31 y 6 ). Además hay una fa ja al lado derecho del asa con dibujos especiales. Esta está dibujada e nía figu ra N .9 28. Una parta de este dibujo representa un'm otivo completamente nuevo. Es la primera vez que lo he visto y uarece que el artista estaba tra ­ tando de hacer un círculo o de dibujar un ojo. Inform e de Dr. Carlos Henckel. “ En cuanto a la edad del esqueleto humano, desgraciada­ mente los huesos están en tan mal estado de conservación, que es imposible inform ar mucho sobre ellos; lo único que puedo ' decir es que se trata de un niño de 7 a 8 años de edad” . ÍDe carta en posesión del autor con fecha 19 de M arzo de • 1954). %

H A L L A Z G O S E N L A H IJ U E L A D E L SR. PE D R O S A L A S B. En el mes de Agosto del año 1937, el Río Malleco sufrió la avenida más grande que hemos visto en treinta años. Despues que las aguas bajaron fue hallado en la hijuela que ac­ tualmente pertenece al señor Pedro Salas Briones. en Cancura al lado norte del río, un devoro de las aguas, que dejó


UR N AS

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PREHISTORICAS

descubiertas dos urnas fúnebres. Una de éstas era de material grueso y resistió la fuerza de las aguas. Esta tenía en su in­ terior tres cantaritos intactos. (U rna N.* 1207 y cantaritos N.os 1208, 1209 y 1210). La otra urna estaba completamente despedazada por el agua y fué imposible reconstruirla. Sin embargo, de los peda­ zos fu é posible llegar a un conocimiento cierto de ella. Es una urna grande con un diámetro de más o menos 600 mm. y la boca con un diámetro de 580 mm. Toda la parte exterior esta­ ba pintada de colorado, como también el interior del cuelo. Te­ nía a lo menos una partidura con perforaciones para amarrar­ la. El grosor de la loza es de 6,8 m m , lo que quiere decir que era una urna firm e. El borde estaba bien reforzado con un la­ bio bastante grueso y el borde de encima era casi cuadrado. E l asa es de 44 mm. de ancho. Junto con estos pedazos de la urna, se encontró también el fondo de una pieza de loza del tipo de la copa N > 1507, Fig. 62, pero algo más grande que aquella. El diámetro de este fondo es de 110 mm. y el del N .9 1507 es solamente de 90 mm. Una buena búsqueda más abajo del lugar donde salieron las dos urnas, dió por resultado el hallazgo de dos cantaritos chicos, N.os 1211 y 1216, Fig. 32. A unos diez metros del lu­ ga r de las urnas se hallaron los huesos de una persona sepul­ tada sin ataúd o urna. Estaba recostado sobre el lado derecho con las piernas algo dobladas, casi en la posición de una perso­ na sentada. Todos los huesos se deshacían al tocarlos. Junto con la cabeza habían cinco- aros de cobre de una forma no muy común. A l tiempo de hallarlos, no estaba seguro si éstos corres­ pondían a la misma cultura de las urnas o a otra posterior. Un hallazgo que tuvo lugar casi ocho años después de unos aros de la misma form a en la urna N/> 1482, aclaró todo el proble­ ma. Parece que la gente de la misma época no siempre sepul­ taba a sus muertos de la misma manera. (Véase el artículo so­ bre los aros en el capítulo IV de esta misma publicación). En-la búsqueda donde el río había hecho su devoro, fue­ ron encontrados, además de las urnas, los cantaritos y los aros, los siguientes artefactos: 1 hacha de piedra, 1 cachimba de piedra quebrada, otro pedazo de cachimba, 1 punta de flecha, una piedra de forma de canoa y un pedacito de cántaro con una oreja humana encima. (Véase en capítulo IV ). F ig. 29.

U r n a N .0 1207.

Altura total (incom pleta)) Diámetro máximo del cuerpo .......... „ mínimo del cuerpo

597 470 430

mm. mm. mm.


96,

D ÍL L M A N

S.

BU LLOCK

„ máximo del cuello ............ „ minimo del cuello Ancho del asa ................................... Grosor de la loza ................... - ......

457 370 38 9,9

mm. mm. mm. mm.

Esta es una urna de construcción sólida, ya o.ue resistió los embates de la avenida. Le falta bastante en su parte su­ perior, como se puede ver bien en la ilustración. Es de color tierra y fabricada de una mezcla templada con mucha arena, de modo que es sumamente dura y, por- lo tanto, resistente. La form a es -del tipo sin muestras de cuello y en sección trans­ versal, es distintamente ovalada. Esto se puede apreciar bien en las medidas, especialmente en su parte superior, la que he llamado cuello. La diferencia en los dos diámetros es de 87 mm. E l largo es casi la cuarta parte más que el ancho. Sola­ mente dos urnas que hemos visto son de esta form a, y ésta es la más ovalada. La otra es la N.° 1482, Fig. 59. F ig . 30 y 31. C a n t a r it o s N . os 1208, 1209 y 1210.

Los cantaritos N.os 1208, 1209 y 1210 fueron encontra­ dos en el interior de la urna N." 1207, que fuá descubierta por el devoro de una avenida que vino en el mes de Agosto del año 1937, en el rio Malleco. C a n t a r it o N.? 1208. A ltu ra total ................ ...........................

1¿0

mm.

Altura del cuerno .......................... 116 mm. Diámetro de la boca (imnosible me­ dir por estar quebrada). „ del cuello .............. ......... 40 mm. „ . „ cuerpo 139 mm. Ancho del asa ...............*..................... 20 mm. Grosor de la loza .................... ........... 5.7 mm. Este cantarito de form a casi globosa no presenta ninguna cosa sobresaliente, salvo en su color. Toda la superficie es ter­ minada de slip de un color rojo ladrillo oscuro. El interior del cuello es también del mismo color. E l asa es bien tableada y, además, tiene una protuberancia en toda la parte más alta. En cuanto a su hechura, no es un cantarito tan bien terminado y liso como los dos con dibujos que acompañaban a éste. La parte del fondo es bastante plana para mantenerse bien parado y tie­ ne un diámetro de más o menos 70 mm. La masa usada para hacer este artefacto contiene un buen porcentaje de cuarzo mo­ lido y también una cantidad de mica bien molida.


UR NAS

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Cantarito N.” 1209. Altura total ........................................ 7 5 mm. 40 mm. » del cuerpo ............................. Diámetro de la boca ............ - ........ 74 mm. » del cuello ........................... 57 mm. del cuerpo ........... , ........... 76 mm. Ancho del asa ............ .................... 19 mm. Grosor de la loza .............................. 3,5 mm. El color del fondo de este cantarito es blanco sucio. Enci­ ma del blanco se ha colocado un dibujo de color ladrillo. La superficie exterior está dividida en dos partes por una fa ja sin dibujo de 4 a 5 mm. de anoho en la misma base del cuello. La parte superior del cuello está dividida por líneas verticales en diez fajas de 12 a 14 mm. de anoho, que están dibujadas y separadas por fajas más o menos la mitad del ancho sin dibu­ jos. Los dibujos llegan hasta el mismo borde de arriba. La parte de abajo está, dividida en la misma manera que la de arriba, pero las fajas son algo más anchas y llevan tre­ ce fajas dibujadas en lugar de diez. En general las fajas dibujadas llevan solamente dos moti­ vos y éstos van alternados con toda regularidad. Sin embargo, una fa ja en el cuello al lado del asa está con un motivo distin­ to. Es el mismo motivo usado en el asa, pero colocado al revés. E l motivo en el asa continúa hasta el fondo, auncue es más an­ gosto en el cuerpo y tiene el lado izquierdo completamente rec­ to. (Véase Fig. 31 para todos los m otivos). La parte superior lleva cuatro fajas con el motivo N > 1, cinco con el N > 2 y uno con el N .9 3. El cuerpo* lleva 6 fajas con N.° 1, 6 con N .0 2 y uno con N .'1 3. El interior del cuello es del mismo color que la parte de afuera, o sea, blanco sucio. Tiene, además, una serie de líneas más o menos paralelas, pero el mismo tiempo bastante irregu­ lares que empiezan de la mitad del cuello y se extienden hasta el borde de arriba. Hay un total de 28 de esta líneas en el cue­ llo. E l borde superior de la boca. es todo de color ladrillo. C a n t a r it o N * 1210.

Altura total .................... .............. Altura del cuerpo ............... .............. Diámetro de la boca ....... .............. ,, del cuello ........... ............. „ del cuerpo ........ .............. 13 a Ancho del a s a ..................... ....... Grosor de la loza ...............

99 54 70 54 77 14 3,7

mm. mm. mm. mm. mm. mm. mm.


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S.

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Este cantarito es del mismo estilo que el número 1209, pe­ ro algo más grande y parece que la hechura como también las decoraciones son hechas con más cuidado y con más regulari­ dad. El asa, además, es más angosta y m ejor hecha. Para las decoraciones el cuerpo está dividido en dos partes por un cin­ turón sin pintura de 6 a 7 mm. de ancho, ubicado en la parte in ferior del cuello. El-cuello tiene alrededor del borde en la par­ te de arriba una cinta blanca bordada por dos líneas rojas. E l borde superior es completamente blanco. Esta parte está divi­ dida en cinco fa ja s verticales con dibujos separadas por fajas sin dibujos más o menos de la mitad del ancho. Tiene, además, una fa ja ancha sin dibujo que abarca la unión del asa al cuello. Tres de las fa ja s tienen el motivo N > 1, y dos, el N." 2, al­ ternado. El cuerpo está dividido en ocho fa ja s con dibujos, separa­ das por otras ocho fa ja s angostas sin dibujo. Las fa ja s con dibujo son bastante irregulares, en cuanto a su anchura, dos 3e ellas son poco más que la-mitad que las demás. Tiene tres motivos N .9 1 , tres N > 2 y dos N." 3. El dibujo en el asa es igual al cantarito N.? 1209, pero no tiene una línea en sus bordes y tampoco se extiende más aba­ jo que el asa. Las líneas en el interior del cuello son hechas con cuidado en todo el largo del cuello. H ay 33 de estas líneas. En ambos cantaritos se nota que las fajas verticales en los cuellos y los cuerpos son completamente independientes. N o guardan ninguna relación en cuanto al número de cintas, los dibujos que éstas llevan a su anchura con las de la otra parte. En estos cantaritos se puede ver claramente el procedi­ miento seguido al colocar las decoraciones. Se ha usado un can­ tarito ordinario de la form a deseada y en la superficie se ha colocado una capa delgada de greda fin a blanca. Encima de és­ ta se han hecho dibujos en colores y después ha sido cocida de nuevo. Es más o menos como la técnica moderna para traba­ jos similares. Cantarito N .9 1216 (no fig u ra d o). 12 0 m m « Altura total ............................ .......... Altura del cuerpo .............................. 66 mm. Diámetro d e'la boca ............ 82 mm, del cuello ........................... 71 mm. del cuerpo .................... 105 mm. Ancho del a s a ............................... 19 a 26 mm. Grosor de la loza ............ -■...... ............ 5,2 mm Este cantarito y .a ollita mvrnero 1211 fueron encontrados en el lugar donde el río Malleco hizo un devoro en una aveni­ da y desenterró dos Urnas fúnebres. Una de estas Se hizo pe­


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dazos y junto con estos restos se encontraron estas dos piezas. Pruebas positivas que estaban en la urna, no tenemos; pero creemos que sí, porque la otra urna fué hallada con tres cantaritos en su interior. Es un cantarito de fabricación ordinaria, algo rústico, no muy bien pulido o liso. Toda la superficie exterior y casi todo', el interior del cuello está cubierto con una capa de pintura da slip de color brillante ladrillo. Este cubre aun el fondo que es bastante plano. No tiene ningún desgaste o muestra de haber sido usado. Alrededor de la boca hay indicio de un labio, pero no está bien marcado. El borde de encima es casi cuadrado. El asa es plana y más andha en el centro que en las puntas de unión con el cuerpo. No tiene ninguna quebradura, de mo­ do que no se puede apreciar el material usado. Fig. 32. Ollita N.° 1211. 141 mm. A ltu ra total ......................................... Altura dd cuerpo .......................... 87 mm. Diámetro de la boca ....................97 mm. „ del cuerpo ........................... 123 mm. „ del cuello ......... ......... 90 mm. Ancho del asa ................................. 15 a 18 mm. Grosor de la loza ............................. 5 mm. Esta ollita es de color gris con unas manchas casi negras. Alrededor de la boca lleva un labio rayado pero no es más grue­ so que la parte de más abajo. El material tiene algo de arena y una buena cantidad de mica, que es de color bien dorado. Ante ciertas luces da un color casi dorado en toda la superfi­ cie. El. fondo es redondo, pero la olla queda bien parada. Con la excepción de la raya del labio, no lleva decoración de nin­ guna clase. F ig . 33.

U r n a N.« 879.

Altura total ....................................... 457 mm. Diámetro de la boca ......................... 292 mm. „ del cuerpo ......................... 355 mm. del cuello ........... .......... 282 mm. Ancho del asa .................................... 35 mm. Grosor de la loza ............................... 6,7 mm. Esta urna es de color tierra bien oscuro. Está en un esta­ do casi perfecto. El labio es angosto e inclinado hacia afuera, posición que se encuentra en varias de las urnas no muy gran­ des. El fondo es casi redondo. La forma en general es corrien­ te para las urnas chicas que hemos visto.


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Es de procedencia de la hijuela del Sr. Francisco Acevedo T., de Huequén. Fué hallada por obreros en una quinta cer­ ca del río Huequén. Tenía tapa ,pero no se guardó por encon­ trarse muy despedazada. El Sr. Acevedo me inform ó que otra ,urna había sido encontrada por un obrero durante los traba­ jos agrícolas en la misma quinta. En su interior se halló un cantarito, un plato y unos cuantos huesos humano?, según él que la descubrió. De miedo por haber perturbado a un muerto en su descanso final, llevó la urna y todas las cosas y las botó en el rio Huequén. El obrero quedó tranquilo y el muerto no le molestó. F ig . 34 U r n a N > 934 Altura total ............................................ Diámetro de la boca ............................. Diámetro del cuerpo ............................ v Diámetro mínimo del cuello ................. Ancho del asa ........................................ Grosor de la loza ................................... Perforaciones ........................................ \

641 mm 355 mm 488 mm 355 mm 40 mm 8 mm 5 \

Esta urna es de color tierra oscura,. En su form a es muy parecida a la número 1525, Fig. 40. Tiene un labio muy noto­ rio aunque angosto en toda la circunferencia. Poco más arriba d'el centro tiene una raya cortada en toda la vuelta a la altura de las asas. Fué hallada en el fundo “ Santa Rosa” , de don José Ananía, entre. Angol y Huequén, en una altura' al lado del río Huequén. El obrero que la encontró y que anteriormente había trabajado para el autor, la trajo inmediatamente como obse­ quio para el Museo. La urna tenía tapa, pero se hizo pedazos y no fué recogida. Estaba llena de tierra y no se notaba si te­ nía restos humanos o no. Esta urna sufrió un accidente después de llegar al Museo. En el terremoto del año 1939, cayó del estante y se quebró. Des­ pués fué reconstruida pero no se presenta ahora en tan buena form a como lo muestra la ilustración. Fig. 35: U rn a N .''1 1531 .......... Altura total .................... Diámetro de la boca ........................... Diámetro del cuerpo' .......................... Diámetro del cuello ........................... Ancho del asa .............................. Grosor de la loza .................................

533 355 -400 324 38

mm mm mm mm mm 7 ,3 mm


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PREHISTORICAS

Esta pieza fué encontrada durante las faenas agrícolas en una potrero más o menos parejo, cerca de la casa en el fundo “ E l Recreo” , de Angol. La tapa que tenía se hizo pedazos y no fu é recogida. Es de coflor tierra algo manchada con más os­ curo. Es de form a más o menos típica para urnas de este ta­ maño. La boca se abre algo en forma acampanada. El borde está reforzado con un labio bastante más grueso. El material contiene una buena proporción de arena blanca, además de una buena cantidad de mica. Información sobre, su contenido no te­ nemos, pero no había artefactos de ninguna clase. '

U r n a *n .» 1257

267 mm A;ltüra total (incompleta) ................. Diámetro máximo del cuerpo .... 337 mm Diámetro mínimo del cuerpo ............ 317 mm Ancho del asa .................................... 35 mm Grosor, de la loza ............................ 5,3 mm Esta urna es muy incompleta en la parte superior, habien­ do sido quebrada y perdida por los trabajos de la tierra. Cuan­ do fué hallada tenía restos de huesos humanos. Es de color tierra oscuro per afuera y en el interior es de rojo ladrillo con manchas negras. Donde está quebrada se puede apreciar que los colores de adentro como los de afuera, penetran en la misma loza hasta más o menos la mitad de su espesor. La loza es de buena calidad y contiene arena blanca fina. Per su forma en la parte de abajo y en el principio del cuello, parece ser una urna de la forma de la N .9 1531, hallada en el mismo fundo. N.o 1533 T a p a

de

U r n a N .5 1531. (N o figu ra d a )

Diámetro del borde (aproximado) .... 490 mm Grosor de la loza ............................... 6,4 mm Esta no es una tapa hecha para este fin, sino una pieza de un cántaro utilizado como tapa. Aparentemente es el fondo de un cántaro de buen tamaño que ha sido cortado más o me­ nos parejo. La loza es de muy buena calidad y pintada con slip ■colorado en la parte exterior, pero quedando sin pintura un espacio más o menos circular en todo lo que era el fondo. No habían restos suficientes para unirlos y apreciar exactamente la form a de la tapa. F ig . 36 Y 37 C a n t a r it o N.'-1 1532

i

Altura total ......................................... -*4^ Altura del cuerpo ................................ 81 Diámetro de la boca .... ...................

mm ' mm mm


I

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B U LLO C K

Diámetro del cuerpo ........................... 131 66 Diámetro máximo del cuello .............. Diámetro mínimo del cuello ................ 51 Diámetro de la unión entre cuello y el 62 cuerpo ................... . V-.-................. Ancho del asa ...................................... 22 5,5 Grosor de la loza .................................

mm mm mm mm mm mm

Este cantarito fué hallado cerca de la urna número 1531,. no adentro, pero acompañaba la urna. Está en muy mal estado de conservación. Una gran parte de la capa fina que lleva los dibujos ha salido y es imposible apreciar en todos sus detalles los dibujos que cubrían casi toda la superficie. Es imposible ver con certeza aún las zonas de los dibujos. Tiene dos motivos completamente diferentes que los demás cantaritos encontra­ dos. Véase figura N.'-’ 37 -para estos motivos. ¡La cosa más sobresaliente en este cantarito es la form a tan rara del cuello. En la parte de adelante, inmediatamente más arriba de la unión con el cuerpo, está inflamada como un pato o gallina que tiene el buche demasiado lleno. En esto es algo parecido aí número 928, Fig. 4, pero mucho más exagerado. E l asa, que está algo quebrada, es de form a tableada y en su parte de afuera Mevaba dibujos, pero éstos se extendían so­ lamente hasta su unión con el cuerpo. E l fondo es plano y un poco hendido hacia arriba en el centro, y de 60 mm. de diáme­ tro en la parte donde descansa. F ig . 33. C opa N .9 1258

Altura total .... ............, .... ..... Diámetro máximo del cuerpo .... Diámetro mínimo del cuerpo ........ . . Diámetro de la boca .......... ........... .... Ancho del asa ................................. Grosor de la loza ........................

134 119 106 131 17 4,9

mm mm mm mm mm mm

Esta copa fué encontrada cerca de la urna N.° 1257. Acom ­ pañaba la urna, pero no estaba en su interior. Es una copa que está en buen estado, peco de una hechura algo tosca. No está muy lisa por fuera y en algunas partes bastante irregular. Toda la superficie de afuera y unos 23 mm en el interior de la boca, ha sido pintado de slip color rojo vivo. El fondo es algo plano pero no para que la copa se siente bien derecha, pues queda siempre algo inclinada. Toda la parte in ferior y más abajo de su diámetro máximo es más gruesa y menos lisa que


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la parta superior. El asa no es muy grande para el tamaño de la copa, y es de form a tableada. La copa no parece haber sido usada. Es mas bien nueva y posiblemente fué hecha especial­ mente para la sepultura. La mezcla usada para hacer la copa fue templada con arena y mica muy bien molida. F ig . 39 U r n a N .» 1526

Altura t o t a l.............. ..... -•.... 447 mm Altura del cuerpo .......... 238 mm Diámetro de la boca .... 314 mm Diámetro, del cuerpo .... 330 mm Diámetro del cuello ..... 260 mm Ancho del asa ............... 34 mm Grosor de la loza .......... 9 mm Esta es la única urna que tenemos con decoraciones y, por lo tanto, requiere una consideración especial. Es de tamaño chica, hecha probablemente para el hijo de una persona de im­ portancia. Tiene las asas relativamente algo más abajo que la mayoría. Está bien formada, es simétrica y representa un tra­ bajo bien terminado. El cuerpo es casi de forma de globo, muy poco puntiagudo en su parte inferior. Todas las decoraciones se encuentran en la parte superior que llamamos cuello. En la decoración de la urna después de quemarla, se cubrió toda lax parte superior con una capa de greda, tal vez caolín, blanco y fino. Estando bien seca proce­ dieron a hacer las decoraciones con colorado. Esta pintura la hacían con toda probabilidad de greda colorada bien quemada y después la molían muv fina. La parte inferior está pintada, o más bien, lavada en slip con la misma pintura colorada. E l plano de las decoraciones muestra dividida toda la cir­ cunferencia del cuello en 13 bandas verticales anchas para los dibujos, y éstas están separadas por un número igual de ban­ das angostas sin dibujos. En el centro en ambos lados hay una 'banda más ancha en la cual hicieron, en la parte superior cer­ ca del borde, la representación de un ser humano. Parece que principiaron en el centro de un lado y . procedieron rayando hasta lleo-ar al otro lado. Hay tres errores aparentes en la eje­ cución del trabajo, y, todos en el mismo lado: 1 , al lado del rer humano en un lado se omitió-la cinta angosta sin dibujo; 2 , al lado de un asa se omitió de dibujae una de las cintas anchas; y 3 , -si ser humano en un lado tiene solamente cuatro dedos en un'pie. Es posible que este último no es un error.. En caso que el artista trataba de representar a alguien en par­ ticular, hay la posibilidad que la falta de un dedo en un pie era exacta.


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8.

BULLOCK

En las bandas dibujadas hay solamente dos motivos usa­ dos, que son los motivos números 4 y 5, ilustrados en la Fig. 31, usando seis de cada uno. P or haber dejado una banda sin di­ bujo, quedaron solamente, seis del número cuatro, cuando co­ rresponde a siete. Las asas son completamente sin decoracio­ nes. Todos los dibujos, sin excepción ninguna, están ejecuta­ dos en líneas rectas; no hay ninguna curva. Aun las repre­ sentaciones de personas, tienen la cabeza cuadrada. De todos los cántaros con dibujos de estilo de diferentes tamaños en los museos del país y en las colecciones particulares que hemos visto, este es el único que he encontrado con la representación de un ser humano. Es de notar que las decoraciones se extien­ den en el interior del borde del cuello unos cinco centímetros con el color blanco de fondo y también con líneas angostas co­ loradas. F ig . 39 N." 1527. T a p a

de l a

U r n a N .9 1526

Altura total ......................................... Diámetro de la boca máximo ............ Diámetro de la boca mínimo .......... Ancho de las asas ........ ....................... Grosor de la loza ....■. ......................... 6,2 Perforaciones '».... ...............................

150 mm 337 mm 317 mm 15 mm

mm 2

Esta tapa es de una form a que indica que fué hecha espe­ cialmente para tapa. Tiene la form a de una fuente baja colo­ cada con el fondo hacia arriba. Es de form a algo ovalada, sien­ do 20 mm. más larga que ancha. Las asas son cilindricas en sección y colocadas en una posición horizontal en lugar de ver­ tical, como las asas de las urnas. Toda la superficie por fu e­ ra y por dentro ha sido terminada en slip con un color rojo brillante. Esta tapa cubre bien la urna, pero al mismo tiempo no es una tapa que deje la urna tan bien cubierta y cerrada co­ mo algunas d>e ías tapas más grandes usadas en otras urnas, como en las N .9 837, Fig. 2 y la N .'' 1482, Fig. 53. F ig . 40.. U r n a ;N.? 1525

Altura total . i .................................... 546 mm Diámetro de la boca .......................... 324 mm Diámetro del cuerpo .......................... 430 mm Diámetro del cuello ........................... 317 mm Ancho del asa, ............ .................... 35 mm Grosor de la loza ................................ 6,5 mm Esta urna es de color tierra oscura, algo manchada. L a form a es más o menos típica, parecida al N .9 837 y con la boca


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reforzada con un labio por fuera. E l material es bastante bue­ no, pues resistió bien al ser cocida sin dejar ninguna partiFue hallada por unos obreros que hacían un corte para un camino que pasa por una peaueña altura en el fundo “ Itraque , pocos kilómetros al este de Angol. No se sabe si tenía tapa, pero se dice que había algunos huesos humanos. Esta urna, junto con la siguiente, la N.» 1534, fueron gentilmente obsequiadas al Museo por la señora Rosa Sanhueza de Soto. F ig . 41. U r n a N * 1534 546 mm Altura total .... .................................. Diámetro de la boca ............................ 375 mm Diámetro del cuerpo ........................... 394 mm Diámetro del cuello ............................ 330 mm Ancho del asa ....................................... 47 mm Grosor de la loza .................................. 8 mm Esta urna tiene la misma procedencia que la anterior, fun­ do “ Itraque” , y fué hallada en la misma localidad, aunque no junta con aquella. Es de color tierra ligeramente teñida de color ladrillo. Es algo más cilindrica que la anterior, siendo el cuello y la boca más ancha en proporción. La boca está bien reforzada con un labio muy aparente. El fondo es casi plano, y en este particular, es distinta a casi todas las demás. E l aspecto general es de una urna heoha a la ligera, algo dis­ pareja, un'asa más alta que la otra, de aparencia tosca y no bien terminada. E l material es de buena calidad y resistente. U rnas

en la

“ Q u in t a B e l l ” ,

de

A n go l

La “ Quinta Bell” , donde se hallaron varias urnas, es una Darte de lo oue es ahora la Población Bell, detrás del Hospital “ San José” , "de Angol. En una pequeña altura a corta distan­ cia del río Vergara. se encontraron dos urnas por casualidad hace varios años, durante los trabajos agrícolas en la quinta. Una fué hallada por un joven, quien sabía que se hallaba algo a veces en estos lupares. E l entonces, colocó én una altura en­ cima de una quebrada algo honda, una carca de dinamita y derribó una parte del cerro a la ouebrada. Así salió a luz una urna, ñero no en muy buen estado. Finalmente una urna fué descubierta por obreros durante los trabajos en la construcción de las casas de la población. Por la buena voluntad del Sr. Leo­ poldo Bell y las otras personas en cuyas manos estaban las urnas* flecaren al Museo; y ellos mismos me suministraron los datofe correspondiente á cada una.


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D IL L M A N

8.

B Ü LLO C K

Fig. 42. U r n a N.» 534 Altura total ......................................... Altura del cuerpo .............................370 Diámetro máximo del cuerpo ............ Diámetro mínimo del cuerpo ............ Diámetro del cuello ................. .< ....... Ancho del asa ..................................... Grosor de la loza .................................

603 460 445 356 40 7,2

mm mm mm mm mm mm mm

Esta urna tiene para el autor de estas líneas una impor­ tancia especial porque fué la primera que llegó a su poder y de la cual tenía seguridad que era urna fúnebre. Dfepde este día, en 1926,, él no ha perdido de vista la existencia de sepul­ turas primordiales en urnas en esta región de Chile. La formación es de las de cuello y cuerpo algo distinto. Aunque failta algo en la parte superior, se puede apreciar bien la forma. Está toda pintada en slip de color ladrillo oscuro y este color abarca el interior del cuello. L a loza es firm e y mues­ tra una buena cantidad de arena y mica en la mezcla. Fué en­ contrada por obreros durante los trabajos agrícolas. Ellos la sacaron de la tierra y fué dejada botada al lado del cierro co­ mo una cosa de ninguna importancia. En una visita casual a la quinta fué divisada por el autor y después de saber su pro­ cedencia, fué solicitada del Sr. Bell, quien se la obsequió con todo gusto. Cuando fué hallada tenía tapa y en el interior ha­ bían unos pocos huesos en muy mal estado de conservación. Había, además, un cantarito con decoraciones de color rojo. Un obrero se lo llevó y no fué posible ubicarlo. Este cantarito estaba cerrado herméticamente con greda en todo el derredor de la boca y en el interior había líquido. Según el obrero era mudaí, pero nadie lo probó. F ig . 43. U r n a N.* 1072

Altura t o t a l.......................................... Diámetro de la b o c a ............................ Diámetro del cuerpo ............ ........... Diámetro del cuello ........................... Ancho del asa .................................... Grosor de la loza ................................

482 mm 285 mm 343 mm 280 mm 40 mm 7,3 mm

La form a de esta urna es del tipo común de las urnas de tamaño regular a chico, parecido al N.° 879, Fig. 33. Fué hallada durante los trabajos agrícolas, con el fondo quebrado y los pedazos perdidos. Es de color tierra oscura. Tiene un labio algo ancho, pero no muy grueso. Cuando se sacó de la tierra, no se notaba la presencia de restos humanos, y no se sabe si tenía o no. Esto se puede comprender cuando no hay


UR NAS

FUNER AR IAS

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interés o conocimiento sobre estas cosas. Posiblemente la per­ sona sepultada era joven, y en este caso los restos duraban relativamente poco tiempo. F ig . 44. U r n a N.® 1897

,

Altura total .......................................... 533 mm Altura del cuerpo ................................. 317 mm Diámetro del cuerpo ............................ 407 mm Diámetro del cuello ............................. 293 mm Ancho del asa ...................................... 31 mm Grosor de la lo z a ................................... 6 mm La forma de esta urna es de las del cuello distinto del cuerpo; pero no muy separados. La loza es más fina que la mayoría y toda la superficie es terminada en slip con un color rojo ladrillo, y este color se extiende hacia abajo en el inte­ rio r del cuello, casi hasta el cuerpo. Tiene un, labio angosto pero refuerza bien todo el borde. Esta es la urna que fué des­ cubierta después de explotar una carga de dinamita. A pesar de esto, resistió bien. Por ser de color rojo casi vivo, llama la atención entre las urnas que son principalmente de color tierra. No se sabe nada sobre el contenido de esta urna. F ig . 45. U r n a N.* 2262

Altura total ....................................... '610 mm Diámetro de la boca .......................... 381 mm Diámetro del cuerpo ......................... 495 mm Diámetro del cuello ........................... 362 mm Ancho del asa ................................... 40 mm Grosor de la loza ... > ......................... 8,6 mm Perforaciones ..................................... 8 La forma de esta urna es casi entre las que tienen el cuer­ po y el cuello distintos, y las que no los tienen aparte. Es de color tierra oscuro. Tiene un labio definido pero no muy grue­ so. Esta urna fué encontrada por un grupo de obreros en los trabajos de alcantarillado de la población. Tenía en su interior •uhos pocos huesos y un cantarito con dibujos en colores. Este se lo llevó un obrero de afuera y no fué posible ubicarlo para hacer la descripción. No se sabe en caso que tenía tapa cuan­ do fué hallado, pero es de suponer que tenía. C e m e n t e r io

en la

H ij u e l a

del sr .

E u fr as io M e d in a

Este cementerio fué descubierto en Agosto del año 1951, cuando los obreros principiaron a' hacer hoyos para la planta­


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ción de una viña de uvas de mesa. En tanto que el Sr. Medina se dió cuenta del hallazgo, me invitó a venir y sacar lo que podía hallar. En una superficie de unos 60 metros por 25, se ¡hallaron cinco sepulturas, de las cuales cuatro eran en urnas. Es muy probable que haya varias urnas más aún, porque no fué posible remover toda la tierra y hacer una búsqueda com­ pleta en todo el lugar de la viña. Un año después en el mismo recinto y no muy lejos del sitio del prim er hallazgo, se encon­ tró otra urna que también fué obsequiada al Museo. La hijuela está ubicada al lado norte del pueblo de Angol, inmediatamente al lado norte del río Malleco y entre el río Vergara y la línea del ferrocarril. El lugar del cementerio es­ tá en una falda suave cerca de la casa y no muy lejos del río Vergara. La tierra es algo pesada, contiene muchas piedras, y en algunas partes, bastante cascajo. Ha sido cultivada por muchos años y la mayor parte de las urnas encontradas esta­ ban muy quebradas en su parte superior por las mismas labo­ res del suelo. F ig . 46

y

47. U r n a N/' 2292

616 mm Altura total ........................................... Diámetro de la boca .............................. 437 mm Diámetro máximo del cu erpo................. 495 mm Diámetro mínimo del cuerpo ............. 482 mm Diámetro máximo del cuello .............. 438 mm Diámetro mínimo del cuelo .................. 407 mm Ancho del asa ....................................... 40 mm Grosor de la loza .................... ........... 7 mm Perforaciones ........................................ 40 Esta urna es casi completa, falta solamente la parte de un asa y unos pocos pedazos pequeños. Es casi simétrica y del tipo, en cuanto a su forma, de las que no se distingue el cue­ llo del cuerpo. A l ver las dimensiones de todas las partes, se nota que es algo ovalada en su form a, aunque no mucho. La boca es casi circular, pero el cuerpo como también el cuello, son poco ovalados. E l cuello tiene una diferencia en sus dos diámetros de 31 mm., pero en el cuerpo es de solamente 12 mm. Estas pequeñas diferencias es fácil entender cuando uno toma en dienta la técnica de la fabricación. Todo ss hace comple­ tamente a ojo. El color es de tierra oscura, Tiene un labio pa­ ra reforzar el borde pero es tan delgado y hecho de tal fo r ­ ma que apenas se nota. La cosa que verdaderamente llama la atención es el gran número de perforaciones aue lleva, pues hay cuarenta. La fotogra fía en Fig. 46 muestra bien la colo­ cación de estas perforaciones en ambos lados de las partidu­ ras! En la foto se ha colocado cáñamo en todas las perfora­


ORNAS

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ciones para mostrar bien la necesidad de ellas; 38 de las 40 perforaciones son visibles. A l colocar amarras en una urna trizada como ésta, no sería posible usarla porque se deshacería sola con ©1 uso. F ig . 47 N.? 2293. T a p a

de

U r n a N > 2292

Altura total (incompleta) .......... .. 495 mm Diámetro máximo del cuerpo .... ... 565 mm Diámetro mínimo del cuerpo ....... 465 mm Diámetro del cuello ................ 445 mm Ancho del asa ........................... .... 36 mm Grosor de la loza ......................... 7,8 mm Perforaciones ............................... .... 17 Esta pieza es de color tierra con tinte de color rojo ladrillo y cou algunas manchas negruzcas'. El material en su interior está algo deteriorado y en algunas partes han salido manchas como láminas, de la cuarta parte del grosor de la lo­ za. Falta toda la parte superior del cántaro, de modo que la apertura actual no es verdaderamente la boca. La forma es algo parecida a la parte inferior de las urnas N.os 2262 y 2387, Fig. 4’5 y 22. Es muy evidente que no fue hecha para tapa, sino que es una pieza que usaron por no tener otra mejor. La boca no es suficientemente ancha para ir afuera de la urna y con las asas es tan ancha, que tampoco entra bien en la boca de la urna. Fué colocada con un asa adentro y abajo, y que­ dó ladeada encima, pero tapaba bien la urna, más o menos co­ mo está indicado en el dibujo en la Fig. 47. No fué posible tomar una fotografía de la urna con su tapa en el mismo si­ tio antes de sacarla, como deseábamos hacer. El uso de tapas a'ltas era, sin duda, una necesidad porque en muchas ocasiones es indudable que la cabeza del muerto sobresalía de la urna. Colocando esta tapa en la forma indica­ da como fué hallada, dejaba lugar para la cabeza dentro de la tapa. Fig. 48. U r n a N .5 2297 603 Altura total ............ 406 Diámetro de la boca ......... .......... ■■■■ 470 Diámetro del cuerpo ....................... 368 Diámetro del cuello .......................... 39 Ancho del asa .................................. 8 Grosor de la loza ........................... 8 Perforaciones .................................. Esta urna es muy parecida a la N.v 2292, Fig. lor form a y textura; sin duda que era fabricación

mm mm mm mm mm mm 46, en cor del mismo


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maestro. Las medidas muestran que es poco más chica en to­ das sus dimensiones. La form a corresponde al tipo de la N .’ 837, Fig. 2. La loza es fina y contiene mucha mica. En esta urna fué hallada la parte superior de varias muelas, siendo éstos los únicos restos humanos que quedaban. \ I F ig . 48 N.* 2296. T a p a de l a U r n a N." 2297 Altura total (incompleta) ................... 495 mm Diámetro del cuerpo (la boca actual) 703 mm 9 mm Grosor de la loza ................................. Perforaciones en el cuerpo .................. 20 Perforaciones cerca del borde ............ 28 Esta pieza es de co'lor tierra blanquisco, algo claro y en algunas partes rojizo y con manchitas negruzcas. Todo el bor­ de está pintado colorado, bastante intenso en el borde mismo, pero perdiéndose el color poco a poco, y a los 20 a 25 centí­ metros desaparece por completo. Es, sin duda alguna, la par­ te in ferior de una urna grande que se quebró en toda la cir­ cunferencia. La cosa de más interés en esta tapa es una hile­ ra de 28 perforaciones en toda la circunferencia cerca del bor­ de. Como la pieza con estas perforaciones no tienen ninguna compañera para amarrar junto con ellas, debe tener otro ob­ jeto. Casi la única cosa que puedo imaginar es que era para amarrar un refuerzo y hacer más firm e la tapa. Creo que el fabricante reconoció la debilidad de esta pieza, y es> muy po­ sible que en toda la circunferencia tenía palos doblados y f i r ­ memente amarrados a la boca. Esto es, a lo menos, una expli­ cación por la presencia de estas perforaciones. Cuando se encontró esta sepultura, toda la parte más su­ perficial de la urna, como también la tapa, estaban despeda­ zadas, quedando intacto solamente 20 a 25 centímetros de al­ to en la circunferencia. Todas las piezas, tanto de 'la urna como de la tapa, estaban en el interior de la urna. Esta pieza es la de mayor diámetro que hemos encontrado. U r n a N .? 2291

( no

f ig u r a d a )

Diámetro del cuerpo ...............' ......... Ancho del asa ........................ ........... Grosor de la loza .................................

387 mm 36 mm 6,9 mm

Lo que tenemos de esta urna es tan poco, que es imposi­ ble apreciar bien la forma, porque falta toda la parte de a rri­ ba de las asas. El color es de tierra algo oscuro, y con una* cintura de 8 a 10 centímetros de ancho, de color más oscuro en t o d a la circunferencia, cero poco más abajo que las asas. La loza es casi igual que las urnas N.os 2292 y 2297, del


URNAS

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mismo cementerio. La forma de la parte inferior que tene­ mos es parecida a la Í O 2394, Fig. 51, pero la tercera parte m p grande. En el interior tenía algunos huesos humanos en estado de deshacerse solos. Junto con los huesos había una piedra casi de 10 centímetros de largo oue debió haber tenido algún uso, N .? 2360. Esta piedra está descrita en el Capítulo IV. F ig . 49. U r n a N .» 2294

Altura total (aproximada) ............... 630 mm Diámetro de la boca ........................... 381 mm Diámetro dei cuerpo .......................... 465 mm Diámetro del cuello ........................... 345 mm Ancho del asa .................................... 31 mm Grosor de la loza .............................. 6,8 mm Esta urna es de color tierra clara, girando a color ladri­ llo con manchitas negruzcas. El material es bastante firm e y contiene mucha mica. En el fondo tiene un pequeño asiento plano de unos 6 cm. en diámetro. Las asas tienen forma ova­ lada en sección, mientras todas las demás son tableadas. La cosa importante de esta urna es la posición en que fuá encontrada. Estaba en una posición horizontal con la boca más o menos hacia el oeste. A una distancia de 25 cm. de la boca había un cantarito chico, N.1 ' 2295, Fig. 50, también acos­ tado y con la boca mirando a la boca de la urna. E l peso de la tierra encima y todos los trabajos agrícolas dejaron esta urna completamente aplastada. No fué posible reconstruirla completamente, pero lo suficiente para notar bien su forma. Tiene la forma muy parecida a la N .9 985, Fig. 12. ¿Por qué fué colocada en esta posición en lugar de estar parada como las demás urnas? Para nosotros es muy difícil ahora de cono­ cer las cosas que obligaron o indujeron a que la sepultura quedara en esta posición. Es posible que faltaba la tapa para la urna y que la cabeza del muerto era muy sobresaliente. ■Colocando la urna en una posición horizontal, la tierra no en­ traba completamente en la urna, como habría sucedido si se hubiera colocado parada y sin tapa. Puede ser que la tierra estaba muy dura y no podía nenterrarlo más sin mucho tra­ bajo. Estas son suposiciones solamente, las verdaderas razo nes quedan siempre desconocidas. F ig . 49

y

50. C a n t a r it o N .9 2295 "■

Altura total ....................................... Altura del cuerpo ............................. Diámetro de la boca .......................... Diámetro del cuello ............ •

123 97 40 34

mm mm mm mm


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111 mm '"D iám etro del cuerpo .... 40 mm Ancho del asa .... 4,8 mm Grosor de la loza A este cantarito le corresponde algo especial porque es único en su categoría. Hasta la fecha tenemos conocimiento de solamente dos de las urnas halladas en una posición hori­ zontal: los números 2294 y 2587. E l cantarito que tenemos fallado también en posición horizontal, a unos 25 centímetros distante de la urna y con la boca en dirección a la urna. E l cantarito está bien hecho pero no presenta ninguna co­ sa especial. Es de color ladrillo con unas manchas negras que aparecieron cuando el cantarito fué cocido. Pero la única co­ sa no muy común es que el asa tiene encima un protuberan­ cia o punto levantado en la parte más alta. E l fondo tiene una parte plana, pero no exactamente en el centro, y con ésto resulta el cántaro poco asimétrico, quedando algo ladeado ha­ cia el lado izquierdo. E l fondo no tiene color, ni es tan liso co­ mo lo demás del cántaro. F ig . 51. U r n a N .» 2394

A ltura total ........... 280 mm 280 mm Diámetro del cuerpo 177 mm Diámetro del cuello 37 mm Ancho del asa ......... Grosor de la loza .... 7,8 mm A ésta urna le falta toda la parte del borde y algo del cue­ llo, pero fué enterrada en esta form a. Se encontró con la ta­ pa puesta y no sufrió ninerún perjuicio al sacarla. L a form a es parecida a la N.v 2387, Fig. 22. Tiene el cuello relativam ente angosto en comparación con el cuerpo. Es de color tierra oscu­ ro con una tinta de lad.r-illo en algunas partes y con manchas negruzcas. La fabricación deja mucho que desear porque es tosca, no bien hecha; y por ser tan pequeña, es muy gruesa. Una urna tan chica tuvo que haber sido usada para un niño de muy tierna edad. Es. pues, la urna más chica que hemos encontrado hasta la fecha. F ig . 51 Y N .9 2395.

T apa

de u r n a

Diámetro ........................... .............. G.rosor de la loza ........................ ..........

N .» 2394 273 mm. 5 mm.

Esta tapa es sencillamente la parte in ferior de un cántaro chico quebrado. Es de una loza fina, pintada de slip de color ladrillo, algo amarillento y casi vitrificada. Adentro es de co­ lor ladrillo, pero algo más claro. En la parte que era el fondo,


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tiene algo de la superficie sin pintura. Con un pedazo tan chi­ co no es posible apreciar la forma que tenía el cántaro original. Ol l i t a N.* 2369 (no figurado)

Altura total ..................... :............. 175 mm. Diámetro de la boca (aproximada) 100 mm. Diámetro del cuerpo .................... 180 mm. Diámetro del fondo ........................ 110 mm. Ancho del asa ................................. 28 mm. Grosor de la loza ....................... .. 7 mm. Ssta ollita fué encontrada en una sepultura sin urna en el cementerio de la hijuela del Sr. Eufrasio Medina. En la se­ pultura había un lote de huesos humanos muy deshechos, jun­ to con una cantidad de pedazos de cántaros de varios diferentes tipos y tamaños. De estos pedazos fué posible armar solamente la ollita de nuestra consideración. La ollita tiene el fondo plano y relativamente grande por su tamaño. Es una pieza tosca, mal hecha, no terminada en ningún sentido y no muestra ninguna señal que haya sido usada. Creo que no corresponde a la gente que sepultaba sus muerto en urnas, sino a una cultura poste­ rior, probablemente a los mapuches. El hecho que fué hallada en el mismo cementerio, constituye una obligación para que sea presentada aquí con el fin de hacer la crónica completa. FiG. 52. U r n a N.* 2559 519 mm Altura total ...................................... 318 mm Diámetro de la boca ........................... 406 mm Diámetro del cuerpo ......................... 306 mm Diámetro del cuello ......................... 37 mm Ancho del a s a .................................... 7,3 mm Grosor de la loza ............................ 3 Perforaciones .................................... Esta urna fué encontrada en mayo del año 1951 en la hi­ juela del Sr. Jovino Ulloa, llamada “ Los Perales” , que ocupa el lugar donde el río Huequén desemboca en el río Malleco. Es muy cerca del sitio donde Pedro Valdivia fundó el primer Angol el día 24 de Octubre del año 1553. ^ La urna salió en una falda suave de trumao liviano que da al río Malleco, a unos 50 metros del río. Su hallazgo fué T3or casualidad durante los trabajos agrícolas; mientras se ara­ ba un buey pisó la tapa y enterró la pata. L a urna está casi en perfecto estado, y es del tipo de las sin cuello aparte, y de tamaño mediano. Es de color tierra con algunas partes algo color ladrillo. El material contiene una cantidad de arena y bástante mica.


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La tapa, la cual se despedazó por completa, no fue guar­ dada. Los que sacaron la urna manifestaron que esta tapa era mucho más grande en diámetro que la urna y que estaba pin­ tada colorada. L a urna estaba llena de tierra y no se notaba la presencia de restos humanos. El Sr. Ulloa muy gentilmente ha dejado la urna depositada en el “ Museo Dillman S. Bullock” , de modo que los que visitan el Museo pueden darse cuenta de otra de esta urnas.

Sepultura

e n el fundo

“ P i c h i Q u il l o t a ” ,

a l n o r t e de

A

ngol

Una sepultura en Urna fué hallada en la hijuela “ Pichi Quillota” , al lado norte de Angol, en el año 1945 cuando ésta era propiedad del Sr. René Anguita Acosta. E l lugar está cer­ ca a un estero chico, pero en una altura donde e'1 agua no lle­ garía nunca. Estaba en suelo que había sido usado para la agricultura por muchos años. E l arado tocó el fondo de la tapa, quebrándola algo. La tapa y la urna fueron sacadas con sumo cuidado, de modo que no fueron despedazadas. L a tapa y la urna estaban intactas, de modo que la tierra aún no había pe­ netrado en el interior. Los huesos que quedaban estaban redu­ cidos a un montoncito de tierra, en el cual fueron encontradas las coronas de unas muelas y un par de aros de cobre de una form a distinta a los aros usados por los mapuches. Esta era la primera indicación y vino como una prueba indiscutible que en esta cultura usaban metales. (Véase inform e especial sobre los aros en capítulo IV de esta publicación). Felizmente el señor Anguita reconoció el valor científico del hallazgo y me avisó para ir a buscar todo lo que tenía para el Museo. A él le debemos nuestros más sinceros agradecimien­ tos. F ig . 53 Y 54. U r n a N .e 1482

mm Altura total (incom pleta) ......................718 Diámetro del cuerpo ..............................432 mm Diámetro máximo del cuerpo ............. ...527 mm Diámetro mínimo del cuerpo .................488 mm Diámetro máximo del cuello .................. 412 mm Diámetro mínimo del cuello 362 mm Ancho del a s a ...................................... 38 mm Grosor de la loza ................................ 9,5 mm Perforaciones ..................................... ... 48 A esta urna le falta todo el borde y las dos asas. Es evi­ dente que no tenia borde cuando fué enterrada, porque no se


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encontró ningún vestigio del borde cuando fué sacada de la tie­ rra. Es posible que las asas se quebraron y se perdieron al co­ locar la tapa. La form a corresponde a las urnas que tienen de­ finido y separado el cuerpo y el cuello, como en el N > 927, Fig. 3. Toda la parte superior hasta poco más abajo que la parte más gruesa del cuerpo, está pintada de color ladrillo. La parte infe­ rior está sin pintura y es de color tierra clara con algo de color ladrillo y con unas manchas negruzscas. Llama la atención la form a de esta urna poro.ue no es completamente circular. El cuerpo y el cuello son ovalados, no en una forma exagerada, si­ no suficiente para facilitar, tal vez, la colocación del cuerpo del muerto. E l diámetro mayor es la octava parte más largo que el corto. Otra cosa interesante es el gran número de perfora­ ciones en diferentes partes, habiendo un total de 48 de estos agujeros para amarrar y mantener la urna firme. Está tan partida que al sacar las amarras, el fondo se caería. E l mate­ rial es bueno y templado con bastante arena y mica. F ig . 53 Y 54. N.® 1483. T a p a

de l a u r n a

N.’ 1482

Altura total (incompleta) .................... 635 mm Diámetro máximo del cuerpo ............ 546 mm Diámetro mínimo del cuerpo .............. 527 mm Diámetro del cuello .............................. 470 mm Ancho del asa ..................................... 39 mm Grosor de la loza ................................. 8 mm A esta tapa le falta toda la parte superior, pero parece solamente que le faltara,el borde, y fué sepultada en esta con­ dición. Es de color tierra gris algo amarillento y con unas manchas negruzcas. L a loza es firme, gruesa, muy lisa y bien quemada, de modo que es muy dura. E l material tiene bastan­ te arena blanca y mica en la mezcla. Esta es una de aquellas piezas oue pudo haber servido tanto de urna como de tapa. Fundo “ E l Roble”

gol

F ig . 55. U r n a N .9 1498 920 mm Altura total 584 mm Diámetro de la boca 660 mm Diámetro del cuerpo 546 mm Diámetro del cuello 40 mm Ancho del asa 8 mm Grosor de la loza 12 Perforaciones E sta urna fué hallada en el fundo “ E l Roble” , entre Any Tijeral, arando en el campo. Es la urna mas grande y


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una de las más hermosas que hemos visto hasta la fecha. La superficie exterior está terminada en slip de color rojo ladri­ llo, pero en muchas pautes es tan delgada la capa de pintura que el color de abajo no está completamente cubierto. Es una urna que no tiene cuello aparte del cuerpo mismo. En todo el contorno de la boca tiene un labio de 38 mm. de ancho y poco más grueso que la loza misma. Esta urna, como muchas de las urnas grandes, se partió en dos diferentes lugares al cocerla; en la parte in ferior cerca del fondo y también una partidura casi vertical desde la parte más ancha del cuerpo hasta el mismo borde de arriba. En los lados de la partidura de abajo hay seis perforaciones pa.ra colocar amarras. En la partidura vertical tiene igual número, donde 03 seguro que tenía costura. Además, hay cuatro perforacio­ nes principiadas en el lado de afuera, pero no se ve ninguna •''larca de ellas por dentro. E l tamaño de esta urna, su form a tan agradable y su simetríía perfecta, muestran claramente que el que la hizo era maestro en su oficio. E l que halló la sepultura y sacó la urna, me dijo que tenía «asi todos los huesos en buen estado de conservación, y que \abían dos cantaritos. Uno de ellos, el N .9 1507, fu é obsequiad" jl autor con la urna. Todos los huesos y el otro cántaro fu*, fon guardados por el que halló la sepultura. Creo, por lo que ¿1 me dijo y explicó, que estaban quemando velas alrededc. ie los huesos, con la esperanza que el finado, de alguna manera /evelaría la ubicación del tesoro, que de seguro tenía en alguna parte no muy lejos. FiG. 55 N.« 1515. T a p a

de l a

U r n a N.* 1498

Altura total ......... ................................. 470 mm Diámetro máximo ................................. 635 mm Grosor de la loza .................................. 10 mm Perforaciones ........................................ 8 Esta pieza usada como tapa, no fué hecha para este fin. Todo el borde está quebrado y la form a misma es como la par­ te in ferior de una urna, como el número 927, Fig. 3. Fué com­ pletamente hecha pedazos con la pisada de uno de los bueyes que tiraban el arado cuando fué hallada. Tiene ocho perfora­ ciones donde estaba amarrada antes y dos que están marcadas solamente, pero no perforadas. Es de un color tierra algo ama­ rillento. El material mismo es malo y muy poco resistente. A l reconstruirla, las piezas se quebraban con mucha facilidad. F,s algo gruesa, ñero blanda, y fácil de molerla entre los de­ dos. La mezcla tiene un porcentaje muy elevado de arena y no fué suficientemente cocida para que quedara bien dura. Efe


UR NAS

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muy posible que el “ fabricante de ataúdes” en aquella ocasión tenia urnas que al quemarlas se quebraban en tal forma que no podía usarlas como ataúdes, pero que los pedazos muy bien podían servir de tapas. Esta es una de aquellas aue fué aprove­ chada en esta oportunidad. F ig . 56. C o pa N." 1507 78 mm Altura total ........................................ Diámetro de la boca .......................... 103 mm Diámetro del cuerpo (mínimo) ......... 81 mm Diámetro del fondo ............................ 90 mm Ancho del asa .... .............................. / 8 mm Grosor de la loza ............................... 5,5 mm Esta copa fué encontrada en el interior de la urna número 1498, junto con algunos otros artefactos. La copa está muy quebrada, ñero al mismo tiempo es suficientemente completa para apreciar bien su forma en todo sentido, menos el asa, cu­ ya form a exacta no se puede asegurar. La form a de la copa es algo rara, siendo de fondo ancho, nlano v solamente un poco menos en su diámetro que en la boca. La parte más angosta de la cooa es más o menos la del centro. Y lo que llama más la atención son dos hoyos peque­ ños en el asa, uno en la parte superior cerca del borde y el otro apegado al fondo. Toda la superficie exterior ha sido pintada con slip colorado, el que cubre también una parte en el inte­ rior del lado de arriba. La copa se quebró al saea.r la urna y es de lamentar aue no fué posible obtener los pedazos para poder reconstruirla por completo.

URNA N.» 1529 Altura total (incompleta) ................. 510 mm Diámetro del cuerno .......................... 438 mm Diámetro del cuello .......................... 305 mm Ancho del asa .................................... 41 mm Grosor de la loza ............................... 6.9 mm A esta urna le falta toda la parte superior, pero se nota que la forma no difiere de la mayoría de las que se han encon­ trado hasta la fecha. Es relativamente más ancha en el centro y ano-osta en el cuello. Fué hallada en el fundo “ El Roble” , por el arrendatario, quien la obseouió al Museo, sin mayores datos. Es de color tierra oscura algo colorada. Se nota aue el material contiene una buena proporción de mica. La p-.jeda aue se usó se conoce que era buena, ya que que no se partió en nin­ guna parte al cocerla.


118

D ILL M A N

8.

BU LLO O K

Tengo conocimiento de otras urnas halladas en este mismo fundo, pero no sé su ubicación en relación con las que hemos discutido. Una de ellas se encontró al hacer el camino longi­ tudinal, la que tenía decoraciones en líneas derechas, caracte­ rística de de esta cultura. i F ig . ' 57 U r n a

del fund o

“ L os C o p i h u e s ”

Altura total .................... .................. ...420 mm mm Altura del cuerpo ...................................292 Diámetro de la boca ...............................220 mm Diámetro del cuerpo ........................... ...327 mm Diámetro del ccuello ...............................189 mm Ancho del asa .......................................30,2 mm En el fundo “ Los Copihues” del Sr. Julio Sepúlveda R., situado en los cerros de Nahuelbuta a unos 20 kilómetros al norte de Angol, fué hallada en el año 1951 una urna funera­ ria. E l lugar exacto está más o menos a 560 metros sobre el nivel del mar y a unos cien metros de la confluencia de los es­ teros Pangal y Rucapillán. Se encontró, como la mayoría de las urnas, durante los trabajos,.agrícolas, arando. La form a de la urna es de las con cuello y cuerpo separa­ das, y es muy parecida a la urna N .5 1526, Fig. 39, aunque algo más chica que aquella. Originalmente tenía tapa, pero se que­ bró mucho y no fué posible reconstruirla. E l color general es de color tierra, pero variable, con algunas partes algo rojizas y en la parte superio, casi negro. En el fondo de afuera se nota una parte no bien lisa como lo demás de la superficie, y es de color algo más claro. En el interior el color es muy parecido al color de afuera, aunque más claro. En el fondo es de color ladrillo, y esta parte está separada del color más oscuro con una línea bien marcada, como si esta diferencia de color hubiera sido causada por agua que hubiere tenido en el fondo. La loza misma, se nota donde está algo quebrada, es com­ pletamente negra. Contiene mucha arena y algo de mica. En la parte superior tiene un labio bien marcado de 24 mm. de ancho. En su interior la urna tenía solamente un poco de tierra que era de color muy oscuro. P o r su tamaño es muy evidente que la urna era para una criatura pequeña y, sin duda, todos los huesos habían desaparecido con los años. Esta urna se encuentra actualmente en el fundo del Sr. Sepúlveda, en Nahuelbuta.


