Municipalidad Provincial de Arequipa
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I Concurso de Ensayo de Historia: La Participación de Arequipa en la Guerra del Pacífico
FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883)
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FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883)
Cipriano Lucio Quispe Quispe. Mauricio Edilberto Núñez Fernandez-Baca. Julio César Abanto Chani. ─3─
I Concurso de Ensayo de Historia: La Participación de Arequipa en la Guerra del Pacífico
MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE AREQUIPA Calle El Filtro Nº 501, Arequipa, Arequipa, Arequipa. Dr. Alfredo Zegarra Tejada Alcalde de Arequipa Responsable de Edición:
Lic. Luis Zevallos Mendoza, Sub Gerente de Educación y Cultura. Portal de la Municipalidad Nº 110, Arequipa, Arequipa, Arequipa. Corrección del aparato erudito, estilo; maquetación y, diagramación:
Lic. Ursula A. N. Podestá Sánchez & Bach. Orlando V. Bedoya Pineda. Imagen de Portada: “Fusilamiento de los Héroes y Mártires de Quequeña”. Escultura. Víctor Raúl Pauca Calcina (Arequipa). Arte de Portada: Lic. Luis Zevallos Mendoza. Plan Municipal del Libro y la Lectura, Meta 27. Colección: “Arequipa, mi ciudad, mi orgullo”. arteyculturadearequipa@gmail.com I Concurso de Ensayo de Historia: La Participación de Arequipa en la Guerra del Pacífico. © “Fragmentos para Escribir la Historia de la Participación de Arequipa en la Guerra con Chile (1879-1883)”. / Cipriano Lucio Quispe Quispe. Mauricio Edilberto Núñez Fernandez-Baca. Julio César Abanto Chani.
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2016-15841 1a edición ─ Diciembre 2016. Tiraje: 1 000 ejemplares. Distribución Gratuita. Se terminó de imprimir en Diciembre del 2016 en: ALKI GRAPH E.I.R.L. R.U.C. 20455431965 Calle Dean Valdivia 408 Arequipa, Arequipa, Arequipa.
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Presentación
a etapa de nuestra historia patria definida por distintos historiadores como la “Guerra del Pacífico”, la “Guerra con Chile” o la “Guerra del Salitre”, es un episodio que para la ciudad de Arequipa requiere un nuevo estudio, una nueva mirada desde otros ángulos y con nuevas fuentes, ya que a raíz de las distorsionadas declaraciones del presidente Lizardo Montero, después de abandonar presurosamente la Ciudad Blanca rumbo a Francia, se fue formando la versión capitalina que asevera que la población arequipeña no luchó defendiendo la patria del enemigo. En la actualidad, las fuentes orales recuerdan que una vez que tomó la ciudad el ejército invasor, se produjeron sistemáticamente una serie de asesinatos o desapariciones de soldados, sus cuerpos nunca fueron hallados porque los enterraron en las chacras, en el imaginario colectivo también se resalta la participación femenina entablando amistad con los enemigos que se emborrachaban en las chicherías, quienes eran seducidos y ultimados en medio de las cosechas de trigo y maíz, que rodeaban la ciudad. Hace algunos años se dio la noticia que fueron hallados fragmentos de huesos, uniformes chilenos, gorros, botas, balas, revólveres, bayonetas, botones, hebillas, morrales, etc., en los alrededores de Quequeña y Yarabamba, esos objetos pertenecieron a los soldados y oficiales enfermos que murieron y fueron sepultados en esos lugares mientras duraba la ocupación, a pesar que ya se había firmado la paz. Podríamos seguir enumerando los pequeños episodios que los habitantes recuerdan o los hechos relacionados pero descontextualizados, la historia va más allá, a través de un ángulo de investigación inédito, como los tres trabajos presentados al concurso histórico sobre la
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“Guerra del Pacífico”, organizado por la Municipalidad Provincial de Arequipa, se presentan temas hasta ahora desconocidos completamente por la población mistiana y colectividad nacional. El ambiente político tan complejo en Lima como en Arequipa, los destacamentos militares de la Ciudad Blanca y su participación en las diferentes batallas, son los temas que el presente volumen ofrece a la colectividad arequipeña, nacional e internacional. El interés y apoyo en el sector cultural de parte del señor alcalde doctor Alfredo Zegarra Tejada y la gestión del licenciado Luis Zevallos Mendoza, Sub Gerente de Educación y Cultura, han hecho posible la convocatoria, el concurso y la edición del presente libro que lleva por título: “Fragmentos para Escribir la Historia de la Participación de Arequipa en la Guerra con Chile (1879–1883)”. Los autores, los señores Cipriano Lucio Quispe Quispe, Mauricio Edilberto Núñez Fernández-Baca y Julio César Abanto Chani, son los ganadores de los tres primeros puestos del certamen académico. El presente año, que se conmemora el bicentenario del nacimiento de nuestro héroe Francisco Bolognesi, es de regocijo porque sale a la luz el presente libro que reivindica la participación arequipeña en la guerra y las acciones políticas que se dieron. Mi felicitación a los autores por su interés en llenar vacíos de la historia de nuestra querida tierra y a la Municipalidad por la iniciativa educativa. El lector tiene en sus manos un valioso ejemplar que mostrará el glorioso pasado que nos llena de orgullo y refuerza nuestra peruanidad. Arequipa, diciembre de 2016 Alejandro Málaga Núñez-Zeballos.*
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Destacado Historiador, e investigador. Catedrático de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa.
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Contenido General FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883) Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 05
FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883) ─Cipriano Lucio Quispe Quispe─
Resumen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 12 Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 13 I - Aspectos Previos a Considerar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 17 II- Participación Militar de Arequipa en las distintas batallas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 24
III-La Participación no Militar de Arequipa en la Guerra con Chile. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 44
IV-Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 58
Referencias Bibliográficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 60
PARTICIPACIÓN DE LA CIUDAD DE AREQUIPA EN LA GUERRA DEL PACÍFICO ─Mauricio Edilberto Núñez Fernández-Baca─
Resumen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I - Contribución de la ciudad de Arequipa a la Campaña del Sur. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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Pág. 70 Pág. 71
I Concurso de Ensayo de Historia: La Participación de Arequipa en la Guerra del Pacífico
II - Arequipa y el Segundo Ejército del Sur. . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 84
III- El Ejército de Reserva de Arequipa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 94
IV- Arequipa, Capital del Nuevo Gobierno de la República Continúa la Guerra. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 97
V - La Campaña Final sobre Arequipa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 101
VI - Epílogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 116
VII-Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 119
Referencias Bibliográficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 122
PARTICIPACIÓN DEL CONGRESO DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE: DESAFÍOS, PROPUESTAS Y DIFICULTADES Cuerpo Legislativo Instalado el 22 de Abril de 1883 y Clausurado el 20 de Julio de 1883 ─Julio César Abanto Chani─
Resumen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I - Introducción: La Crisis del Civilismo y la Lucha de Montero Frente a Miguel Iglesias. . . . . . . . . .
Pág. 130 Pág. 131
II- Aprobando la Convocatoria de un Nuevo Congreso y la Acusación por la Falsificación de Actas Electorales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 134
III-Presentación del Vicepresidente Montero ante el Parlamento y la Producción Legislativa del Congreso de Arequipa. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 143
IV-Relación con el Poder Ejecutivo y el Apoyo al Ejército Cacerista. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 161
V- Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Pág. 169
Referencias Bibliográficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 171 Anexo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pág. 175
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Primer Puesto Cipriano Lucio Quispe Quispe SEUDÓNIMO: PLIBICINO
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Cipriano Lucio Quispe Quispe. Nació en Callalli (Arequipa, 1970). Investigador y articulista con temas históricos. Licenciado en Historia (1997, UNSA). Licenciado en Biblia y Teología (2011, Instituto Bíblico Superior de Huánuco). Tesis en Historia: “El Gobierno Provisional del Contralmirante Lizardo Montero en Arequipa (1882-1883).” Tesis en teología: “Enseñanzas Misiológicas en la Tercera Epístola del Apóstol Juan.” “Vida y pensamiento educativo (institucional) del IBSH actual FATEM: 30 años de ministerio educativo en el Perú.” Es coautor de los libros titulados: “Arequipa en el Proceso de la Historia Regional Siglos XVI – XX” en 2001. Y, “Crónicas de un Pueblo y de un Hombre: Ambo y Francisco Javier Rolando en la Guerra del Pacífico 1879-1883” en 2005. Actualmente es docente en el Seminario Teológico – Iglesia Evangélica Peruana, Facultad de Teología y Ministerio con sede en la ciudad de Huánuco.
E-MAIL: Cipriano.quispe@gmail.com ─10─
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FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883)
Cipriano Lucio Quispe Quispe
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RESUMEN El presente trabajo titulado: Fragmentos para escribir la historia de la participación de Arequipa en la Guerra con Chile (1879 – 1883), es un tema de interés personal de hace años atrás. En esta oportunidad se trata de responder a las interrogantes: ¿cuáles fueron las formas de la participación del pueblo arequipeño en la guerra con Chile?, ¿qué muestras se pueden observar durante las distintas batallas en que se tuvo que enfrentar en dicha guerra?, ¿cómo participaron las instituciones arequipeñas en defensa de la patria?, específicamente ¿cómo participó tanto el clero arequipeño y los artesanos de Arequipa? La finalidad del presente ensayo es resaltar la presencia y participación de los cuerpos militares y no militares compuestos por arequipeños en la Guerra del Pacífico. Dichas explicitaciones en su mayor parte se fundamentan en fuentes de confiabilidad.
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FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883) INTRODUCCIÓN
Este ensayo, bajo el epígrafe: Fragmentos para escribir la historia de la participación de Arequipa en la Guerra con Chile (1879 – 1883), es producto de un interés que se ha tenido desde años atrás. Al enterarnos de la convocatoria del concurso promovido por la Municipalidad Provincial de Arequipa, se ha desempolvado fichas, apuntes, libros; y, se ha tratado de ordenar a fin de que pueda ser difundido. Para ello se ha planteado algunas interrogantes esenciales: ¿cuáles fueron las formas de la participación del pueblo arequipeño en la guerra con Chile?, ¿qué muestras se pueden observar durante las distintas batallas en que se tuvo que enfrentar en dicha guerra?, ¿cómo participaron las instituciones arequipeñas en defensa de la patria?, específicamente, ¿cómo participó tanto el clero arequipeño y los artesanos de Arequipa? La finalidad de este ensayo, es resaltar la presencia y participación de los cuerpos militares, conformado por arequipeños en las distintas batallas; y, explicitar, como una muestra, la presencia y actuación del clero arequipeño y los artesanos de la ciudad de Arequipa, que estaban compuesto por distintos gremios. Asimismo, socializar los datos que se encuentran dispersos en distintos trabajos de difícil acceso.
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El presente trabajo, contiene tres partes; la primera, aborda los antecedentes y causas de la guerra del Pacífico. La segunda, sobre la participación militar del pueblo arequipeño y; la tercera, la participación no militar. En la primera parte, desarrolla, la participación militar de Arequipa desde la campaña terrestre del Sur. No porque Arequipa no haya participado en la campaña naval (Mayo – octubre de 1879). Sino que, por ahora no hemos tenido acceso a documentación o trabajos que se puedan consultar. Dejamos para otra oportunidad el trabajo de “Arequipa y su participación en la campaña naval” que debe de realizarse consultando documentación existente en los archivos y hemerotecas que puedan brindar información al respecto. En la segunda parte del ensayo, se muestra la participación de arequipeños en las distintas batallas desde Pisagua hasta Huamachuco. Esencialmente resaltando los distintos batallones y hombres que han participado en la guerra del guano y el salitre. El presente trabajo no se centra en descubrir o exhumar fuentes primarias, aunque mencionamos y consignamos de manera textual, sólo es para afianzar nuestras afirmaciones. En el presente trabajo tratamos de rescatar a los arequipeños y ubicarlos en la línea del tiempo siguiendo el proceso de la guerra, esa es la finalidad para poner al alcance del lector ordinario y no tanto para especialistas. La tercera parte trata de la participación no militar de Arequipa en la guerra con Chile. Esta se muestra resaltando algunas acciones de dos Instituciones a favor de la defensa de la patria. En esta oportunidad se revalora el valor y heroísmo del clero arequipeño y la sociedad de artesanos. Mostramos en la breve investigación el comportamiento abnegado y comprometido que han mostrado estas dos instituciones encabezadas por sus directivos o presidentes.
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Aunque sobre la Sociedad de los artesanos de Arequipa solo se ha mostrado su accionar durante dos años, podemos sostener que su acción ha continuado hasta que finalice la infausta guerra, así se lee en la documentación a la que se ha tenido acceso. Resumiendo, el contenido de nuestro trabajo podemos distinguir dos partes esenciales que son la participación militar o directa con hombres en los campos de batalla y la segunda, trata de la participación no militar o indirecta que han desarrollado desde distintos espacios, en esta oportunidad sólo presentamos dos instituciones. Eso no quiere decir que, otras instituciones arequipeñas no hayan tenido capital participación en dicha contienda bélica. Hacemos hincapié que tanto la Municipalidad, la Prefectura, la Beneficencia Pública, La Universidad, el Colegio de la “Independencia Americana” y otras instituciones estuvieron completamente comprometidas como se muestran en tesis inéditas que se encuentran en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Cómo se verá el presente trabajo nace de una lectura sencilla de trabajos que se han publicado referente al tema y desde donde se ha intentado recabar datos de personajes arequipeños que ha tenido su participación. Prima en el presente trabajo el uso de fuentes secundarias, pero de todas maneras no hemos dejado de lado la fuente primaria hemos aprovechado de ella de acuerdo al requerimiento de nuestros objetivos. El presente trabajo, quizá no presenta las respuestas contundentes a las interrogantes y por el contrario genera interrogantes. Si eso ocurre habrá logrado su razón de ser el presente ensayo, ya que se sigue el pensamiento de que en Historia no existe el libro ni trabajo definitivo, sino que cada conclusión abre nuevas puertas para futuras investigaciones. Esperamos que así sea.
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Expreso mi agradecimiento a los organizadores. A personas que han motivado seguir en la senda del estudio de la guerra del guano y el salitre desde mis tiempos de estudiante agustino. Además, a mi familia que ha sufrido varias privaciones de parte mía, por dedicar buen espacio al estudio del tema. A José Nahúm Quispe, por su apoyo desinteresado.
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FRAGMENTOS PARA ESCRIBIR LA HISTORIA DE LA PARTICIPACIÓN DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE (1879 – 1883)
I.
ASPECTOS PREVIOS A CONSIDERAR.
1.1. ─ Antecedentes de la Guerra y Ocupación del Litoral Boliviano. Es pertinente consignar que desde “1840 compañías chilenas, ingleses y francesas empezaron la exploración y su asentamiento en el litoral boliviano (Atacama), con el propósito de explotar el cobre y, especialmente, el guano. De hecho, el puerto de Cobija tenía fundamentalmente población chilena”.1 Siguiendo a Alcides Arguedas, Bonilla agrega que al descubrir las salitreras las empresas chilenas y otras internacionales llevaron a un desarrollo al puerto de Antofagasta, hasta convertirlo en puerto principal del litoral boliviano, en dicho puerto el 93% de la población era de nacionalidad chilena, y la boliviana solamente alcanzaba el 2%.2
1
BONILLA, Heraclio. Un siglo a la Deriva: Ensayos sobre el Perú, Bolivia y la Guerra. Lima: IEP. Ediciones, 1980. Pág. 140. 2 ARGUEDAS, Alcides. Historia General de Bolivia, 1809-1921. La Paz, 1972. Pág. 349. Citado por: BONILLA, Heraclio. Ibíd. Pág. 140.
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Dentro de las empresas internacionales se notaba la participación significativa de los empresarios chilenos Edwards, Concha, y Toro, Napoleón, Pero y Dorado Hnos.3 En otra parte de su trabajo, Bonilla manifiesta: “del control del comercio, del Salitre, de las minas de plata de caracoles, de la banca, este grupo fue extendiendo su control hacia los distritos mineros ubicado en el sur de Potosí, primero a través del monopolio de la comercialización, más tarde a través del aprovisionamiento de insumos, para finalmente alcanzar la propiedad completa”.4 El 14 de febrero de 1878 el gobierno boliviano “decidió imponer un impuesto retroactivo de 10 centavos por cada quintal de salitre extraído entre el paralelo 23°24° desde 1874… diez meses más tarde, ante la negativa del gerente de la compañía George Hicks al pago de la mencionada suma, el Prefecto boliviano ordenó el remate de los bienes de la empresa hasta cubrir la cantidad. La respuesta chilena fue la ocupación militar de atacama, exactamente un año después de que el gobierno boliviano impusiera el nuevo impuesto al salitre. La declaratoria de guerra y, finalmente, el envolvimiento del Perú en el conflicto militar desde 1879 hasta 1884”.5 Es decir, el origen inmediato de la guerra radica en la imposición de 10 centavos de impuesto por quintal que exigía Bolivia de manera retroactiva, esto fue suficiente para declarar la guerra a Bolivia e invadir su litoral (provincia litoral) de Atacama el mismo día o antes de la declaratoria de la guerra 14 de febrero de 1879. Semejantes actitudes mostraron con la nación peruana. Eso demuestra claramente que Chile había preparado de antemano una guerra contra sus 3
MITRE, Antonio. Págs. 137-139. En: BONILLA, Heraclio. Op. cit. Pág. 141. 4 Loc. cit. 5 BONILLA, Heraclio. Op. Cit. Pág. 142.
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vecinos y de manera particular contra el Perú, como bien lo expresó Héctor Ballón Lozada: al opinar: “estaba demostrado que la guerra fue por parte de Chile, realizada conforme a un plan con premeditación, alevosía y ventaja para conseguir los territorios peruanos y desorganizar nuestra economía y configurar una estabilidad nacional a costa de la del Perú”.6 Ante la ocupación de la provincia de Atacama por parte de los chilenos, “el gobierno boliviano trató de obtener que el Perú asumiera el compromiso a que estaba obligado por el Tratado de 1873”,7 que fue un tratado defensivo como lo ha sido demostrado por Eusebio Quiroz Paz-Soldán 8 y Pardo y Barreda quien deja en claro “que Pardo hizo lo imposible, diplomáticamente por evitar el enfrentamiento bélico, consciente de que el Perú estaba desarmado en franca bancarrota”.9 El 5 de abril, Chile declaró la guerra al Perú ocupando de inmediato territorio peruano ese mismo día. El Historiador Bonilla Mayta plantea una interrogante que la letra dicta: ¿Cuál era, la situación de los beligerantes en vísperas del conflicto? 10 Tratando de responder dicha interrogante explica: Bolivia desde su vida independiente económicamente tenía mínima significación hasta 1870, pero 6
BALLON. LOZADA, Héctor. Arequipa y la Guerra con Chile. Arequipa: spi., 1979. Pág. 33. 7 BONILLA, Heraclio. Op. cit. Pág. 154. 8 QUIROZ PAZ-SOLDÁN, Eusebio. El Tratado Secreto Defensivo Peruano Boliviano de 1873, como Causa de la Guerra del Pacífico. En: FACULTAD DE CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES – UNSA. Revista de Ciencias Sociales. N° 3. Arequipa: Editorial UNSA, 1997. Págs. 1840. 9 MILLA BATRES, Carlos. En: PARDO Y BARREDA, José. Historia del Tratado “Secreto” de Alianza Defensiva entre el Perú y Bolivia. Lima: Editorial Milla Batres, 1979. Pág. 10. 10 BONILLA, Heraclio. Op. cit. Pág. 154.
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a partir de ese año vuelve a un cierto repunte a base de la exportación de la plata “convirtiéndose en uno de los primeros productores de plata en el mundo”.11 En el caso peruano la situación era compleja debido a que desde 1840 había vivido de la explotación y exportación del guano, pero lastimosamente este producto de las aves había servido como garante para el endeudamiento externo del Perú. De allí que en 1872 el Perú llegó a ser “uno de los primeros deudores del mundo”. 12 Y de manera penosa: “En 1876, por consiguiente, el Perú regresa a la situación en que se encontraba en 1824 es decir de bancarrota financiera”.13 Mientras que, en Chile, “una clase dirigente desde el momento mismo de la independencia había efectivamente constituido un Estado Nacional… Su propio crecimiento, apoyado por el capital británico, había impulsado su expansión hacia Atacama y Tarapacá”.14 1.2.─ Causas de la Guerra. Sobre el asunto, el historiador venezolano, Jacinto López, asevera con acierto en los siguientes términos: “Las causas de la guerra del guano y el salitre entre Chile, Bolivia y el Perú… pueden dividirse para su mejor exposición y comprensión, en dos clases: las causas fundamentales, o sean los guanos y salitres y minerales del desierto de Atacama, la cuestión de límites que engendraron entre Bolivia y Chile, y las riquezas salitres de Tarapacá, y las causas incidentales que determinaron la guerra, o sea la disputa de 1878 entre Bolivia y Chile por la condición
11
Ibíd. Pág. 155. Loc. cit. 13 Loc. cit. 14 Ibíd. Págs. 156-157. 12
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contractual del pago de diez centavos por quintal de salitre exportado”.15 Los orígenes de la guerra hay que buscarlo en la política y ambición chilenas. Bien ha sostenido Jacinto López, historiador venezolano cuando afirma: “El presidente Bulnes y el congreso chileno de 1842 son así, pues, los originadores de la guerra del guano y el salitre o guerra del Pacifico”. 16 Ya Mariano Felipe Paz-Soldán historiador peruano había explicado el asunto en términos muy similares en pleno desarrollo del conflicto bélico.17 Y también el historiador boliviano Querejazu Calvo, quien sentenció en los términos siguientes: “Chile inicio su política expansionista a costa de Bolivia con la ley que su congreso dictó el 31 de octubre de 1842. Declarando propiedad nacional las guaneras de Coquimbo”… y también las del desierto de Atacama e islas adyacentes ubicado en el territorio boliviano”.18 1.3.─ Declaratoria. Una vez fracasada la misión peruana De la Valle en Chile, que tenía la única finalidad de evitar la guerra y ningún otro interés como insinúan algunos historiadores chilenos,19 se dio inicio a la guerra no deseada de los aliados, que se conoce como la guerra por el guano y el salitre. 15
LÓPEZ, Jacinto. Historia de la Guerra del Guano y el Salitre o Guerra del Pacifico entre Chile, Bolivia y el Perú. Lima: Ediciones documentos, 1979. Pág. 17. 16 Ibíd. Pág. 19. 17 PAZ-SOLDÁN, Mariano Felipe. Narración Histórica de la Guerra entre Chile, Perú y Bolivia. T: I. 2da ed. Lima: Editorial Milla Batres, 1979. 18 QUEJAZU CALVO, Roberto. Aclaraciones Históricas Sobre la Guerra del Pacifico. La Paz Bolivia: Librería Editorial G.U.M. Pág. 10. 19 DE LA VALLE, José Antonio. Mi Misión en Chile en 1879. Lima: Editorial Ausonia Talleres Gráficos, 1979. Pág. 135.
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El 5 de abril de 1879, Chile declara la guerra al Perú y ocupa ese mismo día el puerto principal de la provincia de Tarapacá (Iquique). Esto demuestra que la armadura chilena estaba lista para la guerra, y que fue preparada de antemano, mientras que el Perú y Bolivia se encontraban totalmente desarmados. El caso boliviano era fatal, no tenía ni armada marina, ni ejército de línea para defenderse del agresor, similar, era el caso peruano. El historiador venezolano, López, sentencia al respecto: “Esta es la lección fundamental de esta Historia, la agresión provocada por la falta de preparación para la defensa; y la derrota y la mutilación como precio y expiación del error de dormir desarmados Bolivia y el Perú el sueño de la paz, mientras el vecino se armaba y vigilaba el momento del asalto”.20 1.4.─ Qué Actitud Asumió Arequipa. Arequipa al enterarse la declaratoria de la guerra al Perú, se conmovió por completo. Carpio Muñoz lo expresa en los términos siguientes: “…Fueron incontables las manifestaciones patriotas, las colectas públicas, la suscripción de actas condenatorias a Chile…”.21 Hay que dejar constancia que Arequipa desde un comienzo tuvo vital participación en la guerra del Pacífico. Tuvieron presencia: los artesanos, comerciantes, chacareros, ni hablar de los estudiantes universitarios y del colegio Independencia. Por ahora, bastaría mencionar la presencia de los batallones en el campo de batalla: “Cazadores del Misti” y “Guardias de Arequipa”. 20
LOPEZ, Jacinto. Op. cit. Pág. 120. CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Arequipa en la Guerra con Chile. En: NEIRA AVENDAÑO, Máximo; y otros. Historia General de Arequipa. Arequipa: Fundación M. J. Bustamante De la Fuente, 1990. Pág. 529. 21
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Los arequipeños gendarmes y guardias civiles de Arequipa y Puno casi antes de la declaratoria de la guerra se movilizaron hacia el sur. El eximio historiador Rubén Vargas Ugarte al respecto anota. “… se unió luego otra división que condujo a Pisagua el transporte Chalaco, a órdenes del coronel José Bezada, compuesto en su mayor parte por los gendarmes y guardias civiles de Arequipa y Puno, estaban armados con rifles de diverso sistema… Después del combate de Pisagua, los mismos diarios chilenos se hicieron eco de esta miscelánea de nuestro armamento”.22 De manera breve en líneas contiguas se hace necesario mencionar la participación de cuerpos militares de los distintos encuentros bélicos, es decir, se explicitará de la participación militar o presencia militar de arequipeños en la campaña terrestre.
22
VARGAS UGARTE, Rubén. Historia General del Perú: La República (1844 – 1879). T. IX. Lima: Editorial Milla Batres, 1984. Pág. 289.
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II.
PARTICIPACIÓN MILITAR DE AREQUIPA EN LAS DISTINTAS BATALLAS.
2.1.─ Arequipa en la Batalla de Pisagua, San Francisco y Tarapacá (2, 19 y 27 de Noviembre de 1879). Está documentado la presencia de los batallones de “Guardias de Arequipa”, “4° Ayacucho”; y, otros. El número de integrantes de “Guardias de Arequipa” llegó cerca de 500 personas encabezada por el coronel Alejandro Bezada quien era el prefecto de Arequipa.23 El batallón “Guardias de Arequipa” está presente en la batalla de Pisagua (2 de noviembre de 1879) bajo el comando del coronel arequipeño Isaac Recavarren, en donde como bien manifiesta dicho arequipeño en su parte de guerra que “se han mostrado dignas de santa causa que defender y por consiguiente dignas de la superior consideración de Ud.”. 24 Dichos combatientes habían ofrecido resistencia durante 7 horas al enemigo invasor y entablado un combate heroico.25 23
QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Gobierno Provisional del Contralmirante Lizardo Montero en Arequipa (1882-1883). Tesis para optar el título profesional de Licenciado en Historia. Arequipa: UNSA, 1997. Pág. 50. 24 RECAVARREN, Isaac. Agua Santa, 4 de noviembre de 1879. En: CONGRAINS MANTIN, Eduardo. Primeros Enfrentamientos: Pisagua, San Francisco, Tarapacá. Tomo II. Lima: Editorial Ecoma, 1972. Pág. 41. 25 Buendía, Juan. Agua Santa 4 de noviembre de 1874. En: PAZSOLDAN, Mariano Felipe. Op. cit. Pág. 32.
