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Sensaciones de hincha: el delantero de todos

Pocas son las veces en las que hemos dejado nuestras diferencias políticas, religiosas e incluso futbolísticas de lado. En los últimos tiempos, la capacidad de unión que ha tenido la selección peruana de fútbol ha sido tremendo. Tres eventos relativamente exitosos son prueba de esto: Clasificatorias para el mundial, este mismo, y la Copa América 2019, donde obtuvimos el segundo lugar. Pero, ¿qué hace de este edición de uno de los torneos continentales más llamativos la más resaltante? Pues todo se resume en a la presencia de un jugador: Gianluca Lapadula.

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Este relato tiene sus inicios con el resultado de un proceso de scouting a nivel mundial, cuyo fin era reclutar jugadores para nutrir al equipo de todos. Dentro de estos, la presencia de un ítalo-peruano llamó la atención. No solo los números del delantero atrajeron los reflectores de la prensa peruana, 30 goles en una sola temporada; sino también por el liderazgo que sumaba a su club de ese entonces, el Delfino Pescara, un club que peleaba por el ascenso a la máxima división del fútbol italiano. Parecía que Lapadula vivía en el sueño de cualquier capocannoniere: goleador en su club, recibir ofertas de los clubes más importantes de su país, y una convocatoria de Italia para disputar amistosos. Pero, ¿dónde quedaba Perú dentro de esta ecuación?

Yo no soy quién para juzgar las decisiones de las personas, más aún, si estas se refieren a los deseos que uno pueda tener. Es cierto que esta historia fue uno de esos extraños caminos que no te llevan a Roma: nunca llegó a mostrar sus virtudes en aquel A.C. Milán, destruido por los malos manejos dirigenciales, y su registro de goleador no volvió a superar los 20 goles por temporada. Gianluca Lapadula había caído en ese pequeño pero doloroso foso de la intrascendencia. Entonces, ¿cuál sería la mejor plataforma que le permita resurgir futbolísticamente? Una en la que no se haya probado.

Una mente malintencionada podría decir que fuimos su “Plan B”, expresión que cada vez detesto más en mi vida. Bueno, tres goles y asistencias en 10 partidos después, me atrevería a responder, ¿y cuál es el problema? Verán, la liga peruana, esa que debería ser la fuente principal de jugadores para la Selección, es paupérrima en todos los niveles. Como consecuencia, los elementos que salgan de esta no estarán a la altura de los estándares continentales, entonces, ¿cómo rechazar a alguien que viene a aportar? Porque a eso vino el “Bambino de los Andes”. Es más fácil sentirse identificado con una persona que deje todo por su equipo, a alguien que prefiere esquivar esta “responsabilidad” de ser un referente dentro del plantel.

En un partido amistoso ente Perú y Paraguay, allá por el 2013, el ya fallecido Daniel Peredo dijo, en una especie de premonición, “que jueguen los que quieren jugar” en pleno relato. ¿Quién diría que esta frase sería atemporal? Gianluca Lapadula Vargas tiene esta coincidencia de llegar en momentos en los que el país se encuentra partido e, inconscientemente, unirnos en esta especie de chauvinismo barato que se da cada vez que juega la Selección. Lo quiera o no, el ítalo-peruano se presenta como esta nueva cara del equipo dirigido por Ricardo Gareca, una que refleja el trabajo en equipo, y no la búsqueda del beneficio personal a costa de los demás. Gianluca Lapadula Vargas se ha convertido en el delantero de todos.

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