MATILDE KURAMIL

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Matilde Kuramil






©2019 Árboles y Violines - Matilde Kuramil ISBN: 978-956-401-046-5 DDI 307 231 Edición: La Otra Costilla Fotografía Biografía: Marcela Villalobos Portada: Cristian Córdova Ilustración interior: Cristian Córdova Diseño: Marianela Vivar Aguilera - www.moondana.cl


A Juan Pablo y Antonia, dos soles brillantes de mi planeta azul.



PRÓLOGO Lo primero que me recorre al momento de escribir estas palabras es una niña poblando de verde un paisaje con pocos árboles, con pocas hojas de ciruelos o naranjos flotando en los charcos, con pocos ojos viajando hacia el destino de la hiedra desde unas ventanas tibias y seguras. Esa niña con palabras que reunían pedacitos del mundo que nos asombraban, que nos gustaba escuchar, saber que existían. Decía estar ungida de esencia de lirios y toda ceñida de madreselvas. Cerraba sus ojos e imaginaba la flor primera que pobló el universo. Deseaba que todo fuera como una página de sol para que no desangrara su voz. Y así ha sido, su voz se fue volviendo azul y en ese azul el sol respira. Páginas de sol son este libro, rayos tibios y amarillos recorren en él la voluntad del ser humano de ser humano. Sentimientos, emociones, ideas sin comas parecen mostrarnos un grito en un camino hacia la desfragmentación. Mi querida amiga Poli, Paola y Matilde reconociendo su propia historia en el esfuerzo del ser humano por reunirse y reunir lo que el trayecto de la civilización ha dividido. La realidad a veces es/un apaleo incesante/que penetra salvajemente en/el universo del ser humano/la primigenia idea que tuvimos/de ser parte del todo. Los amores fraternos, ancestrales, comunitarios, filiales y eróticos se abrazan frente a la música que emana del violín o el guitarrón y a la presencia y movimiento de los árboles. Sus palabras acarician y golpean, expanden y aprietan, exponen y vuelcan los cuerpos, gestos y prácticas que liberan o reprimen la vocación de la ternura….volvamos nuestros ojos al tiempo/en que los sueños se mezclaron/ de una mixtura azul. Llueven, en este libro, generosas palabras que nos hablan de un amor sin recetas y al leerlas uno se siente bellamente mojado. Madre y padre, hijo e hija, amores y amante fluyen, como no es común desde una voz ajena, iluminados desde su propia música. A la niña que conocí en La Legua no la hicieron desaparecer cantos externos. Aquí está, jugando en el asombro y las heridas, confiando aun en las palabras, apareciendo en ellas sin pretensiones, con la autenticidad del viento, de las abejas, de la música que escapa de los escenarios y se vuelve posibilidad en quienes no han pagado para oírla. Vicente Ortiz Grandi

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LOS ÁRBOLES

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EL VIOLÍN Y EL GUITARRÓN Mi mamá siempre quiso que fuera un violín pero yo nací para guitarrón. A pesar de todos sus esfuerzos para que aprendiera a estornudar como gato y me equilibrara sobre tacos moviendo vertiginosamente las caderas no pudo contra mi naturaleza mi pelo aborigen, mi risa capaz de espantar a las palomas. No puedo engañarme hubo intentos por ser violín para encajar en la orquesta que otros inventaron esquivando las notas que me son ajenas que no suenan como yo. Cada mañana melodías azules enredadas en mis sueños iban reclamando frente al espejo. Los silencios se me agolpaban en la garganta hasta consumirme, hasta desaparecerme. No nací para violín y sus acordes delicados. Llegué al mundo para gritar desde las entrañas a los torturadores de la vida, mutiladores de la memoria, negociantes de la educación y los sueños dueños de la tierra y del agua.

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Me niego a ser un violĂ­n, no cuadran mis cuerdas, mis colores tienen otro sonido, las palabras y el verde para asombrarme del mundo que tiene mis humildes acordes de guitarrĂłn.

