Tendencias: Ideas rebeldes

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STYLE

«Teniendo por mejor, en mis verdades, consumir vanidades de la vida que consumir la vida en vanidades». Sportmax Marni

Hugo Boss

The Row

Joseph

JULIO/AGOSTO 2015

Stella McCartney

74

Jacquemus

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La agencia WGSN opina que los artistas y los diseñadores están tratando de proyectar la nostalgia colectiva que sentimos por la espiritualidad que nos ha hecho perder la mentalidad científica y tecnológica, por lo que ahora los creativos sienten necesidad de incluir referencias a «lo divino» en su trabajo. En Occidente es, por lo tanto, natural que los elementos que nos refieren a la divinidad pertenezcan al catolicismo, que fue por mucho tiempo la religión dominante. ¿Significa esto que volveremos al puritanismo de épocas pasadas? De ninguna manera. Lipovetsky piensa que «el espíritu de la tradición está colectivamente muerto; el presente dirige nuestra relación con el pasado, del que sólo conservamos lo que nos 'conviene', esto es, lo que no está en contradicción contra los valores modernos». Es decir, del pasado —tanto del casto como del exhibicionista— tomamos sólo lo que nos parece mejor ahora y lo interpretamos en un nuevo presente en el que estamos libres del juicio moral. Los diseñadores juegan ahora con las estéticas que representaron a ambos bandos. Y es por eso que hoy podemos disfrutar de un conjunto como el que presenta Céline. Claramente inspirado en la vestimenta de los frailes, se combina con pantalones abiertos en los costados para mostrar las piernas. Es, seguro, el ejemplo más perfecto de la tendencia, aunque hay muchos más: Hugo Boss decidió acercarse a lo que parecería un uniforme de escuela religiosa, con falda escocesa por debajo de las rodillas, camisa blanca y un suéter gris que no revela formas. Como pensando en la nueva manera de vestir que tendrían los feligreses, Sportmax, Proenza Schouler, Marni y The Row decidieron cubrir el cuerpo casi del cuello a los talones. Vestidos, faldas y pantalones largos a los que se les suman suéteres, abrigos y tops de longitud similar. Largo sobre largo, pero con cadencia y elegancia. No hay aquí una prenda que no luzca sofisticada. De la mujer que las vista quizá no se verá mucha piel, pero sí lo que piensa, lo que cree y lo que siente. Por su parte, Jacquemus, Stella McCartney y Joseph, reinterpretan los hábitos con un espíritu más deportivo y futurista, mientras Balenciaga y Ellery lo hacen de manera más obvia, usando la combinación típica de la ropa monástica. Igual de oversized, igual de recatada, pero con tan buena dosis de rebeldía y sensualidad que es inevitable pensar que se está ante un grupo de sor Juanas contemporáneas.

FOTOS: CORTESÍA

P

or cada idea nueva, surge una que la contradice. Con el tiempo, de ambas nace otra, una conciliadora que las conjuga. Es lo que los filósofos llaman triada dialéctica y es algo tan esencial de nuestra naturaleza que podríamos decir que toda nuestra historia, todo lo que pensamos, lo que nos gusta y lo que no, lo que creemos y lo que descartamos, es resultado de la constante repetición de ese proceso. Todo lo anterior para decir lo siguiente: cansados durante décadas del puritanismo y del recato excesivo, los jóvenes, de las décadas de los 50 hasta la de los 90, iniciaron un movimiento que nos cambió para siempre: el de la Revolución sexual. La igualdad entre los sexos, la liberación y la aceptación del propio cuerpo se reflejaron en la moda por medio de prendas que lo mostraban con mucho orgullo. Los vestidos cortísimos, las mini faldas, los hot pants. La moda estaba llena de sensualidad y sexualidad. Por fin, después de años de cubrir el cuerpo, exhibirlo dejó de ser un escándalo para convertirse en algo tan normal que —sin pedirlo siquiera— hoy todos hemos visto la desnudez de Kim Kardashian. Como dice el filósofo francés Gilles Lipovetsky en su libro El imperio de lo efímero. La moda y su destino en las sociedades modernas: «adoramos sin problema lo que hasta hace poco arrojábamos al fuego». Décadas después, parece que nos hemos acostumbrado demasiado a lo que una vez fue revolucionario. Estamos, quizá, en el periodo de síntesis de dos tendencias que eran enemigas naturales. El exhibicionismo y la razón, de pronto, ya no nos hacen felices por completo. Los humanos somos complicados. Después de mucho renegar, ¿será que hemos vuelto a apreciar los aspectos positivos de la espiritualidad y del misterio? Sí. O al menos eso es algo que la moda está tratando de decirnos. La tendencia llamada The Fashion Nun apareció en PreFall de 2013, cuando Sarah Burton presentó una colección para Alexander McQueen, la hemos visto crecer. En aquella ocasión, las modelos vestían piezas de inspiración claramente clerical. Como ella misma declaró entonces, su investigación se centró en la ropa del cuerpo eclesiástico, desde la de los feligreses hasta la del papa. Los vestidos tenían cortes que evocaban a los hábitos de las monjas y a las sotanas de los sacerdotes. Dos años después, ese mismo trend reaparece, pero con interpretaciones menos directas que las propuestas por Burton.

Balenciaga

—SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ


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