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Mariano Felipe Paz-Soldán, historiador, describe aquel combate en los siguientes términos: “la resistencia fue heroica por el corto número de los defensores de la plaza, que apenas llegaban a 1135 hombres; que no contaban con ninguna pieza de artillería de campaña, ni más que una de a 100 para la defensa del Puerto”.26 Valorando la participación de los jefes el historiador Paz-Soldán sentenció: “aunque en el combate se portaron con valor todos los jefes y oficiales de la plaza, sobresalieron por su bravura, serenidad y destreza, en elegir los puestos de defensa, después de perdido los dos cañones, el coronel don Isaac Recavarren y el coronel de los nacionales don Nicanor Gonzales”.27 La presencia de “Guardias de Arequipa” no sólo sustentan historiadores peruanos, sino que también hace mención explícita el historiador Gonzalo Bulnes. Sigamos su parágrafo correspondiente, cuando narra acerca de los defensores de Pisagua: “los defensores de los puertos eran 245 hombres…fuera de esta guarnición tenía la plaza alguna tropa cívica…, y un destacamento de la Guardia Civil de Arequipa según los cálculos más prudentes el total de fuerzas peruanas no bajaba de 500 hombres”.28 Asimismo “Guardias de Arequipa” está presente en el combate de San Francisco o Dolores como algunos los denominan acaecida el 19 de noviembre de 1879, donde hay que destacar la notoria participación del coronel Francisco Bolognesi. Mariano Felipe Paz-Soldán, hace mención que “Guardias de Arequipa” entre el 29 de octubre y 18 de noviembre de 1879 estaba compuesto por: 472 soldados, y 26
PAZ-SOLDAN, Mariano Felipe. Op. cit. Pág. 37. Ibíd. Pág. 38. 28 BULNES, Gonzalo. Guerra del Pacífico. Vol. I. 2da ed. Santiago de Chile: Editorial del Pacifico, 1955. (1911-19). Pág. 310. 27
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entre jefes 4 oficiales 34, el total ascendía a 475 en total.29 Y que fueron hijos de Arequipa, avituallados con los recursos de los arequipeños o residentes en dicha ciudad. En dicho encuentro 488 defensores de la patria entregaron sus vidas dentro de los varios arequipeños.30 Sobre la presencia de arequipeños en la batalla de San Francisco tenemos la participación del abogado y militar “Trinidad Pacheco Andía, Pedro Bustamante, Francisco Bolognesi, Andrés N. Cateriano, Nicanor Ruíz de Somocurcio, Juan Mariano Rivera, Emeterio Ruíz Málaga…”.31 Asimismo, es conocido que “Guardias de Arequipa” está presente en la batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879). En dicha batalla murieron 35 arequipeños pertenecientes al batallón arequipeño, entre ellos el coronel Bezada, Clodomiro Chávez Valdivia y otros más. Quiénes mostraron destacada participación, al respecto Artemio Peraltilla Díaz menciona que la iniciativa para fulminar al enemigo salió del mando de José Garrido Valencia… y don Rudecindo López de Guardias de Arequipa.32 Los batallones arequipeños, que estuvieron presentes en la batalla de Tarapacá, y que se conocen fueron: “Guardias de Arequipa” con 380 hombres el “Zepita” con 450 hombres y “Dos de Mayo” con 380 hombres.33 Los jefes y coroneles que destacan se puede mencionar a manera de muestra, he 29
Ibíd. Pág. 49. Ibíd. Pág. 60. 31 SANTOS MENDOZA, Arturo. Arequipa: Juicio a la Guerra del 79. Arequipa: ECOVAL, 2003. Pág. 61. 32 PERALTILLA DÍAZ, Artemio. En la Guerra del Pacifico los Dos Gloriosos Batallones de Arequipa Pelearon hasta Quemar el Último Cartucho. En: “El Pueblo” Arequipa, 5 de abril de 1879. Edición extraordinaria. Pág. 2. 33 DELLEPIANI, Carlos. Historia Militar del Perú. Tomo II. 5ta ed. Lima: Ministerio de Guerra, 1965. Pág. 149. 30
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aquí algunos nombres de ellos: coroneles Manuel Carrillo Ariza, Andrés N. Cateriano, Manuel Pio Alcalá Rafael Cáceres Sánchez (cotahuasino), Escolástico Loayza (cotahuasino), Benicio Aspilcueta (cotahuasino), Camilo Cayo. Tenientes: Manuel Llosa Abril, Enrique Varela (prisioneros). Manuel Pio Alcalá, perteneció al Ayacucho N°3; y, Máximo Ruiz de Somocurcio, que se inmoló en el Ayacucho N° 1. También estuvo presente el capitán Máximo León Velarde Espiro en Tarapacá, y participó de la batalla del “Alto de la Alianza” el 26 de mayo de 1880. Mariano Bruño Abril y Llosa tuvo su participación en la batalla de Tarapacá y tantos otros que aparecen en el parte de guerra de dicha batalla. 2.2.─ Arequipa en la Batalla de Tacna y Arica (1880). Asimismo, la participación de arequipeños podemos apreciar en la batalla del “Alto de la Alianza” del 26 de mayo de 1880 y, la batalla de Arica 7 de junio de 1880. Hay que destacar la participación del batallón “Cazadores del Misti” o “Cazadores de Arequipa N°7” que estaba conformado por civiles al mando del Mariano Bustamante. 34 Por su parte Artemio Peraltilla Díaz menciona que entregó su vida uno de los jefes: coronel Sebastián Luna. Que era jefe del Batallón “Cazadores de Arequipa”.35 Asimismo, el doctor Guillermo Galdos Rodríguez menciona la participación y entrega de su vida de don Carlos Llosa,36 se hace necesario mencionar la presencia de Manuel Sebastián Ugarte y Moscoso, don 34
QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Op. cit. Pág. 51. PERALTILLA DIAZ, Artemio. Op. cit. Pág. 2. 36 GALDOS RODRIGUEZ, Guillermo. Héroes Mistianos que se Sacrificaron hace un Siglo: En: “El Pueblo” Arequipa, 5 de abril de 1879. Pág. 3. 35
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Mariano Nicolás Valcárcel, Carlos Paz-Soldán, José María Quimper, Samuel Velarde. Siguiendo el pensamiento del maestro Galdos Rodríguez los nombres que aparecen o se han logrado rescatar es por el hecho de que han pertenecido a la oficialidad, pero tras ellos se encuentran un número de soldados combatientes que queda en el olvido o que sencillamente quedaron arrojados a las aguas del Océano Pacifico o devorados por rapiñas o bestias de los desiertos. Recalcamos que en la batalla de Tacna, conocido como el “Alto de la Alianza”, participaron los batallones arequipeños “Cazadores del Misti”, el “2 de Mayo” “Guardias de Arequipa.” Uno de los jefes fue Manuel Carrillo Ariza. El ejército chileno contó con el apoyo de oficiales y técnicos ingleses. Se menciona que en dicha batalla actuaron 92 oficiales ingleses. El 26 de mayo de 1880 el ejército aliado fue derrotado por del chileno, cuya victoria lo obtuvo básicamente por superioridad numérica de hombres y calidad de armamento que poseían. Es menester dejar constancia que los heridos en la batalla del 26 de mayo fueron repasados por las fuerzas del ejército chileno, actitud que mostró en todo el proceso de la guerra, así constan en las fuentes que se puede comprobar, aunque la historiografía chilena quiera negarla. De varios de los arequipeños que cayeron en el campo de la batalla, sus restos yacen enterrados por los arenales, hay una necesidad urgente de la movilización de la sociedad arequipeña como bien sugiere el doctor Arturo Santos. Sigamos por unos momentos sus palabras: “Las familias arequipeñas, deben hacer sendas campañas para traer los restos de sus preclaros hijos que se inmolaron en dicha batalla en los batallones Guardias de Arequipa y Cazadores del Misti… y tantos civiles que murieron
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defendiendo el honor nacional”.37 Una manera permanente de rendir homenaje a estos valerosos arequipeños que entregaron sus vidas en defensa de la patria sería construyendo un museo en la ciudad de Arequipa. Donde pueda mostrarse datos, fotografías y otras pertenencias de Pedro Ugarteche que fue hecho prisionero por los chilenos hasta 1884. Eleodoro Paz-Soldán quien murió luchando cuerpo a cuerpo en la batalla del “Alto de la Alianza”. También se pueda exhibir la figura del niño Juan Antonio Nieto que peleó en dicha batalla a la edad de trece años. Y tantos otros como: José Gil Cárdenas, Constantino Moran Acosta, Máximo León Velarde Espino entre otros. 38 Sin lugar a dudas queda tarea por desarrollar y de esa manera revalorizar la participación heroica de Arequipa durante la campaña del Sur. Después de la batalla de Tacna (26 de mayo de 1880), quedaron aproximadamente mil hombres quienes se dirigieron a Arequipa para reorganizarse con los batallones recién llegados de Cusco y Puno. El ejército chileno pasa a ocupar Tacna, cometiendo toda clase de abusos que no se le puede dar calificativo. He aquí una escena que presenta el historiador contemporáneo de la guerra, Paz-Soldán, que narra en los siguientes términos: “Cuando se presentó a caballo un soldado chileno preguntó: ¿Qué ambulancias son estas? y al contestarle: peruanas, sacó el sable, arrebató su caballo, y dio tajos a diestra y siniestra diciendo: hoy no queda ni un solo cholo, desde el patio hasta la puerta falsa de la casa, recorría destrozando cráneos, dividiendo cuerpos, tanto con su sable como en las 37 38
SANTOS MENDOZA, Arturo. Op. cit. Pág. 75. Ibíd. Pág. 78.
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patas del caballo y como los heridos estaban en el suelo, los destrozos fueron espantosos…esto pasaba a las doce de la noche”.39 En Arica existió un cuerpo de peruanos al mando del coronel Francisco Bolognesi, compuestos de 1653 soldados de tropa, 220 oficiales y como jefes 20.40 Estos valerosos peruanos se enfrentaron con valentía y heroísmo a un ejército chileno bien preparado y avituallado, compuesto de 6500 hombres. El asalto de Morro de Arica (7 de junio de 1880) ha merecido estudios mayores y con mayor detalle. Por ahora en pertinente recordar que los chilenos actuaron bajo la consigna “hoy no hay prisioneros.” Mariano Felipe PazSoldán describe en los siguientes términos: “Se cumplió con un salvajismo no repetido en América después de la conquista. Concluido el combate y consumado el degüello de los prisioneros. Los vencedores descendieron del Morro, y unidos con el resto de ejército, que ya se encontraba en la población, emprendieron la obra devastadora; empezaron por las bodegas y tiendas de licores y vivires y embriagados con el alcohol mezclado con la sangre, continuaron el saqueo de casas en donde no se respetó el pudor ni de las ancianas… cuanto hombre encontraban, fuera o no soldado, caía bajo el filo del alevoso corvo. No se respetó ni los consulados de Inglaterra y Estados Unidos… dos individuos pudieron introducirse en el pozo que hay en medio de la plaza, y vistos por los chilenos fueron muertos a pedradas”.41 39
PAZ-SOLDÁN, Mariano Felipe. Op. cit. Pág. 181. Ibid. Pág. 198. 41 Ibíd. Págs. 195-197, 199. 40
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Queda en la memoria peruana y arequipeña el nombre del coronel chileno, Pedro Lagos, como símbolo de actos de crueldad y barbarie; que, caracterizó al ejército chileno bajo consentimiento y aprobación de sus jefes. No fueron actos policiales como sostiene los historiadores chilenos. En esta cruel batalla estuvieron presentes varios arequipeños. La figura de Francisco Bolognesi brilla a todas luces, quien fue un arequipeño de nacimiento o por residencia. Otros arequipeños que tuvieron capital participación en la defensa del Morro de Arica fueron: los integrantes de “Guardias de Arequipa” y “Cazadores del Misti”. El doctor Mariano Emilio Bustamante Mantilla (arequipeño) murió al lado de Bolognesi y More.42 Benjamín Neyra (natural de Caravelí), Alfredo Maldonado (Arequipa), Daniel Corzo, Manuel Masías, Manuel A. Belaúnde, Manuel I. Masías, Manuel Llosa y abril, Clodomiro Bustamante (nacido en Yanahuara), Andrés N. Cateriano, Fermín Nacarino Mendoza, Enrique Corzo, José Soto, Manuel Pio Alcalá, Sebastián Luna, Augusto Pérez Araníbar.43 Mirando desde lo lejos lo acontecido el 7 de junio de 1880 y captar de alguna manera la actuación de los hijos del Perú y Arequipa, volvemos a repetir el pensamiento y verbo del historiador representativo de la República del Perú que a la letra dicta: “Aquellos hechos y aquellos mártires no envejecerían nunca, cuales quiera que sean los cambios y las alternativas del porvenir. Nosotros, todos nosotros, nos volveremos viejos moriremos y entraremos en el anonimato y a ellos, en cambio, los años no los condenarán”.44
42
QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Op. cit. Pág. 52. SANTOS MENDOZA, Arturo. Op. cit. Págs. 86-87. 44 BASADRE, Jorge. Historia de la República del Perú. T.VI. 7ma. ed. Lima: Editorial Universitaria, 1985. 43
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Después del asalto del Morro de Arica, los chilenos, procuraron lograr la rendición casi inmediata del Perú, y se encaminaron a buscar la paz por separado con los aliados, pero al ver truncado sus planes continuaron con su plan de invasión y sobre todo planearon tomar la capital del Perú, donde se encontraba Piérola como gobernante del Perú. Por otro lado, en la capital se preparó la defensa de la ciudad desde fines de 1879 hasta mediados de1880, después de éste último se descuidó un poco. Mientras tanto, Chile, después de haber realizado expediciones a cargo del sanguinario Patricio Lynch hacia el norte, decidió asaltar la defensa de la ciudad de Lima. 2.3.─ Arequipa y Arequipeños de las Batallas de San Juan y Miraflores (1881). Basadre afirma que dicho asalto a esta línea defensiva (San Juan), tuvo lugar el 13 de enero de 1881, y empezó a las cuatro y media de la mañana.45 En la batalla de San Juan, Arequipa, está representada básicamente por el batallón Paucarpata N°19. Narrando la participación de este cuerpo Basadre presenta el siguiente parágrafo: “y el Paucarpata N° 19 que no pudo llegar al sitio designado, entró en la lucha desventajosamente desde la pampa del Gramadal muriendo su primer jefe el coronel José Gabriel Chariarse,…”.46 Milla Batres sostiene sobre Chariarse que “fue aniquilado por la tropa enemiga; certificó su muerte el general Isaac Recavarren, aunque su cadáver no fue encontrado”.47 Además, la presencia de los arequipeños en gran parte está representada por la presencia del batallón Zepita 45
Ibíd. Pág. 230. Ibíd. Pág. 231. 47 DICCIONARIO HISTÓRICO BIOGRÁFICO DEL PERÚ: SIGLOS XV – XX. Tomo III. 2da ed. Lima: Editorial Milla Batres, 1986. Pág. 121. 46
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N° 29 en la defensa del Morro Solar. Basadre asevera al respecto: “al mando del coronel Isaac Recavarren… entró el batallón Zepita N° 29 por la calle Lima, y peleó con decisión hasta quedar casi destruido”.48 Después de la victoria que obtuvieron los chilenos en San Juan e incendiar Chorrillos y Barranco, se empeñan a romper la segunda línea de defensa, la de Miraflores que se da el 15 de enero después de las 2:30 pm.; también, en esta batalla están los arequipeños presentes representados por el batallón “Paucarpata N° 19” la resistencia duró hasta pasada las 6.00 pm. Pedro Silva en su parte oficial destaca la participación responsable de la tropa comandada por Iglesias y Recavarren. Tanto en la batalla de San Juan y también en Miraflores. Es pertinente mencionar la presencia y participación de los arequipeños, tanto de San Juan y Miraflores. Sólo hacemos mención de algunos nombres dejando para la posteridad, que puedan elaborarse biografías o microbiografías, para reivindicar la participación de héroes representativos en la infausta guerra del guano y el salitre. He aquí algunos nombres: Diego Masías y Llosa combatió en San Juan y Miraflores con el grado de coronel. Ramón Vargas Machuca combatió en las batallas de San Juan, defendió Chorrillos y asimismo participó en Miraflores. El profesor Santos Mendoza, al referirse a este valiente arequipeño, asevera: “Combatió… en las batallas de San Juan, defendió la villa de Chorrillos y en la de Miraflores en la que cayó mortalmente herido como los generales Silva y Segura, este último de la casta camaneja”. 49 Diego Goyzueta Espinoza, participó como combatiente en la batalla de Miraflores. Félix Olcay, tuvo también participación en la 48 49
BASADRE, Jorge. Op. cit. Pág. 232. SANTOS MENDOZA, Arturo. Op. cit. Págs.109-110.
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batalla de Miraflores. También tenemos la participación de Manuel Federico Eusebio Abril y Llosa, cuya presencia se observa en las batallas de San Juan y Miraflores, donde entregó su vida. Ezequiel de Piérola que participó en la batalla de San Juan. Asimismo, se hace necesario mencionar a Mariano Portocarrero (nacido en Condesuyos) y, Daniel Portocarrero (natural de la Unión);50 entre otros. Carlos Paz-Soldán, hijo de Mariano Felipe se desempeñó como “coronel Jefe de la sección de telégrafos del Estado Mayor General de los Ejércitos” 51 Este último tuvo capital participación en las batallas de San Juan, Chorrillos y Miraflores. Ocupada Lima sufrió persecución de parte de los chilenos pasando tiempos difíciles. Llegó ser participante de la asamblea que nombró, como Presidente Provisorio, al doctor, Francisco García Calderón. “Después de la desocupación del territorio peruano, una vez terminada la guerra con chile sufrió persecución de parte de gobierno de Iglesias”.52 Entre el 16 y 18 de enero de 1881 el ejército chileno ingresa a la ciudad de Lima, bajo el escudo de una buena cantidad de culíes (chinos) y prisioneros. El alcalde Torrico, se encargó de recibirlos, mientras tanto Piérola se interna en la Sierra Central, con el pretexto de continuar la resistencia. Lo acompañaron parte de su escolta y algunos soldados que habían huido de las batallas de San Juan y Miraflores. En Arequipa el 20 de abril de 1881, el abogado y docente de la Universidad de San Agustín Belisario Llosa y Rivero, con motivo de la apertura del año académico pronuncia un discurso, que en realidad es una especie de “autopsia” a la sociedad peruana y arequipeña, mostrando de 50
Ibíd. Págs. 110-111. PAZ-SOLDÁN, Juan Pedro. Diccionario Biográfico de Peruanos Contemporáneos. Lima: Librería e Imprenta Gil, 1917. Pág. 304. 52 Loc. cit. 51
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alguna manera a los responsables que habían conducido a la patria a dicha situación. Son líneas analíticas a la sociedad peruana en general y, no un discurso derrotista; como lo considera el doctor César Vásquez Bazán.53 Ocupada los puertos del Perú, y ahora la capital tomada, el país ingresaba a uno de los momentos más difíciles de su vida; mientras que, el enemigo controlaba toda la costa peruana y ocupaba las ciudades pegadas al mar. Realizaban incursiones hacia el interior mostrando su crueldad y salvajismo. A partir del mes de abril, quizá inmediatamente después de la caída de Lima, la guerra o mejor la resistencia se traslada a los andes peruanos donde tuvieron capital participación las milicias campesinas y montañesas; jornada conocida, como la Campaña de la Breña. 2.4.─ Arequipa en la Campaña de la Breña (1881-1883). 2.4.1.─ Algunas Palabras Antes. El mes de julio de 2009 tuvimos la oportunidad de viajar a la ciudad de Huancayo, y aprovechamos la visita hacia el histórico distrito de Pucará, junto con los estudiantes del Seminario Teológico Iglesia Evangélica Peruana, a la casa donde probablemente se hospedó, en varias oportunidades, el mariscal Cáceres y, donde estuvo reunido con sus altos mandos. Cuando llegamos al lugar, el guía, que pertenecía a la gran Legión Cáceres, me pregunta: ¿De dónde es usted?, le respondo de Arequipa. Inmediatamente él volvió a interrogarme: ¿Dónde estaban los arequipeños durante la 53
VASQUEZ BAZÁN, César. (2016). La Traición de Arequipa de la Guerra del Salitre. Págs. 122-125. Consulta: 21 de junio 2016 http://cavb.blogspot.pe/2014/01/arequipa-recibe-con-los-brazosabiertos.html
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campaña de la Breña?, ¿dónde se escondieron cuando tayta Cáceres pedía auxilio? De alguna manera, las interrogantes de aquel guía representan el pensamiento de varios peruanos que piensan que los arequipeños no han participado activamente en la Guerra con Chile, y peor aún, durante la “Campaña de la Breña”. También piensan que se han “corrido” o en todo caso han traicionado a la causa nacional. Definitivamente no fue así, y eso queremos aclarar de acuerdo a nuestras posibilidades. Los que somos de aquella región (Arequipa), sabemos que no fue así, y, además, existe una historiografía de mediana consideración al respecto. Más bien se conoce que los arequipeños estuvieron presentes durante todo el proceso de la guerra, y asimismo, en la “Campaña de la Breña”, incluso hasta después de la batalla de Huamachuco. Consigno las líneas siguientes acerca de la decisiva participación de tres arequipeños, que las páginas de la historia han registrado sobre su tesonera participación durante la “Campaña de la Breña”; y, además, me permito incluir el decisivo auxilio que prestó Arequipa al “Ejército del Centro”, especialmente durante el año de 1883. Para no extendernos más, sobre el asunto de la participación de Arequipa en la “Campaña de la Breña”, intentaremos demostrar la presencia de tres personajes arequipeños durante la misma, que obviamente son jefes y tras ellos hay que pensar que hay más arequipeños. 2.4.2.─ Isaac Recavarren. Nació en Arequipa, el 24 de agosto de 1834. Él tuvo su participación en varias guerras durante el siglo XIX; específicamente, durante la guerra con Chile, se puede mencionar que participó en la batalla de Pisagua el 2 de noviembre de 1879. En San Francisco (23 de noviembre de
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1879), en la batalla de Tarapacá el 27 de noviembre del mismo año. Enseguida lo vemos en la defensa de Lima, participó en el combate de San Juan el 13 de enero de 1881, donde fue apresado.54 Fue el formador, organizador y movilizador de llamado “Segundo Ejército del Sur”, asentado en Arequipa. Trabajo que realizó por orden del presidente de la república don Nicolás de Piérola, quien lo había comisionado para tal fin el 29 de marzo de 1880. Pero, lamentablemente no pudo cumplir de manera fructífera su labor, debido a que tuvo oposición y acusaciones de parte de las élites arequipeñas, y por manos del faccionalismo político reinante en Arequipa, fue puesto a prisión. En 1881, una vez que recobró su libertad, se puso al servicio del presidente García Calderón y, luego, del ejército de Cáceres, de esa manera su participación es continúa durante todo el proceso de “La Campaña de la Breña.” Una rápida revisión del epistolario del general Cáceres, que trata sobre la Breña, 55 muestra su decidida participación. Está demás decir que, tuvo capital participación en la Batalla de Huamachuco, como jefe del Destacamento del Norte, según se observa en el “Parte oficial peruano de la batalla de Huamachuco”, que diera a conocer Andrés Avelino Cáceres el 30 de julio de 1883.56 Salió herido del campo de batalla. Sigamos unas líneas que da a conocer el general Cáceres: “… y habiendo visto herido a los coroneles Recavarren, Borgoño, Vizcarra y Carrión y los sargentos mayores López 54
BASADRE, Jorge. Op. cit. Pág. 230. ALAYZA PAZ-SOLDÁN, Luís. La Breña 1883. T. III. Lima: Editorial ECOMA S.A., 1978. 56 CÁCERES, Andrés Avelino. Parte Oficial Peruano de la Batalla de Huamachuco. En: GUZMÁN PALOMINO, Luís. Cáceres y la Breña: Compendio Histórico y Colección Documental. Lima: Orden de la Legión Cáceres y Universidad Alas Peruanas, 200. Pág. 243. 55
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y Gómez sin saber de una manera positiva las demás pérdidas que haya habido”.57 La entrega y disposición de Isaac Recavarren, en defensa de la patria, es representativa. Ya que nuestro compromiso está ligado con la tarea de divulgar fuentes de difícil acceso en estas líneas nos permitimos transcribir una proclama del coronel arequipeño a menos de dos meses de la batalla de Huamachuco. He aquí el texto completo emitido en la ciudad de Huaraz: “PROCLAMA EL COMANDANTE EN JEFE DEL EJÉRCITO EXPEDICIONARIO, A LOS PUEBLOS DEL NORTE. Conciudadanos: Llegó al fin la deseada hora de la prueba i del sacrificio: el enemigo avanza, i, a medida que acorta la distancia, el corazón apresura sus latidos impulsos de la vehemencia i de la alegría de probar al país los altos quilates de su vigor i su patriotismo. Desgraciadamente nos atormenta la ignominia que la historia lanzará sobre algunos de nuestros compatriotas. El desventurado Iglesias ha hecho resonar nuevamente la afrentosa campana del escándalo; i, llamando en su ausilio [sic] a los enemigos de nuestro honor i de nuestra independencia, pretende aniquilar el ejército de mi mando, que no tiene otra consigna que la libertad de la patria a costa de su martirio. ¡Sea! Nos encontraremos, ya que así lo quiere ese desgraciado, i nos encontraremos, os lo juro, cualquiera que sea el número de sus fuerzas i de sus ventajas; nuestra resolución está tomada: lucharemos en la proporción de uno contra cuatro i caeremos aniquilados, pero con gloria. Levantaos, pues, nobles hijos de Ancash; probemos a nuestros enemigos que el espíritu público retemplado por el infortunio, sabe sacar vigor de su propia desventura; i que si la fortuna no se ha cansado de asediarnos, sepan una vez por todas que estamos resueltos a marchar contentos al martirio, i que al entrar victoriosa a nuestras ciudades sus mutiladas legiones [sic], sólo tendrán por testigos de su triunfo los sangrientos escombros de nuestros campos i los humeantes i ennegrecidos restos de nuestros lares. Vuestro hermano 57
Ibíd.
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ISAAC RECAVARREN 58 Huaraz, mayo 17 de 1883”.
2.4.3.─ Juan Antonio Portugal Prieto. Juan Antonio Portugal, nació el año de 1855 en Arequipa-Yumina. Acompañó a Cáceres durante la Campaña de la Breña, cumpliendo su función de ayudante cercano de Cáceres, participando en las batallas de Pucará, Marcavalle y Concepción durante el año de 1882. Tuvo capital participación en la batalla de Huamachuco, el 10 de julio de 1883, y logró la retirada del campo de batalla. Pero lamentablemente este arequipeño fue capturado en las alturas de Huamachuco, y conducido a la ciudad, donde se encontraba Gorostiaga. Allí fue tratado como montonero y no como capitán de artillería a la que pertenecía. Con consentimiento de Gorostiaga, fue fusilado de rodillas, por cuatro soldados chilenos que recibieron la orden de disparo de parte del Capitán Isidoro Palacios.59 Sus restos mortales fueron sepultados en Huamachuco, junto con otros cuerpos de soldados caídos en la desigual batalla, entre ellos, el coronel huanuqueño Leoncio Prado, que fue tratado también como montonero y
58
RECAVARREN, Isaac. Proclama: A los Pueblos del Norte. En: AHUMADA MORENO, Pascual. Guerra del Pacífico: Recopilación Completa de Todos los Documentos Oficiales, Correspondencias i demás Publicaciones Referentes a la Guerra que ha Dado a Luz la Prensa de Chile, Perú i Bolivia Conteniendo Documentos Inéditos de Importancia. Tomo VIII. Valparaiso: Imprenta y Lib. Americana de Federico T. Lathrop, 1890. Págs. 207-208. 59 HUANCA MAYHUA, Juan. Los Inmortales de Sabandía en la Guerra con Chile: Los Hermanos Portugal Prieto. Arequipa-Sabandía: spi., 2007. Pág. 15.
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no como coronel de un ejército regular como hemos hecho mención en un artículo publicado el mes de julio.60 La viuda de Juan Antonio Portugal, según los datos que proporciona Carlos Milla Batres, gestionó ante el estado el derecho de Montepío, que en 1908, logró que le otorguen la suma de 300 libras.61 2.4.4.─ José Florentino Portugal Prieto. Es hermano de Juan Antonio, nacido en ArequipaYumina, el 14 de marzo de 1849. Fue integrante de la ayudantina (secretario particular) del héroe de La Breña, que lo acompañó en las correrías en la sierra del Perú, tuvo su participación en “Sangrar, Pucará, Concepción, Marcavalle y Huamachuco”.62 Dice el general Cáceres al referirse a la participación de este valiente arequipeño: “Parte de la caballería enemiga apareció entonces, cortando la retirada a nuestra artillería y nuestros soldados corriendo en todas direcciones sin que mi empeño y el de mi secretario, teniente coronel Florencio Portugal, que fue unos de los últimos en salir del campo, lograran hacerlos concentrar en nuestras antiguas posiciones”.63 Después de la hecatombe del 10 de julio, en la ciudad de Huamachuco, logró la retirada junto con Cáceres llegando hasta Andahuaylas y después volvió a Huancayo. Sitio en donde se trata de rearmar el Ejército de la Resistencia. En 60
QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Leoncio Prado fue Vilmente Asesinado en Huamachuco. En: “Hoy Regional”. Huánuco, 17 de julio de 2010. Pág. 8. 61 DICCIONARIO HISTÓRICO BIOGRÁFICO DEL PERÚ SIGLOS XV-XX. Op. cit. Pág. 269. En: HUANCA MAYHUA, Juan. Op. cit. Pág. 16. 62 HUANCA MAYHUA, Juan. Op. cit. Pág. 17. 63 CÁCERES, Andrés Avelino. Parte Oficial Peruano de la Batalla de Huamachuco. En: GUZMÁN PALOMINO, Luís. Op. cit. Pág. 242.
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aquel momento, es cuando llega la noticia que ya se había firmado el tratado de paz o tratado de Ancón el 10 de octubre de 1883, de esa manera quedaba consumada la paz implorada de rodillas, como lo llamó Cáceres. A partir de 1884 se inicia la guerra civil entre Cáceres e Iglesias, dándose varios encuentros, en esas circunstancias, el 25 de mayo de 1885, en las cercanías de Huancayo en un enfrentamiento “Florentino Portugal recibió heridas de suma gravedad” y tras una penosa agonía deja de existir el 21 de junio del mismo año. Según la afirmación del investigador Juan Huanca Mayhua al momento de su deceso “ostentaba el grado de Coronel de Caballería”.64 Se hace necesario hacer explícito la opinión y recomendación, que hiciera el general Cáceres, respecto a la participación del coronel arequipeño Portugal. La cita a la letra dicta: “El recomendar a la consideración del supremo gobierno el digno comportamiento de todos los jefes y oficiales del ejército, debo hacer especial mención del jefe de estado mayor coronel Manuel Tafur que, sobreponiéndose a su avanzada edad, ha hecho con rigor toda la campaña y tomó a su mando una fuerza para entrar bizarramente a la pelea; de mi secretario privado, teniente coronel F. Portugal que en toda la campaña del Centro ha prestado importantes servicios; los secretarios de la jefatura doctor don Pedro M. Rodríguez, Daniel de los Heros y L. La Fuente; del coronel y teniente coronel de ingenieros Teobaldo Elespuru y…”.65
64 65
Ibíd. Pág. 17. Ibíd. Pág. 243.
