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EL COLEGIO DE INGENIEROS FORESTALES

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Garrido Presidente

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Colegio de Ingenieros Forestales 1994-1995

Recién se realizaron elecciones para renovar las autoridades de nuestro Colegio y como ya saben, resultó elegido, por amplio margen sobre sus competidores, el ingeniero forestal de la Universidad de Chile, Roberto Cornejo. Felicitaciones a Roberto y desde aquí le deseamos pleno éxito en su gestión y a la vez, que cuente con la colaboración decidida de todos los colegas, para llevar a cabo sus tareas durante los dos años que vienen.

Con respecto al Colegio y a la necesidad de estar colegiado, siempre surgen las preguntas: ¿para qué sirve?’ o ¿qué me da el Colegio?

Dentro de la razón de ser del Colegio, se dice que esta institución está para ”racionalizar, desarrollar, prestigiar y proteger el ejercicio de la profesión del Ingeniero Forestal” y añade que es la voz de los ingenieros forestales ante las autoridades y la opinión pública, con el objeto de dar a conocer la importancia que tiene para el país el cuidado, el mantenimiento y el aprovechamiento racional de los bosques y su contribución a la salud económica, social y ambiental de la comunidad chilena.

Lo más importante, por lo tanto, no es esperar que el Colegio nos aporte cosas materiales, sino que cada ingeniero forestal debe estar dispuesto a dar de sí todos los esfuerzos que sean necesarios, dentro de las posibilidades de cada uno, para que el Colegio tenga la potencia necesaria para que su voz sea escuchada con respeto y atención, cada vez que emita alguna opinión sobre materias ligadas al sector forestal.

Cuando recién empezaba la carrera tuvimos la idea de formar parte de un Colegio que, en aquel tiempo, tenían poder, poder que le daban las leyes para controlar el ejercicio de la profesión y el comportamiento profesional de sus asociados. La afiliación era obligatoria por lo que realmente los Colegios disponían de fuerza para ser respetados y escuchados. Por ello, habiendo decidido no pertenecer de ninguna manera al Colegio de Ingenieros Agrónomos, quisimos formar parte del Colegio de Ingenieros, que tiene varias especialidades, pero fuimos rechazados cortésmente con algo de amable condescendencia. Ahí fue cuando Eladio Susaeta, emitió su famosa frase “no tienen conciencia del momento histórico”. Después de ello, organizamos la Asociación de Ingenieros Forestales que incluyó a los titulados en la Universidad de Chile, más aquellos con títulos otorgados en el extranjero, especialmente en EEUU. Más tarde, en 1982, el gobierno de ese entonces aprobó la creación del Colegio de Ingenieros Forestales, agregándole la sigla A.G. y privándolo, como a todos los Colegios del país, del poder que antes tenían. su voz, para que la escuchen con respeto y atención, personajes del ejecutivo, del parlamento y de todos aquellos que se sientan autorizados para opinar sobre la cuestión forestal. No en vano el sector es uno de los más dinámicos y eficientes en generar recursos, dar empleos, cautelar la estabilidad ambiental y a hacer grato el entorno en que se desenvuelve la comunidad. El Colegio podría organizar, en conjunto con universidades, empresarios e invitados internacionales, una vez por año al menos, una gran reunión, (además de otras actividades que mantengan a la opinión pública enterada de la realidad forestal del país), donde se discutan problemas y se entreguen soluciones para mejorar la situación del sector forestal. Y ya que estamos… ¿por qué no organizar un Congreso Forestal Mundial?

Desde entonces, al no existir obligación de colegiarse, nuestro Colegio se mantiene a duras penas, gracias al trabajo abnegado de sus directivas y a la colaboración que ocasionalmente le prestan sus asociados, la que consiste principalmente, en el pago oportuno de las cuotas.

Mirando el informe de los resultados de la elección empecé a reflexionar sobre varios aspectos que me parecen interesantes. El número de socios con derecho a voto, es de 426, lo que indica que no todos los titulados en las diferentes universidades están inscritos porque no tienen interés, porque no lo necesitan o porque el Colegio no les da ventaja o ganancia alguna. Nuestra Escuela empezó a titular egresados de la carrera, en el año 1955, por lo que existen 60 promociones solamente de la Universidad de Chile. Si en promedio logran el título unos 20 egresados por año, resulta que debería haber 1200 ingenieros forestales de esta universidad, pero descontando las defunciones y la dedicación a otras actividades, podríamos decir que sólo habría 1000 ingenieros forestales con derecho a pertenecer al Colegio. Agregando unos 200 egresados, titulados en otras universidades (chilenas o extranjeras), los posibles socios del Colegio deberían ser 1200.

Llama también la atención el hecho que, de los 424 socios habilitados para votar, sólo hayan concurrido a las urnas 167, lo que representa un 39%, indicando que los socios no están interesados en los asuntos del Colegio ni están dispuestos a molestarse por participar, o tal vez prefieren pertenecer a otras organizaciones que son de mayor gusto y acuerdo con sus ideas. La verdad es que nuestro Colegio tiene poca presencia en los medios periodísticos y es poco escuchado por las autoridades. ¿Qué hacer entonces? En mi opinión, pienso que el Colegio y también nosotros, debemos preocuparnos en primer lugar, por allegar más militantes a la causa de los forestales y por hacer oír nuestra voz cada vez que se emitan por la prensa, en foros, congresos o reuniones, pareceres sobre el sector forestal que no tengan fundamentos serios y que desmerezcan la acción de los ingenieros forestales y que desinformen a la opinión pública y a las autoridades, con argumentos antojadizos y sin base científica, sobre la realidad de los bosques de Chile, insistiendo en la importancia que tienen para la vida económica, social y ambiental de los chilenos.

El Colegio debería, a mi juicio, buscar la forma de conectarse con las organizaciones del sector forestal y con las universidades que imparten la carrera, a fin de agrandar el volumen de

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