EMBAJADORES Y EL RASTRO
Margarita Sim贸
Presentación Al oeste de la plaza de Lavapiés se encuentra el barrio de Embajadores, compuesto por unas calles dispuestas y adaptadas a la gran pendiente del terreno que descendía desde las calles del Duque de Alba, de la Magdalena y de Santa Isabel, y formado antiguamente por unas edificaciones un tanto pintorescas, en las que abundan las famosas corralas o casas de vecindad. Este tipo de viviendas han sido tenidas por algún que otro romántico como algo castizo, cuando en realidad constituían ejemplos dramáticos de chabolismo vertical y de las duras condiciones de vida que soportaban sus moradores. Junto a la calle de Embajadores, cuyo nombre data del siglo XVI, se encuentra la plaza de Cascorro y la calle de la Ribera de Curtidores, muy conocidas por los madrileños porque cada domingo por la mañana, siguiendo una tradición de más de doscientos años, se sigue celebrando en ellas el popular mercado de reventa conocido como el Rastro. Lavapiés sigue conservando hoy ese carácter popular y se ha convertido en el barrio más intercultural de la capital, debido a la llegada de inmigrantes de todas partes del mundo. Lavapiés mulicultural El barrio más castizo de Madrid es hoy un mosaico de culturas. El madrileño barrio de Lavapiés acoge hoy a ciudadanos procedentes de casi cien países de los cinco continentes. Pasear por sus calles se ha convertido en toda una experiencia multicultural en la que ciudadanos de todo el mundo conversan, trabajan y conviven en clima de integración. Vinieron de sus países buscando una oportunidad y se han hecho un hueco en el barrio, han instalado sus negocios y ya forma parte de la nueva historia de una de las zonas más tradicionales de Madrid. Lavapiés es hoy sinónimo de mestizaje. De sus 35.000 vecinos, aproximadamente 11.500 son inmigrantes procedentes en su mayoría de Ecuador, Marruecos, Bangladesh, China, Colombia, República Dominicana o Rumania. Zakaria lleva quince años en el barrio al frente de su tienda de artesanía egipcia Horas. Asegura que se encuentra bien aquí y que hasta su bazar se acercan todo tipo de clientes, inmigrantes y también muchos españoles interesados por sus telas, sus figuras decorativas difíciles de encontrar, sus collares o sus muebles. Como él, muchos otros inmigrantes se han establecido en la zona y han montado sus negocios de telas, comida, bisutería o calzado. Hoy la calle Amparo se ha convertido en una de las zonas más importantes de la capital en venta al por mayor y las tiendas en su mayoría están regentadas por inmigrantes. A estos establecimientos llegan empresarios de toda España a adquirir productos originales que luego venden en sus tiendas, desde telas de la India, bisutería de Marruecos o todo tipo de artesanía e instrumentos africanos. Tiendas exóticas A este nuevo Madrid comercial, que se sitúa sobre todo entre la plaza de Lavapiés y el Rastro, hay que añadir los restaurantes de comida árabe donde compatriotas y españoles acuden a degustar los mejores Kebab, las carnicerías musulmanas donde se pueden adquirir las mejores carnes, los supermercados pakistaníes donde se encuentran todo tipo de productos orientales o los ya conocidos “todo a cien” chinos. Pero si prefiere disfrutar de lugares más exóticos, Lavapiés también encierra en sus empedradas calles, salas de baile cubanas donde se pueden degustar los mejores “mojitos” o auténticos restaurantes del África negra como “La Teranga” en la plaza de Cabestreros. Sin embargo, estos atractivos locales no empañan el sabor más castizo del barrio. Los conocidos bares de tapas continúan llenos cada día, en especial los domingos, cuando el Rastro reúne a los madrileños de toda la capital y les invita después a tomar el aperitivo como manda la tradición. Los antiguos ultramarinos y tabernas, continúan conservando el sabor de lo auténtico de este barrio. Esta experiencia de mestizaje cultural es casi única en el mundo, no sólo porque una tercera parte de los habitantes de Lavapiés sean inmigrantes, sino porque las labores de integración han