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PAN Y CEBOLLA Mis viejos tienen un amor a la antigua, de esos que parecen extintos. Después de 44 años juntos que han sido realmente: “contigo pan y cebolla”, “en la salud y la enfermedad” Ellos caminan en la calle de la mano se ríen de las personas y su apuro robótico. Con su paso lento se asombran en todas las esquinas del tamaño del día, se miran a los ojos con una complicidad que han cultivado desde que tienen memoria. Ella lo tiene grabado en su celular como “Mi amor”, responde coqueta cuando ve la llamada entrando. Él le trae de regalo después de la dura jornada de obrero los dulces que a ella le gustan o unas frutas. Ella agradece con un beso. Cuando se enojan, ella le hace la ley del hielo. Él, después de un tiempo hace que nada pasó (siempre me he preguntado si hablan del tema o si sólo lo olvidan y ya). Me enternece ver a mis viejos. No necesitan nada todo lo demás sobra, pues se tienen ellos.

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PALABRAS TRAMPOSAS A la pequeña Lissette Villa1

Trastorno de personalidad nombraron la falta de amor, inexistencia del beso de buenas noches, brazos protectores que fueron gruesas espinas. Familia disfuncional nombraron el abandono, infancia a la deriva, manos partidas por el frío, hambre que carcome los sueños y la risa. Técnicas de contención dijeron, sin comprender la rabia acumulada tras la tristeza que golpeó por once años la existencia de tus colores en la cueva que te pusieron.

Niña de 11 años muerta el 11 de Abril de 2016, en manos de sus cuidadoras en el centro CREAD Galvarino, dependiente del SENAME. 1

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LOS OJOS QUE ME DISTE Madre, no olvido la canción que me enseñaste. Acuno en mi memoria las ventanas que abriste para que pudiera mirar el cielo, la risa cómplice de mi infancia con agrietados muros de adobe y olor a libro nuevo. Conservo intacto el secreto del pan amasado, la cazuela las palabras que inventaste para que pudiera ver el mundo no por los ojos de otro si no por los que tú me diste. Tus manos lavando la ropa o hundidas en la tierra sembrando la semilla que ha de germinar con la fuerza de un remolino, la rebeldía de tu pelo llena de la simpleza de lo realmente bello. Madre, a veces aún necesito tus manos. Quisiera volver al útero tibio que me cobijó amablemente, donde nada hacía daño, donde el tiempo era dulce y la vida era un misterio indescifrable.

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AMÉN Abro los ojos al mundo la conciencia se me agita. La memoria me duele justo en el centro de la existencia. Se me agolpan los rostros con sus esquinas innombrables. La realidad a veces es un apaleo incesante que penetra salvajemente en el universo del ser humano, la primigenia idea que tuvimos de ser parte del todo. ¡Que la ternura nos salve! Volvamos nuestros ojos al tiempo en que los sueños se mezclaron de una mixtura azul que acuñaba el futuro. Que un pájaro llegue a mi ventana y tiña con su cantocielo las paredes de mi casa. Que un árbol crezca en el camino y proteja de la lluviametal las semillas que se aproximan. Que los niños vuelvan a la plaza y reinventen el juegorisa a la hora en que el sol se retira. Que la masa despierte del letargo y se escuche su canciónvida desde la vereda de tu calle. Que la ternura nos salve, que la poesía nos salve y nos conduzca Amén.

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LA HORA DEL REGRESO Mi padre está lejos. Una áspera carretera nos separa. Para llegar a él debo cruzar gastados valles sumergir mis ojos en los interminables cerros del desierto. Mi padre está lejos con sus sueños intactos sus manos benditas capaces de crear perfectas formas sin necesidad de receta. Lejos, en una ciudad sorda que no siente la historia que traen sus ojos. De la ciudad jadeante de su propia vorágine. Añoro los árboles que acompañan los caminos de mi padre, los pájaros que vuelan sobre su cabeza, su risa, su paso cansado a la hora del regreso. Mi padre está lejos pero está conmigo porque yo soy él y él vive en mí con todos los abrazos todas las palabras, con los nombres que inventó para que comprendiera el mundo. Llevo a mi padre como una estrella en la frente. Su nombre encumbro en el cielo como un volantín que no desmaya un pájaro incansable que no sucumbe al viento. 19


POESÍA UNIVERSAL Yo, toda tierra húmeda, pelo revuelto, alma aborigen. Él, todo campo verde, manos generosas, río corriendo. Yo, sol y colores. Él, lluvia y música. Yo, ansiosa, urgente, futuro. Él, paciente, calmo, ahora. Nosotros, la vida toda, sueños despiertos verdades construidas: poesía universal.

