Análisis
EL ROL HISTÓRICO DE CONAF EN LA CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD TERRESTRE DE CHILE También hubo muchos parques nacionales y reservas forestales creados en la región austral sin estudios técnicos previos, sino que por darle algún destino a terrenos fiscales disponibles.
MUNDO FORESTAL
César Ormazábal Pagliotti Ingeniero Forestal, Universidad de Chile Master of Environmental Studies, Yale University
MAYO 2020
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En Chile la preocupación por proteger la naturaleza, y con ello la diversidad biológica, data desde que el país era colonia de España, ya que en el siglo XVI se aplicaban ordenanzas españolas que salvaguardaban los bosques. Los primeros decretos y leyes propiamente chilenos que protegían los bosques o determinadas especies arbóreas comenzaron en el siglo XIX, ya que en 1859 se promulgó el primer decreto supremo sobre la “Corta de Bosques”, dirigido especialmente a reglamentar la explotación del alerce (Fitzroya cupressoides) existente en Chiloé y Llanquihue (Cabeza, 1988). En 1907 se creó la primera reserva forestal (Malleco) y en 1925 el primer parque nacional (Benjamín Vicuña Mackenna). Posteriormente se siguieron creando reservas forestales y parques nacionales. En general los motivos para crear áreas protegidas antes de los años 80 fue la protección de paisajes sobresalientes (Torres del Paine, Lauca, San Rafael, Vicente Pérez Rosales, Conguillío, etc.) o características ecológicas únicas, entre ellas su vegetación (Fray Jorge, Juan Fernández, La Campana), valores culturales (Rapa Nui), o protección de valores turísticos (Vicente Pérez Rosales, Puyehue, Conguillío, Torres del Paine).
El 10 de mayo de 1973, mediante la modificación de los estatutos de la Corporación de Reforestación (COREF), se creó oficialmente la CONAF, con el objetivo de: “Contribuir a la conservación, incremento, manejo y aprovechamiento de los recursos forestales del país”. Entre sus finalidades específicas la nueva institución debía “participar o colaborar” en la administración y el desarrollo del patrimonio forestal del Estado formado por los parques nacionales, reservas forestales y bosques fiscales (Camus, P. y Lazo, A. 2014). En la práctica, la nueva institución no solo debió participar o colaborar, sino que asumir el rol protagónico en la administración de las áreas silvestres protegidas de propiedad estatal. La ampliación legal o jurídica de la cobertura territorial de las áreas protegidas del Estado no siempre fue acompañada con los recursos económicos y humanos necesarios para ejecutar, vigilar y administrar adecuadamente los parques o reservas. En esos años solo algunos parques nacionales contaban con una administración técnica efectiva (infraestructura y guardaparques en terreno) y con planes de manejo. El amor a la naturaleza, el esfuerzo en el trabajo cotidiano y la mística de los profesionales, guardaparques y guardabosques a cargo de la protección debían suplir de algún modo las deficiencias económicas y materiales de un sistema de áreas protegidas en expansión (Camus, P. y Lazo, A. 2014). Poco a poco, el conjunto de parques nacionales, reservas forestales y monumentos naturales fue manejándose en forma más técnica, en especial gracias al apoyo internacional. Entre 1970 y 1975,