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MONDOSUR Lola centenaria
EN EL MULTIVERSO MEGAMODERNO QUE NOS MOVEMOS, ser una influencer, tener miles de views y reviews, petarlo en directo y crear eventos gracias al crowdfunding, puede considerarse el pan nuestro de cada día. Y ya, si quieres ser una rockstar, vale con una pose falsa, soltar frases subidas de tono y hacer featuring con Aitana y ya te puedes creer alguien en todo, así, en general. Serás aclamada por los programas rosas y tendrás mil y una pose en los más importantes eventos del panorama nacional. Todo el mundo hablará de ti, aunque lo que vendas sea malo nivel Eduardo Casanova´s movie. Sin embargo ella, sin pose, sin necesidad, sin reviews y pasando de voces como la de Aitana, lo logró. No era fácil ser Lola Flores, porque sólo ella era capaz de mantener la persona y el personaje ya que iban a la sazón. A ella le sudaba eso de “Yo sólo soy Zetanita cuando estoy en el escenario”; es más, decía que era Lola hasta haciendo un puchero, algo que le encantaba y más a sus invitados. Apoyó a Camarón en cuanto lo oyó cantar porque también tenía esa cosa que tienen las genios; ven e intuyen lo grande en un solo suspiro.
Lola Flores ahora gusta a los modernos, a los hipsters, a los underground, al colectivo LGBTIQ+ y hasta a la nobleza. Pero también a la plebe, a la gente de barrio y a quienes las modas se la bufan. Ella nunca entendió la homofobia porque siempre iba rodeada de una corte de mariquitas que la adoraban e imitaban, y tan contenta. Y si por algo ha quedado y quedará en la historia como mito imperecedero, es por su realismo mágico, sin necesidad de atributos impropios ni imposturas de mocatriz actual. Lola era ella, cuan- do subía a las tablas, cuando bajaba, cuando estaba en casa, en la casa del Marqués y en los tablaos flamencos. Forjó su vida entre tabernas, vino y flamenco de fiesta pa´ señoritos. Cantaba Kim Carmes She’ll turn her music on you, you won’t have to think twice, She’s pure as New York snow (Ella pondrá su música en ti/ No tendrás que pensarlo dos veces/ Ella es pura como la nieve de Nueva York) y sin tener los Bette Davis eyes, te enganchaba desde el minuto uno porque ese brillo de sus ojos no se conseguía con operaciones; se tenía o no. La vi más de una vez en la tele de los 80, sentada al lado de modernas y rockeros, y no desentonaba ni una mijita. Su voz no era de colibrí, sino de aguardiente tabernero a las 6 de la mañana, pero aun así su expresividad naturalista, su exuberante sexualidad y una modernidad que desafiaba la moral de todas las épocas tornaron a La Faraona, la Salvaora, La Parrala o la Lirio en algo más que una rockStar sin haber cogido nunca una guitarra eléctrica. Si no me equivoco, creo que rapeó en algún programa de los 90 o mis recuerdos son difusos. Pero daba igual. Para Terenci Moix era “tan picante que llenó la pudibundez de la posguerra con leyendas pasionales de una temperatura considerable”. Hasta Rosalía la nombra en “Bulerías”, lo único destacable de ese infumable “Motomami” (Aunque esta revista la haya nombrado mejor disco del año, algo que le queda grande, aunque me tachen de ranciuno), en aquello de “Yo soy la Niña de Fuego como canta Caracol, como canta Caracol”, esa niña de fuego era ella.
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“Pínchame, si tienes lo que hay que tener, eso que te metes tú. Venga, atrévete”, le dijo a su Antonio cuando conoció su adicción a la heroína. Todo el mundo conoce lo de los pendientes en el programa del Iñigo, lo de “Yo cuando me muera quiero que me la metan… la bata de cola” o el “Si me queréis, irse” que espetó a la plebe en la boda de Lolita. Pero este mito español es mucho más que una frase, que unos gestos o que un anuncio de publicidad con IA, pues su personalidad trascendió todos los formatos y lo mismo en la tele, la radio, en una foto o marcándose una charla con Alaska, supo poner la modernidad por montera. Lola hoy se reiría a carcajadas de las instagramers, las influencers, los youtubers y los de Twich, esos que ganan millones; ella lo hizo antes, mucho mejor y sin necesidad de ir contando cuantos estaban suscritos a su canal. Ahí estriba la importancia de Lola Flores para la historia; en que su vida fue tan poliédrica que ni una buena serie de Netflix daría para exponerla tal cual fue.
OZANTOÑO TORRES