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2.4.5.─ Arequipa y el Gobierno del Contralmirante Montero y su Apoyo al Ejército del Centro. Un trabajo de reciente publicación refiere que una de las primeras remisiones de armas desde Arequipa por el Vice-Presidente del Perú en apoyo de las tropas del General Cáceres data del mes de noviembre de 1882. Según el autor, hace referencia que el 19 de noviembre, el comisario del distrito de Santa Rosa daba a conocer al Prefecto de Puno, que por ahí marchaban los conductores de armamento para el auxilio del “Ejército del Centro”. El documento a la letra se lee: “Coronel D. José J. Alvarado – Capitán Morales Bermúdez marchan conduciendo el armamento para el Ejército del Sr. Gral. D. Andrés A. Cáceres. Teniente Coronel D. Ángel Rodríguez Ramírez – Subteniente D. Manuel García, y ciudadanos D. Emilio Uvalde, Don Antonio Miranda de Arequipa (Archivo Regional de Puno)”.66 Asimismo, es importante recordar el aporte del historiador Daniel Parodi Revoredo que da a conocer que en el año de 1883 se realizaron “tres expediciones de armas que se dirigieron desde Arequipa a los departamentos del Centro para robustecer las fuerzas de Cáceres”. 67 Siguiendo las líneas del mismo autor podemos mencionar, de manera resumida, que la primera remisión de contingente bélico llegó al cuartel general de Tarma en marzo de 1883. El segundo, llegó a Ayacucho a fines de junio. Y el tercero,
66
NÚÑEZ MENDIGURI, Mario. Puno en la Guerra con Chile. Puno: Unidad de Publicaciones UNA, 2012. Pág. 256. 67 PARODI REVOREDO, Daniel. La Laguna de los Villanos: Bolivia, Arequipa y Lizardo Montero en la Guerra del Pacífico (1881-1883). Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2001. Págs. 95-96.
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partió con destino al Ejército del Centro a fines de agosto, que debió llegar a su destino al mes siguiente.68 Arequipa, aparte de sostener al gobierno del Perú en su suelo, prestó su apoyo decidido al “Ejército del Centro” como bien explica el historiador Parodi, sustentado en fuente primaria fundamental recabada de las correspondencias de Montero y otros que pesquisó en la Sala de Investigaciones de la Biblioteca Nacional. Sigamos de manera textual las afirmaciones de dicho investigador: “Lo que podemos afirmar; en base a las fuentes que hemos consultado, es que el gobierno de Arequipa reforzó al Ejercito del Centro: El primer envío, que el mismo Cáceres menciona, corresponde a la expedición de marzo de 1883; el segundo debió llegar en julio y el tercero los primeros días del mes de setiembre de ese año”.69 Con estas breves menciones se explica de manera clara y objetiva, que los arequipeños tuvieron su capital participación en la campaña de la resistencia encabezada por el general Andrés Avelino Cáceres, y no se debe olvidar que un cañón se fabrica en Arequipa por el ilustre Manuel Morales Alpaca, quien estuvo presente en Huamachuco.
68 69
Ibíd. Págs. 96-99. Ibíd. Pág. 100.
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III.
LA PARTICIPACIÓN NO MILITAR DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE.
3.1.─ Palabras previas. Una vez declarada la guerra de parte de Chile al Perú, el 5 de abril de 1879, se conmovió el alma colectiva, a decir de Juan Guillermo Carpio Muñoz y este pueblo puso “al tope su peruanismo y entregándose a las tareas de defensa de la patria”.70 Concordamos plenamente con Carpio Muñoz, que la proposición de que la participación de Arequipa en la Guerra del Guano y el Salitre no hay que reducirlo “a los arequipeños que tomaron las armas para defender su patria”. 71 Es pertinente destacar las mil maneras, que se ingenió el pueblo arequipeño, para defender la patria; al respecto Carpio Muñoz asevera: “los comerciantes donaban dinero, frazadas, telas, las mujeres recolectaban vendas e hilos, confeccionaban uniformes y calzones para las tropas; los artesanos hacían zapatos, monturas arneses para las cabalgaduras; los catedráticos, profesores, obreros del ferrocarril y hasta los tipógrafos del diario la Bolsa donaron porcentajes respetables de sus sueldos; los chacareros contribuían con maíz, trigo, papas para la tropa, forraje 70
CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Arequipa en la Guerra con Chile. En: ESCUDERO RAMOS, Carlos; y otros. Arequipa en la Guerra con Chile. Lima: Editorial y Productor Grafica. “Nuevo Mundo”, 1991. Pág. 75. 71 Ibíd. Pág. 76.
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para las cabalgaduras, etc. Y todas estas acciones patrióticas en medio de una crisis pavorosa”.72 La cita anterior, nos presenta un panorama bastante amplio de las acciones patrióticas que el pueblo arequipeño emprendió desde el inicio de la guerra hasta la desocupación definitiva del Perú de parte del ejército invasor chileno (16 de agosto de 1884). En esta parte del presente ensayo nos permitimos ampliar la participación de instituciones, organizaciones y personalidades que han sido valoradas de manera limitada. 3.2.─ Participación del clero arequipeño en la guerra con Chile. Una revisión rápida de la documentación existente en el Archivo Arzobispal de Arequipa (AAA), en especial, los libros de actas capitulares y correspondencias del Cabildo Eclesiástico, muestran la participación permanente del clero arequipeño en defensa de la patria. Carlos Escudero Ramos en un trabajo documentado ha demostrado dicha participación.73 En dicho trabajo, entre otros asuntos, trata la participación del Deán Juan Gualberto Valdivia (que ha merecido un trabajo por separado de nuestra parte),74 donde se ha explicitado la presencia y participación del Deán durante todo el proceso de la guerra (1879-1884). Escudero Ramos menciona que de Arequipa salieron sacerdotes para cubrir las vacantes que se producía por 72
Loc. cit. Pág. 76. ESCUDERO RAMOS, Carlos. La Iglesia y el Clero de Arequipa en la Guerra del Pacifico. En. CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo y otros. Arequipa en la Guerra con Chile. Lima: Editorial y Productora Grafica. “Nuevo Mundo”, 1991. Págs. 95-169. 74 QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Valdivia y la Guerra y con Chile. ponencia presentada al III Simposio Nacional de Estudiantes de Historia. Arequipa, noviembre de 1996. 73
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renuncia de varios de ellos en plena guerra. Sigamos una cita que nos presenta: “para el Cusco, por renuncia del Sr. Dr. José Tordoya, el Dr. Julián Cáceres, antiguo párroco de Socabaya. Para Puno, por el fallecimiento del Dr. Pr. Juan E. Seminario: el Dr. José María Carpenter, cura del Sagrario. Para Trujillo, por la muerte del Dr. Juan José Polo, el Dr. Lorenzo Arróspide, cura de Caima”.75 Los sacerdotes, que fueron designados a los distintos obispados, alentaron desde varios espacios, especialmente desde el púlpito. Además, de los mencionados clérigos hace notar el compromiso serio que asumieron en defensa de la patria el canónigo Dr. Mariano Lorenzo Bedoya, el Dr. Nicanor Porcel este último se desempeñó como capellán nombrado del batallón de reserva N°1. Asimismo, hace mención al Dr. Mariano Federico Otamendi, del Dr. Aribal Palma entre otros que tuvieron capital participación durante la guerra con Chile. Escudero Ramos asevera: “Fueron estos sacerdotes quienes a través de sus escritos como de sus arengas, hicieron honor a las traiciones y herencia legada por quienes otrora, premunidas del orden sagrado, con la espada y con la pluma o con su cálido verbo, echaron las sólidas bases de la auténtica peruanidad y de la fe nacional”.76 Como se ha mencionado, el personaje más representativo de la participación del clero arequipeño recae en la figura y personalidad del Deán Valdivia. Este hijo de la tierra del Misti, un mes antes de la declaratoria de la guerra se pronuncia por un “no” rotundo a la guerra. Escudero rescata las palabras del Deán quien advirtió en los términos 75 76
ESCUDERO RAMOS, Carlos. Op. cit. Pág. 118. Loc. cit.
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siguientes: “el Perú será la víctima, aun en el caso de una victoria…”.77 Fiel a su labor el Deán Valdivia opta por la paz y manifiesta su juicio sobre los resultados negativos de la guerra. Aunque se venciere al enemigo. El Deán, como se ha dicho, realiza una previsión de los hechos recomendando procurar la paz y, hace un llamado a mantener la serenidad para enfrentar los hechos. 78 Allí observamos la responsabilidad y el compromiso del Deán Valdivia frente a una realidad beligerante que trata de poner la serenidad, especialmente al saber de las agitaciones que otros medios de comunicación incitaban al gobierno entrar a la guerra. En su labor participativa en atención a la guerra con Chile, el 19 de abril de 1879, el Deán Valdivia preside la sesión extraordinaria para tratar el asunto sobre la guerra con Chile. En dicha sesión el Cabildo Eclesiástico acordó por unanimidad: “1° Ofrecer al supremo gobierno sus servicios sacerdotales para que lo utilicen, según lo crean conveniente. 2° Ceder la cuarta parte de la renta de cada uno de sus capitulares desde el presente mes, y por todo el tiempo que dure la guerra. 3° Hacer rogativas públicas en la iglesia catedral…”.79
77
VALDIVIA, Juan Gualberto. En: ESCUDERO RAMOS. La Iglesia y el Clero de Arequipa en la Guerra del Pacifico. En: CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Op. cit. Pág. 119. 78 QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Gobierno Provisional… Op. cit. Pág. 56. 79 ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Actas Capitulares. Arequipa, 19 de abril de 1879. ff. 167-169.
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La cita consignada claramente prueba el compromiso responsable y activo que asume el clero arequipeño encabezado por el Deán Valdivia. Además de ello el clero poseía una explicación de la causa de la guerra, a través de su Deán declaraba que dicha situación que el Perú enfrentaba era consecuencia de los pecados. Por ello el 14 de junio de 1879. El Deán hacia conocer a través de circulares a los sacerdotes de los conventos y capellanes de monasterio y curas de parroquias a fin de que realicen juntamente con sus feligreses penitencias, confesión de pecados y oraciones respectivas en sus congregaciones.80 La presencia del clero arequipeño en la guerra con Chile, también está en la tarea de formación de “ambulancias” que tienen que manchar a los campos de la batalla de plena campaña marítima, esto se observa, cuando se nombra como Capellán de la Ambulancia al presbítero D. Francisco Tirado el 1 de agosto de 1879. Según aparecen en las actas capitulares del Cabildo Eclesiástico arequipeño. Asimismo, se observa el 12 de agosto de 1879, cuando al chantre José Domingo Pérez se le da licencia para que pueda servir en el “Hospital Ambulancia” que venía operando en los campos de batalla, a fin de que pueda prestar servicios “… por todo el tiempo que dure la actual guerra…” dicta el documento. Además, el mismo da conocer que era por el momento para servir en el departamento de Tarapacá. Cuando el monitor “Huáscar” junto con su comandante Miguel Grau, más 18 tripulantes y varios fogoneros dentro de ellos dos Cayllominos Mariano Vilcahuamán y otro apellidado Pañiura (Panibra) (ambos del pueblo de Callalli) sucumben en la punta de Angamos el 8 de octubre de 1879. Las noticias a Arequipa llegan varios días después. En esta ciudad, como en otros pueblos del Perú, 80
ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Correspondencias. Arequipa, 14 de junio de 1879.
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se levantan erogaciones especiales para adquirir un nuevo blindado para remplazar al escudo del Perú que por cerca de seis meses no había permitido poner sus plantas en territorio, como bien menciona el historiador venezolano Jacinto López he aquí sus expresiones cuando narra la valentía y pericia del “Huáscar” y el almirante Grau. He aquí lo que la cita dicta: “Con este buque y en estas condiciones, Grau hizo la campaña naval en la Guerra del Pacifico, retardando el solo mientras duró esta campaña la invasión de su patria por las hordas de la conquista… la portentosa nave peruana que burló y humilló cien veces a la flamante escuadra enemiga, imponderablemente superior en cañones, en corazas, en artilleros, en fuerzas veteranas, en elementos de toda clase, en poder combatiente. El Huáscar es la maravilla de esta guerra. Sin él en realidad no había habido campaña naval. La guerra en el mar terminó cuando el sucumbió… la historia de la guerra naval, que comienza con el bloqueo de Iquique y concluye en Angamos, los dos acontecimientos decisivos y culminantes de la campaña, la llenan en suma las hazañas de Grau y las torpezas, maldades y crueldades de Williams Rebolledo, el jefe de la escuadra chilena”.81 En la erogación para adquirir un nuevo blindado que pueda reemplazar al monitor “Huáscar” participan niños, mujeres, ancianos y toda la sociedad arequipeña, quienes hacen entrega de dinero, joyas y otros recursos. 81
LÓPEZ, Jacinto. Historia de la Guerra del Guano y el Salitre o Guerra del Pacifico entre Chile, Bolivia y el Perú. Lima: Ediciones Documento, 1979. Págs. 314-315.
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El clero arequipeño realiza los funerales de los caídos de 8 de octubre en la punta Angamos, el sábado 18 de octubre de 1879. Donde se realiza un gasto de 649 soles billetes.82 Este acto caló en el profundo sentimiento de los presentes. María Nieves Bustamante pinta con palabras casi exactas aquellos momentos dolorosos en los siguientes términos: “El silencio del templo fue turbado por mal comprimidos sollozos. El venerable Deán saco el pañuelo i lloro. Lo mismo hicieron los hombres y las mujeres, los niños y los ancianos, los militares, y los sacerdotes. Los diplomáticos y las colonias extranjeras…”.83 También el periódico arequipeño “El Eco del Misti” brindó noticias acerca de los actos fúnebres, mostrando los profundos sentimientos del Deán y del Clero arequipeño.84 En 1880 el Deán y el cabildo eclesiástico manifestaban lo siguiente: “que no era posible dejar de hacer un sacrificio para proteger a la Madre Patria en las angustiosas circunstancias que la ha colocado la guerra provocada por la república de Chile…”.85 La cita muestra que el Cabildo Eclesiástico está decididamente dispuesto para seguir aportando con todo lo que se pueda, aun poniendo como empréstito voluntario “el anillo pectoral y cadena”,86 que pertenecía al Sor. Herrera y otras joyas preciosas que 82
ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Actas Capitulares. Libro N°9. Sesión del 24 de octubre de 1879. 83 NIEVES BUSTAMANTE, María. Noticias de Arequipa. En: “Texao” N° 9, 1981. Pág. 24. 84 “EL ECO DEL MISTI” Arequipa 18 de octubre de 1879. Pág. 2. 85 ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Actas Capitulares. Libro N°9. Sesión del 3 de agosto de 1880. f. 40. 86 ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Actas Capitulares. Libro N°9. Sesión del 13 de agosto de 1880. f. 41.
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pertenecían al clero arequipeño. Las chacras que poseía el clero para alquilar o que estaban en alquiler sirvieron como sustento para la alimentación de las bestias que se juntaban para ser enviados al campo de batalla.87 Los chilenos al ver el apoyo patriótico que brindaba el clero arequipeño, atentaron contra varios de sus templos. Llegaron a profanar por ejemplo del templo de Ilo, donde el capellán chileno se apropió de los enseres que se guardaba en dicho recinto religioso.88 Asimismo, hay que rescatar el patriotismo del clero en sus reflexiones, como se aprecia en las páginas de “La Bolsa” de Arequipa, publicada el día 13 de enero de 1881, que bajo el epígrafe “La guerra de Chile contra la alianza Perú - boliviana” Juan Gualberto Valdivia hace una denuncia de los atropellos que cometió el ejército chileno, especialmente profanando templos. Finaliza su artículo el venerable Deán de la Catedral de Arequipa dando aliento y esperanza en Dios que conducirá al Perú hacia el triunfo. 89 El diez de junio de 1881 en plena Campaña de la Breña el Deán Valdivia en una correspondencia dirigida al obispo de Arequipa Dr. D. Juan Ambrosio Huerta anima a que se siga haciendo rogativas a favor del triunfo peruano y en donde Arequipa jugaría un rol muy importante a favor de la república.90 El Clero arequipeño representado en la voz profética de su Deán, no dejó de denunciar al enterarse las atrocidades 87
ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Actas Capitulares. Libro N°9. Sesión del 27 de agosto de 1880. f. 42. 88 ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Correspondencias. Mollendo, 6 de setiembre del 1880. 89 QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Valdivia y la Guerra con Chile. Op. cit. Págs.16-17. 90 VALDIVIA, Juan Gualberto. Oficio al Obispo de Arequipa. En: “La Bolsa” Arequipa 14 de junio de 1881. Pág. 1.
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que cometía el ejército chileno en la capital, el norte y centro del Perú con las famosas incursiones hacia el interior como lo ocurrido con Ambrosio Letelier quien fue al centro del Perú a saquear y cometer actos de barbarie y robo para sus propias rentas, en Junín, Cerro de Pasco y Huánuco como se le ha dado a conocer en las fuentes compiladas por Pascual Ahumada Moreno. Para tener idea más cercana de la denuncia del clero arequipeño presentada por la voz de su Deán, sigamos lo que la cita dicta textualmente: “Con mis sollozos y lágrimas emanadas del corazón… [Pido] a mis amados sostengan cuanto les sea posible el honor de nuestra pobre patria desgraciada República del Perú hollada por el enemigo que no han respetado las leyes de la guerra, ni los fueros de la humanidad”.91 Dejamos constancia que para el año de 1881 el Cabildo Eclesiástico enfrentó una crisis económica tan fuerte que los miembros del clero regular se quedaron sin su haber, según muestra la documentación existente en el Archivo Arzobispal de la ciudad de Arequipa. Esta crisis acompañó al Cabildo Eclesiástico hasta el año entrante, asunto que se aprecia en la correspondencia que hace llegar la Prefectura. He aquí la cita textual: “He ordenado que por la Caja Fiscal del departamento según permitan las circunstancias se proporcione una buena cuenta al referido Cabildo Eclesiástico C.N. Carrillo”.92 El 31 de agosto llega a Arequipa el contralmirante Lizardo Montero, instalando su gobierno y haciendo de la VALDIVIA, Juan Gualberto. Gratitud. En: “La Bolsa” Arequipa 16 de julio. Pág.1. 92 ARCHIVO ARZOBISPAL DE AREQUIPA. Correspondencia. Arequipa 3 de mayo de 1882. 91
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Ciudad Blanca la capital del Perú. El clero arequipeño durante este año hace notar su preocupación a través de la pluma del Deán Valdivia, donde explica los sucesos que está ocurriendo en el centro del país. Allí justifica la participación del clero de la campaña de la Breña como fue desarrollado por el Monseñor Manuel Teodoro del Valle que llegó mostrarse como el acérrimo defensor de la patria, sufriendo abusos y persecución de parte de la tropa chilena como se ha demostrado en un breve artículo.93 El clero arequipeño, a través de la voz de Juan Gualberto Valdivia justificó la participación del clero peruano en dicha contienda bélica, he aquí lo que dicta la cita: “4; pero si la guerra es justa y defensiva, para defender la patria, contra un injusto agresor. No se incurre en irregularidad”.94 Otro sacerdote arequipeño que la mostrado su capital participación durante la campaña de la Breña es el Monseñor Pedro José Tordoya. Nacido en Caraveli (Arequipa) un 31 de julio de 1813, quien “Presidió el Comité Patriótico que se impuso la riesgosa tarea de reunir en Lima, armas y municiones para el Ejército del Centro… actuaron con pseudónimos. Al Monseñor Tordoya se le conocía con el nombre de Sócrates”. 95 Acertadamente Riveros Taco sustentado en fuentes coetáneas ha sostenido que “La Iglesia de Arequipa, representada por los conventos de monjas y 93
QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Monseñor Del Valle: Obispo Patriota Durante la Infausta Guerra con Chile (1879-1834). En: “Regional” Huánuco, 27 de junio Pág. 8. QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Op. cit. 30 de junio Pág. 10. QUISPE QUISPE, Cipriano Lucio. Op. cit. 1 de julio Pág. 8. 94 VALDIVIA, Juan Gualberto. Irregularidad. En: “La Bolsa”, Arequipa 18 de setiembre de 1882. Pág. 1. 95 COMISION PERMANENTE DE HISTORIA DEL EJÉRCITO DEL PERÚ. Los Héroes de la Breña. Tomo I. Lima: Ministerio de Guerra, 1982. Pág. 146.
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sacerdotes entrega donaciones en dinero y especies a las comisiones recaudadoras”.96 Así se puede apreciar de como el clero arequipeño tuvo su activa participación durante todo el proceso de la guerra. Aportando, organizando, animando y denunciando como se comprueba en la documentación existente especialmente en los repositorios del Archivo Arzobispal de Arequipa (AAA) y los diarios arequipeños como “La Bolsa” y “El Eco del Misti”. 3.3.─ La Participación de la Sociedad de Artesanos. El 2 de julio de 1879 la juventud paternal de artesanos de Arequipa representada por don Mariano Villalobos contestaba al alcalde de la Municipalidad de Arequipa en los siguientes términos: “tengo el honor de contestar el apacible oficio de US. Fecha 16 del ppdo. y me cabe la satisfacción de ofrecer para el Empréstito Nacional la cantidad que exista en caja”.97 La sociedad de artesanos de Arequipa estaba compuesta por varios gremios. A continuación, se presenta la participación de los distintos gremios que aportaron al erario nacional para el sustento de la guerra y así defender los intereses de la patria. En oficio del 3 de julio de 1879 dirigido al Señor Alcalde de la Honorable Municipalidad Provincial de 96
RIVEROS TACO, Guido. Walter. Crisis de Gobierno en Arequipa: El Debate y la Oposición Política al Interior de la Elite Local 1879-1883. Tesis para optar el título profesional de Licenciado en Historia. Arequipa, UNSA, 1997. Pág. 83. 97 ARCHIVO DE LA OFICINA DE TRÁMITE DOCUMENTARIO DE LA MUNICIPALIDAD DE AREQUIPA (ATDMA). SOCIEDAD FRATERNAL DE ARTESANOS. Oficio. Arequipa 2 de julio de 1879. En: QUISPE NIETO, Carlos Eduardo (compilador). Arequipa: Editorial UNSA, 2002. Pág. 20.
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Arequipa de parte de la Prefectura daba a conocer la cantidad que había aportado el gremio de plateros y ojalateros, en su parte medular de la documentación se lee: “Junto con su estimable oficio fechado el día de ayer, se ha recibido en este despacho, la suma de cincuenta soles con que se han suscrito al Empréstito Nacional, los artesanos del gremio de plateros y ojalateros d esta capital…”.98 En otro documento oficial de la Prefectura dirigida al Concejo Provincial del Cercado se da conocer el aporte que brindan los gremios de: armeros y cerrajeros a favor del Empréstito Nacional para la guerra en su parte medular se lee: “He pasado a la comisión departamental del Empréstito, remitiéndole los treinta y un soles con que se han suscrito los artesanos del gremio de armeros y cerrajeros de esta capital”.99 La Prefectura en otro oficio dirigido al alcalde provincial de Arequipa da a conocer el aporte para el Empréstito Nacional del gremio de zapateros de Arequipa, he aquí la parte central del documento que a la letra se lee: “Con su estimable nota de 27 del que rige se han recibido en este despacho los cuarenta soles con que los artesanos del gremio de zapateros se han suscrito al Empréstito Nacional”.100 En otra nota oficial que dirige la Prefectura al alcalde de Arequipa da a conocer lo siguiente: “He tenido la satisfacción de recibir el estimable oficio de Us. Del 14 de actual, en el que participa que la Sociedad de Artesanos de esta ciudad se ha suscrito al Empréstito Nacional, para los gastos de guerra, con la suma de cuatrocientos soles”.101 98
ATDMA. PREFECTURA DE AREQUIPA. Oficio. Arequipa 3 de julio de 1879. En: QUIROZ NIETO, Carlos Eduardo. Op. cit. Pág. 107. 99 Ibíd. Pág. 112. 100 Ibíd. Pág. 123. 101 Ibíd. Pág. 130.
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También la documentación consultada da cuenta del apoyo decidido que brindó el gremio de peluqueros de Arequipa. Dicho documento a la letra dicta: “El estimable oficio de Us. Fechado en 11 de los corrientes los he pasado al Presidente de la Comisión Departamental del Empréstito Nacional junto con la suma de cincuenta y dos soles cincuenta centavos con que se ha suscrito el gremio de peluqueros al empréstito de 10 millones de soles…”.102 El 17 de octubre el señor prefecto Don Vidal García García le comunica al señor Alcalde Provincial que haga llegar los recibos provisionales tanto a los aportantes del pueblo de Tiabaya y también al gremio de peluqueros y talabarteros. He aquí la parte medular del documento oficial: “Sírvase Us. Poner los recibos provisionales adjuntos, en manos de los vecinos de Tiabaya y de los gremios de los peluqueros y talabarteros de esta capital que se han suscrito al Empréstito Nacional de diez millones de soles, a fin…”.103 Un documento revelador que muestra el valor, la entrega de la “Sociedad de Artesanos de Arequipa” para apoyar y sostener la guerra se puede percibir al leer un oficio que el presidente de los artesanos le dirige al señor Alcalde de la Municipalidad Provincial de Arequipa en los siguientes términos: “La Sociedad de Artesanos que tengo el honor de presidir, deseosa de contribuir con algo más a la realización del empréstito de diez millones para los gastos de la guerra, y no pudiendo disponer de más dinero que el ofrecido en mi anterior nota, ha resuelto que sus miembros obsequien algún trabajo u obra de su
102 103
Ibíd. Pág. 176. Ibíd. Pág. 180.
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oficio, afín de que la producción sea destinado con aquel objeto”.104 La cita trascrita nos muestra el ánimo y deseo de colaborar más allá de sus posibilidades se observa que han brindado su apoyo más allá de sus posibilidades. Esa es una muestra más del valor y heroísmo del pueblo arequipeño en defensa de la patria. La Sociedad de Artesanos de Arequipa no solamente se inscribió para sostener el Empréstito Nacional, sino que al observar que las fuerzas de la Guardia Nacional y otros cuerpos salen a los campos de batalla dejando desguarnecida la ciudad, asumió junto con otras instituciones la noble tarea de formar cuerpos de gendarmería a fin de que puedan resguardar y poner orden dentro de la ciudad, formando la “Columna Vanguardia” como sostiene el historiador mistiano Riveros Taco.105 Es pertinente manifestar de acuerdo a la documentación que hemos presentado y comentado que el apoyo de la Sociedad de los Artesanos de Arequipa continuó por todo el periodo de la guerra.
104
ATDMA. SOCIEDAD DE ARTESANOS DE AREQUIPA. Op. cit. Pág. 378. 105 RIVEROS TACO, Guido Walter. Op. cit. Pág. 82.
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IV.
CONCLUSIONES
1. La Guerra del Guano y del Salitre (1879 – 1883) fue planificada con anterioridad y, con una clara intención de lograr su expansión hacia el norte; y, así apoderarse de las riquezas tanto de Bolivia y Perú. Propósito que logró a través de una guerra prolongado y sangrienta. 2. Queda, pues, explicitado de manera breve y sencilla la decisiva participación de Arequipa en la guerra con Chile de manera directa (participación militar); desde el momento de su declaratoria hasta el final. Su presencia en la Campaña del Sur está marcada por la presencia de cuerpos militares conformado por arequipeños. La muestra más clara es la presencia de los dos batallones mayor documentados “Guardias de Arequipa” y “Cazadores del Misti”, que estuvo conformado por arequipeños y avituallados con recursos de esta región. 3. Se ha resaltado nombres de arequipeños que dieron su vida no sólo en la Campaña del Sur, sino encontramos la presencia de los hijos del Misti en las contiendas de San Juan y Miraflores, como se ha hecho mención en el cuerpo del trabajo. 4. La presencia de Arequipa en la Campaña de la Breña está demostrada con la revaloración de la participación del arequipeño don Isaac Recavarren, y los hermanos Juan y José Portugal Prieto, que colaboraron decididamente en la Campaña de la
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Breña, según se puede comprobar en la documentación a la que se ha hecho referencia. Asimismo, Arequipa, durante los años 1882 y 1883 brindó su apoyo decidido al “Ejército del Centro”, como bien han demostrado los investigadores Núñez (2012) y Daniel Parodi Revoredo (2001). También asumió responsabilidades para sostener al gobierno Montero durante los años de 1882-1883. La participación de Arequipa en el ámbito no militar (participación indirecta) está demostrada por la participación del clero arequipeño, que brindó decidido apoyo desde la prédica, el ruego, acompañamiento como capellanes, desde el levantamiento de ambulancias y especialmente desde las reflexiones profundas que el Deán lo brindó asertivamente. Está demostrada la participación de Arequipa en esta nefasta guerra con el apoyo que brindaron los artesanos de Arequipa, con sus diversos gremios y mostrando su espíritu colaborador y desprendimiento hasta más allá de sus posibilidades, aun en medio de la crisis política y económica que atravesaba Arequipa y el Perú. Para valorar la presencia y participación de Arequipa en la guerra con Chile es necesario verlo en todo el proceso de la guerra y no reducirlo al mes de octubre de 1883 e inferir conclusiones parciales y sobre todo denigradoras que no son acorde con los hechos históricos.
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Segundo Puesto Mauricio Edilberto Núñez Fernández-Baca SEUDÓNIMO: CHASSEPOT
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Mauricio Edilberto Núñez Fernández-Baca. Nació en Arequipa, el 26 de octubre de 1988. Ex alumno del colegio De La Salle de Arequipa. Licenciado en Derecho por la Universidad Católica San Pablo, con estudios de posgrado en la Universidad Católica de Santa María en la Segunda Especialidad en Derecho Procesal Constitucional y Administrativo y Maestría en Derecho de la Empresa. Máster en Historia del Mundo Hispánico, las Independencias en el Mundo Iberoamericano, Título Propio de la Universidad Jaime I de Castellón de la Plana, España. Aunque abogado de profesión, en su tiempo libre se dedica a la investigación histórica independiente con especial interés en la historia arequipeña y peruana del siglo XIX.