UR NAS

U rnas

FUNER AR IAS

PREHISTORICAS

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“ S a n I g n a c io ” d e l S r . R e n a t o S a a v e d r a , d e L os S a u c e s

del fundo

Este fundo está ubicado a unos nueve kilómetros al nor­ oeste de Los Sauces, en el camino hacia San Ramón, en el de­ partamento de Purén. En el año 1952, un obrero del fundo, arando^ su goce detrás de su casa, cuando de repente un buey enterró una mano hasta el cuerpo, y así fué hallada la prime­ ra en este lugar. Los obreros destaparon la urna y sacaron algo de su contenido, que consistía de un cantarito y unos pocos huesos humanos que fueron llevados al patrón. A pocos más de un metro de la primera urna, se halló otra más chica. Am ­ bas urnas en su interior tenían huesos humanos y Jas dos te­ nían tapas que fueron quebradas. Los obreros razonaron que “ esta segunda urna chica tuvo que ser la compañera de la grande” . Después de mirarlas y considerar todas las cosas de­ tenidamente, colocaron la segunda con todo su contenido den­ tro de la grande, y dejaron todo bien tapado, y quedaron tran­ quilos otra vez. De este modo, el contenido de las urnas que­ dó completamente revuelto. (Esta información fué dada poco a poco mientras el autor hacía la operación de desenterrar las u rnas). A sí quedaron hasta el mes de mayo del año 1953, cuando el autor fué a desenterrarlas a invitación del Sr. Saavedra, quien se interesó en esta materia al ver unas urnas durante la Exposi­ ción Frutícola de Angol. E l lugar del hallazgo está a unos pocos metros del estero Gu adatoa 1 y, tal vez, a unos 5 ó 6 metros más arriba del nivel del agua. La tierra es un trumao fino revuelto con cascajo, y a unos 30 a 35 cm. de profundidad hay una capa dura y difícil de penetrar, sin una picota u otra herramienta especial. Más aba­ jo, la tierra es arenosa y blanda. Las urnas estaban a unos 30 centímetros debajo de la superficie. Cada una tenía tapa q_ue estaba quebrada y los obreros no pensaron en guardarlas Uniendo el material que fué entregado al patrón con todo lo que fué hallado en el sitio de las urnas, tenemos lo siguiente: dos urnas fúnebres, un cantarito, una cantidad de huesos de dos individuos, de una persona adulta y de una joven, y una canti­ dad de pedazos de cántaros, que sin duda, incluye parte de las tapas de las dos urnas. Todos los restos humanos fueron entre­ gados al Profesor Carlos Henckel de la Universidad de Concep­ ción, para un estudio detenido. (Véase su informe más ade­ lante) . F ig . 58. U r n a N .1* 2525 .... Altura total (incompleta) .... Diámetro dél cuerpo

6'60 mm 490 mm


i

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D ILL M A N

S.

B U LLO C K

Diámetro máximo del cuerpo ............. 590 mm 570 mm Diámetro mínimo del cuerpo ............. Diámetro del cuello ............................. 387 mm Ancho del asa ...................................... 31 mm Grosor de la loza ................................... 9 mm Perforaciones ................................. • ..... 21 Toda la parte superior del cuello, incluyendo toda la boca, faltan en esta urna, haciendo imposible apreciar exactamente su forma. Comparándola con otras urnas, parece que deben fa l­ ta r de 10 a 15 centímetros para que dé su verdadera altura. T o­ da la superficie está pintada en slip color ladrillo algo oscuro pero encendido y bien pulida. Tiene una mancha negra algo grande. La form a es muy parecida a la N .9 927, F ig 3. Es tam­ bién sim ilar en tamaño, pero tiene las asas colocadas más arriba en el cuerpo. Es posible que el cuello era algo más largo y entonces colocaron las asas altas para mantener las proporciones normales. Es de una loza bien firm e y contiene bastante arena y mica. F ig . 59. C a n t a r i t o N.» 2526

Altura total ........................................... 94 mm Altura del cuerpo ................................. 61 mm Diámetro de la boca ............................ 50 mm Diámetro del cuello .................... ....... 35 mm Diámetro del cuerpo .............................. 73 mm Ancho del asa ...................................... 10 mm Grosor de la loza .................................. 5 mm Este cantarito fué hallado en el interior de la urna N.» 2525. Su hechura es tosca y no bien terminada. Toda la super­ ficie hasta poco más abajo de las asas y todo el interior del cue­ llo, es terminado en slip de un color colorado de ladrillo encen­ dido. Poco más abajo de las asas, este color se confunde con un color negruzco que tiene esta parte. E l fondo es redondeado y tiene casi la form a general de las urnas grandes. E l cantarito no es de una form a o tamaño que pudo haber tenido alguna uti­ lidad en la vida. Es probable aue representa un tipo cuyo único uso era para colocar en las urnas al sepultar a alguien; tal vez una cosa en miniatura de los objetos usados durante la vida normal del individuo. En este sentido es el único cantarito que hemos encontrado hasta la fecha. Es posible que la intención era tener un modelo en miniatura de la urna fúnebre. u U r n a N.« 2527. ( n o f ig u r a d o ) Altura total del fragm ento .................. Diámetro del cuerpo ...., .....................

310 mm 312 mm


URNAS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS •

Ancho del asa ...................................... Grosor de la loza .................................

1 21

35 mTn 6 mm

, , A. esta urna le falta toda la parte superior y también casi todo el fondo. Es tan incompleta que es imposible apreciar bien la form a aun aproximada que tenía. Es de color tierra algo colorado. E l material está con mucha arena y muy poca misa, de modo que es muy dura.

I nform e

del

D r . C arlo s H e n c k e l

En una carta recibida del Dr. Henckel, de fecha 4 de sep­ tiembre de Í954, me dice lo siguiente: “ En cuanto a los huesos humanos que Ud. me envió, es de veras, muy poco lo que se puede informar. Trátase de restos de dos personas ¡i 1 .® una m ujer de edad madura, de pequeña talla, dentadura con den­ tina secundaria; y 2.9 un niño de menos de seis años” . Esta es la totalidad de nuestra información acerca de los dos indivi­ duos sepultados en estas urnas. F ig . 60. O t r a

sepultura e n el fundo

“ S a n I g n a c io ”

Hace varios años en el mismo funüo, pero en un lugar bas­ tante lejos de las urnas ya descritas, fué encontrada otra urna. Esta fué exhumada con cuidado y se tomó una fotografía de to­ do lo sacado ahí mismo al lado del sitio donde salió. Por la fotografía se puede apreciar más o menos la forma de la urna y su tamaño. A l párecer es más semejante a la N .9 985, Fig. 12, que a cualquiera otra que hemos considerado. La urna tenia tapa que sin lucrar a duda era un pedazo de otro cán­ taro grande. Adentro tenía, además de los restos humanos, un cantarito chico sin decoraciones. Los huesos según la foto, es­ taban en un estado de conservación bastante buenos. Según toda la información que era posible recoger, los hue­ sos fueron enterrados otra vez y la urna grande con su tapa fué guardada por un tiempo, pero después se quebró y final­ mente se perdió. Se ignora qué sucedió con el cantarito. U rna de Nueva Im perial F ig . 61. U r n a N.? 531 Altura total ................................. Diámetro máximo de la boca Diámetro máximo del cuerpo Diámetro mínimo del cuerpo Diámetro del cuello ...................

432 330 400 370 314

mm mm mm mm mm


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D ILL M A N

8.

BULLOCK

Diámetro mínimo del cuelo ............... 279 mm 35 mm Ancho del asa .... 8,7 mm Grosor de la loza Esta es la única urna que conocemos que tiene fondo pla­ no y que fué hecha así, y es de 130 mm. de diámetro. Es de color tierra claro, girando a color ladrillo. L a form a es algo chata en comparación con la mayoría de las urnas. Tiene un labio algo grueso pero no se nota mucho su presencia. Las asas tienen una protuberancia, pero no están bien encima de ellas. L a urna es algo tosca, las asas no están bien colocadas y, en general, no representa un trabajo bien terminado. E l m aterial no muestra casi nada de arena en su composición, pero tiene algo de mica. La urna fué hallada en el fundo del Sr. José Chandler, al lado norte de Nueva Imperial. Un obrero barbechando la en­ contró por unbuevaue la pisó y enterró la pata y, naturalmente la hizo pedazos. Rápidamente se sacó la pedacería y se escar­ bó más abajo en busca del tesoro que debió haber allí, pero na­ da se halló. En su interior “ tenía solamente tierra y nada que valiera la pena” . El lugar era una falda suave a más o menos cien metros del río Cholchol. A pesar de lo destrozada que es­ taba, quedó casi completa al armarla de nuevo. En el tiempo cuando'ésta fué encontrada y llegó a nuestro poder nada sabíamos de urnas funerarias en esta región. Fué guardada como una reliquia de los antiguos de la región. U lti­ mamente con los otros hallazgos he llegado a la conclusión que es una urna fúnebre. Es posible que no es urna funeraria, sino una urna donde algún mapuche guardaba sus tesoros en el cam­ po. Muy conocido es el hecho que muchos de los nativos no de­ jaban sus prendas de valor en la casa por el peligro de ladro­ nes entre ellos mismos y también el peligro de salteadores en las noches. Su “ caja de fondo” consistía en un cántaro grande sepultado en algún lugar bien escondido en el campo, p referi­ ble en algún monte. F ig . 61. N .* 532. T

apa

d e l a u r n a N .9 531

Altura total ................................... 125 mm Diámetro máximo de la boca .............. 305 mm Diámetro mínimo de la boca ......... 2001 mm Diámetro del asa ,que es cilindrico .. 20 mm Grosor de la loza ............................... 5,7 mm Esta es una de las dos tapas que por 'su form a parece fué hecha especialmente para tapa. Uno podría tal vez creer que es un plato, pero el fondo es completamente redondo, de modo que no sería fácil usarlo como plato. Las asas sun cilindricas en lugar de ser tableadas como en todas las urnas. Su posición


ORNAS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS

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es vertical como las urnas y no horizontal como las asas en la tapa N." 1527, Fig. 39. Es de color casi negro y de una loza bastante dura.

T r e s U r n a s d e l a R e g ió n d e C o n t u l m o

Estas tres urnas se encuentran en la colección privada del Sr. Eric Vyhmeister, de Temuco. La mavor D a rte de su gran coleoción fué hecha por su suegro, Sr. Erich Tzach abran, quien falleció hace varios años. Casi toda la colección fué hecha en la región de Contulmo, donde vivió este caballero. Los datos disnonibles sobre ellas, no son muchos, pero siendo urnas fúnebres del tipo que tenemos en estudio, creemos conveniente incluirlas. A ’ Sr. Vyhmeister debemos nuestros más sinceros agradeci­ mientos por los datos suministrados, como también por su per­ miso y ayuda en obtener las fotos y hacer los estudios de las urnas. F ig .

62. U r n a

con

cu ello

d is t in t o

Altura total (incompleta) 705 mm 540 mm Altura del cuerpo ................................. Diámetro del cuerpo ........................... 520 mm Diámetro del cuello ............................... 350 mm Anch odel asa ...................................... 33 mm Grosor de la loza ...., ........................... 8 mm La parte superior de la urna está quebrada y el borde fal­ ta por completo, de modo que la altura indicada no es de la ur­ na completa. El color de toda la parte de arriba y hasta poco más abajo de su mayor diámetro, es ladrillo oscuro, siendo pintado con slip. La parte de abajo es de color tierra. La loza misma está templada con arena gruesa y mica. La forma ge­ neral es de las con el cuerpo y cuello distintos, como el núme­ ro 927, Fig. 3. Originalmente la urna tenía tapa oue fué que­ brada y perdida. Se ignora en caso que tenía huesos humanos. F ig .

63. L a

urna

m ás

c ?.a n d e

de

Co ntu lm o

740 mm A'tura total Diámetro de la boca ...!........................ 380 mm * Diámetro del cuerpo 592 mm Ancho del asa ...................................... 33 mm Grosor de la loza ................................. 8 mm Perforaciones ....................................... -6 Esta urna es muy distinta a la anterior en cuanto a su forma, ya que no tiene una separación entre el cuerpo y el


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D ILL M A N

8 . BU LLO O K

cuello, siendo la boca mucha más angosta que el centro de la urna. Es de form a parecida a la número 934, Fig. 34. Es de color tierra algo artiarillento. La greda es firm e, pero no tan dura como la anterior. Se nota que está bien templada con are­ na de cuarzo y mica. Fué encontrada en el sitio del Sr. Tzachabran, en el pueblo de iContulmo. Tenía tapa que no fué guarda­ da por estar quebrada. Tenía, además, algunos huesos huma­ nos. F ig . 64. L a

urna

m á s c h ic a de

Co ntu lm o

340 mm Altura total ......................................... Diámetro de la boca ........................... 270 mm Diámetro del cuerpo ........................... 312 mm Ancho del asa ...................................... 33,6 mm Grosor de la loza ................................. 5,5 mm Esta es una urna chica sin separación entre el cuello y el cuerpo. Es algo parecida a la número 985, Fig. 1 2 , pero no tan alta. Es de color tierra oscura. Alrededor de la boca hay un labio bien marcado, pero no muy grueso. Una de las cosas que llama la atención en esta urna son las protuberancias en las asas. Estas son bien levantadas en la parte superior, y son do­ bles; es decir, que tiene un sacado en el centro, de modo que aparece con dos puntos levantados en cada asa. No se sabe si fué hallada con tapa y no hay datos sobre el contenido.

Fundo “ M ira Roble” F ig . 65 Y 66 . C a n t a r i t o N.» 1493

Altura total ....................................... 113 mm Altura del cuerpo ............................... 61 mm Diámetro de la boca ........................... 90 mm Diámetro del cuerpo ........................... 90 mm Diámetro del cuello ............................ 36 mm Ancho del asa (bien tableada) ........ 18 mm Grosor de la loza ................................ 3,7 mm Este cantarito fué hallado al sur de A ngol en el Fundo “ Mira Roble” , en el año 1928. Estaba en una urna oue se hizo pedazos al sacarla y, naturalmente, éstos no fueron guardados. Estas son las palabras del Sr. Darío V illarroel, dueño del fun­ do, quien la obseouió al que escribe este relato. E l color del fondo es un blanco sucio algo amarillento. O ri­ ginalmente era casi blanco, pero ha cambiado con los aros que ha pasado expuesta a la luz. P ara las decoraciones, la su­ perficie está dividida en tres zonas: el cuello hasta la unión


UR N AS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS

123

con el cuerpo, la parte superior del cuerpo hasta la parte de su diámetro máximo y la parte inferior del cuerpo. Esto últi­ mo es completamente colorado como ladrillo. Cada zona está separada de l^s otras por una línea blanca. Esta línea en la circunferencia del cuerpo está sin dibujos, pero la que está entre ©1 cuerpo y el cuello tiene puntos más o menos circulares de 2,5 a 3 mm. de diámetro, y colocados de 2 a 4 mm. el uno del otro. La parte superior del cuerpo está cubierto de una banda de cinco triángulos colocados con sus bases en la línea del cen­ tro y con las puntas hacia arriba. Entre éstos hay cuatro más con sus bases hacia arriba y las puntas hacia abajo. Entre los triángulos queda una banda de poco menos rué un centímetro de ancho en el centro, del cual hay una línea de puntos como las que hay en la línea entre las zonas ya descritas. E l cuello tiene las mismas decoraciones que el cuerpo, pero con sólo tres triángulos con las puntas hacia arriba y dos con las puntas hacia ab^jo. Todos los triángulos están llenos con líneas paralelas que cruzan desde la base hacia un lado. La dirección de estas líneas va alternando con los triángulos. La parte inferior del cuello tiene dos cintas angostas en todo el contorno. En la parte superior tiene también una cinta blanca y eri el borde mismo una cinta roja con dos triángulosanchos hacia abajo, que se encuentran con dos iguales de la lí. nea superior. En el interior del cuello el color de fondo de afuera continúa más o menos dos centímetros. Lleva, además, cuatro triángulos anchos hacia abajo, alternando con los del lado de afuera. El asa también está dibujada y tiene en la par­ te del frente el motivo N.’ 2, desde un centímetro del cuello y sigue más abajo del asa hasta el centro del cuerpo del cántaro. E l asiento del fondo está hundido hacia arriba en el centro,' y el círculo donde descansa, es de 5 centímetros de diámetro. F ig .

67. N . 9 1393. U n a

c o pa de

E r c il l a

Altura total ........................................ 64 mm 89 mm Diámetro máximo ........... ................. Diámetro de la boca, interior 58 mm m/m peso muy irregular Ancho del asa ............................ 10 a 22 mm Grosor de la loza ............................. 5,5 mm Grosor del fondo ............................... 7,8 mm Esta copa fué obtenida de un individuo residente en E.rci11a, quien me la obsequió y me informó que fué hallada en un cántaro grande que salió en un cementerio antiguo. No estoy seguro si era una urna fúnebre, pero creo que si, por cuya ra­ zón la inólúyo aquí.


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D ILL M A N

S.

B U LLO C K

Toda la superficie es de un color negro y parece cómo una pintura que sale raspándola, pero no sale nada del color con ja ­ bón y agua caliente. La copa esí bien hecha, aunque algo tosca, es gruesa y firm e. El fondo es plano y aun un poco hundido ha­ cia arriba en el centro. El círculo del asiento tiene un diámetro de 65 centímetros. El material es de color plomo claro y Con una cantidad apreciable de arena fina y mica muy molida. No es de consistencia muy dura y se puede rayar con la uña donde ha es­ tado un poco quebrada. ; F ig . 68 y 69. C a n t a r i t o N .? 1285 d e A l m a g r o Alturo total .................... .................. 10-2 mm Altura del cuerpo .............................. 78 mm Diámetro de la boca ............................ 34 mm Diámetro del cuerpo ........................... 105 mm Diámetro del cuello ............................ 27 mm Ancho del a s a ............................. 14 a 17 mm Grosor de la ............................. , ....... 3,6 mm Este cantarito fué hallado más o menos en el año 1910, en el fundo del Sr. Arnoldo Rybertt, al sur de Alm agro, cerca de Nueva Imperial. A l hacer una asequia se encontró un cántaro grande, en el cual habían tres cantaritos chicos y unos huesos humanos. El cántaro grande se quebró al sacarla y nada de és­ te fu é guardado. Se ignora qué sucedió con los otros dos cantaritos. La form a de este cantarito es muy diferente de todos los demás cantaritos que tenemos, salvo el número 1208, Fig. 30, que es algo parecido.. E l cuerpo es casi globoso, con un cuello delgado y corto. Otra diferencia está en el asa, que es de form a tableada y que tiene una protuberancia en su parte superior. Es un ejem plar casi perfecto,, faltándole solamente unos peque­ ños pedacitos en la boca. Toda la superficie, menos un círculo de 76 mm. de diámetro en el fondo, está cubierto de dibujos. No es posible apreciarlo bien porque debido a los años que estaba ex­ puesto a la luz y polvo, los dibujos casi han desaparecido. Es posible asegurar que la superficie fué dividida en zonas para los dibujos. Se puede ver que la zona superior abarca más o m e­ nos la tercera parte, la cual está separada de la parte de más abajo. El dibujo en Fig. 77 muestra bien que el m otivo princi­ pal consiste en líneas paralelas que form an triángulos separa­ dos. Alrededor del cuello tiene el motivo N .9 2, y en el asa, el asa, el número 3. pero éste no se extiende más abajo de unos 7 mm. de largo. Se pueden ver algunas líneas más abajo en la superficie, pero es imposible distinguirlas en form a para re­ producirlas.


UR N AS

FUNER AR IAS

PREHISTORICAS

127

En cierta manera este cantarito tiene una importancia es­ pecia^ porque representa el punto más austral del cual tengo conocimiento, donde estas urnas han sido encontradas. F i g .'

70

y

71. C a n t a r i t o N.» 2335

de

C o ig ü e

,

Este cantarito fué hallado por unos obreros en gl fundo El Sauce del Sr. Joaquín Díaz, de Coigüe. Se encontró una urna grande con tapa rué fué despedazada por los obreros lle­ vados de su afán de encontrar el tesoro que estaban seguros que tenía; pero lo que hallaron fué este cantarito y otros objetos. Altura total .......................................... . 150 mm Altura del cuerpo ........... 80 a 90 mm Diámetro de la boca .... ......... ' ...... 78 mm Diámetro del cuello ............................. 59 mm Diámetro del cuerpo ....................... 130 mm Ancho del asa .......................... ............. 27 mm Grosor de la loza ................................ 5 mm El color del fondo de este cantarito es un blanco sucio ca­ si gris, encima del cual están los dibujos que son de color la­ drillo. En muchas partes son de un color débil. Parece que el ambiente en la tierra hizo cambiar el color original'. A l raspar el cplo.r del fondo se puede apreciar que originalmente era blanco. En cuanto a sus decoraciones, el cantarito está dividido en tres zonas distintas, cada una separada de las otras por una cin­ ta sin dibujos. La parte de arriba incluye solamente el cuello hasta su unión con el cuerpo en todo el contorno. Debido a la form a del cantarito, esta unión no es precisamente horizantal, de modo que la parte opuesta al asa es más an-cha. La cinta que separa el cuello del cuerpo es más o menos dé 1 1 mm. de ancho, pero se ensancha debajo del asa hasta ocupar el hueco debajo de ésta. j • E l cuerpo está dividido en dos partes más o menos igua­ les por una cinta que está poco más abajo que la parte más an­ cha. Esta cinta es" bastante irregular, pero más o menos de la misma anchura que la otra -de más arriba. Toda la parte que está debajo de esta cinta es de color rojo oscuro, o sea, el mismo color de los dibujos. El color del fondo de los demás cántaros es crema, que se nota claramente en las pequeñas manchas don­ de lá ointura ha salido. Ei tiempo y las condiciones á que fué sometido en el suelo han hecho cambiar algo su color Original. El artista que dibujó el cántaro parece que tomó el asa co­ mo el centro. Dibujó ésta primero y entonces hizo las decora­ ciones del cuello y del cuerpo, usando los mismos motivos en ambos lados del éantárito.


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D ILL M A N

8.

B tJliO O K

Este cantarito tiene unos motivos que no hemos tenido la suerte de encontrar en ningún otro hasta la fecha. Llam a la atención especialmente un gran número de puntos completa­ mente circulares y uniformes, siendo éstos de 1,5 mm. de diá­ metro. H ay hileras de estos puntos como si colgaran debajo de las líneas gruesas. A l examinar éstos con un lente, se nota que han sido hechos, por su parecer, con la punta de una paja. Son fáciles de duplicar con una paja cualquiera y un poco de tinta. Otra diferencia en motivos es el uso de un buen número de líneas finas entre las líneas gruesas. En la figu ra 79 se pueden apreciar bien los dibujos y todos los diferentes motivos usados. E n la parte superior del cantarito, donde hay unos pedacitos saltados, se puede conocer bien la mezcla usada en su fa b ri­ cación. Se ve que la greda usada ha sido templada con arena fin a de cuarzo y una cantidad de mica bien molida. E l fondo no está bien plano, sino bastante redondo, pero a pesar de esto, el cantarito queda sentado bien derecho, aunque no muy firm e. F

ig .

70

y

31. C a n t a r i t o N .» 2342

Diámetro de la boca 51 mm. Diámetro del cuello 41 mm. Ancho del asa ......... 20 mm. Grosor de la l o a ..... 6,2 mm. Este es muy incompleto, pero le -queda lo suficiente para poder anreciar más o menos su form a. Fué encontrado en el fundo “ E l Sauce” , de Coigüe, donde algunos obreros sacaron una urna. No se sabe aue estaba, en el interior de la urna o afuera, pero estaba junto a la urna. Para colocar las decoraciones, el cántaro fué dividido en tres zorias distintas: e! cuello, la parte superior del cuerno y la parte inferior. Cada zona está separada de las del lado por una banda sin dibujos. Las bandas verticales en el cuello y en Ja parte superior del cuerpo están separadas siempre por dos bandas sin dibujos, al lado derecho con el m otivo número 5 , y eñ el izquierdo, con el número 2. En el cuerpo se encuentran también estos dos motivos. La zona in ferior del cuerpo es toda colorada. E l color blanco sucio del fondo se extiende unos 15 mm. al interior de 1 cuello. Encima de éste hay una serie de pintas coloradas de 4 á 5 mm. de ancho. El asa también estaba con dibujos que continuaban hacia abajo hasta el centro del cuer­ no del cántaro. E l dibujo no se puede apreciar bien en su tota­ lidad, ñero la r>arte 'ine se puede v e r es igual al asa del cantarito anterior, N.? 2335, que vino del mismo fundo. El material usado en la confección del cántaro tiene una buena cantidad de arena de cuarz oy, además, bastante mica bien molida. Todo el interior del cuerpo del cántaro está completa­ mente limpio, sin tener demostración de haber sido usado.


PRNA8

C e m e n t e r io

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129

M ercedes”

En el^ año 1947, el Sr. Ramón Concha, dueño'dd fundo “ Las Mercedes de Guadaba Arriba, 'descubrió por accidente unas sepulturas en urnas. Buscando una buena ubicación para su nueva casa por construir, eligió un sitio al lado del estero Pivaüeuca, justamente donde éste hace un recodo y se aleja del cerro. Este sitio no tenía suficiente terreno plano para la construcción y fué necesario hacer un corte en el cerro, construyendo así un terraplén. En estas excavaciones y movimientos de tierra fueron desenterrados ocho sepulturas en urnas. A l tiem­ po del hallazgo, el Sr. Conoha no le dió importancia a las urnas y todas fueron quebradas y pasaron a form ar parte del terra­ plén para la casa. E l cerro form a un declive pedregoso con matas chicas y nunca había sido trabajado. Todas las urnas fueron halladas en una extensión de más o menos 10 por 10 metros, y sólo a unos 20 a 40 centímetros de la superficie del suelo. La mayoría tenían tapas formadas por otras urnas colocadas con la boca hacia abajo. Dos de ellas, sin embargo, se hallaban tapadas con piedras planas. Las urnas mismas variaban en tamaño; la más grande, siendo más o menos de un metro de altura, y la más chica, de unos 60 centímetros. Casi todas eran de color tierra, pero ha­ bían algunas coloradas como ladrillo. Ninguna tenía decoracio­ nes visibles. En el interior de la mayoría habían huesos huma­ nos, notá^Hose rué eran personas adultas. Los artefactos halla­ das consistían de tres cantaritos y una piedra de forma de bo­ la bien pulida. Los cantaritos eran de fabricación ordinaria y sin decoraciones. Diferentes personas llevaron los cantaritos y ahora no se sabe de ellos. La piedra de forma de bola ha sido descrita en el Capítulo IV , Fig. 73, de esta obra. Poco después del hallazgo de estas urnas, a una distancia de unos 200 metros más abajo en el mismo estero, hubo un de­ rrumbe después de una avenida que dejó a la vista un cántaro enorme, el cual era tan grande que una persona fácilmente ca­ bía adentro. Todos estos datos fueron proporcionados al autor por el Sr. Concha, quien me obsequió las dos piedras descritas. HUESOS H A L L A D O S E N L A S E X C A V A C IO N E S En general los huesos hallados en buen estado de preser­ vación han sido muy pocos. Esto es debido a una serie de di­ ferentes factores. El primero de ellos es la manera como las urnas han sido halladas, como se ha explicado anteriormente,


130

D ILL M A N

8.

B0LLO CK

durante los trabajos agrícolas. Muchas veces las tapas han si­ do quebradas hace años y las urnas llenadas de tierra que, na­ turalmente, acelera la descomposición de los huesos. El factor más importante ha sido, sin duda alguna, la indiferencia y aún la ignorancia de las personas que encontraron las urnas. Ellas mismas no tenían ningún interés en conocer algo de los huesos y mucho menos en guardarlos. Las condiciones climatéricas én estas regiones, con sus lluvias excesivas en el invierno y los suelos húmedos durante todo el año, presentan condiciones don­ de toda la materia orgánica se descompone con suma rapidez. E l último factor y tal vez el más importante de todos, es la edad de los huesos; el tiempo que han permanecido enterrados. Siendo sepulturas anteriores a la llegada de los españoles, esto significa que tienen más que 500 años, como mínimo. En caso que son de una civilización anterior a los Mapuches, como cree­ mos, entonces tienen más o menos mil años de edad como m í­ nimo. . Ha sido nuestra práctica siempre de guardar todos los huesos encontrados en las excavaciones, siempre que estos se encontraban en tales condiciones que fué posible conservarlos. En una ocasión envié al Museo Nacional de H istoria Natural, todos los huesos que tenía disponibles de las excavaciones. Pos­ teriormente cuando solicité información acerca de ellos, me informaron que por un accidente sufrido a este material en el Museo durante las reparaciones en el edificio, se había perdido su identidad. Un accidente lamentable, pero sin remedio ahora. Por esta razón no tenemos información técnica acerca de los cráneos hallados. L a única información técnica que tenemos so­ bre este material, son los dos informes dados por el D r.'C arlos Henckel, acerca de los restos encontrados en las urnas N.os 2525 y 2527, de Los Sauces, el N .9 2570, de E l Vergel-, Lamentable es r-ue no habían cráneos para el estudio e información que se pudiera dar ahora para llegar a conclusiones más exactas.sobre los ocupantes de estas urnas. En el futuro y con excavaciones sistemáticas y cuidadosas, es un hecho que habrá suficiente material para estos estudios. Mientras tenemos que esperar con paciencia hasta que estas investigaciones sean una realidad.

R esum en

de

I n f o r m a c ió n so b r e l a s U r n a s T a p a s de U r n a s y C a n t a r it o s

la

Número de urnas descritas ........: ................

d e s c r it a s ,

44

En cuanto a su estado: '

.

Unas completas ............................................. 18 Los númetros: 438, 837, 930, 985, 879, 934, 1531, 1526 1525, 1534, 2292, 2297, 2359, 1498, 1 de “ Los Copihues” y 2 de Contulmo.


PR N A 8

F UinSK.ARIA8

PREHISTORICAS

131

Unas casi completas ....................... 20 Los números: 927, 931, 933 1148 i u n 9501 o a * a 2570 J207, 534, 1072, 1897,’ 2262 ' í dé San Ignacio” y 1 de Contulmo. ’ Urnas muy quebradas ............................ 6 (Los números: 932,'2568, 1257, 2291, 2294 y 2527. ,

En cuanto a decoracionse y pintura: Urnas pintadas ............... g Los números: 927, 931, 2568, 1897, 1498, 2525 y 1526 que es decorada. H Urnas sin pintura y decoraciones .................. 36

En cuanto a su forma: 11 Unas con cuello y cuerpo distin tos................. Los números: 927, 931, 2568, 2570, 1526, 534, 1897, 1482 1 de “ Los Copihues” , 2525 y una de Contulmo. Urnas sin cu ello.............................................. 31

En cuanto a perforaciones para amarras: Urnas con perforaciones................................ 16 Los números: 837, 930, 931, 932, 1150. 2387, 2444, 934, 2262, 2292, 2297, 2359, 1482, 1498 y 1 de Contulmo. 27 Urnas sin perforaciones .............................. Urnas sepultadas incompletas ....................... 4 Los números: 2568, 2570, 2394 y 1482.

En cuanto a sus tapaS: Urnas con Urnas sin Urnas con Los números

tapas ............................................. información sobre sus tapas......... tainas hechas especialmente ........ 1526 y 531.

26 18 2

En cuanto a su contenido: Urnas con artefactos ...................................... 10 Los números: 927. 2570, 1207, 534, 2¡262, 1482, 1498, 2525 y una de “ San Ignacio” . Urnas con huesos humanos ......................... 8 Los números: 837/927. 931, 1525. 534. 2297, 1482, 1498, °525, 2527, 1 de “ San Ignacio” y 1 de Contulco.

En cuanto a la posición en que fueron halladas: Urnas halladas en posición h o rizo n ta l............ Los números: 2294 y 2568.

2

En cuanto a decoraciones y pintura: Además hay información sobre varios cantaritos y otros objetos encontrados dentro de las urnas. Hay descripciones de 17 cantaritos y ollitas, y además una fuente encontrada con las urnas.


132

D IL L M A N

S.

BUT.LOOK

I n f o r m a c ió n so bre l a s T a p a s d e l a s

urnas

Hay algo de información y descripción de solamente 13 tapas. Urnas casi enteras usadas como tapas ........ 2 Los números 926 y 1483. Urnas quebradas y usadas comó tapas ........ 9 Los números: 936, 986, 2571, 2572, 1133, 2293, 2296, 2395 y 1515. Tapas hechas especialmente con esta finalidad 2 ILost números 532 y 2527. Tapas con perforaciones ................................ 5 Los números: 926, 1527, 2293, 2296 y 1515. Tapas algo pintadas ...................................... 6 Los números: 936, 1172, 1533, 1527, 2296 y 2295.

•t

C A P I T U L O O T R O S F ig .

IV

' A R T E F A C T O S 72. P

ie d r a s

de

m o ler

Estas cuatro piedras de moler del cementerio en “ E l V er­ gel” fueron halladas juntas en una extensión de unos dos me­ tros cuadrados. E l lugar exacto en el cementerio está indicado en el croquis con unas cruces. Habia una extensión tal vez de 2.50 m. de diámetro, y más o menos circular y parejo como un piso, y a unos 40 centímetros debajo de la superficie del suelo, estando la tierra bien quemada y dura. Encima de este piso descansaban todas las piedras de moler y el cantarito N " 847. Es de suponer que era el piso de una casa de los antiguos ha­ bitantes de la región. N.° 852. P i e d r a d e m o l e r ( m a n o ) Largo . 135 mm 78 mm Ancho Grueso 42 mm La form a de esta piedra, mirada desde arriba, es casi rec­ tangular, con líneas algo convexas y más o menos dos veces más larga que ancha. Una cara, la que se usa, es casi plana. E l ma­ terial es de una piedra esquistosa con mucha mica y bastante homogénea. La dureza está entre los números 4 y 5. N.» 853. P Largo Ancho Grueso

ie d r a

de

m o ler

305 mm 105 mm 35 mm


URNAS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS

C roqu is d e l cem en terio en E l V e rg e l, indicando la u b ic a c ió n de la s urnas y o tra s cosas encontradas. X = P ied ra s de m oler OID = S ep u ltu ra s con p ied ra s encima E s c a la :- la s lín e a s están a 2 m de d is t a n c ia .

133


134

D Ü jLM A N

8.

BOLLOCR

Esta piedra, que es la más grande de todas, tiene una fo r ­ ma más o menos ovalada, siendo tres veces más larga que an­ cha. La sección transversal es tres veces más ancha que alta. El material es mica esquistosa, pero no es de una contextura homogénea. Tiene vetas a lo largo más duras, y debido al des­ gaste no uniforme de las diferentes vetas, toda la superficie en todas partes es algo ondulada y despareja.! E l lado plano, que en la foto está hacia arriba, es un poco convexa en dirección 1 transversal. A lo largo es algo cóncavo, perece algo gastado en el centro, pues está unos 3 mm. más baja en el centro que en las puntas. No hay seguridad que esta piedra es una de moler (la de abajo), como se indica en la fotografía. Posiblemente es una “ mano que se usó con una piedra mucho más grande. N . ? 848.

P

ie d r a d e

m o ler

(m ano)

Largo ...................................................... 153 mm A n c h o ...................................................... 76 mm Grueso ..................................................... 68 mm La form a de esta piedra, mirada desde arriba, es rectan­ gular y casi exactamente dos veces más larga que ancha. Tiene los lados casi paralelos en toda su largura. Las puntas son un poco convexas. La sección transversal tiene su altura casi igual al ancho y es bien simétrica. La cara plana es ligeramente con­ vexa en sentido transversal, pero a lo largo es convexa sola­ mente en los dos cm. de cada punta. E l material parece andesita fin a y es bastante dura. Está muy bien trabajada, y en este sentido es muy superior a todas las demás piedras halladas jun­ tas. Lfi superficie, menos la parte quebrada, es completamente lisa y bien pulida; es casi como una cosa de adorno o de lujo. Está casi tan pulida y lisa como las piedras bruñidoras que usan los mapuches en la fabricación de su loza. Sé nota bien en la foto que está quebrada, de modo que falta la mayor parte de la cara derecha, pero la cara in ferior está completa. I N .* 854.

P

ie d r a d e

m o ler

(mano)

Largo ....................................................... 280 mm Ancho máximo ........................................ 93 mm 60 mm G ru eso..................................................... Por su form a esta piedra es sencillamente una mano mo­ derna del tipo que se usa aún en cualquier parte en el campo. La cara in ferior es bastante convexa, como en las piedras de mucho uso en las cocinas del campo, usadas para moler harina tostada hoy día. No presenta ninguna cosa especial que llame la atención, pues es sólo, un testigo más que indica algo sobre la cultura del pueblo que estamos estudiando.


\

UR NAS

FUNERARIAS

F i g . 73. P ie d r a

PREHISTORICAS

de a f i l a r h a c h a s

135

N .* 2340.

í f 1’? 0 ..............................................................

240 m m

n 10 ....v .............................................. 110 mm Urueso máximo ..................................... 4 1 mm Grueso mínimo ....................................... 31 mm La forma de esta piedra es irregular, como se puede apre­ ciar bien en la fotografía. En el centro ha sido gastada en am­ bos lados, hasta que la parte central es de 5 a 6 mm. más ba­ ja que en los extremos. La piedra es de color gris oscuro y es mica esquistosa. Tiene una dureza entre 4 y 5 en la escala de dureza. Fué ercontrada dentro de una urna, junto con el cantarito N.° 2335, en iCoigue. Es muy posible que el muerto era fa ­ bricante de hachas y por esta razón este artefacto, que era de su uso diario, fué sepultado con él. Tal vez creía que lo necesi­ taría en el mundo venidero para seguir con su oficio allí. i F i g . 73. P ie d r a N.» 2360 Largo ..................................................... 98 mm Ancho .................................................... 29 mm .Grueso ................................................... 30 mm Esta piedra fué hallada dentro de la urna N/> 2391, Fig. 23. La forma general vista de lado, se puede apreciar en la foto. En ambos lados ha sido gastada, aunque no en todo el largo, de modo que la sección transversal en el centro es casi triangular, pero con dos lados cóncavos. Es un enigma el uso que esta pie­ dra pudo haber tenido. Es una piedra dura y completamente lisa aunque no muy pulida. Algún uso debió haber tenido y por esta razón fué colocada con el muerto en su ataúd. Es posible que era simplemente una piedra de acarreo; piedra que el due­ ño llevaba como talismán para la buena suerte. F ig .

73. P ie d r a

de b o l a

N .9 2351

Diámetro máximo .............................. 59,4 mm „ mínimo ................................ ....... 57,7 mm Esta piedra fu é encontrada dentro de un urna, en el fundo del Señor Ramón Concha, en Guadaba arriba. Es completamen­ te redonda y con la superficie bien pulida. Es de color gris-ne­ gro y muy dura. F ig . 73. P i e d r a d e b o l a N.* 2350

Diámetro m á x im o ............................... 65 mm „ mínimo .............................. '62,5 mm Esta piedra fu é hallada fuera de la urna con la piedra an-


136

d

U jL m a n

s

.

b d i .l o o k

terior. Es de color g rÍ 8 oscuro, bien dura, y con la superficie bien pulida. No está tan bien terminada como la anterior, es­ tando en un lado algo chata. En el otro lado tiene un sacado de 2,3 cm. de diámetro y más o menos 3,5 mm. de profundidad. Este sacado es de form a globosa, de modo que una piedra re­ donda como la anterior se puede sentar y sostener bien encima. Piedras de este tipo no son raras, pero su uso se ignora por completo. He tenido en varias ocasiones noticias de monto­ nes de estas piedras halladas juntas. En Los Sauces, cinco se hallaron juntas en una sepultura. Creo que son artículos que fueron usados en algún juego. Cualquera que haya sido su uso, para nosotros representa un artefacto de la cultura que sepul­ taba sus muertos en urnas. i Fig. 74. N.» 2221 P ie d r a d e f o r m a d e c a n o a Largo total ............................................. 110 mm 36 mm Altura .................................................... Ancho ...................................................... 40 mm Esta piedra fu é encontrada en el mismo lugar donde salió la urna N.p 1207, Fig. 29. No estaba dentro de la urna, pero estaba en el mismo lu gar y creo que corresponde a la misma cul­ tura. La form a, algo como canoa, se puede apreciar bien en la ' figura. lEncima está algo hundida y gastada, form ando «si un pequeño borde en toda la vuelta. Además, esta parte hundida es corrinlptameTite lisa y pulMa. N o puedo im aginar el uso que pu­ do haber tenido esta piedra, pero para algo tuvo que servir o no la hubieran tenido. Nosotros la guardamos esperando <iue lle­ gue el tiempo cuando alguien descubra o imagine el destino que tenía. i F

ig .

74.

N .° 1215.

P e d a c it o

de c á n t a r o

con

o reja

hum ana

Este pedacito de un cántaro con la form a bien definida de una oreja humana, es de sumo interés. Fué hallado en el mismo sitio que el número 1221. Es de una loza fina, delgada, (5,2 mm. de grosor) y afuera pintada de colorado. F ig . 75.

P e d a c it o s

de c á n t a r o s g rabados e n

s u s u p e r f ic ie

En los trabajos de desenterrar las urnas, se encuentran constantemente pedazos de cántaros de muchas diferentes cla­ ses y tipos. Recogiendo todos los pedazos durante la excavación de una urna, es a veces posible reconocer pedacería de una do­ cena de diferentes cántaros. En el mismo lugar es posible re­ coger cientos de pedazos sumamente variables. Ocasionalmen­ te en ciertas partes los pedazos pintados son comunes y raras veces se encuentran pedazos grabados.


URNAS

F U N E R A R IA S

P R E H IS T O R IC A S

137

En la Fig. 83 hay seis pedazos grabados. El pedacito N.» 3 es el borde de un cantarito y tiene las incisiones en dirección horizontal. Los demás todos tienen incisiones del mismo estilo y todos en dirección vertical. No tengo conocimiento de cánta­ ros enteros con este tipo de grabados en iChile, aunque es muy posible que existen en algunos museos. Los pedazos N.» 2, 4 y 5 fueron encontrados cerca de las urnas N .’ 2391 y 2444, lo que. quiere decir que vienen del mismo cementerio. De los demás no tengo datos exactos de su, hallazgo. En el Handbook o f South American Indians, Vol. II, lá­ mina 149, después de la página 686 , titulada “ Cerámicas de las Sierras de Córdoba y San Luis” , hay varios pedazos de cerámi­ ca, grabados que son casi idénticos con estos de Angol. Posible­ mente no hay relación entre estos dos grupos de pedazos, pero es interesante encontrar el mismo tipo de decoraciones en cerá­ micas antiguas en dos lugares tan separado sen uno del otro. La distancia es de más de 800 kilómetros en línea recta y al otro lado de la Cordillera de los Andes. F ig .

76

y

77.

P ie d r a s V a r ia s

Una de las cosas que llama la atención en los sitios donde se han encontrado las urnas, como también en muchos otros lugares, es el gran número de piedras quebradas. En general, estas piedras son de dos tipos distintos. E l primero y más abun­ dante son simples astillas desprendidas a golpe de un núcleo La gran mayoría son de una piedra negra de sílice’ y bastante dura. Tienen casi siempre una cara, que es más chica y lisa, que era la superficie del núcleo. Las otras caras tienen facetas pro­ venientes de otras astillas labradas anteriormente del mismo trozo de piedra. Muy a menudo estas astillas presentan en sus bordes filos cortantes oue podían servir de raspadores y aún en algunos cuchillos. Los doce ejemplares de estas piedras en la ilustración, Fig. 76, fueron recolectadas en los alrededores del lugar donde se desenterraron las urnas N.os 1150, 2387, 2391 v 2444. E l otro tipo de piedra es lo que Bird (1938-p. 272-273), lla­ ma “ Chopping stones” y que otros autores han llamado “ hachas paleolíticas” . Es en realidad la “ hacha de mano” mas primiti­ va que se conoce. En todo caso representa una piedra como nú­ cleo de la cual se han sacado astillas en una punta hasta dejar un filo cortante. En la Fig. 77 hay doce piedras de este tipo que se encontraron juntas cerca del lugar donde salieron las urnas Nos. 2291 al 2297. Algunas de éstas tienen el filo cortante, ñero otras se notan que son redondeadas por el uso, hasta quedar bien melladas. Posiblemente este hallazgo era de algún taller donde el maestro de este oficio afilaba las hachas de todo el ve­


138

mr.T.MAN

8.

BOTXOOK

cindario. Es de creer que muchas de las astillas del tipo anterior, eran solamente pedazos que salieron durante el trabajo de a fi­ lar las hachas. Estos dos tipos de piedras generalmente son mirados con indiferencia por la mayoría de la gente y pasan completamente desadvertidas. Para las personas que no las conocen son sim­ plemente “ piedras quebradas” y sin importancia ninguna. Sa­ biendo que ellas fueron herramientas pertenecientes a alguna de las culturas primitivas de este mismo lugar, entonces adquie­ ren una importancia primordial en el estudio de las culturas prehistóricas de la región. OBJETOS D E H U ESO F i g . 78. N.o 2587.

H e r r a m ie n t a de h u e s o

En la urna N.® 2570 fué encontrado junto con los huesos humanos, un hueso no-humano. Es de 15,5 centímetros de lar­ go y representa solamente una parte de un hueso largo de algún animal. Ha sido trabajado para fo rm ar un instrumento nuntiagudo por un lado y la otra punta que es la extremidad del hueso, es grande y representa una buena manilla para tom ar la herramienta para trabajar. El uso de una herramien­ ta de esta clase es problemático. Podía servir para cavar la tierra alrededor de las plantas en el huerto y también tiara nlantas comestibles espécialmente las raíces o tubércu­ los algo gruesos. Cualquiera hay« sido su uso. sería interesante saber la razón por qué pusieron una herramienta de este tipo en la sepultura de una persona de tan noca edad. Es el único objeto de hueso encontrado con urnas fúnebres que conocemos En una carta de fecha 28 de Julio de 1954. el Dr. G u i'W mo Mann, je fe de la sección M am íferos del Museo, me dice, — “ En lo que se refiere a la herramienta de hueso, me es gra ­ to confirmarle que corresponde, tal' como sospechábamos, a tibia de llamo” . OBJETOS DE M E T A L F ig . 79.

A ros de cobre

E l hallazgo de un par de aros de cobre dentro de una urna fué la primera indicación que teníamos que esta civilización poseía algún metal. La form a de los aros es muy distinta a los que usan los Mapuches. Todos estos aros tienen una muesca en el aro cerca de la salida del arco. Esto se ve claramente en los dibujos en la Fig. 79, que representa los aros en su tamaño


UR N AS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS

139

natural. Por más de medio siglo he conocido íntimamente los araucanos y nunca he visto un aro con esta muesca. Antes de encontrar los aros en la urna, tenía varios aros de este tipo en el Museo. La procedencia de estos era variada, pero ninguno definitivamente relacionado con las urnas. Una correspondencia con casi todos los Museos públicos del país, como también con coleccionistas aficionados y, además, visitas a varias colecciones privadas, me han revelado que aros de este tipo son muy escasos o no existentes en la mayor parte de las colecciones privadas y en los Museos del país. Lo siguien­ te es un resumen de la información que he podido obtener so­ bre la existencia de estos aros: 1. En el Museo Arqueológico de La Serena, no tienen nin­ guno. 2. En. el Museo Nacional de Historia Natural, tiene dos ejemplares de plata, sin datos exactos de su procedencia. 3. E l Museo de Historia de Santiago, tiene tres aros de plata que le fueron obsequiado sin datos. 4. En el Museo de Concepción hay uno de cobre, sobre el cual el Dr. Carlos Oliver Schneider, Director en ese tiempo, me comunicó lo siguiente: “ Hallado en un cementerio indígena en Tubul Alto, Departamento de Arauco, fundo de la Sucesión .¿e don César dél Río, 7 de octubre de 1925” . 5. En la colección privada del Señor Eric Vyhmeister, de Temuco, hecha en la región de Contulmo por el Sr. Erich Tzsohabran, tiene catorce pares (total 28 ejem plares), de los cuales 8 pares son de cobre, 5 pares de plata y un par de oro (1 ). 6 . En el “ Museo Dillman S. Bullock” hay un total de die­ ciocho, de los cuales 13 son de cobre y 5 de plata, siendo su pro­ cedencia la siguiente: N .9 1484(1)— 2 de cobre en la urna N .9 1482. 960 — 1 de cobre de la Isla La Mocha, sin mayores da­ tos. 425 — 1 de cobre de un cementerio coloniail en “ El V ergel” . 8 2 2 (1 )— 2 de cobre de sitio del mercado de Angol. 835 — 1 de cobre de sitio del mercado de Angol.^ 1149 — 1 de cobre de cementerio en “ E l V ergel” . 1218(1)— 5 de cobre de una sepultura en Cancura, Angol, del Sr. Pedro Salas B., en cementerio con ur­ nas, pero en una sepultura extendida. 836 — 1 de plata del sitio del Mercado, Angol. __ 1 de plata que fué obsequiado a¡l Museo por un 1660 joyero de Angol, sin más datos. 20'61 __ 1 de plata del cementerio de tiempos coloniales de Angol. ¡ i-^-i


140

D ILLM AN

8.

BOLLOCK

2 5 5 3 (1 )— 2 de plata de Angol, calle Moquehua esquina Prat, de un cementerio de tiempos coloniales. De la gran colección de joyas y ornamentos de los mapu­ ches hecha por el señor Pedro Doyhacabal, en las regiones de Temuco y Cholchol y que actualmente es de la Universidad de Chile, no hay ningún aro de cobre o de plata de este tipo. En la literatura que he podido consultar se encuentra un solo ejem plar dibujado. En la obra de F é lix San M artín - Neuquén - Buenos Aires, 1919, página 280, hay uno casi típico. R esum en

En Resumen se puede decir que todos los aros de este tipo, cuya procedencia es conocida, pertenecen a la misma región de las urnas fúnebres, — entre los ríos Toltén y Bío Bío. La única excepción es uno figurado Neuquén, Argentina, y acre­ ditado a los araucanos de Chile. D is c u s ió n

He incluido estos aros juntamente con las urnas porque son artefactos de una cultura sobre la cual sabemos muy poco, y es necesario tener toda la información posible antes de lle­ gar a cualquiera conclusión definitiva sobre su procedencia. La form a de los aros es un hecho. Su distribución conocida hasta la fecha es muy limitada. La gente oue sepultaba en ur­ nas tenía estos aros, como también los Mapuches después de la llegada de los europeos. Junto con ésto, está el hecho que des­ pués de la llegada de los españoles a Chile, no tenemos conoci­ miento que los Mapuches hubiesen sepultado en urnas. Es evi­ dente que este tipo de aros y la costumbre de sepultar en urnas son características de la cultura que tenemos en discusión. Es muy posible que estos aros, junto con la costumbre de sepultar en urnas, correspondían a una cultura de esta región que fuá en parte destruida y en parte absorbida por los Mapu­ ches. El uso de aros fué retenido, pero la costumbre de sepultar en urnas, no continuó. A sí es posible explicar la presencia de los aros y al mismo tiempo la ausencia de sepulturas en urnas después de la llegada de los españoles a esta parte de Chile. Nada hemos comprobado con la discusión sobre los aros, quedando sólo de manifiesto ciertos hechos que indican algo so­ bre esta cultura. Los aros mismos evidencian el uso de tres me­ tales : cobre, plata y oro. Ellos tenían conocimiento de estos me­ tales y sabían cómo trabajarlos para form ar sus adornos. No estaban aún completamente en la edad de piedra. Esto en sí es muy interesante y significativo sobre esta civilización..


UR NAS

FUNERARIAS

PREHISTORICAS

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Análisis de los A ros N.os 822 y 1484 Los aros número 822 y 1484 fueron enviados a la Escuela de Ingeniería Química de la Universidad de Concepción para un análisis completo de su contenido. Tenemos el agrado de in­ cluir el resumen del informe del Laboratorio del Análisis del Instituto de Química Industrial de la Escuela de Ingeniería de la Universidad. 'Concepción, 2 de Abril de 1954. “ Inform e sobre la naturaleza de aros araucanos N > 822 y 1484 del Museo Dillman S. Bullock de Angol” . “ E n Resumen: Estamos en condiciones de informar que los aros araucanos N.° 822 y 1484 son de Cobre y están recubier­ tos por los siguientes compuestos: Carbonato dé Cobre, Súlfuro de Cobre y Cloruro de Cobre, y además Oxido de Fierro” . Fernando Valderrama Hilda Cid F. G. 'Cánepa Prof. Jefe de Laboratorio Debemos nuestros más sinceros agradecimientos al Dr. Sal­ vador Gálvez, Director de la Escuela de Ingeniería y a sus co­ laboradores por este informe para agregar a nuestros conoci­ mientos sobre estos aros. C A P IT U L O V. L it e r a t u r a so bre u r n a s f u n e r a r ia s e n C h il e

A l hacer el resumen de la literatura sobre las urnas fune­ rarias en Chile, no he incluido las referencias a las culturas del norte del país, como la Diaguita y otras. Las urnas del norte son tan distintas a las del presente trabajo, que considero que no hay una relación directa entre ellas. Influencias muy lejanas posiblemente pueden tener. , , , ., , A l comparar las urnas Diaguitas con las de la región de Angol las diferencias en forma, color, decoraciones, tamaño, ubicación de las asas, forma de las asas, etc s°n tantas que uno llega a la conclusión que no son ni parecidas. A l estudiar las características en que son similares, se encuentra que son ur­ nas funerarias, nada más; artefactos muy distintos, pero desS r ™ r d UoS E. Latcham (1928-b, p. 55), al referirse a las urnas funerarias, dice así: — “ En algunas partf s„ (’e p^® se han encontrado urnas funerarias, en que se colocaban los tÍn a E l


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M apa N° 1: T.a región entre los ríos Bío Bío y Toltén, indican­ do Joj lugares donde se han hallado urnas fúnebres.