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NICOLÁS Abrazo la diversidad con peluca azul y labios pintados. Busco el espacio para encontrarte reconocerte, para llamarte por tu nombre y no por el que otros te impusieron. Observo tus ojos brillantes sedientos de palabras que contarán tu historia. Estas aquí, estoy contigo, repito tu nombre para no olvidarlo, para no apagar tu voz y tu canción inconclusa. Abrazo tu excentricidad, tu coraje aunque no finalices la lección de hoy o la tarea no esté terminada. Sé que me llevas ventaja tus colores están en otro lugar donde aún no llego. .

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SED Llegaste a tu casa nadie te esperaba. La sopa no estaba caliente. Nadie te dio un beso de bienvenida No te preguntaron ¿cómo estuvo el día? Tomaste una tasa de té, barriste la cocina quisiste cantar, pero no pudiste tus palabras ya no suenan a nada. No hay significado en esos códigos extraños. Los colores dejaron atrás el tiempo y cayó silenciosa una textura dicotómica. Pasan los días sin conducirte a ningún sitio. Tampoco quieres llegar a lugar alguno porque te gusta estar aquí, ahora, en esos brazos que te tapan los ojos, donde descansa tu cabeza sin mañana. Quizás a mí también me guste. Sin embargo siempre tengo sed.

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JUAN PABLO De cara al sol los pies descalzos, manos levantadas al universo, cantando. A veces cruza por tus ojos un silencio que contempla lleno de asombro el mundo. En llave de SOL el viento, el agua, la tierra que amas, los ĂĄrboles que trepaste en la infancia. En llave de FA las preguntas, las palabras, los sonidos que descubriste con sentidos alerta y colores intactos. Bailan en tus manos negras, blancas, corcheas, con los dedos enredados en las cuerdas de tu vida. Bailan en tus manos acordes y melodĂ­as que atrapas en tu red para ir pintando el tiempo.

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PÁJAROS Ella parecía normal. En ocasiones cuando hablaba salían pájaros por su boca. A veces eran pájaros perfectos, graciosos en el vuelo y de hermosos colores. En otras, eran pájaros desplumados con heridas sangrantes y los sentidos aturdidos. Ella trataba siempre de estar cerca de los árboles para que sus pájaros pudieran hacer nido. Así tendrían cobijo y los podía escuchar cantar. Algunas veces los árboles portaban gruesas espinas. No había nidos ni canto.

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ENCUENTRO Ella amaneció con un agujero en medio del pecho pero no muerta. Quiso, deseó con el alma encontrarse otra vez en ese espejismo, nido tibio en el que siempre estuvo a salvo pero sus ojos no podían desprenderse de la memoria sentía las palabras heridas, la risa cansada. Ella había escuchado los argumentos que explican las tragedias del mundo, que hablan de olvidos y percepciones distintas. Amaneció con las venas vacías, pero no muerta. Entonces apagó el día un instante. Puso una hoja en blanco para escribir su historia.

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ANTONIA Era la mañana. Antonia recibía el día y su desfile de colores del desierto. Una bandada de pájaros llegó a cantar en su ventana. El sol iluminó su frente y su cabello despeinado por el viento. Era la tarde. Antonia bautizó con su nombre los árboles de la plaza. Un perro le movió la cola, ella soltó una carcajada que estremeció la tierra hasta llegar a la curva del horizonte. Era la noche. Antonia construyó con sus manos pequeñas una casa para que habitaran los sueños. Las estrellas iluminaron sus ojos de niña violeta y el universo entero cantó para Antonia.

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CHALECOS ESCOLARES Quiero tejer abrigados chalecos escolares para que el invierno no les duela ni le congele los sueños. Para que no desaparezcan por el frío que se cuela entre las rendijas de su mediagua. Quiero tejer de todos colores sus chalecos. Que tiñan las calles, rompan las normas que los anulan y los uniforman. Que los desprenda del currículum que poco sabe del ser humano, que desconoce sus nombres, su risa o la expresión de asombro, toda amarilla de sus ojos cuando les hablo de cuerpos celestes y pájaros. En tardes como ésta lamento no desarrollar la labor de las arañas. Si supiera ¡haría tantos chalecos! Pero sólo tengo mis palabras. Les tejeré entonces un cuento. Pondré las palabras sauce, colibrí y ventana. Las demás las escogeré con ellos para que aprendan a tejer su propia historia.

