2000 - De mi vida Scout - T Armas

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De mi vida scout Vivencias en el Escultismo de Tenerife desde 1961 hasta 1980

Tomรกs de Armas Schmรถlzer


De mi vida scout

De mi vida scout Vivencias en el Escultismo de Tenerife desde 1961 hasta 1980

Con prólogos del aparejador, escritor y miembro de la PEVIE Sinesio Domínguez Suria y del historiador del CSIC y ex-scout Agustín Guimerá Ravina

Tomás de Armas Schmölzer

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Dep. Legal: TF-1296/2000. Todos los derechos han sido cedidos por el autor a la Asociación de Antiguos Exploradores, Scouts y Guías de Tenerife Portada: Fotografía tomada por Óscar Bennasar González, que también sirvió de portada a la revista “Jamboree” del Grupo 7 “Zebensui”

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A Carmen Pilar, paciente amiga, valerosa compa単era, amante esposa.

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“No niegues un beneficio al que lo necesita, siempre que en tu poder esté el hacérselo”. La Biblia - Proverbios 3,27.

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos; sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. José Saramago.

“De poco sirve el conocimiento sin sabiduría, no hay sabiduría sin espiritualidad, y la verdadera espiritualidad incluye siempre el servicio a los demás”. Pensamiento budista.

“... andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantando aquí, endechando allí, bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes...” Miguel de Cervantes, en “Don Quijote”.

“Facilitar una buena acción es lo mismo que hacerla”. Mahoma.

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Indice

Página

Prólogo de Sinesio Domínguez Suria ............................................... 9 Prólogo de Agustín Guimerá Ravina .............................................. 13 Explicación del autor ....................................................................... 19 Agradecimientos ............................................................................. 23 Una introducción necesaria ............................................................ 25 En los scouts

1961 Grupo 7 "Gran Tinerfe"........... 37

............................................ 1962 ………………………………… 51 ............................................ 1963 ………………………………… 57 ............................................ 1964 ………………………………… 65 ............................................ 1965 ………………………………… 73 ............................................ 1966 ………………………………… 85 ............................................ 1967 …… …………………………… 93 ............................................ 1968 …………………………………115 ............................................1969 Grupo 79 "Anaga"……………123 ............................................1970 Grupo 7 "Zebensui".…………139 ............................................ 1971 …………………………………153 En la Zona Scout - 1971 - 1976 .................................................... 163 Comisaría de Zona - 1976 - 1980 ................................................. 173 I Campamento Nacional Scout - Julio de 1979 ………… 211 A modo de epílogo ........................................................................ 237 Anexos que se citan (I Campamento Nacional Scout) ................. 243 Informe del Comisario de Zona ......................................................... 245 Integrantes de la Unidad de Apoyo y Servicios, miembros del Comité Organizador y otros colaboradores ............................. 255 Integrantes del contingente de Tenerife ....................................... 257 Indice Onomástico ........................................................................ 259

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PRÓLOGO DE SINESIO DOMÍNGUEZ No puedo prologar un libro de Tomás de Armas Schmölzer, Tommy para muchas personas y para mí decididamente también, sin referirme a él, casi exclusivamente, y no al libro. Tommy es de esas personas que están tocadas por la varita mágica de la buena mezcla, que no es otra cosa que unas dosis precisas de honor y humanismo, unas porciones muy bien medidas a partes iguales de bondad y amistad y una pizca de técnica, apenas un toque a gusto de cada cual. Todo ello ha de ser bañado con una salsa de hierbas de humor, buen hacer y, desde luego, nada de maldad porque no encajaría en esta receta. Cuando conocí a Tommy tendríamos escasamente siete u ocho años y, con esa curiosidad casi insana de los niños, nos daba risa que no se enterara de lo que hablábamos ni de lo que le decíamos, tal era la distancia entre su inglés natal y nuestro español. A los cuatro meses ya hablaba perfectamente español, al menos lo perfectamente necesario para haberse hecho amigo de todos los compañeros del colegio.

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No he sabido hasta hoy, porque lo daba tan por sentado, todo lo bueno que ha significado Tommy en mi vida. Desde los tiempos, ya inmemoriales, de la Peña Excursionista VI de Enero, PEVIE, en la que fue persona clave para su unión y crucial para su funcionamiento, hasta hoy que salimos a pasear juntos y en compañía de nuestras respectivas señoras y de otras parejas de la Peña, que con ese nombre nos reconocen aún los amigos de aquel entonces. Y, ¡cosa curiosa!, no se sorprenden, que pudieran muy bien sorprenderse dado los años transcurridos, de que sigamos estando juntos. Tommy es una persona exenta de maldad y, además, soslaya y disculpa a quien la pueda tener de una manera sinuosamente embellecedora. Si durante nuestros paseos en su coche, que él conduce con esa flema británica que le es innata, alguien de otro coche, exasperado por alguna mala o lenta maniobra nuestra, nos toca el claxon, Tommy no piensa que ese tocador de bocinas es una persona maleducada. No. Tommy piensa que es algún amigo, algún conocido que nos saluda. Para no ser cruel con él y decirle que ha hecho alguna maniobra rara y por eso nos han tocado

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la bocina, le sigo la corriente y le comento: “Me pareció, por la cara, que era tal o cual amigo”. Él lo entiende mejor que yo, porque es más prudente, y para que yo me dé cuenta de que él no se traga mi excusa, que es para su bien, me contesta: “Tal o cual no debe ser, porque ese no es su coche”, con lo que me está diciendo que, aún a sabiendas de que alguien nos ha increpado, hay que pasarlo por alto. Tommy es un sabio, al que quiero más que a un hermano. ¿Y del libro? ¡Me olvidaba! ¿Y quién no se olvida del libro hablando de Tommy?

Sinesio Domínguez Suria.

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P R Ó L O G O DE AGUSTÍN GUIMERÁ

En recuerdo de Ramón, Walter y Finky, con la alegría de haber compartido muchos ratos inolvidables.

El otro día desempolvé el álbum de mi etapa scout. En aquellas fotografías se encerraba una década feliz de mi vida y de sus páginas surgían un montón de amigos y experiencias. A dos mil kilómetros de mi isla, mi imaginación volaba de pronto hacia aquel fuego de campamento en Vilaflor, con treinta niños cantando el “Oro Negro” bajo la dirección de Tommy. Aquel joven, con apellido extranjero y pelo corto que tiraba a colorado, se había convertido en nuestro líder hacía pocos meses. El escultismo había supuesto para nosotros la puerta mágica de un jardín como el de Alicia. En el Santa Cruz de mediados de los sesenta no había demasiadas alternativas de expansión, como no fuesen las excursiones colegiales, el deporte escolar, algún

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remojón en el mar, los boliches en la calle y la OJE. Pero esta última organización juvenil simbolizaba un régimen político al que muchos padres, de raigambre liberal, miraban con suspicacia. La fundación de un grupo scout en las Escuelas Pías trataba de llenar un tanto este vacío. Con las espaldas guardadas por los curas y un comité de padres ─donde figuraban personas respetadas por las autoridades─, unos jóvenes voluntariosos intentaban ofrecer a estos chicos una particular visión del mundo. Tommy fue uno de estos scouters comprometidos. Mediante una paciencia infinita y la dedicación de algunos colaboradores, nos descubrió una isla recóndita, el placer de la aventura y un horizonte cosmopolita. El olor a cuero me sigue recordando aquellos uniformes y ceremonias entrañables, donde se reafirmaba nuestro sentimiento de pertenecer a una hermandad mundial, nuestro espíritu de servicio a los demás. La sequedad del pinar de Guadarrama y el aroma de la tierra mojada me transportan todavía a los montes de mi tierra donde experimentábamos frío, calor, sed, cansancio y alegría durante aquellas acam-

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padas con Tommy. No sólo nos enseñó los nudos, el morse o la orientación sino, lo más importante, nos ayudó a forjar una personalidad, un talante distinto. A la manera de una esponja absorbimos conocimientos y actitudes. Nos mostró el camino para ser independientes. Fuimos sin saberlo ecologistas avant-la-letre y aprendices del compromiso social. Una especie de fuerza interior, destinada a la futura mejora de nuestro entorno y la lucha contra la injusticia, se nos quedó grabada en el mapa de nuestra adolescencia como si se tratase de aquella carta estelar que estudiábamos a la luz de una linterna. Quizás el escultismo haya perdido algo de atractivo en relación al enorme abanico de posibilidades de ocio, formación y cooperación humanitaria que ofrece nuestra sociedad actual. Quizás nos asalte una sonrisa al rememorar algunas consignas y valores de un tiempo distinto. Pero creo que lo esencial de aquel mensaje permanece incólume. Fuimos afortunados al contar con un líder como Tommy en un momento crucial de nuestras vidas. El legado de aquellos años inolvidables ha creado lazos

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de amistad que aún perviven entre nosotros. Y todo ello se lo debemos a Tommy y a los demás que nos guiaron por aquel sendero. Las páginas que siguen evocan muy bien una época y un estilo de vida diferentes, pero cargados de ilusiones. Y en este libro Tommy da fe notarial de aquellos años ofreciéndonos una información muy completa. Reseña los nombres sonoros de aquellas unidades de lobatos, scouts y escultas, que evocaban una isla primigenia, la Arcadia literaria de los guanches. El autor pasa lista también a aquella pléyade de jóvenes jefes y padres que sacrificaron mucho tiempo libre al escultismo. ¡Cuantas cosas hicimos! ¡Cuanto entusiasmo vertimos en aquellas marchas y acampadas, en aquellas reuniones de los sábados en el local! Muchísimos niños y adolescentes de Santa Cruz somos en parte deudores de aquel ambiente excepcional. Ojalá podamos contar con otros libros como el que se nos ofrece aquí, para seguir reconstruyendo nuestra pequeña historia. Cuando me asalta la nostalgia me adentro en alguna vereda de Navacerrada con la esperanza de captar en el silencio del bosque las voces de aquellos

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niños y su jefe scout, donde el pasado revive en otra persona, en un adulto afortunado. ¡Buena caza! Agustín Guimerá. Madrid, Abril 2000.

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EXPLICACION

DEL

AUTOR

Decía Óscar Wilde que para escribir solo se necesitaban dos condiciones: tener algo que contar y contarlo. Hace mucho tiempo que pensé en escribir la historia de los primeros años del Grupo Scout 7 “Zebensui”, nacido de la fusión del veterano Grupo “Gran Tinerfe” con el más joven y efímero Grupo “Anaga”. Una historia creo que prácticamente desconocida para la mayoría de los actuales componentes del Grupo. Siempre me proponía hacerlo ya y siempre surgía algo que me obligaba a posponer para más adelante este trabajo. Durante este tiempo algunos antiguos componentes del Grupo hemos escrito pequeñas reseñas, indicando los hechos más destacables del acontecer del Grupo cada año de su vida. Otros nos habíamos comprometido a escribir esta historia en serio pero, por unas razones o por otras, nunca lo hacíamos. Y así han ido transcurriendo los años… Pero algo me ha hecho decidirme ahora y sacar el tiempo necesario de donde haga falta. Creo que ese algo ha sido ver como, en febrero de 1999, co-

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menzaban a caer bajo la piqueta los viejos muros del que fue nuestro “Local” de siempre, nuestro Local de tantos años, nuestra pequeña casa de la calle Ramón y Cajal. Al menos el local de aquellos que vivimos el Grupo en los casi treinta años transcurridos desde 1968 hasta ya mediados los años 90 y por el que, lógicamente, sólo podemos sentir especial cariño quienes lo ocupamos alguna vez. A nuestro viejo y destartalado Local le ha llegado la hora del derribo y seguramente la pequeña casa terrera será sustituida por un nuevo edificio de varios pisos. Así es la vida y no nos queda más remedio que aceptarlo, pero nadie puede negarnos el derecho a nuestros recuerdos, a la nostalgia por “nuestro Local”. Estoy seguro que, a partir de ahora, cada vez que pasemos por donde estaba situado, tendremos un breve y entrañable recuerdo para él. Puesto a escribir la historia del Grupo “Zebensui”, pronto me di cuenta que era algo imposible para una sola persona pues, aunque los hechos siempre son los hechos, la óptica bajo la que se los ve es diferente en cada individuo. Al final iba a resultar “mi” historia del Grupo y por ello mismo parcial e incompleta.

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Así que me he decidido a escribir, efectivamente, mi paso por el Escultismo activo, desde mi ingreso en 1961 hasta mi retirada definitiva en 1980. Y al ser uno de los fundadores del Grupo, estoy narrando igualmente lo que para mí y según mis recuerdos resulta más destacado de su historia hasta el momento en que lo dejo en otras manos. Naturalmente, siempre queda abierta la posibilidad de que otros completen o corrijan mi relato. También me refiero a las actividades y acontecimientos más destacados, sucedidos durante mi paso por la Comisaría de Zona, con lo que completo mi historia. Espero que quienes me lean y observen errores o la falta de datos o hechos importantes me lo comuniquen, para hacer las pertinentes correcciones. O bien que escriban su parte, y así lograr entre todos que la historia del Escultismo en Tenerife en los años a los que hago referencia sea lo más completa y objetiva posible. Los hechos sucedidos en los años posteriores a mi marcha, tanto del Grupo como de la Zona, deberán ser contados por quienes los vivieron de cerca, a

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lo que desde estas p谩ginas les animo de todo coraz贸n. Tenerife, febrero de 1999.

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AGRADECIMIENTOS Esta narración hubiera sido imposible sin la ayuda de Óscar Bennasar González, quien ha suplido parte de mi conocida y ya proverbial mala memoria, ordenando cronológicamente algunos hechos que yo recordaba pero no situaba adecuadamente. Tanto a él como a Octavio Armada Vernetta, Luis Alberto Arnay de Armas, Alberto García Rojas, Agustín Guimerá Ravina, José Carlos Marrero González, Fernando Martín Álvarez y al Padre Fidencio Peña Vicario debo el que me hayan recordado sucesos interesantes de aquellos años. También he recibido una importante ayuda de mi esposa, Carmen Pilar Castro Hernández, tanto por los recuerdos compartidos como por sus ideas para obtener datos y fechas. Sinesio Domínguez Suria y Agustín Guimerá Ravina me han prologado este libro, y a ambos, en un exceso de cariño, lo único que les ha faltado ha sido proponer mi beatificación. Yo sabía que me arriesgaba a eso. Ellos saben que su amistad y afecto son correspondidos.

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Diego Hidalgo Willis y Armando Sigut Carracedo me han ayudado técnicamente a dar forma a este libro, recomponiendo alguna de mis torpezas frente al ordenador. En fin, alguno de mis antiguos scouts y de los scouters con los que compartí responsabilidades durante esos años, enterados de mi trabajo, me han aportado sugerencias y ánimos. A todos, mi gratitud y mi cariño.

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UNA INTRODUCCION NECESARIA Yo soy “de la Peña”. En ella adquirí una parte importante de lo que soy. La Peña, cuyo nombre completo es el de Peña Excursionista “VI de Enero”, también conocida por sus siglas: PEVIE. Nombre que incluye una fecha llena de ilusión y de felicidad para niños y jóvenes de cualquier edad y que para nosotros, sus integrantes, simboliza precisamente eso: ilusión y felicidad. La Peña constituyó un grupo singular, tanto por su esencia como por su propia creación. En lo primero, porque su actividad principal fue ─y sigue siendo, en ocasiones─ la de caminar por montañas, valles y barrancos, por las tierras todas de nuestras islas. Una actividad a la que hoy podríamos darle el nombre de senderismo y en ocasiones hasta de treeking pero que entonces no tenía ninguna denominación específica

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salvo, tal vez, la de excursionistas, como refleja el nombre de nuestra Peña. No éramos exactamente montañeros ni tampoco escaladores. Nuestra meta nunca fue llegar a lo alto de ninguna montaña ni hacer el camino más difícil o arriesgado. De hecho, sólo éramos unos caminantes que disfrutaban del esfuerzo de la caminata, de la voluptuosidad del descanso, del espectáculo de los paisajes, de sentirnos libres en medio de lo que la Naturaleza nos ofrecía, de montar nuestras tiendas exactamente donde nos daba la gana ─siempre, eso sí, con el permiso de los propietarios─, de encender nuestras fogatas sin más límites que nuestra responsabilidad y sentido común. Eso de caminar por los montes aún no estaba de moda y éramos muy pocos los que lo practicábamos en nuestra tierra. De hecho, en más de una ocasión se nos preguntó, en pequeños pueblos de nuestras islas, que cuánto nos pagaban por caminar por ahí. Y no podían entender que lo hiciéramos por el simple gusto de hacerlo. En lo segundo, la Peña fue singular por haber sido el único colectivo independiente y permanente creado en el seno de una juventud escolar muy encor-

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setada y dirigida, la de un colegio de curas de finales de los años 50 del siglo XX, en la que las actividades lúdicas se limitaban a los tradicionales deportes, como el fútbol, el baloncesto, el voleybol y, como excepción, algo de atletismo. La Peña la constituimos diez muchachos de entre doce y trece años, siete de los cuales éramos alumnos del colegio de las Escuelas Pías, del “Quisisana” y que, sin ninguna dirección por parte de nadie, nos dedicábamos a una actividad deportiva poco usual. Y esta circunstancia hizo que la Peña fuese popular en el colegio. Al fin y al cabo, y como ya dije, era un grupo constituido al margen de la disciplina escolar, totalmente independiente, y que en todos los años de vida colegial se nos conoció a nosotros, sus integrantes, como un equipo sólido y muy unido. Además, en alguna de nuestras excursiones admitíamos la compañía de compañeros del colegio o de amigos, lo que hizo que se nos conociera aún más. Y aún hoy, entre nuestros antiguos compañeros, se nos sigue conociendo como “La Peña”. Con la Peña pasé de la infancia a la adolescencia. En la Peña aprendí a discutir, a argumentar, a defender mis posturas, a aceptar las decisiones de la

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mayoría. Nuestras reuniones eran algunas veces borrascosas, pues cada uno quería imponer sus criterios a los demás y allí se armaba más de una vez la marimorena. Pero eso nos estaba enseñando, paulatinamente, a dialogar y a entender que no todos teníamos que pensar lo mismo, que las cosas tienen distintas ópticas y enfoques. Y todo ello estoy seguro que nos sirvió a todos; por lo menos puedo asegurar que para mí fue muy importante esa experiencia. Otra cosa que aprendí fue a ordenar una reunión. Aquellas discusiones interminables, bizantinas, vehementes, en las que cada uno repetía hasta la saciedad su punto de vista sobre un tema determinado, nos llevaron finalmente a todos al aprendizaje de las bases más elementales del desarrollo de una reunión. Si queríamos llegar a alguna parte no teníamos más remedio que buscar el camino y así fue como, poco a poco, empezamos a establecer y aceptar unas normas de conducta en el desarrollo de nuestros debates. En el arte de organizar las discusiones y llegar a un consenso mayoritario, algunos de nosotros terminamos por hacernos unos verdaderos expertos. Y eso me serviría de mucho en el futuro.

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También nos acostumbramos a compartir. Las excursiones de varios días te hacen comprender que la solidaridad entre compañeros marca la diferencia entre pasarlo bien o mal, que el trabajo en equipo es esencial para el buen resultado final. Aprendimos también que el enfrentar las dificultades con buen humor es tan importante como un buen conocimiento de las técnicas. La primera excursión de la Peña tuvo lugar el 4 de enero de 1957, cuando sus integrantes rondábamos los 13 años de edad. Sus actividades perduraron oficialmente hasta 1965, aunque con posterioridad hemos seguido saliendo esporádicamente, ya con nuestras respectivas familias. Y así hasta hoy… La Peña la formamos Óscar Luis Bennasar González, Acisclo Delgado Pego, Sinesio Domínguez Suria, Ruperto González Blanco, Gumersindo González González (“Sindo”), Roberto López Hernández (“Tito”), Pedro Marrero Rodríguez, Jorge Jesús Rodríguez Morales (“Chicho”), Néstor Santana Padrón y yo mismo.

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Y aquel pequeño grupo de amigos comenzó a organizarse. Las cortas excursiones de un sólo día precisaban solamente del acuerdo de unos cuantos, pero al empezar a realizar salidas de varios días la cosa necesitaba cierta preparación. Y así aparece la necesidad de que alguien se ocupe de llevar un botiquín de primeros auxilios; de que otro se asegure que llevamos lo necesario para hacer nuestras comidas; que exista un responsable de cuidar nuestras tiendas de campaña y otro material; que otro se ocupe de controlar nuestros gastos comunes; que alguno, en fin, redacte una breve crónica de la excursión que nos sirva de recuerdo. Con el tiempo, la Peña decide que es hora de que se nos distinga por algo más, y se elige un uniforme: camisa y pantalón de color beige, botas de cuero, boina negra con la inscripción Pevie en letras rojas y una pequeña silueta del Teide en color blanco, y un pañuelo verde al cuello son los elementos más llamativos del mismo. Y la Peña continuó su singladura durante varios años. Creó un Lema: Unión y Amistad. Creó su propio Himno, con letra y música. Por lo demás, no to-

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do eran excursiones, pues también se organizaron fiestas y “guateques”, así como salidas en guagua con familiares y amigos. Editábamos una pequeña revista ─en la que quedaron reflejadas nuestras actividades de aquellos años─, confeccionamos un par de banderines para obtener fondos y con igual fin organizamos un negocio de elaboración y venta de colines,… Y nosotros seguíamos creciendo… Fueron años de alegría y de libertad. He de reconocer que las circunstancias nos favorecían en casi todo. Cierto es que teníamos algunas carencias, pues a la dificultad de conseguir equipo adecuado en los comercios se unían nuestras relativas limitaciones económicas y la dificultad generalizada en las comunicaciones. Pero, en conjunto, lo tuvimos prácticamente todo a favor. La casi inexistencia de aficionados a caminar los montes nos convertía en dueños casi absolutos de nuestra tierra. Quien nos veía con nuestras mochilas a la espalda podía pensar que estábamos locos pero, como siempre pedíamos permiso para acampar cuando estábamos en terrenos particulares y en todo momento procurábamos comportarnos adecuadamente y dejar todo limpio al marcharnos, nunca

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tuvimos ningún tipo de problema con nadie. Y así pudimos hacer y deshacer lo que nos vino en gana, caminar por donde nos pareció mejor, montar nuestras tiendas en cualquier parte, convivir con gentes de los más apartados lugares de nuestras islas, conocer a personas increíbles ─algunas maravillosas─ en muchos sitios, empaparnos de nuestra tierra y de sus gentes.

La Peña en “Dos Aguas”, una de las entradas al Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma. El autor y Óscar Bennasar son el primero y el tercero por la izquierda, respectivamente. (Fotografía del archivo del autor).

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Como glosario a las mil y una anécdotas que nos sucedieron en aquellos años me permitiré reproducir aquí lo que escribí en una parte del prólogo de la publicación restringida Recuerdos de la Peña Excursionista “VI de Enero”, y que dice: “Nos referiremos, únicamente, a los lugares curiosos en los que alguna vez tuvimos que dormir, bien porque las circunstancias nos obligaron a ello, bien por ser más cómodo que montar y desmontar nuestras tiendas de campaña, y sin incluir las veces que dormimos al raso ni las que ocupamos alguna cueva que encontramos al paso ni, naturalmente, nuestras propias tiendas. “En nuestra isla de Tenerife podríamos destacar la vez que nos tocó dormir en un establo en el pueblo de Taganana, a la vera de varias rollizas y ruidosas vacas. También en un bar-restaurante, concretamente en el del Portillo de las Cañadas del Teide. Tuvimos angelicales sueños en una pequeña sacristía en el pueblecito de Las Carboneras, en las cumbres de Anaga. Finalmente, y sin que la relación sea exhaustiva, en una ocasión plantamos nuestras tiendas en plena Avenida de Colón del Puerto de la Cruz,

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cuando todavía estaba en obras, aunque a punto de ser inaugurada. En la isla de La Palma tuvimos el honor de dormir en el teatro y salón de actos de un monumento histórico-artístico, en la llamada casa de los Mártires, de Tazacorte. También en esta isla nos tocó pernoctar varias noches en la biblioteca pública de San Andrés y Sauces, así como una noche en el patio de una casa particular en El Paso. Fue en la isla de La Gomera donde dormimos plácidamente en un pequeño empaquetado de plátanos, en el bello pueblo de Hermigua y, posteriormente, en medio de una fábrica de bloques del no menos bonito Vallehermoso. En la más pequeña de nuestras islas, El Hierro, tuvieron la deferencia de permitirnos pernoctar en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Valverde, aunque previamente nos habían ofrecido hacerlo en el aún no inaugurado Hospital. Dormimos, también, en los salones del Casino de Sabinosa, inmediatamente después de haber participado de forma activa en el correspondiente baile. También, y aunque parezca mentira en quienes se tenían por unos excursionistas

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serios, pernoctamos una noche en una pensión en El Pinar, ¡abonando tarifa!”

Lo anterior hará comprender lo singular de la época que nos tocó vivir y disfrutar. En todas partes se nos recibió con cortesía y amabilidad y ello propició tan curiosos alojamientos, de todo punto impensables en los tiempos actuales. Por eso afirmo que fuimos muy afortunados.

Cuando esto escribo ya se nos han ido para siempre tres componentes de la Peña. Primero Pedro Marrero, muy joven, en un accidente de tráfico, y luego Roberto López y Chicho Rodríguez, de distintas dolencias. Por su parte, Acisclo y Néstor hace años que perdieron el contacto frecuente. Los demás, sin embargo, seguimos muy unidos y continuamos disfrutando de nuestra mutua compañía y amistad. Algunos incluso salimos juntos casi todas las semanas. Y eso sigue siendo una gran suerte.

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Y todo lo anterior, a quienes conocen el Escultismo, ¿a qué les suena? Tanto por la edad de los componentes de aquella Peña como por su organización interna, por sus actividades, por su espíritu... ¿hay algo más parecido al ideal de una Patrulla Scout?

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EN LOS SCOUTS

1961 Y a todo esto, estamos en 1961. Hacia la Navidad del año anterior, 1960, media docena de chicos de entre 13 y 14 años y en su mayoría alumnos del colegio “Quisisana” de las Escuelas Pías, habían decidido crear una Patrulla Scout, a la que llamarían “Albatros”, integrada por José María de Cobos Sisterne, Hernán García Díaz, los hermanos Luis y Javier Martínez González-Palenzuela, Francisco Nóbrega Armas, José Alberto Pérez Quintero, Antonio Piñero Mena, Amalio Tejedor Salguero y alguno más que no logro recordar. Ellos no lo sabían, pero lo cierto es que estaban poniendo la primera piedra de un sólido, hermoso y duradero edificio.

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Durante varios meses desarrollaron ellos solos actividades de tipo scout, pero sabían que si querían que su iniciativa permaneciera necesitaban la intervención de adultos y de personas con experiencia en actividades de aire libre, por lo que se pusieron en contacto con el Padre Enrique Villegas Trujillo, quien también desde hacía unos meses tenía casi formada una Manada de Lobatos en el Colegio, y le pidieron su colaboración, indicándole al mismo tiempo la conveniencia de ponerse primeramente en contacto con alguno de los miembros de la “Peña”, integrada en su mayor parte por alumnos del último curso ─PreUniversitario se llamaba─ del propio colegio. Por otra parte, desde mediados del mes de agosto se ha ido formando, también de forma espontánea, otra Patrulla Scout, a la que sus fundadores dieron el nombre de “Halcones”, e integrada por Javier Fernández de Villalta, Manuel Losada Cabrera, Juan Antonio Muñoz-Reja, Ignacio Zerolo Sáez y José Luis Zubieta Zárraga, entre otros. El Padre Enrique contactó conmigo a primeros de septiembre, me dio un par de colorines y revistas en las que se decía alguna cosilla sobre los scouts y

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me convenció para que asistiese con él a una reunión que tendría lugar hacia mediados de mes. Reunión a la que asistiría también Luis Martínez GonzálezPalenzuela, que en aquellos momentos era el Guía de los “Albatros”, así como un montañero conocido suyo, Javier Riquelme Soler, quien les había ayudado a formar su Patrulla. Efectivamente, la reunión tuvo lugar con la asistencia de los cuatro citados, en el enorme caserón de madera que las Escuelas Pías tenían por entonces en la Rambla y donde se impartían las clases de Primaria. El resultado es que allí se decidió dar vida al Grupo Scout “Gran Tinerfe”, que sería dirigido por Javier, mientras el Padre Enrique, además de ocuparse de la incipiente Manada de Lobatos, sería nuestro Consiliario, y yo me haría cargo de la Tropa, de momento con las dos Patrullas citadas. Se determina igualmente que el Grupo se distinguirá por un pañuelo amarillo con cenefa negra. Por su parte, Luis Martínez seguiría en su Patrulla, a la que sus miembros decidieron cambiar el nombre por el de “Perdigueros”.

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Y no era broma lo que pretendíamos hacer, pues no debe olvidarse que por aquél entonces el sistema político imperante nos consideraba ilegales, al estar permitidas únicamente las organizaciones juveniles dependientes del régimen. Sin embargo, lo cierto es que no tuvimos demasiados problemas, gracias a algún subterfugio del que les hablaré más adelante, al sentido común de la mayoría de las autoridades del momento y, sobre todo, a que pronto pudo comprobarse que ninguno de nosotros estaba allí por cuestiones políticas o banderías de ningún tipo.

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Por otra parte, hacía pocos meses que se acababa de constituir la Asociación de Antiguos Exploradores de Santa Cruz de Tenerife, integrada exclusivamente entonces por miembros que fueron de la Institución de los Exploradores de España, versión nacional de los Boy Scouts creados en Inglaterra por Robert Baden Powell y expandidos por el resto del mundo.

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Uno de sus promotores e integrantes, Juan Perera Marrero, había iniciado en los primeros meses de 1959 ─en el verano de dicho año ya realizó una acampada─ la puesta en marcha el Grupo Scout “Ucanca” entre los muchachos de su entorno. Se trataba de un hombre ordenado y disciplinado, muy imbuido del espíritu del Escultismo original, tenaz y perseverante, a quien su impenitente soltería le permitió dedicar tiempo, dinero y esfuerzos a una labor impagable durante muchos años. Además, fue el primero que reunió, ordenó y conservó convenientemente una gran parte del legado de los Exploradores, pues en su Local, al que llamaban “El Rancho”, destinó un par de habitaciones exclusivamente a tal menester. De entre sus colaboradores recuerdo especialmente a Francisco Sabina Galindo, hombre animoso, de una gran bondad y con un espíritu eminentemente colaborador, quien dirigiría durante varios años la Manada de Lobatos del Grupo, así como a Miguel García Delgado, quien colaboraba haciendo de cocinero en las acampadas y como instructor en tal Especialidad.