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restos de los cadáveres. En algunas de ellas se han hallado ca­ dáveres enteros de niños de tiernos años y en otras los huesos de adultos. El tamaño relativamente reducido de estas urnas excluye la idea de que puede haber contenido el cadáver entero de una persona adulta, de manera que sólo se puede pensar en el entierro secundario en ellas de los huesos descarnados. Sin embargo, el hallazgo de semejantes urnas ha sido tan poco fre­ cuente y las descripciones dadas de ellas tan vagas y poco pro­ lijas, que es .difícil hablar de esta clase de alfarería con alguna seguridad y solamente mencionamós el hecho sin comentario” . . Esta referencia de Latcham fu é escrita en el año 1928 y toda la información en las citas que damos adelante es ante­ rio r a esta fecha. No hemos hallado referencias en la literatura a urnas funerarias escritas sobre hallazgos en fechas poste­ riores. , José Toribio Medina (1882 p. 359 y fig . 208), dice así: — “ La más curiosa es la del número 208, sacada por nosotros de una antigua sepultura de la provincia de Curicó, en cuyo in­ terior había, además de varias semillas, los restos de un niño” . E l lugar exacto del hallazgo fué Patagüilla de Curicó. L a figu ra 208 es de una olla, más o menos 45 centímetros de altura y unos 60 cm. de diámetro, completamente lisa y sin cuello. En la página 266 de la misma publicación, Medina da otro lugar donde fué encontrada una sepultura en urna. Dice así: — “ En la hacienda de la Compañía se ha encontrado también, dentro de una olla que contenía algunas chaquiras, los huesos de un niño” . Ricardo E. Latcham (1928-b, p. 40) cuenta de una urna interesante, y dice a s í: — “ Nosotros tuvimos en nuestra colec­ ción una olla en form a de marmita .procedente de Illapel, la cual, según las noticias que nos dió la persona que la halló, contenía huesos y un pedazo de cráneo de un niño. Esta olla estaba en poder de un inquilino de un fundo en las inmedia­ ciones del pueblo. Nos dijo el hombre que la había encontrado al abrir un hoyo para plantar uno de los postes de un rancho que iba’a construir, junto con otros jarritos que por estar rotos no los había sacado. El la usaba para guardar trigo para semi­ lla Dicha olla medía 32.5 cm. de alto, 56 cm. en su mayor diá­ metro y 33 cm. de boca. Tenía dos asas cerca a la boca. Era de color ladrillo, alisada, pero no enlucida. En form a era parecida a la aue presenta Medina en su atlas con él numero 208. El Dr Aureliano Oyarzún (]910)-. Los Kioekkenomoeddin• trer o cónchales de las costas de Melipilla y Casablanca. No he tenido la oportunidad de i n s u l t a r directamente esta obra y por esta razón aprovecho lo que el Dr. Ricardo E. Latcham (19 . ti 1 7 9 ) ha publicado sobre estos hallazgos tan importantes. Textualmente dice así: — *“ E1 Dr. Oyarzun, habla de un cemen-


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terio encontrado por él cerca de Llo-Lleo a unos tres kilómetros de la playa y a cincuenta metros de altura, un rasgo de la línea (fé rre a ) puso en descubierto un cementerio prehistórico. 1 Desgraciadamente llegué tarde al botín; los trabajadores, en el deseo de encontrar oro en los cántaros de greda que des­ cubrían, acompañando a los esqueletos, destruyeron bárbara­ mente cuanto encontraron a su alcance” . "Cuatro meses más tarde encontró nuevas sepulturas en el mismo lugar. En ellas se hallaron las urnas funerarias de que hemos dado cuenta en un capítulo anterior” . ’ En página 40 dice así: — A ! hacer excavaciones se dió cuenta: “ de que los cadáveres habían sido sepultados de una manera nueva y fuera de uso entre los aborígenes y los actua­ les araucanos. En unos seis esqueletos que exhumamos, vi que todos ellos estaban dentro de ollas de greda de unos '60 cm. de alto” . . “ Estas ollas estaban todas ellas quebradas de tal ma­ nera que sólo pudimos recoger fragmentos, sin poder recons­ truir una sola. Su composición era muy ordinaria y no presentataba dibujos de ninguna clase. Los cadáveres estaban encu­ clillas, las rodillas alcanzaban al mentón y lós miembros supe­ riores tenían las manos al nivel de los hombros. Dentro de las mismas ollas o urnas se encontraban, acompañando el cadáver, uno, dos y hasta tres cantaritos de greda cocida ordinaria y sin dibujos” . “ En una urna pequeña, pero totalmente destruida, encon­ tramos los restos apenas aparentes de un niño muy chico o guagua” . En página 179 dice así: — “ En este cementerio se halla­ ron también los vasos que reproducimos en la Lám ina X X V II. Todas estas piezas y otras más halladas allí son de pequeño tamaño, de 10. a 18 cm. de alto y de color negro o gris obscuro. Lós últimos tres vasos N.os 3, 4 y 5 fueron encontrados dentro de urnas funerarias, acompañando cadáveres. Todos son de greda ordinaria, mal cocida” . Estos tres son los únicos cantaritos encontrados dentro dé urnas funerarias de la región central del país que hemos hallado ilustrados en la literatura. Tomás Guevara (1927 p. 262). “ Entre los tiestos arau­ canos, se han extraído en varios lugares grandes ollas fune­ rarias. Una de un niño (1 ). En los trabajos agrícolas de un fundo de Angol, se exhumó otra del mismo tipo y con el mismo contenido. A l hallarla los peones, corrieron a dar cuenta al pa­ trón persuadidos de aue se trataba de un entierro de plata. L e ­ vantada la tapa de la olla, aparecieron los huesos de un pár(1) Quebrada al extraerla. íué llevada al autor. El Doctor don Juan B. Faúndes hizo el examen de los restos que contenía.


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vulo (2 ). Seguramente que estas vasijas.' son,, de origen anti­ guo. porque en los cementerios de data posterio». no se ha desen­ terrado ninguna. Toínás Guevara (1908 p. 275), dice así: “ .„¡.los trabajos agrícolas practicados en faldas y alturas , han sacado a la" sur perficie grandes ollas de arcilla o tinajas anchas en su base y progresivamente angostas hacia arriba, con . una. tapa sobre­ puesta. Contienen estas vasijas algunos restos de,,cuerpo que indican,, sin lugar a duda, que el cadáver, entero o destrozado, ha sido colocado antes de la cocción de esta urna .priniitiva” . A grega una nota: — “ Ejemplares examinados, por el au­ to r de las provincias de Malleco y Cautín” . ^ v Doy a continuación los comentarios e información adicio­ nal de1 Dr. Ricardo Latcham (1928 b. p. 41), sobre esta mate­ ria, publicados por Guevara: “ Como estas noticias son tan ex­ trañas y transcendentales, y a la vez tan breves, escribimos al autor pidiéndole más pormenores e infcluyendo un cuestionario. I .a carta de contestación la transcribimos en la parte -pertinen­ t e : “ Las dimensiones de los vasos que contenían restos huma­ nos no las tengo con precisión, porque no se ha extraído nin­ guno entero. Hay algunos de un metro de altura más o menos, • otros de menor altura hasta 30 cm. Son toscos. Se han halladt) er todo el antiguo territorio araucano, principalmente en las lomas. Opino que estos vasos funerarios fueron anteriores a los wampus de madera. Así he recogido varias tradiciones,.que me informan que los cadáveres se destrozaban para meterlos den­ tro. No se han hallado cráneos, al menos qde yo sepa” . ‘Me fundo en que cocían los indios estos vasos “ después de poner dentro el cadáver destrozado” , porque algunos tienen una boca muy estrecha” . (Carta del Sr. Guevara al autor, fe ­ chada 18 de Noviembre de 1912). Como se ve, la contestación no es más satisfactoria que la cita! No comprendemos, si la cocción se hacía después de ence­ rrado el cadáver destrozado o bien los huesos, como no se cal­ cinaban, y nada nos dice, de esto, ni en su libro ni en su carta. Estimamos oue el autor se ha equivocado, o respeto del tamaño de la boca de las tinajas, o bien en la suposición de que hayan contenido restos humanos. El autor de esta publicación comprende bien cómo el Sr. " Guevara no tenía datos precisos sobre las urnas. El dice: — “ no se ha extraído ninguno entero” . Las urnas, casi en su totalidad, han sido encontradas por casualidad durante los trabajos agrí­ colas y es un hecho que se quebran. Además de esto hemos en(•2) E l vecino de Angol. don Juan Antonio Ríos, dueño del fundo, comunicó este hallazgo en 1898 al autor de este libro. (El íundo a que se refiere era "Buenos Aires” o "El R ecreo” . D. S. Bullock).


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contrado que todas las urnas no estaban enteras al tiempo de énterrarlas. Mucha de la información del Sr. Guevara fue reco­ lectada en conversaciones con los campesinos, generalmente le­ jos del pueblo y en muchas ocasiones años después del tiempo de los hallazgos. La .práctica de colectar toda la pedacería y re­ construir las urnas no era tan común aquí en Chile en el tiem­ po dé Guevara como ahora. Considerando todo esto es fá cil com­ prender cómo a él le faltaban datos precisos sobre las urnas de que hablaba. A l mismo tiempo es muy difícil llegar a conclu­ siones precisas y convincentes, sin tener informaciones más o menos completas sobre el material. En la obra de Latcham (1928 b ) están ilustradas algunas de las urnas que figuran en esta publicación. Nuestra urna N .» 438, Fig. 3 es Fig. 14 en el texto de Latcham ; N .9 534, Fig. 39 es Fig. 15, y el número 531, Fig. 58 es Fig. 17 de Latcham. Lo escrito por él en página 217, hace referencia sobre ellas como ejemplos de diferentes tipos de ollas, sin ninguna insinuación que son urnas fúnebres. En la misma obra de Latcham en Lámina L I V N.° 3 y texto página 183, representa una olla grande que es de form a tan parecida a algunas de las urnas que hetaos hallado, que no estaría fuera de razón creer que posiblemente era urna funera­ ria dé la región de Cauquenes. Sin embargo, no hay en el texto ninguna referencia a ella en este sentido. A l mismo tiempo es difícil apreciar bien e l tamaño de esta olla porque én el texto dice solamente, “ tres grandes ollas pulidas de color ro jo ” , sin dar ninguna medida. Latcham (1915 p. 2 4 3 ),,dice: — “ Las sepulturas en urnas encontradas en Chile, todas parecen haber sido entierros se­ cundarios, porque en ninguno de los casos de one tenemos co­ nocimiento, era la urna empleada de tamaño suficiente de ha­ ber servido para contener un cadáver entero” . En la misma obra el autor al hablar sobre la distribución de las urnas en Chile, dice en página 272: “ Sin embargo en to­ da la zona central, hasta el Bío-Bío sólo se han encontrado unas pocas sepulturas aisladas. Parece aue los trabajos a erí­ colas han borrado todos los rastros y sólo por casualidad des­ cubre unos restos parciales que generalmente son mirados con indiferencia por las personas que los descubren” . John M. Cooper (1946 p. 735). dice: “ There is archeolopical evidence o f both cist and urn burials in Mapuche-Huilliche territory. (1915 b. pp. 211-212, 235: 1922 b. pp. 765-66: 1928 b. pp. 206-7. Fig. 5-61 but no historie record o f such burial among the Mapuche-Huilliche” . T r . : — “ Existe evidencia ar­ queológica de sepulturas en cistas y urnas en el territorio M a­ puche-Huilliche, pero no ha^ caso histórico de tales sepulturas entre los Mapuche-Huilliche” .


URNAS

F U N E R A R IA S

P R E H IS T O R IC A S

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Esto indica claramente que las sepulturas en urnas son to­ das anteriores a la llegada de los españoles, o sea, antes del año 1550. Un resumen de esta literatura revela que hay referencias precisas a sepulturas en urnas por cuatro autores y que son los más conocidos en Chile por sus estudios arqueológicos. José Toribio Medina cuenta de dos casos, ambos niños, en la región de Curicó. Ricardo E. Latcham explica de una sepultura en Illapel, Provincia de Coquimbo, y ésta era de niño. El Dr. Aureliano Oyarzún cuenta de nueve sepulturas en un sólo lugar en la Provincia de Santiago. Por el tamaño de las urnas eran todas de niños. Tomás Guevara habla concretamente de dos casos, uno de Temuco y el otro en Angol, y ambos fueron de niños. Además cuenta de otros ipuchos en términos generales sin dar datos o lugares precisos. Todos estos están incluidos en la región de nuestra consideración. E l Dr. Ricardo E. Latcham dice, además, que “ en toda la zona central, hasta el Bío-Bío, sólo se han encontrado unas po­ cas sepulturas aisladas” . Esta declaración es tan general que en resumidas cuentas no nos da ninguna información concre­ ta. Es muy posible y aún probable, que sepulturas en urnas han sido encontradas, pero nada se ha publicado y estamos com­ pletamente sin información sobre ellas. Hasta la fecha no se ha hecho ninguna publicación sobre sepulturas en urnas halladas en toda la región desde Patagüi11a de Curicó hasta Coigüe, al lado sur del rio Bío-Bío, en una distancia de 350 kilómetros de norte a sur. Durante varios años he buscado datos sobre urnas gran­ des en la región inmediata al norte del Bío-Bío, como también al sur del Toltén. Creo que he hablado con varios cientos de per­ sonas, principalmente campesinos y dueños de fundos, sin poder encontrar ningún caso preciso del hallazgo de urnas. c a p it u l o

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V I.

. K O F K E C H E

L a C iv il iz a c ió n P

rearaucana

La Dregunta más natural que uno puede hacerse después de todo lo antedicho acerca de las urnas funerarias es: ¿Quien sepultaba a sus muertos así? ¿Eran acaso Araucanos?; y si no, ¿quiénes fueron? . „ Los Araucanos no lo eran, puesto que ningún escritor sobre n u e s t r o s Mapuches, desde la llegada de Pedro Valdivia al país


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de ellos, ha mencionado la práctica de sepultar a sus muertos en urnas. Los Araucanos del día de hoy no saben nada de ellos, y en caso que fueron los Araucanos del tiempo de la conquista, nada sabrían al respecto. Esto no es de extrañarse, porque no tenían idioma escrito. Nosotros mismos con el idioma escrito, tendríamos dificultades en dar detalles cómo fueron sepulta­ dos nuestros antepasados hace. cuatrocientos años. Según las crónicas de los conquistadores de Chile, desde Santiago al sur, es muy evidente que en este tiempo la pobla­ ción indígena no era homogénea y que existían tres divisiones más o menos bien marcadas entre ellos. E l Dr. Ricardo E. Latcham (1228 a. pp. 152-161), ha mostrado este hecho, y muy bien documentado, en su obra “ La Prehistoria Chilena” . En la página 152 dice así: — '“ Como no existen nombres propios pa­ ra indicar estas grandes divisiones del pueblo indígena, hemos aceptado en nuestros escritos, estos términos, los que recomen­ damos a los futuros investigadores, para que hava uniformidad en los estudios, con el significado que les hemos dado, a saber: P IC U N C H E S , los indígenas que en tiempo de la conquista española habitaban la región entre el Choapa y el Itata. A R A U C A N O S , el pueblo invasor, que en la misma época moraba entre el Itata y el Toltén, y H U IL L IC H E S . las tribus del mismo origen de los Picunches, que quedaron relegados al sur dél Toltón, hasta el golfo de Reloncaví” . Reconozco que no todos los arqueólogos están de acuerdo con el Dr. Latcham en estas divisiones del pueblo indígena, y muchas otras cosas relacionadas con la arqueología chilena. N o quiero entrar en una discusión sobre esta materia porque no afecta en ningún sentido lo que' tenemos en estudio. Actualmente la materia que estamos estudiando es/nueva y deseamos investigarla seriamente y tratar de hallar su lugar en la prehistoria de la región. Es muy evidente que se trata de una cultura premapuche. De acuerdo con los acontecimientos que tenemos ahora, corresponde a la región limitada en el norte por el río Bío-Bío. y en el sur Dor el río Toltén. Creo que es la cultura que ocupaba esta región a la llegada de los mapuches a esta comarca. Latcham (1928 a. p. 145), hablando sobre la invasión incai­ ca dice a s í: — “ A l pueblo no sometido, al sur del Cachapoal. pu­ sieron el nombre de “ Purumaucaes” , gente alzada, nombre oue los españoles transformaron en “Prom aucaes” . Estas designa­ ciones han sido usadas por otros escritores desoués de esta fe ­ cha. Carlos Oliver Schneider en “ Un esouema de la prehistoria chilena” , publicado en N .9 15 de Edición Instante, define los Promaucaes así: — “ Constituyen, con toda evidencia, el sedi­ mento étnico form ado por todas las distintas unidades que lie-


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garon a nuestro territorio. En su cultura se nota la variada in­ fluencia de ellas. A l efectuarse la invasión mapuche quedaron divididos en dos grandes grupos, los llamados Picunches, al norte del Bío-Bío Y. los llamados Guilliches, al sur del Toltén. Eran gente de há­ bitos sedentarios y tenían una lengua propia que es la llamada araucana, lengua que adoptaron los mapuches” . La evidencia que nosotros tenemos a mano, indica que en la región al sur del Bío Bío y al norte del Toltén, existía una cultura con costumbres distintas en ciertos aspectos a los del norte de Bío Bío y al sur del Toltén. Esta cultura prearaucana no tiene aún nombre en la literatura arqueológica. En el año 1944 tenía de visita en mi casa en “ El V ergel” , un mapuche nativo de Malalche, cerca de Cholchol, en la provin­ cia de Cautín, el Revdo. Segundo Cayul N., presbítero de la Iglesia Anglicana. Es un mapuche inteligente, culto y muy in­ teresado en su propia raza. Después de ver las colecciones de artefactos antiguos y de conversar largamente sobre las sepul­ turas en urnas, y de muchas de las costumbres de los araucanos, volvimos a la casa. E l quedó un rato largo pensando, y después me contó lo siguiente: “ Estoy tratando de recordar una histo­ ria que me contó mi abuelita cuando yo era chico. Ella se lla­ maba Cayeteu Anteu, y falleció en 1934, a la edad de más o menos 120 años. Ella le había dicho que su abuelito se la había contado hace muchos años cuando ella era niña. Dijo que los Manuc^e15 no habían vivido siempre aquí, pero cuando llegaron los primeros Mapuches, había una gente aquí muy distinta a ellos. Era gente muy pacífica, muy mala para pelear, pero muy trabajadora y muy buenos para hacer toda clase de trabajos. Era gente de baja estatura y gruesa, algo gordos y los Mapu­ ches los llamaban “ K O F K E C H E ” . La palabra Kofkeche significa literalmente, “ gente como pan” , tal vez nosotros hoy día diríamos .“ gente gruesa” , o re­ donda como tortilla, o “ Guatoncitos” o “ Rechonchos” . Esta leyenda de los Mapuches nos da a conocer algo, sobre el pueblo que ocupaba esta región antes que ellos; demuestra al­ go de sus caracteres físicos, sus capacidades para el trabajo y, además, nos da su nombre, “ Kofkeche” . Este es el nombre ñ’u » yo propongo para este pueblo premapuche que estamos es­ tudiando aho;a. ' 1' Esta leyenda es sumamente interesante desde otro punto de vista. Hace resaltar las mismas cosas que fueron menciona­ das por los primeros historiadores de los Picunches, y los Huiv. lliches. ................i,,.-. • it> El Dr. Ricardo, E. Latcham M928-a-p-154), escribiendo so­ bre los Huilli.ches, hace resaltar las opiniones de los primeros escritores acerca de ellos, en comparación con los araucanos.


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Valdivia dice que los indígenas de esta zona eran más ama­ bles y no tan guerreros como los araucanos. Miguel de Olavarría escribe: “ Los indios de la Imperial adelante son de la mesma calidad que los de los términos de San­ tiago, (es decir, de los que habitan al norte del Ita ta ), y de poco valor y no buenos para la guerra” . El Padre Olivares también nota la diferencia entre los arau­ canos y los indios al sur del iCautín, mientras que el Padre Ovalie, hablando de estos últimos, dice: “ Son Gente apacible, de noble condición y muy amorosos y no tan guerreros como los araucanos, y en esta opinión están tenidos y reputados” . Dejo, entonces, el nombre K O F K E C H E para designar al meblo prehistórico, premapuche, que ocupaba la región entre os ríos Bío Bío, en el norte, y el Toltén, en el sur, a la llegada de los Mapuches a esta región. Es muy posible que ocupaban el territorio ele más al sur y más al norte, pero mientras nO haya mayor información, es necesario limitar al territorio que queda entre estos dos ríos.

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urnas

En la República Argentina existían en tiempos prehistóri­ cos dos culturas bien estudiadas que sepultaban adultos en ur­ nas: La Guaraní y La Candelaria. Estas dos culturas, aunque muy lejos la una de la otra, tenían esta costumbre común. P o­ co sabemos de las migraciones de los pueblos en tiempos p re­ históricos. Existe la posibilidad que algunos de estos pueb.os, en tiempos muy anteriores a la llegada de los europeos a este continente, emigraron de sus regiones y alcanzaron a cruzar los Andes hacia las regiones al sur del Bío-Bío. La

Cu ltu r a

Guaraní

Jorge Iriba rren Charlín. “ Esta cultura Guaraní tiene este uso funerario en urnas, .y su distribución es muy am plia: territorio de Misiones, A r g . ; .Paraguay, la costa oriental principalmente; río Paraná hasta su deltá (Isla de Martín G arcía), y aún algunos hallazgos se .citan en Baradero y otros lugares inmediatos a Buenos A ires” . .(D e una carta en poder del autor, fechada 4 de Octubre de 1953).


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A lfred o M étraux (1948. p. 87). “ The ancient Guarani put their dead in large chicha jars and covered them with a bowl. These' funeral urns were buried up to the neck” . T r . : “ Los Guaranis antiguos colocaban sus muertos en tinajas que usaban para chicha, y lá cubrían con un plato gran­ de. Estas urnas funerarias fueron enterradas hasta el cuello” . Antonio Ruiz de Montoya (1892. p. 52) .. muchos enterraban sus muertos en unas grandes ti­ najas, poniendo un plato en la boca para que en aquella cavi­ dad estuviese más acomodada el alma, aunque estas tinajas las enterraban hasta el cuello” . ,Las urnas usadas eran grandes, anchas arriba, con la bo­ ca muy ancha, muy poco menos que el diámetro máximo de la urna. La superficie de ella estaba generalmente cubierta con incisiones hechas con la uña. Nunca tenían asas. El fondo era siempre casi redondo o a lo menos bien redondeado, nunca pla­ no, y raras veces teñía decoraciones.. L a C u l t u r a C a n d e l a r ia

Gordon R. W illey (1946. p. 661) “ The Candelaria type remains, chiefly burial urns, have been found in the plains and rolling hill country all along the eastern- foot o f the Andes from the city of Tucumán in the South almost to the city oy Jujuy in the North” . T r.: “ Los restos típicos de La Candelaria, principalmente urnas funerarias, se han encontrado en los llanos y lomas sua­ ves a lo largo de todos los cerros pre-cordilleranos de los Andes, desde la ciudad de Tucumán,'en el sur, hasta cerca de la ciudad de Jujuy, en el norte” . ( S itg Rlydén (1936, p. 271). “ The finds from Providencia, near San Pedro, (in Valle de Lerma, provincia de S a lta ), consisted of some ten urns o f a caracter similar to that of the urns, from El Carmen, and also contained bones of-adult individuals. The urns were closed up by means o f a second urn being placed, up side-down, over the mouth of the sepulchral vessel” . T r • “ Los hallazgos de Providencia, cerca de San Fectro, consistían de unas urnas con caracteres similares a l ú d e las urnas de El Carmen, y también teman en su interior huesos de individuos adultos. Las urnas estaban cerradas por medio de una segunda urna colocada con la boca hacia abajo, tapando así la boca de la urna funeraria” : .


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• Este hallazgo es para nosotros sumamente interesante por­ que representa exactamente las condiciones que encontramos en las urnas desenterradas en esta región. En la gran mayoría de los casos se encuentran encima de nuestras urnas otras urnas, pedazos de urnas o pedazos de cántaros, usados para cubrir y tapar las urnas mismas. Los C h ir ig u a n o s

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A lfre d M étraux (1948. p. .465). “ The Chiriguano (A v a Chahuanco) are the descendents o f Guaraní who in historie times migrated from Paraguay and crossed the plains o f the Chaco in successive waves to settle along the foothills o f the Andes from the upper Pilcomayo R iver to the upper Rio Gran­ de (Guapay R iv e r )” (Lát. 18-23 S .). T r . :— “ Los Chiriguanos (A v a Chahuanco) son los des­ cendientes de los Guaraní, quienes en tiempos históricos emi­ graron desde Paraguay y cruzaron los llanos del Gran Chaco en olas sucesivas y se establecieron en Tos carros preicordillaranos de los Andes, desde el Río Pilcomayo arriba, hasta la parT te superior del Río Glande (R ío G uapay)” (Lat. 18-23 S .). Fsta es. en general, la régión en él noreste de Argentina y el sureste de Bolivia, o sea la región noreste de la cultura La Candelaria. ■ ■ - . s Stig Rydén (Obra ■citada p. 278). In our days the Chi. riguano Indians constitute the Guarani tribe that lives nearest the distribution area o f the ancient La Candelaria culture. The Chiriguanos have only occupied their present settlement area since the beginning o f the 17th century” . T r . :— “ En nuestros días los Indios Chiriguanos constitu­ yen la tribu Guaraní que vive njás cercana al área ocupada por la antierua cultura La Candelaria. Los Chiriguanos han ocupa­ do su área actual solamente desde principios del siglo X V I I ” . Alfredo M étraux (obra citada página 480), refiriéndose a- las costumbres mortuorias de los Chiriguanos, dice a s í: — “ The deceased, painted and dressed in his best clothes, was placed quatting in a large chicha ja r and was buried, accom­ panied by his possessions and some food, in the hut where he ■lived. The urn was covered with a large ja r or plate” . T r . : “ E l muerto, pintado y vestido con su m ejor ropa, fué colocado- en posición sentado encuclillas en una tinaja chichera grande, y sepultado, acompañado por sus posesiones y algo de comida, en la casa donde vivía. La urna fué tapada con un cántaro grande o un plato” . Esta referencia y la anterior del hallazgo en Providencia de San Pedro, muestran muy claramente que en aquellas re-


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PREHISTORICAS

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glories, en tiempos prehistóricos y aún en tiempos históricos existía la costumbre de sepultar adultos en urnas y al mismo tiempo, tapar dichas urnas con otras urnas, cántaros grandes o platos. Todo lo anterior se refiere a culturas bastante alejadas de esta parte de Chile y es difícil ver una posibilidad de su llega­ da tan al sur y al otro lado de la cordillera de los Andes. He buscado en la literatura y he tratado por otros medios de obtener información sobre las regiones más cercanas y es­ pecialmente en la región comprendida en la Argentina, desde Mendoza, en él norte, hasta Neuquén, en el sur. Escribí a mi amigo y colaborador en cuanto a la literatura, Sr. Jorge Iribarren Oharlín, sobre el particular, me contestó en los siguientes tém inos: “ Respecto a la arqueología del Neuquén puedo anticiparle que es bastante escasa y la obra principal sobre ella de Fran­ cisco Aparicio, “ V ia je preliminar al Territorio de Neuquén” , no poseo; otros trabajos del mismo autor y de Arteyata, sobre, esa zona, nada agrega a la nota corta de W illey en el Handbook” . (Carta en posesión del autor de fecha 23 de Noviembre de 1953) Un estudio detenido de la materia escrita por Willey, no revela referencia a alguna sepultura encontrada en toda la re­ gión, desde la ciudad de Mendoza, en el norte, hasta el sur de Neuquén. Esto hace resaltar una vez más la gran falta de co­ nocimientos que actualmente existen sobre la arqueología de aquella vasta región. En el estudio de la distribución de las culturas sud-ameriranas, el Dr. Julián Steward (1949, pp./669-772), ha demos­ trado que en' general éstas se distribuyeron siguiendo las rutas más fáciles. Las culturas más avanzadas existían en la parte nor-este del continente y de allí fueron diseminadas sobre el continente y las islas alrededor. Algo también fué hacia Pana­ má y las islas entre los dos continentes. En el mapa que él publicó (obra citada p. 770). se pue­ de apreciar bien cómo son las rutas de distribución. Siguieron la costa del continente y llegado a algún río, penetraron al in­ t e r i o r , especialmente en las regiones tropicales. En este mapa hay una fecha indicando que una de estas rutas sale de la re­ gión de la desembocadura del río La Plata en dirección al oes­ te y un poco al sur, atravesando la Pampa hacia esta región de Chile. Es posible que algunos de los caracteres de las cul­ turas de los pueblos de las regiones tropicales-forestales llegar ° n En d1norte de’Chilefy en la Argentina tenemos los Diaguitas que sepultaban sus niños, y especialmente sus párvulos en urnas. No sabemos de ningún caso entre ellos donde los adu.tos


1q4

d il u ía n

8. BULLOOK

fueron sepultados en urnas. Las urnas mismas son tan chicas que no es posible que ellas fueron usadas para adultos. E l tipo de urna, sus decoraciones y las asas son completamente d ife­ rentes que las urnas de Angol. La urna figurada por Medina, Fig. 88; hallada en Curicó, es de una forma completamente distinto a todas las urnas encon­ tradas en la región de Angol y descritas en esta obra. Además, la urna mencionada por Latchan, procedente de Illapel, provin­ cia de Coquimbo, es de la misma form a que ésta de Medina. Los cantaritos ilustrados en la figura N.9 89 y hallados en las urnas encontradas en Llo-lleo, provincia de Santiago, son com­ pletamente diferentes a los cantaritos con las urnas de Angol. y claramente no corresponden a la misma cultura de ellos.

R esum en

Después de buscar toda la información que es posible ob­ tener en la literatura, lo único que hemos podido sacar es la existencia de tres culturas en la Argentina que sepultaban adul­ tos en urnas y bastante lejos de las regiones por donde podían haber pasado con facilidad a Chile. De las regiones Argentinas frente a esta parte de Chile, falta información arqueológica acerca de las sepulturas prehistóricas. A pesar de esta falta de información, los estudios hechos por Steward indican la posi­ bilidad de la llegada a Chile de influencias culturales de las re­ giones tropicales por aquellas regiones. No creo que esta costumbre de los prearaucanos era una co­ sa espontánea de ellos, pues la costumbre tuvo que haber ve­ nida dé alguna parte. El hecho de no encontrar sepulturas de éste' tipo al norte del Bío-Bío, én Chile, me lleva al convenci­ miento que el pueblo que trajo esta costumbre a Chi­ le, llegó del otro lado de los Andes, del lado de Argentina. Reconozco que faltan pruebas seguras que es así. A l mismo fie rujio es seguro que en los tiempos prehistóricos había comu­ nicación entre los habitantes de ambos lados de la Cordillera de los Andes, por lo cual es-razonable suponer que algunas de las costumbres dé los pueblos de un lado hayan pasado a los del otro lado. Estüdios arqueológicos en todas las regiones cer­ canas a los" pasos más usados suministrarán, sin duda alguna, información concreta sobre estos problemas. El tiempo y mayo­ res estudios en ambos lados de la cordillera, revelarán la ver­ dad acerca de estos hechos prehistóricos. El campo es gran­ de, los problemas por solucionar acerca de la arqueología son muchos, de modo que las oportunidades esperan a los intere­ sados en hacer estudios sobre la material


ORNAS

F U N E R A R IA S

P R E H IS T O R IC A S

155

A g r a d e c im ie n t o s

Este trabajo no quedaría debidamente terminado sino de­ ja ra constancia de mis más sinceros agradecimientos a\las persorías que me han ayudado en muchas diferentes maneras. Una cosa es hallar una urna, pero es otra cosa muy distin­ ta tener la redacería de una, y tratar de reunirías todas y fo rm a r de nueva la urna. E n esta obra he tenido la ayuda eficaz y entusiasta de un compañero de trabajo, el Reverendo W alter D. Carhart, a quien debo mis agradecimientos, no solamente por su ayuda en el trabajo, sino también por horas incontables de un compañerismo intim o en la obra. E n la revisión de la literatura he tenido la cooperación vo­ luntaria del Sr. Jorge Iribaren Charlin, quien p or sus estu­ dios y experiencia me ayudó mucho en encontrar los datos bi­ bliográficos relacionados con las urnas prehistóricas. A él sien­ to una gratitud especial por su desprendida colaboración, y par­ ticularmente le conozco a él solamente por correspondencia. Además tengo que agradecer muy sinceramente al S r: Ma­ nuel Rodríguez A., profesor por muchos años de los.ramos, hu­ manísticos, y colaborador en la Escuela A grícola “ E l Vergel” , por la revisión y corrección del manuscrito de esta obra. Finalmente, no puedo olvidar a las muchas personas, quie­ nes han cooperado en proporcionar información, ya sea de pa­ labra o por escrito en la contestación a cartas enviadas, acer­ ca de urnas encontradas. A todos ellos quiero expresar en form a pública mis más sinceros agradecimientos por su cooperación, pues sin su ayuda la obra actual no hubiera sido posible rea­ lizarla^.


n n .I.MAN

8.

BOTXOOK

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URNAS

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O



LAMINA.

I

3 tsn)

9<WÌ

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L A M I N A

II


L A M IN A . I l i

33( 879< .31


L A M IN A

IV


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LAM IN A.

V II


L A M IN A

V ili


P E 3DE E R R A T A I Pag. Lineít

. 8 tóe"-'

D ebe decir

76 H | e ^ e trabaja hay . , 78 24 El V ergel 81

26

Figv . 73,

82.

11

Fig, 7. .'

82

23

83 ' .

1 3

N.1» 1526, Fig. 40 9 Fig. 18. 8

91 91

6

tamaño originales 27 • N.9 2387

16 27

100 101

19 3 y 4

Perforaciones 5 se hizo ■pedazos y ¡He fué recojicto j . Urna N.O 1257

11

106 •111

14

está inflamada cómo dibujos de estilo L a formación es 36 ' üentérrarlo

112

8 y 9

112

13

113

Í9

'sus muerto

113 114

24 32

519 m m . .Diámetro del cuerpo

tenemos hallado también un prptuberancia

116 - . 117 - I 118

Í7

!

,‘ '

más angostos sin djbujos. Tienen dos motivos principales alternándose en las fajas que llevan dibujos; son los . Fig. 53 estos llevan* o su

| ■•

Cantarito N ? Í216 (no figurado)'

18 10

H

N.9' 2387, F ^ . 22.

- 35

102 104

.

•N.9 1526, Ff^. 39. Debe om itir Fig. 18. tamaño o r ig in a l.

■ 98

I 101

H ■■ n

.. {¡/ 1111111’11

£¡31 i /-•¿Trna ¿N.?>;93Í (Ñ o .fig u ra d o)

Fig. 59

estos llevan a su

‘t i H

aun que la urna

verticales . que llevan ^ fib u jó s ; son’ lós

96

Fig,, ésv

i.Jfig. lili ,;1

Fig. 8. íjjrria,

86 88

98

su simetría

i 28 I UTna.-»|i,2 Í529" • -í-S-. . Falta la linea

i

Fig. 32. Cantarito N.9 1216 . P erfpraciones. 16 sé hizo pedazos. :LJrna

1257.¿ (N o figurado)-^

está inflada com o ; j d ibujos de este estilo La form a es e n te r ra rlo ' tenem os e ir consideración acompañaba | la urna núm ero ¿294 y fué hallado tam bién— una protuberancia sus muertos 540 . m m ' g jP " AÍtura del cüerpo sú simetría Urna S £529 (No¿ figurado)

» |

Grosor de la loza -f- 7 m m

lJ9 9 **Í0 ■ a .pocos 1>9 última D iám etro-del cuerpo.

a p oco . Altura \del cuerpo

121 121 121

.poca m ica Diáánétro m ínimo 4 e la boca^—297 mm Diámetro m áxim o I del, cuello 11

122

6 m)sa 27 . 3?al.ta la linea H última D iá m e tro d e l cuello 1

125; 125

37;

125

?8

del cuelo 8

126 • 126 126

está cubiertopeso muy irregular 10 a .22 mm E

Í26

I

H IH .

i.aun la urna

94 22

'

'

é§te J a t ó k , p M f^142, f.hay i Él V ergel' jC rQ quis.pagv,Í33) 1

3 11 Í7 22

í?a copa'esí Alrtu ro total . Grosor de la A l sacarla

126 38 Fig. 77. . . | 126 40 y 41 e * el aSa, _?l asa

del cuello está cubierta pero m u y , irregular 19’ a 22 m m M La copa eátá AÍtura total G rosor de ■la

? B I

Al s a c ó lo H Fig. 69. en él ásaf

1

H


Dice ' ¡Pajr. ^ ín ea abajo que el asa. En el interior del 41 a 42 abajo dé unos 7 mm 'cuello hay una, ¡ perie,de, lineas hacut de largon , • ,<< abajo de unos i mm ue largo. ';^Ï3 Diêhtetro de là boca 78. Diánletrír de l a ' bbfca —^ 72 o En la figura 71, ÍO^ ’ :Eñ' la figura 79 Grosor d e la lo z a ’ ' .22 Grosor 'd e la Iba > 26 ; No se sabe que estaba No se sabe en oasó que estaba.

Debe decir ' j} 6

.127 128 128

1 > ' */í •>!

'i,/ -;

128 129 26 y 27 Los artefactos halladas

Los artefactos hallados/' Mientras tenemos que : Mientras' tanto, tenemos q u e - ; Urnas completas . Unas completas

130

36

.130 131

42 1

131

7

a decoraciones

Urnas, casi ’ a decoraciones

131

9

2588, 1897,

2568, 2570, 1897,

131 131

13 20

Unas cón 2359, 1482, 1498

Urnas con '> ' 2559, 1482, 2525, 1498,

131 131

21 35

27Contulco

28 Contulmo

131 131 131

33 38 39

8 2568 Eliminar la linea y co­ locar en su lugar lo si­ guiente

2391 >u | Urnas halladas con la boca hacia aba­ jo - '2 - - ‘-r ■ Los números 1148 y 2568.

135

Urna N > 2391, Fig. 23.

135 137 .

34 16

dentro de un urna separados si uno del ,, otro ' •

Unas1casi

!

, /

12

Urna N .» 2291. dentro de una urna separados el uno del otro.

en algunos para cuchillos, en algunos cuchillos recolectados recolectadas para plantas comestibles para sacar plantas comestibles, 138 última aros en ss tamaño na- aros en 2/3 de su tamaño natural. tu r a l^ (J ) Ilustrado en Fig. 79. 140 última Falta una linea que ■ debe decir... Una se bailó en la Quinta Agrícola 144 41 Una de un niño (1 ) ■■ . - ; V " ■ , . - . • de Temuco que contenía los huesos de un.niño.. (1 )

137 31 137 32 138 22-23

,

146

14

Fig. 3 es — N,9 534, Fig. 39

Fig. 1 es — N.9 534, Fig. 42

146 147

15 40

531, Fig. 58 es ¡Eran acaso/Araucanos?

531, Fig. 61 ?s ¿Eran acaso, los Araucanos L a t’ ham (1928 a: pp.

148'

12

Latcham (1228 & pp.

151

24

to the city oy Jujuy

15130

Sitg Rlyden

»

, de. unas urnas hay una fecha

to the city o f Jujjj}’ .

ij

Stig Kyden

151 153

38 38

154

5

por Medina, F ig? 88

por M edina (Obra citada Fig. 88) ,

154

18

en urnas-y bastante lejos-—

en urnas y tapaban las. urnas con otras urnas o platos. Estas culturas existían bastante léjos

155 JÉ j S .

Sr. Jorge Iribaren Charlin *9 '

Sr. Jorge Iribarreñ Charlin |

155

17

particularmente le co­ nozco,

Particularmente porque le conozcoff§

156

38

Beydén, Sig Lámina I I 22 Lámina V 51 (2394)

Ryden, Stig 22 (238?) 51 .(2394 y 2S05)

de unas diez urnas hay una'flecha

*

•• i


CONTRIBUCIONES ENTOMOLOGICAS!

P U BLIC AC IO N O E L M U S E O N A C I O N A L DE H I S T O R I A N A T U R A L Y

DE

LA

U NIVER SID A D

B O L E T IN

DE

CHILE

DEL

MUSEO NACIONAL DE HISTORIA NATURAL TOM O X X V I.

N째

19 5 6



S

Dr.

U

M

A

R

I O

E m ilio Ureta R.— Nuevos R H O P A LO C E R O S (L ep .) de Chile ......................................................... ..

159

D r. Guillermo Kuschel.— Revisión de los P rem n otrypini y adiciones a los Bagoini (Coleóptera Curculionoidea) ........................................................................

187

Dirs. E m ilio Ureta R. y R oberto Donoso B.— Revisión de la fam ilia SP H IN G ID A E (Lep. H e t .), en Chile .................... v. - .... ................................................

237

Dr. E m ilio Ureta R.— Nuevas especies de L Y C A E N ID A E (L ep. R hopalocera) de Chile ...................

257

Dr. E m ilio Ureta R.— Revisión de la fam ilia A E G E R IID A E (L ep. H et.) en Chile ...............................

261

Sr. Gilberto Monsalve M.— Sobre Colias lesbia F. (Lep. R hop.) en Chile ...............................................

269

Dr.

E m ilio Ureta R.— Nuevos H E TER O C ER O S (L ep.) de Chile ........... :«..............................................

271



N uevos R H O PA LO CE R O S (L ep.) de Chile. Dr. EMILIO URETA R. Jefe de la Sección de Entomología.

Nuevas colectas efectuadas a lo largo de nuestro territo­ rio, principalm ente en la zona norte, por varios colaboradores y por nosotros mismos, han venido a enriquecer nuestra fauna lepidopterológica en numerosas especies. Entre éstas hay una especie y tres subespecies nuevas para la ciencia y de otras ha­ cem os dos nuevas combinaciones, colocando com o subespecies a Neom aniola eleates (W eym er) y a Itylos grata Köhler, las de­ más son especies exóticas, principalmente de los países limítro­ fes, que habitan también en nuestro país. La zona norte de Chile, por condiciones ecológicas muy diferentes a las del sur y a las de la región tropical, es apropia­ da para la form ación de razas geográficas, subespecies algu­ nas que ya han sido descritas, otras que van en este trabajo y varias más que dejam os aún en estudio. En la revisión de la fam ilia H esperiidae hemos consultado al distinguido especialista Dr. Kenneth J. Hayw ard, de Tucumán, cuya colaboración agradecemos como muy valiosa. En la publicación de este trabajo, que es continuación del iniciado en el N> 4 del presente tomo de nuestro Boletín y en los trabajos que seguirán, han colaborado en diferente form a las siguientes personas e instituciones: Han donado material o facilitado para su estudio, los se­ ñores : Luis Peña G., Octavio Barros V.. R odolfo W agenknecht H., Dillm an S. Bullock, A rturo W agenknecht H., Guillermo Kus­ chel G., Juan R ojas M., Vicente Izouierdo Ph., Roberto Donoso B., R oberto Izquierdo Ph., Enrique Ureta R., W alter Biese, Ser­ gio B arros V., Sra María Codoceo, Raúl Amunátegui J., Ino­ cencio Beltrán, José S. Vargas, Raúl Orellana, Juan Sonnleit­ ner, Jaime H errera, Tom ás Cekalovic, Gerardo Barría, Natán


EMILIO tJRSTA B. Gutiérrez, Rosalindo Carrasco, V íctor de la Barra, Humberto A guirre F., Ismael Espinosa, Abelardo Jara, Manuel C haparro y Jorge Peña Cereceda. Traducciones de diagnosis fueron realizadas p o r : Dr. Rodulfo A . Philippi B., Dra. Greta Mostny, Sta. Erna Ovalle R „ y Sr. Guillermo Heimlich. Ha sido posible ilustrar las publicaciones con láminas en colores gracias al Señor Ministro de Salubridad, Dr. Raúl Ba­ rrios O., al Sr. R ector de la Universidad de Chile, don Juan Gó­ mez Millas y al Vice-R ector, Dr. H uí^o Sievers. Las dos láminas de Rhopalóceros fueron obsequiadas por el Laboratorio Chile S. A., Institución que es honra y ejem plo para la Investigación Nacional. Destacamos en form a especial la iniciativa del H. Senador Dr. Salvador Allende y del Geren­ te, Sr. Oscar de la Cruz. Para el papel obtuvim os donaciones en dinero de la Com­ pañía M anufacturera de Papeles y Cartones y del Sr. V icente Izquierdo Phillips. En toda la gestación de las láminas en colores, hechas por Universo S. A. hemos contado con la cooperación del Gerente General, don H eriberto Horst, y de los Sres. Eduardo Feuereisen, Ismael Aedo, Carlos V idaurre y K urt Lagies. Las fotografías corresponden al Sr. Carlos M ontt y los di­ bujos de genitales a nuestro ayudante don Gilberto Monsalve. *Para diversas actuaciones en el terreno y en bibliografía contamos también con el apoyo del D irector de Investigaciones A grícolas del M inisterio de Agricultura, don Carlos Muñoz P. y del Ingeniero agrónomo, Sr. Gabriel Olalquiaga, del mismo Ministerio. Para todas las personas nombradas y otras que se nos pue­ den escapar, vaya la expresión más sincera de nuestro agrade­ cimiento. Para la nomenclatura de colores continuamos usando los nombres de uso corriente y colocam os al lado, entre paréntesis, el símbolo correspondiente al “ Atlas de los Colores” de C. y J. Villalobos, El Ateneo, Buenos Aires, Argentina, edición de 1947.

F a m ilia : P ieridak En el N.v 4 de este mismo tomo de nuestro Boletín, dim os a conocer el nuevo género Hypsnchila. un subgénero de éste. Cbionnvema. tres especies y los subespecies nuevas. 'Las especies son : Hypsochila ivagenknechti n-apenknechti, que fué creada por no­ sotros. en 1937. com o form a y aue, ñor lo tanto, carecía hoy día, conform e a las nuevas reglas taxiñóm icas, de validez espé-


E . U re ta

R . N u e v o s R ho p a lo cero s d e C h ile .

L im in a I. la . HYPSOCHILA WAGENKNECHTI WAGENKNECHTI Ureta. lb . H. WAGENKNECHTI WAGENKNECHTI Ureta. 9 . 2a. H. WAGENKNECHTI SULFURODICE U reta. <?. - - 2b. H. WAGENKNECHTI SULFURODICE Ureta. ? . 2c. H. WAGENKNECHTI SULFUROOICE Ureta, o \ faz in fe rio r. 3a. H. GALACTODICE Ureta. o’ . - 3b. H. PENAI Ureta, r f. - 3c. H. PEÑAI Ureta. la : in fe rio r.- 4a. PHULIA IL LIM A N I ILYODES Ureta, <?. - 4b. PH. IL LIM A N I ILYOOES Ureta. 9 . 4c. PH. IL LIM A N I ILYODES. c f. faz in fe rio r.— 5a. PIERCOLIAS NYSIAS ROSEA ssp. n ., 5b. idem .,' faz in fe rio r.— 5c. idem . 9 . 5d. idem , faz in fe rio r.



NUEVOS RHOPALOCEROS

161

c ífic a ; H ypsochila galactodice e H ypsochila ( Chionanema) peñai. Las subespecies so n : H ypsochila wageriknechti sulfurodice y Pliulia illimani ilyodes. H oy podemos dar una lámina con todas ellas, la cual complementa positivamente sus diagnosis. A continuación indicam os dos especies más de Pieridae y describim os una nueva subespecie.

Tatochila volxemi Capr.

(Lám. II, fig. 1). 1874

Tatochila volxem i. Capronier. Ann. Soc. Ent. Blg. X V II, p. 11.

La m ejor diagnosis que hemos encontrado es la de Jórgensen (L as M ariposas argentinas, fam ilia Pieridae. An. Mus. Nac. H ist. Nat. Bs. As. X X V III, p. 4 4 7 ), la cual trascribim os: “ Los dos sexos de esta especie son muy diferentes por los dibujos en la cara superior de las alas. Mientras el macho las tiene casi sin dibujos, la hembra tiene muchos y gruesos dibu­ jo s negruzcos. Macho. Las dos alas son arriba de un blanco puro, *as uosteriores completamente sin dibujos, mientras las superiores tienen una mancha negra triangular discal, por lo común mas e-rande oue en autodice; los dibujos negros del ápice y ele la m argen exterior son m uy débiles v reducidos a lineas negruzcas que bordan las venas, en unos ejem plares a manchitas negras a cada lado de la punta de las venas; todos esto» dibujos pue­ den faltar. Entonces no queda en la cara superior del ala^an­ terior más que la mancha d isca l; raras veces sei ve una indica­ ción débil de una línea submarginal que llega hasta el p u m er ramo de la mediana. Las caras inferiores de las alas son blancas pero las posteriores y el ápice de las superiores tienen S e m p K un tinte am arilla p á lid o; adem a, las P ° » « ™ « * m areen anterior y dos manchas en la base am anllas de azatra , hus venas son todas blancas bordabas^de g . - g ^ c o ^

ü n gu e dei fon d o blanco

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tá Jdividida por el pliegue Ion-

gitudinad S L Í T J K w . * S o Claa mediana s e v f e l otro pliegue blanco, bordado también


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EMILIO

URÉ 7 .V R

de gris negruzco, que no llega a la base del ala. Las alas supe­ riores tienen abajo la mancha triangular negra en el ápice de la célula; además, las venas blancas del ápice son bordadas de gris negruzco, a menudo está muy reducido este b ord e; raras veces existen tres o cuatro manchas submarginales negruzcas, pero muy borradas, que form an juntos un arco sem icircular. Los ojos están bordados de anaranjado com o en autodice, pero no tan vivo. En los demás puntos com o en esta especie. E xpan ­ sión alar 47 milímetros, antena 13, cuerpo 22. H e m b r a.— Como en las demás especies, es m ucho más marcada y por eso más oscura que el macho. Las caras superiores de ambas alas son un poco am ari­ llentas y lustrosas (color crem a su cia ), la mancha negra discal en las superiores es muy grande, casi rectangular y prolonga­ da a lo largo del tercer ramo de la mediana hasta la ancha f a ­ ja y completa submarginal negra, donde toca la quinta mancha, que es más acercada a la base que las demás. La fa ja subm ar­ ginal consiste <en manchas subtriangulares confluentes y es más ancha en el medio. Todas las venas del ápice y de la m argen ex­ terior son cubiertas de grandes manchas triangulares negruz­ cas que hacia adentro, con un punto, tocan la fa ja subm arginal, salvo las últimas (en el ángulo anal) ; unas veces están en par­ te divididas por las venas blancas. Toda la base del ala y a lo largo de la submediana está sombreada de puntitos o átomos negruzcos. En el ala posterior arriba traslucen bien los dibu­ jos de a b a jo: las venas blancas, bordadas de negruzco, y este borde ensanchado y más obscuro sobre la margen ex te rio r; la fa ja submarginal es mucho más delgada que en el ala superior, sus manchas son más triangulares y la cuarta es más acercada a la base del ala. El pliegue de la célula es triangular y gris ne­ gruzco como el borde del pliegue abajo de la mediana. Las pes­ tañas son blancas en ambas alas como en el macho. La cara in­ ferior de las alas posteriores es amarilla pálida, el borde negro de las venas blancas es ancho; la fa ja subm arginal de arriba se distingue sólo como una sombra, raras veces es bien m arcada; en los demás puntos com o en el macho. Las alas superiores tiei'en abajo el ápice amarillo pálido, con las venas blancas, bor­ dadas de negruzco; la mancha discal, com o la fa ja subm arginal. mucho menos pronunciadas que en el lado superior. Expansión alar 46 milímetros, antena 12, cuerpo 19. D istr ib u c ió n g e o g r á f ic a ; A rgentina y Chile. En nues­ tro país fué colectr.-’ o un ejem plar hembra en la vertiente o cci­ dental del Cristo Redentor, el 22-11-1954 por nuestro ayudan­ te don Gilberto Monsalve (en Col. M. N. n. 1224).


NUEVOS ItflOPALO CERO S

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Zerene cesonia ccsonides (Stgr.).

(Lám. II, fig. 2) M eganostom a cesonides Staudinger. Iris V III, p. ■63. T.nc «inq üor encim a son de amarillo-lim ón muv intenso

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el -mareen n eo^o riel a]a a n terior .más sTisrosto

que en la subespecie cesonia (S to ll). La mancha discoidal muy redonda. El ala posterior con dos pequeños trazos nep^-os ape­ nas esbozados en el m areen y con la mancha discoidal ligera­ mente anaranjada y de bordes imprecisos. El único ejem plar colectado en ¡Chile es macho, su color es ieual a Z. helena citrina (J ó r g ), y tiene una expansión alar de 42 ir>TTi. D ist r ib u c ió n g e o g r á f ic a : Cesonia cesonia (S tolD . vuela desde N orte-A m érica hasta Argentina. Cesonides (Stgr~i. fué descrita de B olivia, 3000 m. dé altitud (no hay datos más pre­ cisos) y constituye la subespecie más chica. C hile: Codpa. 2100 m.. prov. de Taranacá. 22-VII-1955, colectada sobrp r ’ ^alfa (M pdicago sativa L . ) . Sra. María Codoceo coll. (Col. M. N. n. 1931). Piercolias nysias rosea ssp. n.

(Lám. I, fig. 5) Macho. Expansión alar: 16-29 mm. A las por encima, blanco de leche (L L Y -19-3V o "i L-19-39) . las anteriores presentan de cuatro a seis manchas marginales negras sobre las venas, aguzadas las del ápice, aplanadas las colocadas sobre el margen externo hasta hacerse sub-confluentes. H ay también de dos a tres manchitas subapicales negras, a menudo confundidas entre sí. La mancha discoidal es muy delgada, a veces sólo visible en la parte anterior de la vena que cierra el disco. La costa está finam ente rayada de negro o roSad°L a s alas posteriores no tienen dibujo, pero en la base de todas las alas hay abundantes escamas negras y pubescencia blanca, m ás marcada en las posteriores. A.las anteriores por abajo, blanco de leche, con el ápice de un gris-rosado (SO-16-4'-’) , costa del mismo color. Sobre el ápi­ ce se traslucen las manchas negras de la faz superior, igual que la mancha discoidal. . Alas posteriores por abajo, gris-rosadas (SO-16-4*), hasta un p ard o-rojizo (O OS-14-6*), sin manchas o con dos a nueve


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aUTLIO

URETA

R.

submarginales negruzcas y de una a dos dentro del disco y del mismo color. Base del ala negruzca. Todas las fra n ja s pardorosadas. Palpos rosados con cerdas del mismo color y negras. A n ­ tenas negras con escamas rosadas. iCuerpo por encima, negro, p or abajo con abundante pilosidad gris-rósada. Patas del mismo color. Arm adura g en ita l: Como en la lámina. Hembra. Expansión ala r: 18-27 mm. Alas por encima, blanco-am arillentas (de Y Y L -19-3" has­ ta Y -l^ -S 9), sulfurosas en algunos ejem plares. Las anteriores con seis manchas marginales y de dos a cinco submarginales ne­ gras. Hay una pequeña mancha discoidal. Alas posteriores por encima, con esbozo de manchas m ar­ ginales al final de las venas y trasluciendo más el dibujo de la faz inferior. P or abajo, en las cuatro alas, el dibujo es com o en el m a­ cho, pero en general, la hembra es bastante más pintada que éste. H olótipo c? de Alto de Laguna Verde, Cord, de A n tofa ­ gasta, 5000 m „ 24-XII-1952, Sr. Luis Peña coll. (Col. M. N. n. 1934). A lótipo 9 de la misma localidad y fecha (Col. M. N. n. 1935). lOoarátipos & : 2 de Laguna Verde, 5000 m. (1 en Col. M. N. n. 1936 y 1 en Col. Peña) ; 5 de Parinacota. 4400m.. prov. de Tarapacá, Dr. Guillermo Kuschel coll. (4 en Col. M. N. nos. 1938, 1937, 1939 y 1940; 1 en la Col. del Sr. G. H eim lich) : 2 de Quisquiro, A ntofagasta, 15-XII-1952, Peña coll. (C ol. Pe­ ña) ; 1 de Apacheta de Chapiquiña, Tarapacá, 15-X-1952, Pe­ ña coll. (Col. P eña). 5 parátipos 9 9 : 2 de Parinacota, 6-8-¡XH-1946, Kuschel coll. (Col. M. N. nos. 1941 y 1942) : 3 de A lto de Laguna V er­ de, 24-XII-1952. Peña coll. (en su C olección). D is t r ib u c ió n g e o g r á f ic a : Chile, de las localidades y fe ­ chas anotadas en los tipos.

F am ilia: S a t y r id a e A rgy rop h oru s argenteus elin oid es ssp. n.

Macho. Expansión a la r: 50-56 mm. Las alas por encima son de un plateado más opaco y con menos brillo azul-verdoso que la subespecie argenteus. El ala anterior por abajo, con la célula discoidal de un m arrón más oscuro que en aquella.


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NUEVOS RHO PALOCEROS

A rm adura gen ital: Igual que en argenteus argenteus, pe­ ro proporcionalm ente más grande. Hembra. E xpansión a la r : 47-60 mm. A las por encim a de un gris poco brillante, con las venas m oreno-ahum adas y todo el dibujo de este color. A las anteriores por encima, con la costa ahumada y una ancha fra n ja m arginal negruzca con cortas prolongaciones in­ ternas sobre las venas, tomando así un aspecto festoneado. La base de la prim era célula mediana es morena, pero libre en Dc2, la segunda célula mediana con la base negruzca y term i­ nando en punta hacia afuera sobre M3, la tercera célula me­ diana con su base negruzca y externamente prolongada sobre M3 y Cu l.C u 1 a veces, con un punto submarginal negro, Cu2 con una mancha cuneiform e que se une al dibujo oscuro m ar­ ginal. Una gran mancha subapical negra y redondeada a nivel de M 1, pero invadiendo R5 y M2. Alas posteriores con la costa negruzca y un ancho margen externo del mismo color y prolongándose hacia adentro y en punta sobre las venas. Las alas por abajo, con todos los dibujos negros más mar­ cados que en la subespecie argenteus y la mancha subapical muy grande y ocelada de blanco. H olótipo d' de Angol, 120 m. de altitud, 17-1-1952. Dr. D. Bullock coll. (Col. M. N. n. 1241). A lótipo 9 de la misma localidad y fecha (Col. M. N. n. 1247). 8 parátipos efe? : 7 de Angol, 1-1952. Bullock coll. (Col. M. N. nos. 1242, 1243, 1244. 1245, 1246, 1278 y 1778) ; 1 de Sur de Chile (Col. M. N. n. 365). 3 parátipos 9 9 de Angol, 1-1952 (Col. M. N. nos. 1_48, 1249 v 1250). , C o m e n t a r i o : Esta notable subespecie se caracteriza en fj-eneral por ser bastante más grande que la subespecie argen­ teus por el plateado no tan brillante de sus alas y por el abun­ dante dibujo negro de la faz superior de las alas de la hembra. La llamamos elinoides por ser sus hembras casi tan grandes com o las de Elina lefeh vrei (G uér) y por tener el dibujo de las alas anteriores en form a muy semejante a ésta. Faunula leu cog len e eleates com b. n. (Lám . II. fig. 3) 1890.

P seuiom am ola

eleates.

W ey m er.

Stübels

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p. 108. M a c h o.

37 mm.

E x pan sión alar de los ejem p la res ch ilen os: 26-


166

1. 3.