E-MAIL: maunfb@gmail.com ─68─
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RESUMEN En las siguientes páginas se procura detallar la participación de la ciudad Arequipa en la conflagración iniciada en 1879, abordando el aporte humano de la ciudad, representado en los batallones de arequipeños enviados a combatir al sur y sus comandantes olvidados, los avatares políticos suscitados en el gobierno de la nación y sus nefastas consecuencias para Arequipa, la conformación del Ejército de Reserva, el gobierno de Arequipa presidido por el contralmirante Montero, su rol durante la campaña de la Breña, la expedición chilena contra la ciudad, su ocupación, las consecuencias de la misma y el fundamental aporte de Arequipa a la restauración del honor nacional.
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PARTICIPACIÓN DE LA CIUDAD DE AREQUIPA EN LA GUERRA DEL PACÍFICO
I.
CONTRIBUCIÓN DE LA CIUDAD DE AREQUIPA A LA CAMPAÑA DEL SUR.
1.1.─ Arequipa y la Declaratoria de Guerra. Al igual que en muchas ciudades y villas del Perú, las noticias de la declaratoria de guerra efectuada por Chile el 5 de abril de 1879, enardecieron a la opinión pública arequipeña y era que si en un comienzo la ocupación del litoral boliviano efectuada en febrero de ese mismo año por tropas chilenas desembarcadas en el puerto de Antofagasta había despertado las simpatías populares hacia la vecina república de Bolivia, condenando la que se consideraba una injusta agresión a una república hermana, ahora se trataba de defender el honor y la dignidad de la patria propia, por cuya causa en la corta vida republicana se habían gestado tantas revoluciones en Arequipa, en las cuales el pueblo arequipeño había ofrecido generosamente su sangre y caudales. Debe tenerse presente que, con el espacio humano y geográfico sobre el cual se había erigido en 1826 la originalmente llamada República de Bolívar, la ciudad de Arequipa mantenía hondas relaciones de tipo histórico, económico y cultural, pues, no sólo era el Alto Perú colonial
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el destino preferido de los aguardientes y vinos que se producían en los valles de Arequipa, de las manufacturas y, el resto de productos que ingresados por los puertos o provenientes de distintos puntos de la entonces Intendencia de Arequipa seguían su tránsito comercial hacia el altiplano alto peruano, contribuyendo a cimentar los lazos de cooperación y afinidad entre los pueblos. Volviendo al escenario arequipeño con motivo de la sorpresiva declaratoria de guerra efectuada por Chile a la que casi inmediatamente siguió el bloqueo de Iquique y la amenaza a los principales puertos del sur peruano, una de las primeras publicaciones del bien conocido Boletín de la Guerra del Pacífico, creado por el gobierno chileno para narrar a sus agentes, pueblo y soldados las noticias bélicas, da cuenta de los sucesos que tuvieron lugar en Arequipa en aquellos aciagos días, de una fuente anónima inmediata a los hechos el Boletín informa: “La ajitación fue aquí extraordinaria el día 7. Se supo el bloqueo de Iquique i se interpretó por bombardeo. Todas las campanas de la ciudad repicaban, las bandas de música recorrían las calles y el pueblo pedía armas. Se agruparon en la prefectura, i cuando se les negaron las armas, el furor contra Chile se volvió contra las autoridades. Pedían la cabeza del prefecto que decían los traicionaba. Una fuerza que debía salir para Mollendo temiendo la llegada de los buques chilenos fue detenida porque se llegó a temer un movimiento revolucionario en favor de Piérola. Hai 400 hombres de la guardia civil de Arequipa, veteranos por cierto. De guardias nacionales hai cinco batallones en las inscripciones; pero sin armas, pues no han mandado de Lima por miedo a la revolución que tiene siempre su foco en Arequipa. Se sabía positivamente, por el
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empresario del ferrocarril, que no había carbón sino para un mes. Se han atrasado cargamento que esperaban i el movimiento ha duplicado, pues el comercio saca toda su carga de la aduana de Mollendo i la traslada al interior. Al saberse el bloqueo de Iquique la autoridad empezó a sacar de Mollendo las mercaderías que quedaban trasladándolas al interior”.106 Como se ve, aunque la guerra tomaba completamente desprevenido al Perú, el entusiasmo del pueblo arequipeño era inmenso; sin embargo, como era de conocimiento de unos pocos entendidos, el estado de la defensa nacional no podía ser más deplorable, una larga historia de caudillismos y guerras civiles propios de repúblicas inestables y con instituciones débiles habían generado una desconfianza crónica del gobierno de turno frente a sus propios ciudadanos armados. La Guardia Nacional, era una milicia ciudadana que había sido solemnemente creada en los albores de la independencia como respaldo al Ejército de Línea para garantizar la soberanía e integridad territorial de la nación; profusamente reglamentada durante los sucesivos gobiernos republicanos, llamaba nominalmente a su filas a todos los ciudadanos varones de entre los 16 a los 50 años de edad, los que deberían organizarse según sus provincias de origen para recibir el entrenamiento respectivo que convirtiera a la guardia nacional en una fuerza eficaz, baluarte de las libertades públicas y la soberanía nacional. Según refiere el general Cáceres en sus Memorias,107 en 1879 el vasto territorio peruano mantenía en el papel una 106
MINISTERIO DE GUERRA DE CHILE. Boletín de la Guerra del Pacífico 1879-1881. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1979. Pág. 32. 107 CACERES, Andrés. (1976). Memorias de la Guerra del 79. Lima: Editorial Milla Batres. Pág. 14.
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guardia nacional de 60,000 hombres para ser llamados a filas en caso de necesidad, guardia cuya cifra, además de ser meramente simbólica e irreal, carecía de la más básica instrucción, basta decir que hacía más de cuatro años que ningún nacional había sido llamado para ejercicios ni recibido formación militar de algún tipo. El temor que la agitación e indignación popular pudiera encumbrar a un caudillo oportunista como Piérola, socavaba aún más esta situación precaria, haciendo que las pocas armas excedentes al ejército le fueran negadas al pueblo. Pese a estar la guerra ya declarada y la escuadra chilena frente a puertos peruanos, Arequipa fiel a su tradición combativa, anunciaba con repique de campanas y bandas militares improvisadas su voluntad de luchar. Pero, no importaba que en diciembre de 1874 se hubiera dispersando en las calles de Arequipa la última intentona de Nicolás de Piérola para tomar el poder, el cual derrotado y sin encontrar el apoyo popular que esperaba en la ciudad del Misti había huido de las fuerzas del gobierno maldiciendo a los arequipeños que decía él, lo habían engañado, según refiere en una de sus cartas el futuro presidente Manuel Candamo quien actuó como militar en la campaña.108 Como se ve, el gobierno de turno presidido por Prado, no estaba dispuesto a armar nuevos batallones sin asegurar antes su lealtad, ocasionando que las iras populares se volcaran al gobernador político de la ciudad instalado en el edificio prefectoral, históricamente el blanco predilecto de las balas revolucionarias arequipeñas.
108
PUENTE BRUNKE, José De La. El Perú desde la Intimidad. Epistolario de Manuel Candamo. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 2008. Pág. 91.
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1.2.─ El Prefecto Bezada y la División de Arequipa. No obstante, lo informado en el citado Boletín de la Guerra del Pacífico, en justicia al prefecto de aquel entonces, el coronel Alejandro Bezada109 hay que decir que tan pronto como las circunstancias, y seguramente la directivas políticas así se lo permitieron, organizó en Arequipa una división de gendarmes, guardias civiles y nacionales a los que agregó la gendarmería de la ciudad de Puno y a cuya cabeza se puso el mismo para marchar al puerto de Mollendo en el que el viernes 11 de abril de 1879, 110 tan sólo 6 días después de iniciarse formalmente las hostilidades, se embarcó con 1,000 hombres en el transporte “Chalaco” con destino al teatro de guerra que se preparaba en la provincia de Tarapacá, viaje por demás riesgoso toda vez que ya en aquel entonces la armada chilena recorría las costas peruanas virtualmente sin oposición al encontrarse los dos principales buques de guerra peruanos “Huáscar” e “Independencia” en reparaciones en la dársena del Callao. El prefecto Bezada había asumido el cargo en setiembre de 1878, esto es poco antes del estallido de la guerra, tras la renuncia presentada por el coronel Belisario Suarez, y es de suponer que era hombre de la absoluta confianza del presidente Mariano Ignacio Prado, pues al Consejo de Ministros bajo la presidencia del Jefe de Estado le correspondía efectuar tal nombramiento. Asimismo, cabe aquí, señalar la abnegada labor de la esposa111 del prefecto Bezada, la señora María Josefa Cornejo, quien tuvo a su 109
También llamado Josef Alejo Bezada (o Besada) según Santiago Martinez en su obra “Prefectos de Arequipa”. 110 COMISIÓN PARA ESCRIBIR LA HISTORIA MARÍTIMA DEL PERÚ. Historia Marítima del Perú. (s/f.). s/l. s/e. Pág. 456. 111 SANTOS MENDOZA, Arturo. Arequipa, Juicio a la Guerra del 79. Arequipa: Ecoval, 2003. Pág. 88.
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cargo la Sociedad de Señoras de la Caridad, institución encargada de hacer acopio de vendajes, víveres, hilos y compresas para ser remitidos al puerto de Mollendo, continuando posteriormente su labor humanitaria con las familias de refugiados provenientes de las provincias ocupadas de Tarapacá, Tacna y Arica a las que acogieron y auxiliaron merced de las donaciones efectuadas por el comercio de la ciudad y a los heridos que llegaban de los campos de batalla y que eran atendidos en la Escuela de la Compañía en la cual las señoras de Arequipa se turnaban para ofrecer sus cuidados.112 Respecto al estado de ánimos existente en Arequipa los primeros días de la guerra, la Memoria del Ministerio de Gobierno y Policía de 1879 señala “Las provincias de Camaná y Caylloma han proporcionado también un contingente no pequeño de voluntarios, que se ha enrolado gustosos en las filas. Como un efecto inmediato, derivado del entusiasmo de Arequipa, tuvo lugar la formación de la Guardia Nacional en todo el Departamento. Solo en esta ciudad se han organizado ocho batallones y tres columnas de infantería y en los distritos del Cercado ocho escuadrones de caballería, que hace tiempo trabajan cuotidianamente por su instrucción militar y disciplina al mando de jefes elegidos de entre la gente más distinguida de la población, que a sus dotes personales y aptitudes, reúnen gran actividad y contracción”.113 Aunque el número de batallones y escuadrones efectivamente movilizados dado el escaso número de recursos bélicos disponibles pueda ser considerado 112
CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Texao: Arequipa y Mostajo: La Historia de un Pueblo y de un Hombre. T. II. Arequipa: s/e., 1983. Pág. 41. 113 MINISTERIO DE GOBIERNO Y POLICIA. Memoria. Lima: Imprenta de El Comercio, 1879. Pág. 66
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exagerado, resulta evidente que el patriotismo de la ciudadanía arequipeña estuvo a la altura de las circunstancias, contribuyendo a inflamar el espíritu patriótico de la población las noticias del bombardeo de Mollendo efectuado por buques de la escuadra chilena el 17 de abril de 1879, fecha en que botes desprendidos del blindado Cochrane y la corbeta Magallanes pretendieron destruir las instalaciones portuarias, acto que fue impedido por el fuego de los rifles del pueblo armado ocasionando a la escuadra chilena sus primeros muertos y heridos en la guerra que declaró al Perú. La pequeña división al mando del Prefecto Bezada, organizada en los Batallones Guardias Nacionales de Arequipa, Celadores de Arequipa, Celadores de Puno, 114 desembarcó en Pisagua previa escala en Arica, el 14 de abril pasando seguidamente por tierra a Iquique a acantonarse con el resto del ejército peruano ya en campaña. Pocos días después, el 18 de abril se presentaba frente a sus costas el blindado chileno Blanco Encalada y la corbeta Chacabuco, ambos buques pretendieron repetir la labor destructora que habían llevado a cabo en Mollendo, siendo sus lanchas de desembarco igualmente repelidas a tiros por la pequeña guarnición en esta ocasión compuesta de 300 soldados del batallón Ayacucho y 120 Guardias Nacionales de Arequipa,115 bombardeando enseguida los cañones chilenos el lugar y ocasionando la muerte de un número no 114
Según el historiador militar chileno, Francisco Antonio Machuca, en su obra “Las Cuatro Campañas de la Guerra del Pacífico” T. I. Pág. 98, la división Bezada contaba un total de 1,750 plazas frente a las 1,000 que le asignan las fuentes peruanas. 115 MACKENNA VICUÑA, Benjamín. Historia de la Campaña de Tarapacá desde la Ocupación de Antofagasta hasta Proclamación de la Dictadura en el Perú. T. I. Santiago de Chile: Imprenta Cadot, 1880. Pág. 710.
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determinado de civiles, entre ellos cinco mujeres y dos niños, y la destrucción e incendio de una parte significativa de la población. Lamentablemente, poco tiempo después de su arribó a Iquique, el prefecto Bezada falleció de manera trágica en un accidente ferroviario, siendo sucedido en el mando de su división por el coronel Francisco Bolognesi, jefe a quien correspondió dirigir a los gendarmes y nacionales de la ciudad de Arequipa en las batallas de Dolores y Tarapacá, siendo uno de los hombres de su división, el soldado cuzqueño Mariano de los Santos del batallón Guardias de Arequipa, quien capturó en esta última batalla, el estandarte del Regimiento chileno Segundo de Línea. En esta victoriosa acción los Guardias de Arequipa sufrieron la pérdida del capitán Clodomiro Chávez Valdivia y 34 guardias muertos, resultando heridos otros 30. 1.3.─ Los Cazadores de Prado Posteriormente Cazadores del Misti). Al partir al frente el prefecto Bezada, había quedado como prefecto accidental de Arequipa, desde el 12 de abril de 1879, el sub prefecto coronel José Iraola, a quien correspondió organizar a la ciudadanía de Arequipa para la defensa del departamento, decretando que “Todos los ciudadanos que poseen armas y que pueden sostenerse con sus propios recursos, hasta el momento oportuno para salir a defender el puerto de Mollendo, se acuartelarán en la Maestranza, listos para marchar inmediatamente que la escuadra chilena se presente a bombardear”.116 El posterior zarpe la escuadra peruana al mando del almirante Miguel Grau, el levantamiento del bloqueo de Iquique con el hundimiento de la corbeta chilena Esmeralda 116
CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Op. cit. Pág. 70.
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y la sucesión de exitosas correrías que durante cinco meses el binomio Grau-Huáscar realizó sobre el ocupado litoral boliviano y las mismas costas chilenas hasta su captura en el combate de Angamos con la heroica muerte del contralmirante Grau, dieron cierto momentáneo respiro al puerto de Mollendo, retrasando la invasión de fuerzas chilenas y permitiendo el embarque de tropas y suministros con destino al sur, haciendo innecesario por el momento el acuartelamiento decretado por el prefecto Iraola ante el temor de un posible desembarco chileno. Fue durante ese periodo de relativa estabilización de la guerra que se creó en Arequipa el batallón Cazadores de Prado N° 17, nombre evidentemente elegido para complacer al supremo director de la guerra, cuerpo que tuvo, como primer comandante, al coronel Ignacio Ruiz de Somocurcio y que vísperas de iniciarse la campaña de Tacna y Arica, segunda campaña terrestre de la guerra, encontramos encuadrado en el ejército aliado de Tacna al mando del coronel y antiguo prefecto Iraola.117 Cuando el 27 de febrero de 1880 la escuadra chilena bombardeó el puerto de Arica, el mismo se encontraba guarnecido por los Cazadores de Prado y los Guardias de Arequipa, ya veteranos de Tarapacá, siendo el ataque de la escuadra chilena rechazado, ocasionándoles las baterías de tierra pérdida de 9 muertos y 13 heridos, contándose entre los primeros el comandante del “Huáscar chileno” Manuel Thompson, resultando asimismo muertos dos soldados del batallón Cazadores de Prado y uno del Guardia de Arequipa, siendo heridos asimismo cuatro individuos de ambos cuerpos.118 117
MINISTERIO DE GUERRA DEL PERÚ. Revista Militar del Perú. Año LIX, Nº 667. Lima, 1963. Pág. 138. 118 RECOPILACIÓN DE PARTES Y DOCUMENTOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. Lima: Editorial Milla Batres, 1980. Pág. 227.
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Con la reorganización del ejército que hiciera Nicolás de Piérola tras el golpe de estado dado al presidente Mariano Ignacio Prado en diciembre de 1879, era de suponer que el batallón Cazadores de Prado no podía continuar formando parte del nuevo ejército peruano; sin embargo, tuvo la fortuna de no ser disuelto y refundido en otros cuerpos de infantería, siendo únicamente renombrado como Cazadores del Misti, conservando su existencia y añadiendo a su nombre el volcán tutelar de su ciudad en lugar del depuesto presidente. Es de señalar que la llegada al poder de Piérola no quitó al ejército peruano su carácter caudillista antes que nacional, mal del que adoleció a lo largo de toda la guerra, pues bajo su auspicio sus partidarios políticos no sólo coparon importantes mandos militares, sino también, propiciaron la creación de batallones que tuvieran por nombre el del supremo director de la guerra, tal fue el caso de los Cazadores de Piérola, creados por el coronel y compadre de Piérola, Agustín Belaunde119 en Tacna. 1.4.─ Los Batallones Arequipeños Durante la Batalla de Tacna. En la nueva organización dispuesta por Piérola, el batallón Guardias de Arequipa integró con el Ayacucho N° 2 el nuevo batallón Pisagua N° 9 de la Tercera División del Ejército Peruano al mando del coronel Belisario Suarez, teniendo como jefe del cuerpo al coronel Andrés Suarez. Por su parte los rebautizados Cazadores del Misti fueron integrados en la Segunda División que mandaba el coronel 119
El coronel Carlos Agustín Belaunde, a quien Piérola había otorgado tal rango por ser ferviente partidario suyo, era natural de Tacna o Arequipa (dependiendo la fuente que se consulte) y acabaría por desertar vísperas de la Batalla de Arica abandonando a sus soldados y camaradas, quienes se sacrificarían días después junto al coronel Bolognesi.
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Andrés Avelino Cáceres, encontrándose al mando inmediato del coronel Sebastián de Luna. Asimismo, en la Quinta División mandada por el coronel Herrera, figura el batallón Arequipa N° 17, siempre al mando del ex sub prefecto de Arequipa, José Iraola. La batalla del Alto de la Alianza, significó la completa destrucción de casi todos los cuerpos que participaron en ella, entre las numerosas bajas del Pisagua N° 9 estuvo la del Guardia Civil Mariano de los Santos, héroe de Tarapacá, quien resultó gravemente herido, al igual que el coronel Iraola, jefe del Arequipa N° 17. El Cazadores del Misti, cuerpo que junto al Zepita, mandado por el coronel Carlos Llosa, formaban la división del coronel Cáceres, tuvo una descollante participación en la batalla siendo herido su primer jefe el coronel Sebastián de Luna, quien trasladado a la Ambulancia N° 2 de la Cruz Roja Peruana fue inmisericordemente repasado en dicho lugar por la soldadesca chilena una vez concluida la batalla, según testimonio del médico cirujano Felipe Duran, testigo presencial de estos hechos.120 De esta manera desapareció el primer ejército del Sur, cuyos restos al mando del contralmirante Lizardo Montero, quien fuera general en jefe del ejército peruano, se replegaron a Arequipa, pasando a ocupar la prefectura el coronel pierolista Pedro Alejandrino del Solar, que anteriormente lo había hecho en la ahora ocupada Tacna. Antes de cerrar este título, corresponde dedicar unas líneas a los jefes que en Tacna sirvieron como comandantes de batallón bajo las órdenes del coronel Andrés Avelino Cáceres. El primero de ellos, el coronel arequipeño Carlos Llosa y Llosa, uno de los muchos descendientes de la estirpe 120
CONGRAINS, Eduardo. La Batalla de Tacna. Lima: Editorial Ecoma, 1973. Pág. 117.
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que en tierras arequipeñas dejara el maestre de campo español Juan de la Llosa y Llaguno, era un antiguo oficial del batallón Zepita, cuerpo del que por razones políticas había solicitado su pase al retiro al ser elegido Prado presidente en 1876 y del que efectivamente sería separado al ser nombrado Sub Prefecto de la provincia de Islay en agosto de 1878.121 Allí le sorprendería la guerra volviendo a filas a poco de iniciada la contienda para reincorporarse a su antiguo batallón, como segundo jefe, al haber muerto en la batalla de Tarapacá el comandante Juan Zubiaga. Cuando el coronel Andrés Avelino Cáceres fue promovido a jefe de división pasó a ocupar el puesto de comandante del batallón y encontrándose a caballo dirigiendo a sus soldados durante la batalla de Tacna fue muerto instantáneamente de un disparo en el pecho. Por su parte el coronel Sebastián de Luna Bustamante, 122 aunque cuzqueño de nacimiento, llevaba largos años radicado en Arequipa, ciudad en la cual había contraído matrimonio con la señora Ana Begazo en la parroquia San Antonio de Abad en diciembre de 1865, su cadáver nunca pudo ser recuperado del campo de batalla siendo a pesar de su alto rango, seguramente sepultado entre los miles de combatientes desconocidos que en el quedaron. A iniciativa de su viuda se levantó en 1923 un busto suyo en la plazuela de Azángaro, del distrito de Miraflores, el cual fue originalmente costeado por ella misma con la suma de 96 libras y encargado al artista David Lozano,123 tras ser durante 121
CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Op. cit. Pág. 29. Personaje olvidado en la historia arequipeño sobre quien trataremos de ser breves por no ser su biografía objeto del presente ensayo pero que amerita un mayor reconocimiento. 123 ENCICLOPEDIA BIOGRÁFICA E HISTÓRICA DEL PERÚ: SIGLOS XIX-XX. T. VI. Lima: Editorial Milla Batres, 1994. Pág. 14. 122
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muchos años el único recuerdo de quien comandó a los soldados arequipeños en la batalla de Tacna, el busto fue removido por las autoridades miraflorinas, desconociéndose actualmente el destino que tuvo, situación que deberá ser aclarada por la comuna de Miraflores realizando las indagaciones del caso y de no haberse cometido con él un irreparable crimen histórico, ser restituido a su emplazamiento original.
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II.
AREQUIPA Y EL SEGUNDO EJÉRCITO DEL SUR.
2.1.─ El Prefecto González Orbegoso. Entre las medidas reorganizativas de la dictadura de Piérola estuvo la conformación del llamando Segundo Ejército del Sur con base en Arequipa, de más está decir que tras el golpe de Estado era previsible se efectuaran purgas políticas en las prefecturas de los distintos departamentos del Perú, Arequipa no fue la excepción siendo el coronel Vidal Garcia y Garcia, experimentado artillero que ejercía la prefectura desde el 26 de abril de 1879 y de cuya foja de servicios resaltaba el haber acompañado al coronel Bolognesi en su viaje a Europa para comprar la artillería rayada durante el gobierno del mariscal Ramón Castilla,124 reemplazado por el joven aristócrata trujillano Carlos González de Orbegoso, cuyo único mérito era ser nieto del expresidente Luis José de Orbegoso y correligionario del jefe supremo de la república, a quien se le entregaba en adelante el mando de la segunda fuerza militar más importante del Perú y que era el llamado a prestar sus poderosos auxilios al ejército aliado en Tacna. A pocos días de asumir su nuevo cargo político, el prefecto González Orbegoso tuvo que hacer frente a la invasión de Mollendo en enero de 1880. Dueña ya del mar, la escuadra chilena podía desembarcar fuerzas en cualquier punto del extenso litoral peruano, sin temor de que estas 124
PARDO, Adela. Arequipa: Su pasado, Presente y Futuro. Lima: Imprenta Litográfica del Perú, 1967. Pág. 91.
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pudieran ser cortadas por vía marítima y pudiendo reembarcarlas a la menor noticia de aproximación de una fuerza superior. González Orbegoso tenía a su mando un ejército de aproximadamente 2,500 hombres sin embargo gastó precioso tiempo en proclamas de balcón y misas de campaña, de manera tal que cuando arribó a las inmediaciones de Mollendo, ya la expedición chilena había concluido su labor destructora, permitiendo que se embarcaran con total tranquilidad tras dejar en llamas el principal puerto del departamento. Como se verá más adelante, este no sería el único desacierto del novel prefecto. Cuando el coronel Andrés Gamarra125 al mandó de la primera división del Segundo Ejército del Sur marchó a Moquegua con la finalidad de mantener las líneas de comunicación con el ejército aliado en Tacna abiertas, fue nombrado como general en jefe de dicho ejército el general Manuel Beingolea, teniendo como segundo al coronel arequipeño Isaac Recabarren126 quien ante la inactividad de su jefe pasó a Lima a dar cuenta de la urgente necesidad de movilizar cuando menos una parte del ejército de Arequipa en apoyó de los aliados, sobre quienes tras haber desembarco
125
Anciano coronel de 70 años de edad y 20 en retiro, era hijo del presidente Agustín Gamarra, su división se componía principalmente de cuerpos cuzqueños; derrotado en Moquegua por el general Baquedano en marzo de 1880, quedó en la práctica separado del ejército activo. Los restos de su división se replegaron a Arequipa donde fueron disueltos y reorganizados en el segundo ejército del sur. 126 La biografía de este destacado militar es bastante conocida, baste decir acá que había nacido en Arequipa en 1849, iniciado su carrera militar en el ejército alzado de Vivanco en 1857 y era cuñado del ilustre jurista Francisco García Calderón. En la guerra con Chile le cupo el honor de encontrarse en casi todas las batallas libradas, desde Pisagua a Huamachuco, resultando herido muchas veces y salvando la vida de milagro en más de una ocasión.
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en en Ite avanzaban cuatro divisiones chilenas estimadas en más de 14,000 soldados. El general Beingolea fue efectivamente depuesto por Piérola y llamado a Lima a dar cuenta de su conducta, pero cuando Recabarren trató de movilizar el Segundo Ejército del Sur antes que su nuevo comandante el coronel Segundo Leyva arribará a la ciudad, entró en discordia con el prefecto González Orbegoso127 y fue arrestado por orden de quien era su jefe de estado mayor el coronel Mariano Martín López, quien guiado por celos políticos y militares y contando con la complacencia del prefecto rodeó con una compañía del Batallón Guardia Peruana la casa del coronel Recabarren, ubicada en la calle Santa Teresa, a quien redujo a prisión tras haber allanado su vivienda a punta disparos y maltratando gravemente a sus acompañantes. Diversos autores han escrito con mayor o menor vehemencia respecto a la responsabilidad atribuible a Piérola, González Orbegoso y Leyva en estas pugnas políticas a vista del enemigo y en la total inoperancia del Segundo Ejército del Sur, llegando a afirmar que el mismo era en realidad una garantía al gobierno dictatorial frente al ejército de Montero en Tacna en caso este resultara victorioso y pretendiera desconocer a su autoridad. 128 Por horrorosas que puedan resultar estas acusaciones, y no siendo objeto del presente ensayo ahondar en el tema, no podemos dejar pasar por alto que estos hechos, fuera cual fuera su trasfondo político real, no pudieron dejar de tener un efecto perjudicial en la moral del ejército y la población con cuyos recursos se sostenía. Las pugnas en los mandos, las ordenes 127
EKDAHL, Wilhelm. Historia Militar de la Guerra del Pacífico. Santiago de Chile: Imprenta Universo, 1919. Pág. 271. 128 VARGAS UGARTE, Rubén. Guerra con Chile: La Campaña de Tacna y de Lima (Documentos Inéditos). T. II. Lima: Editorial Milla Batres, 1971. Pág. 13.
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y contraordenes de prepararse para salir a campaña, la ausencia de un mando unificado y un liderazgo visible y los aires de guerra civil que recorrían las calles de la Arequipa a raíz del arresto a balazos de Recabarren en abril de 1880 resultaban nefastas para la imagen del ejército ante la opinión pública y aun peor para cualquier futura operación que se pretendiera emprender con dichas tropas desmoralizadas. El historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna, en cuyas manos fueron a caer la totalidad de los archivos oficiales peruanos e incluso la correspondencia privada de Piérola tras la ocupación de Lima en enero de 1881 y parte de los cuales utilizó para escribir su Historia de la Guerra del Pacífico, publicó una carta hasta entonces inédita que el coronel Recabarren dirigió a Piérola en abril de 1880, en ella el veterano coronel expresa al jefe supremo lo siguiente: “Pues bien, señor jeneral, mui sensible me es participar a U. S. que todas las ilusiones que abrigaba de un pueblo patriota como éste me han dado el fiasco mas escandaloso: todos los recursos que hubiera obtenido por medio de la primera autoridad se me han negado, i hoi para mas abundamiento he tenido que hipotecar los pocos bienes que tengo i dejar a mis hijos sin recursos, con tal que se vistan las fuerzas acantonadas en la plaza, pues el señor prefecto llamado a salvar esto, se ha negado. Parece que al narrar todo esto se ha estinguido el patriotismo o que malas pasiones hacen estraviar el juicio recto del que manda en situación tan grave como esta. Para salvar tan aflictiva situación espero del patriotismo de U.S. que a la brevedad posible í bajo buena custodia me mande U. S. cien mil soles (S.
