Santísimo Cristo del Amparo. Real Santuario de Nuestra Señora de Las Nieves. Fotografía: José Antonio Fernández Arozena
Semana Santa 2010
ES SEMANA SANTA: “EL QUE TENGA OÍDOS, QUE OIGA” Hasta ocho veces aparece Jesús en el Evangelio empleando la expresión “el que tenga oídos, que oiga”. También, en el Apocalipsis de San Juan, el propio Jesucristo resucitado, que se presenta a sí mismo como “el Primero y el Último, el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos”, repite la misma frase siete veces. Tanto este dicho, “el que tenga oídos, que oiga”, como el sinónimo, “el que tenga oídos para oír, que oiga”, son utilizados por Jesús para llamar la atención de sus oyentes sobre algo que les está diciendo y que es de suma importancia para sus vidas, pero hace falta prestar una especial atención para captar su significado. Además de percibir las palabras por medio del oído, es necesario escuchar, es decir, aplicar “el oído interior”, poner cuidado y atención para comprender lo que se dice y darse por aludido. “El que tenga oídos, que oiga” es todo lo contrario a ese otro dicho, “por un oído me entra y por el otro me sale”, que es propio del que oye como si no oyera y, por tanto, lo que oye no influye para nada en su vida. También yo quiero, en esta ocasión, utilizar la frase de Jesús en relación con un tema de vital importancia para nuestras comunidades y, en ellas, para cada fiel cristiano: Es Semana Santa: “el que tenga oídos, que oiga”. Sí, queridos diocesanos, prestad atención porque la Semana Santa es el gran mensaje de Cristo Resucitado, el que vive, el que estuvo muerto pero ahora está vivo por los siglos de los siglos, y es fuente de salvación para cuantos creen en Él. Sí. Estad atentos porque la celebración anual de la Semana Santa es “por nosotros y por nuestra Salvación” y sería lamentable que, teniendo tan a mano a Cristo, pasemos por la Semana Santa sin que la Semana Santa pase por nosotros. “El que tenga oídos, que oiga”. Por diversas causas (sociales, culturales, a veces políticas y hasta religiosas) existe el peligro real de reducir o centralizar la Semana Santa en torno a las procesiones. Aún reconociendo el valor religioso de las mismas, siempre que sean expresión de una fe viva, hay que afirmar que la Semana Santa es, ante todo, una celebración litúrgica, la más importante del Año Cristiano. “Celebración litúrgica” quiere decir actualización sacramental de la Pascua del Señor (pasión, muerte y resurrección de Jesucristo); no simple memoria y representación plástica de aquellos hechos del pasado, sino realización actual y para nosotros de la acción salvadora de Cristo. Celebrar la Semana Santa quiere decir participar en los sacramentos uniéndonos a Cristo de tal modo que “experimentemos en nosotros los frutos de su Redención”. Celebrar la Semana Santa quiere decir que, por medio de los sacramentos, nosotros, “por Cristo, con Él y en Él”, morimos al pecado y resucitamos a una vida nueva. Celebrar la Semana Santa, en fin, es mirar a Jesucristo, no como un personaje del pasado y sin vida personal actual, sino como Aquél que constantemente nos habla y nos da vida. El mismo nos dice: “Yo soy el pan de vida, el que me come vivirá por mí” (Jn. 6, 57); y por el contrario: “Si no coméis mi carne no tendréis vida en vosotros” (Jn. 6, 53). No es posible una verdadera celebración de la Semana Santa sin participar dignamente, con un corazón puro (limpio de pecado), en la comunión del Cuerpo de Cristo. “El que tenga oídos, que oiga”. También hoy, quizá más que nunca, hay que recordar a los católicos el mandamiento de la Iglesia de confesar y comulgar en las Fiestas de Pascua. Confesar, sí, porque todos somos pecadores y necesitamos reconciliarnos con Dios y ser liberados, por su perdón, de la esclavitud del pecado. Como dice el Salmo 31, “dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado. Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: “Confesaré al Señor mi culpa”, y tú perdonaste mi culpa y mi pecado”.
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Santa Cruz de La Palma
Santo Entierro. Parroquia Matriz de El Salvador. FotografĂa: Pedro Riverol 5
Semana Santa 2010
No tiene ningún sentido una Semana Santa sin comulgar, pero, atención, no podemos acercarnos a comulgar el Cuerpo de Cristo y tener el corazón lejos de Él. Es imposible honrar a Cristo, comulgando en la misa, si lo negamos llevando una vida contraría a sus mandamientos. San Pablo, como a los corintios de su época, nos recuerda: “Quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo” (1Cor. 11,27-29). No se puede comulgar a la ligera, hay que examinar si la propia vida (pensamientos, palabras y obras) está en “comunión” con Cristo y su mensaje. Comulgar en pecado es aparentar que creemos en Cristo y que estamos unidos a Él, cuando en realidad estamos tan lejos de Él como lo estuvo Judas en la Última Cena, aunque estaba sentado en la misma mesa. Comulgar a Cristo implica comulgar con Cristo. “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Uno de los salmos que se cantan en Semana Santa, durante la procesión del Domingo de Ramos, dice: “¿Quién puede subir al monte del Señor, quién puede estar en el recinto sagrado?”. Se refiere a quien podía ir al Templo de Jerusalén, situado en lo alto del monte, para encontrarse con Dios. Para nosotros sería como preguntar: ¿Quién puede acercarse a comulgar el Cuerpo de Cristo y así celebrar plenamente la Semana Santa? El salmo 24 indica dos condiciones esenciales: “El hombre de manos inocentes y puro corazón”. Dejando aparte el lenguaje sexista, pues “el hombre” aquí es “todo ser humano” (sea varón o mujer), “manos y corazón” es la manera de decir toda clase de acciones, pensamientos y deseos. Para acercarse a recibir al Señor, para comulgar con Cristo, es necesario tener “manos inocentes y corazón puro”. Si alguno tiene oído, oiga. Comentando este salmo, decía el Papa Benedicto XVI, al comienzo de la Semana Santa de 2007: “Manos inocentes son manos que no se usan para actos de violencia. Son manos que no se ensucian con la corrupción, con sobornos. Corazón puro: ¿cuándo el corazón es puro? Es puro un corazón que no finge y no se mancha con la mentira y la hipocresía; un corazón transparente como el agua de un manantial, porque no tiene dobleces. Es puro un corazón que no se extravía en la embriaguez del placer; un corazón cuyo amor es verdadero y no solamente pasión de un momento”. Tener “un corazón puro” es lo que nos permite acercarnos de verdad al Señor: “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt. 5, 8), afirma Jesús en la bienaventuranzas. Pero, además, tener “un corazón puro” es una necesidad personal para poder hacer el bien y ser felices. Una de las veces que Jesús emplea en su predicación la expresión “el que tenga oídos, que oiga”, es precisamente para referirse a la limpieza del corazón: «Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga» (Mc. 7,14-16). Y ante la pregunta de los discípulos, que no entendieron el significado, les dijo: «Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre» (Mt. 7, 20-23). Ante la imposibilidad del ser humano de procurarse a sí mismo “un corazón puro”, Dios, por medio de los profetas, prometió ocuparse personalmente del asunto: “Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne” (Ez. 36, 25-26). Para cumplir esta promesa envió Dios a su Hijo al mundo. Para que podamos tener “un corazón puro”, murió y resucitó Cristo. Celebrar la Semana Santa es querer un corazón nuevo. Es suplicar “Oh Dios, crea en mí un corazón puro” y aferrarse a Cristo para que, con el poder de su resurrección, “nos renueve por dentro” y nos haga renacer a una vida nueva. “Es Semana Santa. El que tenga oídos para oír, que oiga”.
† Bernardo Álvarez Afonso Obispo Nivariense 6
Santa Cruz de La Palma
Nuestra Señora de La Piedad. Hospital de Dolores. Fotografía: Miguel A. Álvarez Trinidad 7
Semana Santa 2010
SANTA CRUZ DE LA PALMA: CIUDAD MARIANA Y SANTA La convocatoria anual de la Semana de Pasión en Santa Cruz de La Palma sigue despertando el interés de quienes se acercan a nuestra ciudad con afán de participar en el amplio programa de celebraciones religiosas que evidencia la vitalidad devocional característica de esta orilla. La ciudad nos trae de nuevo un compromiso que alcanza a muchos sectores sociales reunidos al calor de las cofradías y hermandades pasionistas, baluartes de la piedad y de la intención sacra que solemniza esta semana; en ella se concentra la extraordinaria vocación participativa y grupal de nuestro pueblo, fiel heredero de una larga tradición que se remonta hasta los orígenes mismos de nuestra primera historia hispánica. Estos valores, imperecederos, se organizan a través de varios fundamentos de orden religioso, pero también culturales, artísticos y etnográficos. Santa Cruz de La Palma se viste de especial hábito, con el fondo cotidiano de una ciudad con historia, dotada de uno de los centros urbanos más emblemáticos del Archipiélago. El diseño de sus calles, adaptado a su difícil orografía, le dan ese aspecto de anfiteatro o Nacimiento, tal y como vinieron a señalar muchos viajeros de paso por la isla. Semejante escenario, con excelentes muestras de arquitectura tradicional, se combina con otros lenguajes —barrocos, neoclásicos, modernistas o regionalistas—, sirviendo así de escaparate a la rica imaginería de procedencia flamenca, andaluza y canaria que puebla cada rincón de la ciudad durante estos días. Cuando en este año la Semana Santa se concita con la Bajada lustral, los significados del papel mariano recobran más sentido que nunca. La Vía de la Cruz y la Bajada dialogan entre sí a través de la idea de fondo que comunica a ambas: el viaje y el camino, la salida y el destino, la zozobra del andariego y la alegría del peregrino, el sentimiento nostálgico de la memoria y el canto a la promesa cumplida o al voto consumado. No es extraño, pues, que el teatro de la Bajada rindiese a la imagen de Las Nieves su tributo como símbolo de la nave que, en el mar de las adversidades, socorre al pueblo viajero, protegiéndole contra toda clase de peligros o amenazas... «Tome puerto y venga rica de sumas felicidades, la que supo hacer vecinos los espacios más distantes. Démosle el buen viaje, a la entrada felice de nuestra nave».
DEL
Juan Ramón Felipe San Antonio ALCALDE-PRESIDENTE EXCMO. AYUNTAMIENTO DE SANTA CRUZ DE LA PALMA
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Señor del Huerto. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: José F. Concepción Feliciano 9
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Getsemaní Francisco López
La tierra escarnecida anochecía en un rostro de cenizas espejo maculado del dolor a pedazos que devuelve a gemidos una imagen sin piezas. Rompió la muerte un cuerpo en pena porque la noche asfixia y todo el aire se transpira en un sudor agónico que supo reprimir las lágrimas con sangre. Alma inhóspita del huerto no ser Señor a solas la mirada sin credo ni horizonte un torrente de miedos arrancados al tiempo que no entiende de entregas ni traiciones y avanza sin saberlo un segundo una herida. Ecos de getsemaní son gestos no palabras manos que rezan a golpes de cincel una oración de canto y piedra el interior agita su semblante y su sombra proyecta boca arriba su grito más oscuro no prometen los labios comisuras de cruz beben censura y la distancia y ser otro más y menos Dios. Tardó la madrugada en despertar pasiones del amor encarnado y esperó su momento de quietud una luz de silencios y certezas se asentó en la caída de la angustia y dio sentido al hombre sin-sentido. Una resurrección anticipada un hijo extrañamente entero vislumbró en la penumbra las antorchas del destino caduco pues todo estaba escrito en su deseo de morir otra vez de vivir para siempre.
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Santa Cruz de La Palma
Viernes de Dolores Procesión de Nuestra Señora de los Afligidos Parroquia Imagen, fecha de creación y autor
Las Nieves Nuestra Señora de los Afligidos (siglo XIX), de autor anónimo
Procesión de Nuestra Señora de los Dolores Parroquia Imagen, fecha de creación y autor Cofradía
El Salvador Nuestra Señora de los Dolores (finales del siglo XVI), de autor anónimo Los Siete Dolores
Procesión de Nuestra Señora de los Dolores Parroquia: La Encarnación (ermita de El Planto) Imagen, fecha de creación y autor: Nuestra Señora de los Dolores (1885), obra de José Aníbal Rodríguez Valcárcel.