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Con respecto a los Exploradores de España, y para situar los hechos en su contexto, debo recordar que se constituyeron en nuestro país en 1911, a imagen

y

semejanza

del

escultismo

internacional

─aunque con algunas características que lo hacían ligeramente diferente─, de la mano de Teodoro de Iradier Herrero, por entonces capitán de caballería, y de Arturo Cuyás Armengol, publicista y escritor. La Asociación inició sus actividades en el año 1912. Desde entonces y hasta su suspensión una vez terminada la guerra civil, en 1940, muchos de los instructores de la Institución fueron también militares. Habría que indicar, además, que los que superaban determinado nivel en los Exploradores se beneficiaban luego de una importante rebaja en la duración de su servicio militar. Por esa tradicional vinculación, la aparición de los scouts en el panorama juvenil de aquellos años 60 no fue mal recibida por el Ejército, uno de los principales poderes del momento. Todo esto que afirmo puede parecer ahora pueril, pero es cierto que muchos de los primeros integrantes de nuestros Grupos eran hijos o nietos de militares que habían pertenecido a los Exploradores, aso-

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ciación de la que nosotros nos reconocíamos continuadores. Y todo ello nos daba cierta cobertura. De hecho, las primeras siglas de nuestra Asociación fueron las de ANEDE ─que corresponden a las de Asociación Nacional de Exploradores de España─ y en cuyos Estatutos se afirma que esta asociación es continuadora de aquella. Sólo algunos años más tarde pasaría a utilizarse la terminología scout, aceptada internacionalmente, llamándose desde entonces como hoy, ASDE, Asociación de Scouts de España. Como ejemplo de las raíces que nuestra organización tenía en el estamento militar, contaré una anécdota que nos sucedería bastantes años más tarde: con ocasión de la organización del Campamento Nacional celebrado en nuestra isla en 1979, visitamos varios meses antes al entonces Capitán General de la región, Teniente General D. Jesús González del Yerro, para solicitar la colaboración del Ejército en la instalación de las comunicaciones internas del referido campamento. Pues bien, el Teniente General nos sorprendió al recibirnos sonriente en la puerta de su despacho de Capitanía, saludándonos con la Seña Scout. Mien-

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tras él mismo cerraba la puerta, nos explicó que en su juventud había sido Rover-Scout... Abundando en lo que digo, es de destacar que el primer presidente de los Antiguos Exploradores en la provincia sería el General D. Lorenzo Machado Méndez, sucediéndole el Coronel D. Francisco Arriaga Adam, así como que hasta comienzos de la década de los 90 el Vicepresidente fue el también Coronel D. Luis Arnay Molina. De lo dicho anteriormente se comprende el porqué en aquellos años ─e incluso, por parte de algunos, todavía hoy en día─ se nos tildaba de “soldaditos”. Cierto es que algo de la parte castrense de nuestro fundador, Robert Baden Powell, General en la reserva del Ejército británico, tenía que haber en una organización creada por él y también es verdad que en tiempos de los Exploradores, en las décadas de los años 1910 a 1930, muchas de las actividades tenían ese fondo. Pero no es menos cierto, como bien sabe el que nos conozca, que el Método Scout, como organismo vivo que es, siendo siempre el mismo, utiliza distintos medios en función del momento que vive la sociedad y de las preferencias de los jóvenes, por lo

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que hoy lo poco que aún pervive de aquellas formas originales es el espíritu de orden y disciplina, en nuestro caso aceptada voluntariamente y sin la cual ninguna organización es realmente fuerte, así como el sentido del honor, el respeto a la palabra dada. Y esos son valores siempre positivos.

Bella composición fotográfica de nuestros tradicionales sombreros, debida a la cámara de Luis Alberto Arnay.

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En cuanto al subterfugio al que me referí anteriormente, consistió en aprovechar que nuestro Grupo nacía en un colegio religioso para obtener del Obispado el respaldo necesario para obviar los problemas que una asociación no legalizada tendría ante las autoridades gubernativas, y aprovechando el contenido del Concordato firmado por el gobierno español con la Santa Sede. Ya se sabe que en aquellos momentos la Iglesia tenía mucho poder en el país, por lo que su ayuda venía a significar en la práctica que podríamos desarrollar nuestras actividades con una relativa tranquilidad. Y así fue. Se creó una denominada Delegación Diocesana de Escultismo, bajo cuyo amparo actuamos durante varios años, aunque realmente ni los grupos ni la Asociación estaban sujetos a ninguna limitación por este hecho, pues nuestros Grupos en Tenerife fueron siempre multiconfesionales. Fue designado delegado diocesano el sacerdote escolapio que tuviese relación con los scouts en cada momento. De hecho, surgieron delegaciones diocesanas de escultismo en casi todo el país, y de ellas derivarían décadas más tarde algunos Grupos que, siguiendo

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el modelo belga y francés de aquellos momentos, constituirían a nivel nacional el Movimiento Scout Católico, al establecer esta religión como una base más de su programa.

oooOooo

Continuando con nuestra historia, la primera reunión de la Tropa se celebró un sábado de finales de septiembre en la sala de mi casa y a ella asistieron una decena de muchachos. Yo estaba algo nervioso, pues la verdad es que de escultismo no sabía prácticamente nada por aquél entonces y no tenía una idea clara de lo que iba a decirles. Hacía poco que había leído en alguna parte un artículo sobre la forma correcta de caminar por el campo y con esa tontería me dio por empezar la reunión, mientras crecía dentro de mí la sensación de que estaba haciendo el idiota. Por suerte, a los pocos minutos alguien preguntó algo acerca de las excursiones que podríamos hacer y esa fue mi salvación: el resto de la reunión resultó interesante para todos y terminó felizmente, des-

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pués de establecer las bases de nuestra nueva Tropa y de programar nuestra primera salida.

En la tarde del martes 11 de octubre de 1961 tiene lugar la salida de la Tropa en una excursión a la Cruz del Carmen, del monte de Las Mercedes, pernoctando en el Llano de los Viejos y retornando a Santa Cruz en la tarde del día 12. Se trataba de la primera actividad de aire libre que oficialmente realizó el recién creado Grupo Scout “Gran Tinerfe” y a la misma asistieron, además de las Patrullas “Perdigueros” y “Halcones”, una nueva y recién formada: los “Antílopes”. Para mí aquella excursión no dejaba de ser un simple paseo, pero si he de ser sincero me sentía bastante extraño. Después de todo, yo estaba acostumbrado a salir con “mi” Peña, en la que todos nos compenetrábamos perfectamente. Ahora, y sin más preparación, me encontraba al mando de docena y media de chiquillos ─¡no olviden que yo acababa de cumplir los 18 años y aquellos muchachos me parecían muy pequeños!─, que me obedecían ciegamente pero que me resultaban unos perfectos desconocidos con los

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que por entonces no tenía absolutamente nada en común. Cuando acampamos y después de que cada Patrulla se metió en su tienda, yo me retiré a la mía y me dispuse a dormir. He de reconocer que sentía la soledad. Mientras los oía charlando y riéndose en sus tiendas, con sus amigos, comencé a dormirme preguntándome qué demonios hacía yo allí, con aquellos pibes, en lugar de estar con mi Peña, charlando y riéndome yo también con ellos. Me juraba que era la primera y última vez que me “trancaban” allí… y me dormí. Llevaría poco más de una hora durmiendo cuando me despertaron unos ruidos en el exterior de la tienda, por lo que pregunté: “¿Quién anda ahí…?”. Me contestó Manolo Losada, Guía de los “Halcones”: “Somos nosotros, Tommy. Está lloviendo y te hemos hecho el rebaje de desagüe alrededor de la tienda, para que no se inunde”. A partir de aquel momento nunca más volví a sentirme sólo con los scouts. El sentido de la solidaridad de aquellos chicos les hizo ganar un nuevo dirigente, un nuevo scouter… que permanecería en el

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servicio activo al escultismo nada menos que diecinueve años… y ligado al Movimiento Scout el resto de su vida.

A esta primera excursión seguirían muchas otras, pues en nuestra programación se incluía, como mínimo, una salida mensual de la Tropa y otra de cada una de las Patrullas. La gran mayoría de ellas eran de fin de semana, con lo que los muchachos se acostumbraron muy pronto a acampar y a pernoctar en tiendas de campaña y en vivac, iniciándose igualmente en la preparación de comidas sencillas y calientes.

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1962 Hacia el mes de febrero de 1962 se incorpora Óscar Bennasar González, otro componente de la Peña, a quien convencimos para que nos echara una mano, y que llegaría a sobrevivirme en el servicio activo. Su integración en los scouts en aquellos primeros años de andadura resultaría providencial, ya que se trataba de una persona trabajadora, seria y siempre de buen humor, con un carácter abierto y muy asequible para los muchachos, y cuya personalidad pasaría a formar parte del Grupo. A lo largo de más de dos décadas realizaría una magnífica e impagable labor en favor del escultismo tinerfeño. Con su colaboración las cosas fueron mucho mejor y ya en el mes de abril la Tropa estaba al completo, con cinco Patrullas, pues se habían creado dos nuevas: los “Murciélagos” y los “Cernícalos”. Por estas fechas se incorporó también Jorge (“Chicho”) Rodríguez, otro componente de la Peña, pero sólo estuvo con nosotros unos meses, pues marchó a estudiar a Madrid.

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Las primeras Promesas de la Tropa, entre ellas la mía, tuvieron lugar el 25 de abril de aquel lejano año 1962, durante una excursión realizada a las inmediaciones de Las Raíces, del monte de La Esperanza. Mientras se desarrollaba la ceremonia se acercó a observarnos una pareja de turistas con su hija adolescente, y fue una sorpresa ver como, mientras realizábamos nuestra Promesa, el padre y la hija hacían la Seña Scout con nosotros. Terminado el acto charlamos un rato con ellos y, naturalmente, resultó que ambos eran scouts en su país, Inglaterra. Para nosotros fue la primera prueba evidente de la universalidad del Movimiento Scout.

Las primeras reuniones de la Tropa tenían lugar en un salón del colegio “Quisisana” y también en el Rincón de la Patrulla “Halcones”, quienes disponían de uno en un bonito chalet de madera, hoy desaparecido, perteneciente a la familia Zerolo, con entrada por la calle de Enrique Wolfson y situado en lo que hoy es parte del patio de recreo del colegio de La Pureza. (Por cierto, los “Perdigueros” tuvieron durante varios

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años su Rincón de Patrulla en un edificio existente entonces como anexo de la iglesia del Pilar). Para otro tipo de actividades recurríamos a los amplios terrenos de recreo del colegio de la Rambla, ya citado, donde también se nos cedía en ocasiones un aula de Parvulitos, donde recuerdo nos reíamos a carcajadas al tener que “medio sentarnos” en aquellas resistentes y multicolores sillitas. Y valga aquí un ejemplo para confirmar que los scouters han de estar siempre preparados para los cambios que permanentemente se producen en nuestra sociedad y, por consiguiente, en el escultismo mismo: las reuniones de la Tropa se realizaban los sábados a partir de las cinco de la tarde, y raro era el muchacho que llegaba tarde a las mismas. Pasados varios meses, sin embargo, noté que el retraso se generalizaba y que los chicos llegaban a las reuniones, sudorosos y disculpándose, bien pasadas las cinco y media. Hechas las indagaciones del caso me enteré que a la mayoría le encantaba una serie que la televisión emitía por entonces, bajo el título de “El Virginiano”, y que finalizaba a eso de las cinco y cuarto. Así que apuraban el tiempo hasta el límite y luego “vola-

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ban” a la reunión de la Tropa. La solución fue retrasar el comienzo de las reuniones a las seis menos cuarto de la tarde, con lo que se acabó el problema.

En agosto de este año 1962 obtengo el diploma de Socorrista de Cruz Roja, cuyo cursillo he seguido desde semanas antes, y que me capacita para prestar con ciertas garantías los primeros auxilios sanitarios en caso de ser necesarios, y que yo consideraba fundamental para las salidas al campo con tantos muchachos a mi cargo. Además de servirme para instruir mejor a los chicos, en alguna ocasión los conocimientos adquiridos me iban a servir para atender las pequeñas heridas que casi siempre se producen en las excursiones y acampadas y, sobre todo, me dieron tranquilidad y confianza en mí mismo.

En este año tiene lugar el único campamento que no llegará a su conclusión prevista. Se celebró durante las vacaciones de Navidad en unos terrenos del municipio de Tegueste y desde el primer momento ya empezó mal, pues la lluvia caída nos obligó a instalarnos en medio de un barrizal. Y no mejoró la situación,

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pues día tras día las malas condiciones meteorológicas nos obligaban a rehacer continuamente el plan de actividades, lo que, unido a la escasez de los medios con que contábamos, hacía que incluso la preparación de las comidas constituyese toda una aventura, pues, mientras tres o cuatro scouts mantenían a duras penas una lona sobre él, el que hacía de cocinero trataba de mantener encendido el fuego y que el agua que caía a mares no se metiera en el caldero o, peor aún, en la sartén. Los muchachos respondían bien ante la adversidad, pero la absoluta imposibilidad de realizar ninguna actividad medianamente seria nos decidió a levantar el campo dos días antes de la fecha prevista.

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1963 Llega 1963 y la presión de los propios padres de nuestros scouts es tan grande que no podemos retrasar por más tiempo la definitiva consolidación de la sección de Lobatos, que hasta entonces se ha limitado a realizar algunas actividades inconexas en el escaso tiempo libre del padre Enrique. Aunque durante algo más de un año ha estado haciendo las funciones de Akela el todavía scout José Víctor Afonso Perdomo y, durante muchos meses, también ayudaron en la Manada los asimismo scouts Javier Fernández de Villalta y José Alberto Pérez Quintero ─los tres de entre los de más edad de la Tropa y los tres muy responsables─, lo cierto es que estos, además de no ser ni actuar propiamente como scouters, se veían obligados a duplicar sus esfuerzos pues, además de las actividades de su unidad, incluso salían de excursión ellos solos con los Lobatos. Por ello hemos de renunciar a Luis Martínez en la Tropa, pues pasa a dirigir la Manada en calidad de Akela, y a quien desde entonces siempre recuerdo

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saltando y jugando con sus Lobatos y en la mayoría de los casos “enterrado” bajo ellos.

Luis Martínez, años más tarde y ya en funciones de Jefe de Tropa Esculta, da cuenta de su almuerzo. (Fotografía cedida por el Padre Fidencio Peña)

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Por estas fechas se incorpora al colegio un muchacho procedente de Puerto Rico, y que resultó ser scout. Apellidado Jackson, estuvo con nosotros unos meses y nos aportó un verdadero tesoro: tenía un libro de los Scouts de los EE.UU. que incluía todas las técnicas scouts imaginables. Desde amarres hasta primeros auxilios, desde señales de pista hasta Morse, desde técnicas de acampada hasta formaciones scouts. Y nos lo regaló. ¡Nos volvimos locos con aquel libro! Todos queríamos verlo, leerlo, tenerlo. Y todos lo vimos y lo leímos con ansia. Fue uno de nuestros primeros libros scouts y quienes lo llegamos a tener en nuestras manos lo recordamos como algo fantástico. Después le perdí la pista y no sé por dónde andará.

Una anécdota curiosa de 1963, y que recuerdo, fue la vez que una pareja de la Guardia Civil de Tráfico, que circulaba detrás de mí por la carretera general entre el aeropuerto de Los Rodeos y Guamasa, y que se mantuvo unos minutos detrás de mi coche, sin adelantarme. Yo iba uniformado y me imaginé, cuando por fin me adelantaron, que me pararían. Seguro.

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Y así fue. Medio kilómetro más adelante me los encontré a ambos al lado de sus motos y haciéndome señas de que estacionara a la derecha. Como siempre en el Cuerpo, me saludaron cortésmente y me explicaron que la cabeza de un tornillo de la matrícula trasera de mi coche hacía parecer una E la F de TF, pidiéndome que lo comprobase. Yo sabía que lo que realmente querían era ver mi uniforme, así que les dije, sin bajarme del coche, que en cuanto llegase a casa daría un poco de pintura blanca al tornillo para evitar errores en el futuro. Ellos insistían en que comprobase por mí mismo lo que me decían. Y yo insistía en que les creía, en que no hacía falta ver la placa, en que sí, que la pintaría al llegar a casa … Les hice “rabiar” un par de minutos, hasta que consideré que podían enfadarse y aquello podía pasar a mayores, así que me bajé del coche y fui a comprobar la matrícula. Mientras yo observaba la presunta irregularidad en la placa, ellos sólo tenían ojos para el uniforme scout. Una vez satisfecha su curiosidad y tras insistirme en que arreglara la anomalía, se marcharon tan contentos.

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¿Que si el tornillo hacía aparecer la F como una E? Bueno..., pues hasta que sí, pero no tanto… ¿Fueron o no fueron ingeniosos al encontrar una disculpa plausible y no autoritaria para pararme y hacerme bajar del coche?

Contaré ahora como nos hicimos en este año con los sombreros para el Grupo. Teníamos mucha ilusión por conseguir para todos el sombrero scout clásico, similar al que todavía utiliza la policía montada del Canadá, pero aquí era imposible encontrarlos y tampoco los había en la Península. Hasta entonces veníamos utilizando unas boinas negras que cada uno se agenciaba como podía, pero nuestro empeño era conseguir los sombreros. Aprovechamos la circunstancia de que mi padre, que residió durante catorce años en Inglaterra, tenía muchos conocidos en la capital británica y también entre los tripulantes de la naviera Fred. Olsen, que unía regularmente los puertos de las islas con Londres. Así que encargó a un amigo suyo que adquiriese los sombreros en la Tienda Scout londinense y se los entregase a un oficial, también amigo, del bu-

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que “Bencomo”, quien a su vez nos los entregó unos días más tarde a Óscar Bennasar y a mí en el puerto de Santa Cruz. Previamente habíamos facilitado las tallas necesarias, después de haberles tomado las correspondientes medidas a los muchachos. Y así fue como nos hicimos con nuestro primer medio centenar de sombreros. Este “procedimiento” de compra se repetiría un par de veces más en el futuro.

En el mes de octubre el Padre Enrique Villegas es trasladado a la Península, por lo que pasa a ocupar sus funciones de Consiliario el Padre Fidencio Peña Vicario. Era éste un hombre permanentemente activo, organizador de mil y una iniciativas y con una personalidad desbordante, lo que en alguna ocasión le llevaría a pequeñas fricciones conmigo y con algún otro scouter, aunque realmente sin mayores consecuencias. Su presencia vino a darle un nuevo empujón al Grupo, pues además cedió un pequeño local en el Pious School para reuniones y posibilitó las actividades de la Manada de Lobatos en los jardines de este centro escolar, que se encontraba en un precioso palacete de

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estilo historicista, con decoración interior de estilo árabe, situado en el entorno de la Plaza de los Patos, al lado del actual edificio de Correos, y que, lamentablemente, fue derruido unos años más tarde para edificar en su lugar un edificio de viviendas.

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1964 El Grupo siguió su camino en 1964 sin más novedades. Las actividades eran muy frecuentes y creo que interesantes, tanto en la Manada como en la Tropa. Lo que realmente nos faltaba era material de todo tipo. Desde libros hasta bordones o escudos. Es curioso que casi todas nuestras preocupaciones de entonces se limitaban a esas pequeñas cosas; la llegada de alguien con media docena de escudos de Segunda Clase o de Insignias de Especialidad nos alegraba enormemente y el problema era a quién se les daban, pues la demanda superaba siempre a las existencias. Y de los libros… qué maravilla cuando alguien traía un Escultismo para Muchachos, escrito por el propio B.P., y que le había regalado una tía suya que vino de visita de Caracas…, y qué locura cuando aparecía otro con un hasta entonces desconocido y en parte ya anacrónico Sistema de Patrullas, que había escrito un tal Roland Philipps… Sin olvidar el Manual para el Jefe de Tropa o Roverismo hacia el Éxito,

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también de B.P. ... Libros que contienen la esencia del Movimiento Scout y a los que, a pesar de estar en parte obsoletos, creo que supimos extraer el espíritu y, por ejemplo, donde ponía caballo desbocado nosotros poníamos coche averiado … y el libro seguía siendo igual de actual que cuando se escribió. Otro libro muy útil fue el Pistas, escrito por una Patrulla Hurones de los scouts católicos de Bélgica. Me pregunto si seguirán siendo tan leídas y admiradas esas obras hoy en día.

Otra cosa que nos ilusionaba mucho era tener noticias de otros Grupos en otras partes del país: que si ya había scouts en Galicia; que si en Valencia estaban muy bien organizados; que si en Madrid ya llegaban a los diez Grupos; que si en Barcelona, a raíz de la intervención de los scouts ayudando en las tareas de rescate por las graves inundaciones de 1962 (que causaron unas 700 víctimas), ya nadie les ponía impedimentos para actuar libremente;…

No recuerdo los detalles con exactitud, pero fue por esta época que alguien nos facilitó, prestado,

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un viejo chalet situado en un descampado cercano al Hospital General, por encima de lo que hoy es Santa Clara, en Ofra. Por aquellos años, y para nosotros, era como si estuviera en la Luna, por lo difícil que era llegar, pues eran muy escasos los servicios de guagua que existían para acceder hasta allí. A pesar de ello hicimos todo lo posible por acondicionarlo para desarrollar actividades, de las que sólo recuerdo alguna que otra Promesa. Lo que sí recuerdo de aquellas fechas es que, en una excursión de la Tropa al monte de La Esperanza, hallamos un tronco cortado, muy recto y flexible, de unos diez metros de longitud. Era realmente un mástil perfecto, por lo que la Patrulla “Halcones”, sin pensárselo dos veces, decidió transportarlo hasta la referida casa. Así que aún me veo en nuestro pintoresco y esforzado recorrido ─¡un paseíto de más de veinte kilómetros! ─, con el bendito tronco a hombros, por el borde izquierdo de la carretera general y de la entonces incipiente autopista, desde el monte hasta la altura de Taco... lo dejamos en la casa... ... y del tronco nunca más se supo…

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En el verano de 1964 el Grupo celebró una acampada en Las Lagunetas, del monte de La Esperanza, en la que recibimos la visita del Padre Enrique, que había vuelto por unas semanas a la isla, y donde cada Patrulla realizó varias y muy útiles construcciones en su respectiva parcela, ayudados por las explicaciones e ilustraciones de un libro magnífico: el Manos Hábiles, de Albert Boekholt.

Luis Martínez toma la Promesa a un scout durante el verano de 1964. De izquierda a derecha Manuel Losada, el autor, Luis Martínez, Óscar Bennasar, Javier Riquelme y el Padre Enrique Villegas. (No se ha podido precisar la identidad de los chicos) (Fotografía del archivo del autor)

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Durante este campamento se realizaron varios juegos nocturnos, en los que los padres de los asistentes colaboraron directamente, situándose con sus coches con los faros encendidos, en un amplio arco de terreno, delimitando así el espacio de juego. Y allí se pasaron toda la noche… ¡Eso era colaborar con el Grupo al que, desde luego, no consideraban como una simple guardería para sus hijos…!

También creo recordar que fue por estas fechas que se celebró una reunión de algunos scouters con miembros de la Asociación de Antiguos Exploradores, con la finalidad de realizar alguna actividad conjunta (ellos siempre nos invitaban a las actividades que realizaban, y nosotros a ellos con ocasión de la festividad de San Jorge u otra similar). Pues bien, en la reunión y entre otras muchas ideas, alguien propuso realizar un busto en bronce en honor a D. Esteban Arriaga, uno de los principales dirigentes e impulsores del escultismo en nuestra isla de Tenerife allá por los años 20 y 30, y uno de los miembros de la Institución que recibió al mismísimo B. P. cuando éste visitó nuestra isla de Tenerife los días 21

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y 22 de marzo de 1929. Sir Robert Baden Powell fue objeto de varios agasajos por parte de los Exploradores del valle de La Orotava, de La Laguna y de Santa Cruz, en cuya plaza de la Constitución (actualmente de la Candelaria) pasó revista a las Tropas de la isla. (Una observación: en los Exploradores, los actuales Grupos recibían la denominación de Tropas, y viceversa, y sólo había una “Tropa” por localidad, que englobaba a todos los muchachos de la misma, que eran luego distribuidos en los “Grupos” de Lobatos, Rovers, etc. Y ya que estamos explicando, añadiré que los colores de la pañoleta indicaban la Rama a la que se pertenecía, independientemente de la “Tropa”). Si el monumento nunca llegó a realizarse fue por el excesivo costo de la obra. Sin embargo (y vendiendo la piel del oso antes de haberlo cazado), se estudiaron los posibles emplazamientos... y aquí viene la anécdota, de la que Óscar Bennasar hizo en su día unos versos que reproduzco a continuación: Fue tema de reunión conjunta una idea muy arraigada: hacer un busto que recordara al Explorador Esteban Arriaga.

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Surgieron lugares de ubicación entre ellos el Mirador Los Campitos; y es por esto por lo que esta anécdota yo cito: Un tal don Hildebrando, ¡que venga Dios y lo vea!, dijo que ¡el busto allí no... que luego van y lo mean...!

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1965 Desde finales del año anterior se venía gestando la creación del primer Comité de Grupo, nombre que recibe el organismo de control y apoyo en el que se integran los padres de los scouts, y que se constituiría finalmente a principios de este año 1965. El primer Comité de Grupo, al que desde ahora llamaré “de Padres” o simplemente “Comité” para mejor comprensión, estaba integrado por Dña. Milagros Barajas de Orozco, Dña. Josefa Yanes de Delgado, D. Sertorio Delgado Rodríguez, D. Antonio Iboleón Zamorano, D. Miguel Orozco Maffiotte, D. Juan Otón Vidal y D. Alejandro Viota Hernández, bajo la presidencia de D. Juan Fernández del Castillo Monje. Dicho Comité ciertamente resultó muy útil y colaboró intensamente con los scouters en todas de las actividades del Grupo.

Por aquellas fechas se realiza a escala nacional una reestructuración organizativa, recibiendo los Grupos de todo el país un número correlativo según la fecha de su constitución y que indicará su veteranía.

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El “Gran Tinerfe” recibe el número 7, correspondiéndole al Grupo “Ucanca” el número 6, al ser casi un año más antiguo. Por otra parte, dividido el país en Zonas, la provincia hermana, más diligente a la hora de presentar los papeles, recibió la denominación de Zona II, mientras nosotros seríamos la Zona VII.

Dejo la Tropa, ahora ya de Escultas por la edad de los muchachos, en las buenas manos de Óscar Bennasar y me preparo para un nuevo reto. El día 12 de octubre de 1965 el Akela Luis Martínez me entrega en la plaza principal de la villa de Candelaria, en una ceremonia a la que asistieron los padres y madres de muchos de ellos, a un par de docenas de Lobatos. Es el pase de los muchachos a la nueva Tropa scout, que recibirá el nombre de “Tinguaro”. Estábamos acantonados unos días en una casa terrera de la citada población, con fachada a la calle principal y trasera directamente sobre la playa. Al no poder asistir el Padre Fidencio, con nosotros se quedó el Padre Miguel López Baranda, quien ha sido colaborador de la Manada durante mucho tiempo.

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Se iniciaban así los dos años más felices de mi vida scout. Años que compartí intensamente con aquellos muchachos, de los que aprendí muchísimo; más incluso de lo que yo pude aportarles a ellos. Años de trabajo ilusionante, de alegría y de consolidación de la Tropa y del Grupo. Esta fue la Unidad que unos meses más tarde me impondría mi nombre scout de “Sitting Bull”, aunque debo reconocer que no recuerdo en qué circunstancias lo recibí.

Los lobatos se preparan para cruzar la cuerda que les introducirá en la Tropa Scout. De izquierda a derecha, Juan José Boluda Rodríguez, Miguel Angel del Rosario Villarán, Nicolás Fernández del Castillo Massieu, Fernando Martín Alvarez, Alejandro Reygosa, Fernando Díez Rivera e Ignacio García de la Rosa. (Fotografía del archivo del autor)

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Entre los muchachos de los que me hice cargo y cuyos nombres recuerdo estaban Juan José Boluda Rodríguez, Nicolás Fernández del Castillo Massieu (“Nico”), Federico García Barba, José Ignacio García de la Rosa (“Dela”), Ricardo Génova Galván, Sergio González Martín-Fernández, León González Massieu, Agustín Guimerá Ravina (“Tino”), Fernando Martín Álvarez (“Fefo”), Alejandro Reygosa, Miguel Angel del Rosario Villarán, Alfonso Sánchez Bruno, … Con alguno de ellos, como Fernando y Alfonso, mantengo aún hoy una estrecha relación de amistad, ahora que la diferencia de edad se va diluyendo cada vez más. A otros, como Ignacio o Agustín, los veo de vez en cuando, hechos ya unos hombres maduros, con carrera, familia y otras preocupaciones. A bastantes les perdí la pista hace años… y lo lamento, pues a todos ellos los recuerdo con intenso cariño. En el acantonamiento me sucedió un hecho que aún hoy me hace reír y que no puedo dejar de mencionar. Dada la edad e inexperiencia de los muchachos, nos tocó a los adultos hacer la comida para todos, y como teníamos que arreglárnoslas por nosotros mismos para todo y el Padre Fidencio, que se

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había encargado de las compras pero estaba ocupado en otras obligaciones y no podría quedarse, le pasó al Padre Miguel la lista que habíamos preparado con los alimentos necesarios, encargándose éste de la compra. Pues bien, cuando, para preparar la primera comida, pido la carne en lata para hacer un revuelto con huevos resultó que había traído carne de ave... ; en lugar de mantequilla, margarina... ; en vez de mermelada, dulce de guayaba...; frangollo por gofio; ... y así todo... Casi lo mato... La verdad es que el buen hombre no tenía ni idea de compras ni de cocina, lo había hecho con la mejor voluntad del mundo... y al final nos arreglamos con lo que había traído, ¡qué remedio!