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100,000) i si es posible constituirse acá dejando un oficial caracterizado para que siga la marcha”. 129 No obstante la gravedad de la situación expuesta por Recabarren, el mismo terminaba su misiva con un atisbo de esperanza, señalando que: “No será demás que indique a U. B. que este dinero es para socorrer i equipar las fuerzas de la plaza que constan de tres mil hombres jóvenes i llenos de entusiasmo”. Componíase por aquel entonces el ejército estacionado en Arequipa, formado casi en su totalidad por guardias nacionales provenientes de los departamentos de Arequipa, Cuzco, Puno y Apurímac enrolados en los siguientes cuerpos: Batallón Apurímac con 539 plazas. Batallón Legión Peruana 500 plazas. Batallón Huancané 500 plazas. Columna Grau 133 plazas. Cazadores de la Unión 156 plazas. Piérola 229 plazas. Artillería (6 cañones y 4 ametralladoras) 184 plazas. Escuadrón Volante 145 plazas. Columna Mollendo 164 plazas. Regimiento 2 de Mayo 564 plazas. Total: 3,183 plazas.130
129
MACKENNA VICUÑA, Benjamín. Historia de la Campaña de Lima 1880-1881. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, 1881. Pág. 35. 130 PAZ SOLDAN, Mariano. Narración Histórica de la Guerra de Chile Contra el Perú y Bolivia. T. II. Lima: Editorial Milla Batres, 1979. Pág. 163.
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Ante la prisión de Recabarren, el prefecto González Orbegoso reasumió el mando del ejército con fecha 20 de abril de 1880. Una semana más tarde hacía su entrada en la ciudad del Misti el flamante comandante del Segundo Ejército del Sur, Manuel Segundo Leyva.131 2.2.─ “Apure Leyva” El segundo Ejército del Sur Finalmente en Campaña. Sería recién a mediados de mayo de 1880 que el Segundo Ejército del sur emprendió la misión para la cual había sido creado. Efectivamente, el 14 de mayo salía de Arequipa la vanguardia del mismo siguiéndole el día 19 el resto del ejército al mando del mismo coronel Leyva. El total de la fuerza expedicionaria ascendía a 2,400 hombres con 6 cañones, número muy reducido para pretender forzar el paso a través de las divisiones chilenas que en esos instantes amagaban Tacna, las cuales contabilizaban un total de 14,174 hombres y 37 cañones, pero suficiente para crear una maniobra distractora que desprendiera una parte del efectivo chileno y permitiera a los 9,000 aliados que se encontraban en Tacna obtener una ventaja táctica. La lentitud en el desplazamiento de Leyva ha sido criticada de manera unánime atribuyéndola algunos a una excesiva prudencia o una manifiesta cobardía. Sea como fuere, el 26 de mayo Leyva alcanzó el pueblo de Torata en momentos en que se libraba en las afueras de Tacna la Batalla del Alto de la Alianza. Cuando en cumplimiento de las ya tardías órdenes que recibiera de Montero, de amagar la retaguardia enemiga, Leyva arribó a las inmediaciones de Locumba a escasos kilómetros de Tacna el 30 de mayo, tuvo conocimiento del 131
LOPEZ MARTINEZ, Héctor. Guerra con Chile. Episodios y Personajes 1879-1885. Lima: Editorial Minerva, 1989. Pág. 93.
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contenido del telegrama despachado por Bolognesi al prefecto González Orbegoso en Arequipa ese mismo día y en el cual informaba “Esfuerzo inútil. Tacna ocupada por el enemigo. Nada oficial recibido. Arica se sostendrá muchos días más y se salvará, perdiendo enemigo si Leiva jaquea aproximándose Sama y une con nosotros. Bolognesi”. Evidentemente esta noticia desalentó a Leyva, quien considerando la suerte de Arica echada y no teniendo la intención de sacrificarse inútilmente, emprendió la retirada a Mirave en la sierra de Tacna, donde al no obtener comunicación alguna del paradero de Montero con los restos del ejército aliado contramarchó a Arequipa adonde llegó el 15 de junio, recibiendo en su antiguo cuartel general las noticias de la caída de la plaza y la inmolación de Bolognesi y demás defensores. Escasos dos días antes de caer en la batalla, el coronel Bolognesi había despachado un último telegrama dirigido al prefecto de Arequipa en el que decía “Apure Leiva. Todavía es posible hacer mayor estrago en enemigo victorioso. Arica no se rinde y resistirá hasta el sacrificio. Bolognesi”. La única respuesta que los defensores de Arica obtuvieron a esta y otras comunicaciones dirigidas al prefecto González Orbegoso fue un lacónico y patético mensaje, el cual era: “Felicito a usted y jefes de la plaza en nombre pueblo arequipeño por su noble actitud. Arequipa contesta: Viva el Coronel Bolognesi. González Orbegoso. Prefecto”. Como se ve, la pusilanimidad del coronel Leyva y la desacertada gestión del prefecto González Orbegoso echaron las primeras semillas de la que sería la leyenda negra construida alrededor de la actuación de Arequipa en la guerra del pacífico. Muy distinta hubiera sido la historia si dicha división hubiera sido encomendada a un militar audaz y de acreditado valor como era el coronel Recabarren, vecino de
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la calle Santa Teresa a quien sus paisanos vieron ser sacado a tiros de su casa y encarcelado por las autoridades que debían dirigir sus esfuerzos a la defensa patria. De Leyva diremos brevemente que pasó sus últimos años en la más completa amargura, tratando inútilmente de vindicar su honra herida, fueron varias las Exposiciones que mandó publicar en la prensa nacional, la primera en el diario El Comercio el 13 de mayo de 1884, apenas acabada la guerra, la segunda corregida y aumentada el 27 de febrero de 1885 en La Tribuna y finalmente en fecha aproximada el artículo que tituló La Verdadera Luz sobre la Batalla de Tacna132 documentos todos en lo que abundando en detalles trataba de deslindar sus responsabilidades, si en algún momento Leyva consideró que se lastimaba injustamente su honor de militar, debió tener este último en mayor estima al decidir su conducta a seguir cuando se le confió tan importante misión. 2.3.─ Arequipa Tras la Ocupación de Tacna y Arica. A consecuencia del desastre militar sufrido por el ejército aliado en Tacna, se produjo un nuevo cambio político en la ciudad de Arequipa, el contralmirante Lizardo Montero quien originalmente se había dirigido a Puno con parte de las tropas supervivientes fue requerido en Lima, siguiéndole pocos meses después el joven González Orbegoso 133 132
RECOPILACIÓN DE PARTES Y DOCUMENTOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. Op. cit. Pág. 148. 133 González Orbegoso continuó sirviendo en la camarilla de Piérola siendo nombrado uno de sus ayudantes de campo y formando parte de la vistosa comitiva que acompañaba al jefe supremo en sus revistas militares. Finalizada la guerra rehabilitó para sí el título de Conde de Olmos que había ostentado su familia durante la colonia, acabando sus días en un apacible retiro europeo.
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quedando en su lugar como jefe político y militar Pedro Alejandrino Del Solar, coronel improvisado, también, pero que había probado su valor combatiendo a la cabeza de los cívicos, agricultores y gendarmes tacneños en la batalla librada en los altos de Tacna. 2.4.─ La Expedición Lynch Recala en Puertos Arequipeños. Del Solar ocupó efectivamente la prefectura de Arequipa, el 4 de noviembre de 1880, desempeñando el cargo hasta su renuncia el 21 junio de 1881. Poco antes tuvo que lidiar con la amenaza que representaba el merodeo en los puertos de Arequipa la llamada Expedición Lynch la cual tras concluir su obra incendiaria en el norte peruano recaló en el puerto de Quilca, el 1 de noviembre, provocando el pánico de los desarmados pobladores de Camaná, pueblo que fue abandonado por sus habitantes para quienes seguramente no eran desconocidas las noticias de lo acontecido pocos meses antes en los puertos de Supe y Chimbote, los cuales fueron saqueados e incendiados por la expedición chilena. Al tratar de preparar el Ejército acantonado en Arequipa para rechazar una eventual invasión a la capital del departamento, Del Solar, se dio cuenta que al coronel Leyva “se le dispersaba la fuerza” y que a pesar de todos los meses que llevaba en el cargo el ejército aún se encontraba desnudo y que en el mismo reinaba el hambre, la miseria y el maltrato. 134 Afortunadamente Lynch parecía desconocer el verdadero estado del ejército acantonado en Arequipa, pues se retiró poco después para reincorporarse al grueso de su ejército ante la posibilidad de ser atacado por fuerzas superiores provenientes del interior. Ciertamente el 134
Véase la carta que Del Solar dirigió a Piérola fechada en Arequipa el 5 de noviembre de 1880, inserta en los Documentos Inéditos publicados por Rubén Vargas Ugarte
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negligente accionar del coronel Leyva había calado también en los ánimos de la población arequipeña y de ello da cuenta el nuevo prefecto Del Solar en carta a Piérola a poco de asumir el mando, señalando que en la ciudad había un abatimiento terrible. Vista su completa incompetencia, Piérola, separó del mando del ahora único Ejército del Sur, al coronel Manuel Segundo Leyva, ello “Por convenir al buen servicio público y exigirlo así las necesidades de la guerra” según rezaba lacónicamente la resolución oficial, debiendo presentarse a Lima para ser sometido a concejo de guerra por su actuación en la campaña.
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III.
EL EJÉRCITO DE RESERVA DE AREQUIPA.
Entre las primeras medidas implementadas con energía por la nueva autoridad política y militar de Arequipa estuvo la creación del denominado Ejército de Reserva de Arequipa, oficializado mediante decreto del 30 de noviembre de 1880, el cual se encontraría compuesto de cuatro divisiones de infantería y una columna de zapadores.135 El prefecto Del Solar realizó también una febril actividad para uniformar, calzar y armar a las tropas existentes en la ciudad, de ello da cuenta su Exposición al Congreso en 1887, publicada posteriormente bajo el título El ex-ministro de gobierno Dr. D. Pedro A. del Solar ante el país, texto en el que si bien puede considerarse buscaba ensalzar su labor durante la guerra y fundamentalmente rechazar las acusaciones de sus enemigos políticos, no puede negarse el hecho que a pesar de carecer de formación castrense, desempeñó el cargo de prefecto de Arequipa con mayor acierto y diligencia que su predecesor entregando al momento de renunciar a su cargo un ejército bien equipado y disciplinado. De esta manera, a inicios de 1881, pasaba el Perú a contar con cuatro ejércitos para afrontar esta nueva campaña de la guerra los cuales eran: El Ejército del Norte (formado por Miguel Iglesias y que luego de encuadraría como una división del Ejército que defendió Lima), El Ejército del 135
MELLAFE MATURANA, Rafael; PELAYO GONZALEZ, Mauricio. La Guerra del Pacífico en Imágenes, Relatos, Testimonios. Santiago de Chile: Ediciones del Centro de Estudios Bicentenario, 2007. Pág. 226.
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Centro (acantonado en la ciudad de Lima), El Ejército de Arequipa (Formado sobre la base de los restos del anterior Ejército del Sur) y el Ejército de Reserva de Lima (es decir los ciudadanos movilizados de la capital). Según el historiador militar sueco Wilhelm Ekdahl,136 el Ejército de Reserva de Arequipa, se componía de la siguiente manera: 1ª División: Batallones Ayacucho, Apurímac y Grau. 2ª División: Batallones Lima y 2 de Mayo. 3ª División: Batallones Libres del Cuzco y Tarapacá. 4ª División: Batallones Legión Peruana, Piquiza y Piérola. 5ª División: Batallones Paruro y Andahuaylas. Artillería, Caballería y 2 ambulancias. Ekdahl estima el efectivo de esta fuerza en 13,000 hombres, 137 cifra a todas luces exagerada aun cuando el mismo coronel sueco reconoce que su número pudo disminuir a consecuencia del envío de tropas a Lima en diciembre de 1880, punto sobre el cual se requiere una mayor investigación documental. La finalidad del Ejército de Reserva de Arequipa, cuyo real efectivo puede estimarse en 6,000 soldados,138 era resguardar los departamentos libres del sur del Perú de una eventual invasión y ocupación chilena, situación que si bien fue en algún momento considerada por el alto mando enemigo fue casi inmediatamente descartada por las ventajas 136
Wilhelm Emanuel Ekdahl Anglin (1853-1924) Militar del ejército sueco contratado por el gobierno chileno en 1895 como profesor de su Academia de Guerra. 137 EKDAHL, Wilhelm. Historia Militar de la Guerra del Pacífico. T. III. Santiago de Chile: Imprenta Universo, 1919. Pág. 18. 138 DULANTO PINILLOS, Jorge. Nicolás de Piérola. Lima: Cía de Impresiones y Publicidad, 1947. Pág. 289.
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militares y políticas que representaba ocupar la capital peruana de Lima, campaña que además de ser exigida por la prensa y opinión pública chilena, se creía traería como consecuencia inmediata la rendición peruana y la firma de la paz con las compensaciones territoriales ambicionadas por la clase dirigente chilena desde el inicio de la guerra, es decir, la cesión por parte del Perú de los ricos yacimientos salitreros de Tarapacá. Muchos fueron los jefes, oficiales y soldados veteranos de las campañas del sur que quedaron en Arequipa mientras se libraban las batallas por Lima, algunos obtuvieron su traslado al frente de la capital recibiendo en muchos casos mandos secundarios por la desconfianza que inspiraban al dictador Piérola. La caída de Lima, luego de las batallas de San Juan y Miraflores, el 17 de enero de 1881 no amilanó el esfuerzo de guerra desplegado en Arequipa, el domingo 29 mayo de ese mismo año tuvo lugar en la pampa de Miraflores una revista general en la cual el presidente Lizardo Montero acompañado de su secretario el general Juan Buendía, revistaron a las tropas en medio de las aclamaciones de los soldados y el numeroso pueblo que se había congregado para presenciar la parada, según dan cuenta las publicaciones periodísticas de la época.139
139
Artículo publicado por César Coloma Porcari en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Lima, Año 115, Nº 119, Lima, 2006. Págs. 147177.
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IV.
AREQUIPA, CAPITAL DEL NUEVO GOBIERNO DE LA REPÚBLICA. CONTINÚA LA GUERRA.
A consecuencia de la ocupación de Lima por el ejército chileno y ante el vacío de poder ocasionado por la retirada de Piérola a la sierra, una junta de notables eligió al ex senador por Arequipa, Francisco García Calderón, como presidente provisional de la República, quien bajo el amparo de las autoridades chilenas de ocupación instaló su gobierno en el pueblo de la Magdalena el 12 de marzo de 1881. El principal obstáculo para la consolidación del gobierno de la Magdalena y el éxito de las negociaciones de paz que se pensaban llevar a cabo era la autoridad nominal que aun representaba Piérola, esta dificultad fue allanada cuando el 8 de octubre de 1881 el Ejército de Arequipa desconoció la autoridad del jefe supremo. En el acta que con tal motivo suscribieron los jefes y oficiales acantonados en Arequipa se dejaba constancia que el dictador había defraudado de las esperanzas de continuar la guerra sin tregua ni descanso y por lo mismo desconocían su autoridad, aceptando el gobierno constitucional de García Calderón.140 A esta declaración le siguió poco después la del contralmirante Montero en el norte del Perú quedando únicamente pendiente la del general Cáceres. No fue necesario una manifestación expresa de este último, pues, 140
VARGAS UGARTE, Rubén. Historia General de la Guerra del Pacífico. T. II. Lima: Editorial Milla Batres, 1979. Pág. 152.
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cuando se encontraba entrevistándose con el doctor Salvador Cavero, enviado con tal finalidad por García Calderón, recibió las nuevas de la prisión del presidente provisional por las autoridades chilenas, las que exasperadas por su negativa de firmar una paz que tuviera como base la cesión territorial, disolviendo su gobierno el 6 de noviembre de 1881 siendo García Calderón puesto bajo arresto y deportado a Chile poco después.141 Transcurrido menos de un mes después, el 28 de noviembre de 1881, mediante una proclama publicada en la ciudad de Tarma, el dictador Piérola dimitía finalmente al mando supremo, quedando de esta manera afianzada la presidencia del contralmirante Montero, vicepresidente que fuera de García Calderón, quien se trasladó a Arequipa, ciudad que se convirtió de facto en la capital de la República y en la cual el nuevo prefecto coronel Mariano Pio Cornejo declaraba restablecidas la constitución y las leyes de la república peruana. 4.1.─ El Gobierno de Montero y la Campaña de la Breña. Desde la sede de su gobierno en Arequipa, Montero mantuvo el estado de guerra existente y la alianza con Bolivia, aunque tradicionalmente se considera que el gobierno de Montero mantuvo una posición pasiva en comparación a la activa resistencia dirigida por Cáceres en la sierra central, negándose incluso a suministrarle apoyo militar, llegando algunos autores como Luis Guzmán Palomino a afirmar 142 que Montero prefería apoyar a bandoleros antes que al ejército de Cáceres. Recientes 141
CACERES, Andrés. Memorias de la Guerra del 79. Lima: Editorial Milla Batres, 1976. Pág. 121. 142 GUZMAN PALOMINO, Luis. Cáceres y la Breña, Compendio Histórico y Colección Documental. Lima: UAP, 2000. Pág. 247.
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investigaciones, entre ellas, las realizadas por el historiador Daniel Parodi, sostienen que en realidad el gobierno de Montero suministro armas y hombres a Cáceres en más de una ocasión e incluso después de su derrota en Huamachuco cuando su ejército se reorganizaba en Ayacucho.143 A pesar de la tesis desarrollada por el citado historiador y, las pruebas documentales que presenta, consideramos que el apoyo brindado por Montero al Ejército del Centro fue más bien mezquino y tardío, ello si se tiene en cuenta los recursos militares a disposición del gobierno instalado en Arequipa, cuyas armas se obtenían de Argentina tras su paso por la todavía aliada Bolivia, lo que se desprende de las cartas que el mismo Cáceres dirigiera a Montero en una de las cuales, fechada en setiembre de 1883, refiere: “me llega la noticia de que al fin has resuelto mandar elementos al Centro. Si esto hubiese ocurrido antes, cuando los peligros amenazaban mi ejército y en él la situación delicadísima del país, no pesarían sobre nosotros los últimos desastres y antes bien nuestras condiciones serían muy distintas e inmensamente ventajosas”, otra de ellas fechada el 4 de octubre del mismo año señala “siento profundamente el disgusto que te ha producido mi carta del 19 de agosto. Tú no puedes dudar de mi personal afecto de amigo, de mi lealtad como soldado desinteresado y patriota y de lo mucho que aprecio tus nobles cualidades. (…) pero muy distinta sería nuestra situación, si tú hubieras cumplido los compromisos que contrajiste conmigo en Tarma. Llegaste a Arequipa y olvidaste tus ofertas, (…)”.144
143
PARODI REVOREDO, Daniel. La Laguna de los Villanos. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 2001. Pág. 98. 144 MANRIQUE, Nelson. Campesinado y Nación, las Guerrillas Indígenas en la Guerra con Chile. Lima: Centro de Investigación y Capacitación, 1981. Pág. 323.
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4.2.─ La Columna Sama-Misti. Respecto a la acusación de Guzmán Palomino a Montero, evidentemente dicho autor se refiere al apoyo logístico otorgado por este último a la columna Sama-Misti dirigida por el guerrillero cubano Juan Luis Pacheco Céspedes, quien partiendo de Arequipa al mando de un pequeño grupo de voluntarios, que luego aumentó con nuevos reclutas de Tacna y Moquegua, dirigiera la resistencia en la sierra tacneña protagonizando audaces ataques a las guarniciones chilenas con posterioridad incluso a la ocupada Arequipa y el tratado de Ancón. Pacheco Céspedes era un acreditado oficial del ejército revolucionario cubano que había acompañado a Leoncio Prado de regresó al Perú. 145 Aunque experimentado en la guerra de guerrillas, Pacheco Céspedes parece haber sido dado a ciertos excesos propios de una guerra sin cuartel, tales como fusilar civiles acusados de colaborar con el enemigo, confiscar bienes e imponer cupos, motivos por los cuales su extradición fue requerida por el gobierno de Iglesias al de Campero en Bolivia, país donde Pacheco se había refugiado al terminar la guerra.146
145
Cuando este último decidió abandonar su aventura romántica por la independencia de la isla frente al dominio español al tener noticias de la guerra con Chile. 146 De más está decir que, la extradición no prosperó, al caer el gobierno de Iglesias, Pacheco Céspedes retornó al Perú, contrajo matrimonio y durante unos años vivió en paz hasta la revolución de Piérola en 1895 a la cual se unió y en la que fue muerto en un combate librado en Moquegua ese mismo año.
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V.
LA CAMPAÑA FINAL SOBRE AREQUIPA.
Las noticias de la victoria obtenida por el coronel Alejandro Gorostiaga sobre la resistencia liderada por Cáceres en la batalla de Huamachuco el 10 de julio de 1883, y el avance de las negociaciones con el gobierno del general Miguel Iglesias que había aceptado la pérdida de la guerra y se mostraba dispuesto a la firma de una paz con cesión territorial para lograr la desocupación del país, animaron al presidente chileno, de aquel entonces Domingo Santa María, a enviar una fuerza expedicionaria que aprovechando el efecto psicológico que las derrota de Cáceres tendría entre los sectores peruanos aun partidarios de continuar la guerra, rindiera la ciudad de Arequipa con un simple amago de fuerza, concluyendo de esta manera con el gobierno de Montero y el estado de guerra aún vigente con Bolivia, bajo la presidencia del general Narciso Campero continuaba sosteniendo su alianza con el Perú.147 La expedición se formó sobre la base de un destacamento del ejército chileno acantonado en Tacna y, al cual posteriormente, se unió un segundo cuerpo desprendido del ejército de ocupación de Lima, los cuales, al momento en que el coronel José Velásquez tomó el mando, ascendían al total de 5,200 hombres. En el transcurso de la campaña esta fuerza fue aumentada por 1,200 más sin contar un último refuerzo de 600 a 700 hombres que desde Valparaíso 147
VALDES PUGA, Enrique; ESPINOZA PALMA, Virgilio; GONZALEZ SALINAS, Edmundo. Historia Militar de Chile. Santiago de Chile: Imprenta del Estado Mayor del Ejército (Chile), 1984. Pág. 210.
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condujo el coronel Gorostiaga y que no llegaron a tener participación en ella. De esta manera, la fuerza de campaña efectiva con que llegó a contar Velásquez contabilizaba un total de 6,400 hombres de las tres armas.148 5.1.─ El Plan Militar de Montero. Es bastante conocida la acusación efectuada a la ciudad de Arequipa de haber saboteado la defensa militar planeada por Montero; sin embargo, para comprender los sucesos que propiciaron el desbande del ejército de línea, el amotinamiento de la guardia nacional de la ciudad y la revuelta popular que ocasionó el fin del gobierno de Arequipa, es necesario analizar la campaña tanto desde una perspectiva militar como social. Para hacer frente a la invasión chilena Montero 149 contaba con el siguiente ejército:150 Infantería: Batallones de Línea: Constitución, Ayacucho, Bolognesi, Grau, General Pérez, Unión, Libres de Junín, Canevaro. Batallones de la Guardia Nacional: "Inmortal de Salaverry" y los Nos. 2, 3, 4, 6, 7, 9, 10 y 11.
148
BULNES, Gonzalo. Guerra del Pacífico. T. III. Santiago de Chile: Editorial del Pacífico SA., 1979. Pág. 292. 149 MINISTERIO DE GUERRA DEL PERÚ. Revista Militar del Perú. Año LIX, Nº 667. Lima, 1963. Pág. 144. 150 AHUMADA MORENO, Pascual. Guerra del Pacífico. Documentos Oficiales, Correspondencias y demás Publicaciones Referentes a la Guerra, que ha dado a la Luz la Prensa de Chile, Perú y Bolivia. Ts. VII y VIII. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1982. Págs. 353.
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Caballería: Regimiento N° 2, Escuadrones Socabaya, Paucarpata, Húsares de Junín y Escolta de Su Excelencia. Artillería: 18 piezas (6 pesadas y 12 de campaña de las cuales la mitad eran cañones Krupp). Montero señala que el efectivo disponible de su ejército alcanzaba los 5,500 hombres, mientras que, fuentes chilenas los hacen subir a un total de 7,000. 151 De este numeroso ejército el contralmirante desplegó únicamente cuatro batallones entre las alturas de Jamata y Huasacache, en el límite con el departamento de Moquegua. El motivo por el cual el resto del ejército permaneció en Arequipa, sólo puede explicarse, como a detallado el ya citado historiador Daniel Parodi152 en el hecho que el plan militar de Montero se basaba en un amago de resistencia, para luego, ordenar un repliegue estratégico a Puno, para tomar contacto con el ejército Boliviano que había avanzado a la frontera, ello de conformidad con el plan militar previamente trazado con el general Campero. Al repliegue efectuado por los escasos 290 hombres que, constituían el batallón Constitución al mando del coronel Francisco Llosa, atribuyó su jefe inmediato, el coronel Godínez, y seguidamente Montero, el desmontaje de todo el aparato defensivo. Sobre estos hechos, el coronel Godínez publicó un manifiesto titulado El movimiento estratégico de
151
LOPEZ URRUTIA, Carlos. Guerra del Pacífico. Santiago de Chile: El Ciprés Editores, 2008. Pág. 122. 152 PARODI REVOREDO, Daniel. La Laguna de los Villanos. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 2001. Pág. 122.
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Huasacache y la Junta de Guerra de Arequipa,153 en el cual buscaba deslindar sus responsabilidades respecto al repliegue de las tropas a su mando, atribuyendo al coronel Llosa no haber cumplido las órdenes recibidas. Sin embargo, previamente a la retirada efectuada por Llosa, este había cursado un oficio a Godínez en el que ante las noticias del avance chileno le decía “Ruego nuevamente a usted, se sirva mandarme el batallón 10, para defender el cerro, con lo que estoy seguro de dar un día de gloria a mi patria”. 154 Sus pedidos de ayuda no fueron atendidos oportunamente y por consiguiente el ejército chileno ocupó las posiciones peruanas tras una serie de maniobras de flanqueo, escaso tiroteo y sin tener que librar batalla. Como era predecible, cuando la población de Arequipa presenció el regresó de las tropas que habían sido enviadas a enfrentar a los invasores con las noticias que las posiciones defensivas habían sido abandonadas y que el ejército enemigo avanzaba en masa sobre la ciudad, cundió el desconcierto, los tumultos y la desmoralización de las tropas acuarteladas. En tan crítica situación Montero pretendió retirar el ejército y el armamento por ferrocarril con dirección a Puno, lo que fue percibido por la población, como un abandono a su suerte con el enemigo a la vista, en seguida una turba asaltó la estación para retirar los rieles y evitar esta fuga. Parece ser que, las divisiones sociales también se hicieron presentes, pues mientras las clases acomodadas de la ciudad se manifestaban mayoritariamente favorables a la paz, sea por salvar sus patrimonios personales, sea porque su mayor grado de ilustración les permitía dilucidar que la 153
AHUMADA MORENO, Pascual. Guerra del Pacífico. Op. cit. Pág. 385. 154 CARPIO MUÑOZ, Juan. Historia General de Arequipa. Arequipa: Talleres Cuzzi y Cía., 1990. Pág. 540.
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resistencia en tales circunstancias sería un inútil derramamiento de sangre, el caso es que el pueblo común exigía a gritos se defendiera la ciudad con las armas. El testimonio del acomodado ciudadano Rosendo Albino Zevallos, miembro del Concejo Municipal, confirma lo antes mencionado: “Repentinamente se presenta cerca de la casa de Gobierno, una turba de hombres, entre los que no se veía un solo artesano, ni un solo industrial, ninguna de aquellas fisonomías que se distinguen en los talleres con el sello de la honradez i del trabajo, i que en las grandes reuniones populares. Aquella turba recojida, no sabemos dónde, gritaba: ¡guerral ¡guerra! ¡mueran los cobardes! ¡mueran los traidores! I…algo más que no queremos consignar aquí, con relación a los señores Butron i Suarez”.155 Con los cuerpos de la Guardia Nacional abiertamente amotinados, el ejército de línea en franca desbanda y la población revelada ante su autoridad, Montero trató de restablecer el orden recorriendo los cuarteles con un grupo de sus ayudantes siendo recibido a tiros y teniendo que abandonar con mucho riesgo para su persona la ciudad con destino a Chiguata, donde la guardia nacional del pueblo le tiroteó y dio muerte a tres de sus acompañantes, para luego seguir a Puno. Menos suerte tuvo el teniente alcalde Diego Butrón, partidario de evitar un eventual combate dentro de la ciudad, quien resultó asesinado por un grupo de enardecidos
155
AHUMADA MORENO, Pascual. Guerra del Pacífico. Op. cit. Pág. 381.