Faunula Icu cog len e eleates

E M I ilO

URETA

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A rgyrop h oru s a rEe „ t e « s are e nteus (B lc h h

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NUEVOS A H 0 PA L0 CE R0 3

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“ Alas por encima, pardas. En cada ala se encuentran dos pequeñas manchas rojo-am arillentas en las células 2 y 3, no lejos de las fran jas, bien destacadas en las alas anteriores, me­ nos en las posteriores. P or abajo, las alas son igualmente de color pardo. Alas anteriores con ocelo negro, un poco antes del áüice, pupilado de blanco y rodeado por un anillo pardo claro, el cual se prolonga por atrás hasta la célula 3. Las alas poste­ riores tienen un borde pardo-amarillento que corresponde a un cuarto del ala y por el cual pasan una hilera de medias lunas Se cazó sólo un ejem plar »macho en Tacora. Bolivia. por Stübel, el que se encuentra actualmente en el Real Museo Zoológico de B erlin” . ■Esta es la diagnosis dada por Draudt, en S eitz; se refiere a un macho y es bastante buena. Como la hembra no ha sido aún descrita, lo hacemos a con tin u ación : Hembra. Expansión a la r : 31-39 mm. Alas por encima de color pardo-oscuro, algo brillantes y tornasoladas Las anteriores por encima con dos a.cu atro man­ chas am arillo-rojizas (O OS-12-12n subm arginales; la prime­ ra en M 1, alargada y desplazada hacia adentro, la segunda y tercera sobre M2 y iCu 1. rectangulares v más nítidas, la cuar­ ta, cuando existe, sobre Cu2, pequeña y difusa. Alas anteriores ñor abajo, pardo oscuras, menos orillan­ tes que por encima. Un pequeño punto negro subapical, nncronnoilado de blanco y rodeado da halo am an! ento^ mas abajo tres o cuatro manchas am arillo-rojizas, mas pequeñas y menos coloreadas que oor encima. Alas posteriores por encima, con dos manchas subcuadia e-ulares v submarginales cerca del ángulo anal. _ Alas posteriores por abajo, pardo oscuras, mas negras ha­ cia la base y en el tercio externo una banda más clara, Paralela al borde del ala y limitada a ambos lados oor una sene > mr v r-Vias oscuras semilunares, las internas cóncavas hacia adentio ! h a d a « t e a . Todo ,1 reato del cuerpo y la* *“ “ a K

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C a ta r,p l. Tarapacá. ll-X II-1 9 5 2 . Peña coll.

<C°'m sT W B iraó?G E O G R A F IC A : C h ik . G a a e e 'i ^ c o r d * 11-1947, Dr. R. Dono.o coll.: Ollairue, X I-1949, Dr » í o t : o“ " H » a “ ‘ -

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1-68

E M ILIO

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na serie de ejem plares y de su estudio hemos podido concluir, incluyendo la revisión de sus genitales, com o damos una lám i­ na, que se trata de una buena subespecie de Faunula lenco glene Fldr.

F a m ilia : H e sp e r iid a e . Esta fam ilia es la que nos da m ayor número de novedades, debido a que hemos dispuesto de abundante material, p rin ci­ palmente del norte de nuestro territorio. Hay un género extra­ ordinariam ente difícil y para cuyo estudio hemos contado con !a asesoría de nuestro distinguido amigo, el prestigioso espe­ cialista Dr. Kenneth J. Hayward. Nos referim os a H ylephila Billb., género en el que nuestro país se enriquece con dos es­ pecies de países vecinos y que indicam os en este trabajo, ade­ más de Hylephila isonira mima Evans, subesneeie recién descri­ ta por Evans de Perú, Bolivia y 'Chile y de H y^ v h ila ptivlom s basistrígata Eaton indicada también, para nuestras provincias del norte, por el mismo autor. En el interesante género P yrg u s Hbn. indicam os dos e sp e ­ cies nuevas para Chile y describimos una nueva para la C ien­ cia. Además, hemos revisado numerosos ejem plares de Pyraws bocchoris trisignatus Hayw. (nec M abille), entre los cuplés hay algunos cuyo margen externo en la faz in ferior de las alas oosteriores, es marcadamente rojizo, constituyendo, según H ay­ ward, sólo ejem plares aberrantes; también tenemos num eroso? ejem plares enanos de P yrg u s fid es Hayw. y que en 1947 des­ cribim os como P. fides f. haywardi, categoría sistemática anti­ gua, hoy no aceptada. A continuación van las espacies nuevas para nuestro p aís: U rbanu s doran tes (S toll).

(Lám. II, fig. 5) 1790. 1950.

Papilio dorantes Stoll, en Cramer. Pap. E xot. Suppl., tab. 39, f. 9. XJrbanus dorantes. Hayw ard. Gen. Spec. Anim . A rg., I, Lep., p. 72.

Damos a continuación la excelente diagnosis de H a y w a rd : “ ó1 9 . Expansión alar 37-48 mm. Cabeza m arrón-pardusca con m ayor o menor cantidad de pelos grisáceos entrem ezclados; palpos grisáceos con escamas m arrón-parduscas entremezcladas en la fa z in ferior, el tercer artejo y la parte superior del mismo color que la cabeza; ante-


E M J r e ta

R . N u ev o s R h o pa loceros d e C h ile .

Lรกm ina II. la . TATOCHILA VOLXEMI Capr. lb . ZERENE CESONIA CESONIDES ( S lg r) . 2a. FAUNULA LEUCuGLENE ELEATES n. comb. < f. 2b. idem . 9 . 2b. idem . 9 . 2c. PSEUDOTHECIA FAGA (D o gn ). o '. 2d. idem . 9 . 3a. ITYLOS PLUMBEA GRATA n. comb, d\ 3b. idem . 9 . 3c. ITYLOS PELORIAS (W eym er). o \ 3d. idem . 9 . 4a. CALPOOES ETHLIUS ( S to ll) . 4b. NYCTELIUS NYCTELIUS (L a ir ) . 4c. URBANUS DORANTES (S to ll). 5a. LERODEA FORBESI L in d . 9 . 5b. HYLEPHILA BO UILE TI BOULLETI ( M a b ille ). o ". 5c. idem , 9 . 5d idem . o ', (a : in f. 6a. ANDINUS VENUSTUS HAYWARDI SS0. n. rf. 6b. idem , 9 . 6c. PYRGUS ORCUS ( S to ll) . 6d. PYRGUS LIM BATA LIMBATA ERSCH.- 6e. PYRGUS BARROSI sp. n.



NtJEVOS XvHOPALOCEROS

169

ñas de color m arrón oscuro, la parte in ferior de la maza al­ go am arillenta; collar m arrón-pardusco. Tórax, patagios y tégulas del m ism o color que las alas; faz in ferior de un color m arrón menos amarillento y con muchos pelos grisáceos entre­ mezclados ; patas y pectus de este mismo color. Abdom en en la fa z dorsal del m ism o color que las alas y en la fa z ventral igual al tórax. A las anteriores y posteriores, en la faz superior, de color m arrón-pardusco que varía de tono en distintos ejem plares, la base de las alas con pelos largos del mismo color. El diseño con­ siste en una serie de máculas y puntos semihialinos, ligeramen­ te amarillentos. Estas máculas y puntos varían mucho en su form a y tamaño. P or lo general hay una hilera de cuatro má­ culas, entre costa y la célula cubital in ferior frente al ángu­ lo in te rio r: una sobre lá coste a veces doble y que a veces fa l­ ta, otra doble en la célula discoidal, la tercera es la más gran­ de, por lo general un poco alargada verticalmente y ligeramen­ te excavada distalmente y la cuarta en el ápice de la célula cu­ bital in ferior, a veces m uy oequeña. Distad a la mácula grande y en el ápice de la célula mediana in ferior hay una mácula cu adra­ da, generalmente excavada distalmente y a veces, todavía más distad, hay un punto chico. En el ápice del ala hay tres pequeñas máculas subapicales, dos en línea recta sobre la costa, la ter­ cera algo más distad. Los machos llevan un pliegue costal, ama­ rillento en su parte interior. El ala posterior es sin diseño, la larga cola un poco más oscura oue el resto del ala. Las orlas de ambas alas son de color marrón claro con man­ chas oscuras en la term inación de cada nervadura. En la faz in ferior del ala anterior se repite el diseño de máculas. E l color del fondo es marrón, el área costal con muchas escam as amarillentas y hay una mancha grande de tono violá­ ceo distad a la mácula doble en la célula, que pasa entre la má­ cula in ferior de la hilera subapical y el pequsño punto postmediano en la segunda célula mediana para unirse con una línea (o serie de manchas internervales) submargina! del mismo co­ lor. La base del ala y el borde interno son más claros que el res­ to del ala. especialmente en la célula anal. En el ala posterior, el color del fondo es muy variable pero por lo general de un tinte violáceo o grisáceo, sobre este color se notan cuatro hileras de manchas o líneas transversales, una sub-basal compuesta de dos puntos oscuros (uno menos marca­ do sobre la co sta ), otra mediana siempre interrumpida en el ápice de la célula radial, una irregular nostmsdiana y la cuar­ ta subm arginal, indefinida en muchos ejemplares. La cola tam­ bién es más oscura que el color del fondo. Las lineas transver­


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TTRETA R.

sales son muy variables en su intensidad de color y continuidad. D is t r ib u c ió n g e o g r á f ic a : Desde Estados Unidos de N or­ team érica en todos los países de Centro y Sudam enca C h ile: Valle de Azapa, Arica, 16-IV-1955, Sr. R. W agenknecht coll. (iCol. M. N. nos. 1815 y 1816). Pyrgus orcus (S toll).

(Lám. II, fig. 7). 1780. 1950.

Papilio orcus Stoll, en C ram er. Pap. E x o t. IV , 87, tab. 334, f. I, K, L. . P yrgus orcus. Hayward. Gen. Spec. Anim . A rg., I, Lep., p.333.

Diagnosis de H a y w a rd : “ d" 9 Expansión alar 25-33 mm. Cabeza m arrón-negruzca con muchos pelos grises entre­ m ezclados; palpos blancos en la parte in ferior, m arrón-negruz­ cos con escamas blancas en la parte su perior: antenas negruz­ cas, anilladas de blanco en la unión de cada segmento, la maza y apículo más claros en la fa z in fe rio r: collar igual a la cabe­ za con una fra n ja de pelos blancos. Tórax, patagios y tégulas m arrón-negruzcos con largos pelos blancuzcos en ios m a­ chos y m arrón parduscos en las hembras; la fa z ventral m arrónpardusca con escamas y pelos blancos, así com o tam bién las pa­ tas; pectus blanco. Abdom en negruzco en la faz dorsal con pe­ los blancuzcos en los machos y m arrón parduscos en las hem­ bras; la faz ventral isabelina. El color del fondo de la faz superior en los m achos es ne­ gruzco, la base de ambas alas con muchos pelos largos grisáceos, en las hembras marrón-parduscos con algunos pelos del m ism o color en la base del ala posterior. El diseño en ambos sexos es­ tá compuesto de una serie de puntos y pequeñas manchas y guiones blancos, algo parduscos en las hembras, especialm ente en la base del ala posterior. El diseño en ambas alas y en ambos sexos es m uy varia­ ble en cuanto al tamaño de las manchas claras, pero en los e je m ­ plares en que están bien marcadas es com o s ig u e : En el ala anterior hay una línea de escamas blancas, so­ bre la nervadura subcostal y en el fin a l de la célula discoidal un doble punto; en el área costal entre Se y R1 hay un guión blanco e inmediatamente debajo una mancha m anca; distad se encuentra una hilera de siete manchas alargadas, blancas, las tres más cercanas a la costa m uy pequeñas, la cuarta y quinta finas, alargadas y la sexta en el ápice de la tercera célula m edia­ na un poco más grande; distad a esta hilera hay otra compuesta


NUEVOS RH O PALOCEROS

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de cuatro puntos blancos subcuadrados, uno sobre la costa, el segundo debajo, el tercero un poco distad y el cuarto en la se­ gunda célula mediana, faltando un punto en la célula mediana superior; después sigue una hilera antemarginal compuesta por lo general de^ ocho puntos blancos, de los cuales el tercero es siem pre el más grande, existiendo además una hilera marginal de pequeños puntos blancos. En el disco del ala, cerca del ápi­ ce de la prim era célula cubital, hay una mancha blanca subcuadrada y debajo otras dos más pequeñas, reducidas en muchos ejem plares a la mancha de la segunda célula cubital. En el ala posterior se nota generalmente una o dos manchas indefinidas cerca de la costa en el área basal y tres hileras tras­ versales, una mediana compuesta de máculas largas interner­ vales, otra postmediana de puntos subcirculares o a veces semi­ lunares y la tercera, marginal, de pequeños puntos subcircula­ res, todos de color blanco, algo parduscos en las hembras. En la hilera mediana, la segunda y tercera máculas son las más grandes y a veces se unen para form ar una mancha grande. Los puntos de la hilera m arginal a veces faltan en la mitad su­ perior. Las orlas son blancas (algo parduscas en las hem bras), con manchas más oscuras sobre las nervaduras, salvo en la par­ te ap'cal del ala anterior, donde las orlas son más bien oscuras. El color del fon do en la faz in ferior del ala anterior es m a­ rrón, algo grisáceo en los machos y algo pardusco en las hem­ bras. Eh ssta ala, el diseño de la fa z superior se repite, pero las manchas y puntos son algo más grandes y el borde interno es claro. El color del fon d o del ala posterior es blanco y el ala está cruzada por una serie de líneas finas oscuras. El área costal es del color del fon do con una mancha oscura cerca de la base y otra cerca del ápice. Entre Se v R hay cuatro líneas oscuras trasversales y en la célula discoidal tres. Además hay una faja mediana compuesta de dos líneas oscuras y una línea oscura antem arginal compuesta de una hilera de líneas internervales en form a de “ U ” . A veces, el área incluida entre las dos líneas que form an la fa ja mediana y entre la segunda y tercera línea en la célula discoidal (que a veces siguen hasta A 1 ). es algo más oscura que el blanco del fondo v casi siempre en la mitad in ferior de la célula,’ entre M 1 y M 3, y en la célula cubital in­ ferior, esta área es tan oscura que form an manchas que resal­ tan. El pliegue anal es algo grisáceo. D is t r ib u c ió n g e o g r á f ic a : Salvador, Costa Rica y Pana­ má, en ciertas islas de las Antillas (Granada. San Vicente, Santa Lucía, M artinica y Santo D om ingo) y en toda América del S ur” . . C h ile: A rica, Valle de Azapa, IV-1955, Sr. R. Wagenknecht coll. (Col. M. N. n. 1948).


EMfuo imaTA n.

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P y rg u s lim bata lim bata Ersch.

(Lám. II, fig. 7). 1876. 1890.

H esperia ( S yrichthus) limbata E rsch off. Trudy Soc. ent. Rossicae X , 59, tab. 3, f. 5. (P e r ú ). P. biseriat.vs. W eymer.

M a c h o y H e m b r a . Expansión a la r : 17-23 mm. Cabeza pardo-negruzca, con pelos blanquecinos en la fren ­ te. Palpos blanquizcos o cremosos, con algunas escamas pardus­ cas a ambos lados. Antenas parduscas, débilmente anilladas, más claras por a b a jo ; la maza color de herrum bre en su faz ventral. Tórax pardo-negruzco, abdomen negruzco, ambos por aba­ jo amarillentos. Las alas por encima, marrón-negruzcas. El diseño con­ siste en una serie de manchas y puntos blanco-am arillentos. En la base del ala anterior hay una mancha clara en el ápi­ ce de la primera célula cubital y otra unida o contigua inme­ diatamente por debajo, en la célula cubital in ferior. La costa con pequeñas rayas blanco-am arillentas y al final de la célula discoidal tres trazos unidos en sentido ántero-posterior. En el margen externo de la costa, tres guiones oblicuos y una hilera muy irregular postmediana form ada de seis manchas o pun­ tos, dos pequeños entre M 1 y M 3, otro más grande y algo basad cerca del ápice de la célula mediana inferior, otro todavía más grande en la primera célula cubital, basad al punto en la célu­ la mediana in ferio r; debajo, en la segunda célula cubital, otros dos puntos, el superior bastante pequeño. La costa es blanque­ cina en su tercio interno y luego con cuatro manchas claras. En el ala posterior hay en el disco una gran man­ cha rectangular y debajo tres manchitas más apagadas; hay además una hilera submarginal de tres a seis puntos claros. Las orlas de ambas alas son de color isabelino y con dibu­ jo oscuro frente a las venas. Las alas anteriores por abajo con el disco pardo-n egruzco; la base es isabeüna, así como el borde externo entre el ápice del ala y la célula cubital in ferior; en toda ella se repite el d i­ seño de la fa z superior. Las alas posteriores por abajo, pardo-ocráceas, con dos tra ­ zos negros en la base, una fa ja mediana negra muy ondulada y otra hacia afuera, postmediana y form ada por una serie de manchas negras unidas; entre ambas fa ja s un espacio ocre-ro­ sado y por fuera, pardo-ocráceo. El área anal gris-azulada y el borde abdominal pardusco. Las orlas, como por encima. A rm adura genital del macho, com o en la lámina.


NUEVOS RHOPAtOCEROS

na

D tst p ib u c ió n g e o g r á f ic a : Perú y Chile. En nuestro p a ís : Caquena, cord, de A rica, 11-1947, Dr. R. Donoso c o ll.; Parinacota, 4350 m., 7-8-XII-1946, R. P. Kuschel c o ll; Lever, cord, de A ntofagasta, 20-X II-1952, Sr. L. Peña co ll.; Colmitayo, 21-X II-1952, Sr. L. Peña coll.

Pyrgus barrosi sp. n.

(Lám. II, fig. 7). Macho y Hembra. Expansión ala r: 18-21 mm. Cabeza negra, con pelos del mismo co lo r; un m anojo de largos pelos negros detrás de cada antena; vértice y frente ne­ g ro s ; palpos blanco de nieve, con algunos pelos pardo-negruzcos y en su lado interno de este co lo r; antenas negruzcas, algo ani­ lladas, blanquecinas por la faz ven tral; maza pardo-negruzca; collar blanco de nieve, con largos pelos de este color en la fa z ventral, b ajo los ojos. Tórax, patagios y tégulas negros; la fa z ventral blanca y pectus con largos pelos blancos de nieve. P a­ tas parduscas, con escamas y pelos blancos. Abdom en negro, por abajo blanco. Alas anteriores por encima, m arrón-negruzcas, con diseño form ado p or manchas y puntos blancos o blanco-amarillentos. E n la base, en el ápice de la prim era célula cubital hay una mancha y otra, casi unida, inmediatamente por debajo en la célula cubital in ferior. En la mitad de la costa hay dos peque­ ñas rayas y debajo, al fin de la célula discoidal, una mancha form ada por dos guiones unidos. A 3 /4 de la costa, una pequeña hilera oblicua de tres trazos subparalelos y convergentes hacia adentro. Hay también una hilera muy irregular de manchas postmedianas, dos pequeñas entre MI y M3, otra más grande y. algo basad cerca del ápice de la célula mediana in ferior otra aún más grande en la prim era célula cubital, basad ai punto en la célula mediana in fe rio r; debajo, en la segunda cé­ lula cubital, otros dos trazos, el superior más pequeño. Orlas de las alas anteriores por encima, parduscas, con lar­ gas escamas negruzcas frente a las venas. Hay también en la base de estas orlas, una hilera de escamas oscuras y más cor­ tas. . Alas posteriores por encima, blanco-cremosas, sin diseño, con la base, área anal y borde externo anchamente negruzcos. Las orlas en su mital basal son negruzcas, en su mitad distal, blancas. M icroscópicam ente, están constituidas por una primera fila de largas escamas blancas, más angostas hacia su base, en la que corre por abajo, una segunda fila de escamas negruzcas, de la mitad del largo de las blancas, todo lo cual, macroscopi-


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Ti

camente, da el aspecto de que las orlas están constituidas por dos fran jas, una basal oscura y otra distal, blanca. Alas anteriores por abajo, blanquecinas, con el ápice ne­ gruzco y con el diseño de arriba en blanco. Las orlas son ne­ gruzcas, con el borde distal blanquecino. Alas posteriores por abajo, blanquecinas, con la base ne­ gra. En el centro del ala, tres manchas negras no m uy diferen ­ ciadas, siendo la m ayor la del medio. Form ando una hilera submarginal, hay cinco o seis manchitas negras y en algunos e je m ­ plares, entre estas manchas y el borde externo, com o en la b a ­ se, un color isabelino. Las orlas, como las de las alas anteriores. Arm adura genital del m a ch o : Como en la lámina. Con val­ vas terminadas en form a no aguda, com o lo es limbata. H olótipo da A lto Peña Blanca, hacia O jo Hécar, 4200 m., Cord, de Antofagasta, 10-X-1955, Peña coll. (C ol. M. N. n. 1970). Alótipo 9 de la misma localidad, 8-X-1955 (Col. M. N. n. 1971). 8 parátipos cfcT : 3 de la misma localidad y fecha (1 en C ol. M. N. n. 1947, 2 en Col. P eña) ; 2 de O jo Hécar, Cord, de Antofagasta, 12-XII-1952 (1 Col. M. N. n. 1945, 1 Col. P eña) : 3 de Laguna Pujsa, 14-XII-1952 (2 Col. M. N. nos. 1944 y 1972. 1 en Col. P eña). 2 parátipos 9 9 : J ]e Quisquiro. Cord, de A ntofagasta, 15-XII-1952, Peña coll. (Col. M. N. n. 1949) ; 1 de O jo Hécar, 12-,XH-1952 (Col. P eñ a ). Especie dedicada a nuestro estimado am igo Don Octavio Barros Y.

A n din u s venustus h ay w a rd i ssp. n.

(Lám. II, íig. 7). Macho y Hembra. Expansión a la r : 19-23,5 mm. Alas por encima, amarillo pálido, algo doradas (O OY-17-9» y 10*), las anteriores con una línea negra sobre los dos tercios internos de la vena subcostal. En el medio de la célula cubital posterior hay un grueso trazo negro en su parte anterior, en correspondencia a otro pequeño trazo situado casi en el ápice de la célula cubital superior. Al fin de la célula discoidal hay un guión oblicuo, negro, unido a dos trazos negros y paralelos situados en la prim era y segunda células medianas, en el ápi­ ce de la tercera hay a veces una pequeña manchita cu n e ifo rm e : en algunos ejem plares las manchas centrales están totalmente confundidas. Las orlas, negruzcas, con una línea negra en su


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tervenales, de vértice interno, más cortas la de la prim era y se­ gunda células medianas; en algunos ejem plares estas manchas son llenas, en otros están aclaradas en el centro de la base. Las alas posteriores por encima, con un borde negro que parte de la base, sigue la costa y termina cerca del ángulo anal, entrando en form a de guiones negros entre las venas. En el área subcostal hay una línea negra y otros guiones post-discales colocados de a pares. La base y el borde abdominal, negruzcos. Las orlas son negruzcas, aclarándose hacia el ángulo interno donde son más largas y amarillentas. Las alas anteriores por abajo, amarillo claras, más amari­ llas en el disco. Las venas amarillentas, más claras hacia el borde externo. A rea subcostal clara, base negra, con una serie de trazos colocados en una fa ja mediana y en otra marginal, reproduciendo en parte el diseño de la fa z superior. A las posteriores por abajo más claras que las anteriores, con las venas amarillas y la base negruzca; una serie de man­ chas sagitiform es, las células subcostal y discoidal negras, tra­ zos en el ápice de la radial, mediana in ferior y dos cubitales. Una serie de trazos oscuros entre el ápice y la célula cubital in ferior, siendo más cortos los situados entre M I y M3. El área anal negruzca, h?cia el ángulo amarillo claro, pero más inten­ so que el resto del a la ; borde anal negruzco. Palpos amarillentos, con cerdas pardas hacia la base. Tórax y abdomen por encima negruzcos, con pelos am arillos; por aba­ jo , más claros. Patas amarillas. A rm adura gen ital: Como en Andinus venustus Hayward, pero proporcionalm ente más pequeños. -.Conforme a la lámina. En la hembra el diseño es como en el macho, pero más ex­ tendido. H olótipo cf1 de Río Toro, 3400 m., cordillera de Elqui, A lótipo 9 de Baños del Toro, 5-1-1951 (Col. M. N. n. 1692). 2 parátipos efe? de Baños del Toro, 3250 m., 5-1-1951 19-1-1937. Sr. R odolfo W agenknecht coll. (Col. M. N. n. 1686). (Col. M. N. nos. 1689 y 1690). 2 parátipos 9 9 de El Toro. 3400 m.. Quebrada Pastos, cord. de Elqui, 24-1-1948 (Col. M. N. nos. 1950 y 1946). De to­ dos los ejem plares fué colector el Sr. R. W agenknecht. H y leph ila an cora P lótz

1883.

Hesperia ancora. Plotz. Stett. ent. Zeit. X L IV , p. 205.

Macho y Hembra. Expansión alar: 25-28 mm. Es separable de H. phylaeus D rury por la presencia de una


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fa ja costal más o menos desarrollada, capaz de aislar los puntes apicales. También por los genitales : El uncus visto ventralm en­ te no es muy alargado como en phylaeus, mientras el aedeagus, visto lateralmente carece de proyecciones interiores visibles co­ mo tiene phylaeus. La hembra, como en todas las especies del genero, es mas diseñada que el macho. . D istr ib u c ió n geográfica y época de v u e l o : Bolivia, U ru­ guay y Argentina. En nuestro p aís: Valle de Azapa. A rica, 24XII-1938. È. Ureta coll. ; VT-XII. L. Peña co l’ . : X I, Kusehel coll. ; Valle de Lluta, V I-X II, Peña coll. ; Belén, A rica, 24-X-1952, Pe­ ña coll. ; Poconchile, 12-X-1952, Peña coll. ; Putre, 3700 m., 5,XII-1946, Kusehel coll. Hylephila boulleti boulleti (M abille). (L ám . II, fig. 6).

1906.

Chaerephon boulleti Mabille. Bull. Soc. snt. France, p. 67.

Diagnosis de Hayward (en Gen. Spec. Anim . A rg. I, p. 4 9 ): “M acho y Hembra. Expansión a la r: 29-33 mm. En la cabeza hay muchos pelos amarillentos, especialmen­ te una línea entre las bases de las antenas y dos manchones de­ trás de ellas; palpos amarillentos, el tercer artejo pardusco, la parte in ferior de los palpos amarilla, muy pálida; a n s i a s par­ duscas, casi blancas por debajo, con excepción del final de la maza, que es algo r o jiz o : collar igual al resto de la cabeza. T ó ­ rax cubierto con pelos amarillentos, especialmente los patagios y las tégu las; la fa z in ferior con cortos nelos de color am arillo pálido; patas color caoba, con escamas blancuzcas, y los pelos de color amarillo pálido; pectus del mismo color que la parte in ferior de los palpos. Abdom en del mismo color que el de phyleus en ambas faces. o” ■ El color del fondo de la faz superior de los m achos es amarillo, de un tono' mucho más apagado que en phyleus y las demás especies argentinas. El diseño negro es prácticam ente igual al de la especie andina, pero es mucho más nítido en todos los ejem plares examinados. Las orlas son parduscas en el margen y más bien grisáceas hacia su extremidad distal. El color del fondo da la faz in ferior es am arillo m uy pálido, exceptuando el área entre la mancha oscura celular y la costa, donde el amarillo es un poco más fuerte. En el ala anterior, el diseño es igual al de andina, pero mucho más nítido. En el ala


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posterior, el área costal y la célula anal superior son negruzcas. E l diseño del ala consta de una serie de guiones negros, muy ní­ tidos. Hay por lo general uno en la base del ala y dos al final de la célula discoidal. En la célula subcostal existen dos, uno cerca de la base y el otro sobre el margen externo. Debajo de la célula discoidal se nota una corta hilera de tres guiones m ar­ ginales, los de la célula radial y de las dos células cubitales, grandes. V -Las hembras son más grandes y algo más pálidas que los machos. Como en los machos, el diseño es muy parecido a la especie andina, pero mucho más nítido, y el ala, en general, « s algo menos esfumada, con escamas negras. En la faz inferior, el color es todavía más pálido que en los machos y los guiones (en ambas alas) son algo más estirados. E n el ala posterior, el diseño es aproximadamente igual al del m acho, pero la hilera de guiones postdiscales es más extensa, habiendo a veces hasta seis guiones” . D is t r ib u c ió n geográfica y época de v u e lo . Perú, Bolivia y A rgentina. En nuestro p aís: Abundante en la alta cordi­ llera de A ntofagasta en diciembre. Mucar, Honar, Tumbre, Loyoquis, Lever, Colmitayo, desde el 9 al 24-XII-1952, Sr. L. Peña coll. C o m e n t a r io . Evans en su última parte de los Hespéridos americanos, coloca a boulleti con dos subespecies: boulleti bouUeti (M abille) y boulleti peruana Draudt. La primera, de Perú, B olivia y A rgentina; la segunda, de Perú. ethlius (Stoll). (Lám. II, fig. 5)

Calpodes

1780. 1950.

Papilio ethlius Stoll, in Cramer. Pap. Exot. IV, t. 392, f. A. B. Calpodes ethlius. Hayward. Gen. Spec. Anim. Arg. II, Lep. p. 89.

Dam os la diagnosis de este último a u to r: “ c? 9- Expansión alar, 36-56 mm., muy variables. Cabeza, parte superior de los palpos y collar, con una mez­ cla de escamas y pelos m arrón-parduscos, grises y m arrón-parduscos con las term inaciones ligeramente am arillentas; palpos «n la fa z in ferior con una mezcla de escamas gris amarillentas y m arrón-pardusco claras en igua’ es proporciones; antenas co­ lor m arrón-pardusco, claras abajo, el tercio proximal de la ma­ za, amarillento en la faz inferior, el apículo algo rojizo por debajo. Abdom en con pelos marrón-parduscos del tono del ala;


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patagios del mismo color que el tórax, con un leve matiz ver­ doso en la base; tégulas m arrón-parduscas del m ism o tono que el tórax; faz inferior del tórax con pelos gris-am arillentos; pa­ tas m arrones con las fran jas de pelos grises, las espinas más oscuras que el resto de las patas; pectus grisáceo. Abdom en, en la parte dorsal, del mismo tono pardo que las alas y gris, ligeramente amarillento, en la faz ventral. El color del fon d o de la faz superior es m arrón-pardusco oscuro. Los pelos en la base del ala posterior son un poco más claros que el color del fondo, como así también una línea de pe­ los en el ala anterior, en el área subcostal, ubicada por debajo y al lado de la nervadura mediana y en la mitad basal de la ner­ vadura anal. El diseño de ambas alas consiste en una serie de puntos y manchas hialinas ligeramente amarillas. En el ala anterior hay tres puntos subapicales muy pequeños; el in ferior en línea recta con los otros dos, .pero bastante separado de ellos. En la parte in ferior del final de la célula discoidal existe una pequeña mancha subcuadrada y hay una hilera oblicua de tres manchas postdiscales. La mancha superior de esta hile­ ra está cerca del ápice de la tercera célula mediana y es en m u­ chos casos ligeramente excavada distalmente y en otros sub­ cuadrada. La segunda mancha es grande y ubicada en la prim e­ ra célula cubital, y a veces ligeramente excavada distalmente, midiendo su lado distal, por lo general, alrededor de dos veces su lado basa!. A continuación hay otra mancha en la segunda célula cubital. En el ala posterior hay tres manchas en hilera oblicua des­ de la primera célula cubital, un poco distad al punto de nacim ien­ to de Cu 1, hacia el ángulo apical del ala, la mancha superior a veces está dividida por la nervadura mediana. Las orlas son algo amarillentas, más claras que el color del fon d o de las alas. En la faz inferior, el color del fondo es m arrón, de un tono más bien ocre, aue se aclara suavemente desde la costa del ala anterior hacia el m argen anal del ala posterior. La parte cen­ tral de la base del ala anterior y el disco del ala más oscuros, algo negruzcos o m arrón-parduscos m uy oscuros. En el ala pos­ terior, el pliegue de las células anales es todavía más claro que el resto del ala. En ambas alas se repite el diseño de manchas y puntos hialinos. L as orlas del ala anterior son algo más claras que el fon d o hasta la mitad del margen exterior y luego amarillentas, y las del ala posterior son más bien amarillas. B iolo g ía .— Las larvas viven a expensas de varias especies de Canna ( Cannaceas) . Como en el caso de Cobalus cannae H errich-Scháffer, las larvas form an un escon d rijo, doblando una


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h oja o juntando dos hojas, en el cual evolucionan saliendo de noche para com er. Form an sus pupas en estos mismos escon­ d rijos. Las larvas adultas miden alrededor de 50 mm. Son de co­ lor verdoso y algo transparentes. El dorso es un poco oscuro y hay lineas laterales irregulares. Antes de form a r sus pupas, las larvas se tornan de un color casi chocolate. La cabeza lle­ va una mancha triangular sobre la frente y dos manchas late­ rales, todas de color negro.” D ist r ib u c ió n g e o g r á f ic a : H ayward indica a esta espe­ cie com o dispersa probablemente sobre toda Am érica, exceptuan­ do Chile y algunas de las Antillas. N osotros tenemos un ejem ­ plar chileno, colectado en la Quinta Norm al de Santiago, el 20-X II-1940, por don Carlos S. Reed. (Col. M. N. n. 4 90).

. Nyctelius

nyctelius

(Latr)

(Lám. II, fig. 5) 1823. 1950.

H esperia nyctelius Latreille. Encycl. Méth. IX , p. 746. N ycteliu s nyctelius. Hayward. Gen. Spec. Anim. A rg. II, Lep. p. 101.

D iagnosis de H ayw ard: “ cT 9 . E xpansión ala r: 32-39 mm. Cabeza, palpos y collar como en Panoquina chydaea; las an­ tenas con los anillos menos marcados que en chydaea. Tórax, patagios y tégulas del mismo color que las alas, con pelos li­ geram ente am arillentos; en la faz in ferior como en chydaea, pe­ ro las patas más claras. La parte dorsal del abdomen más os­ cu ra que las alas y con pelos y escamas am arillentos; la fa z ventral clara, lateralmente marcada con líneas claras en el bor­ de distal de cada segmento. Las alas son de color marrón-pardusco, con un tono marrón-chocolate, y en el área costal del ala anterior hay escamas amarillas, dispersas, y la base del ala posterior tiene pelos am arillentos. El diseño en el ala anterior consta de puntos y manchas claras, hialinas, ligeramente amarillentas. En el fi­ nal de la célula'discoidal hay dos líneas finas, cortas., una arri­ ba de la otra, y existen tres puntos subcirculares, subapicales. Adem ás, hay una hilera oblicua postmediana que consta de una mancha cerca del ápice de la tercera célula mediana, una man­ cha grande en la prim era célula cubital y a veces una mancha com puesta de algunas escamas amarillentas en la segunda célu­ la cubital. _


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Las orlas son del color del fondo o algo más claro en la mitad superior del ala anterior, más claras en la mitad inferior, claras en el ala posterior y a veces bastante amarillentas. En la faz inferior, el color del fondo del ala anterior es m arrón-pardusco, con un brillo liláceo. El área costal hasta 2 /3 es amarillenta y en la base de la segunda célula se nota una ra­ ya negruzca. El diseño de la faz superior se repite y hay una extensa mancha de escamas amarillentas o a veces blancuzcas en la segunda célula cubital. Frente al ápice del ala y basada en la costa se observa una ancha mancha subcuadrada, clara, color liláceo, y este color se extiende en algunos ejem plares en form a menos notable hasta frente al ángulo interno. El borde interno es ligeramente más claro que el resto del ala y el b ri­ llo purpúreo es más notable. El color del fon do del ala posterior es por lo general li­ láceo, pero muy variable, y en muchos ejem plares es gris-oliváceo, según el tono del color del fondo. E xiste también una fa ja compuesta de una serie de manchas desde fren te al ápi­ ce del ala hasta la nervadura anal superior, una hilera ante m arginal de manchas oscuras internervales y una mancha os­ cura en el ángulo anal. Hay siem pre una mancha subovalada oscura muy notable entre Se y R5, a más o menos 1 /3 de la distancia entre la base' del ala y el borde externo, con la que es difícil reconocer esta especie y distinguirla de P olîtes athenion, cuya faz inferior del ala posterior tiene cierna sem ejanza con ella. B iolo g ía .— L as larvas han sido en con tra d a s so b re las si­ guien tes g ra m ín eas en distin tas zonas de su d isp ersión : a rroz, caña de azúcar y v a ria s especies no d eterm in a d a s” . D ist r ib u c ió n g e o g r á f ic a : Brasil, Guayana Holandesa,

Estados Unidos de Norteam érica, M éjico, A m érica Central, Las Antillas, Colombia, Ecuador, Venezuela, P araguay, B olivia y Argentina. En Chile ha sido colectada en abundancia por don Sergio Barros, en el Valle de Azapa, A rica, en noviem bre de 1950, v o ­ lando sobre caña de azúcar.

L erodea fo rb e si Lind

(Lám. II, fig. 6) 1925.

L erodea fo rb esi Lindsay. Denison Univ. Sci, Bull. X X I , 97, tab. 26 f.

d” 9 Expansión a la r: 31-36 m m . Cabeza marrón-pardusca con una fra n ja blanca alrededor de los ojos, palpos cubiertos de pelos blancos, antenas m arrón -


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}g ]

5

5.

P iercolias nyssías rosea ssp. n. 6. Itylos plum bea grata (Köhler). 7. P y rg u s lim b ata lim bata Erschoff. 8. P. barrosi sp. s. 9. Andinus venustus h a y w ard i ssp. n. Da. Aedeagus.


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parduscas, con la maza grisácea por a b a jo ;,tó r a x en su parte dorsal, patagios y tégulas del mismo color que las alas; pelos de la faz ventral, grisáceos. Abdom en algo más oscuro que las alas, por abajo algo más claro. Alas por encima, m arrón-pardusco algo brillante, con una serie de pequeñas manchas o puntos hialinos en el ala anterior. H ay dos o tres, a veces unidos, al final dé la célula discoidal, tres subapicales, aumentando de tamaño a medida que se ale­ jan de la costa; hay tres más en las células cubitales, ..siendo m ayor y subcuadrangular el del medio. Alas posteriores marrón-parducas, con pelos más claros hacia la base. Las orlas son de color gris claro. En la faz in ferior las alas anteriores son m arrón-grisá­ ceo y con las manchas descritas de la fa z superior. Las alas posteriores por abajo, grisáceas y con la costa más oscura. D ist r ib u c ió n ge og rá fic a . Descrita de Perú (Lim a y Chosica) Chile, Valle de Lluta, A rica, 27-X II-1946, Dr. Guillerm o Kuschel coll. (Col. M. N. n. 1714; Codpa, 2000 m., 3-II-1954, Dr. K. Hayward íeg. (Col. M. N. n. 1943). F am ilia: L y c a e n id a e (W eym er). (Lám . II, F ig. 4)

Itylos pelorias

1890. Itylos pelon a s W eym er. Stübels 'Reise, Lep., p. 121. Macho. Expansión ala r: 15-17 mm. Alas por encima plateadas, con herm oso brillo celeste o violáceo, todas marginadas de pardo, con brillo r o jiz o : este margen oscuro se hace más extenso en el ápice de las anterio­ res. Las fra n ja s de todas.las alas son blancas,-alternadas de pardo frente a las venas. Alas anteriores por abajo pardo-rojizo, brillantes, con una hilera de manchas postdiscales pardo oscuras, una al final del disco y otra cerca de la base de éste, todas bordeadas de blanco brillante. Las alas posteriores por abajo reproducen el m ism o di­ seño, ñero la hilera post discal invade hacia adentro ocupan­ do el disco, se prolonga hasta cerca de la base del ala y vuelve para term inar en el centro del borde anal; estas manchas son algo más oscuras que las de las alas anteriores y están anchamente bordeadas de blanco-plateado, llegando este color a constituir dos campos blancos, el prim ero basal y el externo postdiscal. Hay dos pequeños puntos pardos, el más pequeño


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en el ángulo anal, el más grande en Cu2, ambos marginados de blanco hacia adentro. Hembra. Expansión a la r : 16-18 mm. A las p or encim a pardas, plateadas hacia la base y con b ri­ llo azul-violeta: en conjunto, más opacas que en el macho P or la faz anterior, igual que éste. D is t r ib u c ió n g eog ráfica y época de v u e l o : Chile, E olivia,_ (S ajam a, 3600-4600 m .) y Perú (C u zco). En nuestro país: Belén, A rica. 3850 m.. 26-X-1952; ZaDahuica, Taracapá., 21-XT-1952: Chapiauiña, 5 -X : Caritava. Iouique. 1 8 -IX : Puritama, A ntofagasta, 4.500 m.. 2 4 -IV ; Mare. 31-XII-1952, de to­ das estas localidades, Sr. L. Peña co ll.; Leouena, San Pedro, A ntofagasta, 3.500 m .: 8-V-1955. Sr. Juan G. R ojas coll.

Itylos vapa (S tg r).

1894.

Cupido vapa Staudinger. Iris V II, p. 78.

D iagnosis de Draudt (in Seitz) : “ E sta especie es próxim a a koa Druce, es arriba de un tonó café, con anchas fra n ja s blancas. La faz in ferior es bastan­ te parecida a koa, pero mucho más clara; la raya del ala ante­ rior de color blanco-plateado, se extiende hasta el mismo m ar­ gen anterior y en él se encuentran, más o menos en el centro, tres manchas redondas de color básico café pálido; la man­ cha blanca b a jo la célula central es más extendida y llega ca­ si hasta la base.” D is t r ib u c ió n geográfica y é po c a de vuelo : Perú (Cuz­ co ) ; Bolivia, 3000-4000 m. (La Paz, Huallantani, C oca p ota )... En nuestro p a ís: Puna, 5-II-1949; Lequepalca, 4150 m., 14-1-1949, Sr. L. Peña coll. ' Itylos plúmbea grata (K öhler) com b

n.

(Lám. II, fig. 4) 1934.

Itvlos g ra ta Köhler. Rev. Soc. Ent. Arg., V I, n. I, p. 39.

D iagnosis oriorinal: “ V ecin a de Itylos pacis (S tg r) Draudt. r?> Faz superior, alas anteriores: color básico marrónn egruzco- brillo metálico azul celeste hasta casi a las fran jas; fra n ja s largas blancas y sobre las nervaduras n eg ra s: alas poste r io r e s : com o las anteriores; antes del margen tiaslucen media-lunas pálidas hasta la faz inferior.


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R.

Faz inferior, alas anteriores: color básico gris-blan cu zcn ; una mancha color naranja, triangular, llena casi toda el ala y llega hasta la línea form ada por medialunas, antemarginal desde el margen anterior hasta las cubitales 2 se extiende una fila de manchitas obscuras; entre la fila de medialunas obscu­ ras y la línea marginal fina existe una fila de manchas claras, casi blancas, colocadas en los espacios internervales; estas m an­ chitas claras tienen el centro obscu ro; alas p osteriores: de co­ lor m arrón obscuro; en la raiz con manchas g rises; una larga mancha gris en la célula, que está limitada en la base por una manchita negruzca, redonda debajo de la cubitalis hasta la raíz y el margen anterior un punto negro rodeado dé blanco-grisáceo, color último que se extiende en form a de una mancha alargada entre C y R hasta el ápice, quedando interrum pido antes del mismo por una mancha negra; debajo de ésta, tocándola y algo hacia adentro, otro punto obscu ro; una fa ja de color gris ce­ niciento corre desde el ápice hasta el margen in terior; entre ésta y la línea m arginal negruzca corre una fila de manchas triangulares negras, colocadas en los espacios internervales, y que terminan hacia adentro con una p u n ta ; en el vacío del triángulo abierto y sobre el fon do g ris fig u ra en cada uno un punto obscuro. 9 Faz superior: igual que el c? , diferenciándose por una. mancha de color ocre, casi triangular, en la parte exterior del ala anterior. Faz in fe rio r: como en el m acho, solamente con los colores más densos y los dibujos más nítidos H olotipo c? alotipo 9 y paratipos en la Col. A lberto B reyer” . Expansión alar de los ejem plares ch ilen os: 18-22 mm. D ist r ib u c ió n geográfica y é poca de v u e l o : Chile y A r ­ gentina. En nuestro país: Río Blanco, Curacautín, 26-X II-1946, Sr. A rturo W agenknecht c o ll.; Las Cabras, Chillán, 1480 m., Sr. L. Peña coll. C o m e n t a r io : Desde hace muchos años teníamos con oci­ miento de la existencia en el Sur de esta hermosa subespecie. Y a en 1935 el R. H. Flam inio Ruiz nos contaba que él había visto volar en el Túnel Las Raíces y en Lonquim ay un L ycaenido de color celeste de M orpho. Durante mi estada en Bue­ nos A ires en 1937, tuve ocasión de ver los tipos de K óhler en la Col. Breyer y desde esa fecha quedé con la duda de una si­ nonimia con nuestro Itylos plúmbea (B tlr ), ya que no tuve en ese momento ejem plares de com paración. En 1949, al revisar las especies chilenas de la fam ilia L y caenidae, en el Boletín del Museo Nacional y al referirm e a Scolitantides plúmbea Btlr. digo lo sigu ien te: “ El colorido de los machos de esta bellísima especie es m uy variable. El color azul de las alas es en el norte gris-celeste y a m edida que se


NUEVOS RH OP/U.OCEROS

185

avanza hacia el sur va subiendo de intensidad, hasta llegar a ser azul-celeste intenso. Las márgenes de las alas son en el norte gris-parduscas y en el sur gris-n eg ra s; asimismo, por debajo, las alas posteriores presentan el campo basal pardus­ co en el norte y m uy obscuro en el sur. Los ejem plares extre­ mos inducirían a describir una nueva form a o subespecie. pero la existencia de ejem plares de transición demuestra la varia­ ción paulatina^ y paralela a los cambios ecológicos” . La revisión de abundante material colectado por don Luis Peña, nos ha revelado la constancia de caracteres en los ejem ­ plares del sur y la coincidencia de estos con los indicados por K ohler para su Itylos grata, similitud que es extensiva a la arm adura genital de plúmbea Btlr. y aquella, por lo cual la co­ locam os com o una buena subespecie al desaparecer la transi­ ción anotada ante una larga serie de ejem plares colectados a •este lado de los Andes, frente a la región donde fueron colec­ tados los tipos en Argentina (P rim er Pino, departamento Las L ajas, 1600 m., T erritorio de Neuquén).

(Dogn) (Lám. II, pág. 3 ).

Pseudothecla faga

1895. 1945.

Thecla faga Dognin. Ann. Soc. Ent. Belgique, 39: 105-106. Pseudothecla faga. Nabokov. Psyche, Vol. 52, n. 1, p. 11.

Diagnosis de Seitz: “ Esta pequeña especie ha sido descrita como Thecla, más tarde ha sido colocada por Druce en ScoKtantides, donde tam­ poco pertenece. La form a alar sobresale especialmente por el m argen exterior de ángulo casi recto, el margen exterior del ala posterior es un poco cóncavo. Las alas posteriores llevan dos colitas m uy cortas. Ambas alas café, con discreto brillo púrpura en el ángulo anal del ala posterior hay dos pequeños puntitos’ negros. La hembra es un poco más grande, más fu e r­ te brillando cobrizo. Las alas anteriores por abajo son anaran­ jadas en el disco; marginalmente con dos rayas pintadas cafegrisáceas; las alas posteriores empolvadas de gris con múlti­ ples m anchitas blanquecinas y una cinta transversa blanca más m arcada, la cual se extiende justamente desde el ángulo an terior hasta el ángulo anal . „ , DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y EPOCA DE VUELO: Ecuador y Perú En nuestro p aís: Camarones, Río Seco, Belen, Prov. de T arapacá, X -X II, Sr. L. Peña eoll.



R E V IS IO N D E LOS P R E M N O TR Y PIN I Y ADICIONES A LOS RAGOINI (A porte 17 sobre Coleóptera Curculionoidea) Por GUILLERMO KUSCHEL (*)

Las dos tribus del título, pertenecientes respectivamente a las subfam ilias Leptopiinae y Erirhininae, incluyen las es­ pecies conocidas com o “ g org ojos de la papa” y “ gorg ojos acuá­ ticos del a rroz” . Muchas de ellas tienen enorme im portancia para el hom bre, debido a que atacan los cultivos de dos plan­ tas de prim er orden en la alimentación del género humano, la papa (Solatium tuberosum ) y el arroz ( O ryza sa tiv a ). Los P rem notrypini, tribu que se establece aquí por pri­ mera vez, quedan circunscritos a la C ordillera de los Andes desde C olom bia hasta Bolivia y el extrem o norte de Chile, en­ contrándose p or lo general a alturas sobre los 3.000 m. En cam­ bio, los g org ojos acuáticos del arroz se hallan en las partes ba ja s de los climas cálidos y templados de América, teniendo seguram ente su centro de dispersión en la hoya del Amazonas, desde donde han traspasado los límites de la región neotropi­ cal ocupando vastas áreas de Norteamérica hasta el sur de Canadá. P R E M N O TR Y PIN I n. trib. Leptopiinae O jos laterales; la frente en los ojos más ancha que el diá­ m etro del rostro. Prementón piloso. E litros con la 9." y 10." interestría paralelas no aproximadas frente a las postcoxas, su raíz sobre el pedúnculo m esotorácico con una foseta o punto m ayor llamativo. Sutura metepisternal en parte borrada. T i­ bias posteriores de cestillos abiertos, pero ocasionalmente con placa cestillal falsa, esto es, con un canto tarsal sin peine. 8.* esterni,to de la hembra ensiform e. T ipo dg la tr ib u : Prem rw trypcs Pierce (* )

F a cu lta d de F ilo s o fía

y

E d u ca ció n , U niversidad do Olilli*.


188

G UII.I.ERM O KUSCHEL

Observaciones.— Esta nueva tribu comprende sólo P rev in otryp es P ierce y los dos géneros nuevos M icrotryp es y Rhinotryp es. A cerca de la posición sistemática de P erm n otryp es hay cierta disparidad entre los autores. Pierce y Heller colocan sus respectivos géneros entre los Leptopiinae Ophrvastini, Hustache, en cambio, incluye su género Solanophagus en la su bfa­ m ilia Cylydrorhininae y P rem n otryp es en C ryptorhynchinae, siendo los dos géneros sinónimos. Es evidente que P ierce y Heller fueron más acertados en la ubicación sistemática. Heller ya advierte que P rem n otryp es dista bastante de conform arse a los géneros conocidos de la tribu Ophryastini. E stoy de acuer­ do con esta apreciación y creo en la conveniencia de estable­ cer esta nueva tribu. L os nuevos géneros no tienen nada rué ver aparentemente con P rem n otrypes, sin em bargo son próxim os a él, pues po­ seen una serie de caracteres ccmunes, peculiares a ellos. D i­ fieren sobre todo por la ausencia total o por la extrem a reduc­ ción de la pieza caduca de las mandíbulas. R hinotrypes se apar­ ta también en form a notoria por su rostro largo v delgado, semejándose más a representantes de la subfam ilia Erirhininae. Los tres géneros son propios de alturas considerables de la Cordillera Andina, desde 3.300 hasta 4.700 m, aunoue pa­ rece que P rem n otrypes solani Pierce y solanivorax (H eller) se encuentran algo más abajo. C om o la m ayor parte de los Curculionidae de alta montaña, son ápterqs y se encuentran en el suelo b ajo piedras y terrones y en el cuello de plantas o bajo cojines. El ambiente de M icrotryp es y R h in otryp es sue­ le ser muy húmedo. Se conoce bien la biología de algunas es­ pecies de P rem notrypes. Las larvas se desarrollan en el tubércu­ lo de la papa ( Solanum tu b ero su m ). Todas las especies des­ critas de este género se han obtenido precisam ente de la crian ­ za de las larvas en tubérculos infestados. Se com prende fá cil­ mente el cuidado con que deben operar las estaciones de cua­ rentena al recibir remesas de papas procedentes de regiones altoandinas situadas dentro del área de dispersión de las d ife ­ rentes especies, pues las larvas se encuentran muchas v^ces ocultas en el interior del tubérculo. Es posible que t?m bién M icrotryves >i R hinotrypes se críen en especies de S o’onvm , que por lo demás no escasean en los nichos ecológicos habita­ dos por aquéllos. P or desgracia no reparé a su tiempo, debi­ do a su reducida talla, que ?stos g org ojitos no pertenecían a los Cylydrorhininae, la subfam ilia m ejor representada en las mismas zonas altas de los Andes, por lo cual no me he r>reocunadn de exam inar la parH subterránea de las plantas. Si las Solanáceas de los lugares habitados por M icrotryp es y R hino­ trypes no ofrecen afecciones, será conveniente fija rs e en l?.s


R E V ISIO N DE LOS PR E M N O T R Y PIN I

169

raíces carnosas de otras Dicotiledóneas, tales como Valerianáceas, Compuestas y otras fam ilias, que con frecuencia abun­ d a n 'e n los m ism os parajes. H ay tan poca claridad en los grupos taxonóm icos superio­ res^ de los Curculionidae que toda consideración sobre sus re­ laciones filogenéticas parece en la actualidad todavía im proce­ dente. N o obstante tenemos una tendencia irresistible de con­ tribu ir en la organización del com plicado sistema de los Cur­ culionidae. P oco im porta si hacemos derivar los Prem notrypi­ ni, el grupo tal vez más prim itivo de los Leptopiinae america­ nos, de los Oylydrorhininae o Erirhininae, porque estas dos subfam ilias parecen incidir en una en los gorg ojos acuáticos o sem iacuáticos, com o ya tuve ocasión de señalarlo en otras oportunidades. Sea como fuere, una cosa parece segura por el mom ento, que los Prem notrypini se han separado de una de las dos subfam ilias mencionadas, sin querer pretender que los representantes de esta tribu vengan a constituir el origen de los dem ás Leptopiinae, pero vienen a ser ciertamente uno de sus m iem bros ancestrales. El sistema de los Leptopiinae debe com enzar con los Prem notrypini y seguir con los Strangaliodini (con P arergus Kuschel y Malvinius Kuschel a la cabeza).

C lave de los géneros 1

(4)

2

(3)

3

(2)

Rostro corto, sólo el doble más largo que su menor diámetro. El escapo pasa sobre el ojo y alcanza por lo menos hasta la mitad. Mierotrypes n. g.

(1)

Ojos grandes, con más de 80 facetas. Mandíbulas con cicatriz de la pieza caduca grande. Postibias con placa cestíllal falsa. Especies con escamas y tubérculos. Prciroiotrypes Pierce

. » 4

Ojos pequeños, con 25 a 50 facetas. Mandíbulas con cicatriz de la pieza cadum ausente o pequeñísima. Postibias sin placa cestillal falsa. Especies negras v brillantes, sin escamas (raras veces ron unas pocas) y sin tubérculos. Rostro largo, cilindrico, unas 5 veces más largo aue su menor diámetro. Escapo distante del margen anterior de los ojos. Rhinotrypes n. g.

R hinotrypes n. g. O jos pequeños compuestos de unas 40 a 50 facetas, con o sin surco en la frente. Rostro (fig . 1) unas 5 veces más lar­ g o , a contar del margen dista! del epístoma hasta la foseta


190

G UILLER M O KUSCHEL

frontal, que su diám etro menor, y tan largo com o el protorax. Epístom a indistinto, bilobulado. Mandíbulas sin indicio algu­ no de cicatriz de pieza caduca, con 1 a 2 pelos. Prem entón an­ gosto, deja libres las maxilas, piloso. El escapo no alcanza a margen anterior de los o jo s ; los dos prim eros antenitos del funículo de largo variable según las especies, los últimos mon iliform es; la maza anchad aovada, su prim er artejo casi tan largo como el resto. P rotórax con lóbulo ocular apenas indi­ cado hasta muy desarrollado que cubre parcialm ente los ojos.

Fig. 1 - 4 . 1. R ostro de R h in o try p é s laevigatu s n. sp.; 2. ic’ em de M icro tryp e s striatu s n. sp. 3. P orció n a p ical del a b d o m e n de la 9 de R h in o try p é s ju n in e n s ls n . sp .; 4. Ídem de M icrotrypes cu rvipes n. sp.