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LOS PASOS DE TU ABUELO Tus ojos, quiero vivir en tus ojos. Deseo transportarme en ellos hasta que el invierno no me toque. Muéstrame cuánto verde acuna tu memoria, cuántos cerros peinados de vida encontraste en el camino. De qué tamaño fueron tus tardes cada lunes, cada martes. Cuántas estrellas pudiste contar en nuestro cielo. Cómo era tu pie infantil siguiendo los pasos de tu abuelo. Yo te cantaré mis recuerdos, la flor de la pluma que llovía, sus racimos violetas, zumbantes de abejas en los juegos de mi infancia. Te hablaré de los colores que renombran mis calles, la tibieza de mi gata y su runrún incesante, los hijos que trajo mi útero en primavera y en otoño. Abre los ojos y mírame hasta saberme toda con las preguntas infinitas. Déjame vivir en tus ojos.

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¿DE QUÉ TAMAÑO ES LA POESÍA? Un girasol floreció en mi jardín como un milagro amarillo. Se abrió paso hasta el cielo lleno de orgullo verde palpitante de savia. Un girasol floreció en mis días para inundar mis ojos. Aleteo dulce, alegría recién estrenada una mañana nueva. Un girasol me salvó las horas en el latir de mis años. Agonizante de cemento, de calles gastadas en una ciudad sorda. Un girasol germinó mi vida, mi ventana, mi mundo. Un girasol me hizo recordar de qué tamaño es la poesía.

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GRILLETES A Lorenza Cayuhuán2

Destruido el bosque nuestro, en su lugar crecen pinos usurpadores que plantó la codicia. Agonizantes los ríos nuestros, encarcelados sin ver el día azul, domados sus cauces por la usura. La belleza se abre caminos ñaña Lorenza con el chaleco amarillo y los pies engrillados. Trajiste desde tu útero la vida, la herencia de nuestra tierra. Qué saben del milagro verde los asesinos de la Ñuque Mapu. Todos volvemos a ella desde los cuatro vientos de la cosmovisión ancestral. Llevabas chaleco amarillo ñaña Lorenza cuando decidieron apurar el parto pero no te quitaron los grilletes, no revisaron tu caso para comprobar tu inocencia. Justicia es una palabra ciega para nuestra gente. Justicia es una palabra vacía en un país sin memoria, sin amor por la tierra toda.

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Tejo en mi telar tu historia ñaña Lorenza para no olvidarla. La escribo en la ceniza del rescoldo donde pondré la tortilla que amasaron mis manos, porque sé de la culpa que pusieron en tu espalda por nacer mapuche, por no adorar sus dioses.

Mujer mapuche lavkenche, dirigente de la comunidad Mawidache de Alto Antiquina, obligada a parir engrillada el día 13 de octubre de 2016 en el Hospital Regional de Concepción. 2

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AÑAÑUCAS DORMIDAS Una tarde de invierno Copiapó parece ser otro. La naturaleza nos sorprende y nos regala una melancólica lluvia que cae acompasadamente. La ciudad asustada se recoge en sus casas como un niño que teme a lo desconocido. Los árboles se desprenden de sus polvaredas atrapadas en la brisa calma del desierto y todo tiene un color distinto como si las distancias se acortaran entre un extremo y otro. Se confunden los paisajes, nos transportan llenos de recuerdos de otras latitudes y otras historias. La cuidad parece dormida con sus mojadas calles, sus pimientos renovados, sus habitantes que también en estas lluvias limpian sus frentes, sus almas, sus vidas. Poco más arriba en el desierto más árido del mundo la nieve cubre las dunas ancestralmente dibujadas por el viento. Todo es pulcro. Santificado desierto de Atacama, recoge el agua para que nos regales la vida y una promesa de añañucas dormidas se nutren hoy para nacer mañana.

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AUNQUE NOS DUELA EL BOSQUE A Macarena Valdés3

Tranguil, aún te puede ver en sus calles. Cuando el viento se escurre entre los árboles resuena tu risa llena de verde y amarillo. No desaparecerán tus pasos en los caminos de tu pueblo aunque la lluvia los moje y otro tranco los recorra. Caminaste cantando con los ojos despiertos, tu niño en los brazos de cara al sol, puño en alto, con la voz llena de pájaros para defender la Ñuke Mapu. Creen los depredadores de los sueños que te fuiste negra. No saben que tu voz no ha muerto. Vivirá en nuestras bocas, en los rojos recuerdos de las banderas que levantaste, en las páginas donde no se extinguirá la memoria aunque nos duela todo el bosque, todas las nubes que cubrieron tu cabeza, todos los años de tus hijos, tus dedos tejedores que desgranaron el maíz y recogieron los frutos del huerto.