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ciudadanos en la campiña de Sachaca.156 Pocos días antes él mismo había manifestado ante el gobierno de Montero en su condición de representante del Concejo Provincial que “La Municipalidad de Arequipa, interpretando el sentimiento del vecindario, se cree en el deber de suplicar a V.E. que cualquiera que sea la línea de conducta que adopte en lo político y militar, por la proximidad del ejército chileno, procure evitar en lo absoluto, todo combate choque o resistencia dentro de la ciudad, que ponga en peligro a sus habitantes”.157 Aunque el asesinato del teniente alcalde Butrón no fue esclarecido, llegando incluso a fugar de la cárcel al año siguiente uno de los reos, de nombre Manuel Paredes, implicados en el crimen, no es difícil suponer quienes fueron los autores del mismo. Ya a salvo del furor popular en Buenos Aires adonde llegó vía Bolivia, en una entrevista publicada en el diario La Prensa, Montero relató su versión de los hechos, atribuyendo el fracaso militar de la campaña a la ya mencionada retirada de Huasacache y la indisciplina de la guardia nacional. Haciendo referencia a lo ocurrido en Arequipa, el general Cáceres luego diría en sus Memorias: “En el trayecto a Huancayo recibí una nota del contralmirante Montero, fechada el 28 de octubre, a bordo del “Yaraví”, en el Titicaca, en la que me comunicaba la defección del ejército del sur, al tener noticias de la celebración del Tratado de Ancón, y su voluntario alejamiento del país (…) La verdad de lo ocurrido, como luego me informé, fue la siguiente: Montero no tomó las medidas adecuadas que requería la 156
DIAZ ORIHUELA, Javier. (2003). El Triunvirato de la Libertad. Lima: Gráfica Israel. Pág. 243. 157 BALLON LOZADA, Héctor. Arequipa y la Guerra con Chile, 1879. Arequipa: Talleres Gráficos de la Cooperativa de Ahorro y Crédito "El Pilar", 1979. Pág. 43.
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situación para oponer una resistencia firme y organizada a las fuerzas chilenas (…). Sus vacilantes disposiciones de última hora resultaron inútiles y contraproducentes”. Como se ve, ni el ejército se desbandó por haberse firmado ya el Tratado que concluía la guerra, ni Montero se alejó “voluntariamente” del país, la única responsabilidad de lo acontecido en Arequipa fue la falta de un liderazgo militar firme en el momento crucial, situación muy diferente habría sido de haber estado Cáceres al mando. 5.2.─ El General Cáceres, Arequipa y Montero. Sobre lo afirmado en la última línea del título anterior, creemos oportuno dedicar unas líneas a la relación existente entre el general Andrés Avelino Cáceres y el pueblo de Arequipa. Como sus biógrafos han señalado, cuando en marzo de 1858 el ejército constitucional de Ramón Castilla asaltó la ciudad de Arequipa, convertida en el último bastión de la revolución de Vivanco, el entonces joven teniente Cáceres recibió una grave herida en el rostro producto de un disparo efectuado desde la torre de la iglesia de Santa Marta, convertida en fortín vivanquista. A raíz de su experiencia en la lucha librada contra los arequipeños durante la revolución de Vivanco, Cáceres guardaba un profundo respeto por el pueblo de Arequipa, en una carta a Montero fechada el 19 de agosto de 1883, Cáceres instaba encarecidamente a Montero que movilizara el ejército de Arequipa en su ayuda señalando que “para el caso de una invasión a Arequipa basta la gendarmería nacional de ese pueblo aguerrido y valeroso” señalando que en caso desapareciese la resistencia que el comandaba en el centro del Perú, “Arequipa quedaría como el único objetivo donde concurrirían todas sus fuerzas y conviene mantener dividida su atención y sus esfuerzos”.
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Es de señalar también que encontrándose Cáceres en Andahuaylas a principios de octubre de 1883; esto, cuando la expedición chilena de Velásquez marchaba ya sobre Arequipa, recibió la visita del capitán de navío Camino N. Carrillo, quien le instó a que tomase a su mando las tropas de Arequipa, asegurándole que su sola presencia en la ciudad bastaría para dicho ejército se pronunciara a su favor. 158 Cáceres era sin lugar a dudas, el más prestigioso militar del Perú y el que más ascendente tenía sobre la tropa; anteriormente, había logrado en Acuchimay que la mayoría del ejército del insubordinado coronel Arnaldo Panizo se plegara a sus fuerzas únicamente vivando su nombre y negándose a combatir contra él. Sin embargo, el plan de Carrillo, implicaba forzosamente ejecutar un golpe de Estado contra Montero corriendo el riesgo que este derivara en una sangrienta guerra civil cuando el país enfrentaba la ocupación enemiga por lo cual dicha propuesta fue rechazada. Carrillo había profetizado a Cáceres que el ejército de Arequipa se perdería sin haber hecho nada por la patria, como efectivamente ocurrió poco después. Parece ser que estos rumores llegaron a oídos de Montero, de otra manera, no se explica que en otra de sus cartas, fechada el 4 de octubre de 1883, al comunicar al jefe de gobierno sus deseos de sostener un encuentro con él en Arequipa, Cáceres señalara: “con el fin de desvanecer cualquier temor que pudiera haber a mi respecto, y de que me diesen un plan para lo sucesivo, quería darme un salto a ésa (Arequipa) para conferenciar contigo. Te lo consulto y espero tu asentimiento, para que no se me juzgue también
158
CACERES, Andrés. Memorias de la Guerra del 79. Lima: Editorial Milla Batres, 1976. Pág. 245.
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mal por este motivo. Esto me proporcionaría además el gusto de darte un abrazo”.159 Seguramente, Montero, consideraba tener motivos suficientes para desconfiar de Cáceres, ello se reflejó cuando una columna del Ejército de Arequipa de 250 hombres que al mando de los coroneles Francisco Luna y Armando Zamudio había avanzado hasta Andahuaylas desertó de la autoridad de Montero para unirse al Ejército del Centro, motivados a decir del primero de sus jefes “porque usted (Cáceres) es el único jefe que cumple con su deber combatiendo al enemigo”.160 Luego, se verá, como fue la ciudad de Arequipa la que apoyó con entusiasmo a Cáceres y su causa, y con sus hijos y recursos armó el ejército con el cual el general pudo marchar sobre Lima y deponer al gobierno títere representado por Iglesias. 5.3.─ La Descripción y Detalles de la Rendición de Arequipa Referida por el Corresponsal en Campaña del Diario El Mercurio. El corresponsal del bien conocido diario chileno El Mercurio, 161 que acompañó a la expedición del coronel Velásquez en su campaña sobre Arequipa, da cuenta en un artículo titulado “Descripción y detalles de la rendición de Arequipa” fechado en esta ciudad el 8 de noviembre de 1883, de los pormenores e incidencias que experimentó la expedición chilena desde su paso por Moro Moro y Omate
159
GUZMAN PALOMINO, Luis. Cáceres y la Breña, Compendio Histórico y Colección Documental. Lima: UAP, 2000. Pág. 253. 160 LUNA VEGAS, Emilio. Cáceres un Peruano Ejemplar. Lima: Okura Editores, 1987. Pág. 107. 161 Diario fundado en Valparaíso en 1827 por Pedro Felix Vicuña. Actualmente el más antiguo en circulación en Chile.
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en el departamento de Moquegua, hasta la ocupación definitiva de la ciudad. En dicha relación, que por demás, incluye las apreciaciones personales de su autor, como corresponde a un artículo periodístico. Si bien carece de la fría seriedad que, por lo general, ostentaban los partes militares de la época permite reconstruir por las fechas y lugares que se mencionan el itinerario de la expedición chilena. Refiere el citado corresponsal que, con posterioridad, al recibimiento en el campamento chileno, la mañana del domingo 28 de octubre, de los comisionados enviados por el Concejo Departamental de Arequipa para comunicar la disolución del Ejército de Montero y pactar la entrega de la ciudad, que a su paso por Mollebaya, Characato y otros poblados campestres de la campiña arequipeña, la expedición chilena fue buenamente recibida. A efecto de mantener la literalidad de lo expresado por el corresponsal nos atrevemos a transcribir sin reservas una parte de su relación: “La población, hombres, mujeres i niños, se encontraba toda a las puertas de sus casas, manifestando en sus semblantes no tanta curiosidad como temor i deseo de complacer a los fieros sicambros cuya sola presencia había paralizado el corazón de los heroicos arequipeños. Quizá no los encontraron tan horribles como su imajinacion se los representaba, porque apenas llegada la tropa chilena al frente de sus ranchos salieron presurosas las mujeres llevando en sus manos sendos potos o calabazos de chicha que pasaban a los soldados invitándolos a que refrescaran. Ellos, por supuesto, no se hacían de rogar, i aunque la de jora está mui lejos de tener el delicioso aroma de la nuestra, en aquellos momentos les sabía a cielo, quizá por venir
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cansados i calorosos, quizá por el solo nombre de chicha, que tan a lo vivo les recordaba el placentero hogar i las delicias de la patria. Agotada la chicha, o mas bien satisfecha la sed de los triunfadores, nuevos agasajos vinieron a sorprenderlos de parte de aquellas cariñosas mujeres provistas de canastos, principiaron a obsequiar, quién un ramo de silvestres pero perfumadas flores, quién un trozo de pan, de carne o de algún otro cocaví para el viaje. Las mollevayaras parecían haberse preparado desde mucho tiempo atras para hacer al ejército chileno una acojida que desarmase el encono de que lo suponían animado. Casi no hai necesidad de decir que los festejados se comportaron a la altura del cariño que se les demostraba. Las espresiones de gracias, tan elocuentes i naturales en bocas de nuestros soldados cuando reciben un favor a tiempo; sus alegres pláticas, a la vez francas i respetuosas, establecieron bien pronto entre ellos una grata confraternidad. No eran los chilenos tan horrorosos como decían. Por el contrario… ¿Cuantas comparaciones no harian las infelices? Por lo tocante a su conducta, ¡vea Ud. qué compostura iqué decoro! Los arequipeños las habían engañado, abusando de su inocencia i de su credulidad. En cambio, ellos, o los que mandaban, oprimían, estrujaban al pobre pueblo. Entonces aquella jente creyó pocas aun las manifestaciones particulares i recurrió a las públicas. Las campanas de la iglesia fueron echadas a vuelo i durante toda la permanencia del ejército en la población no cesaron de resonar con alegres repiques. No bastaba recibir a los chilenos como a soldados
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victoriosos. Era necesario aclamarlos como amigos, como hermanos, como libertadores”.162 La relación periodística, antes citada, además de tener un evidente carácter propagandístico, pues, su destinatario original eran los lectores del El Mercurio, los cuales al igual que toda la opinión pública chilena seguían con avidez los acontecimientos en el Perú, en el cual su victorioso ejército en campaña finiquitaba las últimas acciones de una guerra ya formalmente terminada con la paz firmada en Ancón. Bastante similar es la relación que otro corresponsal del mismo diario, hace de la marcha de la división Urriola por Ayacucho en setiembre de 1883 donde señala que a su paso por el pueblo de Pasaycasa los vecinos los recibieron con banderas blancas, aclamaciones, repique de campanas y gritos de “¡Viva el señor Chile!” según refiere Basadre.163 En el contenido del texto antes expuesto, se aprecia continuamente esa representación de las tropas chilenas como los “guerreros civilizadores” a que hace referencia la historiadora Carmen Mc Evoy, 164 el nacionalismo y la identidad nacional chilena desarrollada durante la contienda se basaba buenamente en concebir la guerra contra el Perú y Bolivia como una guerra de la civilización representada por Chile contra el atraso y la barbarie de aquellos pueblos ignorantes que vivían permanentemente bajo la anarquía y el yugo de sus corrompidas clases dirigentes y caudillos de
162
AHUMADA MORENO, Pascual. Guerra del Pacífico. Op. cit. Págs. 375-376. 163 BASADRE, Jorge. Historia de la República del Perú. T. VIII. s/l: Editorial Cochrane S.A., 2000. Pág. 1958. 164 En su libro “Guerreros civilizadores. Política, sociedad y cultura en Chile durante la Guerra del Pacífico”, Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago de Chile 2011
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turno. Como se ve, la prensa chilena no era solo un centro de noticias sino también un núcleo de retórica nacionalista. Las tropas chilenas, bajo cuyo amparo se instalaban las autoridades iglesistas, para de esta manera consolidar el gobierno del presidente regenerador y, garantizar la adhesión de los distintos departamentos del Perú al Tratado de Ancón; eran bajo la óptica de la prensa chilena libertadores del engañado e incivilizado pueblo peruano que, guiado por caudillos ambiciosos era utilizado como instrumentos de sus oscuros intereses particulares, retrasando la firma de una paz que las gloriosas victorias de Chile a la largo de la guerra justificaban. En ese sentido, si bien es comprensible que el tránsito hacia Arequipa de una fuerza armada enemiga, aunque al amparo de un tratado de paz ya firmado y una ocupación convenida por el cuerpo diplomático, estuviera exenta de manifestaciones de hostilidad, no es inconcebible pensar que la población civil buscara evitar mayores males ante los hechos consumados, como igualmente ocurrió en distintos puntos del país cuando las autoridades iglesistas llegaron a instalar sus respectivos gobiernos acompañadas y resguardadas por tropas chilenas. Es de señalar que, las tropas chilenas, no eran del todo desconocidas en Mollebaya y comarcas aledañas, como aun recordarían los ancianos habitantes de los indicados lugares, testigos de los sucesos de 1837 cuando la ocupación de Arequipa efectuada por el ejército chileno de Blanco Encalada y a quien acompañaban Ramón Castilla y otros restauradores peruanos. En aquella ocasión los llamados restauradores, habían instalado su cuartel general en la ciudad de Arequipa, esperando aumentar en ella sus fuerzas y recursos militares con la población local, sin embargo, contrariamente a lo esperado se vieron privados de todo género de apoyo
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mientras el ejército del mariscal Andrés Santa Cruz se aproximaba. Cuando el 21 de octubre de 1837 un destacamento de reconocimiento chileno al mando del comandante Manuel García se dirigía a Mollebaya fue tiroteado en su marcha por una milicia local a su salida del pueblo de Sabandía debiendo poco después contramarchar a Arequipa llevando consigo cuatro milicianos prisioneros y habiendo dado muerte a otros dos.165 La ocupación de Arequipa en 1883, no careció de hechos de sangre, los sucesos ocurridos en Quequeña el 22 de noviembre de ese año dan fe de ello, sobre este suceso histórico existen dos versiones diametralmente opuestas, en un primer lugar la chilena, con la formalidad que le otorgan los sumarios levantados, refiere que tres de sus soldados fueron injustificadamente atacados por un grupo de vecinos de Quequeña y Yarabamba que, contando con la indiferente complicidad del pueblo, dieron muerte a dos de ellos logrando escapar el tercero. Por su parte del lado peruano, se tiene el artículo publicado el 5 de diciembre de 1885 en el diario La Bolsa, y el testimonio del Presbitero Emeterio Retamoso, párroco, que asistió espiritualmente a los sentenciados y cuya declaración presentó a la Municipalidad de Arequipa el 28 de noviembre de 1883. Señala el referido sacerdote que, la muerte de los dos soldados chilenos se debió a una reyerta suscitada entre un grupo de jóvenes y los tres soldados, los cuales habían cometido todo género de tropelías intentando incluso abusar de una mujer, motivo por el cual, algunos pobladores les quitaron sus rifles y les dieron muerte.166 Fuera que el párroco del pueblo pretendiera hacer quedar a los verdugos de sus feligreses, como asesinos de 165
SOTOMAYOR VALDES, Ramón. Campaña del Ejército Chileno Contra la Confederación Perú Boliviana en 1837. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes, 1896. Pág. 137. 166 CARPIO MUÑOZ, Juan Guillermo. Op. cit. Pág. 24.
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ciudadanos inocentes o fuera que la muerte de los soldados chilenos obedeció a un ataque no provocado por ellos, el caso es que a consecuencia del mismo fueron fusilados seis pobladores y condenados a recibir cien azotes otros veinte. Episodio similar tuvo lugar en el sitio en aquel entonces llamado la Higuera, en Cayma, situado en el camino a la Tomilla, en el cual, durante la ocupación fueron muertos por soldados chilenos, en circunstancias no esclarecidas, algunos pobladores arequipeños en cuya memoria se colocó una cruz de sillar seguramente ya desaparecida.167
167
MOSTAJO, Francisco. San Gil de Cayma. Arequipa: Editorial Colmena, 1956. Pág. 15.
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VI.
EPÍLOGO.
Antes de dar por concluido el presente ensayo, queremos dedicar unas líneas a la Arequipa de la posguerra. La firma del Tratado no trajo como consecuencia la paz esperada, y es que, al haber apoyado a un partido para obtener una paz favorable a sus intereses el ejército chileno había dejado en el Perú las semillas de la guerra civil. Así, el 21 de diciembre de 1883, llegaba, a Arequipa procedente de Lima, el prefecto Javier de Osma, nombrado para tal efecto por el gobierno de Iglesias. A fin de dar apariencia de autoridad al nuevo jefe político y militar de Arequipa, la guarnición chilena se retiró a los pueblos de Tingo, Sachaca y Huasacache. Sería recién en agosto de 1884 que consolidado el gobierno iglesista las fuerzas chilenas se retiraron del departamento para embarcarse definitivamente de regreso a su patria. Apenas transcurridas 24 horas del embarque del último soldado chileno que lo sostenía, estallaba en Arequipa una revolución cacerista contra el gobierno. En la noche del 17 de agosto las campanas de San Francisco, la Compañía y de la Catedral, anunciaron el inicio de una nueva lucha, convenientemente apostados en las torres de los referidos templos, los revolucionarios arequipeños atacaron la prefectura, en la cual se había atrincherado el prefecto De Osma con la guarnición a su mando.168
168
ARROYO, Luis. La Recoleta de Arequipa. Lima: Imprenta del Colegio Militar Leoncio Prado, 1951. Págs. 252-253.
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Este levantamiento popular aparentemente espontáneo y sin una cabeza visible, había sido previamente coordinado con las fuerzas del general Cáceres, que al mando del ya general Cesar Canevaro, se encontraban apostadas en el pueblo de Vincocaya en la provincia de Caylloma, las mismas que, tan pronto, tuvieron noticias del inicio de la lucha civil marcharon sobre Arequipa, siendo su llegada a las primeras horas del amanecer del día siguiente consumándose la derrota y por consiguiente la rendición del prefecto De Osma. Asumido el mando de la ciudad por el general Canevaro, fue nombrado como nuevo prefecto el doctor José Antonio Morales Alpaca, destacado patriota, célebre por haber conseguido fabricar un cañón fabricado en la maestranza del ferrocarril que había remitido anteriormente al ejército de Cáceres.169 El caudillo de la Breña hizo su entrada apoteósica a Arequipa, el 1 de octubre de 1884, a pesar que venía derrotado tras su primer intento de tomar Lima, no por ello se amilanó el pueblo arequipeño, cuyo entusiasmo y energía amen del liderazgo de Cáceres permitieron levantar un nuevo ejército, el cual el mismo Cáceres consideró el resurgir del veterano y bravo Ejército del Centro, con el que durante más de dos años había mantenido incólume aun en la derrota, la dignidad de la bandera nacional. A la cabeza de dicho ejército formado en Arequipa, Cáceres obtuvo finalmente la victoria sobre Iglesias, consiguiendo gracias a una hábil estratagema ocupar la capital a fines de noviembre de 1885 y forzando la renuncia del presidente impuesto por las armas de Chile pocos días después, con esta última batalla se culminó la campaña de 169
BOURONCLE CARRION, Alfonso. La Tragedia del 79. Lima: Librería Studium Ediciones, 1984. Pág. 227.
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restauración del honor nacional y se inició el periodo de la reconstrucción.
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VII.
CONCLUSIONES.
1.- Desde el momento de conocida la declaratoria de guerra, la ciudad de Arequipa contribuyó activamente a la defensa nacional. La División del prefecto Bezada, a pesar de no estar conformada por soldados del ejército regular, sino principalmente por gendarmes y nacionales de Arequipa, fue una de las primeras en dirigirse a la provincia de Tarapacá, siguiéndole después otro cuerpo formado en la ciudad, los Cazadores de Prado, los que combatieron con distinción en la primera campaña del sur hasta su inmolación en la batalla de Tacna, el 26 de mayo de 1880. 2.- La participación en la guerra de la ciudad de Arequipa y el ejército acantonado en ella, estuvo afecta a las vicisitudes de la política peruana, evidenciándose que el principal obstáculo para la defensa nacional no era, como comúnmente se cree, la carencia de recursos militares, sino fundamentalmente las pugnas de la clase política dirigente de aquel entonces, las cuales influenciaron negativamente la dirección de las acciones militares, siendo un constante temor del presidente de turno, fuera este Prado, Piérola o Montero, que las armas entregadas para luchar contra el enemigo fueran utilizadas para deponer a su gobierno, temiendo siempre que sus subalternos pudieran estar conspirando en contra suya, mal crónico del Perú del siglo XIX y al cual consideramos puede atribuirse la derrota peruana en la contienda de 1879.
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3.- La designación de las autoridades políticas y militares de la ciudad de Arequipa, en especial durante la dictadura de Piérola, tuvo como fundamento la confianza política antes que la probada capacidad del elegido. Resultado de ello fueron las malas decisiones que ocasionaron la pérdida de valiosos recursos humanos y militares. 4.- No obstante, la toma de Lima por el ejército chileno en enero de 1881, la ciudad de Arequipa continuó manteniendo el estado de guerra frente a las tropas de ocupación, aunque con las limitaciones impuestas por el presidente Montero, se enviaron hombres y armas al ejército de Cáceres que combatía en la breña y se contribuyó a la organización de la resistencia en la sierra sur. La negativa de Montero a brindar mayores recursos a Cáceres sólo puede explicarse en recelos políticos hacia este último o una injustificada sensación de vulnerabilidad frente las tropas chilenas acantonadas en Tacna. 5.- La toma de Arequipa en octubre de 1884, no fue consecuencia inmediata del Tratado de Ancón, como expresó Montero, sino productos de las vacilaciones a última de su gobierno, cuyo plan previamente concebido nunca fue, a pesar de lo expresado públicamente ante la ciudadanía, defender la urbe empleando para ello todos los recursos militares disponibles, que no eras escasos, sino presentar un amago de resistencia y retirarse a Puno para buscar el contacto con el ejército de Bolivia, siendo que las acciones llevabas a cabo en Huasacache por aislados batallones al mando de subalternos cuando el grueso del ejército permanecía acuartelado en Arequipa, no hacen más que demostrar la falta de voluntad para dirigir una acción militar efectiva y acorde al sentir de la mayoría de la ciudadanía.
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6.- El general Cáceres, principal protagonista peruano de la guerra librada entre los años 1881 y 1883, siempre tuvo en alta estima el patriotismo del pueblo de Arequipa, ello se verifica en las cartas cursadas a Montero y en lo consignado en sus memorias de la guerra, siendo que bajo el liderazgo de Cáceres en 1884 y aun a pesar contar con menores recursos disponibles, Arequipa, logró levantar un ejército eficiente a cuya cabeza triunfo Cáceres sobre Iglesias en Lima en diciembre de 1885.
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ENCICLOPEDIA BIOGRÁFICA E HISTÓRICA DEL PERÚ: SIGLOS XIX-XX. (1994). T. VI. s/l: Editorial Milla Batres. RECOPILACIÓN DE PARTES Y DOCUMENTOS DE LA GUERRA DEL PACÍFICO. (1980). Lima: Editorial Milla Batres. MINISTERIO DE GOBIERNO Y POLICIA DEL PERÚ. (1879). Memoria. Lima: Imprenta de El Comercio. MINISTERIO DE GUERRA DE CHILE. (1979). Boletín de la Guerra del Pacífico 1879-1881. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello. MINISTERIO DE GUERRA DEL PERÚ. (1963). Revista Militar del Perú. Año LIX. Nº 667. Lima: Servicio de Prensa y Propaganda. MOSTAJO, Francisco. (1956). San Gil de Cayma. Arequipa: Editorial Colmena. PARDO, Adela. (1967). Arequipa: Su Pasado, Presente y Futuro. Lima: Imprenta Litográfica del Perú. PARODI REVOREDO, Daniel. (2001). La Laguna de los Villanos. Bolivia, Arequipa y Lizardo Montero. Lima: Fondo Editorial de la PUCP. PAZ SOLDAN, Mariano. (1979). Narración Histórica de la Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. T. II. Lima: Editorial Milla Batres. SANTOS MENDOZA, Arturo. (2003). Arequipa, Juicio a la Guerra del 79. Arequipa: Ecoval. SOTOMAYOR VALDES, Ramón. (1896). Campaña del Ejército Chileno contra la Confederación Perú Boliviana en 1837. Santiago de Chile: Imprenta Cervantes. VALDES PUGA, Enrique; ESPINOZA PALMA, Virgilio; GONZALEZ SALINAS, Edmundo. (1984). Historia Militar de Chile. Santiago de Chile: Imprenta del Estado Mayor del Ejército.
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VARGAS UGARTE, Rubén. (1971). Guerra con Chile: La Campaña de Tacna y de Lima (Documentos Inéditos). T. II. Lima: Editorial Milla Batres. VARGAS UGARTE, Rubén. (1979). Historia General de la Guerra del Pacífico. T. II. Lima: Editorial Milla Batres.
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Tercer Puesto Julio César Abanto Chani SEUDÓNIMO: REFLEXIONES DE CLÍO
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Julio César Abanto Chani. Nació en Lima, el 17 de enero de 1985. Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Cuenta con estudios de especialización en gestión pública, archivística, gestión cultural y relaciones internacionales. Becario del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales – UNMSM (2008). Publicó Encarando el desastre. El conflicto hegemónico entre la burguesía limeña y los terratenientes serranos del norte en la Guerra con Chile. 1881-1884 (2012) y varios artículos sobre el tema. Fue uno de los ganadores del II Concurso Nacional de Tesis de Titulación Profesional organizado por la Asamblea Nacional de Rectores (2012). Actualmente labora en el Centro de Documentación e Investigación del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social.
E-MAIL: julioabanto80@gmail.com ─128─
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PARTICIPACIÓN DEL CONGRESO DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE: DESAFÍOS, PROPUESTAS Y DIFICULTADES Cuerpo Legislativo Instalado el 22 de Abril de 1883 y Clausurado el 20 de Julio de 1883
Julio César Abanto Chani
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RESUMEN La Guerra con Chile (1879-1883), afectó el normal funcionamiento de las instituciones peruanas, el Congreso de la República no fue la excepción. La caída de Lima en manos del ejército chileno (1881), y la anarquía política desatada después, trastocaron el desarrollo del régimen parlamentario reanudado recién en 1886. En este infausto período de nuestra historia, se llevaron a cabo las siguientes Asambleas Legislativas: Chorrillos (1881), Ayacucho (1881), Cajamarca (1882), Arequipa (1883) y, Lima (1884). En esta oportunidad rescataremos la importancia del Congreso de Arequipa, como el principal apoyo del gobierno de Lizardo Montero, trataba de evitar a todo trance la pérdida de Tarapacá, esforzándose por afianzar la alianza con Bolivia. Este cuerpo legislativo tuvo que, atender los conflictos suscitados por la ocupación chilena de gran parte del país y sus exorbitantes costos para lograr la paz, que concluirán con la suscripción del Tratado de Ancón. Asimismo, Montero se verá obligado a decidir si respaldaba o no la gesta de resistencia de Cáceres en la sierra del centro del Perú.
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PARTICIPACIÓN DEL CONGRESO DE AREQUIPA EN LA GUERRA CON CHILE: DESAFÍOS, PROPUESTAS Y DIFICULTADES Cuerpo Legislativo Instalado el 22 de Abril de 1883 y Clausurado el 20 de Julio de 1883
I.
INTRODUCCIÓN: LA CRISIS DEL CIVILISMO Y LA LUCHA DE MONTERO FRENTE A MIGUEL IGLESIAS.
Los trabajos sobre la historia institucional del Congreso, en especial del de Arequipa de 1883, son escasos; por no decir, inubicables por ser aún inéditos. Hay breves menciones en los libros de: Armando Nieto Vélez (1979), Rubén Vargas Ugarte (1984), Emilio Rosario (2005) y Julio Abanto Chani (2012). Un Parlamento tan rico en elementos de análisis de las tensiones desatadas en la clase política, el devenir del Perú en medio de la guerra, tuvo como espacio principal el Congreso de la Ciudad Blanca. En esa línea se expone el presente ensayo, tomando como premisa la propuesta hecha por el historiador, Jorge Basadre, en su libro Elecciones y Centralismo en el Perú (1980): composición social, producción legislativa, relación con el electorado y la opinión pública, relación con el Poder Ejecutivo y,
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finalmente, su convocatoria, instalación y desarrollo de sesiones. Para diciembre de 1882 el clima político en Arequipa se había complicado, porque el ministro americano en Chile, Cornelius Logan, presionó a Montero indicándole las bases de negociación que debería aceptar el presidente García Calderón: entrega incondicional de Tarapacá y venta la de Tacna y Arica. Pero, Montero le contesta continuar las negociaciones con García Calderón, precisándole que él era la figura idónea para celebrar un acuerdo, restituyéndolo en Arequipa para reasumir el mando supremo no significando la supresión del Congreso convocado para reunirse el 15 de marzo del 1883.170 Atrás quedaron las imágenes de apoyo que Hurlbut y Blaine, brindaron al gobierno de García Calderón. Ahora, claramente, los Estados Unidos respaldaban sin rodeos a Chile y casi todas sus proposiciones bajo la figura que la mediación era proclive al interés chileno. Por ello, Montero llegó a contemplar la inclusión de los países europeos como nuevos mediadores. Pero esa reacción, como decisión de gobierno, tardó demasiado, porque, ya no se pudo cambiar el escenario por la no aceptación de participar de estos países. De otro lado, para fines de diciembre de 1882, se produce en Arequipa la renuncia del premier Camilo Carrillo. Se conforma otro gabinete con Manuel Velarde a la cabeza. Al inicio, Montero, no se preocupó por el germinal gobierno de Iglesias, designado por la Asamblea del Norte como Presidente Regenerador de la República, pues parecía condenado a morir de inanición y recluido en el norte, específicamente en Cajamarca. Chile, suspicaz por el fracaso de su experimento con García Calderón, no será atraído 170
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 21 de Diciembre de 1882. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Revista Histórica - PUCP. N° XXII. Págs. 117-122.
