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El fueguito

“En la selva los animales se dieron cuenta que hay cosas por arreglar, se juntan alrededor de un fueguito y se ponen a conversar”

¿Puede un museo ser un arma? Artistas, poetas y cineastas viajan por el territorio, con la certeza de que quienes viven en las montañas y en el campo deben también experimentar, ver lo que se ve en los grandes salones de los museos y en los cines de la capital. Van en tren, en automóvil, en burro. Un museo del pueblo no tiene ni adentro ni afuera, no se atrinchera en los muros blancos, sino que sale a la calle, a las provincias, a la cordillera y al campo. Ahí desenrollan sus telas e instalan sus proyectores portátiles, con la certeza de que la cultura y el arte tienen poder revolucionario porque son del mundo. El arte es solidario, no se puede encerrar ni poseer. Eso es político.

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