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SZA: ambición y desmesura

R&B / SZA publicaba en diciembre “SOS”, la esperadísima continuación de uno de los discos más relevantes de la última década, “CTRL”, un trabajo que no ha abandonado ni una sola vez el Billboard 200 desde su publicación hace ya cinco años. Parecía un movimiento claro de una artista que ha decidido pasar de la industria y el estrellato y reivindicar sus raíces lo-fi en un disco doble en el que cabe de todo, de trap a pop punk, todo ello bañado con una de las mejores voces del R&B del Siglo XXI. “SOS” es un disco ambicioso e irregular, una monumental obra de R&B alternativo a la que le hubiera venido bien unas tijeras pero que en su amplitud también tiene uno de sus atractivos. Y es que con este disco la artista se desinhibe com- pletamente de las enormes expectativas que había puestas en ella, liberada de presiones decide sacar lo que le da la gana y hasta coquetea con la posibilidad de que sea su último disco. Uno que suena exactamente a eso que dice en “Seek & Destroy”, “Ahora que lo he arruinado todo, soy tan jodidamente libre”, una frase que se puede aplicar a una de sus muchas relaciones rotas pero también a su relación con la industria discográfica. Como la gran mayoría de los discos dobles “SOS” es autoindulgente y podría ser recortado, como la mayoría de ellos también es un verdadero gozo para los seguidores más acérrimos, aquellos en cuya lista de mejores canciones de su artista favorito aparecen tres caras B, un par de temas no lanzados y esa canción en la que nadie se fija del disco que pasó desapercibido. No alcanza las cotas de “CTRL” pero canciones tan grandes como “Kill Bill”, “Blind”, “Open Arms”, “Good Days” o “Nobody Gets Me” liberan a la artista de su alargada sombra y hacen pensar que el tiempo será bueno para él, pudiendo llegar a convertirse en el favorito de los fans. SERGIO

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