Nuestra Señora de los Dolores. Parroquia Matriz de El Salvador Fotografía: José Antonio Fernández Arozena 11
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Domingo de Ramos Procesión de Jesús entrando en Jerusalén Parroquia
El Salvador (ermita de La Luz)
Imagen, fecha de creación y autor
Señor del Burrito (mediados del siglo XX), de autor anónimo
Primera salida
1968
Procesión de Jesús entrando en Jerusalén Parroquia
Las Nieves
Imagen, fecha de creación y autor
Jesús entrando en Jerusalén (principios del siglo XX), de autor anónimo
Primera salida
1971
Procesión del Señor del Huerto Parroquia
San Francisco de Asís
Imágenes, fechas de creación y autores
Señor del Huerto (segunda mitad del siglo XX), obra de Juan Abascal Fuentes; el Ángel (siglo XIX), obra de Nicolás de Las Casas Lorenzo; los tres Apóstoles, obra de Jesús de León (2007).
Primera salida
1969. (Anteriormente y desde 1637, salía este paso con imaginería diferente a la actual, siendo sustituida en dos ocasiones.)
Cofradías
Nuestro Señor del Huerto y Niños de Hosanna
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Santa Cruz de La Palma
La actual imagen del Señor del Huerto. Parroquia de San Francisco José Guillermo Rodríguez Escudero Juan Abascal Fuentes (1922- 2003), Catedrático Emérito de escultura de la Escuela Santa Isabel de Hungría de Sevilla e imaginero con escuela propia, cincela en 1969 un “rostro grave y doliente que suda sangre”. Esta expresiva talla, representación de un Cristo angustiado, pesaroso, desvalido, solo, arrodillado con los brazos caídos y las palmas de sus manos en posición de súplica, fue donada por la familia Poggio. Alza su rostro implorante hacia el cielo, cargado de una gran emotividad.
cultura del “Señor del Huerto”, ésta dejó de salir a la calle y tan sólo se celebraba por la noche el “Nombre” y sermón con misa cantada el Lunes Santo. Alberto-José también nos informaba en su detallado artículo en 1963 sobre nuestra Semana Santa de que “en 1924 empezó a sufragar los gastos de la procesión don Celestino Cabrera Perera y en 1929 se hizo cargo de ella la Venerable Orden Tercera para lo que se hacía petición pública y se cobraba un censo de 60 pesetas, único de los derechos que hoy todavía se tiene de otros tributos que poseía el Señor del Huerto, los que fueron redimidos a través del tiempo”.
Luis Ortega Abraham nos describe así la imagen doliente: “Con su gubia enérgica y su valiente policromía, Abascal consiguió una poderosa y verosímil representación de un hombre de rasgos comunes, abrumado por la pasión inminente, en la frontera de la fe y de la flaqueza, un hombre solo que inquiere a Dios las terribles respuestas que conoce”.
El mismo autor nos aclara que ya más tarde, en 1952, la persona que se hace cargo de los gastos de los cultos fue don Manuel Poggio y Sánchez. La riquísima túnica de color violeta que luce la imagen, bordada en oro, costó 218 pesos y fue adquirida en 1821 a la Cofradía de San Pedro de la Parroquia Matriz de El Salvador. Tras una reunión celebrada el 22 de diciembre de 1818, aquella Hermandad decidió desprenderse de la valiosa pieza ya que la mayoría de los cofrades no veían con buenos ojos el hecho que el “San Pedro Penitente” vistiera tan lujosamente como el “Señor del Perdón”.
El artista sevillano había tenido que atender numerosos encargos de carácter religioso debido a la gran destrucción de imágenes que se produjo con la Guerra Civil Española. Fue discípulo de uno de los escultores españoles más relevantes del siglo XIX, el gaditano Vassallo Parodi (1908-1986). Como también nos recuerda el investigador Rodríguez Lewis, el Diario de Avisos de 29 de marzo de 1969 decía en una nota lo siguiente: “Tenemos el gusto de comunicar al público que mañana domingo, después de la misa de las 6 de la tarde, en la Parroquia de San Francisco de Asís, será bendecida la nueva imagen del Señor del Huerto, obra del escultor sevillano Juan Abascal”.
El mencionado don Manuel Poggio, en 1956, regaló una nueva túnica a la que se le pasó los bordados de oro de la antigua, y fue enriquecida con más cantidad de esos bordados. Sobre uno de sus hombros cuelga un manto rojo de damasco gallonado ribeteado en oro. Cada uno de los colores litúrgicos, como los mencionados rojo y violeta, no están elegidos al azar, sino que tienen una especial sim-
Cuando la saga de mecenas Poggio dejó de ocuparse de los cultos en honor a la es-
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bología. Así, el rojo es el color del fuego, del amor y de la sangre, muy utilizados en las celebraciones de la Pasión y los misterios de la Cruz. El violeta o el morado es el color utilizado en Cuaresma y en Adviento, celebraciones penitenciales, exequias... es el elegido para denotar dolor, tristeza y penitencia.
forma de que “para ello, se emplearon los métodos habituales de pulimento con piedra de ágata y decoración a base de clara de huevo y pigmentos minerales, siguiendo modelos de otras esculturas coetáneas existentes en la Isla. El mismo procedimiento se empleo en las botas de la efigie”.
La escultura de Abascal, cuya expresión “desgarra el corazón de cualquiera”, desfila actualmente en un pesado trono al que se le planta un enorme y recién cortado olivo del vecino patio de la Orden Tercera Seglar (así se llama ahora la VOT) o, más bien, grandes ramas que configuran el árbol. Éste se sitúa a las espaldas del “Señor Orante” y del “Ángel Confortador” esculpido por Nicolás de las Casas y se mece majestuosamente a cada paso solemne y sincronizado de los hábiles cofrades.
La primera vez que la actual imagen desfiló por las empedradas calles de la ciudad fue el 30 de marzo de 1969. Hasta 1986 este paso salía a las 18:45 después de la misa dominical de tarde. En ella tenía lugar lo que viene siendo tradicional en las procesiones de San Francisco, donde la predicación se efectúa en los momentos previos de la entrada de la imagen. También la Cofradía titular leía a la salida y a la llegada pasajes bíblicos, comentarios o poesías realizados al efecto. Concretamente, desde el año 1996, han sido poemas del cofrade don Francisco López González con el título genérico de “Getsemaní”, seguido por el año de representación. Son bellos versos cargados de emotividad en honor al “Cristo del Huerto” leídos bajo un silencio sepulcral unos instantes previos a la entrada de la procesión y antes de que se despida a la imagen con el tronar de tambores y cornetas y el tañido de luto de las campanas.
En la esquina de la izquierda de las andas, la derecha del observador, se colocan los símbolos de la pasión que emergen desde el interior de un gran cáliz dorado adornado con relieves. Una cruz de madera oscura preside la alegoría donde aún se aprecian los tres clavos. De ella se sujeta una corona de espinas y sirve de soporte a dos largas lanzas. En el extremo superior de una de ellas se ha colocado la esponja del vinagre. También se observan los siguientes elementos: la bolsa de Judas, una cadena gruesa usada para los reos, dos látigos... Lamentablemente, el pequeño gallo de vistosos colores desapareció inexplicablemente hace unos años. Éste se posaba en una ramita que salía del tronco sobre el que se apoyaba el cáliz.
“Bajo un olivo se despoja de Dios, por un momento, la imagen más agónica y abre una brecha en la textura de la tierra. Un grito que se arranca en la mirada hace al silencio un hueco despropósito. Drama en el huerto desbocado precipitando aroma Entre la sangre. Cristo de la expresión inversa […]”
El ángel luce túnica blanca bordada en oro y alas también blancas. Llevaba un cáliz dorado en la diestra. En las últimas ediciones se ha suprimido el cáliz y la gasa, y en su lugar se le ha colocado sobre un hombro una banda de tela verde con detalles en oro y un cíngulo también dorado. El color negro de las botas se ha convertido en oro tras la restauración. Al igual que sus alas, se decidió estofarlas y dorarlas, puesto que se hallaban totalmente repintadas de blanco. Se había perdido el pan de oro que en su origen (s. XVIII) debieron presentar. El restaurador don Domingo Cabrera también nos in-
Francisco López González «Getsemaní, 1998» Fernando Leopold nos recordaba aquellos mágicos instantes del pasado, cuando “la plaza de San Francisco era una algarabía de chiquillos, correteando. Esperaban la salida del primer estandarte. La primera procesión de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, “el Señor del Huerto”, estaba a punto de salir. Den14
Santa Cruz de La Palma
En la iglesia del ex convento dominico tenía lugar otro descanso. Se recuperaba algo de fuerzas para continuar por las calles de San Telmo, Sol, La Luz y descender más tarde la “cuesta Matías”. Por la Calle Real (O’Daly) llegaba a El Salvador “donde entraba solemnemente mientras desde el Coro se oían las notas de ‘In monte olivetum’...”. Ahora, los cargadores giran el trono desde El Puente en señal de respeto mientras recibe el saludo del tañido sobrecogedor de las campanas. Desde la suntuosa Parroquia Matriz retornaba a San Francisco por Pérez de Brito. Allí volvía a sonar el mismo motete como cántico, ¡por fin!, de bienvenida. La única procesión actual que guarda un parecido itinerario es el “Nazareno” del Miércoles por la tarde, tras el “Punto en La Plaza” con la “Dolorosa” y “San Juanito el Alcahuete”.
tro de la iglesia, el más avispado se aferraba al estandarte. Él había llegado el primero y él tendría el honor de llevarlo en la procesión. Varios más se agolpaban a su alrededor pidiéndole compartir su carga un poco, cosa que siempre terminaba ocurriendo, no por la benevolencia del abanderado, sino por cansancio. Los recorridos procesionales de la época minaban las fuerzas de cualquiera...” El querido paisano tenía mucha razón. La procesión del Huerto subía por San José (antes, tal vez como ahora, por la histórica callejuela de Santa Águeda) y entraba en el Hospital de Dolores (hoy pasa de largo, aunque la mira de soslayo, mientras es saludado por el repique solemne y triste de sus campanas). Allí descansaban el del estandarte, el sacerdote, los cargadores, la banda de música, el concejal, el pueblo... Luego bajaba la cuesta de Mataviejas o El Lomo y se dirigía a Santo Domingo por la trasera de El Salvador (hoy baja por S. Vicente de Paúl, la Barriada 18 de Julio y Pérez Camacho. Luego baja El Puente y regresa a su templo).
Desde 1987 se encarga de la imagen y de la organización de los solemnes actos anuales en su honor durante el Domingo de Ramos la “Cofradía de Cargadores de Nuestro Señor del Huerto”. Visten túnica blanca con un capuchón
Señor del Huerto. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: Jorge Amado Guerra Machín 15
Semana Santa 2010
verde de raso en el que va cosida una cruz roja atravesada por tres clavos, un cíngulo de soga de esparto, guantes blancos y zapatos negros. Una hermandad que surge por la preocupación de unos jóvenes estudiantes universitarios de mejorar una de las tradiciones más importantes de su ciudad, la Semana Santa, “una de las más admiradas del archipiélago Canario debido a su importante imaginería”. En su propia página virtual también informan acerca de sus proyectos y fines. Una de las labores que se detallan en ella es, precisamente, la creación de un folleto en el que se recogía los actos y procesiones de la Pasión palmera y una breve reseña acerca de cada uno de los pasos que desfilan en ella. Un cuadernillo que ha evolucionado. Gracias al Ayuntamiento y al Cabildo “se ha convertido en un espléndido y completo programa de la Semana Santa de Santa Cruz de La Palma”.
El Domingo de Ramos de la edición de 2007, uno de los sueños de la Cofradía se hizo realidad: el estreno de unas nuevas andas para el Señor, obra de Pedro Daranas Alcaine y de Libio García Sánchez. Desde que el 27 de julio de 2006 se compraron los 26 listones de cedro rojo y 4 de morera seca, hasta que el 30 de marzo de 2007 se terminase el trono a falta de las cuelgas, fueron ocho meses de duro trabajo en el que numerosas personas, muchas de ellas anónimas, ayudaron y aportaron su granito de arena para que el Señor del Huerto saliese sobre estas andas ese año. También algunas empresas trabajaron para conseguirlo: Instalaciones Ferraz, Sánchez Alfredo, Carpintería Europa, etc. La Hermandad supo agradecer enormemente tal esfuerzo. El resultado está ahí, espectacular. Junto al Cristo y el Ángel Confortador, tres nuevas imágenes durmientes fueron incorporadas al paso: Santiago, Pedro y Juan.