E litros con el declive apical inclinado y redondeado de perfil hasta con uno vertical y giboso. El 5.Q ventrito se ajusta más o menos a los élitros. Hem bra con el 8.'' tergito tectiform e y con el 8.° esternitó ensiform e, pero éste inferiorm ente dilatado cerca del ápice (fig . 3 ). Prim eros tarsitos cortos, el 2.v fr a n ­ camente trasversal, el 3.11 más ancho y profundam ente hendi­ do, con los lóbulos' subparalelos; el oniquio grueso, casi tan largo como el resto del tarso,' provisto de dos garras fuertes y divergentes. T ipo del g é n e ro : R hinotrypés laevigatus n. sp. Observaciones.— Las especies son más bien pequeñas, ne­ gras y brillantes, ocasionalmente con algunas escamas. La pilosidad erecta es muy escasa y visible casi sólo en el declive elitral. Todos los 32 ejem plares son hembras. Se distribuyen


RE VISIO N DE LOS FR EM N O T RY PIN I

t ó a í ee S " e a ?3 roS ay l S

í *

191

' €nc° n lr f" ‘1» s« » alturas Q»e fine-

Clave de las especies 1

(4)

2

(3) ,

3

(2)

4

(1)

5

(6)

C

(5)

1.

p ^ I 0S °? Ula5el más bien nulos- Estrías elitrales muy finas.. Frimer antemto funicular más largo que el 2.<? El declive apical ele los élitros mucho más suave y la sutura no levantada en, la parte alta. Rostro más largo y más curvó. Ojos ligeramente convexos. Patas de un castaño rojizo. Perú, Bolivia. 1. laevigatus n. sp. Rostro más corto y menos curvo. Ojos completamente planos. Patas de un castaño oscuro. Perú. 2. juninensis n. sp. Lóbulos oculares desarrollados. Estrías; elitrales con puntos gruesos. Primer antenito funicular más corto que el 2.'?. El declive apical de los élitros vertical, subgiboso, la sutura en la.parte alta levantada. Fémures y élitros-sin escama. Ojos sin surco hacia la frente; ésta con surco en el medio y con algunos puntos más o menos finos. Prenoto escasa y muy desigualmente punteado, los pun­ tes más finos que los de las estrías elitrales. Ecuador. 3. s u l c i f r o n s n. sp. Región distal de ‘los fémures con escamas, en los élitros tam­ bién una.s pocas. Ojos bordeados con un surco hacia la frente; ésta con puntos gruesos, que confluyen a veces. Pronoto con gruesos puntos apenas menores que los de las estrías elitrales. Perú, Bolivia. 4. grossepunctatus n. sp.

Rhinoti~ypes laevigcitus n. sp. (fig . 1 ).

9 . De un negro intenso muy brillante; el epístoma, la base de las mandíbulas, las antenas (excepto la maza, que es de un castaño oscu ro), las patas y los últimos tres ventritos castañoro jiz o s o testáceos, a veces también los costados de los élitros y una m ayor extensión de la fa z inferior. Sin pelos en el dor­ so, en el declive apical de los élitros con algunos pelos muy te­ nues. *Cabeza en la parte posterior y detras de los ojos muy f i ­ namente chagrinado-estriolada; la región frontal con puntos espaciados m uy pequeños, un punto m ayor en el medio. Ojos ligeram ente convexos, con algo más de 40 facetas, sm surco que los* bordee. R ostro 5 veces más largo que su diámetro en el medio, 1,2 veces más largó que el protórax, fuertemente cur-


172

GUILLERM O KUSCHEL

vo, cilindrico desde cerca de la base hasta cerca de la inser­ ción antenar, dilatado en la base y en el ápica; muy brillante y con pequeños puntos muy espaciados, a los lados un poco más abundantes. Las pterigias no salientes; la escroba super­ ficial atrás y ancha. El escapo queda distante del o jo ; el l.e r antenito del funículo escasamente 1,3 veces más largo aue el 2.? ; la maza aovado-alargada, el doble más larga que ancha. P rotórax 1,15 a 1,25 veces más ancho que largo, con la anchura m ayor en el tercio basal. Los lados fuertem ente redon­ deados. El punteado finísim o y escaso. El lóbulo ocular apenas indicado. Escutelo triangular, muy agudo y muy b ri’ lanto. El mesonoto chagrinado y con puntos gru esos; a los lados ju n to a la raíz de los élitros hay un grupito de escamitas blanquecinas. Elitros 1,55 veces más largos que anchos, cerca de 1.40 veces más ancho que el protórax. El disco plano o subplano, el declive suave, no giboso. Las estrías extremadam ente finas en el disco, nítidas en los costados. Las interestrías con puntitos perceptibles sólo con mayores aumentos. Faz in ferior lisa y b rilla n te; 3.v y 4." ventrito con una hilera de puntos pilígeros, el 5.'-' liso en la base y bastante pun­ teado en el ápice y a los lados. L o n g .: 3,0 - 3,7 m m ; la t .: 1,47 - 1,64 mm. P e r ú : Cuzco (Hualla-hualla, 4750 - - 4850 m, 1 9 del 2.2 1949, 6 Kuschel leg.). B o l i v i a : La Paz (E stación Cumbre, 4'600 m 15 9 9 del 18.2.1949, Kuschel le g .). Tipos.— H olótipo ( 9 ) y 4 parátipos en la colección del autor, sendos parátipos en el U. S. National Museum de W a­ shington, en el Museo Británico de Londres, en el Rigsm useum de Estocolm o, en el Museo y en Deutsches Ent. Instituí de B er­ lín. Localidad del tipo.— Estación Cumbre, La Paz, Bolivia.

2.

R hinotrypes juninensis n. sp. (fig . 3 ) .

-

9 . Muy próxim o a laevigatus n. sp. Fémures y tibias de un castaño oscuro. O jos del todo planos. R ostro 4,5 veces más largo que su diámetro en el medio y tan largo com o el protó­ rax, menos curvo. P rotórax ma=> o menos 1,13 veces más ancho que largo. Elitros 1,52 veces más largos que anchos y 1.35 ve­ ces mas anchos que el protórax, en la región humeral bastante mas rapidamente ensanchados. Las estrías visiblemente más e x ­ presadas.


R E VISIO N DE LOS PR EM N O T RY PIN I

193

L on g .: 3,28 - 3,73 m m ; lat.: 1,47 - 1,70 mm. PEKU: Junín (Punrún, 4400 m, 3 9 5 de Junio 1948, W . W eyrauch le g .: Pam pa de Junín, cerca del Lago Junín, 4100 m, 1 2 del 18.12.1946, Kuschel le g .). 'Tipos.— H olótipo ( 9 ) y 2 parátipos en la colección del autor, un parátipo en el Museo de H istoria Natural Javier P rad o de Lim a, b a jo el N.° 1348. ¡Localidad del tipo.— Punrún, Junín, Perú.

3. I

R h in otryp es sulcifrons n. sp.

9, N egro brillante, el ápice del rostro, las antenas, los márgenes^ anterior y posterior del protórax, el extrem o de los élitros, diversas partes de la fa z in ferior y las patas de un castaño oscuro o rojizo. Cabeza con finas estrías detrás de los ojos, con puntos espaciados hacia el v é rtice ; frente con profundo y ancho surco en el medio, con puntos finos y puntos mayores. Ojos m uy li­ geram ente convexos, compuestos de unas 45 facetas. Rostro 5 veces más largo que ancho en el medio, tan largo como el p ro­ tórax, la porción apical débilmente ensanchada; su curvatura m oderada, sem ejante a la de juninensis n. sp. El punteado muy espaciado, moderadamente grueso, más fino y casi nulo en la línea mediana, más grueso a los lados. El escapo o.ueda muy distante del m argen anterior de los o jo s ; el 2* antenito 1,25 veces más largo que el 1.*; la maza aovada, 1,5 veces más larga que ancha, el l.e r antenito tan largo como el resto de la maza. P rotórax 1,10 veces más ancho que largo, sus lados fu er­ tem ente arqueados, con la m ayor anchura hacia el m edio; fu er­ temente estrechado distalmente, el margen anterior anchamen­ te tubuloso. Longitudinal y trasversalmente convexo; con un surco mediano muy suave, pero indicado con una hilera de pun­ tos bastante gruesos, el resto del disco con jjuntos muy finos y con unos pocos puntos semejantes a los de la línea mediana. El lóbulo ocular débil, pero nítido. E litros 1,41 veces más largos que anchos y 1,31 veces más anchos que el p rotóra x ; subpentagonales, con la m ayor anchu­ ra poco después del m edio; convexos. Las estrías fuertes, sus puntos separados nítidamente por intervalos del largo de los puntos, hacia el declive form an surcos. Las interestrías planas en el d is c o ; las impares, incluso la sutura, convexas en la parte posterior, m icroscópicam ente punteadas (3 2 x ), con algunos puntos mayores hacia el final del disco, sobre la 7.s Ínteres-


194

GUILLER M O KUSCIIEL

tría y en el declive, de donde nacen pelos erectos. El declive apical casi vertical, subgiboso. Metasterno con algunos puntos gruesos mal d efin id os; el 5,? ventrito punteado en los m árgenes y en la porción distal, liso en la parte proximal. L o n g .: 3,43 mm; la t .: l,61m m . E c u a d o r : C erro Y ana-U rco, 4.500 m, 1 2 . Tipo.— Holótipo ( 9 ) en la colección del autor. Localidad del tipo.— Y ana-U rco, Ecuador. Observaciones.— Hace de transición entre las dos especies precedentes y la que sigue. La ausencia de surco ocular y el ló­ bulo ocular aún poco desarrollado lo asocian a las especies an­ teriores, la form a del protórax y de los élitros, la altura de éstos y su declive apical lo acercan a la siguiente.

4.

R hinotrypes grossepunctatus n. sp.

9 , N egro brillante, el ápice del rostro, las antenas, inclu­ yendo la maza, la articulación fém oro-tibial, el ápice de las ti­ bias y los tarsos rojizos. Cabeza con el vértice casi liso, pero la fren te con pun­ tos gruesos, en parte fusionados, en el medio una foseta irre­ gular a menudo alargada. O jos trasversales, convexos, sepa­ rados de la frente con un surco profundo, compuesto de unas 50 facetas. Rostro 6 veces más largo que su diám etro en el medio. 1,1 vez más largo que el protórax, visto de perfil sin curvatura cóncava con la frente, la curvatura convexa es sua­ v e ; el dorso liso con algunos puntos menores, los lados llevan puntos bastante gruesos y un surco suprascrobal nítido; la escroba también lleva puntos debajo del borde superior en la m i­ tad posterior. El escapo queda distante de los o jo s ; el 2? antenito del funículo es ligeramente más largo que el 1"; la maza aovada, como 1,7 veces más larga que ancha, su l.e r antenito es igual a la mitad de ella. P rotórax 1,1 vez más ancho que largo, su m ayor añcliura hacia el medio, sus lados fuertem ente redon deados; todo el dis­ co, que es convexo, y los costados hasta las coxas con puntos muy gruesos y profundos, irregularm ente distribuidos en el disco, en los costados más tupidos. El lóbulo ocular m uy desa­ rrollado. E litros 1,35 a 1,40 veces más largos que anchos y 1,45 ve­ ces más anchos que el p rotóra x; son aovado-subpentagonales, convexos. E strías fuertes, poco más o menos de! ancho de las interestrías, sus puntos bien individualizados, en el declive los


R E V ISIO N DE LOS PREMN O T R Y P IN I

195

intervalos^ son un poco más bajos, de modo que las estrías se vuelven ligeram ente sulciform es. Las interestrías planas, las im pares convexas atrá s; lisas, con .algunos puntos muy finos, haGia atrás hay algunos puntos m ayores que llevan un pelo corto, en el declive hay además algunas escamas lanceoladas, solitarias o algo agrupadas, poco aparentes y fácilm ente fr o tables. E n la fa z in fe rio r se ven puntos gruesos en el prosterno y alrededor de las coxas sobre el m etasterno y en la base del l.e r v e n trito ; 3’ y 4- ventrito con una hilera transversal de puntos fin o s ; el 5Q ventrito con una grán superficie lisa, pero el márgen apical con puntos más o menos finos. Los fém ures nota­ blem ente hinchados, su porción apical es áspero-granulosa, pro­ vista de pelos y de algunas escamas. Las tibias con puntos gran­ des poco profundos en la porción m ediana; las posteriores con curvatura cóncava en el borde superior. Los tarsos cortos y el oniquio fuerte. ^ L o n g .: 3,90 - 4,33 ram; la t .: 1,92 - 2,16 mm. PERÚ: Cuzco (C aira, 3300 - 3350 m „ 3 5 2 de! 28.1.1949, Kuschel leg.; Anta, 3.600 m., 1 2 del 1.2.1949, Kuschel leg. B o l i v i a : La Paz (P on go, 3650 m. 7 2 2 del 18.2.1949, Kuschel leg.) Tipos.— H olótipo ( 2 ) y 7 parátipos en la colección del autor, sendos parátipos en el U. S. National Museum de W ashington, en el Museo Británico de Londres y en Deutsches Ent. Institut de Berlín. Localidad del tipo.— Pongo, La Paz, Bolivia. M icrotryp es n. g. O íos m uv neoneños, compuestos de unas 25 a 40 facetas solamente, no bordeados ñor un surco en la vpwcn frontnl. R ostro escasamente el doble má* lararo o „e su r liá m ^ o Tvierrv cuando m ucho de la mitad del largo del protorax. (fig . 2 . t i epístom a no levantado, bilobulado en el margen anterior Man­ díbulas- con pequeñísima cicatriz que se observa muy diticilmente y con 4 pelos a lo más. Prementón medianamente ancho, deia en parte libres las maxilas. piloso.. El escaoo llega hasta más allá del m edio del o jo : el prim er antemto del funículo bas­ tante más largo que el 2 .*. los d e m á s insensíblemente ensanchados- la maza-ancha, aovada, el l.e r antenito mas o menos tan lar e o com o el resto. P rotórax sólo con una muy ligera indicación de lóbulos oculares, los cuales no cubren los ojos. Elitros con declive vertical y giboso. El 5" ventrito de la heirtbra no se ajusta bien l íos élitros es algo menor y deja ver un poco el 8" esternito que es en siform e y cuyo margen in ferior a tiene ^ ' ^ C10n hacia el ápice (fig . 4 ). Prim eros tarsitos cortos, el 2- fia n ca


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GUII.I.ERM O KUSCHE!,

mente transverasal el 3" más ancho que el anterior, profunda­ mente hendido, con los lóbulos angostos y su bparalelos; la su­ perficie plantar con un cepillo flo jo ; oniquio más o menos tan largo como el resto del tarso, provisto de dos garras largas y divergentes. Tipo del género -.Microtrypes striatus n, sp. Observaciones. Las especies son todas pequeñas y muy pa­ recidas entre sí. Son negras con ciertas partes rojizas y sin escamas, pero tienen una pilosidad corta y erguida en todo el cu erpo; en los élitros está ordenada en una hilera simple sobre las interestrías. Todos los ejem plares (112) son hembras, lo m is­ m o que en el género R hinotrypes, lo que nos hace presum ir que se trata de seres que se reproducen por vía partenogenética. E s­ to parece darnos la pauta del extrem o parecido de las especies que conviven en un mismo lugar y cuyos caracteres definitorios son desusadamente sutiles. El criterio im perante de espe­ cies y razas geográficas es fácil aplicar a poblaciones con re­ producción sexual, no así a las que se multiplican por vía asexual. Sólo se conocen de la Cordillera Oriental de los Andes de Bolivia y de la parte oriental del Altiplano de La Paz, halla­ dos entre 4.000 y 4.600 m. de altura. La única especie descri­ ta fu é colocada en Falklandius Enderlein. En realidad se pare­ cen mucho a dicho género de las regiones subantárticas, más. sin tener parentesco m ayor con él, por pertenecer a diferentes •subfamilias.

Clave de las especies 1 ( 6)

2 3

( 5) ( 4)

4

( 3)

5

(

2)

Ö ( 1)

5.? ventrito acuminado. Elitros alargados, subparalelos, sin gránulos en la región humeral. Protórax fuertemente redon­ deados. Pretibias de borde superior suavemente incurvado.. Ojos compuestos de 32 a 37 facetas. Sutura en la parte alta del declive menos levantada, más redondeada vista de lado Sutura mesepimeral sinuosa. 3,9 - 4,2 mm. Tunari. 1. acutiventris n. sp. Ojos compuestos de 27 29 facetas. Sutura en H parie alta del declive más levantada, más angulosa vista de lado Su­ tura mesepimeral recta. 3,2 - 3,6 mm. Tuniri. 2. vrotundicollis n. sp. Pretibias de borde superior recto. Interestrías de los élitros francamente coriáceas. Tunari. 3. coriaceus n. sr. 5.? ventrito con la porción mediana avanzada, pero no acumi­ nada Elitros más aovados, con gránulos en la región hu-

mprol 7 ( 8)

Pretibias con el borde superior suavemente incurvado Tu­ nan, La Paz. 4. cnrvipes n. sp.


RE V ISIO N DE LOS PREMN O T R YP IN I

197

9

(1 0 )

°-°n 01 b01'de suPerior n° ¡ncurvado. lados inimaniUrC° medlano- uniformemente redondeado a los

,n

, m

t,

(13)

3.er postarsito más ánóho que largo; estrías más fuertes y los" granulos mas destacados. Tunari. 6. striatus n. sp. 3-er Postarsito tan ancho como largo. Estrías un poco más angostas y los gránulos algo borrados. La Paz. , , 7. pacis n. sp. 3.er postarsito mas largo que ancho. Los gránulos de la región humeral más gruesos y bien desJ:acac*os fren te y base del rostro rugosos. Maza de las antenas rojizas. Estrías fuertes. Interestrías mas o menos coriáceas. Illimani. 8. illimaniensis n. sp. Maza de las antenas negra, cuando el funículo es entera­ mente rojizo, entonces sólo la base de la maza es rojiza. Interestrías lisas. Tunari. 9. tunariensis n sp. Los gránulos de la región humeral muy finos y poco apa­ rentes (32x). Frente y base del rostro no o levemente ru­ gosos. Localidad exacta? 10. dissimilis (Hustache)

11

12 ,

* ,i

'

15

nn (11) (18)

16

(17)

17

(16)

18

(15)

1.

.. 5 convexicollis n. sp. n™ ' ’r?.x con su^co mediano, generalmente abreviado, lados ? uniformemente redondeados. l Z ? 0SlaTSl} ° I? ás ancho que larg0 o tan ancho como largo Asirías ’ anchas o casi tan anchas como las inter-

M icrotryp es acutivéntris n. sp.

o . N egro brillante, rostro y antenas, sutura, extrem o de los élitros, faz in ferior y las patas de un castalio rojizo. Los pelos cortos y finos. Cabeza con finas arrugas detrás y encima de los o jo s : la fren te con puntos independientes. O jos casi planos, con el án­ gu lo in ferior subagudo, compuesto de unas 32 a 37 facetas. Ros­ tro dorsalm ente muy poco curvo, brillante, con escasos puntos. 2^ antenito funicular sensiblemente más largo que ancho. Man­ díbulas con cicatriz. P rotórax 1,15 veces más ancho que largo, sus lados muy fuertem ente redondeados, la m ayor anchura en ,nl tercio basal. En el m edio se insinúa un fino surco longitudinal. A cada la­ do del prenoto con o Sin foseta. El punteado doble y muy es­ paciado, IpS puntos mayores son tan grandes como los de las estrías eUtrales;"los dems son fnicroscópieos, en el margen anterior se condensan algo más.


198

GUILLERM O KUSCHEL

Elitros alargados, 1,7 veces más largos, desde la base de la 2'. estría, que anchos, 1,15 veces más anchos que el protó­ rax. Las estrías muy finas, varias veces más angostas que las interestrías, sus puntos perfectam ente individualizados. Las interestrías lisas y brillantes, su hilera de puntos muy tenue. Región humeral sin gránulos. Faz in ferior sin puntos. Sutura mesepimeral sinuosa. 511 ventrito liso, su ápice proyectado en punta aguda. Pretibias suavemente curvas. 3er. postarsito más largo que ancho. 'Long.: 3,90 - 4,19 m m .; la t.: 1,52 - 1.70 mm. B o l i v i a : Cochabamba (Tunari, 4.000 m. 10 9 5 del 29. 12. 1948, Kuschel leg .). Tipo. H olótipo ( 9 ) y 7 parátipos en la colección r’el autor, un parátipo en el Museo Británico de Londres y en Deutsches Entom ologisches Institut de Berlín.

2.

M icrotrypes rotundicoUis n. sp.

9 , Muy sem ejante a acutiventris n. sp. L as-patas casta­ ñas son más oscuras. La frente punteado-arrugada en el medio. L os ojos más pequeños, compuestos de menos de 30 facetas. Rostro con puntos más numerosos, en parte fusionados. El 2." antenito funicular apenas más largo que ancho. P rotórax 1,11 •veces más ancho que la rg o; con surco mediano abreviado pero nítido; sin foseta a cada lado; el punteado más nítido y más abundante. Elitros 1,59 veces más largos que anchos. 1,25 ve­ ces más anchos que elt protórax. Las estrías sólo el doble más angostas que las interestrías, sus puntos más o menos unidos form ando surcos finos Las interestrías ligeram ente coriáceas. Sutura mesepimeral recta, L on g.: 3,21 - 3,60 m m .; la t.: 1,39 - 1.50 mm. B o u v i^ : Cochabamba (Tunari, 4(500 m., 3 9 9 del 29.12. 1948, Kuschel leg .). Tipo.— Hci'ótipo ( 9 ) y 2 parátipos en la colección del autor. Localidad del tipo. Tunari. Bolivia.

3.

'M icrotrypes coriaceus n. sp.

9 , Próxim o a acutiventris y rotundicoUis. Las patas cas­ tañas aún más oscuras. Frente punteado arrugada en el medio. Ojos con unas 30 a 32 facetas. Rostro con puntos espaciados, a veces confluventes. 2Í' antnnito ligeramente más alargado aue en rotundicoUis. P rotorax 1,10 a 1,12 veces m-ás ancho oug la r-


RE V ISIO N DE LOS PR E M N O T R Y PIN I

199

g o ; en el m edio se insinúa un fin o surco longitudinal; cada la­ do una pequeña foseta; el punteado más escaso que en las especies anteriores. E litros 1,60 a 1,65' veces más largos que anchos, 1,13 a 1,19 veces más anchos que el p rotóra x ; estrías finam ente sulciform es, con los puntos individualizados; interestrías coriáceas. Pretibias rectas. L o n g .: 3.42 - 3,57 m m ; la t .: 1,39 - l,48m m . B o l iv ia : Cochabam ba (Tunari, 4.000 y 4.400 m.. 2 9 9 del 29.12.1948, Kuschel le g .). (Tipos.— H olótipo ( 9 ) y parátipó en la colección del autor. L ocalidad del tipo.— Tunari (4.000 m .), Bolivia.

4.

M icrotryp es curvipes' n. sp. (fig . 4 ).

9 • N egro brillante, algunas partes algo rojizas, los fé ­ m ures de un castaño oscuro. Cabeza con fin a s arrugas detrás y encima de los o jo s ; la fren te con los puntos m uy tupidos. O jos pequeños con menos de 30 facetas. R ostro bastante densamente rugoso-puntéado en la m itad basal, más liso en la parte anterior. El 2 ° antenito del fu n ícu lo sólo poco más largo que ancho. Mandíbulas con cicatriz. P rotóra x 1,00 a 1,07 veces más ancho que largo, sus lados subparalelos o suavemente redondeados, con la m ayor anchura en el tercio basal. Con o sin indicación de surco mediano. El punteado es doble, fin o y muy espaciado (tip o ), en los ejem ­ plares con surcos mediano es más grueso y algo más abundante. E litros 1,55 a 1,63 veces más largos que anchos y 1,21 a 1,26 veces más anchos que el protórax (en el ejem plar de La Paz es 1,31 veces más an ch o). Las estrías finas, por lo menos el dob’e más angostas que las in terestrías; éstas lisas. Región hum eral con granulos. 5V ventrito con el ápice avanzado pero romo. Pretibias sua­ vem ente curvas. L o n g .: 2,65 - 3,07 mm. la t.: 1,15 - 1,25 mm. B o l i v i a : Cochabam ba (Tunari, 4.40« m. 8 2 2 del 29.12. 1948, Kuschel le g .; 1 9 , 4.200 m. R. Zischka leg .). La Paz (A l­ tiplano, cerca de La Paz, 4 .0 0 0 -4 .5 0 0 m. 1 9 del 19. 3. 1950. W . F oerster le s.). Tipos. H olótipo ( 9 ) y 3 parátipos en la colección del autor, sendos narátÍDOS en el U. S. National Museum de W ashington, en el Museo B ritánico de Londres, en Peutsches Ent. Institut de Berlín, en Zool. Staatssammlung de Munich, en el Riksmuseum de-F stocolm o v,en 1» Cóll. Zischka. Localidad del tino.— Tunari M^OO n O . Bolivia. Observaciones. El ejem plar de La Paz sé aparta un poco


200

G UILLERM O KUSCHEL

de los demás por el rostro notablemente punteado también en la porción apical, por el 2'-' antenito funicular ligeramente más corto y por el protórax un poco más angosto en relación con los élitros. Más com o se ve arriba, las proporciones varían un tanto en la especie. Sólo con el análisis de un número repre­ sentativo de una población podrá decidirse, si se trata de una raza geográfica o aún de una especie diferente.

5.

M icvotrypes convexicollis n. sp.

5. Próxim o a curvipes. N egro brillante, antenas (excep ­ to m aza), últimos ventritos y patas rojizas. Cabeza bastante más finam ente rugoso-punteada. O jos con unas 25 facetas. Rostro brillante hasta la base, finam ente pun­ teado. P rotórax 1,10 (1 ,0 4 - 1,15) veces más ancho que largo, sus lados redondeados^ Sin surco mediano y sin fosetas. El pun­ teado es triple, con algunos puntos gruesos muy aislados, con otros puntos medianos y otros m icroscópicos, pero, todos espa­ ciados, menos hacia los lados del disco, donde se condensan más. Elitros 1,50 (1,48-1,53) veces más largos que anchos y 1,27 (1,23-1,29) veces más anchos que el protórax. E strías bas­ tante fuertes, escasamente el doble más angostas que las interestrías, la estría sutural generalmente más impresa. Interestrías lisas, con una hilera de puntos finos pelígeros. Región humeral con gránulos. Pretibias sinuosas. L o n g .: 2,55 - 3,07 m m ; la t .: 1,19 - 1,39 mm. B o l i v i a : La Paz (Illim ani, ladera sur-este, 43C0-4350 ra, 11 5 2 del 19.1.1949, Kuschel leg .). Tipos.— Hotótipo ( 9 ) y 4 parátipos en la colección del autor, sendos parátipos en el U. S. National Museum de W a­ shington, en el Museo B ritánico de Londres, en Deutsches Ent, Institut de Berlín y en el Riksmuseúm de Estocolm o. Localidad del tipo.— Illimani (4350 m ), Bolivia.

6.

M icvotrypes striatns n. sp. (fig . 2 ).

? . Negro, parte del rostro, antenas (excepto m a za ), par­ te del protórax, faz in ferior y patas rojizas, los fém ures de un castaño oscuro. Cabeza punteado-arrugada. O jos con unas 25 facetas. R os­ tro dorsalmente curvo, arrugado-punteado hasta carca de la in­ serción de las antenas. • .,


REVISION ' BE LOS PItEMNOTRYPINI

201

P'rotórax más o menos 1,10 veces más ancho que largó BÉg lados moderadamente redondeados. Con surco mediano y generalmente con 4 fosetas en el disco, en cuyo fondo se en­ cuentran algunos puntos muy gruesos. El punteado en el res­ to del disco espaciado y de diverso tamaño, a los lados más condensado y rugoso. Elitros alrededor de 1,50 veces más ■largos que anchos y 1,35 veces más anchos que el protórax. Estrías fuertes, tan anchas o casi tan anchas como las interestrías, los intervalos menores que el diámetro de un punto. Interestrías lisas con una hilera de puntos pilígeros. La región humeral con gra­ nulos muy nítidos y destacados. ' . ?.er postarsito corto, más ancho .que largo. L on g.: 2,51 - 3,07 mm ; la t.: 1,12 - 1,36 mm. B o l iv ia : Cochabamba (Tunari, .4000, 4200 y 4400 m., 89 9 9 del 29.12.1948, Kuschel leg..; 1 9 , 4200 m., R. Zischka leg.). Tipos.— Holótipo ( ? ) y pará tipos en la colección del autor, otros parátipos en la colección R. Zischka, U. S. Natio­ nal Museum de Washington, en-el Museo Británico de Londres, en. el Museo de París, en el Riksmuseum de Estocolmo, en el Museo y ÍDeutsches Ent. Institut de Berlín, en Senckenberg-Museum de Frankfurt a. M., en Zool. Staatssammlung de Munich,, en los'M useos de Viena y Copenhague y en la colec­ ción S. L.-Sleeper. Localidad del tip o — Tunari (4400 m ), Bolivia. , 7.. M icrótrypes pacis n. sp. g Negro, el áoice. del rostro, antenas (excepto maza), ruárseles basal y apical dél protórax, faz inferior y patas ro­ jizas. fémures más oscuros. Frente rugtosa. Ojos con unas 27 facetas. Rostro con ru> vatura dorsal sriave, -la mita# próxima! arrugadla, la -mitad distal lisa péi-o desigual. , , , , , Protórax 1,10 veces más ancho oue largo, los lados Dis­ tante fuerte y uniformemente redondeados. Con surco media­ no v con 4 fosetas en el disco, en cuyo fondo se encuentran puntos gruesos, el resto del disco con punteado desigual fino, los márgenes laterales rugoso-punteados, subgranulosos. Elitros 1,58 veces más largos que anchos y 1,25 veces más anchos oue el p rotóra x .. Estrías que las interestrías; éstas lisas, con una hilera de puntos pili geros. Los -grán.ulos de la región humeral .nítidos pero poco destacados. J ■ 3.er postarsito tan ancho como largo. I


202

G UILLERM O KUSCHEL

L o n g .: 3,05 mm.; la t.: 1,27 mm. B o liv ia : La Paz (Alto La Paz, 4100 m., 1 9 del 16.1.1949, Kuschel leg .).

Tipo.— H olótipo ( 9 ) en la colección del autor. Localidad del tipo.— A lto La Paz, Bolivia. Observaciones.— El único ejem plar recogido no concuerda con ninguna de- las otras especies, pero se avecina mucho a striatvs.

8.

M icrotrypes illimaniensis n. sp.

. P róxim o a striatus. La maza de las antenas es más o menos rojiza hasta de color castaño. Cabeza y rostro algo más arrugados. Las estrías son tan fuertes, pero sulciform es, con los puntos raras vecse individualizados. Interestrías ligeram en­ te ásperas. El 3.er postarsito es alargado, más largo que ancho. L on g .: 2,72 - 3,22 m m ; lat.: 1,19 - 1,41 mm. B olivia : La Paz (Illim ani, ladera sur-este, 430^ v 4350 m, 19 9 9 del 19.1.1949, Kuschel le g .). 1 9 sin localidad preci­ sa, Germain leg.. coll. Kraatz. Tipos.— H olótipo ( 9 ) y parátipos en la colección del au­ tor, otros parátipos en el U. S. National Muséum de W ashing­ ton, en el Museo Británico de Londres, en el M"=;eo de París, en Deutsches Ent. Institut de Berlín y en el Riksmuseum de Estocolmo. Localidad del tipo.— Illimani (4350 m ), Bolivia. Observaciones.— Hustache se refiere, a continuación de la descripción de Falklandius dissimilis, a uno de sus 5 ejem pla­ res que tiene fuertes impresiones en el pronoto. Ese e^oérimen, oue por gentileza del Dr. Sachtleben he podido exam inar, per­ tenece probablemente a la presente especie. Pero com o se ig ­ nora la localidad exacta de su captura y com o tiene las tibias anteriores algo diferentes, no lo incluyo en la serie ds los pa­ rátipos.

9.

M icrotrypes tunariensis n. sp.

9. P róxim o a ü lim m icvsis. F1 color es de un n-ssrro más intenso y más brillan^?, la r^ z n de ]"■» rutenas o.s "po^a. W rostro menos rugoso. Las estrías son más finas y bastante más angostas que las interestrías, sus nuntos individualizados, los intervalos pnr lo meno« tan grandes com o el diám etro de un punto. Las interestrías lisas. ¡Long.: 2,86 -3 ,4 2 m m ; la t.: 1 ,2 6 - 1,50 mm.


RE V ISIO N DE LOS PR E M N O T R Y P IN l

203

B o liv ia : Cochabam ba (Tunari, 4000 y 4400 m., 14 5 9 del 29.12.1948, Kuschel leg.; 3 9 9 4200 m, del 28 2.1949 Zischka le g .). Tipos.— H olótipo ( 2 ) y 4 parátipos en la colección del mu or, uno en Deutsches Ent. Instituí de Berlín, en el Riksmuseum de E stocolm o, en el U. S. National Museum de W ashing­ ton, en el Museo B ritánico de Londres y en la Coll. Zischka Localidad del tipo.— Tunari (4 0 0 0 ), Bolivia.

I 10.

M icrotryp es dissimilis (H ustache) n. comb. Falklandius dissimilis Hustache, Arb. morph. taxon. Ent BerlinDahlem 1938, 5:182.

. Frente punteado-rugosa. O jos con unas 25 facetas. M itad basal del rostro bastante densamente punteada, con los puntos más o menos fusionados, con arrugas muy tenues, la porción apical lisa con pocos puntos. 1 P rotóra x 1,02 a 1,04 veces más ancho que largo, los lados suavemente redondeados. Con surco mediano y con puntos espaciados de tamaño desigual, a los lados del disco más condensados. E litros 1,49 a 1,50 veces más largos que anchos y 1,31 ve­ ces más anchos que el protórax. Estrías de la mitad del ancho de las interestrías, sus puntos nítidos y ampliamente separa­ dos. Las interestrías lisas. Región humeral con granulos poco aparentes (3 2 x ). Pretibias sinuosas, B o l iv ia : Sin localidad exacta, 2 9 9 , Germain leg,. Coll. K'raatz. Tipos.— H olótipo ( 9 , 3.14 m m ) en Deutsches Ent. Ins­ titu í de Berlín, un parátipo 9 con los mismos datos cedido a la colección del autor.' Localidad del tipo.— Bolivia, sin más datos. Observaciones.— Hustache tuvo 5 ejem plares, 3 9 9 y 2 $ S , ail describir la especie, 3 de ellos se encontraban en Deutschés E ntom ologisches Instituí de Berlín. Uno, el parátipo, lle­ va el s ig n o 'á , pero es también 2 . Dice Hustache que- la escultura del p ío tóra x parece variable. E sío es verdad hasía cierío punió solamente, pues el ejem plar con las fueríes im­ presiones pronoíales que menciona no pertenece a esta espe­ cie, sino probablem ente a ülimaniensis. El oíro espécimen sin im presión alguna es seguramente también de oíra especie, pe­ ro nada más puedo decir por ahora, porque el ejem plar está en la Coll. Hustáche y porque nada he anoíado al respecto. Esta especie, Cómo también las demás, se parece mucho a las


,2 0 4

G U ILL E R M O KUSCH EL

d e l: género Fallclandiüs Enderlein, que no es de e s t a . su b fa ­ m ilia, sino Cylydrorhininae. Falklandius grwnulatus Hustache, igualm ente de Bolivia, es legítim o C ylydrorhininae y queda provisoriam ente en el género Puranius Germain.

P rem n otryp es Pierce Prcmnotrypes Pierce, Journ. Agr. Research Washington 1914, 1: 348. Pierce, loe. cit.: 349. ^ olanoPhaff|ls Hustache, Bull. Mus. Paris 1933, 5:376. Plastcrleptóps Heller, Arb. physiol. angew. Ent. Berlín 1935, 2:276. P re m n o try p e s Heller, loe.' cit. 1936, 3:286. * P re m n o try p e s Kusahel, Acta Zool. Lilloana 1949. 8:10. 20. V B rem n otryp es Kuschel, Rey. ChiL Ent.*1955, 4:272, 303. T rypoprem n on

/. • so V & ^ c o n más de 80 facetas, con surcó p r ^ u ñ d o 'e n 'Ia frente. R ostro cortó, grueso, alrededoí- del doblé m áariárgo que ancho, m ucho más co rto que el p rotórax. E pístom a ba­ j o o elevado. M andíbulas con cicatriz grande y con num erosos pelos. Prem etón ancho, cubre las m axilas, piloso. E l escapo de largo v a ria ble; los dos prim eros artejos del funículo dé lar­ g o variable; la maza alargada, su l.e r antenito bastante más corto que el resto Protóí.ax con lóbulo ccu :a r m uy desarrolla­ do que cubre gran parte).del ojo. E litros con declive vertical y más o m enos g ib o s o ; pófi lo menos las interestrías dorsales im pares llevan tubérculos/"'S.* ventrito aju stado a los élitros. Postibias con una carena en la su perficie tarsal, com pleta o casi completa, carente de peine, que form a una placa cestillal falsa. Los tarsos generalm ente alargados, con cepillo bastante denso en la planta. / <? : los apéndices dorsales del tégniine son bastanfé rígidas y ln ieai 03 desde p base: 9 : 8.'-’ e3t2rnito en­ siform e, cuando más con suave dilatación in fe rio r hacia el ápice -{fig . 5 -7 ). T ip o del g é n e r o : P rem n o try p es solani P ierce Observaciones.— N o cabe cuestión ninguna sobre la sino­ nim ia de los géneros T ryp oprem non P ierce (t ip o : T-. latith orax P ie r c e ), Solanophagus Hustáché (t ip o : S. v o ra x H ustache) y P la stoleptop s H eller (tip o :. P . solqinivorax H e lle r ): T odas las especies descritas anteriorm ente fu eron criadas de tubérculos de la papa (golanum. tu b ero su m ), habiéndose observado tam ­ bién algunos casos en los tubérculos de Solanum W ittm a ck ii en las lom as cerca de Lim a (J. E. W ille ).

C lavé 1

(14)

de l a s e s p e c ie s

Escapo con abundantes escamas. Las .escamas y. cerdas de la parte dorsal del rostro se dirigen hacia - adelánte “(hay, sin


205

RE V ISIO N DE LOS P R E M N O T R Y P IN I

2 (5 ) 3 ( 4 )

4

( 3)

5 6 7

( 2) (13) ( 8)

S

(7 )

8

(10)

10

( B)

11 ■ (12)

12

(11)

13

( 6)

14

( 1)

embargo, especies en que no queda muy claramente defi­ nida la dirección). K.a estría irregular, como con puntos supernumenarios. Base del protórax con 6 nodulos bien separados y dispues­ tos en arco. Pronoto con punteado denso. Rostro más grue­ so. Lóbulos oculares más salientes. Perú. '1. s o la n i Pierce Base del protórax aparentemente con sólo 4 nodulos, pues los laterales están fusionados en un abultamiento mayor. Pronoto con el punteado notablemente espaciado. Rostro más delgado, provisto de un surco suprascrobal profundo y des­ nudo. Lóbulos oculares menos salientes. Perú. 2. s o l a n i v o r a x (H eller) 8.S estría normal, con los puntos en perfecta hilera simple. Epístoma elevado. Escapo corto y muy grueso, no alcanza bien al margen an­ terior de los ojos. Tibias escamosas también en el borde inferior. Margen anterior del pronoto con refuerzo elevado que se bifurca caudalmente en el medio y que a los lados se dirige hacia el 2.1? nodulo de la corrida trasversal mediana, afectando el conjunto la forma de dos S, invertida la dere­ cha. Perú. 3. f r a c t i r o s t r i s Marshall Escapo menos grueso, pasa un poco el margen anterior de los ojos. Tibias sin escarnas en el borde,inferior. Estructura del proncto diferente. Frente sin. abultamiento junto al ojo.. Rostro con curvatura dorsal mucho más pronunciada. Elitros planos hasta la 5.^ interestría y de ahí caídos casi verticalmente a los lados; los tubérculos de la 7.S interestría mucho menores que los dé la 5.^; ésta termina en un- grueso callo en la parte álta del dec.ive. Colombia, Ecuador. 4. vorax (Hustache) Frente con abultamiento junto al cjo. Rcstro con curvatura dorsal, suave o mucho menos pronunciada. Elitros convexos trasversalmente hasta la 7.* interestría, cuyos tubérculos son semejantes a los de la 5.^, cayendo verticalmente a los lados sólo a partir de dicha 7.* interestría; la 5.* termina general­ mente en un tubérculo mayor, pero sin formar verdadero callo. Protórax con el abultamiento lateral de la base romo y tan saliente como el abultamiento lateral anterior. El diente in­ ferior de las mandíbulas agudo. Perú, Solivia, Chile. 5. l a t i t h o r a x (Pierce) Protórax con el abultamiento lateral de la base agudo y saliente. El diente inferior de las mandíbulas romo. Perú. 6. s a n f o r d i (Pierce) El _epístoma muy poco convexo, casi plano. En la parte alta del declive elitral hay 6 tubérculos mayores, 2 sobre la 3.* intergstr.ía y uno sobre la 5.?, éste situado entre los otros dos. Perú, Bolivia. /

7.

s o la n i p e r d a

n.

sp.

Escapó sin escamas.'Las escamas y cerdas de la parte dor­ sal del rostro se dirigen hacia atrás.


GUILLER M O 1CU8CHEL

206 15

(16)

16

(15)

El escapo delgado pasa el margen anterior de los ojos. La 3.* interestría termina en la parte alta del declive en un tubércu­ lo muy elevado. Bolivia. g cUvosns n. sp.

El escapo alcanza cuando más al margen anterior de los ojos. La 3.» interestría no tiene un tuberculb considerable­ mente mayor-al comienzo del déclive. 17 (18) Sutura en el declive con un callo. Perú.. v ' 9. sutuncallus n. sp. 18 (17), Sutura sin callo en. el declive. , ... . \ 19 (20) Protórax escamoso y más o menos áspero. La "7.* ínterestría forma un borde del disco bastante pronunciado. La 3.» y 5.* interestría poseen cada una un tubérculo mayor, cuya caída posterior es vertical. Bolivia. £ 10." zischkai n. sp 20 (19) Protórax un tanto irregular pero liso y con escamas escasa, en el disco. La interestría no forma un bordé pronuncia­ do que limita el disco. Los tubérculos de lasrinterestrías im­ pares bajos, y romos. Perú. 11. pusillus n. sp

■■■•■ 1.

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s-L . \to :

P rem n otryp es solani P ierce (fig . 5, 8 -1 0 ),

P rem jiotryp es solañi

' P rem n otry p es P rem n otry p es P rem n otry p es P rem n otry p W

p ierce, J o u m . A g r .

lám. 41:1,' 2.

'

R esearch

1914,

.,

•....

1:348, fig .

...

1, 2,

>

solañi Pierce, loe. cit. 1918/ 12:602. 1< solani H eller, Alfa. pihyslol: an gew . E nt. B e r lín 1936, 3:285. sola n i M arsh all, B uU . ent. R esearch L o n d o n 1936, 27:498. solani K u sch el, A c ta Z o o l. L illo a n a 1949, 8:1 8 . y , q;

Frente inmediatamente detrás del surco suprascrobal con un suave abultamiento seguido de una ligera depresión que lleva unos lO^puntos profundos. R ostro 1,65 a 2,0 veces más largo (desde el margen anterior de! epístom a hasta el centro de la foseta fron ta l) que su diám etro d istal; el surco supra­ scrobal escam oso o en parte desnudo en la base. P rotóra x con los 6 nodulos basales bien separados; el disco y los costados con’ punteado denso. Los puntos de las estrías bastante super­ ficia les; la sutura p a reja ; los tubérculos basales d e .la s interestrías impares, quedan situados en una línea oblicua, que­ dando el de la 7." más retirado que el de la 5.*. T ibias anterio­ res rectas. Edeago fig . 8-10. , '. V • L o n g .: 6.2 - 7,6 mm ; la t .: 3,2 - 4.0 mm. PERÚ: Lima (M atucana, 1 <5 y 5 5 9 del 1.10.1935, J. E. Wi'lle leg.)! 'Tipo.— En el U. S. National Museum de W a sh in gton (n o exam inado). Localidad del tipo.— Regiones montañosas de Perú, sin indicación más precisa1. v ,< Observaciones.— Según W ille (E n tom ología A grícola del Perú (2.* ed.) 1952:402) sería la especie más com ú n 'q u e ata-


R E V ISIO N DE LOS P R E M N O T R Y PIN I

20*

ca los tubérculos de la papa. Pierce menciona un pequeño diení ? qU,e ^s a e) borde interno de la pieza caduca falciforme de la mandíbula derecha, pero de ese dientecito no hay indicio ninguno en los 6 ejemplares observados.

2.

P rem n otryp es solnnivorax (H eller)' (fig . 11-13). P la sto le p to p s s o la n lv o ra x H e lle r , A r b . p h ysiol. angew . Ent. B erlín 1935, 2:276, lig . 1-4.

P la sto le p to p s s o la n lv o ra x E m d en , 'ibid. 1935, 2:278, fig. 1-10 (la rv a ). P re m n o try p e s s o la n iv o ra x H e lle r , loe. cit. 1936, 3:285. P re m n o try p e s s o la n lv o ra x M arsh all, B u ll, ent. R esearch L ondon 1936. 21:498.

P r e m n o tr y p e s s o la n lv o ra x K u sch e l, A c ta

Z o o l.

L illoan á

1949,

8:18.

F lg ..5 -1 3 . 5. P o r c ió n a p ica l del a b d o m e n de la 9 d e P rem n otryp es so lan i Pierce; 6. Idem d e P. s ex n od osu s n . sp .; 7. Idem de P. s u tu rica llu s n. sp.; 8. P. solani P ierce, edeago. v ista dorsal; 9. Idem , p o r c ió n a p ica l; 10. Idem , vista lateral; 11. P. sola n iv ora x ( ¿ e l l e r ) , edeago, vista do rsa l; \2. Idem , p o rció n ap ical; Í3. Idem, vista latera l. "

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S e sospechaba su identidad ébn solan i Pierce, más i es ciér*-' tam eñte p o r “ló m e n o s uná büeña raza geógráfiea, d iferente.^ lo que se cónsiderk-1aquí 'co m o Ma especie-dé Piérce.o'cuyo tipoi no he visto. M ientras no tengamos una visión exacta »de la dis-. tribución geográ fica de las dos' form as ni de" su ámbito ‘de va­ riación , parece m ejor mantenerlas todavía ■separadas. Sé dis­ tingue de solani en los siguientes ca ra cteres: > La depresión encima del abültámiéhto ’ frontal que sigue inm ediatam ente detrás del surco sunrascrobal lleva sólrv unos 4 a 5 puntos profundos. R ostro 2,10 veces más largo que su diám etro a p ical; el surco suprascrobal desnudo en una exten-


308

G UILLERM O KUSCHEL

sión bastante mayor. P rotórax con los dos nódulos laterales de la base casi fusionados; el disco lleva un punteado mucho más escaso presentando áreas lisas más o m enos extensas, lo mismo que a los costados, donde hay una zona extensa des- . de cerca de la base hasta el nodulo lateral m ediano, que solo lleva algunos puntos solitarios. Los puntos de las estrías v isi­ blemente más profu n dos; la sutura y la? interestrías dorsales pares son bastante d isparejas; los tubérculos basales de las interestrías 3, 5 y 7 no se sitúan en "n a línes oblicua, sino cine el de la 7.* se adelanta al de la 5.V T ibias anteriores curvas. El edeago se estrecha más uniformem ente, fig . 11-13. L o n g .: 6,3 m m ; la t.: 3,5 mm. P e r ú : Ancash (C allejón de Huaylas, 1 á criado de tu­ bérculos de papa el 15.7.1935 en Breslau, A le m a n ia ). Tipo.— En el Museo de Dresden (exam in ado). Localidad del tipo.— Callejón de Huaylas, Ancash, Perú. Observaciones.— No he visto más ejem plar que el holótipo ( í ) , espécimen inmaduro, al que le faltan las dos antenas a partir del 3.er artejo del funículo y las dos patas posteriores. ' 3.

----------*

" . .

i

P rem n otrypes fra ctirostris Marshall (fig . 14-15). P rem n otry p es

fra ctirostris

Marshall, Bull. ent. Reasearch London 1936,

27:49. fig. 1. P rem n otry p es fra ctirostris

Kiischel, Acta Zool. Lilloana 1049, 8:18.

t Especie muy típica que queda perfectam ente caracterizada en la descripción original a la que agregaré sólo riocos detalles. La frente lleva un punto profundo a cada lado y las esca­ mas que están entre estos dos puntos son más claras. T odo el disco y los costados del protórax con punteado denso. Los tu­ bérculos basales de las interestrías 3, 5 y 7 se encuentran en una línea oblicua, com o en solani Pierce, pero la mism a base de la 7.n interestría también queda un tanto destacada; la 9.» interestría con un tubérculo subhumeral. Las patas son fu e r­ tes, las tibias son escamosas en todo el contorno, los tarsos cortos, el 2.* artejo notablemente trasversal. El edeago és li­ near, el poro mediano m uy retirado del ápice, el dorso detrás de dicho poro quitinizado, con un surco profundo a lo la rg o ; de perfil con curvatura muy suave (fig . 14-15). L o n g .: 5,5 - 6,3 m m ; la t .: 2,9 - 3,4 mm. / P e r ú : Lim a (M atucana, 2 s £ y 1 9 del 1.10¡19S5, J. E. Wille le g .). Tipo.— En el Museo B ritánico de Londres (e x a m in a d o ). Localidad del tipo.— Perú, sin más datos.


R E V ISIO N ' DE LOS PR EM N O TR Y P IN I

209

hifm n ^ 3 C10neS; T Lu -CUrÍ0S^ estructura del pronoto, muy en ilustrada en el trabajo original, y las tibias escamosas tam ­ bién en el borde in fe rio r son hasta-el momento caracteres ex­ clusivos de esta especie. Los 3 ejem plares de la serie original se obtuvieron en Inglaterra de papas im portadas de Perú.

4.

P rem n ótryp es vora x (H ustache)

(fig . 16-17).

S ola n op h a g u s v o r a x H ustach e, B u ll. M u s. P a rís 1933, 5:377. P re m n ó try p e s v o r a x K u sch el, R e v . C hil. E nt. 1955 , 4:303.

F rente con foseta mediana pequeña, con un punto profun­ do a cada lado semejante como en fra ctirostris Marshall, sin abultam iento al interior de los ojos. R ostro dorsalmente con curvatura m uy acentuada (en un $ , sin embargo, es s u a v e ); los surcos poco profundos. El escapó pasa al margen anterior de los ojos. El nrotórax lleva 4 nodulos basales disueltos en pequeños tubérculos escamosos, los dos nodulos discales des­ tacados, el nodulo lateral mediano fuerte, semejante al lateral de la base, por lo demás hay todavía tubérculos pequeños irre­ gularm ente distribuidos, pero se nota- una agrupación que vie­ ne a dar una figu ra, aunque muy confusa, semejante a la .d e fra ctiro stris: el punteado es denso en el disco y en los costados en los espacios libres de tubérculos. Los élitros son planos has­ ta la S.* interestría, que viene a constituirse en margen late­ ral del disco, pues desde aq-ní caen bruscamente a los lados; el declive recto. Las estrías bien form adas. Las intexestrías pares profundam ente hundidas en la brt.se, de ahí nue quedan levantados el pedúnculo m esotorácico, el escultejo, la suture y las interestrías im pares en la base; las interestrías 3 y ;5 lle­ van generalm ente pocos tubérculos, pero grandes y alargados, que se unen con frecuencia mediante puentes sobre las interes­ trías pares, form ando de ordinario tres pliegues trasversales, uno delante del medio, otro detrás del medio y un tercero en la parte alta del declive; el tubérculo basal de la S.« interestría es el m ayor y el más adelantado, a veces es tan desarrollado que vien e a ser las veces de un callo hum eral; esta misma in­ terestría term ina en un grueso callo; la 7.’* interestría con nú­ m ero variable de pequeños tu bércu los: un tubérculo subhumeral generalm ente presente en la 9.'1 interestría. Los ventritos están más o menos a un mismo nivel. El 2." postarsito más o m enos tan largo com o ancho. Edeago como en fig . 11-17 L o n g .: 5,7 - '6,7 m m ; la t .: 2,8 - 3,4 mm. C o lo m b ia : Bogotá, 2 í <5 y 2 ? ? . E cu ad o r : Según Hustache.


310

G UILLER M O KUSCHEL

Tipo.— En la Coll. Hustache en el Museo de París (exa m i­ nado) . ! Localidad del tipo.— Bogotá, Colombia. Observaciones.— Especie m uy característica p or sus éli­ tros. La posición que ocupa en este trabajo parece la más ade­ cuada. Su hallazgo lejos del centro peruano y boliviano de dis­ persión nos asegura la existencia de más especies en el área norte del género. La descripción de arriba se basa en 4 eje m ­ plares parátipos.

5.

P rem n otryp es latithorax (P ierce) (fig . 18-19). T ry p o p re m n o n la tith ora x P ierce, Journ. A g r . R esearch W ash in gton 1914, 1:350. fig. 3, lám . 41:3.

T ry p o p re m n o n la tith ora x Pierce, loe. cit. 1918. 12:602, lám . 29-30 (la r v a ). P rem n otry p es la tith ora x K u sch el, A c ta Z o o l. L illo a n a 1949, 8:18, 2(1, lám . 1:7.

I Especie muy variable en todos sus caracteres aun dentro de la misma población. La característica más resalíantp. que permite su inmediata identificación, es la presencia de un dien­ te agudo en la mandíbula debajo del nacimiento de la pieza ca­ duca. Como fué descrita con profusión de detalles en dos oca­ siones diferentes (Pierce. K uschel), om ito aquí una nueva des­ cripción, repitiendo no obstante la advertencia que el ám bito de variabilidad es m uy grande. El e d e a g o e s en rasgos genera­ les como en las fig u ra s 18-19, pero tam bién varía un poco. L o n g .: 4,4 - 8,5 m m ; la t .: 2,0 - 4,2 mm. Perú : Cuzco (Cuzco, 27 í 9 del 1.10.1935 y 18 á 9 del 10.11.1935, J. E. W ille leg.: Anta, 3500-4200 m ,2 ' u y 2 9 9 del 1.2.1949, Kuschel leg.) ; Puno (P uno 91 S 9 de 10.1936, J. E. W ille lé g .; 3820 m. 1 9 del 27.12.1948, Kuschel le g .; 3850-4000 m, 3 J J del 5.2.1949. Kuschel leg.; 5 S 9 , W . W eyrau ch leg .; Chaquimayo, 1 g , Holm gren le g .). B o liv ia : La Paz (L ago Titicaca, Santiago de Huata, 3950 m, 3 á y 4 9 9 del 16.12.1948, Kuschel l e g .) ; Cochabam ba (C o.lomi, 3400 m. 1 9 del 20.12.1948, Kuschel le g .). C h i l e : Tarapacá ( A rica, Putre, 3550 m, 1 9 del 3.12.1946, Kuschel leg .). Tipo.— En el U. S. National Museum de W ashington (n o exam inado). Localidad del tipo.— Cuzco, Perú.


R E V ISIO N DE l o s p r e m n o t r y p i n i

6.

211

P rem n olryp es sanfordi (P ie rc e ). T r y p o p r e m n o n sa n fo rd i P ierce, Journ. A g r. R esearch W ash in gton lá m . 28. P r e m n o tr y p e s sa n ford i K u sch el, A c ta

1918

12:603,

Z o o l. L illoan a

1949, 8:18.

N o poseo esta especie. Pero a ju zgar por la descripción y las fig u ra s debe ser algo m uy próxim o a latithorax (P ie rce ). Las diferencias se dan en la clave. !L o n g .: 8 m m ; la t .: 4,5 mm. P erú : Cuzco, 1 ejem plar seguramente 9 ) del 24.9.1915. criado de tubérculos de la papa. T ip o .— E n el' U. S. National Museum de W ashington (no exam in ad o). L oca’J dad del tipo -C uzco, Perú.

7.

P rem n otryp es solaniperda n. sp. (fig . 6, 20-22).

c? 9 Frente más bien convexa, la foseta angosta y sulciforme, continúa más arriba en una suave depresión longitudinal, en cuyo fon d o no se ven puntos hundidos; sin abultamiento ocu la r; las escamas se reparten uniformem ente, son elípticas, raras veces piliform es, en el centro son muchas veces redondas. Los ojos agudos o subagudos en el ángulo inferior.' Rostro con curvatura dorsal suave, los surcos poco m anifiestos. Epístoma convexo, caído hacia atrás y hacia los lados muy suavemen­ te, fin a y densamente punteado. Las mandíbulas llevan un pe­ queño diente rom o debajo de la pieza caduca; ésta parece des­ prenderse con suma facilidad (sólo se conserva una en uno de los 47 ejem p la res), es fa jciform e, pero carece de la dilatación externa subangulosa que se nota en las especies precedentes, la punta rom a. escapo, sumamente dilatado, pasa claramen­ te-el m argen anterior d e.los o jo s ; el l.e r ahtenito es 1,2 a 1,4 veces más largo que el 2.9; la maza es oblongo-elíptica o fusi­ form e, ligeram ente más del doble más larga que ancha. - P rotórax 1,25 a 1,41 Veces más ancho que largo, próporcionalm ente más ancho en la 9 que en el S. Las elevaciones son bajas, la base con 6 tubérculos, siendo los dos del medio pequeños y m uy bajos, los otros dos son los más altos y son bas­ tante más grandes que los del medio, los dos laterales se des­ tacan poco y se presentan co m o 'g ru e so abultam iento; de loa tubérculos .diseales. apenas hay indicios; el m argen anterior po­ co reforza d o; el punteado es más o menos uniform e en el disco, los puntos m uy poco aparentes y bastante superficiales; en la parte alta de los costados, debajo de los abultamientos late­ rales, son bastante más escasos y aún menos perceptibles. E litros tan anchos o apenas más anchos que el protórax


312

G UILLERM O KUSCHEL

en el g , com o 1,2 veces más anchos en la 9 ; la base un tanto ascendente, la región humeral m uy huida en el g , bastante rápidamente ensanchada en la 9 . Las estrías finas, su p erfi­ ciales, muchas veces apenas visibles en el disco. Las interestrías impares con tubérculos, la 7.* con el nodulo basal en la mism a base, por eso el nodulo basa'1 de la 5.* queda ,un poco más atrás que el de las otras dos in terestrías; la 3.» lleva 2 tu­ bérculos mayores, uno hacia el térm ino del disco y el otro en la parte alta del declive, la 5.5 lleva un solo tubérculo m ayor que se sitúa entre los de la 3.», de m odo que los 6 limitan un hexágono de diámetro- trasversal m a y o r ; la 9.’ interestría con 1 ó 2 tubérculos subhum erales; las interestrías pares frecu en ­ temente también con tubérculos, pero menores p.ue los de las impares. Los ventrítos todos a un mismo nivel. Las tibias anterio­ res y posteriores en los ángulos distales externos casi siem pre sensiblemente dilatados. 2.° postarsito más largo que ancho. .3 : edeago muy característico, fig . 20-22. 9 : 7.9 tergito de ápice redondeado: 8.11 tergito de perfil con fuerte curvatura en el ápice y sólo con algunos n'untos ais­ lados que no se ordenan en un fino surco; S.’ esternito ríe ápice bastante romo y de curvatura inferior fuerte, el surco subapical muy tenue; fig. 6.

