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Restauración de manglares y medición de sus reservorios
Carbono azul, restauración de manglares y medición de sus reservorios

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Manglar y carbono azul
Un modelo efectivo de conservación y restauración contra el cambio climático Al mirar el impresionante paisaje que despliegan los manglares, en un sinfín de encuadres cinematográficos, que combinan la magnificencia del mar con la espectacularidad de sus estructuras, pocos sabrán que entre sus raíces, troncos, copas y suelos está secuestrado el Gas de Efecto Invernadero (GEI) más crítico para el cambio climático: el dióxido de carbono o CO2. Esta capacidad de almacenamiento hace de los manglares, ecosistemas de carbono azul. Sus reservorios podrían permanecer por cientos y miles de años, aseguran los expertos, sin embargo, si se pierden o degradan sus bosques, el CO2 retornará al ambiente.
Alerta mundial por emisiones GEI
La Organización de Naciones Unidas señala que los GEI en la atmósfera terrestre han incrementado a niveles que no se han visto en tres millones de años.
El dióxido de carbono o CO2 es el más presente, ocupando dos tercios del total de GEI que se encuentran en la atmósfera. Su emisión es causante, entre otros, del aumento de temperatura del planeta o el incremento del nivel del mar, fenómenos que no se podrán revertir. El 20% de las emisiones globales provienen de la deforestación y degradación de los bosques. Ecuador es marginal en la generación de emisiones totales a la atmósfera, sin embargo, ha demostrado la voluntad en la lucha mundial frente al cambio climático, la reducción de GEI y la conservación y aumento de las reservas de carbono.


Recuperando los ecosistemas de carbono azul
Más de 13.000 hectáreas de bosque manglar se han recuperado en Ecuador (MAATE 2017, 14). “Todos los bosques se caracterizan por secuestrar carbono en sus tejidos, pero en los sistemas de manglares, un ecosistema muy beneficioso para el planeta, se ha probado que es más productivo el secuestro de carbono que en otros tipos de bosque”, señala Fabián Gálvez, técnico investigador para el proyecto DIPSIMAR. En su laboratorio, el científico realiza ensayos con fórmulas bioprocesadas que podrían favorecer el crecimiento de semillas de mangle, que han sido tomadas de los estuarios, con el objetivo de promover su propagación. El mangle rojo (Rhizophora mangle) al ser un árbol que crece en medio de la salinidad, emite bajos niveles de metano en su suelo, lo que potencia su capacidad de capturar el carbono. (El Comercio 2015). A esta función ecosistémica propia del manglar, se suma la rica biodiversidad que acoge en especies como moluscos y algas que poseen esa misma ventaja ambiental. Toda esta potencialidad, hace de los bosques de manglar un aliado efectivo en la lucha contra el cambio climático.
Mapa de carbono azul en los manglares
Se estima que en Ecuador cada hectárea de manglar captura 86,63 toneladas de carbono.
Esta medida se obtuvo a través de los resultados de la Primera Evaluación Nacional Forestal del ministerio de Ambiente 2009 – 2013.
La identificación de estos sumideros consideró la suma de la biomasa aérea, raíces, hojarasca y madera caída, sin embargo, no se tomó en cuenta el carbono contenido en el suelo. Se utilizaron imágenes satelitales y mapas de estratos, con tecnología de georreferenciación. La elaboración del mapa de carbono constituyó un esfuerzo relevante para que el país ingrese al esquema de pagos por resultados de la estrategia REDD+.

Es el tiempo de la restauración Una comunidad activa por el ecosistema de carbono azul “En talleres que hemos tenido, se escuchó decir que estas plantas de mangle también ayudan en la retención de estos Gases de Efecto Invernadero, como le llaman, eso fue un punto a favor de reforestar”.
Esto motivó a Víctor Morocho, administrador de la Cooperativa de Pescadores Manglares Porteños, y a 42 miembros de la organización, a implementar un vivero para la reproducción de plantas de mangle y así recuperar el ecosistema del cual se sustentan. En la Isla Puna, de la provincia costera del Guayas, mantienen 807 hectáreas de bosque que administran bajo el acuerdo de uso y custodia y que también conservan como parte del programa Socio Manglar. Ahí, reforestaron una hectárea con las primeras 1.000 plantas de mangle que cultivaron. “Nos metimos al proceso de adquirir el acuerdo de uso y custodia por dos motivos: primeramente, eran las camaroneras que talaban el ecosistema, el mangle y la contaminación, y, segundo, porque se estaban llevando el recurso muy pequeño, la concha prieta; venían recolectores de Machala, Perú y se llevaban, sea grande o sea chica”.

Conscientes de que es el tiempo de restaurar, trabajan en el vivero que hoy cuenta con 5.000 unidades de mangle rojo y blanco. Este bioemprendimiento les ha permitido comercializar las plantas a empresas camaroneras que han requerido sus productos para cumplir acciones de reforestación. Morocho asegura que, con esos ingresos, construirán su sede. La Cooperativa Manglares Porteños también participa en el proyecto DIPSIMAR para realizar sistemas de policultivos de conchas y macroalgas, así como bioproductos, que beneficiarán a la comunidad.