1918-junio-La Escuela Moderna- Exploradores y pedagogía

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ASUNTO DE EDUCACIÓN

LOS EXPLORADORES (1) Deben, por consig-uiente, todos los jóvenes y niños, y también las jóvenes, dedicarse al scoutismo, a los deportes y a los ejercicios de gimnástica al aire libre, que tanto contribuyen a la conservación de la salud, fuerza, resistencia, belleza y esbeltez específica del ser humano, cuya esbeltez específica se pierde con la salud cuando falta el ejercicio, dando lugar a esos desarrollos monstruosos que se ven a cada paso en España, a esos individuos cuyos achaques crecen al compás de su g-ordura. Por eso Rousseau ha dicho que «cuanto más débil es el cuerpo, tanto más impera; cuanto más fuerte, más obedece». De suerte que la cultura física es condición obligada no sólo del desarrollo del cuerpo, que esto, aun siendo básico, serviría sólo para hacer buena la frase del gran Spencer, de «obtener Primero un buen animal*, sino que responde a las exigencias de la intelectualidad y moralidad individual y colectiva. «¿Cómo han podido ustedes lograr que sus jóvenes se acuesten tempra^0 (antes de las once de la noche) y se levanten pronto a estu•iiar?», preguntaba yo a los educadores ingleses. «Dándoles ocasión a que consuman las energías sobrantes en los campos de Juego», contestaban. He aquí todo un sistema educativo, que Comprende todos los aspectos del hombre; es decir, el físico, el intelectual y el moral, pues tanto inñuye en la robustez de la inteligencia, de la conciencia, en la disciplina de la voluntad y en la formación del carácter. Sublime objeto el de la educa(1)

Véase el número anterior.


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ción, que forma hombres íntegros, sanos de cuerpo y de espíritu, según la tan repetida frase de Juvenal, aportada por Locke como lema de sus teorías educativas. Por esto en su hermoso libro A quoi Heñí la supériorité des anglos-saxons, ha dicho Edmond Demolins que «la superioridad de los anglosajones no es debida al mayor cultivo de su inteligencia, sino a la formación del carácter», y el carácter lo moldea principalmente en los campos de foot-ball y de tennis. A disciplinar la voluntad y formar el carácter regional y nacional se dirige la institución de los Exploradores, no diré que de un modo exclusivo, pero sí que muy principal y mediante análogos medios educativos; y puesto que tan importante es la misión que ellos se proponen realizar por toda España, precisa que los Gobiernos se preocupen seriamente de su organización más conveniente, si es que la actual debiera modificarse, en lo que la experiencia indique; debe incorporarlos como institución que cumple una función, una misión propia y esencial del Estado, como la más esencial de las instituciones, protegiéndola debidatnente, para que en manera alguna dejen de tener el carácter nacional y humanitario que tienen; dotándola del material preciso y procurando estimular al personal para que pueda especializar convenientemente en la materia, y procurando se organicen en todos los pueblos y lugares, en todas las escuelas nacionales y privadas, haciendo que cada escolar, que cada ciudadano español sea Explorador del grupo formado por la escuela o centro docente adonde concurre, y el respectivo maestro un educador (yo nos los llamaria instructores); los alumnos normalistas y los maestros en expectación de destino, podrían dar el necesario contingente de educadores auxiliares. De este modo formaríamos un pueblo disciplinado, un verdadero ejército de paz, tan apto para las cosas prácticas de su casa, de su oficio y de la vida toda, como para constituir el más firme baluarte p;ira la defensa del solar y del orden nacionales. Si en España queda un resto de amor por la patria, debe hacerse sin demora la reforma o incorporación que he dicho; pero al miümo tiempo debe organizarse también el scoutismo para las nifiHS y jóvenes con personal de su sexo y variando algunos ejercicios según las conclusiones de la Fisiología, pues'fué Platón el Divino quien dijo que la niña debe educarse como el niño, y para que se eduque como el niño debe ponérsela