Por las fechas en las que recibí a la Tropa “Tinguaro” yo estaba haciendo mi servicio militar. Por ello y por mi propia juventud, estaba imbuido del correspondiente espíritu de disciplina habitual en los ejércitos. Así que es perfectamente lógico que durante unos meses yo transmitiese a mis muchachos algo de

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esa disciplina, lo que determinó que en unas pocas semanas aquella Tropa actuara con el orden y la soltura propias de una unidad muy entrenada: entraban en formación con gran rapidez sin atropellarse y sin gritos, las Patrullas montaban o desmontaban sus tiendas de campaña en no más de cinco minutos, cada uno tenía siempre su mochila en perfecto orden y dispuesta para la marcha, así como el material personal, ... Por otra parte, desde el primer momento les inculqué los buenos hábitos que yo había adquirido después de años de experiencia en la “Peña”. En las excursiones, procuraba que no se bebiera agua mientras caminábamos ─aunque sí estaba permitido mojarse los labios─, ya que sólo podíamos hacerlo durante las comidas. Al atardecer no estaba permitido ponerse ropa de abrigo hasta un rato antes de que empezase realmente a hacer frío, con lo que se mantenían activos, haciendo cosas para conservar el calor. De igual manera, me preocupé porque siempre tuviesen un cuidado muy especial con sus pies. Además de todo ello, procuré desde un primer momento aplicar en la Tropa algunas técnicas y trucos

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específicamente scouts por lo que, por ejemplo, nos aplicábamos con entusiasmo en adquirir un buen conocimiento de las señales de pista o de los medios de comunicación a nuestro alcance (código Morse y Semáforo de banderas), o utilizábamos con cierta frecuencia el paso scout para avanzar con mayor rapidez (alternando cincuenta pasos corriendo con otros cincuenta a ritmo de paseo rápido). Pasado muy poco tiempo y como las salidas al campo eran muy frecuentes ─lo habitual entonces eran dos al mes─, la Tropa estaba curtida, endurecida, muy disciplinada, bien uniformada,... y se notaba el orgullo de aquellos chicos, que rivalizaban sanamente por lograr que sus respectivas Patrullas estuviesen siempre a la altura esperada. Cada muchacho procuraba avanzar en su Carnet de Pruebas ─que tuvimos que reproducir a multicopista, porque no era fácil de conseguir─ y se esforzaba por alcanzar las distintas Especialidades de su gusto.

El día en que me hice cargo de la nueva Tropa Scout “Tinguaro” asistió a la ceremonia mi entonces novia y hoy esposa, Carmen Pilar Castro Hernández.

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El listo de Luis Martínez aprovechó la ocasión para comerle el coco y convencerla para que asistiese a una reunión de la Manada que se celebraría el sábado siguiente, día 16 de octubre. Y fue.

Carmen Pilar Castro fue la primera mujer en incorporarse al escultismo de Tenerife, en el año 1965. (Fotografía del archivo del autor)

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Y así se integró en el escultismo de Tenerife la primera mujer de su historia, que se inició como Ayudante de Manada y que se haría cargo de la misma, como Akela, en la primavera siguiente. Ella sería una de las que, años más tarde, desarrollarían las Muchachas Guías en nuestra provincia, y que existirían hasta su definitiva fusión con Scouts de España. Carmen Pilar, con su sentido de la responsabilidad y su carácter dulce y al mismo tiempo enérgico, con su facilidad para hacerse querer y obedecer por los niños, daría un nuevo estilo a la Manada. Al propio tiempo, propiciaría la posterior integración de más mujeres en el escultismo, la mayoría de las cuales aportaría su alegría, su seriedad en el trabajo, su prudencia, su buen hacer, su especial sentido de la solidaridad.

Si mi memoria no me falla ─que suele hacerlo─ fue durante las Navidades 1965-66 y creo que por iniciativa del Padre Fidencio, que el Grupo organizó una Cabalgata de Reyes muy particular. Los padres del Comité, debidamente transformados en Reyes Magos y acompañados por scouts uniformados, visitaban las casas de los miembros del Grupo y del Pious

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School que tuviesen niños pequeños, llevándoles un obsequio como adelanto de los que “les traerían” la noche del 5 de enero. También visitaron “nuestros” Reyes a los pequeños internados en el Hospitalito de Niños. Era el equivalente de trasladar a nuestra cultura la costumbre anglosajona de la visita a domicilio de Papá Noel. Como pueden imaginar, la idea tuvo un enorme éxito, pues para los chiquillos resultó algo maravilloso el poder recibir personalmente y en casa a los personajes que tanta ilusión les produce, y no pararon de hablar de ello en las semanas siguientes, aderezando la historia con toda su fantasía. Lo que ya no resultó tan fantástico fue que, en una circular a los padres de los alumnos del colegio para explicar la iniciativa, el Padre Fidencio se refirió a la cabalgata oficial del ayuntamiento de Santa Cruz, que por aquél entonces era algo bastante pobre y mal organizado, como “una mascarada” o algo así. La reacción del Gobierno Civil fue inmediata y contundente: el Padre Fidencio y los responsables del Grupo deberíamos presentarnos a declarar y a explicarnos sobre el caso.

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Ya nos veíamos multados y hasta encerrados… pero la verdad es que todo quedó finalmente en agua de borrajas y a ninguno de nosotros le pasó nada. Cómo se arregló el tema sólo lo sabe el propio Padre Fidencio, e imagino que algún miembro del Comité. En cualquier caso, mal lo tuvimos que pasar cuando no se repitió la experiencia en los años siguientes…

Como se puede ver, entre los muchos éxitos de estos primeros años de andadura del Grupo, se intercalaban de vez en cuando algunos errores. Y era muy natural. Recuerdo alguna otra equivocación en la que incurrimos, como el denominado cuero scout: en algún momento alguien trajo la noticia de que cuando un muchacho realizaba alguna acción que la Tropa consideraba indebida, era “costumbre” entre los scouts el que sus compañeros le castigaran dándole golpes con los pañuelos. De donde salió la noticia nunca lo supe y el tal castigo, que tenía más de psicológico que de físico, se puso de moda durante una temporada, para jolgorio de muchos, aunque por fortuna pronto se consiguió que pasara al olvido.

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Otra moda pasajera fue la de derribar por la noche la tienda de campaña de los novatos o la de pintarrajearle a alguno la cara con pasta de dientes, mientras dormía. Estas bromas sí que se logró que fueran erradicadas de inmediato, siendo sustituidas muy pronto por otras más sutiles y elegantes, como enviar al despistado novato a buscar por todas partes las “llaves del campamento”, el “radio-transistor de agua” o la “funda del mástil”. Lo que nunca se logró desterrar del todo fue algo que nadie sabe exactamente de donde vino: los escultas pueden fumar, siempre que sea en cachimba. No tengo idea de quién se inventó tal norma, que por lo que yo sé jamás ha sido refrendada en ninguna parte, pero lo cierto es que los escultas, año tras año, se aferraban a ella, plenamente convencidos de su derecho, y a los scouters no nos quedaba más remedio que claudicar e intentar convencerles para que al menos fumaran lo menos posible. Hasta hace pocos años sé que esta peculiar norma seguía “en vigor”.

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1966 El 6 de febrero de 1966 realiza su Promesa la Ayudante de Manada, Carmen Pilar Castro, durante una breve excursión a los alrededores de la Mesa Mota. Semanas más tarde, en el mes de marzo, Luis Martínez se hace cargo de la Tropa Esculta, quedando Carmen Pilar al frente de la Manada, en la que recibirá durante unos meses la ayuda de Nanane Fernández del Castillo.

Hacia el segundo trimestre de este año, el Comité de Padres, en contra del parecer de los scouters, decide cambiar el color del pañuelo por otro con fondo azul y cenefa blanca, por ser estos los colores de Tenerife. Ya digo que los scouters no estábamos de acuerdo con esa decisión, pero la fuerza del Comité era entonces muy grande e impusieron finalmente su criterio a pesar de nuestra oposición.

El Comité facilitó mucho la celebración del campamento de scouts y escultas del verano de 1966,

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consiguiendo los permisos pertinentes, un coche prestado por la empresa Golding para el servicio del campamento ─un viejo “Austin” que para que arrancara había que empujarlo o dejarlo siempre en bajada─ y resolviendo un sinfín de otros detalles. A esta acampada, celebrada entre los días 4 y 15 de julio en los altos de Vilaflor, en el lugar conocido por Barranco Las Lajas, asistió por primera vez Diego García González, más conocido entre nosotros por “Quillo”, en funciones de cocinero, resultando de una enorme ayuda para mí y posibilitando que pudiésemos dedicar mucho más tiempo a las actividades scouts al no tener que hacernos la comida. Además, su permanente estado de buen humor y su facilidad para tratar con los chicos le convertían en un apoyo muy importante para los scouters, pues a lo dicho unía un alto sentido de la responsabilidad y una habilidad increíble para resolver los más difíciles problemas culinarios. A partir de este campamento, Diego se convertiría en una pieza indispensable para el Grupo, muy especialmente en los acantonamientos y en las acampadas de los Lobatos.

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El autor impone las insignias de Ayudante de Jefe de Tropa Scout a Octavio Armada Vernetta y Luis Felipe La Roche Owen. (Fotografía cedida por el Padre Fidencio Peña Vicario)

También actuaron aquí por primera vez como Ayudantes en la Tropa los hasta entonces escultas Octavio Armada Vernetta (“Tayo”) y Luis-Felipe La

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Roche Owen, quienes luego me acompañarían durante muchos años en diversas funciones dentro del escultismo. Tayo era un joven muy serio y capaz; exigente a la hora de programar las actividades, muy organizado y buen conocedor de los objetivos del escultismo. Resultó, además, ser muy habilidoso en manualidades y un colaborador insustituible en todos los sentidos. Por su parte, Luis-Felipe, atildado y elegante, siempre estaba dispuesto a ayudar y transmitía con soltura sus conocimientos y su estilo a los muchachos, con quienes se entendía con facilidad. Buen conversador, resultaría fundamental en nuestro equipo de dirigentes. Se han incorporado nuevos scouts a la Tropa, entre quienes consigo recordar a Antonio Arozena Concepción, Ramón Balagué del Pozo, Carlos Estarriol Jiménez, Fernando Orozco Barajas, Tomás Sánchez Peraza, los hermanos Antonio y José María Sánchez del Toro,… Por cierto, en este campamento se rodaron las primeras imágenes del escultismo canario para Televisión Española. Fue el cámara Jorge Perdomo quien

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se desplazó hasta allí y filmó un amplio y bonito reportaje, del que días más tarde se dieron algunas imágenes en un informativo de TVE-C. A pesar de las varias gestiones realizadas hasta hoy, nunca hemos podido obtener una copia del reportaje en cuestión, aunque no perdemos la esperanza de que no esté definitivamente extraviado y que algún día podamos tenerla.

Del 19 al 25 de julio de este año 1966 tiene lugar en Las Lagunetas un campamento de la Manada de Lobatos, al que asisten Carmen Pilar Castro y el Padre Miguel, con el apoyo de Diego García, “Quillo”, en sus funciones de cocinero. El Padre Miguel invita también a Mª Flor Galán García, quien permanecerá después en el Grupo como Ayudante de Manada y que destacaría por su lealtad y apoyo a Carmen Pilar y por su facilidad para organizar los juegos de los lobatos. Las acompañó y colaboró en este campamento la hermana menor de Óscar, Juana Maria Bennasar González. El día siguiente a su llegada se instalaron al otro lado de la carretera los integrantes de una unidad del Ejército de Tierra, cuyos mandos vinieron a salu-

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darles y les indicaron que sus servicios de vigilancia nocturna también harían sus rondas alrededor del campamento de la Manada, como así lo hicieron. Una tarde, los scouters invitaron a la merienda a los mandos de la citada unidad, asistiendo cuatro de ellos. Finalizada la misma y habiendo llegado el momento de arriar banderas, formaron todos para la ceremonia, saludaron y… la bandera nacional se atascó… A pesar de los esfuerzos de los lobatos de turno y de los scouters, no hubo forma de que subiera ni bajara… y todos, militares incluidos, serios, en posición de firmes y saludando… y los Lobatos partidos de risa. Enfadada, nerviosa y medio contagiada por la risa de los niños, finalmente Carmen Pilar mandó descanso y cada uno volvió a sus ocupaciones. La bandera por fin fue arriada algo más tarde y sin más ceremonias. Por cierto, ¡fue el único día que se trabó!

Cierto día de finales de octubre, el Delegado Provincial de Juventudes, D. Antonio Durán, que al propio tiempo era profesor de Educación Física y de Política en el colegio de las Escuelas Pías, me envió

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aviso por medio de los chicos de que quería verme. Imaginé problemas, pues al fin y al cabo era el “jefe” de las juventudes del régimen... Nos encontramos a la puerta del Pious School, y cuál no sería mi sorpresa cuando, tras un saludo muy cordial, me felicitó efusivamente. La verdad es que yo iba preparado para cualquier cosa menos para una felicitación, así que seguro que notó el desconcierto en mi cara. Se explicó. Como yo ya sabía por propia experiencia, los chicos que eran castigados en el colegio por hablar en clase o en filas o por cualquier otra falta, tenían que cumplir una sanción asistiendo los sábados por la tarde al colegio, a un estudio de dos a cuatro horas. Pues bien, algunos muchachos, sancionados por él, habían ido a pedirle que si les podía cambiar sus castigos pasándolos al domingo, lo que sin duda significaba endurecer aún más la sanción. Preguntados acerca del porqué de aquella solicitud, los chicos le habían confesado que era “para no perderse las reuniones de la Tropa scout”, que se celebraban precisamente los sábados por la tarde. Y eso a él le había impresionado mucho, por “el entusiasmo

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que demostraban los scouts por su asociación juvenil y sus actividades”. Comprenderán si les digo que el orgullo me salía por todas partes y que durante algún tiempo caminara como sobre una nube.

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1967 El 5 de enero de 1967 nuestro Grupo colaboró estrechamente en la organización de la Cabalgata de Reyes capitalina. Junto a los organizadores habituales, aportamos uno de los Reyes Magos ─un padre de nuestro Comité, el siempre dispuesto y colaborador D. Miguel Orozco Maffiotte, aceptó incluso que lo embadurnáramos de negro para hacer de Baltasar─, los escultas actuaron como pajes y la Tropa scout “Tinguaro” al completo, que acompañó en perfecto orden a Sus Majestades bajo la dirección de Luis-Felipe La Roche. La presencia de la Tropa, impecablemente uniformada para la ocasión, significó un nuevo aldabonazo publicitario ante la población infantil y juvenil de la ciudad.

Este mismo mes de enero el Grupo recibió a una nueva scouter, tratándose esta vez de Laly Diez Rivera, que actuaría también como Ayudante de Manada y que pronto se haría fundamental para la misma al resultar una joven de muy buen carácter, siempre

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dispuesta a aportar ideas y con muy buena mano para tratar con los lobatos. Su permanencia en el escultismo será también muy prolongada.

La Manada de lobatos se despide en el patio del Pious School. A la izquierda, de medio lado, Ibrahim Trujillo. Desde la izquierda, Laly Díez, Mariano Reymundo, Sebastián Vives, Michael Golding, Antonio Pintor, Juan José Sánchez, Alberto Cortés, Padre Miguel López y Manuel Ravina. De espaldas Carmen Pilar Castro y a su lado Miguel Orozco. (Fotografía cedida por el Padre Fidencio Peña)

Ya no recuerdo de quién partió la idea ni cuáles fueron los pasos seguidos para llevarla a efecto, aunque imagino que sería cosa del Presidente de

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nuestro Comité, D. Juan Fernández del Castillo Monje, que había sido concejal de Tráfico del Ayuntamiento de Santa Cruz. Lo cierto es que, después de una preparación anterior de varias semanas, desde el mes de febrero de 1967 y hasta final de curso, los scouts de la Tropa colaboraron con la Policía Local ─entonces Municipal─ en la regulación del intenso tráfico a la altura de la estatua, en la Rambla, en su confluencia con la calle General Ramos Serrano. Era ─todavía lo es─ un punto muy conflictivo, especialmente en horas de entrada y salida de clase de los varios colegios situados en sus cercanías, con centenares de chicos y chicas cruzando de un lado a otro. Tal habilidad adquirieron los scouts en el desempeño de esa labor que el día 13 de mayo siguiente, conmemoración de Nuestra Señora de Fátima, y con el fin de que todos los miembros del cuerpo de Policía pudiesen disfrutar del día de su Patrona, los muchachos se ocuparon en exclusiva de regular el tráfico en toda la ciudad, sin que hubiese que registrarse ni un sólo incidente. Debo destacar que en aquellas fechas

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no había semáforos, por lo que todo se hacía “a mano”.

Estas actividades fueron muy importantes para la imagen pública de nuestra asociación, ya que nos dimos a conocer a una gran parte de la población. Se nos veía en la calle. También fue importante para consolidar nuestra presencia en el propio Colegio, ya que hubo que obtener permiso de los distintos profesores para que los scouts a quienes correspondía servicio cada día pudiesen incorporarse a clase unos minutos más tarde de la hora o salir del aula un poco antes, todo ello con el fin de poder estar en sus puestos durante el tiempo necesario y con la antelación suficiente. Y, además, los scouts de servicio asistían a clase perfectamente uniformados, con el lógico impacto que eso significaba ante sus compañeros no scouts. Las solicitudes de alta en el Grupo se dispararon; y no nos vimos desbordados gracias a que las inscripciones en el Grupo no se aceptaban después del 30 de marzo de cada año, con el fin de que los chicos tuviesen tiempo para adquirir un mínimo de conocimientos y experiencia, con vistas a su participa-

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ción en la actividad anual más importante para ellos: el Campamento de verano. El que de verdad quería entrar en los Scouts esperaba sin problemas hasta el siguiente mes de septiembre...

Mientras tanto, las actividades habituales seguían su curso y así, del 6 al 10 de abril, la Tropa realizó un Campamento Volante en el valle de Güímar, con salida desde Candelaria. Con una Tropa ya muy “veterana”, fue la primera ocasión en que realizábamos un campamento de este tipo y resultó tan gratificante que se repetiría la experiencia en alguna otra ocasión posterior. Me recuerda Agustín Guimerá ─con cara de pillo y sonrisa malévola─ que en esta actividad el bueno de Fernando Martín, “Fefo”, que por entonces preparaba su Segunda Clase y andaba liado con temas de orientación y topografía, aburrido ya de que se le doblasen y estropeasen los mapas, se llevó consigo una especie de enorme carpeta, pesada y aparatosa, que se confeccionó él mismo con cartón-piedra o algo similar y a la que incluso le puso unas bisagras. Así que tuvo que cargar con aquel incómodo armatoste a to-

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das partes, además de sufrir el continuo cachondeo de los demás integrantes de la Tropa. Aunque, eso sí, logró preservar sus mapas.

El día 21 de mayo de 1967, por iniciativa de la asociación de Antiguos Alumnos del colegio de Escuelas Pías y en conmemoración de no recuerdo qué, celebramos en el campo de deportes del antiguo colegio de la Rambla un desfile de todas las Unidades del Grupo, al son del Himno de los Exploradores ─interpretado en directo por la Banda Municipal de Música─ de Santa Cruz de Tenerife. A los actos, que incluyeron también el montaje de una representación de un campamento en los terrenos del colegio y el desarrollo de un Gran Juego, asistieron los componentes de la Junta Directiva de la Asociación de Antiguos Alumnos de Escuelas Pías, así como también la de los Antiguos Exploradores, presididas ambas por Antonio Daroca Sicilia. También estaba presente nuestro entonces Comisario de Distrito, D. Angel H. Alonso Pinto. Para la ocasión habíamos logrado que todos los chicos se uniformaran totalmente, que todas las

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Patrullas tuviesen en orden sus Banderines, que las Unidades portasen sus Guiones y que el Grupo se hiciera confeccionar su Bandera. Esa inversión significó una muy buena uniformidad durante varios años y la culminación de un objetivo en lo que se refiere a la imagen del escultismo.

Detalle de la concentración del 21 de mayo de 1967. Uniformidad casi perfecta. En primer término la Tropa “Tinguaro”. En segundo término la Manada. (Fotografía cedida por Maloli Sánchez Bruno)

En contra de algunas modas que cíclicamente nos invaden, siempre he creído que el uniforme es algo que identifica a quienes lo utilizan y les hace pregonar que pertenecen a una organización, a un grupo, a un equipo, de los que, supuestamente, se sienten

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orgullosos. Es cierto que el hábito no hace al monje, pero no es menos cierto que un monje con hábito parece lo que es y sin hábito puede parecer cualquier cosa. Si algo me enoja de una Unidad scout es verla vestida de forma anárquica, pareciendo el famoso “ejército de Pancho Villa” y desacreditando a la organización a la que voluntariamente se pertenece. Y que no se me diga que a veces los medios económicos impiden lograr una buena uniformidad, pues una camisa y unos pantalones económicos e iguales para todos no son difíciles de conseguir. Se trata sólo de una cuestión de buen gusto. Curiosamente, la mayoría de los que abogan por la eliminación de cualquier atisbo de uniformidad son los primeros que luego se ven enganchados, sin darse ni cuenta, por una uniformidad peor y aún más alienante: la de las modas “globales” impuestas ahora desde determinados países, en la que todos los chicos y chicas parecen cortados por la misma tijera, con ropas semejantes, con expresiones semejantes, con formas de actuar semejantes, con una “cultura” semejante,… Sin duda se trata de uno de los inconvenientes de la globalización, que hace que los pueblos pier-

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dan su identidad y que los individuos, que son lo verdaderamente importante, se vayan convirtiendo en simples clones los unos de los otros. Sostengo que si queremos ser consecuentes con el espíritu del escultismo debemos manifestarlo claramente y luchar contra la mundialización de la mediocridad. Para terminar con esta parrafada que me ha salido, debo insistir en que considero lamentable que muchos de los que se integran en el escultismo en funciones de scouter ignoren sistemáticamente la verdadera esencia del Movimiento y prefieran inventarse su escultismo, tomando un poco de aquí y otro poco de allá, dejando atrás lo que les molesta o incluyendo “novedades” que han aprendido en alguna parte pero que no son verdadero escultismo. Reitero lo que ya he dicho anteriormente y es que lo importante, el espíritu del Escultismo, está en las obras que dejó escritas nuestro fundador, Baden Powell, aunque, por supuesto, actualizando el lenguaje y las situaciones y aplicando las técnicas y los medios de hoy en día. No por estar ya muy cerca de cumplirse el centenario del inicio del escultismo dejan de ser las mismas raíces las que aportan vida a su existencia. Y es-

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to parece que lo olvida demasiada gente, que no ha visto el “Escultismo para Muchachos” ni por el forro.

A finales del mes de mayo se integra una voluntariosa Mª Luisa Cabrera Pérez-Armiñán, en funciones de Ayudante de Manada, y que un par de años más tarde pasaría al Grupo de Guías “Tajinaste” como responsable de la Unidad de Alitas.

Correspondiendo a una invitación que nos hizo el Sr. Durán, Delegado Provincial de Juventudes, varios scouters y la Patrulla de Guías del Grupo “Gran Tinerfe” asistimos el 30 de mayo de aquel año a los actos celebrados por la OJE (Organización Juvenil Española) en conmemoración del día de su Patrón, San Fernando. Actos que tuvieron lugar en la Ciudad Juvenil existente entonces en la calle de la Amargura del barrio del Toscal. Debe recordarse que esta era la única organización juvenil reconocida oficialmente por el régimen, la única que recibía ayudas oficiales, la única legal. Para alguno (afortunadamente una minoría) de los integrantes de aquel Frente de Juventudes nosotros

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éramos unos intrusos y probablemente nos hubiera metido entre rejas de muy buena gana. Nos recibieron y atendieron con cordialidad (entre los chicos, incluso, curiosidad) y nosotros correspondimos con corrección y respeto. Estoy seguro que aquella demostración de tolerancia mutua de los dirigentes de ambas organizaciones ante nuestros respectivos muchachos hizo que en el futuro nunca tuviéramos mayores problemas con ellos en nuestra provincia. Cosa que no sucedió siempre en otros lugares del país, donde en ocasiones sí hubo incidentes, alguno de ellos bastante serio. Por cierto que aquí debo manifestar que gracias a la actitud de D. Antonio Durán, de su tolerancia y sentido común, las cosas fueron bastante más fáciles para todos nosotros y que, aunque nunca recibiríamos ayudas oficiales de ningún tipo, siempre se nos trató con un mínimo de corrección. Afortunadamente, igual actitud sería la de su sucesor en el cargo, Sr. Romero Luque, así como la de la gran mayoría de los responsables de Juventudes de la época.

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El Grupo había crecido mucho. Teníamos dirigentes en abundancia y los muchachos no dejaban de llegar, por lo que se hacía prioritario conseguir un Local propio. Desde los primeros meses de este año 1967 se estaba negociando el alquiler de una casa terrera en la calle San Vicente Ferrer nº 32, necesario para consolidar la independencia del Grupo y para dar mayor operatividad al desarrollo de las actividades de las distintas Unidades. Aunque los primeros contactos con la propietaria de la casa los había hecho un scouter, las negociaciones las mantenía el Comité del Grupo, que pretendía, naturalmente, obtener el mejor precio posible. Fueron pasando las semanas y no se llegaba a un acuerdo. Mientras tanto, los scouters nos desesperábamos mientras el Comité seguía negociando, muy parsimonioso a nuestro entender. Varios meses de negociaciones y seguíamos sin local. Hasta que una llamada de la propietaria al scouter que primeramente había hablado con ella, afirmando que o nos decidíamos ya o lo alquilaba a otra persona interesada, hizo movilizarse al Consejo

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de Grupo, decidiendo unilateralmente aceptar el último precio negociado por el Comité. Y firmamos el contrato. Aquello significó para el Grupo la pérdida del Comité, cuyos integrantes, lógicamente molestos por nuestra injerencia, presentaron en bloque la dimisión. Y fue una pena, porque el Comité era muy bueno y eficiente, y pasaría bastante tiempo antes de que tuviésemos otro parecido. A mí siempre me quedó la sensación de que fue un poco la venganza de los scouters por habernos obligado a cambiar el color del pañuelo de Grupo. ¡Qué bobería, ¿verdad?! Pues lo cierto es que así lo sentí siempre: que los scouters forzamos la situación un poquitín por despecho. Espero que finalmente se nos haya perdonado. Pero ganamos un local ─el primero totalmente independiente del Colegio que tuvo el Grupo, aunque en realidad nunca perderíamos el contacto del todo─.

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Mientras Agustín Guimerá pasa el puente de cuerdas y Antonio Sánchez del Toro observa, el Padre Fidencio le da instrucciones y Luis Felipe La Roche, siempre preocupado por su impecable figura, se coloca bien el sombrero. (Fotografía cedida por el Padre Fidencio Peña)

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Había habitaciones disponibles para cada Unidad del Grupo. Los lobatos tuvieron su Cubil, cubriendo el techo y las paredes de su habitación con papel pintado y creando una magnífica cueva. Las distintas Patrullas scouts y escultas tuvieron cada una un Rincón donde reunirse y

guardar sus pertenencias.

Además del baño y un pequeño patio trasero, había un cuarto para guardar el material del Grupo y otro para la Secretaría, que también servía para las reuniones de los scouters y para nuestra Tienda Scout.

Aun-

que, eso sí, el alquiler ─de 4.000 pesetas al mes─, resultaba en cualquier caso bastante importante para nuestros siempre escasos recursos. Con aportaciones de distintos miembros del Grupo, nos hicimos con algunas sillas, un sillón desvencijado, una mesa y algunos otros muebles más. De entre lo que nos llegó, todo de segunda mano, hay que destacar un mueble realmente útil y valioso: Luis Felipe La Roche Owen se trajo un viejo buró que había pertenecido a su abuelo; se trataba de una sólida pieza de finales del siglo XIX, hoy una verdadera pieza de anticuario, con gavetas a ambos lados y con muchos pequeños compartimentos en el frente. Este

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mueble se convirtió desde entonces en un elemento básico para la burocracia del Grupo, al que ha acompañado en sus distintas mudanzas y que en la actualidad

continúa presidiendo la Secretaría. En cierto

modo este entrañable y muy veterano mueble se ha convertido en una referencia para todos los que alguna vez fuimos integrantes del Grupo “Gran Tinerfe” (o más tarde del “Zebensui”), pues es casi lo único que no ha cambiado en nada con el paso de los años. Debo confesar que cuando visito el nuevo y flamante local del Grupo es precisamente la presencia de este humilde y vetusto buró lo que más me hace sentirme en casa.

Por estas fechas nos llegaron las primeras noticias de que, bajo los auspicios de algún Hermano de La Salle y de varios estudiantes universitarios, se estaba constituyendo en La Laguna un nuevo Grupo, con el nombre de “Aguere”, cuyo primer jefe sería José Ángel García Hernández, y que sería registrado un par de años más tarde con el número 70 nacional. La aparición de este Grupo significó la consolidación definitiva del escultismo en Tenerife, pues no

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sólo era el primero que surgía fuera del ámbito municipal de Santa Cruz sino que, al ser el tercero de la provincia, vendría a darnos a todos una gran seguridad en el futuro, pues la posible desaparición de alguno de los dos ya existentes no significaría que el otro se quedase absolutamente sólo. Además, y como el tiempo se encargaría de confirmar, este nuevo Grupo mantendría una personalidad propia muy fuerte y aportaría nuevas ilusiones al conjunto del escultismo tinerfeño, contribuyendo con su sola presencia a limar la, en ocasiones, excesiva rivalidad entre los Grupos “Ucanca” y “Gran Tinerfe”. De entre los incontables scouters que sirvieron en este Grupo a lo largo de los años me vienen ahora a la memoria y en tropel los nombres de Valentín Santos Elorrieta, Carmen Elvira Ubach Benítez de Lugo, Candelaria Alonso González, José Carlos Marrero González, Raúl de la Rosa Fuentes, Miguel Angel Artiles Viera, Miguel Luis Cataño González, Maite Hormigo Martín, Pablo Reyes Núñez, Carlos González Segura, Domingo García Viera Palenzuela, Carmen Lourdes Parrilla Martín, los Jefes de Grupo Óscar Rodríguez Estévez y Manuel de León Tejera, así como los miembros del Comité de padres

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Raúl de la Rosa Rodríguez y Ángela Bello Delgado (“Angelita Sigú”), … Como ya indiqué más arriba, desde sus comienzos este Grupo estaría muy vinculado al Colegio Nava-La Salle, actuando como Jefe del Grupo durante un tiempo el Hermano Antonio Barba Barba, así como constituyéndose en uno de sus puntales durante algunos años el Hermano Néstor Ferrera Pardillo quien, además de realizar las labores de Consiliario, curraba como un scouter más y, ciertamente, era uno de los que hacían funcionar al Grupo.

A comienzos del verano, del 24 al 30 de junio de 1967, la Manada de Lobatos realiza un acantonamiento en la llamada “Casa del Capitán”, en Las Chafiras, del término municipal de San Miguel de Abona. Con Carmen Pilar asisten Laly Diez, Mª Luisa Cabrera, Mª Flor Galán y el Padre Miguel. Como refuerzo se llevan a Octavio Armada y a Luis Felipe La Roche. La guagua tardaba, entonces, más de cuatro horas en unir Santa Cruz y Las Chafiras, aunque un permiso especial conseguido por alguno de los padres permitió que parte del recorrido se hiciese por algún

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tramo aún no inaugurado de la todavía en construcción autopista del Sur, lo que acortó algo el tiempo de los desplazamientos.

Del 9 al 16 de julio, es la Tropa quien establece su campamento en el mismo lugar, en un ambiente totalmente nuevo para nosotros dada su aridez y características del terreno.

