Volver al futuro

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VOLVER AL FUTURO

La de los 60 fue una década llena de acciones revolucionarias, ambiciosas y progresistas. La moda que la distingue no fue la excepción: entre revueltas sociales, arte y psicodelia, nacieron prendas emblemáticas, figuras icónicas y una idea sobre el futuro que no ha llegado, pero que hoy no dudamos en retomar.

FOTO: GETTYIMAGES

P o r MÓNICA ISABE L P É RE Z

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ueron los años en los que todo cambió. Un año antes de empezar la década, la Revolución Cubana había inspirado al mundo demostrando que los cambios sociales radicales eran posibles. Una tesis que provocó tanta tensión durante los años siguientes que la amenaza de una guerra nuclear era constante. Fue la era de la carrera espacial, también, de modo que así como las bombas atómicas se convirtieron en charla de sobremesa, pasó lo mismo con la conquista del universo. Los soviéticos inauguraron la década enviando al primer hombre al espacio mientras los alemanes construían el Muro de Berlín. John F. Kennedy comandaba Estados Unidos y Hollywood lloraba a Marilyn Monroe, quien murió una madrugada de 1962 entre rumores de un romance con él. Un año después, JFK murió asesinado en Dallas. Fueron años turbulentos. Mientras Jackie Kennedy — ícono de moda y primera dama— era capturada en una foto en pleno duelo tomando a sus hijos de la mano durante el funeral de su esposo, la URSS seguía dando notas en la carrera espacial poniendo en órbita a Valentina Tereshkova, primera mujer en salir del planeta Tierra. Fueron los tiempos de la modernidad, de arriesgarse y lanzarse al ruedo. En París, Yves Saint Laurent, jovencísimo, comenzó la década con una crisis emocional consecuencia de su servicio militar en la guerra de Francia contra Argelia, que lo dejó fuera de su trabajo en Dior, pero que le dio pretexto para fundar su propia casa de moda inaugurada con la colección Ligne Trapéze, a la que siguieron el esmoquin femenino y la comercialización prêt-à-porter de la que fue pionero. En Nueva York, Andy Warhol se apoderaba del mundo del arte con el pop y convirtió a su musa Edie Sedgwick en la it girl del momento: el pelo rubio corto, los artes gigantescos como las pestañas, el delineado excesivo. Edie era la modernidad con sus prendas satinadas, metálicas, sus vestiditos en corte A. Edie era un futuro que no sabía que sería truncado, la contraparte perfecta de la clásica y recatada Audrey Hepburn, quien en 1961 había vuelto locos a todos con su Desayuno con diamantes donde aparecía con el ahora icónico vestido negro de Hubert de Givenchy, sin imaginarse que estaban por llegar los tiempos de la moda futurista, galáctica, como salida de las películas de Stanley Kubrick, los años del bikini y la provocadora minifalda que la modelo británica Twiggy lucía tan bien (pese o debido a sus piernas delgadísimas) y cuya invención se disputaron siempre los diseñadores Mary Quant y André Courrèges. Fueron los años de la juventud, de la guerra y del amor. Vietnam, pero también los Beatles, la Revolución Cultural en China, el asesinato de Malcolm X, los jeans, la muerte

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del Che, luego la de Martin Luther King, el Verano del Amor en San Francisco, la Primavera de Praga, los movimientos estudiantiles, la llegada del hombre a la luna —con lo que Estados Unidos ganó definitivamente la carrera a los soviéticos—, las canciones de Bob Dylan, los looks de David Bowie, Woodstock… y en las pantallas Los supersónicos, Viaje a las estrellas, Viaje al fondo del mar, El túnel del tiempo; el futuro tecnológico y los autos voladores en contraste con la fantasía que aportaban Hechizada, Mi bella genio, los Adams y los Monsters. Todos excéntricos, y a veces incomprendidos, gurús de estilo. Y ahora estamos con nostalgia de todo aquello. Tenemos la música de nuestro siglo, pero seguimos escuchando a los Beatles, a los Rolling Stones, la magnífica Space Oddity de Bowie y la discografía entera de Bob Dylan; todavía deseamos vestirnos como Serge Gainsbourg y Jane Birkin, seguimos soñando con la paz mundial, con los autos voladores y los viajes por el espacio. Y es por eso que creativos como Frida Giannini —Gucci— y Nicolas Ghesquière —Louis Vuitton— nos recuerdan que es posible retomar ese espíritu con diseños que, aunque renovados, remiten (y reviven) a los personajes que determinaron una de las décadas más excitantes del siglo XX, con sus cortes évasé, abrigos con cuello de pico, con la combinación infalible que hacen los fur coats con los jeans (abundante en la pasarela otoño/invierno de Gucci, donde los accesorios fueron lentes de micas de color azul que, aunque retro, parecen haber llegado del futuro)... Los prints de la campaña más reciente de Valentino, que honra a la gráfica sesentera y cuya gama cromática parece haber salido de un tapiz psicodélico o una pintura pop. Carven explora los 60 en un estilo más Mad Men —el opuesto de los hippies, los beatniks y demás— y se enfoca en conjuntos y abrigos. Los segundos, oversized como novedad, pero manteniendo una línea tan cercana a su inspiración que es imposible no notarla —la ficticia y maravillosa Joan Harris podría tener varias de estas piezas en su envidiable guardarropa diseñado por la vestuarista multipremiada Janie Bryant—, algo que también hacen los italianos de Iceberg, muy a su modo, porque ellos sí que reinterpretaron las prendas por completo: uno cree reconocer los 60 en sus blusas de cuello de tortuga blancas en conjunto con minifaldas caqui, pero los cortes son novedosos, más complejos que los de aquellos años, los zapatos plateados hacen que uno dude de en qué época se está con exactitud. Las aplicaciones textiles son muy contemporáneas, pero las formas evidentemente venidas del pasado no dejan duda: sí hay nostalgia. Mucha. Pero toda ella se ha convertido en alimento creativo. Estos son los años de volver al futuro. Es el nuevo retro.

FOTOS: MARCIO MADEIRO / CORTESÍA

Las formas, siluetas y estampados inspirados en la década pop muestran que la nostalgia se ha transformado hoy en un impulso creativo, en una gran inspiración que retoma los mitos de la época pero con elementos actuales.


Gucci

Del Pozo

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Louis Vuitton

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