En ese original programa se puede leer lo siguiente: “El logro de Abascal es innegable, y no exenta de toda crítica. La imagen es un total reflejo del sufrimiento de Jesús antes de ser abandonado, traicionado, condenado y crucificado. Su postura no puede ser más expresiva. Jesús se dispone a rezarle al Padre, para ello se arrodilla en la dura tierra. Sus brazos aparecen caídos y las palmas de sus manos abiertas en posición de súplica; su rostro, bañado en sudor, si no de sangre; su mirada triste y desesperada que se pierde en lo más profundo del cielo; sus ojos, que suponemos inundados de lágrimas, nos dan esa visión de Cristo hombre que en un determinado momento sintió miedo; y el movimiento de sus labios que podríamos adivinar temblorosos en el instante en el que dice: ‘Padre mío, que no pase por mí este cáliz, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres...’”.
La Cofradía de Hosannas, una de las primeras de carácter marcadamente infantil y hermandad de penitencia masculina, custodiaba este paso desde su creación en 1955 hasta la fundación de la Cofradía titular, y asimismo viste hábitos de color blanco y una banda verde. El 4 de abril de 1986 se fundó la Hermandad de Penitencia femenina, “Las Niñas de Hosanna”, compuesta por veinticinco cofrades que visten túnica azul, toga y cíngulos blancos y sandalias de cuero. Colgando en el pecho llevan una sencilla cruz de madera. BIBLIOGRAFÍA CABRERA BENÍTEZ, Domingo. «El Ángel de la Oración del Huerto (Apuntes sobre su restauración», en Programa de Semana Santa, 2003, Excmo. Ayuntamiento. Disponible también en http://www.cofradiadelhuerto.com/restauracion%20angelito.htm (consultada el 3 de febrero de 2004). COBIELLA CUEVAS, Luis. «Los Motetes de Semana Santa»,. En [Programa] Semana Santa 1997, Santa Cruz de La Palma, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma; Cabildo de La Palma, Consejería de Cultura, [1997]. FERNÁNDEZ GARCIA, Alberto-José. «Notas históricas de la Semana Santa en Santa Cruz de La Palma», Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, (21 de marzo de 1963)
Según Luis Ortega, esta Hermandad de jóvenes de Nuestro Señor del Huerto, primera Cofradía de La Palma fundada con el fin de soportar el peso de los pasos procesionales, es la que “pidió y logró el año siguiente, trasladar la procesión al horario nocturno, con el propósito de asemejar la rememoración piadosa de las Sagradas Escrituras que sitúan el hecho ‘tras la cena, llegada la noche’...”. 16
Santa Cruz de La Palma
FUENTES PÉREZ, Gerardo. El Clasicismo en la escultura, Aula de Cultura de Tenerife, Excmo. Cabildo Insular de Tenerife, 1990. LEOPOLD PRATS, Fernando. Artículo sin título. RODRÍGUEZ LEWIS, J.J.«Ya es Semana Santa en Ramos». Ambos en [Programa] Semana Santa 1998, Santa Cruz de La Palma, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma; Cabildo de La Palma, Conserjería de Cultura, [1998] ORTEGA ABRAHAM, Luis. «Palmas y Olivos» en [Programa] Semana Santa 2001, Santa Cruz de La Palma, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma;
Cabildo Insular de La Palma, Consejería de Cultura, [2001]. Página virtual de la “Cofradía de Nuestro Señor del Huerto” de San Francisco de Asís, disponible en: http://www.cofradiadelhuerto.com (consultada el 4 de marzo de 2005) PÉREZ GARCÍA, Jaime. Casas y Familias de una Ciudad Histórica: la Calle Real de Santa Cruz de La Palma, Madrid, 1995. VAN-DE-WALLE CARBALLO, Luis. «El Señor del Huerto. Primer centenario de la actual Imágen», Diario de Avisos, Santa Cruz de La Palma, (19 de abril de 1962)
La oración del Huerto. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: Antonio P. Pérez Concepción 17
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Lunes Santo Procesión del Señor del Perdón Parroquia Imágenes, fechas de creación y autores
Primera salida
Cofradías
El Salvador Señor del Perdón (primera mitad del siglo XIX), obra de Fernando Estévez del Sacramento; San Pedro Llorando (1822), obra de Fernando Estévez del Sacramento; el gallo (finales del siglo XIX), obra de Aurelio Carmona López Mediados del siglo XIX. (Desde el siglo XVII salía este paso, pero con imaginería diferente a la actual.) Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro. (Desde 1661 hasta 1866 se ocupó del paso la extinta Cofradía de San Pedro. Hasta el año 1996 acompañó también este paso la Cofradía del Santo Sepulcro.)
Cristo del Perdón. Parroquia Matriz de El Salvador. Fotografía: Felipe A. Marante Ortega 18
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Conviene que muera un hombre por el pueblo Domingo A. Santos Rocha
Es el evangelio de Juan (Jn XI 45-53 ) el que recoge tan premonitoria y lapidaria afirmación, evocando las palabras, puestas en boca de Caifás: “vosotros no sabéis nada, ni os dais cuenta que conviene que muera un hombre por el pueblo y no perezca toda la nación”, cuando comenta las deliberaciones que sumos sacerdotes y fariseos mantienen respecto al destino de Jesús, en la escena que cierra de forma a un tiempo dramática y ominosa el relato de la resurrección de Lázaro. Es su contestación a los temores expresados por otros asistentes al consejo sobre el peligro de una reacción violenta de Roma a la actuación del Nazareno. Esa respuesta, que Juan califica como profecía inspirada por su condición de Sumo Sacerdote, parece revelar la mente práctica y, moralmente poco escrupulosa, de alguien curtido en los equilibrios propios del ejercicio de una autoridad subordinada y mediatizada por una potencia dominadora, Roma, sobre un pueblo, el judío, que se iba mostrando cada vez más descontento e inquieto ante las exigencias que esa dominación imponía.
Frente a esta base popular, el sector socialmente más destacado estaba compuesto por varios grupos a los que, para simplificar, podríamos denominar, utilizando la expresión con que los textos evangélicos se refieren habitualmente a ellos, ‘los sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas’. Esta denominación agrupa a los principales entre los linajes sacerdotales que, junto con los miembros más notables de estirpes no sacerdotales y relevantes estudiosos de la ley, conformaban una suerte de aristocracia judía, no tanto de sangre, como de estatus, bien dispuesta en general hacia Roma, aunque celosa de sus privilegios y, por ello, suspicaz hacia cualquier alteración que pusiese en peligro su situación y las bases políticas y económicas que la sustentaban. Congregados en torno al Sanedrín, un consejo que servía como órgano de un limitado autogobierno, los integrantes de tales grupos sociales superiores a un tiempo colaboraban y disputaban entre sí, formando distintas facciones y corrientes en función de situaciones, influencias o doctrinas diversas. Aunque sea esquematizar en exceso reducir esos bandos a las conocidas denominaciones ‘fariseos’ y saduceos’, esta dualidad nos permite captar algo la permanente necesidad de compromisos para superar esas rivalidades, permitiendo así la continuidad de esa privilegiada posición que disfrutaban en común.
Una población, la de Judea en el siglo I de nuestra era, es decir, en la época y el país en que vivió Jesús, en su gran mayoría campesina, sometida a una fuerte presión tributaria a pesar de sus precarias condiciones de vida, pero intensamente adherida a su religión y más concretamente a ciertas prácticas (circuncisión, sacrificios, prohibiciones alimentarias…), que constituían el más poderoso factor de identificación no sólo para los que habitaban en la propia tierra judía, sino para todas las comunidades extendidas a lo largo del Mediterráneo en lo que se conoce como la Diáspora.
Tal actitud de la élite judía coincidía plenamente con la estrategia romana destinada a facilitar la integración de nuevos territorios en el Imperio por medio de la colaboración de los grupos sociales más destacados. Así es como los gobernantes y administraciones imperiales res19
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un personaje complaciente con los representantes del dominio imperial, al tiempo que hábil en su actitud hacia los miembros de la élite judía, con quienes, sin duda, compartía intereses y preocupaciones comunes.
petan o restauran ciertos órganos, instituciones o cargos de cada territorio, confiriéndoles poder y capacidades limitados bajo su estricta supervisión. Al mismo tiempo, y esto es muy notorio en Judea, se esfuerzan por respetar las peculiaridades culturales y religiosas de cada región. Por esto, cuando el mando sobre la parte principal del antiguo reino de Herodes sea ejercida directamente por procuradores romanos, éstos se ocupen de mantener el Sanedrín como institución de gobierno propio y, por consiguiente, la facultad de nombrar y deponer a la máxima autoridad religiosa, el Sumo Sacerdote, cuyo prestigio e influencia le daban un poder que excedía con mucho el ámbito de los asuntos sagrados.
Es en este contexto en el que podemos entender mejor el pasaje evangélico y ponerlo en perspectiva, de manera que las actitudes y expresiones de los miembros del Sanedrín nos parecen más reales. La situación adquiere un tono de autenticidad que parece sobreponerse a otros factores que, sin lugar a dudas, están también presentes en el relato, como su intencionalidad catequética. La preocupación por la reacción romana parece lógica aunque exagerada tratándose de la actividad poco peligrosa, a ojos de Roma, de Jesús. Podrían temer con más razón las polémicas que su figura desataba entre la población, sobre todo en los estratos más bajos, y la creciente conflictividad generada por sus palabras y sus hechos, como las curaciones realizadas en Sábado o sus acciones contrarias a las rígidas normas sobre pureza, que le enfrentaban de manera directa con los principales, ‘fariseos’ y ‘saduceos’, de la élite social judía y, por tanto, con sus autoridades representadas por el Sanedrín.
Hay que recordar que el Templo de Jerusalén, la gran obra de Herodes I y sus sucesores, constituía el auténtico corazón de la comunidad judía en su tierra o fuera de ella. Era el centro de la religión y del culto divino, el lugar, el único lugar, en que se podían ofrecer sacrificios, los actos de culto fundamentales, la verdadera vía de acceso a Dios, y por ello la base de todo un sistema, en realidad de toda una existencia que se centra de manera casi obsesiva en las cuestiones de pureza, que no son en principio sino derivación de los estrictos requisitos rituales que rodean las celebraciones culturales por excelencia, los sacrificios. En ellos se concentraba la mayor parte de la actividad del Templo, y por supuesto todo un amplio personal que conformaban levitas y sacerdotes casi exclusivamente, con el Sumo Sacerdote como cabeza y figura principal de toda esta estructura.
Son estos miembros del Sanedrín los que se inquietan y se muestran temerosos ante Jesús, a quien perciben como un peligro, pues sus acciones y palabras constituyen un rechazo a la base de sus privilegios y una denuncia de la posición subordinada que la gente sencilla tenía que soportar. Jesús, presentándose como verdadero mediador entre Dios y el pueblo, socavaba la función del Templo como único lugar de culto legítimo y de encuentro con Yavé. Con ello se cuestionaba el eje fundamental de toda la estructura religiosa del momento y, por tanto, del entramado político, social y económico que en ella se sustentaba.
En su condición de Sumo Sacerdote, Caifás, o José Caifás como sabemos que se llamaba por fuentes extraevangélicas, fue uno de esos dirigentes locales en quienes los gobernantes romanos buscaron apoyarse para obtener una más fácil y segura implantación. Su éxito fue indiscutible, si juzgamos por la continuidad y estabilidad en el cargo que ejerció durante dieciocho años, abarcando los largos mandatos de dos procuradores romanos, Valerio Graco, por quien fue nombrado, y Poncio Pilato. Esta duración hubiese sido imposible de no tratarse de
Volvamos de nuevo al inicio, a esa frase premonitoria de Caifás, y entenderemos que no se trata de una simple ficción del evangelista, de un recurso retórico de la narración destinado a acentuar la confrontación con las autoridades judías y avanzar la hostilidad que 20
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Cristo del Perdón y San Pedro. Parroquia Matriz de El Salvador. Fotografía: José Vicente Álvarez Lorenzo
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conducirá al proceso y muerte de Jesús. Las palabras del Sumo Sacerdote son al mismo tiempo una realista muestra de su pensamiento, encaminado de manera pragmática a preservar sus intereses, que se presentan como los del pueblo, y un anticipo de su actitud frente al desafío que aquel hombre representaba.
los planes de Caifás, sino de un designio más profundo y trascendente que se manifiesta en una entrega confiada, la de Jesús. Al asumir su propia muerte como acto supremo de amor, trastoca y supera para siempre la lógica humana, nos conduce hacia el corazón de Dios y, desde Él, a comprender su sacrificio como expiación y redención ofrecida por todos los hombres; en fin, como oblación de su vida ‘para que el pueblo no perezca’.