surgido casi de forma espontánea por parte de una importante representación de los vecinos. Son muchos los que han alquilado sus viviendas o sus locales a familias inmigrantes o los que han contratado a camareros o niñeras principalmente procedentes de países de América de Sur. Prueba de este fenómeno es “Angata”, en la calle Doctor Piga. Regentada por españolas, nació hace dos años como Asociación Cultural y se dedica, además a vender productos africanos elaborados directamente en África, a propiciar la difusión social y cultural de este continente. “Dinamo” es también otro claro ejemplo de que la cultura
no entiende de nacionalidades, colores ni razas. Este café-tertulia cuenta con sala de exposiciones y revista para debatir sobre los temas que más preocupan al barrio. Asimismo, el Ayuntamiento de Madrid ha habilitado el Centro Comunitario “Casino de la Reina” para potenciar la participación de todos los vecinos y fomentar la integración de los inmigrantes mediante clases y asesoramiento de todo tipo. Sin embargo, uno de los colectivos más integrados en el barrio de Lavapiés es el chino. La Asociación de Vecinos “La Corrala” celebra cada año la entrada en el calendario chino junto a la Asociación de Comerciantes Chinos de Madrid. Es ya tradición que el barrio se engalane con farolillos rojos y un desfile de máscaras y dragones recorra sus calles al más estilo asiático. Lavapiés es hoy un bazar de culturas y de sociedades que lucha cada día por adaptarse como ya lo hizo un día cuando en sus calles más antiguas, Tribulete, Mira el Río o La Fe convivieron judíos, musulmanes y cristianos.
Los monumentos Antigua Fábrica de Galletas Pacisa La zonificación social establecida en el anteproyecto del ensanche de Madrid, diseñado por el arquitecto Carlos María de Castro en 1857, destinaba el suelo de la zona de las Delicias a usos industriales y de abastecimientos, mientras que el resto de las zonas del sur se reservaban para usos agropecuarios. Sin embargo, la materialización real de estas áreas del ensanche iba a estar relacionado con el impacto del ferrocarril. La construcción en 1866 de la vía de circunvalación, que venía a unir las distintas estaciones de la ciudad, convirtió el sur del ensanche en polo de atracción para la instalación de nuevas dotaciones ferroviarias, industrias, fábricas, talleres e infraviviendas. La fábrica de galletas Pacisa situada desde comienzos de siglo en la Ronda de Atocha, también contribuyó a forjar la imagen industrial del sur de la ciudad. Es el típico edificio industrial de la época, construido conforme a las nuevas necesidades productivas y al uso de la maquinaria. En la fachada, de ladrillo visto, destaca el arco de medio punto del cuerpo central y las cerámicas vidriadas de los antepechos de las ventanas. En la actualidad el edificio se encuentra en proceso de rehabilitación y acogerá en breve las nuevas instalaciones de un circo permanente. Dirección: Ronda de Atocha, 35.
La Casa Encendida Entre 1909 y 1910 el arquitecto Fernando Arbós y Tremanti construyó sobre un solar rectangular el edificio que acogería la segunda sucursal de la Caja de Ahorros y el Monte de Piedad de Madrid. Resuelto con la funcionalidad que requiere un edificio de estas características y organizado en torno a un patio central, es, por el contrario, muy novedosa la estética de sus fachadas, especialmente si lo comparamos con otros edificios bancarios que se construyen en la misma época. Así, al mezclar los componentes tradicionales de la arquitectura fabril, con claro predominio del ladrillo, con recursos italianizantes y neomudéjares, Arbós consiguió crear una fachada principal de bella factura, simétrica y reticularmente ordenada a través de grandes huecos verticales. En la actualidad este edificio es conocido como la Casa Encendida, suponemos que por la claridad de los ladrillos de sus fachadas, y en él se celebran numerosos actos culturales y educativos promovidos por la obra social de Caja Madrid. Dirección: Ronda de Valencia, 2, c/v Calle de Valencia, c/v Calle del Amparo.
