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La pregunta sobre los (ciber)feminismos: mutando práctica y teoría
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Un actuar/pensar-en-tensión que emerge en contextos diversos, siempre contingente, en relación con una diversidad de sentidos donde se articulan los poderes y relaciones de privilegio y de subalternización de las mujeres y sus prácticas, frente a un orden hegemónico andro-etno-logocéntrico, y entre las mujeres y sus distintas posicionalidades como efecto de ese orden (Millán, 2011, p. 19).
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Y así como continuamente se ha replanteado el pensamiento feminista y sus lineamientos teóricos, al mismo tiempo emergen otras formas de “ser feminista” en la arena política. El paso por sus diferentes olas a menudo se concibe como algo ampliamente generacional, en tanto que las “nuevas integrantes”, definen su activismo como distinto al de sus madres y antecesoras. En este sentido, hoy en día el feminismo también se asocia: “[…] con el surgimiento de nuevos modos de acción colectiva en la era de los medios masivos y las contra culturas juveniles” (Juris, Pereira y Feixa, 2012, p. 24).
Al respecto, cabe mencionar que el feminismo ha sido categorizado como parte de los nuevos movimientos sociales, mismo que ha tomado parte de la transformación de éstos en novísimos movimientos sociales, lo cual se asocia con la emergencia de nuevos modos de activismo colectivo en la era de redes globales y ciberculturas.
Sin embargo, concuerdo con Guiomar Rovira (2016) cuando nos dice que si bien es necesario reconocer que las formas para entender la acción colectiva contenciosa se transformarán, encontrando dilemas sobre los que enzarzan prácticas, poniendo a debate el tema de la organización y de las figuras clásicas de los movimientos: “[…] ante las dificultades de aplicar el término movimiento social a todo fenómeno y protesta, [se] llevará hasta el paroxismo la adjetivación de lo”nuevo“: nuevos movimientos sociales, novísimos movimientos sociales” (p.92). Por tanto, ante la dificultad explicativa tanto pa-
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ra analistas, como activistas en torno a las movilizaciones actuales, preñadas de complejidad e incertidumbre, nos propone adoptar la idea de red para:
[…] pensar en un tipo de actor colectivo contencioso diferente a los movimientos sociales previos […] [en este sentido] Las redes activistas aparecen a veces como movimientos sociales en las calles, como en las redes y de forma descentralizada, en múltiples contextos de localidad, enlazadas a nivel transnacional en muchos casos, y a la vez tienen esa calidad evanescente de presencia y latencia (Rovira, 2016, p. 92).
Lo anterior permite pensar los cambios en las formas y modalidades de la acción colectiva contenciosa que se han dado en el seno de los feminismos contemporáneos, sobre todo en sus repertorios de protesta (es decir, en sus formas de actuación), relacionado con lo que Rovira (2016) considera: “[…] la relevancia creciente de la comunicación como acción, desde la puesta en escena de eventos mediáticos, el culture jamming, hasta las innovaciones tácticas posibles gracias a las tecnologías digitales” (p.80).
De acuerdo con lo expuesto es que consideré que el poder desarrollar un proyecto de tesis para la obtención del grado de Doctora en Ciencias Sociales, con especialidad en la línea de Comunicación y Política (UAM-X), enfocado al análisis del activismo onlife
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La noción de la experiencia onlife es producto de la propuesta elaborada por un grupo de universitarios expertos en antropología, ciencias
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rrollado por (ciber)feministas en México en general, y por hackfeministas en particular; es decir, a través del estudio de la manera en que constituyen sus marcos generales de significados, repertorios de acción y vínculos a través de una red transnacional, me otorgaría elementos necesarios para identificar lo que queremos y podemos hacer como feministas en el complejo contexto de la guerra neoliberal patriarcal
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cognitivas, informática, ingeniería, derecho, neurociencias, filosofía, ciencias políticas, psicología y sociología, quienes en 2015 publicaron el Onlife Manifesto. Being human in an hyperconnected era, donde exponen que: “La incesante expansión de las TIC socava los marcos de referencia tradicionales por medio de las siguientes transformaciones: a) el desvanecimiento de los límites entre lo real y lo virtual; b) el desvanecimiento de los límites entre ser humano, máquina y naturaleza; c) el paso de la escasez a la sobreabundancia informativa; y, d) la transición del primado de las cosas al primado de la interacción. Ante esta problemática, el actual armazón conceptual no es el adecuado para afrontar los nuevos desafíos que acompañan el advenimiento de las TIC […] Para analizar las razones de esta inadecuación y explorar otras posibles conceptualizaciones, la iniciativa Onlife, supone un ejercicio de pensamiento colectivo sobre las consecuencias de estos cambios en el plano político. Este ejercicio de reingenierización de los conceptos tiene la ambición de abrir un debate sobre los efectos de la era informacional en los espacios públicos, la política y las expectativas sociales” (cfr. Floridi, 2015, p. 2-3).
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El capitalismo (actualmente en su fase neoliberal) y el patriarcado, son sistemas de dominación que interactúan y se alimentan mutuamente. Las discriminaciones que viven las mujeres son parte y producto no sólo de la relación que entablan con el sistema económico, sino también con el sistema de dominación masculina hegemónica y colonial. Sexismo, racismo y explotación de clase constituyen sistemas interrelacionados de dominación que determinan la agencia femenina. Para poder comprender la manera en que dichos sistemas impactan la vida cotidiana de un grupo particular de mujeres, es importante considerar que éstos son impuestos mediante la guerra, comprendiéndola como una estrategia privilegiada para la implementación violenta de las políticas neoliberales y no una consecuencia de las mismas, la que además se presenta de forma múltiple y es permanente. Para un análisis sobre por qué nos situamos en un contexto de guerra neoliberal patriarcal ver: Briones, P. Fernanda (2013).