Es así como estas palabras significarán un involuntario vaticinio, no ya de las ideas o
Cristo del Perdón. Parroquia Matriz de El Salvador. Fotografía: Jaime Raúl Felipe González 22
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Martes Santo Procesión del Señor de la Columna y Nuestra Señora de la Esperanza Parroquia
El Salvador (iglesia de Santo Domingo)
Imágenes, fechas de creación y autores
Señor de la Columna (mediados del siglo XX), obra de Andrés Falcón San José; Ntra. Sra. de la Esperanza (mediados del siglo XX), obra de Andrés Falcón San José
Primera salida
1957
Cofradías
Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro y Nuestra Señora de la Esperanza
Señor de la Columna. Iglesia de Santo Domingo. Fotografía: Pedro Riverol 23
Semana Santa 2010
En noche roja,
luce un manto verde
Carmelo Jesús Casanova Alvarado
Desde su casa de Santo Domingo saldrán en la noche de Martes Santo El Señor de la Columna y Nuestra Señora de la Esperanza. La cofradía de Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro porta las andas y realiza la procesión con la homónima de la Virgen. Las hermandades masculina y femenina, respectivamente: una con elementos de pasión, la otra exclusivamente de luz, remarcan el dualismo que se vive en esta noche. Hombre y mujer, el Hijo y su Madre, do-
lor y esperanza, rojo y verde, oscura sangre, clara luz, despliegan el contraste en un cuadro plástico que impregna la sensibilidad de cualquier espectador. Y a través de los sentidos se absorbe, inconscientemente, la misma dualidad, las mismas divergencias que pasarán luego a ser ideas en nuestra mente. Las imágenes, más los símbolos de sus acompañantes, contribuyen a escenificar la antítesis icónica, cifrada en el sufrimiento del Cristo frente a la esperanza de la Virgen. Sin embargo, paradójicamente, tal oposición conseguirá con éxito afirmar una síntesis. La catequesis que encierra procesionar estas dos tallas juntas hace evidente que el momento más crítico no es irreconciliable con la esperanza; al contario, es donde ésta ha de tener mayor cabida.
Señor de la Columna. Iglesia de Santo Domningo. Fotografía: Iván Rodríguez Sánchez 24
El Cristo atado a la columna padece el dolor que le han infringido sus torturadores. A través de su carne blanca, obscenamente se abre paso su sangre, derramándole en regueros la vida. Tras Él llega María, también atada… a ninguna columna; sí a aquel Hombre. Unida por el cordón atávico de la maternidad, siente el dolor del hijo en sus propias entrañas. Puestos a imaginar una tortura dañina para una mujer, aquí la tienes: presenciar el dolor de su propio hijo. Estamos ante María dolorosa, María de las angustias… Y, sin embargo, sus ojos sufrientes están alzados al Cielo. En medio de la desolación, es como si quisiera anclar su corazón en el mismo centro de Dios. Busca sentido en el Dios que
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le han trasmitido sus mayores, en el que ella misma ha experimentado; tantas veces desconcertante, pero siempre fiel. De otras cosas no entenderá, pero su corazón es inteligente para atisbar, una vez más, que ha de dejar sus dudas y miedos en manos de su Señor. Lanzar con la mirada al Altísimo todo su desconcierto, todo su dolor… ¿Acaso podría llevar ella sola la angustia de tanta pena? La llena de la gracia del Señor encuentra de nuevo su favor; ahora, en su mayor tribulación. En este momento y durante la pasión será su fe en Él lo único que la sostenga. Hasta en esto le une el parecido de familia con la criatura que alumbrara. Al igual que su Hijo, no se deja sitiar por el círculo del dolor, que nos encierra sobre nosotros mismos; tantas veces haciendo que nos autocompadezcamos, victimizándonos, hundiéndonos en la desesperación. No; esta mujer se abre a Dios. En la oscuridad de la noche, alumbrada solo por su fe, sale en su búsqueda; y Dios la confirma en una radical confianza.
que tiene su causa en Dios mismo. Por ello, se reafirma segura frente a toda circunstancia y podremos decir con Pablo «Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo» (1 Tm 4, 10). “Respirar esperanza en tiempos de crisis” La esperanza, verdadera seña del creyente, debería marcar nuestro modo de estar en el mundo; especialmente en medio de la adversidad. La máxima de hacer de las dificultades motivo de oportunidad no procede del ámbito empresarial ni económico. Es consecuencia de vivir el presente -aún adverso- cargado de futuro. Los testigos de la esperanza podrán encontrarse con la limitación, la crisis y el dolor, que sin dejarse engañar, son sabedores de que aquellos no son definitivos. La gran esperanza supone la gran perspectiva, y es fuente de creatividad. Por eso buscarán y hallarán salida donde otros no la ven en absoluto. Pero también es cierto que la fe no nos libra de la realidad, metiéndonos en ficciones de finales siempre felices. Cuando la salida no se halla, no exista actualmente, o no sea posible para mi, la gran perspectiva me muestra que he de relativizar; reducir en mi visión la consecuencia del problema sin solución, porque la historia no se agota en mí; ni siquiera mi propia historia queda limitada a esta vida terrena.
Ave; yo te saludo, María, llena de Gracia. Dios nos regala en ti a Nuestra Señora de la Esperanza. “Hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo” Hoy, la persona creyente lo tiene más fácil que María. Conocemos el final de aquel trance. Por los testigos en la fe sabemos de la resurrección de Jesús y lo que significa para mi historia personal y la colectiva. Con su Vida definitiva, Cristo nos ha conseguido la victoria final sobre el mal y la muerte. Eso es lo que nos espera desde entonces, hoy y por siempre. Gracias a la irrupción del Dios de la Vida en la realidad cósmica tenemos asegurado el gran triunfo; y sobre él se sustenta la gran esperanza.
Desde un talante así, entenderemos la llamada apostólica a ser testigos de esperanza en un mundo que adolece de ella. Precisamente en el momento de mayor crisis hemos de estar “siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza.” (1 P 3, 15). “Pero hacedlo con dulzura y respeto”, nos dirá la carta de Pedro, en el versículo siguiente. María, estrella de esperanza.
“Gran” Esperanza… Tal es el calificativo usado con frecuencia por Benedicto XVI en su Encíclica Spe Salvi (2007). Nos la distingue así de las pequeñas, de las esperanzas parciales o que nos pueden fallar; de las que no son totalizadoras, ni conducen a plena felicidad. La grandeza de nuestra confianza radica precisamente en que no es cosa solo de hombres, sino
Aunque la noche derrame rojo, Nuestra Señora de la Esperanza llega cubierta con un manto verde. Mírala. Ella nos enseña a respirar esperanza en tiempos de crisis. El mismo pontífice, Benedicto XVI, al final de la encíclica citada (dedicada a la virtud teologal de la esperanza), recurriendo a una an25
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tigua advocación mariana, evoca la figura de María como “estrella” que guía nuestro rumbo hacia el Reino. Igualmente, en el cierre de su alocución en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney 2009, vuelve a recordar el himno del s. IX, atribuido a San Bernardo, “Ave, Maris Stella”. Quiero acabar las mías, ofreciéndoles la bella cadencia de sus palabras.
«Cualquiera que seas el que en la impetuosa corriente de este siglo te miras, fluctuando entre borrascas y tempestades más que andando por tierra, ¡no apartes los ojos del resplandor de esta estrella, si quieres no ser oprimido de las borrascas! Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María... En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María... Siguiéndola, no te desviarás; rogándole, no desesperarás; pensando en ella, no te perderás. Si ella te tiene de la mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente a puerto si ella te es propicia»
“Sobre estas mismas huellas del pueblo de la esperanza continuamos avanzando hacia la realización del Reino, y en nuestro camino espiritual nos acompaña la Virgen María, Madre de la Esperanza. Ella, que encarnó la esperanza de Israel, que donó al mundo el Salvador y permaneció, firme en la esperanza, al pie de la cruz, es para nosotros modelo y apoyo. Sobre todo, María intercede por nosotros y nos guía en la oscuridad de nuestras dificultades hacia el alba radiante del encuentro con el Resucitado. Quisiera concluir este mensaje, queridos jóvenes amigos, haciendo mía una bella y conocida exhortación de San Bernardo inspirada en el título de María Stella maris, Estrella del mar:
Nuestra Señora de la Esperanza. Iglesia de Santo Domingo. Fotografía: Iván Sánchez Rodríguez 26
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Miércoles Santo Procesión del Nazareno (“Punto en la Plaza”) Parroquia
El Salvador (iglesia de Santo Domingo)
Imágenes, fechas de creación y autores
Cristo Nazareno (1841), obra de Fernando Estévez del Sacramento; Nuestra Señora de los Dolores, “La Magna” (1841), obra de Fernando Estévez del Sacramento; y San Juan Evangelista (siglo XIX), obra de Manuel Hernández, "El Morenito".
Primera salida
Mediados del siglo XIX. (Con anterioridad y desde 1666, salía la procesión con imaginería diferente)
Cofradías
Venerable Hermandad de Jesús Nazareno y Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro
Procesión de Nuestra Señora de la Soledad Parroquia
Las Nieves
Imagen, fecha de creación y autor
Nuestra Señora de la Soledad (siglo XVII). Ezequiel de León y Domínguez restauró el rostro y talló sus manos.
Procesión del Señor de la Caída Parroquia
San Francisco de Asís
Imágenes, fechas de creación y autores
Señor de la Caída (1752), obra de Benito Hita y Castillo; Nuestra Señora de los Dolores (1866), obra de Nicolás de las Casas Lorenzo; San Juan Evangelista (1863), reconstruido por Jesús de León (2007); y la Verónica (siglo XX), obra de Andrés Falcón San José
Primera salida
1920
Cofradías
La Pasión, Nuestro Señor de la Caída, Niños de Hosanna, Niñas de Hosanna, Nuestro Señor del Huerto y Nuestra Señora de los Dolores 27
Semana Santa 2010
Miércoles Santo... un día María José García Cabrera
Cada día tiene un nombre, una señal de identidad, un nombre propio: Viernes de Dolores, Domingo gozoso y festivo de Ramos, Lunes y Martes Santos y, camino del Triduo Pascual, discreto, encontramos el Miércoles Santo. Un día más. ¿Un día más…? Es un día que nos prepara y nos lleva desde la vida exterior a la interior. Las imágenes, la Liturgia, la oración, los pasos procesionales son vida exterior que nos ayuda a sumergirnos en la interioridad de una entrega santa, propia, personal: la entrega que Cristo hizo de su Vida para darnos vida.
Camino de ninguna parte van muchas vidas, muchos seres que aún no encuentran el sentido de su existencia. ¿Hacia dónde vamos? Ésa puede ser una pregunta inicial para descubrir cómo nos hemos planteado la Cuaresma y cómo nos planteamos ahora el camino hacia la Semana Santa. Se desgranan los rosarios y los días caen. Brillan con luz propia las jornadas de búsqueda, de encuentro, de vida pública, de entrega.
Nuestra Señora de los Dolores (“La Magna”). Iglesia de Santo Domingo. Fotografía: José Antonio Fernández Arozena 28
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desde el Amor la libertad germina…”, rezamos, oramos, vivimos.