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Porque te pronunciaremos un millĂłn de veces y hasta el infinito para teĂąir la vergĂźenza de las manos que apagaron tus ojos.

Activista medioambiental, muerta en la comunidad de Tranguil comuna de Panguipulli el 22 de Abril de 2016. 3

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PARA MIRAR LOS COLORES DEL MUNDO Golpeó a mi ventana una nube. Un sonido urgente. Agonizante, muerta de tristeza, estalló en llanto tras correr los cristales y se arrojó a mis brazos frágil y vulnerable como un niño. Con ternura la arropé entre mis sueños y pinté una canción rescatada de mi memoria. Nos miramos en silencio, sin preguntas ni respuestas. La tristeza no hace nido en nosotros si podemos mirar los colores del mundo, un árbol que florece junto a tu puerta, una tarde completamente celeste, una ventana abierta a la mañana, una nube rosada o blanca devuelta al cielo.

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TIZA A Marta Ugarte4

Risa libro tiza vida. Ver otra vez el mar, ese mar de espuma blanca como tiza entre tus dedos. Brisa callada de labios silenciados, aves de vuelo confuso. Canto sueños ruido miedo. Amarillo que muere cada tarde, con los ojos sumergidos en la transparencia de la ola que recogió tu cuerpo. Miedo puño negro sangre. Inmensidad triste curva dónde te lanzaron, huesos quebrados como panes de tiza blanca, tu pecho abierto como una ventana.

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Corvo riel cuerda aire agua agua agua silencio. Pronunciaré tu rostro para que no desaparezca. Te ofrezco una flor marchita que llevo desde hace mucho entre mis manos. Regreso hasta mi puerta con tu nombre, como tiza blanca entre mis dedos.

Profesora muerta por la dictadura cívico militar de 1973, cuyo cuerpo fué arrojado al mar y encontrado en la Playa la Ballena de los Molles, comuna de la Ligua el 12 de Septiembre de 1976. 4

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REDES A las mujeres de Calama5

Hundidos los ojos en el desierto una piedra florece entre mis manos, toda azul de las constelaciones futuras que rescatarán mis años. El viento me golpea el cuerpo pero ya no duele. Se levanta un remolino. Extiendo mis brazos para entregarme al tiempo. Con las uñas cavo un agujero. En la memoria busco los huesos, los nombres, los rostros olvidados y hago una red para ir atrapando cada retazo de la historia que me permita no sucumbir ante el silencio.

Agrupación de mujeres conocidas por su incansable lucha por los DDHH y por su búsqueda incesante de los cuerpos de sus familiares asesinados en la dictadura cívico militar de 1973. 5

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LOS VIOLINES

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*** Te nombro compañero y las calles se van alineando con el universo a la hora en que los árboles pintan con su sombra azul la puerta de mi casa. Te nombro compañero porque no me gustan los apelativos que me imponen para amarte. Me niego a quererte según las convenciones sociales. Porque yo te quiero así con mis manos pequeñas y el cabello revuelto, con mis ciruelos florecidos, con todas mis palabras, con los besos infinitos. Compañero, mi compañero, todo mío. Porque así lo quise y así lo quisiste. Porque te esperaba desde otros inviernos otras mañanas y otras distancias. Cuando te nombro las estrellas vienen a anidar en mi pecho. Comprendo entonces que mis días y todas las horas que tengo las quiero de tu mano, compañero. 43


*** Como un montón de uvas deshaciéndose en mi boca, como una mañana completamente amarilla te soñé tantas veces. Invoqué tu nombre sin conocerlo. Imploré tus manos en la madeja de mi pelo y tu boca llena de pájaros para que pintaran la noche que me habita. Quédate. Afuera el viento golpea los árboles y necesitarás entibiar tu carne. La lluvia mojará las veredas y tus zapatos. Ven, esperemos juntos a que amaine. Las nubes no estarán siempre arriba. Déjame besar tu frente, tus ojos, tu vientre. Abrázame que tengo frío y el invierno se aproxima.