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en las mismas o parecidas condiciones de organización y de medio ambiente, puesto que la mujer es tanto del género humano como el hombre, quizá más, porque aunque es la mitad del género humano, es la mitad más bella. Algo debió influir en Ruskin esta consideración cuando las llama «reinas», no en el sentido de que sean o puedan ser esposas de reyes, pues a los hombres todos no nos otorga tal distinción, sino considerándolas en un estado mental y moral que permite guiar o elevar a los demás. Yo ya sé que el ilustre Consejo de Exploradores valentinos se preocupa de esta cuestión; ¿cómo no, tratándose de hacer el bien? Pero sus activas y altruistas gestiones necesitan ambiente; necesitan hallar bien dispuesta la materia. Al patriotismo y buen sentido de las damas y profesoras valentinas, que tan alto han sabido colocar su nombre en todas ocasiones cuando de obras de caridad y de altruismo se ha tratado, queda confiada la idea. No os arredre el pensamiento o el temor de que no faltarán espíritus mal avenidos con toda cosa nueva, con todo lo que signifique progreso y justicia, que se burlen de vosotras • diciendo que lo hacéis por vanidad o por deseo de exhibición; dejad que digan y no os entretengáis con los perros que os ladren por el camino, pues, como he dicho al principio, el Explorador es valiente, y no teme el ridículo cuando de ejecutar obras nobles se trata. ¿Por ventura ha habido reformador alguno de la sociedad humana, de sus costumbres o de sus creencias, que no haya sido ridiculizado, perseguido, maltratado, escarnecido y casi siempre muerto o crucificado? A Sócrates se le condena a beber la cicuta; a Jesucristo se le clava en cruz y se levanta ésta para que sirviera de faro a las nuevas generaciones... Por esto se ha dicho que cuando nace una gran idea, muere el hombre y la idea triunfa. Para no fatigar ya más vuestra atención, voy a terminar» pero antes me habréis de permitir que dirija breves palabras a los Exploradores, a mis queridos Exploradores. Todos vosotros sabéis bien en qué consiste el ser un buen Explorador, y todos sois muy aprovechados. Por lo mismo no os vendré con retóricas ni prédicas, recordándoos el Código, que sabéis de memor a , y él objeto del scoutismo, porque también os lo han explicado y lo habéis practicado; pero sí os quiero decir que yo he tenido la dicha de ver a los Exploradores ingleses antes de


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introducirse en España esta institución, y no os podéis imag-inar cuan grata fué la primera impresión recibida viendo desfilar marcialmente por las calles de Oxford, primero a los chicos con su charanga a la cabecera de la tropa y su servicio sanitario al final, y detrás las Exploradoras. Los ejercicios que verifican las niñas, sin embargo, ni en las escuelas ni en los Exploradores son todos iguales, como es lógico. El resultado de esta continua y mutua colaboración en muchos de los trabajos que se ejecutan es que los chicos no molestan a las chicas, ni de pequeños ni de grandes, y unos y otras se esmeran en cumplir los deberes y los fines de los Exploradores. Un día asistí a uña conferencia del venerable fundador de los Exploradores, sir Robert Baden-Powell, y este patriota inglés les dio a conocer a los suyos varias maneras de aguzar sus sentidos para seguir pistas y rastros. Él conseguía hacer interesantes enseñanzas por medio de símiles, apólogos, fábulas y cuentos, y en esta forma penetraba en las infantiles inteligencias la sagacidad del lobo, la crueldad del chacal. El lobo, decía, busca su propio alimento cazando, es decir, trabajando, produciendo, como los hombres laboriosos que ganan su subsistencia y siguen su vida y las leyes de su naturaleza, sin encomendar sus obligaciones a los demás para obtener ayuda de ellos. Van, en una palabra, por su cuenta; saben gobernarse y dirigirse a sí propios, y esta es la educación que les recomendaba a sus Exploradores, y este es el sistema educativo que se sigue en Inglaterra, en los Estados Unidos y demás países de lengua inglesa. El chacal, por el contrario, semeja a aquellos hombres calamitosos que jamás han sido capaces de ganarse la vida, que no han producido nada a la sociedad; son una verdadera carga, porque consumen y no producen; pero son astutos, rastreros, bajos, viles, y, con buenas o malas artes, pidiéndolo o robándolo, según la ocasión se presente, viven a costa de los sudores de los demás, de lo que otros han producido. El Explorador ha de ser cauto y tener bien despiertos los sentidos para no dejarse engañar. Cuando el lobo va en busca de animales para que le sirvan de alimento, empieza por olfatear la futura presa y conocer hacia dónde ha ido y hacia dónde se halla. El hombre no tiene esta finura de olfato, y para cazar los animales sigue su rastro,


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escudriñando y explorando todo su recorrido, valiéadose de la nieve, del polvo, de las hierbas y otras señales que puede observar. El siguiente sucedido lo contó Mr. Powell para demostrar hasta qué punto se puede llegar a ser ducho en que no le escape a un Explorador el meaor detalle para sus fines o para el cumplimiento de cualquier comisión, por delicada y difícil que ésta sea. Se titula El caiallo del sha de Persia. Zadig era un maravilloso Explorador de Persia. üa día se escapó uno de los mejores caballos del sha, sin que fuera posible saber adonde había ido ni en dónde paraba. Zadig iba en cierta ocasión por el bosque, cuando acertaron a pasar algunos criados y caballerizos del sha, y le preguntaron si había visto al fugitivo caballo. Él contestó: —¿Queréis decir un caballo gris muy bueno y enseñado, de 15 manos de alto (los ingleses cuentan la altura de los animales por manos: la mano tiene cuatro pulgadas), con una cola de unos tres pies y medio de largo, usando un bocado de oro en su freno ó bridón, y herrado con herraduras de plata, que va cojo de la pata delantera? — Sí; ¿en dónde está? — No lo sé; no lo he visto. Entonces ellos arrestaron a Zadig, pensando que había hurtado el caballo. Pero poco después fué hallado el caballo y traído a su casa; ellos, sin embargo, hicieron a Zadig varias preguntas sobre el caballo, explicándose él en esta forma: «En un camino del bosque vi las huellas de las patas de un caballo que iba trotando al pasar por allí, con la particularidad de que la pata delantera daba los saltos más cortos que la otra pata vecina, y por eso deduje yo que era cojo el caballo. Las huellas de los cascos eran pequeñas y, siendo así, debían pertenecer a un caballo de gran valor y muy bien enseñado. En los arbustos de ambos lados del camino había polvo, que había sido en parte barrido aqui y allá por la cola del caballo, puesto que la llevaba oscilando de un lado al otro, como hacen los caballos, y como el camino tiene siete pies de ancho, la cola había de ser de tres y medio de largo. En un sitio se hallaba un árbol inclinado o caído encima del camino, y una de las ramas del árbol estaba precisamente a cinco pies de altura del suelo. Ese