Un día de camino… un día de vida, de entrega, de búsqueda El Punto en La Plaza. El Señor de la Caída. Nombres, evocaciones, representaciones de un itinerario vital que se sigue haciendo real, que es visible. En cuántas situaciones vitales vivimos el Encuentro: es la plaza de la vida un punto de encuentro entre madre e hijo, entre discípulos y maestros, entre desconocidos incluso. ¿Cómo vivimos en las plazas vitales nuestros encuentros? ¿Con qué mirada nos dirigimos a quienes se cruzan con nosotros en el camino de la vida? ¿Es el Señor de la Vida un referente para nosotros en esos encuentros? ¿Cómo miramos a quienes visitan nuestra Isla, nuestras calles y se detienen con asombro, con curiosidad incluso? ¿Los miramos? ¿Quizá los traspasamos con la mirada porque no vemos nada? ¡Cuántos otros salpican nuestras vidas! ¡Cuántas vidas podemos acoger, mirar, conocer! Encontrarse con el otro, con los otros es la puerta clara de que nos encontramos con frecuencia con el Otro. “Sólo
Las imágenes tienen habitualmente unas miradas que hablan…, miradas de inquietud, de desesperación, de desencanto, de ternura, de lucha, de amor. Es hermoso interrogarnos cómo miramos a los otros, cómo nos dejamos mirar por los otros, qué ven los otros en mí, en usted, en ti, en nosotros… ¿Hablan nuestras miradas? En ocasiones, el silencio es medio de comunicación, canal comunicativo que encierra en la ausencia de palabras un profundo sentido de vida, de mensajes que, calladamente, llegan a nuestros receptores. Las miradas de los santos, de las imágenes procesionales, las miradas que nos propicia el Señor, en lo hondo del alma, son miradas de enseñanza y de aprendizaje, son miradas de crecimiento, de verdades descubiertas que requieren una respuesta viva, a veces sin palabras, desde el compromiso asumido, dado, vi-
Cristo Nazareno. Iglesia de Santo Domingo. Fotografía: José Antonio Fernández Arozena 29
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frientes, lo aparenten o no. Es tiempo de vivir un día cualquiera, un día que puede cambiar otras vidas, que puede levantar de ciertas caídas, que puede ser, para otros seres humanos, el día de la mirada de esperanza, de Es éste un día para la vida interior, para mirar también desde dentro, con los ojos del alma, a quienes van de camino con nosotros, a quienes quizá no perciben que pasamos a su lado, pero que de alguna manera han de percibir que nuestro paso los sana. Miércoles Santo. Día de la vida interior, del camino hacia la discreción, hacia la interioridad.
vido. ¿De qué habla mi mirada? ¿Cómo miro? Es ya miércoles santo, un día santo en un camino de crecimiento personal, desde el anonadamiento, desde la vida escondida, sencilla, cotidiana, es un día de aprendizaje y de miradas compartiendo un camino interior. Miércoles Santo del Encuentro, Miércoles Santo del Señor de la Caída. Miércoles Santo que compartimos con otros seres humanos que buscan la felicidad, la paz, la serenidad; por unos u otros caminos todos buscamos ser felices. Es éste un día para ocuparnos de la felicidad ajena. La felicidad de los Cristos de hoy que con nombres diversos, de hombre, de mujer, de adolescente o de niño, de parado o de anciano, de médico o de enfermo, buscan respirar un poco de felicidad, un poco de paz. Estaremos cerca del Señor de la Caída, lo consolaremos en la medida en la que nos acerquemos a su imagen real: no a la talla procesional, sino a su imagen real, encarnada en los rostros y en las vidas su-
Un día para los otros, desde los otros, un día en Dios. Si hemos tenido la alegría de experimentar qué supone el encuentro real con Cristo, si hemos descubierto qué significa ser amados por Dios, no cabe duda que ese amor nos arderá por dentro y nos transformará; de mo-
Señor de la Caída. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: Jorge Amado Guerra Machín 32
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en una plaza, en la vida, ante unas tallas, entre seres humanos únicos, es el verdadero mensaje de quien amó tanto a la humanidad que se encarnó, de quien fue tan humano que nos amó hasta el extremo, hasta experimentar la muerte para darnos la Vida, para dar otro sentido a esta vida, para amar en esta vida, en medio de los encuentros, de las miradas.
do que no serán indefinidos los rostros ajenos, sino que nos dolerá el dolor ajeno y nos entristecerá el extraño pesar, porque los otros –esos otros “Cristos” dolientes del siglo XXI- no son otros extraños, ya son nuestro prójimo, un cercano, otro yo… El Miércoles Santo, día de la vida oculta, del camino sereno, de la lucha interior, del compromiso, puede ser en tu vida -en tu camino personal de fe, en tu lucha- una inquietante historia que aporte un verdadero encuentro con Cristo, desde tu vida, desde tu amor entregado gratuitamente a los demás, a esos otros, a esos prójimos. Es un día, con nombre, un día con posibilidades reales, con reales señales de que tu vida, entera, puede abrir caminos de encuentro, de crecimiento no sólo para ti mismo sino para los otros.
Miércoles Santo: la ternura de las vidas que hacen de otro la escalera para llegar a Dios, la escalera del amor. Que el Encuentro con El Señor de la Caída te ayude a levantar a cuantos han caído; que el camino nos lleve siempre a mirar a lo alto y seguir derramando semillas de esperanza… y, entonces, todos los miércoles pueden ser santos, todos los días pueden ser días santos. Y la santidad nos adelanta la Pascua, porque la Semana Santa es pórtico doloroso y esperanzado de un resucitar glorioso.
Es ésta una Semana Santa única, con un único Miércoles Santo, en el que el Encuentro,
Procesión del Santo Encuentro. Iglesia de Santo Domingo. Fotografía: Miguel Ángel Álvarez Trinidad 33
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Jueves Santo Procesión del Señor de la Piedra Fría Parroquia
San Francisco de Asís
Imagen, fecha de creación y autor
Señor de la Piedra Fría (siglo XVI), de autor anónimo; Nuestra Señora de la Soledad (1733), obra de Domingo Carmona
Cofradías
Señor de la Piedra Fría, La Pasión, Señor de la Caída, El Crucificado y Vera Cruz, Nuestro Señor del Huerto y Niños y Niñas de Hosanna.
Procesión del Señor de la Piedra Fría. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: Miguel A. Álvarez Trinidad 34
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Monumentos Eucarísticos del Jueves Santo Domingo Cabrera Pérez
I.- AMOR EN FIDELIDAD: Es la jornada más importante de la vida cristiana. Por excelencia, es el momento clave en el que el Cielo y la Tierra se unen para fundirse en un abrazo de fraternidad. Al atardecer del Jueves Santo se reúnen los creyentes para recordar y celebrar la última cena de Jesús con sus discípulos. El encuentro con ellos antes de su pasión, que quiere resumir el sentido de todo lo que está a punto de suceder: su entrega hasta la muerte.
más necesitados. Es agradecimiento, pero también una interpelación para quien todavía cierra los ojos a la realidad y que no desea experimentar los beneficios y la obligación de mejorar muchas cosas. “Yo he recibido una tradición que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.
En medio del ambiente cargado de melancolía y cierta expectativa en torno a lo anunciado por el mismo Maestro, Jesús se levanta y realiza un gesto sorprendente: lava los pies a los doce. Era algo que correspondía hacer a los esclavos: “Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 35). “Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: Os he dado ejemplo para lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. Sí, os lo aseguro: No es el siervo más que su señor ni el enviado más que el que lo manda. ¿Lo entienden? Pues dichosos ustedes si lo hacen” (Jn 13, 12-17).
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que bebáis, en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva” (Primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 11, 23-26). Se ha ido desgranando lo esencial que envuelve totalmente la entrega y la fe de un católico, convencido de su condición con sencillez y sensatez, dando un giro alrededor de un eje firme y concreto, que es Jesucristo. La reflexión nos conduce a lo más hermoso, aunque nos parezca lo contrario, por el hondo significado del misterio. El cuerpo se acongoja y el alma, sin embargo, se expande para abrir sus ansias a la adoración del Dios Omnipotente, Uno y Trino, el Salvador universal.
Allí, sentados a la mesa, les hablará una y otra vez del amor: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen unos a otros; igual que yo les he amado, ámense ustedes también unos a otros” (Jn 13, 34), con el espíritu de compartir lo nuestro con los demás, especialmente con los
¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado, y cuantas con vergüenza he respondido, desnudo como Adán, aunque vestido de las hojas del árbol del pecado! 35
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Seguí mil veces vuestro pie sagrado, fácil de asir, en una Cruz asido, y atrás volví otras tantas atrevido, al mismo precio que me habéis comprado.
ber llevado la Virgen en su seno durante nueve meses al Hijo de Dios. María fue el Arca de la Nueva Alianza, como se recuerda en la liturgia de la Asunción de la misma. El arte de la escultura destacó la relación entre el seno materno de la Señora con el sagrario por medio de las imágenes-tabernáculo, o Vírgenes Sagrario, que ya aparecen en el siglo XIII. Derivan de las Vírgenes abrideras, que podían abrirse a modo de tríptico o de retablo portátil. Uno de los ejemplos más hermosos es la Virgen de la Bella (s. XVI), Patrona de Lepe (Huelva). Tiene en su pecho una cavidad apta para guardar una pequeña píxide, que se utiliza excepcionalmente como sagrario de reserva del Jueves Santo. Debe de ser una de las últimas labradas con esta función eucarística. En Santa Cruz de la Palma tenemos un claro exponente de este tipo en la del Señor de la Piedra Fría, de la misma centuria que la anterior, y que en la parte posterior de la piedra se halla el pequeño receptáculo, probablemente esculpida por indios mejicanos y de autor anónimo. Esta iconografía se extendió por Europa a partir de la segunda mitad del referido siglo, gracias a los misioneros jesuitas; sin embargo, en las Islas sus propagadores fueron los franciscanos y dominicos.
Besos de paz os di para ofenderos, pero si fugitivos de su dueño hierran cuando los hallan los esclavos, hoy que vuelvo con lágrimas a veros clavadme vos a vos en vuestro leño y tendréisme seguro con tres clavos. Éste y el siguiente soneto de Lope de Vega (1562-1635), pertenecientes a las “Rimas o poesías sacras”, nos revelan la inquietud esperanzadora de un pecador, conjuntamente con el mensaje de SS. Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Juventud 2007: “Cuando se participa regularmente y con devoción en la santa misa, cuando se transcurre en compañía de Jesús eucarístico largos ratos de adoración es más fácil comprender lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo de su amor que supera todo conocimiento (cf. Ef 3, 17-18). Además, el compartir el Pan eucarístico con los hermanos de la comunidad eclesial nos impulsa a convertir con prontitud el amor de Cristo en generoso servicio a los hermanos, como lo hizo la Virgen con Isabel”.
La reserva del cuerpo y la sangre de Cristo en el “Monumento” para poder comulgar el Viernes Santo, que se hace una vez finalizada la Misa In Coena Domini, nos ofrece una buena oportunidad para la oración y el agradecimiento. Esta noche merece la pena dedicar un tiempo a rezar, individual o comunitariamente, ante Jesús presente en la Eucaristía. Con énfasis, el sentido misterio se encierra en ellos para hacer resucitar con la Palabra la fe en el corazón del hombre.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno oscuras? ¡Oh, cuántas fueron mis entrañas duras, pues no te abrí!,¡qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el ángel me decía: Alma, asómate ahora a la ventana, verás con cuanto amor llamar porfía!
Desde la Edad Media se remonta la manera de conceder suntuosidad a dichas construcciones y a partir del siglo XI la reserva eucarística es realzada tanto en su traslado procesional como en su ubicación y exorno. Aparte merece hacer referencia a don Manuel Díaz Hernández (1774-1863), que fue presbítero beneficiado de la Parroquia Matriz de El Salvador, ciudad capital por nombramiento del Rey Carlos IV en virtud de Real Cédula expedida en
¡Y cuántas, hermosura soberana: Mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana! II.- RESERVA EUCARÍSTICA: El culto de reserva posee una razón litúrgica por ha36
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Señor de la Piedra Fría. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: Miguel Á. Álvarez Trinidad.
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El Escorial el 28 de noviembre de 1799. Sin duda, fue artífice al alzado de los levantados en dicho templo. A lo largo de toda la noche, el Corpus Domini es adorado, en recuerdo de las horas de agonía en el huerto, del prendimiento, vejaciones, juicios y condena final. Hoy, aún, a este lugar especial, llamado capilla, se denomina, aunque se indica impropiamente, monumento y hasta incluso sepulcro, no tanto por la monumentalidad de su estructura y de sus dimensiones, sino por el recuerdo de aquel en el que estuvo depositado el cuerpo de Cristo después de su muerte. Se desaconseja que el sagrario de la reserva tenga tal forma a estilo de funeraria y, en todo caso, estará cerrado sin hacer exposición con la custodia.
El cuerpo central lo ocupa el sagrario de la reserva, que también recibe el nombre de urna eucarística por lo antes dicho en relación al santo sepulcro. El de arca o arqueta evoca el de la antigua alianza en la que se guardaba el testimonio, el decálogo y el maná. En la misma se guardará el Autor de la nueva alianza, de la nueva Ley del amor y del nuevo maná que es su propio cuerpo. Extremadamente contemplativos son las obras plásticas en los templos para darnos un motivo de recogimiento en nuestra vida interior. En ellos se muestran los ricos ornatos, verdaderas exposiciones de lo mejor de la orfebrería isleña, americana, flamenca (Canarias, Hispa-
Monumento Eucarístico. Fotografía: Iván Sánchez Rodríguez 38
Santa Cruz de La Palma
noamérica, Flandes) y de otra procedencia. Desde la simple simbología evangélica hasta lo más imaginativo es admirable y llevado, mediante el flash de las cámaras fotográficas y videos, al recuerdo de distintas colecciones. La espiga, la jofaina, los cirios, las flores… complementan y alientan el recogimiento sincero en la jornada única y sublime del año litúrgico.
en su obra La iglesia de San Francisco de Santa Cruz de La Palma-Restauración monumental y contexto urbano en el siglo XX, edición del Excmo. Cabildo Insular-Consejería de Cultura, Educación y Patrimonio Histórico por la conmemoración del V centenario de la fundación del real convento de la Inmaculada Concepción (1508-2008), hace alusión al Apéndice documental del inventario del extinguido centro seráfico, fechado en 1835, de un sagrario de madera dorado y una arquilla para el monumento, que se hallaba guardado en la sacristía de la capilla de la mencionada casa conventual y que en la actualidad es parroquia. Todas las parroquias tenían el suyo como arquitectura efímera que se instalaba cada año, pero apenas quedan algunos y no siempre se reconstruyen.