Edificio de la Fábrica Nacional de Tabacos Situada en la calle embajadores, frente al antiguo Casino de la Reina, fue construida entre 1781 y 1792 por el arquitecto Manuel de la Ballina, como una fábrica dedicada a la producción de aguardientes, naipes, papel sellado y depósito de efectos plomizos. En 1809, José Bonaparte ordenó que el edificio pasara a albergar la Real Fábrica de Tabacos, función que desde entonces, ha seguido desempeñando hasta su cierre en fechas relativamente recientes. En cuanto a su arquitectura, la antigua fábrica de tabacos sigue básicamente tal y como la concibió Ballina en sus orígenes. Se trata de un edificio de un gran tamaño, situado sobre una extensa parcela que perteneció al convento de San Cayetano, y cuyos terrenos fueron adquiridos por la Corona en 1781. En cuanto a su planta, se trata de un paralelogramo rectangular de 117 metros de largo por 66 metros de ancho, estructurado entorno a tres patios. Consta de cuatro plantas, y su fachada principal, que da a la calle Embajadores, presenta tres grandes puertas de acceso que desembocan en los mencionados patios. Durante sus aproximadamente doscientos años de historia, “la fábrica”, como popularmente se la conocía, se ha convertido, probablemente, en uno de los establecimientos industriales más populares de la ciudad. En la actualidad se realizan en sus instalaciones exposiciones temporales de arte y constituye un magnífico ejemplo para entender cómo se configuraron los primeros establecimientos industriales madrileños. Dirección: Calle de Embajadores, 53.
Edificio de la Escuela de Veterinaria Situado sobre parte del solar que ocupó el Casino de la Reina, se trata de la antigua sede de la Escuela de Veterinaria. El edificio fue construido por el arquitecto Francisco Jareño y Alarcón entre 1878 y 1881, y constituye un buen ejemplo del neo mudéjar madrileño. Construido en ladrillo, está estructurado entorno a una planta cuadrada con un patio central. Consta de un sótano, dos pisos principales -con vanos de perfil carpanel y de medio punto-, y una cornisa de arquillos ciegos. Como apuntamos anteriormente, se construyó para albergar la Escuela de Veterinaria; una escuela que había sido fundada en 1793 -durante el reinado de Carlos IV-, en la llamada casa y huerta de la Solana, comprada a los Padres de San Felipe Neri, en el Paseo de Recoletos. Al realizarse el ensanche de dicho paseo, la escuela fue trasladada a la carrera de San Francisco en donde estuvo hasta 1881, año en que se trasladó al mencionado edificio de la Ronda de Toledo. Después de trasladarse la escuela a sus nuevas instalaciones de la Ciudad Universitaria, en 1958 el viejo edificio se convirtió en sede del Instituto Nacional de Bachillerato Cervantes, función que todavía desempeña en la actualidad. Dirección: Ronda de Toledo, 9.
Corrala de Tribulete Durante el siglo XIX, las corralas se consolidaron como el edificio de viviendas típico de la cada vez más numerosa clase obrera madrileña. Vistas en la actualidad como uno de los edificios más castizos de aquel siglo, realmente poco tenían de ello. Situadas sobre todo en las rondas y en sus proximidades, eran viviendas estrechas donde llegaban a vivir hasta dos familias juntas para poder pagar el alquiler. Además la mayoría no tenían ni agua corriente ni luz y su pésima ventilación impregnaba al edificio -con un solo retrete por hilera- de un olor insoportable. La más conocida de estas casas de corredor es la situada en la calle Mesón de Paredes, flanqueada por las calles Sombrerete y Tribulete. Construida en 1839, se trata de una construcción humilde de ladrillo y madera, estructurada entorno a un patio que da a la calle Mesón de Paredes. Su composición es a base de cuartos exteriores e interiores a los que se accede a través de galerías.
En 1977 tras ser declarada Monumento Nacional, fue objeto de una profunda restauración.
Dirección: Calle del Tribulete, 12, c/v Calle del Mesón de Paredes.
