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El sol
The sun
El Museo de la Solidaridad se creó en 1971 gracias a las donaciones que un grupo de artistas de distintas partes del mundo hizo para el pueblo de Chile.
Los artistas que donaron sus obras de arte no lo hacían de forma aislada, sino —tal como lo explicaron— como una “comunidad dedicada en su íntimo al ideal de una sociedad más justa, más libre y más humana” (Comité Internacional de Solidaridad Artística, CISAC, 1971).
Los artistas que donaron sus obras de arte no lo hacían de forma aislada, sino —tal como lo explicaron— como una “comunidad dedicada en su íntimo al ideal de una sociedad más justa, más libre y más humana” (Comité Internacional de Solidaridad Artística, CISAC, 1971).
Ellos y ellas querían aportar al sueño del gobierno de la Unidad Popular: que el arte no solo fuera para algunos, sino que estuviera al alcance de todos y todas: en las fábricas, en las minas, en las escuelas, en el campo y en todos los lugares donde se encontraban los chilenos y chilenas.
Tras dos años de funcionamiento, el sueño del museo popular, así como el sueño de una sociedad más justa, fue interrumpido por el golpe de Estado que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973.
El Museo de la Solidaridad se creó en 1971 gracias a las donaciones que un grupo de artistas de distintas partes del mundo hizo para el pueblo de Chile. Ellos y ellas querían aportar al sueño del gobierno de la Unidad Popular: que el arte no solo fuera para algunos, sino que estuviera al alcance de todos y todas: en las fábricas, en las minas, en las escuelas, en el campo y en todos los lugares donde se encontraban los chilenos y chilenas. Los artistas que donaron sus obras de arte no lo hacían de forma aislada, sino —tal como lo explicaron— como una “comunidad dedicada en su íntimo al ideal de una sociedad más justa, más libre y más humana” (Comité Internacional de Solidaridad Artística, CISAC, 1971).
Tras dos años de funcionamiento, el sueño del museo popular, así como el sueño de una sociedad más justa, fue interrumpido por el golpe de Estado que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973.
Los artistas que donaron sus obras de arte no lo hacían de forma aislada, sino —tal como lo explicaron— como una “comunidad dedicada en su íntimo al ideal de una sociedad más justa, más libre y más humana” (Comité Internacional de Solidaridad Artística, CISAC, 1971).
A partir de entonces el proyecto se rearmó en el extranjero con las donaciones de artistas internacionales y chilenos en el exilio, pasando a llamarse Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende (MIRSA, 1975 – 1990).
Tras dos años de funcionamiento, el sueño del museo popular, así como el sueño de una sociedad más justa, fue interrumpido por el golpe de Estado que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973.
A partir de entonces el proyecto se rearmó en el extranjero con las donaciones de artistas internacionales y chilenos en el exilio, pasando a llamarse Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende (MIRSA, 1975 – 1990).
Tras dos años de funcionamiento, el sueño del museo popular, así como el sueño de una sociedad más justa, fue interrumpido por el golpe de Estado que tuvo lugar el 11 de septiembre de 1973.
A partir de entonces el proyecto se rearmó en el extranjero con las donaciones de artistas internacionales y chilenos en el exilio, pasando a llamarse Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende (MIRSA, 1975 – 1990).
A partir de entonces el proyecto se rearmó en el extranjero con las donaciones de artistas internacionales y chilenos en el exilio, pasando a llamarse Museo Internacional de la Resistencia Salvador Allende (MIRSA, 1975 – 1990).
Las personas que habían estado involucradas con el Museo de la Solidaridad comenzaron, la mayoría desde el exilio, a coleccionar nuevas obras y continuaron haciéndolo durante el transcurso de la dictadura. Porque un sueño, cuando se sueña con fuerza, así como el sol de la historia, no se destruye tan fácilmente.
Las personas que habían estado involucradas con el Museo de la Solidaridad comenzaron, la mayoría desde el exilio, a coleccionar nuevas obras y continuaron haciéndolo durante el transcurso de la dictadura. Porque un sueño, cuando se sueña con fuerza, así como el sol de la historia, no se destruye tan fácilmente. El museo continuó su vida nómada: las obras de arte, resguardadas en las casas de las personas y en espacios institucionales prestados, se mostraron en distintos países durante los diecisiete años que duró la dictadura.
Las personas que habían estado involucradas con el Museo de la Solidaridad comenzaron, la mayoría desde el exilio, a coleccionar nuevas obras y continuaron haciéndolo durante el transcurso de la dictadura. Porque un sueño, cuando se sueña con fuerza, así como el sol de la historia, no se destruye tan fácilmente.
Las personas que habían estado involucradas con el Museo de la Solidaridad comenzaron, la mayoría desde el exilio, a coleccionar nuevas obras y continuaron haciéndolo durante el transcurso de la dictadura. Porque un sueño, cuando se sueña con fuerza, así como el sol de la historia, no se destruye tan fácilmente.
El museo continuó su vida nómada: las obras de arte, resguardadas en las casas de las personas y en espacios institucionales prestados, se mostraron en distintos países durante los diecisiete años que duró la dictadura.
A partir de 1991, con el retorno a la democracia, las obras regresaron a Chile para formar el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, nombre que se le da hasta el día de hoy a este espacio que es un museo, pero sobre todo es ese sueño de una sociedad donde el arte es tan importante como el sol y tal como hace él, sin tener dueño, reparte a hombres y mujeres, niños y niñas, su luz y su calor.
El museo continuó su vida nómada: las obras de arte, resguardadas en las casas de las personas y en espacios institucionales prestados, se mostraron en distintos países durante los diecisiete años que duró la dictadura.
A partir de 1991, con el retorno a la democracia, las obras regresaron a Chile para formar el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, nombre que se le da hasta el día de hoy a este espacio que es un museo, pero sobre todo es ese sueño de una sociedad donde el arte es tan importante como el sol y tal como hace él, sin tener dueño, reparte a hombres y mujeres, niños y niñas, su luz y su calor.
El museo continuó su vida nómada: las obras de arte, resguardadas en las casas de las personas y en espacios institucionales prestados, se mostraron en distintos países durante los diecisiete años que duró la dictadura.
A partir de 1991, con el retorno a la democracia, las obras regresaron a Chile para formar el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, nombre que se le da hasta el día de hoy a este espacio que es un museo, pero sobre todo es ese sueño de una sociedad donde el arte es tan importante como el sol y tal como hace él, sin tener dueño, reparte a hombres y mujeres, niños y niñas, su luz y su calor.
A partir de 1991, con el retorno a la democracia, las obras regresaron a Chile para formar el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, nombre que se le da hasta el día de hoy a este espacio que es un museo, pero sobre todo es ese sueño de una sociedad donde el arte es tan importante como el sol y tal como hace él, sin tener dueño, reparte a hombres y mujeres, niños y niñas, su luz y su calor.