L o n g .: 4,7 - 8,1 m m ; la t .: 2,2 - 4,3 mm. P e r ú : Cuzco (C aira, 3300 m. 1 g del 29.1.1949, Küschel

leg.) ; Puno (Puno, 3900, 1 <5 de 2.19-Í8, W . W eyrauch le g .; 3820 m. 4 g g y 3 9 9 4el 27.12.1948, Kuschel leg .). B o l i v i a : La Paz (L ago Titicaca, Belén, cerca de Achf»ca­ chi,- 3820 m, 4 3 y 1 9 del 36.12.1948, Kuschel leg .; San­ tiago Huata. 3950 m. 15 g g y 17 9 9 del 16.12.1948, F n a rina, 3850 m, 4 J 3 y 2 9 ? del 15.12.1952, R. Pérez A lca ­ lá leg.; Illim ani, ladera sur-este, 4700 m , - l í del 20.1.1949, Kuschel leg.) ; Oruro (cerca de la ciudad Oruro, 3700 m, 1 9 del 28.1.1940, W ittm er le g .). Tipos.— H olótipo ( <j ) , alótipo y parátipos en la colección del au tor; otros parátipos en el Museo de La Paz, en el Museo Javier Prado de Lima, en el U. S. National Museum de W a ­ shington, en el Museo Británico de Londres, en los Museos de París. Estocolm o y Dresde, en el Museo y Deutsches E nt Institut de Berlín. Localidad del tipo.— Puno, Perú. Observaciones.— Se asem eja mucho a prim era vista a latíthorax (P ierce) ; es también bastante variable. El ejem plar de Cuzco es el mas pequeño de toda la larga serie no obstante ser hembra, posee un epístoma bastante más convexo y m e­ nos punteado que la form a típica. E speram os hasta que se con-


RE V ISIO N DE LOS PR EM N O T RY PIN I

213

( Solanum tu b ero su m ).

8.

P r e m n o tn jp e s , clivo sus n. sp. (fig-, 23-25)'

á - Frente trasversalmente convexa, sin abultamiento ocuo í6 m echana sulciform e, no continúa hacia el vértice. Kostro ¿,1 veces más largo qué el diámetro distal, m oderada­ mente curvo, poco angostado hacia adelante; las pterigias sa­ lien tes; los surcos poco marcados; no hay surco m ediano; las

F ig. 14-31'. 14. P rem n otry p e s fra ctiro stris M arshall, edeago, vista dorsal; 15. idem , v irta latera l: 16. P. vorax (H u s ta ch e ), edeago. vista dorsál; 17.- idem , vista lateral; 18, P. la t it h o r a x , (P ie rc e ), edeago, vista dorsal; 19. idem , vista , latera l; .20. P . s e x n o d o s u s n. sp., edeago, vista d crsa l; 21. Idem , p o rció n ap ica l; 22.' ídem , "vista la ­ t e r a l; 23. P. cliv o s u s n. sp., edeago, vista dorsal24. idem , p o rció n apical; 25. id em , vista latera l; 26. P. su tu rica llu s n . e p . , ccíeago, vlpta dorsal; 27. Idem, p o r c .ó n a p ic a l; 28. Idem , vista latera l; 29. P. Z lsch k al n. sp., edeago, vista dorsal; 30. id em , p o r c ió n a p ic a l; 31. id e m , vista lateral.

cerdas se d irig en -h a cia atrás. E l epístoma poco elevado,, su caída posterior medianamente acentuada, liso. Mandíbulas con cicatriz apical, con diente o ángulo expresado después de caída la pieza caduca (ésta falta en el c-jemplar). El escapo relativa­ mente delgado, alcanza á ló menos hasta el l.e r tercio del ojo, sólo con algunos pelos.finos,'/fin escam as; funículo fino y alar­ gado, te .’ o sus a r te jo s m ás la rg os q W ar.ch os; el 2.‘> es más


214

GUILLERMO KUSCHEL —

largo (1,1) que el 1.°; la maza es cerc& de 3 veces más larga que ancha. P rotórax 1,15 veces más ancho que largo, su m ayor anchu­ ra en el tercio anterior. Las elevaciones son bajas, pero se destacan bien; se distribuyen de la siguiente m anera un tanto re­ tiradas de la base se encuentran 6 elevaciones, las dos m edia­ nas son las más elevadas, se dirigen oblicuamente hacia ade­ lante uniéndose con la discal y continuando aún más allá has­ ta otra elevación baja, desde el tubérculo discal emiten otra ram a convergente que se une con la opuesta un poco p o r de­ lante del medio continuando hasta cerca del m argen distal en una arista baja para bifucarse luego; el 2 " par de tubérculos basales queda más cerca de la base, son a la r g f >’cs y siguen un curso paralelo al margen exterior del l.e r par, incidiendo enla misma elevación baja mencionada anteriorm ente; el 3 er par de elevaciones basales se encuentra en el m ism o m argen late­ ral, retiradas de la base, que apenas quedan señaladas com o pequeño nodulo; e>: nodulo lateral anterior es bastante más des­ arrollado; en el margen anterior hay un pequeño tubérpulo a cierta distancia de la línea mediana. El surco mediano es an­ gosto y sólo existe en la mitad basal y en el m argen apical. El punteado del disco es muy poco aparente. Elitros ensanchados suavemente en línea reetn. hasta más allá del mc>’ io, donde son muy poco más anchos cu s el protó­ rax. La base a un mismo nivel con el pedúnculo m esotorácico, a los lados se form a un ángulo humeral recto, no más saliente oue el ángulo basal del protórax. Las estrías dorsales m uy des­ iguales y muy confusas, poco aparentes. Las interestrías im ­ pares con tubérculos, la S.” con un tubérculo largo co,-ca. rio [a base y con un tubérculo m uy elevado y rom o en el térm ine del disco, cuya caída posterior es vertical, seguido de dos tu berculitos, agudos en el m ism o d ecliv e ; la 5.» con 2 a 3 tubércu­ los pequeños en el l.e r tercio, otro más elevado en el m edio y 2 a 3 al término, cerrando el disco en ángulo recto poco p or delante del tubérculo grande de la 3.« in terestría ; la 7.* con ana serie de tubérculos que van creciendo hasta después del medio, sobresaliendo los m ayores del contorno elitral. Los cos­ tados son verticales a partir de esta 7.l! in terestría ; no h ay tu­ bérculos en la 9.”. Sin surco trasversal en el pedúnculo m esotorácico frente' al mesepisterno. 5.’' ventrito convexo, brevem ente escotado en el medio. Las tibias delgadas, su borde superior con escam as poco densas; la placa cestillal incompleta, pues su carena in­ terna se borra hacia el ángulo extern o; 2.'-' postarsito m ás largo que ancho.


R E V ISIO N DE LOS P R E M N O T R Y PIN I

cava 7 «S fa ’Z hundfdo

215

• te.rglto en amplia curvatura cónconvexo, sin im presión foveiform e en el ápice.

S ^

el dorso detrás del P °r° mediano

L o n g .: 5,0 m m ; la t .: 2,1 mm. B o l iv ia : sin m ayor precisión, 1 $ .

T ip o.- H olótipo ( á ) en la colección del autor. L ocalidad del tipo.— Bolivia, sin más datos. Observaciones.— E specie inconfundible por muchos carac­ teres , pero sobre todo p or la form a del edeago. A pesar de te­ ner un solo ejem plar, vale la pena describir la especie por lo característica que es, que nos da una idea de las form as varia­ das que contiene este género altoandino.

9.

P rem n otryp es suturicalhis n. sp. (fig . 7, 26-28).

c? Q F rente convexa, la foseta mediana poco profunda, sin abultam iento ’ hacia los ojos, a menudo con gránulos, con una mancha de escamas más claras y densas en el medio. R os­ tro suavemente curvo, su margen superior poco angostado, los surcos poco aparentes, a veces hay uno mediano, los suprascrobales casi siem pre presentes, los laterales del dorso borra'dos, hay a veces gránulos com o en la frente, las cerdas d irigi­ das hacia atrás. El epístom a poco elevado pero destacado. Las m andíbulas con pieza caduca extremadam ente corta, subrectangular, apenas más larga que ancha, el ápice rom o; la cica­ triz es pequeña; cuando falta la pieza caduca las mandíbulas term inan inferiorment-a en el ángulo subagudo o romo. El es­ capo alcanza justam ente al margen anterior de los ojos, delga­ do, hacia el ápice c ’.aviform e, sin escam as; l.e r artejo del fu ­ nículo 1,1 vez más largo que el 2.'>; la maza es como 2,5 veces m ás larga que ancha. P rotórax com o 1,22 veces más ancho que largo en el $ y 1,47 veces en la 9 , su m ayor anchura en el tercio basal. Las elevaciones son m uy bajas, la base con 6 tubérculos ñoco apa­ rentes, los dos medianos más bien nulos en el s , el 2.« par se encuentra en la misma base; el surco mediano completo. Todo el disco con punteado más o menos denso pero poco perceptible, erttre m edio hay algunas granulaciones, a veces muchas y sa­ lientes. E litros poco más anchos que el protórax en ambos sexos. La base suave en el $ , bastante fuertem ente caída en la 9 , el ángulo humeral bastante fuertem ente redondeado, algo m e­ nos en el 3 que en la 9 . Las estrías dorsales apenas menos nítidas que las laterales. Todas las interestrias dorsales con tubérculos, a excepción de la 2.\ siendo mayores los de las


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G UILLERM O KUSCHEL

interestrías im pares; la sutura lleva un par contiguo en la parte alta del declive, los tubérculos basales de la 3.1» 5.- y 7.® interestría-se hallan en la misma base; la 3.“> tiene un tubérculo m ayor hacia el térm ino del disco, otro en la parte alta del de­ clive y otro a media altura del declive; la 5 " posee el tubérculo más desarrollado de todos y se encuentra en el térm ino del de­ clive, este tubérculo está en una hilera oblicua con el de la 3.* de la parte alta del declive y con el de la sutura: los tubérculos de la 7.l) interestría son pequeños y no sobresalen lateralm en­ te, la 8.a con 1 a 2 tubérculos subhumerales, la 9." sin tubérculos. S.* ventrito con una gran superficie m uv lisa y brillante, sólo hacia los m árgenes finam ente pun^a^o. el del * truncado en eí medio. Carena interna de las postibias comnleta. S : edeago como en fig s. 26-28, gradualmente angostado desde la base al ápice. <? 8.? tergito de ápice romo, 8.9 esternito bastante agudo, fig . 7. L o n g .: 6,4 - 7,2 m m .; la t .: 2,7 - 3,7 mm. P w r : Junín (Lapo Junín. Carhuprñayo, ¿100 m.. 1 9 del 1.2.1948. W.' W eyrauch le g .; Oroya, 4300 m., 2 g $ y 3 9 S del 1^.12,19^6. Kuschel le g .). Tipf's-— F olótip o fv?),. alótiüo y iin narátipo én la co­ lección del autor, sendos rarátfnos- en pl M " sp« .Javier Prado de Lima, en el Ur S. National Museum de W ashington ,y en el Museo Británico de Londres. '* Localidad del tipo.— Oroya, Perú. ■ Observaciones.— La presencia de nn callo sutural en el declive es exclusivo de esta especie. La biología es desconocida.

10.

P revin otryp es ?ischkai n. sp. (fig . 2 9 - 3 1 ).

c? 9 . Frente convexa, la foseta bastante profunda, conti­ nuada por un surco hacia el v értice; sin abultamiento ocu la r; las escamas uniform em ente repartidas. El rostro corto y gru e­ so, fuertem ente curvo, su margen superior moderadam ente an­ gostado; los surcos nulos o ligeramente indicados. El eüístom a grande (la pieza caduca falta en todos los ejem pla res), el án­ gulo in ferior es agudo o rom o. El escapo m oderadam ente en­ grosado, sin escamas, no alcanza al margen anterior de los o jo s ; los dos prim eros antenitos del funículo iguales, los últi­ mos artejos m on iliform es; la maza es unas 2,3 veces más lar­ ga que ancha. P rótórax com o 1,22' en el i y 1,35 veces en la 9 más ancho que largo. Los tubérculos aún más bajos que en la espe­ cie anterior, por eso muchas veces no discernibles.


R E V ISIO N DE LOS P R E M N O T R Y PIN I

217

E litros una insignificancia más anchos que el protórax, algo más en la 9 . La base más o menos en un mismo plano con el pedúnculo m esotorácico hasta" la 3.11 interestría,'hacia los lados^ m oderadam ente ca íd a ; la región humeral en arco pro­ nunciado, la del í del ancho de la base del protórax, la de la 9 más ancha. Las estrías dorsales m ucho menos aparentes que las laterales, sus puntos en el disco bastante desigualmente distanciados. Las interestrías pares sin tubérculos, las im pa­ res 3, 5 y 7 con tubérculos, todas éstas con su tubérculo basal en la m ism a base, todas con un tubérculo bastante m ayor al com ienzo del declive, quedando situados los 6 tubérculos en ar­ co llam ativo, la 3.® todavía con una serie de pequeños tubérculos subagudos en el declive, la 7.1* con los tubérculos en buena par­ te unidos, p or lo que aparecen com o cresta lateral del disco. N o hay tubérculos subhumerales en las demás interestrías. El surco trasversal del pedúnculo m esotorácico frente al m esepisterno apenas señalado. Un ancho margen del ventrito punteado, lo demás liso ; en el 9 escotado en el medio y convexo. Placa cestillal de las postibias con carena interna in­ com pleta. 2.9 postarsito por lo menos tan ancho como largo. • $ : edeago com o en figs. 29-31, el dorso proximalmente del p oro m ediano hundido. L o n g .: 4,1 - 7,0 m m .; la t.: 1,8 - 3,3 mm. B o l i v i a : Cochabam ba (Tunari, 4000 m., 1 s 61 9 9 del 29.12.1948. Kuschel leg .: 1 9 del 28.2.1948 y 4 9 9 de 1.1949, Zischka le g .; 4500 m., 1 9 , Zischka leg.; Lequepalca, a 60 km. al oriente de Orurc, 3900 m., 1 9 del 14.1.1949, Kuschel le g .). Tipos.— H olótipo ( 9 ) , alótipo y parátipos en la colec­ ción del au tor; parátipos en el U. S. National Museum de W ashington, en The Am erican Museum de Nueva York, en el Museo B ritán ico de Londres, en los Museos de París, Estocolm o, Berlín, Munich, Dresde y Viena y en la Coll. Zischka. Localidad del tipo.— Tunari, Bolivia. ■ Observaciones.— Fácil de reconocer por la brevedad del es­ capo y la posición de los 6 tubérculos m ayores en la parte pos­ terior de los élitros. E ra muy abundante en una pequeña vega del Tunari. Nada se sabe de su biología.

11.

P rem n otryp es pusillus n. sp.

o Frente convexa, la foseta pequeña, ralm ente hacia el vértice en un surco suave, ocular. R ostro corto, grueso, moderadamente ausentes o m uy poco aparentes; las cerdas

continuada gene­ sin abultamiento curvo, sus surcos se dirigen hac a


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G UILLERM O KUSCHEL

atrás. Epístom a bajo, poco destacado. M andíbulas con cicatriz pequeña, apical, el ángulo in ferior agudo-rectangular (la pie­ za caduca falta en todos los ejem pla res). E scapo bastante en­ grosado, sin escamas, no alcanza bien al m argen anterior de los o jo s ; le r . artejo del funículo ligeram ente más largo que el 2.(l, el 7.9 es tan ancho com o largo o ligeramente trasversal; la maza de largo variable, de 2,1 a 2,6 veces más larga que an­ cha. P rotórax como 1,35 veces más ancho £ue largo, sin eleva­ ciones, los abultamientos laterales apenas indicados, el m argen anterior no reforzado. Con surco mediano, abreviado cerca de los extremos. El disco desigual debido a algunas im presiones provistas de puntos, pero estas im presiones de distribución in­ dividualmente diferente; una ancha zona del medio sin esca­ mas o con ala-unas solitarias. Elitros bastante más anchos que el protórax. La región humeral suavemente redondeada. Las estrías fuertes. Sólo las interestrías 3 y 5 con algunos tubérculos baios después del medio del disco, no hav tubérculos basales. H ay su perficies pequeñas desprovistas de escamas. La m ayor patre del 5 ° ventríto lisa. Tarsos breves, el 2.» postarsito tarnsversal. L o n g .: 3.77 - 4,89 mm.; Iat.: 1,89 - 2,51 mm. P e r ú : Junín (L ago Junín, Carhuamayo, 4100 m., 3 9 ? 1.1948, W . W eyrauch le g .; Punrún, 4400 m., ,1 9 de 6.1948, W. W eyrauoh le g .: Oroya, unos 10 km. al sur, 1 9 del 10.3.1951 Ross y Michelbacher le g .); Cuzco (Patapata, en los cerros al norte de Caira, 4000-4200 m., 23 9 9 del 30.1.1949, Kuschel leg.; Anta, 3500-4200 m, 13 9 9 del 1.2.1949, Kuschel le g .; unos 70 km. al sur de la ciudad Cuzco, 1 9 del 2.3.1951, Ross y M i­ chelbacher le g .). Tipos.— H olótipo ( 9 ) y parátipos en la colección del autor, otros parátipos en el Museo Javier Prado de Lim a, en la A cadem ia ele Ciencias de California, en el U. 13. National Museum de W ashington, en The A m erican Museum de N ueva Y ork, en el Museo B ritánico de Londres, en los Museos de' E-stocolmo, París, Berlín, Ham burgo, Viena y Dresde. L ocalidad del tipo.— Patapata, Cuzco, Perú. Observaciones.— A pesar de la reducida talla y de la re­ ducción de los tubérculos pertenece al género P rem n otryn es Los ejem plares del Lago Junín y del sur de O roya difieren li­ geramente por la escultura más fuerte del prolioto y las- es camas más densas en la frente y en el rostro, pero los de -Vnta al nor-oeste de Cuzco, ya son intermedios.


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A P E N D I C E E ntregado ya el trabajo, he encontrado todavía dos espe­ cies de P rem notrypini en mi colección, cuyas descripciones mn perm ito agregar aquí, pues complementan o extienden la dis­ tribución geog rá fica de los géneros R hinotrypes y M icrotrypes. R h in otryp es w eyrau ch i n. sp. 9 . N egro brillante el ápice del rostro, las antenas, los m árgenes an terior y posterior del protórax y las patas de un castaño oscuro o rojizo. El ángulo basal del protórax, la re ­ gión hum eral y la parte posterior de los élitros con grupos de escam as, lo m ism o que la porción subapical de los fémures. Cabeza con fin a s estrías detrás de 'los ojos con puntos m uy espaciados hacia el vértice. Frente con indicación de sur­ co poco profu n do y con puntos confluyentes más o menos su­ perficiales. O jos subplanos, con fin o surco superficial hacia la fren te. R ostro una insignificancia más largo que el protórax, p oco curvo. Punteado moderadamente grueso y m uy espaciado en el dorso, más grueso y más tupido a los lados. El 2.° antenito fu n icu lar 1,14 veces más largo que el l . 9. P rotóra x 1,13 veces más ancho que largo, los lados mode­ radam ente arqueados. El punteado muy grueso, irregular, con surco m ediano. Lóbulo ocular m anifiesto. E litros con las estrías fuertes, tan anchas com o las interestrías. Las interestrías planas en el d is co ; la sutura levantada en la parte alta del declive. L o n g .: 3,6 m m .; la t.: 1,75 mm. P e r ú : Cajam arca (Cumullca, 3600, 1 9 del 23.3.1950, W. W eyrauch le g .). Tipo. — H olótipo ( 9 ) en la colección del autor. Localidad dél tipo.— Cumullca, Perú. O bservaciones.— Ocupa una posición intermedia entre sulcifro n s n. sp. y grossepunctatus n. sp. La presencia de^ man­ chas escam osas en los ángulos del prótórax y en la región hu­ m eral de los élitros es carácter propio de esta especie.

M icrotryp es puberulus n. sp. 9 ' N egro brillante, antenas nesr-ps. nat»1* mnV oscuras. P rotóra x v élitros con pelos blancos aplicados al tegumento, p e ­ ro p ^ o abundantes. _. , ___ _ Cabeza m uy superficialm ente punteada, finam ente rugo­ sa hacia la fren te. R ostro arrugado en la mitad basal.


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GUILLER M O KUSCHEL

Protórax muy irregular, densamente punteado, con surco mediano. E litros de disco plano. Las estrías más angostas que las interestrías, más bien superficiales. Las interestrías con g ra ­ nulaciones finas. Pretibias notablemente incurvadas. 3er. postarsito corto. Long. 2,32 m m .; lat. 1,07 mm. P e r ú : Cuzco (Hualla-hualla, en el camino a Matacarpa, 4750-4850 m., 1 2 del 2.2.1949, Kuschel leg .). Tipo.— H olótipo ( 9 ) en la colección del autor. Localidad del tipo.— Hualla-hualla, Cuzco, Perú. Observaciones.— Esta especie se distingue de todas lns de­ más por los pelos aqostados y muy visibles en el protórax y en los élitros. En la clave de las especies de M icrotryp es queda­ ría colocada en el.núm ero 7 ( 8 ), ju n to a cu rvipes n. sp. Su ha­ llazgo en Perú tiene bastante im portancia, porque todas las demás especies son de Bolivia. Teniendo la nueva especie ca­ racterísticas propias m uy notables, no entiendo por qué no he encontrado m ejor representado el grupo sn el D epartam en­ to de Cuzco. Se repite en este caso lo que se observa en casi todas las especies bolivianas que el área de dispersión, se des­ plaza hacia las. regiones altoandinas que 'quedan situadas ju n ­ to a la vertiente oriental.

Adiciones a los B A G O IN I Han pasado sólo p eco más de tres años desde que apnreció el estudio sobre los g org ojos acuáticos del arroz (K uschel, Rev. Chil. Ent. 1952 (1951) 1 : 2 3 -74). Vuelvo a ocuparm e de ellos para dar a conocer nueve especies nuevas y los m achos de otras dos, como también para am pliar la distribución de algunas. El cuadro publicado en p. 27 debe com pletarse agre­ gándole una especie a Venezuela, cinco a Brasil, ocho a P ara­ guay, una a U ruguay y una a A rgentina, e intercalándole una sexta columna, entre Ilyod ytes e H yd rotim etes. para el nuevo p-én^o P^rtot'dno. con la misma e s w cie para P araguay y A r­ gentina. No había incorporado en dicho cuadro el género Bagoidellus Hustache precisamente por no haber estado sgguro de su correcta interpretación. Después de exam inar el tipo fu s fá ­ cil darse cuenta que nada tenía que hacer con el presente g ru ­ po. Infortunadam ente hay de nuevo espec'es con un solo eiem Plar, más como la m ayor parte de ellas están presentes en ejem ­ plares machos, su determinación no ofrecerá m ayores d ificu l­


RE V ISIO N DE LOS PR E M N O T R Y P IN I

221

tades gracias a las características m uy notables y específicas del m ucrón de las postibias. Un elem ento im portante que se agrega a la fauna sudame­ rican a es una especie de Lissorhoptrus con el tercer artejo tar­ sal ancho, carácter que sólo existía hasta el momento en dos especies norteam ericanas. E s m uy probable que este leve de­ talle en apariencia de los tarsos tenga algún valor de trascen­ dencia filogen ètica, razón por la cual se han puesto las dos es­ pecies norteam ericanas al com ienzo del género. Como estimo que el centro de dispersión del grupo de géneros, cuyas especies acostum bro llamar g o rg o jo s acuáticos del arroz, se encuentra en la cuenca del Am azonas, el hallazgo de una especie en Sudam érica reviste especial interés biogeogràfico, con lo que se con firm a ría que el género Lissorhoptrus en la región neártica es un elem ento neotropical de aquella fauna.

L issorh optru s venezolanus n. sp. (fig . 32-33) 9 . En todos los caracteres m orfológicos externos prác­ ticam ente igual a L. buchanani Kuschel, pero el edeago es del todo diferente. El rostro con una im presión longitudinal más n ítid a ; las interestrías dorsales con 3 hileras de escamas y con­ vexas en el declive. Las tibias posteriores de_ los S S con dien­ te b a s ^ le x te r n o mucho m ayor, el prem ucrón triangular, m u­ cho más desarrollado y se encusntra^ en el medio del mechón He reíos largos. Edeago de porción apical m uy angosta, tig. 3 3 .' L o n g .: 3,3 - 3,4 m m ; la t .: 1,5 mm. V e n e z u e la : A ragua (M acaray, 2 H de 5.1936, P. V ogi leg.) ; Guarico (L a Cruz, 1 V ) . Tipos.— H olótipo. ( 5 ) en'Zool._ Staatssammlung de nich, alótipo y parátipo en la coleccion del autor. L ocalidad del tipo.— Maracay,' Venezuela. • o iaTT« L. gebuchanani Observaciones.— Es tal se tal j la semejanza & con lo mág Kuschel de E E . UU. que en un oxam8n del edeago y de las trataba de una subespecie, pero el exa ^ diferentes. p apostibias del macho Jeve,ar también m ayor oue la norteamerece que esta nueva form a e ejem plares actualmente ricana, pues el tam año med:10 de 1°s J ejem p ^ ^ ^ presentes de L. buchanani . „ j ares de Venezuela es m m ) ; el tam año medio de los 3 O yp la dei grupo de 3,33 mm. » con el tercer tarsito ancho oueaCsea encuentra en Sudamsrica.


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GUILLER M O KUSCHEL

L issorhoptrus paraguayanus n. sp. (fig . 34) 9 . Escam ación más o menos áspera; antenas y tarsos castaños, los tarsos (incluso el oniquio) densamente escam o­ sos, los prim eros artejos con grandes escamas anchas. R ostro grueso, más cor.to que el protórax, dorsalmente con m uy fu er­ tes curvatura, sin carena en la fa z in ferior. Desde la fren te sensiblemente angostado hacia adelante, la frente entre los ojos más ancha que el diámetro apical del rostro. E scroba rápida­ mente dirigida a la faz inferior. Escapo corto, con fu erte en­ sanchamiento apical desde cerca del m edio; el funículo m uy corto, el l.e r artejo m uy inflado. P rotórax muy poco más ancho que largo, dilatado insen­ siblemente hacia el tercio anterior en línea recta, donde se es­ trecha en arco extraordinariam ente suave en el holótipo, bas­ tante fuerte en el parátipo. E litros como 1,4 veces más anchos que el protórax y 1,56 veces más largos que su propia anchura. La región humeral fuertem ente inclinada atrás, el callo humeral saliente; el ápice escotado debido a los dos callos apicales bastante desarrollados. Estrías angostas bien marcadas, la 2.* después del . medio no­ tablemente hundida, -dónde la sutura oueda a nivel in ferior. Interestrías más o menos convexas, las im pares con nodulos en el tercio distal. 5X veñtrito subplano, con una amplia im presión suave en ' la mitad distal. Las tibias anteriores fuertem ente in cu rv a d a s; las medias con largos pelos natatorios en el borde extern o y con pocos cilios en el interno. 7.1' tergito m oderadam ente esco­ tado, fig . 34. L on g .: 2,72 - 2,90 m m ; la t .: 1,25 - 1,30 mín. Paraguay : Paraguay Central, 2 - 2 9 ele 1885, P. Gsrm ain leg .). Tipo.— H olótipo ( 9 ) en el Museo Nacional de París, pa­ rátipo en la colección del autor. Localidad del tipo.— Paraguay central. Observaciones.— P or el conjunto de caracteres parece que­ dar ubicado m ejor en la vecindad de L. carinirostris Kuschel y L. bosqi Kuschel. La fuerte curvatura del rostro el callo humeral_ saliente y el disco elitral deprim ido cerca de la sutura caracterizan lá nueva especie.

L issorhoptrus bosqi Kuschel 1943 B r a s i l: Matto Grosso (Corum bá, R ío P araguay 1 9 H Richter leg. — en el Museo de La P la ta ). Nuevo para B rasil. ’


R E V ISIO N DE LOS P R E M N O T R Y PIN I

L issorh op trn s erratilis Kuschel 1952

223

(fig . 3 5 ).

d” . Postibias sin premucrón. El mucrón es ancho en la mitad proximal, donde lleva un pequeño diente en el margen interno, la mitad distal angosta, linear, el ápice mismo indivi­ so y. ligeramente ensanchado, (fig. 3 5 ).

9 . El hoyuelo del 5.9 ventrito es igualmente profundo en el nuevo ejem plar, pero no se presenta aquí alargado sino re­ dondo. 7.'J tergito m oderadamente escotado, más o menos co­ m o en L. m exicanus Kuschel, fig . 20, de la revisión del género. L o n g .: 2,73 - 2,84 m m ; la t .: 1,30 - 1,34 mm. MÉXICO: Sonora (O bregón, 1 j y 1 s de 1954, N.° 548630, en flores del algodonero, G ossypium officinale, A . Zagueta le g .). E l ejem plar $ fu é designado como alótipo y devuelto al U. S. National Museum de W ash in gton ; el nuevo ejem plar 9 fu é cedido gentilm ente al autor. O bservaciones.— E n la clave de las especies, fundada en los los caracteres de los machos, L. erratilis debe incorporarse) en, 9 ( 6 ) , m odificándose ligeramente el tenor de acuerdo con la form a del m ucrón, que se da en la presente figura. La talla que se da para el holótipo en la revisión es un poco m ayor de la que tiene ep realidad (2,84 m m .). Los dos ejem plares, que se enviaron correctam ente deter­ m inados p or M iss Rose E. W arner ,del U. S. Department o f A gricultura, W ashington, fu eron colectados en flores del algo­ donero ju n to con un espécim en de L. oryzophilus Kuschel. Lo que sig n ifica este hallazgo en flores de dicha plánta, ignoro p or el mom ento, pues estos gorg ojos se alimentan .al estado de larvas y adultos de Gramíneas. Sería de interés ver qué es 10 que hacen en las flores. Sospecho que ambas especies se en­ cuentran en abundancia en los lugares de captura y que se hallaban ocasionalm ente en las flores del algodonero, adonde se habrán refu giado probablem ente sorprendidos en su vuelo p o r vientos fu ertes o por un brusco descenso de temperatura. A grad ezco a M iss Rose E. W arner la oportunidad que me o fre ­ ció de d escribir el macho y com pletar a lg u n o s. caracteres de la hembra,: con lo que se pudo con firm ar la sospecha que ha­ bía exteriorizado con ocasión de la descripción original de que se trataba de una especie con características especiales.

L issorh optrn s oryzophilus Kuschel 1952. E E . UU. • Ohio ( d e ' diferentes localidades. e^nV los. v co­ lectados p or E. L. Sleeper) ; Kentucky (sin localidad precisa,


G UILLERM O KUSCHEL

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1 5 en la Coll. Sleeper) ; South-Caroiina (sin localidad p reci­ sa, 1 9 en el Museo de B e r lín ). M éxico : Sonora (O bregón, 1 $ , en flores del algodonero, Gossypium officinale, N.° 54-8430, A . Zagueta leg. en el U. S. National M useum ). C u b a : P inar del Río, 5 S í y 3 9 2 del 1 6 /2 9 .5 .1 9 3 3 , H . J. M acGillavry leg. — 5 ejem plares en el Museo de A m sterdam, 3 en la colección del autor. Observaciones.— Entre el material enviado por M r. E. L. Sleeper también hay un ejem plar recogido en a lg od on ero; véa­ se lo dicho en la especie precedente. He recibido además 4 ejem ­ plares, 3 } i y 1 2 , con etiqueta de Brasil (Santa Catarina. Blum enau). No hay dato a lgu n o que la especie haya llegado a Brasil, por lo que creo que se trata de un simple e rro r de ro ­ tulación.

Lissorhoptrus sim plex (Say 1831). H rydronom us

berolin ensis

S oh jlsk y,

in

K ü s te r -K r a a tz

K ä fe r

Eur.

190?,

45 N r. 69. H ydro n om u s berolinensis R eitter, Fauna G erm án ica 1916, 5:212. Lissorh optru s sim p lex K u sch el, R ev. C hil. Entjn 1955, 4:269. 290.

i

Registrando la colección general del Museo de Berlín en­ contré un grupito de L issorhoptrus, entre los cuales había uno con una etiqueta anaranjada que decía “ T yp e” y debajo había tres rótulos más con laß siguientes anotaciones: “ Schüppel, Berlín, 54486, H ydronom us berolinensis Schils. n. sp.” . Grande fué la sorpresa al constatar que efectivam ente 'había una es­ pecie descrita de Berlín b a jo ese nom bre. A l lado se hallaban 7 ejem plares más, 2 con el N N > 2961 de “ Süd-Carolina” y 5 con el N." 54499 de “ C arolina” , estos últimos determ inados co ­ mo “ N otiodes egenus D ej..” . Los dos prim eros eran una hem ­ bra de L. oryzophilus Kuschel y una hem bra de L. Simplex (S a y ). Los otros 5 pertenecían una hem bra a L. oryzophilus y un macho y 3 hembras a L. sim plex. Llam ó de inm ediato la atención el estado de conservación e idéntico m ontaje de los 5 ejem plares de “ Carolina’ y del tipo de Berlín. Si bien es cierto que el propio Schilskv expresa sus dudas acerca de la procedencia de su especie, ese interrogante quedó en la lite­ ratura hasta el presente. A pesar del número de entrada lige­ ramente distinto del tipo y de los otros 5 ejem plares, creo m uy probable que todos ellos provenían de una mism a fuente. La extracción del abdomen del tipo, un ejem plar hem bra, llevó


N

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2 2 f

^ S 0naí>-emente a L ' sim Vlex (S a y ), resultado que ya se ha publicado según se índica más arriba.

L issorh op tru s lepidus Kuschel 1952. / * de 11.1937, H. Jacob leg., en la coleccion del autor. Nuevo para Paraguay. P a r a g u a y : Hohenau, 1

L issorhoptrus ( L issocordylus) tilñalis (H ustache 1926). P a r a g u a y : H o h e n a u ,'1 $ de ! 1.1937, H. Jacob, leg., en la colección del autor. Nuevo para Paraguay. *

Oryzophagus oryzae (Costa Lima 1936). U ru gu a y : Una serie de ejem plares enviados por A. R u ffinelli. Nuevo para Uruguay.

H elodytes ( D yth elu s) tuberculosas n. sp. (fig . 36 - 3 7 ). r?19 . Escamaeión áspera, las escamas individualizadas, cubren el rostro hasta inmediatamente detrás del epístoma y la su perficie externa del escapo; el ápice del rostro con abun­ dantes vibrisas, el oniqnio term ina en los ángulos con cerdas cortas y rígidas m uy llam ativas; antenas y tarsos de un cas­ taño m uy oscuro, casi negro. R ostro más o menos tkn largo com o el protórax, fuertem ente curvo, con im presión frontal e im presión longitudinal m uy nítida a la altura de la inser­ ción antenar; su borde superior levemente angostado hacia la inserción de las antenas; el diámetro apical tan ancho como la fren te entre los o jo s ; con cerdas curvadas. P rotórax com o 1,1 vez más ancho que largo, dilatado ha­ cia el tercio anterior, rápidamente contraído en el ápice, la estrangulación apical fuerte. El disco longitudinalmente casi plano, algo irregular, con una impresión a cada lado cerca del m edio y una im presión bastante marcada inmediatamente de­ trás de la m ayor anchura. E litros 1,47 veces más ancho que el protórax y 1,50 veces más largos que su propia anchura. La región humeral se en­ sancha bastante bruscamente en arco, el callo humeral no so­ bresale o m uy poco de los contornos; el ápice ligeramente esco­


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G UILLERM O K U SC flE L

tado. Estrías suleiformes, muy angostas, más estrechas que las interestrías. Las intérestrías en parte convexas, las im pares más levantadas y provistas de nódulos salientes en el declive, bajos en el disco hasta cerca de la base, la sutura tam bién con nódulos en el declive. Las coxas medias contiguas; los ventritos sin hoyuelos per­ ceptibles a través de las escamas; el 5.1' ventrito subplano, li­ geramente impreso en el á , con una leve foseta en la 9 . F é­ mures bastante hinchados. Pretibias con borde externo subrecto y terminado en punta, el interno suavemente sinuoso y con algunos pelos; mediitibias poco curvas, con pelos largos bastante rígidos en el borde externo y con pelos cortos en el interno; postibias con pequeñísimo prem ucrón en la 9 . . á : Postibias sin prem ucrón; el m ucrón pequeño, con ex ­ pansión basal externa y con un pequeñísimo diente basal in­ terno, fig. 36. 7.':’ tergito en leve arco cóncavo. Edeago brus­ camente estrechado en arco cóncavo form ando ángulo, fig . 37. 9 : 7 tergito con margen apical en suave arco cóncavo. Coxito sin seta apical. L o n g .: 2,10 - 2,45 m m .; la t.: 0,95 - 1,25 mm. Paraguay : San Luis, 4 s s y 4 9 9 , Reim oser leer. Tipos.— H olótipo (<5 ), alótipo y 3 parátipos en el Musao de Viena. 3 parátipos en la colección del autor. Localidad del tipo.— San Luis, Paraguay. Observaciones.— Las estría? extremadam ente finas para este género y el criptotarsito oculto indican caracteres com u­ nes con Lissorhoptrus T ec., por lo que conviene colocar esta es­ pecie al principio del género.

H elodytes ( D yth elu s) rivu la ñ s n. sp. (fig . 38 - 3 9 ). cf.jE scam ación m uy aglutinada que cubre tam bién el ros­ tro hasta m uy cerca del epístom a y la superficie externa del escapo. Rostro tan largo com o el protórax. P rotórax algo más ancho que largo, ensanchado en línea recta hacia el tercio distal, la estrangulación apical fuerte. Con convexidad longitudinal bastante fu erte, el disco poco irregu ­ lar, la línea mediana más bien ligeramente levantada; en el medio cerca de la línea mediana una foseta sólo indicada, los hoyuelos o puntos ocultos. Hay algunas cerdas aplicadas bas­ tante largas y fuertes. Elitros 1,53 veces m ás,anchos «u e el protórax y 1,4 veces más largos que su propia anchura. La región humeral rápida­ mente ensanchada, el callo humeral grueso v algo saliente: él ápice subescotado. El disco plano hasta la 3." interestría. Las estrías fuertes, más anchas que las interestrías, sus puntos re-


227

RE V ISIO N DE LOS PREMÀi O T R Y P IN I

dondos y profundos, separados por intervalos más o menos ele­ vados. Las interestrias algo onduladas, las impares bastante elevadas que llevan nodulos moderadamente elevados en el de­ clive, pero que se extienden hasta cerca de la base, donde ape­ nas se notan, todos los nodulos con una cerda grande curvada. 5.« ventrito poco convexo en la mitad basal, plano en la m itad apical. Las pretibias de borde externo subrecto y pro­ longado en una punta, el interno suavemente sinuoso; 'las mediitibias m uy poco curvas y provistas de pelos natatorios so­ lamente en el borde externo, en el interno hay algunos cilios la rg os; las postibias sin premucrón, el m ucrón semilunar, el ángulo basal interno con diente, el borde externo con diente pequeño, fig . 38. Edeago bruscamente angostado en arco cón­ cavo form ando ángulo lateral, fig . 39. L o n g .: 2,6 mm.; la t .: 1,3 mm. 'B r a s il: R ío de Janeiro, 1 í . . , T ipo.— H olótipo ( $ ) en la colección del áutor. L ocalidad del tipo.— R ío de Janeiro, Brasil. O bservaciones.— Se ubica m ejor entre H. tubérculo sus n. sp. y H. litus Kuschel. La especie nueva se parece mucho a esta última, pero se las distingue fácilm ente por los caracteres ano­ tados, sobre todo por el criptotarsito invisible, la ausencia de prem ucrón en el macho y por la estructura de los élitros.

H elodytes (H elod ytes) nodxdosus n. sp. (fig . 4 0 ). c f . E scam ación muy aglutinada, el ápice del rostro hasta cerca de la inserción antenar sin. escamas, el escapo parece te­ ner también escam as aglutinadas en la superficie externa (en el único ejem plar parece estar frotado, pues se presenta muy finam ente chagrinado y m a te ). R ostro apenas mas corto que el protórax, su curvatura dorsal más o menos fuerte, desde in­ mediatam ente delante de los ojos dilatado hacia el ápice ha­ cia los lados y delante de los ojos con cerdas escam iform es, fren te im presa, entre los ojos bastante mas ancha que el día-, m etro apical del rostro (1 9 :1 4 ). P rotórax 1,13 veces más ancho que largo, fuertemente latado en línea recta hacia el tercio anterior y rápidamente es­ trechado delante, la estrangulación distal muy fuerte también en el dorso. La convexidad longitudinal suave, la linea media­ na más bien levantada, sobre todo en la estrangulación apical, el disco un tanto irregular. Los lóbulos oculares muy salientes.

E w

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K M

5" S


228

G UILLERM O KUSCHEL

estrechados bruscamente más o menos en ángulo recto al co ­ mienzo del declive, la porción apical anchamente redondeada, escotada en el medio. Las estrias dorsales, salvo la l.* ,'co n los puntos ,en hilera irregular, los puntos grandes, bastante hun­ didos, sus intervalos amplios. Las interestrías más angostas que las estrías, la sutura sin nodulos, las interestrías im pares con nodulos muy gruesos y anchos, m uy notables en todo el disco, la 7.'' con su prim er nodulo en el medio del disco, seguido a cierta distancia por otros tres, form ando el* último un callo preapical muy aparente. 2.9 ventrito caído oblicuamente, el 5.9 plano con leve im ­ presión apical. Fémures moderadamente hinchados. Pretibias de borde externo recto y anguloso en el ápice, el interno m uy poco sinuoso y provisto, de algunos c ilio s ; m ediitibias m odera­ damente curvas, su borde externo con pelos natatorios y el in­ terno con algunos cilios; postibias rectas hasta e'l cuarto api­ cal, luego bruscamente incurvadas, su prem ucrón m uy penueño y distante, el m ucrón ancho y lam inar en la base, con ensan • chamiento externo -romo y con gancho apical corto, fig . 4 0 ; criptotarsito invisible de perfil. 1:’> tergito en suave arco cóncavo. L o n g .: 2,95 m m .; la t .: 1,40 mm. P araguay : sin localidad precisa, 1 $ . Tipo.— H olótipo ( s ) en la colección del autor. Localidad del tipo.— Paraguay. Observaciones.—-Los grandes nodulos elitrales separan- es­ ta especie de todas las conocidas. Puede quedar ubicada delante de II. foveolatus (D u v a l).

H elodytes ( H elod ytes) p roca z n. sp. (fig . 4 1 ). ■ c ? . Escam ación áspera en parte, la superficie externa del escapo con escamas más o menos aglutinadas pero poco den­ sas, el ápice del rostro y los tarsos libres de escamas. R ostro' un poco más largo que el protórax, com o 3 veces más largo que su diárpetro apical; moderadamente curvo, el ancho apical es un pnco m ayor al de la frente entre los ojos. P rotórax un poco más ancho que largo, los lados rectos y ensanchados hacia e l , tercio anterior, Juego contraídos bastan­ te fuertem ente hacia el á p ice; la estrangulación apical fuerte también en el disco. El disco uniform e, sin im presiones m ayo­ res. 4 . Elitros 1,42 veces más anchos que el protórax y 1,5 veces más largos que su propia anchura. R egión humeral dirigida muy oblicuamente hacia atrás y term inada en un pequ eño'callo saliente; el ápice truncado. Las estrías finas, pero sus hoyue-


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RE V ISIO N DE LOS PR EM N O T RY PIN I

i los indicados, la primera fuerte sobre todo desde el l.er ter­ cio del disco. La interestría sutural plana y a nivel inferior al resto del disco, lleva en el declive 3 nodulos bastante agudos, las demás interestrías impares con nodulos más o menos sa­ lientes en la porción apical de los élitros.

5.? ven trito con amplia y suave impresión. Pretibias desde cerca de la base angostadas visiblemente hacia el ápice, su b or­ de extern o recto hasta cerca del ápice donde se incurva sua­ vemente,' el borde interno con algunos c ilio s ; postibias más an­ chas hacia el m edio que hacia el ápice, su premucrón muy pe­ queño, f'l m ucrón de base ancha con un diente pequeño en e ’ m ism o ángulo interno de la base que queda más o menos sobre­ puesto al prem ucrón, la porción apical es fina y recta, fig. 41; criptotarsitos ligeramente visibles. L o n g .: 3,85 m m .; la t .: 1,7 mm. B r a sil : M atto Grosso, 1 s T ip o.— H olótipo ( $ ) en la colección del autor. L ocalidad del tipo.— M atto Grosso, Brasil. O bservaciones.— Se sitúa cerca de H. foveolatus (D u val), al que se parece mucno, pero a m ere de él en muchos caracte­ res, sobre todo por la form a particular del m ucron ael macho.

TTelodytes (H elod ytes) vatius K u sch el 1952. B r a s i l : M atto Grosso. 1 f (3.3 por 1,85 m m .), en la colecp’ ón del autor. Nuevo para Brasil.

H elod ytes ( H elod ytes) hustachei n. sp. (fig . 4 3 ). H y d r o tim e te s

„ a ta n

H ustache

B . A ire s

(non

K o lb e ).

An.

M us.

N ac.

H ist.

1926, 34:224.

Escam ación muy aglutinada, las escamas poco

Nat.


230

G UILLERM O KUSCHEL

P rotórax. 1.2 veces más ancho que lafgo, bastante fu erte­ mente redondeado en los costados, pero los 2 /3 basales s u b re c-. tos; la estrangulación apical suave. Disco longitudinalm ente convexo','regular, sin im oresiones. Lóbulo ocular bien form a d o, pero moderadamente saliente. ' ' E litros 1,5 veces más anchos después, del medio que el p ro­ tórax y 1,42 veces más largo oue su m ayor anóhura. La región humeral muy oblicua hacia atrás en leve ardo, el’ callo hume­ ral poco m arcado; los lados dilatados hasta déspués del m edio; el ápice truncado-escotado. Las estrías.'lineares; sus h oy u elosinsinuados, la prim era más profunda. ‘ E^ intérestría sutural rebinada. en la parte álta del declive ligeram ente “'có n v e x a ; las int-orestrías impares con nódulos; muy rebajados y sólo per­ ceptibles en la porción distal, sobrem ontados p o r ' una cerdita fina. Prosterno moderadamente escotado, muy brevem ente ascedente hacia las cnxas. 5." ventrito con amnlia y suave im presión. Pretibias de bordes subparalelos, .el borde externo muy suavemente incurvado en la porción distal, el interno con al­ gunos cilios- mediitibias con lareos p elos'n atatorios eñ 'a m b 'os: bordes; postibias suavemente sinuosas, la porción apical de diámetro ligeramente m ayor que en el medio, provistas de pe­ queño premucrón distante del mucrón. éste con base ancha y provisto de un diente en el ángulo basal interno, la porción api­ cal fina, la punta ligeramente engrosada' y oblicuamente! trun­ cada, fig, 43; criptotarsito visible. 7." y 8." tergito truncados en el ápice. L o n g .: 3,80 - 3,85 m m .; la t .; 1,80 - í ,95 mm. • . P araguay : Sin más datos, 1 s . A r g e n t in a : Corrientes (San Roque, 1 j de 2.192 J, J. M. Bosq, leg.). Tipos.— H olótipo ( c5 ) en la colección Hustache del Mu­ seo de París, el parátipo en la colección del autor. Localidad del tip f.— San Roque, Corrientes, A rgentina. Observaciones.— Debe colocarse déspués de H. vórdx K uschel. F ué.identificado por Hustache com o Hydrótimét&s natans Kolbe; determinación (que me parecía falsa según los Caracte­ res quel le-atribuía en su trabajo de 1926, por lo 'c u a l'h e pues­ to un signo de interrogación al dar la bib liogra fía sob íe laespecie de Kolbe. El tamaño qué da Hustache es bastante infe-* rior a la talla real de la nueva especie. Dedicada a : quien se ocupó en varias oportunidades de los Bagoini 'neotropicales, describiendo má3 ¿ e una veintena de especien s'udamericahas.-


R E V ISIO N DE LOS P R E M N O T R Y PIN I

231

H elod ytes ( H elod ytes) scheerpeltzi n. sp. (fig . 4 4 ). • c? E scam ación m uy aglutinada, sin escamas en el ápice rostral, y en el escapo. R ostro 1,2 veces más largo qu e'el pro­ tóra x y 4,35 veces más largo que su diámetro apical; delgado, cilin drico, m oderadam ente curvo, la porción apical más ancha que la fren te entre los o jo s (2 3 :1 7 ) ; la mitad apical del pre~ rrostro libre de escamas. Con finos pelos aplicados. Escapo delgado, p oco,dilatado en el,á p ice; el prim er artejo del funícu­ lo poco engrosado, , ^ ■ Protrax-) com o 1,1 vez más ancho que largo, de lados bas­ tante redondeados delante, ,sübrectos ep los 2 /3 basales; la ^es­ tran gu lación -apical, suave; Qonyejqcjad longitudinal suave. D is­ co sin im presiones. Lqbujó. ocular bien form ado,' moderadamente saliente. ' •• ■ E litros 1,55 veces más anchos después del medio que el p rotóra x y 1,42 veces más largos que su m ayor anchura. La región humeral muy oblicua hacia atrás en leve arco, el callo hum eral poco destacado; los lados dilatados hasta después del m ed io; el ápice anchamente truncado. Las estrías lineares,.pe­ ro los hoyuelos perfectam ente indicados, la prim era más pro­ funda. La in tern a ría sutural rebajada, en el declive convexa L as interestrías im pares con nodulos moderadamente levanta­ dos en el declive, el callo apical grueso-,.’ de contorno subrectangular, le precede otro menor que también se proyecta un poco p or fu era del contorno elitral. Prosterno moderadamente escotado, muy brevemente as­ cendente después de la estrangulación hacia las coxas. 2.° ventrito con im presiones da hoyuelos subyacentes, el 5.'-’ con muy ligera im presión apical. Pretibias angostadas hacia el ápice, su borde extern o recto hasta la suave curvatura apical, el in­ terno con algunos, cilios;-la s m'ediitibias con largos pelos nata­ torios en ambos b ord es: postibias de bordes más o menos pa­ ralelos y rectos, provistas de prem ucrón distante del m ucrón; m ucrón unciform e, de base ancha y ápice agudo, su margen ex ­ terno con una dilatación basal, y. su ángulo basal interno con un diente bastante largo, mucho más aproxim ado al gancho apical que al prem ucrón, fig . 4 4 ; criptotarsitos brevemente ex­ puestos. 7.« tergito en m uy suave arco cóncavo, el 8.9 truncado. L o n g .: 3,45 m m .; la t.: 1,7-5 mm. P aragu ay : Chaco, 1 <5, F iebrig leg. T ip o.— H olótipo ( ¿ ) en el Museo de-V iena. Localidad, del tipo.— Chaco, Paraguay. O bservaciones.— P róxim o a* H. hustachei n. sp., el rostro mucho mᣠfin o y ' l a form a del mucrón del m acho diferente. D e d ic ó la especie al P rof. Dr. Otto Scheerpeltz en agradecí-


G UILLERM O K U »C H * L

miento por confiarm e el estudio de B agoim del M useo de V ienn y por las exquisitas atenciones que recibiera por parte de él durante mi visita a ese gran establecimiento.

H dodytea ( H elod ytfs) tenuirostris n. sp. 9 Extremadamente próxim o a H. sch eerp eltzi n. sp. D i­ fiere en lo sigu iente: R ostro 5,2 veces más largo que su ancho apical, éste tan ancho com o la fren te entre los ojos, la fren te más convexa y comci con una callosidad. E litros 1,50 veces más anchos después del medio oue el protórax y 1,48 veces más lar­ gos oue su propia anchura, iEl 2.’ ventrito sin im presiones d<»

r 1«. 32 - 44.

32.

Ltssorhoptrus venetolnnus n. sp.. postlbla dol cT : 33.

Idem, edeago;

34. L. paraguayanus n. sp.. margen apical del 7.9 terglto do la 9 ; 35. L. errátilts lvnoche5, postlbla del i 3tJ. Helodytes tuberculosus n. sp.; postlbla dol cT 37. Idem. edeago; 38. II, rlvulari* n. sp., postlbla dol '• 30. Idem, ed ea g): 40. II. nodulosu* n. sp., postlbla del ; 41. II. procax n. sp., postlbla del ^ 42.

II. foveolatui (Duval). postlbla dol cT ; 43.

44.

II. *cheerpelt*i n. sp., postiDla ael cT •

H. bu» tache 1 n. sp., postlbla del ^

hoyuelos subyacentes, (5.1' ventrito con profundo hoyuelo api­ ca l). Pretibias con el borde externo ligeram ente curvado. L o n g .: 3,5 mm; Int.: 1,75 mm. b r a s i l : Matto Grosso, 1 9. T ipo.— H olótipo ( 9 ) en la colección del autor. . Localidad del tipo.— M atto Grosso, Brasil. f


233'

RE V ISIO N DE LOS PR E M N O T R Y PIN I

Observaciones.— No obstante la extraordinaria semejanza con H. sch eerp eltzi, describo esta espacie como distinta, pues el d im orfism o sexual no se presenta en este grupo en la form a co­ m o pnarece de las diferencias arriba anotadas. E stas últimas tres especies ya se acercan mucho al géne­ ro Ily od ytes Kuschel y no es im posible que todavía se encuen­ tren otras que perm itan fusionar los dos géneros.- Pero la ausen­ cia de lóbulo ocu lar,'la inserción antenar en el medio o poco más o m enos del rostro y los tarsos sumamente fin os y lar­ gos aconsejan m antenerlos aún separados. G racias al aumento considerable que su frió el presente gé­ nero. intentaré dar una nueva clave de las especies de Helodites Kuschel, aunque me encuentre actualmente en desventaja p o r faltarm e cuatro de las descritas, striatus, minax, edax y y o rax.

Clave de las especies de H elodytes E s t r ía s s u lc i f o r m e s , su s p u n to s n o se e x p a n d e n s o b r e la s in t e r e s t r ía s e n f o r m a d e h o y u e l o s s u a v e s . S u b g . Dythelus K u s c h e l E scap o

con

escam as

a g lu t in a d a s

en- la

s u p e r fic ie

e x te rn a .

E sp e c ie s p e q u e ñ a s. C r ip t o t a r s i t o i n v i s i b le d e p e r fi l. E s t r í a s m á s a n g o s t a s q u e la s in t e r e s t r ía s , é s ta s c o n n o d u lo s m u y 's a l i e n t e s . 2 ,1 0 -2 ,4 5 m m . P a r a g u a y . 1. tuberculosus n. sp. E s tr ía s

m ás

an chas

que

la s

in t e r e s t r ía s ,

b a j o s . 2 ,6 m m . B r a s il. C r ip t o t a r s i t o S o liv ia ,

é s ta s 2.

p e r fe c t a m e n t e

v is ib le

de

p e r fi l.

A r g e n tin a .

co n

n o d u lo s

. . . r iv u la r is

3.

n.

2 ,2 5 -2 ,8 0

litns

sp. mm.

‘ K u sch el

E s c a p o s in e s c a m a s a g lu t in a d a s e n la s u p e r fic ie e x t e r n a . E s ­ p e c ie

m ayor.

3,4

mm.

Asrtf?ant^ a-(Hustache)

(seg . H u s ta c h e ),

E s t r í a s c o n f o s e t a s s u p e r f ic ia le s q u e s e ñ a la n g r a n d e s h o y u e ­ lo s s u b y a c e n t e s , s e e x p a n d e n E scap o

con

escam as

en

a g lu t in a d a s

en

la

s u p e r f ic ie

e x te r n a .