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*** No aúlles a la luna, lobo, estoy aquí, a tu lado hambrienta. Desnúdame, huéleme ¿percibes?... Estoy esperando. Lobo, acércate, muérdeme los pezones, el cuello, la espalda. Acaríciame y apodérate de mis gemidos. Posa tus ojos lascivos en todo cuanto quieras ver. Lobo, estrella tu mano en mis muslos ansiosos. Explórame. No encontrarás resistencia. Bésame cada pliegue, cada imperfección de mi cuerpo deseoso de recibirte. Enreda tus dedos en mi pelo, lobo. Aprieta firme mis caderas y embiste. Lobo, cómeme como un animal salvaje que no da tregua. Cómeme y habita en mi ternura. Cómeme y entraré en tu madriguera. Cómeme y cabálgame los sueños pero no cierres los ojos. 45


*** Ese pequeño pedazo de mundo, ínfimo fragmento del tiempo en que nos encontramos. Nos miramos con los ojos limpios y la verdad entre los labios. Luego la noche cubrió los puentes, los árboles, los niños jugando en la plaza, los gatos abandonados. Hundiste tu nariz en mi cuello y en un abrazo firme descubrí tus manos. En ese ínfimo fragmento de tiempo yo te espero.

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*** No tengo defensa ante las palabras. No quiero tenerla. Desnuda y frágil ante ellas quiero sumergirme en las letras que te explican para mí, te inventan y construyen. Te busco entonces, hambrienta de saberte, encontrarte, descubrir el espacio que habitas, la luz y oscuridad que te nombran, el azul que pronuncian mis labios húmedos cuando te leo entre líneas. Deseo mi nombre en tu boca. Adivíname, siénteme, saboréame, pronúnciame.

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*** Lo miraba mientras dormía y pensé: es más frágil de lo que parece. Tiene el aspecto de un pájaro herido y la ternura me embargó toda. Quise acunarlo en mi pecho, cantarle una canción, embriagarme de él besarle los ojos. Lo nombré en silencio esa noche. También lo nombro ahora mientras lo recuerdo.

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*** En esta cama donde acuné tus sueños fuiste todo mío. Besé tu pecho, mordí lentamente tu cuello, mi lengua atrapó la tuya en un beso silencioso y firme. Te recorrí porque te sabía mío. Me apropié de todo, de tu voluntad incluso, mis labios fueron nido para recibirte ansioso palpitante y tibio. En esta cama te dejaste amar y te amé entonces, te recorrí, te exploré, me sumergí en tu olor hasta perder la conciencia en ti. Descubrí tus miedos, los atrapé, los cabalgué sin tregua hasta conducirte a un paisaje desconocido y el tiempo se convirtió en algo indescifrable, olvidado por un pacto secreto. En esta cama descubrimos el color de la mañana. Nos reímos de las convenciones, del misionero y sus misiones arcaicas. Rompimos el silencio para crear una canción propia, incomprensible por la historia de los amantes enredados en su memoria triste, de los poemas de amor olvidados por la carne viva.

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En esta cama me amaste. A tu antojo lo hiciste y yo me dejé amar. Más allá de mi propio cuerpo y el tuyo, de los remordimientos y prejuicios de cuanto íbamos perdiendo en este acto incomprensible. Cada vez que tus manos se apoderaban de algo yo quería más, pedía más. Quería todo y lo tuve hasta que mi muerte llegó.

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*** No me dediques canciones de amor. No las quiero en mi vida. Que se vayan lejos, que no regresen. Sólo quiero tu tibieza a mi lado. Sentirte, aunque no estés. Saber que cuando regreses me acercaré a ti y sentiré tu calor en mi espalda. Subiré mi pierna en la tuya. Deslizaré mi mano por tu vientre hasta encontrarte. Tu respiración me indicará que también me esperas. ¡Tengo hambre! No me prometas nada. Me niego a escuchar el discurso otra vez. En este exacto momento vivo junto a ti, pegada a ti, expectante. Tómame cual cazador. No me des tregua que la noche no perdona y mi sangre grita para recibirte. Inunda tus manos de mi pelo. Condúceme hasta el borde aunque me dé miedo la mañana. Quiero saciarme de mirar tus ojos, de escucharte murmurar las palabras que me describen y te construyen. No me dediques canciones de amor. No las quiero en mi vida. Que se vayan lejos, que no regresen.