Ruinas de las Escuelas Pías de San Fernando Se trata de las ruinas del primer colegio que hubo en Madrid de la orden de los Escolapios. Fue fundado en 1729 por el Padre Juan García de la Concepción, sobre un solar que había junto a una antigua ermita dedicada a Nuestra Señora del Pilar, propiedad de la parroquia de San Justo, y que fue cedido a la orden por su párroco, Martín del Campo y Carvajal. El colegio tenía como objeto la educación de niños pobres y pronto adquirió una gran relevancia en la Corte debido a la gran calidad e innovación de sus técnicas educativas; basta decir que puso en funcionamiento la primera escuela de sordomudos del país. Las ruinas que observamos en la actualidad pertenecen a la iglesia del colegio. Fue construida entre 1763 y 1791 por el hermano Gabriel Escribano y fue destruida en 1936, durante los primeros días de la Guerra Civil. Todavía podemos observar el enorme arco de medio punto rematado con el escudo de las Escuelas Pías, obra de Alfonso Vergaz, por el que se accedía a una rotonda, compuesta, a su vez, por ocho columnas estriadas con capiteles compuestos, y sobre la que se alzaba una suntuosa cúpula. Dirección: Calle del Sombrerete, 15.
Iglesia de San Millán y San Cayetano La iglesia de San Cayetano, situada en la calle de Embajadores, formó parte del convento fundado en 1644 por la comunidad de clérigos teatinos. En la construcción de la iglesia conventual -que se dilató desde 1678 hasta 1761-, parece que participaron arquitectos de la talla de Churriguera, Ribera y Moradillo, aunque la autoría continúa siendo objeto de controversia. El incendio provocado en 1936 supuso la desaparición del convento; la iglesia sufrió graves daños, pero pudo ser reconstruida para seguir constituyendo, al día de hoy, una atípica muestra del barroco madrileño. La estructura del edificio es un cuadrado en el que se inscribe una cruz griega con cuatro capillas laterales que se cubren con una cúpula central, cuatro cúpulas menores y altas bóvedas, configurando un espacio muy complejo y nada habitual en la tradición arquitectónica de la capital. La fachada, muy monumental, presenta siete tramos separados por pilastras que rematan en capiteles profusamente decorados. En el centro, tres arcos de medio punto dan acceso al atrio y, sobre los arcos, tres hornacinas albergan las imágenes de la Virgen, San Cayetano y San Andrés Avelino. Dirección: Embajadores, 15.
El Rastro E l popular mercado de reventa conocido como el Rastro se celebra todos los domingos por la mañana en la Plaza de Cascorro y las calles aledañas a la Ribera de Curtidores desde hace algo más de 150 años. Conserva la antigua tradición de mercadear en las plazas y vías públicas de la ciudad, pues con anterioridad a la construcción de mercados cubiertos, a partir de la década de 1870, lo normal era comprar y vender en las plazas públicas. El nombre del Rastro está asociado al «arrastre» del ganado que acababa de ser sacrificado en el antiguo matadero que hubo desde el siglo XVII en la actual plaza del General Vara de Rey, junto a la Ribera de Curtidores. Este matadero fue reemplazado en 1851 por otro de nueva construcción junto a la Puerta de Toledo, en el solar que hoy ocupa el antiguo Mercado Central de Pescado. El traslado del matadero permitió a los comerciantes establecer sus puestos y tenderetes junto a la Ribera de Curtidores, y desde entonces, aunque de forma más regulada, se ha mantenido la tradición. En el Rastro se podía y se puede encontrar todo genero de productos que nos podamos imaginar, desde baratijas a antigüedades, desde utensilios en desuso a modernas máquinas, ropa de todo tipo, nueva o usada, y un sin fin de pertrechos y objetos que hacen las delicias del curioso o del visitante. En este tipo de mercado hay que estar avispado pues con frecuencia se práctica el regateo en los precios, y a más de uno le han dado gato por liebre. El Rastro es así, y su origen popular, pícaro y castizo lo hace atractivo. Pero es justo reconocer que el Rastro tuvo una importancia decisiva para los madrileños durante las décadas de 1940 y 1950. Muchas familias vendieron sus enseres personales, sus muebles y toda clase de objetos en el Rastro para a cambio obtener con que alimentarse durante los duros años de la postguerra. Junto a los tenderetes y puestos, un gran número de tiendas, comercios, bazares y galerías completan la oferta comercial que cada domingo sigue ofreciendo el Rastro Dirección: Plaza de Cascorro, Calle de la Ribera de Curtidores y calles aledañas.