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fácilmente por las ofertas de Iglesias. Pero, pronto comprendió que este caudillo iba en serio. Con la firma de Iglesias del protocolo de paz, de mayo de 1883, se aceptó la pérdida de Tarapacá, la retención en manos chilenas de Tacna y Arica, y se asumirían las cuantiosas deudas con los tenedores de bonos europeos. La situación se complicaba día a día, sin una reacción oportuna de Montero, quien se ve obligado a convocar a un nuevo Congreso, que definiera cuanto antes el desenlace de la guerra para el Perú. Pero, no todos compartían ese entusiasmo. Francisco Rosas tenía también claro sobre qué bases debía trabajar el futuro Congreso de Arequipa, eso implicaba aceptar la cesión de Tarapacá como premisa inexorable: “Reunir al Congreso para iniciarlo es tiempo perdido, porque responderá, siempre que se le consulte, que se haga la paz constitucionalmente y de allí no saldrá. Ustedes (la Delegación de Lima: J.A.) saben cuál es el cuidado con que la mayor parte de los hombres de nuestro país procuran evitar las responsabilidades, y a qué extremos son capaces de llegar por conseguirlo. Muy pocos serán los que voten por que se haga la paz con cesión de territorio, condición sine qua non que impondrán siempre los chilenos. Al Congreso hay que presentarle un tratado concluido para que lo discuta; lo demás es perder tiempo”.171
171
CARTA DE FRANCISCO ROSAS A MANUEL CANDAMO. Londres, 31 de agosto de 1882. En: PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. El Perú Desde la Intimidad. Epistolario de Manuel Candamo (1873-1904). Lima: Pontifica Universidad Católica del Perú, 2008. Pág. 740.
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II.
APROBANDO LA CONVOCATORIA DE UN NUEVO CONGRESO Y LA ACUSACIÓN POR LA FALSIFICACIÓN DE ACTAS ELECTORALES.
Desde octubre de 1882, se contemplaba la idea de convocar en Arequipa a un nuevo Congreso. El gabinete dirigido por Camilo Carrillo, ex primer ministro de García Calderón y ahora de Montero, empezó a analizar la cuestión. El dilema, estribaba en si se reuniría un cuerpo legislativo renovando todo su personal o reinstalando el de 1881. En el Consejo de Ministros, el titular de Hacienda, Juan Oviedo, después de hace notar el movimiento producido en Cajamarca, aborda el tema de la futura convocación del Congreso, pues su instalación inmediata era oportuna y necesaria,172 debiendo señalar las medidas para afrontar la crisis internacional (Abanto: 149-154). Desde todo punto de vista, era inconcebible la citación del Congreso de 1879, ya que algunos de sus integrantes trabajaban paralelamente como funcionarios de Estado, siendo incompatible con el ejercicio legislativo. Asimismo, se debe agregar la muerte de muchos de sus miembros, y los escollos que opondrían los chilenos para su traslado desde Lima hacia la Ciudad Blanca. Esto fue confirmado, al contrastarse la nómina oficial y, leerse uno por uno; resultando hábiles: 12 senadores (el 172
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 11 de octubre de 1882. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 113.
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tercio mínimo era 17), 30 diputados (el tercio mínimo era 38). Es decir, no contaban con quórum mínimo. Por esta razón, se decidió convocar a un nuevo Congreso, conforme a la ley de 13 de abril de 1861, 173 siendo considerada por Candamo, dirigente civilista prisionero en Chile, como de vital importancia: “El mes entrante debe reunirse el Congreso de Arequipa, y sea que se reúna o no se reúna por falta de quórum, cualquiera de las dos cosas, debe aclarar algo la situación obligando al gobierno a seguir una política bien definida y terminante. Llegar a la paz con Iglesias es lo que me parece menos probable de todo. Puede ser que se instale en Chorrillos y que llegue a tomar cierto aparato de gobierno, pero de allí no pasará, a no ser que por el otro lado se haga lo preciso para desesperar al país y hacerlo que se eche en brazos del demonio”.174 La convocatoria al Congreso, se realizó mediante decreto del vicepresidente Montero, el 14 de octubre de 1882, precisando que las elecciones populares se desarrollarían en el territorio no ocupado por Chile, se llevarían a cabo de forma indefectible desde el 9 de diciembre de 1882, para que el Congreso se instale en Arequipa el 15 de marzo de 1883, mediante actas de poderes se harían constar a los representantes elegidos.175 Por su parte 173
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 13 de octubre de 1882. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 114. 174 CARTA DE MANUEL CANDAMO A TERESA ÁLVAREZ CALDERÓN. N° 74. Termas de Chillán, 16 de febrero de 1883. En: PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. Op. cit. Pág. 270. 175 ARCHIVO DIGITAL DE LEGISLACIÓN PERUANA. (2016). Consulta: junio de 2016 http://www.congreso.gob.pe/ntley/default.asp
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el diario oficial El Peruano, que se editó en Arequipa, publicó: “La situación excepcional del país, los asuntos de vital importancia que deben someterse a la representación nacional, y la opinión pública manifestado únicamente, exigen la reunión de un congreso elegido en su totalidad por los pueblos y que pueda expresar fielmente la voluntad de estos en cuento a la resolución de las graves cuestiones que deben sometérseles”.176 Las elecciones se llevaron a cabo y su seguimiento estuvo a cargo de El Peruano (Rosario: 2005) y consideraba fundamental su ejecución: “La expresión más genuina y más intrínseca de la soberanía nacional nacional, la forma más activa del ejercicio de la práctica del sufragio; es decir, el acto único en que los ciudadanos de una nación proceden por si propios a dar impulso y desarrollo a los proceden por si propios a dar impulso y desarrollo a los múltiples propios destinos común la suerte colectiva y entera del país”.177 Sin embargo, el sufragio no estuvo exento de cuestionamiento. En el marco de esta elección, se produce una grave acusación sobre falsificación de actas electorales, se presumía la participación del almirante Montero en estos escándalos, con el fin de eliminar al presidente García Calderón de la escena política. El 14 de marzo de 1883, se 176
EL PERUANO. Arequipa, sábado 14 de octubre de 1882. En: ROSARIO, Emilio (2005: 394). 177 EL PERUANO. Arequipa, miércoles 06 de diciembre de 1882. En: ROSARIO, Emilio. Op. cit. Pág. 395.
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desarrolló una abrupta y accidentada sesión del Consejo de Ministros con el vicepresidente a la cabeza, llevándose a cabo justo en días previos a la instalación del nuevo Congreso. Los rumores atizaban el ambiente enrarecido. Se presumía de la existencia de terribles actos de corrupción, que empañaban las elecciones legislativas, y que habían autoridades del gobierno monterista inmersas en la creación de actas apócrifas, favoreciendo a otras personas totalmente ajenas, y extrañas a los pueblos bajos los cuales se nominaban. De esta forma, postergaban a los candidatos genuinamente elegidos en el sufragio.178 Acusado por tan comprometedoras y deshonrosas imputaciones, el contralmirante Montero, declara que no existía derecho alguno para que se le restrinja el derecho a agruparse con otros ciudadanos y militares. En su opinión, deberían denunciar y ubicar a los falsificadores de actas electorales, y que bajo ninguna circunstancia él se aferraba al poder. Para reforzar esta afirmación presentaría su renuncia irrevocable a las cámaras legislativas. En su apreciación, el Perú, se hallaba ante dos gobiernos provisorios paralelos: uno con sede en Arequipa, con él, al frente, como vicepresidente; y, el otro, en manos de García Calderón, desde su confinamiento en Chile. Agrega que era prioritario definir el entorno político peruano, pues iba en detrimento del régimen vigente en Arequipa. Finalmente, todo el ministerio encareció al vicepresidente permitir que las elecciones congresales se practicaran sin novedad y escándalo alguno. Que no era pertinente, ni excluir a García Calderón, ni aceptar la renuncia del contralmirante; lo que tuvo la aprobación de Montero. 179 Sobre este incidente, Manuel Candamo expresa: 178
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 14 de marzo de 1883. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 127. 179 Loc. cit.
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“Nos sorprende que todavía no se sepa aquí lo que el congreso de Arequipa debe haber resuelto respecto a la paz y al personal del Ejecutivo. Sobrado tiempo hay para que haya tratado y resuelto ambas cosas, y es extraño que no se tenga ninguna noticia sobre el particular. Las que algunos de los compañeros han recibido respecto a lo que pasa por allá son para llenarnos de vergüenza y de rabia. Parece que no piensan sino en las más vulgares intrigas, figurando en primera línea los personajes más insignificantes, ridículos y hasta badulaques. No me explico cómo Montero no ha puesto un poco de orden y consienta que sus amigos, agregados y adherentes sean precisamente los autores o sostenedores de tanta farsa, intriga y ridiculez”.180 [El resaltado es mío]. Montero, se encontró en un gran dilema. Era un vicepresidente, que gobernaba a la sombra del presidente desterrado en Chile y de la Delegación de Lima encabezada por Carlos Elías y Manuel Candamo. Es posible que, centralizando el poder desde Arequipa, lejos de García Calderón y la Delegación, estimara contar con una representación parlamentaria propia, para sostener su régimen y desarrollaría un poder distante del control político, que realizaba el civilismo y el pradismo, fuerzas políticas que gestaron al gobierno provisorio el 22 de febrero de 1881. Para fines de marzo de 1883, los trabajos para la instalación del Congreso se encontraban retrasados, a pesar de la necesidad de discutir los temas prioritarios para el país: 180
CARTA DE MANUEL CANDAMO A TERESA ÁLVAREZ CALDERÓN. N° 118. Termas de Chillán, 07 de mayo de 1883. En: PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. Op. cit. Pág. 234.
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la suscripción de un tratado de paz, enfrentar la anarquía política y emprender las reformas para la reconstrucción nacional. “Hasta hoy no tenemos noticia alguna del Congreso de Arequipa que debe haberse instalado el 15. Estamos deseosísimos de conocer los actos de ese augusto cuerpo y confiamos en que se limitará a aprobar los nombramientos de generales hechos por el gobierno y a sacar el cuerpo fundándose en el precepto constitucional para que se convoque una asamblea especial. En fin, no adelantemos los juicios y esperemos”.181 Finalmente, la composición de las cámaras del Congreso quedó plasmada y de la siguiente forma (Delgado, 1936: 102-104): CAMARA DE SENADORES Por Ancash: Tomás Gadea y Ricardo Espinel. Por Ayacucho: José Salvador Cavero y Baltazar Velarde. Por Apurímac: Gabino Ugarte, Abel Méndez y Manuel Diez Canseco. Por Arequipa: José Morales Alpaca, Antonio Vivanco y Justo Pastor Fernández. Por Cusco: Juan Ibarra, Mariano Gamarra, José Gálvez y Avelino Vizcarra. Por Junín: Manuel Irigoyen y Manuel Erausquín. Por Huánuco: Juan Elespuru y Mariano Fajardo. Por Huancavelica: Melchor Patiño. 181
Ibíd. Pág. 305.
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Por Lambayeque: César Canevaro y Víctor Benavides. Por La Libertad: Antonio Garatea. Por Lima: Ricardo Heredia y Román Alzamora. Por Puno: Manuel María del Valle, Ermenegildo Agramonte, Manuel Costas y Enrique de la Romaña. Por Moquegua: Manuel García Calderón y José de la Torre. Por Tacna: Marcelino Barreda y Adrián Ward. Por Tarapacá: Armando de la Fuente. CÁMARA DE DIPUTADOS Ancash: Por Huaylas: Melitón Carbajal y Clodomiro Gadea. Por Huari: Alejandro Arenas y Manuel Esparza. Por Santa: Teodorico Terry. Por Pomabamba: Francisco Chávez. Por Huaraz: Manuel Mosquera y Antolín Robles. Por Pallasca: José Sotomayor. Apurimac: Por Abancay: Francisco Luna. Por Cotabambas: Isidtro de la Barrera. Por Aymaraes: Justo Guzmán. Arequipa: Por Arequipa: Cloromiro Cornejo y José Melgar. Por Caylloma: José Suárez. Por Carabaya: José Béjar. Por Condesuyos: Justo Delgado. Por La Unión: Andrés Ayvar. Por Islay: Ignacio Gamio. Por Castilla: F. de Belaúnde.
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Por Camaná: Francisco Pacheco. Ayacucho: Por Huanta: Manuel Lazón. Por La Mar: Federico More. Por Cangallo: Manuel García. Por Angaraes: Manuel Patiño Zamudio. Por Lucanas: Juan Bendezú. Por Parinacochas: Gabino Geldres. Cusco: Por Cusco: Eliseo Araujo. Por Urubamba: José B. Valcárcel. Por Canas: Ignacio Somocurcio. Por Calca: Martín Mercado. Por Quispicanchi: M. Mendizabal. Por Paucartambo: Ezequiel Yábar. Por Anta: Manuel Cáceres. Por Chumbivilcas: José Velazco. Por Convención: Pascual Dorado. Por Paruro: Ramón Chaparro. Huánuco: Por Huánuco: Leónidas Ingunza. Por Dos de Mayo: Buenaventura Villar. Huancavelica: Por Huancavelica: Felipe Durand. Por Tayacaja: Gregorio Mercado. Por Castrovirreyna: Andrés Menéndez. Junín: Por Tarma: Eduardo Santa María. Por Huancayo: José Alvarado e Ismael Purreydón.
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Por Cerro de Pasco: Pablo Arías y M. Revolledo. La Libertad: Por Huamachuco: Abelardo Gamarra. Lima: Por Cajatambo: Paulino Fuentes Castro. Por Canta: Arturo M. Toledo. Por Huarochirí: Trinidad Andía. Por Yauyos: Manuel Portugal. Por Lima: Emilio Benavides. Puno: Por Tarata: Estanislao Pardo Figueroa. Por Puno: Daniel Rosell y Agustín Tovar. Por Lampa: Hipólito Valdéz y Rafael Zegarra. Por Azángaro: Manuel Paredes y Ramón Sánchez. Por Huancané: Pablo Riveros. Por Chucuito: Gabino Morales. Por Sandia: Pedro Gamio. Moquegua: Por Mariano Arguedas.
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III.
PRESENTACIÓN DEL VICEPRESIDENTE MONTERO ANTE EL PARLAMENTO Y LA PRODUCCIÓN LEGISLATIVA DEL CONGRESO DE AREQUIPA.
Las sesiones del Congreso, fueron inauguradas el 22 de abril y clausuradas el 20 de junio de 1883, siendo controlado por la facción civilista liderada por Mariano Nicolás Valcárcel y Lizardo Montero. Asimismo, se apreció un acelerado fraccionamiento de posiciones en las cámaras al acercarse el fin del régimen, con la batalla de Huamachuco. Antes del inicio de las sesiones del Congreso, Montero revisó las memorias de sus ministros (Velarde, Valcárcel, Vélez, Suárez y Oviedo), según sus ramos, antes de ser presentado en su Mensaje a la Nación.182 En el día de la apertura del Congreso, Montero expuso su mensaje vicepresidencial, con desencanto por la participación norteamericana en la guerra. Cuando fue designado vicepresidente, él pensó que sólo se limitaría a firmar la paz con la generosa intervención de los Estados Unidos y la Sociedad General de París. La realidad le demostró que estaba totalmente equivocado. “Siendo difícil que los beligerantes se entiendan directamente, cuando la razón se encuentra todavía 182
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 15 de abril de 1883. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 132.
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eclipsada por el humo de los combates, el Perú aceptó con entusiasmo la mediación del Gobierno de los Estados Unidos de América. Pero después de un año de gestiones sin eficacia, y de declaraciones tan significativas y terminantes como las del señor Trescott después, y tan adversas e imprudentes como las del señor Logan, al fin, hemos adquirido el doloroso convencimiento de que el Gobierno americano, como lo declara el presidente Arthur en su mensaje al último Congreso Federal, no puede hacer más de lo que ha hecho por los aliados, porque una intervención por medios más directos “sería opuesta a la anterior política de los Estados Unidos, perjudicial a sus intereses actuales y llena de dificultades para el porvenir”.183 Le dedicó varias líneas a la sedición de Iglesias, desconociendo el valor que iba cobrando dentro de los planes chilenos y de la oposición terrateniente: “Pero la deslealtad del ex general Iglesias, se ha encargado de presentarnos divididos en los momentos más apremiantes, titulándose Presidente regenerador y simulando una Asamblea. Este suceso sin trascendencia, que sólo es lamentable, porque exhibe ante los extraños la depravación de unos pocos que han nacido en el Perú, no es imputable a los pueblos del norte; pues, lejos de prestarle apoyo, han protestado con patriótica energía, continuar obedeciendo al 183
MUSEO DEL CONGRESO Y LA INQUISICIÓN. (2016). Mensajes Presidenciales. Consulta: junio 2016 http://www.congreso.gob.pe/museo.htm
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Gobierno nacional, y han reducido a los rebeldes a los estrechos límites de Cajamarca, donde su existencia política es más ficticia que real”.184 Las leyes que expidió el Parlamento fueron las siguientes:185 a) Determinando la manera de representación en el Congreso de los departamentos y provincias ocupados por el invasor, aprobada el 11 mayo de 1883. El Congreso procedió a elegir el número de senadores, diputados, propietarios y suplentes que correspondían a los departamentos y provincias, ocupadas por el enemigo en la época en que se verificaron las últimas elecciones populares, con arreglo al cuadro formado según los datos remitidos por el gobierno. Al parecer, fueron elegidos de forma simbólica, como diputados a los delegados de Lima (Carlos Elías y Manuel Candamo), desterrados en Chile. Elías comentaría: “Candamo, Correa y yo hemos sido elegidos diputados en representación de Lima, lo que yo agradezco como honroso recuerdo, pero la verdad habría preferido el olvido. No apruebo que el Congreso haya elegido representantes por las provincias y departamentos ocupados; creo que eso no es correcto y que bastaba
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Loc cit. ARCHIVO DIGITAL DE LEGISLACIÓN PERUANA. (2015). Consulta: junio 2015 http://www.congreso.gob.pe/ntley/default.asp 185
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con los representantes del territorio libre, legalmente elegidos, para solucionar la cuestión internacional”. 186 b) Resoluciones con votos de gracia a nombre de la Nación, para el ciudadano argentino Roque Sáenz Peña, por su participación en la heroica defensa de Arica (20 de julio de 1883) y; otro para el jurista francés Pablo Pradier Foderé (26 de mayo de 1883), por su exposición en defensa del Perú en Europa (Ahumada: VIII, 302). c) Disponiendo que el Congreso Constitucional asuma amplias facultades para la solución del conflicto internacional y para hacer las reformas en el régimen interno, aprobada el 20 mayo de 1883. d) Disponiendo que el Congreso proceda a elegir al segundo vicepresidente de la República, aprobada el 06 junio de 1883. Esta ley, fue materializada con la Resolución Legislativa del 27 de junio de 1883, por la cual se eligió como segundo vicepresidente de la República a Andrés Avelino Cáceres. Asimismo, mediante la ley del 16 de junio de 1883, se aprobó que en la sucesión del mando ante las ausencias del presidente y los vicepresidentes, pudiera asumir la dirección del gobierno el presidente del Consejo de Ministros.187 Esta ley, fue promulgada el 18 de julio de 1883, es decir, a casi una semana del desastre de Huamachuco, al parecer una facultad a favor de Mariano Nicolás Valcárcel, el joven primer ministro 186
PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. Op. cit. Pág. 271. 187 ARCHIVO DEL MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES (ACMRE). Cuaderno Copiador (CC) 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Senadores. Arequipa, 18 de julio de 1883. f. 19.
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e)
f)
g)
h)
y canciller que iba acumulando notable poder en los círculos del régimen de Montero. El proyecto de ley, había sido presentado el 20 de junio, por el diputado de Tarata, Estanislao Pardo Figueroa (Ahumada: VIII, 137). Creando las Jefaturas Superiores de la República, aprobada el 09 julio de 1883. Desde 1879 y 1880, se crearon las Jefaturas Superiores de la República. La primera fue la del Sur, por las campañas de Tarapacá y Tacna. Luego de la caída de Lima en 1881, se constituyeron las del Norte y del Centro. Como requería efectuarse el control y regulación de sus actividades por el Poder Ejecutivo, porque en la práctica era una instancia subnacional, que se encontraba facultada con amplios poderes y con mando sobre los prefectos y subprefectos de su jurisdicción. Estableciendo la duración en el cargo de los representantes del Congreso, aprobada el 17 julio de 1883. Esta ley, establecía que los representantes elegidos para este Congreso participarían directamente en la legislatura de 1884. Los que fueron elegidos por el Parlamento, para representar a los departamentos y provincias ocupadas por las fuerzas chilenas, cesarían automáticamente de sus cargos. Estableciendo fecha de clausura para la legislatura de 1883, aprobada el 17 julio de 1883. Se señaló el 20 de julio, como el último día de la legislatura. Autorizando al Poder Ejecutivo a celebrar tratado especial de comercio con el gobierno de Bolivia, promulgada el 17 de agosto de 1883. Gracias a la documentación del Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores podemos resaltar que, los
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antecedentes para la aprobación de esta ley fue discutida intensamente. El diputado por Huancané, Sr. Riveros, formuló la propuesta a la Presidencia del Consejo de Ministros, para que el Ejecutivo proceda a discutir con el gobierno de Bolivia un tratado especial de comercio, sobre la base de libre tránsito ad perpetuam, sin gravamen de derechos fiscales de las mercaderías que se importen y exporten de Bolivia por los puertos del Perú, desde el Loa a Mollendo inclusive, debiendo consignar en dicho tratado la condición expresada en el inciso 11° del artículo 94 de la Constitución.188 El interés económico y político de un tratado comercial era innegablemente favorable para el gobierno de Montero. El senador por Huánuco, Sr. Elespurú, solicitó la opinión del Ministerio de Relaciones Exteriores al respecto. La Cancillería contestó indicando que, podría producirse la reducción de los ingresos de las aduanas de Mollendo y Arica, pero que “examinada la cuestión en sus aspectos de conveniencia política y de oportunidad diplomática merece ser acogida”. 189 Estas facilidades comerciales, gratuitas, perpetuas; facilitarían las coordinaciones con el aliado, más aún si se tenía pendiente el traslado de armas desde la Argentina. El ministro Valcárcel, solicitó poner en
188
ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Congreso de la República a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 01 de junio de 1883. Caja 283. File 7. ff. 16-17. 189 ACMRE. CC 679. Reservada. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a los secretarios de la Cámara de Senadores. Arequipa, 08 de junio de 1883. f. 7.
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conocimiento esta opinión a la Comisión Diplomática del Congreso. Sin embargo, la ley fue promulgada recién el 17 de agosto de 1883, a casi un mes de la derrota en Huamachuco, cuando Montero quedaba completamente expuesto a un ataque chileno. La ley fue aprobada muy tarde porque no llegarían a observarse sus frutos ni impacto. De otro lado, es interesante observar las muestras de cohesión y acercamiento con Bolivia que brindó el gobierno de Arequipa, a través de las siguientes resoluciones legislativas:190
Concediendo permiso a cuatro ciudadanos peruanos para aceptar clases de rango militar conferidas por Bolivia, aprobada el 05 de junio de 1883. Siendo reconocidos: Andrés A. Cáceres, Manuel Velarde, César Canevaro y José Hernández. Este último pidió al Congreso evaluar su solicitud para recibir el grado de coronel efectivo en su calidad de vocal de la corte de Tacna.191 Concediendo permiso al señor vicepresidente Lizardo Montero, para aceptar la clase de general de división otorgada por Bolivia, aprobada el 06 de junio de 1883.
190
ARCHIVO DIGITAL DE LEGISLACIÓN PERUANA. (2015). Consulta: junio 2015 http://www.congreso.gob.pe/ntley/default.asp. 191 ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Senadores. Arequipa, 19 de mayo de 1883. f. 7.
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Apenas se instaló el Congreso, consultó al gobierno la situación de la alianza, por lo que se solicitaron copias del protocolo de la conferencia de Oruro, con la calidad de la más estricta reserva por la naturaleza de los acuerdos.192 Desde el discurso, al inaugurar el Congreso, Montero, insinúo retomar la propuesta formulada por Piérola: cristalizar un tratado de confederación Perú-Boliviana. El diputado por Pomabamba, Francisco Chávez, exigió a la Cancillería toda la información disponible al respecto. No obstante, Valcárcel señaló que la legación en La Paz solo había enviado los relativos a la época de la dictadura, faltando los discutidos entre 1882 y 1883, como se expresó en su memoria presentada al Parlamento.193 i) La Cuestión Internacional y las Condiciones de Paz con Chile. El 16 de mayo de 1883 la Comisión Diplomática integrada por: Manuel María del Valle, Manuel Irigoyen e Ismael Purreydon; a fin de analizar la situación con detenimiento, vio por conveniente citar a los integrantes del Consejo de Ministros para conocer su opinión.194 El 23 de junio, se aprobó esta ley facultando al gobierno para que continúe con los aprestos bélicos y lo autorizaba a 192
ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 09 de mayo de 1883. f. 11. 193 ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 12 de junio de 1883. f 15. 194 RESOLUCIÓN DEL CONGRESO. 16 de mayo de 1883. En: AHUMADA, Pascual. Guerra del Pacífico. Recopilación Completa de todos los Documentos Oficiales, Correspondencias y demás Publicaciones que ha dado a Luz la Prensa de Chile, Perú y Bolvia, Conteniendo Documentos Inéditos de Importancia. T. VIII. Valparaíso: Editorial Mercurio. Pág. 139.
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celebrar la paz, recomendando la suscripción de una tregua junto a Bolivia (Ahumada: VIII, 140). En uno de los acuerdos de Consejo de Ministros con Montero a la cabeza, se planteó cuál era la opinión del gobierno, ante el Congreso, si fuera interrogado por las bases de paz. En un primer instante tratan de evitar a toda costa contestar a menos que sea inevitable hacerlo. Justificaban tal decisión para dejar en completa libertad a las cámaras legislativas. Aun así se requería de forma vital la opinión gubernamental al respecto.195 Semanas después, el régimen monterista se pronunciaría afirmando que era imposible de continuar la guerra, ya que no se contaba ni con dinero para financiarla ni con los elementos bélicos suficientes. La única cesión aceptable sería Tarapacá, pero se cerrarían posiciones para no entregar otra provincia, sea Arica o Tacna. Como punto previo, Chile debería reconocer las deudas contraídas por el guano y salitre ante los acreedores extranjeros. El gabinete Valcárcel, opinó que este derrotero debería tomarse sí y sólo sí no hubiese otro camino practicable para el Congreso o el presidente García Calderón, aunque a estas alturas era inconcebible otra ruta menos onerosa para el Perú.196 Francisco Rosas, era de la opinión que el gobierno peruano debía aceptar su destino: si no se aceptaba la pérdida de Tarapacá la guerra se extendería sin fin: “Realmente carecemos de medios para continuar airosamente la lucha, y sería lo mejor que llegáramos a 195
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 11 de junio de 1883. NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 132. 196 Loc. cit.
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la paz; pero no hay que equivocarse, la tregua con las condiciones propuestas por los chilenos no es la paz, sino algo peor que la guerra, un acto de ignominia y de cobardía que nos pondría perpetuamente a los pies de nuestros enemigos. Si se quiere la paz, que se celebre un verdadero tratado de paz”.197 El 26 de junio de 1883, la ley fue promulgada por Montero y establecía las bases para negociar la paz con Chile, considerando la entrega de Tarapacá como inevitable. De esta manera, el Congreso abordó la cuestión internacional sobre los puntos contenidos en las conclusiones del dictamen de la comisión diplomática, que se mantendrían en reserva.198 En el Parlamento había llegado también la hora de las decisiones. Tocaba decidir la suerte de Tarapacá. A continuación, damos a conocer la votación en la Cámara de Senadores, efectuada el 29 de junio de 1883 (Ahumada: VIII, 139): A FAVOR: César Canevaro, Mariano Fajardo, José Salvador Cavero, José Morales, Antonio Vivanco, Ricardo Espinel, Manuel María del Valle, Juan Ibarra, Ermenegildo Agramonte, Ricardo Heredia, José Gálvez, Roman Alzamora, Manuel Costas, Enrique de la Romaña, Manuel Irigoyen, Manuel García Calderón, Adrian Ward, Víctor Benavides, Gabino Ugarte, Abel Méndez, Manuel Diez Canseco. 197
CARTA DE FRANCISCO ROSAS A MANUEL CANDAMO. Londres, 31 de agosto de 1882. En: PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. Op. cit. Pág. 740. 198 ACMRE. CC 679. Reservado. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 30 de junio de 1883. f. 19.
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Los senadores que votaron a favor fueron los principales miembros del régimen de Montero: César Canevaro, jefe del ejército de Arequipa y exalcalde de Lima; Manuel María del Valle, ministro del Perú en Bolivia; Juan Ibarra, senador por Cusco y ministro de Guerra; Manuel Costas, vicepresidente del régimen de Manuel Pardo; Manuel García Calderón, hermano del presidente prisionero. Juan Ibarra renunció al Ministerio de Guerra el 18 de julio de 1883,199 por ser tarapaqueño y por no aceptar la votación. Sería reemplazado por el capitán de navío Manuel Villavicencio una semana después.200 EN CONTRA: Baltazar Velarde, Juan Elespuru, Tomás Gadea, Antonio Garatea, Melchor Patiño, Justo Pastor, Mariano Gamarra, Manuel Erausquin, Avelino Vizcarra, Marcelino Barela, José de la Torre, Armando de la Fuente. Ricardo Heredia, senador por Lima, propuso una moción que autorizaba al Ejecutivo a abrir las negociaciones de paz con Chile sobre una indemnización de guerra, dejando como prenda pretoria el territorio de Tarapacá, por tiempo determinado, pero sin comprometer en ningún caso la integridad territorial y el perfecto acuerdo con Bolivia. Mientras se realizasen las conversaciones, el Ejecutivo tendría que continuar con los aprestos militares, para continuar con las operaciones
199
ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Arequipa, 18 de julio de 1883. Caja 283. File. 7. f. 48. 200 ACMRE. Cuaderno copiador N° 679. Arequipa, 25 de julio de 1883.