Integrantes de la Tropa “Tinguaro” saludan durante una Promesa. De izquierda a derecha, Miguel Angel del Rosario Villarán, Alfonso Sánchez Bruno, León González Massieu, Juan José Boluda Rodríguez y Fernando Martín Álvarez. (Fotografía cedida por el Padre Fidencio Peña)

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En aquellos tiempos el Sur no era lo que es hoy. Durante esta acampada nos sucedieron algunas anécdotas especialmente curiosas, como la del día que, según nuestro plan de comidas, teníamos previsto que el menú incluiría huevos, así que nos fuimos a comprarlos. Pero resultó que en las pocas y mal surtidas tiendas de la zona (en las que no existían ni por asomo las neveras de hoy en día), sólo traían huevos frescos dos días a la semana y el que nosotros habíamos elegido “no era de huevos”. Así que no nos quedó más opción que cambiar el menú. ¡Qué remedio! Otro día, en el que nos habíamos ido de excursión a Las Galletas, hubo una llamada telefónica de la madre de Octavio Armada “Tayo” (al número “6 de Aldea”, pues tal era el que correspondía al teléfono de la casa en la que nos quedábamos), y que la telefonista no pudo pasar, pues no estábamos allí. Por la tarde, ya de regreso, Tayo pidió a la telefonista de Aldea Blanca (que lo fue durante muchos años y se llamaba doña Jovita), que lo conectara con su casa.

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Mientras la llamada se solicitaba a San Miguel y de allí a Granadilla para que de aquí la pasaran finalmente a Santa Cruz, la siempre jovial y dicharachera doña Jovita le dijo a Tayo: “Tu mamá llamó esta mañana para decirte que habías aprobado la Reválida”. ¡Así que probablemente medio sur de la isla se enteró de su aprobado antes que el propio Tayo! Durante la acampada practicamos muchas técnicas del Carnet de Pruebas scout. Entre ellas el Semáforo (alfabeto de banderas), para lo cual situamos una estación de transmisión y recepción en el campamento, desde el que se enviaba un mensaje a una estación intermedia, que a su vez lo repetía desde lo alto de una montaña visible también para la estación terminal, situada en Aldea Blanca. Naturalmente, las estaciones primera y terminal no podían verse entre sí debido a la orografía del terreno. Los mensajes que se enviaban eran siempre verdaderos y los chicos sabían que cualquier error iba a repercutir directamente en la comida de todos nosotros, pues lo que se transmitía era... ¡la lista de la compra! oooOooo

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Aseguro que intenté evitarlo y comencé el nuevo curso con ganas y entusiasmo, pero mis diferencias con el entonces Jefe del Grupo, excesivamente teórico, que provenían de mucho tiempo antes, y dada la imposibilidad de que me dejase trabajar con libertad, me forzaron a presentar a finales de diciembre mi dimisión como Jefe de Tropa, limitándome desde entonces a las funciones de Tesorero del Grupo, que ya ejercía también desde hacía meses.

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1968 A mediados de marzo de 1968, Carmen Pilar Castro obtiene el diploma de Socorrista de la Cruz Roja, lo que la capacita para atender mejor los primeros auxilios a sus lobatos en caso de necesidad. Afortunadamente, sólo tendrá que atender alguna pequeña contusión y heridas sin mayor trascendencia.

El 23 de abril se celebró una concentración de Distrito en Articosa, con motivo de la celebración del día de nuestro Patrón, San Jorge. Fui nombrado Jefe de Campo, con la misión de coordinar las distintas actividades que tuvieron lugar ese día, especialmente las formaciones y competiciones programadas. Y como casi siempre que celebramos San Jorge en el campo, el tiempo se nos mostró poco propicio, pues en esta ocasión hizo un frío horroroso, con alguna que otra chispita de agua. Debo aclarar que por entonces lo que hoy llamamos Zona era denominado Distrito y podía ser más reducido territorialmente, aunque en nuestro caso cubría igualmente toda la provincia.

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Creo recordar que fue Óscar Bennasar, ya a principios de este año 1968, quien primero me habló de otro local, también una casa terrera, y propiedad de D. Juan Luis Quintero Pérez, padre de uno de nuestros scouts. Estaba situado en la calle Ramón y Cajal nº 32 y al parecer podríamos alquilarla por un precio bastante más razonable ─2.500 pesetas al mes─. El único problema era que probablemente la perderíamos a los dos o tres años, pues pensaba derribarla para construir un nuevo edificio en su lugar. Sinceramente, y en principio, la idea no me acababa de convencer, tal vez por aquello de que vale más malo conocido que bueno por conocer y, sobre todo, pensando adónde iríamos el día que lo perdiéramos. Consultado y analizado el tema por el Consejo de Grupo, finalmente se decidió por unanimidad el traslado, que tuvo lugar en el mes de junio del citado 1968. Y lo que son las cosas. Primeramente, y como el Grupo siempre andaba escaso de fondos, le vinimos a pagar a D. Juan sus alquileres como pudimos, varios años después, y sin que nunca nos presionara,

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ni tan siquiera cuando su hijo ─Luis Quintero Ayala─ dejó de pertenecer al Grupo. En segundo lugar, aquellos dos o tres años de uso que en un principio calculábamos se convirtieron en ¡más de cinco lustros! Y no sería hasta 1995 que el Grupo se trasladó a su actual emplazamiento, en el número 127 de la calle Calvo Sotelo. Y nuestro entrañable local de tantos años está siendo derribado precisamente cuando escribo estos párrafos, en febrero de 1999. Como indico al comienzo de este trabajo, es muy probable que el ver caer sus viejas paredes sea lo que finalmente me ha decidido a relatar mis vivencias como scout.

En la primera quincena del mes de julio de 1968 la Manada de Lobatos da su primer salto fuera de la isla. Habían estado reuniendo fondos para el viaje durante todo el curso y asistieron una veintena de lobatos, junto a la Akela Carmen Pilar Castro y sus ayudantes Laly Díez y Mª Luisa Cabrera PérezArmiñán. Con ellos fue también el Padre Miguel, así como Diego García, nuestro querido cocinero “Quillo”.

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Como apoyo, les acompañó el scouter de Tropa Luis Martínez. Y se van de acampada a La Gomera, estableciéndose en el monte de El Cedro, junto a un riachuelo. Lo que disfrutaron allí ya lo pueden imaginar: excursiones a pie, visitas en guagua a Hermigua y Vallehermoso, divertidos baños en una medio presa que hicieron en el riachuelo, búsqueda general de berros para hacerse un potaje de película, juegos, canciones, bromas, risas, … Durante el Campamento recibieron la visita del Delegado Provincial de Juventudes, D. Antonio Durán, quien permaneció con ellos todo un día.

Se conceden tres Insignias Mowgli a otros tantos lobatos: Eduardo Muiños Callado, Mariano Raymundo Izard y Juan José Sánchez Peraza.

Terminados los campamentos de verano, a finales de julio de aquél año 1968 y principalmente por mis continuas diferencias con el Jefe del Grupo, decidí causar baja voluntaria en el “Gran Tinerfe”. Fue una decisión muy desagradable, sobre todo por los chicos

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a quienes dejaba definitivamente, por el desconcierto de alguno de los scouters y por el disgusto que di a los miembros del Comité de padres D. Antonio Pintor Martínez y D. Juan Luis Quintero Pérez.

…--o--…

Estuve unas semanas algo alicaído y disgustado, pero la realidad es que no podía sustraerme al gusanillo. Estaba convencido de haber realizado una buena labor con la Tropa “Tinguaro” y quería seguir trabajando en lo que me ilusionaba, ayudando a formar mejores ciudadanos con el mejor y más versátil método aplicado hasta hoy entre la juventud: el Escultismo. Creo que mi enganche de tantos años al Método Scout se debe a mi convencimiento de que siempre será necesario algo que acerque a los jóvenes a la mejor comprensión de la Naturaleza y les dé una formación complementaria que habitualmente no reciben ni en su familia ni en la escuela, ya que en las Unidades scouts aprenden a practicar actividades de aire libre y a respetar el medio natural, a trabajar en equipo, a compartir, ser generosos y ayudar a los demás, a

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ser tolerantes y solidarios, a conocerse y confiar en sí mismos y en sus propias decisiones, a tener ideas propias, a ser razonablemente libres y también, en ocasiones, a liderar. No era desdeñable tampoco otro aspecto formativo muy poco utilizado en general por los scouters: el sistema de Especialidades scouts, que ha ayudado en muchas ocasiones a los muchachos y muchachas a encontrar su vocación laboral futura. En cualquier caso, para todo ello necesitaba el apoyo de alguna institución que me facilitase el lugar para desarrollar las actividades scouts y me ayudase así a consolidar la continuidad del Grupo. Así que hacia finales de noviembre me fui a ver a D. Manfred Scholtz, director por aquellas fechas del Colegio Alemán, ubicado por entonces en la calle Enrique Wolfson, y le expuse mi idea de fundar allí un Grupo Scout y otro de Muchachas Guías. Busqué un colegio mixto, en el que había que facilitar el acceso al escultismo tanto a los chicos como a las chicas, porque entendía que ya era hora de que ambos sexos tuviesen cabida y se formasen bajo la misma organización, cosa por el momento imposible. (Debo explicar que por entonces

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los Scouts de España eran una organización exclusivamente masculina, que no se convertiría en mixta hasta algunos años más tarde, en 1976, y que las chicas pertenecían por aquellos años a la asociación hermana de las Guías de España). Naturalmente, el Director del colegio tenía una idea bastante clara de lo que era el escultismo, pero aún así me pidió le detallase por escrito mi proyecto. Unos días más tarde le preparé y entregué algunos folletos y unos folios en los que resumí lo que pretendía y lo que necesitaba. Pasados unos pocos días más, y después de consultar con sus profesores y los padres de su consejo escolar, me dio su conformidad. Mientras tanto, convencido de que mi propuesta sería aceptada, yo había ido reclutando a algunos ex-scouts y scouters para formar el equipo dirigente del nuevo Grupo. Entre ellos, Alberto García Rojas (ex-miembro del Grupo “Ucanca” al que tuve la fortuna de repescar mientras paseaba por la calle del Pilar y que además se convertiría en un puntal para el escultismo de la Zona, tanto por su carácter voluntarioso como por su permanente disponibilidad y conocimientos), José María de Cobos Sisterne (cofundador de la

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Patrulla “Perdigueros”), Laly Diez Rivera, Octavio Armada y Luis-Felipe La Roche ─que se vinieron conmigo del “Gran Tinerfe”─ y Jaime Rodríguez Quintero (compañero de Alberto en el Grupo “Ucanca” algunos años antes). Por su parte, Carmen Pilar Castro, que también había dejado el Grupo “Gran Tinerfe” a primeros de octubre y por las mismas razones que yo, consiguió la colaboración de Mª Luisa Cabrera, Teresa Gironella Giménez, Gloria Morales Morales y Julia Pérez Pérez para dirigir el Grupo de Muchachas Guías.

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1969 Recibida la autorización del Colegio Alemán, nos reunimos todos el día 29 de enero de 1969 en un aula del mismo y fundamos el Grupo Scout “Anaga” que, por supuesto, luciría el pañuelo amarillo con cenefa negra, y que recibiría meses más tarde el número 79 en los registros de ASDE. Aunque Carmen Pilar Castro había iniciado contactos con la Asociación de Guías de España desde mediados de 1967, no sería hasta este día que se creó el Grupo de Guías “Tajinaste”, que sería el primero de Muchachas Guías existente en nuestras islas, con Carmen Pilar en el cargo de Responsable del mismo, que simultanearía con el de Jefe de la Manada del Grupo “Anaga”, ayudada en esta última unidad por Laly Díez y Gloria Morales. Los dos Grupos serían independientes, pero ligados estrechamente entre sí a través del Comité de Padres, que sería común a ambos, y compartiendo asimismo el Local, las finanzas y el material que se fuese adquiriendo.

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Mi primera preocupación como jefe del nuevo Grupo fue visitar con algunos scouters las distintas aulas del colegio, informando al alumnado de la creación del mismo y repartiendo unas hojas de preinscripción. En muy pocos días tuvimos solicitantes más que suficientes y entonces convocamos a sus padres para informarles a ellos. Y así se iniciaron las actividades del nuevo Grupo Scout “Anaga”, consolidándose en muy pocas semanas. Añadiré que el Comité de Padres, que también se formó de inmediato, era excepcional, con lo cual al Grupo no le faltaba de nada, salvo un local propio que, aunque prometido, acabaría por no llegar. Nos dejaron un pequeño cuarto para guardar el material y disfrutábamos de todas las instalaciones deportivas y de recreo del colegio, celebrando las reuniones en distintas aulas. Lo mismo hacían las chicas del Grupo “Tajinaste” que, además, consiguieron algunas semanas más tarde que el párroco de la Cruz del Señor les cediera el uso de un pequeño salón en la parroquia para desarrollar alguna de sus actividades, principalmente reuniones.

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Teníamos así un Grupo de Scouts y un Grupo de Guías trabajando en estrecha colaboración, en los que además se daba una circunstancia creo que altamente enriquecedora: en ambos Grupos convivían y trabajaban juntos chicos y chicas de religión católica y protestante, e incluso algún judío. En ningún momento hubo el más mínimo problema. Y se comprobaron las ventajas de las que llamamos oraciones scouts, válidas para cualquier religión, y entre las que me gusta destacar la de la bendición de la mesa: “Unos tienen y no pueden, otros pueden y no tienen. Nosotros que tenemos y podemos, bendigamos al Señor”.

En el mes de marzo se incorpora a la Manada una nueva scouter, Ana Mª López Velásquez, que había pertenecido a los Scouts de Venezuela y estaba en posesión de la Insignia de Madera, rama Lobatos. Aportaría al Grupo su trabajo entusiasta, su carácter perfeccionista y los conocimientos adquiridos allá.

Nuevamente fui nombrado por la Zona como Jefe de Campo, para coordinar las actividades que tuvieron lugar en la concentración de Distrito celebrada

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el día 25 de mayo en Las Raíces, para conmemorar la festividad de nuestro Patrón, San Jorge. Como ya iba siendo tradicional que el tiempo se portase mal cuando celebrábamos esta festividad en abril ─con mucho frío y lloviznas─, este año decidimos retrasarlo al mes de mayo... y en esta ocasión nos “obsequió” con un calor bochornoso.

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Con el Grupo plenamente en marcha, y por causas profesionales ─pues acababa de terminar mis estudios de Turismo y necesitaba mejorar mis idiomas─, viajé a Londres a finales de mayo, donde trabajé en un hotel hasta finales de septiembre. Aproveché mi estancia en la cuna del escultismo para adquirir en la Tienda Scout de Buckingham Road varios objetos que aquí no encontrábamos ni con lupa, así como para relacionarme con scouts de muchas partes del mundo, al integrarme en el Club Scout Internacional, con sede en Baden Powell`s House, y a cuyas actividades acudía regularmente los sábados por la tarde.

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Pero lo más importante es que pude realizar un sueño, pues me inscribí en el Curso nº 14 de Insignia de Madera (Rama Comisarios y Jefes de Grupo), que tuvo lugar del 20 al 26 de septiembre en el Campo Internacional de Adiestramiento de Gilwell Park. Como lo había llevado conmigo desde Tenerife, asistí con mi uniforme completo, salvo el sombrero, que sustituí por una boina verde de los scouts ingleses, mucho más manejable para viajar. Coincidió mi estancia con el 50 Aniversario de Gilwell y para la ocasión confeccionaron un escudo especial para ser grabado a fuego en los cinturones, y que desde entonces adorna el mío. (Ahora lo utiliza mi esposa porque, curiosamente, debe haber encogido y me veo obligado a utilizar uno bastante mayor). Y aquello sí que fue una gozada. El lugar es una verdadera belleza, un remanso en medio de zonas edificadas, carreteras, estaciones de tren y hasta una gran central productora de energía. Este campo internacional de adiestramiento está lleno de escultismo: los paseos, las edificaciones, los lugares de acampada, hasta los numerosos árboles que allí existen parecen destilar permanentemente el espíritu del

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Movimiento Scout. Para mí resultó una semana inolvidable. En Gilwell vi por primera vez uno de esos sacos de dormir con perneras y con brazos, cuya hechura permite a quien lo utiliza el levantarse y deambular de un lado para otro sin necesidad de quitárselo aunque, eso sí, con todo el aspecto de un “yeti” o de un muñeco de “michelín”. Este saco de dormir que menciono tenía además dos características que me llamaron la atención: por una parte disponía de unas finas suelas (de quita y pon) que ayudaban a andar sin molestias en la planta de los pies y al mismo tiempo evitaban que se manchara; y por otra, ¡disponía en el lugar adecuado de una pequeña cremallera que permitía al usuario varón orinar sin tener que quitárselo…! Otra cosa que me llamó la atención en Gilwell Park fue que, entre tantísimas banderas que tenían, de prácticamente todos los países del mundo, no dispusieran de una española. La busqué personalmente entre docenas de ellas perfectamente ordenadas, pero me quedó claro que no estaba allí. Sin embargo, sí que tenían la escocesa y como es igual que la de Tenerife, pues pedí y logré que la izaran con las demás

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de los países representados en el curso. No era lo mismo, pero... (Tras mi regreso a Tenerife, el Grupo enviaría como regalo a Gilwell, el 3 de mayo de 1970, una bandera española, que imagino habrá ondeado más de una vez desde entonces). Esta pequeña anécdota ayudará a comprender la situación del escultismo en la España de entonces. Pues, simplemente, nosotros no existíamos para la Conferencia Scout Mundial, al no estar reconocidos por nuestro Gobierno (requisito indispensable para el reconocimiento del escultismo de cualquier nación). Por supuesto, ya sabían que el escultismo se estaba reiniciando en nuestro país y que ya existían contactos de la Oficina Nacional española con la Oficina Mundial. Pero, de hecho, para que finalmente se me admitiera en el curso citado, tuvo que intervenir personalmente nuestro entonces Jefe Scout Nacional, Enrique Genovés Guillén, a quien desde estas líneas aprovecho para reiterar mi cariño y admiración por su trabajo de tantos y tantos años en favor del escultismo en España. Hombre esencialmente bondadoso, fue quien me enseñó que el servicio a los demás se realiza tanto

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en una labor como en otra, y que si hoy te toca ser jefe de lo que sea, mañana puedes ayudar igualmente pegando sellos en una oficina de Zona o haciéndote cargo del cuidado del material o de la correspondencia de un Grupo cualquiera.

Pocos meses más tarde recibí mi certificado de haber superado la Insignia de Madera. Y no voy a ser modesto en absoluto: me sentí muy orgulloso de ella, pues fue la primera obtenida por un scout de Canarias, y además en unos tiempos muy difíciles. Por otra parte, estoy convencido de que el saberme poseedor de la misma hizo que más de uno se esforzara por obtenerla él también lo antes posible.

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Mientras tanto, el Grupo “Anaga” había realizado su Campamento de Verano del 3 al 9 de julio, en Las Lagunetas, del monte de La Esperanza. Acamparon allí la Tropa scout, con Alberto García, Octavio Armada y Luis Felipe La Roche al frente, y también la Manada de Lobatos, dirigida por Carmen Pilar Castro

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con la ayuda de Gloria Morales. Un centenar de metros más allá estaba acampado el Grupo de Guías “Tajinaste” al completo, con Teresa Gironella, Mª Luisa Cabrera y Julia Pérez. Como Jefe de Campamento ─de ambos─ figuraba el Jefe de Tropa Alberto García, quien en teoría no debía abandonar en ningún momento el área de acampada.

Lobatos del Grupo “Anaga”. De izquierda a derecha, Francisco Perera, Guillermo Cabrera, Carlos Capote, Pedro Suárez, Emilio Perera y Helmut Rash. En primer término la Alita Cristina González Massieu, del Grupo de Guías “Tajinaste”. (Fotografía cedida por Francisco Perera Molinero)

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Pero como en nuestros campamentos todo el mundo tenía que hacer de todo, un día Alberto tuvo que ausentarse temporalmente ─a buscar no sé qué suministros en La Esperanza o en La Laguna─, mientras la Tropa salía a realizar una actividad con Octavio Armada y Luis-Felipe La Roche. Dio la casualidad de que fue precisamente en ese momento cuando vino de visita de inspección el funcionario de la Delegación de Juventudes D. Antonio Acha Meneses. Y allí había que ver a todo el mundo, viéndolo llegar, pensando en qué hacer. Finalmente Carmen Pilar, muy preocupada, se hizo cargo del visitante, mostrándole las dos zonas de acampada mientras se inventaba la bola de que Alberto estaba en una breve excursión por los alrededores. Después de hacer tiempo con un lento recorrido por las instalaciones, que adrede hizo interminable y minucioso, y mientras tomaban un café, por fin, y para alivio de todos, se les unió el bueno de Alberto quien, recién llegado de su salida y rápidamente avisado de la situación, se incorporó poniendo su mejor cara de inocencia …

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Y el amigo Acha o no se enteró o, más probablemente, se hizo el sueco y aparentó que se tragaba la trola.

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El primer día de octubre pasé de Inglaterra a Francia, a París. Allí me matriculé en un curso de francés y, naturalmente, visité la Oficina Nacional Scout francesa. Mi interés era mantener contacto con scouts locales y, por estar ubicado muy cerca de donde yo vivía, decidieron enviarme a un Grupo Scout formado exclusivamente por judíos israelitas, que tenía su Local en una sinagoga cercana. Y fue una nueva e interesante experiencia para mí. Entre otras cosas, y aún sabiendo que era cristiano, me recibieron sin ningún tipo de reservas, o al menos yo no las noté. Su local, situado como ya dije en una sinagoga, lucía en una pared un enorme mapa de Israel, con varias rutas marcadas sobre el mismo y que comprendían todo el país. Los chicos y chicas ─se trataba de un Grupo mixto, algo también nuevo para mí─ iban adelantando una pequeña placa con su nombre a lo largo

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de una de dichas rutas según iban superando las distintas pruebas de Clase. Era una forma original de visualizar los avances de cada uno. Llegados al final de la primera ruta ─que representaba la 3ª Clase─, estaban en condiciones de realizar su Promesa Scout. Otras rutas servían para indicar los avances en Segunda y Primera Clase. Con este Grupo israelí hice también un par de salidas al campo, de un sólo día, lo que se lograba después de viajar bastante tiempo en tren, tanto para la ida como para la vuelta. Y en el campo era yo el dueño de la situación. La verdad es que sus técnicas de campismo eran bastante pobres, aunque todos se aplicaron con entusiasmo en aprender lo que pude enseñarles en tan poco tiempo. Tampoco eran muy duchos en juegos al aire libre, que también hicimos. Por todo ello puedo asegurar que conmigo se lo pasaron “pipa”, tanto los muchachos y muchachas como sus scouters. Y una última cosa que en aquel momento me llamó la atención de ellos: para comer no se dispersaban en pequeños grupos o por Patrullas, sino que lo hacían todos juntos, formando un gran círculo. Tam-

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poco se descubrían, sino que sustituían sus gorras por el pequeño casquete tradicional en su religión. Así es que yo también permanecí cubierto con mi boina del uniforme, aunque la verdad es que me sentía un poco raro, más que nada por la falta de costumbre de comer cubierto.

Durante todo este tiempo mantuve el contacto con el Grupo por carta y cuando regresé a Tenerife a finales de diciembre, volví a retomar mis funciones, que habían sido perfectamente cubiertas durante mi ausencia por el Consejo.

oooOooo

Mientras tanto, en el Grupo Scout “Gran Tinerfe” se concedían dos nuevas Insignias Mowgli, a que se hicieron merecedores Pablo Hurtado Zamorano y Francisco Lorenzo Speranzini. Por otra parte, el padre Fidencio Peña era destinado a la Península, ocupando su lugar como Consiliario del Grupo el padre Miguel López Baranda, hombre de carácter abierto y cordial, con quien “conectarí-

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an” enseguida y sin problemas todos los integrantes del Grupo, pues no en vano había colaborado con todos, y especialmente con la Manada, durante los últimos años.

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Un par de días después de mi retorno, finalizando ya el año 1969, me llamó Óscar Bennasar para tratar sobre el futuro de ambos Grupos. Él permanecía, junto con el incombustible Luis Martínez, en el Grupo “Gran Tinerfe”, que disponía, como ya sabemos, de un magnífico Local así como de bastante material, pero no tenía suficientes scouters, pues para entonces sólo quedaban en activo ellos dos. Por mi parte, el Grupo “Anaga” disponía de scouters más que suficientes para sus Unidades pero aún no había tenido tiempo de hacerse con material suficiente y, sobre todo, adolecía de un local propio, ya que en el colegio patrocinador seguían sin concedernos uno fijo. Me sugirió la posibilidad de unir los dos Grupos en uno sólo, aprovechando las ventajas de ambos y resolviendo de paso sus respectivas carencias, al

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tiempo que me informó que había solicitado y conseguido la conformidad de su Comité de Padres antes de dar este paso.

El autor (de pie, con gafas) con su Patrulla “Pájaros Carpinteros” durante el curso de Insignia de Madera en Gillwell Park. (Fotografía del archivo del autor)

Convoqué al Consejo del Grupo 79 “Anaga”, a las responsables del Grupo de Guías “Tajinaste” y a nuestro Comité de Padres conjunto, para transmitirles la propuesta y, tras el estudio de los pros y contras de la fusión y de un amplio cambio de impresiones, se acordó en un primer momento aclarar algunos temas con los scouters del Grupo 7 “Gran Tinerfe”...

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1970 Después de algunos días de conversaciones llegamos al convencimiento de que para todos era conveniente la fusión, así que, para confirmarla, se convocó a una reunión a todos los padres de los integrantes de los tres Grupos ─“Anaga”, “Gran Tinerfe” y “Tajinaste”─, para informarles de la nueva situación. La reunión tuvo lugar el día 12 de enero de 1970 en los salones del Círculo Mercantil de nuestra capital, acordándose allí que el Grupo resultante recibiría el nombre de “Zebensui”, manteniendo el pañuelo amarillo con cenefa negra del grupo “Anaga” y el número 7 de registro nacional correspondiente al “Gran Tinerfe”. Por su parte, las respectivas Tropas scouts recibirían el nombre del Grupo de origen, manteniendo las demás Unidades los que tuviesen. Todos los scouters se mantuvieron en sus Unidades, salvo algunos que pasaron de las Tropas y Manadas del anterior Grupo “Anaga” a reforzar las del anterior “Gran Tinerfe”. La Manada “Seeonee” siguió bajo la responsabilidad de Carmen Pilar Castro, mien-

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tras la “Gran Tagoror” pasó a dirigirla Ana María López. La Tropa scout “Anaga” estaba coordinada por Alberto García y la Tropa scout “Gran Tinerfe” por Luis Martínez. Yo me hice cargo de la jefatura del nuevo Grupo, mientras Óscar, además de coordinar la Tropa Esculta, se convertía en AJG (Ayudante de Jefe de Grupo), figura no contemplada hasta entonces en los Estatutos de la asociación, pero que se justificaba sobradamente por las características del Grupo, con cinco Unidades completas y con un muy numeroso equipo dirigente, constituido por un total de quince scouters y dos Instructores. En cuanto al Grupo de Guías “Tajinaste”, se acordó que compartiría el Local y utilizaría libremente sus instalaciones, considerándolo como su sede oficial, aunque al no haber suficientes habitaciones disponibles no disfrutaría de ninguna en exclusiva y seguiría utilizando igualmente el salón a ellas cedida en la parroquia de la Cruz del Señor. El Comité de Padres sería igualmente el mismo para ambos Grupos. Bajo la presidencia de D. Antonio Pintor Martínez, se completaba con Dña. Margot Rash, Dña. Natividad Ruiz de Lindemann, D. José Ballsells

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Llácer, D. Rufino Chiscano Gutiérrez, D. Francisco Fumagallo Sánchez-Pinto, D. Juan Luis Quintero Pérez y D. Juan Sbert Rotger.

Fotografía del Certificado de Cargo de Óscar Bennasar como Subjefe de Grupo.

Por estas fechas se incorpora Amalia Bonnet Moreno en funciones de Ayudante de Manada y procedente del Grupo de Muchachas Guías “Guanapay”, constituido meses antes en el colegio de La Asunción. Destacó por su serenidad y dulzura, así como por mantener siempre una actitud positiva y risueña.

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En este mismo año 1970 el scout de Primera Clase José Ignacio García de la Rosa termina su preparación para optar a la máxima distinción a la que puede aspirar un scout: la de Caballero Scout. Su expediente es presentado por nuestro Grupo al Jefe Scout Nacional y éste no duda en concederla. El Grupo celebra una serie de actos en el Teatro del colegio “Quisisana” de las Escuelas Pías para homenajear a Ignacio, a los que acude nuestro JSN Enrique Genovés Guillén, quien le impone personalmente la insignia correspondiente. Debo destacar que se trata del primer Caballero Scout concedido en toda España y no puedo evitar mencionar que es un scout de mi Tropa “Tinguaro”, de la que me había hecho cargo cinco años atrás.

A finales de abril, y por ser más necesaria en el Grupo de Guías “Tajinaste”, Carmen Pilar Castro deja definitivamente la Manada “Seeonee”, pasando a hacerse cargo Gloria Morales como responsable de la misma. Procedente de su Grupo de Guías y en servicio como scouter, Gloria aportaba a la Manada su

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temperamento bondadoso y siempre preocupado por el bienestar de los lobatos, a quienes sabía escuchar con cariño y paciencia.

Se incorpora al Grupo de Guías “Tajinaste” la nueva dirigente René Sierra Rodríguez, en funciones de Ayudante de la Unidad de Pioneras.

En el verano de este año se celebró por primera vez un Campamento de Zona, entre el 21 de julio y el 3 de agosto, al que asistieron todos los Grupos existentes entonces: el “Ucanca” y el “Zebensui” de Santa Cruz, el “Aguere” de La Laguna y el por entonces denominado Grupo “Ucanca nº 1” de Juan Perera ─que pasados los años se convertiría en el actual Grupo Scout número 446 “Anambro” ─. Acudieron también los integrantes de un Grupo creado por libre en el Colegio Salesiano “San Isidro”, de La Orotava que, bajo el nombre de “Arautápala”, funcionaba desde un par de años antes y que lamentablemente desaparecería algunos meses más tarde al ser trasladado a la Península el sacerdote promotor del mismo.