El gran modelo lo tenía la archidiócesis hispalense en el que se instalaba en el crucero de la catedral de Sevilla. Uno de los capítulos fijos en los libros de fábrica de las parroquias es el gasto de montar y desmontar el monumento y el de su mantenimiento, que no pocas veces requería dedicar un almacén a este menester. El profesor don Facundo Daranas Ventura (1951),
Cofradía de La Pasión. Parroquia de San Francisco de Asís. Fotografía: Miguel Ángel Álvarez Trinidad 39
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Viernes Santo Vía Crucis Procesional del Cristo de las Siete Palabras Parroquia Imagen, fecha de creación y autor Cofradías
El Salvador Cristo de las Siete Palabras (1781), obra de Marcelo Gómez Rodríguez de Carmona Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro, Santo Encuentro, Nuestra Señora de la Esperanza, Los Siete Dolores y Santo Sepulcro
Procesión del Calvario Parroquia Imagen, fecha de creación y autor
Primera salida
Cofradías
San Francisco de Asís El Crucificado (1968), obra de Ezequiel de León Domínguez; Santa María Magdalena (siglo XIX), obra de Fernando Estévez del Sacramento; San Juan Evangelista (1863), obra de Aurelio Carmona López; Nuestra Señora de la Soledad (1733), obra de Domingo Carmona 1969. (Con anterioridad, y desde el siglo XVI, salía en procesión con imaginería diferente a la actual.) El Crucificado y la Vera Cruz, Señor de la Piedra Fría, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestro Señor del Huerto y Niñas de Hosanna. (Desde sus inicios y hasta principios del siglo XX la procesión estaba vinculada a la Noble Hermandad de la Vera Cruz y a la Cofradía de la Misericordia.)
Procesión de Nuestra Señora de La Piedad Parroquia Imagen, fecha de creación y autor Primera salida Cofradías
San Francisco de Asís (iglesia de Nuestra Señora. de los Dolores) Nuestra Señora de la Piedad (siglo XVI), de autor anónimo 1949 La Piedad. (Durante el siglo XVIII, salió acompañada por la Cofradía de los Siervos de Dolores.)
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Santa Cruz de La Palma
Procesión del Señor de las Siete Palabras. Parroquia Matriz de El Salvador. Fotografía: José Vicente Álvarez Lorenzo
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Procesión del Calvario Parroquia
Las Nieves
Imagen, fecha de creación y autor
Santísimo Cristo del Amparo (siglo XVI), de autor anónimo; Nuestra Señora de los Dolores (siglo XVI), de autor anónimo; San Juan Evangelista (siglo XVI), de autor anónimo.
Magna Procesión del Santo Entierro Parroquia
El Salvador. (Originariamente salía de la iglesia de Santo Domingo.)
Imágenes, fechas de creación y autores
Cristo del Clavo (1984), obra de Francisco Palma Burgos; San Juan Evangelista (siglo XIX), obra de Manuel Hernández, "El Morenito"; Los Santos Varones (1862), obra del Padre Manuel Díaz Hernández; Santa María Magdalena (siglo XIX), obra de Fernando Estévez del Sacramento; Nuestra Señora de los Dolores, "La Magna" (1841), obra de Fernando Estévez del Sacramento.
Primera salida
1985. (Con imaginería diferente a la actual, la procesión desfila desde el siglo XVI.)
Cofradías
Venerable Hermandad de Jesús Nazareno, Cristo Preso y las Lágrimas de San Pedro, Nuestra Señora de la Esperanza, Los Siete Dolores, Santo Sepulcro y La Piedad. (En sus inicios se ocupaba de ella la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad; y más tarde, la Cofradía del Santísimo Sacramento.)
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Santa Cruz de La Palma
Noticias costumbristas del Viernes Santo Manuel Poggio Capote
La antigua Semana Santa de la capital palmera reunía un conjunto de matices que le conferían una personalidad característica. Dichos rasgos, forjados de la manera más insospechada, dotaron a las jornadas pasionistas de algunos episodios y creencias de naturaleza ciertamente pintoresca. Así, entre las segundas, la generalizada acerca de la caída de lluvia durante el Martes Santo, día en que salía a las calles el paso del Señor del Perdón y San Pedro Llorando, fue interpretada hasta unas pocas décadas como una señal de las lágrimas bíblicas derramadas por el apóstol en su arrepentimiento tras haber negado al maestro1. Por otro lado, el ahorcamiento y apaleamiento de un singular Judas en la ensenada portuaria, a mediodía del Sábado de Gloria, o la recreación de la Resurrección en el convento de los dominicos mediante una ingeniosa tramoya mecánica son otras de esas enunciadas páginas —rebosantes de tipismo— que han marcado el devenir de la Semana Mayor de Santa Cruz de La Palma.
sular la existencia de un modo pasionista «a la palmera». Aunque no es éste el momento de dilucidar tal suposición, lo cierto es que la celebración de las pertinentes funciones litúrgicas, la organización de numerosas procesiones o la convocatoria social a otras ceremonias eclesiales propiciaban —aparte del recogimiento y devoción acostumbrada— el encuentro público entre individuos de las más diversas condiciones. Y fueron estas citas sociales las que favorecieron la gestación de las enunciadas estampas de hondo calado local. Hechas estas observaciones, subrayemos que el propósito de estas líneas es sólo dejar constancia de algunas de esas manifestaciones de profundo arraigo popular, registras todas ellas en la jornada del Vienes Santo. LA BENEDICTA Y LAS PEREGRINACIONES AL PLANTO A la hora del alba, en el entorno del real convento franciscano de la Inmaculada Concepción, se celebraba un via crucis. El origen de esta costumbre se remonta al siglo XVI, cuando los religiosos seguidores de san Francisco de Asís, establecidos en Santa Cruz de La Palma, instalaron catorce cruces de madera en las calles adyacentes a su morada, en las actuales vías de Pérez de Brito, Antonio Rodríguez López (El Tanque) y Baltasar Martín (Los Molinos). Los
A lo largo del Viernes Santo, en idéntica analogía con el resto de las jornadas semanasantistas, llegaron a consolidarse algunas de esas entrañables tradiciones. En cierta manera, la sucesión de todas ellas ha permitido conjeturar en el imaginario colectivo de la capital in-
1. Véase, en este sentido, una simpática anotación dieciochesca entresacada de los recuerdos del escritor Cristóbal del Hoyo (1677-1762): «En La Palma oí de las lágrimas de San Pedro hizo Dios los sacramentos: y esto no iba mal, porque, si el obispo pega recio en el de la confirmación, hay llanto; si el matrimonio no es a gusto, llanto cuesta; y cuando Fr. Juan de Acuña negó la absolución a la Rajada, su lágrimas, aunque eran fingidas, le costó» (Madrid por dentro (1745). Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife, 1983, p. 324). Obsérvese idéntica creencia para otra zona hispana: JIMENO URÍO, José María. El folklore de Semana Santa: Navarra. Pamplona: Diputación Foral de Navarra, D. L. 1973, p. 10. 43
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frailes comenzaron a organizar estas escenas de oración los viernes de Cuaresma. En cada semana se desplazaban entre un rezo y otro por los catorces cruceros o estaciones de la ruta urbana preestablecida; finalizaba la oración con una predicación en la plaza conventual a cargo del padre guardián. Cada año el ritual era coronado en la madrugada del Viernes Santo con la celebración de un último y solemne via crucis por idéntico recorrido2.
fue erigido en el primer tercio del XVII. Dedicado al momento de la crucifixión, se edificó junto a un calvario existente en el lugar desde el siglo XVI, aún conservado en la pared trasera del expresado oratorio4. Según rememoró en 1901 Juan Bautista Lorenzo (1841-1907), durante la Semana Santa de antaño, penitentes cubiertos con capucha y otras prendas similares se dirigían «hasta la llamada ermita de la Soledad, Calvario o Llanto, conocida ahora por el Planto, en la Dehesa»5. La peregrinación servía —al igual que en otros tantos lugares de morfología semejante— como una recreación de la mítica colina del Gólgota, situada de idéntica manera en una cima extramuros de Jerusalén. A pesar de que Lorenzo Rodríguez no precise la fecha en que tenían lugar estos retiros, en atención a su naturaleza es probable que se celebrasen en Viernes Santo, al menos, durante las últimas décadas del siglo XIX. En 1901, como certifica el cronista local, estos tránsitos de penitencia habían dejado de organizarse.
Este piadoso ejercicio era conocido popularmente en Santa Cruz de La Palma como «La Benedicta» (epítome de Benedicta via crucis). En sus orígenes participaron sólo los religiosos franciscanos; desde 1558, los frailes empezaron a ser acompañados por la Cofradía de la Vera Cruz, fundada por esas mismas fechas en el templo de los padres seráficos; a partir de 1758, también tomó parte la Venerable Orden Tercera de San Francisco3. Entrado el siglo XIX, tras la obligada clausura del cenobio y la expulsión de la orden mendicante, la congregación seglar de los terciarios franciscanos prosiguió con este ancestral rito del via crucis hasta la década de 1970, fecha en que comenzó a decaer esta costumbre.
LAS
CHIRIMÍAS
La antigua procesión del Calvario era una manifestación muy concurrida y devota adscrita a la mañana del Viernes Santo6. Dentro del cortejo religioso disponían de un especial protagonismo las denominadas chirimías, un acompañamiento musical conformado por tres o cuatro instrumentistas (flautín, flauta, clarinete, bombardino), dispuestos al comienzo del desfi-
Una tradición paralela a la anterior y desaparecida mucho antes que la descrita, eran las peregrinaciones practicadas a la ermita del Planto. Emplazada en las afueras de la capital palmera —en lo alto de la ciudad—, este templo
2. VANDEWALLE Y CARBALLO, Luis. «La Benedicta». Diario de avisos (Santa Cruz de La Palma, 29 de marzo de 1961), p. [2]. 3. PÉREZ MORERA, Jesús. «Notas». En: Descripción verdadera de los solemnes cultos y célebres funciones que la mui noble y leal ciudad de Sta Cruz en la ysla del Señor San Miguel La Palma consagró a María Santísima de las Nieves en su vaxada a dicha ciudad en el quinquenio de este año de 1765. Santa Cruz de La Palma: Escuela Municipal de Teatro, Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 1989, p. 68. 4. En 1650 la disposición de este calvario era bien distinta a la actual; contaba al menos con una pared (reparada en el año antedicho) y, quizás, de otros muros de cerramiento. Véase: Archivo Municipal de Santa Cruz de La Palma, sign. 642-1: Cuentas de propios (1642-1671), n. 17, sin foliar. 5. Dato tomado de una copia mecanografiada del artículo: LORENZO RODRÍGUEZ, Juan B. «Pasado y presente: la Semana Santa en La Palma». La defensa (Santa Cruz de La Palma, 8 de abril 1901). El número periodístico en el que se publicó de dicho artículo no ha podido ser localizado; consúltese en Biblioteca de la Universidad de La Laguna, fondo Miguel Tarquis, Sala de Canarias, caja 5, libro 10, ff. 209-212. 6. VANDEWALLE Y CARBALLO, Luis. «Los tres crucifijos de Santa Cruz de La Palma y tres sagradas reliquias de la verdadera cruz en la isla». Diario de avisos (Santa Cruz de La Palma, 11 de abril de 1963), p. 6. 44
Santa Cruz de La Palma
le —en torno a la cruz parroquial o en las proximidades de las andas del Calvario- que tocaban durante todo el trayecto procesional y de modo reiterativo una pieza sacra muy breve.