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*** Con la cabeza llena de preguntas cruzo la ciudad para escuchar tu risa, para devorar tus palabras y perderme en tus brazos. Sé que nada será igual entonces. Algo habremos ganado y algo se habrá perdido en el universo frágil de la memoria. Un nuevo lenguaje nacerá para conocernos y renombrarnos, sólo nos pertenece la sangre el latir acompasado de las horas. En la profundidad de tus aguas me pierdo, enredada en tus besos, me dejo arrastrar hasta lo prohibido con los ojos cerrados para no mirar el futuro. A tus manos me entrego urgente, indefensa ante el deseo apenas nacido. Me niego a que pasen las horas. ¡Que muera el paso del tiempo!

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*** Como un cántaro que transporta el agua desde un oscuro pozo, traigo a mi memoria la noche en que opacamos las estrellas. No hubo engaño, siempre supiste del deseo perdido en el tiempo de mi cuerpo reclamando la historia, el pasado inconcluso. Y penetraste mis palabras sin encontrar resistencia hasta destruir el lenguaje que explica lo prohibido. Nada importaba entonces mientras tus manos recorrían mi pecho con una urgencia recién conocida de los besos que no fueron, de los cuentos que no contamos, de la canción que nunca fue ni será nuestra. Y sumisa, rendida a la humedad de tu boca, a tus manos firmes estrujando mis caderas, a tus dedos perdidos en mi pelo, sucumbí, hasta el último aliento, hasta el último quejido que gritó las ocho letras de tu nombre.

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*** Cuando el perfume de la tarde cae en mi alameda quiero que tus manos regresen en busca del secreto. En mis labios encontrarás las palabras. Tómalas, ya no me pertenecen. Ahora todo es piel. Quiero que el romanticismo muera porque pierde el sentido cuando el placer grita, cuando el anhelo abre mi cuerpo para recibirte y la humedad me transporta a la raíz del pecado. Quiero que la culpa muera. No tener que explicar a nadie la voluntad que he perdido para que no cargues en tu espalda la sed de mis besos y podamos juntos descubrir el origen del deseo. Quiero que el día muera para que la noche te traiga hasta mis sueños y me acompañe en la ruta de este viaje prohibido de tus manos, de tu boca en mi tiempo.

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*** Cayó el sol en nuestra ventana y pintó todas las estaciones posibles. Las estrellas enmudecieron y en el universo entero fuimos luz. En un otoño húmedo me deshojé entre tus manos desnuda e indefensa, entregada a tu boca feroz. Me dejé penetrar en primavera. Florecí mil veces en tus brazos aferrándome con fuerza a tu espalda y a tu voz. Cuando el verano besó mi pecho lo descubrí con un grito ahogado. Repetí tu nombre mil veces. Llegamos a la cumbre del placer. El invierno nos descubrió entonces con un jadeo cansado, enredados en ese momento que nos hizo renacer.

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*** Nos embriagamos con el perfume de la tarde sin construir planes para tal cometido. Recuerdo el tamaĂąo de ese dĂ­a, el color de las calles por las que llegaste, los pĂĄjaros que volaron sobre nuestras cabezas cuando la noche nos condujo al deseo.

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*** Cuando conocí tus palabras aprendí a quererte, a necesitar tu hipérbaton tu risa. Exploré tus adjetivos hasta fundirme en ellos y entonces quise ser verbo, tu mejor verbo.

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*** No importa cuánto sol entre en mi boca pues siempre tengo sed. Aunque sumerja las horas, los días y la vida en la memoria de tu risa, de tus manos, tus ojos cómplices, no cede la búsqueda de tu sombra azul en mi espalda. Cuando llegas pongo una página en blanco sobre la mesa. Luego, sin que lo notes voy recogiendo tus palabras, besándolas cada una, acomodándolas con ternura en ese fragmento de tiempo que compartimos. Cuando te vas algo de mí queda a oscuras. Entonces mis pasos desean buscar tu calle, tu puerta, los ladridos de tu perro mientras mueve la cola. Buscar tu abrazo, tu beso de buenos días con los ojos recién nacidos a la mañana nueva. No importa cuantos árboles caigan en tu alameda o si los puentes antiguos ya no conducen a sitio alguno ni a la hora que despierte el día en tu calendario pues yo estaré aquí con las manos abiertas, mis besos azules e intacta la sed.