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Como siempre, los oportunos permisos los obtuvimos por una parte del Gobierno Civil, donde acudíamos al oficial mayor D. Antonio Belda Alcaraz, y por otra, en el Distrito Forestal, donde siempre nos recibieron con manifiesta cordialidad tanto el Ingeniero Jefe, D. Marcos Peraza Oramas, como el Ayudante de Montes D. Antonio Lorenzo. Se instaló el Campamento en el lugar que nosotros llamamos desde siempre “Articosa”, aunque en la mayoría de los mapas figura como Orticosa. Fui designado para dirigirlo y resultó una experiencia tan interesante que se repetiría en los dos años siguientes. Tenía la ventaja de poder hacer grandes juegos con amplia participación y los fuegos de campamento resultaban en ocasiones espectaculares. Otro aspecto muy positivo fueron las grandes construcciones con troncos, en las que las Tropas se sentían muy motivadas y rivalizaban entre sí al hacer sus puentes y torres de observación. Durante el campamento, los bomberos de Santa Cruz y los de CEPSA, así como el Servicio contraincendios del Distrito Forestal, realizaron para los

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acampados una espectacular y al mismo tiempo divertida demostración de extinción de incendios. De todo lo anterior realizó TVE-C un reportaje, emitido días más tarde, y del que tampoco tenemos

El autor y Fernando Martín, “Fefo”, observan el panorama desde lo alto de una torre construida por los scouts del Grupo “Zebensui”. (Fotografía cedida por Luis Alberto Arnay)

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copia. También el periódico “El Día” publicó en sus páginas información relativa al campamento. En cuanto a la operatividad, la parte más complicada se centraba en los suministros, muy cuantiosos por el número de acampados. Por otra parte, no debe olvidarse que cada Grupo es totalmente autónomo, por lo que cada uno tenía libertad para desarrollar su programación en todos aquellos horarios no comprometidos para las actividades comunes. Y el problema fue que algún Grupo no tenía previstas actividades en algunos horarios ni fue capaz de improvisarlas, con lo cual sus integrantes, paseando y holgazaneando, interferían en las de los demás Grupos. Este fue el único problema de cierta importancia del Campamento ese año. En este Campamento actúa por primera vez como scouter del Grupo 7 “Zebensui” nuestro anterior scout Fernando Martín Álvarez, en funciones de Ayudante de Jefe de Tropa. De “Fefo” casi podría escribir un libro: serio de carácter, habilidoso, atlético, perseverante, de verbo monocorde, campechano y con su peculiar sentido del humor, pocos son los que desco-

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nocen las hazañas de este scout de corazón y, sobre todo, buenísima persona.

Agustín Guimerá me recuerda (¡se la sigue sabiendo de memoria, el tío!) la canción que, con música combinada de “La Alpispa” de los “Sabandeños” y, para el estribillo, una parte del “Baile de los Enanos” de La Palma, confeccionamos los scouters del Campamento, dedicada a las Patrullas con las que comíamos diariamente, por turnos. Dice así: Estas Patrullas, todos los días, hacen comida... ¡puaj!, ¡qué porquerías!. Los pobres Jefes, siempre “jambriando”, pero los muy canallas matan callando, ando, ando, ando, ando. (Estribillo)

No es por falta de comida sino que cocinan mal y confunden, para colmo, el azúcar con la sal.

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Trabajamos como enanos para esto organizar y en “Articosa 70” ya nos quieren enterrar. Y así sigue la canción, citando los calderos sucios, los platos engrasados, la sopa aguada, los huevos quemados, la carne cruda...

Carmen Pilar y yo nos casamos el 6 de octubre de este año 1970, en la parroquia de la Cruz del Señor, en la que las Guías tenían su Local para reuniones. Naturalmente, ofició el matrimonio el Padre Miguel, nuestro Consiliario, quien dio a la ceremonia una atmósfera muy cordial e íntima porque nos conocía mucho a ambos y por dirigirse a nosotros y a nuestros invitados con la llaneza que da la familiaridad. Por su parte, las guías y los scouts de los Grupos “Tajinaste” y “Zebensui” nos tenían preparada una sorpresa, pues a la salida y bajo la consabida lluvia de arroz, nos hicieron pasar bajo un arco de honor que formaron con sus bordones. Para nosotros resultó muy emotivo.

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En octubre de este año 1970 se integró en el Grupo una nueva Tropa, la “Chimisay”, formada por los miembros de la hasta entonces independiente “Echeyde” ─que había fundado nuestro anterior scout Agustín Guimerá Ravina (una de las personas más carismáticas de la Zona, conocido por todo el mundillo scout por su carácter abierto y alegre, por su simpatía personal y por su sempiterna disposición de servicio) en el colegio La Salle-San Ildefonso─ junto a un par de Patrullas que se habían constituido en el colegio Hispano-Inglés bajo el nombre de Tropa “Acaymo”, y promovidas por un scouter peninsular que se nos unió, llamado Luis Mª Palacios del Valle Lerchundi. Con ella, nuestro Grupo creció aún más, teniendo ahora dos Manadas de Lobatos, tres Tropas Scouts y una Tropa Esculta.

Por su parte, el Grupo “Tajinaste” disponía de una Ronda de Alitas, una Compañía de Guías y una Unidad de Pioneras, por lo que, algunos días, el trajín de chicos y chicas que entraban y salían del Local era algo digno de verse. ¡Y gracias que utilizábamos con mucha frecuencia la plaza de San Fernando, situada

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enfrente mismo del Local, y a que las chicas desarrollaban la mayoría de sus actividades en su otro local de la Cruz del Señor!

El 14 de noviembre de 1970 el Grupo se hace con los servicios de un nuevo scouter, Luis Alberto Arnay de Armas, que inicia su colaboración en funciones de Ayudante en la Tropa “Gran Tinerfe”. De su segundo apellido es fácil deducir que se trata, efectivamente, de un primo hermano mío. Con un carácter extrovertido, campechano y expresivo, y con un claro espíritu organizador, su disponibilidad en las filas del escultismo le llevará a colaborar años después en el Grupo “Aguere”, luego a fundar el Grupo “Taborno” en La Laguna, seguidamente a trabajar para la Zona VII y, finalmente, a ostentar la jefatura del Grupo “Ucanca” durante los últimos diez años de su servicio activo. Varios años más tarde, después de mi retirada del servicio activo, también se integrará en las filas del escultismo y por un largo período de tiempo mi primo Tomás Arnay de Armas, hermano del antes citado.

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Del 27 de diciembre de 1970 al 15 de enero de 1971, en varios fines de semana (uno de ellos largo, de jueves a domingo), asistimos Octavio Armada y yo a un curso impartido por la Delegación de Juventudes para obtener el título de Jefe de Campamento, exigible entonces para poder dirigir tal tipo de actividad. El curso incluía una acampada de varios días, que se celebró en el campamento de “La Victoria”, algo más abajo de Las Raíces, en el monte de La Esperanza y en el que recuerdo que sufrimos un frío muy intenso. En el transcurso de la misma hicimos una salida a las Cañadas del Teide, durante la cual ambos tuvimos la oportunidad de acampar por primera vez en la nieve, en Montaña Blanca, y donde, a pesar de la altura superior a los 2.200 metros, pasamos bastante menos frío que abajo, en el monte. Esa fue una de esas ocasiones en las que la utilidad de nuestros sombreros se puso claramente de manifiesto, pues además de mantener nuestras cabezas calientes en el frío ambiente, nos servían perfectamente en el monte, donde podíamos caminar entre las ramas de los pinos y el monte bajo sin temor a golpearnos, ya que las anchas alas de los sombreros

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apartaban la mayoría de los obstáculos que hallábamos al paso. Recuerdo también un curso para scouters celebrado años más tarde en Articosa y que sólo pudimos terminar con éxito gracias a que nuestros sombreros nos protegían del constante aguanieve que cayó durante dos días seguidos. Las alas de mi sombrero llegaron en algunos momentos a tener encima una capa de hielo y nieve de bastante más de un centímetro de espesor.

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1971 El día 14 de febrero de 1971 ─día de San Valentín y domingo de Carnaval─ y con motivo de la Promesa de Luis Alberto Arnay, alquilamos una guagua para trasladarnos al monte de Las Mercedes, donde se celebró una convivencia de los scouters de los Grupos “Zebensui” y “Tajinaste”, en una casa que por entonces tenía prestada ICONA al Grupo Scout 70 “Aguere”, de La Laguna.

El Grupo tenía desde hacía algún tiempo una revista bastante buena, de nombre “Jamboree”, que se publicaba cada mes o dos, cuando había material suficiente. Ahora conseguimos publicarla con una cubierta a todo color, en cuya portada figura una hermosa torre de troncos construida durante el Campamento de Zona anteriormente citado, mientras en la contraportada aparecen, con su uniforme de lobato y de scout, respectivamente, los hermanos Fernando y Carlos Estarriol Jiménez, mostrando una cartilla de la Caja General de Ahorros, patrocinadora de la cubierta

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en cuestión, ayuda que obtuvimos “llorándole” al entonces Presidente de la entidad, D. Juan Ravina Méndez. La portada de dicha revista es la que ahora he tomado para que sirva igualmente de portada de este libro.

El 21 de marzo del año 1971, el Instituto para la Conservación de la Naturaleza, ICONA, cedió al Grupo el uso de la llamada “Choza de la Loca”, situada sobre un pequeño promontorio, en el propio lugar de Articosa. Se trataba de una pequeña casa, bastante antigua y con sólo dos habitaciones: una muy pequeña, de unos siete metros cuadrados, y otra de mayores dimensiones, unos cuarenta metros cuadrados con una hermosa chimenea en un lateral. Esta casa la habíamos utilizado de vez en cuando como lugar de almacenamiento de material en alguna acampada, pero su mal estado no daba para mucho más. Conocida de antemano la noticia de la cesión, dos días antes, el día 19, y ante el mal estado de la casa, casi en ruinas, nos pusimos manos a la obra para limpiarla y arreglarla, convirtiendo la habitación pe-

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queña en una cocina, y la grande en un peculiar dormitorio de literas, especialmente pensado para los lobatos. En los meses siguientes se añadiría al conjunto una habitación de entrada, construida por los propios scouts del Grupo, de unos diez metros cuadrados, y que serviría a partir de entonces como almacén para herramientas, cuerdas, bidones para agua y otro material diverso. Al aljibe se le construyó un nuevo brocal, al tiempo que se vació totalmente el mismo para limpiarlo, pues además de agua sucia tenía el fondo totalmente lleno de piedras y basura. Por cierto, el verano anterior se me había caído dentro mi navaja suiza multiusos y el bueno de Fernando Martín, “Fefo”, la rescató de entre lo que se sacó. Debo decir que, una vez eliminado el limo que la cubría, se mostró rutilante y sin el más mínimo deterioro, lo que demuestra la calidad de estas navajas. Aún la conservo, en perfecto estado. Y así quedó la casa lista para recibir a partir de entonces a un número incontable de scouts que en ella han disfrutado, a lo largo de los años siguientes, de acantonamientos, acampadas, cursos de todo tipo

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y múltiples otras actividades que han acogido sus viejos muros.

En abril, el Grupo de Guías “Tajinaste” celebró un campamento en El Sauzal, en la enorme y hermosa casa que allí tiene la familia de Agustín Guimerá. Sería el último dirigido por Carmen Pilar Castro, pues estaba embarazada y ya le iba costando atender a tanto ajetreo.

Integrantes del Grupo de Guías “Tajinaste” posan para la posteridad, en El Sauzal. (Fotografía del archivo del autor)

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Como ya adelanté en su momento, este año 1971 volvió a repetirse la experiencia de un solo Campamento de verano para toda la Zona, y que también dirigí. Nuevamente se celebró en Articosa, entre los días 7 y 19 de julio. Esta vez se obvió el problema de los scouts ociosos advirtiendo de antemano a sus dirigentes que Unidad sin actividad significaba Unidad a disposición de la dirección del Campamento, para lo que habíamos previsto un pequeño equipo de scouters. La posibilidad de quedar en mal lugar ante sus muchachos hizo que ningún dirigente de Tropa olvidase tenerlos ocupados con actividades de uno u otro tipo. A este campamento asistieron media docena de muchachos herreños, acompañados por el Padre Antonio María Hernández, párroco entonces en la isla y quien desarrolló actividades de tipo scout durante unos años de forma un tanto sui géneris, amoldándose a las características del lugar. Actividades que no pervivieron una vez que fue trasladado fuera de la isla. En el último Fuego de Campamento, la noche del 18, y que recuerdo como uno de los mejores de mi vida, las distintas Patrullas lo “bordaron” en sus can-

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ciones con divertidas críticas burlonas hacia los scouters, a las que nadie escapó. Y quienes asistieron al mismo recordarán sin duda el magnífico papel como animador de la velada del entonces Jefe del Clan de Zona “Chiñoque”, José Navarro Zamorano (“Pepe Navarro”).

--*--

Por no ser actividades habituales de un Grupo Scout y constituir fundamentalmente el reflejo de una actitud de servicio y solidaridad, me referiré en un bloque y sólo de pasada a algunas otras actividades desarrolladas por los scouts en todos estos años. Por ejemplo, con ocasión de un acto celebrado en la avenida 3 de Mayo, con la asistencia de varios miles de personas convocadas por el Padre Peyton para el rezo colectivo del Rosario, los scouts colaboraron en cubrir la seguridad física de los presentes desperdigándose entre la multitud y ayudando a los miembros de la Cruz Roja para atender y trasladar a las personas afectadas por el calor o el cansancio.

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Por otra parte, en varias ocasiones intervinimos en la búsqueda de niños pequeños extraviados en los montes cuando acudían allí con sus familias a pasar unas horas. Recuerdo el caso de una niñita en La Esperanza y el de un niño en los montes de Vilaflor. Afortunadamente, siempre se les encontró a tiempo. Con motivo de un fuerte terremoto en Nicaragua, en el año 1971, los scouts se movilizaron para disponer los envíos de ayuda humanitaria, colaborando en recoger el material y en preparar los paquetes que habrían de enviarse a aquel país. Como no podía ser de otra manera y sin que haya que explicar mucho al respecto, en varias ocasiones se organizaron recogidas de basura en nuestros montes y se intervino en la plantación de árboles, colaborando con distintas instituciones o por iniciativa de la Zona o del propio Grupo. Y también, como por desgracia sabemos muchos, fuimos necesarios para colaborar en la extinción de los incendios que de vez en cuando asolaban nuestros montes. El que nunca ha luchado contra un incendio forestal no puede hacerse una idea exacta de lo que es. El humo, el ruido del incendio, la incerti-

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dumbre que ocasiona el no saber qué dirección tomará el viento en las próximas horas o minutos, hacen parecer aún más caótico el propio caos del fuego. Y para mayor dificultad, los medios eran muy escasos, tanto en material como en hombres. Nosotros, scouters, escultas y alguno de los scouts de más edad, acudíamos adonde se nos mandaba y hacíamos lo que podíamos, que no era mucho, esa es la verdad. Durante varios años aportamos lo que pudimos y en alguna ocasión incluso llegamos a jugarnos la vida en el empeño. Pero lo sentíamos como una obligación y lo hicimos.

--*--

Terminaba el mes de agosto de este año 1971 cuando varios scouters plantearon inopinadamente la necesidad de dejar de compartir el Local con el Grupo de Guías “Tajinaste”. Aquello resultó un mazazo totalmente inesperado para mí, pues no hacía ni un año y medio que se había acordado compartirlo como sede de ambos Grupos, al ser una de las condiciones a las que me comprometí personalmente con ellas para lle-

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var a cabo la fusión, y no encontraba razón alguna para dejarlas “en la calle”, ya que no ocupaban ninguna de las habitaciones del Local y solamente lo utilizaban de vez en cuando para reuniones de sus Responsables o como lugar de partida y llegada de sus excursiones. A pesar de mi oposición manifiesta, en los días siguientes la discusión continuó, por lo que finalmente propuse la celebración de un Consejo extraordinario para efectuar una votación al respecto. Tuvo lugar en la tarde del 4 de septiembre de 1971, efectuándose la votación a mano alzada, y resultando de la misma tres abstenciones y una gran mayoría a favor de la separación. Sólo Agustín Guimerá y yo votamos a favor de la continuidad. Aún hoy sigo sin entender qué es lo que pasó para que, de pronto y sin razones aparentes, los scouters tomaran una decisión tan drástica y, para mí, absurda. En los años siguientes, rememorando aquello, he preguntado a varios de ellos acerca del asunto y, curiosamente, nadie consigue recordar de dónde y porqué surgió el tema.

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En cualquier caso y además, aunque alguno de ellos no acabara de entenderlo en aquel momento, a mí sólo me dejaban una salida posible: la de dimitir. Eso fue lo que hice.

oooOooo

Ese día terminó mi relación directa con el Grupo Scout nº 7 “Zebensui”, al que ayudé a nacer diez años antes con el nombre de “Gran Tinerfe”, y al que me sentiré ligado por el resto de mi vida.

Y valió la pena...

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EN LA ZONA SCOUT

Habiendo cesado en mis funciones en el Grupo Scout 7 “Zebensui”, me puse a disposición de la Zona VII, a cuyo frente se hallaba entonces Pepe Navarro, hombre de carácter abierto y cordial, eminentemente extrovertido y muy apreciado por los scouters de la Zona. A partir de septiembre de 1971 y durante poco más de dos años mi actividad se limitó a colaborar en los distintos Cursos que se impartían, la mayoría de ellos en Articosa, y el primero de los cuales, un curso Preliminar de Insignia de Madera, rama Scout, tendría lugar el 29 de junio de 1972.

Durante el año 1972 se solicita y obtiene del J.S.N. la distinción de Caballero Scout para Francisco J. Nodal Castañer, integrante del Grupo “Zebensui” y que lleva varios meses preparándose para ello.

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En la segunda semana de enero de 1973 hube de trasladarme por motivos profesionales a Cartagena de Indias, en Colombia, preciosa ciudad a la que me enviaban para iniciar las actividades de una Escuela de Turismo, y donde permanecí hasta principios del mes de abril. En el viaje de regreso y en razón de las conexiones aéreas, tuve que pasar un día completo en Caracas, en Venezuela. Paseando por la avenida Urdaneta, en una calle transversal vi un anuncio de “Tienda Scout” y allí me dirigí para adquirir, ¡por fin!, mi pañuelo y mis cuentas de Insignia de Madera, obtenida más de dos años atrás y que me había sido imposible conseguir antes en casa, en España. Esto lo cuento para hacer comprender que todavía entonces las penurias eran el pan nuestro de cada día.

En el mes de enero de 1974, embarazada por segunda vez, mi esposa Carmen Pilar Castro deja la jefatura del Grupo de Guías “Tajinaste” en manos de René Sierra, retirándose definitivamente del escultismo después de más de ocho fructíferos años de servicio activo.

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A principios de este año 1974 Pepe Navarro me nombra Ayudante de Comisario de Zona, a cargo de la Expansión. Empecé entonces un período en el que colaboré en la programación y desarrollo de Cursos de Información, dirigidos principalmente a los padres y familiares de nuestros asociados, así como a aquellas personas que habían manifestado interés por conocer más de cerca los fines y la organización de nuestra asociación. Estos cursos se impartían en los locales de los Grupos que lo solicitaban e incluso, en un par de ocasiones, tuvieron lugar en los salones de conferencias de algún hotel. Cualquier actuación que significase difundir y mejorar la imagen de los scouts facilitaba su expansión, por lo que también se iniciaron actividades en tal sentido, alguna de las cuales se citan más adelante. Sin embargo, mi función principal era la de asesorar y ayudar a la formación de nuevos Grupos, en lo que tuve un número similar de éxitos y de fracasos, pues si bien se pudo colaborar en el asentamiento definitivo de los nuevos Grupos “Taborno” y “Tamaragua”, por contra no terminaría de cuajar el intento

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de crear un grupo en el Valle de San Lorenzo, en el sur de nuestra isla, ni se conseguiría la consolidación del Grupo “Benahoare”, en la isla de La Palma que, aunque llegó a constituirse y obtener su número de registro nacional, no perduró mas que unos pocos años.

Como ya adelanté, este año 1974 se fundó en La Laguna el Grupo Scout “Taborno”, promovido por Luis Alberto Arnay y con la ayuda inicial de Laly Diez,

Los hermanos Carlos y Fernando Aguilera, scouts del Grupo “Taborno”, realizan prácticas de orientación en Articosa. (Fotografía cedida por Luis Alberto Arnay)

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Ángela Garma Pons, Constantino Criado Hernández, Damián Pérez Esquivel y Alejandro Reyes Marrero. El Grupo obtendría el número 231 en el registro nacional. La primera actividad a la que asistieron fue un acto celebrado el 18 de agosto por los Antiguos Exploradores en la zona recreativa de Las Raíces, en el monte de La Esperanza. Posteriormente se incorporarían a este Grupo otros scouters, como los hermanos Mª Carmen y Miguel Izquierdo López y, en años posteriores, Juan Manuel Morón García, Felipe Siverio Hernández, Virginia González Gallardo y los también hermanos Antonio y Calixto Ferrer Hervás, entre otros.

Por estas fechas nos llegaron noticias de un supuesto Grupo constituido en la isla de La Gomera, concretamente en Hermigua. Hechas las oportunas averiguaciones y contactos, resultó tratarse de un grupo de muchachos de ¡cerca de treinta años!, que se ponían un pañuelo al cuello y decían que eran algo parecido a los scouts. Pero nada más. En ningún momento les interesó organizar seriamente un Grupo scout.

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Del 20 al 27 de abril de 1975 tiene lugar en los salones del Círculo de Amistad “XII de Enero”, en Santa Cruz, la primera Exposición Filatélica Scout celebrada en Tenerife. Un matasellos especial concedido por Correos conmemorará el evento, que es visitado por cientos de personas que así pueden admirar miles de sellos con motivo scout emitidos en prácticamente todos los países del mundo, expuestos por coleccionistas especializados y algunos de ellos enviados expresamente para la ocasión desde la Península. Destacaron las colecciones presentadas por nuestros compañeros Enrique Genovés Guillén, de Madrid, y Miguel Angel Artiles Viera, de La Laguna, así como la de D. Juan López Martínez, de Santa Cruz y padre de la scouter Ana Mª López.

En octubre de 1975 se inician los contactos con Francisco Delgado Díaz, quien en los meses siguientes dará forma al Grupo de Scouts Marinos “Tamaragua” y se convertirá durante unos años en una referencia obligada en la Zona. Su carácter emprendedor, su facilidad para conseguir colaboradores y sus ideas en ocasiones

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Reproducción en blanco y negro de dos de los sobres especiales matasellados con motivo de la “I Exposición Filatélica Scout”, celebrada del 20 al 27 de abril de 1975 en los salones del Círculo de Amistad “XII de Enero”.

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inverosímiles a la hora de realizar actividades, marcarán su presencia en el escultismo de nuestra provincia. Colaboradores del Grupo fueron su esposa Mª Carmen de Arrate Segura, Miguel Arriaga y López de Vergara, Bernardo Parrilla Alemán, Diegoberto Rodríguez Gil y Begoña Rodríguez Rodríguez, entre otros muchos.

En enero de 1976, con la presencia de Formadores venidos de la península y bajo la dirección de Enrique Genovés, tiene lugar un Curso Básico ─denominado anteriormente Curso Preliminar─ de Insignia de Madera, Rama Scout. Como el tener una Insignia de Madera en una Rama determinada no implica que no se pueda obtener en otra, me inscribí como participante. Como curiosidad, pues es el único dato del que dispongo, relaciono a continuación los nombres de los cursillistas asistentes, con indicación de sus respectivas Patrullas: Cabras: Luis Alberto Arnay de Armas, Miguel Angel Artiles Viera, Juan Jesús Blanco González, Francisco Delgado Díaz, Luis Angel Heredero Abón y Bernardo Parrilla Alemán.

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Viejas: Javier Blanco González, Ginés Galtier Martínez, José Ortiz Comerma, Antonio Pérez Batista, Gabriel Roca Gironés y Óscar Rodríguez Estévez. Camellos: Pedro Miguel Coello Perdomo, Francisco Palmer Carbonell, Alejandro Reyes Marrero, Miguel Rodríguez Palmero, Joaquín Vázquez de la Rosa y yo mismo.

Bajo la divertida mirada de Enrique Genovés, el autor y Francisco Palmer hacen alguna “salvajada”, mientras Alejandro Reyes y Javier Blanco “hacen el oso”. (Fotografía del archivo del autor).

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Los primeros días del mes de mayo de 1976 estamos mi esposa Carmen Pilar y yo, con nuestros hijos Mª Belén y Tommy, en Funchal, capital de la isla de Madeira. Allí tuvimos la oportunidad de hacer un amistoso contacto con los scouts locales, asistiendo incluso a un Fuego de Campamento que celebraron en las cercanías de la ciudad. Entre otras muchas cosas, hablamos de la posibilidad de intercambios durante los campamentos de verano, cosa que nunca llegó a hacerse realidad por las dificultades en las comunicaciones en aquellos tiempos y el elevado costo de las mismas.

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COMISARIA DE ZONA

El 22 de octubre de 1976, terminado el mandato de José Navarro, la Asamblea de Zona decide por mayoría nombrarme Comisario de Zona. Como Ayudantes, nombré a mi vez a Alberto García Rojas para la rama Scout, Luis Alberto Arnay de Armas en la rama Lobatos, Octavio Armada Vernetta en Expansión, como Secretario a Luis-Felipe La Roche Owen y como Secretario de Actas a Bernardo Parrilla Alemán. Algún tiempo más tarde, reestructurado el equipo, se integraría Alfonso Sánchez Bruno en funciones de Secretario y también José Carlos Marrero González en la rama Lobatos, pasando Luis Alberto Arnay a Expansión y actuando desde entonces Octavio Armada como ACZ sin cartera.

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Empezaba para mí un nuevo período en el escultismo, pues como responsable provincial se me avecinaban algunos viajes a Madrid ─al tener que asistir en representación de la Zona a las sesiones del Consejo Scout Nacional─, contactos con todos y cada uno de los Grupos, con la gran mayoría de los scouters… y prácticamente ninguno con los muchachos objeto de nuestros esfuerzos. Venía a complementar la labor de anteriores Comisarios, el primero de los cuales fue D. José Padrón Campos, un antiguo Explorador nombrado Comisario de Distrito por la Oficina Nacional allá por 1961 y a quien no recuerdo haber conocido nunca personalmente, pues con nuestro Grupo no creo que tuviera contacto alguno. Le sustituiría hacia mediados de los 60 el también antiguo Explorador D. Angel Honorio Alonso Pinto, y con quien sí tuvimos varias reuniones, acercándonos él algo más al Grupo “Ucanca”, dirigido por un siempre animoso y entusiasta, aunque algo aprensivo y excesivamente personalista, Juan Perera Marrero. En los últimos años 60 resultó elegido, ahora por los Grupos y con la nueva denominación de Comi-

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sario de Zona, el ex-Presidente del Comité de Padres del Grupo “Ucanca”, D. Francisco Aznar Ortiz, quien sería a su vez reemplazado a principios de los años 70 por D. Antonio Pintor Martínez, a la sazón Presidente del Comité del Grupo “Zebensui”. Mi último antecesor fue, como ya indiqué, José Navarro Zamorano, el primer Comisario que accedía al cargo después de ejercer como scouter en un Grupo. Y eso se notó en la Zona, pues fue el primero con quien los scouters podían hablar de tú a tú y que les comprendía totalmente, pues él había padecido sus mismos problemas e inquietudes. Y todo ello sin desmerecer de los anteriores, que hicieron lo que pudieron en cada momento, con la mejor voluntad y esfuerzo.

Por mi parte, tenía muy claros mis objetivos como Comisario. Entre ellos, organizar periódicamente actividades conjuntas que terminasen con las pequeñas rencillas y discusiones entre Grupos, así como exigir una formación mínima a los scouters, sanear en lo posible las finanzas, seguir mejorando la imagen pública de la Asociación y consolidar en lo posible el

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ya iniciado crecimiento del escultismo en la Zona, además de establecer un reglamento de régimen interior para la misma. Para lo primero consideraba que era importante celebrar siempre la festividad de nuestro Patrón, San Jorge, con una actividad conjunta, de absolutamente todos los Grupos, por lo que procuré que tal celebración se programase en la Zona y se comunicase a los Grupos con la antelación suficiente y que luego no apareciese nadie diciendo que le coincidía con una “importante actividad” de su Grupo. Desde el mes de septiembre ya se establecía la fecha exacta de celebración de San Jorge, en abril o mayo siguientes. También intenté que se celebrara alguna actividad de toda la Zona a comienzos de cada curso, hacia octubre o noviembre, alguna de las cuales menciono más adelante.