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caballo, al pasar por debajo, tocó la rama con su espalda, de jando dos o tres pelos blancos pegados allí, y por esto vi que se trataba de un caballo que había de ser gris y tener 15 manos de altura. Cuando el caballo iba trotando tropezó con una piedra del camino, golpeándola con una de sus patas, de cuya herradura, por efecto del golpe, se desprendió un pequeño fragmento de plata; y después se detuvo en un sitio para tomar un bocado de hierba junto a una piedra, en la que, con el restregado que en ella dio, saltaron unas partículas de oro en la piedra y en lo que tocó con su boca, lo que me demostró que él debió usar bocado de oro.» Ese es el método con el que un Explorador lee su información; pero esto supone que tiene sus ojus siempre alerta y que no permite que se escape a su observación el más pequeño detalle. «No olvidéis esto, rapazuelos — decía Mr. Powell- . Aprended por vosotros mismos a observar todas las cosas; que no os pase nada inadvertido, y así, por medio de una práctica constante se formará en vosotros un hábito y seréis buenos Exploradores. Tened siempre presente que el lobo tiene ojos muy penetrantes y muy buen olfato.» Yo quisiera, estimados Exploradores, que grabarais, además, en vuestra mente el precepto décimo del Código del Explorador, que aquel venerable jefe no se cansaba de repetir: «El Explorador es limpio y está siempre alegre», y lo unía con este otro, que no se encuentra en el Código del Explorador español: «El Exploradores puro en sus pensamientos, en sus palabras y en sus obras.» La primera, es decir, la limpieza, la entienden los ingleses dándose buenos lavados en todo el cuerpo con agua fresca, o fría, diaria o casi diariamente, de modo que puede decirse de Inglaterra que es un país que se lava; practicando la gimnástica y los deportes en los hermosos y numerosísimos campos de juego, de los que ningún centro docente carece. Preguntando a un profesor de Etow College cuál era el mejor método de educación, contestaba: «Primero el juego, el estudio después.» Y efectivamente, la vida del escolar inglés se sintetiza en esta forma: por la mañana, asistencia a las clases; porla tarde, después de comer, al campo de juego hasta las cinco, hora del te, y después de tomado este suculento


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refrigerio, a estudiar hasta la hora de la cena ligera; un rato de tertulia en casa o en algún teatro hasta las once, en que termina todo espectáculo. El estudiante, como todo el mundo, se retira a esa hora. Hombres de buena voluntad, patricios valencianos, celosísimas autoridades todas, leales Exploradores, formemos un compacto núcleo alrededor de la gloriosa enseña que simboliza las heroicas hazañas de Cristóbal Colón, de Sebastián Elcano, de Pizarro y de Pinzón; unamos nuestros esfuerzos para que la juventud, llámese exploradora, estudiantil u obrera, para que la infancia tenga campos de juego, tenga higiénicos locales para su educación, y que se dé ésta en las condiciones que su naturaleza reclama. Nobles y caritativas damas valentinas, a vosotras, en quienes están encarnadas la belleza, la virtud y el tesoro inextinguible de amor maternal por vuestros hijos, yo os suplico por el santo recuerdo de mi amorosa madre, que penséis en los males que pueden sobrevenir a vuestros propios hijos, que son pedazos de vuestras entrañas, y que nos ayudéis en esta colosal empresa para romper el hielo del indiferentismo con que muchos por desgracia acogen semejantes cosas; a Vuestros ruegos, a vuestras graciosas súplicas nada se resiste. Ayudadnos a hacer una campaña de higiene y de cultura en nuestra hermosa Valencia. Tengamos presente al gran patricio, al gran luchador que en vida se llamó Dr. Moliner, que tanto amó a Valencia; santifiquemos su recuerdo luchando por estos mismos ideales por los que tanto sufrió él mismo, y si logramos algunas ventajas, algunas mejoras positivas para la juven^ d , contribuyamos todos con nuestro personal concurso a la obra de regeneración y de reeducación que persiguen los Exploradores. Si así lo hacemos, habremos puesto uno de los sillares más sólidos en la reconstitución española, que servirá a su vez Para reconstitución del gran pueblo iberoamericano. Si esto hacemos por el solo estímulo de hacer el bien por el Ijien mismo, para nuestros hijos, para nuestros conciudadanos, Podremos decir en la hora suprema del término de nuestra ^ida las palabras con que acabó la suya el gran almirante Nelson: He cumplido con mi deber. He dicho. JAIME POCH.


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