tir de una reelaboración propia del prestigioso compositor palmero, se ha reintegrado en la Semana Santa de la capital insular. Huelga decir que del origen de las «chirimías» poco sabemos. Según apreciación del precitado Cobiella, sus notas se inspiran en el canto gregoriano. No obstante, es factible que su composición provenga de la segunda mitad del siglo XIX, cuando la familia García de Aguiar modificó casi por completo la estética de la proce-
La música era interpretada de oído por aficionados locales, desapareciendo de la Semana Santa en la década de 1930. En 2008 se recuperaron gracias a Luis Cobiella Cuevas, quien recordaba escuchar el sonido de las entrañables «chirimías» del tiempo de su niñez. Así, a par-
Retrato de Benigno Mascareño
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sión del Calvario: se renovaron en parte o en todo las antiguas tallas del Crucificado, San Juan Evangelista y la Magdalena por otras esculturas de corte neoclásico, se mejoraron las andas o se encargó la marcha procesional titulada El Calvario al compositor local Alejandro Henríquez (1848-1895). Esto último induce a pensar que las «chirimías» procedan de la mano de Henríquez; sin embargo, no se descarta un origen más remoto. De momento, tampoco es posible discernir acerca del curioso empleo del término chirimía para su denominación. En
cualquier caso, en La Palma se constatan variados testimonios artísticos y literarios sobre primitivas chirimías instrumentales7. LOS
SERMONES
Durante la Semana Santa las predicaciones en el interior de los templos jugaban un papel primordial. De mediados del siglo XIX, los periódicos de la época refieren las proverbiales facultades de dichas alocuciones, cuya «pompa y solemnidad, capaz de crear en los templos de
Procesión del Calvario
7. HERNÁNDEZ CORREA, Víctor J. «Literatura y música en la tradición navideña de La Palma: los romances». En: La ciudad en Navidad [programa]. Santa Cruz de La Palma: Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, 2007, p. 12; HERNÁNDEZ PÉREZ, María Victoria. La isla de La Palma: las fiestas y tradiciones. [La Laguna; Las Palmas de Gran Canaria]: Centro de la Cultura Popular Canaria, 2000, pp. 56 y 58; PÉREZ MORERA, Jesús. Ángeles y arcángeles: cinco siglos de arte en La Palma: [Casa Massieu van Dalle, Los Llanos de Aridane, 10 de marzo-8 de abril de 1995: catálogo de la exposición]. Santa Cruz de La Palma: Cabildo Insular de La Palma: D. L. 1995, «Ángeles músicos»; IDEM. «El Carmen». En: Magna palmensis: retrato de una ciudad. [Santa Cruz de La Palma]: Servicio de Publicaciones de la Caja General de Ahorros de Canarias, 2000, p. 196. 46
Santa Cruz de La Palma
la ciudad una atmósfera envolvente de “religiosidad y místico recogimiento” y de “melancólica contemplación”», era propiciada por los siete brillantes sermones que «“por su fondo, forma y estilo”, y sus predicaciones fuesen “dignos de enseñar y fervorizar a un auditorio ilustrado y moverle a la práctica de las cristianas virtudes»8. En todo ello es evidente que la capacidad oratoria del sacerdote se revelaba fundamental; así lo ponía de relieve la prensa a finales de la misma centuria cuando dedicó algunos encomios a las disertaciones cuaresmales de Benigno Mascareño, titular por aquel entonces de la iglesia matriz de El Salvador9.
cas de este sermón generaban un ambiente sobrecogedor, acrecentado con la lectura de la última palabra (hora de la muerte de Jesús) acompañada de un estrepitoso ruido efectuado por varios auxiliares eclesiásticos desde el coro. Otro de los sermones de Viernes Santo era el conocido como de los filósofos. Normalmente su predicación coincidía con la entrada de la procesión del Crucificado, documentándose —al menos— desde 186811. Sin embargo, el hecho más curioso es la forma nominativa por la que unas décadas después pasó a ser calificado: sermón de los filósofos. Ello se debió al hecho de que cuando comenzaron a circular en nuestra ciudad algunas de las corrientes emanadas de la Modernidad (agnosticismo, ateísmo o anticlericalismo), ésta era la única ceremonia religiosa a la que acudían las mentes más liberales. Con este fin, el orador sagrado preparaba una alocución distinta a las habituales, dirigida a una audiencia «especial»; de ahí la denominación de los filósofos, que alude tanto a las palabras del ponente como a la naturaleza de la concurrencia llegada hasta el umbral del recinto sagrado.
Dentro de estos sermones, uno de los que contenía mayor carga de teatralidad era el de las Tres Horas o de las Siete Palabras, efectuado durante la tarde del Viernes Santo. Comenzó a predicarse en 1780 en la ermita de San Telmo; más tarde pasó a celebrarse en el desaparecido oratorio del Señor de la Caída; no obstante, cuando este recinto fue destruido por el fuego, su plática se trasladó hasta la parroquia de El Salvador. Este acto consistía en colocar el Cristo de las Siete Palabras (tallado en 1781 por Marcelo Gómez de Carmona) junto a la Dolorosa y el San Juan del grupo escultórico de los Mulatos en la capilla mayor del prenotado templo, delante de un velo negro que cubría el altar, con el interior de la iglesia completamente a oscuras y con los ventanales cubiertos con otros cortinajes. Únicamente permanecían encendidas dos solitarias velas, una a los pies del Crucificado y la otra en el púlpito donde tomaba la palabra el sacerdote. En esta tribuna era leído un texto redactado ex profeso por el clérigo Antonio del Castillo y Gómez (1768-1844) y posiblemente alguna meditación del orador de turno10. Las condiciones escéni-
LA SANTA MUECA Aunque pudiera parecer de la misma raíz que el último sermón mencionado, la Mueca es más bien fruto de la sensibilidad irónica de la que secularmente ha hecho gala el pueblo palmero. Eso si, se trató de un acto completamente profano celebrado en la jornada del Jueves Santo o en la tarde del Viernes Santo, no ajeno tampoco a ciertos aires anticlericales. La ceremonia de la Mueca o de la Santa o Santísima Mueca —que al menos tuvo lugar entre 1834 y 1876— era una broma ideada por un grupo de
8. PÉREZ HERNÁNDEZ, José Eduardo. Las personas de valer: el mundo de la burguesía en La Palma en el siglo xix. Santa Cruz de La Palma: Cabildo Insular de La Palma, 2007, p. 228. 9. «Noticias locales». El país: periódico político y de intereses generales (Santa Cruz de La Palma, 23 de marzo de 1897), p. [2]. 10. FERNÁNDEZ GARCÍA, Alberto José. «Notas históricas de la Semana Santa en Santa Cruz de La Palma, X Viernes Santo». Diario de avisos (Santa Cruz de La Palma, 6 de abril de 1963), pp. 6-7. Sobre el origen de esta ceremonia de procedencia peruana, véase: MOLEJÓN RAÑO, José. Las cofradías de Semana Santa en la ciudad de Lugo. Lugo: Servicio de Publicaións, Deputación Provincial, 2000, pp. 176-181. 11. PÉREZ HERNÁNDEZ, José Eduardo. Op. cit., p. 228. 47
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cio invitándole para que asistiera a una fantástica ceremonia que llamaban hacer la “Mueca”, solamente existente en la imaginación de estos guasones, muchas veces con objeto de que se presentaran ante todos aquellos bien empaquetados señorones, vestidos con las ridículas vestimentas que les recomendaban, en la plaza principal. En dichos oficios se les participaba a la hora que debían presentarse y el traje con que debían asistir y en alguno de ellos les decían, por ejemplo, que fueran de rigurosa etiqueta y con alpargatas blancas y se les invitaba para que hicieran una partida de disparates»13.
serios y respetados caballeros de Santa Cruz de La Palma y gestada sobre las espaldas de algunos foráneos, quienes (recién llegados a la isla) ejercitaban un carácter altanero y desdeñoso hacia la sociedad de acogida, presumiendo con frecuencia de una mayor enjundia o prosapia12. A grandes rasgos —como escribió Yanes Carrillo—, era costumbre «que el Jueves y Viernes Santo todos los señorones de este pueblo se vistiesen de etiqueta, con sus flamantes levitas, zapatos de charol y chisteras, asistiendo así a los actos religiosos que en esos días tenían en nuestra ciudad y aprovechando esto, cuando les caía al alcance de sus garras alguna de esas personas o “punto” que creían a propósito, alguno de estos grupitos le dirigía y mandaba un ofi-
Si nos atenemos a un artículo publicado en la prensa local de Santa Cruz de La Palma (correspondiente a 1914), podrían extraer-
Plaza de España y atrio del Ayuntamiento, lugares en que se celebró la Mueca
12. Protocolo de la Santa Mueca. Edición de María Régulo Rodríguez; prólogo de Juan Régulo Pérez. Santa Cruz de La Palma: La Cosmológica, 1989. 13. YANES CARRILLO, Armando. Narraciones que parecen cuento. Madrid: Ediciones La Palma, 1995, pp. 248252. 48
Santa Cruz de La Palma
se ciertos datos relativos al modo en que se disponía aquella original parodia. Aunque dicho texto posee un cariz metafórico en el que se menciona —a modo de crítica— a varios individuos conocidos de la vida política y social de Santa Cruz de La Palma, no deja de ser un recuerdo en el que se describen someramente distintos elementos conformadores de aquel desaparecido protocolo: «bajo el atrio de las Casas Consistoriales, regiamente alfombrado, se había colocado un severo estrado, bajo dorado baldaquino, del que pendían rojos cortinajes. Formando alas a ambos lados de la mesa presidencial, sendos escaños aguardaban la llegada de los invitados a las tradicionales ceremonias. El pueblo se fue agrupando en la plaza de la Constitución, en la escalinata que da acceso a la parroquia del Salvador y en el atrio de la misma, hasta formar una masa compacta, que se estrujaba nerviosa y anhelante»14. Entonces, sería el momento de recibir a los invitados, quienes entre su ilógica indumentaria y el grotesco ceremonial eran ahora el centro de todas las risas de la sociedad a la que hasta ese momento menospreciaban o tildaban de inferior. Seguramente, las fechas escogidas para su celebración (los días principales de la Semana Mayor) tuviesen algo que ver con algunos de los aspectos esbozados en estas líneas: una amplia concurrencia pública en la calle junto a la propia solemnidad de estas jornadas; esto último disiparía entre los señalados personajes foráneos cualquier atisbo de duda sobre la seriedad del acto al que habían sido convidados.
LAS TRES MARÍAS Otra de las particularidades que atesoraba la Semana Mayor de Santa Cruz de La Palma era la presencia de las imágenes de las Tres Marías (María Magdalena, María Salomé y María Cleofás) en la antigua procesión del Santo Entierro15. Hasta ahora no se han documentado la presencia de efigies similares en ninguna otra Semana Santa del archipiélago canario16. Dichas efigies tomaron parte en la procesión del Santo Entierro al menos hasta el siglo XVIII. Mediado el siglo XX (en torno a 1942 y 1945), algunos miembros de la Real y Venerable Hermandad del Rosario procuraron poner en la calle tres imágenes que recordasen a las advocaciones de las Marías. Lo que desconocemos es si los enunciados promotores sabían de la tradición anterior al respecto. En este proyecto colaboraron activamente Álvaro Rodríguez Fernández, Argelio Pérez Algarrada, Celio Díaz Hernández y Guillermo Pérez Cabrera. Al parecer, y según algunos testimonios verbales, en uno de los antedichos años llegaron a procesionar en el cortejo del entierro una talla de la Magdalena y otra de las Marías, adaptada a partir de la escultura de Santa Catalina de Siena, conservada en el antiguo convento de San Miguel de las Victorias. La idea, finalmente, no fraguó. En la actualidad, la Cofradía del Santo Sepulcro ha retomado la iniciativa con la recuperación de esta antiquísima tradición.
14. «El fracaso de la Mueca». El chinchorro: semanario independiente: defensor de los intereses generales de la isla (Santa Cruz de La Palma, 11 de abril de 1914), pp. [1-2]. 15. PÉREZ MORERA, Jesús. «El Santo Entierro de Cristo y el convento dominico de San Miguel de La Palma (siglos XVII-XVIII)». En: Manuel Poggio Capote y Víctor J. Hernández Correa, (eds.). «Consummatum est»: L aniversario de la fundación de la Cofradía del Santo Sepulcro. Breña Alta: Cartas Diferentes, 2007, p. 104. 16. De la piedad popular de La Palma se ha recogido una oración a las Marías; véase: HERNÁNDEZ Y HERNÁNDEZ, Cecilia. Romances sacros y oraciones antiguas de La Palma. [La Laguna; Las Palmas de Gran Canaria]: Centro de la Cultura Popular Canaria, 2006, p. 65. 49
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Madre e Hijo. Parroquia Matriz de El Salvado). Fotografía: José Antonio Fernández Arozena 50
Santa Cruz de La Palma
Domingo de Pascua Procesión Eucarística Parroquia
Las Nieves
El camino de la Vida. Fotografía: Jaime Raúl Felipe González
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Volver a ser Patricia Bolaños González
Cuando Jesús resucitó, lo hizo en cada uno de nosotros
las personas que encontraba en su camino los valores de entereza y humildad que lo conducirían luego hasta la cruz. Pero Jesús empezó a resucitar antes de morir: día a día, parábola a parábola y lección a lección, calando en la gente de su alrededor. Y así, cuando murió por la Verdad, la resurrección ya había comenzado.