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*** Nada poseo ni quiero tener. No soy dueña de nada que no sea yo. Te invito a elegirme otra vez comencemos de nuevo cada día decide estar en mis mañanas compartir las noches, la risa, la luz, la oscuridad, aunque sea grande o pequeña. No tengas miedo, no nos perderemos. Asómbrate conmigo de la montaña, del olor del sol, el color del agua. No hay apuro. Caminemos a paso lento esta ruta en que nos encontramos y podremos observar los mismos árboles, la misma curva del sendero, el mismo cielo, aunque las formas de las nubes sean distintas en tus ojos y los míos. Quiero elegirte, saberte tan lejano algunas veces, otras no sé dónde comienzo y dónde terminas, en qué parte de mi piel anidas tú.

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*** Sobre el mueble junto a la cama dejo la culpa que me diste después de años sin defensa, hoy ya no la quiero. Siempre la cargué sin reparos era el personaje que me tocó en la novela que escribiste, desde el ojo donde todo tenía tu nombre y tus leyes. Te regreso el estruendo incesante de las cosas que hice mal de las oscuridades que traje con mi existencia a tu puerta apolillada que he cerrado sin retorno. Dentro de un sobre te dejo lo que me diste para cargar, quedó al lado de la cama donde se durmieron los colores se entumecieron las manos los sueños, la risa. Porque nunca merecí las espinas que me diste, cada día que abrí las ventanas no fue suficiente luz, no pude iluminar la cueva escondida en medio de tu frente. Pero la culpa no fue mía Ahora lo sé. La mañana siempre entraba por mi boca a pintarme las estaciones, aunque nunca lo viste. 60


*** ¿Si no hay mañana? Si no vuelvo a ver el día nacer quisiera agradecerte cada amanecer que experimenté en tu abrazo, todo el sol que pude de tus ojos beber. El silencio nos tomaba por asalto teñía de sueños los hilos que ovillamos enredados en la memoria que íbamos dibujando con los dedos. El tiempo avanza lo puedes ver en las imperfecciones que van decorando mi piel como trofeos de una guerra que me alcanzó sin desearlo. ¿ Si no hay mañana? Si una noche me extravío en este camino de mis años, quisiera que supieras que mi mejor tiempo fue tu risa columpiándose en mis palabras y el nido que construiste en mi pecho para salvarnos del invierno.

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BIOGRAFÍA Paola Alejandra Sanchez Córdova, profesora, feminista, nacida el 29 de noviembre de 1977, en la comuna de San Miguel, Santiago. Su infancia la vivió junto a sus padres, Juana y Héctor, en la población La Legua. Fue su paso por la Casa de La Cultura “José Manuel Parada”, inserta en la misma población, donde realizaría sus primeras incursiones literarias, de la mano del poeta Juan Vicente Ortiz Grandi, participando a temprana edad de dos recopilaciones literarias surgidas en dicho espacio: Antología Poética Paisajes y Antología Poética Vecindades; ésta última compartiendo espacio junto a los poetas Nelly Salas y Víctor Hugo Castro. Más tarde, junto con el nacimiento de su hijo Juan Pablo, desarrollaría su formación a través de la carrera de Pedagogía en Educación General Básica y Licenciatura en Educación, donde surgiría su compromiso con la educación pública. Posteriormente se especializa en Lenguaje y comunicación, debido al amor por las letras que abrazo desde temprana edad. En el año 2006 se traslada a la ciudad de Copiapó, donde nace Antonia su segunda hija y decide adoptar el seudónimo de Matilde Kuramil, al participar del concurso Literario Stella Corvalán. Posteriormente recibió el reconocimiento a la Mejor Lectora 2008 de la Biblioteca pública José Joaquín Vallejos de la Comuna de Copiapó. En el año 2010, es becada por la Universidad de Chile, para realizar el postítulo de pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales. En dicha especialización realiza su seminario de título en memoria y derechos humanos, afiatando su compromiso social por el rescate de la memoria como una herramienta contra el olvido. Regreso a Santiago en el año 2014 y se incorpora a la Escuela de cuenta cuentos de la Fundación Mustakis, encontrando en la mediación literaria una nueva oportunidad compartir su vínculo con los libros. En la actualidad se desempeña como profesora de Lengua y Literatura en la Escuela República de Grecia, dependiente de la Corporación Municipal de Puente Alto. Participaciones: · Antología Poética Paisajes. · Antología poética Vecindades. · Revista Entre Paréntesis, edición marzo, 2017. · Revista La otra Costilla, edición diciembre, 2018. · Antología II, La Otra Costilla, 2019.

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