La Fuentecilla Fue construida en 1816 por Alfonso Rodríguez, arquitecto de la Real Casa, aprovechando los materiales de la antigua fuente de la Abundancia. Esta fuente estuvo emplazada en la plaza de la Cebada desde el siglo XVII y su realización ha sido atribuida a Alonso Cano. La fuentecilla de compone de un zócalo en el que se hallan colocados un grifo y un oso que aluden a los blasones de la Villa. Sobre el zócalo, se asienta un cuerpo cuadrangular decorado con escudos de armas y rematado por un león que apoya sus patas delanteras en dos hemisferios. La figura del león viene a simbolizar a la monarquía española dominando los dos mundos. Dirección: Calle Toledo, s/n. Iglesia de la Paloma El origen de esta iglesia, así como la de su advocación, se remonta a los años finales del siglo XVIII, y a un cuadro de Nuestra Señora de la Soledad que fue encontrado en un corral de la calle de la Paloma. El encargado del corral le dio el cuadro – muy deteriorado y sin ningún valor artístico- a unos niños para que jugaran con él. Uno de los niños se lo regaló a su tía, una tal Andrea Isabel Tintero quien lo limpió, enmarcó y situó en el portal de su casa. Pronto, el culto a esta imagen de la Soledad, a quien se la atribuyó varios milagros, se extendió por toda la barriada, hasta tal punto que la misma reina María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, se hizo devota de la misma. El apoyo regio motivó que en 1796 el arquitecto Francisco Sánchez, discípulo
de Villanueva, construyera una primera capilla dedicada a Nuestra Señora de la Soledad, y que curiosamente acabó tomando el nombre de la calle, popularizándose como la capilla de la Virgen de la Paloma. Tras el arreglo parroquial de 1891 se va a trasladar a esta capilla la parroquia de San Pedro el Real, lo que motivó la demolición del primitivo edificio y la construcción de uno nuevo capaz de realizar las nuevas necesidades parroquiales. El nuevo templo se empezó a construir en 1896 según un proyecto del arquitecto Lorenzo Álvarez Capra quien empleó un estilo neomudéjar, acompañado de elementos góticos. La planta es de cruz latina, formada por una nave central y dos laterales, y al fondo se encuentra el altar mayor, en cuyo cuerpo central se encuentra el cuadro de la Paloma. En cuanto a la fachada consta de un cuerpo central con pórtico flanqueado por dos torres gemelas. Fue inaugurada el 23 de marzo de 1912. En 1978 fue profundamente restaurada por el arquitecto Antonio Ábalos Culebras. Dirección: Calle de la Paloma, 19
Iglesia y hospital de la V.O.T. de San Francisco En 1678, la Venerable Orden Tercera de San Francisco terminó su capilla del Santo Cristo de los Dolores aneja a San Francisco el Grande, y acto seguido, la orden dispuso la construcción de un hospital para los cofrades enfermos. El hospital, fue fundado ese mismo año de 1678 gracias a las limosnas de varios devotos entre los que cabe destacar a Doña Lorenza Cárdenas, se fundó el presente hospital. El edificio, dispuesto entorno a un patio de dos plantas, empezó a construirse en 1679, acabándose en 1686 bajo la dirección del alarife Luis Román y de sus hijos Diego y Matías Román. En cuanto a la iglesia del hospital, de una sola nave y bóveda de cañón con lunetos, fue construida entre 1693 y 1699 sobre un proyecto de Marcos López, si bien las obras fueron terminadas por Felipe Sánchez. En 1887, tras una reforma del arquitecto José María Guallart, es declarado establecimiento de la beneficencia particular por orden del Duque de Abrantes. Dirección: Calle de San Bernabé, 13.