El ser humano teme tanto al silencio de las noches porque lo deja de cara consigo mismo. Experimentamos miedo hacia la oscuridad porque no sabemos qué esconde en su vacío. Nos asusta imaginar que ese vacío podría engullirnos, que ese silencio podría colarse en nuestra voz y que nadie se percataría de nuestra ausencia. Sentimos pánico a dejar-de-ser para siempre. Entonces nos apresuramos con el pulso inquieto a encender las luces, comprobamos que todo sigue en su lugar y buscamos la compañía de los nuestros para romper por la mitad el silencio con el ruido cotidiano. Y así, volvemos-a-ser; volvemos a la vida.
Las manos de Jesús, perforadas por los clavos, reviven hoy en día cada vez que brindamos nuestra mano a un amigo. La sangre derramada en su costado vuelve a su cauce cuando calmamos el dolor de las heridas de algún corazón ajeno. La piel desgarrada de su espalda cicatriza al echarnos el peso de un hermano abatido a nuestra espalda. Las heridas de su frente acribillada llegan a cerrarse con el sudor de nuestro esfuerzo en la tarea de mejorar como personas. Y así, Jesús abandona su sepulcro, se pone en pie y camina, vivo, junto a cada uno de nosotros siempre que seguimos su Palabra.
El hecho de que en las experiencias cercanas a la muerte recordemos a los seres queridos me lleva a pensar que nuestro instinto de supervivencia es más bien un deseo de continuidad de la memoria propia en la memoria ajena. Somos la huella que dejamos en las personas a las que hemos dedicado nuestras vidas. Diariamente nos enfrentamos a sentimientos que nos agitan las entrañas del alma; en ocasiones experimentamos angustia, sufrimiento, desesperación… Pero creo que no llegamos a entender el significado de la palabra ‘nunca’ hasta el momento de la muerte de un ser querido. De repente, somos conscientes del vacío que deja en nuestro interior y, sin embargo, lo hallamos en nosotros mismos, en los gestos derivados de sus enseñanzas. Y así, nos damos cuenta de que, después de la muerte, el espíritu pervive en las personas a través de la memoria.
El Domingo de Pascua nos incita a reflexionar sobre la fe. Muchas veces nos vemos en situaciones complicadas que nos obligan a depositar fe y confianza tanto en nosotros mismos como en los demás. Y creo que llega un momento en la vida en el que asumimos que no estamos capacitados para controlar ni entender absolutamente todo lo que nos rodea. El ser humano necesita creer en algo superior a él, necesita tener la seguridad de que cuando le llegue el final, habrá algo que lo acoja en su regazo. En el fondo, todos soñamos con la eternidad, y es esa ansia de perpetuarnos lo que nos guía por los caminos de la fe. Jesús dijo: “Felices los que creen sin haber visto”. Ahora pienso que con esas palabras nos invitaba a aprender a ser humildes, a confiar en los nuestros y a reconocer las limitaciones cognitivas implícitas a la condición humana. Cuando me encuentro con personas que
Antes de morir, Jesús hizo de su vida un testimonio de honradez y fue depositando en 52
Santa Cruz de La Palma
después de haberlo perdido todo, incluso la salud, hacen de sus creencias el pilar de su vida que los mantiene con la esperanza despierta, comprendo la importancia de la fe. Y así, hallo en la fe cristiana, en su vigencia actual, el auténtico significado de la resurrección de Jesús.
El Domingo de Pascua es una buena ocasión para ahondar en nuestros pensamientos acerca de la fe, una cuestión que ha suscitado el interés de numerosos autores. Unamuno, en su novela San Manuel Bueno, mártir, nos presenta varios puntos de vista en relación a la fe cristiana por medio de unos personajes cuya mentalidad va evolucionando a la vez que sus circunstancias personales. La búsqueda de la verdad en los vericuetos del alma de los protagonistas desemboca en una pregunta que invita a nuestra propia reflexión: “¿Y yo, creo?”
El cuerpo de Jesús, maltratado hasta el extremo, exhalando hasta el final su humanidad por los poros de la piel, no pudo resistir el asedio de la cruz y cayó rendido por el peso de la muerte. Pero se marchó dejando una huella tan profunda entre la gente de su tiempo que aún hoy permanece viva. Y así murió Jesús, resucitado en cada uno de nosotros.
Perfumes de Jesús. Fotografía: Jorge Amado Guerra Machín 53
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Horarios de Misas y Procesiones Día 26 de marzo,
VIERNES DE DOLORES
MISAS
PROCESIONES
7 de la tarde:
Las Nieves
7.30 de la tarde:
San Francisco
8 de la tarde
El Salvador El Planto
7.30 de la tarde: 8.30 de la tarde: 9 de la noche:
Día 27 de marzo,
Nuestra Señora de los Afligidos (Las Nieves) Ntra. Sra. de Los Dolores (El Salvador) Ntra. Sra. de Los Dolores (El Planto)
SÁBADO DE RAMOS
MISAS 1.15 de la tarde:
El Salvador
5 de la tarde:
Santo Domingo
5.30 de la tarde:
San Vicente de Velhoco Colegio La Palmita
7 de la tarde:
Las Nieves San Francisco
8 de la tarde:
El Salvador Día 28 de marzo,
DOMINGO DE RAMOS PROCESIONES
MISAS 9 de la mañana:
San Francisco
9.30 de la mañana:
Las Nieves
11 de la mañana:
La Encarnación El Salvador
10.30 de la mañana: Jesús entrando en Jerusalén (La Luz) 10 de la mañana:
11.30 de la mañana: Procesión de Ramos (Hospital)
11.30 de la mañana: Las Nieves 12 de la mañana:
San Francisco
5 de la tarde:
Calcina
5.30 de la tarde: (Mirca)
Candelaria
7 de la tarde:
San Francisco
8 de la tarde:
El Salvador
Procesión de Ramos (El Planto)
Jesús entrando en Jerusalén (Las Nieves)
54
5 de la tarde:
Procesión de Ramos (Calcina)
9 de la noche:
Señor del Huerto (San Francisco)
Santa Cruz de La Palma
Ntra. Sra. de La Soledad. Parroquia de San Francisco. Fotografía: Marina Morera Martín 55
Semana Santa 2010
Día 29 de marzo,
LUNES SANTO PROCESIONES
MISAS 7 de la tarde:
9.30 de la noche: Señor del Perdón (El Salvador)
San Vicente (Velhoco) Capilla de Santa Rita de Casia (Benahoare)
7.30 de la tarde:
El Salvador San Francisco Día 30 de marzo,
MARTES SANTO PROCESIONES
MISAS 1 de la tarde:
San Francisco
7 de la tarde:
Candelaria (Mirca)
9.30 de la noche: Señor de la Columna y Ntra. Sra. de la Esperanza (Santo Domingo)
La Encarnación 7.30 de la tarde:
El Salvador
Día 31 de marzo,
MIÉRCOLES SANTO PROCESIONES
MISAS 8.30 de la mañana Cristo de la Portería (Santo Domingo)
5 de la tarde:
Punto en la Plaza (Santo Domingo)
1 de la tarde:
San Francisco
7.30 de la tarde:
4.30 de la tarde:
Santo Domingo
Nuestra Señora de la Soledad (Las Nieves)
7 de la tarde:
Las Nieves
10.30 de la noche: Señor de la Caída (San Francisco)
Día 1 de abril,
JUEVES SANTO PROCESIONES
MISAS 4.30 de la tarde:
Colegio La Palmita
5 de la tarde:
Hospital Calcina San Francisco
6.30 de la tarde: 7 de la tarde:
8 de la tarde:
10 de la noche:
El Salvador Las Nieves La Encarnación San Francisco
56
Señor de la Piedra Fría (San Francisco)
Santa Cruz de La Palma
Día 2 de abril,
VIERNES SANTO
OFICIOS
PROCESIONES
4 de la tarde:
Las Nieves Calcinas
4.15 de la tarde:
Hospital
4.30 de la tarde:
Colegio La Palmita
5 de la tarde:
San Francisco
5.30 de la tarde:
8 de la mañana:
Vía Crucis Procesional con Ntra. Sra. de los Dolores (La Encarnación) 10.30 de la mañana: El Calvario (San Francisco) 1 de la tarde:
Ntra. Sra. de la Piedad (Hospital)
6 de la tarde:
El Calvario (Las Nieves)
6.30 de la tarde:
Sta. M.ª Magdalena (San Francisco)
7 de la tarde:
Santo Entierro (El Salvador)
El Salvador
6 de la tarde:
Vía Crucis Procesional del Cristo de las Siete Palabras (El Salvador)
La Encarnación
Día 3 de abril,
SABADO SANTO VIGILIA PASCUAL
8 de la tarde:
La Encarnación
8.30 de la noche:
Calcinas
9 de la noche:
Colegio La Palmita
10.30 de la noche:
Las Nieves El Salvador San Francisco
Día 4 de abril,
DOMINGO DE PASCUA
MISAS 9 de la mañana
San Francisco
11 de la mañana:
La Encarnación El Salvador
PROCESIONES 12.30 de la mañana: Procesión Eucarística (Las Nieves)
11.30 de la mañana: Las Nieves 12 de la mañana:
San Francisco
7.30 de la tarde:
San Francisco
8 de la tarde:
El Salvador
Nota: Los horarios de las misas pueden sufrir alteraciones. Para mayor seguridad, consultar en las parroquias correspondientes. 57
Semana Santa 2010
COORDINACIÓN Y REDACCIÓN Francisco M. López González Domingo A. Santos Rocha PATROCINADORES Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma Excmo. Cabildo Insular de La Palma TEXTOS Bernardo Álvarez Afonso (Obispo Nivariense), Semana Santa: “El que tenga oídos, que oiga” Juan Ramón Felipe San Antonio (Alcalde de Santa Cruz de La Palma), Santa Cruz de La Palma: ciudad mariana y santa Francisco López González, Getsemaní José Guillermo Rodríguez Escudero, La actual imagen del Señor del Huerto. San Francisco de Asís Domingo A. Santos Rocha, Conviene que muera un hombre por el pueblo Carmelo J. Casanova Alvarado, En la noche roja, luce un manto verde María José García Cabrera, Miércoles Santo… un día Domingo Cabrera Pérez, Monumentos eucarísticos del Jueves Santo Manuel Poggio Capote, Noticias costumbristas del Viernes Santo Patricia Bolaños González, Volver a ser FOTOGRAFÍA DE CARTEL Y PORTADA Jorge Rodríguez de la Cruz FOTOGRAFÍA DE PÁGINA CENTRAL Jorge Amado Guerra Machín (Procesión del Santo Entierro) FOTOGRAFÍAS INTERIORES Miguel Ángel Álvarez Trinidad José Antonio Fernández Arozena Jorge Amado Guerra Machín José F. Concepción Feliciano Iván Rodríguez Sánchez Jorge Rodríguez de la Cruz Pedro Riverol Antonio P. Pérez Concepción José Vicente Álvarez Lorenzo Felipe A. Marante Ortega Jaime Raúl Felipe González Marina Morera Martín DISEÑO GRÁFICO Airam Plata Torroglosa José Antonio Fernández Arozena FOTOMECÁNICA E IMPRESIÓN Litografía La Palma, S. L. 58
Nuestro agradecimiento especial a todas las parroquias y cofradías de Santa Cruz de La Palma, sin cuya colaboración no sería posible la confección de esta publicación. Asimismo, un recuerdo entrañable a la Cofradía de Nuestro Señor del Huerto de la parroquia de San Francisco de Asís, principal impulsora del programa de Semana Santa de Santa Cruz de La Palma, y que ha donado algunas de las fotografías presentadas al concurso que organizó -con la colaboración de CajaCanarias y del Exmo. Cabildo Insular de La Palma- el pasado año, Fotocofrade 2009. Y a todos los que, de una u otra manera, han colaborado en este proyecto durante estos años: GRACIAS.
Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma
ConsejerĂa de Cultura