C r ip t o t a r s i t o i n v i s i b l e d e p e r fi l . E lit r o s c o n g r a n d e s n o d u lo s . 2 ,9 5 m m .

P araguay. ■

S ^ 8 0 tm m :

i.

g npr'fil

D o m in é

C o fta

R ic a ,

B r a s i l. E scapo(e n

6 s in

procax

escam as in s e g u r o ) .

n o d u lo s u s

sp .

E lit r o s co n n o d u lo s n o r m a le s .

a g lu t in a d a s

en

la

Panam á,

G u ayan as,

foveolatus

(D u v a l)

s u p e r fic ie

e x te rn a


234

'

G UILLERM O KUSCHEL

13 (24) Rostro menos de 4 veces más largo que ancho. 14 (21) Tibias pesteriores no ensanchadas gradualmente

desde Ja

base. 15 (20) Tibias posteriores normales. 16 (17) Criptotarsito invisible de perfil. 3,8 mm. Cuba. 7. minax Kuschel. 17 (16) 18 (19)

Criptotarsito visible de perfil. Pretibias angostadas hacia el. ápice. Diente basal interno del mucrón del á r‘*ás o menes yuxtapuesto al premucrón. 3,85 mm. Brasil. 8. procax n. sp.

19

(18)

Pretibias de bordes más o menos paralelos. Diente basal in­ terno del mucrón del ¿ distante del premucrón. 3,80-3,85 mm. Paraguay, Argentina. 12. hustachei n. sp.

20

(1-5)

Postibias fuertemente dilatadas en el medio del borde in­ terno. 3,4-3,6 mm. Brasil, Argentina. 9. vatius /Kuschel.

21

(14)

22

(23)

Tibias posteriores gradualmente ensanchadas desde la ba­ se hacia el ápice. Elitros truncados en su extremo. Los nodulos normalmen­ te desarrollados. Sutura fuertemente deprimida desde la ba­ se. 4,2 mm. Argentina 10. edax Kuschel.

2Z (22)

Elitrcs redondeados en su extremo. Les nodulos muy reba­ jados. Sutura muy débilmente impresa. 4,7 mm. Brasil.‘ 11 vorax Kuschel

24

(13)

Rostro ipás de 4 veces más largo que ancho.

25

(26)

26

(25)

Rostro 4,35 veces más largo que su diámetro apical, el cual es mayor que la anchura de la frente entre los ojos (23:17). til 2.1? ventrito con fuertes impresiones debido a les hoyue­ los subyacentes. 3,45 mm. Paraguay. 13. scheerpeltzi n. sp. Rostro 5,2 veces más largo que su diámetro apical, el cual es igual a la anchura de la frente entre los ojos. El 2.“? ven­ trito sin impresiones. 3,5 mm. Brasil. 14. tcnuirostris n. sp.

Ilyod ytes lembuñis Kuschel 1952 c f . Igual a la hembra, pero el 5:> ventrito con amplia im ­ presión y el mucrón más ancho (igual al de I. lintrículus K us­ ch el), ineim o en ambos bordes. L o n g .: 3,0 mm. la t.: 1,35 mm. P araguay : 1 , en la colección del autor com o alótipo. Nuevo para Paraguay.


235

RE V ISIO N DE LOS PR E M N O T R Y PIN I

Bagoidus n. g. R ostro con profundo surco suprascrobal, éste desprovisto de escamas. P rosterno con canal delante de las coxas. L os de­ más caracteres com o en H elodytes Kuschel T ipo del g é n e ro : ¿B agoidellus? sulcirostris Kuschel 1952. O bservaciones.— Como no conocía Bagoidellus Hustache al estudiar L issorhoptrus Leconte y los géneros vecinos, creía po­ sible su posición dentro del grupo revisado. Mas Bagoidellus Hustache d ifiere apenas de Onychylis Leconte y, por lo mismo, nada tiene que ver con el presente grupo de los g orgojos acuá­ ticos del arroz.

B agoidus sulcirostris (K uschel) n. comb. ¿Bagoidellus? sulcirostris Kuschel, (1951) 1:73.

Rev.

Chil.

Ent.

1Í52

P a r a g u a y : sin datos más precisos, un ejem plar en la co­ lección del autor. Nuevo para Paraguay.



R evisión de la fam ilia S P H IN G ID A E (Lep. H e t.), en Chile. D rs. E M IL IO U R E T A R. y R O B E R T O D O N O S O B.

(A p orte 32° de ü reta)

N uestro país se ha caracterizado por la escasez de espe­ cies de esta notable fam ilia v es asi como Philirroi anota una sola especie en 1859 ( A n. Univ. Chile. X V I, n. 10961, luego Calv ert en su C atálogo de los Lepidópteros de Chile CAn. Un. Chi­ le, L X I X , 1886) indica tres especies. En 1925. C. Reed publi­ ca su C atálogo de los E sfíngidos de Chile (Rev. Chil. Hist. N a t.,X X IX ,p .3 0 0 ) y en el enumera ya siete especies distribui­ das en cu atro géneros. E n 1929, el distinguido lepidoüterólogo argentino Sr. A l­ berto B reyer publica en la Revista Chilena de Historia Natural, t. X X X T II, p. 378) una adición a! Catálogo de Reed en la que añade dos esroecies más. llegando a poseer Chile en esta form a, sólo nueve especies registradas. P osteriorm ente uno de nosotros, en 1938, colectó en A rica dos especies más, X ylophanes tersa (L ) v Erinnnis ello (T ' v luego otro, Donoso, colecta numerosos ejem plares de Cocvtivs antaeus w ed or (S to ll). También varios colectores logran cap­ tu rar el P rotop á rce rustica (F ) y en 1953, Gilberto Monsalve colecta en T in gu iririca dos ejem plares de Pseudosphivx tetrío ( L ) . Finalmente, en marzo del año pasado, 1954, Luis Pe­ ña enriquece nuestra fauna con una nueva especie, Sesia tantalus eum elas (J ord á n ). En la Colección Izquierdo existe una hembra de X ylopha­ nes tersa, que según se sabe desde antiguo. fu é colectada en la capilla del v iejo Hosm tal de San V icente de Santiago, por una H erm ana de la Caridad, quién la obsequió al P rof. Dr. V ice n ­ te Izquierdo S. Muchas veces pensamos que los Pholus indicados dov Reed podían constituir una equivocación, pero ahora al añadir seis especies más, propias de la A m érica tropical, para nn°stro país, no nos atrevemos a pensar de igual manera. Los e sfín g i­ dos son lepidópteros de gran área de dispersión y sus especies generalm ente se encuentran en toda Am érica o son algunas cosm opolitas (C. euphorbiarum , C. lineata).


238

EM ILIO

URETA

R.

Y

ROBERTO

DO NOSO

B.

Es indiscutible que las especies comunes de Chile son cin ­ co \Protoparce sexta caestri (B lc h ), Celerio annei (G uér) y C. euphorbiarum (Guér. & P e rch ), le siguen H erse cingulata (F ) y Celerio lineata ( F ) . Menos frecuentes y sólo en A rica , se en­ cuentran Cocytius y P r. rustica. Las otras especies han sido co­ lectadas a base de ejem plares únicos, en perfecto estado la mayoría, lo que comprueba su desarrollo en nuestro país. Con todos estos antecedentes hemos considerado de interés hacer una revisión de las especies chilenas de la fam ilia Sphingidae, la cual queda con quince especies incluidas en diez g é­ neros, pero no nos cabe duda aue un m ayor número de perso­ nas colectoras aportarán en el futuro muchas especies más. No creemos necesario alargar este trabaio dí>ndo las diag­ nosis de los eréneros. pero damos detalladas las ríe las especies de Rothschild y Jordán, incluyendo en sus sinonim ias la biblio­ grafía consultada.

S ubfam ilia: a c h e r o n tiin a e . 1.

Herse cingulata (F) (Lám. II, fig . 4 ).

1775. 1780. 1806. 1859. 1877. 1877. 1903. 1925. 1928. 1933. 1941.

Sphinx cingulata Fabricius. Svst. Ent. n 545, n 29. S. affinis. Goeze. Ent Be’v t’-. TU. 2. p. 215. n. 4.1. A ariu s cinqulatm . Hübner. Samml. Ex. Schmett II t. 165. M acrosila cingulata. Clemens. Journ. A c. Nat. Soc P hi1 IV r.. ],64. Phleoethontius cingulata. G rote.B ulLBuffalo Scc.N II TII.p.224. Phlegethontius cingulata. Grote. Bull. B u ffa lo Soc. N H III, p. 224. H erse cingulata. Rothschild & Jordan.R ev.Lep.Fam Sphing. p. 10, n. 4. H erse cingulata F. ssp. cingulata. Reed. C. Cat. E sf. Chile. Rev. Chil. Hist. Nat. X X I X , p. 300; n .l. H. cingulata. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. E rde VI, p. 845; Atlas 1.90a. H. c iv culata. Orfila. Gat. Sist. Sphing. A rg en t Rev Soc. Ent. A rg., V. n. 23, p. 189. H. cingulata. Hay ward. Rev. Soc. Ent. A rg. X I, n. 2, p. 97 (daños en p a p a s ).

“ cf 9 . V arios de los antiguos lepidopterólogos la conside­ ran como una variedad de convolvuli y esta misma opinión ha si-


U re ta y Donoso. R evisión de los S p h in g id ae d e C h ile .

L l m l. l 1 . 1. COOTIUS ANTAEUS »EOOB (S te ll).

2. E HIW W S ELLO (1 ).

Î . PSEUDOSPHIItt TE T R IO .a).



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do mantenida también por escasos autores contemporáneos, sin em bargo ellos no han com parado los ejem plares en buena form a . En apariencia, cingulata es próxim a a convolvuli, pero existen m uchos puntos en que las dos difieren más que cingula­ ta y godarti. P or ejem plo, las dos últimas concuerdan en que am bos procesos del arpe son punteados, que los pulvillos de los tarsos están fuertem ente reducidos y la banda negra media del ala posterior es simple. A m ayor abundamiento el décimo tergito abdominal del macho de godarti, permanece interm ediario entre los de cingulata y convolvuli, lo que es una razón más po­ derosa para considerar a convolvuli, com o el representante en el nuevo mundo, de la australiana godarti, que habita la totali­ dad del hem isferio esté incluyendo Australia. M etanotum con un penacho lateral pulimentado con un li­ bero tinte rosado. Las líneas discales de las alas anteriores, las cuales son más anchas que en convolvuli son mucho más pro­ fundam ente zigzagueantes que en esta especie; la serie de man­ chas ovaladas postdiscales es casi completa, sem ejando a una lu ctífera. La banda discal negra de las alas posteriores es sim­ ple, pero incluye manchas más o menos pálidas en SM2; las banHrs básales y antemedianas form an un anillo irregular, la por­ ción basi-abdom inal de ellas es mucho más negra que en con­ volvuli. El térm ino de los palpos es blanco, la parte superior de la cabeza es oscura. La banda antemediana de las alas posteriores toca fr e ­ cuentemente la discoidal algo por atrás de M2. El color ro jo del abdomen y de las alas posteriores suele desaparecer ( ah.decolo­ ra ) ejem plares interm edios no son raros. En algunos ejem pla­ res el color ro jo es reemplazado por am arillo arcilloso. d 1. Organo procoxal del olfato con pelos más largos que en convolvuli. D écim o tergito abdominal mucho más dilatado antes del final, anchamente deprim ido encima. Am bos procesos del arpe punteados, a veces de igual tamaño, generalmente uno más pequeño, más corto y más obtuso. 9 . La muesca fron tal encontrada en la h oja vaginal de convolvuli está ausente en cingulata; la m arcada depresión de­ trás del o rificio es medianamente menos tuberculiform e, sien­ do más arqueada. L arva variable y sem ejante a convolvuli. Planta alimen­ ticia : Ipom oea. Pupa con una lengua débilmente incurvada. D istrib u ción G e o g r á fic a : A m érica, excepto en sus ex­ trem os. Es un insecto tropical y subtropical. Canadá, Galápa­ gos e Islas Sandwich. A rgentin a” . En C hile: Atacam a a O’H iggins. Copiapó, R eed; La Se­ rena, Sr. R. W agenknecht; Vicuña, II, Sta. Elisa R o ja s; San­


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tiago, X II-I, Sr. C. R eed; Recoleta, Sr. G. M archant; Term as de Cauquenes, Reed. N osotros hemos encontrado en Quinta Normal, Santiago, larvas de esta especie sobre vid, en el mes de Diciem bre, pero parasitadas por apanteles.

2., Cocytius m edor (S toll). (Lám. I, fig . 1 ). 1782. Sphinx medor Stoll (in C ram er). Pap. exot., p. 215, t. 394, f. A. 1877. A m p h on yx medor. Butler. Trans. Zool. Scc. Lond., IX , p. 599, n. 4. 1892. Cocytius medor. Kirby. Cat. Lep. Het., I, p. 686, n. 1. 1903. C. antaeus medor. Rothschild y Jordán. Rev. Lep. Sphing. p. 59, n. 34 a. 1928. C. antaeus medor. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d, Erde, VI, p. 847; atlas lám. 90 a. 1933. C. antaeus medor. Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg . Rev. Soc. Ent. A rg., V, n. 23, p.' 190. ‘ •r? <? . Las células M I y M2 de las alas anteriores, sem i­ transparentes. El escamado no es tan denso y las escamas del estrato superior son com o pelos en la su perficie in ferior, el rasgo negro en esa cédula, por lo tanto, más o menos oblite­ ra d o; el rasgo R3-M 1 más levantado, pero también es aquí notoria la m odificación de las escamas; línea sub-basal blanca, pulimentada, separa la costal y la celular más rHstal v la p or­ ción potcelular, difiere en la misma línea de duponchel y en la porción posterior se hace más distal y constante en el ángu­ lo derecho de M, esta porción se hace en efecto algo más leja ­ na de la base que de la costal, m ientras que en duponchel en­ contram os lo contrario. Línea postdiscal más marcada que en duponchel. Los espacios transparentes del ala anterior son más largos, espacio R 1-R2 es más largo que el ancho del ribete ca^ fé del ala, espacios dentados distalmente, el ribete ca fé más o menos fuertem ente dentado entre las venas; la célula M2 (S-M 1) más o menos transparente adelante. Lado in fe rio r m uy a menudo bastante im pregnado de am arillo-ocre. c?. Tibia anterior muy pequeña. Tibia media claram ente más larga que la anterior más corta, com o el respectivo prin e r segmento b a sa l; tarso anterior com o en duponchel, pero el prim er segmento posee únicamente espinas externas, el pei­ ne está representado por una o dos espinas aDicales, los otros segmentos con más espinas que duponchel. Décim o tergito ab­ dominal algunas veces biarqueado visto 'lateralm ente; ápice punteado y protegido abajo, más o menos agudo, la rg o ; ester-


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nito sim ilar a lu cifer, pero los lados más paralelos y el ápice truncado en form a redonda. B roche g r a n d e ; arpe con dos fu er­ tes procesos subcilíndricos, con una form ación claviform e, di­ latada al final, la parte distal m uy dentad.a Encim a del arpe, cerca de la base del broche, 'hay un elevado pliegue rodeado de num erosas cerdas largas. El embudo del penis es una especie de pliegue en form a de collar que se abre ventralm ente y es­ tá cubierto de pelos pequeños; form ación del penis con un pe­ queño diente antes del fin. 9. Tarsos anteriores con cuatro círculos de espinas, pei­ ne y segundo segm ento no tan regulares com o en el macho y las espinsa directam ente más distales; tibia anterior un poco más larga que la mediana. La p osterior de 1 a 2 mm. más lar­ ga que el respectivo prim er segmento tarsal. Placa vaginal muy ancha, tam bién fuertem ente quitinizada en el ápice, pero sin escamas o con pocas, subtruncada, bordes laterales engrosa­ dos o recurvados; abertura de la vagina libre, con los bordes no tan levantados com o en lu cifer y beelzebuth, más próxim as en posición com o ninguna otra especie, siendo más cercanas la base que el ápice. L arva grisácea, verdosa, con un rayado oblicuo blanque­ cino al fin al del cu ern o; estigm as amarillos, bandas laterales oblicuas verdosas de los segmentos 4,11. A lim en to: Anona. • Pupa larga y algo aplanada (90 m m .), octavo tergito ab­ dom inal dividido por grupos de tubérculos. Hab. R egión neotropical. Antillas, Florida y a veces en el norte. C.

antaeus medor.

d" 9 . F orm a continental, más oscura que antaeus antaeus. A las anteriores más variadas, las m arcas negras más prom i­ nentes; las manchas amarillas de las alas posteriores profun­ damente sinuosas. Hab. F lorida al Sur del B rasil” . O rfila la indica tam bién para Argentina. En nuestro p a ís : A rica , Valle de Azapa. X II a III, R. Donoso B. y Sr. L. Jarpa.

3

P rotoparce sexta caestri (B lch ).

.

(Lam . II, fig . 1) 1854. S phinx ca estri Blanchard (in G a y ). Hist. Chile, V II, p. 52, lam. 5, f. 9. 1859. S. eurylochus. Philippi. An. Un. Chile, X V I, p. 1096, n. 13.


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] 860. S. euryloc.hu». Philippi. Linn. Entom . X IV , p. 273, n. 13. 1875. S. cestri. Boisduval. Spec. Gén. Lép. Hét., I, p. 72, n. 4. 1875. S. tabaci. Boisduval, 1. c. p. 78, n. 10. 1877. P rotoparce cingulata. Butler. Trans. Zool. Soc. Lond. 1A, p. 608, n. 18. 1886. P. eurylochus. Calvert. Cat. Lep. Chile, p. 12, n. 90. 1886. P. eurylochus. Calvert. An. Un. Chile, L X I X , p. 320, n. 90. 1892. P. tabaci. Kirby. Cat. Lep. Het. I, p. 688, n. 32. 1903. H erse cingulata. Rothschild & Jordan. Rev. Lep. Fam . 1925. P. cestri. Reed, C. Cat. E sf. Chile. Rev. Chil. Hist. Nat. X X IX , p. 301, n. 2. _ 1926. P. sexta caestri. Gigoux. Rev. Chil. H ist. Nat., X X X , p. 98. 1928. P. sexta caestri. Draudt (in S e itz ). Gross. Schmett. d. Erde, V I, p. 847. 1928. P. cestri. Gazulla y Ruiz. Rev. Chil. H ist. Nat. X X X I I , p. 292. 1933. P. sexta caestri. Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg . Rev. Soc. Ent. A rg. V , n. 23, p. 191.

“ P rotoparce sexta. cT 9 . Segundo segmento de los palpos tan ancho com o lar­ go, ventralmente redondeado. Antena larga, firm e, en el m a­ cho con el gancho corto. T ibia anterior corta y ancha, un poco más larga que el prim er segmento tarsal, presenta cuatro es­ pinas grandes, pero a veces algunas son pequeñas; el tarso anterior es a menudo más largo en la hembra que en el macho y posee más pequeñas espinas subdorsales. T ibias mediana y posterior tan largas com o el respectivo prim er segm ento tar­ sal. Espinas de los esternitos abdominales débiles. cf •Décim o tergito abdominal algunas veces dilatado antes del final, el cual es fuertem ente convexo con frecu en cia ; ápice sinuoso, márgenes laterales del esternito dilatadas antes del término, encorvadas hacia arriba la porción triangular, apo­ yándose hacia atrás una contra o tra ; tipo de esternito redon­ deado, arpe con un proceso ventral alargado y punteado, el cual es suavemente curvado y un ancho proceso su perior del lóbulo, que se extiende en la superficie del broche y es más o menos trianugular; ápices m arginales y dorsales, den tados; la extensión de este lóbulo es variable. A rm azón del penis con un diente corto terminal, ancho y agudo com o en petuniae. 9. Placa del séptimo tergito abdominal tan ancha en la base com o larga, truncada. Lóbulo antevaginal ancho, obtuso, redondeado, triangular, con la insinuación de un seno mediano,


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aproxim adam ente cóncava. La im presión limitada a cada lado p or una cresta oblicua abajo o un pliegue, el cual es a veces poco notorio. L arva con bandas laterales oblicuas. Lengua de la pupa en línea recta, llegando casi a la mitad donde finalizan la in­ sinuación de las alas. Plantas a lim en ticias: Solanaceae. Hab. A m érica. Se distinguen cuatro form as g eog rá fica s: jam aicensis. Indias occidentales, Jamaica, Haití, Cuba, Bahamas. sexta . Canadá a Honduras. paphns. Costa R ica a Argentina. caestri. Chile Las diferencias entre estas form as son muy débiles, caestri es la más constante y fácilm ente reconocible. P . sex ta caestri. d* 9 . Pequeña y pálida form a. Línea blanca subm arginal del ala anterior vestigial o ausente, línea discal negra, promi­ nente o granularm ente descolorida. Las manchas blancas dor­ sales del abdomen son acentuadas. Arm adura sexual como paphus. Hab. Chile” . D istrib u ció n G eo grá fica y época de v u e lo : Chile. A tacam a (G ig o u x ), hasta Cautín (M ichael Smith coll.). Se le ha colectado desde octubre hasta fines de marzo. Hemos encontrado las larvas sobre solanáceas: palqm, pa­ pas, tomates, ají.

4.

P rotoparce stuarti (R othsch). (Lám . II, fig . 2 ) *

1896. P hlegethontius stu a rti Rothschild. Nov. Zool. III. p. 22, n. 2 ; lám. 13, f. 8. 1903. P rotop a rce stiiarti. Rothschild y .Jordán. Rev. Lep. Sphing., p. 83, n. 51. 1928. P. stuarti. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V I, p. 850 ; A tlas lám. 90e. 1929. P. stuarti. B reyer. Not. adic. Cat. E sf. Chile. Rev. Chil. Hist. Nat., X X X I I I , p. 378, n. 1. “ cf 9 . E s un insecto conspicuam ente coloreado que difiere notablem ente de los m iem bros de su género en características y estructuras. M ientras las manchas abdominales amarillas


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desaparecen, en otras partes del género, en una dirección distoproxim al, la mancha distal prim era está obliterada, al segundo segmento abdominal le falta la mancha amarilla, en cam bio las otras manchas son bien marcadas y con sus colores in ten sifica­ dos. El gris colorea la frente contrastando fuertem ente con el crema amarillento de los palpos, los cuales son profundam en­ te negros en el margen dorsal. El segundo segmento de los pal­ pos es algo com prim ido, algo escamoso, siendo un poco más corto que el prim er segmento. O jos com parativam ente más pe­ queños que en sexta. Tarsos anteriores con largas y fu ertes es­ pin as: prim er segmento más corto que el tibial, con tres largas espinas y a veces una ’ cuarta adicional más corta, una basal, sin ninguna de las pequeñas espinas externas, segm entos dos) a cuatro con una larga espina solitaria externa. Tarsos m edia­ nos y posteriores cortos, segmentos L y 2 tan largos entre ellos como las respectivas tibias. En los bordes de los tergitos abdo­ minales espinas muy débiles; no hay espinas en los esternitos. Discocelular de las alas posteriores en línea recta, en R2 leve­ mente curvado o ligeramente oblicuo-. R2 en los ángulos dere­ chos de Sc2, mientras el ángulo in ferior de la célula es obtuso; Sc2 y R 1 a veces largamente pedunculadas. N o hay pulvillus. d” . Antena p ecu lia r: segmento basal sin círculo de cilios largos. Segmentos mediano y distal menos deprim idos y menos trianguíárm ente com prim idos que en otras especies de F r o top a rce; gancho corto. Décim o tergito casi gradualm ente estre­ chado hacia el fin, muy ligeramente ensanchado antes de éste, punteado; lóbulo del esternito largo, lados próxim os paralelos; ápice redondeado con la insinuación de una ensenada, lado su­ perior suavemente Cóncavo. Broche anchamente redondeado al final, margen dorsal suavemente curvada al in terior; arpe cor­ to, triangular, margen dorsal dentado m oderadamente. Dien­ te de la form ación del penis largo, suavemente punteado, pero no tanto como en musgosa. 9 . Antenas menos deprim idas que en las especies p róx i­ mas, m^nos setiform e, algo diferenciada en el medio, no hay peines de cilios. Placa del séptimo esternito abdominal ancha, trunca, ángulos redondeados. C orto lóbulo antevaginal, trian ­ gular, ápice redondeado, no hay im r -''‘*ión trasversa cerca de su base. L arva y crisálida desconocidas. Hab. Bolivia. La Paz, frente a la luz eléctrica’r. D istrib u ción G e o g rá fica : B olivia y Chile. En nuestro m i s : Tiliviche, Tarapacá, indicada por Rothschild en N ovit. Zool. III, p. 22, 1896.


U reta y Donoso. RevisiSn de los S p hin gidae d e Chile.

l i m i » II. 1. PROTÓPARCE SÈCTA « E S T R I (R IcS )., 2. PR. STUARTI (R o llix h ).

|

P.R. RUSTICA ( f) .- - 1. HERSE. CINGUIATA (F ).



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Protoparce rústica (F).

(Lám . II, fig . 3) 1775. Spliinx rustica Fabricius. Syst. Ent. p. 540, n. 15. 1822. A ch eron tia chionanthi. Hiibner. Verz. bek. Sehmett. p. 139, n. 1495. 1856. P rotop a rce rustica. Burm eister. Sphing. Brasjliens, j. 63, n . 1.

1877. P . rustica. Butler; Trans. Zool. Soc. Lond. IX , p. 60'6, n. 1. 1903. P. rustica. R othschild y Jordán. Rev. Lsp. Sphing, p. 8 '. n. 53. 192S. P . rustica. Draudt (in S eitz). Gross. Sehmett. d. Erde, V I, p. 850; A tlas 1.92a. 1933. P . rustica. O rfila. Cat. Sist. Sphing. A rg. Rev. Soc. Ent. A rg . V , n. 23, p. 192. “ ri’ Q . Antenas larp-as v on oí mr,c', 0 marcadas. Segundo pop-monto d° 'os t^ I dos ligeram ente más largo oue ancho y mumás corto aue el prim ero. P rim e’- segmento de los tarsos anteriores con nn círculo de pininas, de las cuales la apical és nrolons-ada, algrunascespinas de la bas° ñor delante del círculo, peemonto 2-4 con una laro-a espina apical v con unas pocas e x ­ ternam ente m uy cortas. En el macho el décimo tereito abdom i­ nal es convexo v algunas veces dilatarln antes del final, gan­ chudo. ápice sinuoso, esternito cóncavo ñor encima, m argen pnir.ni curvado superiorm ente, redondeado. B roche aguzado al fin al, m argen dorso-apical fuertem ente curvado por aden­ t r o : arpe peculiar, tiene un proceso ventral solitario, largo y suavemente dentado, no ^ a v:estra tos de -escamas en la super­ ficie del arpe, cercana a la base de los procesos com o en otras especies. Arm azón -del penis armada de un diente apical. 9 . Octavo tergito abdominal sin u oso: placa antevaginal con un lóbulo mediano largo, sinuoso, la im presión oblicua no es prom inente en su base. Placa del séptimo esternito corta y redondeada. Larva finam ente granulosa, con siete bandas .laterales, b la n ca s y bordeadas de verde en el frente. A lim entos: Chiovanthus, Bignonia, etc. rvisálid a con una lengua larga, libre, no recurvada. Hab. Nueva Y ork , Antillas e Islas Galápágos” . D istribución G eográfica y época de v u e l o : En nuestro t ^ ís : A rica. X II-I. Donoso y B ullock: Tacora, 1039 (en Col. iíu s s o San Pedro N o!asco de Sr.ntiagq).


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Sphinx aurigutta (Rothsch. y Jord).

(Lám. IV, fig . 1) 1903. H yloicus aurigutta Rothschild y Jordán. Rev. Lep. Sphing., p. 120, n. 91; lám. I, f. 4 $ . 1928. Sphinx aurigutta. Draudt (in S eitz). Gross Schmett. d. Erde, VI, p. 857; Atlas lám. 94 c. 1929. Hyloicus aurigutta. Breyer. Not. adic. Cat. E sf. Chiie. Rev. Chil. Hist. Nat. X X X III, p. 378, n. 2. “ c? 9 . Similar a lugens, grande, más gris, alas y cuerpo im pregnados de un café Vandyke.' M etatórax con dos manchas amarillas doradas. Alas anteriores por encim a con los m árge­ nes negros no muy diferenciados del área oscura; mancha r o ­ sada poco clara detrás de la célula proxim al de oblicua ante mediana línea doble. Doble estigm a blanco algo prom inente; línea oblicua apical delgada, anchamente interrum pida en S :5 ; línea postdiscal R2-SM 2 interrum pida en las venas, cerca del resto seguida por un gris blanquecino; línea subm arginal irre ­ gular, tonada en total, paralela al margen. Bandas de las alas posteriores más blancas que en lugens, im pregnadas de ca fé como las bandas abdom inales; una mancha no completamente negra se extiende en la base. Banda antemediana gris, curva­ da como en m erop s; banda negra discal mucho más ancha des­ des (SM 1) a R3 y una más pequeña en SM2. Palpos y sterna con unas pocas escamas grises. d* . Décimo tergito abdominal ancho en su m itad próxim a!, muy abruptamente aguzado en el medio, ápice más aplanado que en lugens, esternito más alargado y deprim ido que en esta especie. Harpe term inado en un pesado diente, bordes dorsales gruesamente dentados, borde ventrodistal levemente incindido. P roceso peniano del mismo tipo que lugens, pero más ancho. . 9 • No disecada. Prim eros estados desconocidos. Hab. Ghanchamayo, P erú ; La Paz, Boüvia, 14-X II-1899, Garlepp coll.'. Fácilmente distinguible de maura por las rayas torácicas negras y las alas anteriores mucho más m arcadas, de íugens por las manchas doradas m etatorácicas” . D istribución G eográfica : Fuera de los lugares anotados nosotros la hemos colectado en noviem bre de 1938, en C ochabamba, Bolivia. Para nuestro país ha sido indicada de Valle de A zapa, pro­ vincia de Tarapacá.


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S u b fa m ilia : S esiin a e T rib u : D ilophonoticae 7.

Pseudosphinx tetrio (L ).

(Lám . I, fig . 3) 1771. S phinx tetrio Linneo. Mant. Plant. p. 538. 1822. H yloicus hasdruval. Hübner. Verz. bek Schmett. p 139 n. 1488. 1856. P seudosphinx tetrio. Burm eister. Sphing. Bras. p. 64. 1875. M acrosila tetrio. Boisduval. Spec. Gén. Lép. Hét. I, p. 61. 1877. P seudosphinx obscura, utler. T r a n s .' Zool. Soc. Lond. IX , p. 610, n. 2. 1903. Pseudosphinx tetrio. Rothschild y Jordán. Rev. Lep p 353, n. 283. 1928. Ps. tetrio. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V I, 866 : A tlas 1.98 a. 1933. Ps. tetrio. O rfila. Cat. Sist. Sphing. A rg. Rev. Soc. Ent. A rg. V , n. 23, p. 196. “ <? 9 • El macho es más oscuro que la hembra. Sexos indi­ vidualm ente variables en color y talla. La form a obscura de ba­ sa en ejem plares con un m arcado aumento del ca fé oscuro en las alas; hay form as individuales más oscuras que el tipo obs­ cura. d” . D écim o segmento ancho, esternito y terjito cerrados juntos, los procesos de el molde acrudo, curvados al final. B ro­ che con num erosas escamas de fricció n . H arpe term ina en un proceso largo, obtuso y algunas veces espatulado con bordes enteros. A rm adura peniana del m ism o tipo que en M adoryx, el borde apical dentado a ambos lados. 9 . Octavo terg ito sinuado, medianamente membranoso. P laca vagina] m anchada de. negro y séptimo esternito trans­ versalm ente plegado; placa vaginal m uy desigual, en lá parte distal curvada lateralmente, lim itando una ancha estría latoral. D os pequeñas estrías detrás del orificio, separadas por un pliegue curvado. Séptim o esternito más largo que el Ancho basa1. Hab. A m érica tropical y subtropical. Florida, Indias Occi­ dentales, P araguay, B rasil, ja m a ica , Haití, Cuba, M éjico y B olivia. M uy com ún” . D istribución G eográfica y época de v u e l o : Chile. T ir gu iririca, provincia de Colchagua, enero ,Sr. G. Monsalve coll.


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B.

Erinnyis ello (L ).

(Lám. I, fig . 2) 1758. Sphinx ello Linneo. Syst. Nat. X , p. 491, n. 11. 1822. E rinnyis ello. Hübner. Verz. bek. Schmett. p. 139, n. 1489 1856. A n cery x ello. W alker. List. Lep. Ins. B. M. V III, p. 224, n. 4. 1856. Dilophonata ello. Burm eister. Sphing. Bras. p. 69. 1877. D. ello. Butler. Trans. Zool. Soc. Lond. IX , p. 603. 1903. E rinnyis ello. Rothschild y Jordán. Rev. Lep. Sphing. p. 365, n. 294. 1928. E. ello. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V I, p. 868; Atlas lám. 98 b 9 , 98 c í . 1933 E. ello. Orfila. Rev. Sist. Sphing. A rg . Rev. Soc. Ent. A rgent. V, n. 23, p. 197. “ d1 9 . Tal vez el más común de los esfíngidos de A m érica tro ­ pical. El macho con una banda negra mediana desde la base hasta el ápice de la grisácea ala anterior, m uy variable en anchura. La hembra sin esta banda, solamente con indicios de su existencia. No es fácilm ente confundible con otras especies p or el prominente abdomen bordeado. Es una de las pocas es­ pecies descritas por Linneo que ha recibido un solo nombre. T a ­ maño variable, nuestros ejem plares más pequeños son de Ja* m aica v «on algo menores que la mitad de los más grandes. r? . T>écimo terprito y estem ito de la misma longitud, los ti­ pos de finos procesos esternales recurvados, no provectando a' otro lado de los lóbulos terjales. A rpe largo, extendiéndose al m ed io del broche, dilatado y com prim ido fuertem ente en su porción distal, parte apical tan retorcida, com o es plano el lado más horizontal <o vertical sobre el plano del b ro ch e ). A rm a ­ dura del penis sim ilar a cram eri. L arva (de acuerdo con B urm eister) jo v e n : V erde con nai-ania. en banda lateralmente; adulta: azul encima, verdoso a los lados y abajo, los dos colores separados por una banda páli­ da que corre desde la cabeza al cu ern o: tórax con mancha ne­ jara mediana, encerrada con blanco y rojo. Pupa m arcada con rayas negras. Hab. Am érica tropical v subtropical y se extiende tan lejos como el norte del Canadá. M uy com ún” . D istribución G eográfica y época de yuelo : Fuera de las localidades anotadas más arriba, la hemos colectado en C h ile: A rica, 24-X II-1938, dos ejem plares hembras, Ureta coll.


U r e * a y D onoso. R e v is i贸 n d e los S p h in g id a e d e C h ile .

L谩m ina III . 1. PHOLUS LABRUSCAE ( L ) .

2. PH. S A TELLITIA ( l ) .

3. XYLOPHANES TERSA ( L ) .

4. SESIA TANTALUS FUMELAS (J o rd ).



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249

Sesia tantalus eumelas (Jord). (Lám . III, fig . 4 ).

1924. Sesia eumelas Jordán. Nov. Zool. 31, p. 298. 1928. Sesia tantalus eumelas. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V I, p. 880. '“ {? 9 . Máte pequeño que fadus y titán. Lista inedia en el ala delantera atrofiada encima, sin manchas blancas diferen­ ciadas, o solamente con una dim inuta mancha M 1-M 2; fa ja dis­ cal está form ada por tres manchas R 1-M 1 ; la superior gene­ ralm ente diferenciada y dividida en el m acho, la segunda gene­ ralm ente alisante o a tro fia d a ; debajo de los lados del ala de’ antera no h rv nenguna T-Tanc’ia m e^'a, ó mancha M 1-M2 pre­ sentes, pero diminutas. Ningún parche blanco en el ángulo anal o d ebajo de las alas posteriores. Tarsos delanteros normales, prim er segm ento tan largo com o el 2."' al 5.9 juntos, o uh jpoc.o más corto, o el ultimó segmento verticalm ehte engrosado, M a­ cho, a menudo, con una banda o fa ja discal amarillosa SQbre el ala posterior. ,-P E nvoltura del penis con el parche subapical de espinas sim ilares a las de titán, la placa form ada por dos o tres hile­ ras de espinas, las cuales son m ás- cortas qué él diám etro fin ¡a envoltura cercana a ella. Décim o tergito con la punta más delg? ’ « oiio pt> fadus y. tifan. Hab. A m érica tropical y subtropical. r>csir ianfahis eum elas: Diagnosis dé D raudt (in Seitz) : “ A rrib a negro oscuro, cabeza y tórax verdefeos, palpos aba jo blaneós, pécho blanco-crem oso, como también la faz in­ fe r io r de la base de las alas, separadas netamente del abdomen posterior," que no es gris, ni siquiera posee una linea media de rste color” . Tv-TripT'nióN G eográfica y época, de v u e l o s : Jamaica, A rgentina. En nuestro p a ís: Parca, Tarapacá, III-1952, Sr. L. Peña coll. . S u bfam ilia: P h i l a m p e l in a e T rib u : P h il a m p e u c a e JO.

Phali»-; satellitia (L ). (Lám . III, fig . 2)

1771. Spliinx satellitia. Linneo. Mant. Plant. p. 539. 1775. S. ticaon. Cramer. Pap. Exot. I, p. 86, lám. 55, f. A.


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DO NÓS Ó

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1822. Pholus licaon. Hübner. Verz. bek. Schmett. p. 134, n. 1436. 1856. Philampolus satellitia. Burm eister. Sphing. Bras. p. 59. 1903. Pholus satellitia. Rothschild y Jordán. Rev. Lep. Sphirlg. p. 480, n. 406. 1925. Ph. Satellitia. Reed, C. Cat. E sf. Chile, Rev. Chil. Hist. Nat. X X IX , p. 301, n. 3. 1928. Ph. satellitia. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V I, p. 882; Atlas lám. 98C b. 1933. Ph. satellitia. Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg. Rev. Soc. Ent. A rg. V, n. 23, p. 203. “ o” 9 . Estos insectos han sido considerados com o esp ecífi­ camente distintos. Todas las form as son geográficam ente rrpresentativas y difieren unas de otras en la claridad u oscuri­ dad de los tonos de las manchas, las cuales son las mismas. Las diferencias, por cierto, se extienden gradualmente y no hay ra­ zón para tratarlas como especies distintas. La descripción de Linneo se basa en las figuras hechas por D ru ry de ejem plares de Jamaica. La figura de los machos bien hecha muestra el tinte rojo peculiar del macizo de Jamaica, en cam bio la fig u ra hembra es incorrecta. La figura C3 m uy verde y no hay re fe ­ rencia a tedo en la descripción de Drury. La fig u ra se pare­ ce a pandorus y satellitia mezclada. Grote y Robinsos conside­ ran la form a neártica como la verdadera satellitia. Mancha blanca de palpos y detrás, de los ojos notable. A las anteriores con doble estigm a negro, tinte profundo en las lí­ neas; ángulo posterior más o menos agudo. La su perficie in­ fe rio r no es r o ja ; pero discos de las alas posteriores frecu en •temente berm ejo-m orenas. Prim ar segmento del tarso poste­ rior, más corto que la tibia en el macho, algo más largo que los ssgmentos 2 y 3 ju n to s; en la hembra tan largo cumo .a tibia. . t a1. Décimo tergito punteado. Broche grande, m argen dor­ sal suavemente convexo; no hay agrupaciones de cerdas en la superficie interior. El a r p e . term ina en un largo y curvado diente que varía de grosor. A rm adura del penis firm e, proce­ sos punteados, pero no finam ente, la armadura tan ancha com o lar« a> : ■( L arva verde, a veces se pone ca fé cerca de la pupación, con cinco o seis manchas blancas laterales; fin as manchas ne­ gruzcas en el cuarto segmento. Plantas alim enticias: Vitis; A m pelopsis. E sbozo de la cabeza en las pup'ks regularm ente redondeaoo en vista lateral; abdomen gruesamente pu nteado; crem aster alargado y triangular, algunas veces aplanado, rojizo.


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Hab. Regiones N eotrópica y N eártica” . D istr ibu ció n G eográfica : ‘ Chile, Reed coll., Valparaíso. C o m en tar io : N o sabemos cuál de las cinco subespecies sea la encontrada en nuestro país. Don Carlos Reed en su Catálo­ g o de los Estfíngidos de Chile, dice lo siguiente, página 301: “ En el m ism o libro de anotaciones, ya citado, de m i finado señ or padre h ay el siguiente dato “ Philam pelus satellitia L., V alparaíso. ( Has been confounded by some authors w ith í.orth am erican P. pandorus, but is quite distinct.” . No lleva fecha, p ero nó tengo dudas que se refiere al año 1888. He conocido este ejem plar en su colección y lo he conside­ rado idéntico con m uchos ejem plares que he recolectado en la R epública A rgentina, donde es relativamente común. La oruga se desarr^lU sobra la vid ” . 11.

Pholus labruscae (L ). (Lám . III, fig 1 )'

1758. Sphinx labruscae Linneq. Syst. Nat. X, p. 491, n. 12. 1775. í>-. cU)tho. Fabricius. Syst. Ent., p. 540, n. 12. 1806. E um orphc clcoans labruscae. Hübner. Samml. Ex. Schm ett I, p. 167. 1856. Philam pelus labruscae. Burm eister. Sphing. Bras. p. 58. n. 1. 1903. Pholus labruscae. Rothschild y Jordan. Rev. Lep. Sphing. p. 496, n. 422. 1925. P 1>. labruscae. Reed, C. Cat. E sf. Chile. Rev. Chil. Nat. X X I X . p. 301, n. 4. 1928. Ph. labruscae. Draudt (in S e itz ). Gross. Schmett. d. E r­ de, V I. p. 884; Atlas lám. 98D c. 1933. Ph. labruscae. Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg . Rev. Soc. Ent. A rg . V , n. 23, p. 203. 1941. Ph. labruscae. H ayw ard. Rev. Soc. Ent. A rg. X I, n. 2. p. 97 (daños en v id ). ‘ " b 9 . Cabeza y protórax algo más largo que en las otras especies de Pholus, exceptuando anchemolus. Tarsos posteriores m uy largos, prim er segmente a veces más largo que la tibia. P rim er segm ento de los palpos un poco más largo que el se­ gundo. E stratos de escamas m odificadas cerca de la base de M, en las alas anteriores, p or debajo, más distintas que en las otrps esnecies. Fácilm ente reconocible p or las manchas azules de las alas posteriores. i . D écim o tergito relativamente muy corto, punteado. B ro­ che subacuminado, más convexo dorsal que ventralmente; ar­


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pe corto, com o en satellitia, parte vertical del gancho, algunas veces semejante a la parte horizontal de él. F orm ación peniana aplastada, procesos m uy cortos y obtusos. L a rv a : V erde en los prim eros estados, más tarde ca fé o g ris-ca fé ; cuarto segm ento con u ocelo pequeño y redondea­ do; larvas jóvenes (excepto l s esta d o), con series de siete ban­ das rosadas, reemplazadas más tarde por manchas blancas: larva adulta con una banda lateral pálida-oscura desde la ca­ beza al segmento anal, zigzagueante en los segmentos 4-10; seg­ mentos torácicos con una banda pálida ventrolateral y una del­ gada linea dorsal; 4-11 segmentos estriados con delgadas, c o r­ tas y pulimentadas líneas, especialmente en el dorso. A lim e n to : V itis; Am pelopsis. P u n a : Esbozo de la cabeza más proyectado que en satellitia, anchemolus, vitis, algo más convexo ventralm ente que en el d orso; crem aster ancho, corto, triangular rugoso. H a b : Región neotrópica, desde P atagonia al norte de Ca­ nadá, pero siempre visita los fr ío s y tem perados distritos del norte y sur. Aparentem ente siem pre en Centro y Sudam érica” . D istribución G eográfica : Tam bién en Chile. Term as de Cauquenes, 1891, Sr. E dw yn S. Reed coll.

'

S u b fa m ilia : C h o ek o c am pin ae . 12.

Xylophanes tersa (L ).

(Lám . III, fig . 3) 1771. S ihinx tersa Linneo. Mant. Plant. p'. 538. 1822. Thereti'a tersa ."H übner. Verz. bek. Schmett. p. 135, n 1449. ' • 1856. Philampelus tersa. Burm eister. Sphinx. Bras. p. 60, n. 4. 1886. D eilonche tersa. Grote. Hawk. M oths N A n. 3'\ 1903. X ylovh anes tersa. Rothschild y Jordán. Rev. Lep. Sphing p. 703, n. €47. 1928. X . tersa. Draudt (in Seitz-, Gross. Schmett, d. Erde, V I, p. 893; A tlas lám. 98F b. 3933. X . tersa. Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg. Rev. S oc. Ent. A rg. V , n. 23, p. 205. “ cj19 . B orde externo de la tibia más largo que el interno. E spinas de los tergitos abdominales uniseriadas. A bdom en con tres líneas débiles por encima, al m edio una m uy delgada, una doblé línea acom pañadá a cada lado por dos líneas más, las cua­ les son sin em bargo extrem adam ente débiles; no hay manchas negras laterales. M anchas de las alas posteriores variables en


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ta m a ñ o ; mancha SC2-R 1 frecuentem ente ausente; este es el caso en todos los ejem plares de Jamaica y Cuba, pero ocu rre tam bién en individuos de otras localidades. <?. D écim o tergito abdominal sinuoso; esternito algo apla­ nado, punteado-. P rocesos del arpe cerca del punto más ancho y cerca del térm ino, dentados encima. A rm adura de la form a ción del penis parecida a ló que se encuentra en anubus y v e cin a s; el increm entado ángulo dorso apica term ina déxtrolateralm ente, en un proceso dentado corto y continúa al lado izquierdo den­ tro y p or a b a jo,d e la estría, extendiéndose proxim al y amplia­ m ente en simple anillo de dientes. L arva con círculo form a do por siete ocelos redondeados, en el cu arto segm ento del cuerno situado generalmente en una línea pálida. Plantas alim en ticias: Sperm acoce y M aneítia. Pupa, la m ayor parte de ellas, gris; e3tígmata con man­ chas negras. H ab, Canadá a A rgentina, incluyendo las Indias Occiden­ tales. E s una especie com ún” . D istribu ció n Ge o g r áfica : En C hile: A rica, X II-1938, E. U reta c o ll.; Santiago. 1 ejem plar colectado en el Hospital de San Vicente, en la Col. Izquierdo.

13.

Celerio euphorbiarum (Guér. y P e rch ). Lám. IV, fig . 4 ).

1835. 1871. 1875. 1875. 1877. 1878. 1886. 1886. 1892. 1903. 1925. 1928. 1928.

Sphing euphorbiarum Guérin y Perch., Gén. Inst. t. 3. f. 1. Deilephila spiiiifascia. Butler. Proc. Zool. Soc. Lond. p. 81. D. celeno. Boisduval. Spec. Gén. Lép. Hét. I, p. 170, n. 13. D. euphorbiarum . B erg. Bull. Moscou, p .'2 0 6 , n. 17. D. spinifascia. Butler. Trans. Zool, Soc. Soc. Lohd. IX , p. 568, n. 5. D. euphorbiarum . Burm eister. Descr. Rep. Arg.. V , p. 337, n. 1. • D . euphorbiarum . Calvert. An. Un. Chile, L X IX , p. 320, n. 91. D. euphorbiai-um. Calvert. Cat. Lep. Chile, p. 12, n. 91. D. euphorbiarum . K irby. Cat. Lep. Het, I, p. 665, n. 3. C elerio euphorbiarum . Rothschild y Jordán. Rev. Lep. Sphing. p. 725r n, 677. C'. éüphorbiarum S Reed, C. Cat. E sf. Chile. Rev. Hist. Nat. X X I X . p. 302. n. 5. C. euphorbiarum . Draudt (in S eitz). Grpss. Schmett. d. ......... E rde V I, p. 896; A tlas lám. 98F f. ‘ C. euvhorbiarum . Gazulla y Ruiz. Rev. Chil. Hist. Nat. X X X I , p. 292.


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1933. C. euphorbiarum . Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg . R ev. Soc. Ent. A rg. V , n. 23, p. 205. . , cT 9 . Pulvillus presente. Espinas del prim er segm enta protarsal firm e, rígida y larga. Cuerpo com o en annei. L a cuarta y o.uinta mancha negra abdominal totalm ente ausentes o vestigiales. A rea costal del ala anterior, ca fé constantem ente definida, dentellada por las venas. A rea roja del ala posterior de ancho variable. ■A la poste­ rior con dos manchas negras antes del lím ite abdominal, ■una en la base y la otra en el ángulo anal. d" . A rm adura sexual del m ism o tipo que en euphorbiae, gallii. etc» T ipo de arpe más agudo. La larva varía del verde-grisáceo al n e g r o ; una: pálida lí­ nea dorsal, ausente o vestigial en las. form a s oscuras, con se­ ries de manchas negras, dorsol'aterales, redondeadas y ence­ rradas p or anillos amarillento-pálidos. Plantas alim en ticias: M irabilis ja lavp a . C estru m ; etc. Hab. D istrito sn»- de Su dam érica: Tucumán a P a ta gon ia ; Chile. Sud del B rasil” . v, .-. D istribución Geográfica y época de vuelo ; Couiapó, II, Sr. Enrique ü reta R . ; Vicuña, Elqui, II-; Santiago, X I ; A ngol, II, Sr. D. Bullock.

14.

Celerio annei (G uér).

(Lám. 4, fig . 2 ). 1839. Sphinx annei Guérin. Mag. Zool. ( 2 ) , I Ins. t. 2.¡ 1856. Deiiephila annei. W alker. Sist. I.ep. Ins. B. M V III p 171, n. 14. . 1875. D. annei. Boisduval. Spec. Gen. Lép. Hét. I, p. 161, n. 3. 1877. D. annei. Butler. Trans. Zool. Soc. Lond. IX , p. 571, n. 18. 1886. D .A nnei. Calvert. An. Un. Chile, L X IX . p. 320, n. 91. 1886. D. A nnei. Calvert. Cat. Lep. Chile, p. 12, n. 91..... 1892. D. annei. Kirby. Cat. Lep. E xot. I, p. 67, n. 20. 1903. C elerio annei. Rothschild y Jordan. Rev. Lep. Spninsr n 726, n. 678. 1925. C. A nnei. Reed, C. Cat. E sg. Chile. Rev. Chil. H ist. Nat. X X I X , p. 302, n. 6. 1928. C. A nnei. Draudt (in S eitz). Gross. Schmett. d . Erde VI, p. 896: A tlas 1. 9£F g. 1933. C. annei. Orfila. Cat. Sist. Sphing. A rg . Rev. Soc, Ent. A rg. V , n. 23, p. 206. -

....... -■<' 9

í;

Pulvillus, presente. Espinas del 'ciíéulo externo:, del


U r e t a y D onoso. R e v is i贸 n d e los S p h in g id a e d e C h ile .

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IV . I . SPHINX AURIGUTTA ( 芦 . I J .).

1. CELERIO A NBEI ( C o ir ) .

3. C. LINEATA ( F ) .- 4 . C. EUPHORBIARUM ( G l * . ! P tre h ).



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SPH IN G ID A E

p rim er segm ento protarsal firm es. A b dom en 'con cinco manchas negras laterales,, las prim eras mayores. A rea costal del. a la 'a n te rio r algo coloreada de café, pero no m arcadam ente definida; una mancha café próxim a al fin de la célu la; área discal gris, aproxim ándose siem pre ál páli­ do, algunas veces de un crema pulimentado a lo largo de la banda discal. café. N o disectáda. P rim eros estados desconocidos. H a b : Chile, Bolivia, P erú” . D istribución G eográfica y época de v u e l o : En Chile. A rica, X II, E. U reta ; A ntofagasta, Chuquicamata, V , Sr. S. R o ja s ; Calama, Cerritos Bayos, V I, Dr. W . B ie s e ; Vicuña, to­ d o el año, Sta. E. R o ja s ; Santiago, abundante algunos años en X ; El A rrayán , X -X I, Sr. Sonnleitner; Rañcagua. -<■?rl-•. t 15.

•' >>»..'• Celerio lineata ( F ) .

_

'I-

(L ám . IV , fig - 3 ). . 1775. S phinx lineata Ffttíricius.. gist. Ent. ,p. 541, n. 18. 1816. Deilephila l i n e a t a OchsenKéimér. Schmett. Eur. IV, p. 42, n., 5. > " 1822. P h fy x u s livovnica. Hübner. V erz. bek. Schmett. p; :137, n. 1468. ' „■ 1829. Deilephila daueus .Stephens. Illustr. Brit. Ent. Haust. I, p. 126. 1865. D. lineata. Grote. P roc. Ent. Soc. Philad. V , p. 58. 1868. D. daueus. Boisduval. A n. Soc. Ent. Belg. X II, p. 64, n. 68. 1875. D. daueus. Boisduval. Spec. Gén. Lép. Hét. I, p. 173, n. 16. 1878. D. daueus. Burm eister. Descr. Rep. A rg. V , p. 338, n. 2. 1903. C elerio lineata. Rotschild y Jordán. Rev. Lep. Sphing. p. 731, n. 683. 1925. C. lineata. Reed, C. Cat. E sf. Chile, Rev. Chil. Hist. Nat. X X I X , p. 302, n. 7. 1928. C. lineata. D raudt (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V I, p. 896; A tlas lám. 98F g. 1933. C. lineata. O rfila. Cat. Si-si. Sphing. A rg. Rev. Soc. Ent. A rg . V , n. 23, p. 205. “ cf 9 . Pnlvillus presente. Más pequeño aue las subespecies am ericanas aue en las do<! del H em isferio este. Espinas exter­ nas del tarso anterior prolongadas, ^n la última parte su m iem >” *o ara^ece obviam ente reducido. Tégula m esotorácica con un fleoueado superior hlanco. Abdom en con una serie doble de manchas dorsales negras. A rm adura genital com o el tipo. P ro­ cesos del arpe com parativam ente cortos, agudo y curvado.


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U RETA

«. Y

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8.

Larva muy, variable; verde o negra, línea dorsal, una atra­ viesa las manchas ocelares y una línea d ebajo de los estigm atas, esas líneas a veces están ausentes; manchas ocelares a menudo, vestigiales. Plantas alim enticias: Galium; V itis; R um ex, O enothera; P ortu laca; P run u s; etc. Pupa larga; form ación lingual engrosada basalmente, dos tubérculos frontales en la base. H a b : A m érica ; A fr ic a ; Sur de E uropa, este de China y Sud-India, Australia. L a distribución es muy notable” . “ Celerio lineata lineata. Pulvillus más pequeño que en las otras especies. Prim er segmento protarsal con espinas adicio­ nales en la base del prim er anillo. Tégula m esotorá cica 'con fle queado blanco mediano. T ergitos abdominales sin manchas blan­ cas laterales al doble anillo de manchas negras dorsales, con cin co manchas negras a los lados que disminuyen gradualm en­ te en extensión; una mancha blanca fren te a las manchas ne­ gras de los lados. Escm as de las antenas, café, en el tip o con color blanco más extendido. L arva mucho más intensamente maculada de amarillo y negro qúe en la del v ie jo mundo, lineata livorniea. H a b : A m érica, desde Canadá hasta A rgentin a” . D istribución G eográfica y época de v u e l o : En Chile. Santiago, Ñuñoa, X II-1951, A tala c o ll.; Talca, Ruiz c o ll.; A n gol, II, Bullock coll.


N uevas especies de L Y C A E N ID A E (L ep . E h op a locem ) de Chile

1

I

( A p o r t e 33°)

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. * •

Dr. EMILIO UHETA B. .

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Después de estar im preso nuestro artículo sobre nuevas esp ecies de R hopalóceros de Chile, hemos recibido valioso m a­ terial tíe varias especies de Lycaenidde, de las cuales teñísimos escasos ejem plares y p or Ib’ cual preferim os no describirlas en esa oportunidad. A hora podemos hacerlo a base de numerosos ejem plares obtenidos g ra cia s a las colectas de los Sres. Luis E. i ena y Juan G. R ojas, en, la zona norte de nuestro país. Dam os a continuación la descripción de dos nuevas espe­ cies y de una subespecíe:

" ’ ......... '

’ Thecla rojasi sp. n.

1

.

.

.