Restos de la Cerca de Felipe IV Desde sus orígenes hasta 1868, la inmigración, los abastos y la fiscalidad llevaron en repetidas ocasiones a fijar los límites de la ciudad mediante la construcción de cercas. Las cercas del arrabal y la de Felipe II fueron desbordadas sucesivamente por un caserío que se iba emplazando entorno a las principales vías de acceso de la ciudad. Este desbordamiento produjo la necesidad en 1625, durante el reinado de Felipe IV, de construir una nueva cerca que fijara unos nuevos límites en la ciudad, para a través de sus puertas y portillos controlar la fiscalidad, el abastecimiento y la posible entrada en la ciudad de contagiados por enfermedades infecciosas. Esta cerca, más bien tapia construida en ladrillo, estuvo rodeando a la ciudad de Madrid hasta que entorno a 1868 se decidió demolerla para proceder al ensanche de la ciudad. Hoy en día todavía podemos ver un vestigio de dicha cerca en la Ronda de Segovia, en las inmediaciones de la Puerta de Toledo. Dirección: Ronda de Segovia, 95.
Puerta de Toledo Ya en la primitiva cerca del arrabal construida durante el reinado de Enrique IV existió una puerta llamada de Toledo que, situada entorno al Hospital de la Latina, conectaba la ciudad con el camino que iba hacia dicha localidad.
En 1625, con motivo de la construcción de la cerca de Felipe IV, se construyó una segunda puerta de Toledo situada algo más arriba de donde hoy está. Los orígenes de la puerta actual se remontan al reinado de José Bonaparte, cuando se ordena su construcción para adecentar la entrada a Madrid por el camino de Andalucía. Sin embargo, este primer proyecto no llegaría a materializarse por una serie de acontecimientos políticos de primera magnitud. En efecto, tras la expulsión del rey intruso, las autoridades municipales encargaron un nuevo diseño al arquitecto Antonio López Aguado, quien concibió la nueva puerta como un arco triunfal dedicado al restaurado Fernando VII. Construida entre 1817 y 1827, se trata de una pesada estructura de granito compuesta en el centro por un gran arco de medio punto, flanqueado con columnas estriadas, y por dos puertas laterales rectangulares. Sobre el ático se sitúan los grupos escultóricos diseñados por José Ginés y labrados por Ramón Barba y Valeriano Salvatierra, que representan a España dispensando la protección de las artes. Sobre la puerta principal se puso la siguiente inscripción: « A Fernando VII el Deseado, padre de la patria, restituido a sus pueblos, exterminada la usurpación francesa, el Ayuntamiento de Madrid consagró este monumento de fidelidad, de triunfo, de alegría. Año de 1827». Fue la última puerta que se construyó en Madrid.
Dirección: Glorieta de la Puerta de Toledo, s/n.
Centro Cultural y de Servicios Sociales A comienzos de la década de 1980, y coincidiendo con la recuperación y reforma del antiguo Mercado Central de Pescados para transformarlo en un centro comercial, el Ayuntamiento de Madrid decidió remodelar el entorno de la Glorieta de la Puerta de Toledo con la construcción de dos nuevos edificios con destino a dotaciones culturales y servicios sociales de tutela municipal. Los dos edificios fueron proyectados por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg en 1985. El primero, que alberga los servicios sociales y una guardería, se construyó entre 1985 y 1987 entre las calles de Toledo y de la Paloma, y presenta una composición arquitectónica compuesta por dos volúmenes edificados de diferentes alturas y cubiertas, y dispuestos en planta de forma transversal. A la guardería se accede por la calle de Paloma y esta parte del edificio se ha revestido con ladrillo visto para armonizar con la fachada de la vecina Iglesia de la Paloma. El segundo edificio, que alberga el Centro Cultural Puerta de Toledo, se construyó entre 1985 y 1989, frente al anterior y sobre un solar irregular que hacía esquina con la Gran Vía de San Francisco. Las fachadas de ambos edificios presentan gran simplicidad de líneas y composiciones simétricas en la disposición de los vanos, porque lo que se pretende remarcar es el volumen y la funcionalidad de las composiciones. Dirección: Calle de la Paloma 39 y Gran Vía de San Francisco, 2.
Centro Cultural Pedro Salinas Con la construcción de este centro el Ayuntamiento vino a completar la remodelación de la Glorieta de la Puerta de Toledo que se había iniciado en 1985. El centro fue proyectado en 1987 por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg y construido junto al Centro Comercial Puerta de Toledo entre 1990 y 1992.