Por otra parte, la gran mayoría éramos conscientes de ser unos legos en materia educativa, que suplíamos con experiencia y muy buena voluntad, siempre insuficientes. Tampoco pretendíamos convertirnos en “enseñantes”, pues eso sería desvirtuar la

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idea de Baden Powell y destruir en parte el encanto del Gran Juego que es el escultismo. Pero lo cierto es que necesitábamos ponernos a la altura de las circunstancias y para ello se hacía imprescindible una formación adecuada, una formación específica en escultismo, que evitase eso tan frecuente de que al final, en algunos casos, cada uno termina haciendo lo que él entiende que es scout y quien nos ve desde fuera acaba pensando que sólo somos una caja de grillos, cantando cada uno por su lado. Perdiendo de vista el objetivo último de su existencia y a causa de la endémica escasez de scouters, algunos Grupos tendían con mucha facilidad a encargar de las Unidades a quien fuera con tal de superar una situación “provisional” que a veces se eternizaba. Y, en ocasiones, teníamos formando y educando a nuestros muchachos a personas muy buenas y voluntariosas, pero que, simple y llanamente, no tenían capacidad para ello, no servían para ese trabajo. Por ello establecimos en el Consejo de Zona un calendario de formación, con diversos cursos Precertificado, Básicos de Insignia de Madera y Especializados, buscamos a los que pudiesen impartir dichos

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cursos y dimos un plazo para que absolutamente todos los scouters de la Zona superasen las distintas etapas de formación. Pasado dicho plazo, quedaba expresamente desautorizada cualquier actividad a cuyo frente no estuviese un scouter con la debida formación. Y lo mismo se aplicaba a los nuevos scouters que se incorporaban, quienes no recibían su Certificado de Cargo hasta no haber superado el nivel básico de formación. Se acordó que a los distintos cursos asistiesen también los padres integrantes de los Comités, lo que les hizo entender mucho mejor los objetivos y métodos del escultismo y, sobre todo, les motivó a realizar su labor de apoyo, control y colaboración con mayor conocimiento y eficacia. Estimo que los resultados fueron muy buenos, pues una gran mayoría de los scouters asistieron a distintos cursos, casi siempre de fin de semana, donde, además de formarse, compartían y comentaban sus experiencias personales con dirigentes de otros Grupos, lo que les formaba aún más y creaba un mejor ambiente en toda la Zona. En cuanto a los padres, nuestra sorpresa fue que bastantes terminaron con el pañuelo al cuello tras asistir como simples oyentes a

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los cursos, integrándose con entusiasmo en los equipos de scouters de sus respectivos Grupos y consolidando así la labor de los mismos. Bien es cierto que algunos resultaron unos simples “controladores” de las actividades de sus hijos, pero en su mayoría resultaron scouters de verdad y continuaron en los Grupos incluso después de la inevitable marcha de sus hijos, años más tarde. Con la formación se logró, además, limitar bastante otro problema que por entonces teníamos en la Zona. La poca presencia entonces de lo que hoy conocemos como organizaciones no gubernamentales hacía que muchos problemas no específicamente scouts fuesen cayendo sobre los Grupos y, especialmente, sobre los scouters, quienes, en su afán de colaborar con todo el que lo pedía, llegaban en algunos casos a convertir sus Unidades en asociaciones ornitológicas, protectoras de animales y plantas, de apoyo a minusválidos, ecologistas, de bomberos forestales o de lo que fuera. Y una cosa era dedicar parte de las actividades a colaboraciones que resultaban aleccionadoras y positivas para todos y otra muy distinta era pretender ser los salvadores del mundo, abarcando y

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resolviendo todas y cada una de las necesidades de la sociedad. Un mejor conocimiento de la metodología y de los objetivos del escultismo les hacía bajar de las nubes y optimizar sus esfuerzos. Por cierto que en uno de estos cursos de formación sucedió el único accidente grave que recuerdo de mis años de escultismo activo. Fue a finales de noviembre de 1977, en Articosa, mientras se celebraba una actividad complementaria de un curso, más concretamente el tradicional juego de tirar de la cuerda. Formaba parte de uno de los dos equipos el scouter Felipe Siverio Hernández, quien tuvo la mala idea de hacer un lazo a la cuerda para afianzarla mejor, pero, con las prisas y sin darse cuenta, utilizó un nudo corredizo. Comenzado el juego y habiendo tirado cada equipo de su lado, el nudo se deslizó de golpe y atrapó dos dedos, el medio y el anular, de la mano izquierda de Felipe, quien dio un grito de dolor. Paralizado inmediatamente el juego, comprobamos que el nudo se había cerrado casi completamente alrededor de los dedos, por lo que tuvimos que cortar la cuerda para liberarlos. Puede imaginarse el horror de los pre-

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sentes, que incluso dio lugar a casi desvanecimientos entre alguna de las personas participantes y dejó paralizado a más de uno. Mientras tanto el propio Felipe, con un valor, una entereza y una sangre fría increíbles, era el que trataba de tranquilizarnos a todos, quitando importancia al asunto y sin dar la más mínima muestra del dolor que sin duda sentía. Aunque él quería irse sólo y en su propio coche, el herido fue inmediatamente trasladado por los scouters Abel Cedrés Ramallo y Miguel Angel Artiles Viera, ─de los anímicamente más enteros después del accidente─, al Hospital General, donde lamentablemente nada pudieron hacer para salvarle los dos dedos. Cuando tres o cuatro scouters fuimos a visitarle al hospital a última hora de la tarde, lo encontramos en su cama, tan tranquilo, tan hablador como siempre y preocupado sólo de si el cursillo había terminado bien … ¡Todo un personaje nuestro amigo Felipe Siverio!

En cuanto a las finanzas, el tema era más complejo. Por aquellas fechas eran los Grupos los que disponían de algún dinero, recaudado con el trabajo

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de sus miembros y con las cuotas que abonaban mensualmente los padres que podían hacerlo. La Zona se nutría de las pequeñas cuotas que cobraba de los distintos Grupos, en función del número de asociados. En definitiva, la Zona venía siendo una rémora para los Grupos. Yo entendía que había que intentar que la situación fuese a la inversa, en que la Zona aportase a los Grupos más que lo que obtuviese de ellos. Y con ese fin nos pusimos todos a pensar, en busca de alguna solución. Y las encontramos. Además de poner en práctica los sistemas habituales entonces de las comidas, búsqueda de patrocinadores, etc, en el año 1977 editamos un “Diploma” muy particular. Se trataba de certificar que el poseedor del mismo “… ha visitado en el día de la fecha el Circo de Las Cañadas y el volcán Teide, que con sus 3.718 metros de altitud constituye el punto más elevado de España…”. Todo ello en español, inglés y alemán, con espacios en blanco para el nombre y la fecha y un par de firmas y sellos preimpresos, además de una bella composición a todo color con una imagen del Teide flanqueado por un ejemplar de tajinaste y otro de viole-

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Reproducci贸n en blanco y negro del diploma que comercializ贸 la Zona, durante varios a帽os, en las Ca帽adas del Teide.

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tas del Teide. Este documento se vendía en el Parador de Turismo de Las Cañadas, en los distintos restaurantes de la zona y en las oficinas del Teleférico, a cambio de una comisión para los vendedores. Si no recuerdo mal, el precio era de 125 pesetas cada diploma, de las cuales 25 quedaban para el vendedor. Las cien restantes menos el costo de edición significaban unas 75 pesetas para la Zona. Como se llegaron a vender muy pronto varios cientos cada mes, la tesorería de Zona pudo comenzar a impartir sus cursos a precios muy razonables para los asistentes, a facilitar medios a los grupos en formación, a dar buenos premios en los concursos que organizaba y a nutrirse de sus propios fondos para hacer frente a la inevitable burocracia. Incluso se pudo alquilar (desde mediados de 1979) un local propio en la calle El Peso nº 40 de La Laguna, en una casa terrera que por aquellas fechas allí se encontraba y en donde a partir de entonces estableció su sede y tuvieron lugar los Consejos de Zona, así como lo que llamábamos consejillos, que se celebraban semanalmente (los lunes, creo recordar) y a los que acudían libremente los scouters que quisie-

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ran para compartir sus ideas o plantear sus problemas puntuales, aunque la verdad es que, salvo los Jefes de Grupo, pocos otros scouters lo hacían, tal vez por falta de tiempo. Pero al menos disponían de esa posibilidad. En los consejillos no existía ningún orden del día ni temario preestablecido, por lo que cada uno sacaba el tema de su preferencia. El sistema funcionó bastante bien, evitando sobre todo muchas pérdidas de tiempo en los Consejos de Zona, pues casi todos conocíamos los temas con anterioridad y teníamos una idea clara sobre ellos, lo que nos permitía evitar muchas aclaraciones y discusiones y resolverlos con mayor presteza cuando llegaban al Consejo. Por otro lado, permitía que cualquier scouter de cualquier Unidad de la Zona tuviese un contacto directo con otro de cualquier otra función, por lo que de ahí nacieron, por ejemplo, algunas actividades conjuntas por Rama.

Por lo que se refiere al crecimiento de la Zona, por propia experiencia sabía lo complejo que es formar un Grupo Scout y, sobre todo, lo difícil que es mantenerlo en marcha y la carga de responsabilidad

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que significa un compromiso de esas características. Pero también sabía que, con las ayudas imprescindibles, con el asesoramiento suficiente y con el respaldo de un equipo comprometido, era posible encontrar algunas personas dispuestas a crear nuevos Grupos y a mantenerlos. Y esto también se logró en parte, aunque naturalmente con algunos fracasos. Con bastantes dificultades, se mantuvo activo el Grupo “Benahoare” de La Palma, aunque finalmente terminaría desapareciendo. Por otra parte, se logró consolidar un nuevo Grupo en La Orotava, que al parecer había existido entre los años 1966 y 1969 sin que nosotros llegáramos a saberlo nunca, y fundado por el párroco del barrio de San Antonio, Padre Carlos Arceniega. Unos años más tarde, en 1977, uno de sus antiguos scouts, Ruperto Hernández Rodríguez, intentó revitalizarlo, para lo que entró en contacto con la Zona y en unos pocos meses logró que el Grupo Scout “Betzenuhya” obtuviese su registro definitivo, con el nº 305. Con Ruperto colaborarían, entre otros muchos, los hermanos Milagros y Manuel Sáiz Mesa, así como Rafael Ramos Álvarez y Carmen Machado.

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Además, se logró el despegue (¡nunca mejor dicho!) del Grupo de Scouts Aéreos “Tigot”, de nueva creación y fundado por el scouter Miguel Angel Artiles Viera, con la colaboración inicial de Baltasar Carballo y Melchor Ruiz Benítez de Lugo y con el patrocinio de la compañía aérea Iberia, que incluso les cedió el uso de un pequeño local en el aeropuerto Tenerife Norte. Este Grupo se fundó en noviembre de 1978 y en él se integrarían también varios empleados de la mencionada compañía aérea, como Bernardo García Ruiz, Elsa Hernández Acosta y Jorge Tabares, así como otros scouters entre quienes recuerdo a Mª Cruz Ravelo Ramos y Mercedes Rodríguez Moreno.

En cuanto al reglamento de régimen interior de la Zona, se trataba de unificar criterios y de aclarar determinadas formas de actuar que nadie tenía claras, pues aunque en la reglamentación nacional (el conocido P.O.R. ─Principios, Organización y Reglas─) en ocasiones se establecía lo que había que hacer, no siempre se especificaba el cómo, el quién o el cuándo había que hacerlo. El reglamento de Zona aclaraba estos extremos además de establecer normas especí-

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ficas para nuestro territorio, como actuaciones de los scouters en formación, del Secretario o Tesorero de Zona, de administración interna, de duración de los nombramientos, etc.

oooOooo

Del período en que fui Comisario de Zona recuerdo varios hechos relevantes para la Asociación:

El primero tuvo lugar el 31 de enero de 1977 y consistió en el reconocimiento de nuestra Asociación de Scouts de España, ASDE, por parte del Gobierno, en Consejo de Ministros de tal fecha. Por fin, después de tantos años de ser simplemente tolerados, de tener que medir con exquisito cuidado cada uno de nuestros pasos, adquiríamos todos los derechos de una asociación plenamente legalizada. La importancia de este hecho sólo la podemos entender en toda su extensión los que sufrimos los primeros años del renacer del escultismo, y eso que, como ya he hecho constar, en nuestras islas nunca tuvimos problemas de verdadera entidad.

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Como complemento a esta importante novedad en nuestro status, en el Consejo de Ministros celebrado el día 1 de diciembre del mismo año 1977 se declaró a la Asociación de Scouts de España como de Utilidad Pública. ¡Lo que habían cambiado las cosas para nosotros en unos pocos meses!

Sólo unos meses más tarde, el 16 de marzo de 1978, la Oficina Scout Mundial, cumplido el trámite necesario de la autorización del Gobierno de España, reconoce oficialmente a la Federación de Escultismo de España. Así, el escultismo español, que fue fundador de la citada Oficina Mundial, vuelve por fin a ser parte integrante de la misma después de una ausencia obligada de casi cuarenta años. Por cierto que este reconocimiento internacional viene a confirmar en nuestro país el éxito de la estrategia de división que desde hace varios años venían propiciando determinados estamentos interesados en que en España no existiese una sola asociación scout. Además de las ya previstas deserciones provocadas por el desarrollo natural de las cosas, ─que hace que determinadas regiones creen “su” asociación propia, caso de los cata-

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lanes─, los personalismos de algunos y las pocas luces de otros harán que florezcan asociaciones scouts o pseudo-scouts por todo el territorio nacional, aunque finalmente la Oficina Scout Mundial pondrá un poco de

El autor, secundado por Luis Alberto Arnay, explica el Escultismo durante un curso de Información, en la sala de conferencias de un hotel de Santa Cruz. (Fotografía cedida por Luis Alberto Arnay

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orden y sólo reconocerá a las más representativas y “serias”, integradas en la denominada Federación de Escultismo de España, de la que formarán parte los Scouts de España -ASDE-, el Movimiento Scout Católico -MSC- y los Mignons de Cataluña. Pero el daño estaba hecho. La autonomía que siempre han tenido habría facilitado que, aún en una sola Asociación, cada Grupo scout eligiese una opción para el desarrollo del escultismo, ya fuese haciendo hincapié en determinados aspectos regionales, ya aplicando técnicas específicas ─emisoras de radioaficionado, submarinismo, ciclismo, esquí o cualquier otra─ o incluso acentuando su compromiso con una fe concreta. Pero no salieron así las cosas y hoy, en lugar de una sola Asociación fuerte y más eficaz, tenemos varias, más débiles, menos eficientes e incluso en ocasiones claramente enfrentadas entre sí. ¿Cómo se le explica a la sociedad, al público en general, que en realidad y en el fondo todos somos la misma cosa si, por ejemplo, unos se hacen llamar Escultas y otros se denominan Pioneros, y más si (existiendo, como existe, el nombre exclusivo y universalmente aceptado de

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scouter) a unos se les llama Responsables y a otros Coordinadores? Los adjetivos algunas veces confunden, y esta es una de ellas, pues se pregunta más de uno: ¿si aquellos son “católicos”, éstos qué son…? ¿si los de allí son “de Baden Powell”, éstos de quién…? Cada uno dirá lo que quiera, pero desde fuera, desde la calle, estas cosas no se entienden. Y creo que a peor ha ido la cosa en los últimos tiempos pues, y entre otras razones para obviar problemas reales y graves como el de la responsabilidad civil de los scouters o el amoldarse al nuevo Estado de las Autonomías, la imaginación sólo ha dado para crear de hecho pequeñas “asociaciones”, lo que mucho me temo facilita aún más la disgregación y mina el imprescindible principio de cohesión y autoridad. Y así nos ha ido... El crecimiento del escultismo en España ha estado condicionado por estas circunstancias y donde debería haber miles sólo hay cientos. Algo tan simple como una cuestión de imagen. A fe que quienes esparcieron la cizaña sabían perfectamente lo que se hacían.

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¿Habrá voluntad, en un futuro cercano, para unir lo que nunca debió separarse? Sé que a escala nacional será muy difícil, al menos por el momento, pero también sé que a niveles territoriales más reducidos sólo hace falta un poco de diálogo y de buena voluntad. Ya se ha dicho: pensar a escala global y actuar a escala local. Ojalá suceda.

El 12 de octubre de 1977, día de la Hispanidad, a bordo de un remolcador del puerto de Santa Cruz y con la asistencia de representantes de cada uno de los Grupos de la Zona y de Luis Alberto Arnay en representación de ésta, se realizó el lanzamiento en alta mar de un salvavidas con un mensaje para los scouts del continente americano, que las corrientes marinas (eso esperábamos) se encargarían de llevar a su destino. Fueron lanzadas igualmente tres botellas con mensajes similares y con igual fin. Resultó un acto sencillo, emotivo y ciertamente novedoso para casi todos (salvo para los scouts marinos, que se encontraban en su elemento), aunque… hasta la fecha no hay noticias de que nadie de la otra orilla las recibiera…, pero…

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Durante dos fines de semana, entre los días 18 y 26 de marzo de 1978, se celebró en Articosa un Curso Avanzado de Insignia de Madera - Rama Scout, dirigido por Paco Aznar Vallejo con la asistencia de Fernando Salinas Sánchez, del equipo nacional. A mí me incluyeron en el equipo, en funciones de ayudante. Asistieron como cursillistas Luis Alberto Arnay, Óscar Bennasar, Paco Delgado, Alberto García, Pepe Navarro y Óscar Rodríguez. Junto a ellos, los scouters de

Las

Palmas

Prudencio

Lorenzo

Santana

─Comisario de aquella Zona II─, Agustín Manuel Perdomo Pérez, Sergio Ramírez Galindo y Juan Antonio Ramos Santos.

Del 14 al 21 de abril se celebró la “Expo Scout 78”, en los salones de la Escuela de Arquitectura Técnica, en La Laguna, con entrada libre. Se trataba de una exposición de fotografías, maquetas, material de acampada, bibliografía y todo aquello que permitiese adquirir al público en general un mejor conocimiento de lo que era el escultismo. Por las tardes se daban charlas sobre distintos aspectos de nuestra actividad, también con entrada libre.

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Se finalizó esta denominada Semana Scout con una acampada de los Grupos de la Zona en Articosa, los días 22 y 23 de abril, asistiendo el último día una amplia representación de los Antiguos Exploradores, quienes habían aportado material muy valioso para la exposición citada anteriormente. El día 23, festividad de San Jorge, realizaron sus respectivas Promesas los scouters del Grupo “Betzenuhya”, de La Orotava, aunque la intensa lluvia les obligó a finalizar la ceremonia, tras el correspondiente traslado, en las Cañadas del Teide, ahora bajo un sol esplendoroso.

Del 29 de abril al 1 de mayo de 1978 se celebró, nuevamente en Articosa, un Curso Básico de Insignia de Madera - Rama Lobatos, nuevamente bajo la dirección de Paco Aznar y actuando como Ayudantes Luis Alberto Arnay y Alberto García. La unidad de apoyo del curso, dirigida en esta ocasión por mí, la integraban además Ligia Parrilla Suárez, Miguel Angel Artiles, Óscar Bennasar, Ruperto Hernández Rodríguez, Miguel Izquierdo López, Mario Rodríguez Díaz y nuestro imprescindible cocinero, Diego García. Asistieron 21 cursillistas de Tenerife y 8 de Las Palmas.

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Los días 18 y 19 de noviembre de 1978, tuvo lugar una actividad de Zona, en forma de Gran Juego, a la que se denominó “Operación Tosca”, en un circuito por el exterior de los límites de los amplios terrenos que por entonces ocupaba la hoy desaparecida reserva de animales que se llamó Safari Park “Kudú”. Consistió en una especie de competición por Patrullas, en la que tenían que superar una serie de pruebas, algunas de ellas puramente scouts, como encender un fuego, hacer señales y pistas, realizar amarres, atender supuestos “heridos”, montar una tienda de campaña o cosas por el estilo, y otras totalmente novedosas, como tirar al blanco, cambiar la rueda de un coche o interpretar a coro una canción, entre otras. En esta actividad tuve mi primer encontronazo con algunos scouters. Se me ocurrió proponer al Consejo de Zona, y este lo aceptó, que los scouters de Unidad participasen también en la actividad, intentando superar las mismas pruebas que los muchachos. Aquello, a algunos les sentó muy mal, pues pensaban que corrían el riesgo de quedar mal ante los integran-

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tes de sus Unidades. Por contra, mi argumento y el del Consejo era que si estaban adiestrando a los chicos y “examinándolos” en las pruebas de Clase, era lógico pensar que también deberían ser capaces ellos mismos de superar la mayoría de esas pruebas. Finalmente, y a pesar de una cierta tensión y de que casi se produjo un motín de media docena de scouters, se celebró la actividad con pleno éxito, con la participación de todos y sin mayores traumas para nadie, aunque me temo que mi posición de liderazgo quedó dañada para siempre ante más de uno.

Siendo Luis Alberto Arnay Ayudante de Comisario de Zona para Lobatos, en el año 1978, se celebró el denominado Primer Rally de Lobatos, en las inmediaciones de la montaña del Púlpito, por la zona de Los Rodeos. En forma de Gran Juego, reunió a todas las Manadas de la Zona, dando la oportunidad de conocerse e integrarse mejor a los scouters de los Grupos menos veteranos.

Otras actividades con éxito fueron los concursos por Patrullas, entre los que destacaron el de con-

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fección de sus propias tiendas de campaña ─recuerdo que resultó ganadora la Patrulla “Perdigueros”, del Grupo “Zebensui”─ y el de presentación de canciones, gritos y tradiciones de Patrulla.

Aprovechamos también una publicación de la Oficina Scout Mundial que, editada en colaboración con el Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza, nos fue enviada hacia mediados de 1978. Visité al entonces director del periódico “El Día”, D. Ernesto Salcedo Vílchez y convinimos en preparar una página semanal dedicada al escultismo y a la protección del medio ambiente. Utilizando como base el contenido de la publicación citada y añadiendo algunas informaciones sobre los scouts y la conservación de la naturaleza, estuvimos saliendo en el citado periódico durante varios meses, en su mayor parte ocupando la última página, lo que nos daba aún mayor proyección pública.

Por su parte, José Carlos Marrero, nuevo Ayudante de Comisario de Zona para la Rama Lobatos, organizó varias actividades conjuntas con las distintas

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Manadas de la Zona. Una de ellas, celebrada con ocasión del Año Internacional del Niño, tuvo lugar en el mes de noviembre de 1979 y consistió en que los Lobatos pintaran con su “estilo propio” y con diversos colores y motivos ─especialmente niños con animales y plantas─ el muro que circundaba las obras, entonces paralizadas, del que luego sería edificio “El Chapatal”, en la chicharrera avenida de Bélgica, en su confluencia con las Ramblas. Debo mencionar que, además de las brochas, pinturas y delantales, también llevaron periódicos viejos para cubrir las aceras y no dejar huellas en ellas. Y así se logró que un simple muro blanco, casi siempre lleno de pintadas, se convirtiera en una pequeña obra de arte, que perduró hasta que finalizaron las obras del edificio y el muro fue demolido.

Otra de las actividades de la Rama de Lobatos fue la celebrada en la primavera de 1980 en el Parque de La Granja y a la que se denominaría El día de la Cometa. El objetivo final era que los chicos y sus padres, lobatos o no (pues estaba abierta a quien quisie-

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Vista parcial del Día de la Cometa en el Parque de La Granja. El autor también quiere demostrar sus habilidades “cometeriles” a sus hijos Tomás y Mª Belén. (Fotografía del archivo del autor).

ra asistir), compartieran una jornada elevando al cielo sus cometas. Muchos padres pudieron así demostrar a sus hijos que eran unos “expertos” creadores, al confeccionarlas allí mismo con cañas, papel, creyones, trapos, cuerdas y pegamento, material que facilitaba la organización a quien lo solicitara. Resultó un completo éxito, siendo incluso retransmitido en diversos momentos por la emisora Radio Club Tenerife. Y aquí sucedió algo curioso y que no puedo dejar de mencionar. Poco antes, José Carlos Marrero

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había finalizado sus estudios de Aparejador, profesión que empezaba a desarrollar, mientras colaboraba al mismo tiempo y como simple aficionado en un programa deportivo y pregrabado, sobre carreras de coches, en la citada emisora. Ya antes había hecho algún pinito en Radio Juventud. Sin embargo, ahora, su intervención en vivo y en directo ante los micrófonos fue tan brillante y divertida, entrevistando a chicos y mayores y describiendo con amenidad y simpatía lo que acontecía en cada momento del Día de la Cometa, que el entonces director de la emisora, Francisco Padrón, le ofreció hacer otros programas. Y allí giró el rumbo de su vida, seguramente que para bien, pues desde entonces se ha dedicado al mundo de la comunicación ─inicialmente formando equipo con la también scouter Dulce Lite Otazo─, y hoy en día es, como todos sabemos, el director y máximo responsable de la Cadena Cope - Radio Popular, en Tenerife.

oooOooo

Un muy importante acontecimiento para la Zona comenzó a larvarse a finales del verano de 1978.

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Me parece recordar que fue nuestro compañero Paco Aznar, antiguo componente del Grupo Scout “Ucanca” y a la sazón miembro de la Oficina Nacional, quien nos hizo la propuesta en un Consejo de Zona que celebramos en el local que el Grupo Scout “Aguere” de La Laguna, tenía por entonces en la calle Marqués de Celada 40. Se trataba, ni más ni menos, de que nuestra Zona se comprometiese a celebrar un Campamento Nacional Scout en el verano del siguiente año, 1979, declarado por las Naciones Unidas como Año Internacional del Niño. Es decir, que nos encargaríamos de organizar para la Asociación Nacional un evento que no se celebraba desde los tiempos en que aún existían los Exploradores, y que para ello dispondríamos de tan sólo nueve meses. La propuesta suscitó inmediatamente el entusiasmo de la mayoría del Consejo, pues por aquellas fechas ya nos sentíamos capaces de organizar cualquier cosa que nos pusieran por delante. Sin embargo, observé que dos de los scouters de más edad no parecían compartir totalmente la alegría generalizada. Óscar Rodríguez Estévez, Jefe del Grupo 70 “Aguere”

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y Francisco Calvo Rodríguez, Jefe del Grupo 6 “Ucanca”, permanecían más serios, con sólo media sonrisa, y esta provocada más que por otra cosa por el manifiesto contento de los demás. Creo que fueron los únicos que se dieron cuenta en aquellos momentos de que el “peso” de aquel Campamento podía ser excesivo para una Zona relativamente pequeña como la nuestra, con menos de una decena de Grupos y con los scouters justos para desarrollar una buena labor, pero nada más. En cualquier caso, el reto estaba planteado y los miembros del Consejo de Zona abandonaron la reunión eufóricos, aunque advertidos claramente de las dificultades que el asunto presentaba, y dispuestos a plantear la cuestión en sus respectivos Grupos para tomar una decisión final. En los días siguientes y ya con la cabeza más fría, se discutió ampliamente el tema, tanto en los Grupos como en la Zona, haciéndose especial hincapié en el trabajo que un evento de tal naturaleza comportaba para todos. Llegado el momento de decidir, sólo un Grupo se manifestó inicialmente contrario a la organización

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del Campamento Nacional, aunque finalmente también votó a favor, comprometiéndose con todos a trabajar por su buen resultado. Yo era consciente, y así lo manifesté, de que en las fechas en que se celebraría el Campamento, en pleno mes de julio, yo no podría colaborar plenamente a su desarrollo. Mi trabajo como agente de viajes, en plena temporada de ventas, me iba a impedir estar presente la mayoría de los días. Por ello puse como única condición para dar mi visto bueno ─al fin y al cabo era el Comisario de Zona y principal responsable de lo que pasara─ que el esfuerzo fuese de todos y que el Presidente de la Comisión Organizadora y luego Jefe del Campamento fuese un hombre entusiasta y con carisma para involucrar a toda la Zona en los trabajos que se nos avecinaban, aunque por otra parte su experiencia en la organización de este tipo de eventos era más bien escasa. Se trataba de Francisco Delgado Díaz, del activo jefe del Grupo de Scouts Marinos “Tamaragua”. Éste, después de dudarlo sólo unos instantes, aceptó.

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Paco Delgado muestra a varios scouts marinos la forma de tensar un obenque, en el velero de un amigo, mientras Luis Alberto Arnay (con gafas de sol) s贸lo atiende al fot贸grafo. (Fotograf铆a cedida por Luis Alberto Arnay)

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Y empezaron semanas y meses de gestiones. La primera fue obtener la conformidad de la Asamblea Nacional Scout, a la que también asistió el entonces Presidente Nacional de la Asociación, D. Cristóbal Colón de Carvajal y Maroto, Duque de Veragua. Para ello nos desplazamos a Madrid en el mes de noviembre media docena de scouters de la Zona para explicarles nuestro proyecto, que aceptaron unánimemente y también entusiasmados con la idea. Luego hubo que decidir el emplazamiento, obtener los permisos pertinentes, recabar colaboraciones del Ejército para la instalación de teléfonos de campaña en los puntos neurálgicos del campamento ; de la compañía Telefónica para que instalara teléfonos públicos para que los chicos pudiesen efectuar o recibir llamadas ; de médicos antiguos scouts o amigos que atendiesen “in situ” las incidencias menos graves ; expertos en vulcanología, hidrología y otras disciplinas que diesen charlas a los acampados ; personajes y grupos del Carnaval que les hiciesen una demostración en vivo en el propio lugar de acampada ; conseguir una firma que patrocinase una película sobre el evento ─lo hizo Coca-Cola─ y un etcétera tan largo

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que precisaría varias páginas sólo para relacionarlos, entre los cuales había que incluir a nuestros propios Grupos, para que designaran y prepararan al contingente de nuestra Zona que asistiría al Campamento.

Por su parte, Paco Aznar demostró sus habilidades y diseñó un precioso y modernista escudo para el Campamento, con nuestro Teide como motivo central, cuya reproducción figura en la página 211 de este libro.

Además, había que facilitar a todas las Zonas de España, en varios envíos sucesivos, información sobre el Campamento, como las fechas de celebración, ubicación, días de llegada y salida, posibilidades de hospitalidad por parte de nuestros Grupos antes y después del Campamento, cuota por acampado, fecha límite de inscripciones… y mil datos más.

Tampoco debemos olvidar las gestiones de los Grupos de la Zona para hacer una selección de otros scouts dispuestos a colaborar en la Unidad de Apoyo y Servicios, integrada por una docena de scouters y

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hasta medio centenar de scouts y cuya misión era la de hacer funcionar el Campamento en todos los sentidos, incluyendo la asistencia en los traslados de llegada y salida de los acampados, el transporte y distribución de las raciones alimenticias, el acompañamiento en las excursiones a pie y en guagua, los servicios de seguridad de día y de noche, los primeros auxilios, el servicio de limpieza, y todas las demás tareas, casi todas ingratas, que son necesarias en un evento de esta envergadura. Ellos fueron los verdaderos artífices del éxito del Campamento y desde estas páginas quiero reiterarles mi felicitación y mi agradecimiento personal por su sacrificio y esfuerzo. (En el informe final sobre el Campamento figura la lista de integrantes de esta Unidad de Apoyo y Servicios y de todos los demás miembros del Comité Organizador y otros colaboradores, que reproduzco como anexo a este libro, en honor de sus integrantes y en el mismo orden en el que figuran en dicho informe.)

A ellos habría que añadir a José Navarro Zamorano, que facilitó la totalidad del equipo contraincendios, y a muchos otros que pusieron su granito

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de arena y de los que ahora recuerdo a D. Juan Flores, Practicante de Santa Úrsula, así como a Manuel Sáiz Mesa, Nicolás Machado Benítez, Rafael Ramos Álvarez, Diego Torres Perdiguero, Juan Manuel Morón García y a D. Juan Studer, y alguno de los cuales ni tan siquiera figura en el listado de colaboradores.

Para probar el lugar seleccionado, celebramos en abril la festividad de San Jorge en los terrenos elegidos para celebrar el Campamento. Habiéndose encargado con total éxito el Grupo Scout 305 “Betzenuhya”, de La Orotava, de toda la infraestructura necesaria, pudimos comprobar que el terreno parecía reunir todas las condiciones necesarias.

De la importancia que el Campamento Nacional Scout iba adquiriendo da idea el hecho de que S.A.R. Don Felipe de Borbón y Grecia, Príncipe de Asturias, aceptase la Presidencia del Comité de Honor del evento.

