94 OCTUBRE 2015 Stella McCartney
FOTO: MARCIO MADEIRA
P o r MÓN I CA I SA BE L P É RE Z
Siluetas largas con prendas sueltas superpuestas son la propuesta de los diseñadores que apuestan por un minimalismo más cualitativo que cuantitativo: los atuendos exigen extensiones de fibras naturales, pero el diseño, la menor intervención posible.
LA ELEGANCIA DE LA AUSTERIDAD
STYLE STYLE
Salvatore Ferragamo
Jil Sander
Proenza Schouler
Céline
Valentino
«La sobriedad recupera las virtudes del encanto».
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OCTUBRE 2015
libro en que lo expone, Hacia la sobriedad feliz (editorial Errata Naturae), Rabhi plantea la idea de un mundo mejor, basada solo en la disminución de la voracidad a la que nos ha condicionado nuestro sistema económico, es decir, el mundo será mejor si nosotros aprendemos a ser felices no cuando «tengamos todo» sino cuando, conscientes de tener suficiente, lo apreciemos. Lo sobrio es, pues, lo moderado, lo templado, lo que no lleva o no requiere de adornos superfluos. En la sobriedad, es lo que se tiene —y no el deseo de lo inalcanzable o de lo aparatoso— lo que basta para ser feliz. Es por eso que en esta tendencia nos encontramos prendas en las que los diseñadores no nos sobreestimulan con efectos rimbombantes. Hay solo lo que debe haber: fibras naturales protegiendo al cuerpo. O quizá un poco más: envolviéndolo de una manera completa y confortable, más a manera de abrazo que de escudo contra el exterior.
FOTOS: MARCIO MADEIRA / CORTESÍA
B
asta echar un vistazo a las noticias para saber que la humanidad, o mejor dicho la civilización, no está pasando buenos tiempos. Las crisis se anuncian a cada minuto y no parece haber un sitio libre de ellas al cual escapar. Pero hay un adagio común que, en estos momentos, es imperativo recordar: crisis es sinónimo de oportunidad. Nos encontramos, a nivel global, en un momento importante de reflexión, de replanteamiento de nuestras acciones y estructuras, por eso nuestra insistencia en regresar a lo básico, en reconectar con la naturaleza y en conseguir —quizá sin saberlo y poco a poco— lo que el filósofo y político francés, de origen argelino, Pierre Rabhi, atinó a llamar «la sobriedad feliz». El concepto no tiene que ver, como aparenta, con el consumo de alcohol o de cualquier otra sustancia, pero sí con nuestros hábitos de consumo en general. En el
PIERRE RABHI
Vemos, por lo tanto, fibras naturales que nos recuerdan la importancia de tener sobre la piel productos provenientes de la tierra, no de la tecnología sintética, y la ausencia de la estética de lo opulento, que en esta época, y bajo esta lupa, resultaría un capricho irresponsable. Quien mejor comprende todo lo anterior es, sin duda alguna, la diseñadora de origen británico Stella McCartney. Al igual que hicieron sus padres Paul y Linda McCartney, siempre se ha pronunciado a favor de la protección de la naturaleza, de modo que trabajó con fibras naturales como el algodón, la seda y la lana; de esta última, hizo para la colección actual un fabuloso vestido azul marino tejido en punto donde su creatividad, al elegir dónde cortar y dónde aportar movimiento, es el único recurso del que hace uso para transformar la silueta, alargándola del cuello hasta los pies sin presionarla sino lo contrario: dándole libertad al cuerpo que la habita y que luce cómodo en la longitud y asimetría de su vestimenta. Por supuesto, la amiga y otrora asistente de McCartney en Chloé, Phoebe Philo —hoy directora creativa de Céline—, comprende y comparte el mismo tren de pensamiento, presentando atuendos largos, compuestos por un par de prendas sueltas que, como único artificio llamativo, usan colores brillantes que contrastan con los neutros. Valentino, Proenza Schouler, Jil Sander, Victoria Beckham y Sportmax, por citar algunos ejemplos, toman la tendencia para aplicarla en un lugar más
Lemaire
Hermès
Sportmax
Marni
STYLE
Victoria Beckham
STYLE
funcional, por lo que sus looks —casi todos de dos piezas— evocan la sencillez de los uniformes de trabajo, como diciéndonos que es momento de poner manos a la obra para reconstruir algo (el mundo, tal vez). Hermès y Lemaire ubican la sobriedad más cerca de la actitud recatada de las prendas religiosas, como ya hemos visto que sucede en otras tendencias («Ideas rebeldes», L’Officiel México, julio/agosto 2015), Marni la lleva al Oriente, haciendo guiño a los kimonos, que también han estado presentes en las pasarelas de este año y que siempre se han distinguido por ser sofisticados al tiempo que sencillos, y Salvatore Ferragamo, bajo la batuta de su director creativo Massimiliano Giornetti, muestra mayor coincidencia con Philo y McCartney, presentando siluetas que envuelven y cuya forma parece definirse más por el peso de la materia prima que por el diseño, haciendo un manifiesto estético que prueba que la elegancia no está peleada con estos tiempos austeros, sobre lo que Rabhi apunta: «…elegancia, encanto y belleza no son incompatibles con la sobriedad, y no se ven subordinados al nivel de gastos que podamos consagrar a ellos», algo muy parecido a lo que —curioso— ya había anotado antes Gabrielle Chanel, cuando dijo que lo contrario al lujo no era la carencia sino la banalidad. Ambas, ideas que nos conviene reflexionar en una época de la que solo saldremos victoriosos si comenzamos a rehusar lo innecesario.
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