Es un edificio que presenta una estética y una composición volumétrica similar a la que el mismo arquitecto había dado a los dos edificios municipales que albergan el Centro Cultural Puerta de Toledo y el Centro de Servicios Sociales, también emplazados junto a la glorieta de la Puerta de Toledo. Pero si hay algo que destaca de este edificio es la planta circular y el alzado en forma de tambor de la biblioteca, rematada por una innovadora cubierta de nervios metálicos dispuestos de forma radial. Esta cubierta sustenta una campana cónica interior que permite el paso de la luz cenital a la sala de lectura. Y es que la solución dada al edificio fue tan innovadora que el Ayuntamiento premio este edificio en 1992 como el mejor construido en la ciudad. Dirección: Glorieta de la Puerta de Toledo, 1.
Centro Comercial Puerta de Toledo Durante la II República, el Ayuntamiento de Madrid impulsó un Plan General de Mercados en donde se planteaba la construcción tanto de mercados de barrio, como de mercados centrales específicos. De entre los segundos, el Ayuntamiento encargó en 1931 al arquitecto Francisco Javier Ferrero, la construcción de un gran mercado central de pescados en las inmediaciones de la Puerta de Toledo, sobre lo que habían sido los terrenos del antiguo matadero. Construido con un lenguaje racionalista, Ferrero concibió un edificio extraordinariamente funcional con espacios amplios y completamente diáfanos. Tras una primera ampliación en los años sesenta, durante los años ochenta fue remodelado completamente para convertirlo en un elegante centro comercial, bajo la dirección de los arquitectos Ricardo Aroca, Jesús Peñalba y Martín Domínguez. En la actualidad, es conocido por el nombre de Centro Comercial Puerta de Toledo. Dirección: Glorieta de la Puerta de Toledo, s/n.
Chimenea del Gasómetro Junto a la Ronda de Toledo, muy cerca de la Puerta de este nombre, se levanta una vieja chimenea recordándonos que en este lugar, hoy convertido en jardín, estuvo ubicada la antigua fábrica de gas o gasómetro de Madrid. La fábrica de Gas fue construida en 1847, propiedad de la sociedad La Madrileña, después de la acogida y el éxito de ver por primera vez en la ciudad algunas calles iluminadas con esta fuente de energía (Paseo y calle del Prado, calle del Lobo). El gas se extraía de un compuesto de hulla y resina, se contabilizaba, se depositaba en los gasómetros y se establecía la presión de salida mediante su paso por un regulador. La distribución se realizaba por un complejo sistema de canalizaciones subterráneas que suministraba el gas necesario para el alumbrado, la calefacción y para la combustión de algunos motores industriales. El aumento de la demanda del gas y el mantenimiento de una presión adecuada requería de unas instalaciones fabriles de cierta envergadura, estando constituida en principio por dos gasómetros para almacén de gas, hornos, otros almacenes, laboratorios y oficinas. A medida que iba subiendo el consumo de gas se iban ampliando las instalaciones. Entre 1851 y 1856 la antigua sociedad que explotaba la fábrica fue adquirida por una sociedad de capital francés y fue transformada en la Compañía Madrileña de Alumbrado y Calefacción de Gas, hasta que en 1917 fue adquirida y regentada por el Ayuntamiento. Si en 1876 la fábrica suministraba gas a 4.250 faroles, en 1929 todavía 21.000 focos públicos dependían de esta fuente de energía, pese a la creciente competencia de la luz eléctrica. Dirección: Jardines del Rastro, s/n.
Los monumentos -
Antigua Fábrica de Galletas Pacisa La Casa Encendida Edificio de la Fábrica Nacional de Tabacos Edificio de la Escuela de Veterinaria Corrala de Tribulete Ruinas de las Escuelas Pías de San Fernando Iglesia de San Millán Y San Cayetano El Rastro La Fuentecilla Iglesia de la Paloma Iglesia y Hospital de La V.O.T. de San Francisco Restos de la Cerca de Felipe IV Puerta de Toledo Centro Cultural y de Servicios Sociales Centro Cultural Pedro Salinas Centro Comercial Puerta de Toledo Chimenea del Gasómetro