Macho y Hembra. E xpansión alar’: lfí-21 mm. A las por encim a, pardo-grisáceas. negruzcas en la base, el área anal más clara. Presenta tornasol metálico dorado* ver­ doso y rojizo, púrpura en la base. Las fr a n ja s son blancas, en ’ su base gris-parduscas, donde corre una línea m arginal negra. A las anteriores p or abajo, grises, con Una banda cenicien­ ta postmedaina.. que corre des_,e la costa hasta Cu 1 ; esta ban­ da está form ada por pequeños rectángulos, situados entre las venas, con el centro más oscuro y lim itados a ambos lados ñor trazos blanquizcos interiorm ente y negruzcos p or fu era. Hay una banda m arginal cenicienta, lim itada hacia afuera por: una fin a línea negra y hacia adentro ñor una zona ocre-anaranjada oue abarca la mitad externa del ala y sobre la cual corre la ban­ da cenicienta antes descrita. Esta banda llega nítida hasta C u l y'desde aquí hasta la anal, está representada por una gran man­ cha trapezoidal, de límite interno poco m arcado, pero angular y lim itada hacia afuera com o la banda. A las posteriores p o r abajo, ocre-anaranjadas, con la base espolvoreada de ceniciento y negruzco y con una banda post­ m ediana cenicienta que atraviesa toda el ala desde la costa al ■borde abdom inal y bordeada irregularm ente a ambos lados de negruzco, más intenso basad; m arginalm ente hay una una ban­


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URETA

R.

da cenicienta, limitada hacia afuera por una fina linea negra. Todas las fra n ja s son cenicientas, más oscuras en la mitad dis­ tal. Frente gris, epicráneo más oscuro. Palpos grises, aclarados exteriorm ente. Ojos pardo-negruzcos, muy pe'udos. Antenas negras, finam ente anilladas de blanco; clava pardusca, blan­ quecina por abajo. H olótipo d1 de Leouena, cordillera de A ntofagasta, 3500 m., 23-X-1955, Sr. Juan G. Roja,« coll. (Col. M. N. n. 1973). A lótipo <? de Chinina, 6-X-1955, Sr. Luis E. Peña co l’ . (Col. M. N. n, 1975). 2 paráticos c? cT de Chinina, camino a Talabre, 4000 m., cord. de A ntofagasta, 6-X -1955, Sr. Peña col!. (Col. M. N. n. 1974; 1 en Col. P eñ a ). 8 parátipos 9 $ ; 4 de Chinina, 6-X-1953 (Col. M. N. Nos. 1976, 1977, 1978, 1980) ; 2 de Lequena, 23-X -1955, Sr. Juan G. R ojas coll. (Col. M. N. nos. 1979 y Í9F4) • 2 S in Pedro de Atacam a, 12-V-1952, Sr. Luis Peña coll. (en Col. Pe­ ñ a ). Thecla flavaria sp. n. Macho; Expansión a la r; 20 mm. Alas anteriores por encima, pardas, cubiertas de escattiás am arillo-anaranjadas (0-15-9.e) ; la base y el área anal negruz­ cas. las venas oscuras y una gran mancha discoidal negra y ova­ lada. Alas posteriores por encima pardo-anaranjadas, con la ba­ se,, área costal y área anal n egruzcas; en el borde externo hay una serie de mediaslunas negras, cóncavas hacia afuera, cuyos extrem os se confunden con las venas, más oscuras que el fon do del ala. Todas las fra n ja s son negruzcas, con una fina línea blanca proximal. Alas anteriores por abajo, grises, con abundantes escam as de color ■herrumbe. ' La región subm arginal es rojiza y deja una línea m arginal gris y un tra™ de este color, triangular y subapical. N o se vé mancha discoidal. A las posteriores por abajo, gris-herrum brosas, con una fa ­ ja postdiscal form ada de trazos intervenosos de color rojizo, ro­ deados exteriorm ente de ceniciento. El color anaranjado se’ ha­ ce m arginalm ente m uy ostensible hacia el ángulo interno. Frente blanca, epicráneo an aranjado; antenas negras ani­ lladas finam ente de blan co; palpos blancos, en la base h errum ­ brosos. Tórax, por encima negro, por abajo, com o las patas, blanco. Abdom en por encima negro, herrum broso distaímsnte! por abajo blanco.


NUEVAS

E SP EC IES

DE

LYCAEN 1DAE

269

A rm adura gen ita l: Gomo en la lámina. Hembra. E xpansión a la r: 19-21 mm. Com o el m acho, pero con el color anaranjado más pálido (0-18-12'’) y sin la mancha discoidal del ala anterior. H olótipo d1 de Chinina, cam ino a Talabre, 4000 m., cor­ dillera de A ntofagasta, 6-X-1955, Sr. Luis Peña coll. (Col. M. N. n. 1981). A lótipo 9 de Belén, 18-X-1952, Sr. Peña coll. (Col. M. N . n. 1982). 1 parátipo r?1 de Belén, T arapacá, 22-X-1952, Sr. Peña coll. (Col. P eñ a). 1 parátipo 9 de Belén, 22-X-1952, Sr. Peña coll. (CoL P eñ a ).

Itylos endymion oligocyanea ssp. n.

Macho y Hembra. E xpansión a la r : 14-19 mm. Alas anteriores por encim a, ca fé de humo, con tornasol ro­ jiz o. El cam po basal azul-purpúreo, más extenso en las poste­ riores, las cuales presentan el área abdominal gris-plateada y uno a tres puntos negros en el ángulo interno. Las cuatro alas están finam ente m arginadas por una línea negra y en algunos ejem plares se esboza p or dentro de ésta, la línea blanca de la subespecie endym ion Blch. Las fra n ja s son anchas y alternadas de blanco y oscuro. A las anteriores p or abajo, pardo-amarillentas, con el área abdom inal g r is ; hay una mancha discoidal más oscura, bordea­ da de blanquizco; una serie subm arginal de seis manchas oscu­ ras con bordado blanquizco y entre ésta y la línea m arginal negra, dos series más de manchas con iguales caracteres. En al­ gunos ejem plares por dentro de la fina línea m arginal corre una línea blanco de nieve. Las alas posteriores por abajo son pardas, espolvoreadas ^e blanquizco y en la base gris-celestoso. H ay cinco series de m anchas: La prim era form ada por tres basales; la segunda, por Ja d iscoid a l; la tercera, por siete a ocho postmedianas dispues­ tas en arco irregular; todas estas manchas son negruzcas y ■bordeadas de blan q u izco; la cuarta serie está form ada por cua­ tro a cinco arcos negros, cóncavos hacia afuera, situados entra las venas y prolongados por una cúpula blanquizca por dentro, form ando arcos ojivales en cuya' báse corre la auinta serie de manchas n egras; el arco situado entre ambas cubitales está re­ lleno ^e pprdo-am arillento. P or abajo todas las fra n ja s son a'ternadas de blanco y oscu ro, pero domina este último color. F rente y epicráneo blancos; palpos exteriorm onte con pe­


260

EM ILIO

URETA

R.

los blancos, por dentro oscu ros; ojos pardos, bordeados de blan­ co ; antenas negras anilladas finam ente de blanco. T óra x y ab­ domen por encima negros, con algunos pelos blan qu ecin os; por abajo, igual que las patas, grises. A rm adura genital del m a ch o; Como en la lámina. H olótipo c? de Tum bre. cordillera de A ntofagasta, 37004000 m>, 2-X-1955, Sr. Luis Peña coll. (Col. M. N. n. 1983). A lótipo 9 de Tum bre, 30-IX -1955 (Col. M. N. n. 1 0002). 41 parátipos c?d ' : 3 de Tum bre, 30-X I-1952 (2 en Col. M. N. nos. 1968 y 1969, 1 en Col. P eña) ; 38 de Tum bre, 2 J -IX a 7-X -1955, Sr. Peña coll. (18 en Col. M. N. Nos. 1984 a 2000 y 10001, 1 en la Col. B reyer de Buenos A ires, 19 en Col. P e ñ a ).

A rm a d u ra gen ital d e los m ach os d e : 1. T h e c la fia va ria sp.* n.:. 2. I ty lo s e n d y m ion o lig o cy á n e a ssp. n.; 3. T h ecla ro ja si so. n.

25 parátipos 9 9 de la mism a localidad y fech a que los parátipos r? d” (12 en Col. M. N. Nos. 10003 a 10014, 12 en Col. Peña. 1 en Col. Museo A rgentin o de Ciencias N aturaies “ B ernardino R ivadavia” ) . C om entario: Esta hermosa subespecie-es cercana á Ity lo s iv conspicua Draudt, para el cual hacemos la nueva com binaeió i Itylos endym ion ivconspicua (D ra u d t).


ecn»r

R E V IS IO N D E L A F A M IL Í A. Aegériidae (Lep. H et.) ' '

EN CHILE.

•. .

(A porte 34°)

'

.'.-„'r'

. .

Dr. EMILIO URETA R.

Hasta hoy sólo ha sido indicada una especie para Chile, d escrita por el Dr. R . A . Philippi en 1859 com o Rhipidura auro-, ra y colocada en la fam ilia Zygaenidae. En 1882, B utler la describe nuevamente com o A eg eria ru fa en Trans. Ent. Soc. de London y en 1886, W m . Bartlett-Calvert, en su C atálogo de los Lepidópteros de Chile coloca en la fa m i­ lia Zygaenidae a Rhipidura a u rora Philippi y en A egeriid ae a A eg eria ru fa Butler; -’ i Colectas posteriores nos han revelado la presencia de cua­ tro especies más para nuestro país,-tres de las cuales son nue­ vas para la ciencia y una cuárta, la citamos por prim era vez pa­ ra Chile. • L os aegéridos estaban hasta hace poco .incluidos en la fa ­ m ilia Sesiidae, nom bre anulado por estar preocupado por el gé­ nero Sesia ñe Sphingidae y su subfam ilia Sesiinae. Las larvas hacen galerías en los troncos de los arboles, por lo cual pueden ser perjudiciales a la agricultura, principalmente forestal. Los im agos vuelan durante el día, generalmente en la m añana,jt se les confunde a menudo con dípteros o himenópterps. Los hemos visto volando con cierta frecuencia a rás de tierra y posándose sobre arbustos bajos.

Familia:

Aegeriidae Stephens, 1829.

(Sesiidae Stephens, 1828). • „ .. 'V “ Antenas progresivam ente dilatadas hacia la extremidad, sim ples,'ciliadas o cortam ente pectinadas; ocelos y trom pa pre­ sen tes; palpos m axilares rudim entarios; palpos labiales bien desarrollados; alas lo más a menudo en.gran parte sin escamas o con escam as caducas, las anteriores subtriangulares y muy estrechas, aparato ligador generalmente semejante en- los dos sexos, el fren o simple, el retináculo de tipo subcostal; anterio­ res con el campo dorsal (entre el borde interno y 1 b ) particu­ larm ente estrecho, 1 b generalmente sin horquilla basilar, 7 y 8 entroncadas; venación de las posteriores reducida, 8 escon­


•262

EM ILIO

URETA

R.

dida en un repliegue del borde costal. Larvas con 16 patas, las abdominales coronadas: endófitas xylófagas. Crisálidas incom ­ pletas, teniéndo los tres prim eros urites soldados. E nvergadu­ ra alar, lo más a menudo entre 15 y 35 mm., algunas veces has­ ta 60 mm. El acoplam iento alar está reforzado por la coaptación del borde interno de las anteriores encorvadas ventralm ente, con la costa ie las posteriores encorvadas dorsalmente. El abdomen termina generalmente por dos pinceles de pelos característica­ mente coloreados. En M elittia Hübner, las largas patas poste­ riores aparecen engrosadas desmesuradamente por un abundan­ te revestim iento de pelos largos. Larvas a menudo m uy n ocivas; nim fosis en un capullo colocado en la galería o afuera, al aire libre. La fam ilia es casi cosm opolita y consta aproxim adam ente de 800 especies” .

1825. 1859.

Género: Synanthedon Hübner. i Synanthedon Hübner. Zutr. E xot. Schmett. Rhipidura Philippi. An. Univ. Chile, X V I, p. 1095.

“ Trom pa bien desarrollada, antenas casi tan largas com o la mitad del cuerpo, engrosadas en su extrem idad, en el m acho débilmente pectinadas. Las alas hialinas, las venas X y X I c o ­ rren paralelamente hacia el margen pxtsrno. En el ala p oste­ rior las venas III y IV sobre el m ism o m ango corto. Las patas anteriores son cortas, las posteriores tan largas ru é alcanzan a la extrem idad del abanico caudal. Las piernas están cubiertas en su lado externo de pelos m uy largos y apretados y las poste­ riores armadas de un doble par de espinas, uno term inal, el otro colocado un poco más abajo del centro. T ipo del g én ero: S. vesp iform is L., E uropa” .

Synanthedon aurora (Philippi) n. comb. 1859. 1860. 1883. 1886. 1886. 1886.

R hipidura aurora Philippi. An. Univ. Chile, X V I p. 1096, n. 12. ' « R. aurora Philippi. Linn. Ent. X IV . p. 275. A eg cria rufa. B ut’er. Trans. Ent. Soc. Lond., p. 58. Rhivid.ura aurora. Calvert. An. Univ. Chile L X I X p. 321, n. 94. A e g e n a rufa. Calvert 1. c. p. 343, n. 400. Rhipidura aurora. Calvert. Cat. Lep. Chile v> 13 n. 94. '


R EV IS IO N

1886. 1928.

DE

LA

FA M ILIA

A E G ER IID A E

A eg eria rufa. Calvert 1. c. p. 35, n. 400. Synanthedon rufa. Zukow sky (in S eitz). Schmett. d. E rde, V I, p. 1236.

263

Gross.

D iagnosis original de P h ilip p i: “ Se encuentra en las inmediaciones de la capital. La cabeza i e l tronco son de un color verde oscuro casi ne­ gro, pero la rejión entre las antenas i los palpos i el vértice es cubierta de escam as blancas: una fa ja de pelos blanquizcos se ve pn onda lado del pecho sobre el orijen de las alas, i el b or­ de p osterior de los segm entos del abdomen es igualmente de co­ lo r blanco o de un am arillo pálido. Las antenas son enteramen­ te negra*. los palpos blancos encim a i en los lados i negros por debajo. E l abanico caudal es de un negro puro. Las alas son en sus dos caras de color an aran jad o; las anteriores tienen sus bordes anterior i exterior negros, una tira negra corre de la base hasta el ángulo posterior exterior i una fa ja negra une esta tira con el m edio del borde a n terior; a más hai una man­ cha negra cuadrada en la parte posterior de la base. Las alas nosteriores tienen su borde posterior e interior negros, pero el lado exterior de las piernas lleva pelos largos i densos de color blanco i ro jiz o ” . D istribución geográfica y época de v u e l o : Chile. Los Chiches. V icuña, 640 m., prov. de Coquimbo, Uréta co ll.: San­ tiago, Philippi coll. (T ip o en Col. M. N. n. 2064) ; El Canelo, valle de' M aiüo, 6-XTT-1936. Ureta coll.; Colchagua, 1860, Phi­ lip p i coll.; Talca, fundo Las M ercedes, 1-1933. H. Flam inio Ruiz co ll.; Term as de Chillán, 1934, II. Fl. Ruiz, coll.

Synanthedon mydaides sp. n. Macho. E xpansión a la r : 18 mm. L argo del ala ante­ r io r : 7,5 mm. L argo del cu erp o: 10 mm. A las transparentes, con las venas negras. Las anteriores ligeram ente amarillentas y con los márgenes negruzcos. Hav una fa.ia subm arginal oscura y una gruesa mancha discoidal negra. Las alas posteriores son hialinas, con el borde externo reg ru zco y con una peaueña mancha discoidal del mismo color. T od as las fra n ja s son largas, pardo- negruzcas, bastante más oscuras en la base, aparentando así una línea m arginal negra, más m arcada en las alas anteriores. Cabeza negra. Las antenas casi alcanzan la mancha dis­ coidal. Palpos blancos, con largas cerdas negruzcas. T órax y abdom en negro con tornasol azul-violáceo, terminando en un bien form ado abanico,


264

EM ILIO

URETA

Armadura genital de los machos de: 2. S. coq u im b en sis sp. n.

R.

1. S yn a n th ed on m y d a id e s sp. n .;


R EV IS IO N

DE

LA

FA M ILIA

A E G ER IID A E

265

A rm adura gen ita l: Como en la lámina. H olótipo d1 de El Pangue, 2000 m., Elqui, provincia de Coauim bo, 17-X-1936, Sr'. R odolfo W ágenkneeht cóll (C ol M N . n, 20 8 1 ). i iJisiiciBlición geográfica : Chile. 1

Synanthedon coquimbensis sp. n.

Macho. E xpansión a la r: 19-28 mm. L argo del ala: 912 mm. L argo del Cuerpo: 14-17 mm. A las anteriores hialino-am arillentas (O O Y -H -S /1) , bordea­ das de negro y con la mancha discoidal del mismo color. La bá­ se del a la es n egra y con escamas azules; las benas bordadas de negruzcos, ensanchándose este color hacia afuera. A las posteriores pardo-anaranjadas (0-15-9•) con las ve­ nas y la mancha discoidal negras. Los bordes externo y abdo­ m inal negros. Todas las fra n ja s negruzcas. Cabeza negra, entre las antenas y alrededor de los ojos blan­ ca. Palpos blancos con largas cerdas negras hacia abajo, últi­ m o artejo amarillento. T órax cubierto de escamas negras corl torn asol m ulticolor. Abdom en por encim a negro y con una fila de escam as blancas al fin al de cada segm ento: a los lados con escam as m ulticolores y abajo negro. E l ‘ abanico caudal largo, con escam as blancas~y largas a los lad os.'T ibias ñor abajo ne­ gras, p or arriba con pelos blancos y am arillos; tarsos blanqueci­ nos. ’ ‘ ' H e m b r a . •E x p a n s ió n 'a lá r : 24 nim. L argo del ala: 11 mm. L a rgo del cu e rp o : 15,5 mm. A las hialino-amarillentas, sin anaranjado en las posteriores, hacia los bordes más negruzcas. Palpos blancos, Con cerdas dé este color y. algunas negras, m ucho m enores que én el macho. T óra x negro con una línea blanco-am arillenta a cada lado, constituida p or pelos de ese co­ lor, p or abajo blanquecino. A bdom en negro con líneas blancas M fin a l de cada segmento, más anchas que en el m acho; a los lados blanco-am arillento, abajo, negro. H olótipo c? de La Serena, 10-11-1953, Sr. Raúl Orellana coll. (Col. M. N. n. 497 4 ). A lótipo 9 de Nueva Elqui, 3000 m., provincia de Coauim­ bo. 26-111-1937/ Sr. R od olfo’ W ágenkneeht coll. (Col. M. N. n. 2 0 7 8 ) . - - : r " 4 parátipos •d” y 1 : 1 dé La Serena, 18-11-1953 (Col. M. ■N. n. 4975) ; 2 de Nueva Elqui. 26 y 27-111-1937 (Col. M. N. nos. 2080 y 2079) : 1. d e 'E l Pangué, D'ep. de Elqui, 2000 m., 15-11-1953, t r e t a coll. (Col. M. N. n. 4976).


EM ILIO

266

URETA

R.

Synanthcdon haematica sp. n.

Hembra. Expansión ala r: 27-31,5 mm. L argo del a la : 14 mm. Largo del cu e rp o : 16,5 mm. Alas hialinas, las anteriores por encima con una mancha negra en la base. Costa hasta cerca del ápice, la base, mancha discoidal y venas de un rojo-anaran jado vivo (0 0 S -1 3 -1 0" '', es­ tas venas son negras al final, donde se confundan con las fr a n ­ ja s que son de este color. Alas anteriores por abajo con la basa rojo-anaran jada, más claro que por arriba (OOS-14-129) , costa ana-anjada, pero con algunas escamas negras; margen abdominal intensamente ana­ ranjado hasta el ángulo, venas y mp” cha discoidal de este m is­ ino color. A ambos lados de la discoidal el ala es hialina y por fuera con un hermoso brillo violáceo. Las venas en esta región son anaranjadas, pero se hacen negras al llegar al m argen. Alas posteriores por encima, hialinas, cnn la base rojo-a n a ­ ranjada, este color se extiende por la costa hasta llegar casi al ápice y por el borde abdominal hasta casi ¿'l á n g u V ocupando totalmente las últimas dos células. Venas intensamente anaran­ jadas hasta llegar al margen, donde se hacen negras. F ranjas largas y de este último color. Cabeza negra, palpos anaranjados, con pelos negros hacia ahajo. Antenas anaranjadas, con escam as negras más abundan­ tes en ambos extrem os, term inan engrosadas y con un m an ojo de cerdas negrás. T óra x negro, patas con los fém ures ’ ->■ tibias de este co lo r; los tarsos na’-io-üm prillentos, com o los espolones. A bdom en negro con pequeño abanico caudal. H olótipo $ de Mare, 4000 m., Cord. de A n to fa g a 9ta, 3-11953, Sr. L. Peña coll. (C ol. M. N. n. 1991). 2 parátipos 0 9 ; 1 de la mism a localidad y fech a que el holótipo (Col. M. N. n. 1992) y 1 Catarapi, 3300 m., Cord. de A ntofagasta, 8-X II-1952, Sr. Peña coll. (Col. P e ñ a ).

Género: 1819.

Melittia Hübner.

M elittia. Hübner. Verz. bek. Schmett., p. 128.

“ Antenas ensanchadas hacia el extrem o distal. en el ma­ cho finam ente dentadas; en el extrem o de la punta algunas cer­ das. Proboscis normal. T ibias y tarsos provistos de largos y frondosos pelos, con excepción de los dos o tres últimos a r­ tículos tarsales. En el ala anterior las venas 7 y ;8 astilladas. En lo demás parecido a P a ran th ren e; en el ala p osterior la v e­ na 5 nace en el centro de la vena transversal y o y 7, en un tron­ co largo” . i


REV ISIO N

DE

LA

F A M ILIA

Melittia cucurbitae

1828.

A E C E R IID A E

267

(H arris).

A eg eria cucurbitae H arris. N ew England Farm er, V II, p. 33.

Cabeza verde m etálica, cara blanquecina. Palpos naranja pálidos, en el fon d o blanquecinos. Antenas verde-negruzco. T ó­ ra x verde-oliva metálico, a veces pasando al pardusco-oliva. Pa­ tas naranja, tarsos pardos con anillos blancos. Patas posterio­ res con pelos largos, negros en su lado interno y por fu era con largos pelos naranja. A bdom en en su región posterior rojo-n a ­ ran ja p or arriba, con los segmentos delgadamente bordeados de verde, en el dorso una línea de puntos n egros; segm entos 1 y 2 verde-oliva, com o el tó r a x ; parte in ferior del abdom en de un naranja más claro. A la anterior verde metálico oscuro con fra n ja s parduscas más oscuras, en la raíz una corta raya hiali­ n a ; fa z in ferior igual, pero hasta cierto punto más oscura que e\ color general. A la posterior trasparente, con un bello refle­ jo azulado, venas y borde verdosos, fra n ja s parduscas. M a­ c h o : 22-26 mm. H em b ra ; 28-35 mm. B iología ; Esta especie coloca los huevos en todas las par­ tes del zapallo y plantas afines (m e lo n e s), especialmente en las ram ificaciones y tallos de las hojas. A la oruga le llaman en E stados Unidos “ p erfora d or de zapallos” . L os capullos son m uy duros y los hace entre los tallos y a veces, a algunos centíme­ tros b a jo el suedo. Tiene dos generaciones al año. D istribución geográfica ; Canadá, Estados Unidos, M é­ jic o , Centro y Sud-Am érica. , C h ile: A zapa, A rica , 7-III-1950, Sr. Octavio Barros V . coll.



Sobre Colias lesbia F. (Lep. R hop.) en Chile GILBERTO MONSALVE M. Ayudante de la Sección de Entomología

E n la R evista Chilena de Entom ología volumen II, 1952, p. 174, el Sr. José H errera González refiriéndose a Colias lesbia F . dice lo sig u ien te: “ En 1903, H. J. Elwes en “ B utterflies o f Chile” , al re fe ­ rirse a C. lesbia F abricius, colectada cerca de Puente del Inca (A rg en tin a ) agrega lo siguiente: “ I a lso 'to o k a single albino fem ale on the Chilean side o f the pass at about 9.000 fe e t” . Puede presum irse que fu era un ejem plar de C. flaveola, pues C. lesbia no ha sido colectada en nuestro país” . E sta afirm ación hecha por el Sr. H errera acerca de la iden tificación de Colias lesbia practicada por un lepidopterólogo de inmenso prestigio com o lo es John Elwes, nos parece arbitraria e indocumentada, pues es seguro que el Sr. Elwes haya colectado esta especie en el laclo chileno, tal como él lo «fir m a , ya que nosotros la hemos colectado abundantemente en la vert’ente oriental de la cordillera de Los Andes, entre el' C risto R edentor y la localidad de Las Cuevas, en febrero de 1954, durante la E xpedición ecuestre organizaba por la Escue­ la de M edicina V eterinaria de la U niversidad de Chile, bajo la dirección del P rof. Dr. Hugo Sievers. Nos perm itim os dar una reseña de la bibliografía sobra la irropencia de Colias lesbia F. en Chile, existente a la facha en rite H errera hace su a firm a ció n : 1898.

1898.

1903. 1916. i

Coh'üs Lesbia- var. arena Staudinger. Hamb. M sgalh. Sammelreise, Len.. t>p. 23-27 (2 machos y 1 hembra de Punta A ren a s). Colias Lesbia Calvert. Catálogo revisado de los Lenidópferos <’•<> Chile. Rev. Chil. de Historia. Nr.t., II, p. 98, n. 15. Colias Lesbia. Elwes. Butterflies. o f Chile. Trans. E p + , Soc. T ond. Colias lesbia f. arena. Jorgensen. An. Mus. Nac. Bb. Ás., p. 508.


27 0

G IL B ER T O

M ONSALVE

M.

1924.

Colias lesbia f. arena. R óber (in S eitz). Gross. Schmett. d. Erde, V , p. 93. 1936. Colias lesbia lesbia. Ureta. Rav. Chil. Hist. Nat., X L , p. 378. . 1936. Colias lesbia arena. Ureta. Rev. Chil. Hist. Nat., X L , p. 379. 1937. Colias lesbia lesbia. Ureta. Rev. Chil. Hist. Nat., X L I, p. 239. 1937. Colias lesbia f. pyrrhothea. Ureta. Rev. Chil. Hist. Nat., X L I, p. 239. 1937. Colias lesbia lesbia. Ureta. Bol. Mus. Nac., X V I, p. 239. 1937. Colias lesbia lesbia. Ureta. Bol. Mus. Nac., X V I, f p. 124, n. 19. 1937. Colias lesbia fa . p yrrhothea. Ureta, 1. c. u. 124. 1937. Colias lesbia fa. heliceoides. Ureta, 1. c. p. 124 En cuanto a ejem plares chilenos da Colias lesbia F. exis­ tentes en la Colección de nuestro Museo, podemos citar los si­ guientes : N.'-' 306. A ntofagasta, Enero-1865, Philippi. coll. N.? 307. A ntofagasta, Enero-1865, Philippi coll. N .(’ 316. Puerto Prat. Magallanes. 13-Febrero-1945, Jo­ sé H errera Gnozález coll. Creemos de im portancia rectifica r la afirm ación c1al Sr. H errera González, ya que Colias lesbia F . constituye en A r m n tina y U ruguay una grave plaga para la A gricu ltu ra y si bien es cierto, oue en nuestro país no se ha desarrollado en form a peligrosa, la presencia de esta especie en él. constituya un pe­ ligro en potencia oue es conveniente no desconocer. .


Nuevos H E T E R O C E R O S (L ep .) de Chile (A porte 35°) .

Dr. EMILIO URETA R.

E n el presente aporte damos a conocer varias especies y subespecies nuevas para la ciencia y dos nuevas para Chile, llamando la atención o.ue estas dos últimas sean originarias de B rasil y que seguramente han penetrado a-n u estro territorio p or «1 sur del país, donde la cordillera de los Andes es baja y perm ite c.-'^rta continuidad de faunas. Hacemos también una nueva com binación para X y leu tes chilensis Ureta, dejándolo en la fam ilia Hepialidae que es donde corresponde sistemáti­ camente. Creemos nue especies tan notables com o algunas de las que ^escribim os. han quedado inéditas únicamente en razón de ha­ ber sido colectadas en escasos ejem plares, a veces en mal esta­ do, lo que perm itió que pasaran confundidas con especies a fi­ nes. La B ryop tera paulina seguramente lo fu é con B ryoptera lecideata Felder y B. panteata Felder, la Catophoenissa fu en -mUdoí -’ «tuvo siem pre mezclada en las colecciones con C. dibapha (F e ld e r). Un intensivo trabajo de colecta nos ha permitido reunir buenas series de estas especies, por lo que podemos consultar un abundante material. En alcrunas zonas en que tenemos co­ laboradoras uerman entes. pudimos com probar que B ryoptera paulina vuela sólo dos días en el año (O bservaciones en El A rrayán y El Salto, V iña del M a r ), lo que puede explicar su escasez en las colecciones.

GEOM ETRAE Catophoenissa dibapha albicentra ssp. n. » Macho. E xpansión a la r: 40-46 mm. L argo del ala-: 23 mm. L argo del cu erp o: 20 mm. Alas anteriores por encima, pardas, con una ancha fa ja central más oscura, limitad,i, h ac'a reen tro por una línea negra en form a de arco oue term ina sobre la vena anal, desde donde nace hacia el borde interno otro arco mucho más pequeño;


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p or fuera, la fa ja central está limitada también por una línea negra, fuertem ente sombreada hacia adentro y que presenta varias salientes agudas, las más notables sobre las venas M3 y C u l ; ñor fuera de esta fa ja central,, el ala es parda con color barquillo y com o toda ella, con innumerables lineítas dirigidas de adelante a atrás, dando de esta manera una im agen m arm oreada; hav una mancha subtriangular oscura aue parte de la costa subapical y se dirige angostándose hacia el punto don­ de Cu2 toca el margen externo, esta mancha em ite hacia afu e­ ra varias prolongaciones, las más notables entre R5 y M 2 ; cerca del ángulo interno el ala se hace-sub-blanquecina y en su fon do se destacan algunas líneas oscuras horizontales. El tercio basal es más claro y presenta líneas negras longitudinales y tras­ versales. Las fra n ja s son pardas, com o el fon d o del ala y están limitadas en su base por una línea negra que sigue las ondu­ laciones del borde externo. A las posteriores por encima, a n aran jad o-rojizo m uy inten­ so (SO -14-12,J) , con la costa negruzca sobre la mitad interna y cerca del ápice. Una línea negra atraviesa el ala poco más allá del centro y hace una saliente sobre las m edianas; en algunos ejem plares existe por dentro de asta línea un esbozo de otra, form ada por trazos n°erns más delgados. E xiste una ancha f a ­ ja m arginal negra, sólo interrum pida en el tercio superior d°l m argen externo. El área abdominal está cubierta de pilosidad parda. Las fra n ja s son-pardas, excepto cerca del ángu­ lo externo donde son anaranjadas, están limitadas en su base por una línea negra que sigue las ondulaciones del ala. Alas anteriores por abajo, anaranjadas, con la costa ne­ gra, pero rayada de Dardo claro. H ay una ancha fa ja negra qun cruza el ala poco más allá del centro y que se angosta hacia el borde interno. T odo el ápice es nee-ruzco. hasta cerca del ángu­ lo interno, pero aclarado en su vértic». H ay una mancha ama­ rillenta en la base y otra entre M I y M2, tocando la fa ja post­ m ediana: el áneulo interno es también amarillento. Las alas posteriores por abaio son nardo-am arilléntas, m armoreadas v con el mismo d ib 'iio rne r o r encim a. ñero aouí la fa ja rnarp-irial ne^ra es comnleta. El á'-ea abdominal es blan­ quecina y algo brillante. Las fra n ja s de las cuatro alas son b la n ­ quizcas, oscuras distalmente y limitadas en su base p or una lí­ nea r Qera rúa sigue las ondulaciones del borde externo del ala. Frente, epicráneo, antenas, palnos, patagios y tégulas nar­ do-grisáceos. Abdom en más oscuro, lateralmente aclarado y b r i­ llante. Las patas, gris-parduscas, con anillitos negros incom ­ pletos. Arm adura gen ital: Como en la lámina. Hembra. E xpansión a la r: 46-51 mm. L argo del a la : 23-26 mm. Largo del cu erp o: 18-20 mm.


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L as alas anteriores por encim a son pardo claras y com o en el macho, presentan una fa ja central ancha, pero de color blanco o blanquecino; esta fa ja está limitada por dentro p or una línea negra, seguida de una línea blanca que Contrasta con el área basal que es parda, pero más clara en su tercio e x te rn o ; p or fuera esta fa ja central está limitada por una línea negra que hace tres salientes, la m ayor, amplia, a nivel de M3, la si­ guiente muy aguda, sobre C u l y la tercera, menor, sobre la anal. En todo lo demás, como en el macho, pero con todos los colores más apagados. H olótipo c? de Pemehue, 800 m. 12-1-1946 (Col. M. N. n. 5939). A lótipo 9 de V aldivia, 11-1891 (Col. M. N. n. 5918). 6 parátipos d 'd 1 : 1 de Pemehue, 790 m., 12-1-1946, Sr. Ram ón Gutiérrez coll. (Col. M. N. n. 5914) ; 1 de Caleta Tirúa, Cautín, 1-II-1952, Sr. G. M onsalve coll. (Col. M. N. n. 5915) ; 1 de Ancud, Chiloé, 23-1-1952, Sr. L. Peña coll. (Col. M. N. n. 5917) ; 1 de Galvarino,. Cautín, 20-V-1930, Sr. D. Bullock coll. (C ol. M. N. n. 5916) ; 2 de V aldivia, 1893 (Col. Izqu ierdo). 7 parátipos 9 $ : 2 de Valdivia, 1891 (Col. M. N. Nos. 5913 y 5921) ; 1 de Curacautín, 16-111-1951, Sr. Raúl Orellana coll. (Col. M. N. n. 5919) ; 1 de Talcahuano, W alker coll. (Col. M. N. n. 5920) ; 1 de Peullá, III-1922 (Col. M. N. n. 61 9 0 ); 2 de Valdivia, 1893 (Col. Izqu ierdo).

Catophoenissa fuenzalidai sp. n.

Macho. Expansión a la r : 33-42 mm. L argo del a la : 1720 mm. L argo del cu erp o: 14-20 mm. Alas anteriores por encima grises y con las venas pardus­ cas. H ay una ancha fa ja central del color del fondo, limitada hacia adentro por una línea negra que describe varios arcos de convexidad externa, el último de los cuales es muy agudo y queda entre la anal y el borde interno; toda el área basal es castaña, con diversos matices, excepto en la vecindad de la línea antes descrita, donde es gris. La fa ja central está li­ mitada hacia afu era por una línea negra algo ondulada y que en su parte media hace una o dos entradas en form a de arcos. Toda el área subm arginal está ocupada por un dibujo arqueado que parte de la costa y term ina en el ángulo in tern o; este dibu­ jo es de concavidad externa, de color barquillo en el medio, gris hacia adentro y castaño hacia afuera, donde emite dos pro­ longaciones bien visibles entre R5 y M 2 : el área m arginal es gris y las fra n ja s del mismo color y limitadas en su base por una línea que sigue las ondulaciones del ala.


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A las posteriores por encima, anaranjadas (OOS-15-12í> has­ ta 0 -1 8-12 'í) , dism inuyendo de intensidad este color hacia la base y área abdominal, donde es en algunos ejpmplares casi blan­ quecina; una línea postmediana negruzca e irregularm ente ar­ queada atraviesa el ala desde la costa hasta el borde abdominal donde term ina en una mancha negra que corre hacia la b a s e ; los dos tercios del área m arginal son gris-negruzcns, las fra n ja s del m ism o color y limitadas en su base por una línea negra ondu­ lada com o si margen del ala. Las alas anteriores por debajo son gris-perla, con algunaá m anchas negras sobre la costa y con escamas de este color en el ápice y m argen e x tern o; hay una fa ja negra, incompleta co­ mo en la región postm ediana; todo el centro del ala es amari­ llo-anaranjado suave. Las fra n ja s son grises y basalmente lim i­ tadas p or una línea negra. A las posteriores por abajo, gris-perla, con esbozo de línea postmedi^na y con escamas negras, más abundantes en la re­ g ión m arginal. F ranjas grises. Frente, epicráneo y palpos con pelos grises y blancos; an­ tenas-pardas, patagios castaños, tégulas grises con la base par­ da. A bdom en gris, algo plateado lateralmente; patas grises con escam as pardas. Arm adura gen ital; Como en la lámina. H e m b r a . E xpansión a la r ; 38-47 mm. L argo del ala : 19-23 mm. L argo del cu e r p o : 15-19 mm. Fuera de las características propias del sexo, eomo ser sus antenas filiform es, en contra de las pectinadas del macho, só­ lo se d iferencia de éste en general, por ser de m ayor tamaño, p or tener menos m arcado todo el diseño del ala anterior y por presentar más abundantes escamas negruzcas en las posterioreS ^ H olótipo rt» de Lá Óbrá', V alle del M aipo, 19-111-1953 (Col. M. N. n. 5927). ' A lótipo 9 de V iña del M ar, l-V -1954 (Col. M. N. n. tx9 5 0 ^

25 parátipos j j : 3 de La Obra, 19-111-1953 (Col. M. N. n. s. 5930, 5931, 5936) ; 1 de El A rrayan, Las Condes 28-1111955 (C ol. M N. n. 6 0 3 7 ); 1 de Guayacan, Valle del M aipo, III 1951 Sr L Peña coll. (Col. P eña) ; 1 le Queltehups, valle del 5 Í4 IV -1988 (Col. M. N n. 5 9 4 1 ); 1 de E l Manzano valle del M aipo, 22-111-1951, Sr. Octavio Barros coll. ( e n su C olección) ; 15 de V iña del M ar, 14-111 a^9-IV (Col. M. ls. nos. 5933, 5934, 5935, 5928, 5937, 5938, 5943, 6055, o929, 5940 593 , 5942, 5944, 6057, 5948) ; 2 de E l C a rd o n a , prov. de Colchag-ua, 11-1955, Sr. Raúl Am unátegui coll. (Coi. M. N n.os 5>7 y 5 9 4 9 ); 1 de Diguillín, provincia de Ñuble, 1878, Sr. f u g * con.

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3. H ep ia lu s h e im lid il sp. n.. 4. C a top h oen issa f je n i a l i d a i sp. n .; 5. C. d iba p h a a lb icen tra ssp. n.


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(C ol. M. N. n. 5945) ; 1 de Lo Aguila, IV-1878, Sr. Izquierdo col'l. (C ol. Izquierdo) ; 1 de Chillán, sin fecha. P rof. Izquierdo coll. (C ol. Izqu ierd o). 6 parátipos 9 9 : 3 de V iña del Mar, III y IV (Col. M. N. nos. 5952, 5953, 6058) ; 1 de El Salto, V iña del Mar, Sr. Calvert coll., oruga en IX -1894, im ago en III-1895 (Col. M. N. n. 5 9 5 5 ); 1 de Queltehues, valle del Maipo, 14-IV-1933, E. Ureta y Sr. O ctavio.Palm a coll. (Col. M. N. n. 5954) ; 1 de El Cardo­ nal, Colchagua, 11-1955, Sr. R. Amunátegui coll. (Col. M. N. n. 5951). D istrieución G eog ráfica : Chile, desde Los Vilos, 11-1955 (S r. G. H eim lich co ll.), hasta Chillán (P r o f. Izquierdo co ll). D ed'cam os esta hermosa especie al D irector de nuestro Museo, don Hum berto Fuenzalida V.. com o un reconocim iento de nuestra Sección al estím ulo recibido durante su administra­ ción. uryoptcra paulina sp. n.

(Lám . I, fig . 3.a

& ).

Macho y Hembra. Expansión a la r : 3 5 :48 mm. L argo del a la : 16-20 mm. L argo del cu e rp o : 15-20 mm. A las anteriores por encima, celestes (E -18-12íl) , con una banda blanca poco diferenciada a lo largo de la cubital. Hay una serié de fa ja s negras que cruzan el ala desde la costa al borde in tern o: una basal, incompleta, representada por dos tra­ zos, uno costal y otro en form a de ángulo abierto entre la cu­ bital y la anal: una postbasal, form ada por líneas y manchas dispuestas en form a zigzagueada; a continuación sobre la cos­ ta, dos a ocho m anchitas negras. En la zona postmediana hay dos fa ja s irás, que con una tercera que parte í’ e la costa subapical y nu^ term ina en el ángulo interno, cruzan el a la -fo r ­ m ando en el centro una serie de arabescos y puntitos negros repartidos irregularm ente, hay también una mancha discoi­ d a l; sobre la costa y el borde interno hay numerosos puntitos o pequeñas rayitas que dan al ala un aspecto atigrado. Entre las venas, en la región m arginal, hay una serie de manchitas triangulares negras que se continúan hac:a las fran jas. Estas son verdosas en la base y blancas distaím ente: también hay algunas manchas submarginales que se unen por finas prolon­ gaciones a los triangulitos marginales. Las alas posteriores por encima son blanco-sedosas, muy tenuemente teñidas de v e rd o so ; hay una mancha discoidal ne­ gra y una fina línea postmediana, interrum pida en el centro, pero muy marcada sobre el borde abdominal, también algunas rayas negras m arginales entre las venas y un fuerte trazo del


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fi. Ileteru sia b a rriosi

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sp. n.; 7.

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H ep ia lu s croca tu s,

sp単 n.


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m ism o color que parte de Cu2 y term ina en el ángulo interno. H ay tam bién num erosos puntitos negros diseminados en toda el ala. . | E n las hem bras todo el diseño es más m arcado. Las fra n ja s, com o en las alas anteriores. El área abdom i­ nal cubierta de abundante pilosidad blanca. A las anteriores por abajo, blancas, suavemente verdosas, m enos en la mitad posterior y basal donde son blancas. Todos los dibujos de las faz superior están tenuemente esbozados, pe­ ro en la costa y borde externo, com o en la región subapical, es­ tán m uy m arcados. A las posteriores por abajo, blancas, tenuemente verdosas, sobre todo a lo largo de las venas. El diseño de la faz superior se repite, pero más tenue y escaso. A m bas alas por abajo tienen un aspecto sedoso y las fra n ­ ja s son com o por encima. Cara y epicráneo celeste claro, fren ­ te negra. Antenas por encima, pardo claras, con algunas esca­ mas negras, p or abajo, pardo oscuras, la base rodeada de esca­ mas verdosas. Palpos con largos pelos celestes por abajo del prim er artículo, por encim a con pelos negros más c o r to s ; se­ gundo artículo con pelos negros y con un penacho verdoso por d en tro; tercer artículo con escamas blanco-celestosas. Patagios celestes, entre ellos iün punto negro y detrás tres puntos más del m ism o color. Tégulas celestes, con una fa ja negra en el , medio. T órax por abajo, blanco. Patas celestes anilladas'de ne­ gro. A bdom en blanco-celestoso suave. A rm adura genital del m a ch o : Como en la lámina. H olótipo cT de El A rrayán, Las Condes, 850 m., provin­ cia de Santiago, l'o-X I-1955, Sr. Juan Sonnleitner coll. (Col. M. N. n. 6161). , A lótipo 9 de la misma localidad, 17-XI-1955 (Col. M. N. n. 6162). 26 parátipos c? & : 5 de V iña del Mar, 22-23-XI-1955, 21-X I-1953 (Col. M. N. Nos. 5715, 6163 a 6166) ; 1 de Chile, pin datos (Col.' M. N. n. 5 7 1 7 ); 19 de E l A rrayán, Santiago, 16-17-XI-1955 (Col. M. N. Nos. 6167 a '6184, 1 en la Col. P e ñ a ); 1 d e Galvarino, Cautín, sin fecha, Sr. D. Bullock leg. (Col. M. N. n. 571 3). 8 parátipos 9 9 ; 3 de V iña del M ar (2 del 21-XI-1953. Col. M. N. Nos. 5712 y 5714; 1 del 23-XI-1955, Col. M. N. n. 6 1 8 5 ): 1 de Colección Paulsen, sin 'd atos (Col. M. N. n. 5716) : 3 de El A rrayán, 17^X1-1955 (2 en Col. M. N. Nos._6186 y 6187, 1 en Col. P eña) ; l 'd e Tregüalem u, provincia de Ñuble, 9 -X IL 1953 (Col. Sr. Octavio B a rro s). D edico esta hermosa especie a mi h ijita María Paulina.

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Bryoptera paulina australis ssp. n.

(Lám. I, fig . 3 b,

9 ).

Las alas son más verdosas (GGL-16-4'-') que en paulina pau­ lina, en la cual domina el tono celeste. En paulina australis to­ dos los diseños son más abundantes y gruesos. H olótipo c? de Río Blanco, Cautín, 26-XI1-1946, Sr. A r ­ turo Wagenkr.echt csli. (Col. M. N. n. 5718). A lótipo 9 de Puerto Octay, 25-XI-1955, Sr. E dgardo Oehrens coll. (Col. M. N. n. 6188). 2 parátipos d’V : 1 de Río Blanco, Curacautín, X II-1946 (Col. M. N. n. '3189) ; 1 de Colección Paulsen, sin datos (C ol. M. N. n. 5720). 2 parátipos 9 9 : 1 de San Ignacio de Pemehue (Col. M. N. n. 5719) ; 1 de Term as de Chillán, 11-1954 (C ol. Sr. G. H eim lich). Phrudocentra tanystes Prt.

(Lám. I, fig . 3 c ). A l a s m ás bien anchas, los dibujos pardos no están mez^.ndos con rojo. La antemediana del ala anterior está interrum pi­ da hacia adentro, en el pliegue. El campo basal en la mitad pos­ terior verde puro, mitad anterior verde, com o bañada de par­ do y de violeta blanquizco. En el m acho, las antenas tienen los treinta últimos segmentos pectinados, Santa Catharina, B ra­ sil. . En nuestro p a ís: La Unión, V aldivia, 11-1953,. Sr. Raúl Orellana coll.

Heterusia barriosi sp. n.

(Lám . I, fig . 4a y 4b) Macho y Hembra. E xpansión a la r: 19-25 mm. L argo del ala: 10,5-13 mm. L argo del cu erp o: 6-9 mm. Alas anteriores por encima, amarillas, ligeram ente ana­ ranjadas (O OY-17-12", 11". 10") , con toda el área costal pardodo-clara; presentan una línea postdiscal, una antemediana y una postmediana negras, las dos prim eras lim itadas en algunos ejem plares a la costa, la tercera se acerca al borde externo, que com o el ápice es negro. Las fra n ja s son .negras, pardas entre las venas. Las alas posteriores por encima son amarillas, com o las anteriores, con toda el área costal y el borde externo n e g ro s;


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N u e v o s H e te rö c e ro s d e C h ile .

L im m a I. ia . CATOPHOENISSA DIBAPHA A IB ICE NTRA ssp. n. Ib . idem . 9 . 2. CATOPHOENISSA FUENZALIDAI sp. n.. 0\ 2b. idem . <?. 3a. BRYOPTERA PAULINA PAULINA sp. n. 3b. B. PAULINA AUSTRALIS ssp. n .. 9 . 3c. PHRUDOCENTRA TANYSTES P rt. 4a. HETERUSIA BARRIOSI sp n. 4b. idem . 4c MONOCTENIA VENOSA sp. n. « f. 4d. TECMESSA EIEGANS Schs. Sa. SYNANTHEOON HAEMATICA Ureta." 5b S. COQUIM BENSIS Uieta. 5c S. MYDAIOES Ureta. 5d. M ELITTIA CUCURBITAE (H arr).



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H 'T ER O C S R O S

h ay una línea postdiscal negra y zigzagueada. Las fran jas, co­ m o en las alas anteriores. A las anteriores por abajo, amarillas, con el mismo dise­ ño que por encima. A las posteriores por abajo, pardo-amarillentas, con la fa ja postm ediana parda y más ancha que por en cim a; hay abun­ dantes escam as pardo-negruzcas diseminadas en toda el ala, especialmente en las regiones antemediana y marginal. F rente negruzca, epicráneo gris-pardusco, palpos del mis­ m o color, con pelos negros por encima. Antenas negruzcas, sem ianilladas de g risá ceo; grises en la base; bordeado de los ojos del m ism o color. Patagios negros, bordeados de g r is ; tégulas negruzcas. T óra x y patas grisáceos. Abdom en negruzco, ani­ llado de gris. A rm adura genital del m a ch o : Como en la lámina. H olótipo c? de El Manzano, 2200 m., valle del M aipo, 1920-X II-1947, Sr. L. Peña coll. (Col. M. N. n. 6196). A lótipo ? de la misma localidad y fecha, colectada en cópula con el holótipo (C ol. M. N. n. 6197). 5 parátipos 9 9 : 1 de El Manzano, 19-XII-1947 (Col. P eñ a) ; 2 de San Ram ón, X II-1888 (Col. M. N. Nos. 5741 y 5 7 4 2 ); 1 de Quebrada Trancas, Chillán, 31-VIII-1940 (Col. M. n. 5740) ; 1 de Chinina, camino a Talabre, cordillera de A ntofagasta, 4000 m., 6-X-1955, Sr. L. Peña coll. (Col. P eñ a ). . Dedicam os esta interesante especie a nuestro distinguido am igo el Dr. Raúl B arrios O.

Monoctenia venosa sp. n.

(Lám . I, fig . 4 c) Macho y Hembra. Expansión a la r : 35-40 mm. L argo del ala: 16,5-19 mm. L argo del cu erp o: 14-16 mm. -Alas anteriores por encim a, gris-ceniciento o algo pardus­ co, con las venas cubiertas de escamas negras, especialmente la cubital y sus ramas. Las fra n ja s son de color del fondo del ala y limitadas en su base p or una finísim a y discontinua línea n egra ; en el m argen externo y entre las venas hay puntos ne­ gros. Las alas posteriores por encima son algo más blanqueci­ nas y brillantes, sobre todo en el área c o s ta l; hay un punto dis­ coidal negro, una discreta línea posdiscal esbozada y una fina línea m arginal con puntos negros entre las venas. Toda el ala presenta escarní tas negras diseminadas. Las fra n ja s son más branquizcas que en las anteriores. Las alas p or abajo son gri^-perla, espolvoreadas de esca­ mas negras. En las alas anteriores la mancha discoidal es más


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pequeña que en las posteriores. En las anteriores hay dos hi­ leras de puntos, una m arginal con puntos negros entre las ve­ nas y otra subm arginal, con puntos sobre las ven as; en las alas posteriores existen también las dos hileras, pere la subm ar­ ginal presenta una línea algo irregular que une los puntitos. Las fra n ja s en las alas anteriores son negruzcas en su base. ■ Frente, palpos, antenas y epicráneo parduscos; patagios y tégulas grise3. Abdom en por encim a gris-pardusco. T óra x por abajo, com o el abdomen y las patas, grises. A rm adura genital del m acho: Como en la lámina. H olótipo de Guayacán, valle del M aipo, 3-X -1943, Dr. Jorge Peña C. coll. (Col. M. N. n. 489 8 ). A lótipo 9 de Guayacán, Valle del M aipo, 16-X-1943, Dr. Peña cou. ^Col. M. N. n. 4900). 1 parátipo <? de la misma localidad, 16-X-1943. (Col. M. N. n. 4899).

F a m ilia : -

N O T O D O N T ID A E - i Tecmessa elegans Schs.

“ Es Manca, con una gran mancha negra en el m etatórax. A la anterior gris, espolvoreada con líneas trasversales negras y dobles y detrás de la más externa, en el ángulo anal, hay una enancha neora. Las alas nosteriores son blancas, con una ban­ da m arginal gris-ahum ada y también una mancha negra en el ángulo anal. Brasil (C astro, P a ra n á ). En nuestro p aís: Sí>n Ignacio de P^mehue, T-1894 (Col. Iz­ quierdo) ; Principal, valle del M aipo, 11-1894 (Col. Izq u ierd o).

F a m ilia :

A E G E R IID A E

En la lámina I damos las figu ra s de Synanthednn haem oti'cn. Ureta, Synanth.ednn coquim bensis Ureta, Synanthedon m ydaides U reta y M elittia cucurbitae (H a rr ís ). Todas estas especies fueron tratarlas en el aporte N.» 34, de este mismo número del presente Boletín.

F am ilia: H E P IA L ID A E Phassus chilensis (Ureta) n. comb.

En el Boletín del Museo Nacional de H istoria N atural, tomo X X V . 1951, p. 75. describim n? nna especie de lepidóptero b ajo el nom bre de X y leu tes chilensis.


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Un m ejor estudio, practicado a base de nuevos ejem pla­ res recibidos, nos ha perm itido colocarlo en el género Phassus W alker, fam ilia Hepialidae, por lo cual hacemos la nueva com binación Phassus chilensis (U re ta ). L os nuevos ejem plares recibidos provienen de Term as de R ío Blanco, III-1953. Sr. A rtu ro W agenknecht coll., y Ercilla, ?2-XTI-1948, Sr. I. Levis coll., este último obsequiado por el D r. D illm an S. Bullock.

Hepialus heimlichi sp. n.

M a c h o. E xpansión a la r: 40 mm. L argo del a la : 20 mm. L argo dsl cu erp o: 24 mm. A las anteriores por encim a de un naranja-leonado bastante intenso (0^-14-11»), con una fa ja blanca, subplateada, que parte d e la base del ala sobre la anal, sigue a ésta en todo su trayecto hasta el ángulo interno, donde se dobla hacia M3, siguiendo un curso casi en 90v, para continuar hacia la región subapical, term inando sobre el borde externo entre R2 y R3. Esta fa ja blanca lim ita el área anal que es blanquecina, pero negruzca sobre el m argen abdom inal; en su parte ascendente esta misma fa ja blanca, es algo más ancha, con un bordado negruzco hacia adentro y em ite una gran prolongación interna sobre M3 y otras menores sobre Cu 1,M2,M 1 y R4. El área m arginal es color barquillo (0 -1 6-6<0, con numerosos puntitos negros. El área costal es pardusca, con su borde anterior blanquizco, pero la costa es leonado-clara. Las fra n ja s son de color barquillo, con algunas escamas negruzcas fren te a las venas. A las posteriores, en su terció anterior, costal, de un leo­ nado claro (0-16-8v) , én la base y en el área anal con largos pelos de este color. El resto del ala de un pardo-negruzsco (cer­ cano a OOS-9-49). Las fra n ja s m uy destacadas sobre el fon do del ala, de co­ lor leonado en la base, más claras en su mitad distal. P o r abajo, las cuatro alas, son leonadas (0^16-7'-), sin di­ señ o; las anteriores, ligeram ente negruzcas en su mitad pos­ te rio r; las de atrás, en la región basal y mediana. T odas las fra n ja s, por abajo, son negruzcas y aclaradas dista’msnts. Antenas y palpos pardo-rojizos, frente y epicráneo leona­ do v iv o ; tórax cubierto por su fa z dorsal de largos m anojos de pelos rubios y ondulados. El abdomen también con largos pelos, pero más amarillentos. Toda la faz ventral, como las patas, cubierta de largos pelos amarillentos.


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EM ILIO

URETA

R.

Arm adura genital : Como en la lámina. Hembra. Expansión a la r: 44 mm. L argo del a la : 22 mm. L argo del cuerpo : 23 mm. E n todo semejante al macho, pero sus colores algo m ái intensos. H olótipo d” de Aculeo, cerros bajos, provincia de Santia­ go, 30-IV-1955, colectado a las 20 hs. a la luz. Sr. Guillerm o Heimlich coll. (Col. M. N. n. 6156). A lótipo 9 de la misma localidad y fecha (Col. H eim lich ). Dedicam os esta especié a su descubridor, don Guillerm o Heimlich.

Hepialus crocatus sp. n.

Macho. E xpansión ala r: 24-26 mm. L argo del a la : 12 mm. L argo del cu erp o: 12 mm. Alas anteriores por encima, rojizas (0-17-11’ , O O S-13-7-), con una mancha longitudinal negruzca que abarca irregu la r­ mente casi todo el espacio com prendido entre M3 y Cu2. El ala está tenuemente m arm oreada de negruzco, en form a de pe­ queños trazos oscuros, interrum pidos, que se dirigen hacia la costa y el ápice, donde son más teñidos. Alas posteriores por encima, m orenuzcas (Ó O S-12-4*), sin diseño. Las fra n ja s de todas las alas son rojizas y negruzcas fr e n ­ te a las venas. P or abajo, las cuatro alas son del m ism o color, p a rd o-rojon egruzco; en las anteriores apenas se distingue el diseño de la faz superior. Las fra n ja s, com o por encima. Frente, palpos, tórax y patas con . pelos de un rojo-leon a­ do brillante. Abdom en pardo-am arillento. A rm adura gen ital: Como en la lámina. H olótipo o” de “ Araucanía, II, 1892” (C ol. M. N. n. 2 2 4 7 ). 1 parátipo c? de Corral, 1861, Dr. R. A . Philippi coll. (Col. M. N. n. 22 24).


F E D E E R R A T A S Y OM ISIONES

Pág. 175, línea 39.

Debe d e cir: Sub especie dedicada al Dr. Kenneth J. Hayward.

Pág. 183, línea 27.

D ice: En nuestro p aís: Puna, 5-II1949; Lequepalca, 4150 m., 14-1-1949, Sr. L. Peña coll. Debe d e cir: P u n o; Lequepalca, Boli­ via, Dr. Guillermo Kuschel coll.

Pág. 258, línea 20.

Debe d e cir: Especie dedicada a mi prim o y colaborador Sr. Juan Gui­ llermo Rojas.



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