Se acercaban las fechas del Campamento Nacional… y les seguiré contando lo que pasaba…

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El denominado “I Campamento Nacional Scout” tuvo lugar en los terrenos conocidos como “La Quinta”, en el término municipal de Santa Úrsula, del 7 al 16 de julio de 1979, con la asistencia de más de 400 scouts de muchos lugares de España, así como de cuatro Rovers ingleses, cuatro scouts portugueses y un scout estadounidense. A los asistentes se les exigía tener como mínimo la 2ª Clase Scout, pues además de una cuestión de imagen para la Asociación se pretendía incentivar y premiar el esfuerzo de los muchachos por mejorar. Y constituyó un rotundo éxito en prácticamente todo. Los servicios del Campamento, en su gran mayoría, funcionaron perfectamente y con agilidad. La imagen pública de los Scouts se consolidó definitivamente en todos los sentidos, pues a partir de ese momento la gran mayoría de la gente dejó de preguntar

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”qué es eso de los scouts”. Y para los asistentes, como ellos mismos se encargaron de repetir una y otra vez, todo salió a la perfección y se llevaron un recuerdo imborrable de su visita a Tenerife. Al acto de inauguración del Campamento Nacional, presidido por Santiago Matas Utrilla, Jefe Scout Nacional, entre otros muchos invitados asistieron diversas autoridades representando a varios ayuntamientos, Cabildo Insular, Capitanía, Comandancia de Marina, ICONA, etc., muchos de los cuales formaban parte del Comité de Honor. Fue una sorpresa la transmisión por los altavoces de un mensaje enviado por el astronauta Neil Armstrong, primer hombre que pisó la Luna y también él scout, quien se llevó consigo una Insignia Scout Mundial en su viaje a nuestro satélite natural. Había sido especialmente invitado al Campamento pero sus ocupaciones no le permitieron venir, por lo que envió una cinta magnetofónica con un mensaje en el que, tras un emotivo saludo a todos los acampados, les animaba a seguir la senda del escultismo y a no cejar en la consecución de sus ilusiones y objetivos en la vida. (No sé que se haría luego de la cinta, pues no he vuelto a saber de ella).

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Entre las diversas actividades realizadas destacaron las excursiones, una de ellas a pie al cercano Puerto de la Cruz donde, después de visitar el Jardín Botánico, disfrutaron de un baño en las instalaciones del Lago Martiánez. Otra excursión fue en guagua a Las Cañadas del Teide, donde recibieron una amplia información sobre las características de nuestro Parque Nacional y de su flora y fauna, accediendo luego al Observatorio que en Izaña tiene el Instituto de Astrofísica de Canarias, donde el profesor D. Félix Herrera les hizo una amplia exposición de la utilidad del mismo. Una nueva salida en guagua les dejó en la santacrucera Playa de las Teresitas donde, además de disfrutar del baño, realizaron una divertida, espectacular y competida travesía en balsas confeccionadas por los propios acampados con rolos de platanera, tratando así de emular la epopeya de la “Kon-Tiki”, del explorador y científico noruego Thor Heyerdahl. Entre las actividades desarrolladas en el propio campamento, donde también disponían de una piscina climatizada con energía solar (acondicionada por D. Juan Studer), destacaron los juegos y los talleres, principalmente de orientación, nudos y amarres, vida

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de los pieles rojas y primeros auxilios. Cada contingente tenía su zona de acampada y cada Patrulla su parcela, en las que los que quisieron realizaron construcciones de mesas, bancos, torres y puentes con los troncos, recortes de corteza y cuerdas aportados por la organización. Un día recibieron incluso la visita de los hombres pájaro, integrantes del Club “Tamarán” de Ala Delta, quienes les instruyeron sobre las características de este bello y arriesgado deporte. Los atardeceres constituyeron momentos especiales: sobre una enorme plataforma cada contingente tuvo la posibilidad de demostrar a los demás acampados parte de la cultura de sus regiones de origen, quién con una representación teatral, quién con bailes y canciones. Cada tarde se celebraba una velada, en algunas de las cuales, con el fin de ampliar los conocimientos de los presentes sobre diversos aspectos de Canarias, intervenía algún experto. Y así, el geólogo D. Telesforo Bravo disertó sobre la formación volcánica de las islas y el profesor D. Roberto Oliva Niebla sobre la vida y costumbres de los guanches.

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La última velada, la de la despedida, fue apoteósica. La intervención de Olga Ramos y su grupo “Los Zebensui”, con lo mejor de nuestros bailes y cantares, y la demostración del juego del palo a cargo de D. Tomás Déniz y otros colaboradores, fueron la antesala del gran fin de fiesta, en el que el ritmo y la alegría de la comparsa “Los Rumberos”, la gracia de nuestro “Charlot” D. Pedro Gómez Cuenca y las ocurrencias de una inefable “Madame Ibisco” (el propio Paco Delgado debidamente caracterizado) y el grupo “Badá-Badá-Badú” (integrado por José Carlos Marrero y Dulce Lite, entre otros que no recuerdo), llevaron a todos los acampados, disfrazados con lo que se les ocurrió y encontraron a mano, a participar en un divertido y colorista carnaval, que constituyó una más que explosiva despedida a un magnífico y recordado I Campamento Nacional Scout.

Como ya he indicado, se filmó una película del Campamento, en formato 16 Mm. y sonora, auspiciada por la firma Coca-Cola. El guión y la realización corrieron a cargo del polifacético y conocido pintor palmero Roberto Rodríguez del Castillo, quien, basándo-

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se en la Ley y la Promesa Scout y con imágenes de las distintas actividades llevadas a cabo durante el Campamento, obtuvo una preciosa película (en la que yo destacaría también la magnífica combinación musical), de poco más de media hora de duración, y que hoy constituye el principal recuerdo del acontecimiento. Años más tarde se hicieron copias en vídeo de esta película, soporte mucho más práctico.

El único fallo importante que he detectado en la organización del Campamento Nacional lo he venido a descubrir ahora, cuando busco material para mi libro. Parece que nadie se acordó de realizar un reportaje fotográfico, por lo que ahora no he podido encontrar ni una sola fotografía para ilustrar esta parte del trabajo.

(El contingente de asistentes de la provincia de Santa Cruz de Tenerife estuvo formado por miembros de los distintos Grupos de la Zona y, según el informe final del Campamento, fueron los que relaciono en anexo al final de este libro.)

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La gran mayoría de los scouters que se habían comprometido con la organización del Campamento Nacional desarrollaron una magnífica labor, dedicando sus esfuerzos y su tiempo durante varios meses al mejor fin de este evento. Cada uno aportó lo que supo y lo que pudo. Además de Paco Delgado, yo recuerdo especialmente a su esposa Mary Carmen de Arrate, así como a Miguel Arriaga, Óscar Bennasar, Luis Alberto Arnay, Alberto García, Laly Diez, Francisco Calvo, Pablo Reyes Núñez, Bernardo Parrilla, Antonio y Calixto Ferrer, Néstor Ferrera Pardillo, Óscar Rodríguez, Diego Berto Rodríguez Gil, Abel Cedrés, Diego García, José Díaz Cayol y Jesús Cruz García, entre otros muchos, y alguno de los cuales tampoco figura entre los colaboradores oficiales del citado Campamento.

Pero lo que nadie pudo evitar fueron los problemas de última hora, especialmente provocados por el reiterado incumplimiento en los plazos de inscripción y sus consecuencias. Los esfuerzos realizados habían llevado hasta el límite a la gran mayoría de los implicados en la organización. Determinadas y concre-

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tas disfunciones, aunque no repercutieran ante los acampados, sí que produjeron un enorme stress en varios dirigentes de la Zona, especialmente en Paco Delgado y sus más cercanos colaboradores, quienes en las últimas cuatro se-manas previas al Campamento dedicaron cada minuto del día y de la noche a resolver lo ya previsto y, además, las docenas de imprevistos que provocaban las demoras injustificadas de más de uno. (Para una mayor información al respecto, remito al lector interesado al Anexo incluido al final de esta obra).

Una vez terminado el Campamento y liberados ahora los scouters de sus responsabilidades en el mismo, comenzaron a romperse algunas cuerdas. Primero soterradamente y luego de forma más abierta, empezaron las acusaciones de unos a otros por los errores u omisiones en sus respectivas labores y responsabilidades. Y como casi siempre ocurre en estos casos, la mayoría veía la paja en el ojo ajeno pero no la viga en el propio.

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Con el paso de los días, que dio posibilidades a la reflexión en frío, y sobre todo por la falta de contactos que el resto del verano significó, la mayor parte de las diferencias o pequeños enfrentamientos producidos se redujeron a la nada o se aminoraron de forma importante. Hacia finales de septiembre, sin embargo, alguno de los interesados comenzó a exigir que “rodaran cabezas”. Concretamente, algunos pedían nada menos que expulsiones de la Asociación por errores cometidos por otros en su trabajo durante el Campamento. Y eso, además de constituir una actitud muy poco scout, era algo que ni el resto del Consejo de Zona ni yo como Comisario estábamos dispuestos a admitir, pues al fin y al cabo todos los implicados en la preparación y organización del Campamento eran voluntarios y habían dado lo que podían en cada momento, ofreciendo sus esfuerzos pero también sus limitaciones, que todos conocíamos de antemano. Además, había que tener en cuenta que alguno de los incidentes negativos (que siempre se limitaron a la comisión organizadora y en ningún caso afectaron a los acampados) tuvo su origen en la lógica limitación

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presupuestaria que un evento de sólo unos días de duración imponía en la calidad de las infraestructuras, así como que la mayoría de los fallos venían inducidos específicamente por los retrasos en las inscripciones de los contingentes, que no permitieron conocer el número final de acampados hasta ¡el día siguiente! al de comienzo del Campamento. Para mí estaba claro: una cosa era estudiar cada caso y redefinir la posición de cada uno en el escultismo y otra muy distinta exigir responsabilidades más allá de lo justo y razonable. Lo que sí hice fue poner mi cargo a disposición de la Asamblea de Zona, ya que entendía que si algo había salido mal, esa era en primer lugar mi responsabilidad, por ser el jefe de la Zona y por haber aceptado en su momento que el Campamento se celebrara aquí, sabiendo de antemano ─porque lo sabía y así lo advertí en varias ocasiones antes de que se tomase el acuerdo de organizar el evento─ que el resultado para nosotros podía ser catastrófico, al quemar a mucha gente necesaria para la continuidad de los Grupos. Debo explicar aquí que, aunque no era obligatorio, desde mi nombramiento cada año había puesto mi

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cargo a disposición de la Asamblea, siendo confirmado siempre en mis funciones. En esta ocasión había aún más razones para hacerlo y sin embargo nuevamente fui ratificado en el cargo por la gran mayoría.

Al margen de lo que estoy relatando, debe observarse que, entre los meses de octubre de 1979 y mayo de 1980, prácticamente un curso escolar, no hago mención a ninguna actividad importante de la Zona ─excepción hecha de la Rama de Lobatos, menos afectada por la crisis─, lo que puede dar idea del colapso generalizado en el que habíamos caído tras la celebración del Campamento Nacional.

El día 12 de febrero de 1980, el Rey Don Juan Carlos I, Presidente de Honor de nuestra Asociación desde el año anterior, recibió en audiencia especial al Consejo Nacional Scout, del que yo formaba parte. El hecho de que renuncié a asistir, siendo consciente de que perdía una ocasión única para satisfacer una curiosidad casi universal, dará una idea de mi estado de ánimo de entonces.

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Naturalmente que no podía dejar las cosas simplemente como estaban, por lo que propuse en el siguiente Consejo de Zona un estudio de la situación lo más sosegado posible, así como una serie de conversaciones con las tres o cuatro personas implicadas en los fallos más trascendentes habidos en el Campamento, con el fin de evitar situaciones similares en el futuro e incluso tomar las medidas que fuesen necesarias, pero sin acusaciones extemporáneas ni actuaciones injustas. Y así lo aceptó el Consejo. Sin embargo, Paco Delgado y la mayoría de los scouters de su Grupo, disconformes con esta solución, optaron por presentar su baja en la Asociación, haciéndose una especie de harakiri colectivo. A pesar de alguna gestión por medio de scouters menos implicados en el problema, no habíamos logrado hacerles entrar en razón, llegando a romper sus relaciones con nosotros de una forma realmente inadecuada y muy poco elegante, como recordarán sin duda los miembros del Consejo de Zona de aquella época. El cómo fue ya no viene al caso. (Alguno de ellos, consciente del error en las formas, se disculparía conmigo meses más tarde).

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Las cosas iban a precipitarse. Los que habían causado baja voluntaria, renunciando así a sus derechos, apelaron después a la Oficina Nacional para que interviniese en el tema. Y parecerá increíble, pero desde la citada oficina en Madrid deciden intervenir. Mi incredulidad se basa en el hecho de que confiaron en la Zona VII para organizar prácticamente solos un Campamento Nacional, pero parece que no nos consideraban preparados para resolver, igualmente solos, nuestros problemas internos. Estoy convencido, porque conocía muy bien a Paco, de que sin esa intervención externa es muy posible que las cosas hubiesen vuelto a la normalidad en unos pocos meses. Dadas las explicaciones del caso y tras una serie interminable de consultas y contactos, acordamos finalmente celebrar una Asamblea de Zona en el mes de mayo de 1980, con carácter extraordinario y con la finalidad de estudiar todas las circunstancias del Campamento Nacional. A dicha Asamblea asistió el entonces Jefe Scout Nacional, Santiago Matas Utrilla, aunque ni yo ni el resto del Consejo de Zona podíamos aceptar que asistiesen a la misma los que previamente se habían dado de baja de forma tan abrupta.

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Creía que en la Asamblea íbamos a hablar del Campamento, de sus resultados positivos para la Asociación en general y de sus consecuencias negativas para esta Zona en particular pero, para mi sorpresa y la de algún otro, Santiago Matas indicó, nada más comenzar la reunión, que algunos scouters opinaban que mi actuación en general como Comisario de Zona era personalista, que mis decisiones eran abusivas y tomadas sin consultar con nadie, que yo hacía y deshacía en la Zona a mi antojo. En definitiva, y sin que él utilizara esta palabra, pues se limitó a transmitir lo que le habían dicho, yo me sentí calificado en ese momento poco menos que de indeseable. Reconozco que estaba desconcertado ante aquel inicio de la sesión, así que guardé silencio, a la espera de la reacción de la Asamblea. Un joven scouter de Tropa a quien, sinceramente, no recuerdo, intervino para decir que, efectivamente, yo actuaba como un dictador y que mangoneaba la Zona. Luego intervinieron otros dos scouters. En primer lugar el Jefe del Grupo “Ucanca” Francisco Calvo y luego Jesús Cruz, que desde hacía varios meses era el nuevo Secretario de la Zona, afirmando ambos que

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lo dicho era incierto y defendiendo mi forma de actuar a lo largo de todo mi mandato como Comisario, haciendo alusión al hecho de que todas las actividades realizadas en la Zona en los últimos años habían sido acordadas siempre en los Consejos y que absolutamente todas las decisiones se tomaban por votación mayoritaria. Finalizaron recordando que incluso había implantado la costumbre de poner cada año mi cargo a disposición de la Asamblea, por lo que si hubiese actuado tal y como se me acusaba ya haría tiempo que no sería Comisario, pues simplemente no me habrían reelegido, al resultar rechazado por la mayoría. Pero el resto de la Asamblea, mucho más de medio centenar de personas, guardó el más absoluto de los silencios. Yo hice exactamente lo mismo pues, aunque ya me había repuesto en parte de mi sorpresa inicial, decidí continuar callado, aunque era consciente de que, como afirmaba Cicerón, “la verdad se corrompe tanto con el silencio como con la mentira”. Si he de ser totalmente sincero, diré que hacía bastante tiempo que me sentía hastiado de tanta discusión inútil y, ¿por qué no decirlo?, también en cierta forma traicionado ahora por la mayoría de los allí presentes, que

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tomaban la postura cómoda de esperar a que hablase otro, de no involucrarse, no comprometerse. Del Campamento Nacional, tema específico de la convocatoria, prácticamente ni una palabra. Con lo cual se dio por terminada la Asamblea. Y como tantas veces ocurre, se perdió la oportunidad de acumular experiencias para el futuro y para aclarar la situación de una vez por todas. Pensaba que yo no era tan importante como para dedicarme en exclusiva una asamblea extraordinaria, pero no dije nada, pues en aquellos momentos me daba todo igual y sentía que aquellos temas ya no iban conmigo.

Unos días más tarde convoqué al Consejo de Zona, donde comuniqué mi decisión irrevocable de dimitir, aunque estando dispuesto a seguir figurando como Comisario hasta la siguiente Asamblea, con la finalidad de evitar más traumas, y dejando al propio Consejo a cargo de la gestión hasta que eligiesen nuevo jefe. En cualquier caso, sólo adelantaba tres o cuatro meses la finalización de mi mandato de cuatro años, plazo que habíamos establecido en el Regla-

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mento de Régimen Interior de la Zona, y que estaba a punto de concluir. Y así se hizo. Ya no intervine en nada más hasta la celebración de la Asamblea Ordinaria que tuvo lugar el 20 de septiembre de 1980, ocasión y fecha en las que me despedí definitivamente de la Zona y del escultismo activo. Y por fin, después de los últimos meses de preocupaciones e insomnios, esa noche, como siempre ha sido habitual en mí, caí dormido nada más acostarme y descansé toda la noche de un tirón.

Yo no sé por qué, pero en los scouts siempre recibía este tipo de sorpresas, que me obligaban, por dignidad, a dimitir. Hoy, con la perspectiva de los casi veinte años transcurridos desde entonces, en ocasiones aún me pregunto qué le sucedió a la Asamblea. Estoy absolutamente convencido que la inmensa mayoría de los scouters presentes en la misma -- que eran prácticamente todos los de la Zona -- consideraban positiva mi actuación puesto que, como ya he indicado anteriormente, año tras año, y aunque lógicamente nunca de forma unánime, me habían confirma-

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do por mayoría absoluta y de forma democrática en mis funciones. El por qué sólo dos de ellos se levantaron para contar su verdad e intentar aclarar la situación lo achaco a mi propio silencio. Era conocida por todos mi machacona defensa de mis propias opiniones y convicciones, y el hecho de que yo permaneciese callado, sin decir ni una palabra en mi defensa, probablemente los desconcertó de tal manera que anuló cualquier otra iniciativa por su parte. Me reafirma en tal creencia el hecho de que ni tan siquiera interviniesen el resto de los integrantes del Consejo de Zona ─los Jefes de Grupo y los Ayudantes de Rama─, que eran quienes mejor conocían mi actuación por haber dirigido la Zona conmigo y por haber estado presentes en la toma de todas las decisiones durante los años anteriores. Ellos sabían de mi preferencia y cierta habilidad para convencer en lugar de obligar. Pero repito que lo que me resulta aún más difícil de asumir y aceptar es que ahí terminara el análisis de los problemas acontecidos durante el Campamento Nacional, con lo que se perdió una ocasión única para estudiar a fondo la realidad de un evento de estas características y su problemática, lo que sin duda hubie-

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se servido como experiencia para el futuro. Además, la situación creada impidió que se aclarasen los desencuentros y desacuerdos provocados por la organización del Campamento, que era lo que realmente debía interesar a todos. Como muchas veces sucede, el debate se desvió hacia cuestiones secundarias y de forma, en lugar de ir al fondo de los problemas. Y lo realmente importante quedó soslayado. Una lástima. Otro aspecto ciertamente triste e irrecuperable de la cuestión fue que no se pudieron aprovechar las circunstancias favorables que la celebración del Campamento propició en nuestra provincia. Ya dije que los problemas, por fortuna, se circunscribieron al ámbito de los dirigentes de la asociación y que la imagen pública del Campamento fue inmejorable, por lo que hubiese sido el momento más adecuado para obtener un beneficio práctico de esa imagen y lanzarnos a un programa de expansión del escultismo tanto en la propia isla de Tenerife como en las demás. Pero con tantas discusiones, el trauma vivido hizo que los Grupos se “encerrasen” en sí mismos y el equipo de Zona, especialmente por mi culpa, se mostrase desmotivado e indiferente. Esta fue, ciertamente, la mayor pérdida

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que sufrimos como consecuencia del Campamento Nacional, pues durante el curso 78-79 nos volcamos casi en exclusiva en organizarlo y durante el 79-80 en tirarnos los trastos unos a otros. Y así, ni se continuó con la Expansión proyectada en la Zona ni se aprovechó la buena imagen dejada por el evento entre las autoridades y el público, que nos habría facilitado enormemente las cosas para crecer.

En cualquier caso, esa fue mi salida del escultismo activo. Y hasta hoy sigo pensando que hice bien lo que hice, naturalmente que con errores y con algún que otro momento tenso, e incluso desagradable. Pero, al fin y al cabo, a quien se le otorga el mando tiene la obligación de mandar, a quien se le hace responsable tiene que asumir esa responsabilidad hasta el final y aceptar que por muchas opiniones que escuche, finalmente él deberá decir la última palabra, y a quien le toca coordinar debe hacerlo de la mejor manera que sabe. Y el cargo, sea cual sea su denominación, lleva implícitas esas tres funciones, además de la del liderazgo. En caso contrario estará frustrando las esperanzas de quienes le han elegido. Yo no era ningún

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fuera de serie, pero creo sinceramente que no fui un mal Comisario.

--*--

Como dato curioso, me permito llamar la atención sobre el hecho de que por esas fechas se cumplían casi exactamente diecinueve años, día más o día menos, desde que ingresé en la Asociación y por primera vez me hice cargo de una Unidad scout.

Mientras todas estas cosas suceden, el lógico papeleo en la oficina nacional de Madrid sigue su curso y así, el 12 de octubre y con el registro número 53, la Escuela de Aire Libre de la Asociación me otorga mi segunda Insignia de Madera, ahora en la Rama Scout. Naturalmente, sólo me llegó la certificación del otorgamiento, aunque nunca llegué a lucirla ni me fue entregada oficialmente.

--*--

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Volví al Local de Zona sólo una vez, hacia el mes de noviembre, pues se me pidió que asistiese a la toma de posesión de la persona elegida para sustituirme, que resultó ser un perfecto desconocido para mí ─al parecer se trataba de un padre de algún Comité de Grupo─ y a quien obsequié con mi barra y mi penacho morados de Comisario.

oooOooo

Créame el lector que de ninguna manera quisiera terminar este relato dejando una sensación de amargura o de tristeza en su final, cosa que en ningún momento he pretendido. Los hechos, para mí, sucedieron tal y como los cuento y eso yo no lo puedo cambiar, ni aunque quisiera. Sabemos que en una asociación como la nuestra, en la que todos servimos voluntariamente, la mayoría de los que ─por la razón que sea─ la dejamos, lo hacemos momentáneamente quemados por el esfuerzo, las incomprensiones, las dificultades y, en ocasiones, por el exceso de responsabilidades asumidas, que siempre nos quitan tiempo

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y dedicación a nuestras otras actividades personales, familiares y profesionales. Pero pasa el tiempo y aquello que se nos antojó en su momento como muy grave e importante llega a convertirse en algo secundario y anecdótico, y pronto se olvida. Eso me sucedió a mí, y como además tengo la suerte de que los enfados y el mal humor no me duran mucho y de no ser en absoluto rencoroso, muy pronto en mi memoria sólo quedaron los buenos momentos, el compañerismo, la buena labor realizada con otras muchas personas a lo largo de muchos años, la satisfacción de haber ayudado a los demás, la alegría de ver fructificar y perdurar una idea y un espíritu.

oooOooo

Debo mencionar también que, desafortunadamente, mis hijos no han llegado a formar parte activa de la gran familia del Escultismo, a pesar de conocerlo bastante bien desde muy pequeñitos. Mi hija mayor, Mª Belén, ingresó en la Manada del Grupo 7 “Zebensui”, pero su fuerte temperamento

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chocó con el de su Akela, también mujer de carácter, y a las pocas semanas se dio de baja. Un par de años más tarde se integró en la Tropa del Grupo 6 “Ucanca”, dirigida entonces por Mario Rodríguez Díaz, con la mala suerte de que la primera actividad de aire libre que le tocó resultó una excursión tan dura que volvió a casa con los pies en llaga viva y tomó la decisión de renunciar definitivamente a los scouts, a pesar de las explicaciones que intentamos darle en casa. En cuanto a mi hijo Tomás, estuvo también unas semanas en la Manada del “Zebensui”, pero al no encontrar allí a ninguno de sus amigos y por no sentirse enteramente a gusto, también decidió marcharse, y luego, ya con la edad scout, no quiso volver a intentarlo. Por fortuna, se acostumbró con nosotros a las salidas al campo y efectúa con cierta frecuencia excursiones y acampadas con un grupo de amigos del colegio, en una especie de “peña”. Me reconforta, sin embargo, que ambos conozcan y aprecien el espíritu del escultismo.

oooOooo

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Decía B.P. que “una vez scout, siempre scout”. Y yo he seguido siéndolo y sintiéndome scout siempre. Y ahora hago lo que puedo por el escultismo desde las filas de la asociación de Scouts Veteranos, en la que ingresé.

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A MODO DE EPILOGO

La realización de este trabajo ha significado volver a bucear en mi memoria para recordar hechos y personas. Puedo asegurar que el reencuentro ha sido siempre grato y, en ocasiones, emocionante. Y lo mejor de todo ha sido el contacto que nuevamente he mantenido con algunas de esas personas a las que cito en esta obra y con quienes no había vuelto a encontrarme personalmente desde hacía muchos años. En casi todos he hallado el mismo espíritu y el mismo entusiasmo de entonces, aunque también es verdad que de alguno de quien esperaba mucha ayuda he recibido menos, mientras de muchos otros de quienes no esperaba casi nada he recibido muchísima colaboración: la vida siempre nos está enseñando. En cualquier caso, en todos y por todos he vuelto

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a sentir la amistad y el afecto, como si el tiempo no hubiese pasado. oooOooo

Por otra parte, me siento en la obligación de decir, antes de finalizar, que en algunos momentos he sentido una gran frustración al comprobar que la mayoría de los documentos, fichas, fotografías, libros y demás recuerdos de los primeros años del resurgimiento del escultismo tinerfeño están ilocalizables en los archivos del Grupo 7 “Zebensui”, así como en los de la Zona VII, a pesar del esfuerzo por catalogarlos y guardarlos – que me consta – de algún que otro scouter. Tampoco parece quedar mucho de los que con cariño y esfuerzo guardó Juan Perera, fundador y “alma mater” del Grupo Scout “Ucanca 1” original. ¿Habrán desaparecido para siempre? En parte será achacable a las mudanzas, pero también y muy principalmente a la desidia y falta de visión de los que tenían la responsabilidad de ordenarlos y conservarlos y no lo hicieron. Dicho queda.

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Como dije en su momento, la Asociación de Antiguos Exploradores estaba integrada inicialmente sólo por personas que hubieran pertenecido a aquella Institución, por lo que mi primera preocupación fue la de convencerles de que era necesario hacer una pequeña modificación en su Reglamento para poder aceptar a ex-miembros del escultismo reciente, tanto de los Scouts como de las Guías.

En abril de 1982 la Junta Directiva de la Asociación de Antiguos Exploradores de Tenerife celebra diversos actos en conmemoración de la festividad de San Jorge. En la fotografía, de izquierda a derecha, el autor, Luis Bobet García, (?), Miguel Arriaga López de Vergara, Luis Arnay Molina, Antonio Daroca Sicilia, (?), (?), Juan Pérez Castro, Rafael González Brunetto y José Guillermo Cruz. (Fotografía del archivo del autor)

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Conseguido el objetivo, la actual denominación es la de Asociación de Antiguos Exploradores, Scouts y Guías de Santa Cruz de Tenerife a la que, ante un nombre tan largo, denominamos coloquialmente y de forma ahora también oficial, de “Scouts Veteranos”. Asociación de la que el entonces presidente, Miguel Arriaga (que había sucedido a Antonio Daroca en el cargo en noviembre de 1983), me nombró vicepresidente en mayo de 1984. Su renuncia diez años más tarde, en octubre de 1993, provocó unas elecciones en las que me cupo el honor de ser designado para presidir la Asociación, cargo en el que continúo de momento. Sería deseable que se integrasen en la asociación de Veteranos el mayor número posible de exscouts (incluso corriendo el riesgo de que se nos tache de anticuados, de carrozas o de lo que sea), tanto para compartir nuestros recuerdos de una época preciosa de nuestras vidas como, sobre todo, para ayudar con todas nuestras fuerzas y dentro de nuestras posibilidades personales al escultismo activo, a todos aquellos que hoy siguen en la brecha.

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Y así tratar de devolver una pequeña parte de lo que cada uno de nosotros recibió.

oooOooo

Hasta aquí lo que tenía que contar. Reitero que se trata de “mi” historia, con posibles errores en fechas y situaciones y con los lógicos lapsus de la memoria después de transcurridos tantos años, pero así es como éste scouter, uno más de entre tantos que vivimos aquella época, recuerda los hechos y así los ha contado, asumiendo el riesgo de equivocarse. Por supuesto, no pretendo haber escrito la historia completa del Escultismo de aquellos años, pero creo haber aportado una parte importante de la misma. Suplico sinceramente se me perdonen los inevitables olvidos de circunstancias y, sobre todo, de personas que sin duda merecerían ser citadas en este trabajo y que mi mala memoria ha dejado injustamente sin mencionar. Pero ya dije que este libro queda “abierto”, y prometo incorporar los datos que mis lectores amablemente me recuerden en el futuro.

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oooOooo

Las últimas palabras del prefacio de Baden Powell en su libro “Escultismo para Muchachos” dicen ” … yo espero que gocéis tanto siendo scouts como yo he gozado”. Para terminar, sólo me resta decir que yo puedo contestarle a B.P. que, en mi caso, se ha cumplido su deseo.

¡Buena caza!

Santa Cruz de Tenerife. Septiembre de 2000.

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ANEXOS QUE SE CITAN

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“No cabe duda que debe ser mucho mejor producir hombres que sepan hacer algún trabajo positivo que hombres para escribir sobre lo que ellos opinan que otra gente hizo o pudo hacer.” (Rudyard Kipling, Premio Nobel, en “Mar y Tierra”).