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bélicas.201 Sin embargo, la moción no fue aprobada y Heredia acabaría votando a favor de la cesión. ¿Cómo sabemos el resultado de esta votación? La persona que reveló este hecho fue el senador por La Libertad, Antonio Garatea, quien lo publicó en el diario “La Patria” de La Paz, insertando también su discurso en contra de la cesión de Tarapacá.202 El primer ministro Valcárcel, encolerizado por la actitud de Garatea, porque exponía la votación de los congresistas, ponía en riesgo la alianza con Bolivia y desestabilizaba la posición del gobierno de Montero.203 Puesto en conocimiento del Consejo de Ministros, se decidió por unanimidad apresar al referido parlamentario, por la violación del juramento de guardar secreto de las sesiones de esta naturaleza, debiendo ser juzgado con la celeridad y severidad de las leyes militares. Lo que en efecto ocurrió después. Luego del incidente con Garatea, el Ejecutivo puso su atención en dos proyectos: 1. Libertad de imprenta: A solicitud del diputado por Calca, Martín Mercado, el Congreso le realiza la consulta al presidente del Consejo de Ministros si la censura previa de la prensa sería
201
Documento N° 12. Discusión en el Congreso de Arequipa sobre las Bases de la Paz Propuestas por el Invasor. Ricardo Heredia. En: VARGAS UGARTE, Rubén. Historia General del Perú. Tomo X. Pág. 174. 202 SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 26 de julio de 1883. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 139. 203 ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores al Ministerio de Guerra y Marina. Arequipa, 26 de julio de 1883. f. 47.
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examinada por el Supremo Gobierno. 204 Valcárcel, respondió que no había censura previa y que los delitos de imprenta sobre las noticias de guerra serían castigados con toda severidad.205 2. Garantías individuales: Montero evaluaría seriamente la discusión sobre la suspensión de las garantías individuales, por lo que el gabinete se presentaría en el Congreso para debatir este asunto. 206 Tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, 207 se recogieron los aportes y precisiones sobre tan importante proyecto de ley. El debate se extendería por varias semanas,208 pero no fue aprobada. j) Normas en materia económica. El Congreso, concentró su atención en proveer recursos al exhausto erario fiscal. Mediante una resolución legislativa del 18 de julio de 1883, se autorizó al Poder Ejecutivo a levantar un empréstito, negociando con el Concejo Provincial de Arequipa un adelanto de veinte mil soles de plata. 209 204
ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Congreso de la República a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 01 de junio de 1883. Caja 283. File 7. f. 19. N° 10. 205 ACMRE. CC 679. Oficio de la Presidencia del Consejo de Ministros a la Cámara de Diputados. Arequipa, 02 de junio de 1883. f. 28. 206 ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Congreso de la República a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 03 de julio de 1883. Caja 283. File 7. f. 31. 207 ACMRE. CC 679. Folio 25. Oficio de la Presidencia del Consejo de Ministros a la Cámara de Senadores. Arequipa, 07 de julio de 1883. 208 ACMRE. CC 679. Folio 20. Oficio de la Presidencia del Consejo de Ministros a la Cámara de Senadores. Arequipa, 19 de julio de 1883. 209 ARCHIVO DIGITAL DE LEGISLACIÓN PERUANA. (2016). Consulta: junio de 2016 http://www.congreso.gob.pe/ntley/default.asp
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Asimismo, el 13 de julio, se aprobó una ley sobre disposiciones aplicables al comercio de cabotaje, por la que se hacían extensivos las franquicias a todos los puertos mayores y menores, bahías y caletas para las embarcaciones menores y neutrales. Se precisó que esta ley estaría vigente mientras durara la guerra.210 El 19 de mayo, se aprobó la ley que creó la contribución eclesiástica para elevar los ingresos, y que constaba de dos reales de plata sellada que pagarían todos los feligreses católicos varones, mayores de 18 años. Luego se proyectaría reglamentar la forma de pago y cómo se encargaría cada diócesis de hacerlo efectivo (Ahumada: VIII, 137). Otra ley, autorizaba al Ejecutivo a vender los bienes de las cofradías en los pueblos del interior de la República, y estos ingresos servirían exclusivamente para los gastos de guerra (Ahumada: VIII, 138). Rastreando el impacto de las mencionadas normas, no se ha podido develar si fueron efectivamente aplicadas. El gabinete, también fue requerido para precisar los alcances del proyecto de ley sobre nuevas contribuciones que regirían desde el 01 de agosto de 1883 en toda la República:211
Los departamentos de Arequipa, Cusco, Puno, Apurímac y Moquegua; pagarían una libra por cada mil sobre la producción cereal. Las fincas ganaderas de Arequipa, Puno, Cusco y Apurímac; pagarían según la
210
Loc. cit. ACMRE.1-5 Consejo de Ministros. Oficio de la Cámara de Diputados a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 06 de julio de 1883. Caja 283. File 7. f. 34. N° 14. 211
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cantidad de cabezas de ganado vacuno u ovino de 4 mil a 50 mil o lo pagarían entregando sus animales para el sostenimiento del ejército. Estas contribuciones serían recaudadas por los subprefectos y gobernadores. Los departamentos del centro y norte, también quedarían sujetos a la misma contribución, de acuerdo a los criterios del Supremo Gobierno, que lo reglamentaría.
Quedó pendiente la forma de cómo resolver el problema de la deuda externa. Los congresistas Melgar, Velarde y Moscoso; propusieron a discusión el proyecto de ley relativo a la concesión a los tenedores de la deuda externa del Perú de los diversos depósitos de guano y del salitre de Tarapacá, perpetuamente o por lo menos hasta la extinción del crédito. Por esta razón, se invitó al gabinete ministerial a presentarse en el Congreso,212 para tener más luces al respecto, fruto de ello se aprobó una ley sobre la deuda externa, pero como sabemos el Perú ya no controlaba la producción salitrera desde la ocupación chilena en 1879. Uno de los artículos de esta ley, obligaba a los tenedores de bono a contar con un fondo de reserva, para pagar la deuda a Chile, debiendo firmar un contrato especial con el Supremo Gobierno (Ahumada: VIII, 303). Con todo, era difícil que esta norma se haya cumplido a cabalidad. 212
ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio dirigido por la Cámara de Diputados a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 11 de julio de 1883. Caja 283. File 7. f. 43.
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El Contrato Paz y Roselló y el control del Congreso: Era conocida la dificultad para aplicar los impuestos a los pueblos, pues muchos se encontraban exhaustos después de cuatro años de guerra. Por esta razón, el gobierno de Montero también apostó por el levantamiento de empréstito con agentes en el exterior. Para ello, eligió a una compañía argentina, dirigida por los señores Paz y Roselló, para que realicen la adquisición de armamento y proveer de recursos a Arequipa. El contrato fue celebrado el 17 de octubre de 1882, fue suscrito por el ministro del Perú en Bolivia, Manuel María del Valle, siendo aprobado por el Ejecutivo. 213 En su momento el Consejo de Ministros, solicitó el adelanto de 600, 000 libras esterlinas para atender los gastos del momento. 214 Parece que esta necesidad era tan urgente, que el mismo vicepresidente Montero, aprovechando su visita al general Campero en La Paz, aprovechó en abordar este asunto.215 Esta casa comercial argentina, brindaría su apoyo al agente confidencial peruano Cesáreo Chacaltana para trasladar las armas remitidas desde Europa por
213
ACMRE. CC 679. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores al Congreso de la República. Arequipa, 18 de julio de 1883. f. 3. 214 ACMRE. CC 679. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Legación Peruana en Bolivia. Arequipa, 23 de noviembre de 1882. f. 26. 215 ACMRE. CC 260. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Legación Peruana en Bolivia. Arequipa, 07 de diciembre de 1882.
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Francisco Rosas.216 Este diplomático peruano logró burlar el cerco chileno y pudo enviar una importante cantidad de fusiles Remington y cañones Krupp que para otras épocas era muy difícil de realizar (Abanto: 144 – 148). La comunicación entre Roselló y el gobierno era permanente. 217 Como todo inicio de gestiones, Montero y Valcárcel, albergaban mucha expectativa apostando por una empresa que tendría que restablecer el crédito del Perú y proveer de recursos al gobierno. No obstante, a corto plazo, esa compañía en coordinación con la casa Machain y Cia de Buenos Aires adquiriría más armas, que sumadas a las que venían de Europa dotaría de un notable poder de fuego al régimen de Arequipa.218 Falta mayor información sobre la repercusión del éxito o fracaso de este contrato, porque al parecer Paz y Roselló estuvieron en Argentina y Francia buscando financiamiento, pero no llegaron traer al Perú esos recursos tan esperados. Por su parte, el Congreso estuvo atento a las gestiones emprendidas por el gobierno. El Ejecutivo envía copias de las notas intercambiadas con Paz y Roselló, al Parlamento para su conocimiento y
216
ACMRE. CC 260. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Legación Peruana en Bolivia. Arequipa, 15 de febrero de 1883. 217 ACMRE. CC 260. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Legación Peruana en Bolivia. Arequipa, 08 de marzo de 1883. 218 ACMRE. CC 260. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Legación Peruana en Bolivia. Arequipa, 21 de marzo de 1883.
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fines. 219 El senador Erausquín solicitó copias del referido contrato para su estudio y pedir cuentas al gobierno.220
219
ACMRE. CC 260. Oficio Reservado del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Legación Peruana en Bolivia. Arequipa, 29 de marzo de 1883. 220 ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Senadores. Arequipa, 10 de mayo de 1883. f. 6.
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IV.
RELACIÓN CON EL PODER EJECUTIVO Y EL APOYO AL EJÉRCITO CACERISTA.
La agenda interna del gobierno de Montero: Una de las primeras acciones del Congreso de Arequipa, fue hacer rendir cuentas al gabinete presidido por Manuel Velarde, luego de la lectura de sus memorias en los respectivos ramos. 221 Antes de ser interpelado y censurado por los parlamentarios, Velarde renunció al cargo. La recomposición ministerial fue dirigida por Mariano Nicolás Valcárcel. Desde el 13 de mayo de 1883, se conformó el siguiente gabinete, en el que ya no quedaban muchos miembros del equipo primigenio de la administración de La Magdalena:222 Mariano Nicolás Valcárcel: Presidente del Consejo de Ministros y de Relaciones Exteriores. Federico Herrera: Ministro de Gobierno. Juan Ibarra: Ministro de Guerra. José Miguel Vélez: Ministro de Justicia e Instrucción.
221
ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 26 de abril de 1883. f. 11. 222 ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, mayo 29 de 1883. Caja 283. File 7. f. 1.
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La Cámara de Senadores había formulado nuevamente la interpelación. 223 De inmediato, el nuevo gabinete se apresta a asistir a la sesión secreta del Congreso, para informar los lineamientos que orientaran sus decisiones. 224 También participó en la Comisión Diplomática Mixta, para exponer todos los antecedentes relativos a la cuestión internacional.225 Esta situación de tensión entre el Congreso y el Ejecutivo, no impidió proyectar la agenda interna que debía tratarse paralelamente, pues una vez solucionada la cuestión internacional, tendrían que vislumbrarse las bases de la reconstrucción nacional. Los temas propuestos para discutir fueron:226 Facultar al Supremo Gobierno para que pueda enajenar bienes nacionales. Regular la existencia de las jefaturas superiores hasta que termine la guerra, dejando la reglamentación y detalle al Supremo Gobierno. Evaluar la suspensión de la libertad de imprenta y habilitar para que el gobierno ejerza la censura previa, a fin de evitar exponer las operaciones de guerra se frustren negociaciones diplomáticas. Aprobar un tratado de comercio con Bolivia, sobre la base del libre tránsito perpetuo.
223
ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Ministerio de Gobierno a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 30 de mayo de 1883. Caja 283. File 7. f. 11. N° 338. 224 ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 29 de mayo de 1883. f. 17. 225 ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio de la Presidencia del Consejo de Ministros al Congreso de la República. Arequipa, 30 de mayo de 1883. Caja 283. File 7. f. 7. N° 6. 226 SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 20 de junio de 1883. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 135.
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Evaluar medidas para reactivar la administración de justicia.
El 27 de junio, se revisan y aprueban las ternas para cubrir vacantes en la Corte Suprema, al día siguiente se examinan las ternas para cubrir obispados vacantes. 227 El tema principal: la guerra en sí y negociar las condiciones de paz con Chile se evaporan inexplicablemente. En el norte, Cáceres se batía desesperadamente en Huamachuco, perseguido por la más poderosa ofensiva militar chilena, que paralelamente parten de Lima y Trujillo con el fin de acorralarlo y destruirlo junto a sus guerrillas. La situación del servicio diplomático fue continuamente consultada por el Parlamento. Para ese momento era vital sostener al personal del Ministerio de Relaciones Exteriores y las legaciones de Estados Unidos, Francia y Bolivia. El resto de representantes diplomáticos del Perú trabajaba de forma ad honorem.228 El diputado Pacheco Andía, consultó sobre el estado de la legación peruana en los Estados Unidos. 229 La Cancillería le contestó que Federico Elmore se mantenía a cargo de esa legación, pero no se le había dado ninguna instrucción sobre comunicarse directamente con el presidente García Calderón. 230 Mientras tanto, el diputado por Cusco, Sr. Araujo, solicitó copia legalizada de la 227
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 20 de junio de 1883. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 135. 228 ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 30 de mayo de 1883. f. 12. 229 ACMRE. 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Congreso de la República a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 01 de junio de 1883. Caja 283. File 7. f. 20. N° 8. 230 ACMRE. Cuaderno copiador N° 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 02 de junio de 1883. f. 13.
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correspondencia sostenida entre el gobierno representante del Perú en los Estados Unidos.231
y
el
Cáceres y la resistencia en el centro: Otro punto de discusión en las cámaras parlamentarias fue si Montero brindaría el apoyo decidido a la resistencia en el centro del país. Era impensable que el Ejército del Centro no recibiese cuidado alguno. Se suponía que las armas traídas desde Argentina estarían en los brazos de los combatientes indígenas defendiendo el honor de nuestra bandera, pues no sólo significaba la lucha contra los chilenos, era además el freno para la imposición de Iglesias en el Perú. ¿Qué sucedió? ¿Por qué no se apoyó contundentemente al ejército cacerista? Para junio de 1883, el divorcio era total con la matriz original de la que nació el gobierno provisorio constitucional dirigido por Francisco García Calderón. Cada vez divergían más las ideas entre Arequipa y los prisioneros en Chile. Montero se separaba del seno del civilismo y la burguesía limeña. A petición del senador por Loreto, Sr. Espiell, el Congreso realizó la consulta a la Presidencia del Consejo de Ministros, para conocer si habían sido remitidas las armas que el Supremo Gobierno ofreció mandar al Ejército del Centro.232 El primer ministro Valcárcel, responde tomando como referencia la resolución legislativa expedida por el Congreso sobre la decisión de que “el gobierno proceda como crea prudente y acertado respecto a la remisión del armamento” y que el ministro de Guerra había “se ocupa en
231
ACMRE. CC 679. Oficio del Ministerio de Relaciones Exteriores a la Cámara de Diputados. Arequipa, 02 de junio de 1883. f. 14. 232 ACMRE 1-5 Consejo de Ministros. Oficio del Congreso de la República a la Presidencia del Consejo de Ministros. Arequipa, 29 de mayo de 1883. Caja 283. File 7. f. 6.
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preparar la remisión de elementos bélicos, tomando al efecto los actos y medidas indispensables”.233 Sin embargo, pareció más una respuesta declarativa más que efectiva, porque en la práctica no se observó el incremento del poder de fuego del Ejército del Centro. La legislación que necesitaba el país urgentemente y las medidas gubernamentales que debía tomar Montero, era lo que adolecía su régimen y Candamo desde el destierro lo aprecia con impotencia. El cisma en el civilismo se afianzaba más: “Pero parece que en Arequipa no tienen conciencia de lo grave de la situación y están entregados a pequeñas intrigas, a satisfacer ridículas ambiciones y a todas las farsas, pequeñeces y miserias más impropias e indignas de hombres medianamente circunspectos y amantes de su país”.234 El cisma se agravaría con la criticada carta que dirigió el presidente cautivo García Calderón al insurrecto Miguel Iglesias en la primera mitad de 1883. Ya no había la conexión que existía entre el presidente, el vicepresidente y la Junta de Notables que, vieron nacer al Gobierno Provisorio en Lima. La alianza civilista, establecida en febrero de 1881, se hallaba en plena descomposición: prisioneros se encontraban el presidente García Calderón, los delegados Candamo y Elías, el plenipotenciario Ramón Ribeyro, el comerciante Pedro Correa y Santiago y los exministros 233
ACMRE. CC 679. Oficio de la Presidencia del Consejo de Ministros a la Cámara de Diputados. Arequipa, 31 de mayo de 1883. f. 18. 234 CARTA DE MANUEL CANDAMO A TERESA ÁLVAREZ CALDERÓN. N° 105. Chillán, 15 de abril de 1883. En: PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. Op. cit. Pág. 317.
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García León y Alvarez. Los principales hombres que sustentaban el régimen de La Magdalena, había sido separados del círculo de vicepresidente Montero: Camilo Carrillo y Manuel Velarde quedaron desembarcados de las altas decisiones de Estado. En las páginas de Pascual Ahumada, se aprecia que el vicepresidente Montero se presentó ante el Congreso para clausurar sus sesiones, el 20 de julio de 1883. Mencionó que ese Legislativo, se vio rodeado de dificultades pero tuvo hijos tan abnegados que pudieron doblegar los desastres, habilitando al gobierno para atender la cuestión internacional y resolver los asuntos internos más urgentes.235 Cáceres se quejaría amargamente por tan grave descuido, cuando Montero tenía aún todos los elementos a la mano para socorrerlo. “Destruidas por completo las fuerzas de ese valeroso y constante defensor de su país, la dominación de Iglesias podrá extenderse por todo el norte y centro del Perú hasta Izcuchaca y no sé qué partido tomará el gobierno de Arequipa, en donde la noticia de la derrota de Cáceres producirá gran conmoción. Mucho me temo que ese gobierno caiga ridículamente, sin haber tenido la energía de ir de frente y con decisión a la paz y sin haber hecho nada por la guerra”. 236 [El resaltado es mío] ¿Por qué espero tanto tiempo el gobierno de Montero para tratar la paz con Chile? Candamo y Cáceres, coinciden 235
AHUMADA, Pascual. Op. cit. Pág. 308. CARTA DE MANUEL CANDAMO A TERESA ÁLVAREZ CALDERÓN. N° 161. Chillán, 22 de julio de 1883. En: PUENTE CANDAMO, José De La; PUENTE BRUNKE, José De La. Op. cit. Pág. 388. 236
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en indicar que fue un círculo ignominioso el causante de nuestras desgracias en el último tramo del gobierno de Montero. Ese mismo círculo inicuo, perverso e infame; es el que a todo trance evitó que Montero diera un contundente auxilio a Cáceres: “Los hombres que compartían ayer el poder contigo, no eran guiados por la antorcha del patriotismo, sino por un espíritu egoísta cuyo influjo contenía tus arranques naturalmente generosos y tus mejores disposiciones, con el fin de privarme de mayor acción, sin reparar que por este torcido camino labraban la ruina del país, ya que las luchas de esta zona no sólo mantenían en pie nuestra bandera sino que atrayendo hacia mí gran parte de la fuerza enemiga, impedía el proyectado ataque a Arequipa”.237 Chile, emprendía la última y definitiva campaña contra el Gobierno Provisorio. Había tomado Moquegua y se acercaba a Arequipa. El 25 de octubre, se calificó la situación como grave al prever una derrota casi segura contra las fuerzas chilenas, que de manera inexplicable traspasaron las líneas peruanas de Huasacachi, empeorando la situación al descubrirse que la guardia nacional, conformada básicamente por población arequipeña, era renuente a combatir. El premier Valcárcel, propuso retirar el ejército a Puno agruparse con las fuerzas del general Cáceres y los refuerzos que vendrían de Bolivia. Y en efecto, así se decidió. El pueblo arequipeño desconcertado no comprende la nueva actitud asumida por Montero e inicia la sublevación que concluye con la huida y 237
CARTA DE ANDRÉS A. CÁCERES A LIZARDO MONTERO. 20 de setiembre de 1883. En: GUZMÁN, Luis. Campaña de la Breña. Colección de Documentos Inéditos. 1881-1884. Pág. 307.
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renuncia del vicepresidente en Puno. 238 El general chileno José Velásquez y sus tropas, ingresaron finalmente a Arequipa sin encontrar resistencia en la novísima y fugaz capital peruana.
238
SESIÓN DE CONSEJO DE MINISTROS. Arequipa, 25 de octubre de 1883. En: NIETO VÉLEZ, Armando. Op. cit. Pág. 148.
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V.
CONCLUSIONES.
1. En 1882 y 1883, se apreció una colisión de intereses entre el civilismo y los terratenientes de la sierra norte representados por Lizardo Montero y Miguel Iglesias. Este ensayo resalta la necesidad de diferenciar claramente las acciones que efectuaron por un lado la clase política que acompañó a Montero en el gobierno y por el otro a la sociedad arequipeña en su conjunto, tal como lo señala el historiador Daniel Parodi (2003: 133). Los errores, críticas y comportamiento del gobierno de Montero no puede ser extrapolada a la población de Arequipa, que demostró valentía y se preparó para la guerra y dar batalla a las tropas chilenas luego del revés cacerista en Huamachuco, en julio de 1883. Lamentablemente no tuvo una adecuada dirección estratégica, militar, política y diplomática una vez llegada la hora suprema. 2. El vicepresidente Montero, apenas se instaló en Arequipa, en agosto de 1882, pensó en cómo formar un nuevo Congreso para legitimar y regular las acciones del Ejecutivo, pero tuvo muchos tropiezos en su camino, hasta llegó a sospecharse un fraude electoral. A pesar de todo, el Parlamento se instaló en abril de 1883, confirmó a García Calderón y, Montero como presidente y vicepresidente del Perú, respectivamente. Tuvo dos tareas principales: resolver la cuestión internacional y efectuar reformas internas para el país. Sobre lo primero se planteó de
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forma directa que la paz con Chile debería hacerse sobre la base de cesión de Tarapacá, aprobando una ley autorizándolo al efecto. No obstante, esta ley no pudo cumplirse porque Montero perdió un tiempo precioso para establecer los contactos diplomáticos o reiniciar los aprestos bélicos que promovieran la resistencia de Cáceres en el centro. De otro lado, Chile prefería conversar con un nuevo régimen, más afín a sus intereses y, con un poder ficticio: el de Miguel Iglesias, nacido en Cajamarca y que también había reunido a un cuerpo legislativo propio (Asamblea del Norte). 3. La falta de acuerdo entre la clase política, tampoco permitió llevar a cabo las reformas internas propuestas por el Congreso de Arequipa en materias económicas, guerra, etc. Esta inacción fue duramente criticada por Manuel Candamo, miembro de la Delegación de Lima y prisionero en Chile, y por Andrés A. Cáceres, quien recibía el impacto de la persecución de tres divisiones chilenas contra su ejército en el primer trimestre de 1883. Este último no recibió el apoyo prometido de las armas provenientes de Europa vía la ruta de Buenos AiresLa Paz-Puno-Arequipa, una importante contingente almacenado en la ciudad del Misti y que la decisión gubernamental no se decidía a entregárselos inexplicablemente. El Congreso le confirió el puesto de segundo vicepresidente de la República, pero Cáceres no necesitaba eso. Sin armas y sin apoyo era natural el resultado de Huamachuco por las contradicciones que consumieron y aislaron a Montero hasta lograr la desaparición de su gobierno en octubre de 1883.
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ANEXO
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Fotografía N° 01. Lizardo Montero. Encontrándose en Cajamarca, como Jefe Político Militar del Norte fue nombrado vicepresidente de la República en setiembre de 1881 por el Congreso de Chorrillos, que ya vislumbraba el destierro del presidente García Calderón. De esta forma, Montero giró del pierolismo al civilismo, grupo político al que perteneció inicialmente y del que fue candidato presidencia en 1877. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 02. Mariano Nicolás Valcárcel. Ministro de Relaciones Exteriores de la administración de Montero, criticado por su influencia en el régimen y el bloqueo a las operaciones militares de Cáceres en el centro. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 03. Manuel García Calderón y familia. Hermano del presidente prisionero en Chile. Senador por Moquegua en el Congreso de Arequipa. Votó a favor de la cesión de Tarapacá para sellar la paz con Chile. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 04. César Canevaro. Senador por Lambayeque en el Congreso de Arequipa y jefe de las fuerzas militares de la Ciudad Blanca. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 05. Manuel Costas. Civilista y Presidente del Congreso de Arequipa. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 06. Alejandro Arenas. Diputado por Huari y presidente de la Cámara de Diputados en el Congreso de Arequipa.
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Fotografía N° 07. Manuel M. del Valle. Senador por Puno y ministro plenipotenciario del Perú en Bolivia. Tuvo un papel crucial en el mantenimiento de la alianza con Bolivia a través de sus negociaciones con las autoridades altiplánicas y por sus relaciones con el presidente Campero. Luego de la caída de Cáceres en Huamachuco, la situación política interna y externa para Montero fue harto complicada. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 08. Manuel Patiño Zamudio. Diputado por Angaraes en el Congreso de Arequipa. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Fotografía N° 09. Andrés A. Cáceres. Luchó y mantuvo en alto el nombre del Perú y a la resistencia, que desde el año 1881 se opuso al invasor chileno. Sin el apoyo permanente de los sucesivos gobiernos se vio precisado a resolver los problemas logísticos y de toda clase que presentó el Ejército del Centro. En 1883 tuvo que partir hacia el norte por la persecución implacable de tres expediciones chilenas. Finalmente libró batalla en Huamachuco, con resultado desfavorable para las armas peruanas.
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Fotografía N° 10. Cesáreo Chacaltana. Agente confidencial del Perú en Argentina. Se encargó del envío de armas desde este país hasta Bolivia en 1882 y 1883. Fotografía tomada de la Colección Courret de la Biblioteca Nacional del Perú.
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Municipalidad Provincial de Arequipa I Concurso de Ensayo de Historia: La Participación de Arequipa en la Guerra del Pacífico. Siendo el Jurado Calificador, los historiadores: Mg. Mario Zapata Delgado. Lic. Rubén Pachari Romero. Lic. Hélard Fuentes.
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Municipalidad Provincial de Arequipa. Comisión Especial de Festejos por el 476º Aniversario de Fundación Española de la Ciudad de Arequipa 2016: Regidora Lilia Jeanne Pauca Vela. Regidor Pedro Santos Quispe Cornejo. Regidor Esdras Ricardo Medina Minaya. Coordinación Ejecutiva Central. Resolución de Alcaldía Nº 143-2016MPA: Asesor de Alcaldía, Lic. Ricardo Enrique Grundy López, Coordinador General. Gerente de Desarrollo social, Lic. Flora Lucila Velásquez Alvarado, Miembro. Gerente de Presupuesto, Planificación y Racionalización, Econ. Manuel Natividad Huamanvilca Huarca, Miembro. Gerente de Servicios al Ciudadano, Ing. Jorge Luis Núñez Zevallos, Miembro. Sub Gerente de Relaciones Públicas, Lic. Elsa Acosta Vargas, Miembro. Sub Gerente de Turismo y Relaciones Exteriores, Lic. Carlos Enrique Sánchez Salinas, Miembro.
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MUNICIPALIDAD PROVINCIAL DE AREQUIPA Calle El Filtro Nº 501, Arequipa, Arequipa, Arequipa. Dr. Alfredo Zegarra Tejada Alcalde de Arequipa Responsable de Edición: Lic. Luis Zevallos Mendoza, Sub Gerente de Educación y Cultura. Portal de la Municipalidad Nº 110, Arequipa, Arequipa, Arequipa. Corrección del aparato erudito, estilo; maquetación y, diagramación: Lic. Ursula A. N. Podestá Sánchez & Bach. Orlando V. Bedoya Pineda. Imagen de Portada: “Fusilamiento de los Héroes y Mártires de Quequeña”. Escultura. Víctor Raúl Pauca Calcina (Arequipa). Arte de Portada: Lic. Luis Zevallos Mendoza. Plan Municipal del Libro y la Lectura, Meta 27. Colección: “Arequipa, mi ciudad, mi orgullo”.
arteyculturadearequipa@gmail.com I Concurso de Ensayo de Historia: La Participación de Arequipa en la Guerra del Pacífico. “Fragmentos para Escribir la Historia de la Participación de Arequipa en la Guerra con Chile (1879 – 1883)”. Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú
Nº 2016-15841 1a edición ─ Diciembre 2016. Distribución Gratuita. Tiraje: 1 000 ejemplares. Fragmentos para Escribir la Historia de la Participación de Arequipa en la Guerra con Chile (1879-1883), de Cipriano Lucio Quispe Quispe, Mauricio Edilberto Núñez Fernández-Baca, y Julio César Abanto Chani; se terminó de imprimir a inicios del mes de Diciembre, entre luces, y la destellante estrella de la ciudad de Arequipa, del año 2016.
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