STYLE
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PASIÓN ANDALUZA
El sonido de las guitarras y las castañuelas, los movimientos intensos y sensuales de las bailarinas, los vestidos majestuosos, los tacones… Esta temporada, el flamenco está en la mira de los modistos y ahora, nadie puede decir que España no está de moda.
Proenza Schouler
FOTO: GETTY IMAGES
P or MÓN I CA I S A BE L P É RE Z
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FOTOS: MARCIO MADEIRA
presente sin ser invasivo. Luego, bajo una intención más conceptual, aparecen las creaciones de Lanvin y Proenza Schouler, que aplican los volantes de maneras más lúdicas e inesperadas, con un toque de elegancia urbana en la que el flamenco es solo una reminiscencia y no el todo de las piezas. Para Derek Lam, Erdem y Salvatore Ferragamo, aunque la inspiración es mucho más que un recuerdo vago, aparece en una versión que resulta más universal y menos atada a la tradición del vestuario. Se muestran los hombros, la silueta se relaja, está cubierta y bien definida sin ser ajustada, invita al movimiento y
Salvatore Ferragamo
Erdem
Oscar de la Renta
Michael Kors
musulmanes y judíos tan entremezclados que ya nadie puede decir a ciencia cierta qué fue primero en él. Es, también producto de esta poderosa combinación cultural, el traje de flamenca, que data de finales del siglo XIX y que, desde la primera vista, remite a una visión nada pacífica y sí muy activa y emocionante de la feminidad. Andan ahí las bailaoras, llevando las manos hacia el cielo y golpeando fuerte el piso con sus zapatos de tacón ancho. El vestido que las cubre las define: colores vivos como el baile, talles ajustados para marcar la silueta, pero con volantes que se mueven en el aire con absoluta libertad. Las telas a veces son lisas; otras tantas, estampadas con lunares. Aún con sus variantes, incluso con los toques más contemporáneos, un traje de flamenca nunca pierde su esencia tradicional, su facultad de «sangre, de viejísima cultura». En las pasarelas de esta temporada, vemos cómo todo lo anterior se retoma en distintos esquemas y niveles. Primero están los que eligieron la obviedad, como Oscar de la Renta, Michael Kors y Roberto Cavalli, que usaron encajes, moños, agujetas y la emblemática combinación rojinegra. De manera más sutil actuaron Fendi y Gucci, con volantes, mangas abombadas y tonos rosas que confieren a los atuendos un carácter de inspiración deslavada, como una pulpa que se rebaja para que el sabor esté
Lanvin
Gucci
Fendi
Balenciaga
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icen los conocedores del flamenco que cuando un cantante, músico o bailaor muestra una gracia excepcional es porque «tiene duende». Lo anterior nada tiene que ver con las figuras míticas de pequeños hombrecitos, sino con lo que la misma Academia define como un «encanto misterioso e inefable». Al poeta español Federico García Lorca le fascinaba el flamenco. Claro, el flamenco con duende, cualidad que él mismo definió —con las palabras mágicas que solo puede pronunciar un dedicado a la poesía— de la siguiente manera: «… es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar. Yo he oído decir a un viejo maestro guitarrista: 'El duende no está en la garganta; el duende sube por dentro desde la planta de los pies'. Es decir, no es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto». Es ese duende del flamenco, este «estilo vivo», del que ahora vemos evocaciones en las pasarelas. Increíble que no sucediera antes de manera más evidente —Valentino, Yves Saint Laurent y John Galliano ya habían mirado ahí hace tiempo—, pero más vale tarde que nunca. Quizá es ahora que pasa con más fuerza porque antes de que el mundo fuera global y cosmopolita, el flamenco ya lo era con sus sonidos europeos y negros y gitanos y
Derek Lam
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Roberto Cavalli
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quizás al baile, a la creación en acto. Son vestidos perfectos para una noche calurosa en la que la etiqueta exige una elegancia relajada. Mención especial merece la herencia española de la casa Balenciaga, que en su colección presenta atuendos que destacan por su sencillez y que son perfectos para los veranos andaluces. Se nota el dominio de la cultura flamenca que se retoma sin explotar el cliché. Más bien de manera simple, diáfana, dictada por el clima y la frescura requerida para el momento. Sin duda, colecciones con duende. ¡Y olé! ABRIL 2016
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