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Tarifa de Electricidad. Discusión bizantina entre candidatos
En el siglo XV hubieron inútiles discusiones sobre temas baladíes en las que ninguna de las partes logra probar jamás su tesis. Mientras el emperador y los religiosos discutían sobre el sexo de los ángeles, los otomanos ponían cerco a Constantinopla, conquistándola finalmente. Es una pelea entre vacas flacas que no entienden por qué el pasto es cada vez más escaso y la tierra más yerma.
El cáncer de las empresas de servicios públicos es la tarifa política y el desarreglo institucional que le acompaña. El gran desafío del sector eléctrico (y energético) paraguayo es la necesidad de modernización para adecuarse a los tiempos. Está organizada y se rige por una Ley del año 1964, Paraguay es el único país del continente americano que en más de medio siglo no ha realizado modificación estructural a la organización de la industria eléctrica ni energética en general.
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Está totalmente desfasada y totalmente asimetrica con respecto a las reglas de mercado de los países de la región. ¡Y pretendemos exportar a esos países bajo reglas de mercado abierto y competitivo!
El modelo “ANDE” de la Ley 966 de 1964 ha sido un modelo exitoso que ha llevado a la cobertura del servicio a niveles elevadísimos. Pero hoy día, después de más de medio siglo, ese modelo está totalmente perimido, arcaico y económicamente ineficiente. Y ni por asomo rigen hoy los tres pilares en que se basó el éxito de la ANDE bajo la conducción del Ing.
Debernardi: separación de la política partidaria, tarifas económicamente (no políticamente) establecidas, carreras meritocrática para el funcionariado, aunque el contexto político autocrático de entonces permitía tomar medidas expeditivas y contundentes.
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Y el otro gran tema que parece que nadie entiende o se anima a mencionar es la “gobernabilidad de las empresas públicas”. Increíble amateurismo en la “gobernanza” de empresas del Estado en estos tiempos modernos.
Para tener empresas eficientes y un sector eléctrico económicamente sano, las tarifas deben dejar de ser determinadas por la coyuntura politica y los politicos. Las tarifas deben corresponder a costos reales eficientes y la empresa debe obtener una utilidad (8% en caso de la ANDE) acorde con el sector de actuación.
El sector más carenciado debe recibir subsidios bien diseñados y sobre todo bien gestionados. Pero el costo del subsidio no debe ser arcado por la empresa prestadora del servicio sino por la nación toda. Para eso la empresa pública debe tener la utilidad mencionada, con la que el Estado atenderá sus funciones sociales. Así funcionan las sociedades bien organizadas, que lamentablemente no es el caso nuestro.
El sector requiere profunda reforma estructural modernizadora, pero en forma pausada, prudente y consensuada con los estamentos afectados. Es un tema extraordinariamente política y socialmente muy sensible y se afecta a intereses directo de poderosas partes felices con el esquema actual.
Pero nada de esto se vislumbra, cualquiera sea el próximo gobernante. Me sentiría feliz de estar equivocado.