INFORME DEL COMISARIO DE LA ZONA VII DE LOS SCOUTS DE ESPAÑA, SOBRE EL I CAMPAMENTO NACIONAL SCOUT - (16 AL 23 DE JULIO DE 1979) A principios del curso scout 1978/79 esta Zona VII decidió proponer a la Asamblea Nacional de la Asociación la celebración del I CAMPAMENTO NACIONAL SCOUT en esta isla de Tenerife. La propuesta se llevó a la Asamblea y fue aprobada por unanimidad, desde el momento en que no hubo ninguna voz discrepante. Desde el primer momento, tanto las distintas Zonas como la Oficina Nacional ofrecieron su colaboración y aseguraron su ayuda a la celebración de este Campamento. La Zona VII decidió dedicar prácticamente todos sus esfuerzos a lograr que este Campamento Nacional resultase un éxito, no sólo por lo que ello podía significar de beneficio ante la sociedad para la propia Zona VII, sino porque se entendía que la realización del mismo significaba un hito en la historia moderna de nuestro escultismo, porque serviría de motor de arranque para la celebración futura de eventos similares y porque serviría como una demostración de la pre-


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sencia de los Scouts de España en la vida de todo el Estado. Uno de los primeros aspectos a considerar por los organizadores fue el de elegir el lugar apropiado para celebrar el Campamento. Desde el momento en que se decidió eliminar cualquier lugar en el monte, por lo que de degradación iba a significar la presencia masiva y continuada de varios cientos de personas, y teniendo en cuenta que el lugar debería contar, como mínimo, con agua en cantidad suficiente, con luz eléctrica, con accesos convenientes y con terreno suficiente, se hizo una selección previa de posibles lugares. Realizada la selección, fueron eliminándose unos por la dificultad de comunicaciones, otros por su aridez, otros por hallarse cerca de algún lugar peligroso y, en definitiva, se optó por la finca denominada “La Quinta” en el término municipal de Santa Úrsula y propiedad de D. Isidoro Luz Cárpenter, antiguo miembro de los Exploradores de España. El terreno, de cerca de 400.000 metros cuadrados, disponía de agua y luz y se hallaba prácticamente al lado de la autopista del Norte de la isla de Tenerife. Desde todos sus puntos se divisaba el mar, así como también los montes cercanos y el Teide (aunque durante el Campamento, por razones climatológicas, no tuvimos ocasión de ver el volcán). Desde sus cercanías podía apreciarse una completa perspectiva del Valle de La Orotava y del Puerto de la Cruz. 246


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Desde el primer momento, toda la Zona, los distintos Grupos, dedicaron sus esfuerzos a planificar y a organizar el Campamento. En Consejo Scout de Zona se tomó la decisión de dar prioridad absoluta a la organización del Campamento sobre cualquier otra actividad dentro de la provincia. Se era perfectamente consciente de que la organización de este Campamento Nacional implicaba para todos un gran esfuerzo, desde el momento en que únicamente contaba con ocho Grupos. Empezaron entonces días, semanas y meses de preocupaciones, de correr de un lado para otro solicitando ayudas de todo tipo, de dar en alguna ocasión marcha atrás en algún aspecto concreto, de gestiones de toda índole que fueron poco a poco cansando a algunos, amargando a otros y, afortunadamente, entusiasmando a la mayoría. Para hacer frente a la organización se dio forma a un organigrama basado en experiencias anteriores, en otros varios países, de eventos scouts de similares características. Dicho organigrama situaba bajo las directrices del Presidente de la Comisión Organizadora una estructura de tres grandes Departamentos: Servicios Administrativos ; Instalaciones y Servicios ; y Programación y Actividades. Iniciadas las gestiones, recibimos en todo momento ayuda de las entidades, organismos, empresas y personas, tanto a nivel local como provincial, e incluso regional. Desde los Ayuntamientos hasta la Capitanía General de Canarias, desde el Gobierno Civil hasta la Junta de Canarias, desde la 247


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Delegación Provincial de Cultura hasta el Cabildo Insular. Todo el mundo se volcó en ayudarnos, al menos en los niveles a los que nosotros podíamos llegar. Por supuesto que conseguir esta ayuda no fue siempre tarea fácil y que siempre implicaba visitas reiteradas, antesalas interminables, desatención a nuestras respectivas ocupaciones, escritos de todo tipo y, en definitiva, una gran pérdida de tiempo y de esfuerzo humano. Hacia principios de abril el Campamento estaba ya estructurado y planificado, al menos sobre el papel. La fecha tope que originalmente se había dado para las inscripciones llegó sin otros resultados que los contingentes aproximados de dos Zonas. El 31 de marzo sólo sirvió para demostrar que la mayoría de las Zonas del país no sólo no se habían preocupado de inscribir a sus contingentes sino que ni tan siquiera habían comunicado las causas de la demora ni su interés real por el Campamento Nacional Scout. Ante esta situación hubo de ampliarse el plazo de inscripción hasta mediados de mayo. Llegada esta nueva fecha, nos encontramos con que estábamos en las mismas y, ante ello hubo de ampliarse más el plazo de inscripciones, que se decidió hacerlo indefinido. Prácticamente hasta el día antes de inaugurarse el Campamento Nacional la Secretaría del mismo estuvo recibiendo inscripciones. Ha de tenerse presente que esta situación implicaba dos cosas: por una parte, que la respuesta que hasta ese 248


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momento se había recibido de las Zonas era tan pobre que la impresión que daba la Asociación era de que no le interesaba el Campamento Nacional. En esas fechas los integrantes de la Comisión Organizadora estaban francamente nerviosos y disgustados, porque entendían que si a la Asamblea General de la Asociación no le interesaba el Campamento lo podría haber expresado en su momento, y así se hubiesen evitado muchas preocupaciones y mucho trabajo inútil. Por otra parte implicaba, y esto es lo más importante, que casi toda la organización previa al Campamento se venía a tierra, ya que las principales condicionantes del evento se basaban en la cantidad de personas que habrían de asistir al mismo. Los organizadores se hallaban, pues, a mediados de mayo, a sólo sesenta días del Campamento, entre la espada y la pared. La publicidad del Campamento en TV, prensa y radio que se había realizado y la cantidad de organismos, entidades, empresas y personas involucradas en su organización hacían prácticamente imposible suspender la celebración del Campamento, como en algún momento llegó a pensarse. Ello hubiese significado un fracaso tan grande como no deseado, especialmente para la Zona organizadora, en la que el escultismo seguramente hubiese dejado de existir por mucho tiempo. Ante esta situación, y rotos todos los moldes de organización previstos hacía meses, se decidió celebrar el 249


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Campamento fuese como fuese y costase lo que costase, aún sabiendo que muchas cosas iban a fallar y que algo seguramente saldría mal al tener que dedicar la atención a una serie de asuntos que, según la planificación, tendrían que haber estado hechas y superadas meses antes, desviando los esfuerzos y las personas de otros aspectos del Campamento que tenían que haberse atendido en estas semanas anteriores a su inauguración. Como última medida, el Presidente de la Comisión Organizadora se dedicó a telefonear a todos los Comisarios de Zona de los que se tenían datos, que eran prácticamente todos. Y todos ellos, con muy buenas palabras, fueron contestando que sí, que muy interesante. Algunos tenían previsto enviar un contingente, pero aún estaban pendientes de asuntos diversos, por lo que no podían facilitar ni tan siquiera aproximadamente en número de asistentes. La mayoría aún estaba en el período de consultas, a ver si podían enviar a alguien. Y aún los hubo que no habían comunicado la celebración del Campamento a los miembros de sus respectivas Zonas, por lo que más de un Grupo, e incluso algún muchacho por su cuenta, se puso en contacto directo con los organizadores para inscribirse. En definitiva, la mayoría seguía sin dar respuestas concretas de las inscripciones. Hasta prácticamente diez días antes de la inauguración del Campamento se estuvo telefoneando a las Zonas, lo que da una idea de la seriedad de algunos en este tema. Hubo alguno, algo más honesto, que por lo menos en mayo 250


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ya comunicó que no pensaba mandar a nadie, por razones diversas. Algo parecido a lo anterior hicieron algunos Grupos que, habiendo recibido el boletín informativo, no se molestaron en difundir su contenido entre sus miembros. A la Zona VII le correspondía organizar el Campamento, es decir, dar forma a la estructura necesaria para desarrollar el mismo. En cuanto a la programación de actividades, era parcialmente responsable de las mismas, específicamente en lo referente a excursiones, visitas culturales y actos oficiales y festivos. El programa de actividades específicamente campamentales correspondió desarrollarlo a las respectivas Ramas Scout y Esculta a nivel nacional. Ha de mencionarse también que las necesidades para algunas de estas actividades fueron comunicadas a los organizadores sólo treinta días antes de iniciarse el Campamento, por lo que también en esto todo fueron prisas de última hora. Valga decir aquí también que ninguna de las dos Ramas supo con cuántos acampados habría de realizar las actividades hasta prácticamente el momento de iniciarse las mismas. Del Campamento en sí poco puedo decir. Mantuve el contacto por teléfono diariamente con los principales organizadores, pues mis obligaciones profesionales no me permitían otra cosa. Aún así, en varias ocasiones estuve en el Campamento principalmente para ayudar a resolver alguno de los problemas que se iban presentando. El ambiente 251


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en general lo encontré francamente alegre en los acampados y lógicamente serio y en ocasiones tenso entre los scouters responsables de la organización, preocupados por solventar la multitud de pequeños y grandes problemas que se iban presentando. En cuanto al estudio crítico del Campamento en sus distintos aspectos, he intervenido, junto a los demás organizadores, en la redacción de conclusiones del informe general, que no creo necesario repetir aquí. Como Comisario de Zona me llegaron rumores, opiniones y comentarios de todo tipo que, una vez contrastados y comprobados, han resultado ser en unos casos reales y en otros no tanto. En todo caso, pertenece a una esfera de decisiones que se salen del contenido de este informe. En cuanto a la imagen exterior del Campamento Nacional, ante autoridades y público en general de la región, puedo decir que ha sido francamente positiva. Las visitas y contactos mantenidos con posterioridad al Campamento han dado por resultado una muy amplia mayoría de felicitaciones y comentarios favorables por parte de autoridades, padres de los asistentes, personas que de alguna forma estuvieron relacionadas con el Campamento por razones de suministros o de servicios y, en general, de todos aquellos que tuvieron conocimiento del mismo. Lo que ha causado el impacto ha sido indudablemente el aspecto positivo que cada una de las actividades,

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que cada una de las realizaciones del Campamento tuvo como creadora de imagen para la Asociación. Finalmente he de indicar que en el aspecto económico y gracias a aportaciones de todo tipo y a una equilibrada gestión en casi todos los departamentos del Campamento, el costo del mismo puede considerarse como muy bajo, tanto para cada uno de los asistentes en particular como para la Asociación en general. Salvados, naturalmente, los costos de transporte al Archipiélago, ajenos al del Campamento en sí mismo. Y posiblemente se hubiera podido incluso mejorar el costo de haber contado con más medios y más tiempo para su organización, que estuvo reducido en este caso a menos de nueve meses. Si vale un resumen, diría que la celebración en Tenerife del I Campamento Nacional Scout ha sido una aportación indudablemente positiva a la vida de la Asociación de Scouts de España, una experiencia para el futuro y una lección de sacrificio, de entusiasmo y de entrega de una docena de hombres y mujeres en beneficio de una idea, de un espíritu y de un estilo de vida. En definitiva, y sin falsos triunfalismos, un éxito casi total que, eso sí, habrá de ser mejorado en el futuro. Firmado: Tomás de Armas Schmölzer. Comisario de Zona VII. Santa Cruz de Tenerife, noviembre de 1979.

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LISTADO DE LOS INTEGRANTES DE LA UNIDAD DE APOYO Y SERVICIOS, MIEMBROS DEL COMITÉ ORGANIZADOR Y OTROS COLABORADORES DEL 1er CAMPAMENTO NACIONAL SCOUT – JULIO 1979. Félix Carrancho Montero, Albert Manuel Martín Cugno, Domingo Domínguez Mesa, Antonio Vilar Martín, José Muñoz de Bustillo Barrasa, Miguel Angel Navarro Mederos, José Fernando de Luis Escudero, Elena Gortázar Díaz-Llanos, Magdalena Pérez Coello, Candelaria Alonso González, Carmen Lucía Benito Salazar, Mª del Carmen Pérez Martín, Rosa Elena Rapp Luz, Pilar Rapp Luz, Mercedes Benito Salazar, Angeles Robles Moreno, Candelaria da Silva González, José Guillermo Hernández Pérez, Diego Marrero Fernández, Alfonso Damián Rodríguez Díaz, Mª Angeles Gortázar Díaz-Llanos, Mª Lourdes de León Lugo, Pilar Cañibano Rodríguez, Isabel Farrugia De la Rosa, Cristina del Castillo González, Luz Teresa Hernández Rodríguez, Gustavo Javier Marco Jorge, Juan Luis Álvarez Sánchez, Óscar Rafael Cabello Almazán, Alejandro López de Vergara y Méndez, Antonio Barro Rois, Eliezer Arbelo Tejera, María Malfaz Vázquez, Víctor Manuel Pestano Almeda, Ana Esther Vázquez González, Isabel Velasco Pérez, Sergio López

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Hernández, Carmen Angeles Hernández Hernández, José Luis López Hernández, Alberto García Álvarez, Ramón Cao Jiménez, Alexis Rojas Negrín, Gerardo Antonio Alonso González, Manuel del Castillo González, Fernando Paniagua Quevedo, Mª de los Angeles Solís Estévez, Carmen González Martín, José Suárez Hernández, Mª Begoña Ormazábal de la Merced, Carmelo José de la Cruz Cruz, Mª Itziar Iceta Rodríguez, Dulce María Lite Otazo, Mercedes Sánchez Martínez, Mª Pilar Rodríguez Rueda, Mª Cristina Fernández García, Calixto Ferrer Hervás, Juan A. Mosegue Bermúdez, Ramón Cano Rosa, Santiago Ramos Martínez, Ginés Galtier Martínez, Juan N. González García, José A. Calvo Alberto, Mario Díaz González, Ángela Bello Delgado, Mª Carmen Arrate Segura, Óscar Rodríguez Estévez, José Díaz Cayol, José Carlos Marrero González, Óscar Luis Bennasar González, Antonio Ferrer Hervás, Alberto García Rojas, Luis Alberto Arnay de Armas, Tomás de Armas Schmölzer y Francisco Delgado Díaz. Están relacionados igualmente cuatro scouts venidos como apoyo desde Las Palmas, y que fueron: Carlos Romero Limiñana, M ª del Pino Manzano Sosa, Rita López Santana y Pedro Aguilar Doreste.

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INTEGRANTES DEL CONTINGENTE DE TENERIFE 1er CAMPAMENTO NACIONAL SCOUT – JULIO 1979 Herminia Mª Cataño González, José F. Velasco Pérez, Martín J. Padrón García, Nicolás Rodríguez Afonso, Aníbal Rojas Negrín, Juan R. Hormigo Martín, Sonia Vázquez González, Agustín Gil Iglesias, Francisco J. Cásteres Olarreaga, Eduardo Rosenberg Wallerstein, Juan I. Caballero Fernández, Pablo E. de Armas Pérez, Enrique J. Rodríguez González, Álvaro Acosta García, Fernando Sabaté Bel, George Zerené Hawach, Jesús D. Hernández Rodríguez, Víctor Ostva Aránega, Otto Rapp Luz, Bernardo Saiz Mesa, Francisco Cruz Abreu, Juan M. Rodríguez Torres, Diego Hidalgo Willis, José Mª Esteve de la Torre, Luis Malfaz Vázquez, Ángela D. Sigú Bello, Mª Dolores Bello Izquierdo, Sara Carballo Hernández, Mª Candelaria Martín Luis, Josefina García Morales, Mª José Rodríguez Salazar, Mª Dolores Delgado de Arrate, José C. Hernández Morón, Alicia R. Martínez Guadalupe, John Ray Cessac, Carmen L. Parrilla Martín, Ruperto Hernández Rodríguez, Mª Teresa Hormigo Martín, José L. del Molino Almazán, Juan M. García de Sola Moyano, José C. Afonso Gil, César A. González

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Real, Fernando Martín Hernández, David Rojas Negrín, Ignacio Sicilia Sosvilla, José C. Fernández Quintero, Luis F. Cuende Tascón, Francisco J. Diez Cardellach, Pedro Onandía Soler, Francisco Soler Vigil, Néstor Parrilla Suárez, Juan C. Rojas Guadalupe, Antonio J. Álvarez de Armas, Domingo Afonso Rodríguez, Jorge Blanco González, Narciso Hernández Rodríguez, Salvador Gil-Roldán Docet, Norberto González Riverol, Pelayo Rodríguez Salazar, Gilberto Sigú Bello, Miguel González Ayala, Juan J. Viera Paramio, Juan M. Martín Herrera, Francisco Hernández Díaz, Hermann L. Dait Yanes, Carlos Borges Pérez, Antonio M. González Cordobés, Miguel L. Cataño González, Rafael Rodríguez Afonso y José A. Rodríguez Afonso.

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ÍNDICE ONOMÁSTICO Los números normales indican referencia en página de texto. Los números en negrita indican referencia en fotografía incluida en la página. No están relacionados los incluidos en los listados de la Unidad de Apoyo y Servicios del I Campamento Nacional Scout ni los del Contingente de Tenerife en dicho Campamento.

A ACHA MENESES, ANTONIO AFONSO PERDOMO, JOSE VICTOR AGUILERA, CARLOS AGUILERA, FERNANDO ALONSO GONZALEZ, CANDELARIA ALONSO PINTO, ANGEL HONORIO ARCENIEGA, CARLOS ARMADA VERNETTA, OCTAVIO

ARMAS CASTRO, TOMAS TINGUARO DE ARMAS CASTRO, MARIA BELEN DE ARMSTRONG, NEIL ARNAY DE ARMAS, LUIS ALBERTO

ARNAY DE ARMAS, TOMÁS ARNAY MOLINA, LUIS AROZENA CONCEPCION, ANTONIO ARRATE SEGURA, MARIA CARMEN DE ARRIAGA ADAM, ESTEBAN ARRIAGA ADAM, FRANCISCO ARRIAGA LOPEZ DE VERGARA, MIGUEL

132 57 166 166 109 98, 174 186 23, 88, 87, 110, 112, 122, 130, 132, 151, 173 172, 200, 234 172, 200, 233 212 23, 150, 153, 166, 170, 173, 190, 193, 194, 195, 197, 205, 217 150 44, 239 88 170, 217 69, 70 44 170, 217, 239, 240

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ARTILES VIERA, MIGUEL ANGEL AZNAR ORTIZ, FRANCISCO AZNAR VALLEJO, FRANCISCO

109, 168, 170, 181, 187, 195 175 194, 195, 202, 207

B BADEN POWELL, ROBERT BALAGUE DEL POZO, RAMON BALSELLS LLACER, JOSE BARAJAS DE OROZCO, MILAGROS BARBA Y BARBA, ANTONIO BELDA ALCARAZ, ANTONIO BELLO DELGADO, ANGELA BENNASAR GONZALEZ, JUANA MARIA BENNASAR GONZALEZ, ÓSCAR

BLANCO GONZALEZ, JAVIER BLANCO GONZALEZ, JUAN JESUS BOBET GARCIA, LUIS BOEKHOLT, ALBERT BOLUDA RODRIGUEZ, JUAN JOSE BONNET MORENO, AMALIA BORBON Y BORBON, JUAN CARLOS I BORBON Y GRECIA, FELIPE DE BRAVO, TELESFORO

40, 44, 69, 177 88 140 73 110 144 110 89 23, 29, 32, 51, 62, 68, 70, 74, 116, 136, 140, 141, 194, 195, 217 171, 171 170 239 68 75, 76, 111 141 221 209 214

C CABRERA, GUILLERMO CABRERA PEREZ-ARMIÑAN, MARIA LUISA CALVO RODRIGUEZ, FRANCISCO CAPOTE, CARLOS CARBALLO, BALTASAR

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131 102, 110, 117, 122, 131 203, 217, 224 131 187


De mi vida scout

CASTRO HERNANDEZ, CARMEN PILAR

CATAÑO GONZALEZ, MIGUEL LUIS CEDRES RAMALLO, ABEL CHISCANO GUTIERREZ, RUFINO COBOS SISTERNE, JOSE MARIA DE COELLO PERDOMO, PEDRO MIGUEL COLON DE CARVAJAL Y MAROTO, CRISTOBAL CORTES JAUBERT, ALBERTO CRIADO HERNANDEZ, CONSTANTINO CRUZ GARCÍA, JESUS CRUZ, JOSE GUILLERMO CUYAS ARMENGOL, ARTURO

23, 79, 80, 85, 89, 94, 110, 115, 117, 122, 123, 130, 132, 139, 142, 148, 156, 164, 172 109 181, 217 141 37, 121 171 206 94 167 217, 224 239 42

D DAROCA SICILIA, ANTONIO DE LA ROSA FUENTES, RAUL DE LA ROSA RODRIGUEZ, RAUL DEL ROSARIO VILLARAN, MIGUEL ANGEL DELGADO DIAZ, FRANCISCO

DELGADO PEGO, ACISCLO DELGADO RODRIGUEZ, SERTORIO DENIZ, TOMAS DIAZ CAYOL, JOSE DIEZ RIVERA, FERNANDO DIEZ RIVERA, LALY

DOMÍNGUEZ SURIA, SINESIO DURAN, ANTONIO

98, 239, 240 109 110 75, 76, 111 168 170, 194, 204, 205, 215, 217, 218, 222 29 73 215 217 75 93, 94, 110, 117, 122, 123, 166, 217 23, 29 91, 102, 103, 118

261


De mi vida scout

E ESTARRIOL JIMENEZ, CARLOS ESTARRIOL JIMENEZ, FERNANDO

88, 153 153

F FERNANDEZ DE VILLALTA, JAVIER FERNANDEZ DEL CASTILLO MASSIEU, NANANE FERNANDEZ DEL CASTILLO MASSIEU, NICOLAS FERNANDEZ DEL CASTILLO MONJE, JUAN FERRER HERVAS, ANTONIO FERRER HERVAS, CALIXTO FERRERA PARDILLO, NÉSTOR FLORES, JUAN FUMAGALLO SANCHEZ-PINTO, FRANCISCO

38, 57 85 75, 76 73, 95 167, 217 167, 217 110, 217 209 141

G GALAN GARCIA, MARIA FLOR GALTIER MARTINEZ, GINES GARCIA BARBA, FEDERICO GARCIA DE LA ROSA, JOSE IGNACIO GARCIA DIAZ, HERNAN GARCIA GONZALEZ, DIEGO GARCIA ROJAS, ALBERTO

GARCIA RUIZ, BERNARDO GARCIA HERNÁNDEZ, JOSE ANGEL GARCIA DELGADO, MIGUEL GARCIA-VIERA PALENZUELA, DOMINGO GARMA PONS, ANGELA GENOVA GALVAN, RICARDO GENOVES GUILLEN, ENRIQUE GIRONELLA GIMENEZ, TERESA GOLDING, MICHAEL GOMEZ CUENCA, PEDRO

262

89, 110 171 76 75, 76, 142 37 86, 89, 117, 195, 217 23, 121, 130, 131, 132, 140, 173, 194, 195, 217 187 108 41 109 167 76 129, 142, 168, 170, 171 122, 131 94 215


De mi vida scout

GONZALEZ BLANCO, RUPERTO GONZALEZ BRUNETTO, RAFAEL GONZALEZ DEL YERRO, JESUS GONZALEZ GALLARDO, VIRGINIA GONZALEZ Y GONZALEZ, GUMERSINSO GONZALEZ MARTIN-FERNANDEZ, SERGIO GONZALEZ MASSIEU, CRISTINA GONZALEZ MASSIEU, LEON GONZALEZ SEGURA, CARLOS GUIMERÁ RAVINA, AGUSTÍN

29 239 43 167 29 76 131 76, 111 109 23, 76, 97, 106, 147, 149, 156, 161

H HEREDERO ABON, LUIS ANGEL HERNANDEZ ACOSTA, ELSA HERNANDEZ RODRIGUEZ, RUPERTO HERNANDEZ Y HERNANDEZ, ANTONIO MARÍA HERRERA, FELIX HEYERDAHL, THOR HORMIGO MARTÍN, MARÍA TERESA HURTADO ZAMORANO, PABLO

170 187 186, 195 157 213 213 109 135

I IBOLEON ZAMORANO, ANTONIO IRADIER HERRERO, TEODORO DE IZQUIERDO LOPEZ, MARIA CARMEN IZQUIERDO LOPEZ, MIGUEL

73 42 167 167, 195

L LA ROCHE OWEN, LUIS FELIPE

LEON TEJERA, MANUEL DE LITE OTAZO, DULCE LOPEZ BARANDA, MIGUEL

87, 88, 93, 106, 107, 110, 122, 130, 132, 173 109 201, 215 74, 77, 89, 94, 110, 117, 135, 148

263


De mi vida scout

LOPEZ HERNANDEZ, ROBERTO LOPEZ MARTINEZ, JUAN LOPEZ VELAZQUEZ, ANA MARIA LORENZO SANTANA, PRUDENCIO LORENZO SPERANZINI, FRANCISCO LORENZO, ANTONIO LOSADA CABRERA, MANUEL LUZ CARPENTER, ISIDORO

29, 35 168 125, 140, 168 194 135 144 38, 49, 68 246

M MACHADO BENITEZ, NICOLAS MACHADO MENDEZ, LORENZO MACHADO, CARMEN MARRERO GONZALEZ, JOSE CARLOS MARRERO RODRIGUEZ, PEDRO MARTIN ALVAREZ, FERNANDO

MARTINEZ GONZALEZ-PALENZUELA, JAVIER MARTINEZ GONZALEZ-PALENZUELA, LUIS

MATAS UTRILLA, SANTIAGO MORALES Y MORALES, GLORIA MORON GARCIA, JUAN MANUEL MUIÑOS CALLADO, EDUARDO MUÑOZ-REJA, JUAN ANTONIO

209 44 186 23, 109, 173, 198, 201, 215 29, 35 23, 75, 76, 97, 111, 145, 146, 155 37 37, 39, 57, 58, 68, 74, 80, 85, 118, 136, 140 212, 223 122, 123, 131, 142 167, 209 118 38

N NAVARRO ZAMORANO, JOSE

NOBREGA ARMAS, FRANCISCO NODAL CASTAÑER, FRANCISCO

264

158, 163, 165, 173, 175, 194, 208 37 163


De mi vida scout

O OLIVA NIEBLA, ROBERTO OROZCO BARAJAS, FERNANDO OROZCO BARAJAS, MIGUEL OROZCO MAFFIOTTE, MIGUEL ORTIZ COMERMA, JOSE OTON VIDAL, JUAN

214 88 94 73, 93 171 73

P PADRON, FRANCISCO PADRON, JUAN PALACIOS DEL VALLE LERCHUNDI, LUIS MARIA PALMER CARBONELL, FRANCISCO PARRILLA ALEMAN, BERNARDO PARRILLA MARTIN, CARMEN LOURDES PARRILLA SUAREZ, LIGIA PEÑA VICARIO, FIDENCIO PERAZA ORAMAS, MARCOS PERDOMO PEREZ, AGUSTÍN MANUEL PERDOMO, JORGE PERERA HERNANDEZ, EMILIO PERERA MARRERO, JUAN PERERA MOLINERO, FRANCISCO PEREZ BATISTA, ANTONIO PEREZ CASTRO, JUAN PEREZ ESQUIVEL, DAMIAN PEREZ Y PEREZ, JULIA PEREZ QUINTERO, JOSE ALBERTO PHILLIPPS, ROLAND PINTOR DIAZ, ANTONIO PINTOR MARTINEZ, ANTONIO PIÑERO MENA, ANTONIO

201 174 149 171, 171 170, 173, 217 109 195 23, 62, 74, 76, 81, 106, 135 144 194 89 131 41, 143, 174, 238 131 171 239 167 122, 131 37, 57 65 94 119, 140, 175 37

265


De mi vida scout

Q QUINTERO AYALA, LUIS QUINTERO PEREZ, JUAN LUIS

117 116, 119, 141

R RAMIREZ GALINDO, SERGIO RAMOS ALVAREZ, RAFAEL RAMOS SANTOS, JUAN ANTONIO RAMOS, OLGA RASH, HELMUT RASH, MARGOT RAVELO RAMOS, MARIA CRUZ RAVINA MENDEZ, JUAN RAVINA PISACA, MANUEL RAYMUNDO IZARD, MARIANO REYES MARRERO, ALEJANDRO REYES NUÑEZ, PABLO REYGOSA, ALEJANDRO RIQUELME SOLER, JAVIER ROCA GIRONES, GABRIEL RODRIGUEZ DEL CASTILLO, ROBERTO RODRIGUEZ DIAZ, MARIO RODRIGUEZ ESTEVEZ, ÓSCAR RODRIGUEZ GIL, DIEGOBERTO RODRIGUEZ MORALES, JORGE JESUS RODRIGUEZ MORENO, MERCEDES RODRIGUEZ PALMERO, MIGUEL RODRIGUEZ QUINTERO, JAIME RODRIGUEZ Y RODRIGUEZ, BEGOÑA ROMERO LUQUE RUIZ BENITEZ DE LUGO, MELCHOR RUIZ DE LINDEMANN, NATIVIDAD

194 186, 209 194 215 131 140 187 154 94 94, 118 167, 171, 171 109, 217 75, 76 39, 68 171 215 195, 234 109, 171, 194, 203, 217 170, 217 29, 35, 51 187 171 122 170 104 187 140

S SABINA GALINDO, FRANCISCO SAIZ MESA, MANUEL SAIZ MESA, MILAGROS

266

41 186, 209 186


De mi vida scout

SALCEDO VILCHEZ, ERNESTO SALINAS SANCHEZ, FERNANDO SANCHEZ BRUNO, ALFONSO SANCHEZ DEL TORO, ANTONIO SANCHEZ DEL TORO, JOSE MARIA SANCHEZ PERAZA, JUAN JOSE SANCHEZ PERAZA, TOMAS SANTANA PADRON, NÉSTOR SANTOS ELORRIETA, VALENTIN SBERT ROTGER, JUAN SCHOLTZ, MANFRED SIERRA RODRIGUEZ, RENE SIVERIO HERNANDEZ, FELIPE STUDER, JUAN SUAREZ LOPEZ DE VERGARA, PEDRO

198 194 76, 111, 173 88, 106 88 94, 118 88 29 109 141 120 143, 164 167, 180 209, 213 131

T TABARES, JORGE TEJEDOR SALGUERO, AMALIO TORRES PERDIGUERO, DIEGO TRUJILLO MORA, IBRAHIM

187 37 209 94

U UBACH BENITEZ DE LUGO, CARMEN ELVIRA

109

V VAZQUEZ DE LA ROSA, JOAQUIN VILLEGAS TRUJILLO, ENRIQUE VIOTA HERNANDEZ, ALEJANDRO VIVES MAS, SEBASTIAN

171 38, 39, 57, 62, 68, 68 73 94

Y YANES DE DELGADO, JOSEFA

73

Z ZEROLO SAEZ, IGNACIO ZUBIETA ZARRAGA, JOSE LUIS

38 38

267


De mi vida scout

Tomás de Armas Schmölzer nace en Londres (Reino Unido) el 27 de septiembre de 1943, de padre tinerfeño y madre austriaca, aunque su vida discurre prácticamente en su totalidad en la isla de Tenerife. Comienza su afición por las actividades de aire libre a finales de 1956, con un grupo de amigos del colegio, en la Peña Excursionista “VI de Enero”. Ingresa en el Escultismo en el año 1961 y desde entonces siempre ha mantenido el contacto con el Movimiento Scout, habiendo obtenido la Insignia de Madera en la “Rama Scout” y la de “Jefes de Grupo y Comisarios”. Su profesión de agente de viajes (Técnico de Empresas Turísticas) le ha posibilitado viajar y conocer el escultismo en varios países y contrastar sus actividades con las que se realizan en Canarias.

268


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